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Leonardo Mattos-Cárdenas

El hermano jesuita Gonzalo Ruiz (1551-1618).


Apuntes para una biografía

La necesidad de delinear mejor la vida y la figura del hermano jesuita


Gonzalo Ruiz – personaje emblemático de la primera generación de mes-
tizos en el Perú – emerge cada vez más en el panorama de la historiografía
andina.
El Diccionario histórico de la Compañía de Jesús lo hace nacido en
Moyobamba en 1551 y fallecido en la ciudad de Guamanga (Ayacucho)
en 1618. Renombrado por «su perfecto conocimiento del quechua1 y su
habilidad como predicador y catequista» que por «cuarenta años, fue el
compañero imprescindible de los sacerdotes en sus misiones populares, en
Lima, Cusco, Arequipa, Huamanga (actual Ayacucho) y Potosí».
Siendo además, el «primer mestizo peruano, que admitió en la Com-
pañía de Jesús, como hermano, el fundador y primer provincial del Perú,
Jerónimo Ruiz de Portillo, poco después de llegar a Lima (marzo 1568) y
que, tres años más tarde, llevó al Cusco como acompañante». Ciudad don-
de «preparó para el bautismo, junto con el P. Alonso de Barzana, a Túpac
Amaru, el último monarca inca»2 durante los meses que precedieron su
ejecución el dia 22 o 23 setiembre de 1572.
Dicha voz del Diccionario hace referencia a la serie de siete volúme-
nes de Monumenta Peruana – que llega hasta 1604 – citando la frase del
padre Provincial Acosta al padre General Mercuriano, en la cual – el 15 fe-
brero de 1577 – afirmaba «que la gente lo reverenciaba como a un santo».

1. Enfatizaba Javier Baptista SJ. (1996), la figura del hermano Gonzalo Ruiz, también
como «catequista en quechua y aymara»: X. Albó SJ, Notas sobre jesuitas y lengua aymara,
en Un reino en la frontera. Las misiones jesuitas en la América colonial, ed. S. Negro, M.
Marzal, Lima-Quito 2000, pp. 280.
2. J. Baptista SJ, E. Fernández SJ, Ruiz, Gonzalo. Misionero, catequista, en Diccionario
histórico de la Compañía de Jesú: biográfico temático, Madrid, 2001, vol. IV, p. 3435.

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La frase es parte del relato de la misión “circular” que llevó al renom-


brado padre José de Acosta, en mayo de 1576, al pueblo de Huaral donde
«predicó el Hermano Gonçalo mañanas y tardes»3 pasando después a los
pueblos de Huaura y de Huacho. Donde – escribe Acosta – «Dije Missa y
predicó el Hermano, que creo cierto, nunca tal sermón hizo en su vida, a
lo menos que así a ojos vistas se viese el fructo; predicó con tanta ternura
que hazia a los indios y españoles gemir y llorar […] tomando el Herma-
no Gonçalo cuidado de catechizarlos, hera después descanso confessarlos.
Estuvimos allí ocho días juntos».4
Llegaron así, a Cajatambo y a Jaigua donde – el 11 de junio – «Predicó
el Hermano y bautizamos» y a Chancay; entrando a la iglesia de Ámbar
en forma solemne donde «víase el amor que nos tienen, según los dejaron
aficionados el Padre Espinar y el Hermano Gonçalo, la otra vez que estu-
vieron allí». Para Corpus Christi – el 21 junio – «Hallámonos dos sacerdo-
tes y el Hermano Gonçalo» en San Miguel de Vas; región bien fría»5 de la
provincia de Ancash.
Regresan al pueblo de Ambar – el 6 de julio de 1576 – yendo a pre-
dicar por 15 días, a cinco leguas, «en tierra bien fragosa y fría» donde
– efectivamente – «estos indios estaban más instruídos […] porque avian
estado allí el Padre Espinar y el Hermano Gonçalo; al qual querían y reve-
renciavan como a un sancto».6
El Catálogo de la Provincia del Perú, redactado en 1569, ya informa
que el «Hermano Gonzalo Ruiz, hijo de Pedro Ruiz Bonifaz y de Guiomar
Hernández, vezinos de Sanctiago de os Valles, diósesis de Lima; de hedad
de diez y ocho años. Sabe leer y escrevir, es buena lengua. A que entró en
la Compañía siete meses».7
Otros escritos amplían algunos aspectos de su incisiva actividad so-
cial, cultural, artística e ideológica; aunque este breve análisis no pretende
detenerse sobre el último argumento.

3. Monumenta Peruana (MP), ed. A. Egaña, Roma 1958, vol. II, p. 239.
4. Ivi, pp. 240-241.
5. Ivi, pp. 242-243.
6. Ivi, p. 244. «Predican además en Carabaillo dos semanas, regresando a Huaral y a
otros poblados». Ivi, p. 245.
7. Una nota – a pie de página – del recordado padre Egaña agrega a la palabra «hijo»
la palabra «Naturalis» en latín. Nota que puede ser entendida como adjunta y coeva al igual
del agregado: «Es humilde, tiene buenos deseos y oración, no es para mucho»: MP I, p.
284.

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La narración del asi llamado “jesuita anónimo de hacia 1600” – si bien


no cubre los últimos 18 años de su vida – ilustra bien, parte de su primera
actividad con parágrafos que ya señalan que:
[…] funda la Compañía colegio en la ciudad del Cuzco […] Ruiz de Portillo,
Prouincial […], en conpañía del Padre Luis López y de los hermanos An-
tonio González y Gonçalo Ruiz, y todos quatro fueron las primeras piedras
fundamentales de esta casa del Cuzco; y dejando en Guamanga […] al virrey
don Francisco de Toledo […]; los mismos, refieren la entrada que fue […]
con increyble regozijo y alegría, con la mayor que se sabe que aya auido en
pueblo ninguno después que los españoles conquistaron esta tierra. Luego
[…] los trujeron al Hospital de los españoles, donde conforme a nuestro uso
y costunbre quisieron ser los nuestros, hospedados […] antes de predicalle,
se ordenó vna muy solemne procesión de los dos ynsignes cauildos, secular
y eclesiástico, y toda la ciudad, clerecía y parrochias con pendones, capas y
cruz alta, y reciuiendo a cada uno de los nuestros: dos dignidades en medio
[…]. Estubieron los sobredichos padres y hermanos aposentados en el sobre-
dicho Hospital de los españoles, como 3 meses y medio, poco más o menos,
y allí exercitaban nuestros ministerios […] con notable concurso y aproue-
chamiento así de los españoles como de los naturales.8
[…] En este tiempo, llegó el virrey […] y con su sombra y auctoridad y el
mucho calor que la ciudad puso, tomó la Compañía sitio para su iglesia y
habitación, que es el que aora tenemos […] como aquí se pasaron del sobre-
dicho Hospital, vinieron como de refresco algunos padres y hermanos […]
y el Padre Blas Valera, famosos lenguas en todo este reyno y grandes pre-
dicadores de yndios, los quales con otros algunos versados en esta tierra y
buenas lenguas, por orden del 2° Concilio Prouincial Límense, conpusieron
en la lengua quichua la Doctrina cristiana, el Cathecismo Mayor y Menor, y
en ésta y en la aymará.9
[…] Finalmente se ocupaban en missiones y salidas por la comarca […] y a
las processiones así para el Hospital de los naturales, que le ay muy rico en
esta ciudad […]. En esta primera entrada hizieron los primeros [jesuitas] co-
sas notables […]. La primera y que con mucha razón merece el primer lugar,
fue la traça venida del cielo de la reducción de los indios y extirpar idolatrías
[…] pasando los yndios y pueblezillos a uno de mejor tenple, tierra, agua y
asiento en número conpetente de yndios, para poder ser regidos y gouernados

8. Anónimo SJ, Crónica anónima de 1600 […], en Historia general de la Compañía


de Jesús en el Perú, ed. F. Mateos SJ, Madrid 1944, vol. II, pp. 13-15. Son nuestros los
énfasis, la resolución de ciertas abreviaturas y de algunas consonantes (c, z).
9. Ivi, pp. 16, 17.

