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La palabra duelo proviene del latín dolium que significa dolor y aflicción; es la reacción

emocional y del comportamiento que se manifiesta en forma de sufrimiento y aflicción


cuando un vínculo afectivo se rompe. Es una respuesta adaptativa normal que suele
producirse en el contexto de la muerte de un ser querido.

Ante la situación de emergencia sanitaria, hemos visto cómo en poco tiempo se ha


alterado la vida en nuestra sociedad. Con esto las medidas de prevención para frenar la
expansión del covid-19 están afectando a todos los sectores. En el sector de la salud se
hacen estrictos protocolos respecto a la hospitalización y aislamiento de personas
contagiadas; La norma del distanciamiento social para prevenir contagios, nos puede
resultar comprensible desde la razón y desde el deseo social de superar esta pandemia. Sin
embargo, cuando es un familiar o ser querido quien se halla enfermo, la razón falla y duele,
y es normal que sea así. Ya que el no poder acompañar a quien quieres y permanece aislado
en un hospital, ni poder apoyarte en otros familiares, no es lo deseable en esa situación y
genera más dolor. El final de la vida y el proceso de muerte de un ser querido es uno de los
momentos en la vida de toda persona donde más evidente se nos hace la necesidad de
contacto. La muerte de un ser querido nos confronta con el dolor de la pérdida, que trae
consigo uno de los mayores retos en todo ser humano, pero con las actuales normativas y
protocolos puede hacerse aún más compleja y traumática, dado que actos alrededor de la
pérdida tan significativos para el doliente como disponer del apoyo social en momentos tan
difíciles o poder desarrollar con normalidad los rituales propios de nuestra comunidad
(velatorios, ceremonias religiosas o rituales familiares, etc.) son muy importantes para que
el proceso de duelo sea normal y no se convierta en un duelo complicado, pero las
exigencias sanitarias actuales han limitado en gran medida estas expresiones que validan el
dolor y el sentimiento de pérdida de la persona doliente y por eso, dificultan la elaboración
de un duelo normal.
A partir de la situación actual miraremos desde que modelo y con qué técnicas se podría
trabajar el duelo en personas que han perdido seres queridos a causa del contagio y
posterior deceso por Covid 19.
Objetivo General

Plantear un modelo de intervención de duelo a familiares por la pérdida significativa de un


ser querido por Covid 19.

Objetivos específicos

- Identificar la concepción que tienen de duelo familiares de pacientes que fallecen por
Covid 19.

- Reconocer la influencia que tiene el contexto social en la asimilación de una pérdida de un


ser querido por Covid 19.
Fenómeno humano: duelo por fallecimiento de un ser querido a causa de covid 19

Según (Soto, Falcón y Volcanes. 2009) el duelo es un sentimiento subjetivo que


aparece tras la muerte de un ser querido; es un estado en el que el individuo transmite o
experimenta una respuesta humana natural que implica reacciones psicosociales y
psicológicas a una pérdida real o subjetiva (personal, objeto, función, status, etc.)

Según (Freud 1917) es la reacción frente a la perdida de una persona amada, o de una
abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc. No se considera un
estado patológico, se supera pasado cierto tiempo, pero puede no desarrollarse
normalmente y dar lugar al denominado duelo patológico “trastorno cercano a la
melancolía”. Freud caracteriza el duelo por la pérdida de interés hacia el mundo exterior en
todo lo que recuerde a la persona fallecida, la incapacidad o limitación para el trabajo
productivo.

Según (Melanie Klein 1940) todo duelo reactiva duelos infantiles tempranos y
conmueve toda estructura psíquica, toda perdida reactiva angustias y sentimientos de culpa
infantiles, y dependerá de cómo haya elaborado el lactante esas pérdidas - el pecho en
primer lugar, la adecuada o inadecuada resolución de los inevitables duelos posteriores.

Entre los diferentes procesos de duelo que enfrentamos el más doloroso es el que hace
referencia al final de nuestra vida y de los seres queridos. A medida que transcurre la vida
tenemos un contacto más directo y frecuente con la muerte, cuando mueren familiares y
amigos, su perdida nos enfrenta a nuestra propia realidad y futuro inevitable; para que la
muerte genere duelo debe tener algún grado de importancia y significado para quienes lo
pierden y que tengan lazos de unión estrechos, ya que lo esencial del duelo es el cariño
(apego) y la perdida. La muerte imprime al duelo un carácter particular de razón por ser
radical, implacable e irreversible. Una separación no mortal deja siempre abierta la
esperanza del reencuentro pero la muerte jamás.

