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Hizo una mueca, cuando un rayo de luz pasó por la ventana atravesó la
pantalla de su computadora portátil, causándole la muerte, porque no había
podido ver la emboscada. Con un bajo gruñido, se levantó y reajustó la cortina
para bloquear la farola. Vivía en el edificio de apartamentos, al lado de la estación
de policía, y utilizaba cortinas opacas para mantener su casa lo más oscura
posible. Le gustaba la oscuridad. Siempre lo había hecho. También lo ayudaba
a sumergirse en su trabajo y en los juegos, en los que había perdido días, incluso
semanas. Su hermano Rafferty lo había llamado en broma vampiro, pero su
madre siempre se preocupaba por él. Dijo, que el hecho de que nunca viera el
sol, no era algo saludable.
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Su padre y su hermano mayor, Ferguson, eran los que lo desaprobaban
más. Su padre juró de arriba abajo, que él estaba desperdiciando su vida, porque
no tenía un trabajo de nueve a cinco, como sus hermanos. Se estremeció al
pensar lo que el anciano diría, si supiera que su hijo menor era raro. Esa era una
escena, que quería evitar a toda costa.
Esa fue una de las razones, por las que se sumergía en sus juegos de
fantasía. El mundo real era una mierda, y hasta donde podía recordar, siempre
se había perdido en los libros y videojuegos que tenían algún tipo de tema
paranormal. No creía en los fantasmas o algo por el estilo, y sabía que los
mundos de fantasía que amaba no eran reales, pero cómo deseaba que lo
fuesen.
Espero que papá cambie de turno a último momento, así no tendré que
verlo. No se molestó en preguntar el por qué su padre no había ayudado. Ya lo
sabía. El hombre odiaba la Navidad con pasión y cada año intentaba arruinársela
a su familia. David Flanagan podría haberle dado a Ebenezer Scrooge y al Grinch
lecciones sobre cómo arruinar el espíritu navideño. El Señor sabía que le había
enseñado bien, a su hijo mayor.
Por supuesto, Gil se sentía mal por no haber ido hasta allí antes, pero
tenía responsabilidades, promesas que mantener y pagar facturas. Aun así, la
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culpa todavía lo carcomía. —¿No esta Ferguson cerca, para ayudar?
Gil se frotó la palma de la mano, contra su ojo. Sus padres vivían a pocas
cuadras de su apartamento, pero el cliente que le había pagado para hacer el
proyecto antes de Navidad, probablemente no le importara que tuviera una
anciana madre a la que ayudar. Había pagado, así que tenía que poner en
marcha el sitio web.
—Lo prometo, mamá. Una hora. Estaré allí. —Estaba escuchando, pero
no. Su mente estaba enfocada en el juego. Se ganaba la vida, a duras penas,
con sus talentos en diseño web y sus habilidades para lo gráficos en el
ordenador, y que no quería decepcionar a nadie.
¿Cómo tu mamá?
Con un silencioso gemido, detuvo el juego justo cuando un duende salía
de detrás de la pared del castillo. No sería capaz de disfrutar, sabiendo que su
mamá contaba con que él estuviera allí. A pesar de que tenía otros dos
hermanos, su madre contaba con él, sobre todo porque era el único que vivía lo
suficientemente cerca, como para ayudarla. Eso no le molestaba. Era un niño de
mamá hasta la médula y haría cualquier cosa por Sandra Flanagan.
—Todas las decoraciones están en el ático. ¿Quieres que las baje por ti?
Lo último que necesitaba, era que su madre luchara con las cajas. A su
edad, una caída podría ser fatal. Además, si su artritis era tan mala como le dijo,
bajar cajas sería algo imposible para ella.
—No lo hagas tú misma. Déjame que me vista e iré. No vayas hasta allí,
mamá. Te alcanzare todo lo que necesites del ático, cuando llegue allí.
Ella colgó y Gil se quejó. Estaba tan contento de que nunca lo había
llamado de esa forma delante de alguien más. Todavía se sonrojaba cuando se
lo decía en la cara, pero nunca renunciaba a un abrazo. Nunca. Nunca sería
demasiado viejo para uno de esos. Después de cerrar su computadora portátil y
deslizarla en su bolsa de mensajero, fue hasta su desordenado cuarto a vestirse.
La nieve había caído constantemente durante todo el día, así que agarró su ropa
interior térmica y la parte superior. Aunque Villa Brac estaba rodeada de extensos
bosques, y los árboles repelieron la mayor parte del viento y la nieve, todavía
estaba malditamente frio afuera.
Los carteles de Sobrenatural y El Señor de los Anillos cubrían las paredes
de su dormitorio. La estantería, anclada a la pared junto a la puerta, estaba llena
de figuritas de lobos aullando, dragones que respiraban fuego, magos y una
varita. Incluso tenía una pequeña pila de libros falsos de pociones, que estaban
hechos de yeso y apilados al azar.
Si su padre supiera cuánto soñaba con ese tipo de mundo, le daría una
palmada en la cabeza. David Flanagan no creía en nada más que en el mundo
real. No tenía imaginación y vivía por verdades absolutas.
Ferguson era igual que su padre en todos los sentidos. La única razón por
la que no despreciaba la Navidad, era porque su esposa no lo dejaba. Pero era
el chico de oro de su padre. Estaba casado, con dos hijos, vivía en Nueva York
donde trabajaba como abogado, y no podía hacer nada malo, ante los ojos de 7
su padre.
Gil era el más joven, y nada de lo que hacía parecía ser lo suficientemente
bueno para el anciano. Aunque ganaba bastante dinero con lo que hacía, su
padre nunca había abrazado la tecnología y pensaba que él estaba
desperdiciando su vida. También hacia comentarios cada vez que estaban cerca
uno del otro, sobre que debería casarse.
—Tu alma está dentro de ti, no en tu bolsillo. —Una firme mano, le cubrió
el cuello, mientras un pulgar acariciaba su lisa mandíbula. —Puedes luchar todo
lo que quieras, mientras la succiono de ti. De hecho, insisto en que pelees como
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el infierno contra mí.
Curvó los labios y echó la cabeza hacia un lado, cuando los labios del
hombre se acercaron demasiado. No había forma en el infierno que dejara que
el drogadicto lo besara. ¿Dónde estaban los policías, cuando se los necesitaba?
