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Pensamiento Clave
Solo podemos aceptar como dádiva lo que Dios nos da.
Una joven esclava que había sido tomada bajo esta condición en uno de los
ataques sirios a Israel, hablo a la esposa de Naamán sobre la gracia del Señor en
Israel a través del profeta, le sugirió que él seguro lo sanaría.
AL leer el rey de Israel la carta del rey Sirio interpretó que estaba buscando una
excusa para iniciar hostilidades, no comprendió que estaban buscando el poder
tras Eliseo.
Al saberlo Eliseo le indicó a Joram que enviara a Naamán; él tenía que venir ante
el profeta del Señor. Sin embargo las expectativas de Naamán se vería frustradas
por las instrucciones de Elise, que ni siquiera se presentó delante de él, sino que
mandó a uno de sus siervos que le dijera que se bañara siete veces en el Jordán y
sería sano. Para Naamán resultó ser un insultó que el profeta le diera esta
indicación cuando en Siria contaba con mejores ríos, más limpios que el turbio rio
Jordán.
Aplicación: de la misma forma el no haber tenido que hacer grandes cosas para
ganar nuestra salvación nos puede confundir y desenfocar de la gloriosa gracia
de Dios. Si fuera por esfuerzo propio entonces el honor de la salvación sería
nuestro, pero lo que el Señor pide de nosotros es creer con sencillez en su palabra.
Sin embargo, luego intentó pagar al Señor a través del profeta. De forma que no
es muy claro si su fe era una fe genuina o se trataba de un entendimiento pobre
del hecho y de una respuesta mística que requería ahora un pago de su parte.
Eliseo no recibió los regalos. Era necesario que Naamán aprendiera a recibir del
Señor sus bendiciones por gracia.
Cristo: Se puede observar como todas las cosas son gobernadas por la gracia de
Dios en Cristo. Por amor a Cristo todas las cosas saldrán para nuestro bien.
Los profetas debían valorar ahora todas las cosas recibidas como el milagro de la
gracia de Dios en Cristo. ¿Qué hay que no podemos recibir como un don de esa
maravillosa gracia?
Protección
En los días de Eliseo los enemigos de Israel eran los sirios y Eliseo es puesto por el
Señor en medio de Israel para revelar su bondad. De esta manera el Señor
mostraría su bondad al pueblo, que aunque no se la había pedido, el Señor se la
mostraría para poder avergonzarlo y traerlo de vuelta a Él.
Cada vez que el rey asirio enviaba sus bandas armadas para atacar alguna
región de Israel, el Señor le revelaba a Eliseo donde ocurriría la incursión y Eliseo a
su vez daba aviso al rey de Israel.
Al día siguiente, al salir Eliseo y su siervo vieron al ejército alrededor en las colinas
de la montaña donde estaba Dotán y entendieron que venían por ellos. El siervo
se atemorizó pero Eliseo lo conforto al recordarle que bajo la palabra del Señor se
está más que seguro, Eliseo dijo: “No temas, porque quienes están con nosotros
son más que los que está con ellos”.
En respuesta a la oración de Eliseo, fueron abiertos los ojos de su siervo y pudo ver
los carros de fuego de las huestes angelicales que los rodeaban. Al descender los
asirios contra el profeta, este oro pidiendo que fueran cegados y no pudieran
distinguir lo que veían. Al legar al sitio donde estaba Eliseo él les dijo que los
guiaría a la ciudad porque esa no era la ciudad que estaban buscando ni el
hombre que estaban buscando. Así fueron guiados por el profeta a la ciudad de
Samaria.
Aplicación: al igual que los sirios, cuando éramos incrédulos andábamos ciegos
respecto de nuestro pecado; en cambio los que andan en la luz de la palabra de
Dios andan con seguridad.
Al llegar a Samaria fueron abiertos sus ojos nuevamente y se vieron rodeados por
el ejército de Israel. Joram debía haber reconocido que sus enemigos le habían
sido entregados por la mano del Señor pero no lo hizo. Los consideraba sus
prisioneros, pero no los prisioneros tomados por la palabra del Señor.