Etapas del duelo normal:

El desarrollo clínico del duelo pasa siempre por las mismas fases

1. Inicio: se caracteriza por un estado de choque más o menos intenso, hay una
alteración en el afecto, con una sensibilidad anestesiada, el intelecto está paralizado
y se afecta el aspecto fisiológico con irregularidades en el ritmo cardiaco, náuseas o
temblor; la primera reacción es el rechazo, la incredulidad que puede llegar hasta la
negación, manifestada por un comportamiento tranquilo e insensible, o por el
contrario, exaltado. Se trata de un sistema de defensa. La persona que ha sufrido la
pérdida activa inconscientemente un bloqueo de sus facultades de información. Esta
fase tiene una duración corta, se extiende desde el anuncio de la muerte hasta el
término de las honras fúnebres.

Es posible que la fase de negación se acentúe más en el duelo por el covid-19, esto
es debido a la imposibilidad de materializar la despedida. Dicha situación puede generar
en el ser humano la sensación de irrealidad debido a no ver aquello que está ocurriendo,
aunque racionalmente se conozca del suceso. Además, lo inesperado de algunos
fallecimientos puede generar mayor dificultad de asimilar que está sucediendo.

2. Etapa central: es el núcleo del duelo; se distingue por un estado depresivo y es la


etapa de mayor duración. Al principio, la imagen del desaparecido ocupa siempre y
por completo la mente del doliente se añoran los pequeños detalles de la vida que se
compartía con el ser querido. A medida que pasa el tiempo alternan momentos de
recuerdos dolorosos con reorganización de la vida externa e interna de quien sufrió
la pérdida. Existe una depresión que se instala rápidamente después del
fallecimiento y que puede durar meses o años si no se hace bien el duelo. El
sufrimiento del duelo es la expresión y consecuencia del trabajo de liberación que se
opera necesariamente después de la pérdida de un ser querido; durante este periodo
a la intensificación de la relación con el desaparecido se asocia un sentimiento de
gran soledad, no solamente social si no también emocional.
3. Etapa final: es el periodo de restablecimiento y adaptación, comienza cuando el
sujeto mira hacia el futuro, se interesa por nuevos objetos y es capaz de volver a
sentir nuevos deseos y de expresarlos. En esta etapa se muestra interés por nuevas
relaciones sociales, se separa de los objetos personales del fallecido, guardando solo
los significativos; el estado depresivo se dispersa.
En estos días de aislamiento puede ocurrir que en algún momento nos demos cuenta de
que alguien que nos importa puede morir o incluso nosotros mismos. En este momento
comenzamos a sentir miedo a lo desconocido, miedo al dolor que sentimos y miedo
relacionado con una pérdida futura. En este momento se está iniciando nuestro duelo
anticipado, el cual se caracteriza por la aparición del proceso de duelo antes de la pérdida
real. Se vive la pérdida como si hubiera ocurrido en realidad, aunque aún no ha sucedido.
El duelo anticipado es una experiencia muy estresante pero totalmente adaptativa. Es un
dolor que no solemos revelar a nadie e incluso es posible que no seamos conscientes de este
miedo. Pero sentimos una extraña sensación (en la boca del estómago, en el pecho…) en
este momento surge la pregunta ¿Qué nos está ocurriendo? “Nos estamos preparando para
lo que nos espera”. Nuestro cuerpo y nuestra cabeza se están protegiendo, están tomando el
tiempo que necesita para aceptar los cambios que se están produciendo en nuestra vida.
Nuestro cuerpo y nuestra mente reaccionan a la situación de aislamiento a la que estamos
sometidos como medida preventiva y reaccionan a la noticia de que un familiar tiene la
enfermedad.