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por un cura y pastor10 […] de estas siete parrochias o pueblos del Cuzco, que
están al derredor desta ciudad y la tienen cercada, adonde viuirán reducidos
en la forma dicha, treinta mil almas poco más o menos, él mismo [p. Ruiz
de Portillo] andubo señalando los sitios o asientos para las dichas parrochias,
y andaba midiendo las plazas o calles por sus cuadras, al modo que están
edificados todos los pueblos del Pirú, sacada esta ciudad del Cuzco que por
grandeza y euitar gastos excesiuos se hubo casi en todo de acomodar a las
trazas de calles y edificios antiguos.11
[…] la cofradía del Nombre de Jesús, de los yndios que en ella está fundada
y en la yglesia de los mesmos indios […] está todo pintado por las paredes
de esta yglesia y capilla, […] bien dibujados por sus especies y diferencias,
porque los yndios se mueuen mucho por pinturas, y muchas vezes más que
con muchos sermones. A esto atiende esta cofradía12 […] han trauajado en
conserualla y augmentalla los padres Blas Valera, Alonso de Barzana y Bar-
tholomé de Sanctiago, Cristoual Ortiz, Juan de Montoya y otros muchos, pero
más que ninguno el dicho Padre Gregorio de Cisneros, el cual en las muchas
salidas y missiones […] ha fundado la dicha cofradía en más de cien pueblos.
Los yndios de esta cofradía son los que con más espíritu y feruor nos han
ayudado […].13
Con respecto a José de Acosta, Luis López y Gonzalo Ruiz, quienes
llegaron juntos desde el Cusco a la ciudad de Arequipa en 1573, el arquitec-

10. Ivi, pp. 19-22. El texto – desde aquí hasta la referencia a Vilcas – es similar al texto
del jesuita Antonio de Vega (Cusco, 1 de noviembre 1600). La cita sobre una «traza venida del
cielo» no parece ser el “modelo bíblico” empleado – poco antes de su llegada – en el pueblo
de indios de Santiago del Cercado de Lima y ser mas bien, el mas simple “modelo ortogonal
jerarquizado” que adoptaron en San Jerónimo; reducción indígena a la periferia de Cusco.
Donde el templo sustituye al Pretorio al fondo del eje visual jerárquico (Castramentatio de
Polibio). Perfeccionado y empleado en todas las reducciones jesuiticas del Paraguay.
11. Ivi, p. 23. Aquí Antonio de Vega escribe sólo «antiguallas».
12. Ivi, pp. 35-37. Anotaba Francisco Mateos SJ: «Es posible que estas pinturas cate-
quísticas estuvieran ejecutadas por el H. Bernardo Bitti, quien recorrió los diversos Cole-
gios del Perú, llenándolos de cuadros», ivi, p. 36.
13. Ivi, p. 38. Su texto continua: «Sucedió al padre Diego de Torres en el officio, el Pa-
dre Esteuan Cauello […] que murió dos o tres jornadas de Roma con notable sentimiento de
nuestro Padre General», ivi, p 40. Cabello venía de Lima como procurador y muere en Siena.
«Aquaviva sintió la falta […] de los informes orales que traía del remoto Perú» anota al mar-
gen Mateos, ivi, p. 33. Es posible que de Cabello recibiera la noticia de las momias de Incas,
quemadas en Lima «para evitar idolatrías» referida por Contugo Contugi (a Clemente VIII);
siendo Contugi natural de Volterra. Cfr. L. Mattos-Cárdenas, Urbanismo andino e hispanoa-
mericano, Lima 2004, pp. 233-241. Texto que distingue el modelo «biblico» del trazo en el
Cercado de indios de Lima, del modelo «jerarquizado» empleado en las Misiones jesuitas.

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to Emilio Harth-Terré refiere que pudo tomar apuntes del manuscrito exis-
tente en la Biblioteca Nacional de Lima; antes del incendio de 1943. Dicho
Cuaderno de la Fundación del Colegio de Arequipa y lo concerniente a
ella – catalogado como “Fol. 208 tomo 172” – describe la reunión que a la
llegada de este primer grupo jesuita fue convocada, el 20 de diciembre, en
la iglesia mayor – situada en la plaza principal – por don Diego Pacheco,
Corregidor y Justicia Mayor de la ciudad. Ocasión cuando ofrecieron dine-
ro y ayudas «los principales vecinos, entre los que figuraban Gaspar Báez;
declaró éste, ante el escribano, la constitución de una manda voluntaria, a
la que se obligó cumplir, y consistía en dar la traza de la iglesia, colegio y
tiendas y asistir a los P.P».
En la ciudad, el maestro alarife Gaspar Báez ya construía el templo de
San Francisco y levantaría la primera iglesia jesuitica después.14 Declaran-
do haber hecho su oferta, porque antes «era vecino de Lima y tenía […] su
solar, vecino al de Alonso Beltrán, el cual vendí a la Compañía de Jesús,
para la edificación de su iglesia».15
En la época, Juan Ruiz – hermano andaluz después sacerdote – levan-
taba la primera iglesia jesuita del Cusco y en forma coordinada, Bernardo
Bitti y Pedro de Vargas – hermanos jesuitas – realizaban sus magistrales
pinturas, retablos y esculturas.16 Así la frase: «sin manejar colores y pin-
celes como los hermanos Vargas y Bitti» leída en documentos jesuitas del
siglo XVII, recién publicados,17 adquiere su amplio sentido.
De otro lado, la actividad de Gonzalo Ruiz es evidente retomando al
“jesuita anónimo de hacia 1600” quien refiere que, a la:
[…] Missión a los Condessuyos del Cuzco […] fueron el Padre Diego de
Cuenca y el Hermano Gonçalo Ruiz, y exercitaron nuestros ministerios con
grande edificación y prouecho de los naturales […que] siguiendo los ritos
antiguos adoraban guacas e ídolos, haziendo sacrificios y otras cosas de ydo-

14. El grupo se retiró y otro grupo jesuita, que siguió la idea, regresó al año siguiente.
Aunque afrontando obstáculos del virrey Toledo y de otro tipo hasta su realización en 1576.
15. E. Harth-Terré, Artífices en el virreinato del Perú, Lima 1945, p. 27.
16. R. Vargas Ugarte, Los jesuitas del Perú y el arte, Lima 1963, pp. 17, 66-67. En Lima
Pedro de Vargas trabajó el retablo del Colegio de San Pablo desde 1576 con el H. Bernardo
Bitti. Quien además es autor del altar manieristico de Chayapampa (Juli); recién recuperado.
17. AA.VV., Exul Immeritus Blas Valera Populo Suo e Historia et Rudimenta Linguae
Piruanorum, en Exul Immeritus Blas Valera Populo Suo e Historia et Rudimenta Linguae
Piruanorum. Indios, gesuiti e spagnoli in due documenti segreti sul Perù del XVII secolo,
ed. L. Laurencich Minelli, Bologna 2007, p. 316.

