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n día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar sus
estudios universitarios, encontró que solo le quedaba una simple moneda de diez centavos, y
tenía hambre.
Decidió que pediría comida en la próxima casa. Sin embargo, sus nervios lo traicionaron
cuando una encantadora mujer joven le abrió la puerta. En lugar de comida pidió un vaso de
agua.
Ella pensó que el joven parecía hambriento, así que le trajo un gran vaso de leche.
El lo bebió despacio, y entonces le preguntó:
¿Cuánto le debo?
No me debes nada- contestó ella-. Mi madre siempre nos ha enseñado a nunca aceptar
pago por una caridad.
El le dijo… Entonces, te lo agradezco de todo corazón…!
Cuando Howard Nelly se fue de la casa, no solo se sintió más fuerte, si no que también su
fe en Dios y en los hombres era más fuerte. El había estado listo a rendirse y dejar todo.
Años después esa mujer enfermó gravemente.
Los doctores locales estaban confundidos. Finalmente le enviaron a la gran ciudad.
Llamaron al Dr. Howard Nelly para consultarle.
Cuando este oyó el nombre del pueblo de donde venía la paciente, una extraña luz lleno sus
ojos.
Inmediatamente el Dr. Nelly subió del vestíbulo del hospital a su cuarto.
Vestido con su bata de doctor entró a verla. La reconoció enseguida.
Regreso al cuarto de observación determinado a hacer lo mejor posible para salvar su
vida. Desde ese día el prestó, la mejor atención a este caso.
Después de una larga lucha, ella ganó la batalla…! Estaba totalmente recuperada…!
Como ya la paciente estaba sana y salva el Dr. Nelly pidió a la oficina de administración
del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla.
El la revisó y firmó. Además escribió algo en el borde de la factura y la envió al cuarto de
la paciente.
La cuenta llegó al cuarto de la paciente, pero ella temía abrirla, porque sabía que le
tomaría el resto de su vida para poder pagar todos los gastos. Finalmente la abrió, y algo llamó
su atención: En el borde de la factura leyó estas palabras…
“Pagado por completo hace muchos años con un vaso de leche” (Firmado) Dr. Howard
Nelly
Lágrimas de alegría inundaron sus ojos y su feliz corazón oró así:
“Gracias, Dios… Porque tu amor se ha manifestado en las manos y los corazones
humanos”.
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El la revisó y firmó.
b) caridad una por pago aceptar nunca a enseñado ha nos siempre madre mi
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a) La gente es malagradecida. ( )
Hambriento
Caridad
Paciente
Próximo
a) Sueño : _____________________________________________
b) Factura : _____________________________________________
c) Alegría : _____________________________________________
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na vez un viajero se puso una mañana en camino para ir a la capital, donde tenía unos
asuntos que resolver. Iba admirando la belleza de la campiña, cuando se encontró con otro
hombre que llevaba sujeto a la cintura un talego de mijo cuyos granos iba esparciendo por la
carretera.
“Este hombre debe estar loco –pensó el viajero-. ¡Cómo puede esparcir la simiente en el
camino, donde ni un solo grano crecerá!” Y cuando llegó hasta él, le dijo en voz alta:
-¡Eh, buen hombre! ¿Pero no ve usted que lo que está haciendo es una tontería? Las
carreteras son de todos y en ellas no se puede sembrar. Además, en seguida vendrán los
pájaros y se comerán todos esos granos de mijo que usted está desperdiciando.
Al oír aquello, el hombre se detuvo y, dirigiéndose al viajero, le contestó:
- Voy a demostrarle que las cosas no son siempre lo que parecen. Venga, siéntese aquí
unos momentos al lado del camino y le contaré algo que sucedió hace mucho tiempo.
Los dos hombres se acomodaron bajo un árbol, y entonces el que había estado
esparciendo la semilla habló de este modo:
“Hace muchos, muchísimos años, el rey que gobernaba había depositado su confianza en un
tesorero. Era éste un hombre de origen humilde, pero por su propio esfuerzo, inteligencia y
honradez había llegado a hacer fortuna y a ganarse las simpatías y el favor de su soberano.
Como sucede siempre, esta preferencia hizo que muy pronto los más importantes
personajes de la corte empezaran a sentir envidia del favorito y a maquinar asechanzas contra
él.
- Lo que tenemos que hacer es demostrar al rey que ese hombre es un malhechor y que,
traicionando la confianza que ha depositado en él, está tramando un complot para asesinarlo y
sentarse en su trono –dijo el chambelán-.
- Y, ¿cómo lo conseguiremos? –observó uno de los grandes señores allí reunidos-. El rey le
hará mas caso al tesorero que a nosotros y no prestará oídos a nuestras palabras.
- Nada más fácil –le contestó el chambelán-. Sobornaremos a unos cuantos testigos,
quienes confesarán bajo juramento que eran cómplices del tesorero.
Todos aprobaron esta idea, y enseguida pusieron manos a la obra. Cuando tuvieron
comprados los testigos se fueron a ver al soberano y, simulando una gran indignación, le
hicieron ver que el tesorero era un malvado traidor.
- Entréguenos a ese hombre –le dijeron- para que hagamos caer sobre su cabeza todo el peso de
la justicia.
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Al principio, el rey no lo quería creer. Pero tanto y tanto le insistieron, que el buen
soberano no tuvo más remedio que admitir la traición de su tesorero. Con todo, como quiera
que éste negaba rotundamente haber fraguado el complot que le atribuían, el rey no quiso que
le aplicaran enseguida la pena de muerte.