El lado de la boca del chico, se curvó hacia arriba. —No te hagas ilusiones,
humano. No es tu cuerpo lo que busco.
—Juro por Dios, que si pudiera traer de vuelta, a ese demonio chupador
de almas a la vida, lo mataría de nuevo. Esta mierda esta fuera de control. Algo
se tiene que hacer. Casi logró tomar el alma, de ese humano.
Entonces, ¿por qué había seguido durmiendo con ellas? Su padre, por
supuesto. No quería que David Flanagan sospechara nada sobre la sexualidad
de su hijo menor. Había llevado mujeres a la casa de sus padres, sólo para
mostrar, pero nunca había salido con la misma mujer dos veces. Necesitaba
mantenerse alejado de Wayland. Incluso si el tipo resultaba ser gay, no podía
correr ese riesgo. Su padre era demasiado conocido en Villa Brac, y la gente
movía sus lenguas.
Estaba sin aliento, cuando amarró sus botas. Tenía que ser la falta de
movimiento y comida durante tres días. En cuanto llegara a casa de su mamá,
iba a comer como un cerdo.
¿Y dormir? Para alguien que había estado fuera durante setenta y dos
horas, se encontraba agotado. Con un esfuerzo concentrado, se abalanzó sobre
la alfombra y abrió la puerta del dormitorio.
Capítulo 2
Wayland calló su conversación con Phoenyx, cuando el humano entró en
la sala de estar. Sabía que el tipo no se había recuperado completamente de su
ataque. Parecía como si estuviera arrastrando el culo, cuando llegó al sofá.
—¡Oh! —Las cejas rojas del hombre, se alzaron, mientras sonreía. Y qué 15
sonrisa impresionante era. Una que hizo que sus oscuros ojos verdes brillaran,
bajo el suave resplandor de las luces. —Normalmente, tengo mejores modales.
Mi nombre es Gilmore Flanagan. Mis amigos me llaman Gil. No es que yo sea
tan audaz, como para asumir que cualquiera de ustedes quiere ser mi amigo.
Quiero decir, después de todo, no nos conocemos. —Gil curvó sus labios y
apartó los ojos, sus pálidas mejillas encendidas.
Miró a Phoenyx con una ceja arqueada. Gil había sido menos que amable
en la habitación, pero era un charlatán aquí. Era increíble cómo ponerse la ropa,
reforzaba la confianza de un hombre. Los seres humanos, eran definitivamente
extraños.
—Quiero darte las gracias por ayudarme con ese enloquecido drogadicto.
—dijo Gil con un gesto de mano, cuando se volvió hacia él. Phoenyx tosió con
tanta fuerza, que sonó como si estuviera ahogándose.
—Bueno... um... sí. —Gil se rascó su sien, su tono era inseguro. —Creo
que podría haber sido también un violador. Me tenía inmovilizado contra la pared
y estaba tratando de besarme.
Phoenyx dejó caer la mandíbula, mientras observaba, incrédulo, al
delgado hombre. Gil claramente no tenía ni idea del mundo no humano, siempre
lo desconcertaba la forma en que muchos residentes humanos de Villa Brac,
Pride Pack Valley, Desire y del resto de las ciudades sobrenaturales, no tenían
idea de la clase de seres que vivían entre ellos.
Por eso, rara vez, iba al reino humano. No sólo ese reino lo confundía,
sino también lo hacían los humanos en general.
Una vez más, esa mirada confusa penetró en los ojos de Gil. —Um, su
apartamento, ¿verdad?
—¿Por qué? —le preguntó. —¿Cómo es qué explicarle las cosas, sea mi 16
trabajo?
Gruñó, cuando Phoenyx cerró la puerta detrás de sí. Hablar de dejar caer
una tonelada de migas pan. Efectivamente, Gil se le quedó mirando con recelo.
Este agitó la mano. —Lo siento. Mis habilidades sociales son malas. Me
quedo encerrado en mi cueva durante días o incluso semanas sin parar,
demasiado absorto en mi trabajo o videojuegos para hacer amigos. Cuando
finalmente hablo con alguien, tiendo a hablar demasiado, como estoy haciendo
ahora. Sólo necesito que mi mamá sepa, que estoy bien.
Wayland estaba de pie frente a él, con los párpados a media asta y una
media sonrisa en su rostro. Su pulso se aceleró mientras su polla se sacudía en
su ropa interior térmica. Por un breve instante, no pudo moverse, no pudo
respirar, mientras miraba fijamente a esos hermosos ojos.
Un lago negro.
—Te dije que teníamos que hablar. —dijo Wayland detrás suyo. —Quería
explicarte las cosas, antes de que vinieras aquí y descubrieras que Serenity City
no era tan... normal.
—Es un lago, pero no —le dijo Wayland, dejándolo aún más confundido.
Miró rápidamente hacía sus pies. ¿Había sido herido fatalmente en ese
ataque y éste era un extraño purgatorio? No estaba seguro de qué pensar,
mientras permanecía allí, tratando de darle sentido a todo.
Wayland asintió.
Wayland se rascó la barba. —Supongo que está bien, pero ¿no dijiste que
tenías que llamar a tu mamá?
—Voy a usar el mío—dijo. —Me muero por ver, cómo Verizon me cobra
por esto. —Sólo esperaba, que no terminara pagando miles de dólares por una
llamada telefónica a su mamá.
Sonó una vez, antes de que respondieran. —¡Oh Dios mío, Gizmo!
¿Dónde estás? Has estado perdiendo por tres días. Llamé a la policía y presenté
un informe de persona desaparecida, y tus hermanos y yo, estamos subiéndonos 21
por las paredes debido a la preocupación.
—Mamá, nunca vas a creer donde estoy. —Chilló justo antes de que
Wayland le arrebatara el teléfono.
—No lo estoy.
—Está bien, te amo también, manojo miel. Pero cuando llegues aquí,
quiero más respuestas. ¿Entendido? 22
—Entendido. —terminó la llamada. Wayland parecía estar luchando para
no sonreír. —¿Escuchaste eso?
Frunció el ceño. —No me llames así. Sólo mi mamá puede llamarme así.
Además, eso viniendo de un chico, es simplemente extraño.
—No, pero si eres gay, está bien. No juzgo. —Se detuvo, cuando vio al
chico con el caniche. —¿Ese perro, realmente tiene dos cabezas?
