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La antropología es el estudio del hombre. La partícula “atropo” tiene que ver con el termino griego “antropos”, el cual
significa hombre. La partícula lógica que tiene que ver con la transliteración del termino griego logos, lo cual significa
estudio, conocimiento, saber. Trasliterar es representar los signos de un sistema de escritura mediante otro.
Por lo tanto, la antropología filosófica es el estudio, conocimiento o sabes acerca del hombre, desde un punto de vista
filosófico. La filosofía tiene una pretensión de conocer y comprender pero siempre argumentando, es decir, dando
razones. La filosofía es un modo de pensamiento, de reflexión y tiene que ver con argumentos, justificaciones para
convencer a través de las palabras; es una invitación a pensar, reflexionar “qué somos, quién somos.” De esto se trata la
antropología filosófica, es una pregunta acerca del hombre pero no el hombre en un aspecto, sino el hombre en un ser
integro. La antropología surge hace 200 años. Existen 2 factores que constituyen al ser humano que son impredecibles:
la conciencia y la libertad. Cuando existen crisis en los pueblos, se quiebra la cultura y así emergen otras concepciones
del mundo, otras creencias. Debido a esto, por un lado, se encuentra la cultura griega, por el otro, la judeocristiana,
luego la modernidad y ahora la posmodernidad. Son épocas que hablan de crisis profundas, cuando cae un sistema y
surge otro.
La antropología filosófica se ocupa de las distintas concepciones del hombre en nuestra cultura y como se han ido
desenvolviendo en occidente.
Todos nosotros no solamente existimos sino que tenemos conciencia de existencia, somos los únicos que sabemos que
existimos y podemos reflexionar al respecto.
Distintas concepciones del ser humano: el autor para diferenciar las distintas concepciones utiliza 2 criterios, ellos son:
pertenecer a, o distanciarse de.
PRIMERA CONCEPCION DEL SER HUMADO: EL HOMBRE COMO PARTE DEL MUNDO (LA IDENTIFICACION DEL
HOMBRE CON EL MUNDO)
La primera concepción del ser humano, surge a partir del año 3000 a.C. hasta el año 476 d.C. y considera que el
hombre es parte del mundo está hecho de la misma sustancia que el mundo. Esta concepción se manifiesta en 2 tipos
de pensamientos: el mítico o arcaico, y el filosófico o clásico.
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Cuando el hombre se siente como parte del mundo, acentúa su fraternidad con el mundo al que pertenece, que lo
puede llevar a rechazar el trabajo de la tierra. Así como un profeta hindú aconsejaba a sus discípulos que no clavaran la
tierra, ya que seria un pecado herir a la madre común de los trabajadores agrícolas.
A partir de este pensamiento surge una idea de respeto, cuidado y protección de la tierra de la cual “somos hijos”.
Todos los actos humanos repercuten del cosmos.
➔ Empedócres de Agrigento
Este filosofo, creía que todo (animales, plantas, estrellas, piedras, hombres, etc) están constituidos por 4 elementos
indestructibles y eternos: fuego, agua, aire y tierra.
Cuando las cosas nacen se trata de una unión de los elementos y cuando mueren, de una separación de los elementos.
Los 4 elementos son inertes pero existen 2 fuerzas que unen y que separan: el amor (que une) y el odio (que separa). Si
podemos conocer es porque todos estamos hechos de los mismos elementos, se conoce lo semejante con lo semejante,
hay una idea de homogeneidad y continuidad.
➔ Platón
l contexto
E
Los primeros filosóficos afirmaban que todo es agua, o aire, o fuego, o una combinación de ellos. No se conforman con
las apariencias: la verdadera naturaleza humana podría estar oculta. A estos filosóficos se los mal llamaba
“materialistas” porque creían que sólo existe lo que está hecho de materia.
A medida que avanza la especulación filosófica, se va viendo con mas claridad que no podemos confiar en que nuestros
sentidos nos digan la verdad sobre el mundo. Esta desconfianza lleva a la gente a preguntarse si pueden estar seguros
de algo. Y se sienten atraídos por el nihilismo, la creencia de que nada es verdad.
A lo largo del sigo V a.C. se establece una distinción entre los que es verdadero por naturaleza (physis) o lo que es
producto de las costumbres humanas (nomos). En Atenas del sigo V, los sofistas se centran en la enseñanza de
conocimientos prácticos, como la retórica.
Platón escribe en forma de diálogos y el protagonista de la mayoría de sus obras es Sócrates.
Sócrates se caracterizaba por preguntar la definición de las palabras. Platón desarrolla esta técnica de definir los
términos generales y considera que todos ellos son nombres de cosas como la excelencia o la bondad.
l hombre en el mundo
E
Para Platón y Aristóteles, el hombre es un microcosmos, pequeño universo que contiene en sí todos los modos de la
realidad, al mismo tiempo que ocupa un punto fijo y definido en el cosmos.
Platón sostenía que lo real estaba constituido por 2 mundos que se superponen: el mundo material accesible a
nuestros sentidos y un mundo inmaterial que sólo nuestra inteligencia nos permite alcanzar. El alma se vincula al
mundo espiritual, divino, eterno. El cuerpo se inserta en el mundo material, imperfecto y caduco.
Platón se refiere al mundo como 2 mundos existentes:
✓ El mundo sensible o visible: el que podemos percibir con nuestros sentidos. Es un mundo material que está en
permanente cambio. Es imperfecto, y allí no encontramos el verdadero conocimiento, porque lo que
conocemos hoy, mañana es distinto.
✓ El mundo de las ideas, invisible o inteligible: el cual solo con la inteligencia o la razón se puede alcanzar. En
este mundo las realidades son inmateriales. Las ideas no son cambiantes, son inmutables, y además son
inmortales, únicas y son modelos que se transforman en conceptos. Solo las ideas son reales y pueden ser
objeto del conocimiento.
Platón puede establecer una distinción entre conocimiento y opinión. Las Ideas pueden ser objeto del conocimiento.
Platón piensa que el verdadero conocimiento ha de estar sujeto a la naturaleza real de las cosas y ligado de algún modo
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a ella. Todo el que posea el conocimiento, actuará correctamente, y a partir de ahí Platón hace de la metafísica la base
de su filosofía moral y política.
El sistema de Platón es dualista. Cree que hay 2 mundos, el mundo sensible y el mundo real de las Ideas, que garantiza
la verdad objetiva e inmutable. Este énfasis en el mundo trascendente e inmaterial de las Ideas tiene algo de místico, y
hace que nuestro mundo cotidiano parezca deslucido.
Toda doctrina que postule otro mundo trascendente debe explicar cómo se puede entrar en contacto con él. La
solución platónica a este problema es que recordamos un conocimiento que ya poseíamos. Es su teoría de la
reminiscencia, según la cual todo aprendizaje consiste en recuperar la conciencia de un conocimiento innato.
Hay quien ha relacionado esta visión platónica con la doctrina freudiana del inconciente. Los problemas que plantea
Platón han ejercido una enorme influencia en muchos sentidos.
Sólo las Ideas son verdaderamente reales y pueden ser propiamente objeto de conocimiento. La mayor parte de la
gente sólo puede tener opiniones, que cambian con facilidad y se refieren a cosas igualmente inestables que habitan
una región situada entre el ‘ser’ y el ‘no ser’. Aunque no llega a negar por completo la realidad del mundo cotidiano,
Platón sí mantiene que éste tiene un valor menor que el mundo eterno e inmutable de las Ideas. De aquí se sigue que el
alma humana es mas valiosa que el cuerpo que la mantiene encerrada. El filósofo se caracterizará por despreciar el
cuerpo, pues el alma, una vez libre de las sensaciones y los deseos corporales, podrá aspirar al conocimiento de la
verdad.
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La sociedad debería poner al que sabe a gobernar o tomar al que gobierna y tratar de que aprenda. La idea de Platón
es que hay que educar a los que realizan las cosas públicas. La educación para Platón es seleccionar a los mejores y
promoverlos. El sistema educativo debe buscar los alma de oro.
➔ Aristóteles
l contexto
E
Aristóteles es alumno de Platón en la Academia, la escuela de filosofía fundada por éste en Atenas. Está en ella durante
20 años y no la deja hasta que muere su maestro. Acabará volviendo para fundar su propia escuela, llamada el Liceo.
La metafísica (del latín metaphysica, proveniente del griego meta que significa “mas allá de”, y physis que significa
“naturaleza”, es decir “lo que viene después de la naturaleza, mas allá de lo físico”). El término metafísica se originó
como título de uno de los tratados de Aristóteles y algunos piensan que se deba quizá a que fue escrito después de su
obra Física.
Aristóteles insiste en la importancia de la “sustancia”. Algo puede cambiar de color, pero no por eso deja de existir. La
sustancia permanece. Todo lo que vemos es una combinación de materia y forma. Y cada sustancia es el producto de
las 2 cosas.
Aristóteles establece la teoría de la causalidad y la misma se refiere a que la causa más significativa es la causa final, el
motivo por el cual se hace algo. Pone el ejemplo de caminar para estar sano, donde la buena salud es la causa final de
caminar.
Frente a la platónica, la visión de Aristóteles está mucho mas apegada a este mundo que él concibe sin principio ni fin.
Platón había asociado lo valioso a lo que perdura. Aristóteles rechaza la idea y dice que lo que dura mucho tiempo no
es más puro que lo que desaparece en un día. Platón era dualista mientras que Aristóteles no, para él el alma y cuerpo
no son 2 realidades, sino que son 2 principios de una única eternidad. La eternidad es el hombre, la materia es el
cuerpo y el alma es la forma. El alma en Aristóteles no precede y no sigue después, no cree en la reencarnación. Los
pensamientos de Aristóteles son más realistas, menos místicos que los de Platón.
l hombre en el mundo
E
La importancia de Aristóteles consiste en constituir los modelos de 2 actitudes contrapuestas frente a la realidad.
Platón representa al hombre que tiene su pensamiento dirigido a otro mundo, un mundo perfecto. Aristóteles
representa el ‘realismo’ porque para él el verdadero ser no se halla en aquel trasmundo de las ideas platónicas, sino en
este mundo concreto en que vivimos y nos movemos.
Según Aristóteles la única realidad es este mundo de cosas concretas.
Encontramos en el mundo diferentes niveles de realidad: minerales, vegetales, animales y ascendiendo, lo divino
inmóvil y perfecto.
Encontramos en Aristóteles esa profunda consustancialidad, unidad de naturaleza con el mundo.
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➔ El hombre y la sociedad
El hombre no sólo vive en el mundo, sino también entre otros hombrees en el seno de una sociedad. Las relaciones
interhumanas aparecen entonces, al igual que la relación con el mundo, como constituyentes del ser del hombre.
En la consideración de las relaciones interhumanas, se puede hablar de la relación entre ‘ellos’, o entre ‘yo y ellos’,
entre ‘tú y yo’, o entre ‘nosotros’. En estos pronombres se evidencia cómo se sitúa el pensador respecto de la relación
que analiza, si se ve comprometido en ella y de qué modo, o la contempla distante desde fuera.
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En la historia del pensamiento occidental, el hombre se va alejando del mundo y va estableciendo una actitud de
dominio sobre la naturaleza. Este distanciamiento se insinúa en la idea del hombre como persona, la cual se va
configurando en la filosofía cristiana medieval en medio de disputas teológicas.
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LA NOCIÓN DE ‘PERSONA’
Persona es la unidad humana de cuerpo y espíritu como ser individual autónomo que realiza en la posesión consciente
y en la libre disposición de si mismo.
El personalismo tiene raíz bíblica, no helénica. La filosofía griega el más ‘personalista’ de la antigüedad existía sobre un
agudo sentido de la individualidad y de la dignidad personal. Lo individual, era considerado como caída o desgracia,
sería indigno del conocimiento y del amor (Platón). El pensamiento estuvo principalmente orientado hacia lo general y
necesario. Lo concreto y particular del mundo cambiante de la experiencia y de la historia no entraba en su campo
visual.
La noción de persona se basa en cuestiones teológicas y no en cuestiones antropológicas. La teología es la fe en busca
de la razón y la razón en busca de la fe. Tertuliano establece que la razón y la fe son 2 mundos distintos paralelos, es
decir, nunca van a cruzarse. “Credo qua absurdum”. Lo mas absurdo es lo mas creíble desde el punto de vista religioso.
Razón y fe son irreconciliables.
Desde Constantinopla (nueva residencia imperial) se puede hablar del dogma de la Trinidad: Dios –una esencia divina
(una sustancia)- en 3 hipótesis (3personas, 3 subsistencias).
San Agustín y Santo Tomas de Aquino, plantean que la razón y la fe pueden trabajar de una manera más armoniosa,
esto va creando la noción del hombre como persona. Para elaborar su concepto de persona, San Agustín recurrió a la
noción de relación –por ejemplo, la relación entre amigos- como había pensado Aristóteles, y este modelo le sirvió para
pensar la vinculación entre las 3 personas divinas (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo).