- Llévenlo a un claro del bosque –dijo- donde el sol caiga sobre él durante todo el día y
déjenlo allí atado a un árbol hasta que confiese su culpa.
Lo hicieron así, y allí permaneció el falso culpable durante siete días y siete noches, sin
comer ni beber.
Al cabo de ese tiempo, el chambelán, deseando deshacerse cuanto antes del tesorero, fue a
ver al rey y le dijo:
- Señor, ese hombre ha cometido un delito tan grande que jamás confesará su culpa.
Sometámoslo a una prueba. Vayamos a verlo y pidámosle que silbe. Si logra hacerlo, es
inocente, y si no, será culpable.
El rey aceptó la propuesta, confiando en que, de aquel modo, al fin podría salir de dudas.
Al otro día, una gran comitiva, con el rey a la cabeza, se puso en camino y se dirigió al
bosque. Cuando llegaron a él, se adelantó el chambelan y le dijo así al preso:
- Eres un traidor y un malvado; pero nuestro rey, en su gran bondad, quiere someterte a
una última prueba. En su nombre, yo te ordeno que silbes. Si así lo haces, quedará demostrada
tu inocencia; si no, prepárate a sufrir la última pena, como reo del delito de alta traición.
Pronunciadas estas palabras, se produjo un gran silencio. Todos permanecieron a la
expectativa, concentrando sus miradas en la figura del prisionero. En vano hizo éste un
gran esfuerzo para juntar sus labios e impulsar el aire a través de ellos de modo que se
produjera un silbido: tenía la boca tan seca, tan hinchada la lengua y rígidos los músculos de la
cara que le era imposible hacer el más pequeño movimiento…
Ya iba el chambelán a pronunciar la fatídica sentencia, cuando de pronto, ante la sorpresa
del propio prisionero y de cuantos se encontraban allí, se escuchó un prolongado y agudo silbido
procedente del lugar donde estaba atado. Aquel hecho causó gran alegría al rey, pues
consideró que demostraba claramente la inocencia de su favorito.
En cambio, el chambelán y los grandes señores que con él se habían confabulado se
llenaron de miedo, y no pudiendo explicarse lo sucedido, consideraron que era justicia de Dios y
cayeron de rodillas confesando su maldad.
-Y, ¿sabe usted de dónde vino aquel silbido? –concluyó el hombre-. Pues de un ruiseñor que
se había posado, sin ser visto por nadie, junto a la cabeza del prisionero…”
-Está bien –dijo el viajero-. La historia es bonita; pero no veo qué relación puede tener
con el despilfarro de mijo que estaba usted haciendo tirándolo en la carretera…
- ¿Es que no lo ha comprendido? exclamó el hombre-. Yo esparzo esta semilla en el
camino por gratitud: aquel ruiseñor le salvo la vida a mi tatarabuelo, que fue el tesorero
de esta historia y quiso dejar testimonio de su agradecimiento ordenando a sus
descendientes que, una vez al año, vinieran aquí, en las proximidades del lugar donde estuvo a
punto de perder la vida, a echar un talego de mijo, de modo que cuantos ruiseñores vivan en los
contornos puedan encontrar los granos lo más fácilmente posible…
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6. ___________________ semilla.
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Es un mensaje de honradez.
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Esparcir
Gobernar
Capital
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-¿Uno de ésos? –preguntó Sergio, olvidando de pronto todo lo que estaba haciendo-. ¿En serio
me darás dinero por hacer el trabajo?
-No yo no prometí eso –replicó el papá- sólo me preguntaba cuánto demorarás en llevar esto
hasta al fondo del jardín si yo te diera un billete.
-Mmmm... no sé –vaciló Sergio muy interesado pero no muy seguro de adónde quería llegar el
papá.
-¿Te gustaría recibir un billete por hacer el trabajo? Preguntó el padre alegremente.
-¡Sí, claro que sí! -asintió Sergio-.
-Bueno –dijo el papá-, antes de hacer el trato, déjame ver cuán rápidamente podrías llevar
todo si yo te diera el dinero.
-Muy bien –respondió Sergio, tomando la tabla que estaba más arriba y corriendo por el
jardín con la mayor rapidez que le permitían sus piernas. En menos de dos minutos estaba de
vuelta en la pila.
-¿Fui suficientemente rápido? –preguntó.
-Sí, estuvo muy bien –dijo el papá-. De manera que no eran tan pesadas, después de todo.
Ahora puedes ir a casa.
-¡A casa! –exclamó Sergio-. ¿Para qué? Hay que llevar toda esa madera hasta el fondo del
jardín.
-Si, ya sé –dijo el papá-. Es cierto. Yo la llevaré.
-Pero yo quiero llevarla –replicó Sergio-. Quiero ganarme el dinero que dijiste que me ibas
a dar.
-Estoy seguro de que es así –añadió el papá- pero es demasiado tarde para pensar en ello.
-¿Demasiado tarde? –exclamó Sergio-. ¿Por qué? Si hay suficiente tiempo antes de que
oscurezca.
-Oh, no lo decía por eso –dijo el papá algo triste-. Quiero decir que si lo hubieras hecho por mí
desde el principio, sin todas esas quejas y rezongos, gustosamente te
hubiera dado el billete que te mostré, y aun más, por ayudarme. Pero si mi
hijo no va a trabajar por mí sólo por amor, ciertamente no tengo interés en
que lo haga por dinero. Prefiero hacerlo yo mismo.