Una hora más tarde, estaba aún más agotado que antes y necesitaba
acostarse en alguna parte, pero aún no estaba listo para terminar su gira. No
sólo Serenity City lo fascinó más allá de toda creencia, sino también Wayland.
Capítulo 3
—Pasé un buen momento—Gil usó su llave para abrir la puerta de su
apartamento. Su mano tembló, y por un momento Wayland pensó que tendría
que tomar las llaves y hacerlo él mismo.
—Me mostraste cosas, que nunca pensé que fueran posibles. —Continuó,
cuando finalmente abrió la puerta y entró. —Y esa cena en Melting Pot de Malcor
fue fenomenal. También lo fue el batido en Jake’s Java. No creo que haya comido
tanto en tan corto lapso de tiempo. Me duele el vientre, porque está tan lleno. —
palmeó su estómago plano. —Todavía estoy sorprendido, de que aceptaron una
tarjeta de crédito como pago.
—¡Oh, claro! —Le indicó que pasara, antes de cerrar la puerta. Estaban
en un pequeño vestíbulo, con un armario a la derecha y una puerta al lado. Desde
que la puerta estaba abierta, Wayland pudo verla conducir a un dormitorio. El
cuarto de baño estaba en línea recta, y al lado, había otra puerta que suponía
que llevaba a otro armario. El salón estaba a su izquierda, y más allá, vio una
cocina. El lugar no era muy grande, no como su apartamento.
—Como puedes ver, —Gil señaló hacia delante, —el cuarto de baño, está
justo allí.
—¿Todo bien?
—Si, gracias.
—No sé por qué tengo esas—dijo Gil, cuando regresaba, con una galleta
en la mano. Para un tipo delgado, el hombre podía comer. —Tengo miedo de
esas películas, pero me obligo a mirarlas.
—¿Por qué?
—Está siempre me aterra. —Se quedó con una película en la mano. The
Ring. —¿La has visto?
Volvió un minuto después con dos tazas. Las colocó junto a un contenedor
de espuma de poliestireno y apartó unos paquetes de salsa de soja, antes de
dar un paso atrás. —Voy a sacarme esta ropa interior térmica. Estoy sudando
como un loco.
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Wayland lo observó correr hacia su habitación y gimió ante la idea de que
Gil estuviera desnudo allí.
—Veintiuno.
—Pero dijiste, que una caída podría ser fatal para una persona de la edad
de tu madre. No puede ser tan vieja, si tienes sólo veintiuno.
—¿En serio? —pareció meditar acerca de ello, mientras que ponía sus
pies debajo de él y lo miró, agarrando su taza—. Tiene sentido. ¿Hay otros tipos
de velos?
—No puedo creer, que tengas miedo de esto. —Wayland había visto
cosas mucho peores en su vida. Si hubiera estado en esa habitación, con esa
cosa que se arrastraba como un cangrejo, la habría asfixiado antes de cortarle
la maldita cabeza.
Quería decir que no, así Gil se quedaría dónde estaba, pero dijo: —Sí, se
acabó, miedoso.
¿Por Gil había reaccionado de una manera tan negativa? Este humano
tenía más en él, de lo que había pensado, y estaba lo suficientemente intrigado,
como para querer quedarse y pelar esas capas.
Estás tránsitando por aguas peligrosas. Será mejor que tengas cuidado
con esto. Si papá se entera....
Sabía que la excusa del baño no había sido real. Su inodoro funcionaba
tan fuerte, que podría despertar a los muertos. Le había pedido a su arrendatario
más de una vez que lo arreglara. No lo había oído, cuando Wayland estuvo allí.
El demonio había mentido, pero ¿por qué?
—Tengo que darle a tu madre las felicitaciones —le dijo. —Eso fue genial.
Wayland se sentó sin dejar de mirarlo, sus ojos cobrizos oscuros con algo
cercano a la necesidad. Lamiéndose nerviosamente los labios, apartó los ojos.
Nunca antes había sido besado por un tipo, y parecía que el demonio quería
hacerlo.
Jadeó y se giró, cuando recordó que no había traído su llave con él. La
puerta elevada, los encerraba en el frío. —¡Mierda!
—¿Detener qué?
—El viento.
—¿Qué tipo de apuesta? —Tenía tanto frío, que estaba dispuesto a probar
cualquier cosa para calentarse –incluso si ese algo era demasiado inverosímil
para creer-.
Se quedó sin habla, ante la apuesta de Wayland. ¿El demonio quería que
se quedara a pasar la noche? Ahora allí, había un giro que no había visto venir.
—¿Y si no puedes?
Frunció el ceño. Se preguntó qué tan poderoso era Wayland y que tan
fuerte eran sus poderes. ¿Podría provocar un huracán de categoría cinco o un
tornado completo?
—Respira, Gil.
Jaden estaba de pie, en el pequeño claro, sus oscuros ojos marrones eran
inescrutables. —Solo para hablar.
Panahasi fue cuidadoso con cada palabra que decía. —Dime, Jaden.
¿Quién ha ganado el interés de la Muerte?
Eso no era del todo cierto. Panahasi oyó las mismas voces, aunque nunca
se lo había confesado a Jaden. Simplemente aprendió, durante los largos
milenios, ajustar las voces. ¿Cómo Jaden nunca había aprendido a hacer eso?
No podía imaginar oír esos gritos, a todo volumen. Se volvería completamente
loco. —Dime su nombre, Jaden.
—No.
Panahasi realmente sintió lástima por Jaden. Tenía razón, cuando dijo que
estaba en territorio inexplorado. No se podía decir cómo reaccionaría el hombre,
ante las emociones que se apoderarían de él. —Es normal, Jaden. La emoción
que te tiene tan perdido, se llama amor.
—Si tu furia, no guiada, te hizo matar a un árbol, ¿cómo serían las cosas
si este joven te hace enojar? —Realmente necesitaba averiguar quién era la
pareja de Jaden. Temía el infierno mental que el hombre podría soportar, a
manos de su hermano.
Panahasi cerró los puños, cuando Jaden desapareció. Así fuera la última
cosa que hiciera, descubriría quién era el hombre y lo salvaría de la Muerte.
Miró por encima del hombro y vio a un hombre que estaba detrás de él. El
chico estaba en cuclillas, con la mirada fija en los combates.
—¿Quién eres?
