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“Los derechos humanos son inherentes a todas las personas, sin distinción alguna de raza,
sexo, nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o cualquier otra condición. Entre los
derechos humanos se incluyen el derecho a la vida y a la libertad; a no estar sometido ni a
esclavitud ni a torturas; a la libertad de opinión y de expresión; a la educación y al trabajo,
entre otros. Estos derechos corresponden a todas las personas, sin discriminación alguna.”
(1)
Es necesario que en todos los países se aborde de manera específica y fundamental el tema
de derechos humanos, ya que, más que un privilegio es una necesidad y una exigencia para
cada Nación y para cada gobierno. Puesto así, un gobierno que priorice el tema del derecho
internacional humanitario es un gobierno que protege los derechos fundamentales de cada
individuo en su territorio, derechos tan fundamentales como lo es la vida, la salud, la
educación, el trabajo y, en resumen, que promueva la vida digna.
Así que, ¿Qué podríamos decir de un país que durante los primeros 46 días del año en curso
han muerto 44 personas que tomaron la vocería de un pueblo y se denominaron líderes
sociales, los cuales solo querían hacer un llamado al gobierno para que garantice derechos
que no tendrían que estar en discusión como lo es la salud, educación, medio ambiente y el
trabajo en condiciones dignas? (2).
Esta cuestión a tratar no es un fenómeno reciente pues a pesar de que somos un Estado
Social de Derecho en donde se promueve la vida digna del ser humano, los colombianos
nos hemos visto envueltos por más de 50 años en una guerra interna que pareciese nos
consumiera cada vez más como sociedad. Años en los que la violencia ha tomado mucho
protagonismo y por ende ha incrementado a pasos agigantados, debido a la conformación
de grupos subversivos: guerrilleros, paramilitares, microtráfico y delincuencia común que
dentro de la sociedad solo han encontrado formas para violar los derechos humanos por
varios intereses entre ellos políticos y económicos que ponen en peligro el emprendimiento
socio-cultural del que día a día se viene luchando. Este grave fenómeno de la guerra se ha
querido mitigar muchas veces en procesos de paz, muchos fallidos, uno iniciado, terminado
y firmado por los protagonistas de muchas escenas de dolor y sufrimiento. (Grupo armado
Farc y el gobierno colombiano), y del cual los líderes han sido veedores, sin embargo, a
pesar del esfuerzo de todas las partes, la corrupción ha acompañado la realidad que hoy
vivimos y que permite que la paz solo sea parte de una Colombia soñada. Sin embargo,
existen personas, que lidian la sociedad por el cumplimiento de sus ideales, buscando
propuestas sociales, educativas y culturales basadas en alternativas de promoción, respeto y
defensa de los derechos humanos. Son líderes que muchas veces no hacen parte del
gobierno, pero si siempre del pueblo que se encargan mediante pequeños conglomerados
sociales y comunitarios de defender su territorio en pro- del fortalecimiento de todos los
aspectos que involucran una vida digna para la sociedad.
Sin embargo, los que se desempeñan para tomar el liderazgo de aquellas regiones tan
afectadas por la violencia y la desigualdad, sufren hoy en día que grandes amenazas
pidiendo de forma emergente protección, ya que grupos al margen de la ley hoy silencian
sus voces para que el interés particular prime más que el de una comunidad llena de
necesidades. En consecuencia, de este preocupante fenómeno 252 líderes asesinatos en 119
municipios ocurrieron en el año 2018 (3). En el año 2019 La violencia no ceso, llevándose
a su paso seres humanos que se caracterizaban por su servicio social dejando desolación en
su comunidad y una familia e hijos que jamás volverán a ver ese ser ejemplar.
En el 2019 fueron 250 líderes asesinados, 23 de ellos en tan solo en el mes de diciembre,
siendo Cauca, Antioquia y Nariño los departamentos que más sufrieron por los crímenes
contra defensores de derechos humanos, según el Instituto de Estudios Para el Desarrollo y
la Paz (Indepaz). (4) Son perseguidos, acorralados y muertos en manos de grupos
criminales como es el del clan del golfo, disidencias de las farc y a veces el ejército también
implicado en temas de vulneración de Derechos de líderes sociales. ¿Qué debe hacer el
Estado frente a esta problemática? ¿Quién debe protegerlos? ¿Qué nos está pasando como
sociedad? Son tantas preguntas, pero tan pocas respuestas que se ven materializadas en la
realidad colombiana.
Referencias: