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JEAN-PIERRE POULLIER
Consultor
Resumen
La evidencia disponible de gasto en salud y crecimiento económico en el período 1980-2006 en 134 países de dife
rentes niveles de ingreso sugiere mayor dinamismo del sistema de salud que en la economía en su conjunto. En el pe
ríodo analizado el gasto promedio incrementó de 4,5% del PIB en 1980 a 6,1% en 2006. El crecimiento parece supe
rior entre 1980 y 1995 y en los países de bajo ingreso. En valores medidos la brecha se amplia al pasar de ser 33 a 42
veces superior en los países de alto ingreso comparado con los países de bajo ingreso en el período analizado.
Summary
The expenditure on health measured in 134 countries of various per cápita income levels in 1980-2006 suggests a
greater dynamics in the health system than in the economy as a whole. The average of share of health spending in
GDP increased from 4.5% in 1980 to 6.1% in 2006. Growth appears higher in 1980-1995 and in low per cápita inco
me countries. In absolute measured values the gap increased in the period from being 33 to 42 times in high income
countries compared to those of low income.
1. Introducción
La agenda del desarrollo económico ha quedado marcada con fechas simbólicas, tales
como la estrategia de Alma Ata (1978), la invitación del Banco Mundial a Invertir en Salud
(1993) la llamada al orden de la Comisión de macro-economía y salud (WHO, 2002), quizás
también la consagración de un Nobel de economía a Robert Fogel (1996) por resaltar en su
obra la vinculación entre la elevación de la salud y los logros seculares de la economía. Esta
interacción a veces es saludada por los Jefes de Estado (en 2007, la cumbre del G-8 y la
Cumbre Iberoamericana). Los avances en la discusión de la interacción crecimiento econó
mico y salud han permeado progresivamente las políticas nacionales, regionales y globales,
pero distan mucho de haber alcanzado el resultado deseable: de 192 países censados, en
12 Patricia Hernández y Jean-Pierre Poullier
El crecimiento se aprecia sea como un aumento del valor añadido (oferta) –la medición
contable deseable es growth accounting, pero se presenta también como un aumento relativo
en la demanda total. La salud contribuye a la valorización de los insumos del crecimiento: un
incremento de la fuerza laboral y su capacidad en la productividad del sistema económico.
La contribución de una rama de producción al crecimiento se mide directamente: a través del
consumo público y privado, a su vez, como el aumento de la cantidad de sus insumos (y la
capacidad de generar valor añadido) así como a elevar la calidad de los insumos o la capaci
dad de provisión, el nivel educativo de la fuerza de trabajo por ejemplo. Tanto la oferta como
la demanda en salud contribuyen directamente al crecimiento o indirectamente a través de un
aumento del capital humano (monopolizado en la literatura por la educación). Una medición
negativa de productividad a veces oculta una contribución estructural mayor: la creación de
medios de transporte rápidos, como el AVE entre Sevilla y Madrid, medido como un produc
to similar, aparece más caro por kilómetro que los ferrocarriles convencionales reemplazados
por el AVE; pero la productividad medida de numerosas actividades, especialmente en el en
torno económico de Andalucía se ha transformado. El análisis se trata como productos dife
rentes (medios de transporte) o como cambios en el origen de las ganancias de productividad
observada. De igual manera, en la salud, frecuentemente valorada como un costo, una carga,
un freno al crecimiento, es quien fortalece al insumo más precioso: el ser humano, e impulsa
externalidades positivas que resultan en una elevación de la capacidad laboral, extendiéndola
Gasto en salud y crecimiento económico 13
(por ejemplo, más horas de trabajo, menor ausentismo, reducción de la mortalidad prematu
ra), intensificándola (mayor productividad).
Cuando la salud consume insumos procedentes de otras ramas para elevar su producti
vidad, contribuye al empleo y al aumento del stock de capital, de conocimiento, de innova
ciones en esta y otras ramas. La absorción de recursos y productos procedentes de otras áreas
impulsan su dinamismo en forma compartida convirtiéndola en una fuerza económica. La
mayor esperanza de vida, el incremento en el ingreso y las innovaciones médicas, generan
una fuerte demanda que puede convertir al sistema de salud en uno de los motores del creci
miento en este siglo. La demanda generada por el sistema de salud es un factor del creci
miento económico que se sintetiza en el gasto en salud (Breitenmoser, 2006).