—No hay tiempo, tenemos que salir de aquí, antes de que te vuelvan a
golpear. —El tipo le agarró la muñeca y trató de alejarlo.
—No voy a ir a ningún lado. —No iba a huir con un extraño y dejar
Wayland. A pesar de que estaba fascinado por este reino, no era un idiota, y
definitivamente, no sería secuestrado. Tiró de su muñeca, liberándola.
—Ven aquí, chico. —lo llamó Jake. Wayland le había presentado al dueño,
y se alegró de que Jake lo recordara.
Jake se quedó mirándole la camisa. Miró hacia abajo, para ver un agujero
en el centro de donde había sido golpeado. La piel detrás del agujero estaba
impecable. Definitivamente, tendría que preguntar más tarde lo que Phoenyx le
había hecho.
—Chupadores de almas. —dijo Jake, con un gruñido. —Por lo que he
oído, algún demonio hambriento de poder, está tratando de reunir un ejército de
ellos. Comenzaron a atacar el edificio de apartamentos de los Demonios
Guerreros, hasta que estos salieron a pelear.
Jake sacudió la cabeza. —No puedes simplemente entrar allí. No hay una
puerta de entrada. Tienes que ser invitado.
—Si nadie puede entrar, entonces los guerreros no pueden ser atrapados
con sus pantalones abajo.
Gil se giró hacia la pared de cristal, sus ojos buscaron hasta que
aterrizaron en Wayland. Los brazos del demonio se movieron de un lado a otro,
mientras un hombre más pequeño, levitó en el aire. Wayland lanzó ambos brazos
a su izquierda, y el hombre más pequeño se estrelló contra el costado del edificio. 39
Por más asustado que estuviera, la magia, el poder que había sentido
ondulando por el aire y la forma en que los músculos de Wayland se flexionaban
mientras se movía, no estaba lo suficientemente asustado como para querer huir
de este lugar. Eso fue, hasta que alguien entró en la tienda, una sonrisa maligna
en su rostro. Era el tipo que había intentado llevárselo del parque. Sus ojos
brillaban rojos, mientras cerraba con llave la puerta detrás de él. —Bueno, hola
hermoso.
El corazón de Wayland casi había fallado, cuando Gil había sido golpeado
con un rayo de electricidad. Había querido correr hacia el humano, pero lo habían
atacado antes de que pudiera hacer el intento.
—¡Hijo de puta!
Utilizó el poder del viento, para levantar al chupador de alma fuera de sus
pies y golpearlo contra el edificio de apartamentos, con su mente en una sola
cosa. Llegar a Gil.
Otro chupador de almas cargó contra él, pero antes de que pudiera llegar,
Hondo golpeó al hombre con bolas de fuego.
—Ve a buscar a tu ser humano, —gritó Hondo, cuando fue atacado desde
un lado. —Tenemos esto.
Vio algo por el rabillo del ojo. Cuando volvió su atención completa a Jake’s
Java, vio al dueño peleando contra otro hombre. Corrió por King Kennedy, en
dirección a la tienda de Java. Fue entonces, cuando vio a Gil entre la pequeña
multitud de personas en el interior. Aunque había problemas en la tienda, estaba
aliviado de que el joven parecía ileso. La puerta estaba cerrada cuando llegó.
Dio un puñetazo en el cristal y vio como se hizo pedazos. Atravesó el marco de
metal vacío y entró en la tienda.
—¿Estás bien? ¿Qué tan mal estas herido? —Wayland se encogió ante
el agujero de la camisa del humano. Arrancó la camisa por encima de la cabeza
de Gil, para examinarlo.
—Estás desnudándome, delante de toda esta gente. —Gil le dio unas
palmadas en las manos, mientras su piel se calentaba de vergüenza. Su pecho
era rojo brillante, y Wayland amaba con qué facilidad el hombre se sonrojaba.
—Estoy bien.
Piel que se moría de ganas de explorar a fondo con sus manos, labios o
su polla. No era un hombre exigente.
Gil hizo un gesto con la mano hacia la lucha. —Phoenyx lloró en mi boca—
El humano arrugó su nariz. —No puedo decir que alguna vez haya bebido las
lágrimas de alguien antes, pero me quitó el dolor.
—En serio, vuelve allí. Si otra chupador de almas viene aquí, voy a hacer
que se arrepienta de estar jugando conmigo.
Gil agarró su cabeza, mientras se balanceaba. —No creo que alguna vez,
vaya a acostumbrarme a viajar de esta manera.
—Eso es cierto. —Corrió a las ventanas del piso al techo, para mirar hacia
abajo.
Gil miró por encima del hombro. —Te dije que estoy bien.
—No tengo ni idea, de por qué estoy tan fascinado contigo. —Una mano
fuerte ahuecó su semi-dura polla. —Es como si hubieras entrado en mi sangre y
ahora estuvieras corriendo por mis venas. Tu olor, tu sonrisa, el sonido de tu voz.
Lo anhelo todo.
—Wayland...
Gil quería que le quitara la ropa, todas las barreras fuera del camino.
Deslizó sus manos por los brazos de Wayland y luego volvió a subir, sintiendo la
fuerza del hombre bajo sus manos. Los músculos de Wayland se flexionaron
ante su contacto, cuando el demonio le mordió la clavícula.
—Tengo que advertirte. —Gil luchó para emitir las palabras, mientras la
lengua de Wayland se deslizaba sobre su manzana de Adán.
—¿Crees que no sé? —Le mordisqueó la piel de Gil. —Ya lo sé, tigre.
—¿Cómo?
—Solamente lo hago.
—Quiero verte venir, antes de que te tome. —La fuerte mano de Wayland,
le rodeó la polla. Su espalda, se arqueó ante el toque del demonio, necesitaba
el alivio que su cuerpo anhelaba. Empujó las caderas más alto, rogando sin
palabras, para que la mano de Wayland se moviera más rápido.
Y lo hizo.
—Wayland...
—Solo relájate.
—Confía en mí.
—¡Joder!
—¿Qué? —Gil se mordió el labio inferior con tanta fuerza, que probó la
sangre—. ¿Qué pasa?