No somos inmunes al duelo anticipado, y puede ser tan duro como la misma perdida. El
duelo anticipado, incluye emociones, pensamientos y conductas relacionadas con la
pérdida. Todas estas reacciones son normales, adaptativas e incluso deseables porque nos
van a permitir continuar hacia delante. Durante este proceso podemos sentir: Angustia,
ansiedad, llanto, pena e incluso enojo y culpa; sentimientos inherentes al duelo. También
podemos sentir un aumento de la preocupación por el ser querido enfermo, donde influyen
variables como la incertidumbre, el desconocimiento, ya que el contagio por coronavirus se
da de una forma más inesperada y rápida, por lo que el impacto emocional en nosotros es
superior. No hay una preparación previa, además a esto se le suma el miedo que tenemos a
nuestro propio contagio. En el momento que acontece, es importante tener en cuenta que el
proceso de duelo será diferente al habitual. En ocasiones hacemos ensayos en nuestra
imaginación de cómo se puede producir la muerte e intentos de adaptarnos a la muerte de
nuestro ser querido y de las consecuencias que pueda tener. Sentir y pensar esto nos causa
dolor, pero un dolor adaptativo que nos va a permitir la aceptación de la situación
gradualmente, además de darnos la oportunidad de expresar sentimientos y resolver
conflictos pasados. Y nos permitirá ir elaborando planes para el futuro.
El  otro factor importante que puede generar mucha frustración y tristeza es la situación
de soledad en la que se encuentran los familiares contagiados, dónde no se puede hacer
nada por ayudarles. Esta situación puede generar mucha culpa, debido a no atender y cuidar
a nuestro ser querido. La poca información por parte de las entidades médicas, lo que nos
lleva a una desinformación del estado de nuestro familiar o amigo, la cual no ayuda en
dicha situación, ya que no sabemos  a qué tenemos que atenernos.

Debido a que diariamente fallecen personas por el virus de covid 19 a nivel mundial y
son sus familiares y seres queridos quienes resultan más afectados por no tener la
posibilidad de despedirse físicamente y realizar esta primera etapa del duelo, realizaremos
una intervención con la finalidad de brindar pautas y orientación con el fin de ayudar a
superar el proceso de dolor y confusión.

El modelo cognitivo conductual  es un modelo que combina la teoría del aprendizaje
con aspectos del procesamiento de la información. Intenta explicar cómo se instauran las
conductas durante la infancia y la adolescencia. Se centra en la manera cómo la conducta
humana se aprende o se adquiere. Se basa en la teoría de los constructos personales las
cuales afirman que las personas desarrollan una forma de estar en el mundo, en otras
palabras se crean una idea personal de como es y cómo funciona ese mundo en el que
viven; tienen sus propias expectativas acerca de lo que va a pasar en una situación dada, es
decir, hacen hipótesis subjetivas de probabilidades; y lo someten a experimentación,
mediante su conducta en interacción continua con esa realidad. La pérdida de alguien
significativo, se quiera o no llevaría, a la modificación de todos los constructos personales y
esto, tendría consecuencias futuras en otras relaciones.

En este modelo se pone en duda las hipótesis cognitivas sobre la propia persona, es
decir, la valoración que cada uno haga de sí mismo y que a su vez se forma durante las
relaciones tempranas de la infancia.

Según este enfoque la conducta es explicada a través de una serie de procesos y


estructuras mentales internas (memoria, atención, percepción) siendo por lo tanto las
personas seres activos que procesan, seleccionan, codifican, transforman y recuperan
información proveniente del exterior. La influencia del medio ambiente es fundamental en
la adaptación de las conductas.
La terapia de tipo cognitivo conductual, se basa en un primer momento en los esquemas
cognitivos que contribuyen al desarrollo y mantenimiento de un desorden en particular. Es
decir, conocer  los procesos cognitivos que median la conducta. Se pretende describir,
predecir, explicar y controlar el comportamiento del sujeto, es decir, hace hincapié en los
procesos o estrategias cognitivas que median entre el estímulo y la respuesta.