Tabla 1
Evolución del crecimiento mundial
mente con el propósito de establecer mecanismos para impulsar a los países de menor ingre
so y reducir la pobreza, partiendo de que el nivel de producción depende de la productividad,
asociada al monto de los factores involucrados, como el capital humano e incluyendo el pro
greso técnico y la acción de las instituciones. La globalización diversifica los factores y sus
interacciones y especificidades: una economía abierta al cambio propicia su crecimiento
(Cornelius 2002). Los factores asociados se reflejan en la vida económica en una mayor de
manda y en los niveles de ganancia, alimentando la continuidad del proceso. Cada elemento
de la demanda tiene un efecto multiplicador (gasto de hogares, inversión empresarial, expor
taciones, gasto público, crédito). Incluso la ganancia incide en el crecimiento al propiciar la
producción y la inversión en capacidades productivas (Solow, 2001).
El papel del progreso técnico se asocia al uso de la tecnología avanzada en un país y al
contenido concreto de la tecnología incorporada y su práctica de innovación para aprovechar
la experiencia acumulada y generar una masa crítica. El capital humano, entendido como una
incorporación dentro de la fuerza laboral de intangibles como la educación, las actitudes, el
talento empresarial, y el capital social, que si bien tienen un trasfondo de esfuerzo individual,
de inversión en educación, por ejemplo, van a redituar en beneficios tanto privados como so
ciales al actuar en redes y al elevar la productividad propia del trabajador y su entorno.
Las instituciones, entendidas como comportamientos regulares asociados a normas so
ciales, inciden también en el crecimiento, e incluyen factores tales como la intensidad del tra
bajo, las políticas de inversión, financieras, la resistencia al cambio, el espíritu empresarial.
El efecto de las intervenciones institucionales, entendidas como la estructura legal, las prácti
cas regulatorias y las instituciones tecnológicas, definen la relación y roles de las institucio
nes públicas y privadas y la apertura al cambio, a la difusión de ideas entre sectores, al flujo
de ideas desde el extranjero; por ejemplo del gasto público en servicios. Su efecto es acumu
lativo y propicia la ampliación del capital humano y su productividad, a partir, por ejemplo,
del gasto en educación, investigación, transporte y comunicación.
El capital humano se ha definido como factor estratégico del crecimiento, ponderador
de la relación de los factores productivos, capital, trabajo y progreso técnico con el capital fí
sico y la productividad (Cohen D. 2002). La complejidad del capital humano ha sido mejor
Gasto en salud y crecimiento económico 15
6,000
R2 = 0.9018
5,000
Gasto total en salud por
habitante (en US $)
4,000
3,000
2,000
1,000
0
0 10,000 20,000 30,000 40,000 50,000 60,000 70,000
PIB por habitante (en US$)
Fuente: Unidad de Cuentas Nacionales de Salud, Sistemas de Financiamiento en Salud, Sistemas y servicios de sa
lud, Organización Mundial de la Salud www.who.int/nha.
vado a reaccionar con condones y otros medios fueron los homosexuales de San Francisco,
gente con alta educación promedio. Sin embargo sigue siendo una causa creciente de reduc
ción de la fuerza laboral en muchos países, como Sudáfrica. En África austral los períodos de
elevado crecimiento se han visto retados por la pérdida progresiva de capital humano asocia
do al SIDA y su impacto en la esperanza de vida y la vida laboral. Incluso dentro de los Esta
dos Unidos la pérdida de productividad sobrepasa los costos directos del SIDA y se concen
tran desproporcionadamente en las minorías, como resultado también del diagnostico tardío
y el retardo en el inicio de la terapia anti-retroviral (Hutchinson, 2006). El SIDA es uno de
los aspectos que definen a la sociedad contemporánea, al igual que el cambio climático. En
términos de financiamiento parece haber marcado también una nueva era en los flujos inter
nacionales de recursos para la salud.
Un mayor ingreso per cápita se asocia estrechamente con un mayor gasto en salud (grá
fica 1). La demanda de los servicios de salud se comporta como un bien de lujo ya que no
existe un límite de gasto: desde la década de los cincuenta las mediciones de elasticidad al in
greso superan la unidad (Newhouse, 1977). El incremento del ingreso conlleva una mayor
demanda de servicios de salud y en consecuencia mayor gasto. El incremento promedio del
gasto en salud medido ha superado al de la economía desde los años 40. Un mayor ingreso
permite mayor acceso y uso de tecnología médica, lo que ha favorecido la rápida expansión
de la capacidad de repuesta tecnológica (Poullier, 2002). De igual manera, el mayor ingreso
permite un mayor uso de tecnología y en muchos casos, el mejoramiento tecnológico implica
una mayor inversión y mejores resultados, lo que a su vez promueve una mayor demanda. El
nivel de explicación ofrecida por el ingreso per cápita en el crecimiento del gasto en salud se
ha medido como superior a 92%, si bien, el uso de la tecnología, sería un factor componente
Gasto en salud y crecimiento económico 19
clave cuyo uso puede verse altamente influenciado por los arreglos institucionales (OCDE,
1977; OECD, 2003).