Casi perdió la cabeza, cuando Wayland se retiró. Se sentía tan vacío, tan
vacío sin el demonio enterrado profundamente en su interior. Pero entonces
Wayland giró hacía él, lo puso sobre su espalda y se colocó los tobillos de Gil, 47
en los hombros. El contraste de la piel bronceada contra la pálida era
impresionante. En un movimiento rápido, Wayland volvió dentro de él. Gil respiró
estremeciéndose, cuando Wayland cayó sobre él, casi doblándolo por la mitad,
mientras sus manos se posaron en cada lado de su cabeza.
—Todo mío. —dijo Wayland, contra sus labios. —Eres todo mío.
—¿Estas cerca?
Con un fuerte empuje, Wayland echó la cabeza hacia atrás y gritó. Gil
sintió la polla del hombre palpitar profundamente en su culo.
Wayland la enterró profundamente, se calmó, y luego comenzó a moverse
más rápido, como si quisiera que el orgasmo de Gil fuera igual de demoledor.
Y eso fue. Por segunda vez aquella noche, alcanzó los cielos y los
encontró. Su semen estalló en cintas nacaradas, salpicando contra el pecho
desnudo de Wayland. El demonio comenzó a moverse más lentamente, cuando
Gil se derrumbó contra la alfombra. Ambos estaban respirando con dificultad,
cuando Wayland se salió de su cuerpo y luego rodó para acostarse junto a él. El
demonio lo levantó y lo extendió sobre su pecho subiendo y bajando.
—Maldita sea, rojo. —Wayland pasó una mano por la cara. —Eso fue...
solo maldición.
Por mucho que Gil quisiera quedarse donde estaba, se alejó, se giró sobre
su estómago y se tendió en el suelo. —Lo siento, pero estás demasiado caliente
para abrazar.
—Mejor que bien—dijo Wayland con una suave risa. Su mano se apoderó
del culo de Gil. —Si no estuvieras tan dolorido, te tomaría de nuevo.
—¿En serio? —La sonrisa de Gil, se hizo más amplia. —No sabía que un
hombre de tu edad, tuviera tal resistencia.
Él sabía por qué. Un hombre gay que tenía relaciones sexuales con una
mujer, era como intentar masturbarse con pintura secándose. Salió de la cocina
y recogió su ropa. Si Wayland estaba a punto de patearlo, quería estar vestido y
listo para irse. No tenía sentido prolongarlo, cuando sabía que su tiempo había
terminado, y se habría dado una patada por ceder con tanta facilidad, pero las
cosas se habían apresurado en el calor de la lujuria, y ahora el demonio había
perdido el interés.
—¿Quieres ir a casa?
—Mira, se cómo continua esto. Puedes guardarte tu discurso. Fue
divertido mientras duró, pero ambos tenemos una vida a la que volver.
Gil estranguló sus jeans en sus manos. —¿Lo escupirás? Basta con el
suspenso.
Wayland lo tiró hacia el sofá y se sentó con él. —¿Sabes qué es una
pareja?
—No.
Wayland sonrió. —Lo hace. Eres mi pareja, Gil. Tú eres mío y yo soy tuyo.
El destino te hizo sólo para mí.
—¿Hola?
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Capítulo 6
—Tengo que ir a ver a mi mamá—Gil giraba en círculos, mientras tomaba
su ropa del piso. Wayland vio lo alterado que estaba su pareja y sabía por qué.
Había oído a la persona del otro lado del teléfono.
Sin preguntar, se hizo cargo. En primer lugar, evitó que Gil girara como un
trompo lento. Tomó la ropa de sus brazos y ayudó a su pareja a vestirse. Luego,
lo sentó en el sofá, antes de vestirse.
Gil parpadeó sus ojos llorosos hacia Wayland. —Yo... no creo... no lo sé.
Dado Gil parecía fuera de sí, tendría que ser el que decidiera en este
momento. Le puso a Gil la chaqueta y luego tomó su mano. —Donde quiera que
esté, te llevaré allí.
—¡Que Dios los bendiga! —El borracho se reía, mientras se alejaba a toda
prisa.
—Llama a tu hermano. —le dijo a Gil, que todavía se veía fuera sí. Sólo
miraba hacia delante, parecía ajeno al viento y sus alrededores. Tuvo que
excavarle en el bolsillo para obtener el teléfono del joven.
Gil parpadeó varias veces y luego se aferró al aparato, cuando Wayland
se lo entregó. Sus manos temblaban, mientras marcaba, y Wayland tiró de Gil
junto a él. Tenían que salir del frío, pero eran las cuatro de la mañana y todos los
negocios estaban cerrados.
—Hey, Wayland, —el enfermero detrás del mostrador dijo, con una
sonrisa— ¿Qué te trae por aquí?
—Gilmore.
—Papá montó con mamá y yo lo seguí, pero la nieve que había allí, hacía
casi imposible conducir. —lo miró— ¿Y usted es?
Sabía que Gil no podía decirle a su hermano que eran pareja, pero ser
empujado a la zona de amigo, todavía picaba. Gil podría haberle presentado, por
lo menos, como un amante. ¿Su familia sabía que era gay?
—Primero, voy a ver cómo está. —dijo Gil con una temblorosa sonrisa.
Ferguson le dio una última mirada, antes de que los dos caminaran por
el pasillo. Se dejó caer en un asiento y suspiró.
Simplemente genial.
Las puertas se abrieron de golpe, dejando entrar una ráfaga de aire frío,
mientras Phoenyx entraba, mirando alrededor. Cuando sus ojos aterrizaron en
él, el guerrero se dirigió directamente en su dirección.
Phoenyx levantó las manos y movió los dedos. —Tengo locas habilidades,
amigo. Lo sé todo.
—Ese soy yo. Panahasi me dijo que viniera a verte. Sin embargo, no dijo
por qué. ¿De quién es la madre? ¿De ese humano? ¿Por qué no lo has cortado
todavía? —Phoenyx sonrió, se sentó a su lado y le dio un codazo. —¿Intentando
entrar en esos pantalones frikis?
—Lo es. Ahora, ¿qué pasó después de que me fui? —observó a Hilton
reanudar su posición detrás del escritorio y empezar a escribir.
Phoenyx se movió en su silla. —Panahasi finalmente se unió a nosotros y
usó su extraño mojo, para matar a los chupadores de almas. Pero hay más.
Mucho más de lo que he oído. Esta lucha está lejos de terminar. Sólo tenemos
que averiguar, quién está moviendo los hilos de las marionetas.