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latría, y asimismo el dicho padre Diego de Cuenca y el hermano Gonçalo


Ruiz teniendo noticia de la ceguedad en que muchas almas viuían, adorando
una guaca adonde de muchos pueblos acudían, fueron a buscarla y hallaron
una cueua que era más de cinquenta pies de largo y de catorce de ancho, en la
qual descubrieron trezientos ydolos de differentes figuras y otras estatuas, y
en las fuentes y manantiales otros muchos adoratorios, los quales se tapiaron
a piedra y lodo, y en la cueua se pusieron cruces y sobre las paredes de ella y
de los adoratorios; derrribaronse algunas piedras en quien tanbién adoraban
los yndios, deuajo de las quales por la reuerencia y estima grande que de
ellas tenían, auían puesto pedazos de plata y chaquira, y a la redonda auía
plantados diuersos árboles y heno, de lo más preciado, los quales se cortaron
[…] Por todo lo demás que los dos hizieron [i.e. Cuenca y Gonzalo Ruiz] se
conoció la poderosa mano del Señor […].18
Siendo Rector el dicho Padre Diego de Torres se hizo otra misión a la prouincia
de los Vilcas […en Guamanga, donde] los hechizeros tenía a aquella gente en
grandes errores, haziendolos que se labasen en la junta de dos ríos, que se en-
cuentran19 […] adorar un árbol que en la ribera estaba, llamado Vilca, que es de
gran estima entre los yndios; hazíales hazer sacrificios a las guacas: tenían una
en particular en una cueua metida en lo alto […] adoraban fuentes y el trueno
y relámpago […] por medio como se ha dicho del Señor Obispo, fueron a esta
misión el Padre Gregorio de Cisneros y el Hermano Gonçalo Ruiz20, que es
gran lengua quichoa, los quales enpezando a predicar […] castigos que tiene
aparejados para los ydólatras […] descubriéronse algunos echizeros.21
Cuanto se relata a continuación sucedió antes de octubre 1574 (como
anotaba Francisco Mateos al margen). Cuando:
[…] el Padre Joseph de Acosta […] y el Padre Luis López su conpañero, auían
ydo a Chuquisaca, que es la ciudad donde reside la Real Audiencia […], los
dichos padres juntamente con el hermano Gonçalo Ruiz, se uinieron a esta villa
imperial de Potosí, que dista tres jornadas de Chuquisaca, donde es el concurso

18. Anónimo, Crónica anónima de 1600, vol. II, pp. 114-115.


19. Llamado en los Andes «Tinoc yacu» – o tincuc por Montesinos – amazónico «en-
contro das aguas» bicolor. Con efectos estudiados: L. Mattos-Cárdenas, Tiempo, ambiente
y memoria en la arquitectura: ejemplos de Occidente, de los Incas y de Chavin, en «Suelo
Americano. ARCIS», 4 (2002), pp. 82-87; y Id., Arquitectura y territorio: algunas conside-
raciones sobre orígenes y símbolos, en «ARKINKA» 63 (2001), pp. 86-92.
20. La versión – sobre esta misión – es similar al texto de Antonio De Vega Loayza
SJ, Historia del Colegio y Universidad de San Ignacio de Loyola [1600], en Biblioteca Hi-
stórica Peruana, ed. R. Vargas Ugarte SJ, Lima 1948, vol. VII, p. 108, quien aquí agrega:
«nacido en esta tierra».
21. Anónimo, Crónica anónima de 1600, vol. II, pp. 116-117.

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de grandíssimo número de españoles y de indios, casi de todas las naciones […]


muy bien recebidos de todo el pueblo […]. Apossentaronse en la parroquia e
iglesia de la Encarnación, llamada communmente de los indios Carancas, por
pareser aquel puesto muy acommodado para acudir [… Pero al p. Acosta] fue
forzoso bajar a Lima, y para que se continuase el fructo que se aula comnenza-
do a cojer, embió a llamar al Padre Alonso de Barzana, que a la sasón estaba en
missión en la ciudad de La Paz, el qual por ser hombre muy docto buen predica-
dor e incansable en exercitar nuestros ministerios, pudo muy bien suplir la falta
que hacía el Padre Joseph de Acosta con la bajada a Lima. Quedaron en la uilla
el Padre Luis López, Padre Alonso de Barzana y el hermano Gonçalo Ruiz, los
quales cada uno conforme a su talento, trabajaron con españoles, morenos e in-
dios, acudiendo también a los hospitales y cárceles y a las escuelas […] quando
el padre no podía acudir a predicar estos sermones por ser día en que auía de
predicar a los españoles, suplía por él el hermano Gonçalo Ruiz, que es muy
diestro en la lengua general de los indios, los quales como uiuían entonces en
medio de las tinieblas y engañados del commún enemigo, no sabían sino adorar
guacas y al serro grande y pequeño que están junto a la uilla, llamando al vno
Apu Potochí y al otro Guaina Potochí […].22
[… Enterados que] el Padre Joán de Plaza, que uenía […] llegada esta nueua;
se determinaron los padres de bajar de Potossí a Lima, para uerse con el Padre
Visitador y darle relación23 […así ] baxó a la dicha ciudad de Lima, el Señor
Juan de Ribas, vecino encomendero de esta ciudad de Nuestra Señora de la
Paz […] a uer con el Padre Hierónimo Ruiz de Portillo […quien] le dio bue-
nas esperanzas […] vino a ella [a La Paz], el Padre Juan de Zúñiga en el año
de 1572, por orden del Padre Portillo que entonces era Prouincial, y truxo al
Hermano Gonçalo Ruiz por su compañero […] y se aposentó en las casas de
Juan de Ribas […] Predicaba todos los domingos y vn día en la semana […].Y
por esto no se dexaba de acudir a los naturales por vno de los compañeros [i.e.
Gonzalo Ruiz] que sabía la lengua24 […] del Cuzco escriuió al Padre Prouincial
[…] pasado al Virrey el enojo, que contra el padre tenía […] enbió el Padre
Prouincial Gerónimo de Portillo al Padre José de Acosta que a la sazón estaua
en Arequipa, a que continuase y lleuase adelante lo que el Padre Juan de Zúñiga
auía comenzado, el qual truxo por sus compañeros al Padre Antonio González
y a los dos hermanos Juan de Casasola y Gonçalo Ruiz, y llegó a la ciudad de
La Paz por Setuagésima. Reciuieron en la ciudad a los padres con toda bene-
bolencia y alegría y grandes muestras de contento; y el señor Juan de Rivas,
nuestro fundador, les tenía ya aderezada casa […].25