Muchos de los habitantes habían ido a buscar refugio tras los muros de la ciudad
y debido a esto la ciudad estaba desabasteciéndose, lo que estaba
ocasionando una altísima inflación y gran escasez. EL hambre había llevado a
Israel a estar dispuesto a comer lo que fuera.
Eliseo, que estaba en la ciudad, había seguido predicando que el Señor sería
misericordioso con Israel si el rey y el pueblo se humillaban delante de Él. Sin
embargo el rey se vistió de cilicio pero solo bajo sus ropas reales. Al parecer el rey
no quería mostrar su humillación públicamente, se trataba de un asunto que no
había movido su corazón y antes lo llevaba a creer que por su penitencia ahora
merecía una pronta respuesta del Señor.
Dado que esta no era verdadera humildad, mostraba que estaba confiando más
en su propio merito que en la gracia del Señor. Por eso culpó a Eliseo y al Señor de
la situación, no había recibido liberación.
Al escandalizarse por el relato de una mujer que le pedía ayuda junto con otra
que estaban comiendo a sus propios hijos, rasgó sus vestiduras para que todos
vieran sus ropas de cilicio, pero no se arrepintió sino que culpo a Eliseo y envió un
mensajero a cumplir el juramento de dar muerte a Eliseo ese mismo día. En este
sentido el rey quería ahora romper totalmente su relación con la palabra del
Señor.
Al venir el mensajero, Eliseo anticipó el hecho y lo dijo a los ancianos que estaban
con Él, diciendo que hasta el mismo rey vendría tras el mensajero, pues no se
atrevería a romper del todo la relación con la Palabra del Señor. Mientras el rey
gritaba a Eliseo que todo era culpa del Señor, mostrando ningún arrepentimiento
ni él ni el pueblo, el Señor habló por boca del profeta anunciando que mostraría
su asombrosa gracia para su pueblo. Al otro día se vendería junto a la puerta de
Samaria una medida de harina por un ciclo y dos medidas de cebada por in
ciclo.
El autor propone una gran pregunta ¿Cómo el Señor podía prometer una
liberación tan grande a un pueblo no arrepentido como este?, la respuesta es
elocuente y consoladora, lo hacía únicamente porque miraba a su pueblo en
Cristo y lo amaba en Cristo. Aún en aquellos días había personas en Israel que
buscaban sinceramente al Señor. Es así como el Señor se anticipa con su gracia a
nosotros, concediendo gracia que no hemos pedido para ser conmovidos por
ella.
Hasta el rey guardó silencio pero el capitán en quién el rey se apoyaba se burló y
mostró su incredulidad. Al mostrar su obstinación e incredulidad se le hizo
imposible ver la asombrosa gracia del Señor. Eliseo le respondió diciendo que el
vería con sus ojos que esto sucedería pero que no comería de ello.
De este modo los sirios huyeron aterrados y los leprosos vinieron a ver las tiendas
pero no sabían que había sido el Señor quién había entregado el botín.
Testigos vivientes
Estando el rey preguntando a Giezi sobre las grandes cosas que había hecho
Eliseo, este le relató cómo había devuelto a la vida al hijo de la mujer sunamita.
Entre tanto que esto sucedía la mujer venía con su hijo a pedir la ayuda del rey.
Un testigo viviente de la fidelidad del Señor y de su obra estaba ante los ojos del
rey. El Señor estaba mostrando su gracia no solicitada una vez más, volvemos a
ver la gracia que viene a nosotros aún antes que pidamos por ella. Impresionado
por todo lo acontecido ordenó que se le devolviera a la mujer no solo su casa y
su tierra sino el pago del producto de la tierra de todo el tiempo que estuvo
ausente. Sin embargo, el rey no volvió su corazón en arrepentimiento al Señor.
Joram siguió los pasos de su padre Acab.