—Debería haber dejado a uno de ellos con vida, para que pudieras
torturarlo hasta obtener información. —Sus ojos, se quedaron pegados en el
pasillo, y aunque tenía una audición superior, no podía oír nada más allá del
escritorio. O bien nadie estaba diciendo nada, o habían cerrado la puerta de la
habitación de su madre.
—Creo que Panahasi estaba de mal humor. Solamente lanzó los brazos
hacia fuera, pronunció unas palabras en ese lenguaje primitivo que él y Jaden
hablan a veces, y de repente Zas, los chupadores de almas cayeron como
moscas. Después desapareció, dejándonos cuidando de los cuerpos.
Phoenyx se encogió de hombros. —No lo sé. Parecía que había algo que
ocupaba todos sus pensamientos.
Quizá más adelante, si todo estaba bien con la mamá de Gil, iría a ver a 57
su líder. Le debía a Panahasi no sólo su vida, sino su cordura. Al igual que con
el resto de los Guerreros Demonios, había tenido un pasado horrible que intentó
duramente nunca recordar. Si Panahasi no lo hubiese llevado a la formación, él
no tenía ninguna duda de que a estas alturas, ya estaría muerto.
Por otra parte, su líder había interferido con el destino demasiadas veces
como para contarlas. ¿Qué daño podría hacer, el permitirle a Gil más años con
su madre? Pero primero, necesitaba averiguar sobre su condición. —Te lo haré
saber.
—Escuché eso. —dijo Hilton detrás de su puesto de trabajo. El shifter
conejo observó hacia el pasillo y luego los miró. Sus ojos verdes brillaban con
conspiración, mientras su pálida piel se ruborizaba. Tenía una debilidad por los
shifters dóciles. Estaban prácticamente indefensos contra las criaturas
sobrenaturales más peligrosas, así como contra los seres humanos malvados.
Gracias joder.
—¡Wayland!
Wayland había abierto la boca para discutir, que el castigo del demonio
era suyo para dar, cuando Jaden apareció en el otro lado de la cama. Había sido
esa presencia en la habitación, escondida más allá de la vista. Enseguida supo,lo
que significaba la aparición del hombre.
—¡No!
—¡No dejaré que lo hagas! —Gil corrió por el lado de la cama y empujó a
Jaden. Wayland se tragó su corazón. Panahasi maldijo y Phoenyx se quedó allí,
con la boca abierta. El chupador de almas, tenía una sonrisa en su cara.
—Esta es la razón por la que fui creado, sin embargo, me frustras a cada
paso. —dijo Jaden. —¿Interfiero cuando das vida? ¿Te impido cumplir con tu
deber?
—Por favor, —rogó Gil, mientras trataba de escapar de los brazos de
Wayland, gruesas lágrimas deslizándose por sus pálidas mejillas. —Por favor,
no te la lleves. Por favor, dame unos cuantos años más con mi madre.
El jefe tenía pesar en sus ojos. —Realmente lo siento, pero tiene razón.
Gil comenzó a llorar en los brazos de Wayland, y todo lo que este podía
hacer era sostener a su pareja. Miró a Jaden, pero también sabía que este tenía
razón. El tiempo de Sandra Flanagan en esta tierra, había llegado a su fin.
La mirada de Jaden, cortó a Panahasi. —Te voy a dar esto, pero sólo cinco 60
años más.
—Entonces, pasa los próximos cinco años apreciando todo sobre ella. —
Wayland deslizó su brazo alrededor de su hombro. —Nos quedaremos, todo el
tiempo que quieras.
—¿Podemos ir a tu casa?
Pero, ¿cómo fue culpa suya? Ferguson estaba allí con su esposa, así
como Rafferty durante tres días. ¡Tres malditos días! ¿Por qué nadie se había
molestado en ayudar? ¿Por qué estaba su padre poniendo la culpa en sus
hombros?
La ira y la culpa pesaron fuertemente en su pecho. Se dividía entre querer
pedir perdón a su madre y querer golpear a su padre, en su ignorante boca.
Wayland miró por las ventanas. —Estoy un poco entusiasmado con esta
tormenta. ¿Podemos ir a la tuya, hacer un poco de chocolate caliente, y ver una
película?
—No hasta que sepa, que las cosas se han calmado. —Wayland lo llevó
al baño, en el lado izquierdo del mostrador.
—Me sentaré aquí y veré a nuestra pequeña ciudad ser tragada por veinte
pies de nieve. —Tomó una zanahoria, de un recipiente de plástico en su escritorio
y comenzó a mordisquearla.
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—Reina del drama. —bromeó Wayland.
—Puedes usar las sombras—señaló Hilton. —Yo, por otro lado, tengo que
caminar a casa.
—¿Alguna vez has oído hablar de tocar? —Su corazón tronó, cuando
Wayland entró corriendo a su habitación, como si estuviera listo para matar a lo
que lo había asustado.
—Debido a que son lugares de los que las pesadillas, están hechas. —
dijo Phoenyx. —¿Ahora podemos irnos? Panahasi necesita a todos en esto.
—Las cosas están locas aquí. —Phoenyx dio un paso hacia delante y miró
a su alrededor. —Tal vez debería llevar a tu pareja a tu apartamento, mientras te
unes a los demás.
Pero no lo estaba.
—No, desde que fue al reino humano para ver sobre la madre de su
pareja. —dijo Phoenyx, mientras se servía de una copa. —Tu lugar está
decorado para las fiestas.
—¿Quién eres?
—T-Terrance.
Remtin apareció. Este era el último lugar en el que quería estar, y mucho
menos, tener a su pareja aquí. Ahora estaban en una ciudad oscura y sin brillo,
con edificios empinados, decadentes y calles desoladas. Las personas que
vivían allí eran violadores, ladrones y asesinos –lo peor de lo peor-.
Remtin estaba compuesto, principalmente, de demonios. Un vampiro o
shifter era algo muy raro, y un ser humano que viviera allí, era inaudito.
Y Gil estaba allí mismo, en la calle, un faro para todos los que tenían el
más negro de los corazones. Tenía que sacar a su pareja de allí. El problema
era, que sabía muy poco acerca de las calles sinuosas y numerosos callejones
sin salida. Uno podría perderse aquí fácilmente. E incluso, mientras estaba allí,
sintió ojos sobre ellos.