Las 2 cuestiones fundamentales que se discutían son: las disputas trinitarias y las disputas cristológicas. El dogma de
la trinidad se resolvió de la siguiente manera: se generaron 2 nociones, la de naturaleza humana y la de naturaleza
divina. El pensamiento cristiano agregó otra concepción que es la de persona divina:
- Naturaleza Divina: Dios Persona como padre
PERSONAS DIVINAS
HUMANAS
ÁNGELES
Un día Dios decidió crear el universo y si decidió crearlo es porque concibió al universo como algo bueno y que
merecía existir. Pero otro día decidió crearme a mi, no a la especie humana, sino a cada individuo en particular. El
hombre no es simplemente parte del cosmos, sino que el cosmos fue hecho para el. Lo propio de la noción de persona
es lo singular. La persona es única e irrepetible, corresponde a la idea de unicidad.
La idea de unicidad no se corresponde con la reencarnación. La persona es incomunicable, porque se agota en uno
mismo, no se puede trasmitir. Si mi alma se reencarna ya no seria un ser único.
La primera definición de persona en un sentido filosófico-teológico procede de Boecio: “Persona es una sustancia
individual de naturaleza racional” donde las palabras ‘rationalis naturae’ indican la naturaleza espiritual o el ser
espiritual, en tanto que los términos ‘individua substantia’ apunta ala sustancia particular y aislada y a la última
subsistencia, que no puede ser sustituida o compartida por ninguna otra. Santo Tomas afirma que “Persona significa
aquello que es perfectísimo en toda la naturaleza y que la manera propia de existir de la persona es la mas excelente de
todas”. La teología escolástica definió a la persona como “sustancia completa espiritual que posee en sí misma la
subsistencia última”.
La persona es alguien, único, irrepetible, dotado de un valor absoluto y en relación personal con Dios, que también es
Alguien que habla en primera persona.
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El hombre ya no es considerado como hijo de la Madre Tierra, pero si como hermanos en cuanto hijos del Padre que
está en los cielos. La tierra, aun considerada hermana conserva la dignidad materna que tuvo en el pensamiento
arcaico.
) La duda metódica
b
La actitud critica de Descartes frente al pasado, no significa que se dedique al uso de sus facultades de conocimiento y
se olvide del pasado. Por el contrario, ese pasado tiene una enseñanza: debemos cuidarnos de no caer en el error y
debemos ser críticos respecto de nosotros mismos y no solo del pasado. Esto no nos lleva a la construcción de una
teoría del error, si no que nos lleva a la duda metódica, es decir, se trata de hacer de la duda un método.
Descartes no se conforma con conocimientos más o menos probables. En efecto para evitar los errores, las
incertidumbres, quiere alcanzar un saber absolutamente cierto, cuya verdad sea tan firme que esté mas allá de toda
posible duda. Descartes no puede aceptar lo dudoso, por lo cual, y con apariencia de paradoja, emprende el camino de
la duda. Hay que dudar de todo llevar la duda al límite, para ver si quede algo que se resista a ella.
Si no podemos analizar una por una todas las creencias, hay que tomar la fuente d e donde provienen esas creencias
para ver si son verdaderamente sólidas o no.
Las fuentes son:
- Los sentidos ( engaños y sueños )
- La razón ( discusiva e intuitiva )
La fuente sensible:
a) Debemos dudar de los sentidos. Descartes establecen que ellos nos han engañados alguna vez, es propio de la
prudencia no confiar jamás en aquellos que nos han engañado
b) Sin embargo, hay muchas cosas de las que no se pueden dudar. Por ejemplo, que estoy aquí, sentado junto al
fuego vestido con una bata, teniendo este papel en las manos y otras cosas por el estilo.
Sin embargo, en sueños, me eh imaginado estar como ahora despierto, leyendo, escribiendo, cuapndo en realidad,
estaba dormido y acostado. En efecto, no hay ningún signo seguro que nos permita establecer cuando estamos
despierto y cuando estamos dormidos.
El conocimiento racional: también tiene 2 argumentos:
a) Discurrir es pasar de una cosa a la otra. Confundirse por saltear pasos. Descartes sostiene que si algo falla en
alguna instancia, no puede ser absolutamente confiable. En la matemática, la más “racional” de las ciencias, existe
la posibilidad de equivocarse; aun en una operación sencilla como una suma, cabe la posibilidad del error. Por lo
tanto cabe la posibilidad de que todo conocimiento racional sea falso.
b) Sin embargo hay ciertos principios de los que no se pueden dudar: “todo objeto es idéntico a si mismo” (a = a) y
“el todo es mayor que la parte”. De estos principios no puede dudarse, por lo cual descartes propone el argumento
del “genio maligno”, es decir, un genio muy poderoso y a la vez muy perverso, que nos haya hecho de tal forma que
siempre nos equivoquemos.
Descartes no dice efectivamente hay tal genio maligno pero por ahora no tenemos ninguna razón para suponer que no
lo haya, es por lo tanto, una posibilidad.
Llegados a este punto, nuestro espíritu se encuentra tan cargado de dudas que parece que ya no puede pensar nada
mas.
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c ) El Cogito
Descartes, mediante todo este plateo, llega a la conclusión de que hay una certeza. La duda cuando llega al extremo
máximo se convierte en su opuesto: la certeza.
La certeza que encuentra, de la que ya no puede dudar es el “cogito, ergo sum”; que significa “pienso, luego soy”.
Cogito es todo aquello que forma parte de mi conciencia (temer, querer, recordar, percibir, imaginar, que es la vida
representacional de la conciencia) la única certeza es “soy conciente de lo que pienso”.
Descartes es el gran descubridor de la subjetividad. Cada persona solo puede hablar de su “mundo de
representaciones” y no puede salir de él.
Aunque suponga el genio maligno existe y ejerce su poder en mi, yo tengo que existir o ser, porque de otro modo no
podría siquiera ser engañado. El cogito constituye el primer principio de la filosofía porque constituye el primer
conocimiento seguro, y porque me pone en presencia del primer ente indudablemente existente, que soy yo mismo en
tanto pienso
) La cosa pensante
d
Podemos dudar de todo, menos de que en tanto pienso, soy. Pero ¿Qué soy yo? Según Descartes yo soy una sustancia o
cosa pensante.
Para el filosofo pensar no incluye solo la meditación intelectual, si no también la emoción, el dolor, las sensaciones.
Además afirma que este yo, cosa pensante, o alma, es independiente del cuerpo y mas fácil de conocer que éste, en
efecto, no se aun, si tengo cuerpo o no pero la existencia de mi alma es indiscutible. No hay duda de que yo conozco
mas mi mente, mi mundo anímico, que es transparente; que al cuerpo, mi mundo anatómico.
El cuerpo es pura extensión (la materia, la cantidad), el cuerpo es una pura materia extensa. En Descartes la noción
esencial del alma es la conciencia.
Si bien es cierto que el genio no puede burlamos acerca del cogito, puede en cambio, engañarnos acerca de cualquier
otro conocimiento por mas evidente que parezca. Es precioso buscar la forma de eliminar por completo la hipótesis del
genio maligno.
Esto lo va a lograr mediante la demostración de la existencia de la existencia de Dios. Es importante señalar que dicha
existencia es un paso esencial para que Descartes pueda establecer la existencia del mundo externo. Gracias a la
veracidad de Dios podemos estar seguros de todo lo que percibimos de manera clara es verdadera.
En ese mundo exterior está ubicado su cuerpo, respecto del cual no observa que pertenezca a su naturaleza ninguna
otra cosa que el hecho de que él es una “cosa pensante”, que su esencia existe simplemente en ser una cosa que piensa
y que, por lo tanto, es realmente distinto de su cuerpo y podía existir sin él.
Descartes constituye, pues, que los seres humanos están compuestos de cuerpo y alma.
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El hombre es sujeto, quiere decir que es en sí algo real. El mundo es objeto, quiere decir que solo es en su relación con
el hombre. Como mero objeto pasa a ser algo dependiente.
El hombre moderno, se distancia del mundo. La nueva actitud será de hostilidad y explotación de la naturaleza. El
hombre moderno hace la experiencia de su poder. El principio de la ética antigua fue “vivir conforme a la naturaleza”;
ahora se trata de hacer a la naturaleza conforme a nosotros; en lugar de estar el hombre sometido al mundo, somete al
mundo a su voluntad.
Pico de la Mirándola realizó un escrito llamado Discurso sobre la dignidad del hombre donde decía que Dios le dio a
cada ser una determinada propiedad pero cuando llegó al ser humano (Adam) ya no quedaban propiedades, por eso se
dice que tiene una naturaleza identificada. Como no le da nada, le da la posibilidad de que tenga todo (libertad). El
hombre si se lo propone, lo puede todo. El poder humano no tiene limitaciones. “Querer es poder”
Con Pico de la Mirándola aparece la idea de que cada uno es acreedor de lo que es. Es hijo de sus propios proyectos.
El hombre no tiene entonces naturaleza, sino libertad. El hombre moderno, hace axial la experiencia del poder y la
libertad, pero también de la distancia y la sociedad, ante todo respecto del mundo, pero también respecto del prójimo.
Este hombre da nacimiento al individualismo competitivo.
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Consideramos, por ejemplo, el derecho de propiedad. El derecho natural, soy dueño de todo lo que produje con mi
trabajo, pero me veo forzado a cuidar de mi propiedad porque nada me asegura que alguien me la arrebate. En el
estado civil, la ley garantiza mi propiedad y el gobierno, los jueces, la policía, se encargan de cuidarla. No son los
hombres los que están al servicio de la sociedad, sino la sociedad al servicio de los individuos, como instrumento útil
para el logro mas seguro de sus fines. Fundamos la sociedad civil para disfrutar con mayor seguridad de nuestros
derechos naturales.
Renunciar a la libertad lleva a la renuncia de la dignidad humana.
La tarea de la educación, es formar al hombre, dice Rousseau. Pero, ¿en qué modelo de hombre estamos pensando? Un
hombre que vea con sus ojos, sienta con su corazón, y tenga la guía de su conducta en su propia razón, no necesita de
nadie mas para ser. Seguro de si, autosuficiente, es un sujeto plenamente humano que vivirá siempre a distancia de los
demás.
2) El ser humano tal como debe ser: Esta es la versión ética que describe el ideal de una vida regida no por el
apetito natural, sino por la razón.
“Obrar de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como fin
al mismo tiempo y nunca solamente como un medio”. Se basa en respetar al otro y reconocer su autonomía,
paralela a la mía.
Pero se trata siempre de acentuar la distancia –no el espíritu comunitario- entre ellos y yo, ya sea como
competidores que se enfrentan o como personas morales que se respetan.
En síntesis, la sociedad humana debe ser pensada como la interacción distante de subjetividades libres y
autosuficientes que, celosas de su autonomía, sólo mantienen entre sí relaciones de exterioridad.
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Con los empiristas británicos (Locke, Hume..) nace una física o química mental: los elementos simples, atómicos
(sensaciones), se asocian entre sí según su afinidad (leyes de asociación) y dan lugar a los compuestos moleculares
(ideas) dotados de fuerza causal y capaces de producir actos de voluntad. Comprender el espíritu humano consistirá en
analizar estos complejos hasta llegar a los elementos simples y las leyes según las cuales se enlazan.
Así se va desenvolviendo una concepción naturalista de la subjetividad, cuya raíz la encontramos en la res cogitans de
Descartes.
Llamaremos objetivistas a las concepciones del hombre que lo definen como una cosa más del mundo. Ejemplo
objetivista, Augusto Comte, desde la clasificación de las ciencias: establecía una jerarquía que comenzaba con la
matemática, astronomía, física, química, biología y sociología. Esperamos encontrar entre la biología y la sociología a la
psicología. Pero no hay psicología, porque no hay tal subjetividad en la visión de Comte.
La subjetividad se disuelve en la objetividad de la vida o de la sociedad. De otro modo, el hombre aparece:
- Como algo que formando parte del mundo animal, es moldeado y orientado en su vida por su realidad
biológica, o
- Como algo que formando parte del mundo social, es configurado por la sociedad a la que pertenece.
Tendríamos una concepción biologista o sociológica del hombre. En ambas, el sujeto carece de autonomía, es
meramente un resultado.
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Al principio solo se estudiaban aquellas actividades que aproximan el hombre al animal, como por ejemplo la
alimentación, y se dejan de lado las detalladas ramificaciones de la tecnología y de la palabra.
Mas adelante aparecen la ciencia y la tecnología como un conjunto de medios para un logro de fines exclusivamente
biológicos: la agricultura al servicio de la alimentación, la arquitectura al de la necesidad de refugio. Según Morris, es
un hecho observable la existencia de n instinto de exploración y el hombre mantiene durante toda su vida esa
inquietud y de ella resulta la investigación científica y tecnológica.
El concepto de anomia
La idea que Durkehim tiene de la forma de la naturaleza humana no socializada, no racional, es la que aplica a su
concepción de anomia, una condición humana que se caracteriza por la ausencia de reglamentación social.
Al no haber normas morales, el individuo se siente a la deriva.
La anomia es tanto una condición en la que la situación de la religión, el gobierno y la moralidad pierden su efectividad
como el estado psicológico que resulta cuando los individuos no tienen ningún propósito en la vida, y por lo tanto,
ninguna realización permanente.
Cuando las personas pierden el sentido de pertenencia a un grupo, pierden su propia identidad, su compromiso con
las actividades que creen que merecen la pena. Esta condición de anomia se expresa en los desordenes y desgracias de
las ciudades industriales modernas, donde no existe ninguna limitación de las necesidades humanas y deseos. De
manera que, sin el control del grupo social, la vida del hombre es de un constante deseo que resulta en “la enfermedad
de una aspiración infinita.”