Entre las técnicas o tareas que se pueden manejar encontramos:

 Las técnicas narrativas terapéuticas. Puedes escribir una carta, dirigida bien a tu
ser querido fallecido contándole cómo te sientes con todo lo ocurrido, o bien a
una emoción concreta (Carta a mi tristeza, rabia, etc.) a Dios, a la Vida, a otras
personas. Otra opción es escribir poemas y mensajes cuyo contenido sea algo
que le diríamos a esa persona, como si estuviera aquí, recuerdos positivos,
sentimientos de agradecimiento, de disculpas, etc. O bien, recopilar textos
escritos por otros autores con los que nos sentimos identificados. También
puedes elaborar un diario donde expreses todo lo que vas sintiendo cada día. Lo
que se cuenta y se expresa, existe y nos ayuda a tomar consciencia de la realidad
de la pérdida y de nuestros afrontamientos durante el proceso.
 Realiza dibujos, que te permitan, cuando las palabras se atascan, expresar de
manera simbólica tu sentir.
 Se puede destinar un rincón de una habitación, que resulte más tranquila o
íntima, como rincón del recuerdo. Colocar una foto de la persona fallecida u
objeto que simbolice la relación con esa persona. Adornar ese rincón como más
te guste: flores, velas, música, sillón cómodo, etc. Cada vez que desees (tanto tú
como las personas que conviven contigo) puedes ir al rincón a estar en silencio,
rezar/orar, expresarle lo que sentimos, hablarle diciéndole cómo te sientes ahora
que no está, como crees que será tu vida a partir de ahora, recordar momentos
que compartisteis juntos, las cosas te gustaban de él/ella y cuáles no, explicarle
por qué han tenido que despedirle de esta manera, explicarle cómo te hubiese
gustado haber hecho el funeral y entierro, etc.

También podemos manejar el duelo con la terapia de aceptación y


compromiso que actúa sobre la función del pensamiento, es decir, la conducta que
dispara en la persona, considerando conducta los pensamientos, sentimientos,
sensaciones y emociones. Es un tipo de intervención psicológica orientada a la
aceptación psicológica y a los valores personales (Hayes, Strosahl y Wilson, 2015;
Wilson y Luciano, 2002) que se ha desarrollado coherentemente con un marco teórico y
filosófico que está a la base de esta intervención, fundamentada en investigación básica
y aplicada. Es la más conocida dentro de las denominadas Terapias Contextuales o
Terapias de Tercera Generación, siendo, de todas ellas, la que goza de mayor evidencia
empírica.

Emplea la aceptación, entendida como la capacidad humana de experimentar el estar


conscientes, en el aquí y el ahora, de las sensaciones, los pensamientos, sentimientos,
emociones, recuerdos, imágenes, etc. (eventos privados). Esta capacidad de estar
conscientes vendría unida al compromiso de llevar a cabo acciones acordes con los
valores personales (Páez, Gutiérrez, Valdivia y Luciano, 2006) y también estaría
vinculada con las estrategias de cambio necesarias para aumentar la flexibilidad
psicológica. La flexibilidad psicológica hace referencia a la posibilidad de contactar con
los eventos privados que ocurren en el presente, tanto como nos sea posible como seres
humanos, al tiempo que elegimos abandonar o persistir en una acción que implica
malestar pero que está al servicio de los valores que uno identifica como propios.

Una asunción básica en ACT es que el sufrimiento psicológico está causado por la
“evitación experiencial” (Luciano y Hayes, 2001). Esta se entiende como una amplia
gama de comportamientos dirigidos intencionadamente a evitar el contacto con
pensamientos, emociones, sentimientos, recuerdos... que son vividos como negativos.El
individuo se enzarza así en una lucha que tiene como resultado la rigidez psicológica
que aleja a la persona de aquello que en realidad más le importa en la vida. Desde ACT
se considera que en los problemas psicológicos juegan un importante papel la “fusión
cognitiva” (estar “fusionado” o enredado en los pensamientos, sensaciones...), la
tendencia a valorar la experiencia interna como buena o como mala, la evitación
experiencial y la tendencia a dar razones o justificaciones del propio comportamiento.
La alternativa saludable propuesta desde ACT estaría centrada en la aceptación de las
propias reacciones naturales, automáticas e inherentes a la condición humana y la toma
de contacto con el momento presente, lo que permitiría elegir más libremente una
dirección valiosa, con sentido personal y comprometerse con la acción y los cambios
acordes con esa dirección.