—¿Quién? —preguntó.
Las lágrimas brotaron, en los ojos del hombre. —Me vi obligado a hacer
esto. Él ató mis poderes, permitiéndome usar muy poco para poder hacer este 68
trabajo.
—Yo. No. Hago. Preguntas. —El tipo lo dijo, como si estuviera irritado por
tener que recordarles ese hecho. —Dinero me es entregado, instrucciones
dadas. Eso fue todo.
Se detuvo.
—No quieres entrar en esa sección de la ciudad. —El hombre se
estremeció. —No haremos un bloque, antes de ser atacados.
—Entonces, muéstrame el puto camino para salir de aquí. —le exigió, con
los dientes apretados.
—¿Qué le está pasando? —Gil gritó, mientras corría hacia el brujo, pero
él agarró a su pareja y lo detuvo. No estaba seguro de lo que estaba pasando,
pero estaría condenado si permitía que Gil se lastimara.
Terrance los miró con ojos llenos de lágrimas, antes de que ser
succionado violentamente hacia atrás, hasta que ya no podía verlo. Agarró la
mano de Gil y corrió a través de las barreras, saliendo en Serenity City.
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Capítulo 8
—Tenemos que ir tras él —dijo Gil, mientras caminaba por el salón de
Wayland. —No podemos dejar que sea torturado.
—¿Estás bien?
—La única razón, por la que puedo pensar que quieren a Gil, es usarlo
para influenciar.
—Buena decisión. Dejaré que los guerreros que están acoplados sepan
que deben vigilar a su pareja. ¿Cómo está la madre de Gil?
—¿Y bien?
—No es broma. —dijo Gil—. Siempre deseé que algo más estuviera allí,
y sabía que no sería todo arco iris y cachorros, si realmente existiera un mundo
mágico. Pero es mucho más peligroso de lo que pensé que sería. —Él levantó
la cabeza para mirarlo. —En los últimos dos días, he visto lo fácil que es meterme
en problemas aquí. O incluso hasta ser secuestrado.
Se rió entre dientes, aliviado de saber que Gil no quisiera correr tan lejos
de este lugar como pudiese. —No hay Fuerza, joven Padawan. Naces con
poderes, o no lo haces. Podrías aprender la brujería, pero eso tarda siglos en
dominarse, y la mayoría de los brujos, se ven atraídos por la magia oscura, más
que por la clase buena.
—Entonces, quiero una grandiosa arma de fuego. —Gil cruzó los brazos,
sobre su pecho. —Tengo que tener una manera de defenderme. Si hubiera
tenido armas antes, podría haber disparado a esos zombis y haber matado a
esos demonios, que intentaron matarte.
—Pero ¡qué pasa con la Navidad! —Gil se deslizó de su regazo. —No hay
manera de que me pierda el día de fiesta, con mi madre.
72
—Entonces, tendré que estar allí. —Se sentía incómodo, al invitarse a ir
a casa de Gil para las fiestas, pero no iba a dejar que su pareja sea un objetivo.
—Eso podría ser un problema. —Los ojos de Gil cayeron al suelo. —Nadie
de mi familia, sabe que soy gay.
—El sexo dominado por la angustia, tiene sus recompensas. —Se apartó
del sofá y agarró a Gil, tirando de su camisa sobre su cabeza. —Déjame apartar
todo eso, de tu cabeza.
—A mi cabeza, le vendría bien un descanso. —Gil se quitó los zapatos y
deslizo sus pantalones, hasta quitárselos. Él también se desvistió, pero mantuvo
su mirada fija en Gil. El hombre tenía un cuerpo follable, y quería tomar cada
centímetro de él.
Con una sonrisa, Gil se sentó a horcajadas sobre él. Su pareja tomó su
pezón con los dientes, enviando corrientes de placer disparando a través de
Wayland. Chupó y lamió, y mordió suavemente antes de aparatarse. Mientras
tanto, tenía la cabeza de su polla presionada en el agujero de Gil, su lubricante
natural, facilitando la entrada.
—Dios, hueles tan bien. —se quejó Gil—. Sólo quiero engullirte. —empujó
su nariz en el cuello de Wayland e inhaló profundamente, pellizcándole la piel
mientras lentamente bajaba a Gil en su polla.
Gil abrió los ojos. Lo miró fijamente, y él no pudo descifrar las emociones
en los ojos del humano. El verde se volvió más oscuro, cuando Gil le abrazó el
cuello.
—Era igual de fácil, enamorarse de ti. —Gil arqueó su espalda, gimió, y
apretó sus piernas alrededor de Wayland. —Los compañeros no pueden
separarse, ¿verdad?”
Phoenyx entrecerró los ojos. —Hazle a todo el mundo un favor y ten sexo
con tu pareja en el reino humano. Es un jodido monzón por ahí.
Y a Gil le encantaba que Wayland lo hiciera. Era su época favorita del año,
y se había preocupado, cuando se acoplo al demonio, de que este no celebrara
ninguna fiesta humana. Normalmente, estaría en la casa de su madre
ayudándola a decorar, pero después de todo lo que había sucedido, dudaba en
ir a casa de sus padres. Le dolía el corazón pensar en ello, pero tal vez, él se
saltaría la Navidad con su familia este año. Tal vez la pasaría con Wayland en su
lugar.
¡Mierda! Entonces recordó, que tenía una fecha límite. ¿Cómo se le había
olvidado?
La Navidad había sido así, desde su infancia. Cada año, había una pila
de regalos bajo el árbol para él.
Su familia gastaba montones de dinero durante las fiestas, excepto su
padre, que nunca le había comprado a nadie un regalo, y él se preguntó si esa
pila de regalos, era la manera de su madre de compensar el comportamiento
aguafiestas de su padre. Le dolía el pecho, mientras sus manos se detenían.
Trató de no pensar tanto en su papá, porque le dolía mucho. Los dos nunca
habían estado cerca, pero tontamente había esperado, una y otra vez, que David
Flanagan tendría un cambio de corazón y seria el padre que siempre había
deseado.
Wayland lo recogió del suelo y lo abrazó. —Odio que tengas que esconder
nuestra relación, pero estoy aquí, para ti.
—Estoy aquí, para ti —dijo Wayland, mientras se paraba junto a él. —Si
las cosas van mal, nos iremos.
