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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

Colección: Estudios Constitucionales


Director: FRANCISCO RUBIO LLORENTE

DERECHOS
FUNDAMENTALES
y
RIESGOS TECNOLÓGICOS
El derecho del ciudadano
a ser protegido por los poderes públicos

Prólogo de
JOSÉ MARíA BAÑO LEóN

CENTRO DE ESTUDIOS POLÍTICOS Y CONSTITUCIONALES

Madrid, 2006
Para Pilar

Catálogo general de publicaciones oficiales


http://publicaciones.administracion.es

© GABRJEL DOMÉNECH PASCUAL


© CENTRO DE ESTUDIOS PoLfTICOS Y CONSTITUCIONALES

NIPO: 005-06-002-5
I.S.B.N.: 84-259-1324-1
Depósito legal: M. 19.041 · 2006

Fotocomposición e impresión: TARAVILLA


Mesón de Paños, 6 . 28013 Madrid
e~mail: taravilla@telefonica.net
«No quiero vivir a merced de quien tenga los
puños más fuertes y las armas más poderosas».
«La libertad ilimitada significa que un indivi-
duo vigoroso es libre de asaltar a otro débil y pri-
varlo de su libertad. Es precisamente por esta ra-
zón que exigimos que el estado limite la libertad
hasta cierto punto, de modo que la libertad de to-
dos esté protegida por la ley. Nadie quedará, así, a
merced de otros, sino que todos tendrás derecho a
ser protegidos por el estado».
«Ciertamente, es difícil determinar exactamen-
te el grado de libertad que puede concederse a los
ciudadanos sin poner en peligro aquella libertad
cuya salvaguarda configura el objeto del estado.
Sin embargo, la experiencia demuestra que es po-
sible una determinación por lo menos aproximada
de dicho grado de libertad ... Ese proceso de deter-
minación aproximada constituye una de las princi-
pales tareas de la legislación de los países democrá-
ticos».

Karl Raimund POPPER, The Open Society and its Ene-


mies, 1945 (traducción de Eduardo Loedel, Paidós,
Barcelona, 2000, páginas 115, 305 y 115).
ÍNDICE

Págs_

PRÓLOGO de JOSÉ M.' BAÑO LEóN ------------------------------------------------------.. --- 17


AGRADECIMIENTOS ---------------------------------------------------------------------------------- 23
ABREVIATURAS-------------------------------------------------------------------------·-···············--- 25
INTRODUCCIÓN .......... ,-................ -............................................................. 29

PRIMERA PARTE

UN PAR DE CASOS TRAÍDOS DEL DERECHO ALEMÁN

I. EL CASO DE LA INGENIERÍA GENÉTICA .......................... -,... 35


l. PROMESAS Y RIESGOS DE LA INGENIERiA GENÉTICA .............. ........ ... 35
2. LA EXISTENCIA DE UNA LAGUNA LEGAL........................................... 37
3. LA PARALIZACIÓN JUDICIAL DE LA INGENIERÍA GENÉTICA ......... ...... 41
II. EL CASO DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉ-
TICA ............. -.............................. ------.......... ·---............ -----............ ----....... 47
l. LA RECIENTE PERCEPCIÓN DEL RIESGO ELECTROMAGNÉTICO........... 47
2. EL RÉGIMEN JURfDICO DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA. 48
A) RECOMENDACIONES Y NORMAS T~CNICAS NO VINCULANTES..... 48
B) LA APUCAGÓN DE LA LEGISLACIÓN ANTERIOR A LA PERCEPCIÓN
DEL RIESGO ELECTROMAGNÉTICO 50
C) EL REGLAMENTO SOBRE CAMPOS ELECTROMAGNÉTICOS 53
3. JURISPRUDENCIA .. ...•••.. ....•..••...•..••..••...•..••...•...•...••.••...•...••..•....•...•...• 54
A) JURISPRUDENCIA CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVA.......... 54
B) JURISPRUDENCIA CIVIL. 59
C) JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL 62

SEGUNDA PARTE
LAS OBLIGACIONES POSITIVAS DE PROTEGER
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES

I. EL CONCEPTO DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES


A PROTECCIÓN ........................ -............................................ -............ 69

11
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL ÍNDICE

Págs. Págs.
l. PROTECCIÓN EN SENTIDO AMPLIO .................................................... 69 b) El carácter dinámico del justo equilibrio................ 163
2. PROTECCIÓN EN SENTIDO RESTRINGIDO........................................... 72 e) El margen de apreciación de los poderes públicos
para determinar el justo equilibrio 167
II. EL RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DE- B) ¿EL CONTENIDO ESENCIAL?.......................... 176
RECHOS FUNDAMENTALES A PROTECCIÓN ........................ 77
l. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL FEDERAL ALEMÁN ...••..••......•••..••...•..••• 77 4. LAS GARANTÍAS DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES A PROTECCIÓN. 181
2. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL ESPAÑOL .............................................. 81 A) EL PROCEDIMIENTO DEBIDO................................. 181
3. TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS ............................... 87 a) Justificación ........... 181
4. TRIBUNAL DE JUSTICIA DE LA UNIÓN EUROPEA.............................. 97 b) La determinación del procedimiento debido................. 188
5. CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS........................ 101
B) EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD ........................... 190
III. EL FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS FUNDAMENTA- a) La vigencia de la reserva de ley y del mandato de ti-
LES A PROTECCIÓN......................................................................... 107
picidad en la delimitación de los derechos a protec-
ción..................................................................... 190
l. TESIS NEGATIVAS............................................................................... 107
2. TESIS POSITIVAS................................................................................. 113 b) El alcance de la reserva de ley y del mandato de tipi-
cidad .... 198
IV. DERECHOS FUNDAMENTALES QUE IMPONEN OBLIGA- 5. LA VINCULACIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN Y DE LOS TRIBUNALES A
CIONES POSITIVAS DE PROTECCIÓN ...................................... 123 LOS DERECHOS A PROTECCIÓN .......................................................... 203
A) PROTECCIÓN SECUNDUM LEGEM ................................................ 203
V. SUJETOS OBLIGADOS ..................................................................... 129
B) PROTECCIÓN PRAETER LEGEM ............................................. ~..... 205
l. TODOS LOS PODERES PÚBLICOS .....................••...•............................. 129
a) La regla tradicional: lo que no está prohibido por
2. Los CIUDADANOS ·············································································· 130 la ley está permitido .. .. 206
b) La regla tradicional nunca existió con carácter abso-
VI. EL CONTENIDO DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
luto 207
A PROTECCIÓN.................................................................................. 135
a) La doctrina del estado de necesidad................... 209
l. LA ESTRUCTURA DEL MÉTODO DE INTERPRETACIÓN DE LOS DERE- (l) Otros intentos de explicación: en especial, la
CHOS FUNDAMENTALES DEFENSIVOS.................................................. 136 preexistencia del deber de no perturbar el or-
2. EL ALCANCE PRIMA FACIE DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN .......... 143 den público .............................................................. 211
A) DERECHO A CUALESQUIERA MEDIDAS PROTECTORAS.......... 144 c) Posición que se sostiene 214
B) PROTECCIÓN FRENTE A DAilOS Y PEUGROS ............................... 149 ex.) La justificación de las medidas protectoras admi-
C) PROTECCIÓN FRENTE A CUALESQUIERA DAÑOS Y PELIGROS, PRO- nistrativas y judiciales ............................................. 214
VENGAN DE DONDE PROVENGAN................................................ 152 13) La posibilídad de dictar reglamentos indepen-
a) Protección contra pelii,ros naturales.............................. 152 dientes en el vacío legal para proteger los dere-
b) Protección contra uno mismo .. ........ .... ......... .... .... .... ..... 15 3 chos fundamentales ................................................. 223
c) Protección contra el extranjero............. 153
y) La paradójica inconstitucionalidad de las obli-
d) Protección contra terceros sujetos al poder del Es- gadas medidas protectoras ..................................... 225
tado..... 157
D) PROTECCIÓN FRENTE A CUALESQUIERA DAÑOS Y PELIGROS, SEA
d) Cauces procesales para exigir la adopción de medi-
CUAL SEA SU MAGNITUD....................... 158 das protectoras en situaciones de vacío legal................ 226
e) La posibilidad de exigir judicialmente la emanación
3. Los LiMITES DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES A PROTECCIÓN... 158
de una norma jurídica que colme la laguna legal.. 228
A) EL JUSTO EQUILIBRIO. LA PROPORCIONALIDAD...................... 159
ex.) La posibilidad de forzar al legislador mediante
a) Noción ................. 159 multas coercitivas .................................................... 229

12 13
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
ÍNDICE
Págs.
Págs.
B) La potestad de los Tribunales de establecer una
regulación provisional............................................. 231 A) DATOS LEGISLATIVOS. 298
aa) Jurisprudencia constitucional alemana...... 231 B) JURISPRUDENCIA 299
BB) Derecho español............................................ 232 C) DOCTRINA................... 301
y) La responsabilidad patrimonial del Estado por 6. CRfTICA DEL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN .......................................... 305
la subsistencia de la laguna inconstitucional....... 240
A) EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN EN SENTIDO FUERTE. LAS PERFI-
ó) La elección del medio de protección ................... 241 DIAS DE LA PRECAUCIÓN A TODA COSTA .................... 305
C) PROTECCIÓN CONTRA LEGEM .................................................... 241 B) EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN EN SENTIDO SUAVE. LA NÁVAJA
DE 0CKHAM ...... ........ 3 07
TERCERA PARTE III. LA DETERMINACIÓN DEL RIESGO PERMITIDO Y DEL
RIESGO INTOLERABLE................................................................... 313
PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS
l. CRITERIOS ABSOLUTOS....................................................................... 314
2. CRITERIOS RELATIVOS........................................................................ 317
I. CONCEPTO DE RIESGO.................................................................. 249
A) DATOS /URISPRUDENCIALES ....... 317
II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN: UN BONITO ENVOL- B) EL CRITERIO DE LA MAXIMIZACIÓN DE LA UTIUDAD ESPERADA. 318
TORIO.................................................................................................... 253 C) PRECISIONES SOBRE LOS CONCEPTOS DE PROBABILIDAD E INCER-
l. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN EN EL DERECHO ALEMÁN ................ 255 TIDUMBRE .. 329
A) EL SURGIMIENTO DEL MANDATO DE PRECAUCIÓN. LA INSUFI- D) LJ. AVERSIÓN AL RIESGO, A SU INMINENCIA Y A LA. INCERTlpUM-

B)
CIENCIA DE LA TRADICIONAL DEFENSA FRENTE A PELIGROS .
LA NATURALEZA JURÍDICA DEL MANDATO DE PRECAUCIÓN ........
255
261
= · · ·· · ·· · 333
IV. EL CARÁCTER DINÁMICO DE LA PROTECCIÓN CONTRA
C) EL SUPUESTO DE HECHO DEL MANDATO DE PRECAUCIÓN. LA
RIESGOS. LA PROVISIONALIDAD DE LAS DECISIONES
DISTINCIÓN ENTRE RIESGO Y PELIGRO 264 DE RIESGO........................................................................................... 337
D) EL ALCANCE DE LAS MEDIDAS PRECAUTORIAS. 267
a) La teoría del «espacio libre>>- ...... ......... 267 V. GARANTÍAS DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES A LA
b) El mandato de precaución como una «defensa /ren- PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS ........................... 341
te a peligros anticipada» .......... 269 l. EL PROCEDIMIENTO DEBIDO ............................................................. 341
2. fa PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN EN EL DERECHO COMUNITARIO....... 275 A) LA DETERMINACIÓN DEL PROCEDIMIENTO DEBIDO.............. 341
A) NORMATNA COMUNITARIA........... 275 B) EL CARACTER DINÁMICO DEL PROCEDIMIENTO DEBIDO. EL SE-
B) LA JURISPRUDENCIA COMUNITARIA ............. 281 GUIMIENTO DE LAS MEDIDAS ADOPTADAS .......... 343
a) Concepto y naturaleza del principio de precaución.... 281 C) EL MÉTODO GRADUAL, EXPERIMENTAL O «PASO A PASO» 350
b) El supuesto de hecho del prinápio de precaución 283 D) LA EVALUACIÓN CIENTÍFICA DEL RIESGO. 353
e) El contenido de las medidas precautorias................... 285 a) Los riesgos de la evaluación cientí/ica del riesgo..... 353
d) El procedimiento de elaboración de las medidas pre-
b) Requisitos de la evaluación científica del riesgo.......... 357
cautorias...... 286
E) LA PARTICIPACIÓN DE LOS CIUDADANOS EN LA DETERMINACIÓN
3. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN EN EL DERECHO INTERNACIONAL.... 288 DEL RIESGO PERMITIDO .. 364
4. UN APUNTE SOBRE LA DISCRECIONALIDAD Y LA PARTICIPACIÓN DE F) LA TRANSPARENCIA DEL PROCEDIMIENTO. LA INFORMACIÓN A
LOS AFECTADOS EN EL PROCEDIMIENTO DE ELABORACIÓN DE LAS LOS CIUDADANOS 370
DECISIONES DE RIESGO ...... ................................................................ 295 a)El valor de la transparencia de la gestión de los asun-
5. LA RECEPCIÓN DEL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN EN EL DERECHO ES- tos públicos... 370
PAÑOL................................................................................................ 298 b) El especial valor de la in/ormaáón en la gestión de
la incertidumbre 371
14
15
GABRIEL OOMÉNECH PASCUAL

Págs.
2. EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD............................................................ 379
A) LA VIGENCIA DEL PRINCIPIO DE LEGALIDAD EN LA REGULACIÓN
DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS.................. 379
B) EL ALCANCE DEL PRINCIPIO DE LEGAUDAD EN LA REGULACIÓN
DEL RIESGO PERMITIDO ............... 383
VI. LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS EN SITUACIONES
DE VACÍO LEGAL.............................................................................. 389

BIBLIOGRAFÍA.............................................................................................. 393
PRÓLOGO

Pese a la frondosa doctrina consagrada al estudio de los derechos


fundamentales en la Constitución española, apenas si existen aporta-
ciones sobre las cuestiones planteadas por esta monografía. Hay que
agradecer a Gabriel Doménech, un firme valor ya de nuestra doctri-
na administrativista, que haya tenido la sagacidad de apreciar esa
laguna de nuestra bibliografía y colmarla con un estudjo riguroso
que no esconde los riesgos de la concepción de los derechos funda-
mentales como mandatos de protección activa frente a los poderes
públicos.
La almendra de la tesis del autor, que viene implícita o explícita-
mente avalada por numerosas decisiones jurisprudenciales y por una
nutrida dogmática alemana, podría rezar así: los derechos fundamen-
tales encierran obligaciones de hacer para la Administración en defen-
sa de los valores que esos derechos comportan y completan la tradi-
cional visión de estos derechos como espacios de libertad frente al
Estado o de participación en las tareas públicas. Los ejemplos que
el autor maneja son muy numerosos. Pero podemos citar alguno: el
derecho a la inviolabilidad del domicilio y el derecho a la intimi-
dad familiar y personal implican no sólo la obligación del Estado
de abstenerse de perturbarlo, sino la obligación de evitar que otros
privados lo hagan (STEDH de 9 de diciembre de 1994, caso López
Ostra, o STC 119/2001, de 24 de mayo). El derecho a la protec-
ción de la salud impone al Estado vedar aquellas actividades que im-
ponen riesgos desconocidos, aunque la ley no las haya prohibido
(Auto del Tribunal Contencioso-administrativo de Kassel, de 6 de no-
viembre de 1989, sobre la autorización de actividad de manipulación
genética).

16 17
PRÓLOGO
JOSÉ MARÍA BAÑO LEÓN

perturbado, sino de si los derechos fundamentales recogidos en la


Como se aprecia con el simple enunciado de esta doctrina, los pro- Constitución exigen de la Administración un comportamiento activo,
blemas dogmáticos y prácticos son de primer orden. ~~ torno a J~s incluso en ausencia de ley, cuando no se conozcan a ciencia cierta los
derechos fundamentales, las posibilidades de interpretac1on de los fn- riesgos para las personas de una determinada actividad privada. Ese
bunales se expanden hasta convertirse en prácticamente ilimitadas. Si, comportamiento activo invertiría en los casos de duda el principio pro
por ejemplo, el derecho a la intimidad familiar no consiste simplemen- libertate.
te en vedar las actuaciones del Estado o las causadas por otros parti- Cuando existe un estado de incertidumbre científica sobre los
culares contra la intimidad, sino que exige de los poderes la adopción riesgos de una actividad y la ley nada prevé, la Administración y el
de medidas positivas, el campo abierto a los Tribunales es enorme, juez están legitimados, según esta tesis, para prohibir tal iniciativa
porque en ningún lugar de la Constitución está escrito qué tip_o de mientras el legislador no se pronuncie. Es, desde otra perspectiva, una
medidas son las que deben adoptarse o cuál debe ser su mtens1dad. aplicación del discutible principio de precaución que conmueve la re-
Los albores de esta doctrina son tan polémicos como su concreción gla general sobre la que se han asentados las democracias occidenta-
posterior, pues debe recordarse que fue en la Sentencia del Tribu:';al les: cualquier investigación o actividad están permitidas si la ley no las
Constitucional Federal alemán sobre el aborto donde, como soluc1on prohíbe. El caso que resolvió el Tribunal de Kassel decretando la sus-
de compromiso, el Tribunal construyó su doctrina de las indicaciones, pensión de una instalación de ingeniería genética con fundamento en
requiriendo del legislador la adopción de medidas positivas para garan- el derecho constitucional a la vida y la salud, a pesar de que la legis-
tizar los hipotéticos derechos del nasciturus. lación alemana no prohibía tal instalación, es paradigmático. En nues-
Pero el vasto ámbito que esta doctrina confiere a los Tribunales tro país se han vivido casos, tal vez no tan espectaculare~, pero del
también incumbe a la Administración Pública, pues por lo común es mismo cariz con ocasión de la instalación de antenas de telefonía
ésta la que debe, en ausencia de una ley, decidir si debe primar la li- móvil. Muchas corporaciones locales, antes de la publicación del De-
bertad de empresa, más genéricamente la libertad de hacer todo lo creto 1066/2001, que aprobó el Reglamento de protección del do-
que la ley no prohíbe, que es lo ordenado por la doctrina clásica de la minio público radioeléctrico, prohibieron las instalaciones por el ries-
reserva de ley, o los mandatos constitucionales de protección de la sa- go potencial para la salud de las personas, aún a pesar de la inexisten-
lud o de calidad de vida, con su correlato en forma de obligación de cia de norma alguna que las proscribiera. En los Juzgados y Tribuna-
los poderes públicos de adoptar todas las medidas que estén a. su al- les contencioso-administrativos hubo división de opiniones. Algunas
cance para prevenir riesgos hipotéticos contra la salud o el medio-am- resoluciones judiciales anularon los acuerdos municipales y otras los
biente. En el Derecho Público construido a caballo entre el siglo XIX confirmaron. En algunos casos se esgrimió el principio de precaución,
y el siglo xx, el principio de legalidad sólo permitía el resquicio de la en otros la preocupación por los posibles riesgos para las personas.
cláusula de orden público o el estado de necesidad: frente a peligros En todos latía la terrible inseguridad jurídica en que se encuentran los
inminentes contra la «tranquilidad, seguridad y salubridad públicas», aplicadores del Derecho ante los riesgos desconocidos. La perspecti-
en la conocida fórmula de M. Hauriou, la Administración estaba apo- va de los derechos fundamentales como mandatos de protección no
derada expresa o implícitamente para restaurar el orden perturbado. añade un ápice de seguridad jurídica a la cuestión, pero permite, al
Se trataba de una «matización» del principio de legalidad no exenta menos metodológicamente, empezar a situar las cuestiones en su sitio.
de polémica, pero reducida a situaciones de peligro concreto; era si se Está, en primer lugar, la cuestión de que si los mandatos de protec-
quiere una válvula de escape del principio de legalidad, como ha re- ción derivados de derechos como el derecho a la vida, a la salud o a
cordado entre nosotros M. Rebollo Puig. Más allá de ese poder de la intimidad familiar o personal se dirigen no sólo al legislador sino a
policía se sitúa ya el Derecho de excepción. Pero la realidad que ana- la Administración y al Juez, resulta inevitable reconocer la grave res-
liza este libro es mucho más compleja que la tenida a la vista por los ponsabilidad que se atribuye a los aplicadores del Derecho, pues en
tratadistas clásicos. Ya no se trata de si existe un apoderamiento a la ausencia de una legislación que lleve a cabo la inevitable ponderación
Administración expreso o implícito para restaurar el orden público
19
18
JOSÉ MAIÚA BAÑO LEÓN PRÓLOGO

de intereses, tanto la Administración como d juez tendrán que apelar Estas consideraciones últimas tal vez han apartado un poco al
a su genio creativo. Se reconocerá, por ejemplo, que no resulta- prologuista de la temática del libro. Pero creo que es una modesta
ba nada fácil dilucidar en ausencia de una reglamentación al respec- prueba del interés de esta magnífica monografía que enriquece a nues-
to, si un Ayuntamiento podía suspender una instalación de teleco- tra doctrina y consolida una brillante trayectoria universitaria.
municaciones por el posible riesgo a la salud. Si las Corporaciones
locales están vinculadas a la Constitución y si de ella se deriva un Valencia, enero de 2006
mandato directo de protección de la salud ¿cómo considerar irrazona-
ble o ilegal una medida provisional administrativa de suspensión? En JOSÉ M." BAÑO LEóN
sentido contrario, y ésta es la segunda cuestión que debe notarse,
¿dónde para el principio de legalidad si cualquier Administración
pública puede prohibir sin previsión de una ley una actividad por
los riesgos para la salud? A estas cuestiones contesta con seguridad
el autor, que hace gala de un profundo conocimiento del Derecho
alemán.
El lector también puede extraer otras consecuencias: lenta pero
inexorablemente nuestro Derecho público ve tambalearse algunos de
sus cimientos más profundos. Acaso éstas son las consecuencias últi-
mas del entendimiento de la Constitución y de los derechos funda-
mentales que inaugura la Ley Fundamental de Bonn, con no poca in-
fluencia norteamericana. Pues si la Constitución es norma jurídica y
los derechos fundamentales vinculan preferentemente a todos los po-
deres públicos, resulta a largo plazo inevitable que sea la interpreta-
ción de la Constitución, es decir, la interpretación de los principios, y
no la seguridad de la ley, la que termine dominando el Derecho Pú-
blico, un derecho donde la labor creativa de los aplicadores es cada
vez más importante. La hipertrofia normativa que padecemos ha con-
ducido paradójicamente a un aumento exponencial de la inseguridad
jurídica que no es sólo imputable al descuido en d modo de produc-
ción de las normas, sino acaso en mucha mayor medida al ordena-
miento jurídico en d que la idea de sistema pierde enteros cada día
por las exigencias propias de la sociedad en que vivimos. A una rea-
lidad compleja y cambiante ya no es posible replicar con un Derecho
estable. El legislador, la Administración y el Juez tienen necesariamen-
te que improvisar. Nuestro Derecho público tiene hoy mucho de
«desordenamiento jurídico» y muy poco de orden sistemático. Se han
multiplicado las fuentes del Derecho y se ha incrementado notable-
mente la labor creadora de una jurisprudencia heterogénea, como
prueban el Tribunal de Justicia y el Tribunal Europeo de Derechos
humanos.

20 21
AGRADECIMIENTOS

Quisiera mostrar mi agradecimiento a las muchas personas que me


han ayudado de una manera u otra en la elaboración de esta monogra-
fía: mis familiares, mis compañeros de la Universidad Cardenal
Herrera-CEU, los integrantes del Seminario de Derecho administrati-
vo de la Universidad de Valencia, otros amigos. Me parece obligado
dar aquí las gracias en particular a los Profesores Manu'el Martínez
Sospedra, Juan Francisco Mestre Delgado y, como siempre, Juan
Climent Barberá, entre otras muchas razones por haber tenido la pa-
ciencia de leer atentamente un borrador del trabajo para formularme
luego valiosas críticas. También he de nombrar al Profesor José Esteve
Pardo, cuya amable invitación a participar en un par de proyectos de
investigación relacionados con el tema del presente estudio me ha per-
mitido, entre otras cosas, conocer a varias personas realmente encanta-
doras. No puedo dejar de acordarme en este momento del Profesor
Reinhard Hendler y sus colaboradores, a quienes debo el haber podi-
do disfrutar de dos enriquecedoras es-tandas estivales en el Institut /ür
Umwelt- und Technikrecht de la Universitiit Trier. Y, en fin, muy espe-
cialmente quiero aprovechar la ocasión para manifestar mi gratitud al
Profesor José María Baño León, no sólo ni principalmente por haber
tenido la deferencia de prologar el libro.

23
ABREVIATURAS

A./AA ......................... Auto/Autos.


ADC ........................... Anuario de Derecho Civil.
AG .............................. Amstgericht.
AMSF ......................... Acuerdo de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias.
AoR ............................ Archiv des offentlichen Rechts.
ap./aps . ...................... apartado/apartados.
Ar. ............................... Número de referencia en el correspondiente "'repertorio de
la editorial Aranzadi.
art./arts . ..................... artículo/artículos.
ATC/AATC ............... Auto del Tribunal Constitucional/Autos del Tribunal Cons-
titucional.
BauR ........................... Baurecht.
BayVBI. ...................... Bayerische Verwaltungsbliitter.
BB ............................... Der Betriebs-Berater.
BGB ........................... Código Civil alemán.
BGBl. I ...................... Bundesgesetzblatt Teil I (Boletín Oficial Federal, sección
primera).
BGH ........................... Bundesgerichtshof.
BGHZ ........................ Bundesgerichtshof-Zivilsachen.
BlmSchG ................... Gesetz zum Schutz vor schiidlichen Umwdteinwirkungen
durch Luftverunreinigungen, Ger3.usche, Erschütterungen
und ahnliche VorgaDge (Bundesimmissionsschutzgesetz -
BimSchG), de 15 de marzo de 1974 (BGBl. I, pp. 721 y ss.),
redactada de acuerdo con el texto publicado el 26 de febre-
ro de 2002 (BGBI. I, pp. 3830 y ss.) (Ley Federal alemana
para la protección contra las inmisiones).
BlmSchG-Rspr .......... Bundesimmissionsschutzgesetz. Rechtsprechung.
BT-Dr ......................... Bundestag Drucksache.
BVerfG ....................... Bundesverfassungsgericht (Tribunal Constitucional Federal
alemán).
BVerfGE .................... Entscheidungen des Bundesverfassungsgerichts.

25
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL ABREVIATURAS

BVerwG ..................... Bundesverwaltungsgericht (Tribunal Contencioso-adminis- p./pp .......................... página / páginas. .


trativo Federal alemán). RA.DAmb ................... Revista Aranzadi de Derecho Ambiental.
BVerwGE .................. Entscheidungen des Bundesverwaltungsgerichts. RAP ............................ Revista de Administración Pública.
CE ............................... Constitución Española de 27 de diciembre de 1978. RD .............................. Real Decreto.
CEC/CEPC ............... Centro de Estudios Constitucionales/Centro de Estudios RDCE ......................... Revista de Derecho Comunitario Europeo
Políticos y Constitucionales. RdE ............................ Recht der Energiewirtschaft.
ComEDH .................. Comisión Europea de Derechos Humanos. RDPol ........................ Revista de Derecho Político.
coord./coords ........... coordinador/coordinadores. REDA ......................... Revista Española de Derecho administrativo.
CR ............................... Computer und Recht. REDC ......................... Revista Española de Derecho Constitucional.
DA .............................. Documentación Administrativa. REP ............................ Revista de Estudios Polítícos.
dir./dirs ...................... director/directores. RFDA ......................... Revue Frail(;aise de Droit Administratif.
DÓV ........................... Die Óffentliche Verwaltung. RIE ............................. Revista de Instituciones Europeas.
DVB1. ......................... Deutsches Verwaltungsblatt. RIW ............................ Recht der internationalen Wirtschaft.
EC ............................... Estudios sobre Consumo. S./SS ........................... Sentencia/Sentencias.
ed ................................ edición/editor. ss ................................. siguientes. .
ELR ............................ Environmental Law Reporter. SAN/SSAN ............... Sentencia de la Audiencia Nacional/Sentencias de la Au-
esp .............................. especialmente. diencia Nacional.
EuR ............................. Europarecht. SAP/SSAP ................. Sentencia de la Audiencia Provincial/Sentencias de la Au-
GenTG ....................... Gesetz zur Regelung der Gentechnik (Gentechnikgesetz - diencia Provincial.
GenTG) (Ley alemana reguladora de la ingeniería genética, STC/SSTC ................. Sentencia del Tribunal Constitucional/Sentencias del Tribu-
de 20 de junio de 1990). nal Constitucional.
GG ............................. Grundgesetz für die Bundesrepublik Deutschland (Ley Fun- STEDH/SSTEDH .... Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos J;Iumanos/Sen-
damental de la República Federal de Alemania, de 23 de tencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
mayo de 1949). STJCE/SSTJCE ........ Sentencia del Tribunal de Justicia de la U~ión Europea/Sen-
GJUE ......................... Gaceta Jurídica de la Unión Europea y de la Competencia. tencias del Tribunal de Just1c1a de la Umon Europea.
IN AP .......................... Instituto Nacional de Administración Pública. STPI/SSTPI .............. Sentencia del Tribunal de Primera Instancia de la Unión
JA ................................ Juristische Arbeit. Europea/Sentencias del Tribunal de Primera Instancia de la
JbUTR ........................ Jahrbuch des lJmwelt- und Teéhnikrechts. Unión Europea.
JoR .............................. Jahrbuch des Offentlichen Rechts der Gegenwart. STS/SSTS .................. Sentencia del Tribunal Supremo/Sentencias del Tribunal
Jura ............................. J uristische Ausbildung. Supremo. . . .
JuS .............................. Juristische Schulung. STSJ!SSTSJ ............... Sentencia del Tribunal Superior de Just1c1a/Sentenc1as del
JZ ................................ J uristen Zeitung. Tribunal Superior de Justicia.
KJ ................................ Kritische J ustiz. UPR ............................ Umwelt- und Planungsrecht.
LG .............................. Landesgericht (Tribunal de Primera Instancia). TC ............................... Tribunal Constitucional.
LOPJ .......................... Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial. TCCE ......................... Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea.
LOTC ......................... Ley Orgánica 2/1979, de 3 de octubre, del Tribunal Consti- trad ............................. traducido por.
tucional. TS ............................... Tribunal Supremo.
n .................................. nota al pie de página. TSJ .............................. Tribunal Superior de Justicia.
NJW ........................... Neue Juristische Wochenschrift. VBlBW ....................... Verwaltungsbl3.tter für Baden-Württemberg.
NUE ........................... Noticias de la Unión Europea. VG .............................. Verwaltungsgericht (Tribunal de lo Contencioso-Administra-
NuR ............................ Natur und Recht. tivo).
NVwZ ........................ Neue Zeitschrift für Verwaltungsrecht. VGH .......................... Verwaltungsgerichtshof (Tríbunal Superior Contencioso-Ad-
NVwZ-RR .................. Neue Zeitschrift für Verwaltungsrecht. Rechtsprechung ministrativo).
Report. VVDStRL .................. Ver6ffentlichungen der Vereinigung der Deutschen
OLG ........................... Oberlandesgericht (Tribunal Superior del Land). Staatsrechtslehrer.
OMC .......................... Organización Mundial del Comercio. ZRP ............................ Zeitschrift für Rechtspolitik.
OVG .......................... Oberverwaltungsgericht (Tribunal Superior Contencioso-ad- ZUR ............................ Zeitschrift für Umweltrecht.
ministrativo).