Conceptualización de la metodología

Existen diferencias a la hora de abordar el tratamiento de la persona en duelo,


algunos autores opinan que lo mejor es comenzar haciendo prevención, en los casos que
esto sea posible, antes de que la muerte ocurra argumentando que introducir a alguien
desconocido tras la pérdida puede ser visto como un intruso, mientras que si la familia
ya le conoce resulta más aceptable. Por el contrario otros opinan que es mejor no
intervenir antes de la muerte porque creen que es mejor que sea una persona nueva ya
que una de las cosas que harán los dolientes es contar como sucedió todo de forma que
esta rememoración no solo proporciona información al acompañante; pero en el tema
de perdida por covid 19 consideramos que se debería empezar con asesoramiento a los
familiares tan pronto como se conoce el diagnostico.

Siguiendo a Worden podemos hacer una distinción entre asesoramiento psicológico y


terapia en el duelo, definiendo el asesoramiento como una ayuda a la hora de resolver el
duelo normal o no complicado, mientras que reservan la llamada terapia en el duelo para
las técnicas específicas utilizadas en la ayuda a las personas con un duelo anormal o
complicado. Tizón añade al asesoramiento la terapia, el acompañamiento que define
como la ayuda no profesional proporcionada por amigos y familiares, allegados,
voluntarios o grupos naturales de una población, señalando también que la asesoría
implica formación especializada en el tema que pueda ser proporcionada.

Será también una importante tarea de prevención ya que ayudara a que pudiera
realizarse mejor y más efectivo acompañamiento, el poder difundir y que se conozcan a
nivel general en que consiste el duelo y las tareas a llevar a cabo por el doliente, ya que
es importante darle su tiempo a la persona que ha sufrido una pérdida importante y no
presionar para que recupere la normalidad en un periodo excesivamente breve de
tiempo, recordando también que cada persona así como cada duelo tiene sus propias
características y su propio tiempo.
En el acompañamiento según Tizón, lo más adecuado para la persona en duelo es
recibir un acompañamiento de forma que el proceso de duelo ocurra de una manera
natural, dejando el tratamiento para aquellas personas que presenten un duelo muy
complicado o patológico. Este acompañamiento es mejor que pueda realizarlo alguna
persona querida, familiares o allegados, ya que en los duelos se necesita sobre todo al
inicio sentirse apoyado, querido, comprendido. En los primeros momentos tras la
pérdida la tarea más básica es la contención y fundamentalmente la autocontención; se
trata de poder acompañar interviniendo lo menos posible. Conforme va pasando el
tiempo, cuando la persona en duelo ha de readaptarse al mundo, es cuando las
intervenciones prácticas adquieren mayor peso.

Una de las características básicas para poder hacer de acompañante, asesor o clínico
es poder tolerar los afectos como la tristeza o la nostalgia cada vez menos tolerados y
más medicalizados en nuestra sociedad. Una de las principales quejas de las personas en
duelo es la dificultad para compartir, pasado un tiempo mínimo, estos afectos, sintiendo
muy intensamente la presión de los que están alrededor para que recupere lo antes
posible su estado de ánimo previo y retome su actividad habitual. Como principios
generales para realizar un buen acompañamiento se propone entre otros:

1. Ser prudentes y evitar el sentimiento de que sus soluciones, normas o


perspectivas son las que mejor le van a la persona en duelo.
2. Recomendar que no se tomen decisiones irreversibles o que impliquen grandes
cambios en el estilo de vida o el lugar de residencia ya que hay que tener en
cuenta que la distancia casi nunca resuelve los duelos sino más bien al contrario
puede empeorarlos.
3. Disponibilidad del acompañante. Es importante poder proporcionar un apoyo lo
más continuado posible, prestando especial atención en las fechas señaladas,
"crisis de aniversario" u otras crisis.

En el asesoramiento como ya se ha mencionado ha de ser realizado por una persona


con conocimientos específicos sobre el tema. Uno de los aspectos básicos del
asesoramiento es hacer saber a las personas que el duelo es un proceso largo y que su
culminación no será un estado como el que tenían antes. Así como también que, durante
ese tiempo, habrá malos momentos aunque el proceso sea bueno ya que no se trata de
un proceso lineal.

