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¿Para qué leer?

Héctor Estrada Parada

No soy docente de carrera, graduado, pero mis alumnos me llaman


Profesor. Tuve la fortuna de crecer con un libro en la mano —“un libro”
en sentido figurado—. Toda mi vida he sido un asiduo lector y ahora
soy escritor y “promotor de lectura”. A diferentes niveles aprecio que
hay una deficiencia en la finalidad de la lectura. Lo observo en los
niños, en los jóvenes, en los adultos, en los profesionales. He llegado a
la convicción de que hay que asumir la lectura como un proceso. Lo
aplico en mis libros de cabecera, en los de las diversas áreas del
conocimiento, en las revistas científicas, en los trabajos y artículos
ubicados en la Internet, en las tesis de pre y posgrado que a veces
ayudo a elaborar y para lo cual investigamos abundantemente. Según
entiendo, leer es, en esencia, comprender un texto escrito y lo que
significa. Esto es, captar su sentido y cualidad. Leer es una actividad intelectual, personal —aunque
sin duda muy enriquecedora cuando se hace colectiva, en alta voz—, que requiere atención e
intención. Exige de nosotros un esfuerzo, pues vigoriza la inteligencia, nutre el vocabulario y
enriquece el bagaje de saberes. Hay que sentir la lectura, y citamos a Simón Rodríguez: “Lo que no
se siente, no se entiende y lo que no se entiende, no interesa”. Siendo un proceso que culmina en
un acto de entender, la lectura productiva suele tener tres momentos constitutivos. Ellos permiten
definir la actividad de la lectura como un todo. En una primera etapa se hace un análisis del texto,
que es más una resolución que recolección. Se trata de alcanzar las unidades elementales de
sentido, las afirmaciones esquemáticas que estructuran el todo. En este análisis se requiere
determinar aquellas afirmaciones que controlan la significación del texto en su conjunto, es decir,
las afirmaciones principales o sustantivas —de sustancia—. Ellas nos ayudan, a la vez, a
determinar la estructura del texto o rearticularlo. Esto nos lleva a la segunda fase, la de síntesis. Es
recomponer el argumento, dicho de otro modo, llegar a ver el conjunto de lo analizado desde la idea
central, el tema o la perspectiva que lo unifica. Es en la síntesis donde el oficio del lector se acerca
más al del escritor, pues aquí recomponemos el texto. El último de los momentos constitutivos de la
lectura es la crítica. Ella implica la apreciación del sentido y cualidad del texto. Con la crítica
examinamos la validez de lo que nos es propuesto, sea un escrito de intención teórica, práctica o
estética. Sólo cuando nos interrogamos acerca de la verdad de lo afirmado, asumimos del todo la
intención del texto y, con ello, su sentido. La crítica conduce a apreciar la cualidad del texto, que
significa determinar su mayor o menor perfección: su integridad, su armonía, su claridad y, en
general, su expresividad. Es ver si el texto está bien hecho, luego si nos gusta y por último, dónde
reside su atractivo para nosotros. Sentido y cualidad del escrito son su intelección. En esta crítica —
sea teológica, filosófica, científica, moral, histórica o literaria— pesa todo el conocimiento y la
experiencia que el lector haya podido adquirir. Leer, después de este proceso, debe en última
instancia sernos útil para varios fines. Teniendo el texto en la mente y la memoria, la lectura exige
relacionar aquél con el resto de nuestros conocimientos o con los nuevos temas que van llegando a
nuestro saber. Lo escrito y leído hay que poder evocarlo en el momento oportuno. Porque, después
de todo, ¿para qué leer? Para pensar y meditar en lo leído. Para que esa palabra ponga fin a
nuestro silencio en el trabajo que hace el intelecto al compartir. Para guiarnos a nuestro cultivo y
perfección intelectual, al afianzamiento de nuestra calidad humana; a ser parte activa de nuestra
cultura. Para disfrutar de lo bueno de la vida, que es fundamentalmente: el producto de la
creatividad artística en todas sus manifestaciones. Ya lo dijo Goethe: “Todos los días deberíamos
preocuparnos por escuchar buena música, por leer hermosos poemas, extasiarnos en lindas
pinturas y hablar palabras razonables”.
papasalitre@yahoo.com
tigrecervantes.blogspot.com

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