El hombre anómico se parece al individuo competitivo que Hobbes cree que representa a la naturaleza humana
universal. En la sociedad industrial, los hombres parecen que pueden obtener lo que desean, pero tienen poca
capacidad para ponerle límites a sus deseos, tenemos una imagen actualizada del estado de naturaleza de Hobbes.
Lo que Durkheim quiere es reconstruir la sociedad y reconstruir así, al individuo resolviendo el problema de la
anomia.
» MARGARET MEAD
Margaret Mead (1901-1978) en lugar de estudiar la cultura como un todo, se detiene en los temperamentos
masculinos y femeninos a los que encuentra dependiente de la cultura.
Mead establece que encontramos los “arapesch”, hombres y mujeres que desarrollan una personalidad maternal, se
caracteriza por ser un hombre tranquilo, casado con una mujer de igual condición. Por el otro lado, están los
“mundugumor”, que suelen ser crueles y agresivos, es el hombre violento cuya esposa tiene el mismo temperamento.
Si la subjetividad (estructura de pensamiento, conciencia moral, emociones básicas) es una interiorización de la
objetividad cultural, también los desordenes mentales tendrán su fuente en la sociedades y un carácter histórico
cultural.
Por lo tanto, el hombre es algo formado por la sociedad a la que pertenece. La subjetividad no es originaria sino
resonancia interior de la exterioridad social.
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La filosofía de la existencia manifiesta el esfuerzo por trascender esa alternativa y aborda al hombre desde otro punto
de vista. El existencialismo considera que el “yo” no puede ser un objeto más del mundo. Si no es nada real (cosa)
ninguno de los conceptos que sirven para pensar las cosas son adecuados para ocuparse del ser del hombre: el yo no
puede ser pensado como las categorías con que pensamos las cosas.
El hombre, a partir de ahora, no será pensado como res extensa ni como res cogitans, sino como existencia.
1) La filosofía de la finitud
Sócrates, quien puede considerarse el primer filósofo de la existencia, insistía con su frase “conócete a ti mismo”, es
decir, reconoce los límites de lo humano, toma conciencia de la finitud del hombre.
Las experiencias del hombre moderno, sobre todo las del siglo XX, muestran la ilusión del “poder” del hombre gracias
a la ciencia y la técnica, muestran su aspecto negativo, destructor, siniestro. Este hombre, se caracteriza por poderlo
todo, ser dueño y dominador de todo y capaz de producirlo todo. Y sin embargo, el hombre no es capaz de producirse a
si mismo. Mi existencia, la de cada uno, es un hecho que se nos impone, que no hemos decidido, porque no se nos ha
preguntado si queríamos existir, y por ende no tenemos poder alguno. Antes de cualquier decisión nuestra, ya estamos
arrojados a la existencia. Cuando pregunto ¿por qué existo?, no puedo decir nada más que: porque si.
La filosofía de la existencia pretende acabar con la ilusión de poder que el hombre se arroja a si mismo. La filosofía de
la existencia es una filosofía de la finitud, cuyo punto de partida se encontrará en la existencia de cada uno.
A muchos escritores, filósofos, teólogos se los ha llamado “existencialistas”. Hay 3 preocupaciones que son centrales al
existencialismo: en primer lugar, el ser humano individual, en segundo lugar, el significado o propósito de las vidas
humanas y en tercer lugar, la libertad de los individuos, como su más importante propiedad humana. Así los
existencialistas creen en la capacidad de cada persona para elegir por si misma sus actitudes, fines, valores de vida.
2) Martín Heidegger
Heidegger parte de la idea de que somos en cada caso nosotros mismos, un ente que tiene, entre otras posibilidades, la
posibilidad de preguntar. A este ente lo designa con el término “dasein” que equivale a “ser ahí”.
¿Por qué emplea Heidegger ese término? El hombre es, en efecto, el ‘lugar’, el ‘ahí’ (da) de dasein indica, también, que
éste se encuentra siempre referido a un lugar y a un tiempo determinado donde su “ser” puede realizarse. Heidegger
afirma que el “ser ahí” se caracteriza por la existencia. Esto significa:
1- El dasein no es nada fijo, como el ser de los demás entes, establecido por su respectiva esencia, sino que se
comprende a partir de sus posibilidades. No es algo hecho o concluido, sino algo que cada uno, en cada caso, se
tiene que hacer, es una tarea. Entonces, el dasein, es en-cada-caso-mío; es siempre alguien concreto, digamos,
una ‘persona’.
2- El dasein es un ser-en-el-mundo, no es un sujeto aislado. El término ‘mundo’ no se debe confundir con otras
nociones como la de universo o cosmos. Afirmar que el hombre es un ser-en-el-mundo es como decir que no
hay hombre sin mundo, ni mundo sin hombre. Ser-en-el-mundo es una estructura cuyos miembros se implican
mutuamente, cada uno de ellos sólo tiene sentido en función de la totalidad de la que forman parte. El ‘en’ del
ser-en-el-mundo se refiere a la circunstancia de que el hombre está ‘arrojado’ como ente en medio de los entes.
Heidegger reserva el término existencia para el ser del hombre. Entonces, solo el hombre “existe”. Las piedras, los
animales, etc “no existen”, lo cual no quiere decir que no los haya, sino que su modo de ser, no es el “existir” sino el ser
cosa.
Para determinar la noción de mundo, el filósofo parte de un análisis de la vida cotidiana, de qué se ocupa y preocupa el
hombre. Los entes de los cuales se ocupa el “ser ahí” en su vida cotidiana son los útiles, todo aquello de lo cual el dasein
puede servirse (el martillo, la lapicera, el libro, etc).
Pero el mundo no es solo un mundo de útiles, por el contrario, hay otros hombres que forman parte de él. En el mundo,
encontramos también a “los otros”, entes que tienen la forma de “ser” del dasein. El dasein es esencialmente “ser-con”,
el hombre siempre existe con otros hombres.
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3) Jean Paul Sartre
Sartre niega la existencia de Dios. No da argumentos para esta conclusión negativa, parece que la considera como algo
ya establecido por pensadores anteriores. El ateo no difiere solamente del cristiano en cuestiones de metafísica, sino
que debe mantener además un punto de vista diferente sobre la existencia humana.
Si Dios no existe, entonces todo está permitido. No hay valores, ni objetivos, ni leyes, ni ideas platónicas ni nada
similar. No hay un fin último separado a la vida humana; en este sentido la vida es “absurda”. Estamos desamparados,
abonados en el mundo para cuidar de nosotros mismos.
Sartre insiste en que el único fundamento de los valores es la libertad humana, cada uno elige los valores que desea
adoptar. El hombre existencialista es la conciencia infeliz, y esta conciencia se transforma en angustia. Tampoco Sartre
puede renunciar a ella: para él, la angustia es la conciencia de la libertad.
El hombre es el ser caracterizado por la libertad absoluta, en el sentido de que cada uno de sus actos es siempre
absolutamente original. No hay nada que preceda al hombre; el acto del hombre nace en el instante en que se realiza.
No hay normas o valores anteriores a cada hombre, sino que cada uno es creador de sus propios valores.
Lo único que el hombre no ha elegido, sino que le ha sido dado, es la libertad; por lo que el hombre está condenado a
ser libre.
El cuerpo propio
Para Sartre el cuerpo es una estructura de la conciencia, constituye su punto de vista a partir del cual organiza y
aparece en el mundo.
Este nuevo desarrollo del tema del cuerpo resulta de haber distinguido 2 perspectivas: el cuerpo como ese objeto que
estudian la anatomía o la fisiología, objeto dotado de una cierta composición química, un peso y un color. Éste es el
cuerpo objeto, el cuerpo para otro, mi cuerpo tal como lo percibe, o el cuerpo ajeno tal como yo lo veo. Pero mi cuerpo
propio para mi, no está entre los entes del mundo que miro, toco y uso. No veo mis ojos sino el color de las cosas, no
siento mis manos sino la dureza del escritorio.
Sartre, buscando determinar qué sea el cuerpo en su ser para sí, desarrolla una deducción de la corporeidad. Partimos
de la conciencia como nuestro modo más inmediato de ser en el mundo. La conciencia y el mundo son seres relativos
porque:
a) La conciencia es siempre conciencia del mundo
b) El mundo no puede hacerse presente sino adquiere un orden, un delante, atrás, arriba, abajo. Pero todas
estas determinaciones no están en las cosas mismas sino que son relativas a un cierto punto de vista
c) Si la conciencia no tuviese un punto de vista, se disolvería en el orden del mundo, pero como la conciencia
es relativa al mundo, la desaparición del mundo arrastraría consigo la aniquilación de la conciencia
d) Por lo tanto, es condición necesaria para la conciencia tener un punto de vista
e) En consecuencia: es contingente que yo sea, que esté aquí. Pero es necesario que si soy, como conciencia,
sea en la forma de un ser ahí. Lo mismo vale para el mundo. Si el mundo ha de aparecer, su orden puede ser
cualquiera, pero necesariamente uno.
facticidad (nombre que le damos al carácter de ser de nuestro existir propio) de la conciencia que es el cuerpo.
Mi cuerpo para mí, no es una de las cosas que hay en el mundo, sino mi facticidad, aquello desde donde la conciencia se
abre al mundo.
Fisonomía (aspecto exterior de las cosas) del mundo remite al cuerpo como punto de vista, de tal modo que si
describiese mi mundo, expresaría al mismo tiempo todo lo que yo soy.
Consideramos el análisis de Sartre de la sensación: los sentidos no son más que particularizaciones de ese punto de
vista general que constituye el cuerpo propio. Así, el limón, es amarillo desde el punto de vista de la visión, acido desde
el punto de vista del gusto, rugoso desde el punto de vista del tacto. Igualmente, en mi experiencia de mundo, los
objetos son duros o blandos, pesados o livianos, en relación con mis fuerzas; altos o bajos, desde el punto de vista de mi
tamaño.
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4) La visión existencialista del mundo social
Para los existencialistas, la relación con el otro no es una simple coexistencia espacial o una simple relación de
conocimiento (mirando por la ventana veo que hay otros). Es una relación de ser, relación interna, no externa. Algunos
autores comparten este principio, aunque enfoquen las relaciones interhumanas con matices diferentes.
Heidegger analiza la estructura que hace posible todas las relaciones concretas con el otro. Esta estructura es el
ser-con.
Sartre busca una comprensión de las relaciones concretas con el otro, intenta descubrir “la presencia de tal o cual otro
concreto”.
Marcel acentúa el aspecto ético de esta relación, su valor en función de la plena realización humana.
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l esse (ser), para el hombre es un co-esse (co-ser). Es a partir de mi co-existencia con el otro que se constituye mi ser y
E
el ser del prójimo.
La filosofía de Marcel, constituye el camino que nos conduce del vacío a la plenitud, del tener al ser, de la objetividad a
la presencia, marcha mediante la cual se cumple acabadamente del destino del homo Viator (hombre que sigue un
camino). Regularmente, el otro no es para mí más que un objeto de mi mundo caracterizado, como cualquier otro
objeto, por un conjunto de propiedades q ue tiene y de funciones que cumple. Estas relaciones son abstractas: no es mí
ser total que se liga con el “ser del otro”, no somos tú y yo que nos encontramos, sino una función que uno tiene con la
que tiene el otro. Termino identificando mi ser y el ser de los demás con su función, haciendo depender su valor de la
eficacia con que la función es cumplida.
Las condiciones de la vida moderna inducen cada vez más a este co-existir vacío. No puede sorprender que en un
mundo así haya surgido la idea de una “ingeniería social” encargada de que los “recursos humanos” sean articulados,
calculados y aprovechados con la misma eficacia con que disponemos de los recursos naturales.
La experiencia del amor y las condiciones que lo hacen posible, se encuentran en la invocación por la que llamo al otro
a ser conmigo. Dejo de estar encerrado en lo mío, en lo que tengo, no lo trato mas como un objeto, sino que lo
reconozco como un tú.
La respuesta requerida por la invocación es la disponibilidad del otro. El ser disponible es capaz de ser enteramente
conmigo, no se limita a darme de lo que tiene. Así se funda el nosotros y en el seno del nosotros somos mutuamente
presentes, no objetos el uno para el otro.
Este ser al que accedemos por el amor es la persona. Pero la persona no es entonces un ser aislado, sólo es una
constelación de personas que se sostienen mutuamente en la intimidad de un nosotros.
En consecuencia, el ser no es una propiedad que cada uno tiene, como el color del cabello. El ser, es el nosotros a partir
del cual tú y yo somos. Solo la decisión de amar nos da acceso a esa plenitud del ser.
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● El concepto de ethos:
La palabra ethos es un término técnico, suele entenderse como carácter. Con el término ética se alude a aquello que es
lo más propio de una persona, su modo de actuar; en cambio, con el termino moral se alude a las costumbres, hábitos.
En el lenguaje filosófico general, se usa hoy ‘ethos’ para aludir al conjunto de actitudes, convicciones, creencias
morales y formas de conducta, sea de una persona individual o de un grupo. El ethos es un fenómeno cultural que suele
presentarse con aspectos muy diversos, pero que no puede estar ausente en ninguna cultura. Es, la facticidad
normativa que acompaña a la vida humana.