A pesar de las limitaciones tanto teóricas como metodológicas, algunos estudios han
identificado diferentes variables predictivas del estado psicológico a corto plazo, tras la
muerte de un familiar enfermo de covid 19, que pueden ayudar a la hora de concretar
objetivos para un soporte temprano del cuidador. Se han encontrado un conjunto de
factores relacionados con el entorno social, factores individuales y de la propia
enfermedad. De los factores estudiados, los más significativos fueron: un número
elevado de sucesos vitales estresantes, la relación entre el cuidador y el paciente, el
grado de severidad de la enfermedad, pérdidas pasadas incluyendo la experiencia de
separación de los padres o el estilo de afrontamiento.

Existen algunos principios generales que pueden ayudar a la resolución del duelo
evitando que éste se convierta en un duelo complicado o patológico. Siguiendo a
Worden, estos pueden resumirse en:

1. Ayudar al superviviente a hacer real la pérdida. Para ello es importante poder


hablar de la pérdida, explicando cómo sucedió, cómo fue el funeral ... de forma
que a través del relato la persona va adquiriendo mayor conciencia de lo
sucedido.
2. Ayudar al superviviente a identificar y expresar sentimientos. Algunos de los
sentimientos que mayor dificultad presentan a la hora de reconocerlos e incluso
poder sentirlos son:
• El enfado. Probablemente el enfado proviene de la frustración y de la impotencia. Si
este enfado que normalmente va dirigido al fallecido no se expresa ni se desplaza
hacia otra persona se puede volver hacia uno mismo convirtiéndose en los casos
más extremos en ideación suicida.
• La culpa. Es frecuente experimentar culpa tras un fallecimiento, por no haber
cuidado suficiente al fallecido, por no haberse dado cuenta antes de la enfermedad...
e incluso por no sentir la pena suficiente tras la pérdida; esto último, junto con cierto
sentimiento de alivio o liberación puede ocurrir tras el fallecimiento por una
enfermedad especialmente si ésta ha sido complicada y penosa obligando a la
persona en duelo a dispensar cuidados continuos. Si la culpa es irracional es
relativamente sencillo confrontarla con la realidad, pero puede complicarse si existe
una culpa real la cual es más difícil de trabajar.
• La ansiedad y la impotencia. La ansiedad puede derivar de la sensación de
impotencia ante la expectativa de vivir si el fallecido. También es una fuente de
ansiedad importante la derivada de la toma de conciencia de la propia muerte que
suele producirse tras la pérdida de alguien allegado o muy querido.
• La tristeza. Hay ocasiones en que es necesario estimular la tristeza y el llanto, pues
la persona en duelo no se atreve a hacerlo, considera que ya lo ha hecho lo
suficiente o bien cree que puede incomodar a los demás si lo hace frecuentemente.
Es importante poder llorar por la pérdida y fundamentalmente hacerlo en compañía,
sintiéndose comprendido y apoyado. Hay que tener en cuenta que la simple
expresión de los sentimientos no es suficiente sino que hay que ayudar a la persona
a identificar el significado de las lágrimas.
3. Ayudar a vivir sin el fallecido. Implica poderse adaptar a una nueva vida sin la
persona fallecida. En función del rol que desempeñase tanto el fallecido como la
persona en duelo las tareas a desempeñar serán diferentes, aunque suele resultar
útil ayudar en la resolución de problemas para los que anteriormente se contaba
con la ayuda del fallecido. Por otra parte también es importante ayudar a que no
se tomen decisiones importantes en la fase aguda del duelo ya que las
posibilidades de hacerlo de forma desadaptada son mayores.