Hubo un silencio incómodo, Sergio volvió a la casa muy pensativo.
A la mañana siguiente, temprano, mientras el papá se estaba
afeitando en el baño, un ruido en el patio de atrás hizo que
mirara por la ventana. En el fondo del jardín vio una
extraña pila de leña cortada para la estufa. A mitad de
camino, por el sendero, venía Sergio con el rostro
radiante al pensar en la gran sorpresa que iba a dar
a su papá.
El papá entendió en un instante.
Inmediatamente bajó las escaleras, todavía con la
cara cubierta de espuma de jabón. Un instante más y estaba otra vez en el baño,
completando su interrumpida afeitada.
Pero había tenido el tiempo necesario para poner algo debajo de la taza de
Sergio en la mesa del desayuno. Era el billete que había sido perdido y recuperado.
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Esperar
Lento
Nuevo
Construir
a) Taller : _____________________________________________
b) Gallinero : _____________________________________________
c) Pantalón : _____________________________________________
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l primer día de clase que Doña Tomasa se enfrento a sus alumnos de quinto grado, les
dijo que ella trataba a todos los alumnos por igual y que ninguno era su favorito. En la primera
fila sentado estaba Pedrito, un niño antisocial, con una actitud intolerable, que siempre andaba
sucio y todo despeinado. El año anterior, Doña Tomasa había tenido a Pedrito en una de sus
clases. Doña Tomasa veía a Pedrito como un niño muy antipático. A ella siempre le daba mucho
gusto poder marcar con lápiz rojo todo el trabajo que Pedrito entregaba, con una "F". En la
escuela donde Doña Tomasa enseñaba se requería revisar el archivo de historia de cada alumno
y el de Pedrito fue el último que ella revisó. Cuando ella empezó a leer el archivo de Pedrito, se
encontró con varias sorpresas. La maestra de Pedrito de primer grado había escrito: "Pedrito
es un niño muy brillante y muy amigable, siempre tiene una sonrisa en sus labios". Él hace su
trabajo a tiempo y tiene muy buenos modales. “Es un placer tenerlo en mi clase". La maestra de
segundo grado:
"Pedrito es un alumno ejemplar, muy popular con sus compañeros, pero últimamente
muestra tristeza porque su mamá padece de una enfermedad incurable".
La maestra de tercer grado: "La muerte de su mamá ha sido muy difícil para él, Pedrito trata
de hacer lo mejor que puede pero sin interés”. Tampoco el papá demuestra ningún interés en la
educación de Pedrito. “Si no se toman pasos serios, esto va afectar la vida de Pedrito". La
maestra del cuarto grado: "Pedrito no demuestra interés en la clase”. Después de leer todo
esto, Doña Tomasa sintió vergüenza por haber juzgado a Pedrito sin saber las razones de su
actitud. Se sintió peor cuando todos sus alumnos le entregaron regalos de Navidad envueltos
en fino papel, con excepción del regalo de Pedrito, que estaba envuelto con un cartón de la
tienda. Doña Tomasa abrió todos los regalos y cuando abrió el de Pedrito, todos los alumnos se
rieron al ver lo que se encontraba dentro. En el cartón había una botella con un cuarto de
perfume y un brazalete al que le faltaban algunas de las piedras preciosas. Para suprimir las
risas de sus alumnos, ella se puso inmediatamente aquel brazalete y se puso un poco del
perfume en cada muñeca. Ese día Pedrito se quedo después de clases y le dijo a la maestra:
"Doña Tomasa, hoy usted huele como mi mamá”. Después que todos se marcharon, Doña
Tomasa se quedó llorando por una hora. Desde ese día ella cambió su método. En vez de
enseñar solo lectura, escritura y aritmética, escogió enseñar a los niños. Doña Tomasa empezó
a ponerle más atención a Pedrito. Ella notaba que mientras más ánimos le daba a Pedrito, con
más entusiasmo reaccionaba él. Al final del año, Pedrito se convirtió en él más aplicado de la
clase, y a pesar de que Doña Tomasa había dicho el primer día de clase que todos los alumnos
iban a ser tratados por igual, Pedrito era su preferido.
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Pasaron seis años y Doña Tomasa recibió una nota de Pedrito, la cual decía que se había
graduado de la secundaria y que había terminado en tercer lugar. También le decía que ella era la
mejor maestra que él había tenido.
De ahí pasaron tres años cuando Doña Tomasa volvió a recibir noticias de Pedrito. Esta vez,
él le escribió que se le había hecho muy difícil pero que muy pronto se graduaría de la
universidad con honores, y le aseguro a Doña Tomasa que todavía ella seguía siendo la mejor
maestra que había tenido en su vida. Pasaron tres años más cuando Doña Tomasa vuelve a saber
de Pedrito. En esta carta él le explicaba que había adquirido su título y que había decidido
seguir su educación.
En esta carta Pedrito también le recordaba que ella era la mejor maestra que había tenido en su
vida. Esta vez la carta estaba firmada con "Dr. Pedro Altamira". Bueno, la historia no termina
ahí.
En la primavera, Doña Tomasa volvió a recibir una carta de Pedrito donde le explicaba que
había conocido a una muchacha con la cual se iba a casar y quería saber si Doña Tomasa podría
asistir a la boda y tomar el lugar reservado usualmente para los padres del novio. También le
explicaba que su papá había fallecido varios años atrás. Claro que Doña Tomasa acepto con
mucha alegría, ¿y saben que hizo? El día de la boda, ella se puso aquel brazalete sin brillantes
que Pedrito le había regalado y también el perfume que la mamá de Pedrito usaba.