26 27
INTRODUCCIÓN

Los derechos fundamentales, concebidos a la manera que llamare-


mos clásica y tradicional, garanúzan a los individuos un ámbito de li-
bertad inmune frente a los ataques provenientes de los poderes públi-
cos. Imponen al Estado obligaciones negativas, de no hacer, de
abstenerse de intervenir en aquel ámbito. Como señalaba el Tribunal
Constitucional Federal alemán en una celebérrima sentencia, los dere-
chos fundamentales «están encaminados en primer térmín~ a asegurar
al individuo esferas de libertad frente a las injerencias del poder públi-
co; son derechos de defensa [Abwehrrechte] del ciudadano contra el
Estado»'. Y ello a pesar de que en las primeras declaraciones de dere-
chos también se incluían algunos, como por ejemplo el de sufragio, que
implican actuaciones positivas de las autoridades públicas.
Posteriormente aparece en los textos de diversas Constituciones
una nueva generación de derechos, denominados económicos y socia-
les, con los que se pretende que los ciudadanos disfruten realmente de
un cierto nivel de libertad e igualdad, y que suponen para el Estado
obligaciones de actuar positivamente a fin de lograr ese objetivo. La
efectividad de tales derechos, sin embargo, se ha estrellado a menudo
contra un sistema jurídico concebido para defender la libertad de los
ciudadanos frente a las injerencias del Estado, y no para obligarle a éste
a actuar en un determinado sentido. En España ha sido la propia Cons-
titución la que ha privado de exigibilidad judicial a muchos de esos
derechos al incluirlos entre los «principios rectores de la política social
y económica» y establecer que «sólo podrán ser alegados ante la Juris-
dicción ordinaria de acuerdo con lo que dispongan las leyes que los de-

1 S. de 15.1.1958 (BVerfGE 7, 198, 204).

29
INTRODUCCIÓN
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

sión al de la mayoría de los Estados. Especialmente apremiante resulta


sarrollen» (art. 53 .3 in fine). Ello significa, en fin, que no son verdade-
protegerla frente a los inquietantes riesgos tecnológicos de una magni-
ros derechos subjetivos fundamentales, tutelables judicialmente praeter tud antes desconocida a los que todos o una buena parte de los ciuda-
o incluso contra legem, sino más bien «derechos aparentes»'. danos quedamos expuestos. A título de ejemplo pueden traerse aquí
En tiempos más recientes ha surgido con fuerza la doctrina de ori- los problemas suscitados en torno al aprovechamiento de la energía
gen jurisprudencia!, recibida también por el Tribunal Constitucional
nuclear y a las hipótesis científicamente no acreditadas pero tampoco
español, según la cual de los derechos fundamentales, con independen- descartadas de que la liberación en el medio natural de organismos
cia de la «generación» a la que pertenezcan, se derivan para el Estado modificados genéticamente y la contaminación electromagnética pro-
obligaciones positivas de protegerlos, especialmente, pero no sólo, con- ducida por diversas instalaciones causen graves daños sanitarios y am-
tra las agresiones y amenazas procedentes de otros individuos. Esta bientales.
doctrina reviste una enorme relevancia práctica, pues ha sido llamada Estos cambios sociales han de reflejarse inexorablemente en el
a influir decisivamente en la resolución de importantes y acuciantes mundo jurídico. El Derecho público y los iuspublicistas deben poner-
problemas, unos ya viejos, muchos relativamente nuevos. Piénsese, por se a la altura de las nuevas circunstancias. Alejandro NIETO lo ha ex-
poner sólo algunos ejemplos extraídos de la praxis judicial, en la pro- presado muy bien: «ya es hora de que los administrativistas se perca-
tección de la vida y de la integridad física frente al terrorismo, la vio- ten de que han de ir abandonando su actitud, cómoda y narcisista al
lencia doméstica, el humo del tabaco, la contaminación atmosférica y mismo tiempo, de defensores de los ciudadanos frente a una Adminis-
acústica, los transplantes de órganos, la experimentación con personas, tración todopoderosa y arbitraria. Ésta ha sido, desde luego, su misión
las negligencias médicas, la utilización de fármacos, la energía nuclear. durante doscientos años y gracias a ello la cultura occidental ha podi-
Puede afirmarse grosso modo que los derechos a la protección esta- do asentarse sobre bases humanas. Pero ahora han cambiado los tiem-
tal constituyen los derechos fundamentales típicos de la sociedad del pos: la Administración Pública, antes tan enérgica, ha terminado rin-
riesgo en la cual se dice que vivimos'. Serían el precipitado jurídico- diéndose ante unos intereses capitalísticos que, para mayor fuerza,
subjetivo específico del «Estado protector»', del «Estado preventivo»',
superan las barreras nacionales. Y es aquí cabalmente donde está el
del «Estado-precaución»', del «Estado ambiental»', al igual que los mayor peligro. La nueva misión del Derecho Administrativo consiste,
derechos defensivos, políticos y sociales lo han sido respectivamente
por tanto, en defender a los ciudadanos y a la Administración de las
del Estado de Derecho, democrático y social. Si los derechos funda- eventuales (y reales) agresiones de los grupos privados, mucho más
mentales han constituido la quintaesencia de las garantías de la liber-
poderosos que las propias Administraciones P~bHcas»8 • • •,
tad humana frente a los más graves peligros que la han amenazado en
Y para que los poderes públicos lleven a termrno su nueva m1s1on
cada momento histórico, los mayores peligros que hoy se ciernen so- conviene remozar el arsenal jurídico disponible. Cada vez con más fre-
bre la libertad en las sociedades occidentales ya no provienen de los cuencia se requiere de éstos no que se abstengan de interferir en las
poderes públicos ni de la «naturaleza», sino de sujetos privados, de relaciones entre particulares, sino, al contrarío, que intervengan a fin
organizaciones cuyo poder en ocasiones supera en intensidad y exten- de garantizar la libertad de los más débiles. Ello exige establecer los
mecanismos jurídicos adecuados para que las autoridades puedan aco-
2
JIMÉNEZ CAMPO, Derechos fundamentales. Concepto y garantías, 1999, meter cabalmente esta tarea y para que los ciudadanos afectados pue-
p. 123.
3
Vid. BECK, La sociedad del riesgo, 1986.
dan recabar y obtener su cumplimiento efectivo. Durante mucho tiem-
4
H. A. HEssE, «Der Schutz-Staat geht um», JZ, 1991, pp. 744 y ss.; y Der po el Derecho público se ha preocupado especialmente por poner
Schutzstaat, 1994.
5
DENNINGER, «Der Prii.ventions-Staat>>, KJ, 1988, pp. 1 y ss. s Recensión de NIETO al libro de EsTEVE PARDO, Autorregulación: génesis y
6
SCHMIDT, «Der Staat der Umweltvorsorge», DÓV, 1994, pp. 749 y ss. efectos, RAP, 160, 2003, p. 429. En sentido similar, vid. SA!NZ MORENO, «El valor
7
CALLIES, Rechtsstaat und Umweltstaat, 2001; MONTORO CHINER, «El Es~a- de la Administración pública en la sociedad actual», en Estudios para la reforma
do ambiental de Derecho. Bases constitucionales», en El Derecho administrativo de la Administración Pública, 2004, pp. 110 y 111.
en el umbral del siglo XXI, 2000, pp. 3437 y ss.
31
30
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

límites y frenos a las intervenciones estatales. Ahora la necesidad es


obligar al Estado a intervenir, garantizar que no permanezca inactivo
frente a las nuevas amenazas para la libertad. No se trata tanto de de-
fender a la Administración, cuanto de asegurar que ésta defiende a los
ciudadanos.
En este marco se afirman novedosas doctrinas, como la del llama-
do principio de precaución, pero también se revisan otras ya antiguas
y se las adapta a las necesidades actuales. El presente estudio ha toma-
do el segundo camino, al analizar una dimensión de los derechos fun-
damentales algo oculta hasta hace bien poco que, a nuestro juicio,
constituye una poderosa y afilada arma de protección en manos de los PRIMERA PARTE
ciudadanos.
No estamos hablando de confusos principios que no se sabe muy UN PAR DE CASOS TRAÍDOS
bien lo que significan, sino de mandatos jurídicos mucho más perfila- DEL DERECHO ALEMÁN
dos teóricamente y enunciados de manera expresa por la Constitución
española y el Convenio Europeo de Derechos Humanos. Hablamos de
verdaderos derechos subjetivos que obligan directamente a la Adminis-
tración y a los Tribunales incluso a pesar de disposición legal en con-
trario. Derechos que gozan de las mayores garanrías, como la reserva
de ley, el mandato de tipicidad y, en determinados casos, la tutela judi-
cial a través de un procedimiento preferente y sumario, el recurso de
amparo y el acceso al Tribunal de Estrasburgo. Derechos que imponen
obligaciones positivas cuyo incumplimiento puede hacer nacer la res-
ponsabilidad patrimonial de las Administraciones públicas.

32
I. EL CASO DE LA INGENIERÍA GENÉTICA

l. PROMESAS Y RIESGOS DE LA INGENIERÍA GENÉTICA

El gran avance que la genética ha experimentado durante el siglo


XX ha provocado una importante revolución en el ámbito de la biotec-
nología, es decir, en las «diversas técnicas destinadas a utilizar la capa-
cidad de los seres vivos para proporcionar productos o servicios»'.
Hoy en día se sabe que las características de cada ser vivo dependen
fundamentalmente de sus genes, de la concreta estructura de una mo-
lécula existente en todas sus células, el ácido desoxirribonucléico
(ADN). Un gen es un segmento de ADN que codifica una proteína.
Dicho de otra manera, los genes contienen la información necesaria
para producir las proteínas, que dan a las células su estructura y su
función.
Hoy también se sabe cómo identificar el tramo de ADN que corres-
ponde a un determinado gen, cómo manipularlo, modificarlo, replicar-
lo, controlar su expresión, eliminarlo, introducirlo en el ADN de otro
organismo a fin de que produzca en éste la misma proteína que codifi-
caba en el organismo de origen. Todas estas técnicas, que constituyen
la ingeniería genética, permiten transferir propiedades entre especies
pertenecientes incluso a reinos diferentes y que nunca se cruzarían de
manera natural. Hacen posible obtener el organismo deseado con una
relativa rapidez y precisión, sin necesidad de esperar cientos, miles o
millones de años a que una azarosa mutación produzca el resultado
apetecido. La ingeniería genética puede aplicarse en cualquier ámbito
de la técnica donde se utilicen organismos: en la agricultura, la indus-
tria, la elaboración de fármacos, la medícina, la protección del medio

9
GRACE, La biotecnología al desnudo, 1998, p. 22.

35
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL I. EL CASO DE LA INGENIERÍA GENÉTICA

ambiente ... Y, en todos ellos, los beneficios de todo tipo que la misma la dependencia de los países pobres respecto de los ricos y agrandará
nos reportará son, al parecer, extraordinarios 10 . las diferencias económicas entre ambos; ante la resistencia que la mo-
No obstante, hay científicos que estiman que la ingeniería genética derna biotecnología está encontrando en los países desarrollados, «la
conlleva graves riesgos para diversos bienes jurídicos protegidos. Es- industria comienza a seleccionar al Tercer Mundo como sitio de ensa-
pecialmente peligrosa resulta la manipulación de genes humanos, por yos al igual que de mercados» 11 • Y se advierte que la liberación de
cuanto aquí están en juego la vida, la salud y la dignidad de las perso- OMG encierra graves riesgos ambientales: hibridaciones indesea-
nas, pero también la modificación de otros seres vivos plantea proble- das con otras especies, aparición de malas hierbas, extinción de espe-
mas. Se ha dicho que «la liberación en gran escala de organismos cies silvestres emparentadas, pérdida de biodiversidad, aceleración del
transgénicos es mucho peor que las armas nucleares o los desechos nu- surgimiento de resistencias, extinción de las resistencias en otras espe-
cleares radioactivos, porque los genes pueden replicarse, propagarse y cies, etc. 12 .
recombinarse indefinidamente». Un primer factor de riesgo es que los Interesa resaltar el elevado grado de incertidumbre existente acer-
organismos modificados genéticamente (OMG), para poder ser locali- ca de los hipotéticos perjuicios que la ingeniería genética puede aca-
zados y seleccionados, suelen ir «marcados» con un gen que otorga rrear13. Si evaluar los riesgos de otras tecnologías más convenciona-
resistencia a ciertos antibióticos y que tal vez se transfiera a organis- les ya resulta difícil, el grado de dificultad se eleva notablemente
mos patógenos, disminuyendo las posibilidades defensivas del hombre aquí como consecuencia de que nuestros conocimientos sobre los ge-
frente a ellos. En segundo lugar, la ingeniería genética no es absoluta- nes y su manipulación son todavía relativamente deficientes. La gené-
mente precisa. La introducción de genes extraños en el ADN del or- tica molecular es una ciencia muy joven. Los científicos acaban de des-
ganismo huésped tiene lugar de manera algo aleatoria. No puede sa- cubrir un vasto continente y apenas han comenzado a explgrarlo. Al
berse con seguridad el concreto lugar de su genoma en el que tendrá aumentar el campo del conocimiento humano, aumentan también sus
lugar la inserción, de manera que tampoco puede saberse exactamen- lagunas.
te cuáles serán sus consecuencias. En tercer lugar, los vectores -u
organismos «porteadores» del gen que pretende introducirse en el or-
ganismo huésped- utilizados de ordinario son una recombinación 2. LA EXISTENCIA DE UNA LAGUNA LEGAL
«de parásitos genéticos naturales de diferentes orígenes, incluyendo
virus que provocan cáncer y otras enfermedades en anímales y vegeta- En Alemania, la ingeniería genética carecía de una regulación
les, con sus funciones patogénicas "lisiadas"», esto es, supuestamente legal específica hasta la promulgación en 1990 de las Leyes para la
lisiadas. Dichos vectores «pueden infectar muchos animales y vegeta- Protección de Embriones y para la Regulación de la Ingeniería Ge-
les, y captar durante ese proceso genes de virus de todas las especies nética 14.
para crear nuevos patógenos». Se habla también de riesgos éticos: tal En 1978 se habían publicado unas Directrices para la protección
vez un musulmán no acepte comer alimentos a los que se les han frente a los peligros de los ácidos nucleicos recombinados in vitro ela-
transferido genes propios del cerdo. Se denuncian efectos socioeconó- '
micos negativos: se están fabricando productos que, «en lineas gene- 11
Las opiniones citadas son de Ho, Ingeniería ... , pp. 34, 37, 37, 40, 55, 72 y
rales, nadie necesita y ciertamente no todo el mundo quiere, pero que ss. Y 158 y ss. Otro autor crítico con la ingeniería genética es RIECHMANN, Cultivos
de todos modos están siendo impuestos a los consumidores debido a y alimentos transgénicos, 2000, pp. 54 y ss.
12
la falta de segregación y rotulación»; la ingeniería genética aumentará Vid. GONZÁLEZ CANDELA, «Riesgos medioambientales de los alimentos
transgénicos», en Los transgénicos: ciencia y polémica, 2000, pp. 89 y ss.
13
Vid., entre otros, VoN ScHELL, Die Freisetzung gentechnisch veriinderter
10Sobre todas estas técnicas y sus promesas, vid. ALDRIGE, El hilo de la vida, Mikroorganismen, 1994, pp. 471 y ss.
14
1999; GARCÍA OLMEDO, La tercera revolución verde, 1998; GRACE, La Gesetz zum Schutz von Embryonen (Embryonenschutzgesetz - ESchG), de
biotecnología ... , in toto; IZQUIERDO ROJO, Ingeniería genética, 1993; RAMóN VIDAL, 13.12.1990, y Gesetz zur Regelung der Gentechnik (Gentechnikgesetz - GenTG),
Els gens que mengem, 1997. de 20.6.1990.

36 37
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL l. EL CASO DE LA INGENIERfA GENÉTICA

horadas por el Ministro de Investigación y Tecnología y aprobadas por Además, las empresas que no se ajustaran a las Directrices se exponían
el Gobierno Federal15• Estas Directrices, que afirmaban «reflejar el es- a sufrir las críticas de los políticos y del público".
tado de la ciencia y la técnica» (ap. C.2), contemplaban diversas medi- Otros autores, en cambio, negaban esa eficacia a las Directrices:
das de seguridad que había que observar en la realización de las activi- porque no reflejaban fielmente el estado de los conocimientos científi-
dades de ingeniería genética subvencionadas por la Federación (ap. cos y técnicos"; porque los Tribunales no debían sentirse vinculados
C.l). Según la doctrina mayoritaria, no constituían verdaderas normas por la concreción que de este concepto jurídico indeterminado hubie-
con eficacia jurídica externa 16, ni tampoco circulares administrativas 17 . se hecho un órgano incompetente para ello23 ; porque no existían ins-
Tan sólo obligaban en la medida en que los particulares se hubiesen trumentos que permitiesen controlar efectivamente la observancia de
«autovinculado» voluntariamente a ellas o el clausulado de las subven- las mismas y sancionar su incumplimiento"; porque la presión de la
ciones las hubiese incorporado 18 . competencia empujaba a las empresas biotecnológicas a prescindir de
Algunos autores afirmaban que las Directrices eran obligatorias de las medidas previstas, las cuales indudablemente encarecían y lastraban
Jacto también en otros supuestos. Dado que la autorización de las ins- el desarrollo de sus actividades25 ; y porque era muy dudoso que la sola
talaciones en las que se realizaran trabajos de ingeniería genética esta- amenaza de una hipotética responsabilidad patrimonial constituyese un
ba sujeta a la adopción de las precauciones exigibles según el estado incentivo suficiente para el cumplimiento de las Directrices". De he-
de los conocimientos científicos y técnicos, las Directrices constituían cho, empresas hubo que no las observaron27 •
críteríos con arreglo a los cuales otorgar o denegar la autorización, en Lo que nadie ponía en duda era que estas normas no satisfacían las
la medida en que reflejaban dicho estado 19 • Por la misma razón, debían exigencias que la Constitución-alemana impone a la regulación de una
jugar un papel decisivo en materia de responsabilidad patrimonial, a la materia en la que están directamente implicados los derechos funda-
hora de precisar si el causante del daño había infringido los deberes de mentales a la producción científica, la libertad de empresa, la· dignidad
cuidado exigibles de acuerdo con el estado de la ciencia y la técnica20 • humana, la vida y la integridad corporal. Esta nueva tecnología debía
ser regulada mediante ley".
15 La quinta y última versión de las Directrices, de 1986, puede verse en Se suscrtaba la duda de si la aparente laguna legal en que se estaba
POHLMANN, Neuere Entwicklungen im Gentechnikrecht, 1990, pp. 193 y ss. desarrollando esta tecnología podía ser integrada aplicando ciertas le-
16 NICKLISCH, «Das Recht im Umgang mit dem Ungewissen in Wissenschaft yes promulgadas antes de la aparición de la misma. Algunos autores
und Technik», NJW, 1986, p. 2289.
17 LuKES, «Die Gentechnologie aus der Sicht des Rechts der Technik»,
21
DVBI., 1986, pp. 1222 y 1223; WITIE, Staatshaftung bei gentechnisch veriinderten KLOEPFERIDELBRÜCK, «Gentechnik... », p. 284.
22
Mikroorganismen, 1989, p. 95. Por contra, las calificaban como circulares: KLo- RrcHTER,Gentechnologie... , pp. 121 y ss.
23
EPFERiDELBRÜCK, «Gentechnik zum Schutze der Umwelt», UPR, 1989, p. 283; RI- RlcHTER, Gentechnologie... , pp. 117 y 118.
24
CHTER, Gentechnologie als Regelungsgegenstand des technischen Sicherheitsrechts, GROTH, «Die gentechnische Herausforderung. Taugt das Umweltrecht zur
1989, p. 117. Bewaltigung sozioOkoligischer Risiken?», KJ, 1988, p. 258; KLOEPFERIDELBRÜCK
18 Vid. HOFFMANN, «Biotechnik, Gentherapie, Genmanipulation - Wissen- «Gentechnik... », p. 285; WITTE, Staatsha/tung ... , p. 103 y ss. '
schaft im rechtsfreien Raum?», JZ, 1986, p. 256; NICKLISCH, «Das Recht ... », p. " WITIE, Staatsha/tung ... , p. 108.
26
2289; R!CHTER, Gentechnologie ... , pp. 117 y 118; WINTER, «Gentechnik als Rechts- Como sostenía HoFFMANN, «Biotechnik ... », p. 256.
27
problem», DVBI., 1986, p. 590. WITIE, Staatsha/tung ... , p. 96, ponía en duda la WITTE, Staatshaftung ... , p. 103, n. l.
licitud de sujetar el otorgamiento de subvenciones a la observancia de reglas ca- 28
Vid., especialmente, KLOEPFERIDELBRÜCK, «Gentechnik... », pp. 285 y 286;
rentes de cobertura legal. LADEUR, «;echtliche Steuerung der Freisetzung von gentechnologisch manipulier-
19 KLOEPFERIDELBRÜCK, «Gentechnik ... », p. 284; PoHLMANN, Neuere ... , p. 39; ten Orgamsmen», NuR, 1987, p. 67; RICHTER, Gentechnologie... , pp. 119 y 123;
SCHWAB, «Gentechnologie und Immissionsschutzrecht», NVwZ, 1989, p. 1015; S. WITTE, Staatsha/tung ... , pp. 103 y ss. Vid., también, HART, «Rechtspolitik und
del VG Giellen de 2.9.1992 (NVwZ-RR, 1993, pp. 534 y ss.). Gentechnolog1e», K], 1989, pp. 102 y 103; HOFFMANN, «Biotechnik ... », p. 255;
20 HoFFMANN, «Biotechnik ... », p. 256; Kl.OEPFERIDELBRÜCK, «Gentechnik. .. », NICKLISCH.' en «Das Recht ... », p. 2289, y <<Rechtsfragen der Anwendung der Gen-
p. 284; POHLMANN, en «Gentechnische Industrieanlagen und rechtliche Regelun- technolog1e unter besonderer Berücksichtigung des Privatrechts», en Rechts/ragen
gen», BB, 1989, p. 1205; y en Neuere ... , p. 39. der Gentechnologie, 1986, pp. 116 y ss.

38 39
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL I. EL CASO DE LA INGENIERÍA GENÉTICA

defendían que varias leyes administrativas imponían límites a la reali- ce precisamente la más arriesgada y polémica: la liberación de OMG
zación de trabajos de ingeniería genética, así como a la liberación y la en el medio natural32 • Estas leyes, dictadas para evitar la producción de
comercialización de los productos resultantes: las Leyes de Epidemias daños concretos, bien conocidos y evaluables, no podían ser aplicadas
y de Epizootias, de Protección de la Naturaleza, de Residuos Sólidos, analógicamente para controlar riesgos como éste, de características
del Medicamento, de Industria, de Protección de las Plantas Cultiva- muy distintas, preñados de incertidumbre y complejidad, que represen-
das, de los Fertilizantes y la Ley Alimentaria". taban una amenaza de daños irreversibles e inconmensurables33 • Tam-
Varias de estas normas legales fueron declaradas aplicables por la bién se criticaba que se hubiese extendido el ámbito de aplicación de
Administración en los reglamentos que las desarrollaban. Por ejemplo, alguna de esas disposiciones legales a través de reglamentos, pues de
cierto Reglamento dictado en ejecución de la Ley reguladora del Trans- esta manera no se solucionaba el déficit de legitimidad que padecía la
porte de Mercancías Peligrosas, al concretar el concepto legal «mercan- regulación de la materia. Sólo el legislador podía acabar con é]34 • La
cías peligrosas», incluyó entre las mismas «los organismos con ácidos Constitución exigía la promulgación de una ley que regulase específi-
nucleicos recombinantes», así como <<los cuerpos de animales, las par- camente la ingeniería genética35 .
tes de cuerpos de animales y los animales que contengan organismos
con ácidos nucleicos recombinantes»30 • Otro ejemplo lo proporciona la
Ley Federal para la Protección frente a las Inmisiones (BimSchG), que 3. LA PARALIZACIÓN JUDICIAL DE LA INGENIElÚA GENÉTICA

remitía al Gobierno la determinación de las instalaciones que debían


quedar sometidas a una autorización previa por ser susceptibles de Una importante empresa alemana, Hoechst AG, proyectaba produ-
causar efectos medioambientales nocivos o poner en peligro, perjudi- cir insulina humana utilizando para ello OMG. Con esa finalidad soli-
car o molestar sensiblemente de cualquier otra manera al vecindario o citó y obtuvo tres autorizaciones conforme a lo dispuesto eri' la BimS-
a la generalidad de los ciudadanos. En virtud de esta remisión, el Go- chG, que fueron recurridas por sendos particulares que habitaban a
bierno modificó en 1988 el correspondiente Reglamento para incluir 800, 1.000 y 8.500 metros, respectivamente, de las instalaciones cues-
las instalaciones en las que se tratara con «microorganismos modifica- tionadas. Agotada la vía administrativa, los actores interpusieron recur-
dos genéticamente», «cultivos celulares modificados genéticamente, so contencioso-administrativo y solicitaron la suspensión cautelar de las
en la medida en que estén destinados a regenerar plantas», «partes o autorizaciones.
productos del metabolismo de los microorganismos o cultivos celula- El Auto del Tribunal Contencioso-Administrativo de Frankfurt de
res citados ... en la medida en que contengan ácidos nucleicos recom- 3 de febrero de 198936 denegó la suspensión tras ponderar sumaria-
binantes biológicamente activos», quedando excluidas de la preceptiva mente los diversos intereses implicados y la apariencia de legalidad de
autorización sólo las instalaciones dedicadas exclusivamente a fines de los actos recurridos. Al Tribunal le parecía defendible la tesis sosteni-
da por el demandado de que la BimSchG ofrecía un fundamento sufi-
investigación31 .
Un importante sector doctrinal sostenía que dichas normas no al- 32
WINIER, «Gentechnik. .. », p. 593.
canzaban a colmar el vacío legal existente, pues o no resultaban apli- 33
Vid., por todos, R.ICHTER, Gentechnologíe ... , pp. 69 y ss.; WITTE, Staats-
cables en absoluto a las actividades de ingeniería genética o permitían ha/tung... , pp. 63 y ss.
34 WITTE, Staatsha/tung ... , pp. 63 y ss.
controlar sólo algunas de esas actividades, quedando fuera de su alean-
35
KLoEPFERIDELBRüCK, «Gentechnik. .. », pp. 285 y 286; RicHTER, Gentechno-
logie ... , passim, esp. 219 y 295; WrrrE, Staatsha/tung ... , pp. 92 y 114; NrcKLISCH,
29 Sobre la aplicabilidad de todas estas leyes, vid. POHLMANN, Neuere ... , pp. en «Das Recht ... », pp. 2289 y 2290, y en «Rechtsfragen der modernen Bio- und
43 y ss.; R.!CHTER, Gentechnologíe ... , passím; WINTER, «Gentechnik... », pp. 586 Y Gentechnologie. Regelungsbedarf und Regelungsansiitze», BB, 1989, pp. 1 y ss.;
ss.; WITTE, Staatsha/tung ... , pp. 86 y ss. PoHLMANN, «Gentechnische ... », pp. 1205 y ss.; SCHWAB, «Gentechnologie ... », p.
30 Vid. PoHLMANN, Neuere ... , pp. 73 y 74. 1013. Estos dos últimos autores, sin embargo, no estimaban que aquí hubiera un
3 1 Vid. PoHLMANN, Neuere ... , pp. 46 y ss.; ScHWAB, «Gentechnologie ... », in vacío legal contrario a la Constitución.
tato. " NVwZ, 1989, pp. 1097-110!.

40 41
GABIUEL DOMÉNECH PASCUAL l. EL CASO DE LA INGENIERÍA GENÉTICA

ciente a las decisiones cuestionadas. La Constitución no imponía la tívidad tan riesgosa para la vida y la salud como la cuestionada necesi-
existencia de una regulación legal específica de la ingeniería genética. ta de un permiso especial del legislador. Ciertamente, éste dispone de
Esta legislación específica era constitucionalmente obligada en el caso un amplio margen de apreciación para cumplir sus obligaciones de
del aprovechamiento pacífico de la energía nuclear, debido a los gra- protección, pero en el caso de la ingeniería genética no había adopta-
ves peligros que ésta encerraba, pero no en el de la ingeniería genéti- do medida protectora alguna. Ni la BimSchG ni otras leyes podían
ca, puesto que aquí no se había constatado la existencia de un peligro cubrir el vacío legal existente, no ya porque se tratara de normas ela-
semejante. Aunque no cabía excluir completamente la existencia de boradas sin que el legislador hubiese tenido a la vista esta nueva tec-
riesgos para los recurrentes, se trataba de riesgos aceptables en virtud nología, sino porque regulaban situaciones objetivamente distintas.
de las precauciones adoptadas. Además, al interés de los actores en no Dicha Ley partía de la posibilidad de controlar las emisiones que regu-
correr tales «riesgos insignificantes» se enfrentaba el interés de Hoechst laba, de defenderse efectivamente frente a las mismas de su finitud
AG en no sufrir los «perjuicios relevantes» derivados de la suspensión, mientras que el riesgo aquí considerado tenía caracterí~ticas muy dife~
pues mientras durara el proceso se le impediría no sólo aprovechar las rentes: era irreversible, inconmensurable, no evaluable, extremadamen-
inversiones ya realizadas, sino también competir en un ámbito de gran te incierto. Y esa falta de certidumbre científica no debía llevar a la
relevancia para la economía nacional y mundial con otras empresas que conclusión del Tribunal de Frankfurt, que despreciaba dicho riesgo
ya producían los mismos fármacos en el extranjero. porque no se había evidenciado positivamente su existencia. Eso sería
Esta decisión fue recurrida ante el Tribunal Superior Contencioso- tanto como esperar a que «el niño se caiga al pozo» para reaccionar,
Administrativo de Kassel, que en su Auto de 6 de noviembre de 198937 probablemente demasiado tarde. Es más, en una situación de inseguri-
suspendió cautelarmente las autorizaciones, aduciendo que «las insta- dad tal, era primeramente responsabilidad del legislador y del Gobier-
laciones en las cuales se trabaja con métodos de la ingeniería genética no adoptar las decisiones que considerasen oportunas, sin q'ue los Tri-
solo pueden establecerse y funcionar sobre la base de una autorización bunales pudieran suplantarles en sus apreciaciones, pues carecían de
expresa del legislador». Para llegar a esta conclusión, el Auto aducía, los criterios necesarios a tal efecto.
en primer lugar, la jurisprudencia constitucional que había considera- Este Áuto recibió un alud de criticas doctrinales". Algunas iban di-
do que la decisión en contra o a favor del aprovechamiento pacífico de rigidas a negar la existencia del vacío legal afirmado por el Tribunal de
la energía nuclear constituía una decisión esencial que correspondía Kassel. Se defendía que la BimSchG era objetivamente aplicable al caso,
tomar al legislador. Según el Tribunal de Kassel, esta doctrina valía pues había dejado abierta la lista de las instalaciones necesitadas de au-
también para la ingeniería genética, pues el potencial dañino de la mis- torización, remitiendo su concreción al Gobierno, precisamente para
ma sí era comparable al de la energía atómica. poder ser aplicada a los nuevos riesgos ambientales que pudieran surgir
Pero el argumento basilar sobre el que se apoyaba el Auto era la tras su promulgación. Además, el principio de precaución consagrado
doctrina de las obligaciones de protección derivadas de los derechos en esta Ley, correctamente aplicado, bastaba para satisfacer las obliga-
fundamentales. Los derechos a la vida e integridad corporal imponen ciones de protección derivadas de los derechos fundamentales a la vida
al legislador la obligación de protegerlos incluso frente a posibles ries- y a la integridad corporal". Si el Tribunal de Kassel dudaba de la cons-
gos. El legislador debe adoptar medidas de precaución aun en el caso 38
Sólo algunos autores, en artículos de tono descriptivo, se pronunciaron
de que esos bienes constitucionalmente protegidos sean amenazados
favorablemente. Vid. BrZER, «VGH Kassel stoppt Gentechnik», KJ, 1990, pp. 127-
por particulares. Tales derechos prevalecen en caso de conflicto sobre 129; EIBERLE-HERM, «Gentechnologie und Parlamentsvorbehalt», NuR, 1990,
la propiedad y las libertades científica y de empresa, por lo que aquí pp. 204-207.
39
se invierten el principio pro libertate y su corolario, la especial necesi- Vid. FLUCK, «Grundrechtliche Schutzpflichten und Gentechnik», UPR,
1990, p. 85; HIRSCH, «Keine Gentechnik ohne Gesetz?», NJW, 1990, p. 1447; SE-
dad de justificar su limitación, de manera que la utilización de una ac-
LLNER, «Aktuelle Probleme des Gentechnikrechts», JbUTR, 1991, pp. 184 y 185;
SENDLER, «Gesetzes- und Richtervorbehalt im Gentechnikrecht», NVwZ, 1990, pp.
" NJW, 1990, pp. 336-339. 233 y 234.

42 43
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL l. EL CASO DE LA INGENIERíA GENÉTICA

titudonalidad de la remisión al reglamento efectuada en esa Ley, lo que Se criticaba también la supuesta incompetencia de los Tribunales
debía haber hecho era plantear una cuestión de inconstitucionalidad40 • para evaluar los riesgos de la ingeniería genética a efectos de ponderar
También se criticaba la aplicación de la teoría de la esencialidad, los distintos derechos fundamentales implicados en el caso concreto y
negándose que la situación fuese comparable a la de la energía atómi- delimitar su alcance. El legislador era el primer llamado a efectuar esa
ca41. La insulina humana obtenida a partir de organismos modificados ponderación, pero si éste había permanecido inactivo, los Tribunales
genéticamente circulaba por el mercado desde 1981, y no se conocía no tenían más remedio que ponderar por sí mismos, sirviéndose de las
que hubiese causado daños, ni tampoco había indicios que sustentaran disposiciones legales que tenían a su disposición. Los autores critica-
la hipótesis de que pudiera ocasionarlos en el futuro 42 • Por otro lado, ban la opinión del Tribunal de Kassel según la cual, ante la inexisten-
la voluntad del legislador a favor de la ingeniería genética cabía dedu- cia de una ponderación legal, había que concluir una prohibición in-
cirla de diversas leyes de presupuestos que habían destinado cientos de condicionada y absoluta de la actividad riesgosa cuestionada, sin entrar
millones de marcos a fomentar esta tecnología43 y de otros actos parla- a valorar sus riesgos y beneficios. Ni siquiera el legislador hubiese po-
mentarios sin rango de ley44 • dido establecer esa prohibición categórica, pues resultaba despropor-
Un segundo grupo de críticas se dirigía contra las consecuencias cionado hacer prevalecer siempre y en todo caso ciertos derechos fun-
que, según el Tribunal de Kassel, se derivaban de la existencia de la damentales sobre otros derechos igualmente fundamentales 46 .
supuesta laguna legal. El principal motivo de rechazo era que este Tri- Había quien afirmaba que sólo el Tribunal Constitucional Federal
bunal, al invertir el principio liberal según el cual lo que no está legal- podía declarar la inconstitucionalidad de las omisiones legislativas con-
mente prohibido está permitido, había traicionado el sentido clásico de trarias a las citadas obligaciones de protección. Esta posibilidad que-
la reserva de ley. Los derechos fundamentales -aquí, la propiedad, la daba vedada a los órganos jurisdiccionales ordinarios47 •
libertad científica y la libertad de empresa- sólo pueden ser limitados De todos modos, incluso los críticos del Auto han recónocido que
sobre la base de un fundamento legal, a falta del cual la limitación re- éste tuvo un efecto positivo, al impulsar decisivamente la aprobación
sulta constitucionalmente inadmisible. El legislador debe cumplir sus de una ley que reguló expresa y específicamente la ingeniería genéti-
obligaciones de protección derivadas de los derechos fundamentales, ca48, lo que trajo consigo una indudable ganancia en seguridad jurídica
pero mientras no dicte la correspondiente ley, el ejercicio de aquellas y legitimidad. La decisión fundamental ya estaba adoptada. El legisla-
libertades está permitido, no prohibido. Esas obligaciones de protec- dor había autorizado esa nueva tecnología, si bien con numerosos lí-
ción carecen de efectos frente a terceros45 . mites y precauciones.

46 Vid. BREUER, «Ans3.tze für ein Gentechnikrecht in der Bundesrepublik


HIRSCH, «Keine ... », p. 1447.
40

HIRSCH, «Keine ... », p. 1446; PREu, <<Freiheitsgefahrdung


41 durch die Lehre Deutschland», Gentechnikrecht und Umwelt, 1991, pp. 47 y 48; GERSDORF,
von den grundrechtlichen Schutzpflichten», JZ, 1991, pp. 268 y 269; SENDLER, «Parlamentsvorbehalt versus Gesetzesvorbehalt?», DOV, 1990, pp. 514 y ss.; GRAF
«Gesetzes- ... », p. 234. VITZTHUMIGEDDERT-STEINACHER, Der Zweck ... , pp. 29 y ss.; HIRSCH, «Keine... », p.
42 HIRscH, «Keine ... », p. 1446. 1447; KLOEPFER, «Technikverbot durch gesetzgeberischen Unterlassen? Zur
43 GRAF VITZTHUM/GEDDERT-STEINACHER, Der Zweck im Gentechnikrecht, Entscheidung des VGH Kassel vom 6. November 1989», Wege und Verfahren des
1990, pp. 33 y 34. Ver/assungslebens: Festschri/t/ür Peter Lerche zum 65. Geburtstag, 1993, pp. 766 y
44
SENDLER, «Gesetzes- ... », p. 234. 767; ROSE, «Gentechnik ... », pp. 280 y ss.; RuPP, «Anmerkung zum Beschlua des
45 Vid. ENDERS, «Neubegründung des Offentlich-rechtlichen Nachbarschutzes VGH Kassel vom 6.11.1989», JZ, 1990, p. 92; ScHOLZ, «Verfassungsfragen zur
aus der grundrechtlichen Shutzpflicht?, AoR, 115, 1990, p. 633; FLUCK, «Grundre- Gentechnik», Bürger-Richter-Staat. Festschri/t Jür Horst Sendler, 1991, pp. 96 y ss.;
chtliche ... », pp. 3 y ss.; HIRSCH, «Keine ... », p. 1445; H:rRSCH/SCHMIDT-DmczuHN, SELLNER, «Aktuelle ... », p. 193; SENDLER, «Gesetzes- ... », pp. 235 y 236.
47
«Herausforderung Gentechnik: Verrechtlichung einer Technologie>>, NVwZ, 1990, ENDERS, «Neubegründung ... », p. 632 y ss.; FLUCK, «Grundrechtliche ... », p.
p. 714; MuRSWIEK, «Vorbehalt des Gesetzes für die Genehmigung gentechnischer 86; KLOEPFER, «Technikverbot ... », p. 768; PREU, «Freiheitsgefahrdung ... », pp. 270
Anlagen», JuS, 1990, p. 589; PREU, «Freiheitsgefahrdung ... », pp. 266 y ss.; ROSE, y 271; WAHLIMASING, «Schutz ... », p. 562.
48
«Gentechnik und Vorbehalt des Gesetzes», DVBl., 1990, p. 280; WAHL/MAsING, BlzER, «VGH ... >>, p. 127; HrnscHIScHMIDT-DIDCZUHN, «Herausforderung ... »,
«Schutz durch Eingriff», JZ, 1990, pp. 553 y ss. p. 714; KLOEPFER, «Technikverbot ... », p. 756; SELLNER, «Aktuelle ... », p. 193.

