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Universidad Nacional de la Artes

Seminario: Versiones sobre Hipólito de Eurípides - 2º cuatrimestre 2020


Profesor: Héctor Daniel Levy
Cursante: Irene Silvina Echenagucía

TP Nº1

PRIMER LUGAR: ESCUELA PRIMARIA DE GONZALEZ CATÁN

Escuela de González Catán, partido de La Matanza. Es una escuela de chapa, pintada de color
rosa, con ventanales extensos para proveer buena luz a cada aula. Cada ventanal tiene un
enrejado cuadriculado, hecho de tiras hierro ondeando, pintado de color bordó. Corren los años
noventa, más específicamente 1889. Ha habido una hiperinflación descontrolada y Alfonsín se
vio obligado a traspasar su mandato al presidente recientemente electo, Carlos Menem.

La escuela está emplazada en una esquina; en la ochava hay un portón alto de hierro, color
bordó, que se mantiene abierto durante los horarios de clase, desde las siete y media de la
mañana hasta las diez y media de la noche. Abre y cierra la portera Juana, una mujer baja y
gordita que vive enfrente de la escuela y que está cursando “la nocturna”. La fachada de la
escuela presenta dos ventanales de un lado y dos del otro. Al entrar hay un patio en forma de L,
cada aula y la misma dirección dan al patio. Del lado de la dirección, el patio está techado con
chapas sin pintar. Del otro lado, el patio está descubierto. Del lado derecho del portón de
entrada, hay tres baños. El primero es de mujeres, el siguiente es el de varones y el tercero es el
baño de los docentes. Cada baño, está construido con ladrillos sin revocar; tiene un excusado en
el medio. Hay una sola canilla al lado de la puerta y dos tachos de pintura. Uno sirve para
lavarse las manos, el otro para juntar agua y tirarla en el excusado. La precariedad de la
construcción, hace inevitable el olor a orín acumulado y a humedad, dado que no tienen los
baños un sistema de aireación adecuado. El techo de los baños también es de chapa sin pintar.
Del centro del techo de cada baño, cuelga un cable corto con una una lamparita descubierta,
siempre encendida mientras no la rompan o se queme. Como es frecuente que las lamparitas
falten, los maestros se ocupan de encender una vela en cada baño durante los recreos. Cada
baño cuenta con un tercer tacho de pintura de plástico dado vuelta, donde se apoya la vela
metida en la boca de una botella de vidrio de Coca Cola pequeña. Al lado de cada excusado,
hay un alambre grueso oxidado, doblado. A principio de mes, la portera inserta un rollo de papel
higiénico áspero, de color gris. En la tercera semana de cada mes, el recurso económico falta
para reponer lamparitas y papel higiénico, por lo que la mezcla de pis y sebo derretido se
intensifica.

La escuela cuenta con siete aulas, cuatro dan a la calle, dos de un lado y dos del otro. Por el
patio techado, pasando el baño, se llega de un lado a la dirección y un aula que dan al patio
techado, enfrentadas a ellas, dos aulas. Doblando hacia la izquierda, el patio sin techar que
enfrenta dos aulas, las que dan a la calle y dos que tienen puerta y ventana que dan hacia ese
patio corredor.