4. Facilitar la recolocación emocional del fallecido. Se trata de colaborar en la
búsqueda de un nuevo lugar en la vida del superviviente de su ser querido
fallecido. Ayudar a que la persona entienda que el fallecido será importante para
él probablemente toda la vida, pero ahora como recuerdo y no como realidad.
Pueden darse los dos extremos y encontrar personas incapaces de seguir con su
vida por la creencia de que rehacer su vida implica de algún modo deslealtad
hacia el fallecido o bien personas que rápidamente sustituyen al fallecido en sus
vidas en un intento desesperado de llenar el vacío que les ha dejado. Ambas
formas han de ser reconducidas de manera que el duelo pueda ser vivido por
completo y de algún modo terminado.
5. Dar tiempo para elaborar el duelo. el duelo es un proceso largo, gradual y con
momentos en los que parece que no hemos avanzado nada, pues se vuelve una y
otra vez a experimentar el dolor y la pena de forma más o menos intensa. Estos
momentos suelen coincidir con los aniversarios, vacaciones, fechas señaladas,
en las que el dolor por la ausencia se hace más evidente. Con el tiempo, si la
evolución es normal, también en estos momentos la intensidad de los
sentimientos va disminuyendo y pueden vivirse con normalidad.
6. Interpretar la conducta “normal”. En muchas ocasiones las personas tras una
pérdida importante refieren tener la sensación de estar volviéndose locas ya que
sienten y experimentas cosas que normalmente no sentían, como puede ser
alucinaciones visuales o auditivas en relación con la persona fallecida, intensa
rabia u hostilidad entre otros. Resulta muy tranquilizador que alguien pueda
transmitirle la normalidad de todo lo que le está pasando.
7. Permitir las diferencias individuales. Cada persona elabora el duelo de forma
diferente en función múltiples factores (relación con el fallecido, edad, pérdidas
anteriores...) siendo muy importante aclarar que, mientras el proceso siga su
curso, hemos de respetar las diferencias individuales en cuanto a las formas de
actuar o de sentir.
8. Dar apoyo continuado. A diferencia de la terapia, durante el asesoramiento se ha
procurar estar disponible durante un tiempo más largo y fundamentalmente en
los momentos más críticos. Sin embargo si no puede mantenerse la frecuencia
durante un largo periodo de tiempo, es mejor comenzar también con menor
frecuencia en lugar de realizar inicialmente un acompañamiento intensivo y al
poco tiempo no poder responder a las demandas de la persona en duelo.
9. Examinar defensas y estilos de afrontamiento. Generalmente las defensas o
estilos de afrontamiento se intensifican tras la pérdida de un ser querido, de
forma que si éstas no son adaptativas puede suponer complicaciones a la hora de
elaborar la pérdida. Es importante tener en cuenta que algunos estilos de
afrontamiento como pueden ser la negación bien de la realidad o bien de los
sentimientos que esa realidad despierta pueden resultar útiles al inicio pero
convertirse en desadaptativos si se mantienen de forma inflexible durante un
tiempo, sería aconsejable explorar formas alternativas de afrontamiento que
ayuden a la resolución del duelo de forma satisfactoria. Otras formas de
afrontamiento como puede ser el consumo abusivo de alcohol o drogas suele
resultar desadaptativo ya desde el inicio teniendo que iniciar un tratamiento
activo del problema desde el primer momento.
10. Identificar patologías y derivar. Hay que tener en cuenta que no todas las
personas van a poder realizar el trabajo del duelo de forma satisfactoria aunque
dispongan de un buen asesoramiento tras la pérdida. En estos casos es
importante reconocer los límites y derivar para un tratamiento específico o
terapia.