44 45
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

De momento, esa decisión legislativa no ha sido cuestionada por los


Tribunales. Merece citarse aquí el Auto del Tribunal Contencioso-ad-
ministrativo Federal de 15 de abril de 199949 , que confirma la desesti-
mación de un recurso contencioso-administrativo contra la autoriza-
ción de una instalación destinada a la realización de labores de
ingeniería genética. El recurrente alegaba que, debido a las lagunas
científicas e inseguridad existentes, no cabía adoptar decisiones respon-
sables en esta materia. Empero, el Tribunal advierte que «con la apro-
bación de la Gentechnikgesetz, que de acuerdo con su parágrafo 1 nú-
mero 2 quiere establecer el marco jurídico para la investigación, el
II. EL CASO DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉ-
desarrollo, utilización y fomento de las posibilidades científicas, técni-
TICA"
cas y económicas de la ingeniería genética, el legislador ha tomado una
decisión fundamental» positiva. Al igual que la Atomgesetz, la Gente-
1. LA RECIENTE PERCEPCIÓN DEL RIESGO ELECTROMAGNÉTICO
chnikgesetz otorga a la Administración un amplio margen de aprecia-
ción para valorar los riesgos existentes y las precauciones necesarias, así
Los campos electromagnéticos constituyen zonas del espacio don-
como para otorgar las autorizaciones correspondientes, margen que los
de se manifiestan fuerzas eléctricas y magnéticas. Algunos son emana-
Tribunales deben respetar'°. Cuando dicha Ley obliga a la Administra-
dos de forma «natural» por la Tierra, el Sol o el espacio exterior. Otros
ción a adoptar precauciones frente a los riesgos de la ingeniería genéti-
los genera «artificialmente» el hombre, por ejemplo, al producir, trans-
ca «de acuerdo con el estado de la ciencia y la técnica», le está otor-
portar o consumir electricidad. Tras varios años de investigación, sabe-
gando un «derecho de decisión preferente», «el mandato de asumir la
mos que la exposición de las personas a campos de cierta magnitud
responsabilidad última de la averiguación y valoración del riesgo», pues
causa ef.ectos térmicos perjudiciales para su salud: «La mayoría de las
el Ejecutivo está mejor pertrechado que el Legislativo y el Judicial para
moléculas biológicas absorben energía procedente de campos magnéti-
ello. «El Tribunal no puede sustituir esa valoración por la suya propia,
cos intermitentes, que la convierten en energía cinética, y empiezan a
sino sólo controlar sus límites jurídicos».
oscilar. Esta oscilación produce calor y un aumento de la temperatura
corporal». Lo que todavía no está claro es si la exposición a niveles más
reducidos, que no originan un aumento de la temperatura corporal,
puede causar efectos nocivos -v. gr., cancerígenos-. Mientras algu-
nos expertos afirman dicha posibilidad, el sector mayoritario y más
prestigioso de la comunidad científica considera que la misma no está
suficientemente acreditada", incerteza que ha dado lugar a una viva
polémica.

51
" DóV, 2000, pp. 37 y ss. Para más detalles, vid. nuestro trabajo «La contaminación electromagnéti-
" De hecho, ya lo respetaban. Vid. las SS. del VG Berlín de 7.5.1993 ca en el Derecho alemán», Revista de Derecho Urbanístico y Medio Ambiente, 220,
(NVwZ-RR, 1994, pp. 150 y ss.); OVG Hamburg de 27.1.1995 (ZUR, 1995, pp. 2005, pp. 131-166.
93 y 94); VG Karlsruhe de 19.9.1997 (7 K 873/97); OVG Berlín de 29.3.1994 52
Vid. el Dictamen del Comité de las Regiones de la Unión Europea sobre
(NVwZ, 1995, pp. 1023 y ss.) y 9.7.1998 (NVwZ, 1999, pp. 96 y ss.). Los efectos de las redes eléctricas de alta tensión (DO C 393, de 13.10.1999).

46 47
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL II. EL CASO DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA

2. EL RÉGIMEN JURíDICO DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA magnéticos de tiempo variable (hasta 300 GHz) de 199858 , que han
sido asumidas por la Unión Europea" y la abrumadora mayoría de sus
Es curioso que el legislador alemán haya establecido una detallada Estados miembros 60 , y que prácticamente todas las instalaciones eléc-
regulación a fin de evitar que los campos electromagnéticos perturben tricas respetan con holgura.
el correcto funcionamiento de los aparatos eléctricos53 , pero todavía no En ellas se explica que sólo se han utilizado como base para las res-
haya hecho lo propio respecto de los daños que aquéllos pueden oca- tricciones propuestas los efectos nocivos (térmicos) inmediatos y a cor-
sionar en la salud de las personas. to plazo de las radiaciones, pues sólo estos efectos se consideran «com-
probados». Los efectos potenciales a largo plazo, como el incremento
del riesgo de cáncer, no se tienen en cuenta, porque, en opinión de la
A) RECOMENDACIONES Y NORMAS TÉCNICAS NO VINCULANTES ICNIRP, «los datos disponibles son insuficientes para proporcionar una
base al objeto de fijar restricciones a la exposición, a pesar de que la
Aunque estos documentos en teoría no vinculan", lo cierto es que investigación epidemiológica ha suministrado sugestivas pero no con-
han jugado en la práctica un papel decisivo. Ellos han sido los prime- vincentes pruebas de una asociación entre posibles efectos carcinógenos
ros en «regular» específicamente el problema, y luego su contenido ha y la exposición a niveles de densidades de flujo magnético de 50/60 Hz
sido asumido en lo sustancial por las autoridades públicas, que hoy sustancialmente más bajos que los recomendados en estas Directrices».
miden y evalúan con arreglo a los mismos las radiaciones electromag- En un extenso informe de 2001 en el que se revisa la literatura
néticas a las que están expuestas las personas. científica aparecida desde 199861, la SSK concluye que no hay motivos
Los organismos privados de normalización Deutsches Institut /ür suficientes para modificar los valores recomendados por las citadas
Normung (DIN) y Verband Deutscher Elektrotechniker (VDE) vienen Directrices. Sin embargo, el informe advierte que algunos estudios epi-
dictando desde 1984 diversas normas técnicas en las que se fijan valo- demiológicos indican que el riesgo de padecer leucemia se duplica en
res límite de inmisión electromagnética y se establecen los procedi- el caso de los niños que habitan bajo la influencia de campos de bajas
mientos para efectuar las correspondientes mediciones55 . frecuencias (50-60 Hz) de una densidad cientos de veces inferior a la
La Strahlenschutzkommission (SSK), órgano consultivo indepen- fijada en las citadas Directrices. Los estudios no son concluyentes. No
diente adscrito al Ministerio Federal de Medio Ambiente, ha publica- puede saberse si efectivamente han sido los campos magnéticos presen-
do varias recomendaciones sobre la materia56 . Las referentes a los va- tes en las viviendas los que han ocasionado el incremento del riesgo.
lores límite asumen las efectuadas por la International Commission on Las causas y los factores de riesgo de la mayoría de casos de leucemia
Non-Ionizing Radiation Protection (ICNIRP), organización no guberna- infantil son desconocidos, por lo que tampoco puede averiguarse si
mental de gran prestigio científico dedicada a investigar y asesorar so- dichos factores estaban bien distribuidos entre los sujetos expuestos a
bre la protección de las personas frente a las radiaciones no ionizan- los campos y los no expuestos. Los datos obtenidos en experimentos
tes". La ICNIRP ha venido recomendando que la exposición de las con animales no sugieren una relación causal. Con todo, «los resulta-
personas a los campos electromagnéticos no debería rebasar ciertos 58
Guidelines /or limiting exposure to time-varying electric, magnetic and elec-
niveles. Sus propuestas más recientes se contienen en las Directrices tromagnetic /ields (up to 300 GHz), publicadas en Health Physics, 74 (4), 1998, pp.
para limitar la exposición a campos eléctricos, magnéticos y electro- 494-522 (www.icnirp.de).
59
Recomendación del Consejo 1999/519, de 12 de julio, relativa a la exposi-
53 Gesetz über die elektromagnetische Vertriiglichkeit von Geriiten (EMVG), ción del público en general a campos electromagnéticos (de O Hz a 300 GHz).
60
de 18.9.1998 (BGBl. I, p. 2882) Implementation report on the Council Recommendation limiting the public
54 DEUTSCH, Elektromagnetische Strahlung und 51/entliches Recht, 1998, p. 35. exposure to electromagnetic/ields (O Hz to 300 GHz) (http://europa.eu.int/comm/
'
5
Vid. ÜSSENBÜHLIDI FABIO, Rechtliche Kontrolle orts/ester Mobil/unkanla- health/ph/programmes/pollution/implement_rep_en.pdf).
61
gen, 1995, pp. 6 y 7. Grenzwerte und Vorsorgemaftnahmen zum Schutz der Beviilkerung vor elek-
" Vid. http://www.ssk.de. tromagnetischen Feldern, Recomendación aprobada en la sesión de la SSK de 13-
57 Sobre esta organización, vid. http://www.icnirp.de/. 14.9.2001 (www.ssk.de).

48 49
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL CASO DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA

dos existentes hasta la fecha relativos a una posible relación entre la ot~o, P?rque la ~e~ no contiene criterios sustanciales precisos que per-
exposición a un campo magnético y la leucemia infantil han de consi- mitan Juzgar la licitud de los campos originados por las instalaciones
derarse como una sospecha científicamente fundada, y subrayan la ne- su¡etas a evaluación, lo que, unido a la precariedad de los conoci-
cesidad de una búsqueda intensiva de posibles relaciones». mientos científicos existentes, hace que la autoridad encargada de eva-
luar disponga para ello de un margen de apreciación excesivamente
amplio67 •
B) LA APUCACIÓN DE LA LEGISLACIÓN ANTERIOR A LA PERCEPCIÓN DEL RIES- Sü1_1ilares problemas plamea la legislación urbanística. El Código
GO ELECTROMAGNÉTICO Urban1st1co permite: constrmr algunas instalaciones -v. gr., de telefo-
nía móvil y de suministro de electricidad- en suelo no urbanizable a
A falta de una regulación específica del riesgo electromagnético,
condición de que no causen efectos ambientales nocivos; ubicarlas en
durante un tiempo no hubo más remedio que tratar de controlarlo
suelo urbanizable no planificado siempre que no ocasionen molestias
aplicando disposiciones que no habían sido pensadas para ello. Algu-
o perturbaciones irrazonables; y emplazarlas en suelo urbano planifi-
nos autores se preguntaban si cabía servirse de la cláusula general de
cado cuando ello resulte de una justa ponderación de todos los intere-
policía existente en la legislación de cada Land, que permite a la Ad-
ses públicos y privados afectados 68 . Pero aquí se tropieza de nuevo con
ministración adoptar las medidas protectoras adecuadas en caso de que
el ob_stáculo de la incertidumbre científica y la falta de criterios legales
exista un peligro, entendido este concepto en el sentido estricto que se
le da en el Derecho alemán: «Situación o conducta que, con un grado que 1nd1quen cuándo una radiación electromagnética tiene carácter
suficiente de probabilidad, causará un daño a un bien jurídico protegi- no~ivo, constituye una perturbación irrazonable o alcanza niveles ex-
cesivos.
do en el caso de que no se impida el desarrollo de los acontecimientos
que objetivamente cabe esperar»62 • No es dudoso que los efectos tér- Parece que la solución ha de buscarse en la Ley Fede;al para la
micos producidos por las radiaciones electromagnéticas que rebasan Protección contra las Inmisiones (BimSchG), aplicable, sin duda al-
cierto umbral constituyen un peligro 63 . El problema es que los atérmi- guna, a l_as electromagnéticas". Esta Ley sujeta determinadas insta-
cos no encajan en dicho concepto, pues el estado actual de los conoci- laciones a ~na autorización administrativa que sólo cabe otorgar
mientos científicos no permite afirmar que probablemente vayan a oca- cuando su titular garantice que las erigirá y gestionará de manera
sionar daños 64 . El riesgo no está lo suficientemente acreditado como que_ no_ puedan causar efectos ambientales nocivos u otros peligros,
para prohibir las actividades que lo engendran, prohibición que resul- per¡mc1os o molesl!as relevantes para el vecindario o el público en
taría por ello desproporcionada". general (§ 5 .1.1), y que tomará precauciones contra dichos efectos
La Ley reguladora de la Evaluación de Impacto ambiental, por sí en especial a través de medidas acordes con el estado de la técnic~
sola, tampoco resuelve satisfactoriamente las cuestiones planteadas, de (§ 5.1.2). Ya sabemos que las instalaciones sujetas a la autorización
un lado, porque la mayoría de las más polémicas fuentes de campos contemplada en la BimSchG las determina el Gobierno Federal.
electromagnéticos quedan excluidas de su ámbito de aplicación66 y, de El problema es que en el correspondiente Reglamento se omite cual-
quier referencia a fuentes de campos electromagnéticos tales como las
62 GusY, Polizeirecht, 2000, m. 108. Para más detalles sobre el significado de
líneas aéreas eléctricas de alta tensión y las estaciones de telefonía
este concepto en el Derecho alemán, vid. in/ra, Y parte, Il.l.A) y C).
63 DEUTSCH, Elektromagnetische ... , p. 86. 67
DEUTSCH, Elektromagnetische ... , pp. 49 y 50.
68
" ÜSSENBüHLIDI FABIO, Rechtliche... , pp. 69 y 70. Vid. DEUTSCH, Elektromagnetische ... , pp. 55 y ss.; ÜSSENBÜHLIDI FABIO
65 DEUTSCH, Elektromagnetische ... , pp. 92 y SS. y 100. Rechtliche... , pp. 73 y 74. '
66 Vid. el Anexo I de la Gesetz über die Umweltvertriiglichkeitsprüfung 69
Así.se deduce de la interpretación conjunta de los§§ 1, 3.1, 3.2 y 2.2 Bl-
(UVPG), de 12.2.1990, redactada de acuerdo con el texto publicado el 5.9.2001 mSchG. Vid., .ror todos, RAMSAUER, «Aktuelle Rechtsentwicklungen zu Risiken
(BGBL I, pp. 2359 y ss.), y modificada por el an. 2 de la Ley de 24.6.2005 (BGBl. elektromagnetlscher Strahlungen», en Gesundheitsrisiken elektromagnetischer Fel-
I, pp. 1794 y ss.). der, 1998, p. 80.

50 51
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
II. EL CASO DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA

móvil70 . Los titulares de las instalaciones no sujetas a autorización dones. Lo mismo rige para los valores fijados en instrucciones admi-
«sólo» están obligados a impedir que las mismas causen efectos am- nistrativas que hayan sido dictadas con arreglo al parágrafo 48 de la
bientales nocivos evitables con arreglo al estado de la técnica (§ 22.1.1 BimSchG y que reflejen el estado de la técnica»71 • En la motivación
BimSchG) y a minimizar los efectos ambientales nocivos inevitables de la propuesta parlamentaria que dio lugar a la reforma se decía que,
según el estado de la técnica (§ 22.1.1 BimSchG). Estos titulares, en a partir de ahora, «el emitente sólo corre con la carga de probar la
consecuencia, deben impedir que sus instalaciones generen campos observancia de los valores límite jurídico-públicos, mientras que al
electromagnéticos que provoquen efectos térmicos dañinos, para lo vecino le corresponde probar que existe un menoscabo significativo a
cual basta que respeten los valores de exposición fijados en las reco- pesar de la observancia» de tales valores; este último debe aportar
mendaciones y normas técnicas antes citadas. Las dificultades se pre- una prueba de ello que convenza plenamente al juez72 • Esta interpre-
sentan en relación con los polémicos efectos atérmicos de las radiacio- tación del nuevo parágrafo 906.1 del BGB es aceptada por la mayo-
nes ajustadas a dichas normas, pues hoy en día la ciencia no afirma ni ría de la doctrina", aunque hay quienes consideran que el cumpli-
descarta su nocividad. ¿Les alcanza, pues, aquella obligación de mini- miento de los valores límite tiene un mero significado indiciario, de
mizar? manera que-el vecino no ha de convencer completamente al juez de la
En el ámbito del Derecho privado, debe hacerse mención a las po- irrelevancia de la inmisión ajustada a los mismos, sino tan sólo apor-
sibilidades que ofrece la acción negatoria del parágrafo 1004.1 del Có- tar pruebas que le hagan dudar de ello74 •
digo Civil (BGB): «Si la propiedad es menoscabada de cualquier otra Es claro que esta acción negatoria puede ser utilizada frente a las
forma que no sea la privación o la retención de la posesión, el propieta- inmisiones electromagnéticas. La cuestión está en determinar cuándo
rio puede exigir del perturbador la cesación del menoscabo. Si son de una de ellas menoscaba de manera no insignificante la prc,piedad. En
temer ulteriores menoscabos, el propietario puede exigir su omisión». principio, habría que estimar existente un menoscabo tal sf la inmisión
Esta acción «queda excluida cuando el propietario está obligado a es susceptible de causar efectos térmicos por superar los valores esta-
tolerar» el perjuicio (§ 1004.1 BGB), lo que ocurre, en primer lugar, blecidos en recomendaciones, normas técnicas o reglamentos. En otro
cuando el menoscabo ha sido producido por un aprovechamiento de caso, es ínuy dudoso que pueda estimarse la acción75.
la otra finca considerado habitual en el lugar y que no puede ser im-
pedido adoptando medidas económicamente soportables (§ 906.2
BGB). En segundo término, «el propietario de una finca no puede C) EL REGLAMENTO SOBRE CAMPOS ELECTROMAGNÉTICOS
impedir la penetración de gases, vapores, emanaciones, humo, hollín,
calor, ruido, vibraciones e inmisiones provenientes de otra finca en El parágrafo 23.1 de la BimSchG habilita al Gobierno Federal para
tanto que la inmisión no menoscabe o sólo menoscabe de una mane- determinar reglamentariamente los requisitos que las instalaciones em-
ra insignificante el aprovechamiento de su finca» (§ 906.1 BGB). La
71
jurisprudencia venía interpretando este último precepto en el sentido En virtud del art. 2 § 4 de la Gesetz zur Anderung sachenrechtlicher Besti-
de que al inmitente correspondía probar la insignificancia de la inmi- mmungen (Sachenrechtsiinderungensgesetz - SachenRÁndG) de 21.9.1994 (BGBl. !,
p. 2457).
sión, hasta que en 1994 el legislador le añadió el siguiente inciso: «En 72
Beschluflemphelung und Bericht des Rechtsausschusses (6. Ausschufl) zu dem
principio, un menoscabo es insignificante cuando los valores límite o Gesetzentwurf der Bundesregierung eines Gesetzes zur Ánderung sachenrechtlicher
indicativos establecidos en leyes o reglamentos no son sobrepasados Bestimmungen de 27.4.1994 (BT-Dr 12/7425, p. 88).
73
por las inmisiones medidas y valoradas con arreglo a dichas disposi- BASSENGE, Palandt. Bürgerliches Gesetzbuch, 2002, § 906, m. 20.
74
MARBURGER, «Zur Reform des § 906 BGB», en Festschri/t /ür Wolfgang
70
Ritter, 1997, pp. 901 y ss., esp. 917; RoTH, Staudingers Kommentar zum BGB,
Apartado 1.8 del Anexo del Vierte Verordnung zur Durch/ührung des Bun- 2002, § 906, m. 271.
des-Immissionsschutzgesetzes (Verordnung über Genehmigungsbedürftige Anlagen - 75
Vid. FRITZ, «Zivilrechtliche AbwehrmOglichkeiten gegen elektromagnetis-
4. BlmSchV), redactado de acuerdo con el texto publicado el 14.3.1997 (BGBl. 1, che Felder», BB, 1995, pp. 2122 y ss.; NORCON, Abwehr- und Schadensersatzans-
pp. 504 y ss.). prüche gegenüber Beeintriichtígungen durch Elektrosmog, 2000.

52 53
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL CASO DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA

presariales e industriales no sujetas a la autorización ambiental deben que estiman justificada la prohibición, siquiera cautelar, de las
cumplir para proteger al público y al vecindario, así como para garan- actividades cuestionadas. El Auto del Tribunal Contencioso-Administra-
tizar la precaución, frente a los efectos ambientales nocivos. Al ampa- tivo de Lüneburg de 6 de febrero de 199279 ordenó la suspensión de una
ro de este precepto, y con el fin de clarificar el régimen jurídico de las licencia otorgada para edificar una torre de telecomunicaciones, pues
inmisiones electromagnéticas, se dictó el Reglamento sobre Campos «todavía no [podía] excluirse con suficiente seguridad que la instalación
Electromagnéticos de 16 de diciembre de 199676 • [emitiese) radiaciones electromagnéticas perjudiciales para la salud»;
No puede decirse que esta disposición haya resuelto todos los pro- «por el momento, no [había] dictámenes periciales concluyentes».
blemas, lo cual era muy previsible, habida cuenta de sus múltiples de- El Auto del Tribunal Superior Contencioso-Administrativo de Kas-
fectos y lagunas. Nótese que el Gobierno se encontraba constreñido sel de 11 de marzo de 1993 80 hizo lo propio aduciendo que, de acuerdo
por el limitado alcance del citado parágrafo 23 .1, que sólo le permite con el estado actual de los conocimientos científicos, no cabía excluir la
regular algunas instalaciones de carácter empresarial, pero no las de afi- posibilidad de que los campos electromagnéticos generados por la ins-
cionados, las de titularidad pública destinadas en exclusiva al cumpli- talación cuestionada produjesen efectos nocivos para la salud.
miento de funciones de autoridad, las sujetas a autorización con arreglo Idéntica medida cautelar adoptó el Auto del Tribunal Contencioso-
a la BimSchG, los electrodomésticos y otras instalaciones móviles. El Administrativo de Gelsenkirchen de 18 de febrero de 1993 81, en cuyos
Reglamento también deja fuera de su ámbito de aplicación a los campos razonamientos se aprecia la influencia de la resolución del Tribunal de
electromagnéticos producidos en el ámbito laboral. No tiene en cuenta Kassel referida a la ingeniería genética. La legislación vigente no prote-
los efectos que éstos puedan tener sobre implantes eléctricos o electró- gía suficientemente a quienes habitaban bajo la influencia de los cam-
nicos, tales como los marcapasos. No fija valores límite de exposición pos creados por una antena de telecomunicaciones. La normativa en vi-
para los campos de frecuencias de 0,1 MHz a 10 MHz. Con todo, el gor sólo permitía adoptar medidas de protección cuando existiese un
principal problema es que los valores límite establecidos se basan en las peligro en sentido estricto, concepto en el que no encajaban los efectos
recomendaciones de la ICNIRP y la SSK, por lo que, al igual que éstas, atérmicos de estos campos. Sin embargo, del derecho fundamental a la
sólo pretenden garantizar «la protección frente a los peligros para la vida y a la integridad corporal se derivaban para el legislador la obliga-
salud conocidos»77 , obviando posibles efectos atérmicos dañinos78 • ción de adoptar precauciones también frente a riesgos desconocidos y
lejanos, como los aquí considerados, que no constituían todavía peligros
en sentido estricto. Dado que el legislador no había establecido la debi-
3. JURISPRUDENCIA
da regulación y que el Tribunal de Gelsenkirchen se creía incompeten-
A) JURISPRUDENCIA CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVA
te para asumir la responsabilidad de adoptar una decisión en un tema
tan relevante, se suspendió cautelarmente la licencia impugnada. El Tri-
Entre las primeras resoluciones judiciales que se enfrentan al proble- bunal también estimó que no procedía elevar una cuestión de inconsti-
ma de la contaminación electromagnética, podemos encontrar algunas tucionalidad para resolver el proceso cautelar en este sentido, pues el
retraso inherente a la tramitación de la cuestión hubiese impedido al
76
Sechsundzwangzigste Verordnung zur Durchfüfhrung des Bundes- lmmissio- actor obtener la tutela judicial efectiva de sus derechos.
nsschutzgesetes (Verordnung über elektromagnetische Felder - 26. BlmSch V) (BGBL Algunas de las resoluciones encuadradas en esta línea jurispruden-
!, pp. 1966 y ss.).
77
Vid. el § 1 del Reglamento y la Motivación del Reglamento elaborada por
cia! negaban valor a las normas técnicas al efecto de reflejar el estado
el Gobierno Federal, que puede consultarse en LANDMANNIROHMER, Umweltrecht de la ciencia y la técnica y determinar la nocividad de los campos elec-
Kommentar, 2000, t. 11, m. 2.26; ULEILAUBINGER, Bundes-Immissionsschutzgesetz
Kommentar. Rechtsvorschri/ten, 1997, A 26. " Deutsche Wohnungswirtschaft (DWW), 1992, pp. 117-118.
78
ÜEUTSCH, Elektromagnetische ... , p. 43; KIRCHBERG, «Elektrosmog - und "' NVwZ, 1993, pp. 1119-1120.
(k)ein Ende?», NVwZ, 1998, p. 377. A favor de esta solución, vid. l<REMSER, «Die "' ZUR, 1993, P.P· 119-123. Este A. fue anulado luego por el del VGH Müns-
rechtliche ... », p. 1364. ter de 18.5.1993 (DOV, 1993, pp. 966-967).

54 55
GABRJEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL CASO DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA

tromagnéticos 82 . El Auto del Tribunal Contencioso-Administrativo de edificación o funcionamiento de las correspondientes instalaciones 86 .
Wiesbaden de 30 de diciembre de 1993 83 , por ejemplo, advertía que la Así, el Auto del Tribunal Superior Contencioso-Administrativo de
norma DIN VDE 0848 de 1991 constituía sólo un proyecto que, ade- Münster de 2 de diciembre de 199287 desestima la suspensión cautelar
más, era muy discutido en el mundo científico. Y afirmaba que este de una lícencia otorgada para erigir una antena de radiodifusión, por-
proyecto de norma técnica no podía ser asumido acríticamente, pues que aunque el interés de la salud tenga en principio mayor valor que
la composición de los organismos autores del mismo no ofrecía garan- el interés en el funcionamiento de dicha instalación, aquél no puede
tías de corrección: la absoluta mayoría de sus miembros representaba prevalecer sobre éste si únicamente se demuestra que no cabe excluir
a las empresas causantes de los campos cuestionados 84 , en detrímento la posible existencia en abstracto de un peligro sanitario. Antes bien,
del interés en la protección de la salud, que carecía de una representa- debe acreditarse positivamente un peligro concreto, lo que no se había
ción suficiente. Era por ello razonable sospechar que los valores límite conseguido. En alguna resolución, se añade que «no es asunto de los
se hubiesen determinado arbitrariamente, con la intención de favore- Tribunales contencioso-administrativos sustituir la valoración del ries-
cer los intereses económicos de las empresas. go que compete efectuar a la Administración por la suya propia»88 .
La jurisprudencia mayoritaria, sin embargo, ha considerado lícitas Algunos Tribunales afirmaban que siempre que se respetasen los va-
las inmisiones electromagnéticas que se mantengan dentro de ciertos lores establecidos en las normas DIN VDE citadas, los campos electro-
límites. Ya en 1977, el Tribunal Superior Contencioso-Administrativo magnéticos no constituían un efecto ambiental nocivo, de manera
de Hamburgo desestímó un par de recursos contencioso-administrati- que la Administración no podía prohibir las actividades que los pro-
vos interpuestos contra la aprobación de un plan que autorizaba la dujesen". Según el Auto del Tribunal Superior Contencioso-Admi-
construcción de una línea de alta tensión. Los recurrentes alegaban, nistrativo de Koblenz de 14 de octubre de 198690 , las inmisiones prove-
entre otros motivos, que la Administración no había tenido en cuenta nientes de cierto radar «no [constituían] un efecto ambiental nocivo ...
la peligrosidad de la línea para la salud de quienes habitaban cerca de en el sentido de la BimSchG, ya que su intensidad [quedaba] notable-
ella, pero el Tribunal consideró científicamente seguro que los campos mente por debajo de los valores límite establecidos en la norma DIN
electromagnéticos cuestionados eran inocuos, de acuerdo con lo afir- 57848 pa-rte 2/VDE 0848 parte 2, de 1984; si se [cumplía] la misma, y
mado en uno de los dictámenes periciales aportados, en el que se re- en vista del estado actual de los conocimientos, no [había] que temer
chazaban las «teorías revolucionarias», las «hipótesis acientíficas», de un peligro para la salud humana u otros bienes». A fin de concretar el
cierto ingeniero que en un estudio epidemiológico había constatado la concepto «efecto ambiental nocivo», cabía recurrir, a falta de normas
existencia de un elevado índice de muertes infantiles en las proxímida- reglamentarias específicamente aplicables, a las normas técnicas recono-
des de instalaciones eléctricas". cidas, que cumplían la función de un dictamen pericial anticipado91 •
Ante la ímposibilidad de probar el carácter dañino o inocuo de las
inmisiones, algunas resoluciones deciden no prohibir ni paralizar la 86
Vid. las Resoluciones del OVG Schleswig-Holstein de 10.2.1993 (DÓV,
1993, pp. 967-968) y 4.5.1993 (1 M 13/93), así como la Resolución del VGH
München de 29.9.1994 (NuR, 1995, pp. 363-364).
87
"' Resoluciones del VG Giellen de 14.12.1993 (ZUR, 1994, pp. 146-149) y NVwZ, 1993, pp. 1116-1117.
18.1.1994 (BimSchG-Rspr 22, 77). '" Resolución del VG Ansbach de 29.9.1992 (CR, 1994, 48-50).
83
BimSchG-Rspr 22, 84. Este A. fue luego anulado por el del VGH Kassel " Vid. las Resoluciones del VGH Kassel de 13.3.1990 (2 R 3757/89) y
de 17.8.1995 (NVwZ, 1995, pp. 924-926). 22.3.1993 (NVwZ, 1994, pp. 391-395), OVG Lüneburg de 21.4.1992 (NVwZ,
84
En sentido similar, BLÜMELIPFEIL, «Gesundheitsbeeintriichtigung ... , p. 476; 1992, pp. 993-994), VG Ansbach de 29.9.1992 (CR, 1994, 48-50) y VGH Mün-
RoBNAGELINEUSER, «Die rechtliche ... », p. 404; GASSNER, «Fragen der baurechtli- chen de 15.12.1992 (14 CS 92.3208) y 25.10.1994 (NVwZ, 1995, 919-921).
chen Zulassigkeit von Mobilfunk-Sendeanlagen», NVwZ, 1993, p. 1050 y 1051; " NVwZ, 1987, pp. 149-150.
KMHN-ZEMBOL, «Rechtsschutz ... », p. 115. 91
En el mismo sentido, KREMSER, «Die Rechtliche Bewertung elektromagne-
" SS. del OVG Hamburg de 13.1.1977 (BauR, 1977, pp. 256-258) y tischer Strahlungen (sog. Elektrosmog) im Zusammenhang mit der Mobilfunkte-
23.6.1977 (Hamburgisches Justizverwaltungsblatt, 1977, 131-141). En sentido si- chnik», NVwZ, 1995, p. 853. El A. del VGH Kassel de 13.3.1990 (2 R 3757/89)
milar, vid. un par de SS. del OVG Saarland de 31.3.1992 (7 M 2/89; 7 M 1/89). habla de «ayuda orientativa».