El ethos en su carácter de facticidad normativa, remite siempre a determinados códigos de normas o a sistemas de
valores, o a ciertos tipos de concepciones sobre lo que es moral y lo que no lo es. Que hay una pluralidad de tales
códigos, o sistemas o concepciones, es un hecho de experiencia, que puede ser siempre corroborado.
Cuando no todos opinan unánimemente de lo que ‘se debe hacer’, surge la duda, la pregunta básica acerca de qué se
debe hacer y la de por qué se lo debe hacer. Así, se inicia la ética filosófica, que es la continuación sistemática de la
tematización espontánea: en ella se procura ‘reconstruir’ los principios que rigen la vida moral, se intentan
fundamentar las normas.
Como la reflexión filosófica se efectúa según diversos criterios, también se mantiene la pluralidad, y es axial como a
determinados tipos de ethos les corresponden determinados tipos de ética.
● Sentido de la tematización:
Las distintas definiciones de ética convergen en un concepto: el de la reflexividad de la ética. Ella es un modo de
reflexión que apunta principalmente a 2 cosas:
1) A fundamentar las normas y
2) A aclarar lo mejor posible el sentido y el uso de los términos propios del lenguaje moral
La tematización, es una tematización reflexiva, con un doble aspecto, que corresponde a 2 niveles de reflexión: el de la
ética normativa y el de metaética. Para realizar la tematización, es necesario convertir algo en tema, en el asunto sobre
el que ha de conversar la ética, éste puede hacerse mediante:
1) Explicaciones: es la tarea de hacer hablar al ethos, y su forma más importante es la “reconstrucción normativa”
2) Problematizaciones: no solo el descubrimiento de planteos sino también el descubrimiento de ellos. Las
problematizaciones son lo propio de la actitud crítica en el examen de un tema
3) Investigaciones: esfuerzos para hallar soluciones posibles a los problemas. La investigación tiene el sentido de
rastrear algo; ella se convierte en acopio de información pero esa no es su finalidad, sino que debe teorizar la
información
4) Teorizaciones: elaboraciones de respuestas teóricas a los problemas descubiertos o afrontados
5) Ordenaciones (sistematizaciones): no en el sentido de construcción de “sistemas”, sino en el de operar
ordenada, sistemáticamente en cada uno de los pasos de la tematización
6) Meditaciones: toda autentica reflexión filosófica es a la vez una “meditación”. Se puede meditar a partir de los
resultados de una investigación. Ocurre que en la meditación genuina se produce el hallazgo de nuevas ideas.
Las meditaciones se hacen a través de diálogos
7) Discusiones (disputaciones): las preguntas deben estar formuladas de tal modo que le revelen al interlocutor
interrogado su propia ignorancia acerca de un determinado tema. El dialogo, la discusión mediante
argumentos, hace descubrir problemas, posibilita la “problematización” y obliga a la “teorización”. La
tematización del ethos alcanza sus formas culminantes en el dialogo, en las discusiones.
● La reconstrucción normativa:
La ética contemporánea ha descubierto el carácter “reconstructivo” de la tematización del ethos. Esto significa que,
cuando alguien se ocupa de la ética, re-construye elementos propios del ethos. La tematización del ethos solo es
posible a partir del reconocimiento de que el ethos no depende de esa tematización.
La problematización es un primer paso reconstructivo; entonces tiene que comenzar la investigación. Hay ciencias
reconstructivas que tratan de explicitar normas que gozan de un reconocimiento universal. Así, es también
reconstructivo el método pragmático universal: ahí se trata de convertir la conciencia explicita de reglas (un “know
how”) en una explícita (un “know that”). Digamos que toda reconstrucción normativa es una especie de “saber acerca
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de un saber”. Es un saber sapiente, en tanto que el saber sabido (objeto de la reconstrucción) no es realmente
consciente mientras no está reconstruido, y cuando lo está, es decir, cuando se hace consciente, se confunde con el
saber sapiente, el saber de la ética normativa reconstructiva.
La reconstrucción normativa es una tarea ardua, porque se conoce y a la vez, no se conoce lo que se trata de
reconstruir.
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Visión panorámica de los 4 niveles de reflexión ética:
4 aspectos generales constitutivos del ethos:
1) El ethos pre-reflexivo, el conjunto, no cuestionado de creencias morales, actitudes orales, códigos de normas, etc.
El “piso” desde el que en todo caso se inicia cualquier reflexión sobre cuestiones morales.
2) Fundamentos de normas y valoraciones; dan lugar a tareas de “fundamentación y crítica”.
3) La “semiosis” del ethos, es decir, el lenguaje especifico en el que se expresa lo normativo y lo valorativo. La
reflexión sobre la semiosis es expresada con un metalenguaje.
4) La facticidad normativa como tal, es decir, la realidad empírica de las creencias, las actitudes, las costumbres, los
códigos; los aspectos objetivos de ese fenómeno, incluyendo los actos de reflexión sobre él mismo.
Los cuatro niveles pueden, en general, distinguirse muy fácilmente por el tipo de pregunta que cada uno trata de
responder:
- Reflexión moral: ¿Debo hacer X? → solicitan un consejo
- Ética normativa: ¿Por qué debo hacer X? → piden justificativo o sea, fundamentos normativos
- Metaética: ¿Está bien planteada la pregunta anterior? Y ¿por qué o por qué no? → demandan aclaraciones sobre
significados y usos de los términos normativos
- Ética descriptiva: ¿Cree A que debe hacer X? → reclaman concretas informaciones descriptivas
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n este nivel de reflexión la atención está dirigida a la cuestión de validez de los principios morales. Aquí está presente
E
la razón. La ética normativa es la búsqueda de los fundamentos de las normas y de las valoraciones. Dicha búsqueda va
asociada a la crítica, es decir, al permanente cuestionamiento de cada fundamentación. Fundamentación y crítica son
tareas opuestas, pero a la vez, complementarias. Tanto la fundamentación como la crítica son tareas filosóficas.
La ética normativa se hace necesaria porque el hombre, junto a su saber moral, tiene también la tendencia de
engañarse a uno mismo. La reflexión ético normativa, sistemática, operando con argumentos racionales, impide, o al
menos dificulta, obstaculiza el engaño.
La ética normativa no es cuestión de gustos; es también ciencia, es decir, puede conducir, si opera sistemáticamente y
con metodología adecuada, conocimiento auténtico.
La ética normativa dispone de respuestas racionales para explicar el hecho de la pluralidad de códigos normativos.
La Metaética
No hay que confundir la metaética con la ética analítica. Lo que califica a la ética analítica es su metodología, mientras
que el término metaética designa un nivel de reflexión en el que pueden utilizarse también métodos no analíticos y en
el cual trabajó de hecho la filosofía práctica desde la antigüedad, aunque no fuera consciente de ello y aunque no
existiera esa designación. Incluso hablar de la metaética es una forma de hacer metaética. Esta se expresa en todo
“metalenguaje” cuyo referente es algún aspecto lingüístico del ethos. Podemos decir que hay en el ethos, o sea, en el
fenómeno moral, siempre un factum y un dictum, o como lo expresa Abraham Edel: hay una moralidad “operante” y
una modalidad “verbal”.
Frankena es un pensador analítico que está muy cerca del reconocimiento de que la ética normativa y la reflexión
moral son 2 niveles distintos: él llama “ética normativa” a ambos, pero distinguiendo la referencia a cuestiones
generales de la referencia a cuestiones particulares.
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Richaro Brandt admite que la ética normativa no solo se propone la formulación de principios éticos válidos, sino
también una defensa o justificación de la aceptación de dichos principios. Las tareas propias de la metaética serían
para Brandt:
1) Establecer el método correcto para fundamentar los enunciados éticos normativos
2) Establecer el significado de los términos y enunciados éticos (decidir, por ejemplo, si tales enunciados son
descripciones de algo o predicciones, mandatos, recomendaciones)
En esas 2 tareas está relacionada la cuestión de la validez, de las proposiciones normativas y ésta es la razón de que la
reflexión ético normativa y la reflexión metaética a menudo se encuentran entre sí. Tales encuentros no deben hacer
olvidar que constituyen 2 niveles distintos de reflexión. La metaética, en síntesis, es el esfuerzo racional por aclarar
todo lo que “dice” la reflexión moral y todo lo que “dice” la reflexión ético-normativa.
La ética descriptiva
La ‘ética descriptiva’ es el nivel de reflexión ‘exógeno’ por excelencia. La intentio reflexiva proviene de afuera del ethos,
a diferencia de la reflexión moral y la ético-normativa, donde la intentio proviene del ethos mismo.
En la reflexión moral y la ético-normativa nos comportamos como pertenecientes al ethos. En la ética descriptiva, en
cambio, no nos vemos. Aunque eso que vemos sea algo de lo cual participamos, no participamos en ello mediante ese
acto de observación. Es más bien como si contempláramos una fotografía. En este nivel nos colocamos fuera del edificio
del ethos. Simplemente observamos, y describimos lo que vemos. A esto podemos llamarlo ‘ethoscopía’ y ‘ethografía’.
Es una tarea científica, no filosófica. Requiere metodologías e instrumental científicos. Estando el ethos compuesto de
creencias, la ética descriptiva verifica cuáles y cómo son tales creencias, pero no las enjuicia, ni expone creencias del
observador.
Los datos recogidos en cada caso por medio de procedimientos ethoscópicos particulares son elaborados luego por
cada ciencia según sus propósitos. La ética normativa puede utilizar la información de la ética descriptiva. Estamos,
entonces, ante algo más que estudios sobre costumbres, códigos normativos, creencias, etc., sino también ante la
descripción (ethografía) de la ‘facticidad normativa’, de su estructura, de su funcionamiento, de sus causas (u orígenes)
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en cuanto fenómeno general, y también de las causas de su individualización o desmembramiento en diversidad de
códigos morales.
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Se interesa por la semiosis del ethos (el dictum Se interesa por la facticidad normativa
normativo)
Es filosófica Es científica
Se expresa en un ‘metalenguaje’ Se expresa en un ‘lenguaje-objeto’
Tiene pretensión de ‘neutralidad’
NIVELES DE REFLEXIÓN
Reflexión Responde a la pregunta ¿qué debo hacer? Es - Forma parte de la ética aplicada
moral el primer grado de reflexión, se basa en el - Es un saber prefilosófico
consejo. La actitud de pedir un consejo o - Es endógena, acrítica
darlo. Son actitudes que van acompañadas - Es espontánea, asistemático
- Lenguaje normativo
de una reflexión moral. Es practicada por la
persona moralista y requiere un grado de
reflexión. Es imprescindible para obrar
correctamente.
Ética Responde a la pregunta ¿por qué se debe - Forma parte de la ética aplicada
normativa hacer X? Pertenece al saber crítico. Es la - Es un saber filosófico
búsqueda de los fundamentos de las normas - No es imprescindible para el
y valoraciones. Se hace necesaria porque el recto obrar
- Tiene que ser estricta
hombre, junto a su saber moral, tiene la
- Es endógena
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tendencia a engañarse a sí mismo. La misma - Lenguaje normativo
nos enseña a juzgar (está bien o está mal).
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El hombre que vive en una ciudad dada y se adapta a las normas exigidas es un ser convencional; el que se encuentra a
sus anchas por igual en cualquier Estado es un ser natural. El hombre natural sería según los sofistas un agente
premoral. El hombre natural no tiene normas morales propias y, está libre de toda restricción por parte de los demás.
La composición psicológica del hombre natural es simple: está empeñado en conseguir lo que quiere y sus deseos son
limitados. Su interés se ajusta al poder y al placer. Para lograr lo que quiere, tiene que incorporar valores morales
convencionales. Su estrategia consiste en poner el vocabulario moral convencional al servicio de sus finalidades
privadas (decir en los tribunales y asambleas lo que la gente quiere oír).
El sofista es, un profesional de la educación y de la cultura, que busca la información del ciudadano destinada a hacerle
mejor su conducta privada y pública. Un aspecto de esa educación es la capacidad para hablar mejor, construir mejores
discursos y argumentar en favor de la tesis propia con destreza “haciendo más fuerte el argumento más débil”. Su
profesión hacía de los sofistas un grupo de profesionales que aspiraban a conseguir de sus clientes una buena paga por
su trabajo cualificado.
EL EUDEMONISMO
Cuando Aristóteles (nacido 384 a.C. en Estagira) entró en la Academia de Platón, tenía sólo 18 años. Permaneció en la
escuela platónica durante 20 años hasta la muerte de Platón. Luego fundó su escuela: el Liceo.
El padre de Aristóteles era medico, y detrás de él había una larga tradición médica familiar. Es probable que el
apasionado interés de Aristóteles por la biología y el modo como hizo del ser viviente individual, científicamente
estudiado, el centro de su filosofía, sean el resultado de la tradición médica que heredó. La biología constituyó para él
la ciencia clave de su filosofía, al igual que las matemáticas lo habían sido para Platón.
La ética de Aristóteles
1) De la felicidad
Aristóteles alega que hay un solo bien hacia el cual se dirigen todas nuestras acciones. Éste es la meta de la ciencia
política, dentro de la cual queda comprendida la investigación representada por la ética.
Quizás nos formemos una idea mas clara de lo que es la felicidad si preguntamos cuál es la actividad característica del
hombre; se trata entonces, de indagar algo que hacen los hombres y ninguna otra criatura.