La dirección y la sala de maestros son una misma habitación, dividida al medio. Al entrar, hay
una mesa alargada de fórmica gris, con patas de hierro pintado de rojo. Sobre ella, hay tres hay
tres libros alargados, de tapa dura y hojas foliadas. En cada uno, hay una birome atada con una
cuerda. Al llegar, cada docente escribe el horario de llegada, su nombre y luego firma. Esto
ocurre en los dos turnos de la escuela primaria, mañana y tarde, así como en la escuela nocturna
de adultos. Uno de los extremos de la mesada, choca con una biblioteca mediana, de metal gris.
Las puertas se abren hacia el otro lado, donde hay una improvisada sala de maestros que cuenta
con un par de mesas pupitres de caño y fórmica blanca y varias sillas escolares de caño y
fórmica blanca o amarilla. La parte trasera de la habitación, dividida por una pared de
machimbre, es la Dirección de la escuela. Cuenta con un escritorio de fórmica marrón claro en
el centro y dos sillas escolares de cada lado. Detrás del escritorio, hay una biblioteca de
madera, pintada de blanco hace muchos años, luce un color amarillento. Está llena de carpetas,
cuadernos, biblioratos y pilas de papeles sueltos. En la pared contigua, hay una alacena rústica
de hierro, pintada de verde, muy alta. Está llena de cajas con papeles, borradores, tizas,
marcadores y un mapamundi. En la última esquina de la habitación, hay una bandera argentina,
parada sobre su mástil y, al lado, un cajón donde se amontonan mapas para desplegar sobre el
pizarrón. En la dirección, siempre huele a papel y a desodorante de ambientes floral, dulzón.
Las aulas están muy iluminadas durante el día. La escuela está ubicada en una zona semi rural;
muchos maestros la eligen dado que cobran un plus del sesenta por ciento por desfavorabilidad.
La ruta tres está a unos tres cientos metros de la escuela pero las cuadras no están muy
definidas, dado que hay terrenos sin edificar. Las calles son de tierra, cuando hay sol vuela el
polvo y cuando llueve, es imposible acceder a la escuela por el fango. Dentro de las aulas, hay
una mezcla de polvo de tiza y de tierra que reseca los ojos y los labios. Durante el día hay un
gran bullicio de niños y de maestros gritando sus clases para ser oídos. De noche, hay
murmullos, risotadas, alguna broma subida de tono. Los maestros hablan en voz baja y se
limitan a escribir en el pizarrón la tarea. Hay olor a cigarrillos, dado que los alumnos no
respetan la prohibición de fumar. Cuando terminan las clases, no más tarde de las veintiuna
horas, Juana se queda una hora y media más para levantar botellas, colillas y otros objetos
inconvenientes para los niños.
Quiénes la habitan: Durante el día, los niños y adolescentes de la primaria. Los chicos de la
zona viven en situación de pobreza económica, simbólica y afectiva. Pasan tiempo solos, dentro
de la casa o en la calle. Suelen repetir o empezar más tarde, por tanto, siempre hay niños
mayores a la edad esperable dentro de cada grado. Los maestros son jóvenes y la directora
también. Los padres de los niños no suelen ir a la escuela, ni siquiera cuando son citados.
Cuando van, suele haber discusiones y amenazas hacia los docentes o conductas agresivas hacia
sus propios hijos, si el docente le señala alguna falta cometida por ellos. De noche, van
maestros varones, en su mayoría, de contextura grande y carácter firme. El alumnado está
constituido por jóvenes y adultos que han repetido o abandonado sus estudios primarios. Suele
haber discusiones y juntas en la puerta con botellas de alcohol. Los maestros intentan cada día
que dejen de tomar en la escuela y de resolver pleitos a las trompadas.

SEGUNDO LUGAR: CINE CLUB DEL BARRIO DE PALERMO

El cine club Solaris empezó a funcionar en el garaje para cuatro autos de un grupo de jóvenes
militantes de izquierda que estudiaban cine. En 1985, decidieron dar un paso más. Como ya
habían lograron trabajos más estables o se habían decidido a aceptar el aporte de padres
adinerados, arrendaron una pequeña sala, ubicada dentro del club barrial Los sentimentales de
Palermo. Bautizaron el cine club con el nombre de la famosa película Solaris, dirigida por el
soviético Andréi Tarkovski, en 1972.

Còmo es el cine club Solaris:

Los sentimentales de Palermo es un club sencillo, popular, que propone actividades de


esparcimiento: tango, salsa, mesas de pin pon. Tiene una entrada principal amplia. A pocos
pasos, a la derecha, está la puerta que permite acceder al cine club Solaris. El fuerte del club
barrial es el bodegón que funciona dentro de él. Siempre hay olor a fritanga, dado que todos los
platos incluyen frituras. La gente que concurre al club es sencilla, contratando con el coqueto
barrio de Palermo la fisonomía del lugar, la gente que la transita y el olor a ajos y a fritos.

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