56 57
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL II. EL CASO DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA

Esta posibilidad únicamente quedaba excluida cuando había motivos este supuesto el principio de precaución obliga a tomar medidas enca-
para dudar de la corrección de la norma o cuando ésta se había queda- minadas a salvaguardar la salud humana, que ha de ser protegida no
do anticuada debido al progreso de los conocimientos. Pero los infor- sólo contra peligros en sentido estricto, concretos y probados. Tras
mes aportados por el actor no consiguieron convencer al Tribunal de ponderar todos los intereses implicados, el Tribunal declara que las in-
ninguna de estas dos circunstancias. misiones electromagnéticas serán lícitas siempre que no rebasen los va-
Otras resoluciones judiciales adoptan una postura similar, si bien lores límite establecidos en cierta norma DIN VDE de 1992 reducidos
toman como referencia los valores recomendados por la ICNIRP y la a la décima parte. Es decir, ante la incertidumbre existente, y en virtud
SSK, más estrictos que los establecidos inicialmente por las normas del principio de precaución, el Tribunal endurece los valores previstos
DIN VDE". La independencia y la pericia de los miembros de aque- en una norma técnica aplicándoles un factor de seguridad de diez pun-
llos organismos es una circunstancia que se tiene muy en cuenta93 . tos. Esta llamativa solución contradice, cuando menos, la jurisprudencia
El Tribunal Contencioso-Administrativo de Lüneburg sostiene que y la doctrina dominantes que entienden que las medidas precautorias
la introducción de una nueva tecnología potencialmente peligrosa no que la BimSchG impone a las instalaciones sujetas a autorización am-
exige necesariamente una regulación legal que la autorice de manera biental no son exigibles respecto de las instalaciones no sujetas a la mis-
expresa, pues lo contrario significaría una inversión del principio cons- ma. Más adelante, cuando hablemos de la naturaleza del principio de
titucional de libertad. El incierto riesgo generado por la telefonía mó- precaución en el Derecho alemán, volveremos sobre este punto".
vil no basta para fundamentar una reserva de «ley específica». La Bim- La jurisprudencia mayoritaria ha acabado imponiéndose, sobre
SchG ofrece un fundamento legal suficiente para controlar las todo a raíz de la promulgación del Reglamento sobre Campos Electro-
radiaciones electromagnéticas. Además, la prohibición absoluta de la magnéticos. Lo decisivo para permitir o prohibir una instalación es
nueva tecnología menoscabaría desproporcionadamente los derechos averiguar si respeta o no los valores límite establecidos en dta disposi-
fundamentales de los empresarios afectados". ción administrativa97 , que marcarían el «umbral de nocividad» de las
En sentido similar, varias resoluciones del Tribunal Superior Con- inmisiones". Merece destacarse el giro jurisprudencial efectuado por el
tencioso-Administrativo de Kassel95 estiman que la BimSchG basta para Tribunal de Kassel, que reconoce que el citado Reglamento modifica la
controlar las radiaciones electromagnéticas engendradas por las estacio- situación jurídica en la cual se enmarcaba su doctrina anterior 99 •
nes de telefonía móvil y que, de acuerdo con los conocimientos científi-
cos actuales, no puede afirmarse que sus efectos atérmicos constituyan
un peligro en sentido estricto o un efecto ambiental nocivo. El mayor B) ]URISPRUDENCIA CIVIL
interés de esta jurisprudencia reside en la afirmación de que también en
Acerca de los riesgos para la salud derivados de los campos elec-
" Vid. los AA. del BVerwG de 2.8.1994 (NVwZ, 1994, pp. 1000-1002) y tromagnéticos se ha discutido en varios tipos de casos. A nosotros nos
9.2.1996 (DVBI., 1996, pp. 682-684), y las Resoluciones del OVG Schleswig-Hols- interesan especialmente aquellos en los que un particular pretendía,
tein de 22.2.1995 (4 M 113/94) y del VGH Manheim de 2.1.1997 (NVwZ, 1997,
pp. 704-705). " Vid. in/ra, 3' parte, II.l.B).
93
Vid. las Resoluciones del VGH München de 27.1.1993 (NVwZ, 1993, pp. "' Vid. las Resoluciones del BVerwG de 10.12.2003 (BVerwG 9 A 73.02),
1121-1123), OVG Schleswig-Ho\stein de 29.8.1995 (BimSchG-Rsps. 22, 104), VGH München de 8.7.1997 (NVwZ, 1998, pp. 419-421), VG Schleswig-Holstein
VGH Manheim de 14.5.1996 (DOV, 1996, pp. 1005-1007) y 15.4.1997 (NVwZ, de 22.8.1997 (NVwZ, 1998, p. 434) y 19.1.1998 (NuR, 1998, pp. 443-445), OVG
1998, pp. 416-418). Sachsen de 17.12.1997 (DÓV, 1998, pp. 431-433), OVG Lüneburg de 26.3.1998
" Resoluciones de 6.12.1993 (NVwZ, 1994, pp. 297-298) y 13.7.1994 (NuR, 1999, pp. 113-115) y 19.1.2001 (NVwZ, 2001, pp. 456-458) y OVG Ko-
(NVwZ, 1995, pp. 917-919), que asumen los razonamientos de GASSNER, «Fra- blenz de 20.8.2001 (NVwZ-RR, 2002, pp. 17-19).
gen ... », pp. 1052 y 1053. 98
VG Neustadt (Weinstralle) de 28.9.1999 (4 K 1330/99.NW); DETERMANN,
" Resoluciones de 30.12.1994 (NVwZ, 1995, pp. 1010-1017; ZUR, 1995, pp. «Entwicklung der Rechtsprechung zur Gesundheitsvertriiglichkeit elektromagne-
205-210) y 17.8.1995 (NVwZ, 1995, pp. 924-926). En sentido similar, vid. la Re- tischer Felder», NVwZ, 1997, p. 652; RAMSAUER, «Aktuelle ... », p. 92.
solución del VG Gera de 4.9.1995 (BimSchG-Rsps. 22, 108). " Resolución del VGH Kassel de 29.7.1999 (DÓV, 2000, pp. 335-338).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL CASO DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA

mediante una acción negatoria, la cesación de las inmisiones causadas octubre de 2000, que prohíbe cautelarmente el funcionamiento de una
por un tercero en su propiedad. estación de telefonía móvil pese a que las inmisiones por ella engen-
La jurisprudencia dominante ha considerado que no cabe estlffiar dradas eran cuatro mil setecientas veces inferiores a los valores máxi-
la acción cuando las inmisiones quedan muy por debajo de los valores mos contemplados en el citado Reglamento. El Auto parte de la pre-
contemplados en un proyecto de norma DIN VDE1 00 , en las recomen- misa de que sí se respetan estos valores, puede suponerse que por
daciones de la SSK 101 o en el Reglamento de 1996. La Sentencia de la regla general el perjuicio es insignificante. Sin embargo -dice-, ni
Audiencia Superior de Sachsen-Anhalt de 2 de marzo de 1999 102 , por siquiera en este caso cabe excluir la producción de perjuicios impor-
ejemplo, dice que el menoscabo de la propiedad es insignificante, por tantes que justifiquen la prohibición de las inmisiones, pues dicho Re-
regla general, cuando la inmisión no rebasa los valores fijados en leyes glamento constituye una «normativa poco segura», ya que sólo tiene
o reglamentos. El problema era que para la frecuencia del campo cues- en cuenta los efectos conocidos de los campos electromagnéticos. Y, a
tionado no se había previsto un valor límite en aquel Reglamento ni en pesar de que «no se pueden hacer afirmaciones científicas fiables» en
las citadas recomendaciones. La Audiencia, no obstante, considera que esta materia, el Tribunal considera suficientemente acreditado por
«la inseguridad existente se carga al actor» y que, aun en el supuesto los actores que «las radiaciones de alta frecuencia emitidas ... [eran]
hipotético de que el menoscabo fuese significativo, el demandante es- susceptibles de provocarles en el futuro daños de importancia en su
taría obligado a soportarlo en atención a los beneficios que a otros fun- salud». El Tribunal estima que no hay que ser extremadamente estric-
dos les reporta la instalación inmitente y al coste desproporcionado tos a la hora de apreciar la existencia del peligro que justifica la adop-
que supondría la adopción de medidas encaminadas a evitar las inmi- ción de una medida cautelar como ésta. Y ello porque: «a) podrían
siones.
estar afectados bienes jurídicos de considerable importancia, en espe-
La Sala Civil del Tribunal Supremo, en un par de Sentencias de 13 cial la salud; b) no existen todavía investigaciones científicas" adecua-
de febrero de 2004 1°' desestimatorias de sendas acciones negatorías por das para demostrar la causalidad de los posibles perjuicios para la sa-
las que se pretendía la cesación de inmisiones procedentes de estacio- lud; c) a pesar de ello, según el estado actual de las investigaciones
nes de telefonía móvil, deja sentado que «la observancia de los valores científicas y desde el punto de vista médico, no se puede descartar una
límite o indicativos establecidos en disposiciones legales o reglamenta- relación de causalidad; y d) porque en ciertos sectores científicos se
rias (§ 906.1.2 BGB) constituye un indicio de que sólo existe un me- considera posible que exista relación entre la inmisión y los perjuicios
noscabo insignificante. Corresponde entonces a los perjudicados alegar para la salud».
y probar circunstancias que quiebren ese efecto indiciario». Cuando Debe señalarse, no obstante, que este Auto fue anulado en segun-
una inmisión respeta los valores máximos fijados en el Reglamento so- da instancia. La Audiencia Superior de Frankfurt estimó que, para
bre Campos Electromagnéticos, «el perjudicado debe, para quebrar ese cumplir con la carga de probar la insignificancia de las inmisiones, al
efecto indiciario, alegar y eventualmente demostrar que existe una ínmítente le bastaba en principio con demostrar que las mismas respe-
duda científicamente justificada sobre la corrección de los valores lími- taban el Reglamento de 1996, sin que pudiera exígírsele adicionalmen-
te establecidos, así como una sospecha fundada de una amenaza para te una prueba concluyente acerca de su inocuidad. Acreditada la ob-
la salud». Lo que no habían conseguido los actores. servancia del Reglamento, se trasladaba entonces la carga de la prueba
Sólo hemos encontrado una resolución que se aparta de la juris- a los actores, que en el caso enjuiciado no habían logrado convencer al
prudencia dominante: el Auto de la Audiencia de Frankfurt de 2 de Tribunal de la nocividad de las radíaciones 1°'.
00
' S. del LG München II de 25.6.1996 (NJW-RR. 1997, pp. 465-466).
'°'S. del OLG Koblenz de 5.7.1996 (RdE, 1997, pp. 154-155), confirmada '°' Vid. el A. del OLG Frankfurt de 28.11.2000 (CR, 2001, pp. 835-837).
por el A. del BVerfG de 17.2.1997 (NJW, 1997, pp. 2509-2510). Contra este A. se interpuso un recurso de amparo que fue inadmitido por el A.
'°' MDR (Monatsschrift für Deutsches Recht), 1999, p. 1193. del BVerfG de 31.1.2001 (NJW, 2001, pp. 1482-1484), debido a que el recurrente
'°'SS.del BGH de 13.2.2004 (VZR217/03; VZR218/03). no había agotado la vía judicial previa.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL CASO DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA

C) ]URISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL El Auto entiende que tampoco vulnera la Constitución el hecho de


que el Tribunal de instancia, para determinar la insignificancia de las
El Tribunal Constitucional Federal alemán se ha pronunciado so- inmisiones cuestionadas, no hubiese entrado a tratar y valorar con de-
bre el problema en un par de ocasiones. Su Auto de 17 de febrero de talle algunas opiniones científicas discutidas y todavía no fiables: «El
1997 105 resuelve un recurso de amparo interpuesto contra una Senten- deber de protección de la integridad corporal que vincula a todos los
cia civil que había desestimado una acción negatoria por entender que poderes públicos no exige de los Tribunales competentes comprobar
las inmisiones generadas por una estación transformadora de energía diagnósticos no verificados y en parte contradictorios, contribuyendo
eléctrica no perjudicaban significativamente la finca del actor'°'. El Tri- de esta manera a la depuración de conocimientos científicos inseguros
bunal Constitucional recuerda que el legislador y la Administración con los medios del Derecho procesal». Ese deber de protección, por
gozan de un amplio margen de discrecionalidad para cumplir su obli- otro lado, tampoco impone una alteración de los principios del proce-
gación de proteger la vida y la integridad corporal frente a los riesgos so civil sobre la carga de la prueba, por lo que resultaba constitucio-
que amenacen estos derechos fundamentales, hasta el punto de que nalmente irreprochable entender que el inmitente había logrado pro-
sólo puede declararse infringida esa obligación cuando no han adopta- bar la insignificancia de las inmisiones.
do medida protectora alguna o cuando las adoptadas son completa- El Auto de 28 de febrero de 2002 108 inadmite un recurso de ampa-
mente inadecuadas o insuficientes para lograr el objetivo pretendido. ro interpuesto contra una resolución del Tribunal Superior Contencio-
Pues bien, la circunstancia de que tales derechos exigen protección so-Administrativo de Koblenz 109 que, en segunda instancia, había con-
frente a las inmisiones de instalaciones vecinas «ha sido tenida en cuen- firmado la validez de una licencia urbanística relativa a una instalación
ta por el legislador mediante las disposiciones de Derecho civil y pú- de telefonía móvil que respetaba holgadamente los niveles establecidos
blico relativas a las relaciones de vecindad, especialmente mediante los en el Reglamento de Campos Electromagnéticos. El recurrente -un
parágrafos 906 del BGB y 22 de la BimSchG». Y aquí «no se precisa granjero aquejado de arritmias cardiacas y propietario de unas aves que
una autorización legislativa expresa para las instalaciones que produ- habían sufrido malformaciones, todo ello supuestamente como conse-
cen campos electromagnéticos, puesto que existen disposiciones que cuencia de las radiaciones emitidas por aquella instalación, alejada
son aplicables a tales instalaciones y que garantizan una protección veinte metros de su vivienda- alegaba que se había vulnerado su de-
suficiente frente a sus peligros 107 • Además, en el Reglamento sobre recho fundamental a la protección de la vida y la salud, de un lado,
Campos Electromagnéticos se han concretado las exigencias para la porque los niveles establecidos en dicho Reglamento debían ser más
protección y precaución frente a tales efectos ambientales nocivos, es- estrictos y, de otro, porque los Tribunales ordinarios, al denegar por
tableciéndose valores límite que, en el marco del parágrafo 906, apar- irrelevante la práctica de una prueba pericial, habían incumplido su
tado 1, inciso 2, del BGB, también hay que observar en el Derecho deber de investigar el estado de los conocimientos científicos relativos
civil de las relaciones de vecindad». a la peligrosidad de los campos electromagnéticos. El Tribunal Consti-
105
tucional rechaza estas alegaciones abundando en los argumentos del
NJW, 1997, pp. 2509-2510. Sobre este Auto, vid. DETERMANN, «BVerfG
zur staatlichen Pflicht zum Schutz der Gesundheit vor elektromagnetischen Fel-
Auto de 1997.
dern», N]W, 1997, pp. 2501-2503; KREMSER, ]Z, 1997, pp. 898-900; MURSWIEK, ]uS, Por lo que hace a la primera cuestión planteada, señala que «no
1998, pp. 184-185. existe una obligación del Estado de adoptar precauciones frente a sim-
06
' S. del OLG Koblenz de 5.7.1996 (RdE, 1997, pp. 154-155). ples amenazas hipotéticas. Sólo cabe poner reparos a la conformidad
107
En el mismo sentido se había pronunciado la mayoría de la doctrina. Vid.
con la Constitución de los vigentes valores límite cuando pueda reco-
BLüMELIPFEIL, «Gesundheitsbeeintr1ichtigung ... », p. 475; D1 FABIO, <<Rechtsfragen
zu unnerkannten Gesundheitsrisiken elektromagnetischer Felder», DÓV, 1995,
pp. 5 y ss.; GASSNER, «Fragen ... », pp. 1052 y 1053; HoPPENBERGIMEINERS/MARTENS, 108
(DVBI., 2002, pp. 614-616; comentado por KOCK, ZUR, 2002).
109
«Die Zuliissigkeit von Mobilfunkbasisstationen aus bau- und immissionsschutzre- A. del OVG Koblenz de 20.8.2001 (NVwZ-RR, 2002, pp. 17-19), que in-
cht!icher Sicht», NVwZ, 1997, p. 13; KREMSER, «Recht!iche ... », pp. 857 y 858; admite un recurso de apelación contra la S. del VG Koblenz de 30.1.2001 (1 K
ÜSSENBÜHL/DI FABIO, Rechtlíche ... , pp. 35 y SS. 1967 /00.KO).

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GABRlEL DOMÉNECH PASCUAL II. EL CASO DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA

nacerse que resultan completamente insuficientes para proteger la sa- judicial practicada con ocasión de un concreto caso no puede propor-
lud humana. Y éste no es el caso, porque la adecuación y la necesidad cionar la debida valoración global del complejo estado de los conoci-
de valores limite más estrictos no pueden ser apreciadas todavía, por mientos científicos».
falta de conocimientos científicos seguros. El Tribunal Superior Con- Por todo ello -concluye- es constitucionalmente lícita la inadmi-
tencioso-Administrativo señala con razón que la decisión de establecer sión de la pericia dirigida a probar que las radiaciones cuestionadas
medidas de precaución en una situación tal de incertidumbre, "en el habían menoscabado la salud del actor, pues éste no acreditó, siquiera
vacío", por así decirlo, constituye una decisión política que correspon- indiciariamente, la posibilidad de que la investigación de su situación
de tomar sólo al autor del Reglamento, una vez considerados debida- individual suministrara conocimientos nuevos acerca de si -y, en su
mente todos los intereses públicos y privados concurrentes. En conse- caso, de qué manera- las inmisiones ajustadas al Reglamento de 1996
cuencia, el deber de protección derivado del artículo 2, apartado 2, perjudicaban la salud.
inciso 1, de la Ley Fundamental no exige de los Tribunales que obli-
guen a la Administración a reducir los valores límite simplemente por-
que no cabe descartar posibles efectos perjudiciales de las inmisiones
sobre la salud humana, habida cuenta de la incertidumbre científica
existente».
En relación con el dictamen pericial, el Tribunal advierte que «en
situaciones complejas de peligro, sobre las cuales no existen todavía
conocimientos científicos fiables, corresponde a la Administración au-
tora del Reglamento un razonable margen de apreciación y adaptación.
En un contexto tal de incertidumbre, el deber estatal de protección no
exige de los Tribunales que contribuyan a la depuración de conoci-
mientos científicos inseguros con ayuda del Derecho procesal, ni tam-
poco que controlen las medidas precautorias de aquella Administración
juzgando la adecuación protectora de los valores limite con arreglo al
estado actual de la investigación científica. Más bien es asunto de la
Administración observar y valorar con medios adecuados el progreso
de la ciencia en todos los sentidos para poder adoptar, en su caso,
medidas protectoras de mayor alcance. El Tribunal Superior Conten-
cioso-Administrativo tiene en cuenta de manera constitucionalmente
incuestionable esta limitada facultad de control judicial en cuanto que
hace depender [la procedencia de una prueba pericial] de la aporta-
ción de conocimientos seguros de peso científico relevante, afirmados
por entidades reconocidas, que indiquen la insuficiencia de los valores
límite vigentes». Y añade que «una distribución tal de la responsabili-
dad de juzgar situaciones de peligro complejas y científicamente discu-
tidas entre el Ejecutivo y los Tribunales tiene en cuenta también las
distintas posibilidades cognoscitivas de los poderes públicos por razón
de su función y manera de proceder. Ello se evidencia con claridad en
el ámbito de investigación aquí tratado ... Salta a la vista que la prueba

64 65
SEGUNDA PARTE

LAS OBLIGACIONES POSITIVAS


DE PROTEGER LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES
I. EL CONCEPTO DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES A
PROTECCIÓN

El primer elemento definitorio de estos derechos es su condición de


fundamentales. Dado que esta expresión es anfibológica en nuestro
lenguaje jurídico, interesa dejar claro que con ella designamos los de-
rechos subjetivos establecidos en la Constitución tutelables judicial-
mente frente a cualesquiera poderes públicos, aun a falta de ley que los
reconozca o a pesar de disposición leglll en contrario 1 ". En ;este con-
cepto encajarían, cuando menos, los derechos reconocidos en los artí-
culos 14 al 38 de la Constitución, ya que todos ellos gozan de eficacia
jurídica directa aun praeter o contra legem y su titular puede recabar y
obtener de los Tribunales la tutela de los mismos (arts. 53.1 y 53.2 CE).
El segundo elemento definitorio se refiere al objeto del derecho,
que consiste en la correlativa obligación positiva de proteger el bien
-v. gr., la vida, la libertad- que llamaremos fundamental y para cuya
satisfacción se otorga el derecho. Pero conviene precisar un poco más,
porque esa protección puede ser entendida en un sentido amplio o en
uno restringido.

1. PROTECCIÓN EN SENTIDO AMPLIO

Los derechos fundamentales a protección, entendida ésta en un


sentido amplio 111 , serían aquellos que imponen al Estado obligado-
110
En este sentido, vid. CRUZ VILLALóN, «Formación y evolución de los dere-
chos fundamentales», REDC, 25, 1989, pp. 39 y ss.; ]IMÉNEZ CAMPO, Derechos... ,
pp. 17 y ss.; MEDINA GUERRERO, La vinculación negativa del legislador a los dere-
chos fundamentales, 1996, pp. XIIT y XIV.
111
Como, por ejemplo, postula HAIN, «Ockham's Razar - ein lnstrument zur
Rationalisierung der Grundrechtsdogmatik», JZ, 2002, pp. 1041 y ss.

69
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL l. CONCEPTO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

nes positivas y que coinciden con lo que algunos autores alemanes lla- excarcelación desde el punto de vista de las obligaciones negativas,
man derechos fundamentales a prestaciones (grundrechtliche Leistungs- analizando si el Estado había respetado su deber de no interferir inde-
rechte)112. bidamente en la libertad de un detenido 117 •
Distinguir entre los derechos prestacionales y los defensivos parece Otro problema es que muchas de las actividades de los particula-
fácil a primera vista. Sólo hay que servirse de un sencillo criterio pura- res o de otros sujetos dañinas o peligrosas para los bienes fundamenta-
mente formal: los primeros imponen a los poderes públicos obligacio- les han sido previamente autorizadas, fomentadas, sometidas a contro-
nes positivas, de hacer; los segundos, negativas, de no hacer. La vulne- les o posibilitadas de diversas maneras por los poderes públicos. Ello
ración de los derechos prestacionales se produce mediante la omisión plantea el interrogante de si estos casos deben enjuiciarse y resolverse
de la actuación estatal debida; la de los defensivos, mediante una inje- desde la perspectiva de las obligaciones positivas del Estado de prote-
rencia o actuación positiva del Estado. Empero, esta distinción plantea ger a los ciudadanos frente a tales actividades"' o bajo el prisma de las
algunas dudas. Supongamos a titulo de ejemplo que el legislador está obligaciones negativas del Estado de abstenerse de permitirlas, favore-
constitucionalmente obligado a proteger el derecho a la vida tipifican- cerlas o posibilitarlasn9 •
do como delito el asesinato. Se diría que nos encontramos ante un de- Para despejar estas dudas, hay autores que utilizan un criterio ma-
recho a protección del que deriva una obligación positiva. Sin embar- terial de distinción: los derechos defensivos «aseguran al particular una
go, una vez incluido en el Código penal el correspondiente tipo, la esfera libre de la acción estatal», mientras que los prestacionales son
obligación positiva desaparece y en su lugar surge otra negativa: la de aquellos «cuya consecuencia jurídica, haciendo abstracción del ordena-
no despenalizar el asesinato. Ahora el derecho a la protección de la miento jurídico infraconstitucional y de la actuación estatal preceden-
vida exige que el legislador se abstenga de modificar la norma penal. te, consiste siempre en una prestación, en el sentido de una_ actuación
En estos supuestos, los derechos a la protección estatal podrían consi- estatal positiva, ya se trate de la emisión de una ley, de un ¡cto admi-
derarse en realidad derechos defensivos 113 , lo cual resulta un tanto cho- nistrativo o de una conducta fáctica» 12º.
cante. El criterio de distinción elegido y la distinción misma tendrían una
Y también se da el supuesto contrario. Por ejemplo, los ciudada- enorme relevancia práctica si, como defienden algunos autores, el mé-
nos tienen un derecho defensivo a no ser privados de su libertad por todo a seguir para determinar el alcance de los derechos prestaciona-
el Estado salvo en ciertos casos, siendo uno de ellos el cumplimiento les fuese diferente del procedente en el caso de los defensivos. Pero, a
de una pena legalmente impuesta. Pero, una vez en prisión, los reclu- nuestro juicio, ambos métodos coinciden sustancialmente, por lo que
sos tienen un derecho fundamental a que los poderes públicos los ex- la distinción no importa tanto. Se comprende que el Tribunal Europeo
carcelen temporalmente en determinados supuestos, por razones fami- de Derechos Humanos, además de haber advertido que «la frontera
liares'" o de salud"'. Bien puede decirse que aquí el citado derecho entre las obligaciones positivas y las negativas ... no se presta a una de-
obliga a los poderes públicos a realizar una actuación positiva"'· Sin finición precisa», haya eludido frecuentemente pronunciarse acerca
embargo, alguna sentencia hay que ha juzgado la denegación de una del carácter de la obligación cuyo cumplimiento se cuestionaba por

112 Vid., por ejemplo, ALEXY, Teoría de los derechos fundamentales, 1986, pp. 116
Según la STC 48/1996 (FJ 2), «la Adminisfación penitenciaria no sólo ha
419 y ss.; BoROWSKI, en Grundrechte als Prinzipien, 1998, pp. 164 y ss., Y en de cumplir el mandato constitucional con una mera inhibición respetuosa, negati-
«Grundrechtliche Leistungsrechte», JOR, 2002, pp. 301 y ss. va pues, sino que le es exigible una función activa para el cuidado de la vida, la
w Vid. LüBBE-WOLFF, Die Grundrechte als Eingriffsabwehrrechte, 1988, pp. integridad corporal y, en suma, la salud» de los reclusos.
75 y ss., esp., pp. 103 y ss. 117
Vid. la STEDH de 12.11.2002 (Ploski, 26761/95).
"' Vid. la STEDH de 12.11.2002 (Ploski, 26761/95), que declara vulnerado "' En este sentido, vid. el A. del BVerfG de 14.1.1981 (BVerfGE 56, 54), re-
el derecho a la vida familiar de un preso al que las autoridades polacas no habían lativo a los ruidos producidos en el aeropuerto de Düsseldorf~Lohausen.
permitido acudir a los funerales de sus padres. 119
En este sentido, vid. el A. del BVerfG de 12.3.1986 (BVerfGE 77, 66), re-
rn Vid. las SSTEDH de 14.11.2002 (Mouisel, 67263/01) y 2.12.2004 (Farbtu- lativo a los ruidos producidos en el aeropuerto de Salzburgo.
hs, 4672/2002, §§ 51 y ss.), y la STC 48/1996. 120
BOROWSKI, «Grundrechtliche ... », p. 304.

70 71
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
l. CONCEPTO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

considerar irrelevante el problema, habida cuenta de que, en su opi- procedimiento. Los sociales «son derechos del individuo frente al Es-
nión, los criterios que han de utilizarse para juzgar el alcance de am- tado a algo que -si el individuo poseyera medios financieros suficien-
bos tipos de obligaciones son «similares» 121 • tes y encontrase en el mercado una oferta suficiente- podría obtener-
No obstante lo cual, hay que advertir que en el Derecho español lo también de particulares» 124. Aquí se protege al individuo no de las
vigente los cauces procesales a través de los cuales pueden ser t':'tela- posibles agresiones de terceros, sino de sus carencias, v. gr., del ham-
dos judicialmente los derechos fundamentales frente a las agresiones bre o la enfermedad. Conviene señalar, no obstante, que la expresión
activas de los poderes públicos difieren sustancialmente de los contem- «derechos sociales» o «derechos económicos y sociales» suele utilizar-
plados para reaccionar contra las lesiones de esos mismos derechos se, con un significado parcialmente distinto del propuesto por el cita-
causadas por la omisión de la protección constitucionalmente debida. do profesor alemán, para aludir a unos derechos que comienzan a re-
Así, en el ejemplo antes mencionado, cabría interponer un recurso o conocerse a partir de bien entrado el siglo XX -se dice por ello que
elevar una cuestión de inconstitucionalidad contra la ley que despena- pertenecen a una generación posterior a la de los llamados «civiles y
lizara el asesinato, que debería ser anulada por el Tribunal Constitucio- políticos»- y que tratan de asegurar la libertad y la igualdad efectivas
nal. Aquí resulta relativamente sencillo dar efecto a lo exigido por la de todos los ciudadanos. Así entendido, el sintagma «derechos socia-
norma suprema. En cambio, es dudoso que exista algún mecanismo les» indicaría la correspondencia de algunos derechos con un cierto
judicial que permita incluir en la legislación penal dicho delito en el modelo jurídico-político, pero no mucho más: «el valor informativo del
hipotético caso de que nunca hubiese estado incluido y el legislador no término no pasa de señalar un cierto aire de familia, pero difícilmente
quisiera introducir esta novedad. Es por ello que el criterio formal an- sirve para esclarecer la estructura deóntica de un variopinto conjunto
tes expuesto nos parece no sólo más manejable 122 , sino también más de construcciones jurídicas muy distintas entre sí» 125 •
relevante y útil. Los derechos fundamentales a la organización y al procedimiento
-dice ALEXY- imponen al Estado la obligación de establecer deter-
minadas reglas y principios de procedimiento al objeto de obtener cier-
2. PROTECCIÓN EN SENTIDO RESTRINGIDO
124
ALEXY, Teoría ... , p. 482. En el mismo sentido, PRIETO SANCHfs, Ley, princi-
La expresión «derechos fundamentales a protección» (grundrecht- pios, derechos, 1998, p. 81.
liche Schutzrechte) suele emplearse en el lenguaje jurídico alemán con 125
ABRAMOVICHICouRTIS, Los derechos sociales como derechos exigibles, 2002,
un sentido más estrecho que el indicado por el significado gramatical p. 57. En sentido similar, GoNzALEZ MORENO, El Estado social. Naturaleza jurídica
de la palabra protección. Según la clasificación propuesta por ALEXY, y estructura de los derechos sociales, 2002, passim; LAPORTA, «Los derechos socia-
les y su protección jurídica: introducción al problema>>, en Constitución y derechos
éstos constituirían una especie del género de los derechos fundamen- fundamentales, 2004, pp. 297 y ss.; MARTfNEZ ESTAY, Jurisprudencia constitucional
tales prestacionales y se caracterizarían por imponer al Estado obliga- española sobre derechos sociales, 1997, p. 90, quien señala que «no es posible defi-
ciones de salvaguardar los bienes fundamentales frente a las amenazas nir los derechos sociales, pues su ambigüedad y falta de homogeneidad lo impi-
provenientes de terceros 123 • den». No obstante, hay quien se atreve a ensayar una definición. Así, se los ha
Las otras dos especies del género serían los derechos sociales (o a definido como «aquellos derechos que forman parte de la autoconciencia consti-
tucional al que subyacen elementos extra y metanormativos, surgidos del concien-
prestaciones en sentido estricto) y los derechos a la organización y al cia! [sic] y de la exigencia socioeconómica hacia un comportamiento dignificador
y solidario del Estado y de los particulares, a través de una justa repartición a las
121
libertades socioeconómicas que garanticen la obtención y permanencia de un piso
Vid., entre otras, las SSTEDH de 21.2.1990 (Powe/1 y Rayner, 9310/81, § social básico fortalecedor de la adhesión moral-social, así como del telas, espíritu
41), 9.12.1994 (López Ostra, 16798/90, § 51), 12.6.2003 (Van Kück, 35968/97, § y ratio constitucional» (RoDRfGUEZ ÜLVERA, Teoría de los derechos sociales en la
71), 8.7.2003 (Hatton y otros, 36022/97, § 119) y 16.11.2004 (Moreno Gómez, Constitución abierta, 1997, pp. 192 y 193); o como «aquellos derechos en que se
4143/02, § 55). concreta, mediante diversos tipos de prestaciones, la colaboración de los poderes
122
Así lo reconoce BoROWSKI, «Grundrechtliche ... », p. 305. públicos en la satisfacción de las necesidades básicas del individuo» (CONTRERAS
123
ALEXY, Teoría ... , p. 435; BoROWSKI, Grundrechte... , p. 237. PELÁEZ, Derechos sociales: teoría e ideología, 1994, p. 47).

72 73
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL I. CONCEPTO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

tos resultados. Pertenecerían a esta «categoría sumamente ambigua»: tor de la doctrina afirma, por el contrario, que de las obligaciones de
los derechos a que el Estado formule normas que permitan la creación, protección pueden derivarse obligaciones de promociónn°. La verdad
modificación y eliminación de posiciones jurídicas de derecho privado es que no nos parece que la discusión tenga mucho sentido. A nuestro
(v. gr., derecho al matrimonio); los derechos a la observancia de ciertas juicio, lo verdaderamente relevante es que, por las razones que luego
reglas en los procedimientos administrativos y jurisdiccionales; los de- se verán, los derechos fundamentales imponen también obligaciones de
rechos al establecimiento de ciertas normas organizativas (v. gr., reglas promoción, resultando algo puramente convencional y sin demasiada
de organización de las Universidades que garanticen la libertad de cá- importancia práctica el que se incluyan éstas dentro de la categoría de
tedra); y derechos a que el Estado establezca procedimientos que posi- las obligaciones de protección o de las derivadas de los derechos so-
biliten la participación de los ciudadanos en la formación de la volun- ciales.
tad estatal 126 • Por razones similares, no creemos que la clasificación entre dere-
A esta clasificación se le pueden dirigir varias críticas. La primera chos sociales, a protección y al procedimiento, caso de ser factible, ten-
es que existen solapamientos entre sus términos, por ejemplo, entre los ga relevancia jurídica alguna. Pudiera pensarse que distinguir grosso
derechos a protección en sentido restringido y los derechos a la orga- modo entre los derechos sociales y los restantes tiene cierto interés, en
nización y al procedimiento, pues, como luego comprobaremos, el de- vista de que una de las más serias objeciones que suelen aducirse para
recho fundamental de una persona a ser protegida por el Estado de las negar la justiciabilidad de los primeros, las limitaciones presupuestarias,
agresiones de terceras personas puede implicar para éste la obligación normalmente pierden fuerza cuando se trata de los otros dosn 1 • Pero la
de establecer reglas de procedimiento. Otra crítica es que hay derechos verdad es que en muchos casos tampoco existe dicha diferencia, pues
prestacionales que no acaban de encajar en ninguna de las categorías hay medidas protectoras o procedimentales que pueden acarrear cuan-
propuestas, como el derecho de cualquier individuo a acceder a las tiosos gastos para la Hacienda pública 132. Repárese en el coste ºeconómi-
informaciones confidenciales relativas a su persona que obren en po- co del sistema penitenciario establecido para el cumplimiento de las
der del Estado 127 , o el derecho a utilizar de manera temporal y exclu- penas privativas de libertad impuestas a fin de proteger diversos bienes
yente bienes públicos para hacer propaganda electoral, manifestarse o jurídicos fundamentales. Quizás la única utilidad de la clasificación tri-
celebrar actos religiosos. Respecto de estos últimos y otros casos aná- partita expuesta sea la de poner de relieve que existen algunos derechos
logos, existe una cierta polémica en la doctrina alemana, pues algunos fundamentales prestacionales que no se corresponden con la imagen tí-
autores consideran que aquí no nos encontramos frente a obligaciones pica de los derechos económicos y sociales.
de protección, sino de promoción 128 • Las primeras se dirigirían a la
conservación de un bien ya existente, al mantenimiento del statu quo,
mientras que las segundas se encaminarían a mejorarlo, a ampliar su
disponibilidad, y los ciudadanos tendrían, en su caso, un derecho so-
cial a exigir el cumplimiento de estas últimas obligaciones 129 • Otro sec-

126ALEXY, Teoría ... , pp. 456 y ss.


m Vid. las SSTEDH de 7.7.1989 (Gaskin, 10454/83) y 24.9.2002 (M. C.,
39393/98).
12a KoPP, «Grundrechtliche Schutz- und FOrderungspflichten der Offentlichen
130
Hand», NJW, 1994, pp. 1753 y ss. STERN, Das Staatsrecht der Bundesrepublik Deutschland, 1988, t. 111/1, § 69,
129 DIETLEIN, Die Lehre von den grundrechtlichen Schutzpflichten, 1992, pp. pp. 932 y 949.
131
104 y 105; }AECKEL, Schutzpflichten im deutschen und europiiischen Recht, 2001, pp. HERMEs, Das Grundrecht au/ Schutz von Leben und Gesundheit, 1987,
80, 81 y 156; RoBBERS, Sicherheit als Menschenrecht, 1987, pp. 126 y 127; SzczE- p. 120.
KALLA, Die sogennanten grundrechtlichen Schutzpflichten im deutschen und euro- m ROBBERS, Sicherheit ... , pp. 161 y 162; SzczEKALLA, Die sogenannten ... ,
piiischen Recht, 2002, p. 370. pp. 386 y SS.

74 75
II. EL RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DE-
RECHOS FUNDAMENTALES A PROTECCIÓN

l. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL FEDERAL ALEMÁN

Hasta donde conocemos, este órgano jurisdiccional ha sido el gran


motor de la teoría de los deberes de protección derivados de los dere-
chos fundamentales (grundrechtliche Schutzpflichten), y en su jurispru-
dencia se ha inspirado claramente la de su homólogo español.
La teoría se apunta ya en una de sus primeras sentencias,.;,en la que
se afirma que el artículo 1.1 de la Ley Fundamental, cuando establece
que constituye un deber de todos los poderes públicos respetar y prote-
ger la dignidad humana, «ciertamente obliga al Estado a un comporta-
miento positivo de "proteger", pero con ello no se alude a una protec-
ción frente a la necesidad material, sino a una protección contra los
ataques a la dignidad humana llevados a cabo por otros» 133 . En resolu-
ciones posteriores puede leerse que: en algunos casos «existe incluso un
cierto deber del legislador de adoptar una amplia y eficaz precaución
contra los peligros [para la vida de las parturientas y de los nascendo]
que pueden derivarse con suficiente probabilidad de la pérdida de ap-
titud profesional [de las matronas]» 134 ; «cabe pensar en una obligación
del Estado de combatir las amenazas que para una prensa libre pueden
surgir de la formación de monopolios» 135 ; «la finalidad de la libertad de
prensa consistente en propiciar y garantizar la formación de una opi-
nión pública libre exige la protección de la prensa frente a los intentos
[por parte de los particulares] de romper el mercado de las opiniones a
través de medios de presión económicos» 136 ; «la decisión valorativa
m A. de 19.12.1951 (BVerfGE 1, 97, 104).
'" S. de 16.6.1959 (BVerfGE 9, 338, 347).
"' S. de 5.8.1966 (BVerfGE 20, 162, 176).
"' A. de 26.2.1969 (BVerfGE 25, 256, 268).