La ‘virtud’ es la ‘virtud moral’, pero esto es olvidar el añadido de Aristóteles: “lo bueno para el hombre es la actividad
del alma de acuerdo con la virtud; y si hay mas de una virtud, de acuerdo con la mejor y mas perfecta”. El hombre
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mas feliz de todos es el que se dedica a la contemplación científica; es decir, el hombre que es activo ‘de acuerdo
con’ una diferente clase de virtud, o excelencia, la ‘virtud intelectual’ de la sabiduría. El hombre activo de acuerdo
con la virtud moral es el que se encuentra en el segundo grado de felicidad, aunque como nadie es capaz de una
contemplación continua, las 2 clases de vida tienen que combinarse.
Aristóteles hace referencia a las cosas que las personas dicen acerca de la felicidad. Se refiere a concepciones que
hacen residir la felicidad ya sea en la virtud, o en la prudencia, o en la sabiduría, o en alguna de éstas acompañadas
por el placer, o, incluyendo la prosperidad material. “De estas opiniones, unas son sustentadas por muchos y
antiguos; otras, por pocos pero ilustres; y es poco razonable suponer que unos y otros se han equivocado del todo,
ya que en algún punto o en la mayor parte de ellos han acertado.”
La felicidad, el bien común, ha sido definida como una clase de actividad de acuerdo con la virtud; y los demás bienes o
son buenos porque son las condiciones previas necesarias de esta actividad (la salud), o son buenos porque
aportan los instrumentos para la felicidad (los amigos, la riqueza, el poder político). La felicidad es el ‘primer
principio y causa de todos los bienes’.
2) La virtud
Aristóteles define la felicidad como “cierta actividad del alma, dirigida por la virtud perfecta”. La felicidad no es un
regalo de los dioses, ni tampoco un producto del azar, sino que hay que conquistarla tras un largo ejercicio, por la
lucha y la práctica de la virtud.
Aristóteles considera al hombre como un compuesto sustancial: cuerpo material y alma espiritual. Este compuesto es
sujeto de pasiones, de potencias, y de hábitos. Las pasiones son aquellos movimientos del apetito sensitivo que
llevan el placer o dolor. Son pasiones, por ejemplo, la ira, el amor, etc. Las potencias son aquellas que hacen al
hombre capaz de experimentar las pasiones, es decir, aquello por lo que somos capaces de airarnos, amar, odiar,
temer, etc. Y los hábitos son cualidades adquiridas que hacen que el sujeto se comporte bien o mal respecto de las
pasiones, por ejemplo, en cuanto enloquecemos, nos comportamos mal si nuestra actitud es desmesurada o débil, y
bien, si obramos moderadamente.
La virtud, a causa de la cual se nos califica de buenos o malos, supone a la vez una disposición permanente (en
contraposición a la pasión, que es un movimiento pasajero) y una elección voluntaria (por lo cual se distingue de la
disposición natural); así pues, no puede ser mas que una manera de comportarse respecto de las afecciones, una
actitud permanente de la voluntad, una preferencia habitual o hábito preferencial.
Los vicios y las virtudes no son pasiones ni potencias, sino hábitos. Hay hábitos buenos y malos; la virtud es un hábito
bueno, que hace bueno al hombre y buenas sus acciones; los vicios son hábitos malos.
a) Las virtudes intelectuales
Aristóteles distingue 2 clases de virtudes: las virtudes de la parte apetitiva del alma, que se puede entender como
racional o irracional (irracional porque puede oponerse a la razón; racional porque puede obedecerla); y las
virtudes de la parte que es racional en la aceptación propia del término. Las primeras son las virtudes éticas:
liberalidad, fortaleza; las segundas son las virtudes intelectuales como la sabiduría, la comprensión.
En la parte racional del alma hace una subdivisión entre: entendimiento teórico y p ráctico. El teórico se basa sobre
cosas universales y necesarias; su objeto es la verdad, lo que no puede ser de otro modo.
El práctico tiene por objeto cosas particulares y contingentes, que pueden ser o no ser. Es al entendimiento práctico al
que corresponde deliberar sobre las acciones en particular. La virtud intelectual que regula la función creadora
es el Arte que consiste en ‘cierta facultad de producir dirigida por la razón’. La virtud intelectual que se ocupa
de esto es la prudencia (virtud esencialmente práctica, cuya función consiste en deliberar bien para obrar
bien).
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b) La virtud ética
La virtud se produce mediante la ejecución de las acciones que corresponden, es decir, que nos volvemos justos
cometiendo actos justos, valerosos haciendo cosas valientes.
Las virtudes, al igual que la salud, son destruidas por el exceso o por la falta, y son producidas, incrementadas y
preservadas por lo que es proporcionado.
Según Aristóteles, el hombre virtuoso no es el que lleva a cabo determinadas cosas, sino el que las ejecuta de una
manera determinada: -debe actuar con conocimiento, -debe elegir lo que hace y –elegirlo por su propio valor, y
“su acción debe surgir de un carácter firme e invariable”. Así la liberalidad consiste, no en la abundancia de las
cosas que se donan, sino en la disposición de quien las da. Esta última condición nos permite ofrecer una
definición general de la virtud ética:
La virtud ética es un hábito adquirido, voluntario, deliberado, que consiste en el justo medio en relación a nosotros, tal
como lo determinaría el buen juicio de un hombre prudente y sensato, juzgando conforme a la recta razón y a la
experiencia.
Clasificación de las virtudes éticas:
- Las que regulan la parte irracional del alma:
1) Fortaleza o valor: relacionada con el dolor y constituye el medio entre 2 extremos viciosos: cobardía y
temeridad
2) Templanza: regula los placeres de los sentidos y consiste en el medio entre la insensibilidad y la
intemperancia
3) Pudor o modestia: maneja a las emociones, y se sitúa entre la timidez y la impudencia
- Las virtudes que se refieren a las relaciones sociales del hombre con sus semejantes:
1) Liberalidad: se refiere al uso de las riquezas. Consiste en un medio entre la tacañería y la prodigalidad
2) Magnificencia: se trata del uso de las riquezas cuando hay que hacer grandes gastos. Se halla entre la
mezquindad y la fastuosidad grosera.
3) Magnanimidad: se centra en la gloria y los grandes honores. Tiene su medio entre la pusilanimidad o
ruindad y la megalomanía o vana ostentación.
4) Justicia: es la virtud por excelencia, comprende a todas las demás. Introduce la armonía asignando a
cada parte la función que le corresponde. Aristóteles fundamenta la justicia propia del hombre
constituido en sociedad y que se puede traducir por justicia política, civil o social.
Según Aristóteles, la justicia, considerada como virtud moral, consiste en 2 cosas: a) la obediencia a las leyes, ajustando
a ellas la conducta del ciudadano; b) la relación a los demás individuos considerados como
ciudadanos iguales y libres (la justicia tiene por medio la igualdad) .
LA FILOSOFÍA HELENÍSTICA
La ascensión de los reyes de Macedonia al poder supremo de Grecia y el gran impulso conquistador de Alejandro
Magno hacia el Este, acabó finalmente con la vida intensa, restringida y concentrada de las ciudades griegas
independientes, dotadas de todos los elementos necesarios para bastarse a sí mismas. Hubo un gran número de
individuos que se habían separado de la vida propia de las ciudades-estado, intelectuales cosmopolitas o soldados
aventureros para quienes al menos los lazos que los unían a su ciudad natal eran muy endebles.
En Grecia se produjo un gran cambio decisivo, cambio que afectó a las minorías educadas. El ciudadano griego había
perdido ese sentimiento de seguridad que la vida de la ciudad antigua podía darle. No era simplemente un miembro de
una comunidad íntima y pequeña, en la que su código moral y sus prácticas religiosas se hallaban determinados por la
usanza, el medio ambiente y el urgente apremio de la opinión publica, representada por un cuerpo compacto de
ciudadanos.
Numerosas eran las personas que se sentían aisladas, que sabían que los antiguos fundamentos de la fe y la conducta
habían desaparecido y que nada tenían para reemplazarlos. Necesitaban buscar una norma de vida que les
proporcionara una íntima sensación de seguridad y estabilidad. Esto fue lo que las nuevas filosofías del periodo
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helenístico procedieron a suministrar. Pretenden ofrecer a sus adeptos, tranquilidad total e imperturbable contra
todos los golpes y cambios de la fortuna, contra la inseguridad mudable e inconstante de los asuntos humanos.
El objetivo inmediato y urgente es la búsqueda de una orientación moral, a la cual debe estar subordinada, como a su
fin, la orientación teorética. El pensamiento debe servir a la vida, y no la vida al pensamiento. La filosofía es ahora una
investigación de orientación moral, una investigación de la conducta de vida que ya no tiene su centro y su unidad en la
ciencia, sino que subordina la ciencia a sí como el medio al fin.
EL HEDONISMO
Epicuro y el Epicureísmo
La escuela que funda Epicuro, llamada ‘El Jardín’ difería de las escuelas anteriores (la Academia y el Liceo). Eran
admitidos mujeres y esclavos, la amistad posee una gran importancia ética en el epicureísmo. Los discípulos de Epicuro
no eran estudiantes que ‘estudiaban una materia’, sino hombres y mujeres dedicados a un cierto estilo de vida. Los
miembros de la escuela consagraban mucho tiempo a la lectura y explicación de los libros de Epicuro.
Placer y Felicidad
Epicuro asienta el siguiente principio: “Decimos que el placer es principio y fin de la vida feliz. Al placer, pues,
reconocemos como nuestro bien primero y connatural, y de él partimos en toda elección y rechazo, y a él nos referimos
al juzgar cualquier bien con la regla de la sensación”.
Al asentar el principio señala el objetivo de la ética, que trata de lo que debemos buscar y de lo que debemos evitar
para alcanzar ese vivir feliz que es el fin de nuestro existir. Así el principio del placer, la hedoné, constituye la meta de
nuestro actuar, o el blanco de nuestras acciones.
“Como demostración de que el placer es el objetivo final aduce que los animales, apenas han nacido, se encuentran a
gusto con él, y en cambio aborrecen el sufrir, de modo natural y al margen del razonamiento”.
Epicuro da por supuesto el que los hombres, al igual que todos los seres vivos, persiguen el placer y evitan el dolor.
Estamos genéticamente preparados para buscar lo que ha de causarnos placer y evitar lo que ha de causarnos dolor,
ninguna criatura cuya constitución sea normal puede tener otros fines. Esto no significa que estamos obligados a hacer,
sino que significa lo que es menester hacer si vamos a alcanzar con éxito nuestro fin, la felicidad o el placer más grande.
Epicuro niega todo estado o sentimiento intermedio entre placer y dolor. Sentir dolor y experimentar placer son 2
modos de expresar una única realidad. El placer es connatural al hombre, el dolor, tanto físico como espiritual, irrumpe
en el organismo desestructurando su armonía.
El proceso de eliminación de dolor culmina en sensaciones placenteras. Epicuro llama a este placer ‘cinético’ (como el
deseo de comer). La segunda clase de placer es el ‘estático o catastemático’, se caracteriza por la completa ausencia de
dolor y el disfrute del placer que perseguimos.
El deseo surge de un sentido de necesidad; el dolor, de carecer de algo. A fin de eliminar este dolor, el deseo ha de ser
satisfecho, y la satisfacción del deseo es placentera. El placer cinético es, una condición necesaria de un cierto placer
catastemático, mas no es tomado por Epicuro como un equivalente del placer catastemático.
Sostiene Epicuro, que el mayor dolor es la turbación mental producida por falsas creencias acerca de la naturaleza de
las cosas, acerca de los dioses, acerca del destino del alma.
Placer y Deseo
Ciertos deseos son naturales y otros vanos. Los deseos necesarios incluyen unos que son necesarios para la felicidad,
otros para el equilibrio del cuerpo y otros para la vida. La correcta comprensión de estas cosas consiste en relacionar la
elección y la aversión con la salud del cuerpo y con la liberación de la turbación mental, dado que éste es el fin de un
vivir bienaventurado. Porque es cuando sufrimos por la ausencia de placer que lo necesitamos.
Los deseos adquieren un orden jerárquico diseñado conforme a la naturaleza humana. De este modo distingue entre:
a) Deseos naturales y necesarios: se originan por reacción al dolor y una vez satisfechos restauran el
equilibrio necesario. Son fáciles de satisfacer.
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b) Deseos naturales pero no necesarios: surgen como variación del placer, no comportan dolor si no son
satisfechos. Son placeres difíciles de satisfacer y se refieren al placer de goce.
c) Deseos no naturales ni necesarios: son inconscientes y dañinos. Nacen de las vanas opiniones como
el deseo de coronas, estatuas y halagos.
El mayor placer es la liberación del dolor. El deseo de alimento y vestido es natural y necesario. El no poder satisfacer
ese deseo es fuente de dolor.
Placer y Virtud
La distinción entre placeres cinéticos y catastemáticos se aplica tanto al cuerpo como a la mente. Dado que el placer es
lo único que es bien en si mismo, la prudencia, la justicia, la templanza, la fortaleza, las tradicionales 4 ‘virtudes
cardinales’ de la filosofía griega, pueden valorarse sólo si son constituyentes o medios del placer. Las virtudes sólo
pueden valorarse si son medios en la obtención del placer. En este punto, la postura de Epicuro se opone al estoicismo.