Una mayor cobertura de servicios, en población beneficiada así como en canasta de ser
vicios provistos implica un mayor gasto. Las tendencias recientes de crecimiento del gasto
en salud han sido objeto de análisis e intervención también. En muchos casos, existe eviden
cia que sugiere que las intervenciones de control de costos y gastos han mostrado repercusio
nes contrarias en el mediano plazo, ya que no han tenido un carácter sistémico. La concentra
ción del gasto se asocia a grupos de edad específicos, principalmente en menores de un año y
adultos mayores: las curvas de tipo Denton-Spencer empiezan a aumentar después de 35-40
años, con una ligera aceleración a los 55 y de nuevo después de 75 y una desaceleración des
pués de los 90 años. Entre estos grupos, las intervenciones altamente tecnificadas parecen
concentrar el gasto, así como también mostrar impactos positivos en la recuperación de la sa
lud. De ahí que resulta deseable la mayor cobertura de tecnologías costosas y efectivas. Los
beneficios se reflejan en múltiples indicadores demostrando su efectividad: resultados en sa
lud observables, sean mayor sobrevida, reducción de días de hospitalización, reducción de
períodos de incapacidad, etc. (OECD HD, Cutler, Meara, 1998).
La tuberculosis tenía una duración de tratamiento en aislamiento que se ha visto drásti
camente reducido en las décadas recientes (WHO), el uso de tecnología láser en el tratamien
to de prácticamente toda una gama de patología, sea músculo-esquelética, oftalmológica, o
ginecológica, ha implicado la reducción de costos indirectos de la enfermedad en la mayoría
de los casos, de los costos directos en algunos otros, pero en general con un balance positivo.
Los estudios de costo por enfermedad sugieren que el perfil epidemiológico, la cobertura de
los servicios y los protocolos de tratamiento pueden cambiar ampliamente entre países, lo
que explican en gran medida las diferencias encontradas. Se requiere aun más evidencia para
demostrar las asociaciones involucradas a nivel macroeconómico y su operación en el nivel
meso-analítico en el sistema de salud.
Los datos disponibles sugieren que un mayor gasto en salud se asocia a una mejor con
dición de salud. Se ha documentado que un mayor ingreso per cápita se asocia a la mayor es
peranza de vida al nacer. Las poblaciones mas saludables tienen una menor fertilidad, mayor
ingreso y una mayor inversión en el capital humano de los hijos, pero también alcanzan una
mayor longevidad. Estos cambios pueden ser resultado no sólo de la educación sino también
de la reducción de la fertilidad en si misma. La variable correlacionada a ambos factores es la
salud (Hazan, Zoabi, 2006). El perfil demográfico resultante de estos cambios se ha denomi
nado «transición demográfica», donde la proporción de población joven y de adultos mayo
res tiende a invertirse, con una mayor sobrevida y modificación de otros indicadores demo
gráficos tales como la tasa de dependencia. También el mayor ingreso asociado a los cambios
en las condiciones de vida y en el perfil demográfico se reflejan en la salud en lo que se llamó
la «transición epidemiológica», para designar a la reducción de presencia de morbi-mortali
dad asociada a la reproducción, las enfermedades transmisibles y por insuficiencia nutricio
nal, controladas a través del uso de la tecnología médica disponible. De acuerdo con este per
fil, las causas de enfermedad se clasifican en: un grupo de «carga de la enfermedad»
asociado a la pobreza, y a dos grupos adicionales, asociados con patología crónico-degenera
tiva, así como las lesiones, que emergen en frecuencia al reducirse el primer grupo. En la
20 Patricia Hernández y Jean-Pierre Poullier
práctica, muchos países ven su perfil mixto, con cargas adicionales de hipertensión, diabetes
y obesidad, alta tasa de lesiones, coincidiendo con enfermedades de la pobreza. En ciertos
casos, la mezcla de perfiles refleja genuinamente procesos contemporáneos de patogenici
dad, pero en otros, es resultado de las desigualdades sociales agudas, donde los mosaicos po
blacionales y de condiciones socioeconómicas dividen a un país en subgrupos totalmente di
ferentes (Lozano et al., 2001). Un ejemplo donde la desigualdad se ha documentado por
alcanzar los extremos más dramáticos son los Estados Unidos de Norteamérica. Por ejemplo,
la mortalidad neonatal en grupos de migrantes en ciertas zonas puede ser tan elevada como
en países de bajos ingresos (Evans et al., 2001).