77
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

adoptada en el artículo 5 .3 de la Ley Fundamental significa no sólo la abstenerse de lesionar la vida, sino también a protegerla de las lesiones
prohibición de intervenciones estatales en el ámbito propio de la cien- causadas por terceros.
cia», sino también la «responsabilidad del Estado ... por la idea de una El Tribunal advierte que esa protección puede entrar en conflicto
ciencia libre», lo que «le obliga a orientar positivamente su comporta- con otros bienes de rango constitucional, tales como el derecho de la
miento para colaborar en la realización de ese objetivo, esto es, a preve- madre al libre desarrollo de su personalidad, en cuyo caso el legislador
nir, fomentando y protegiendo, un vaciamiento de esa garantía de liber- es el llamado en primer lugar a resolver dicho conflicto «ponderando los
tad»; el titular del derecho fundamental a la libertad científica tiene un valores fundamentales contrapuestos según la medida del ordenamiento
derecho derivado de esa decisión valorativa a que se adopten las medi- constitucional y de acuerdo con el principio de proporcionalidad». A fin
das estatales que constituyan presupuestos imprescindibles de la activi- de efectúar esa ponderación, al legislador le corresponde un margen de
dad científica libre; esa «facultad de poder obtener el cumplimiento de apreciación que el Tribunal debe respetar, lo que no significa que cual-
aquella decisión valorativa de la norma fundamental pertenece al conte- quier decisión legislativa valga. De hecho, el Tribunal Constitucional,
nido del derecho fundamental individual, cuya eficacia refuerza de esta a la vista de las circunstancias del caso concreto, declaró inconstitucio-
manera»m. El Tribunal ha deslizado igualmente la afirmación de que el nal la despenalización total del aborto consentido practicado durante
Estado debe proteger el derecho al libre desarrollo de la personali- las doce primeras semanas de embarazo. Tal conducta debía ser casti-
dad138, y que el artículo 5.3 de la Ley Fundamental le impone la «tarea gada penalmente. Las medidas no penales adoptadas por el legislador
de conservar y fomentar una vida cultural libre» 139. eran insuficientes para garantizar la protección efectiva del nasciturus.
El Tribunal Constitucional, sin embargo, no se detiene a formular y Muy interesante resulta el voto particular de los Magistrados RUPP
argumentar ampliamente esta doctrina hasta la célebre Sentencia de 25 VON BRUNECK y S!MON, quienes consideran inaceptable deducir de los
de febrero de 1975 140 , que declaró inconstitucional la despenalización derechos fundamentales la obligación positiva del legislador nada me-
del aborto consentido efectuado durante las doce primeras semanas de nos que de sancionar penalmente determinados comportamientos, por
embarazo. El Tribunal afirma que de lo dispuesto en los artículos 2.2 cuanto de esa manera se invierte el sentido de tales derechos y el Tri-
[«todos tienen derecho a la vida»] y 1.1 [«la dignidad del hombre es bunal usurpa una función, la de precisar cómo han de protegerse efec-
intangible; respetarla y protegerla es obligación de todos los poderes tivamente ciertos valores de rango constitucional, que compete al legis-
públicos»] de la Ley Fundamental se deriva la obligación del Estado de lador. En su opinión, la mayoría del Tribunal no había respetado el
proteger cualquier tipo de vida humana, la del nasciturus inclusive. La margen de apreciación atribuido constitucionalmente al legislador.
razón es que, «de acuerdo con la constante jurisprudencia del Tribunal El Tribunal Constitucional Federal ha reiterado y perfilado esta doc-
Constitucional Federal, las normas de los derechos fundamentales con- trina en resoluciones posteriores. En la mayoría de ellas se juzgaba acer-
tienen no sólo derechos defensivos del individuo frente al Estado, sino ca de la protección de la vida y la integridad corporal, aunque también
que al mismo tiempo incorporan un orden objetivo de valores que vale se ha tratado de otros derechos fundamentales, como el de propiedad 141
como decisión constitucional fundamental para todos los ámbitos del y los derechos al matrimonio 142 y al libre desarrollo de la personalidad 143 ,
Derecho y que proporciona líneas directivas e impulso al legislador, a la
Administración y a la jurisdicción». El Estado está obligado no sólo a 141
Vid. el A. de 26.5.1998 (NJW, 1998, pp. 3264 y ss.) y las SS. de 26.7.2005
m S. de 29.5.1973 (BVerfGE 35, 79, 114 y 116). (1 BvR 782/94 y 1 BvR 957/96, §§ 128 y ss.; 1 BvR 80/95, §§ 59 y ss.).
m S. de 5.6.1973 (BVerfGE 35, 202, 221). u, Vid. el A. de 7.10.2003 de (1 BvR 246/93 y 1 BvR 2298/94, §§ 32 y ss.),
1
" S. de 5.3.1974 (BVerfGE 36, 221, 331). relativo a la posibilidad de tener en cuenta las ventajas fiscales derivadas de con-
140 BVerfGE 39, l. Sobre las dos Sentencias del BVerfG relativas la despenali- traer un nuevo matrimonio para calcular la pensión que el contrayente debe pa-
zación del aborto, vid. ZóDER, «Reforma y regulación legal del aborto a la luz de la gar a su antiguo cónyuge.
1
jurisprudencia dd Tribunal Constitucional alemán», Anuario de Derecho Penal y " Vid. la S. de 4.11.1986 (BVerfGE 73, 118,201), que declara inconstitucio-
Ciencias Penales, 1996, pp. 219 y ss.; BACIGALUPO/GROPENGIE.8ER, «La reciente refor- nal una ley reguladora de ciertas emisiones radiofónicas en cuanto que no contem-
ma de la regulación de la interrupción del embarazo en Alemania y su influencia en plaba el derecho de réplica de los afectados por las mismas, y el A. de 12.11.1997
la actual discusión española», Cuadernos de Política Criminal, 59, 1996, pp. 527 y ss. (BVerfGE 96,375, 403), que considera ajustada a la GG la jurisprudencia relativa

78 79
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

así como las libertades religiosa 144 , profesional 145 y de actuar en gene- legislador está obligado a proporcionar una adecuada y eficaz protec-
ral146. Esta jurisprudencia ha sido, sin embargo, quizás excesivamente ción, para lo cual ha de basarse en cuidadosas averiguaciones de los he-
deferente con los poderes públicos 147 , pues son escasas las resoluciones chos así como en valoraciones defendibles''° y, una vez adoptadas las
que han vuelto a estimar incumplido un deber de protección 148 , lo cual medidas protectoras, debe observar sus efectos, revisarlas y eventual-
no causa extrañeza a la vista de que la vara de medir normalmente utili- mente modificarlas 151 .
zada es que sólo cabe declarar el incumplimiento cuando «el poder pú- En un primer momento, el Tribunal Constitucional no dejaba claro
blico no ha tomado absolutamente ninguna disposición protectora o si los ciudadanos tenían un derecho subjetivo, tutelable judicialmente,
cuando es evidente que las regulaciones y medidas adoptadas son total- a que el Estado cumpliera sus obligaciones positivas de protección. La
mente inadecuadas o completamente insuficientes para alcanzar el fin de primera sentencia del aborto, por ejemplo, afirmaba la obligación de
protección» 149 . Únicamente en la segunda sentencia sobre la despenali- salvaguardar la vida del nasciturus, pero rehuía pronunciarse sobre si
zación del aborto se invoca un criterio más severo, al afirmarse que el éste era titular de un derecho a obtener su cumplimiento. Con poste-
rioridad, el Tribunal ha declarado expresa y rotundamente la existen-
a la responsabilidad civil por daños derivados de una estirilización defectuosa o
de un incorrecto asesoramiento genético previo a la concepción. cia de tales derechos'".
'" Vid. el A. de 26.3.2001 (2 BvR 943/99).
"' Vid. la S. de 24.4.1991 (BVerfGE 84, 133, 147); la S. de 10.1.1995 (BVer-
fGE 92, 26, 46), que declara ajustada a la Constitución la posibilidad legal de que 2. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL ESPAÑOL
los contratos de marineros alemanes empleados en determinados buques comer-
ciales alemanes se celebren con arreglo al Derecho extranjero; el A. de 7.2.1990
(BVerfGE 81, 242), que declara que el «artículo 12.1 GG puede exigir que el le- La teoría de las obligaciones de protección se apunta por primera
gislador establezca en el ámbito del Derecho civil cautelas para la protección de vez en la Sentencia 18/1984 (FJ 6), para justificar que los Tribunales
la libertad profesional frente a restricciones de origen contractual, en especial deben reparar las lesiones de los derechos fundamentales causadas por
cuando no hay una paridad de fuerzas entre las partes» contratantes; y los AA. los particulares y que las resoluciones que incumplan este deber son
de 21.2.1995 (BVerfGE 92, 140, 150), 27.1.1998 (BVerfGE 97, 169, 175) y
22.10.2004 (1 BvR 1944/01, §§ 18 y ss.), que declaran que las normas reguladoras recurribles en amparo: «La sujeción de los poderes públicos a la Cons-
del despido laboral deben interpretarse conforme a las obligaciones de protección titución (art. 9.1) se traduce en un deber positivo de dar efectividad a
derivadas del derecho reconocido en el art. 12.1 GG. En el mismo sentido, vid. el tales derechos en cuanto a su vigencia en la vida social, deber que afec-
A. de 30.7.2003 (1 BvR 792/03, §§ 16 y ss.), relativo al despido de una trabajado- ta al legislador, al ejecutivo y a los jueces y a los Tribunales, en el ám-
ra por llevar el velo islámico. bito de sus funciones respectivas». Como veremos más adelante, la
146 Vid. el A. de 19.10.1993 (BVerfGE 89,214,231 y ss.), donde se afirma que

los Tribunales deben ínterpretar la legíslación de contratos de modo que la parte doctrina de las obligaciones de protección está estrechamente relacio-
contratante más débil quede protegida frente a determinados abusos. nada con aquella otra que afirma que los derechos fundamentales des-
147
Vid. las críticas de MURSWIEK, «Umweltrecht und Grundgesetz», Die pliegan efectos jurídicos entre particulares (Drittwirkung).
Verwaltung, 33, 2000, pp. 241 y ss., esp. 262 y 263; y STEINBERG, «Verfassungsre- En la Sentencia 71/1984 (FJ 2), se afirma la existencia de derechos
chtlicher Umweltschutz durch Grundrechte und Staatszielbestimmung», NJW,
1996, pp. 1988 y SS.
fundamentales a la protección penal en los siguientes términos: «el le-
"' Vid. las SS. de 4.11.1986 (BVerfGE 73, 118), 29.5.1993 (BVerfGE 88,203) gislador puede proteger los derechos fundamentales penalmente, y en
y 26.7.2005 (1 BvR 782/94 y 1 BvR 957/96; 1 BvR 80/95), así como los AA. de tal caso, no es posible desconocer que la protección penal forma parte
6.5.1997 (BVerfGE 96, 56), 7.10.2003 de (1 BvR 246/93 y 1 BvR 2298/94) y del derecho fundamental mismo y que la interpretación de acuerdo con
22.10.2004 (1 BvR 1944/01). la Constitución de las normas penales relativas a los derechos funda-
"'Vid.los AA. de 29.10.1987 (BVerfGE 77,170,215), 26.1.1988 (BVerfGE
77, 381, 405), 30.11.1988 (BVerfGE 79, 174, 202), 27.4.1995 (NJW, 1995,
p. 2343), 26.10.1995 (NJW, 1996, p. 651), 29.11.1995 (NJW, 1996, p. 651), "º S. de 28.5.1993 (BVerfGE 88, 203, 254).
9.2.1998 (1 BvR 2234/97), 2.12.1999 (1 BvR 1580/91), 18.7.2000 (2 BvR 1501/91) "' S. de 28.5.1993 (BVerfGE 88, 203, 269).
y 26.3.2001 (2 BvR 943/99), así como las SS. de 28.1.1992 (BVerfGE 85, 191,212), "' Vid. los AA. de 29.10.1987 (BVerfGE 77, 170,214), 30.11.1988 (BVerfGE
10.1.1995 (BVerfGE 92, 26, 46) y 10.2.2004 (2 BvR834/02, 2 BvR 1588/02, § 195). 79.174, 201 y 202), 27.4.1995 (N]W, 1995, p. 2343) y 2.12.1999 (1 BvR 1580/91).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

mentales es asunto de la competencia de este Tribunal. Si se produce, medida el Estado está constitucionalmente obligado a la protección
pues, una perturbación del derecho fundamental que sea penada por jurídica de la vida en formación puede ya deducirse del contenido ju-
la Ley, hay un derecho del ciudadano a esta protección ... derecho que rídico-objetivo de las normas de derechos fundamentales»"'·
puede hacerse valer también en último término mediante el recurso de En sentido similar, dice la Sentencia 53/1985 que «los argumentos
amparo constitucional ante este Tribunal». aducidos por los recurrentes no pueden estimarse para fundamentar la
La exposición más acabada de la doctrina, sin embargo, se contie- tesis de que al nasciturus le corresponda también la titularidad del de-
ne en la polémica Sentencia 53/1985, relativa a la despenalización del recho a la vida, pero, en todo caso, y ello es lo decisivo para la cues-
aborto. El paralelismo existente entre los casos alemán y español no es tión objeto del presente recurso, debemos afirmar que la vida del nas-
casualidad. Dicha doctrina permitía alcanzar cierto resultado eludien- citurus ... es un bien jurídico constitucionalmente protegido por el art.
do un espinoso problema. El objetivo perseguido era declarar que, por 15 de nuestra norma fundamental» (FJ 4). El derecho a la vida «es la
imperativo de la Constitución, la vida del nasciturus debía gozar de al- proyección de un valor superior del ordenamiento jurídico constitucio-
gún tipo de protección penal: a la mayoría del Tribunal le parecía cons- nal... y constituye el derecho fundamental esencial y troncal en cuanto
titucionalmente inadmisible despenalizar total y absolutamente el abor- es el supuesto ontológico sin el que los restantes derechos no tendrían
tom. El problema residía en lo chocante que resultaba afirmar que el existencia posible» (FJ 3 ). «La doctrina ha puesto de manifiesto ... que
nasciturus, que según los artículos 29 y 30 del Código Civil no es per- los derechos fundamentales no incluyen solamente derechos subjetivos
sona, tenía un derecho subjetivo, en concreto el derecho fundamental de defensa de los individuos frente al Estado, y garantías instituciona-
a la vida: «sólo es titular de derechos quien es persona y el nasciturus les, sino también deberes positivos por parte de éste». «De la obliga-
no es persona», se decía 154 • Excede con mucho del objeto de nuestro ción del sometimiento de todos los poderes a la Constitución no sola-
trabajo analizar esta cuestión. Lo cierto es que la referida doctrina de mente se deduce la obligación del Estado de no lesionar la esfera
las obligaciones de protección se utilizó para eludirla'"· individual o institucional protegida por los derechos fundamentales,
Ello se aprecia claramente en el razonamiento del Tribunal Consti- sino también la obligación positiva de contribuir a la efectividad de
tucional Federal alemán: «No hace falta resolver la cuestión discutida tales derechos, y de los valores que representan, aun cuando no exista
por la jurisprudencia y la doctrina científica acerca de si el nasciturus una pretensión subjetiva por parte del ciudadano. Ello obliga especial-
mismo es titular de un derecho fundamental o si, debido a su falta de mente al legislador, quien recibe de los derechos fundamentales "los
capacidad jurídica, se le protege en su derecho a la vida sólo en virtud impulsos y líneas directivas", obligación que adquiere especial relevan-
de las normas objetivas de la Constitución ... Si y, en su caso, en qué cia allí donde un derecho o valor fundamental quedaría vacío de no
establecerse los supuestos para su defensa» (FJ 4).
153
Así se afirma incluso en el voto particular del Magistrado AROZAMENA SIE- La Sentencia 53/1985 considera que el legislador puede en deter-
RRA a la STC 53/1985: «el nasciturus es un bien que merece protección penal». La
minados supuestos excluir la punibilidad del aborto, pues la protección
posición de los Magistrados LATORRE SEGURA y DfEz DE VELASCO VALLEJO es más
matizada y ambigua: «El feto no es titular del derecho fundamental a la vida, lo de la vida del nasciturus entra en conflicto con otros valores jurídicos
que no excluye que exista un deber del Estado de proteger la vida humana en las y derechos fundamentales, de manera que «el intérprete constitucional
diversas fases de su evolución, incluida la intrauterina. No creemos, en cambio, se ve obligado a ponderar los bienes y derechos en función del supues-
que esta protección tenga que revestir forma penal en todos los casos, porque no to planteado, tratando de armonizarlos si ello es posible o, en caso
impone tal tipo de protección ningún precepto constitucional». El Magistrado To-
MÁS Y VALIENTE, por su parte, considera que «el nasciturus, aun no siendo titular
contrario, precisando las condiciones y requisitos en que podría admi-
del derecho a la vida, constituye un bien jurídico constitucionalmente protegido» tirse la prevalencia de uno de ellos» (FJ 9). El Tribunal estima mate-
[aunque no necesariamente mediante el Derecho penal, se entiende]. rialmente ajustada a la Constitución la despenalización del aborto en
'" Voto particular del Magistrado TOMAS Y VALIENTE a la STC 53/1985. En el los supuestos del artículo 417 .bis del Código Penal. Sin embargo, juz-
mismo sentido, vid. su voto particular concurrente a la STC 75/1984.
m Así lo ha advertido L. M. ª DíEz-PICAZO, Sistema de derechos fundamenta-
les, 2003, p. 193. 156
S. de 25.2.1975 (BVerfGE 39, !, 41).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

ga inconstitucional dicho precepto en cuanto que no contemplaba de- El Tribunal Constitucional ha mantenido en varias resoluciones que
terminadas garantías mínimas de procedimiento tendentes a asegurar «la pasividad de un Juez ante una conducta empresarial que pusiera en
que efectivamente se daban en la realidad aquellos supuestos. Por lo peligro la vida o integridad física de sus trabajadores podría vulnerar
que se refiere al aborto terapéutico, «la protección del nasciturus exi- este derecho» 1" . «La significación que [los derechos fundamentales]
ge, en primer lugar, que, de forma análoga a lo previsto en el caso del adquieren dentro del orden constitucional impone a los poderes públi-
aborto eugenésico, la comprobación de la existencia del supuesto de cos el deber de garantizar su efectiva vigencia y, especialmente, obliga
hecho se realice con carácter general por un médico de la especialidad al legislador a proteger los valores positivados y formalizados en el or-
correspondiente, que dictamine sobre las circunstancias que concurren denamiento a través de los derechos fundamentales, reconociendo, en
en dicho supuesto». En el caso de las indicaciones terapéutica y euge- su caso, las titularidades y obligaciones subjetivas que repute a tal fin
nésica, «el legislador debería prever que la comprobación del supuesto necesarias» 160 .
de hecho ... así como la realización del aborto, se lleve a cabo en cen- En un caso en el que se discutía si los actores, en virtud del artículo
tros sanitarios públicos o privados, autorizados al efecto, o adoptar 27 .1 de la norma suprema, tenían derecho a continuar prestando sus
cualquier otra solución que estime oportuna dentro del marco consti- servicios laborales durante el horario nocturno a fin de compatibilizar
tucional» (FJ 12). su trabajo con los estudios universitarios, el Tribunal Constitucional re-
Sobre la protección del nasciturus se ha juzgado de nuevo en un cuerda que «en su dimensión objetiva, los derechos fundamentales, que
par de Sentencias 157 resolutorias de recursos de inconstitucionalidad informan todo el ordenamiento jurídico, se erigen en componentes es-
interpuestos, respectivamente, contra la Ley de Donación y utilización tructurales básicos del mismo en razón de que son la expresión jurídica
de embriones y fetos humanos o de sus células, tejidos u órganos y la de un sistema de valores que, por decisión del constituyente, ha de in-
Ley de Técnicas de Reproducción Asistida. El Tribunal Constitucional formar el conjunto de la organización jurídica y política ... La significa-
reitera la doctrina sentada en su Sentencia 53/1985, si bien estima que ción que estos derechos adquieren dentro del orden constitucional im-
las concretas disposiciones legales enjuiciadas, que permitían ciertas pone a los poderes públicos el deber de garantizar su efectiva vigencia
conductas o las castigaban con simples sanciones administrativas, bas- y, especialmente, obliga al legislador a proteger los valores positivados y
taban para garantizar la debida protección. formalizados en el ordenamiento a través de los derechos fundamenta-
La doctrina de las obligaciones de protección no sólo se ha man- les, reconociendo, en su caso, las titularidades y obligaciones subjetivas
tenido en relación con la vida humana no nacida. El Tribunal Cons- que repute a tal fin necesarias» 161 . En un par de asuntos donde sendos
titucional ha juzgado conforme con la Constitución el que la Ad- niños habían sido sancionados -con la expulsión y un régimen indivi-
ministración penitenciaria, en cumplimiento de su «derecho-deber», dualizado de clases, respectivamente- por un centro escolar privado,
suministrara asistencia médica forzosa a reclusos cuya vida corría peli- el Tribunal afirma que el derecho a la educación impone al Estado un
gro por encontrarse en huelga de hambre. El argumento· utilizado «mandato de protección» que «se proyecta en primer término y seña-
es que «el derecho fundamental a la vida», en cuanto que «fundamen- ladamente sobre el legislador», pero también sobre los Tribunales ordi-
to objetivo del ordenamiento, impone a [los] poderes públicos y en narios, exigiéndoles «que interpreten la legalidad ordinaria de confor-
especial al legislador el deber de adoptar las medidas necesarias para midad con los derechos fundamentales». Puede estimarse vulnerado
proteger esos bienes, vida e integridad física, frente a los ataques de ter- uno de estos derechos «cuando se aprecie que los órganos judiciales
ceros, sin contar para ello con la voluntad de sus titulares e incluso han incumplido o satisfecho indebidamente el tan reiterado deber de
cuando ni siquiera quepa hablar, en rigor, de titulares de ese derecho ... protección» aun frente a agresiones procedentes de partículares 162 .
Tiene, por consiguiente, el derecho a la vida un contenido de protec-
ción positiva» 158 . 1
" STC 136/1996 (FJ 2), AATC 868/1986 (FJ 2) y 17/1995 (FJ 2).
7
SSTC 212/1996 y 116/1999.
"º STC 136/1996 (FJ 1).
" 161
STC 129/1989 (FJ 3).
"' SSTC 120/1990 (FJ 7), 137/1990 (FJ 5) y 11/1991 (F] 2). 1
" AATC 382/1996 (FJ 3) y 333/1997 (FJ 3).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

La Sentencia 215/1994 declara compatible con el derecho a la in- para calcular las indemnizaciones a las que tienen derecho las víctimas
tegridad física un precepto legal que establecía que «no será punible la de accidentes culposos resultaba arbitrario y contrario a la tutela judi-
esterilización de persona incapaz que adolezca de grave deficiencia cial efectiva, dice que «la protección constitucional de la vida y de la
psíquica cuando aquélla haya sido autorizada por el Juez a petición de integridad personal (física y moral) no se reduce al estricto reconoci-
representante legal del incapaz, oído el dictamen de dos especialistas, miento de los derechos subjetivos necesarios para reaccionar jurídica-
el Ministerio Fiscal y previa exploración del incapaz». Aquí se discutía mente frente a las agresiones a ellos inferidas, sino que, además, con-
no sólo si la esterilización era materialmente proporcionada, sino tam- tiene un mandato de protección suficiente de aquellos bienes de la
bién si las reglas de procedimiento contempladas en dicho precepto personalidad, dirigido al legislador y que debe presidir e informar toda
garantizaban suficientemente la protección del incapaz, asegurando su actuación, incluido el régimen legal del resarcimiento por los daños
que concurrían en el caso concreto las circunstancias previstas por el que a los mismos se hubiesen ocasionado» (FJ 8).
legislador y que la esterilización respondía a su finalidad legítima y no La Sentencia 119/2001 apunta que la inactividad de un Ayunta-
a espurios intereses (FJ 2). La mayoría del Tribunal Constitucional juz- miento a la hora de garantizar el cumplimiento por parte de los parti-
gó suficientes tales garantías y afirmó que alguna de ellas era «inexcu- culares de la normativa sobre contaminación acústica puede constituir,
sable» para poder llevar a cabo la esterilización (FJ 3). Para los Magis- si los ruidos alcanzan una cierta intensidad, una lesión, imputable al
trados GONZALEZ CAMPOS y CRUZ VILLALÓN, por el contrario, la Municipio, de los derechos a la integridad física y a la intimidad domi-
esterilización resultaba materialmente justificada en algunos supuestos, ciliaria164. Como señalaba el Magistrado GARRIDO FALLA en su voto par-
pero «las garantías previstas por el legislador... [eran] insuficientes des- ticular concurrente, el presupuesto de la imputación de esa lesión a la
de un punto de vista constitucional». A su juicio, la esterilización de- inactividad administrativa es que el ejercicio de potestades administra-
bía estar sancionada penalmente a menos que fuese realizada observan- tivas tendentes a «impedir que actuaciones de particularei, sujetas a
do cierto procedimiento, que el legislador no había previsto. Los autorización o a licencia administrativa, perturben los derechos funda-
Magistrados GABALDÓN LóPEZ y MENDIZABAL ALLENDE, por su parte, mentales aquí invocados ... se convierte en obligatorio cuando la agre-
entendían que la esterilización no consentida de un incapaz lesionaba sión a los derechos fundamentales alcanza un determinado nivel de
en cualquier caso su derecho a la integridad física. El legislador debía gravedad».
castigar penalmente dicha conducta 163 . En la Sentencia 220/2005 (FJ 4), donde se juzgaba si la negativa de
La Sentencia 48/1996 estima vulnerado el derecho a la vida y a la la Administración a concederle a la recurrente una prórroga de baja
integridad corporal por una resolución judicial que había denegado la por incapacidad laboral había lesionado su derecho a la integridad fí-
excarcelación de un recluso aquejado de una severa dolencia cardiaca: sica, se advierte que este derecho «podría verse lesionado no sólo por
«La Administración penitenciaria no sólo ha de cumplir el mandato acciones, sino también por omisiones de los poderes públicos».
constitucional con una mera inhibición respetuosa negativa pues, sino
1

que le es exigible una función activa para el cuidado de la vida, la in-


tegridad corporal y, en suma, la salud de los» reclusos (FJ 2). 3. TRlBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
La Sentencia 181/2000, que declara la inconstitucionalidad parcial
de la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro de Circulación de Ve- El Tribunal de Estrasburgo ha declarado reiteradamente que los
hículos a Motor por considerar que el sistema de baremos establecido derechos humanos contemplados en el Convenio de Roma imponen a
los poderes públicos obligaciones positivas de protegerlos 165 . Esta doc-
16
} El Magistrado MENDIZABAL ALLENDE denunciaba, además, que «las garan-
tías [formales] para la protección del incapaz [eran] inexistentes», dada la inde- ,., Vid., también, la STC 16/2004 (FFJJ 3 y 4).
terminación de los términos «incapaz» y «grave deficiencia física»; «se [ configu- 165
Pueden encontrarse algunas referencias a esta jurisprudencia en los comen-
raba] así de un plumazo una auténtica discrecionalidad médica» difícilmente tarios de SANTAMARÍA ARINAS al art. 3 CEDH (pp. 60 y ss.) y de ARzoz SANTJSTE-
controlable por el Juez y el Fiscal, legos en la materia. BAN al art. 8 CEDH (pp. 266 y ss.), en Convenio Europeo de Derechos Humanos.

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11. RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

trina tiene un gran interés, y no sólo por venir de donde viene, no sólo Debe resaltarse que el Tribunal Europeo no distingue -porque
porque la jurisprudencia de este Tribunal debe influir -de hecho, ha nunca le ha hecho falta distinguir- entre diversos tipos de obligacio-
influido notablemente- sobre la de nuestros órganos jurisdicciona- nes positivas, ni tampoco entre «derechos sociales», «derechos a la
les166, al tratarse del máximo intérprete de un Convenio que, amén de protección» y «derechos a la organización y al procedimiento». En los
formar parte del ordenamiento jurídico español, tiene valor constitu- tres casos habla simplemente de las «obligaciones positivas» derivadas
cional, en la medida en que las normas relativas a los derechos funda- de los derechos humanos.
mentales y a las libertades reconocidas en la Constitución deben inter- Así, la Sentencia Airey aduce la existencia de esas obligaciones a fin
pretarse con arreglo al mismo (art. 10.2 CE). La razón principal de de condenar a Irlanda por no haber removido los obstáculos fácticos
nuestro interés reside en que dicho Tribunal se ha ocupado en nume- -el alto coste económico del proceso- que impedían a la Sra. Airey
rosos y variados casos de las obligaciones positivas del Estado de pro- acceder efectivamente a los Tribunales para obtener su separación 168 .
teger los derechos fundamentales y, para resolverlos, ha ido destilando Se viene a declarar, pues, que el derecho a un proceso justo compren-
una rica pero a la vez sencilla y manejable doctrina que nos parece por de lo que algunos autores llamarían un derecho social. En esta misma
ello de gran valor intrínseco. línea, la Sentencia Cotlet afirma que el artículo 8 CEDH impone a los
La primera afirmación de la doctrina la hemos encontrado en la Estados la obligación positiva de suministrar a los presos el material
Sentencia de 13 de junio de 1979 (Marckx, 6833/74), donde se puede necesario -papel, sellos y sobres- para que puedan mantener corres-
leer que el derecho a la vida familiar «no se contenta con imponer al pondencia, para posibilitar de esa manera el ejercicio efectivo de su
Estado el deber de abstenerse de tales injerencias [arbitrarías]; a este derecho al respeto de la correspondencia 169 .
compromiso sobre todo negativo pueden añadirse obligaciones positi- El Tribunal también ha declarado que el Estado estaba obligado a
vas inherentes al respeto efectivo de ía vida familiar». Este respeto «im- reconocer jurídicamente el cambio de sexo de los transexuales 170 y a
plica en particular... la existencia en el Derecho nacional de una pro- realizar «una investigación y un estudio adecuados y completos con el
tección jurídica que haga posible, desde su nacimiento, la integración objetivo de encontrar la mejor solución posible que [alcanzase] efecti-
del niño en el seno de su familia. Diversos medíos se le ofrecen en la vamente el justo equilibrio» entre todos los intereses afectados por los
materia a la elección del Estado, pero una legislación que no responda aterrizajes y despegues efectuados por la noche en los aeropuertos 171 •
a este imperativo infringe» el artículo 8.1 CEDH. En el caso enjuicia- Aquí se trataría respectivamente de derechos a la organización y al pro-
do, el Tribunal consideró que la legislación belga no protegía suficien- cedimiento, según la terminología antes expuesta.
temente a los hijos y madres extramatrimoniales, que resultaban discri- Nosotros vamos a centrarnos en la abundante jurisprudencia rela-
minados en relación con los matrimoniales 167 . tiva a las obligaciones positivas estatales de protección frente a terce-
ros. Buena parte de las resoluciones que integran esta jurisprudencia se
Comentario Sistemático, 2004; MAGALDI, Derecho a saber, filiación biológica y Ad- refiere al derecho al respeto de la vida privada y familiar y del domici-
ministración pública, 2004, pp. 116 y ss. y 171 y ss.; Ru1z MIGUEL, El derecho a la lio (art. 8 CEDH). Conocidísima es la doctrina según la cual el Estado
protección de la vida privada en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos debe proteger la vida privada, familiar y domiciliaria frente a las agre-
Humanos, 1994, pp. 67 y ss.; SANZ CABALLERO, La familia en perspectiva interna- siones medioambientales procedentes de otros particulares. El primer
cional y europea, 2006, pp. 132 y ss. En la doctrina alemana, vid. DRóGE, Positive
Verp/lichtungen der Staaten in der Europiiischen Menschenrechtskonvention, 2003; gran hito de esta línea jurísprudencial lo constituye la célebre Senten-
]AECKEL, Schutzp/lichten ... , pp. 103-181; SzCZEKALLA, Die sogennanten ... , pp. 712- cia López Ostra, que condena al Reíno de España por no haber prote-
890; WIESBROCK, Internationaler Schutz der Menschenrechte vor Verleztungen dur-
ch Prívate, 1999, pp. 102 y ss.
166
Vid., por todos, L. MARTfN-RETORTILLO BAQUER, «La recepción por el Tri- '" STEDH de 9.10.1979 (Airey, 6289/73).
bunal Constitucional de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos '" STEDH de 3.6.2003 (Cotlet, 38565/97, § 59), que condena a Rumanía por
Humanos», RAP, 137, 1995, pp. 7-29. haber incumplido esta obligación.
17 º SSTEDH de 11.7.2002 (Goodwin, 28957/95; I., 25680/94).
"' Vid., también, la STEDH de 18.12.1986 (Johnston y otros, 9697/82, §§ 70
y ss.). _ m STEDH de 2.10.2001 (Hatton y otros, 36022/97, § 97).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL II. RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

gido a la recurrente frente a las emanaciones de gas, olores pestilentes que declara que este precepto reconoce el derecho de cada progenitor
y otras emisiones contaminantes generadas por una depuradora gestio- a que las autoridades nacionales tomen las medidas adecuadas para que
nada por particulares sin la licencia oportuna 172 • Más adelante, la Sen- pueda reunirse con sus hijos 177 o visitarlos 178 . Sin ir más lejos, el propio
tencia Guerra considera que las autoridades italianas no habían propor- Estado español ha sido condenado por no haber empleado los medios
cionado a los actores información esencial que les hubiera permitido necesarios para hacer respetar el derecho a la vida familiar de una
evaluar los riesgos que corrían habitando cerca de una fábrica química madre y su hijo, llevado a la fuerza al extranjero y retenido allí por su
y actuar en caso de accidente 173 • La Sentencia Moreno Gómez reprue- padre durante aproximadamente tres años 179 .
ba el hecho de que las autoridades españolas hubiesen tolerado reite- La Comisión ha tenido la oportunidad de declarar que el Estado
radamente la inobservancia de la normativa por ellas dictada a fin de debía haber protegido la vida privada de una persona frente al acoso
proteger a los ciudadanos frente al ruido nocturno: «una reglamenta- persistente y angustioso al que su antiguo compañero la sometía 180 . Asi-
ción dictada para proteger derechos garantizados sería una medida ilu- mismo, ha deducido del artículo 8.1 CEDH la obligación de proteger
soria si la misma no fuese observada de manera constante; el Tribunal adecuadamente la intimidad y el honor frente a las opiniones, imáge-
debe recordar que el Convenio trata de proteger derechos efectivos, no nes y otras informaciones aparecidas en los medios de comunicación o
ilusorios o teóricos» 174 . Y la Sentencia Taskin condena a Turquía por en libros, procurando alcanzar aquí un equilibrio entre este derecho y
el recalcitrante empeño de su Administración en permitir la explota- la libertad de expresión 181 , jurisprudencia que luego ha recogido el Tri-
ción de una mina de oro mediante la técnica de la lixiviación con cia- bunal182. Y en alguna resolución se apunta que del citado precepto
nuro pese a la resistencia de los Tribunales, que habían anulado suce- podría derivarse, en determinadas circunstancias, la obligación de ase-
sivas autorizaciones por considerar, a la vista de la evaluación de gurar el derecho de los ciudadanos a no recibir publicidad en contra
impacto ambiental y otros estudios científicos realizados, que los ries- de su voluntad 183 .
gos sanitarios y ambientales que aquélla entrañaba eran jurídicamente El Tribunal ha llegado a declarar que el Estado debe castigar pe-
intolerables 175
nalmente a quienes cometan determinadas agresiones contra el bien
En su Sentencia Surugiu, tras declarar que «si bien el artículo 8 tie- protegido por este derecho. El leading case es X. e Y, que se resuelve
ne esencialmente por objeto proteger al individuo contra las injerencias con una condena a los Países Bajos por no haber protegido debida-
arbitrarias de los poderes públicos, también implica la adopción por mente la vida privada de una deficiente mental violada, cuyo supuesto
éstos de medidas dirigidas al respeto de los derechos garantizados por violador se había aprovechado de una laguna existente a la sazón en la
este precepto incluso en las relaciones entre particulares», el Tribunal legislación procesal holandesa para quedar impune. Según el Tribunal,
condena a Rumanía por no haber protegido debidamente el derecho
del actor al disfrute de su domicilio frente a las reiteradas coacciones m Vid. las SSTEDH de 22.6.1989 (Eriksson, 11373/85, § 71), 25.2.1992 (An-
de otro particular, que mantenía con aquél un litigio por la propiedad dersson, 12693/87, § 91), 27 ..11.1992 (Olsson, 13441/87, § 90), 23.9.1994 (Hokka-
de la finca 176 . nen, 19823/92, § 58), 25.1.2000 (Ignaccolo-Zedine, 31679/96, § 94), 26.6.2003
El Derecho de familia también ha sido un campo fértil para la afir- (Maire, 48206/99, §§ 69 y ss.), 23.9.2003 (Hansen, 36141/97, §§ 97 y ss.) y
mación de las obligaciones positivas de protección derivadas del artícu- 4.2.2004 (Kosmopoulou, 60457/00, § 43 y ss.).
"' SSTEDH de 13.7.2000 (Elsho/z, 25735/94, §§ 43 y ss.) y 11.10.2001 (Som-
lo 8.1 CEDH. Cabe citar a título ilustrativo la reiterada jurisprudencia mer/eld, 31871/1996, §§ 32).
"' STEDH de 29.4.2003 (Iglesias Gil y A. U.I., 56673/00).
m STEDH de 9.12.1994 (López Ostra, 16798/90). '"º Decisión de la ComEDH de 7.3.1994 (Whiteside, 20357/92).
m STEDH de 19.2.1998 (Guerra y otros, 14967/89). "' Vid. las Decisiones de la ComEDH de 10.7.1986 (W., 10871/84), 28.2.1996
"' STEDH de 16.11.2004 (Moreno Gómez, 4143/02, § 61). (Lapiedra Cerdá, 27826/95, § 1), 15.1.1997 (López-Pando Raynaud y Pardo
"' STEDH de 10.11.2004 (Taskin y otros, 46117/99, §§ 111 y ss.). Vid., tam- Unanua, 31477/96), 16.1.1998 (Earl Spencer y Countess Spencer, 28851 y 28852/
bién, la STEDH de 9.6.2005 (Fadeyeva, 55723100), relativa a la polución atmosfé- 95) y 21.10.1998 (Stewart-Brady, 36908/97).
rica procedente de una fábrica de acero. '" Vid. la STEDH de 24.6.2004 (Von Hannover, 59320/2000, §§ 57 y ss.).
"' STEDH de 20.4.2004 (Surugiu, 48995/99, §§ 59 y ss.). '" Decisión de la ComEDH de 20.2.1995 (Ijspeerd, 24967/94).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL II. RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