22. Ivi, pp. 143-144, 146.


23. Ivi, p. 149.
24. Ivi, pp. 261-263.
25. Ivi, p. 264.

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Dicho texto, siendo coevo, resume bien su labor en las ciudades y su


intensa actividad en la extirpación de idólatrias y de ritos antiguos; que
como se aprecia, fue igual – o quizás mayor a la atribuida a Guamán Poma;
como asistente en la extirpación de idolatrías.
Gonzalo Ruiz, además, habia ya formado parte del grupo jesuita que
desde Lima acompañó la comitiva del virrey Toledo hasta Guamanga, don-
de el grupo decidió adelantarse para llegar antes al Cusco. En Jauja realizó
los primeros interrogatorios sobre el gobierno de los Incas (y su posible
tiranía) y se redactó – del 20 al 24 de noviembre de 1570 – la «Información
hecha por orden de Don Francisco de Toledo en su Visita en las provincias
del Perú, en la que declararon indios ancianos» donde se encargó firmar los
documentos a Gonzalo Ruiz, cuando, en dicho «pueblo de la Concepción,
paresció Alonso Cama […] de los luringuancas […que] no sabia escrebir, y
lo firmó el dicho hermano Gonçalo Ruiz al qual dixo que lo questa escrito
es lo que a declarado el dicho yndio, […] don Diego Lucano principal de los
mitmas Cañaris y Chachapoyas» y otros caciques, a quienes tradujo; hasta
cuando, el mes siguiente, el grupo jesuita dejó la comitiva del virrey.26
Una carta dirigida – desde Lima al terminar ese año de 1570 – al Ge-
neral Francisco de Borja en Roma además informa que:
[…] escribiendo ésta, nos escribió un Hermano [Gonzalo Ruiz o Gonzáles de
Ocampo…] que en Guamanga, que está camino del Cuzco […] la mayor parte
del pueblo se vino a confesar […] sin otras muchas cosas, que allí hicieron […].
Escribennos, que por el camino del Cuzco […] ay grande cantidad de indios
[…] sin ministros que les enseñen […]. Por lo qual podrán ver los carísimos Pa-
dres y Hermanos, quanta virtud se requiere […] pero aun también lectras […]
Dos Hermanos se ocupan en los hospitales de indios y españoles […].27
En efecto, en Cusco se ocuparon del hospital de indios de Nuestra Se-
ñora de los Remedios y del Espíritu Santo – establecido desde 1556 – y del
hospital de españoles y mestizos de Nuestra Señora de la Piedad – donde
el grupo jesuita alojó al llegar – llamado por los mestizos de San Barto-
lomé desde 1572, estando ya en condiciones precarias, cuando «muchos
españoles iban a curarse al hospital de naturales» como refiere Esquivel y
Navia (XVIII).28

26. R. Levillier, Don Francisco de Toledo Supremo organizador del Peru, Buenos Aires
1940, vol. II, pp. 14-37. El hermano Gonzalo Ruiz aparece en las pp. 17, 22, 26, 30, 33, 37.
27. Carta del p. Juan Gómez SJ, en MP I, pp. 427, 428, 431.
28. Debió cerrar hacia 1573. Aunque después de gestiones, iniciadas en 1615, pasó a
San Juan de Dios en 1617.

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Sobre la especial intervención de Gonzalo Ruiz en la prisión de Túpac


Amaru – ejecutado en Cusco ya en octubre de 1572 – el “jesuita anónimo
de hacia 1600” nada refiere; pero Antonio De Vega SJ – cuyo texto llega
igualmente hasta 1600 – dice enfáticamente que Túpac Amaru «con la mis-
ma cortesía pidió al P. Alonso de Barzana y al H. Gonzalo Ruiz, de nuestra
Compañía, gran lengua en este reyno y uno de los primeros que fueron
recibidos en Lima recién llegada la Compañía, que no se le apartasen un
punto del lado».29
También señala Diego Francisco Altamirano SJ – en su escrito ter-
minado en Lima en 1704 – que el Provincial Ruiz de Portillo, antes de
regresar a Lima, encargó a Gonzalo Ruiz desde la llegada del joven inca
al Cusco «la instrucción a nuestra fe cristiana» de Túpac Amaru mientras
encargó a Luis López y a Alonso de Barzana (jesuitas españoles) el perorar
ante el virrey la conservación de la vida del Inca; recordando que Ruiz de
Portillo había sido confesor de Toledo.30
Los sectores del Cusco mencionados eran ya importantes barrios – or-
ganizados con la contribución de Polo de Ondegardo – cuando el padre de
Guamán Poma tenia un puesto en el «hospital de naturales» – como refiere
Porras Barrenechea – y «parece haber asistido también a la ejecución y al
entierro de Túpac Amaru» imaginando que su «estada en el Cuzco, puede
haberse prolongado hasta 1580».31
En todas estas circunstancias participó Gonzalo Ruiz activamente y
como refiere el Catálogo del Colegio del Cusco de 1573 fue escogido, por
el provincial Ruiz de Portillo, con el hermano Casasola – entre once her-
manos allí residentes – para ser «embiados a la provincia de Chuquiavo»
con el padre Zúñiga, a ver una futura fundación jesuitica en La Paz.32
En Cusco, la parroquia de San Cristóbal – cerca de Sacsahuaman – ha-
bia sido donde Gonzalo Ruiz daba la instrucción católica a Túpac Amaru y
en 1571 dicha iglesia antes ermita levantada por Paullu inca – fue donde,
el virrey Toledo, apadrinó el bautizo de Carlos Inca.33 Mientras Cristóbal
de Molina “el cuzqueño”, cura y conocido del mercedario Murua y de Polo

29. De Vega Loayza SJ, Historia del Colegio, p. 20.


30. F. Altamirano, Historia de la Provincia del Perú. Cfr. Biblioteca Nacional del
Perú, ms. 220, año 1, vol. IV, pp. 344-345.
31. R. Porras Barrenechea, El cronista Felipe Huamán Poma [1948], Lima 1971,
p. 32.
32. MP I, p. 590.
33. J.M. Covarrubias, Cusco colonial y su arte, Cusco 1958, p. 131.