Cuando se encontraron, se abrazaron muy fuerte y el Dr. Altamira le dijo en el oído muy
bajito: “Doña Tomasa, gracias por haber creído en mí”. “Gracias por haberme hecho sentir que yo
era importante y que podía salir adelante con éxito”. Doña Tomasa, con lágrimas en los ojos, le
respondió: "Pedro, estás equivocado. Tú fuiste el que me enseño que yo podía hacer algo especial,
solo con interesarme genuinamente. “¡Yo no sabía enseñar hasta que te conocí a ti!"
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Permitir
Drenar
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Gravedad
Graciana le contaba todo a su mamá, aun cuando a veces tenía que confesar que la habían
puesto en el rincón por charlar demasiado, y la mamá se sentía muy feliz de escucharla, porque le
recordaba cuando ella iba a la escuela. También esto le daba la oportunidad de decir cosas a
Graciana que la pudieran ayudar no sólo en la escuela sino después, cuando fuera grande.
Un día vino a la escuela Betty, una niña nueva. Era una chica muy pícara, y tan pronto llegó
comenzó a crear problemas con la maestra. Algunas chicas se sentían atraídas hacia ella porque
era muy independiente, y pronto quedó que Betty se había convertido en líder de todos los
buscadores de líos de la escuela. Ella siempre estaba haciendo bromas, algunas de ellas
ciertamente no de las mejores, y las historias
que a veces contaba a las otras chicas no eran apropiadas para las niñas.
Casi sin darse cuenta, Graciana también se sintió atraída por la vivaz chica nueva. Le gustaba
divertirse, como a todas las chicas, pero no le era muy fácil hacer amigos. Sin embargo había
algo en Betty que a Graciana no le gustaba. Ella no podía explicar qué era, pero sentía una
sensación de desconfianza hacia ella.
-Chicas –dijo Betty una tarde, antes de salir de la escuela-, vayamos a ese rincón. Tengo algo
para contarles que las hará reír mucho.
Las chicas acababan de salir de la escuela y tenían ganas de divertirse, de manera que
corrieron detrás de Betty al lugar que ella les había propuesto...
Ahora, escúchenme –dijo Betty-. Antes de empezar a contar quiero que me prometan algo.
-¿Qué es? –preguntaron.
-Bueno, no sería bueno que contaran esto en casa, ustedes tienen que prometerme que no se
lo van a contar a sus mamás. ¿Todas me lo prometen?
-¡No! Dijo Graciana firmemente-. Nunca prometeré una cosa así.
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-Esta bien. ¿Podrías decirme por qué, querida? –preguntó Betty.
-Porque quiero mucho a mi mamá, y siempre le cuento todo –dijo Graciana sin temor alguno,
pero poniéndose un poco pálida.
-¡Oh, sí, la nenita de mamá! Se burló Betty-. Si eres una nenita tan chiquita, será mejor
que vayas a casita ahora, ¿no les parece chicas?
-¡Sí, sí nenita de mamá! – dijeron las otras en tono burlón.
La pobre Graciana se enojó toda y las lágrimas llenaron sus ojos, pero se mantuvo firme
en lo que pensaba que era correcto, y sin decir una palabra más, se fue a su casa. A lo lejos
pudo oír a las chicas reírse, y sabía que se reían de ella, pero siguió caminando hasta que llegó a
casa.
Graciana contó todo a su mamá, y cuando terminó, ésta la tomó en sus brazos, le dio un
abrazo y le dijo que nunca se había sentido tan orgullosa de su hijita como ese día.
Pero algo interesante ocurrió a la mañana siguiente. El cartero trajo una nota de una de
las maestras. Decía así:
“Tuve ocasión de ver y oír lo que pasó en el patio ayer por la tarde. Estoy segura de que
Graciana ya se lo contó, pero sentí que debía escribirle y decirle cuán orgullosa me siento de
ella, porque no tuvo temor de hablar del amor que siente por Ud. ante todas las otras chicas.
Actuó como una pequeña heroína”.
Los ojos de Graciana brillaron de alegría, y la mamá estaba tan feliz que a duras penas
podía contener las lágrimas.
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c) se sentía muy orgullosa de Graciana.
Hermoso
Sacudir
Confesar
Sacudir
a) Buscar : _____________________________________________
b) Jugar : _____________________________________________
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c) Promesa : _____________________________________________
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amenazó con despedirlo. Y por mucho que el camarero insistía en que ese hombre no le
había dado un céntimo, el gerente se negaba a creerle.
___________________ andrajo.
1.
___________________ mirar con atención a un lugar.
2.
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a) llamó al camarero.
La frustración. El abandono.
La incredulidad.
Respetuoso
Burla
Difícil
n hombre muy pobre, pero muy inteligente, iba una vez por un camino conduciendo a la
única oveja que tenía.
De pronto, a la sombra de unos árboles, se encontró con tres hombres que discutían
acaloradamente.
Eran tres hermanos cuyo padre había muerto recientemente y les había dejado como
herencia un rebaño de treinta y cinco ovejas.
Los tres hermanos conocían al hombre que llegó y sabían que era muy inteligente. Por eso le
pidieron que les ayudara a resolver su problema.
Antes de morir –dijo el mayor-, mi padre me dijo que me correspondía la mitad de las
ovejas. Me corresponderían diecisiete ovejas y media, pero no queremos matar a ninguna.