80
70
Esperanza de vida (en años)
60
50
40
30
20
10
0
0 1,000 2,000 3,000 4,000 5,000 6,000
Gastos en salud totales (THE) por habitante (en US $)
Fuente: Unidad de Cuentas Nacionales de Salud, Sistemas de Financiamiento en Salud, Sistemas y servicios de sa
lud, Organización Mundial de la Salud www.who.int/nha.
Las tendencias y los niveles medidos de gasto en salud y de riqueza en los países, per
miten percibir una ola secular de aumento de la inversión en sistemas de salud (ver nota me
todológica). Más que demostrar una plena relación de causalidad entre crecimiento económi
co y gasto en salud, las series discutidas permiten observar una correlación que contrasta con
algunos de los postulados políticos frecuentes en la literatura contemporánea del área de fi
nanciamiento en la salud. Para establecer la relación de causalidad entre incremento del esta
do de salud y crecimiento se requieren series temporales más largas ya que la ganancia de
años de vida saludable observadas en los tres últimos decenios —más de dos meses por año
de vida en promedio— son el resultado de inversión en capital humano, en capital físico, en
conocimiento de cincuenta, sesenta o más años, un punto ilustrado por otros autores.
Gasto en salud y crecimiento económico 21
Muchos aportes de evidencia, en salud como en otras ramas, se han limitado a un grupo
de países. Una contribución de este ensayo ha sido un esfuerzo de universalización. El pro
yecto inicial involucro alrededor de 200 entidades geopolíticas (los 193 países miembros de
la OMS y otras entidades como las regiones administrativas especiales no incluidas en las es
tadísticas de China: Hong Kong y Macao, como Taiwan, como Lichtenstein, entre otros). Un
número elevado de entidades geopolíticas no existían en los 70, para los cuales, mismo cuan
do existían datos regionales para los 70 y los 80, no se pudieron acceder. El ensayo se dife
rencia de otros estudios empíricos por la inclusión de tres veces mas entidades medidas a tra
vés de casi tres decenios.
La evidencia recolectada en este documento corrobora la estrecha asociación del nivel
de ingreso per cápita con el de gasto en salud. Dicha asociación genera un gradiente en el
tiempo y en las economías según su nivel de riqueza. El promedio del gasto en salud como
proporción del PIB, en la muestra de 134 países considerada, pasó de 4,5% en 1980 a 6,1%
en 2006 1. Dos conclusiones parecieran emerger: por una parte la salud ha mostrado un creci
miento superior al del producto mundial, en una proporción no despreciable de 35% en 27
años. En valores absolutos este crecimiento prácticamente sextuplica los valores per cápita
medidos, en tanto que el PIB cuadruplicó su monto (Tabla 2).
Tabla 2
Crecimiento del gasto en salud y económico en 134 países entre 1980 y 2006
Ingreso Número Gasto en salud como poporción del PIB (%) Gasto en salud per cápita (PPP) PIB per cápita (PPP)
per cápita de países 1980 1990 2000 2006 1980 1990 2000 2006 1980 1990 2000 2006
Bajo 31 3,1 3,9 4,5 4,8 18 40 57 79 606 1.000 1.257 1.719
Medio Bajo 36 4,0 5,0 5,5 5,7 78 148 251 371 2.004 2.894 4.417 6.281
Medio Alto 32 4,8 4,8 5,6 5,7 179 289 520 774 3.894 5.951 9.408 14.108
Alto 35 6,1 6,5 7,3 8,0 592 1.124 1.892 2.726 10.938 16.545 25.123 33.065
Total 134 4,5 5,1 5,7 6,1 222 412 699 1.015 4.465 6.752 10.286 14.090
Nota: el total del mundo es un promedio aritmético considerando los promedios nacionales. El valor de las estima
ciones a poder de compra promedio o PPP puede sobre-estimar el gasto en salud cuando las importaciones de medi
camentos se realizan a precios mundiales.