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de Ondegardo, reunía en estos lugares los quipucamayocs para el escrito


que terminara hacia 1575.
Mac Cormack considera «que la ermita que él fundara junto a su ho-
gar; en Colcampata, fuese posteriormente la parroquia de San Cristóbal,
guarda perfecta relación con el proyecto de evangelización ideado a todas
luces por el mismo Paullu. La ermita era un reemplazo para la piedra sagra-
da de Guanacauri». Y afirma que la probanza hecha en 1540 – confirmada
por Carlos V – y la hecha «en la ya más tranquila fecha de 1599» cuando
ya «nadie contemplaba una restauración del incario» muestra ser el lugar
dado a su madre por su padre Guayna Capac y donde fue concebido.34
Al interior de la iglesia de San Cristóbal, los arquitectos bolivianos José
de Mesa y Teresa Gisbert, identificaron un importante lienzo donde «los per-
sonajes que se narran al pie de la imagen: caballeros, damas, peregrinos y ni-
ños, repiten tipos creados por el genial artista» de la Nueva Corónica y Buen
Gobierno; mostrando «un claro estilo expresionista». Agregando: «Nos pre-
guntamos sí el consejo de Guamán fue inspirado por los jesuitas».35
La imagen – en la mitad superior – corresponde ciertamente a la Vir-
gen de la Merced, por los varios «fierros de contención» que la rodean;
que son los atributos a su especifica vocación para la «redención de los
cautivos». Al respecto leemos en la Nueva Corónica como norma de Buen
Gobierno: «Que las cárceles de las ciudades […] tengan su oratorio con
su imagen de Nuestra Señora de la Redención de Cautivos y que tenga un
patio adonde se pasee […]».
Ante hipótesis formuladas por Marcel Bataillon sobre el autor “anó-
nimo” del dictamen de Yucay – de corte antilascasiano – redactado el 16
marzo de 1571 por orden de Toledo (y antes de descubrirse que fray García
de Toledo, pariente del virrey, fue su autor); escribia Vargas Ugarte: «El
hermano Gonzalo Ruiz, a quien también se da el nombre de Pedro, que era
el de su Padre, pudo intervenir como intérprete, pues conocía muy bien la
lengua, como natural que era de Chachapoyas, pero no el Provincial (Porti-
llo). Toledo debió llegar al Cuzco por Febrero de 1571 y un mes más tarde
se redactaba el famoso dictamen […]».36

34. S. Mac Cormack, ¿Inca o español? Las identidades de Paullu Topa Inca, en «Bo-
letín de Arqueología» 8, (2004), pp. 102-103.
35. J. De Mesa, T. Gisbert, Historia de la Pintura Cuzqueña, Lima 1982, vol. I, pp.
87, 88. El cuadro está reproducido en esa obra, vol. II, fig. 69.
36. R. Vargas Ugarte, Historia de la Compañía de Jesús en el Perú (1565-1620),
Burgos 1963, vol. I, pp. 76-80.

386
El hermano jesuita Gonzalo Ruiz 353

En efecto, consideraba Bataillon que ese «Gonzalo Ruiz» leído en los


documentos publicados por Levillier en 1940 que se desempeñába como
“lengua” en Jauja podia ser una abreviación mal interpretada del padre
provincial Gerónimo Ruiz de Portillo. Además Bataillon, al aparecer el
primer volumen de Monumenta Peruana en 1954; en su reseña bibliográ-
fica escribia entusiasta: «No sólo Gonzalo Ruiz existe, y es uno de los
cuatro fundadores del Colegio del Cusco, sino que es designado en nuestro
volumen (p. 284) como “buena lengua” criollo sino mestizo fue uno de los
hermanos, que los primeros jesuitas apenas llegados al Perú habían acogi-
do en el lugar; meses antes de agregarse Blas Valera».37
Autoría que objeta Vargas Ugarte, igualmente; quien en su Ensayo de
un Diccionario de artífices de la América Meridional vuelve a señalar a
un tal:
Ruiz H. Pedro. – Arquitecto. Era natural de Moyobamba, en el Perú. Ingresó
en la Compañía en el Colegio de Lima el 1 de Julio de 1568 y, al hacer la
Visita de la Provincia Juan de la Plaza, ejercía el oficio de Procurador del
Colegio de San Pablo en dicha ciudad. Tenía entonces unos 42 años, en los
informes de la citada Visita se dice textualmente de él ‘es singular maestro de
arquitectura’ (Roma, Archivo del Gesù. Busta 115).38
Trátase, sin embargo, de un error ya que dicho párrafo es del visitador
Plaza y hace referencia a Juan Ruiz, hermano jesuita andaluz, como se
constata leyendo el manuscrito (hoy en el ARSI 1488, 7v) o el texto publi- ARSI=?
cado en 1958 por el padre Egaña.39
Durante el III Concilio de Lima (1582-1583) se tiene noticia, además,
de una importante intervención de Gonzalo Ruiz; que evidencia su lideraz-
go en la lucha por alcanzar el igual acceso a la jerarquía religiosa para él y
para su grupo; en su condición de mestizo e ilegitimo. Documentación que
refiere circunstancias cuando el arzobispo:
Toribio Alfonso de Mogrovejo había recibido las peticiones de los je-
suitas Hernán González, el hermano coadjutor – y mestizo – Juan Gonzalo
Ruiz y cuarenta y dos testigos más, para que no se cerrara las puertas a la
ordenación de mestizos. Argumentaban que era el único oficio de provecho

37. Cfr. Bataillon, Monumenta Peruana, edidit Antonius de Egana, S. I. Vol. I: 1565-


1575, en «Bulletin Hispanique», 59, 4 (1957), p. 446.
38. R. Vargas Ugarte, Ensayo de un Diccionario de artífices coloniales, Burgos 1968,
p. 135.
39. MP II, p. 125.

387
354 Leonardo Mattos-Cárdenas

que tenían los hijos y nietos de los primeros conquistadores que no habían
sido beneficiados con ningún repartimiento o encomienda.40
Dicha participación se suma a su evidente colaboración como “len-
guaraz” – discreta pero indispensable – en eventos y publicaciones de una
época que «coincidió con un grupo de estudiantes mestizos que el 13 de
abril de 1583 escribieron al Papa solicitando su intercesión. Acusaban a
los párrocos españoles de corrupción y malos tratos y de no saber correcta-
mente las lenguas nativas».41
En 1999, la investigadora Francesca Cantù público un dibujo similar a
los que estructuran la Nueva Corónica y Buen Gobierno de Guamán Poma.
Sus características cromáticas y gráficas, son idénticas a algunas ilustracio-
nes que acompañan textos del mercedario Murúa en el manuscrito Galvin
(publicado por J. Ossio) y en parte del manuscrito Getty.42 Siendo ilustra-
ciones con marco rectangular a doble línea y esquinas en diagonal; con
figuras bien delineadas e iluminadas a la acuarela.
Dicho dibujo – conservado en el Archivo Estatal de Nápoles – integra
como hoja plegada, la correspondencia cifrada enviada en 1610 por Fernán-
dez de Boán43 – encargado del gobierno del Perú y Oidor de la Audiencia
de Lima – al Conde de Lemos virrey en Nápoles que en España había sido
Presidente del Consejo de Indias. Esa ilustración revela dos anagramas que
remiten a su autor: Gonzalo Ruiz; conocido también – como dibujante y
como colaborador – por otros documentos napolitanos.44