La tercera parte de las ovejas es mía –dijo el segundo de los hermanos-. Así me lo
indicó mi padre al morir.
Me corresponderían once ovejas y dos tercios.
Las ovejas mías son tres y ocho novenas partes de oveja –dijo el tercero de los hermanos-. Mi
padre dijo que me correspondía la novena parte.
No podemos resolver este problema –dijo el mayor-. Llevamos muchas horas discutiendo y
no nos ponemos de acuerdo.
Yo les voy a solucionar el problema –dijo sonriendo el hombre que tenía una sola oveja-.
Antes que nada, permitan que les regale esta única oveja que tengo.
No puede ser –replicó el segundo hermano-. No necesitamos tu oveja: sólo
queremos que nos ayudes a hacer la repartición.
-Si quieren que les ayude, acepten mi oveja.
Por último, los hermanos aceptaron la oveja regalada, y el hombre pobre empezó a hacer la
repartición.
Ahora ustedes tienen treinta y seis ovejas –les dijo a los tres hermanos-. Al mayor, de
quien es la mitad de las ovejas, le corresponden ahora dieciocho. ¿Están de acuerdo?
-Por supuesto. Yo creía que sólo tenía derecho a diecisiete y media.
A ti te corresponden doce ovejas –le dijo al segundo-. Doce es justamente la tercera parte
de treinta y seis. ¿Estas de acuerdo?
-Por supuesto. Yo sólo tenía derecho a once ovejas y un poco mas.
La novena parte de treinta y seis son cuatro –le dijo al tercero-. ¿Estás de acuerdo?
-Por supuesto. Antes me tocaban sólo tres ovejas.
Fíjense bien, ahora –dijo el hombre-. Elija cada uno de ustedes las ovejas que le
corresponden, comenzando por el mayor.
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Los tres hermanos hicieron sin problema lo que el hombre les indicó. El mayor
apartó dieciocho ovejas, el segundo tomó doce y el menor cuatro. Cuando terminaron
de escoger sus ovejas, aún quedaban dos: la oveja del hombre pobre y otra que
ninguno de los hermanos había querido escoger.
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b) camino un por vez una iba inteligente muy pero pobre muy hombre un
Reparto
Discutir
Empezar
Inteligente
a) Herencia : _____________________________________________
b) Rebaño : _____________________________________________
c) Derecho : _____________________________________________
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La laboriosidad. La solidaridad.
La justicia.
Sabiduría
Peregrino
Gobernar
Gracias a la ayuda de la bebida preparada con las hojas de la planta, Ah Tcha volvió a
poder mantenerse despierto. Recuperó sus tierras y sus molinos y se preocupó de pagar
justamente el trabajo de sus trabajadores, especialmente el de la anciana Nu Wu.
Poco a poco la gente empezó a darse cuenta de que, con la bebida caliente, que Ah Tcha
tomaba varias veces al día, el joven se mantenía despierto y alerta. Mucha gente empezó a
pedirle esa bebida maravillosa. Ah Tcha dedicó sus campos al cultivo de la planta que le daba
las hojas para su bebida.
Pronto su cultivo se extendió por toda China y muchas personas empezaron a beber
diariamente la infusión de la planta de Tcha o de hojas de té, como decimos nosotros en español.
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LEE y ESCRIBE V o F según sean las oraciones:
a) La petición del rey era muy fácil de cumplir. ( )
b) La comida fue escasa y de mal gusto. ( )
c) El joven rey gobernaba su reino con mano dura. ( )
Misterioso
Despertar
Negocio
Rendimiento
b) Condena : _____________________________________________
c) Negocio : _____________________________________________
n acaudalado ganadero había juntado una suma muy considerable, privándose por
espacio de largos años de todas las dulzuras de la vida. Desconfiado, como todos los avaros, se
asustaba al menor ruido que oía, temblando por su apreciado tesoro.
Para preservarlo de todo peligro, mandó un día a que un albañil le construyese un cuarto
oculto, donde pudiese entrar por medio de un portón de gruesa madera, cerrado por un resorte
especial. El albañil lo construyó con la promesa de guardar inviolable el secreto.
El avaro halló la obra estupenda. Todas las noches, antes de acostarse, visitaba el cuarto
subterráneo, contemplando con delicia durante horas enteras las relucientes monedas de oro y
los abultados paquetes de billetes de banco.
Una noche, mientras miraba y recontaba su tesoro, cayó la vela, se apagó la luz; y en su
inquietud por querer salir, corrió el resorte del portón y quedó encerrado.
Gritó desaforadamente y nadie le oyó; hizo esfuerzos sobrehumanos y todo fue inútil.
Como pasaban varios días sin que el hombre apareciera su familia, sobresaltada, lo buscó
por todas partes. Todo fue en vano.
Sospechó el albañil que pudiera haberse encerrado en el cuarto oculto; reveló el secreto
al juez; el juez le mandó abrir el portón en su presencia y quedaron horrorizados.
Sobre montones de monedas de oro y apretando, en sus manos crispadas, manojos de billetes,
yacía nuestro hombre… muerto y lleno de gusanos.
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Dulzura
Esfuerzo
Avaro
n ratón que vivía en la ciudad, yendo de camino, fue convidado por otro ratón que
vivía en el campo, y en su guarida le dio de comer bellotas, habas y cebada, muy
amigablemente.