Por otra parte, pareciera ser que el crecimiento no es lineal, sino que existen períodos de
mayor aceleración y una mayor concentración en ciertos países. La siguiente tabla presenta
los niveles medidos de crecimiento económico y de gasto en salud en los países agrupados
por nivel de ingreso. El crecimiento del gasto medido como proporción del PIB se presenta
en todos los grupos de países analizados. En 1980 el nivel medido del gasto en países de alto
ingreso duplicaba al de los países de bajo ingreso. En 2006 la diferencia disminuyó en 50%
ya que el incremento durante el período fue superior en el grupo de bajo ingreso. La brecha
medida entre países según ingreso se amplia en forma evidente cuando se compara el cambio
en el gasto en salud por persona, pues la diferencia incrementó, de ser 33 veces superior en
los países de alto ingreso en 1980, hasta 42 veces superior en 2006. Esa misma brecha se am
22 Patricia Hernández y Jean-Pierre Poullier
plió también en el GDP per cápita en menor medida, pues pasó de ser 16 a 27 veces superior
en los países de alto ingreso. Los cambios promedio per cápita, son superiores en los países
de alto ingreso (el gasto en salud sextuplicó y cuadruplicó el PIB, en tanto que en los países
de bajo ingreso aumentó 4,5 y 3 veces respectivamente).
La medición comparativa de dichos cambios se sintetiza en la elasticidad 2, cuyos valor
superior a la unidad expresa un incremento de la asignación en salud superior al incremento
en el ingreso o riqueza social expresada en el PIB. Una estimación inferior a la unidad sugie
re una asignación inferior al crecimiento del ingreso. La elasticidad del gasto en salud se esti
mó respecto del PIB y del consumo de hogares, en forma anual y por período (1980-1994,
1995-2006) y como promedio por grupo de país según ingreso per cápita (Tabla 3). Los re
sultados sugieren que la ideología que considera a la salud como una carga social y mas que
como un componente del desarrollo ha predominado en el mundo, puesta que no se identifica
una política clara de inversión en salud en forma continua y progresiva: aunque en todos los
casos los promedios son superiores a la unidad, la asignación favoreciendo a la salud corres
ponde principalmente a la medición del período 1980-1994 en prácticamente todas las regio
nes, pero muy superior en los países de ingreso bajo. Dicha elasticidad decae en todos los ca
sos durante el período 1995-2006, principalmente en los países de bajo ingreso. Pudiera
pensarse que el gasto en salud aumento por ejemplo después del reporte del Banco Mundial
de 1993, sin embargo la medición obtenida sugiere que fue mayor el aumento relativo del
gasto en salud entre 1980-1994 que entre 1995-2006.
Tabla 3
Incremento comparativo del gasto en salud y de la producción, 1980-2006
La relación del gasto con los impactos en la salud a través de varios indicadores, como
la esperanza de vida al nacer, sugiere la presencia de rendimientos decrecientes. Las ganan
cias en salud en el futuro medio no podrán ser mucho mayores donde ya se han logrado los
avances factibles, e incluso pudiera reducirse la ganancia de beneficios en el tiempo, como la
expectativa de vida debido a los retos epidemiológicos remanentes y emergentes (Mc Kee,
2005). Dicha aseveración es relativa, ya que el contenido de las prestaciones en salud es mo
tivo de revisión y deberá permitir alcanzar los beneficios asociados al manejo preventivo y de
alta tecnología de patología crónico-degenerativa y lesiones asociada a mantener el control
de las enfermedades pre-transicionales. Este es el proceso que viven los países como Canadá
donde se revisa la nueva era de la atención primaria a la salud.
Los países de mayor ingreso han conservado una tendencia al crecimiento del gasto en
salud superior al económico en el período en estudio aunque con menor proporción que en
los países de ingreso bajo. En el período 1980-1994 la elasticidad es superior a la unidad
también en los países de alto ingreso y decrece aunque en menor proporción durante 1995
2006 (Tabla 2).
La necesidad de apoyar las intervenciones de la salud se impulsaron en la cumbre de
Alma Ata de 1978 como un acuerdo internacional. Impulso revisado por el reporte del Banco
Mundial en 1993 que establece la relación de la salud con el desarrollo. El entusiasmo y la con
vicción se ven reflejados en una mayor elasticidad del gasto en salud respecto de la capacidad
de financiarlo en 1980-1994. Excepto en los países de bajo ingreso, la elasticidad es discreta
mente superior comparada al gasto de consumo de hogares. El segundo tiempo del período, del
1995-2006 la elasticidad es cercana a la unidad con el GDP pero superior comparada al gasto
de consumo de hogares, aunque en ambos casos, menor que durante 1980-1994.