40. A. Coello de la Rosa, De mestizos y criollos en la Compañía de Jesús (Perú, si-


glos XVI-XVII), en «Revista de Indias», LXVIII, 243 (2008), p. 44. Sigue a Sabine Hyland,
Conversion, Custom and Culture: Jesuit Racial Policy in 16th Century Peru, Tesis Doctoral,
Yale University 1994, p. 215, quien cita al padre Víctor M. Barriga, en Los mercedarios en
el Perú, IV, Arequipa 1953, pp. 254-261.
41. Coello, De mestizos y criollos en la Compañía de Jesús, p. 43. Siguiendo a E.
Lissón Chávez, Colección de documentos para la historia de la iglesia en el Perú, que se
encuentran en varios archivos, Sevilla 1945, vol. III, pp. 104-106.
42. F. Cantú, Guamán Poma y Blas Valera en contraluz: los documentos inéditos de un
Oidor de la Audiencia, en Guamán Poma y Blas Valera. Tradición andina e historia colo-
nial, ed. Francesca Cantù, Roma 2001, p. 507. Dibujos de este tipo acompañan los textos de
Murúa en forma claramente adventicia. Se ha imaginado una buena relación entre el merce-
dario y el dibujante de la Nueva Corónica; deteriorada, quizás después de 1590-1597.
43. En Lima, hacia 1610, Mateo Pérez de Alesio pintaba «El retrato del lincenciado
Boán oydor de dos baras de alto en bastidor». Cfr. R. Porras Barrenechea, Un inventario
iconográfico del siglo XVI, en «Cultura peruana», 90 (1955), s.n. No se ha conservado esta
pintura que, por su dimensión, debió ser de cuerpo entero.
44. AA.VV., Exul Immeritus Blas Valera Populo Suo e Historia et Rudimenta Linguae
Piruanorum, pp. XXXII, XXXIV, XXXVII.

388
El hermano jesuita Gonzalo Ruiz 355

Con el descubrimiento de este dibujo, elaborado con arte y maestría e


iluminado a la acuarela, se confirma su autoría sobre esa otra documenta-
ción histórica independiente. Ofreciendo la prueba – cruzada e incontro-
vertible – que se trata de Gonzalo Ruiz.45
Nos encontramos así; ante la inconfundible mano que, antes a 1597, es
encargada de ilustrar – en un plano regional con poblados y personajes – el
pleito judicial llevado adelante por Guamán Poma en defensa de sus tie-
rras de Chiara en Huamanga (documento en copia hoy en el dossier Prado
Tello). Y que además realizara murales para ornar la fachada de la iglesia
jesuítica de Oropesa en Cusco cuyo programa pictórico comenzó a partir
de 1585 y llega hasta los primeros años del siglo XVII y que en su interior
delineara un ángel al costado de la ventana del presbiterio y ciertos perso-
najes sobre el arco apuntado. Sin olvidar algunos murales de la iglesia de
Andahuaylillas, en la región del Cusco de inicios del ’600; con reconocida
analogía iconográfica.46
Características que se extienden al mencionado cuadro de la Virgen de
la redención de Cautivos en la iglesia de San Cristóbal de Cusco y a una
plancha de bronce (35,5 x 25,5 cm) de la colección Barboza-Stern – con
trazo similar – que representa al Inca antes de morir asistido por un jesuita
y un ángel – como ya referido47 – mientras es acosado por un demonio de
factura similar a los de la Nueva Corónica.
Enorme producción de un personaje con fácil acceso a varias y sofis-
ticadas fuentes europeas – como evidenciado por varios autores – como es
el caso de Gonzalo Ruiz.
En cuanto a su experiencia misional – no menos intensa y discreta – se
sabe que en 1583, Diego de Torres Bolo había enviado una primera misión
jesuita formada por el padre Gregorio de Cisneros «y un hermano» a la re-
gión de Huamanga; como escribe Vargas Ugarte en su Historia de la Com-
pañía de Jesús en el Perú e igualmente citan los esposos Mesa y Gisbert48
siendo el hermano Gonzalo Ruiz quien acompañó al padre Gregorio de

45. Como ilustra – con límpido proceso deductivo – el análisis seguido por Luigi
Guarnieri Calò Carducci, Il Perù nella storia e nella storiografia, Roma 2013, pp. 87-110.
46. A.E. Schroeder de Holland, El dibujante de la Nueva Corónica, en Guamán Poma
y Blas Valera, p. 60.
47. L. Mattos-Cárdenas, Los retratos de incas y reyes pintados en Roma en 1597, con
algunas consideraciones sobre Gonzalo Ruiz y Pérez de Alesio, en Manierismo y Transi-
ción al Barroco, III Encuentro Internacional, 2004, La Paz 2005, p. 383.
48. J. De Mesa, T. Gisbert, Planos de iglesias jesuíticas en el virreinato peruano, en
«Revista Archivo Español de Arte», XDIV/173 (1971), p. 99.

389
356 Leonardo Mattos-Cárdenas

Cisneros en la misión a los “idólatras” de Vilcas cerca de Guamanga quien,


el 9 de septiembre de 1592, desde allí refiere al Provincial, que:
Tenían estos indios vn árbol donde deçian hauia naçido el curaca principal
de toda aquella prouincia asi los della queriendo hacer algún viaje largo, iban
primero a velar este árbol y pedíanle licencia, salud y fuerzas para voluer, y
cortando el árbol, se secó tambien la deuoçión que ellos tenian […].49
Por la Carta anua de 1613 se sabe además que
llegaron a Castrovirreyna los dichos P. Pablo de Prado y h° Gonçalo Ruiz
[…] deste collegio de Guamanga, a instancias del obispo que varias veces
pidió hiziera esta missión. Hallaron […] mucha diversidad de guacas ídolos
que adoraban los indios».50 Documento igualmente señalado en reciente in-
vestigación, donde «El hermano coadjutor G. Ruiz […]. En 1613 participó
junto con el padre Pablo de Prado en las misiones de Huancavelica.51
Un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Lima – publicado en 1919
con el título: Misión de las provincias de los Huachos y Yauyos – refiere
parte de esta Annua de 1613 cuando:
fueron a esta misión destos idólatras, del Colegio de Huamanga el P. Pablo de
Prado y el H. Gonzalo Ruiz, por orden del P. Provincial y a instancias del Sr.
Obispo del Cuzco, que lo pidió varias veces […]. Haciendo el dicho P. Pablo
una relación de lo sucedido […] de esta manera:52
[…] En llegando al dicho pueblo llamado de S. Cristóbal de los Huachos
[…]. Les platiqué ordinariamente mañana y tarde; y todo lo restante del día
platicaba y catequizaba mi compañero [i.e. el hermano coadjutor Gonzalo
Ruiz], y yo me ponía a confesar, mostrándoles gusto, contento, alegría y de-
seo de su salvación […] adoraban algunos ríos, y fuentes y acequias […]
mazorcas de maíz pintadas y […] los rayos y truenos, y cualquier cosa que
tocaban los rayos, porque decían que Santiago los quería mucho y cuando
algún indio moría de rayo, o le tocaba, le adoraban […].53

49. M. Polia Meconi, La cosmovisión religiosa andina en los documentos inéditos del
Archivo Romano de la Compañía de Jesús, 1581-1752, Lima 1999, p. 207.
50. Archivo Romano Societatis Iesus (ARSI), Provincia Peruana, Peruana Litterae
Anuae, t. lII (1613-1629), vol. 14, f. 36.
51. Ivi, f. 35v. Coello de la Rosa, De mestizos y criollos, p. 44.
52. Anónimo SJ, Idolatrías de los Indios Yauyos. Misión a las provincias de los Hua-
chos y Yauyos (1613), en «Revista Histórica» VI (1919), p. 182.
53. Anónimo SJ, Idolatrías de los Indios Yauyos, 1919, pp. 184-185.