—Sé que no fue culpa mía, pero sus acusaciones siguen doliendo, y tener
a Ferguson respaldándolo, sólo retorció el cuchillo.
Se puso tieso, cuando Rafferty llegó por el pasillo. Parecía como si hubiera
envejecido diez años. Tenía círculos oscuros bajo los ojos y parecía agotado. No
había visto a su hermano en un año, pero parecía que el año no había sido bueno
para el chico. Cuando Rafferty lo abrazó, se sorprendió. Nunca habían estado
tan cerca. Pero abrazó a su hermano de vuelta. Rafferty no sabía cuánto él
necesitaba ese abrazo, necesitaba sentirse como si todavía fuera parte de su
familia.
79
—Lamento que papá, te haya molestado tanto. —Rafferty lo soltó. —Está
siendo de esa manera con todo el mundo, en este momento.
Sí, Gil sabía cómo terminaría esa frase. Su padre no lo quería alrededor.
Rafferty sonrió. —No fue difícil averiguarlo. Hay una cosa sobre ti, Gizmo.
Gil inició el abrazo esta vez y apretó a su hermano, con fuerza. —Y tal 80
vez, por fin, podemos llegar a conocernos.
Rafferty asintió con la cabeza. —Me gustaría eso. Sobre todo, porque no
soy parte del pequeño club de papá y Ferguson. Nosotros, los insubordinados,
tenemos que permanecer juntos.
Wayland giró la manija de la puerta, pero estaba cerrada con llave. ¿Por
qué Gil cerraba la puerta? Se le ocurrió una idea. Aunque había estado usando
la habitación como un medio de transporte, era, después de todo, un cuarto de
baño. Se giró y apretó la espalda contra la pared, mientras esperaba a que Gil
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atendiera a su negocio, pensando en lo que su pareja había dicho sobre su
padre. Eso sí que era una mierda jodida. No podía imaginar cómo un padre podía
culpar a un niño por la enfermedad de su madre.
De la forma en que Gil había hablado antes de hoy, había asumido que su
pareja había tenido una buena vida en su hogar. Ahora se preguntaba cuan malo
había sido para Gil crecer con un padre y un hermano como ése. Al menos,
Rafferty no le había dado la espalda a Gil. Su pareja era un hombre de familia, y
si todo lo que le quedaba era Rafferty, entonces tenía la intención de asegurarse
de que Gil y su hermano llegaran a verse lo más a menudo posible.
Lo taclearon1 y cayó gritando. Trató de abrirse camino fuera del agarre del
hombre, pero el demonio no lo soltó.
Idiota.
—¡Wayland!
—¡Gilipollas! —El demonio rodó, con las manos sobre su nariz. La sangre
negra goteaba por la barbilla del chico. Con las piernas libres, se puso de pie y
comenzó a correr hacia el lago, que no era un lago.
1
Placar, tackleado detener un ataque sujetando con los brazos al contrario e intentando impedir que
continúe su avance.
Si el demonio pensaba que había sido fácil atraparlo, lo sacaría de su
error. No iría tan fácilmente. Tampoco iba a volver a esa ciudad espeluznante, y
no iba a ser utilizado como ventaja contra Wayland.
—Clínica. —Se incorporó y se pasó una mano por la cara—. Ese demonio
que sigue viniendo detrás de mí me agarró en el baño, pero me las arreglé para
escapar.
—Voy en camino.
Una vez más, el demonio fue levantado por la magia –esa era la única
manera en la que podría describirlo– y lanzado en la pared más alejada. Gritó
mientras su cuerpo se contorsionaba, sus brazos doblados hacia atrás, así como
sus piernas. Parecía como si estuviera siendo despedazado, pero antes de que
algo sangriento ocurriera, cayó al suelo, inmóvil.
Wayland maldijo.
Gil miró por encima del hombro. —Gracias por ayudar, Hilton. Y si
averiguas qué fue lo que nos ayudó, agradécele también.
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—Oh no—Hilton sacudió la cabeza. —Voy a hacer todo lo posible, para
olvidar que incluso vi eso.
Gil conocía el sentimiento. Había sido la cosa más extraña que había
visto, y había visto un montón de cosas extrañas, desde que supo que el Reino
de los Demonios existía.
—Tu padre tiene un raro estado de ánimo, Gizmo. Nunca lo había visto
tan enojado. Tal vez después del Año Nuevo, se calme.
Gil echó un vistazo a Wayland, que estaba holgazaneando actualmente
en su sofá, bebiendo su chocolate caliente. Pero Gil no le creía. El demonio
parecía prestar atención a la película, pero estaba escuchando la conversación.
—Él sabe.
Gil lo había dicho por despecho, pero su madre le dijo: —Me alegro por ti,
Gizmo. Espero que funcione entre ustedes dos.
Eso lo sorprendió. Tan loco como estaba con su madre, no podía hacerle
daño, no ahora, ni nunca.
—También te amo, mamá. —Gil colgó y se secó las lágrimas de los ojos.
—Lo siento.
—Por negar quién eres para mí. Nunca lo volveré a hacer. Lo prometo.
2
—Trato—se enroscó en Wayland. El mundo de su pareja, lo había
fascinado desde el principio, y sabía que estaba lleno de peligro, pero era
mágico, y estaba emocionado de convertirse en un residente permanente, del
Reino de los Demonios.
—¡Agh, asqueroso!
Wayland se rió, cuando cubrió sus ojos y metió la cara en el costado del
hombre.
Miró hacia arriba y sonrió, contento de tener a alguien con quien ver sus
películas de terror, que siempre estuviera allí para él, y que lo amara sin importar
qué. Estaba deseando pasar la Navidad con Wayland. De hecho, estaba
emocionado ante la perspectiva. La vida en el Reino de los Demonios no sería
un juego de niños, pero siempre y cuando la magia nunca se terminara, no podría
pedir una vida mejor.
Fin
Sobre el autor
Lynn Hagen ama escribir sobre algo imperfecto, pero adorable. También ama
a un héroe, que puede ver más allá de todas las asperezas, para encontrar el
brillante diamante, de un corazón hermoso.
La puedes encontrar cualquier día, acurrucada con su computadora portátil y
una taza de café caliente, dejando que el siguiente conjunto de personajes,
cuenten su historia.
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Créditos
Mary C.
Vero
Cyllan
Clau
Isis
Morgana Celtic
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