las obligaciones positivas impuestas por el derecho a la vida privada y que se apoye sobre un mecanismo de aplicación concebido para pre-
«pueden implicar la adopción de medidas tendentes al respeto de la venir, reprimir y sancionar las violaciones»; «tomar preventivamente
vida incluso en el seno de las relaciones entre particulares». El Tribu- medidas de orden práctico para proteger al individuo cuya vida está
nal reconoce a los Estados un ancho margen de apreciación para esco- amenazada» por otro individuo 187 ; establecer «un marco reglamentario
ger las medidas encaminadas a garantizar el respeto a la vida privada, que imponga a los hospitales, tanto públicos como privados, la adop-
y advierte que «el recurso a la ley penal no constituye necesariamente ción de medidas que aseguren la protección de la vida de sus enfermos;
la única solución». Sin embargo, en el caso enjuiciado, el Tribunal es- e «instaurar un sistema judicial eficaz e independiente que permita es-
tima «insuficiente la protección del Derecho civil». «Aquí hay en jue- tablecer la causa del fallecimiento de un individuo que se encuentre
go valores fundamentales y aspectos esenciales de la vida privada. Sólo bajo la responsabilidad de profesionales sanitarios, tanto aquellos que
una legislación criminal puede asegurar una prevención eficaz, necesa- actúan en el sector público como los que lo hacen en el privado, y, lle-
ria en este ámbito» 184 . Es más, el Tribunal ha declarado posteriormen- gado el caso, obligarles a responder de sus actos» 188 •
te que «los Estados tienen la obligación positiva, inherente a los artí- El Tribunal ha declarado que el Estado debe proteger a las perso-
culos 3 y 8 del Convenio, [no sólo] de adoptar disposiciones en materia nas contra las torturas y las penas o tratos inhumanos o degradantes
penal que sancionen efectivamente la violación, [sino también] de apli- (proscritos por el artículo 3 CEDH) que otros particulares puedan dis-
carlas en la práctica a través de una investigación y de una persecución pensarles. Muy abundante es la jurisprudencia por la que se establece
eficaces» 185 • que las autoridades nacionales deben amparar a los niños frente a los
La segunda Sentencia Craxi entiende que los derechos al respeto de abusos cometidos por sus progenitores 189 .
la vida privada y al secreto de las comunicaciones garantizados en el La reciente Sentencia Siliadin estima que la República Francesa, al
artículo 8 del CEDH imponen al Estado la adopción de las medidas no haber castigado penalmente a quienes mantuvieron a una ciudada-
preventivas adecuadas para evitar que se divulguen las conversaciones
telefónicas de naturaleza estrictamente privada intervenidas en el mar-
"' STEDH de 28.12.1998 (Osman, 23452/94, §§ 115 y ss.), relativa a un caso
co de un proceso penal. Y, si por cualquier circunstancia terceras per- en el que el actor venía sufriendo continuas amenazas por parte de un sujeto que
sonas acceden al contenido de las conversaciones y lo publican, «la finalmente acabó disparando contra él y su padre, matando a este último. Vid.,
obligación positiva inherente al respeto efectivo de la vida privada im- también, las SSTEDH de 3.4.2001 (Keenan, 27229/95, §§ 88 y ss.), relativa a la
plica la obligación de llevar a cabo investigaciones en orden a corregir protección de la vida de un detenido enfermo mental contra sí mismo; 14.3.2002
el problema en la medida de lo posible», tratando de averiguar las cir- (Edwards, 46477 /1999, §§ 54 y ss.), relativa a la obligación de proteger a un re-
cluso del riesgo serio de ser asesinado por otro recluso; 29.4.2002 (Pretty, 2346/
cunstancias en las que se quebró el secreto del sumario y de sancionar, 2002, §§ 37 y ss.), relativa a la eutanasia; y 8.11.2005 (Gongadze, 34056/02, § 164),
en su caso, a los responsables 186 . relativa a la desaparición y asesinato de un periodista a manos de desconocidos,
El Tribunal ha entendido que también del derecho reconocido en probablemente policías.
el artículo 2 CEDH se derivan para el Estado diversas obligaciones '" STEDH de 17.1.2002 (Calvelli y Coglio, 32967/96, § 49).
positivas, tales como: «asegurar el derecho a la vida estableciendo una
189
La STEDH de 23.9.1998 (A., 25599/94) condena al Reino Unido por no
haber protegido suficientemente al actor, maltratado físicamente por su padrastro,
legislación penal que disuada de cometer atentados contra las personas cuya absolución penal permitió el Derecho inglés, que justificaba los castigos «ra-
zonables» imponiendo la carga de probar la irrazonabilidad al acusador. La STE-
'"' STEDH de 26.3.1985 (X. e Y, 8978/80). Respecto de un caso de abusos DH de 10.5.2001 (Z. y otros, 29392/95, §§ 73 y ss.) condena al Reino Unido por
sexuales cometidos por un padrastro y un hermanastro contra una menor, dice la la negligente inactividad de sus autoridades ante los conocidos y prolongados
STEDH de 22.10.1996 (Stubbings, 22083/93, § 64) que «los niños y otras perso- malos tratos que ciertos individuos venían dispensando a sus hijos menores de
nas vulnerables tienen derecho a la protección del Estado bajo la forma de una edad. La STEDH de 26.11.2002 (E. y otros, 33218/96, §§ 88 y ss.) resuelve en el
prevención eficaz que los ponga al abrigo de las formas más graves de injerencia mismo sentido un caso similar, aunque aquí los abusos cometidos no eran conoci-
en los aspectos más esenciales de su vida privada». dos por las autoridades pero sí razonablemente previsibles. La STEDH de
'" STEDH de 4.12-2003 (M.C., 39272/98, §§ 153 y 166). 10.10.2002 (D.P. y J.C., 38719/97, §§ 109 y ss.) estima que las autoridades no co-
'" STEDH de 17.7.2003 (Craxi, 25337/94, §§ 74 y 75). nocían ni debían haber conocido los abusos sufridos por los actores.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

na togolesa menor de edad en una situación de servidumbre y «es- sería proteger a las personas que no quieren llevar esta prenda frente a
clavitud doméstica», vulneró el artículo 4 CEDH: «conforme a las las fuertes presiones ejercidas en sentido contrario por algunos grupos
normas y tendencias contemporáneas en la Irulteria ... las obligaciones sociales: <<en las sociedades democráticas, en las cuales varias religiones
positivas que recaen sobre los Estados miembros, en virtud del artícu- coexisten dentro de la misma población, puede ser necesario poner
lo 4 del Convenio, exigen la tipificación como delito y la represión restricciones a la libertad de manifestar la propia religión o creencia
efectiva de todo acto tendente a mantener a una persona en este tipo para cohonestar los intereses de los diversos grupos y asegurar que las
de situación>> 190 . creencias de todos son respetadas ... Esto se deduce tanto del artículo
En relación con el derecho a no ser privado de libertad, la Senten- 9 .2 como de la obligación positiva del Estado, impuesta por el artículo
cia Riera Blume afirma implícitamente la existencia de una obligación 1 del Convenio, de asegurar a todos los derechos y libertades defini-
positiva de proteger a los individuos frente a las detenciones efectua- dos» en el mismo 194 .
das por otros particulares. El Tribunal condena al Reino de España por En un extenso informe relativo al periódico kurdo Ózgür Gündem,
considerar que «las autoridades internas consintieron, en todo momen- muchos de cuyos propietarios, trabajadores, reporteros, distribuidores
to, la situación de privación de libertad de los demandantes» 191 • y vendedores habían sufrido innumerables coacciones y agresiones
En la jurisprudencia de la Comisión Europea de Derechos Huma- -algunas mortales- por parte de individuos «desconocidos», sin que
nos se afirmaba la existencia de «ciertas obligaciones del Estado inhe- las autoridades turcas hubieran tomado medidas para proteger a las
rentes a un efectivo respeto de los derechos garantizados en el artículo víctimas ni tampoco iniciado investigaciones encaminadas a esclarecer
9 del Convenio que pueden comprender la adopción de medidas diri- los hechos, la Comisión estima que Turquía había vulnerado por ello
gidas a asegurar el respeto de la libertad religiosa aun en la esfera de el derecho a la libertad de prensa de los recurrentes: «el Gobierno que-
las relaciones recíprocas entre particulares» 1". Esta tesis había sido daba obligado a tomar medidas para salvaguardar el ejercicio de la li-
sugerida antes por el propio Tribunal Europeo, al juzgar lícito el que bertad de expresión del periódico. Respecto de la extensión de esta
se hubiese confiscado y prohibido la proyección de una obra cinema- obligación positiva, no cabe exigir en virtud del artículo 10 del Conve-
tográfica considerada por algunos católicos denigrante para su religión: nio un deber absoluto de protección ... Sin embargo, y atendida la se-
quienes profesan libremente una religión «deben tolerar y aceptar el riedad de los ataques, la Comisión considera que la obligación no pue-
rechazo por otros de sus creencias religiosas e, incluso, la propagación de estimarse satisfactoriamente cumplida por la mera existencia de
de doctrinas hostiles a su fe. No obstante, la manera en la que tales leyes prohibiendo actos criminales o de una infraestructura de cuerpos
creencias y doctrinas religiosas son objeto de oposición o negación es de seguridad»"'.
una cuestión que puede hacer surgir la responsabilidad del Estado, Con ocasión del asunto del médico que había sido despedido de un
especialmente la de asegurar a aquellos que profesan estas creencias y hospital católico tras manifestar en público sus opiniones sobre el abor-
doctrinas el goce pacífico del derecho garantizado por el artículo 9» 193 • to, la Comisión ya había declarado implícitamente que el artículo 10
Recientemente, el Tribunal ha utilizado esta doctrina para justificar la CEDH obliga a los Estados a asegurar la libertad de expresión de los
prohibición impuesta por las autoridades turcas a las estudiantes de trabajadores frente a las exigencias irrazonables de los empleadores que
cierta Universidad de llevar el velo islámico en sus aulas. La finalidad menoscaben la sustancia misma de esta libertad 1" . Doctrina que luego
el Tribunal afirma explícitamente en su Sentencia Fuentes Bobo: «el
''° STEDH de 26.7.2005 (Siliadin, 73316/2001, § 112). artículo 10 se aplica a las relaciones entre empresario y empleado no
"' STEDH de 14.10.1999 (Riera Blume, 37680/97, § 35). Debe señalarse, no
obstante, que las autoridades prestaron una cierta «colaboración activa» a los au- sólo cuando éstas son de Derecho público, sino que también puede
tores de la detención, al trasladar a los detenidos, que en un primer momento lo
fueron legalmente, al lugar indicado por sus familiares. 1" STEDH de 10.11.2005 (Ley/a Sahin, 44774/98, § 106).
"' Decisión de la ComEDH de 18.4.1997 (Dubowska y Skup, 33490 y "' Informe de la ComEDH de 29.10.1998 (Gurbetelli Ersoz y otros, 23144/
34055/96). 93, esp. §§ 143 y ss.).
"' STEDH de 20.9.1994 Wtto-Preminger-Institut, 13470/87, § 47). 1" Decisión de la ComEDH de 6.9.1989 (Rommel/anger, 12242/86).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL JI. RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

aplicarse cuando estas relaciones se refieren al Derecho privado ... Ade- ponerle la obligación de tomar «medidas positivas de protección»2º2 .
más, en algunos casos, el Estado tiene la obligación positiva de prote- Así, ha podido estimar vulnerado este derecho por la prolongada pa-
ger el derecho a la libertad de expresión contra las vulneraciones pro- sividad de la Administración en la ejecución de un acto suyo que or-
venientes incluso de personas privadas» 197 . denaba demoler una edificación ilegal colindante con una propiedad
El Tribunal también ha declarado que el artículo 11 CEDH, aunque del actor'°'.
«tenga por principal objetivo proteger al individuo contra las injeren-
cias arbitrarias de los poderes públicos en el ejercicio [del derecho de
asociación], puede además implicar la obligación positiva de asegurar 4. TRIBUNAL DE JUSTICIA DE LA UNIÓN EUROPEA
su respeto efectivo». Así, por ejemplo, el Estado debe impedir a los sin-
dicatos que abusen de una posición dominante y fuercen a una persona La doctrina de las obligaciones positivas se recoge en la Sentencia
con vistas a que se afilie a una determinada asociación o se adhiera a un de 7 de diciembre de 1997 (Comisión/Francia, C-265/95) 204 . Los he-
sistema de negociación colectiva 198 • Asimismo, debe proteger la libertad chos eran que las autoridades del país vecino venían comportándose
sindical de los trabajadores frente a las maniobras coactivas de los em- con manifiesta pasividad ante los actos violentos cometidos en su terri-
presarios dirigidas a socavar e impedir la negociación colectiva 199 •
Respecto del derecho a la libertad de reunión pacífica del artículo 202
SSTEDH de 18.6.2002 (Óneryldiz, 48939/99, § 145) y 30.11.2004
11 del Convenio, el Tribunal ha declarado que los Estados contratan- (Óneryildiz, 48939/1999, § 134}, relativas a los daños causados por el desplome
tes «deben adoptar las medidas razonables y apropiadas a fin de ase- de una montaña de basura sobre unas chabolas. Vid., asimismo, la STEDH de
gurar el desarrollo pacífico de las manifestaciones lícitas», protegiendo 22.2.2005 (Novoseletskiy, 47148/1999, § 100), relativa a la desaparición de los bie-
nes que amueblaban la vivienda del recurrente. La STEDH de 20.11.1995 (Pres-
a los manifestantes de los ataques de los contramanifestantes200 . sos Compania Naviera y otros, 17849/91, §§ 28 y ss.) estima que la exclllsión legis-
La Sentencia Efstratiou, que juzgaba si Grecia había respetado el lativa de la responsabilidad civil por determinados daños vulneraba el derecho de
derecho de unos testigos de Jehová a asegurar la educación de su hija propiedad de los titulares de los bienes dañados.
203
conforme a sus convicciones religiosas (art. 2 del Protocolo 1 CEDH) STEDH de 18.11.2004 (Fotopoulou, 66725/01, §§ 37 y 38).
204
Comentada por DuBOUIS, «La "guerre de la fraise": l'impuissance publique
frente a una sanción escolar que se le había impuesto a ésta por negar- sous la toise du droit communautaire», RFDA, 1009, pp. 120-131; GONZALEZ VAQUÉ,
se a desfilar el día de la fiesta nacional, dejó sentado que esta libertad, «La Sentencia "Fresas" o la decidida voluntad de asegurar la libre circulación de
«amén de un compromiso sobre todo negativo, implica una cierta obli- mercancías en el Mercado Único», Revista de Derecho Agrario y Alimentario, 33,
gación positiva a cargo del Estado»201 • 1998, pp. 80-88;}ARVIS, en Common Market Law Review, 35, 1998, pp. 1371-1383;
El Tribunal, en fin, también ha establecido que el ejercicio efecti- JANER TüRRENS, «El papel de los particulares en la constatación de conductas contra-
rias al Derecho Comunitario», G]UE, 214, 2001, pp. 31-43; ]IMÉNEZ PIERNAS, «El
vo del derecho de propiedad no sólo implica para el Estado el deber incumplimiento del Derecho comunitario por los Estados miembros cuando median
de abstenerse de intervenir en el mismo, sino que además puede im- actos de particulares: una aportación al debate sobre la interdependencia entre De-
recho comunitario y Derecho internacional», RDCE, 7, 2000, pp. 15-48; KAINER,
"' STEDH de 29.2.2000 (Fuentes Bobo, 39293/98, § 38). «Grundfreiheiten und staatliche Schutzpflichten»,JuS, 2000, pp. 431-436; KüHLING,
"" SSTEDH de 13.8.1981 (Young, James y Webster, 760in6 y 7806/77, §§ 50 «Staatliche Handlungspflichten zur Sicherung der Grundfreiheiten», N]W, 1999,
y ss.), 20.4.1995 (Sibson, 14327/88, §§ 28 y ss.) y 25.6.1996 (Gusta/sson, 15573/ pp. 403-404; MEURER, «Verpflichtung der Mitgliedstaaten zum.Schutz des freien
89, § 45) Warenverkehrs», EWS, 1998, pp. 196-202; MUYLLE, «Angry Farmers and Passive
"' STEDH de 2.7.2002 (Wilson y otros, 30668/96, 30671/96 y 30678/96, §§ Policemen: Private Conduct and the Free Movement of Goods», European Law Re-
41 y ss.). Vid. también la Decisión de la ComEDH de 8.4.1994 (Englund y otros, view, 1998, pp. 467-474; ScHWARZE, «Zum Anspruch der Gemeinschaft auf polizei-
15533/89). liches Einschreiten der Mitgliedstaaten bei StOrungen des grenzüberschreitenden
"º SSTEDH de 21.6.1988 (Platt/orm «Ártze /ür das Lebem,, 10126/82, § 34) y Warenverkehrs durch Private», EuR, 1998, pp. 53-59; ScHINDLER, Die Kollision van
20.10.2005 (United Macedonian Organisation Ilinden and Ivanov, 44079/98, § 115). Grund/rezheiten und Gemeinscha/tsgrundrechten, 2001, in tato; SUERBAUM, «Die
"' STEDH de 18.12.1996 (E/stratiou, 24095/94, § 28). En el mismo sentido, Schutzpflichtdimension der Gemeinschfatsgrundrechte», EuR, 2003, pp. 390-416;
vid. la STEDH de 25.2.1982 (Campbell y Cosans, 7511 y 7743n6, § 37), aunque SzczEKALLA, «"Grundfreiheitliche Schutzpflichten" - eine "neue" Funktion der
aquí las escuelas en cuestión eran públicas. Grundfreiheiten des Gemeinschaftsrechts», DVBl., 1998, pp. 219-224.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

torio por particulares contra las frutas y hortalizas procedentes de otros didas necesarias para hacer frente a obstáculos a la libre circulación de
Estados miembros. Los actos consistían especialmente en «la intercep- mercancías debidos a causas que no sean de origen estatal». La razón
tación de camiones que [transportaban] tales productos, con destruc- es que «el hecho de que un Estado miembro se abstenga de actuar o,
ción de su carga y agresiones a los conductores, así como en amenazas en su caso, siga sin adoptar medidas suficientes para impedir determi-
dirigidas a los mayoristas y minoristas y en el daño a mercancías ex- nados obstáculos a la libre circulación de mercancías, creados especial-
puestas al público». Estas coacciones, reiteradas «año tras año» duran- mente por acciones de particulares en su territorio contra productos
te más de una decenio, «comprometieron seriamente los intercambios originarios de otros Estados miembros, puede obstaculizar los inter-
de productos agrícolas en el territorio francés». Las autoridades fran- cambios intracomunitarios tanto como un acto positivo». En conse-
cesas dispusieron de un «plazo suficientemente largo para adoptar las cuencia, hay que entender que «el artículo 30 obliga a los Estados
medidas indispensables» tendentes a evitarlos. No obstante lo cual, «al miembros no sólo a no adoptar ellos mismos actos o comportamientos
producirse tales incidentes, las fuerzas del orden francesas o bien no que puedan constituir un obstáculo a los intercambios, sino también,
estaban presentes, a pesar de que en determinados casos las autorida- en relación con el artículo 5 del Tratado, a tomar todas las medidas
des competentes habían sido prevenidas de la inminencia de las mani- necesarias y adecuadas para garantizar en su territorio el respeto de
festaciones de agricultores, o bien no intervinieron, aun en casos en dicha libertad fundamental» (§§ 29 y ss.).
que eran mucho más numerosas que los causantes de los disturbios. El Tribunal reconoce que los Estados, «que siguen siendo los úni-
Por otra parte, no siempre se trataba de acciones rápidas de manifes- cos competentes para el mantenimiento del orden público y la protec-
tantes que procedían por sorpresa y se daban enseguida a la fuga, ya ción de la seguridad interior, gozan ciertamente de un margen de apre-
que, en ciertos casos, los disturbios prosiguieron durante varias horas. ciación para determinar cuáles son, en una situación dada, las medidas
Además, consta que varios actos de vandalismo fueron filmados por las más idóneas para eliminar los obstáculos a la importación de los pro-
cámaras de la televisión, que los manifestantes actuaron a menudo a ductos. Por tanto, no corresponde a las Instituciones comunitarias sus-
rostro descubierto y que las agrupaciones de agricultores, autoras de tituir a los Estados miembros para dictarles las medidas que deben
las manifestaciones violentas, son conocidas de los servicios del orden. adoptar y aplicar efectivamente para garantizar la libre circulación de
No obstante, es un hecho probado que sólo un número muy pequeño las mercancías en su territorio». Ahora bien, ese margen no es ilimita-
de personas que participaron en esos graves disturbios del orden pú- do: «incumbe al Tribunal de Justicia, teniendo en cuenta las referidas
blico fueron identificadas y penalmente inculpadas. Así, en lo que res- facultades de apreciación, comprobar, en los casos que le sean someti-
pecta a los numerosos ataques de vandalismo cometidos durante el dos, si el Estado miembro de que se trate ha adoptado medidas ade-
período de abril a agosto de 1993, las autoridades francesas sólo han cuadas para garantizar la libre circulación de mercancías» (§§ 33 y ss.).
podido citar un único caso de proceso penal» (§§ 37 y ss.). Así las cosas, el Tribunal de Justicia, «sin ignorar las dificultades de
El Tribunal estima que la República francesa había infringido la las autoridades competentes para hacer frente a situaciones del tipo de
prohibición de restricciones cuantitativas a la importación y medidas las controvertidas en el presente asunto, se ve obligado a llegar a la
de efecto equivalente (art. 30 TCCE, hoy art. 28), vulnerando de esa conclusión de que, habida cuenta de la frecuencia y de la gravedad de
manera la libertad de circulación de mercancías. El razonamiento es los incidentes enumerados por la Comisión, las medidas que el Gobier-
como sigue. El fin de la mentada prohibición es suprimir efectivamen- no francés ha adoptado en el caso de autos no han sido suficientes de
te «todos los obstáculos, directos o indirectos, reales o potenciales, a modo manifiesto para garantizar la libertad de los intercambios intra-
las corrientes de importación en el comercio intracomunitario». Pues comunitarios de productos agrícolas en su territorio, impidiendo efi-
bien, para lograr este objetivo hay que interpretar dicho precepto en cazmente a los autores de las infracciones de que se trata cometerlas y
el sentido de que prohíbe no sólo las medidas de origen estatal que en repetirlas, y disuadiéndolos con eficacia de hacerlo» (§ 52).
sí mismas creen restricciones al comercio entre los Estados miembros, Nótese que el Tribunal apenas se detiene en justificar la doctrina de
sino también que «un Estado miembro se abstenga de adoptar las me- las obligaciones positivas. Es cierto que la Sentencia aduce el artículo

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5 TCCE (hoy art. 10 TCCE), que dispone que «los Estados miembros 5. CORTE JNTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
adoptarán todas las medidas generales o particulares apropiadas para
asegurar el cumplimiento de las obligaciones derivadas del presente Una razón por la que resulta muy interesante la jurisprudencia de
Tratado o resultantes de los actos de las instituciones de la Comuni- este órgano jurisdiccional es que nos permite constatar que también en
dad», pero este razonamiento incurre en una petición de principio205 , otros contextos distintos del europeo se ha reconocido que el Estado
pues lo que está por demostrar es que las «obligaciones derivadas del está obligado a proteger activamente los derechos fundamentales. Otra
presente Tratado» comprendan también obligaciones positivas de im- razón es que la Corte Interamericana ha sido pionera en el «descubri-
pedir a los particulares que entorpezcan el ejercicio de las libertades miento» de algunas de las manifestaciones de estas obligaciones, ejer-
comunitarias. Más consistente nos parece el argumento teleológico que ciendo una clara influencia en la jurisprudencia del Tribunal Europeo
aquí late implícitamente: si lo que se pretende es que las mercancías de Estrasburgo208 , de quien precisamente recibió la doctrina de las
puedan circular por el espacio comunitario de manera realmente libre, obligaciones positivas.
sin trabas, habrá que eliminar cualesquiera obstáculos que entorpezcan El hito fundamental de la doctrina de la Corte es su Sentencia de 29
la circulación, siendo irrelevante el origen -estatal o privado- de los de julio de 1988 (Velásquez Rodríguez, serie C, núm. 4), en la que se juz-
mismos. gaba una de las miles «desapariciones forzadas» producidas en América
Esta doctrina de las obligaciones positivas se ha reiterado, además Latina durante la segunda mitad del siglo XX. La víctima era un estu-
de en algunas conclusiones presentadas por Abogados Generales206 , en diante que había sido secuestrado «por varios hombres fuertemente ar-
la Sentencia de 12 de junio de 2003 (C-112/00, Schmidberger) 207 , don- mados» y «vestidos de civil» (si bien probablemente vinculados a
de se discutía si las autoridades austriacas habían protegido debida- las Fuerzas Armadas) en el marco de una práctica generalizada de des-
mente el libre tránsito de mercancías al autorizar de manera tácita una apariciones ejecutada o tolerada durante los años 1981 a 1984 por las
manifestación ecologista en una autopista durante cerca de treinta ho- autoridades hondureñas -militares, policiales, gubernamentales y judi-
ras. El Tribunal consideró, atendidas las circunstancias concurrentes, ciales-, «que se negaban o eran incapaces de prevenir, investigar y san-
que esta restricción a la libre circulación de mercancías estaba suficien- cionar los hechos y de auxiliar a quienes se interesaban en averiguar el
temente justificada, por cuanto no resultaba excesiva en relación con paradero y la suerte de las víctimas o de sus restos». En el momento de
el objetivo perseguido de permitir el ejercicio de las libertades de ex- dictarse la sentencia, Manfredo Velásquez continuaba desaparecido, por
presión y reunión. lo que, a la vista del contexto en el cual se encuadraban los hechos enjui-
ciados209, podía razonablemente pensarse que había muerto(§ 147).

208
205 En sentido similar, SUERBAUM, «Die Schutzpflichtdimension ... », p. 394. Repárese en las referencias explícitas hechas a la «doctrina Velásquez Ro-
º Vid. las conclusiones del Abogado General CosMAS, presentadas el
2 6 dríguez» efectuadas en las SSTEDH de 16.9.1996 (Akdivar y otros, 21893/93, §
21.9.1999, en el asunto C-411/98, Ferlini, §§ 77 y ss.; y las del Abogado General 68), 25.5.1998 (Kurt, 24276/94, § 67), 9.5.2000 (Ertak, 20764/92, § 106),
LÉGER, presentadas el 9.11.2000, en el asunto C-162/99, Comisión/Italia, §§ 30 y 13.6.2000 (Timurta", 23531/94, §§ 7, 79 y 80) y 4.5.2001 (McKerr, 28883/95, §
ss. En ambos casos, el TJCE decidió en el sentido de las propuestas de los res- 107). La S. de 27.9.1995 (McCann y otros, 18984/91, §§ 161 y ss.) es, salvo error
pectivos Abogados Generales, pero sin aludir a la doctrina de las obligaciones nuestro, la primera del TEDH que declara obligación del Estado de investigar las
positivas. violaciones graves de los derechos fundamentales, si bien en ella no se hace refe-
2º7 Comentada por AGERBEEK, «Freedom of expression in the Brenner corri- rencia alguna a la jurisprudencia de la Corte lnteramericana. La jurisprudencia de
dor: The Schmidberger case», European Law Review, 29-2, 2004, pp. 255-266; la Corte tampoco ha pasado desapercibida para la doctrina europea que se ha
BROWN, en Common Market Law Review, 40-6, 2003, pp. 1499-1510; GONZALEZ ocupado de la <<doctrina McCann» del TEHD. Vid. NI AOLAIN, <<The Evolving
VAQUÉ, «El difícil equilibrio entre la libre circulación de mercancías y los derechos Jurisprudence of the European Convention Concerning the Right to Life», Nether-
fundamentales en materia de libertad de expresión y de reunión: la Sentencia lands Quarterly o/ Human R,ghts, 19-1, 2001, pp. 33, 36 y 40.
209
"Schmidberger"», GJUE, 227, 2003, pp. 61-76; LINDNER, BayVf3/., 2003, pp. 623- Vid., por todos, CITRONI, «Desaparición forzada de personas: desarrollo
625; STOFFEL VALLOTON, «Los ecologistas, el tránsito de mercancías y la protec- del fenómeno y respuestas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos»,
ción de derechos fundamentales (artículos 10 y 11 del CEDH)», RDCE, 18, 2004. Anuario de Derecho Internacional, 19, 2003, pp. 373-408.

100 101
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

Tras recordar que el artículo 1.1 de la Convención lnteramericana ción» (§ 172). La Corte, en fin, consideró que Honduras había vulne-
obliga al Estado a «respetar» y «garantizar» el libre y pleno ejercicio rado los derechos a la vida, a la integridad personal y a la líbertad per-
de los derechos reconocidos en ella, la Corte declara que, mientras que sonal de Manfredo Velásquez, al haber incumplido su obligación de
la obligación de respeto implica «la existencia de esferas individuales investigar la desaparición.
que el Estado no puede vulnerar o en los que sólo puede penetrar li- Esta «obligación de investigar toda situación en la que se hayan
mitadamente» (§ 165), la obligación de garantía «implica el deber de los violado los derechos humanos» (§ 175) ha sido perfilada en Sentencias
Estados Partes de organizar todo el aparato gubernamental y, en gene- posteriores 211 , en alguna de las cuales llega a afirmarse explícitamente
ral, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio la existencia de un «derecho a conocer la verdad»212 . También se ad-
del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídi- vierte que el Estado debe abstenerse de recurrir a figuras como «las
camente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. Como con- disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el esta-
secuencia de esta obligación los Estados deben prevenir, investigar y blecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir
sancionar toda violación de los derechos reconocidos por la Conven- la investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves
ción y procurar, además, el restablecimiento, si es posible, del derecho de los derechos humanos»21J. Y es que la situación de impunidad que
conculcado y, en su caso, la reparación de los daños producidos por la estas actuaciones y omisiones engendran «lesiona a la víctima y a sus
violación de los derechos humanos» (§ 166)210 • Esta obligación «no se familiares y propicia la repetición crónica de las violaciones de los de-
agota con la existencia de un orden normativo dirigido a hacer posible rechos humanos de que se trata»214 .
[dicho objetivo], sino que comporta la necesidad de una conducta gu-
bernamental que asegure la existencia, en la realidad, de una eficaz "' Vid., entre otras, las SS. de 20.1.1989 (Gódinez Cruz, serie C, núm. 5, §§ 175
garantía del libre y pleno ejercicio de los derechos humanos» (§ 167). y ss.), 8.12.1995 (Caballero Delgado y Santana, serie C, núm. 22, §§. 58 y 69),
«El deber de prevención abarca todas aquellas medidas de carácter 3.11.1997 (Castillo Páez, serie C, núm. 34, § 90), 24.1.1998 (Blake, serie C, núm. 36,
jurídico, político, administrativo y cultural que promuevan la salvaguar- §§ 92 y ss.) y 8.3.1998 (Paniagua Morales y otros, serie C, núm. 37, §§ 95 y 172 y ss.).
212
Vid. los votos particulares concurrentes de los Jueces HERNAN SALGADO PE-
da de los derechos humanos y que aseguren que las eventuales viola-
SANTES y GARCÍA RAMfREZ a la S. de 25.11.2000 (Bámaca Velásquez, serie C, núm. 70),
ciones a los mismos sean efectivamente consideradas y tratadas como así como las SS. de 3.7.2004 (Malina Theissen, serie C, núm. 108, § 81), 7.9.2004
un hecho ilícito que, como tal, es susceptible de acarrear sanciones (Tzbi, serie C, núm. 114, § 257), 15.6.2005 (Comunidad Moiwana, serie C, núm. 124,
para quien las cometa, así como la obligación de indemnizar a las vícR § 147) y 15.9.2005 (Masacre de Mapiripán, serie C, núm. 134, §§ 216 y ss.).
timas por sus consecuencias perjudiciales» (§ 175). «Un hecho ilícito m SS. de 14.3.2001 (Barrios Altos, serie C, núm. 75, § 41), 25.11.2003 (Myr-
na Mack Chang, serie C, núm. 101, § 276) y 18.9.2003 (Bulacio, serie C, núm. 100,
violatorio de los derechos fundamentales que inicialmente no resulte § 116).
imputable directamente a un Estado, por ejemplo, por ser obra de un 214
S. de 3.7.2004 (Malina Theissen, serie C, núm. 108, § 79) y 7.9.2004 (Tibi,
particular o por no haberse identificado al autor de la trasgresión, pue- s~rie C, núm. 114, § 255). En la S. de 8.7.2004 (Hermanos Gómez Paquiyauri, se-
de acarrear la responsabilidad internacional del Estado, no por ese rte C, núm. 110), se declara que la detención, las torturas y el asesinato impunes
hecho en sí mismo, sino por falta de la debida diligencia para prevenir de que fueron objeto dos hermanos «generó en sus familiares inmedíatos sufri-
mientos e impotencia ante las autoridades estatales, razón por la cual, en este caso,
la violación o para tratarla en los términos requeridos por la Conven- los familiares pueden ser considerados víctimas de tratos crueles, inhumanos y
degradantes, en violación del artículo 5 de la Convención Americana». Sobre el
deber de investigar los hechos y perseguir y castigar a los culpables, vid. ALDANA-
2
rn En este sentido, las SS. de 25.11.2003 (Myrna Mack Chang, serie C, núm. PINDELL, «An Emerging Universality of Justiciable Victim's Rights in the Criminal
101, § 153) y 3.3.2005 (Huiloe Tecse, serie C, núm. 121, § 66) dicen que «el cum- Process to Curtail lmpunity for State-Sponsored Crimes», Human Rights Quarter-
plimiento del artículo 4 de la Convención Americana, relacionado con el artículo ly, 26-4, 2004, pp. 605-686; }ESSBERGER, «Von der Pflicht des Staates, Menschen-
1.1 de la misma, no sólo presupone que ninguna persona sea privada de su vida rechtsverletzungen zu untersuchen», KJ, 1996, pp. 290-306; Ml::NDEZ, «Derecho a
arbitrariamente (obligación negativa), sino que además requiere que los Estados la verdad frente a las graves violaciones a los derechos humanos», en La aplica-
tomen todas las medidas apropiadas para proteger y preservar el derecho a la vida ción de los tratados sobre derechos humanos por los tribunales locales, 1997, pp.
(obligación positiva)». 517-540; NIKKEN, «El manejo del pasado y la cuestión de la impunidad en la solu-

102 103
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

También merece ser destacada la jurisprudencia de la Corte Intera- usos y normas consuetudinarias, la modalidad de la compensación, que
mericana relativa a la propiedad comunal de las comunidades indíge- puede consistir en la entrega de tierras equivalentes, en el pago una
nas, en la que se declara que el derecho reconocido en el artículo 21 indemnización dineraria o en ambos217 •
de la Convención, interpretado de acuerdo con «la evolución de los En el caso de la Comunidad Moiwana, desplazada de sus tierras tras
tiempos y las condiciones de vida actuales», comprende el derecho de haber sufrido en 1986 una masacre a manos de agentes del Estado, la
estas comunidades a disfrutar comunalmente de la tierra con la que Corte llegó a estimar que la falta de una investigación oficial efectiva
mantienen una estrecha relación, en cuanto que constituye la base fun- tendente a esclarecer los hechos y sancionar a los responsables generó
damental de sus culturas, su vida espiritual, su integridad y su supervi- en los miembros de la comunidad un profundo temor a ser objeto de
vencia económica215 • Lo que interesa resaltar es que la Corte ha decla- ulteriores agresiones, les impidió «aplacar los espíritus enfurecidos de
rado que este derecho impone al Estado diversas obligaciones positivas sus familiares fallecidos», «purificar su tierra» y regresar allí para vivir
encaminadas a garantizar el uso y goce efectivo de las tierras tradicio- segura y pacíficamente y, de esa manera, lesionó sus derechos a la pro-
nales. Así, los miembros de la correspondiente comunidad «tienen de- piedad y a la libre circulación y residencia218 •
recho a que el Estado, 1) delimite, demarque y titule el territorio de
propiedad de la Comunidad; y 2) se abstenga de realizar... actos que
puedan llevar a que los agentes del propio Estado, o terceros que ac-
túen con su aquiescencia o su tolerancia, afecten la existencia, el valor,
el uso o el goce de los bienes ubicados en la zona geográfica donde
habitan y realizan sus actividades los miembros de la Comunidad»216 .
Igualmente se les ha reconocido el derecho a retornar a las tierras de
las que fueron desplazados, si bien, en los casos en que el retorno no
resulte posible por la necesidad de atender proporcionadamente un fin
legítimo -v. gr., proteger a los propietarios actuales-, el Estado de-
berá compensarles adecuadamente, consensuando con los pueblos in-
teresadps, conforme a sus propios procedimientos de consulta, valores,

ción de los conflictos armados de El Salvador y Guatemala», en Liber Amicorum,


Héctor Fix-Zamudio, 1998, vol. I, pp. 143-168; NINO, «The Duty to Punish Past
Abuses of Human Rights Put into Context: The Case of Argentina», Yale Law
Journal, 100, 1991, pp. 2619 y ss.; RoHT-ARRlAZA, «State Responsibility to Investi-
gate and Prosecute Grave Human Rights Violations in lnternational LaW>>, Cali-
fornia Law Revieio, 78, 1990, pp. 451-513; ÜRENTLICHER, «Settling Accounts: The
Duty to Prosecute Human Rights Violations of a Prior Regime», Yale Law ]our-
nal, 100, 1991, pp. 2537 y ss.; ToMUSCHAT, «The Duty to Prosecute International
Crimes commited by Individuals», en Tradition und Welto/fentheit des Rechts.
Festschri/t /ür He/mut Steinberger, 2002, pp. 315-329.
m Sobre el tema, vid . .ANAYAiWILLIAMS, «The Protection of Indigenous
People's Rights over Lands and Natural Resources Under the lnter-American
Human Rights System», Harvard Human Rights ]ournal, 14, 2001, pp. 33-86;
WIERSMA, «lndigenous Lands as Cultural Property: A New Approach to lndige- "' S. de 17.6.2005 (Comunidad Indígena Yakye Axe, serie C, núm. 125, §§ 140
nous Laod Claims», Duke Law Journal, 54, 2005, pp. 1061-1088. y ss.).
218
216 S. de 31.8.2001 [Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni, serie C, núm. S. de 15.6.2005 (Comunidad Moiwana, serie C, núm. 124, §§ 104 y ss. y
79, § 153], que condena a Nicaragua por no haber cumplido estas obligaciones. 128 y ss.).