A partir de la emergencia de la crisis del SIDA, un nuevo actor financiero ha cobrado
relevancia inusitada: el financiamiento externo. En países donde la inversión en salud es mí
nima, usualmente la situación socioeconómica es también sumamente precaria. El financia
miento externo se contempla como una vía temporal para mitigar las necesidades insatisfe
chas, en particular asociadas a problemas de salud donde la comunidad internacional ha
adoptado acuerdos. La problemática asociada al financiamiento externo es muy amplia
(CGD, 2007). Sin embargo, llama la atención que la época donde el crecimiento del gasto
con esfuerzos nacionales ha sido mayor no llega a alcanzarse a través de la época de oro en la
ayuda externa, salvo en muy pocos casos (dentro de cada clase se observan dispersiones im
portantes, no obstante la mayoría de las 8236 elasticidades establecidas en base a observacio
nes o cálculos que parecían sólidos-errores de medición hasta de un tercio del valor afecta
rían la amplitud pero no la variación establecida entre los dos períodos). Los países de bajo
ingreso han visto elevar efectivamente su ingreso y su gasto en salud en el decenio del Mile
nio pero su gasto en salud no se ha acelerado (todavía) como se observó antes de 1994. Para
algunos, este resultado contra intuitivo se atribuiría a la estadística, para otros, a factores de
crecimiento, como el incremento del gasto en salud, tales como el incremento poblacional,
las estrategias de cobertura, la expansión de beneficios universales o la concentración del
gasto en algunas enfermedades catastróficas, y también en una sustitución ilusoria del ingre
so ganado por el comercio de la caridad internacional. «Los gobiernos tienen un brazo largo
y un brazo corto. El largo sirve para alcanza a todos, el corto sirve para dar y llega sólo a los
24 Patricia Hernández y Jean-Pierre Poullier
que se encuentran cercanos» (Ignazio Silone). Una política de salud no se define sin una po
lítica económica y comercial que permita a los países sub-sahelianos de exportar algodón y
pagar su adquisición de bienes y servicios de salud, no se define en un contexto de estableci
miento de precios divorciados de los principios de costo marginal en la cual se basa la estra
tegia de globalización.
3. Conclusiones
Existe una sinergia entre salud y crecimiento económico, que se ha empezado a docu
mentar a nivel universal tanto a partir del enfoque de la demanda como de la oferta. Un ma
yor crecimiento facilita una mayor inversión en salud y un mejoramiento del estado de salud
contribuye a elevar la capacidad productiva.
Los determinantes del crecimiento económico aplican también al crecimiento de la sa
lud: el capital humano, la tecnología y las acciones institucionales han jugado un papel deter
minante en esta dinámica.
Hasta ahora en mucho el papel coordinador de los ministerios de salud o sus equivalentes
se había enfocado en considerar la carencia de la salud como el enfoque central de su interven
ción. Progresivamente se ha introducido también un enfoque preventivo que trasciende el ám
bito clínico para radicar la tecnología de la salud en el modo de vida de la población. La tras
cendencia del área pasa a formar parte de un contexto social en el que el capital humano, la
tecnología aplicada y el rol institucional se ven multiplicados exponencialmente. La medición
y control de los abusos en el uso de la tecnología de la salud, las iatrogenias y los desperdicios,
se consideran inicialmente como parte de las intervenciones institucionales que ya están en
marcha. El control sobre las áreas de tecnología médica y su inercia económica figuran tam
bién entre los aspectos bajo monitoreo e intervención de la mayor parte de los gobiernos.
Dista mucho sin embargo, de existir un sentido estratégico que dote a la salud y sus ca
pacidades de un "mando coordinador" que facilite el control de estos procesos. Los cuestio
namientos se plantean en forma similar a los del crecimiento económico en general: ¿es fac
tible, es deseado que el crecimiento basado en el sistema de salud sea intervenido para
adquirir un rostro más humano? ¿Más equitativo? ¿va a permitirse que las desigualdades
existentes se amplíen tanto al interior de los países como a nivel internacional?
El papel de la salud como dinamizadora de la economía ya es una realidad. La oportuni
dad de utilizar sus externalidades positivas para lograr un impacto hacia un desarrollo utili
zando las potencialidades y fuerzas inmanentes a este proceso, no se improvisa sólo a partir
de doctrinas de tipo «basta financiar acciones puntuales» si no se determina en un paquete de
responsabilidad social cuyo impacto va a afectar a estas y las futuras generaciones. El análi
sis del pasado puede a la vez iluminar las condiciones de lo que ha sucedido y de lo que ha
faltado para lograr una distribución más equitativa de salud así como de crecimiento ¿o sería
de crecimiento y salud?
