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La contaminación ambiental por hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) es

actualmente un problema muy extendido. Los HAP son generados por la combustión
incompleta de combustibles fósiles y otros materiales orgánicos. Dada su constitución,
poseen propiedades tóxicas, mutagénicas, carcinogénicas[ CITATION Kar01 \l 9226 ] y baja
solubilidad en agua (Prak, & Pritchard,2002). Debido a su naturaleza hidrofóbica, estos
compuestos se hacen poco accesibles y se adhieran fuertemente a las moléculas del
suelo o sedimentos en ambientes acuáticos. Tanto para favorecer la degradación como
para facilitar su extracción de los yacimientos, es importante aumentar su movilización y
su solubilización en medios acuosos,[ CITATION Lau19 \l 9226 ].

El dicloro difenil tricloroetano (DDT) es un compuesto orgánico clorado altamente


resistente a la degradación por medios biológicos, químicos o fotolíticos, dado que su
estructura molecular contiene estructuras aromáticas y alifáticas cloradas que generan
gran estabilidad química, característica que lo hace tóxico, persistente y contaminante
(Corona Cruz et al., 1999).
Por otra parte, la baja solubilidad y gran afinidad hacia la materia orgánica, los
compuestos orgánicos, hidrofóbicos (COH) tienden a adsorberse al suelo y a mantenerse
inmunes a los microorganismos potencialmente capaces de biodegradarlos. Como
consecuencia de esto, la acumulación y la persistencia de este tipo de contaminantes
orgánicos genera filtraciones lentas y continuas en acuíferos y limita el empleo de
tecnologías clásicas.[ CITATION Jua00 \l 9226 ].

Para abordar estos problemas en biotransformación y permitir una mayor biodisponibilidad


a los microorganismos, se propone el uso de compuestos tensioactivos (surfactantes),
debido a que estos favorecen a la solubilidad de dichos compuestos hidrófobos[CITATION
Tem \l 9226 ]. Algunos microorganismos poseen la capacidad de sintetizar este tipo de
compuestos (aquellos denominados biosurfactantes), estos presentan varias ventajas con
respecto a los surfactantes químicos, entre ellas su biodegradabilidad, baja toxicidad,
biocompatibilidad, especificidad y la amplia variedad de estructuras químicas disponibles.
Estas características han permitido, en los últimos años, el desarrollo de técnicas de
remediación y de recuperación asistida del petróleo residual que incluyen el uso de
biosurfactantes, tanto a escala de laboratorio como a escala de campo. Sin embargo, hay
resultados contradictorios acerca de los efectos del surfactante sobre el proceso de
biodegradación, puesto que hay muchos factores, tales como el tipo y la concentración del
surfactante o la mezcla de sustrato y el microorganismo implicado, que afectan a dicha
biodegradación. Por ello se hace necesario un estudio de optimización previo en base a
ciertos factores implicados en el proceso que permitirá obtener en mayor medida
resultados positivos (Jin, D., Jiang, X., Jing, X., & Ou, Z.,2007).
Con el fin de eliminar estos contaminantes de suelos y entornos de agua, se han probado
varias tecnologías de remediación diferentes demostrándose que la biorremediación es la
práctica más eficaz, siendo la degradación bacteriana una de las más estudiadas y
aplicadas. Diversos géneros de bacterias gram-positivas y gram-negativas han sido
aislados y caracterizados por su capacidad para degradar los HAP de 2 o 3 anillos
aromáticos, entre los cuales destacan: Pseudomonas sp., Mycobacterium sp.,
Sphingomonas sp. y Achromobacter sp. Sin embargo, hay otros géneros como
Enterobacter sp. y Stenotrophomonas sp.,[ CITATION Nat19 \l 9226 ].

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