Aunque Epicuro consideraba a las virtudes como medios y no como fines, sostenía que eran necesarias para la
felicidad y estaban inseparablemente ligadas a la vida hedonista: “La prudencia es el punto de partida de las fuentes del
placer y el mayor bien. Por tanto, la prudencia es algo todavía más valioso que la filosofía. De la prudencia nacen todas
las otras virtudes. Pues las virtudes se hallan de modo natural ligadas al vivir placentero, y el vivir placentero es
inseparable de aquellas”.
EL ESTOICISMO
Zenón (333 aC – 262 aC) fue influido por el cinismo, corriente iniciada por Diógenes. La influencia de los cínicos en los
estoicos quedará reflejada en el énfasis puesto por la indiferencia hacia las cosas exteriores, en la racionalidad como
sola fuente de la felicidad humana, en el cosmopolitismo moral, en la convicción de que la razón es una capacidad
humana innata que trasciende las fronteras culturales y geográficas, en la vida sencilla con una disciplina física y
mental.
El estoicismo fue el movimiento más importante e influyente en la filosofía helenística.
Los estoicos estaban convencidos de que el universo puede ser reducido a una explicación racional, y de que el mismo
es una estructura racionalmente organizada. La facultad que habilita al hombre para pensar, proyectar y hablar –que
los estoicos llaman logos- está incorporada en el universo. Sucesos cósmicos y acciones humanas no son
acontecimientos de 2 órdenes diferentes, son igualmente consecuencias de una misma causa –el logos- . La Naturaleza
cósmica o Dios (ambos términos se refieren a lo mismo en el estoicismo) y el hombre se relacionan como agentes
racionales. Si un hombre reconoce esta relación obrará de una manera acorde a la racionalidad humana, cuya
excelencia está garantizada por su voluntaria conformidad con la Naturaleza. Esto es lo que es ser sabio. La filosofía
natural y la lógica están en intima relación con este fin.
La ética estoica
En una de las analogías que utilizaban los estoicos para ilustrar la relación entre las subdivisiones de su filosofía, la
ética es comparada al “fruto de una huerta”. La Naturaleza, en el estoicismo, es la última fuente de cuanto posee valor.
La Naturaleza (Dios, causa, logos, destino) es un ser perfecto, y el valor de todo lo demás en el mundo se asienta sobre
su relación con la Naturaleza. La conformidad con la Naturaleza denota valor positivo y la contradicción con la
Naturaleza lo opuesto.
La parte y el todo
En este método de análisis la conformidad con la Naturaleza universal es referida a la naturaleza apropiada al tipo de
cosa en cuestión. La Naturaleza universal sanciona una norma para cosas particulares –la naturaleza de las plantas,
animales, hombres-, por referencia a la que cabe decir que alcanzan o no alcanzan sus fines individuales.
Podemos llamar a este método, el análisis según la perspectiva de la parte. La Naturaleza universal ubica todas las
naturalezas particulares, y a éstas solo cabe describirlas y evaluarlas desde la perspectiva del todo. La enfermedad, el
hambre, crean condiciones que hacen imposible a muchos vivientes funcionar adecuadamente. ¿Son tales hechos
30
contrarios a la Naturaleza? Nada es independiente del ordenamiento de la Naturaleza. Si un suceso es considerado
aparte de su relación con el cosmos como un todo, podrá ser valorado como natural o antinatural para la criatura
afectada por él. Desde la perspectiva de la parte, la pobreza y la enfermedad son antinaturales para la humanidad.
El universo como un todo es perfecto, y su perfección es compatible con una cierta cantidad de cosas que son no
naturales, si sólo se considera la perspectiva de la parte. Desde la perspectiva del todo, nada de lo que acontece a un
hombre es perjudicial. Ciertas cosas pueden ser perjudiciales si son contrarias a la Naturaleza desde la perspectiva de
la parte.
Al dotar al hombre de razón la Naturaleza le hace, desde la perspectiva de la parte un agente autónomo. El carácter
que desarrolla un hombre es su propio carácter, no el de la Naturaleza.
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en el sentido de que un ser racional se halla naturalmente predispuesto a preferir la riqueza a la pobreza. La riqueza no
posee valor relacionado con la virtud.
Los estoicos sostenían que la virtud, es plenamente constitutivo de la felicidad y el bienestar: para su bienestar un
hombre necesita virtud, y como la virtud es algo absoluto, el bienestar no admite grados.
Un hombre es para el estoicismo una parte integrante del universo. Las circunstancias externas de toda su vida son un
episodio en la vida de la Naturaleza universal, y están ‘en su mano’ sólo en cuanto él puede escoger aceptarlas o no
cuando ocurren.
Si el propio bienestar del estoico ha de hallarse ‘en su mano’, no puede depender del logro de resultados que no
pueden realizarse. Pero hay algo en el propio poder del estoico, su disposición como hombre racional. La Naturaleza
ordena que un hombre puede y debe alcanzar el bienestar sólo por medio de lo que está en su mano. Esto significa por
medio de la virtud, el único bien. La virtud es una ‘disposición racional consistente’.
Entre la virtud y el vicio no hay término medio. El hombre es justo o injusto, sin posibilidades intermedias, no puede
ser justo o injusto parcialmente. Quien posee la recta razón es el sabio, mientras quien carece de la recta razón es el
necio (todo lo hace mal y de modo vicioso).
El sabio estoico
La ética estoica presenta un grado de exigencia que puede parecer ‘inhumano’, pues hasta que el hombre no es bueno,
entonces es malo.
La ética estoica es idealista, ya que el sabio, a quien corresponde alabar, no se halla en la vida cotidiana.
El sabio es definido por su pericia moral. El sabio conoce lo que ha de hacerse en cada situación de la vida, y da todos
los pasos para hacerlo en el tiempo y el modo justos.
El sabio estoico está libre de toda pasión. La ira, la ansiedad, la codicia, el miedo, la exaltación, están ausentes de la
disposición del sabio. El sabio estoico no es insensible a las sensaciones dolorosas o placenteras, pero éstas ‘no
conmueven su alma con exceso’. El sabio tiene indiferencia a toda emoción, esto es, la apatía.
ÉTICA JUDEO-CRISTIANA
La ética de la salvación colectiva
La técnica de la salvación que se propondrá radicaba en la rectitud del juicio o valoración. Se trata de una ética
filosófica, esa tradición conserva la tesis platónica y aristotélica según la cual la ética es una ciencia, es decir, una
disciplina de la valoración y de la conducta según la razón. La ética constituía una técnica para evitar errores de
comportamiento. Si el error de comportamiento es una culpa, la ética clásica desde Platón hasta Séneca se configurará
como aquella forma de saber cuya finalidad reside en evitar la culpa.
El terreno de la salvación y la culpa hace una distinción entre la ética filosófica y la religión. La religión antigua era una
religión política, estrechamente ligada a la vida comunitaria e institucional de las ciudades antiguas. El mundo clásico
conoció paralelamente, una religión de la salvación (el judaísmo y el cristianismo). Los ritos religiosos debían
garantizar no tanto la liberación de la culpa. La salvación religiosa, a diferencia de la salvación éticofilosófica, era
colectiva. El cristianismo fue la religión de la salvación que mayor importancia adquirió desde el punto de vista de las
doctrinas éticas.
El cristianismo se convierte en una religión de la salvación, salvación que se funda en la fe, en el advenimiento próximo
del Reino de los cielos. La religión de la salvación por la fe se unió a la tradición ética clásica. Pero con una diferencia
fundamental: que el cristianismo añadía una vía colectiva de salvación.
La segunda llegada de Cristo y los lazos comunitarios a que ella daba origen creaban nuevas formas de solidaridad,
nuevos modelos de comportamiento y nuevas prestaciones, que son las virtudes cristianas: fe, esperanza y caridad.
Estas virtudes podían apuntalarse a las 4 virtudes clásicas del mundo clásico: templanza, fortaleza, prudencia y justicia.
Las virtudes cristianas pretendían dar lo que las virtudes de los filósofos no daban: la salvación de la culpa, la
liberación total del mundo.
Religión y moral
En las relaciones que pueden establecerse entre el cristianismo y la moral se ha de tener en claro lo siguiente:
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1) el cristianismo no es primariamente un sistema moral, sino una religión, caracterizada por una determinada
concepción de Dios y de su oferta de salvación a través de la persona
2) pero incluye, como parte esencial de la salvación ofrecida, las actitudes y conductas inequívocamente morales
en la sociedad humana
Lo moral es una dimensión en la religiosidad cristiana. El cristianismo privilegia la dimensión moral sobre otras
dimensiones porque privilegia la praxis interhumana al privilegiar el amor en su misma noción de Dios. Al Dios del que
puede decirse: “D
ios es amor”.
EL DEONTOLOGISMO
La propuesta de Immanuel Kant
Las doctrinas éticas tradicionales encontraban uno u otro fundamento de la moral en algo perteneciente a la esfera del
conocimiento. Ciertos conocimientos se consideran determinantes de lo que debe o no se debe hacer. Si la normal
moral se hace consistir en algo que se considera objeto de conocimiento, entonces la decisión y el juicio sobre la
conducta corresponderán al investigador, al ‘docto’, no al hombre. Por más que la moral pertenezca a la ‘naturaleza
humana’ y ésta sea la de todos los hombres, es el docto quien ‘sabe’ en qué consiste esa ‘naturaleza’.
Tal supeditación de la moral al conocimiento es incorrecta para Kant porque la conducta es algo mas primario que la
ciencia; la ciencia, la investigación, es ella misma algo que acontece dentro de la conducta, es una decisión y no la única
posible ni la única digna. Si ha de ser posible una decisión esencial del hombre acerca de su propia conducta, es preciso
que la Razón humana sea inmediatamente Razón practica, que no sea a través del conocimiento; que la decisión acerca
de la conducta no dependa del conocimiento de si hay o no un Dios, de si el alma es o no inmortal, de si las ‘notas’ de la
‘naturaleza humana’ son éstas o aquellas.
Necesidad y universalidad
La universalización en todos los órdenes es una tendencia en el mundo actual. Los rápidos medios de transporte y
comunicación, el proceso de industrialización, el desarrollo de la ciencia y de la técnica, el incremento de los niveles de
educación y otros factores similares tienden a acortar las distancias y a acercar a los pueblos. ¿Podemos aferrarnos a
nuestras normas de conductas o debemos esforzarnos para encontrar leyes morales que nos rijan como seres humanos
y no como miembros de una comunidad?
La experiencia puede proporcionarnos, en el mejor de los casos, una ley general, pero jamás universal, porque se basa
en hechos, pero un nuevo hecho puede quebrar la universalidad.
Kant aspira a que la ley moral sea universal y necesaria. Universal (valida para todos los hombres y en todo tiempo y
lugar); y necesaria (que sea así y no pueda dejar de ser así, que su negación sea inconcebible).
Si la ley moral ha de ser universal y necesaria, resulta evidente que no se la podrá derivar de la experiencia.
Kant señala expresamente otra razón que nos impide derivar una ley moral universal de la experiencia.
¿Cómo podríamos distinguir los buenos de los malos ejemplos si no tuviéramos previamente una noción de lo bueno y
de lo malo? ¿Por qué hemos de tomar como paradigma la vida de un santo y no la de un asesino, si no sabemos por
anticipado que la del primero es buena y la del segundo mala? Según Kant, la idea del bien y de la ley moral no se puede
extraer de la experiencia; mas bien juzgamos a ésta de acuerdo con la idea de lo que es bueno. Algo parecido ocurre
con la necesidad.
Las ‘leyes de la naturaleza’ nada ordenan, son una descripción de lo que ocurre en la realidad. La ley moral, en cambio,
se expresa siempre en forma de orden, mandato o imperativo: no debes matar, debes ayudar al prójimo, no debes
mentir, etc. No se trata de una descripción de la realidad, sino de lo que debe ocurrir.
La distinción entre el ser y el deber –ser- entre lo que acontece y lo que debe acontecer- muestra la imposibilidad de
que extraigamos la ley moral de la experiencia de la vida. La psicología y la sociología se ocupan de las formas reales de
conducta; la ética, en cambio, aspira a indicar cómo se debe comportar.
La ley moral, para Kant, debe ser no sólo universal, sino también necesaria. La experiencia no nos ofrece casos de
necesidad; las leyes científicas describen lo que acontece.
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a razón pura, y sólo la razón pura, no contaminada con ningún elemento empírico, será capaz, según Kant, de
L
descubrir la ley moral universal y necesaria que buscamos.
Lo ‘moral’
Es ‘moral’ aquello que no se justifica por la consecución de ninguna ventaja, aquello que no se justifica como medio
para un fin que nos interesa. En suma: la determinación moral de la voluntad es aquella determinación que no depende
de ningún fin, esto es: de ningún objeto de nuestra facultad de apetecer.
Quizá una moral no resulte ‘razonable’; pero no se trata de que sea ‘razonable’, sino de que sea racional.
‘Norma moral’ es una norma a la cual se reconozca una validez absoluta, por lo tanto sin excepciones y con total
independencia de la ‘conveniencia’. La normal moral ha de tener: certeza absoluta, validez universal y necesaria.
Determinación moral es sólo aquella que es absolutamente libre, ajena a toda coacción; y, precisamente por eso, es
necesaria, ya que no depende del hecho empírico que produce la coacción.