Gasto en salud y crecimiento económico 25
Anexo metodológico
Careciendo de una metodología universal para la estimación de gastos en salud, las ci
fras existentes difícilmente permiten un análisis exhaustivo de la interesante pero compleja
interacción del gasto en salud y el crecimiento económico. Los mayores adelantos en materia
de medición se han implementado por la OCDE—Eurostat-OMS, para el período posterior a
2000 3. Una compilación que se apoya en los agregados de contabilidad económica, cubrien
do 1970 a 2005, se encuentra en Eco-Salud OCDE para 30 países. La OMS realiza una ex
tensión geográfica destinada a cubrir sus Estados Miembros (1995 a 2006), mostrando un es
fuerzo incipiente de universalización (publicados en el Reporte Mundial de la Salud desde
2000, en las Estadísticas Mundiales de Salud desde 2005 y en el portal asociado a dichas pu
blicaciones y al área generadora www.who.int/nha).
Los gastos en salud antes de los noventa cuando existían solo como mediciones esporá
dicas, fueron complementadas con una investigación sistemática del gasto público y del con
sumo privado en contabilidad nacional donde existe, de retroproyecciones e interpolaciones
diversas de manera de integrar una serie anual de elasticidades cubriendo 35 años. Eventual
mente, los resultados de cerca de 35 países y los años setenta tuvieron que ser descartados de
este esfuerzo por carecer de cifras completas en el período, sea de contabilidad nacional y/o
de gasto en salud, o resultar implausibles.
Los problemas encontrados fueron principalmente la carencia de series continuas de
gasto en salud y agregados macroeconómicos, ausencia de existencia constitucional y mone
taria (en su estado actual, principalmente los países de la Unión Soviética y de la ex Federa
ción Yugoeslava, cuyas cifras solo se disponen desde 1990). Los autores de este articulo han
extendido los agregados para 1980-1994 y 2006 para los 134 estados retenidos. El resultado,
modesto en su alcance, constituye sin embargo la única serie que permite establecer un juicio
parcial sobre la experiencia global de los países de bajo y medio nivel de ingreso per cápita.
La construcción de las estimaciones se baso en información nacional e internacional, para
países con estructura del sistema de información medio y avanzado (con al menos 27 años de
información macroeconómica de base) y diversos niveles de ingreso.
La construcción de gastos en salud para todo el siglo XX y a nivel mundial es todavía
una utopía.
Discontinuidad de las series. Las series de agregados macro-económicos están dis
ponibles con un nivel aceptable de continuidad. Incluso la integración del SNA 93 ha genera
do discontinuidades importantes. A mediados de 2006 solo 100 países habían implementado
el SNA93 (UNSD, 2006), con muy pocos casos de cobertura harmonizada de mas de 15
años. Los esfuerzos para implementarlo, así como las sucesivas mejoras identificadas, son
permanentes. Los cambios en la estimación del PIB en general son progresivamente integra
dos para re-establecer las series. Sin embargo, no siempre se dispone de series harmonizadas
para todos los macroeconómicos. Por ejemplo, durante las guerras y los períodos de hiperin
flación la contabilidad se interrumpe, pero los esfuerzos re-inician y actualizan las series,
26 Patricia Hernández y Jean-Pierre Poullier
como en el caso de Brasil. En el caso del gasto en salud, no existen muchas series y los años
disponibles muestran discontinuidades asociados al contenido desigual de sus componentes,
al uso de nuevas fuentes de datos, métodos de estimación, cambios en el sistema de salud y
su financiamiento, o incluso, crisis económicas. Son escasos los países que reportan sus gas
tos en salud con el estándar generado por la OCDE y apoyado por la OMS.
En el caso del gasto publico en salud medido, la serie existente corresponde al esfuerzo
de medición por función apoyado por el FMI, UN OCDE, EUROSTAT y otras entidades a
través del COFOG. Las cifras tempranas no siempre coinciden en la cobertura institucional
actual y puede haber discontinuidades asociados a la inclusión de gobiernos territoriales, se
guridad social y entidades extra-presupuestarias. La definición de gasto en salud de COFOG
sin embargo, no coincide plenamente en su contenido con la propuesta de la OCDE. En su
modalidad mas reciente tiene un propósito mas enfocado en la medición del endeudamiento.