104 105
III. EL FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS FUNDAMENTA-
LES A PROTECCIÓN

l. TESIS NEGATIVAS

En contra de la existencia de estas obligaciones se ha dicho que la


misma conlleva un debilitamiento de los derechos y libertades funda-
mentales de los ciudadanos frente a las intervenciones estatales. Re-
cuérdese el voto particular de los Magistrados RUPP VON BR.UNECK y
SIMON a la primera sentencia constitucional alemana relativa al aborto:
constituye una inaceptable inversión del sentido de los derechos fun-
damentales deducir de los mismos la obligación positiva del legislador
de intervenir en la libertad de los ciudadanos de la manera más grave
imaginable, nada menos que mediante sanciones penales219 •
Esta crítica no convence. El que los derechos fundamentales cons-
tituyan también derechos a obtener la protección del Estado frente a
cualquier tipo de agresiones, provengan de donde provengan, no su-
pone un menoscabo de los mismos, sino que, muy al contrario, contri-
buye a garantizar su goce real y efectivo. El cumplimiento de las obli-
gaciones de protección exigirá muchas veces limitar la libertad de
algunos ciudadanos, pero esta circunstancia no tiene el peso suficiente
como para negarlas. Puede parecer paradójico, pero el mantenimiento
de la libertad exige que se la limite. La ausencia de limitaciones y con-
troles conduce «a una severísima coercíón, ya que deja a los poderosos
en libertad para esclavizar a los débiles»220 • «Es precisamente por esta
razón que exigimos que el Estado limite la libertad hasta cierto punto,
de modo que la libertad de todos esté protegida por la ley. N adíe que-

"' BVerfGE 39, 1, 73.


220
POPPER, La sociedad abierta y sus enemigos, 1945, p. 511, n. 4.

107
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL III. FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

dará, así, a merced de otros, sino que todos tendrán derecho a ser pro- está, evidentemente, el de la vida, pues la vida es algo más que ''un va-
tegidos por el Estado»221 • La libertad de un particular frente al Estado lor jurídico") invalidar cualquier Ley por considerarla incompatible
no ha de constituir un título para atacar libremente los derechos de con su propio sentimiento de la libertad, la igualdad, la justicia o el
otros particulares'". Las obligaciones de protección tal vez perjudiquen pluralismo político. La proyección normativa de los valores constitucio-
la libertad de los más vigo~osos, pero refuerzan la efectividad de los de- nalmente consagrados corresponde al legislador, no al Juez».
rechos de los ciudadanos en su conjunto, especialmente los de los más No compartimos estas opiniones. El elevado grado de abstracción
débiles. Cuando se produce un conflicto entre derechos fundamenta- de los preceptos que reconocen derechos fundamentales es un proble-
les -aquí, entre un derecho a protección y otro defensivo--, la solu- ma que se presenta también al juzgar si el Estado ha cumplido sus
ción razonable no es sacrificar por entero uno de ellos para evitar cual- obligaciones negativas derivadas de los mismos, lo que no impide al
quier perjuicio al otro, sino adoptar una medida que logre el justo Tribunal Constitucional efectuar dicho juicio224 . Éste queda facultado
equilibrio entre ambos. en ambos casos para «contrastar» las leyes con los valores proclama-
Se aduce en contra de la doctrina cuestionada que los derechos dos en la Constitución, pues los mismos participan del carácter jurídi-
fundamentales han sido consagrados por la Constitución en unos tér- co y supremo de las normas constitucionales, lo que implica que vin-
minos excesivamente abstractos como para deducir de ellos concretas culan directamente a todos los poderes públicos y que, por lo tanto,
obligaciones positivas de los poderes públicos, especialmente del legis- constituyen un criterio con arreglo al cual enjuiciar la inconstituciona-
lador: admitir la existencia y justiciabilidad de estas obligaciones impli- lidad de las leyes225 • El Parlamento dispone de un amplio margen para
caría una invasión de los Tribunales en ámbitos reservados al legislati- «proyectar normativamente» estos valores, pero el margen no es abso-
vo, en la libertad de configuración social que le corresponde"'. En el luto, y el Tribunal Constitucional tiene competencia para verificar si ha
voto particular del Magistrado RUBIO LLORENTE a la Sentencia del Tri- sido rebasado o no. Por esta razón, la «famosa libertad de -configura-
bunal Constitucional 53/1985 se dice que el intérprete «no puede abs- ción del legislador» no impide la existencia de «derechos prestaciona-
traer de los preceptos de la Constitución el valor o los valores que, a les» constitucionales exigibles aun a falta de ley que los reconozca226 •
su juicio, tales preceptos "encarnan", para deducir después de ellos, La crítica de RUBIO LLORENTE, con todo, tiene el mérito de eviden-
considerados ya como puras abstracciones, obligaciones del legislador ciar la insuficiencia de la argumentación ofrecida por los Tribunales
que no tienen apoyo en ningún texto constitucional concreto». Esto constitucionales alemán y español, así como por algunos autores, para
supone «lisa y llanamente suplantar al legislador o, quizá más aún, al justificar la existencia de las obligaciones positivas. La afirmación de
propio poder constituyente. Los valores que inspiran un precepto con- que éstas derivan de la «función objetiva» de los derechos fundamen-
creto pueden servir, en el mejor de los casos, para la interpretación de tales227 no constituye un argumento convincente, sino más bien una
ese precepto, no para deducir a partir de ellos obligaciones (¡nada
menos que del poder legislativo, representación del pueblo!) que el 224
En el mismo sentido, CALLIES, Rechtsstaat... , pp. 461 y ss.; DrRNBERGER,
precepto en modo alguno impone. Por esta vía, es claro que podía el Recht auf Naturgenuf, und Eingrif/sregelung, 1991, pp. 174 y ss.; HERMES, Das
Tribunal Constitucional, contrastando las leyes con los valores abstrac- Grundrecht ... , p. 204; }AECKEL, Schutzpflichten ... , pp. 55 y ss. 60 y 61.
225
Vid., por todos, DfAZ REvoruo, Valores superiores e interpretación constitu-
tos que la Constitución efectivamente proclama (entre los cuales no cional, 1997, pp. 161 y ss.
"' PRIETO SANCHís, Ley ... , pp. 110 y 111.
221 227
POPPER, La sociedad... , p. 305; la cursiva es del original. Vid., entre otros, BóCKENFÓRDE, «Grundrechte als Grundsatznormem>, Der
222
Vid. SuHR, «Die Freiheit vom staatlichen Eingriff als Freiheít zum privaten Staat, 29, 1990, p. 12; DoLDERER, Objektive Grundrechtsgehalte, 2000, pp. 196 y
Eingriff?», JZ, 1980, pp. 166-174, quien señala las inaceptables consecuencias a las ss.; GosTOMZYK, «Grundrechte als objektiv-rechtliche Ordnungsidee», ]uS, 2004,
que conduce el pensamiento liberal <<clásico» en relación con el problema de los p. 952; JARASS, «Grundrechte als Wertentscheidungen bzw. objektivrechtliche
fumadores pasivos. Prinzipien in der Rechtsprechung des Bundesverfassungsgerichts», AOR, 110,
223 1985, p. 378; STERN, Das Staatsrecht ... , § 69, pp. 922 y 945. En la doctrina espa-
Vid. STARCK, Praxis der Ver/assungsauslegung, 1994, pp. 74 y 75. En senti-
do similar, IPSEN, Staatsrecht, 1998, t. II, m. 94 y ss.; STEINBERG, «Grundfragen des ñola, vid., entre otros, ALAEZ CORRAL, «La eficacia de los derechos fundamenta-
offentlichen Nachbarrechts», NJW, 1984, p. 461. les», en Teoría general de los derechos fundamentales en la Constitución española

108 109
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 111. FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

tesis que no se demuestra228 , una petición de principio229 . Además, di- jetivos 233 . En efecto, esta categoría viene ser un cajón de sastre en el
cho argumento no explica por qué los ciudadanos tienen un derecho cual se incluyen los efectos jurídicos de estos derechos que no se ajus-
al cumplimiento de esas obligaciones''°. Resulta artificioso y contradic- tan a la concepción clásica de los mismos: su vigencia entre particula-
torio deducir del contenido «puramente objetivo» de los derechos fun- res, los derechos a la protección estatal, a la organización y al proce-
damentes una obligación del Estado de protegerlos y, a continuación, dimiento. Pues bien, según opina HAIN, todas estas figuras, junto con
afirmar que los ciudadanos tienen un derecho subjetivo fundamental al los llamados derechos sociales, pueden reconducirse a una sola: la de
cumplimiento de esa obligación231 • A nuestro juicio, y como ya hemos los derechos a protección en sentido amplio, derechos a que el Esta-
apuntado, aquella criticable argumentación sólo se comprende cuando do realice actuaciones que coloquen a los individuos en situación de
se tienen a la vista las circunstancias del caso en que fue desarrollada disfrutar efectivamente de su libertad"'. Quizás este autor exagere y
por primera vez: había que reconocer la obligación constitucional del aquella doctrina tenga todavía alguna utilidad, por ejemplo para expli-
Estado de proteger penalmente la vida del nasciturus obviando el pro- car por qué el Estado debe proteger los bienes fundamentales de in-
blema de si éste era titular del derecho subjetivo fundamental a la vida. dividuos -v. gr., los nascituri y los integrantes de las llamadas genera-
Esta argumentación ad hoc ha provocado que prácticamente todos los ciones futuras- que difícilmente pueden considerarse ya como
autores alemanes que luego se han ocupado del tema analicen, prime- personas y, por lo tanto, como titulares de derechos. Pero, en cual-
ro, si existen obligaciones estatales de protección derivadas (del lado quier caso, nos parece que la tesis dominante no justifica convincente-
objetivo) de los derechos fundamentales y, luego, si cabe «resubjetivi- mente la existencia de los derechos fundamentales a obtener la protec-
zarlas», es decir, si hay derechos subjetivos fundamentales al cumpli- ción de los poderes públicos. Y, desde luego, resulta de lo más
miento de las obligaciones de protección derivadas (del lado objetivo) artificioso e inexplicable afirmar que las obligaciones positivas de pro-
de los derechos fundamentales"'. Resulta difícil plantear el problema tección derivan del contenido objetivo de estos derechos mientras que
de una manera más enrevesada.
las negativas del subjetivo.
No es de extrañar que recientemente se haya postulado aplicar la Algunos autores consideran superflua la teoría de las obligaciones
navaja de Ockham a la teoría alemana de los derechos fundamenta- de protección, porque -dicen- los problemas que ésta trata de solu-
les al objeto de podarle la hipertrofiada doctrina de los contenidos ob- cionar pueden ser resueltos de una manera más sencilla con la bien
establecida concepción clásica de los derechos fundamentales como
de 1978, 2004, pp. 182 y ss.; GALLEGO ANABITARTE, Derechos fundamentales y ga-
derechos de defensa frente a las intervenciones del Estado. No hace
rantías institucionales: análisis doctrinal y jurisprudencia!, 1994, pp. 39, 40, 50, 97
y 103 y ss.; MARTfNEZ SosPEDRA, «La seriedad de los derechos», RDPol, 48-49, falta intentar justificar un derecho fundamental de los particulares a
2000, p. 342; FRESNO LINERA, «La estructura de las normas de derechos fundamen- que el Estado les proteja frente a las agresiones de otros ciudadanos,
tales, en Teoría general de los derechos fundamentales en la Constitución española pues al mismo resultado se llega mediante aquella concepción tradicio-
Je 1978, 2004, pp. 50 y SS.
228 nal según la cual los derechos fundamentales imponen únicamente
MuRSWIEK, Die staatliche Verantwortung /ür die Risiken der Technik, 1985,
p. 110, n. 31. En sentido similar, ISENSEE, «Das Grundrecht als Abwehrrecht und obligaciones de abstención al Estado. La razón es bastante simple: la
als staatliche Schutzpflicht», en Handbuch des Staatsrechts der Bundesrepublik permisión de una conducta dañina para un bien jurídico protegido es
Deutschland, 1992, t. V,§ 111, m. 81. equiparable a una intervención estatal activa en el mismo; el ordena-
229
KRINGS, Grund und Grenzen grundrechtlicher Schutzansprüche, 2003, miento estatal, al permitir expresa o implícitamente que los particula-
p. 165.
230
MURSWIEK, Die staatliche ... , p. 106, n. 21; CALLIES, Rechtsstaat ... , p. 438; DI
res realicen conductas perjudiciales para los derechos fundamentales
FABIO, Risikoentscheidungen im Rechtsstaat, 1994, pp. 44 y ss. de otros sujetos, impone al mismo tiempo a estos últimos la obligación
231
Así lo advierten STARCK, Praxis ... , p. 73; HERM.Es, Das Grundrecht ... , de soportar tales conductas. Así, los derechos fundamentales siempre
pp. llO, lll, 196 y 210; KluNGS, Grund... , pp. 165 y ss. y 236. obligan al Estado a abstenerse de imponer expresa o tácitamente a los
232
Vid., entre otros, DIETLEIN, Die Lehre... , pp. 17 y ss. y 133 y ss.; HERMES,
Das Grundrecht... , pp. 43 y ss. y 187 y ss.; ALEXY, Teoría ... , pp. 436 y ss.; UNRUH, m HA1N, «Ockham's ... », pp. 1036 y ss.
Zur Dogmatik... , pp. 26 y ss. y 58 y ss. 234
HA.IN, «Ockham's ... », pp. 1041 y ss.

110 111
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL III. FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

ciudadanos la obligación de soportar una actuación dañosa para sus tes a evitar efectivamente que se realicen conductas perjudiciales para
bienes fundamentales, ya se trate de una actuación estatal o privada"'. los bienes fundamentales que ya están prohibidas y cuyas consecuen-
En nuestra opinión, esta posición doctrinal refuerza paradójicamen- cias dañosas, por consiguiente, los ciudadanos no están obligados a
te la tesis de las obligaciones positivas, ya que ofrece una explicación soportar'". La efectividad de la protección exige algo más que el esta-
adicional de por qué han de protegerse los derechos fundamentales blecimiento de prohibiciones.
prohibiendo a terceras personas que los lesionen. Sin embargo, dicha
posición no hace superflua la tesis mencionada, pues resulta incapaz de
explicar aquellos supuestos en que la debida protección se lleva a cabo
2. TESIS POSITIVAS
a través de medidas distintas del establecimiento de prohibiciones.
La tesis expuesta no explica, en efecto, por qué el Estado debe
Lo cierto es que la jurisprudencia y la gran mayoría de la doctrina
amparar los bienes fundamentales frente a los peligros «impersonales»
afirman la existencia de estas obligaciones positivas y de los correlati-
o frente a las amenazas de terceros no sometidos a su ordenamiento
vos derechos subjetivos a protección, si bien los argumentos emplea-
jurídico. Es el caso de la protección frente a los riesgos procedentes del
dos para ello difieren.
«extranjero» o de la «naturaleza»236 • El Estado, por poner dos ejem-
Se ha sostenido que esas obligaciones se justifican por la necesidad
plos, debe abrigar a sus nacionales frente a las agresiones que éstos
de garantizar la paz social. La prohibición impuesta a los ciudadanos
puedan sufrir en otros países, así como tratar de salvar la vida de quie-
de utilizar la violencia para autodefender sus bienes sólo está justifica-
nes habitan en las cercanías de un volcán ante una erupción inminen-
da y legitimada en cuanto que el sujeto que monopoliza el uso de la
te. Y, en ambos casos, la salvaguarda efectiva de los ciudadanos no se
fuerza, el Estado, les proporcione la necesaria protección'"· Sin perjui-
consigue otorgándoles un derecho de defensa frente al Estado para que
cio de que este argumento apoye la referida doctrina239 , no" creemos
éste se abstenga de imponerles la obligación de soportar tales daños,
que por sí solo la funde suficientemente. Esta tesis es incapaz de expli-
pues queda fuera del alcance del poder estatal prohibir al extranjero o
car por qué los ciudadanos tienen nada menos que derechos funda-
al volcán la causación de los mismos. Dicha salvaguarda requiere otro
mentales a la protección estatal240 y por qué el Estado debe proteger a
tipo de medidas, de carácter indudablemente positivo.
una persona también de los daños y peligros causados por ella misma
Algo similar ocurre cuando se trata de la protección frente a con-
o por las «fuerzas de la naturaleza».
ductas ya prohibidas. Aquella teoría no explica por qué deben adop-
También se ha invocado el principio de protección de la confianza,
tarse medidas -v. gr., sanciones y controles administrativos- tenden-
anclado en cada uno de los derechos fundamentales. Los derechos a la
protección contra particulares se explicarían porque la prohibición del
"' Vid. ScHWABE, en Probleme der Grundrechtsdogmatik, 1977, pp. 213 y ss.,
y en «Grundrechtlich begründete Pflichten des Staates zum Schutz gegen staatli-
uso privado de la fuerza engendra la confianza legítima de los ciuda-
che Bau- und Anlagegenehmigungen?», NVwZ, 1983, pp. 524 y ss.; MuRSWIEK, Die danos en que el Estado asegurará la integridad de sus bienes funda-
staatliche ... , pp. 58 y ss. y 88 y ss.; SzczEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 396 y ss. y mentales. La protección contra otros tipos de amenazas se explicaría
406 y ss. LüBBE-WOLFF, Die Grundrechte ... , pp. 103 y ss., esp., pp. 122 y ss. 136 y porque el Estado, al asumir la responsabilidad de salvaguardar los bie-
ss. y 168 y ss., considera que los «derechos a protección» pueden ser considera-
dos como «derechos de defensa» sólo cuando el Estado ha otorgado previamente
la debida protección, de manera que a partir de entonces éste debe abstenerse de 237
Vid., en este sentido, la crítica a esta teoría de HERMES, Das Grundrecht ... ,
retirarla, a menos que la intervención desprotectora resulte justificada de acuerdo pp. 73 y 96; KfilNGS, Grund... , pp. 106 y 107; PIETZCKER, «Drittwirkung -
con los criterios tradicionalmente empleados para juzgar la licitud de las interven- Schutzpflicht - Eingriff», en Das akzeptierte Grundgesetz. Festschri/t /ür Günther
ciones estatales en los derechos defensivos. Dürig zum 70. Geburtstag, 1990, p. 356.
236
RoBBERS, Sicherheit ... , pp. 127 y 128. Incluso un partidario de la tesis ex- 238
lsENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 24 y ss., 83 y ss. y 102.
puesta como SzczEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 403, 436 y 454, reconoce que la 239
CALLIES, Rechtsstaat ... , p. 441; DIETLEIN, Die Lehre ... , pp. 26 y ss.
misma no explica el deber de proteger a las generaciones futuras, ni el de prote- 240
Así lo advierte E. KLEIN, «Grundrechtliche Schutzpflicht des Staates»,
ger a los ciudadanos contra los peligros «naturales» o «extranjeros». NJW, 1989, p. 1636.

112 113
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL III. FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

nes fundamentales y colocarse en la posición de garante de los mismos, do durante el siglo XIX247 • Con ello no quiere decirse que en siglos an-
provoca que los ciudadanos confíen legítimamente en que tales bienes teriores ya existiese algo parecido a un verdadero derecho subjetivo
serán efectivamente amparados241 . Salta a la vista la insuficiencia de esta fundamental a obtener la protección del Estado'48 • Tan sólo quiere
argumentación. El simple hecho de que los ciudadanos hayan confia- ponerse de relieve que la idea de que las autoridades públicas deben
do legítimamente en que los poderes públicos actuarán en un determi- asumir un papel activo en la protección de la libertad de los ciudada-
nado sentido no les otorga un derecho fundamental a exigir dicha ac- nos no es ni mucho menos nueva, sino más bien lo contrario: está pro-
tuación242. Y, de otro lado, esa tesis no explica por qué el Estado está fundamente enraizada en la concepción originaria del Estado moder-
obligado a asumir la responsabilidad de proteger aquellos bienes y no. Como señala VENEGAS GRAU, «más que incorporar una nueva
constituirse en garante de los mismos. dimensión que se añade a la función clásica de los derechos como li-
Según lo vemos nosotros, la existencia de tales derechos viene im- bertades negativas, con la afirmación de [las obligaciones de protec-
puesta por una interpretación literal, sistemática, teleológica y atenta a ción] se recupera el sentido originario de los derechos, tal y como apa-
la realidad social actual de los preceptos que reconocen derechos fun- rece en las teorías contractualistas que inspiran los primeros textos
damentales. Se ha destacado acertadamente la historicidad de los de- positivos, con la diferencia (sustancial) de que ahora ... esa idea de pro-
rechos humanos243 , la concepción de los mismos como «respuestas a tección está respaldada por unas garantías que le atribuyen una efica-
determinadas situaciones típicas de amenaza para la libertad huma- cia de la que entonces carecía»249 • En efecto, los Estados modernos
na»'"· Pues bien, la teoría reduccionista según la cual los derechos nacen y se justifican en la medida en que constituyen un instrumento
fundamentales imponen sólo obligaciones negativas y sólo al Estado para asegurar la paz social, para defender a los ciudadanos frente a las
«responde a unos determinados condicionamientos históricos que no eventuales agresiones de sus semejantes y de los enemigos extranjeros.
se dan en la actualidad»'". En las sociedades contemporáneas, la satis- Así lo argumentan una larga lista de autores de entre los cuales resulta
facción efectiva de los intereses que justifican tales derechos exige cada obligado citar a HOBBES, para quien el Estado «es una persona [que]. ..
vez con mayor frecuencia e intensidad no ya la abstención de los po- ha sido instituida ... al objeto de que pueda utilizar la fortaleza y me-
deres públicos, sino su actuación protectora246 . dios de todos, como lo juzgue oportuno, para asegurar la paz y la de-
Por de pronto, conviene desmitificar aquella teoría decimonónica fensa común»; «el fin del Estado es particularmente la seguridad»"º y
clásica en cuanto que pretende presentarse con el halo de lo primige- «la misión del soberano (sea un monarca o una asamblea) consiste en
nio, pues la doctrina de las obligaciones de protección supone el «re- el fin para el cual fue investido con el soberano poder, que no es otro
descubrimiento» de una concepción que quizás cayó en un cierto olvi- sino el de procurar la seguridad del pueblo ... por seguridad no se en-
tiende aquí una simple conservación de la vida, sino también de todas
241
ROBBERS, Sicherheit... , pp. 191 y 192.
242
Vid. la STC 173/1996, que anula un precepto legal por vulnerar la confian- 247
En este sentido, DIETLEIN, Die Lehre ... , pp. 21 y ss.; DIRNBERGER, Recht ... ,
za legítima de los contribuyentes (la seguridad jurídica del art. 9.3 CE), y la STC pp. 107 y 122 y ss.; HERMES, Das Grundrecht ... , pp. 145 y ss.; lSENSEE, en Das
159/1997, que desestima un recurso de amparo interpuesto contra un acto dicta- Grundrecht au/ Sicherheit, 1983, pp. 3 y ss., y en «Das Grundrecht ... », § 111, m.
do en aplicación de ese mismo precepto legal. 21 y ss. y 83 y ss.; JAECKEL, Schutzp/lichten ... , pp. 20 y ss.; }ARAss, «Grundrechte ... »,
243
PÉREZ LUÑO, Derechos humanos, Estado de Derecho y Constitución, 2001, pp. 372 y ss.; UNRUH, Zur Dogmatik der grundrechtlichen Schutzpf/ichten, 1996,
pp. 557 y SS. pp. 37 y ss.; y, sobre todo, ROBBERS, Sicherheit. .. , pp. 28, 121 y 144, quien ha estu-
244
DREIER, en Grundgesetz Kommentar, 1996, t. I, Vorbemerkungen vor Art. diado con gran detalle estas raices históricas de los derechos a protección (pp. 27
1 GG, m. 6. En el mismo sentido, BETIIGE, «Aktuelle Probleme der Grundrechts- y ss.).
dogmatik», Der Staat, 1985, p. 353. 248
Así lo destaca KruNGS, Grund... , pp. 85 y ss., contrario a la idea del «re-
245
NARANJO DE LA CRUZ, Los límites de los derechos fundamentales en las rela- descubrimiento».
ciones entre particulares: la buena fe, 2000, p. 187. 249
VENEGAS GRAu, Derechos fundamentales y Derecho privado, 2004, p. 138;
246
Vid., entre otros, L. MARTíN-RETORTILLO BAQUER, La Europa de los derechos vid., también, pp. 123 y ss.
humanos, 1998, pp. 159 y ss. y 279 y ss. 250
HOBBES, Leviatan, 1651, cap. XVII, pp. 141 y 137.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL III. FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

las excelencias que el hombre puede adquirir para sí mismo por medio garantías frente a su ejercicio abusivo o arbitrario. El acento se pone en
de una actividad legal, sin peligro ni daño para el Estado»251 • la defensa de la libertad frente al Estado, no en la defensa de la libertad
Posteriormente, se consídera necesarío asegurar la líbertad de los mediante el Estado. Es por ello que, según la teoría liberal clásica que
ciudadanos también «frente» al Estado, pero sin descuidar la protec- entonces se forja, los derechos fundamentales se dirigen a garantizar a
ción de la misma «mediante» el Estado. Esta doble preocupación apa- los individuos un ámbito de libertad inmune frente a las agresiones pro-
rece claramente reflejada en las Constituciones de algunos Estados venientes de los poderes públicos; imponen al Estado obligaciones ne-
norteamericanos que, además de diversos derechos que hoy llamaría- gativas, de abstenerse de interferir en aquel ámbito. Téngase en cuenta
mos defensivos, llegan a establecer que «todo miembro de la Comuni- también que las formulaciones europeas clásicas de los derechos huma-
dad tiene un derecho a ser protegido por ella en el disfrute de su vida, nos fueron propugnadas principalmente por la burguesía liberal, que se
libertad y propiedad»252 • esforzaba sobre todo en asegurar su libertad frente a lo que creía la
En Europa, preocupa sobre todo el aseguramiento de estos bienes mayor amenaza para la misma: el formidable poder del Estado, funda-
frente al Poder Ejecutivo, pero ello no hace perder de vista a los pri- mentalmente del ejecutivo255 , en manos de un monarca carente de legi-
meros liberales y a los revolucionarios franceses que aquéllos deben ser timidad democrática. A la burguesía europea le preocupaba menos la
protegidos activamente por el Estado. LocKE, por ejemplo, sólo tras posibilidad de que otros particulares dañasen sus derechos, principal-
haber subrayado que «el fin supremo y principal de los hombres al mente porque los burgueses eran los sujetos privados más poderosos.
unirse en repúblicas y someterse a un gobierno es la preservación de Las circunstancias sociales y políticas han cambiado mucho desde
sus propiedades» [de sus «vidas, libertades y haciendas»], y que cons- entonces. De una parte, el Estado ha perdido en gran medida su po-
tituye una obligación de la sociedad política asegurar estos bienes a der en favor de organizaciones privadas, se ha retirado parcialmente de
cada cual poniendo los medios necesarios para ello"', expone con gran sus dominios, dejando en manos de particulares tareas que antes asu-
detalle diversas reglas a las que la organización y la actuación de los po- mía directamente256 , de manera que una porción notable de los riesgos
deres públicos deberían ajustarse para evitar que éstos se comporten que en la actualidad se ciernen sobre los valores encarnados y protegi-
arbitrariamente y lesionen dichas propiedades, traicionando así ~l fin dos por los derechos humanos -integridad física, salud, libertad de
para el que fueron instituidos254 . En la Declaración de los Derechos del expresión, vida privada y familiar, intimidad, propiedad, etc.- provie-
Hombre y del Ciudadano de 26 de agosto de 1789 puede leerse tam- nen de los poderes privados: éstos «constituyen hoy una amenaza para
bién que «la finalidad de toda asociación política es la conservación de el disfrute efectivo de los derechos fundamentales no menos inquietan-
los derechos naturales e imprescriptibles del hombre» (art. 2.º) y que te que la representada por el poder público»257 . De otro lado, el Esta-
«la garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita una do ha dejado de estar dominado exclusivamente por los intereses de la
fuerza pública» (art. 12). burguesía para convertirse en un Estado de pluralidad de clases, cada
A finales del siglo XVIII y durante el XIX ya no se considera necesario una de las cuales reclama del mismo la satisfacción de sus intereses y
reforzar el poder estatal. La preocupación es ahora limitarlo, constituir derechos, con frecuencia contrapuestos25 s. Los individuos amenazados,
como es natural, exigen de las autoridades estatales protección frente
251
Ibídem, cap. XXX, p. 275. La cursiva es del original. a los cada vez más temibles poderes privados.
m Art. 12 de la Constitución de New Hampshire de 31.10.1973. Las Consti-
tuciones de Pennsylvania de 28.9.1776 (parte I, art. VIII) y Vermont de 8.7.1777 255
SCHMITT, Teoría de la Constitución, 1927, pp. 142 y 182.
(cap. I, art. IX) establecen que «every member o/ society has a right to be protec- 256 Vid. STRANGE, La retirada del Estado, 2001, in loto. Como señala l<RINGS,
ted in the enfoyment o/ lzfe, liberty and property». La Constitución de Massachu- Grund... , pp. 18, 142 y 220, los deberes de protección derivados de los derechos
setts de 25.10.1780 dice que «each individual o/ the society has a ri"ght to be pro- fundamentales ganan en importancia con el fenómeno de la privatización.
tected by it in the enjoyment o/ bis lzfe, liberty and property, according to standing m BILBAO UBILLOS, La eficacia de los derechos fundamentales /rente a particu-
laws» (parte I, art. X). lares, 1997, p. 243. En sentido similar, HESSE, Grundzüge des ver/assungsrechts der
m LocKE, Dos ensayos sobre el gobierno civil, 1690, II, §§ 87-94 y 123-131. Bundesrepublik Deutschland, 1995, § 11, m. 349.
"
4
Ibídem. II, § § 134 y ss. "' Vid. GIANNINI, El poder público, 1991, pp. 49 y ss.