El ratón de la ciudad, agradecido, rogó al del campo que fuese con él a la ciudad a
divertirse, a los que condescendió éste; y estando ambos en la ciudad, entraron en una rica
despensa del palacio donde moraba el ratón citadino, la cual estaba llena de toda clase de
viandas; y mostrando esto el ratón de la ciudad al otro, le dijo: Amigo come lo que gustes,
pues tengo en abundancia.
Mientras estaban ellos comiendo alegremente, vino de improviso el despensero, y abrió
la puerta con gran estruendo, por lo que espantados los ratones, huyeron cada uno por su
parte. Como el ratón de casa tenia lugares conocidos para esconderse, fácilmente se puso a
salvo; pero el otro no sabia cómo escapar.
Finalmente, salió el despensero y, cerrada la puerta, los ratones volvieron a salir.
Ven acá y comamos, ya ves cuántos manjares tenemos. Si, muy bueno está esto,
respondió el campesino: pero ¿este peligro, es aquí muy frecuente? Si, contestó el otro esto
sucede a cada instante; y por tanto no hay que darle importancia. ¡Ah!, dijo el campesino. ¡Con
que esto es diario! Seguramente que vives aquí en la opulencia; sin embargo, prefiero mi
pobreza con tranquilidad, que tu abundancia con tal zozobra.
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El agradecimiento. La amistad.
La honestidad.
Rogar
Agradecido
Improvisar
Zozobra
a) Despensa : _____________________________________________
b) Ciudad : _____________________________________________
c) Espanto : _____________________________________________
rase una vez un anciano que había perdido a su esposa y vivía solo. Había trabajado
como sastre toda su vida, pero los infortunios lo había dejado en bancarrota, y ahora era tan
viejo que ya no podía trabajar. Las manos le temblaban tanto que no podía enhebrar una aguja, y
la visión se le había enturbiado demasiado para hacer una costura recta.
Tenía tres hijos varones, pero los tres habían crecido y se habían casado y estaban tan
ocupados con su propia vida que sólo tenían tiempo para cenar con su padre una vez por semana.
El anciano estaba cada vez más débil, y los hijos lo visitaban cada vez menos.
No quieren estar conmigo ahora –se decía- porque tienen miedo de que yo me convierta en
una carga.
Se pasó una noche en vela pensando qué sería de él y al fin trazó un plan. A la mañana
siguiente fue a ver a su amigo el carpintero y le pidió que le fabricara un cofre grande.
Luego fue a ver a su amigo el cerrajero y le pidió que le diera un cerrojo viejo.
Por último fue a ver a su amigo el vidriero y le pidió todos los fragmentos de vidrio roto
que tuviera.
El anciano se llevó el cofre a casa, lo llenó hasta el tope de vidrios rotos, le echó llave y
lo puso bajo la mesa de la cocina.
Cuando sus hijos fueron a cenar, lo tocaron con los pies.
¿Qué hay en ese cofre? -preguntaron mirando bajo la mesa-.
Oh, nada –respondió el anciano-. Sólo algunas cosillas que he ahorrado.
Sus hijos lo empujaron y vieron que era muy pesado. Lo patearon y oyeron un tintineo.
Debe estar lleno con el oro que ahorró a lo largo de los años –susurraron-.
Deliberaron y comprendieron que debían custodiar el tesoro.
Decidieron turnarse para vivir con el viejo, y así podrían cuidar también de él.
La primera semana el hijo menor se mudó a la casa del padre, y lo cuidó y le cocinó.
A la semana siguiente le reemplazó el segundo hijo, y la semana siguiente acudió el mayor.
Así siguieron por un tiempo.
Al fin el anciano padre enfermó y falleció. Los hijos le hicieron un bonito funeral, pues
sabían que una fortuna les aguardaba bajo la mesa de la cocina, y podían costearse un gasto
grande con el viejo.
Cuando terminó la ceremonia, buscaron en toda la casa hasta encontrar la llave, y abrieron
el cofre. Por cierto, lo encontraron lleno de vidrios rotos.
¡Qué triquiñuela infame! –Exclamó el hijo mayor- ¡Qué crueldad hacia sus hijos!
¿Pero qué podía hacer? –Preguntó tristemente el segundo hijo-. Seamos francos.
De no haber sido por el cofre, lo habríamos descuidado hasta el final de sus días.
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ENUMERA del 1 al 4 como sucedieron los hechos:
De no haber sido por el cofre, lo habríamos descuidado hasta el final de sus días.
Debe estar lleno con el oro que ahorró a lo largo de los años.
b) “Seamos francos”
Infortunio
Visión
Anciano
El noble, sin embargo, no era meramente noble de título, era además un caballero, y echó
pie a tierra al ver el apuro del labrador.
- Ya veo, amigo mío –dijo- que le ha ocurrido un percance. Afortunadamente, aquí estoy
para ayudarlo, porque en estos caminos tan poco frecuentados no es fácil encontrar quién
preste auxilio en tales casos.
Y dicho y hecho, tomó por uno de sus extremos el saco; lo cogió el labrador por el otro, y
entre ambos lo colocaron de nuevo atravesando sobre el lomo de la bestia.
- Señor, -le dijo el labrador, quitándose el sombrero- ¿cómo podré demostrarle mi
agradecimiento sin límites?
- Muy fácilmente, amigo mío –le contestó el noble-. Siempre que veas que algunos se
encuentran en un apuro, ayúdale por cuantos medios puedas, que de este modo, mejor que de
otro alguno, podrás demostrarme vuestra gratitud.
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b) envidiaban al anciano.