Se nos muestra una escena en la que se le entrega a Joram una carta de Elías
años después de haber este ascendido. Su relación con Acab por haberse
casado con su hija Atalía traería problemas y Elías lo había anticipado varios años
antes.
Pensamiento Clave
El Señor persigue la iniquidad de su pueblo a fin de exterminarla.
Eliseo fue llevado por el Espíritu a Damasco, la capital de Siria para cumplir con la
misión. Al enterarse Ben-hadad, que estaba enfermo, envió a Hazael para
indagar con el profeta si sería sanado. Eliseo le confirmó que Ben-hadad moría
pronto.
Después de mirar fijamente a Hazael, le reveló que el sería rey de Siria y que haría
cosas horribles a los hijos de Israel. El Señor había mandado a Eliseo a ungir a un
enemigo de su pueblo. Era como si el Señor hubiera abandonado a su pueblo y
ahora estuviera del lado de sus enemigos. En apariencia, él Señor se había
convertido en enemigo de su pueblo, pero al mismo tiempo o amaba en Cristo. El
autor resalta algo importante: lo que más le dolía era tener que castigar tan
severamente a su pueblo, de alguna manera el llanto de Eliseo reveló esa tristeza
divina.
Pese a que Hazael había sido llamado a ser el instrumento del Señor para castigar
a su pueblo, el corazón pecaminoso de Hazael no le permitía entender su papel,
él se regocijaba en que le causaría miseria a Israel. Por esto su conducta fue
pecaminosa delante del Señor.
Al morir Josafat, Joram mando a matar a todos sus hermanos y a algunos otros
príncipes. Así trajo una gran desgracia a la casa de David. En lugar de ser una
bendición para su pueblo, la casa de David se convirtió en una maldición.
Los filisteos y los árabes invadieron Judá, al salir a enfrentarlos, sus esposas e hijos,
con excepción de Atalía y Ocozías, su hijo menor, fueron con él. El ejército fue
derrotado y sus esposas e hijos tomados por la fuerza y saqueadas todas las
posesiones que tenía fuera de Jerusalén.
Luego Joram enfermó de los intestinos, sufrió por dos años y luego se le salieron y
murió en una terrible agonía. Fue sepultado en la ciudad de David pero no en los
sepulcros reales. No hubo duelo por él. Era como si el Señor lo hubiera desechado.
Su nombre no ocupó ningún lugar de honor en la lista de los reyes de la casa de
David.
Divinamente pisoteado
Ocozías, el hijo menor de Atalía y Joram, fue nombrado rey. Su reinado solo fue
de un año pues sus consejeros, que eran su madre y sus parientes de la casa de
Acab causaron su caída.
Ocozías se unió a Joram para enfrentar a Hazael el rey de siria. Pero Joram fue
herido en Ramot de Galaad donde fue derrotado por los sirios. Se retiró a su
castillo veraniego en Jezreel para recuperarse y hasta allí vino Ocozías; pero en
ese preciso instante vino el juicio del Señor por medio de Jehú y Ocozias apenas
escapó y se ocultó en Samaria. Luego fue muerto cuando trataba de huir de allí.
Siendo nieto de Josafat, Jehú le permitió ser sepultado. Sus siervos lo sepultaron en
Jerusalén junto a sus padres en la ciudad de David. El Señor mismo pisoteo a
Ocozías porque el espíritu de su abuelo Acab moraba en el más que el de su
abuelo Josafat. Sin emabrgo, por amor a Josafat, se le permitió un funeral
honorable.
Pese a que ejecuta el juico del Señor, Jehú no es movido por la obediencia al
Señor, sino por motivos diferentes. En la purificación que el ejecuta sobre Israel, es
tanto un tipo de Cristo como un antitipo de Él.
Pensamiento Clave
Dios purifica a su pueblo consumiendo a los impíos como el rastrojo.