Existen diferentes técnicas que pueden resultar útiles a la hora de realizar el


asesoramiento del duelo, como son: escuchar y contener; el lenguaje evocador; el uso
de símbolos; el libro de recuerdos; escribir; dibujar; role-playing; reestructuración
cognitiva; imaginación guiada. La utilización de estas técnicas tiene como objetivo la
expresión de sentimientos de todo tipo, tanto los considerados adecuados a la situación
de pérdida como aquellos que a la persona le resulta difícil aceptar, como pueden ser la
rabia o la culpa.

De las técnicas para el tratamiento del duelo podemos utilizar herramientas útiles
para cualquier ayuda psicológica aplicables también al duelo como son: - la actitud no
verbal (la mirada, los gestos, entre otros). - facilitaciones como pueden ser el silencio
empático, preguntas facilitadoras, parafraseo. - preguntas abiertas y cerradas.
-señalamientos de cogniciones, de esquemas cognitivos y de sentimientos. - resúmenes
o síntesis. - interpretaciones de los sentimientos e ideas del consultante. - trabajo para
casa.

Técnicas específicas dirigidas a objetivos más concretos en el tratamiento del duelo:

• Técnicas de reestructuración cognitiva: estas técnicas son de gran ayuda en el


tratamiento de diversas distorsiones cognitivas relativamente frecuentes en
algunos tipos de duelos complicados como son: el principio del todo o nada,
la generalización excesiva, la abstracción selectiva o la personalización entre
otros.
• La técnica gestáltica de “la silla vacía” (contraindicada en pacientes
esquizofrénicos o con trastorno límite de la personalidad). Es útil para
explorar los sentimientos hacia el fallecido y la relación mantenida con el
mismo.
• Psicodrama. El paciente es estimulado a representar su rol y el del fallecido.
• Técnicas de resolución de problemas. Especialmente útiles cuando la persona
en tratamiento no está acostumbrado a tomar decisiones en solitario.
• Conversación con fotos. Generalmente se utilizan las fotografías para
estimular recuerdos y emociones. Inicialmente conviene estimular los
recuerdos positivos, para más adelante poder ir introduciendo los más
ambivalentes o directamente negativos.
• Conversación dirigida. Es el terapeuta el que propone los aspectos a
introducir en la conversación con el fallecido, de forma que puedan
explorarse aspectos importantes a juicio del terapeuta y que el paciente no
afronta de manera más espontánea.
• Cartas dirigidas al fallecido. La persona en duelo se dirige al fallecido con el
fin de poder resolver temas que quedaron pendientes.
• Exposición en imaginación y en vivo. Esta técnica resulta útil para afrontar
determinados sentimientos o situaciones que se han estado evitando, lo cual
dificulta o impiden la elaboración del duelo.
• Técnicas de autocontrol como la realización de programas de actividades
agradables o la planificación de la reintegración a las actividades de la vida
diaria.
Metodología

Esta investigación se llevara a cabo con 10 familiares de pacientes diagnosticados


con covid 19 hospitalizados en UCI en instituciones de salud como HFLLA y Clínica
Nuestra en el municipio de Ibagué Tolima, donde se contara con el consentimiento de
dichas personas para empezar con un asesoramiento profiláctico y educación relacionada
con la patología.

Se utilizara un diseño no experimental transversal de tipo descriptivo ya que se hace


referencia a los factores que influyen en las instituciones de salud y familiares de pacientes
hospitalizados en UCI por covid 19; donde se les explicara que esta actividad no tiene
ninguna relación con la institución, que es un estudio por parte de estudiantes de octavo
semestre de psicología, se dará a conocer las actividades y con qué objetivo se realizaran.

No se aplicaran encuestas solo se realizaran actividades individuales. Dichas


actividades se realizaran con personas mayores de 18 años ya que se hemos observado que
no hay un rango de edad delimitado en la perdida de familiares.
Consentimiento Informado para aplicación de Instrumento

Yo ______________________________________________, identificado/a con


cedula de ciudadanía No. ____________________ De _______________. Acepto
participar voluntariamente en la aplicación de actividades educativas, como ejercicio
académico del curso modelos de intervención, VIII semestre del programa de Psicología
de la Corporación Universitaria Minuto de Dios, los estudiantes: Diana Carolina Bernal,
Maria Alejandra Díaz, Luz Adriana Garcia Sanchez, Rusverth Amaury Palacio Pinilla.

Si usted accede a participar en este ejercicio académico, se le recuerda que la


participación es estrictamente voluntaria, no hay beneficio económico, la información que
se recoja será confidencial, se tomara material audiovisual (video), solo se usara para fines
académicos y no será divulgada en ninguna red social o plataforma virtual.

Si tiene alguna duda sobre este, puede hacer preguntas en cualquier momento
durante su participación en él. Igualmente, puede retirarse en cualquier momento sin que
eso lo perjudique en ninguna forma.
Desde ya le agradecemos su participación.

Firmado a los ___ días del mes de septiembre de 2020, en la ciudad de Ibagué.

______________________________________
Firma del Participante
Referencias bibliográficas

 Neimeyer, R. (2012): Aprender de la pérdida. Barcelona: Ed. Planeta.


 Payas, A. (2014): El mensaje de las lágrimas. Una guía para superar la pérdida
de un ser querido. Barcelona: Ed. Paidós.
 Barnes-Holmes, D., Rodríguez Valverde, M. y Whelan, R. (2005). La teoría de
los marcos relacionales y el análisis experimental del lenguaje y la cognición.
Revista Latinoamericana de Psicología, 37, 255-275.
 Bayés, R. Afrontando la vida, esperando la muerte. Madrid: Alianza Editorial
S.A., 2006.

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