El deber
El deber y la ley moral tienen valor en si mismos; cualquier intento de convertirlos en un instrumento o medio para
alcanzar otra cosa, desvirtúa su naturaleza y la corrompe de tal modo que dejan de ser lo que son.
Para que una acción tenga valor moral es necesario que se haga por deber; cualquier otra razón se lo quita. La mera
conformidad con lo que debe realizarse no es suficiente para que sea moral.
El hombre que se complace cuando ayuda al prójimo, puede deberse exclusivamente a la inclinación psicológica que
siente moralmente. En tal caso, su conducta es conforme al deber, pero la acción no fue hecha por deber. Por
consiguiente, para que una acción tenga significado moral, no se debe hacer por inclinación, sino por deber.
Pueden distinguirse en 4 tipos de actos mediante ejemplos:
a) Acto contrario al deber: supongamos que alguien que se está ahogando, y que dispongo de todos los medios
para salvarlo, pero se trata de una persona a quien le debo dinero, y entonces dejo que se ahogue. Este es un
acto contrario al deber. He obrado por inclinación.
b) Acto de acuerdo al deber, por inclinación mediata: Ahora el que se está ahogando es una persona que me debe
dinero y sé que si muere nunca podré recuperar el dinero; entonces lo salvo. Mi acto coincide con lo que
manda el deber. Pero se trata de un acto realizado por inclinación, neto que se me debe. Esa inclinación es
mediata, porque no tengo tendencia espontánea a salvar a esa persona, sino que la salvo porque ella es un
‘medio’ para recuperar el dinero.
c) Acto de acuerdo al deber, por inclinación inmediata: Ahora el que se está ahogando y trato de salvar es
alguien a quien amo. Se trata de un acto que coincide con lo que el deber manda, es un acto ‘de acuerdo’ al
deber. Pero como lo que me lleva a ejecutarlo es el amor, el acto está hecho por inclinación, por inclinación
inmediata, porque es esa persona lo que deseo salvar.
d) Acto por deber: Ahora se está ahogando alguien quien no conozco en absoluto. Sin embargo el deber me dice
que debo salvarlo, como a cualquier ser humano, y entonces doblego mi inclinación, y por deber me esfuerzo
para salvarlo.
El deber es una noción fundamental en la ética kantiana, porque sólo es moral la conducta que en él se inspira.
La buena voluntad
El deber es la necesidad de actuar por respeto a la ley moral. Como se trata de una acción, tiene que intervenir la
voluntad. Una voluntad no es buena por lo que realiza, sino que es buena en sí misma, es buena por su querer.
Debemos agotar todos los recursos a nuestro alcance para lograr el fin; de lo contrario no se trata de buena voluntad,
sino de mero deseo.
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que un conocimiento; a esto le llama Kant un ‘imperativo hipotético’; la ley moral, en cambio, ha de ser un imperativo
categórico; el carácter de ‘categórico’ nos asegura que será precisamente práctica.
La ley (determinación universal y necesaria) de la Razón práctica no puede consistir en ningún ‘contenido’ (en ningún
objeto). Nos encontramos con una determinación cuyo único “contenido” es su misma universalidad y necesidad, su
mismo carácter de ley.
Según Kant, sólo los seres racionales poseen la facultad de obrar por representación de la ley, esto es, por principios.
Únicamente ellos poseen voluntad; como las acciones se derivan de las leyes por medio de la razón, “la voluntad no es
otra cosa que razón práctica”.
Los imperativos mandan hipotética o categóricamente. Los hipotéticos señalan la necesidad de una acción como medio
para conseguir otra cosa; el imperativo categórico, e n cambio, representa una acción como buena en sí sin que pueda
convertirse en medio para nada. Los imperativos hipotéticos son contingentes, porque en cualquier momento podemos
quedar libres de la constricción renunciando al propósito o fin; el imperativo categórico, en cambio, es necesario,
porque el mandato es incondicionado.
Kant da algunos ejemplos para ayudar a comprender su doctrina: la moralidad del suicidio. Una persona que se halle
desesperada y quien saber si es moral quitarse la vida, debe preguntarse si la máxima de su acción se puede tornar ley
universal de la naturaleza. La máxima sería: por egoísmo, un principio consistente en abreviar mi vida cuando ésta, en su
largo plazo, me ofrezca más males que agrado.
Tal principio del egoísmo no se puede tornar una ley universal. Como la máxima no se puede convertir en ley
universal, el suicidio es inmoral.
El imperativo categórico se distingue del hipotético en que tiene su fin en sí mismo. Al convertir Kant la ley moral, el
deber y la buena voluntad en fines en sí, ha convertido también al hombre en fin en sí mismo. Kant representa la
máxima exaltación teórica del valor de la persona humana.
CONSECUENCIALISMO ÉTICO
EL UTILITARISMO
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Bentham intenta reducir a sus justos términos el sentido y significado de los ‘intereses generales’ o ‘intereses de la
comunidad’: El interés de la comunidad es una de las expresiones más generales que puedan darse en el vocabulario
moral. El interés de la comunidad es la suma de los intereses de los diversos individuos que la componen.
El propósito de Bentham era convertir la moralidad en una ciencia exacta. La ciencia debe apoyarse en hechos, en
cosas reales que tengan relaciones definidas e impliquen una medida común. En el dominio moral, los únicos hechos en
que nos podemos apoyar son el placer y el dolor. Sobre estos fundamentos, la ciencia de la moral debería ser tan exacta
como las matemáticas.
Los placeres y los dolores, como consecuencia de las acciones, son llamados sanciones. Las sanciones físicas son los
placeres y los dolores que siguen a un cierto modo de comportarse, independientemente de la interferencia de otro ser
humano; las sanciones políticas son las que se derivan de otros individuos que no actúan físicamente; las sanciones
religiosas son las que se derivan de un “Ser superior invisible, legislador del universo”.
2) La acusación de sensualidad
La objeción que se hace al utilitarismo por los antiutilitaristas es que el ‘placer’ al que se hace referencia como meta de
la acción, es el placer físico o sensual. Llaman al utilitarismo como “la más superficial de todas las filosofías vitales
concebibles”.
Sin embargo, Bentham no solamente incluye los placeres de los sentidos, dentro de los cuales involucra el placer de la
salud, de la riqueza, y el podes, sino que también aparecen los placeres de la memoria y de la imaginación, los de la
asociación y la expectativa, y los de la amistad, del buen nombre, de la piedad y de la benevolencia.
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Para Bentham, la escasez y los consiguientes conflictos de intereses requieren una armonización artificial. La igualdad
es un objetivo consistente con las implicaciones del concepto benthamiano de utilidad marginal decreciente, según el
cual el placer obtenido con una porción de dinero es menor cuanta mayor sea la riqueza del individuo. “Cuanto mas se
acerque a la igualdad la proporción actual, mayor será la masa total de felicidad”.
Bentham quería alcanzar un modelo social normativo a partir del supuesto realista de que los hombres individuales
persiguen siempre su propio interés; es decir, una antikantiana unión entre el interés y el deber. Si la política es la
combinación de intereses diversos para conseguir un mayor beneficio para todos los implicados, “lo que es
políticamente bueno no puede ser moralmente malo”.
Los desgarros sociales creados por la primera industrialización introdujeron a Bentham a advertir en la monarquía
británica el predominio de intereses opuestos al bienestar general, y todo ello contribuyó a su evolución hacia la
democracia.
El sufragio universal igual y secreto se extiende a todos los ciudadanos, con restricción de los menores, los militares y
los analfabetos. En particular, Bentham defiende la legitimidad del sufragio femenino con el argumento de la igual
capacidad de mujeres y hombres de promover sus intereses y gozar de felicidad.
La democracia aparece como condición indispensable para la armonización artificial de intereses entre gobernantes y
gobernados.
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La filosofía moral de Mill tiene 3 aspectos: en primer lugar, está relacionado con su teoría del progreso humano. Una
sociedad en la que el pueblo busca los placeres superiores está más avanzada en su civilización que otra en que no lo
hace. En segundo lugar, el cultivo de los placeres superiores requiere libertad social, de modo que sólo una sociedad
libre puede ser en verdad civilizada. Por último, los hombres pueden vivir unidos más justamente a medida que
busquen los placeres superiores y no los inferiores. De este modo, el problema del gobierno queda resuelto en parte
por la busca de los placeres superiores para alcanzar la mejor forma de organización política.
El gobierno tiene la responsabilidad de educar a sus ciudadanos de modo que busquen los placeres mas elevados. La
educación moral es una de las responsabilidades de la sociedad buena y deberá ir dirigida al hombre no sólo como
animal que busca placeres, sino como ‘ser progresista’.
Utilitarismo y consecuencias
La corrección es función de las consecuencias. El término ‘moral’ para el utilitarismo no está referido a la subjetividad
de las intenciones sino a las consecuencias de la acción.
Son muchos los esfuerzos que se han hecho por definir la diferencia entre placer y f elicidad. Entre ellas existe una
satisfacción momentánea y una permanente o, una satisfacción prolongada: diferencia entre el corto y el largo plazo.
Cuando se nos pide que tengamos en cuenta las consecuencias probables a largo plazo de determinado acto o se nos
está pidiendo que consideremos el total neto de las consecuencias de un determinado acto o regla de acción. En este
aspecto Bentham tuvo razón. No es necesario que consideremos que la satisfacción futura probable está por encima de
la satisfacción presente.
Ningún futuro, ni siquiera los próximos 5 minutos, es cierto y lo más que podemos hacer en un momento dado es
actuar según probabilidades. Y existen personas capaces de preocuparse por el destino de la humanidad más allá de la
probable duración de sus vidas.
La mayoría de nosotros no puede evitar el hecho de valorar menos un bien futuro que uno presente. Todos
subvaluamos un bien futuro comparado con uno presente. Dará como resultado una menos felicidad total que un
curso de acción que estime o valore las futuras consecuencias de manera justa.
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Cuando el individuo actúa teniendo en cuenta sus propios intereses a largo plazo también lo está haciendo en favor de
los intereses a largo plazo de toda la sociedad.
1) La contribución de Hume
David Hume aportó a la ética la idea de que debemos adherirnos de manera inflexible a las reglas generales, explicó
por qué esto es esencial en beneficio de los intereses y felicidad del individuo y de la humanidad.
Hume se refiere a “las reglas generales e inflexibles necesarias para mantener la paz y el orden en la sociedad”. Todas
las leyes de la naturaleza que regulan la propiedad así como todas las leyes civiles, son generales y tienen en cuenta
algunas circunstancias esenciales del caso sin tomar en consideración las características, situaciones y vinculaciones
de la persona de cuyo caso se trate ni de las consecuencias particulares que pueden resultar de la aplicación de estas
leyes. La utilidad pública requiere que la propiedad esté regulada por medio de inflexibles reglas generales, resulta
imposible evitar las injusticias particulares o extraer consecuencias beneficiosas de cada caso individual.
Es evidente la necesidad de adherirnos a reglas generales; debemos guiarnos por condiciones de generalidad,
predicibilidad, certeza y no defraudar expectativas razonables.
Hume establece que, si bien la conducta debe ser juzgada por su ‘utilidad’, es decir, por sus consecuencias, por su
tendencia a promover la felicidad y el bienestar, los actos específicos debieran ser juzgados por reglas generales de
acción.
La idea de que cada conflicto debiera decidirse como le pareciera mejor a alguien, implica negar la necesidad de
cualquier regla.
EL NEOCONTRACTUALISMO
JOHN RAWLS: TEORÍA DE LA JUSTICIA
El hombre y su obra
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John Rawls era un clásico contemporáneo, profesor de filosofía moral, dedicó su vida académica a la ‘modesta’ tarea de
adentrarse en los temas de su especialidad.
Su esfuerzo fue por buscarle una salida a la filosofía moral utilitarista, que sólo encontraría su consumación tras una
ruptura entre la revitalización y reinterpretación de la teoría clásica del Contrato Social. El proceso evolutivo de la
reflexión rawlsiana consiste:
- de un lado, por afianzar su concepción de la persona moral e insistir en su impronta kantiana y
- de otro lado, por construir una concepción moral aplicable a la organización social y política ‘bajo condiciones
modernas’ mas que una teoría moral general y comprehensiva
El problema
El problema básico de la filosofía política en los momentos actuales es la fundamentación racional de las bases de la
convivencia social y política; o el problema de la legitimación del orden político.
El problema g ira alrededor de la clásica cuestión de la filosofía moral y política: ¿Cuáles son los límites y las
condiciones de posibilidad de la justificación racional de las teorías políticas y de los presupuestos normativos sobre
los que se asientan? R awls recurre a la teoría del Contrato Social para responderlo: recurre a un esquema de
argumentación “clásico y bien conocido”, pero perfectamente digerible para nuestra sensibilidad filosófica actual. Se
pretende justificar una concepción de justicia que constituya la base moral mas apropiada para una sociedad
democrática que exige poner a pruebas virtudes de los mecanismos de argumentación tradicionales. Rawls enmarca
dentro de una determinada tradición o ‘paradigma’, determinados supuestos que él trata de dotar de una nueva fuerza
argumentativa.
Presupuestos normativos
El punto de partida de Rawls consiste en establecer la “prioridad absoluta” de la justicia: es la primera virtud de las
instituciones sociales y ha de prevalecer sobre otros criterios como la coordinación, la eficacia o la estabilidad: no
importa que las leyes e instituciones estén ordenadas y sean eficientes: si son injustas han de ser reformadas o abolidas.