Robar
Juicio
Salvo
Envidia
a) Llenar : _____________________________________________
b) Desilusión : _____________________________________________
c) Juego : _____________________________________________
quí una historia de perros que estoy seguro te gustará. No sé su nombre real, pero lo
llamaremos Fidelio por su fidelidad.
En un paraje muy alejado en las montañas, d os hombres estaban buscando oro, aunque sus
cabañas de madera estaban muy distantes una de la otra, se veían una vez por semana, cuando
Jorge iba a caballo al pueblo por provisiones.
Un día, Jorge pasaba frente a la cabaña de Tomás y lo llamó para saber si necesitaba algo
del pueblo. Pero no recibió respuesta. Generalmente Tomás salía para charlar con su amigo y
darle las cosas que necesitaba. Pero ese día Tomás no apareció.
-"Qué raro -pensó Jorge-. ¿Qué le puede haber pasado?". Miró alrededor de la cabaña, pero no
había ni rastros de su amigo. Estaba por alejarse y continuar con su viaje cuando notó un
movimiento en un arbusto. Era Fidelio que venía saltando.
Jorge bajó de su caballo para acariciar al perrito, y vio un papel en su boca. Era una nota de
su viejo amigo Tomás que decía: "Me caí y me rompí una pierna. Sigue al perro. Él te guiará hasta
donde estoy"
-¡Muy bien, Fidelio! -dijo-, ¿Dónde está?. ¿Dónde está Tomás? ¿Dónde está tu amo?
Fidelio siguió saltando alrededor de Jorge, dando ladridos cortos y agudos. Luego echó a
correr por el sendero, cerro arriba. Jorge adivinó que ésa era la dirección que debía tomar. En
efecto, apenas dirigió el caballo en esa dirección, Fidelio siguió corriendo, mientras ladraba como
para decir: "Eso es, por aquí.
Apúrate" Jorge se apresuró, pero le llevó un tiempo hasta llegar al lugar donde su amigo estaba
tirado en el suelo.
Finalmente, después de una curva en el sendero, lo encontró. ¡Pobre Tomás! Tenía frío y
sed, y le dolía mucho la pierna, que estaba muy hinchada. Habían pasado dos días y dos noches
desde el accidente, durante los cuales no había comido ni bebido nada. Su única esperanza de
ayuda había sido el pensamiento de que Fidelio pudiera encontrar a su amigo cuando pasara por
su casita en su viaje semanal al pueblo.
Jorge se sacó la camisa y la transformó en un vendaje. Juntó unos palos y los ató para
formar una especie de trineo sobre el cual puso a Tomás. Luego, lo arrastró tan lenta y
suavemente como podía, por el áspero sendero de la montaña.
Por fin, varias horas más tarde, llegaron al hospital. Llevaron adentro a Tomás. Por
supuesto, Fidelio también quería entrar, pero no lo dejaron. Gruñó, ladró, pero no hizo caso.
Finalmente, Jorge tuvo que levantarlo y llevarlo a su propia cabaña en las montañas.
¡Pobre Fidelio! ¡Cómo extrañaba a su amo! En realidad, actuaba como si su dueño
hubiera muerto. No comía, y no quería hacer nada, sino estar acostado quejándose
en un rincón de la cabaña. Nada de lo que Jorge trataba de hacer le importaba. Se
mantenía indiferente y adelgazaba más cada día.
Jorge comenzó a temer que el perro muriera de tristeza antes de que su dueño se
recuperara. ¿Qué podía hacer? Realmente estaba preocupado.
La siguiente vez que visitó a Tomás en el hospital le contó lo que estaba pasando con Fidelio.
-Fidelio piensa que estoy muerto -dijo-, y de alguna manera tengo que hacerle saber que
todavía vivo. Tráeme un sánguche.
-¡Un sánguche! - exclamó Jorge sorprendido-. ¿Para qué?
-Verás. Creo que funcionará.
Jorge le trajo un sánguche y Tomás pasó la mano sobre él una y otra vez, de un lado y del
otro.
-Ahora, Jorge, prueba esto: llévale el sánguche a Fidelio y veamos si lo come.
Cuando estuvo de regreso en su cabaña, fue a ver al pobre Fidelio. Allí estaba, en su rincón
como si toda la alegría lo hubiera abandonado para siempre.
-Huele esto -dijo Jorge mientras sacaba el sánguche del bolsillo.
Fidelio lo miró con desgano. Luego, repentinamente, captó un olor familiar. Saltó sobre sus
patas, olió el sánguche, dándole vueltas una y otra vez. Entonces se lo comió con mucho apetito.
Era el primer bocado que comía en muchos días. Desde ese momento comenzó a mejorar, comió
como siempre, y pronto recuperó sus fuerzas. ¡Su amo vivía! Sabía que volvería, porque lo había
olido.
¡Qué fiel fue Fidelio! ¿No te gustaría tener un perro como él?
3. ___________________ lealtad.
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La fidelidad de un animalito.
Fidelidad
Dirigir
Provisión
n un pueblo de las montañas abandonan a los ancianos cuando cumplen sesenta años
porque creen que ya no pueden se útiles. Pero un pobre campesino decide no hacerlo
¡Descubre el valor y la sabiduría de nuestros mayores con este cuento!
Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, una pequeña región montañosa dónde tenían la
costumbre de abandonar a los ancianos al pie de un monte lejano. Creían que cuando se
cumplían los sesenta años dejaban de ser útiles, por lo que no podían preocuparse más de
ellos.