Debido a que el hijo de los profetas se había alejado de manera repentina, Jehú
se encontraba bajo la prueba de o bien esperar nuevas instrucciones de parte
del Señor o apresurarse a hacer su propia voluntad tomando el trono por sus
fuerzas. Aplicación: el llamamiento de Dios siempre nos pone a prueba.
Al regresar con sus compañeros oficiales y bajo su insistencia, les reveló lo que el
hijo de los profetas le había dicho y se pusieron del lado de Jehú de inmediato en
su nuevo rol como rey. Los comandantes lo hicieron rey poniendo sus ropas
militares bajo sus pies, tocando trompetas y anunciando “¡Jehú es rey!” todo bajo
la complacencia de Jehú.
Con esto Jehú había escogido su propio camino, ya no era siervo de la gracia del
Señor para con su pueblo. La naturaleza pecaminosa de Jehú se había
apoderado de su llamamiento. Si bien el Señor llevaría adelante su juicio sobre la
casa de Acab por mano de Jehú, él mismo no estaría consagrado de corazón
mediante al fe a la causa del Señor al ejecutar dicha tarea.
Cristo: Algún día Cristo también ejecutaría la ira de Dios, pero lo haría en
completa sumisión al Padre, para que la gracia pueda triunfar.
La purificación de Jezreel
Jehú de inmediato se puso manos a la obra y se dirigió a Jezreel. Joram envió dos
mensajeros para indagar sobre su propósito pero él los añadió a su causa. Joram
salió a recibirlo con Ocozías buscando la paz, pero se le anunció que debido a la
idolatría y hechicería que habían sido introducidas por Jezabel se negaba tal
posibilidad. Emprendiendo la huida, Joram fue alcanzado por una flecha que
Jehú le clavó en la espalda. Su corazón fue atravesado y Jehú hizo arrojar el
cadáver fuera del carro. Esta escena sucedió en la parte del jardín que había
pertenecido a la viña de Nabot. Jehú recordó las palabras de Elias a Acab.
Ocozías logró escapar pero Jehú lo persiguió y sus hombres lo hirieron de muerte.
Fue sepultado en Jerusalén.
Por otro lado, Jezabel, harta de la vida, se maquillo con el deseo de morir como
reina, toda su vida había sido egocéntrica y moriría de la misma forma.
Al llegar Jehú, la hizo arrojar por una ventana y luego a pisoteo con su carro y sus
caballos. Después de comer y beber ordeno que se hicieran cargo de su cuerpo
pero los perros callejeros la habían despedazado. Así se cumplió la palabra de
juicio que Elías había anunciado sobre Jezabel. Con ella moriría para siempre su
nombre.
La purificación de Samaria
Jehú les dio la oportunidad a los comandantes de Samaria que escogieran entre
apoyarlo a él u oponerse. Eligieron apoyarlo y asesinaron a los setenta hijos y
nietos de Acab que había en la ciudad. Le enviaron las cabezas a Jehú, quién
uso el hecho para mostrar que el Señor estaba con él y ganar así el favoritismo del
pueblo.
Seguro de tener suficiente poder, Jehú mató a todos los que quedaban de la
casa de Acab y camino a Samaria mató a todo hermano o sobrino de Ocozías
que encontraba. Pues a través de Atalía también eran descendientes de Acab.
Pese a que en este juicio, Jehú no fue del todo, el Señor mostró el amor con que
busca a su pueblo. El Señor usó a Jehú para librar a Israel de la idolatría y de la
idolatra casa real.
Siguiendo en pecado
Ya que Jehú había ejecutado el juicio sobre la casa de Acab, recibió del Señor la
promesa de que sus descendientes ocuparían el trono por cuatro generaciones.
Todo pese a que Jehú no mostraba un corazón recto delante del Señor.
Cristo: La vida de Cristo resplandece en contraste con la de Jehú, Cristo fue fiel a
Dios en todas las cosas. Un día el será la llama que consumirá a los impíos como el
restrojo, Cristo mismo ejecutará el juicio de la gracia de Dios. Los que pertenecen
a Él juzgarán juntamente con Él.