Cada persona posee una inviolabilidad fundada en la justicia que incluso el bienestar de la sociedad como un todo no
puede atropellar.
Nace otra de las ideas básicas de su teoría: la visión de la sociedad como un sistema de cooperación dirigido a la
satisfacción óptima de los intereses de todos y cada uno de sus miembros.
La colaboración social y los conflictos derivados de la distribución de los beneficios y cargas sociales, según como se
configuren, estaremos ante una ‘concepción de justicia’. Una vez articulada, toda concepción de justicia expresará una
determinada comprensión de los elementos estructurales básicos de la sociedad y de los fines de la colaboración social.
Pero el mayor problema de toda concepción de la justicia radica en definir cuáles sean estos principios, en dotar de
contenido a este ideal social.
En principio, se trata de ordenar la vida en sociedad: llegar a una concepción pública de la justicia, a una concepción
que pueda ser reconocida, aceptada por todos los miembros.
En términos de Rawls, el problema fundamental de una teoría de justicia reside en la necesidad de buscar los
principios más adecuados para realizar la libertad y la igualdad.
Se trata de una teoría de justicia política, y no metafísica o
epistemológica.
La argumentación de Rawls está dirigida a demostrar por qué acabaríamos aceptando sus principios de la justicia,
siguiendo 2 estrategias metodológicas:
a) La posición original: tales principios serían ‘elegidos’ unánimemente desde una posición original sujeta
a determinados condicionamientos formales. Serán válidos aquellos principios que resultaren elegidos
dentro de las condiciones formales que caracterizan esa situación inicial.
b) El equilibrio reflexivo: destinada a justificar los condicionantes que se dan en la posición original y
conducen de modo casi inexorable a la elección de tales principios. Para ello recurre a una prueba que
consiste en cotejar los distintos elementos de la posición original o los principios emanados de ella con
nuestras ideas o representaciones de lo que común e ‘intuitivamente’ entendemos por justicia.
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El ‘Constructivismo kantiano’
Para poner en marcha la primera estrategia, Rawls recurre a un método llamado “constructivismo kantiano” . Consiste
en especificar una determinada concepción de la persona e intentar derivar los principios de la justicia a través de un
proceso de “construcción”. El elemento mediador entre la concepción de la persona y los principios de la justicia es la
posición original o situación de igualdad y libertad, que se corresponde al estado de la naturaleza del contractualismo
clásico.
Según Rawls, una doctrina kantiana une el concepto de la justicia a una concepción de la persona, como capaces de
actuar razonable como racionalmente.
Por racional se entiende aquella acción dirigida a la satisfacción de los deseos o fines de un agente; lo que Weber
equivaldría a la razón instrumental o teleológica; los intereses o los fines de los demás entran en consideración
únicamente como factores que pueden afectar a la promoción de mi propio interés, obligándome a adoptar
determinadas ‘estrategias’ en orden a poder realizarlo mas efectivamente.
Por razonable se entiende al reconocimiento del ejercicio de los fines propios a la luz de los fines moralmente
justificados de los otros; incluye fines morales, supone que el agente está dispuesto a gobernar sus acciones por un
principio de equidad desde el que él y los demás puedan razonar en común.
Esta capacidad para actuar racional y razonable es manifestación del carácter moral de las personas como seres libres
e iguales y se corresponde a sus 2 ‘poderes’ básicos:
» la capacidad para formar, revisar y ejercer racionalmente una concepción del bien, y
» el poseer un efectivo sentido de la justicia, capacidad para comprender, aplicar y actuar a partir de principios
de justicia.
La relación entre ellos es una relación de igualdad, en sentido de que ambos son igualmente necesarios a la
personalidad. Lo razonable requiere y presupone, pero subordina a la vez a lo ‘racional’. Lo razonable equivaldría al
aspecto legislativo de la personalidad, mientras que lo racional sería su poder ejecutivo.
Bajo la prioridad de lo justo sobre lo bueno, se construye los principios de justicia:
► lo razonable operando como el marco de restricciones o limites que caracterizan y configuran la posición
original,
► lo racional, la búsqueda instrumental del propio interés, como la principal motivación presente a la hora de
elegir los principios de la justicia ya dentro de tal situación heurística
Así se entiende la vinculación de un determinado concepto de la persona a un proceso de construcción. La sociedad
bien ordenada viene a equivaler a una sociedad justa, cuyos rasgos derivan de la extensión del concepto de la
personalidad moral al marco social.
41
La posición original
Es una análoga al ‘estado de naturaleza’ del contractualismo clásico. Busca compatibilizar los poderes de la
personalidad moral (lo racional y lo razonable) a la hora de elegir los principios de la justicia. Lo ‘razonable’ o el
sentido de lo justo ha de subordinar el elemento ‘racional’ o la búsqueda teleológica del bien.
El objetivo de Rawls es utilizar la noción de la justicia puramente procesal anulando los efectos de las contingencias
específicas que ponen a los hombres en situaciones desiguales. Para lograr esto, supone Rawls que las partes están
situadas bajo un velo de ignorancia.
Nadie conoce su lugar en la sociedad, su posición o clase social; nadie conoce su propia concepción del bien, ni los
planes de vida, se supone que las partes no conocen su situación política o económica, ni el nivel de lectura y
civilización que han sido capaces de alcanzar. Las personas en la posición original no tienen ninguna información
respecto a qué generación pertenecen.
La razón de ser del velo de ignorancia no consiste sólo en representar a las partes como puros seres racionales libres e
iguales, sino en poner de manifiesto el carácter práctico y el papel social que debe cumplir toda concepción de la
justicia social: constituir un punto de vista compartido por todos los ciudadanos de una determinada sociedad a pesar
de las distintas convicciones morales, filosóficas o religiosas y las diversas concepciones del bien que puedan sostener
en cada momento.
Es difícil imaginar cómo puede operar el elemento motivacional dentro de esas restricciones, cada cual intenta avanzar
su propio interés. Rawls diseña su teoría de los bienes primarios, aquellos bienes que son deseados mas por exceso que
por defecto, y para satisfacer las distintas metas o proyectos básicos, los ‘planes de vida’. Estos bienes primarios serían
los derechos y libertades, las oportunidades y
poderes, los ingresos y las riquezas, así como el autorrespeto o
la
autoestima.
El ‘equilibrio reflexivo’
Ahora se trata de buscar argumentos convincentes que nos permitan aceptar como válidos el procedimiento y sus
principios. No basta con justificar una determinada decisión racional, sino que hace falta que los condicionantes y
demás circunstancias procedimentales sean justificados a su vez. Rawls introduce un elemento justificador que
consiste en: toda persona tiene una idea intuitiva sobre la justicia que nos permite definirnos sobre ella. De la
abstracción de estas ideas y representaciones de lo que común y cotidianamente entendemos por justicia deducimos
algunos principios elegidos en la posición original. Esta confrontación se entiende se entiende como un proceso de
ajuste y reajuste hasta que se logra una perfecta concordancia entre todos ellos. En esto radica el equilibrio reflexivo.
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Rawls pretende que seamos capaces de “razonar conjuntamente” sobre determinados problemas morales, ya sea
porque los hechos heredado de una tradición histórica, o porque son los mas congruentes con un orden moral concreto
del que todos participamos por una común educación.
Los problemas comienzan, por un lado, porque se declara a favor de un enfoque deontológico kantiano en la prioridad
de la justicia sobre el bien, que oponerse al utilitarismo; mientras que por otro lado, da la impresión de que busca la
justificación última de este planteo recurriendo a una argumentación ‘histórica’ en la línea de la evolución de la
conciencia moral.
HOBBES (1588-1679)
Para Hobbes, somos por naturaleza átomos, que tienen una existencia independiente fuera de la sociedad y debemos
aprender a cooperar.
Hobbes critica la idea de un alma incorpórea que puede existir separada del cuerpo. Para él, un hombre es un cuerpo
viviente.
Es subjetivista en ética. Para él, valores como “bueno” o “malo”, son una cuestión personal.
Hobbes escribió la obra Leviatán donde se preguntaba cómo seriamos los humanos si no existieran los Estados. A esta
hipotética situación de que los humanos existen sin un Estado se la llama “Estado de sociedad civil”, sin Estado de
sociedad civil estaríamos en un Estado natural que se caracteriza por:
- Un poder ilimitado caracterizado por quererlo todo
- Un mandato de la razón que ordena a cada uno conservar la vida
Sin Estado no hay educación, ni familia, ni instituciones; solo seriamos seres aislados en convivencia, seria un estado
de guerra permanente.
“El hombre es un lobo para el otro hombre”. En este esquema los hombres no son seres sociables.
Para Aristóteles, el vivir con otros, es decir, las polis, es algo natural en el hombre. Para Hobbes el estado de sociedad
civil es un estado artificial. La idea del paso de un estado natural a uno civil es mediante un “pacto social”.
En este hipotético estado no hay límite moral. Se caracteriza por el poder y la astucia. Cada uno utiliza su fuerza y
poder para conseguir lo que quiere a costa de los demás. En el pacto social se renuncia al poder, se crea una persona
jurídica llamada estado que reúne esos poderes, y está representado por un Rey o una asamblea de hombres.
Ese pacto se realiza cuando se pone en peligro la vida.
Los estados-nación se forman en la época de Hobbes, quien empieza a repartir nuestros derechos. Constituye un
resguardo para el principal derecho: el derecho a la vida.
Hobbes elige el valor seguridad e n lugar del valor libertad.
Hobbes se muestra como un moderno, pues la vida en sociedad es fruto de un cálculo de conveniencia y el estado es el
reaseguro de la conservación de la vida. El vivir con otros es en Hobbes, fruto de un cálculo egoísta.
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deducir que habrá ciertos individuos que vivirán por más largo tiempo. Tendrán la mejor oportunidad de dejar
descendencia y, por tanto, dado el hecho primero de la herencia, sus rasgos tenderán a propagarse, mientras que los
rasgos pocos ventajosos tenderán a desaparecer.
Además de esta argumentación muy general a favor del mecanismo de la evolución, hay considerable evidencia
empírica indicativa de que el hombre tiene antepasados comunes con otros animales.
DIAGNOSTICO
Las apelaciones a la racionalidad y a la responsabilidad moral han sido ineficaces para controlar el conflicto humano.
Lorenz explica esta ineficiencia mediante su teoría de que la agresión es innata en nosotros y precisa encontrar una
salida de un modo u otro. La razón es impotente por si sola; lo único que puede es inventar medios para fines ya
decididos sobre otras bases y ejercer el control sobre nuestra conducta únicamente cuando está respaldada por alguna
motivación instintiva. Así Lorenz, ve un conflicto entre los instintos implantados en nosotros por evolución y las
restricciones morales necesarias para una sociedad civilizada.
PRESCRIPCIÓN
Si la agresión es realmente innata en nosotros, entonces parece que queda poca esperanza para la raza humana. Sin
embargo, Lorenz muestra optimismo y cree que “la razón puede y quiere ejercer una presión selectiva en la dirección
correcta”. Pues cuanto mejor conocemos las causas naturales de nuestra agresión, tanto mejor podremos tomar
medidas racionales para reorientarla. El auto-conocimiento es el primer paso hacia la salvación. El siguiente es la
sublimación, la reorientación de la agresión hacia objetos sustitutos de manera que resulte inofensiva.
Finalmente, Lorenz pone una gran confianza en el sentido del humor humano, como algo que promueve la amistad,
impide el fraude y relaja la tensión sin la menor pérdida del control racional. Así pues, humor y conocimiento son las
dos grandes esperanzas de la civilización.
DISCUSIÓN CRÍTICA
La teoría de Lorenz del hombre, suscita graves dudas. La cuestión crucial es si su aplicación de los conceptos de
impulso e instinto es falseable por la observación y el experimento.
Pero lo mas dudoso acerca de la metodología de Lorenz, es su sugerencia de que “esos pequeños impulsos parciales”
se sujetan frecuentemente a uno o mas de los “cuatro grandes impulsos” (alimentación, reproducción, huida y
agresión).
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Aparte de éstas cuestiones metodológicas han de plantearse considerables dudas respecto al modo en que traslada
Lorenz sus argumentaciones de los animales al hombre. La teoría de la conducta pre humana de la índole de las
sugerencias de Lorenz acerca de lo que haya debido ser la competición entre tribus hostiles, son altamente
especulativas, y es difícil ver cómo podríamos encontrar cualquier evidencia en pro o en contra de tal teoría.
Estas dudas han de infectar el aspecto crucial de la teoría de la naturaleza humana de Lorenz -la idea de agresión
innata. Porque si la analogía tomada de los animales no lo prueba, hemos de recurrir a la observación directa de la
conducta humana para contrastarlo. Hemos de atender no a sus especulaciones, sino a los hechos. Los antropólogos
han descrito algunas sociedades en las que la agresión está notablemente ausente. Ello sugeriría que la agresión es más
socialmente aprendida que innata. En las sociedades industriales modernas parece que la violencia abierta varía un
tanto según el trasfondo social.
Hemos de juzgar la teoría del hombre de Lorenz como una generalización especulativa hacia un área de vital
importancia para la investigación de la naturaleza humana.
El objetivismo consiste en considerar al hombre como una cosa más del mundo desde la perspectiva científica, ya sea
desde lo biológico o lo sociológico.
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