390
El hermano jesuita Gonzalo Ruiz 357

Texto que concluye: «Lo que falta es copia de confesores y obreros


que los ayuden y confiesen [a los indios] para que el fervor con que están
no decaezca y vuelva a las costumbres antiguas de las huacas […]».54

Sobre la iglesia jesuítica de Ayacucho, refiere Vargas Ugarte que ella


es posterior a 1605, año cuando se realizó la fundación del Colegio de
Guamanga, pero que:
Diez años más tarde, se había terminado, por lo menos, la capilla de los in-
dios, según se desprende del relato del Padre Barrasa.55 El resto se fue ha-
ciendo lentamente […]. En el altar del lado del Evangelio se venera el Santo
Cristo de Cayara, mandado colocar allí en el año 1614 por el Obispo D. Fr.
Agustín de Carvajal. Sobre su origen o su celebridad se ha tejido una leyenda,
pero es un hecho que los Misioneros de la Compañía, entre ellos el P. Pedro
[sic] de Prado, lo hallaron en la Iglesia del pueblo de Huata y habiendo infor-
mado al Obispo del suceso que había ocasionado su traslado desde Cayara,
aquel dispuso se le trajera a la ciudad.56
El joven calabrés Gerónimo Pallas SJ – que llegó al Perú en 1618 –
en el manuscrito que termina en 1619, cita a nuestro biografiado – recién
fallecido – recordando que con Portillo el «sitio del Colegio del Cuzco
fundóse el año de 1571 […] con el padre Luís López y hermanos Antonio
González y Gonzalo Ruiz» pero al describir las misiones en Guamanga
no cita algún hermano coadjutor, titulando simplemente: «Misiones de los
padres de Guamanga». Donde agrega que se trata de:
las misiones de las provincias que llaman Lucanas, Chocorvos, Sángaros,
Vilcas y otros de grandísimos idólatras, pues en una salida que hizo el pa-
dre Hernando de Aguilera y el Padre Pablo de Prado, el año de 1615, a los
pueblos de Cayara, Gualla, Isquigua, Canaria, Apuncu y otros, hallaron in-
numerables hechiceros, ministros de idolatrías que adoraban visiblemente al
Demonio, y por su mandato [los hechiceros] azotaron una noche un crucifijo;
y queriéndole quemar, le echaron en las llamas de adonde milagrosamente
saltó la imagen, quedando sin lesión alguna.57

54. Ivi, p. 197.
55. J. Barrasa SJ, Historia de las fundaciones de los colegios y casas de la Provincia del
Perú de la Compañía de Jesús. Con la noticia de las vidas y virtudes religiosas de algunos va-
rones ilustres que en ella trabajaron (1568-1678), Biblioteca Nacional de Lima, ms. A. 620.
56. Vargas Ugarte, Los jesuitas del Perú y el Arte, pp. 57, 59.
57. G. Pallas, Mission a las Indias, ed. J.J. Hernández Palomo, Madrid 2007, l. III,
cap. XIV.

391
358 Leonardo Mattos-Cárdenas

Sin embargo, no puede referirse al llamado Cristo de Cayara ya que


la escultura fue hallada durante la misión del padre Pablo de Prado con el
hermano Gonzalo Ruiz; terminada en 1614.58
Se puede así deducir que el Cristo de Cayara – hoy venerado en la
iglesia jesuítica de Ayacucho – obra artística descrita por Bernales Balles-
teros como de posible origen sevillano, de «anatomía hábilmente modela-
da» y «de impresionante realismo»59 fue rescatado durante aquella misión
entre los indígenas «Huachos y Yauyos» por la sensibilidad de Gonzalo
Ruiz – tres años antes de su muerte – y la del padre Pablo de Prado; dos
jesuitas de la tierra.60
Diferencias de raza – o «raça» como subdivide Coello en sus análisis – y
de circunstancias, siempre influenciaron la evaluación personal, inclusive
dentro la Compañía de Jesús. Donde el hermano Gonzalo Ruiz y el mismo
Blas Valera son paradigmas de mestizos.
El padre Blas Valera – que Antonio de Egaña61 llama «egregius vir»–
fue como se sabe apresado por la misma Compañía desde abril de 1583.
Pero al ingresar, el Catálogo de 1569 considera que Valera «es humilde,
tiene buen asiento y buena cordura; da buena expectación»;62 mientras el
Catálogo de 1571 – redactado por el padre Juan de Zúñiga – cree que
«tiene de las propiedades de los demás, aunque no tanto; es buen latino y
buena lengua; está en Guadacheri en los indios».
El mismo Catálogo de 157163 prosigue considerando que: «El Herma-
no Gonçalo Ruiz, mestizo, ha dado muestras de perseverar; es buena lengua
y fue con el [Provincial] al Cuzco». Ya en la ciudad del Cusco, el visitador
Juan de la Plaza, el 12 de diciembre 1576, lo ve «de edad de 25 años […]
ocupase de doctrinar a los indios; tiene buena salud, buen ingenio y juicio,
talento para su officio. Es humilde y obediente […] es mestizo».64
Pero treinta años más tarde, el Catálogo de esa misma ciudad del 15/
III/1601, lo considera con «ingenio […] razonable», «juicio […] razo-

58. Vargas Ugarte, Los jesuitas del Perú y el Arte, p. 59.


59. Cfr. J. Bernales Ballesteros, Las hermandades de Sevilla y su proyección en
América (IV), en «ABC», 1 (1987), s.n.
60. Pablo de Prado (1576-1651) nació en La Paz, hijo de españoles.
61. Cfr. MP I, p. 35.
62. Citado por Francisco Mateos Cfr. Anónimo SJ, Crónica anónima de 1600, 1944,
vol. I, p. 58.
63. MP I, pp. 446-447, doc. 90.
64. MP II, p. 128.

392
El hermano jesuita Gonzalo Ruiz 359

nable», «prudencia […] mediana», «experiencia de cosas […] mucha»,


«aprovechamiento [lo salta] complexión natural […] flemático algo me-
lancólico», «talento para ministerios […] para acompañar en misiones de
indios y officios de poco trabajo».65
Evaluaciones personales de este género, hacen pensar a Sabine Hyland
que «se han levantado algunas dudas» sobre la autoría de los documentos
atribuidos a Gonzalo Ruiz, ya que para ella: «parece increíble que los cien-
tos de dibujos de la Nueva Corónica, con el texto de mil páginas y todos los
dibujos de la crónica de Murua, hayan sido creados por Gonzalo Ruiz, un
hermano jesuita quien fue descrito – por los catálogos jesuíticos en modo
consistente – de tener “flacas fuerzas” (Pius XII Library 1613) y ser bueno
solo para ‘officios de poco trabajo’ según el Catalogo de 1601».66