En una pequeña casa de un pueblecito perdido, había un campesino que acababa de
cumplir los sesenta años. Durante todos estos años había cuidado la tierra, se había casado y
había tenido un hijo. Después había enviudado y su hijo también se casó, dándole dos
preciosos nietos. A su hijo le dio mucha pena, pero no podía desobedecer las estrictas
órdenes que le había dado su señor. Así que se acercó a su padre y le dijo:
-Padre, lo siento mucho, pero el señor de estas tierras nos ha ordenado que debemos
llevar a la montaña a todos los mayores de sesenta años.
-Tranquilo, hijo, lo entiendo. Debes hacer lo que el señor diga-contestó el anciano lleno
de tristeza.
Así que el joven se cargó al viejo a la espalda, ya que a su padre ya le era difícil caminar
por el bosque, e inició el viaje hacia las montañas. Mientras iban caminando, el joven se fijo
que su padre dejaba caer pequeñas ramas que iba rompiendo. El joven creyó que quería
marcar el camino para poder volver a casa pero cuando le preguntó, el anciano le dijo:
- No lo estoy haciendo para mi, hijo. Pero vamos a un lugar lejano y escondido, y sería un
desastre que te desorientases y no pudieses volver. Así que he pensado que si iba dejando
ramitas por el camino seguro que no te perderías.
Al oír estas palabras el joven se emocionó con la generosidad de su padre. Pero continuó
caminando porqué no podía desobedecer al señor de esas tierras.
Cuando finalmente llegaron al pie de la montaña, el hijo, con el corazón hecho pedazos,
dejó allí a su padre. Para volver decidió utilizar otra ruta, pero se hacía de noche y no
conseguía encontrar el camino de vuelta. Así que retrocedió sobre sus pasos y cuando llegó
junto a su padre le rogó que le indicara por dónde tenía que ir. Se volvió a cargar a su padre a
la espalda y, siguiendo las indicaciones del anciano, empezó a cruzar el valle por el que habían
venido.
Gracias a las ramitas rotas que el viejo había dejado por el camino, pudieron llegar a su
casa. Toda la familia se puso muy contenta cuando vieron de nuevo al anciano. Entonces, el
joven decidió esconderlo debajo los tablones del suelo de su cabaña para que nadie lo viese y
no le obligasen a llevárselo otra vez.
El señor del país, que era bastante caprichoso, a veces pedía a sus súbditos que hiciesen
cosas muy difíciles. Un día, reunió a todos los campesinos del pueblo y les dijo:
- Quiero que cada uno de vosotros me traiga una cuerda tejida con ceniza.
Todos los campesinos se quedaron muy preocupados. ¿Cómo podían tejer una cuerda con
ceniza? ¡Era imposible! El joven campesino volvió a su casa y le pidió consejo a su padre, que
continuaba escondido bajo los tablones.
- Mira -, le explicó el anciano-, lo que tienes que hacer es trenzar una cuerda apretando
mucho los hilos. Luego debes quemarla hasta que solo queden cenizas.
El joven hizo lo que su padre le había aconsejado y llevó la cuerda de ceniza a su señor.
Nadie más había conseguido cumplir con la difícil tarea. Así que el joven campesino recibió
muchas felicitaciones y alabanzas de su señor.
Otro día, el señor volvió a convocar a los hombres de la aldea. Esta vez les ordenó a todos
llevarle una concha atravesada por un hilo. El joven campesino se volvió a desesperar. ¡No sabía
cómo se podía atravesar una concha! Así que, cuando llegó a casa, volvió a preguntar a su padre
lo que debía hacer y éste le contestó:
- Coge una concha y orienta su punta hacia la luz- explicó el anciano-. Después coge un hilo y
engánchale un grano de arroz. Entonces dale el grano de arroz a una hormiga y haz que camine
sobre la superficie de la concha. Así conseguirás que el hilo pase de un lado al otro de la concha.
El hijo siguió las instrucciones de su padre y así pudo llevar la concha ante el señor de esas
tierras. El señor se quedó muy impresionado:
- Estoy orgulloso de tener gente tan inteligente como tu en mis tierras. ¿Como es que eres
tan sabio? – le preguntó el señor.
El joven decidió contestarle toda la verdad:
- Veréis señor, debo ser sincero. Yo debería haber abandonado a mi padre porqué ya era
mayor, pero me dio pena y no lo hice. Las tareas que nos encomendó eran tan difíciles que solo
se me ocurrió preguntar a mi padre. Él me explicó como debía hacerlo y yo os he traído los
resultados.
Cuando el señor escuchó toda la historia, se quedó impresionado y se dio cuenta de la
sabiduría de las personas mayores. Por eso se levantó y dijo:
- Este campesino y su padre me han demostrado el valor de las personas mayores.
Debemos tenerles respeto y por eso, a partir de ahora, ningún anciano deberá ser abandonado.
Y a partir de entonces les ancianos del pueblo continuaron viviendo con sus familias aunque
cumplieran sesenta años, ayudándolos con la sabiduría que habían acumulado a lo largo de toda
su vida.
b) ¿Por qué el anciano iba dejando ramitas por el camino del bosque?
Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, una pequeña región montañosa.
El hijo utilizó una hormiga para hacer pasar el hilo a través de la concha.
Al final, los ancianos del pueblo continuaron viviendo con sus familias.
_______________.
b) ¿Crees que el dueño de las tierras también abandonó a su padre? ¿Qué crees
que pasó?
Pueblo
Anciano
Tranquilo
Esconder
a) Familia : _____________________________________________
b) Casa : _____________________________________________
c) Campo : _____________________________________________