La información no cumple con el criterio mínimo de disponer de datos para 27 años en
Andorra, Bermuda, Corea del Norte, las islas Cook - Faroe - Guernsey - Jersey, Gibraltar,
Groenlandia, Liechtenstein, las islas Marshall y Micronesia, Monaco, las islas Nauru - Niue -
Palau, San Marino, Tokelau, Tuvalú, los TSA de Hong Kong y Macau, Taiwan. En la mayor
parte de países que se constituyeron posteriormente a los años 80 la información es limitada
para reconstruir el período 1990-1994 (como Albania, Armenia, Azerbaijan, Bielorrusia,
Bosnia y Herzegovina, Croacia, Georgia, Kazakhstan, Kyrgyzstan, Macedonia, Moldavia,
Mongolia, Montenegro, Rusia, Serbia, Slovenia, Slovakia, Tajikistán, Timor Leste, Turkme
nistán, Uzbekistan, VietNam). Una excepción se presenta en los casos donde fue factible
reconstruir dicho período 1990-1994, para Bulgaria, Czechia, Estonia, Latvia, Lithuania y
Polonia.
Cambios en la estructura del financiamiento. La evolución de los sistemas de sa
lud es continua y puede originar discontinuidades en los niveles de gasto. Entre los cambios
institucionales más importantes destacan la generación de esquemas de seguro médico, como
en el caso de los países del Este Europeo, así como la ampliación del gasto privado, a través
de opciones de gasto de bolsillo y de prepago, con esquemas de seguro médico privado. Se
carece de datos sobre la ayuda externa a países con menor ingreso per cápita antes de 1990.
Cambios monetarios. La ruptura de las series asociada al cambio de moneda, o su
ajuste en niveles, especialmente en los casos donde la pérdida adquisitiva es muy grande, ha
dificultado la continuidad de los registros y en algunos casos ha sido factible reconstruirla,
como en Argentina, Bolivia, Brasil, Nicaragua, Perú, Rumania. La practica es actualizar las
series al valor y moneda en uso, pero no siempre se dispone para antes de los noventa.
Confiabilidad. Para la mayoría de los países, la estimación del gasto privado es el
componente menos sólido en todo el período. No solo es el componente menos estandariza
do en su estimación sino que se carece de datos con el detalle suficiente para validar sus nive
les apropiadamente en la mayor parte de los países.
Gasto en salud y crecimiento económico 27
Fuentes de información
Las fuentes de datos utilizadas son compatibles o cercanas con las utilizadas en la base
de datos de la OMS para 1995-2006, cuyo listado individual excedería los limites de este ar
ticulo, genéricamente se describen en las notas metodológicas del reporte mundial de la sa
lud (www.who.int/nha). Las macro-variables, principalmente proceden de las series genera
das por Naciones Unidas y el Fondo Monetario Internacional. Los gastos en salud, en su
componente de gobierno, incluyendo el seguro social, proceden del Fondo Monetario Inter
nacional, Naciones Unidas y los registros de los países (Ministerios de finanzas, de salud e
instituciones de seguridad social, cuentas de salud, cuentas nacionales). Los gastos privados
provienen principalmente de los gastos de hogares, de contabilidad nacional o de las encues
tas de hogares. Algunas fuentes particulares corresponden a los países de la OCDE que re
portan en el OECD HD y los países de la Unión Europea, reportados en Cronos, cuyas cifras
son tomadas de dichas bases de datos.
Entre las diferencias establecidas con la base de datos de la OMS, figuran la cobertura:
las cifras de 2006 son estimaciones colectadas o generadas por los autores. Los denominado
res pueden también diferir, pues algunas series fueron modificadas en su procedencia, bus
cando tomar las series que tuvieran registros completos en cobertura para el período en estu
dio. Este es el caso de cifras de PIB para algunos países, de gasto de hogares, y
especialmente, las tasas de paridad de compra (PPP). En busca de series consistentes, se to
maron las del FMI.
Manejo de datos
Las cifras de gasto se integraron en al menos dos componentes, público y privado, para
generar un nivel absoluto en valores monetarios nacionales totales y por persona. Dichas ci
fras fueron comparadas en dólares harmonizados por paridad de compra. La proporción del
gasto en salud en el PIB se expresa como porcentaje y se analiza su crecimiento estimando
las elasticidades del gasto en salud anual y por períodos, respecto del PIB y del gasto de con
sumo de hogares, dada la relevancia del gasto privado en salud en la mayor parte de los paí
ses del mundo. Los países se agruparon según niveles de ingreso per cápita según propuesta
del Banco Mundial en 2007.
Notas
1. La cifra refleja un simple promedio aritmético, no ponderado, pues intenta reflejar la relevancia de cada Esta
do considerado como una unidad. Países como Estados Unidos de América y otros de alto ingreso modifica
rían los resultados ponderados según valores mundiales. China e India modificarían también los resultados de
una ponderación poblacional.
2. Elasticidad es una medida del cambio relativo de una variable respecto del cambio de otra.
28 Patricia Hernández y Jean-Pierre Poullier
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