Opinión que concluye Hyland simplemente afirmando: «Hacia 1613


Ruiz había sido asignado a la casa jesuítica de Huamanga, donde habría
trascurrido el resto de su vida».
Se desea evidenciar – no obstante – que ese mes y año (III/1601), de su
evaluación, escribía desde Cusco una carta al general Acquaviva en Roma
– hoy perdida – donde parece que Gonzalo Ruiz solicitaba oficialmente un
especial periodo de descanso. Ya que el general Claudio Acquaviva, el 10
de marzo 1603 escribe a Gonzalo Ruiz en Cusco:
En la vuestra que he recebido escrita en março de 601, me pedía licencia de
comulgar cada semana una vez más de lo que la regla concede, de lo qual yo
doy muy de buena gana aviso al Provincial por entender que será tal vuestro
consuelo en tenerla, qual muestra la instancia y affecto con que la pedís. Lo
demás de recogeros en algún puesto a propósito para vuestra edad, se avisa al
Provincial, a quien podéis acudir con toda confiança, porque espero procurará
consolaros en lo que pudiere.67
Acquaviva no olvida este punto en la carta ese 10 de marzo 1603 a
Rodrigo Cabredo Provincial en Lima, donde menciona al hermano Ruiz y
solicita «consolar en lo que pide de estar en algún puesto cuyo temple sea
a propósito para su salud».68

65. MP VII, pp. 253, 263, 270.


66. S. Hyland, The Jesuit and the Incas: The Extraordinary Life of Padre Blas Valera,
Michigan 2003, p. 226 (trad. nuestra).
67. Doc. 16. Cfr. MP VIII, pp. 31-32.
68. Doc. 64. Cfr. MP VIII, p. 118.

393
360 Leonardo Mattos-Cárdenas

Pero esos quince años de vida – como ya se ha evidenciado – los tras-


curre trabajando – activamente y quizás con la consueta discreción – en
Huancavelica, Ayacucho y otros lugares.
De su gran capacidad artística – cuantitativa y cualitativa – igualmen-
te evidente en el diseño a la acuarela enviado en 1610, conservado en el
Archivo Estatal de Nápoles, queda por averiguar si existen otros testimo-
nios. Ya que existe otro mapa regional dibujado con poblados; con mano
bastante asimilable a su conocido estilo. Fue realizado menos de tres años
de haberse concluido el III Concilio Limense y anexado a la Descripción
y Relación de la Provincia de los Yauyos del 15 de enero de 1586 firmada
por Diego Dávila Brizeño «vezino de los rreyes».69
Dicha doble página en cuarta es similar al conocido “Mapamundi” de
la Nueva Corónica mostrando – como base – la línea de costa con Lima y
el Callao igualmente a la izquierda. El mapa con dicha Provincia limita a la
izquierda (Norte) con los Atavillos de Canta, y a la derecha (Sur) después
de Cañete, con los Chocorbos.
Dibuja como margen superior, bajo los Guancas, la línea de la cordi-
llera con picos nevados y al centro al «Ydolo Yaro» con las «escaleras de
Pariacaca». Al cruce de los ejes del mapa traza un círculo con la capital
«Guadocherí» y alrededor los poblados de sus cinco repartimientos; como
San Francisco de Huanta en el repartimiento de Laraos y otros en ese «ca-
mino real que va de la ciudad de Los Reyes a la ciudad de Guamanga y
?
Cusco» que conocía bien Gonzalo Ruiz; como jesuita.
Además se recuerda que la Nueva Corónica – comenzada poco des-
pués – sigue la misma estructura del cuestionario de Relaciones Geográfi-
cas como la que ilustró este mapa.
Por los documentos, aquí reportados, consta que su actividad de «extir-
pador de idolatrías» no diferencia de la declarada por Guamán Poma y de la
realizada por Francisco de Ávila – evidente en su Tratado de los errores, fal-
sos dioses […] de los indios de Huarochirí – y la misma actividad de Albor-
noz con sus análisis de “huacas” y tipologías de cultos; siendo bastante si-
milar inclusive; a aspectos del llamado manuscrito quechua de Huarochirí.70

69. La fotolitografía de dicho dibujo se encuentra publicada en D. Dávila Brizeño, De-


scripción y Relación de la Provincia de los Yauyos, 1881, p 61. Siendo copia del original resul-
ta difícil su evaluación. El mapa (Archivo de Simancas, Descubrimiento y Población, 546, 5°)
está – en copia – en la Colección Muñoz (n° 67) de la Real Academia de la Historia de Madrid.
70. Con relatos – no muy notados – como el culto andino al lugar de caída de un rayo;
similar al culto romano «Fulgur Conditum» evidenciado en inscripciones latinas – llegadas
a nuestros días – y en la domus dei Valerii en Roma.

394
El hermano jesuita Gonzalo Ruiz 361

Siendo además manifestaciones de una época cuando estas dos civi-


lizaciones teocráticas podían dialogar o entenderse – con cierta facilidad –
involucrando esas creencias en sus categorías trascendentes. En manera ya
no posible – o difícil de imaginar – en la sociedad actual.
De otro lado, Gonzalo Ruiz como mestizo – al igual que el medio her-
mano tan estimado de Guamán Poma – en su condición de ilegitimo, como
la mayoría de su generación, había luchado para obtener reconocimientos
en la jerarquía religiosa y del Estado, como jesuita.
Hoy la Nueva Corónica es considerada como el documento que con-
tiene la crítica más radical al sistema colonial vigente. Siendo éste su men-
saje central. Allí Guamán Poma dejó escrito – como se sabe – su pedido a
la exclusión «y mucho más, de los mestizos sacerdotes que no sean doctri-
nantes, ni criollo en todo el reyno, ni lo conzienta V[uestra] M[ajestad]».
Frases que repiten posiciones conocidas y que nuevamente pudieron haber
irritado a Gonzalo Ruiz; aunque no constituyen el mensaje central.
En la Nueva Corónica, por otro lado, la contribución acordada a Gua-
mán Poma como “voz narrante” en esta frase; esconde muy bien, identida-
des de autores a quienes era mas que vital el tener que estar fuera de dicho
“corpus”.
Loa anagramas del dibujo del Archivo Estatal de Nápoles escondidos
entre frases inocuas, en efecto, no fueron reconocidos por Fernández de
Boán gobernante del Perú, ni por su interlocutor y sólo pudieron ser desci-
frados por quien hoy conocía ya su autor – Gonzalo Ruiz – como sucedió.
Por consiguiente son incomprensibles objeciones que consideren ex-
cluyente o imposible en dicha obra, la convergencia proyectual de hacer
llegar al rey el mensaje central de Gonzalo Ruiz y su grupo. Visto que de-
nuncia situaciones y emite opiniones que podían ser vehiculadas sólo por
un indígena – categoría no sujeta a la Inquisición – y jamás por un español
criollo o mestizo y menos aun si religioso; sin correr los graves riesgos,
tan notorios en toda la historiografía de la época.
Igualmente injusto es no atribuir a Gonzalo Ruiz relaciones profun-
das con la tierra de Guamanga; porque carente de veracidad histórica como
testimonian todos estos documentos de su actividad misional.
La experiencia del jesuita peruano Gonzalo Ruiz, polifacético, culto,
discreto y mestizo – aquí sólo soslayada – parece finalmente recordanos
la obligación a no elevar o derribar “ídolos” siguiendo a cualquier precio
creencias y a buscar siempre; sólo la verdad de lo ocurrido.

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