116 117
GABRJEL DOMÉNECH PASCUAL III. FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

Estos cambios han provocado el surgimiento de «nuevas generacio- te de nuestro Tribunal Constitucional que el que la libertad garantiza-
nes de derechos fundamentales»"', pero también cambios en el signi- da por los derechos fundamentales «sea real presupone la puesta en
ficado atribuido a todos ellos. Así han emergido dos doctrinas estre- práctica del derecho mediante el Estado. Éste no aparece ya sólo como
chamente vinculadas que se dirigen contra aquella concepción un enemigo potencial de la libertad, sino que tiene que ser también su
reduccionista: la de la vigencia de tales derechos en las relaciones en- defensor y protector»26>.
tre particulares y la de las obligaciones positivas de protección. Los derechos fundamentales, como cualquier derecho subjetivo,
Para que los derechos fundamentales puedan cumplir hoy su fun- constituyen un medio para la satisfacción de un interés o valor -v. gr.,
ción de satisfacer efectivamente los intereses de la mayor dignidad e la libertad, la vida, la intimidad, etc.-. Con varios autores, puede afir-
importancia para cuya garantía se reconocen aquéllos, hay que aban- marse que los derechos fundamentales constituyen principios, esto es,
donar la teoría decimonónica y reconocer que los derechos fundamen- mandatos de optimización, normas jurídicas caracterizadas por un alto
tales facultan a sus titulares para exigir del Estado la protección activa grado de abstracción que ordenan que un valor sea realizado en la
de tales intereses''°. Éste es el principal argumento esgrimido por el mayor medida posible, dentro de las posibilidades jurídicas y reales
Tribunal Europeo de Estrasburgo para fundar su doctrina de las obli- existentes264 • Pues bien, dicho valor se satisface no sólo con la absten-
gaciones positivas: la vigencia «real y efectiva [de las libertades reco- ción de los poderes públicos, sino también, y a veces incluso en mayor
nocidas en las disposiciones del Convenio de Roma] no se conforma medida, con una actuación protectora de los mismos. La existencia de
con un simple deber de no injerencia del Estado; una concepción pu- las mencionadas obligaciones positivas y de los correlativos derechos
ramente negativa no cuadra con el objeto y la finalidad» de aquellas subjetivos a protección refuerza la garantía de realización de los inte-
disposiciones261 • Como señala un prestigioso profesor y ex Magistrado reses protegidos por los derechos fundamentales'".
de este órgano jurisdiccional, «la búsqueda de la efectividad de los de- La función que estos derechos desempeñan en nuestro- concreto
rechos reconocidos en el Convenio de Derechos Humanos ha llevado ordenamiento apoya la tesis de las obligaciones positivas. La Constitu-
al Tribunal a descubrir elementos que están necesariamente implícitos
y son inherentes a un derecho que está reconocido en el Convenio. Ello ciados por el Convenio [art. 1] puede comportar para un Estado obligaciones po-
ha traído consigo dos importantes consecuencias jurídicas: de un lado, sitivas en algunos ámbitos, y estas obligaciones pueden implicar la adopción de
la afirmación de las obligaciones positivas ... que tienen los Estados medidas en lo que concierne a las relaciones entre particulares».
partes; de otro, la aplicabilidad del Convenio ... no sólo a las relaciones 263 RODRÍGUEZ BEREIJO, «Los derechos fundamentales: derechos subjetivos y

entre los poderes públicos de un Estado y las personas sujetas a su ju- derecho objetivo», Revista Jurídica La Ley, 1996, t. 2, p. 1411.
264 ALEXY, Teoría ... , pp. 86 y ss. y 129 y ss.; BóCKENFóRDE, <<Grundrechte ... »,
risdicción, sino, también, a las relaciones interindividuales, esto es, en- pp. 1 y ss.; BoROWSKI, Grundrechte... , in toto; H. H. KLEIN, «Die grundrechtliche
tre particulares»262 • En sentido similar afirmaba el a la sazón Presiden- Schutzpilicht», DVBl., 1994, p. 495; BRAGE CAMAZANO, Los límites a los derechos
fundamentales, 2004, pp. 252 y 422; GARcfA FIGUEROA, <<Principios y derechos fun-
damentales», en Constitución y derechos fundamentales, 2004, pp. 235 y ss.; PRES-
259 Vid. PÉREZ LUÑO, «Las generaciones de derechos fucdamentales», RCEC,
NO LINERA, «La estructura ... », pp. 47 y ss.; PRIETO SANCHÍS, Ler··· pp. 54 y SS.,
1991, pp. 205 y ss.; MARTíNEZ DE PISÓN, ·«Las generaciones de derechos humanos», quien dice que «el conflicto entre derechos fundamentales constituye un caso pa-
en Constitución y derechos fundamentales, 2004, pp. 409 y ss. radigmático del conflicto entre principios»; RoDRfGUEZ~TOUBES MUÑIZ, Principios,
260 Vid. }AECKEL, Schutzp/lichten ... , pp. 52 y ss. y 131 y ss.; SzcZEKALLA, Die fines y derechos fundamentales, 2000, pp. 131 y 162; V!LLAVERDE MENÉNDEZ, «Con-
sogenannten ... , pp. 315 y ss.; CALLIES, Rechtsstaat... , p. 316. cepto, contenido, objeto y límites de los derechos fundamentales», en La demo-
"' STEDH de 21.6.1988 (Platt/orm «An;te /ür das Leben», 10126/82, § 32). cracia constitucional. Estudios en homenaje al Profesor Francisco Rubio Llorente,
262 CARRILLO SALCEDO, «Protección de Derechos Humanos en el Consejo de
2002, pp. 328 y ss. Sobre los mandatos de optimización, vid. WüRTENBERGER, «Re-
Europa: Hacia la superación de la dualidad entre derechos civiles y políticos y de- chtliche Optimierungsgebote oder Rahmensetzungen für das Verwaltungshande-
rechos económicos y sociales», Revista de Instituciones Europeas, 18-2, 1991, p. ln», VVDStRL, 58, 1999, pp. 141 y ss.
431; del mismo autor, vid. El Convenio Europeo de Derechos Humanos, 2003, p. 265 ALEXY, en Teoría ... , p. 440, y en «Grundrechte als subjektive Rechte und
100. Como señala la Decisión de la ComEDH de 28.2.1996 (Lapiedra Cerdá, als objektive Normen», Der Staat, 29, 1990, pp. 60 y ss.; UNRUH, Zur Dogmatik... ,
27826/95, § 1), «la obligación de asegurar un ejercicio eficaz de los derechos enun- p. 63. En sentido similar, SEEWALD, Gesundheit als Grundrecht, 1982, pp. 26 Y 27.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL III. FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

ción española establece en su artículo 10.1 que «la dignidad de la per- opinión doctrinal dominante es que la redacción de aquellos precep-
sona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo tos, si bien no excluye, tampoco implica la obligación del Estado de
de la personalidad ... son fundamento del orden político». Se deduce de protegér todos los derechos fundamentales en toda su extensión, pues
ello que el Estado no es un fin en sí mismo, sino que se legitima y jus- la mayoría de las disposiciones que reconocen tales derechos no hacen
tifica únicamente en la medida en que sirve a la persona. Por consi- referencia expresa alguna a las mencionadas obligaciones 270 •
guiente, ésta no puede concebirse simplemente como límite de la acti- Nuestra opinión, en cambio, es que el tenor literal de la Constitu-
vidad estatal, sino más bien como /in y tarea. El carácter «constitutivo» ción española apoya la existencia de estas obligaciones positivas. Un
y «legitimador», y no únicamente «limitativo», de los derechos funda- derecho subjetivo consiste en el poder jurídico atribuido a un sujeto
mentales refuerza la idea de que el Estado está obligado no sólo a abs- de obtener de otro u otros una conducta que posibilite la satisfacción
tenerse de dañarlos, sino también a garantizar su disfrute efectivo266 . de un determinado ínterés 271 . Aquél puede ser descompuesto, pues, en
En suma, la interpretación teleológica de los preceptos que recono- los siguientes elementos: el titular del poder, la conducta a la que se
cen derechos fundamentales, orientada a la satisfacción de los bienes tiene derecho, el sujeto obligado a realizar esa conducta y el interés
jurídicos protegidos por los mismos, también apoya la doctrina que -o valor- para cuya salvaguarda se otorga el derecho. Las normas
estamos considerando267 . que establecen derechos subjetivos describen cada uno de esos ele-
La letra de la Constitución no desautoriza dicha doctrina, al con- mentos con mayor o menor grado de abstracción y, por lo tanto, de
trario. Varios autores alemanes han resaltado que el tenor literal de su extensión: a mayor abstracción, mayor extensión del ámbito de aplica-
Ley Fundamental consagra expresamente algunas obligaciones de pro- ción de la norma. Así, la norma puede ser absolutamente abstracta por
tección. En su capítulo dedicado a los derechos fundamentales, la lo que se refiere al sujeto pasivo, de manera que todos estén obligados
Constitución alemana impone a todos los poderes públicos la obliga- frente al titular del derecho. Es el caso del derecho de propiedad, «ya
ción de proteger la dignidad humana (art. 1.1 in fine) y establece que que aquí todos los demás [los no propietarios de un bien] están obli-
«el matrimonio y la familia quedan bajo la protección especial del or- gados a no impedir lo que determinado hombre disponga con respec-
denamiento estatal» (art. 6.1), que la comunidad estatal vigila el cum- to a determinada cosa, y a no intervenir en esos actos de disposi-
plimiento del deber paternal de cuidar y educar a los hijos (art. 6.2) y ción»'". Nótese que la abstracción absoluta de uno de los elementos
que toda madre tiene derecho a la protección y a la asistencia de la co- del derecho subjetivo suele expresarse mediante la omisión en el co-
munidad (art. 6.4). El primero de los preceptos citados merece un co- rrespondiente texto normativo de cualquier referencia a dicho elemen-
mentario especial por su virtualidad expansiva. DüruG defendía ya en to. Es obvio que no hace falta decir que alguien es propietario de una
1958 que la obligación estatal de proteger activamente la dignidad hu- cosa frente a todos, sino que basta establecer que dicho sujeto tiene la
mana es también predicable del contenido esencial inviolable de todos propiedad de la cosa.
los restantes derechos fundamentales 268 , en cuanto que éste constituye Pues bien, prácticamente todos los preceptos que consagran dere-
una manifestación, una concreción, de tal dignidad269 . Repárese en que chos fundamentales describen los sujetos obligados y las conductas de-
esta interpretación fue acogida luego por la primera Sentencia del Tri-
bunal Constitucional Federal relativa al aborto. De todas formas, la 270
Vid. ALEXY, Teoría ... , p. 421; DIETLEIN, Die Lehre ... , p. 55; DIRNBERGER,
Recht ... , pp. 120 y ss.; lsENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 14 y 18; SEEWALD,
Gesundheit ... , p. 14; STARCK, Praxis ... , p. 74; UNRUH, Zur Dogmatik ... , pp. 28 y 42.;
266
HEmEs, Das Grundrecht ... , pp. 192 y ss., cuya argumentación sigue tam- }AECKEL, Schutzpflichten ... , pp. 30 y ss. En cambio, CALLIES, Rechtsstaat ... , pp. 438
bién Schutzpf/ichten ... , pp. 53 y 54.
JAECKEL, y ss.; y HA.IN, «Ockham's ... », pp. 1042 y ss., afirman que el art. 1.1 in fine GG
267
En este sentido, vid. KruNGS, Grund... , pp. 160 y ss. implica la obligación de proteger todos los derechos fundamentales en toda su
268
DüRIG, Grundgesetz Kommentar (Maunz/Dürig), 1958, Art. 1, m. 102 y extensión.
131. Sigue esta tesis CLASSEN, «Die Ableitung von Schutzpflichten des Gesetzge- 271
Vid., por ejemplo, GARCÍA DE ENTERRfA/FERNANDEZ RODRÍGUEZ, Curso de
bers aus Freiheitsrechten», JOR, 36, 1987, p. 41. Derecho administrativo, 2002, t. II, pp. 34 y 35.
269
DüruG, Grundgesetz ... , Art. 1, m. 45, 80 y 81. :m KELSEN, Teoría pura del Derecho, 1960, p. 144.

120 121
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

bidas ~<:_>n un «s_upremo grado de abstraccíón»273 y, por consiguiente, de


extens10n. Se dice, por citar dos ejemplos, que «todos tienen derecho a
la vida y a la integridad física y moral» (art. 15 CE) y «a la educación»
(art. 27.1 CE). La letra de estos preceptos no restringe ni el tipo de con-
ductas .-de hacer ~ de no hacer- a las que se tiene derecho ni los suje-
tos _obligados a realizarlas. Con arreglo a una interpretación estrictamen-
te literal de los artículos citados, todos tienen un derecho fundamental a
cualesquiera conductas, realizadas por cualesquiera sujetos, que intere-
sen a su vida y educación. La redacción de las disposiciones que consa-
grar.i derechos fundamentales apoya tanto la tesis de la obligación estatal
IV. DERECHOS FUNDAMENTALES QUE IMPONEN OBLIGA-
posmva de protegerlos274 como la de su eficacia jurídica entre particula-
res"'. A ello se añade que la Constitución proclama en su preámbulo la CIONES POSITIVAS DE PROTECCIÓN
h
volu1:_tad de N a_dón de «proteger a todos los españoles y pueblos de
De lo expuesto en el epígrafe anterior se sigue que todos los dere-
Espana en el eJercic10 de los derechos humanos»; y, en su artículo 104.1,
que las Fuerza_s y Cuerpos de seguridad «tendrán como misión proteger chos fundamentales imponen al Estado obligaciones positivas de pro-
el libre eJercicio de los derechos y libertades». tección. Dicho con otras palabras, todos los derechos fundamentales
Por último, el que la Constitución disponga que «corresponde a los comprenden derechos a la protección estatal activa278 •
pode'.es públicos promover las condiciones para que la libertad del Los Tribunales constitucionales español y alemán, así como el Eu-
md1viduo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas», así ropeo de Estrasburgo, han afirmado esa doctrina categóricamente, sin
como «remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud» mencionar posibles excepciones. Si se repasa su jurispruden"cia, se ob-
(art. 9.2), mdica que los derechos fundamentales imponen al Estado servará que en la mayoría de los asuntos el bien fundamental amenaza-
obligacio~es positivas276 • En este sentido cabe interpretar lo afirmado do era la vida o la integridad física. Pero también encontramos casos
por el Tnbunal Constitucional en relación con el derecho fundamental donde se trataba de otros bienes, tales como la vida privada y familiar,
a la asistencia letrada: «la idea del Estado Social de Derecho (art. 1.1 el disfrute del domicilio, la libertad religiosa, el derecho de manifesta-
CE) ~ el -~andato genérico del artículo 9 .2 exígen seguramente una ción, la propiedad, el derecho al trabajo, etc. Todos los derechos fun-
orgaruzac10n del derecho a ser asistido de Letrado [es decir, una actua- damentales comprenden derechos prestacionales, tanto los «civiles y
ción estatal positiva] que no haga descansar la garantía material de su políticos»279 , como los «sociales y económicos». De todos ellos se deri-
eje~cícío por los desposeídos en un "munus honoríficum" de los pro- van oblígacíones posítívas de protección.
fesionales de la abogacía»'". Algunos autores, sin embargo, consideran que de ciertos derechos
fundamentales no derivan obligaciones positivas de protección, sino
273
Tomamos la expresión de ALEXY, Teoría ... , pp. 509 y 510. únicamente negativas. Se dice, por ejemplo, que la propiedad no impo-
274
En este sentido, l<RINGS, Grund... , pp. 151 y ss. ne al legislador obligaciones de aquel tipo, pues es precisamente el le-
275
Vid. BLECKMANN, «Neue Aspekte der Drittwirkung der Grundrechte», gislador quien define las facultades que integran su contenido280 • Éste es
D_VBI., 19~8, P~· 941 Y 942. En relación con las obligaciones de protección de la
vida X la mtegridad corporal, vid. HERMES, Das Grundrecht ... , pp. 190 y ss. En
un razonamiento muy poco convincente, porque, si bien el legislador
relac10n con el problema de la Drittwirkung, vid. NARANJO DE LA CRUZ, Los lími- goza de un amplísimo margen de apreciación para configurar el conte-
tes ... , p. 205. nido de la propiedad por razón de su función social, dicho margen tie-
276
_ En sentido similar, DE ÜTTO, «La regulación del ejercicio de los derechos
Y hbert~des~, en Derechos fundamentales y Constitución, 1988, pp. 167 y ss. En 278 Vid. SzczEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 335 y ss., esp. 352; KRINGS,
Alemam.a, vid. SEEWALD, Gesundheit ... , pp. 32 y ss. y 66. En contra, UNRUH, Zur Grund ... , pp. 172 y ss.
Dogmatzk ... , pp. 49 y 50; HERMES, Das Grundrecht ... , pp. 129 y ss. 27 9 Vid., por ejemplo, ABRAMOVICH/CoURTIS, Los derechos ... , pp. 23 y ss.
"' STC 42/1982 (FJ 2). 280 DIETLEIN, Die Lehre ... , pp. 78 y 79.

122 123
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL IV. DERECHOS FUNDAMENTALES QUE IMPONEN OBLIGACIONES DE PROTECCIÓN

ne lím.1tes281 . N o 1e esta, perm1t1


· "d o d esproteger tot alm ente e1 interés que tuación análoga. Así, el Tribunal Constitucional español ha considera-
subyace en este derecho. El legislador debe establecer las garantías civi- do discriminatoria para los hijos extramatrimoniales la circunstancia de
les, administrativas e incluso penales que aseguren razonablemente el que el impago a los mismos de ciertas prestaciones económicas por
respeto efectivo de la propiedad282 • No parece dudoso que una ley que parte de los progenitores no estuviese tipificado penalmente como en
permitiese incondicionadamente el hurto o la destrucción de bienes aje- el caso de los hijos matrimoniales288 •
nos, o que excluyese la responsabilidad civil por los daños causados Debe señalarse, en segundo término, que si bien es cierto que los
dolosamente, habría de merecer la calificación de inconstitucional. particulares, a diferencia del Estado, tienen un derecho prima Jacie a
Aquella tesis, desde luego, no ha sido aceptada por la jurispruden- actuar arbitrariamente en el ejercicio de su libertad, ese derecho debe
cia. El Tribunal Constitucional Federal alemán, tras advertir en el asun- ser ponderado con las exigencias de otros mandatos constitucionales,
to de los propietarios de bosques afectados por la lluvia ácida que de en particular con el mandato de no discriminación, que se proyecta
este derecho se pueden derivar para el legislador obligaciones positi- también sobre la actuación de cualesquiera sujetos, incluidos los priva-
vas de protección'", ha declarado en un par de sentencias recientes dos289. Es por ello que pueden entenderse proscritas por la Constitu-
que el legislador no había protegido el derecho de propiedad como era ción ciertas diferencias de trato inter privatos que menoscaben de ma-
constitucionalmente debido284 • La misma doctrina ha sentado el Tribu- nera especialmente grave y vejatoria la igualdad de las personas''°, tales
nal Europeo de Estrasburgo en varias sentencias en las que se condena como las obedientes al sexo, procedencia, raza, lengua, nacimiento o
a los Estados demandados por la infracción de estas obligaciones posi- creencias291 • El Tribunal Constitucional español ha declarado en esta
tivas'"· Y recordemos la espectacular jurisprudencia de la Corte Inte- línea que la autonomía de la voluntad de los sujetos privados está limi-
ramericana de Derechos Humanos relativa a la protección de la pro- tada «por la prohibición de incurrir en discriminaciones contrarias al
piedad comunal de los pueblos indígenas 286 . orden público constitucional, como son, entre otras, las que·~expresa-
También se ha negado que el derecho a la igualdad pueda implicar mente se indican en el art. 14 CE»'". Para precisar cuándo concurre
obligaciones de protección para el Estado287 . Esta tesis nos parece cri- una de estas discriminaciones, habría que atender, por lo tanto, no sólo
ticable, en primer lugar, porque al legislador no le está permitido pro- a los criterios indicados en dicho precepto constitucional, sino también
teger desigualmente sin causa justificada a quienes se hallan en una si- a otros factores, como la repercusión social de la discriminación, la
281 posición dominante o monopolística del sujeto discriminador (es decir,
En sentido similar, DIRNBERGER, Recht... , p. 158.
la necesidad que tiene el sujeto discriminado de no serlo) y la afecta-
"' ISENSEE, «Das Grundrecht. .. », § 111, m. 94; ]AECKEL, Schutzpf/ichten ... , pp.
62 y 63; SzcZEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 337 y 338. ción que la discriminación produzca sobre la dignidad humana o la in-
283
Vid. el A. de 26.5.1998 (NJW, 1998, 3265). Sobre el contexto en el cual se
enmarca esta resolución, vid. MONTORO CHINER, «La inactividad administrativa en "" SSTC 74/1997, 67/1998 y 84/1998.
el proceso de ejecución de las leyes», RAP, 110, 1986, pp. 263 y ss. 28 9 PRIETO SANCHÍS, Estudios sobre derechos fundamentales, 1994, pp. 214 y
2
" Vid. las SS. de 26.7.2005 (1 BvR 782/94 y 1 BvR 957/96, §§ 128 y ss.; 1 215; SzczEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 338 y ss. También UNRUH, Zur Dogma-
BvR 80/95, §§ 59 y ss.). tik ... , p. 75, afirma la existencia de la obligación prima /acie del Estado de prote-
m Vid. las ya citadas SSTEDH de 2Q.11.1995 (Pressos Compania Naviera y ger la igualdad.
otros, 17849/91, §§ 28 y ss.), 18.6.2002 (Oneryldiz, 48939/99, § 145), 18.11.2004 29° ISENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 96, considera que sólo desenca-
(Fotopoulou, 66725/01, §§ 37 y 38), 30.11.2004 (Óneryz1dzz, 48939/1999, § 134) y denan la obligación de protección las discriminaciones que menoscaban la digni-
22.2.2005 (Novoseletskzy, 47148/1999, § 100). dad humana. ALFARO AGUILA-REAL, «Autonomía privada y derechos fundamenta-
286
Vid. supra, 2ª parte, II.5. les», ADC, 1993, pp. 114 y ss., considera constitucionalmente proscritas las
287
DIETLEIN, Die Lehre ... , pp. 84 y ss. Según ERICHSEN, «Grundrechtliche discriminaciones vejatorias, pero no por ser contrarias al art. 14 CE, sino por aten-
Schutzpflichten in der Rechtsprechung des Bundesverfassungsgerichts», Jura, tar contra la dignidad humana. Según lo vemos nosotros, las mismas razones que
1997, p. 87, del derecho general a la igualdad (art. 3.1 GG) no derivarían tales justifican la eficacia jurídica entre particulares del principio constitucional de la
obligacfones, pero sí del derecho a no ser discriminado por razones de sexo, pro- dignidad humana (arr. 10.1 CE) valen también para el de igualdad (arr. 14.1 CE).
cedencia, raza, lengua, nacimiento, creencias o ideología o religión (arts. 3.2 y 3.3 291
SzczEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 340 y ss.
GG).
"' STC 108/1989 (FJ 1).

124 125
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL IV. DERECHOS FUNDAMENTALES QUE IMPONEN OBLIGACIONES DE PROTECCIÓN

tegridad moral293 . Recientemente, dicho Tribunal ha considerado discri- trasburgo ha advertido en repetidas ocasiones que «una campaña de
minatorias ciertas desigualdades retributivas existentes entre trabajado- prensa virulenta es, en ciertos casos, susceptible de perjudicar la equi-
res de la misma empresa que realizaban idénticas tareas, al considerar dad del proceso al influir en la opinión pública y, en consecuencia, a
que la mayor o menor antigüedad en la empresa no justifica por sí sola los jueces llamados a pronunciarse sobre la culpabilidad de un acusa-
la diferencia294 . Y el Tribunal de Estrasburgo ha estimado que el in- do»30º. Y nuestro Tribunal Constitucional ha declarado que el derecho
cumplimiento por parte del Estado de su obligación positiva de inves- a la tutela judicial efectiva obliga a los poderes públicos a proteger al
tigar efectivamente si en la muerte violenta de dos personas de etnia trabajador no sólo contra los despidos efectuados como represalia por
gitana habían mediado motivos racistas lesionó su derecho a no ser dis- el ejercicio de ese derecho, sino también contra «cualquier otra medi-
criminadas (art. 14 CEDH) 295 . El Estado, en suma, no puede tolerar da dirigida a impedir coartar o represaliar el ejercicio de la tutela judi-
determinadas discriminaciones, especialmente graves, producidas entre cial, y ello por el respeto que merecen el reconocimiento y la protec-
particulares. ción de los derechos fundamentales» 301 • De otro lado, resulta
Se ha sostenido que de los derechos «procesales» [los contempla- defendible sostener que algunas de esas garantías procesales, como la
dos en los arts. 24 y 25 de nuestra Constitución] no derivan obligacio- presunción de inocencia, el mandato de tipicidad y el non bis in idem
nes de protección296 , porque los mismos están dirigidos exclusivamen- son en principio aplicables a los poderes sancionadores ejercidos por
te al Estado y, por lo tanto, no tienen vigencia respecto de la actuación sujetos privados302 .
de terceras personas297 , que, además, no pueden influir sobre ellos298 .
Esta tesis ha sido justamente criticada, de un lado, porque el goce efec-
tivo de todos esos derechos y de otros semejantes, como los de peti-
ción, participación en los asuntos públicos y acceso a la función públi-
ca, puede ser menoscabado por terceros a través de coacciones,
amenazas, agresiones u otras conductas análogas299 . El Tribunal de Es-

293 Vid. el detallado estudio de BILBAO UBILLOS, La eficacia ... , pp. 400 y ss.
2
" STC 27 /2004 (FFJJ 5 y ss.).
295
STEDH de 6.7.2005 (Nachova y otros, 43577/98 y 43579/98. §§ 160 y ss.).
En este asunto, no obstante, los causantes de las muertes eran agentes públicos.
Con todo, la misma doctrina se sostiene en la Decisión del TEDH de 6.5.2003
(Menson, 47916/99, § 1), relativa a un caso en el que el homicida era un particu-
lar, y donde se dice que «cuando el ataque tiene motivos raciales, resulta particu-
larmente importante que la investigación se lleve a cabo con vigor e imparcialidad,
teniendo en cuenta la necesidad de reafirmar continuamente la condena social del
racismo y de mantener la confianza de las minorías en la capacidad de las autori-
dades de protegerles frente a la amenaza de la violencia racista>>.
296 ISENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 96, quien, sin embargo, no argu-

menta esta afirmación.


297
ALFARO ÁGUILA-REAL, «La expulsión de asociados y la confianza en el De- '°' Vid. las Decisiones del TEDH de 6.7.1999 (Del Giudice, 42351/1998),
recho privado», ADC, 1997, pp. 161, 165, 174 y 175; EruCHSEN, «Grundrechtli- 3.4.2001 (D'Urso y Sgobarti, 52948/1999), 5.4.2001 (Priebke, 48799/1999) y
che ... », p. 87. 19.2.2002 (Akay, 34501/97), y la STEDH de 5.12.2002 (Craxi, 34896/97, §-98).
298
DIRNBERGER, Recht... > p. 157. Vid., también, las Decisiones de la ComEDH de 6.3.1991 (Berns y Ewert, 13251/
299 SzcZEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 344 y ss. Ello se evidencia en la exce- 87) y 21.10.1993 (Baragiola, 17265/90).
lente obra de BILBAO UBILLOS, La efi"cacia ... , pp. 478-847, donde se estudia y justi- '"' STC 14/1993 (FJ 2).
fica convincentemente la eficacia jurídica entre particulares de prácticamente to- >02 SZCZEKALLA, Die sogenannten ... , p. 346; BILBAO UBILLOS, La eficacia
dos los derechos susceptibles de amparo constitucional. pp. 586 y SS.

126 127
V. SUJETOS OBLIGADOS

l. TODOS LOS PODERES PÚBLICOS

El inequívoco tenor literal del artículo 53.1 de la Constitución es-


pañola no deja espacio a la duda: los derechos reconocidos en el Capí-
tulo II del Título I del texto constitucional «vinculan a todos los po-
deres públicos». La Ley Fundamental alemana es todavía más explícita
al afirmar en su artículo 1.3 que los derechos fundamentales, «vinculan
al Legislativo, al Poder ejecutivo y a los órganos jurisdiccionales a títu-
lo de Derecho inmediatamente aplicable».
Ello significa que los derechos fundamentales a protección vincu-
lan a cualesquiera poderes públicos. Dicho de otra manera, tanto el
legislador, como la Administración y los órganos jurisdiccionales de-
ben proteger activamente los bienes fundamentales. No hemos encon-
trado voces discrepantes sobre este punto. Si el Tribunal Constitu-
cional Federal alemán ha declarado reiteradamente que esos deberes
de protección se imponen a «todos los órganos estatales, de acuerdo
con las tareas especiales de cada uno»303 , su homólogo español se ha
pronunciado todavía con mayor claridad: «la sujeción de los pode-
res públicos a la Constitución (art. 9.1) se traduce en un deber posi-
tivo de dar efectividad a tales derechos en cuanto a su vigencia en
la vida social, deber que afecta al legislador, al ejecutivo y a los jue-
ces y a los Tribunales, en el ámbito de sus funciones respectivas»304 .
Y no se trata de una declaración puramente retórica. Esa misma doc-
trina ha sido reafirmada varias veces en calidad de ratio decidendi
para juzgar si diversos derechos fundamentales habían sido suficien-

'°' Vid., por ejemplo, el A. de 16.10.1977 (BVerfGE 46, 160. 164).


"" STC 18/1984 (FJ 6).

129
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL V. SUJETOS OBLIGADOS

temente protegidos por el legislador'º', la Administración'º' o los Tri- sin la intermediación de una ley, no constituye un título suficiente para
bunales'º'. obligar a los particulares, para limitar su libertad. Ello supone que en
este ámbito los derechos fundamentales son aplicables por el juez úni-
camente secundum legem: valen en el marco de las leyes. Lo cual es
2. Los CIUDADANOS tanto como decir que aquí los derechos fundamentales no rigen en
cuanto que auténticos derechos subjetivos fundamentales, pues lo ca-
La cuestión es si los deberes de protección derivados de los dere- racterístico de éstos es, precisamente, que obligan a todos los poderes
chos fundamentales vinculan también a los particulares'º'. Cabría pre- públicos también praeter o contra legem.
guntarse, por ejemplo, si las reglas dictadas por una asociación priva- Otros autores, en cambio, entienden que los derechos fundamen-
da por las que se rige la práctica de un deporte de lucha deben tales tienen efectos jurídicos directos también frente a los sujetos pri-
proteger adecuadamente la integridad corporal de los luchadores. Las vados, obligándoles aun en casos de silencio legal o ley en contrarío311 •
respuestas que se den a estos interrogantes dependen, obviamente, de En apoyo de esta segunda tesis pueden traerse varios argumentos. Re-
la prevía resolución de otro: el de sí los derechos fundamentales des- cordemos, en primer lugar, que el texto de los preceptos que estable-
pliegan sus efectos jurídicos también entre particulares (Drittwirkung). cen derechos fundamentales no restringe ni el tipo de conductas -de
Hoy en día, prácticamente nadie discute que los derechos funda- hacer o de no hacer- a las que se tiene derecho ni los sujetos obliga-
mentales deben producir ciertos efectos en las relaciones entre sujetos dos a realizarlas, de modo que, con arreglo a una interpretación estric-
privados. La controversia se centra en sí la eficacia ha de ser directa o tamente literal de tales preceptos, todos tienen un derecho a que cua-
indirecta. Según esta última tesis, mayoritaria en Alemania309 .pero mi- lesquiera sujetos realicen cualesquiera conductas que interesen al
noritaria en España310 , los particulares están obligados por los derechos correspondiente bien fundamental 312 . A la misma conclusión lleva el
fundamentales sólo mediatamente, a través de la dimensión objetiva de argumento teleológico: si estos derechos constituyen mandatos de op-
los mismos, del efecto «irradiante» que éstos ejercen sobre la legisla-
ción. El legislador, al regular las relaciones jurídicas privadas, debe 311
Vid. ALAEZ CORRAL, «La eficacia ... », pp. 189 y ss.; BALLARfN IRJBARREN,
procurar realizar los valores que tales derechos encarnan, y los Tribu-
«Derechos fundamentales y relaciones entre particulares», REDC, 24, 1988, pp.
nales, por su parte, han de interpretar las correspondientes disposicio- 283-315; BILBAO UBILLOS, La eficacia... , passim; BRAGE CAMAZANO, Los límites ... ,
nes legales de conformidad con ellos. Pero un derecho fundamental, pp. 286 y ss.; BLANQUER CRIADO, Contaminación acústica y calidad de vida, 2005,
pp. 123 y ss.; DE DOMINGO, «El problema de la Drittwirkung de los derechos fun-
damentales: una aproximación desde la filosofía del Derecho», Derechos y Liber-
'º' Vid. las SSTC 53/1985, 215/1994, 212/1996, 116/1999 y 181/2000. tades, 11, 2002, pp. 251-289; DE LA QuADRA-SALCEDO, El recurso de amparo y los
'°' Vid. la STC 119/2001. derechos fundamentales en las relaciones entre particulares, 1981; DE VEGA GARCÍA,
'°' Vid. los AATC 382/1996 (FJ 3) y 333/1997 (FJ 3). «La eficacia frente a particulares de los derechos fundamentales», en Derechos
3
0s A favor vid. el voto particular del Juez CAN<;ADO TRINDADE a la S. de la
fundamentales y Estado, 2002, pp. 687 y ss.; FERNÁNDEZ SEGADO, «La teoría jurídi"
Corte lnteram;ricana de Derechos Humanos de 15.9.2005 (Masacre de Mapiripán, ca de los derechos fundamentales en la doctrina constitucional», REDC, 1993, pp.
serie C, núm. 134), así como DE Asís ROIG, «Sobre los límites de los derechos», 216 y ss.; NARANJO DE LA CRUZ, Los límites ... , pp. 161 y ss.; GUTIÉRREZ GUTIÉRREZ,
Derechos y Libertades, 3, 1993, p. 129. En contra, vid. DoLDERER, Objektive... , p. «Criterios de eficacia de los derechos fundamentales en las relaciones entre parti-
199; ISENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 3; PIETRZAK, «Die Schutzpflicht im culares», Teoría y Realidad Constitucional, 3, 1999, pp. 193 y ss.; PECES-BARBA
verfassungsrechtlichen Kontext», ]uS, 1994, p. 753. :MAKríNEZ, Curso de Derechos fundamentales, 1995, pp. 617 y ss.; PruETO SANCHÍS,
1o9 Vid., por todos, CANARIS, Grundrechte und Privatrecht, 1999; STARCK, «De-
Estudios ... , pp. 205 y ss.; SAGARDOY BENGOECHEA, Los derechos fundamentales y el
rechos fundamentales y Derecho privado», REDC, 66, 2002, pp. 65-89. contrato de trabajo, 2005, p. 32; V ALDÉS DAL-fil, «Contrato de trabajo, derechos
1 10 ALFARO AGUILA-REAL, «Autonomía ... », pp. 57 y ss.; GARCÍA ToRREsl]IMÉ-
fundamentales de la persona del trabajador y poderes empresariales: una difícil
NEZ-BLANCO, Derechos fundamentales y relaciones entre particulares, 1986; SALVA- convivencia», Relaciones Laborales, 2003-II, pp. 91 y ss.; VENEGAS GRAU, Dere-
DOR CooERCHIFERRER I RIBA, «Asociaciones, democracia y Dn"ttwirkung», en Aso- chos... , pp. 179 y ss.
ciaciones, derechos fundamentales y autonomía privada, 1997, pp. 91y ss.; y, con m Vid. BLECKMANN, «Neue ... », pp. 941 y 942; NARANJO DE LA CRUZ, Los lími-
algunos matices, L. M.ª DfEZ-PICAZO, Sistema ... , pp. 135 y ss. tes ... , p. 205.

130 131
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL V. SUJETOS OBLIGADOS

timización, que ordenan realizar un valor en la mayor medida posible, chos fundamentales» 316 . Viene a decirse, pues, que esa vinculación in-
es claro que deberán desplegar sus efectos también en las relaciones mediata implicaría que los jueces podrían limitar la libertad de los ciu-
inter privatos al objeto de acrecentar su efectividad. Es más, dicha efi- dadanos -para dar efecto directo a los derechos fundamentales- sin
cacia jurídica constituye un «acuciante imperativo político del presen- una previa norma legal que así lo aurorizase, lo que vulneraría la reser-
te, en una época en la que al poder público, secular amenaza potencial va de ley del artículo 53 .1 de la norma suprema y el «principio general
contra las libertades, le ha surgido la competencia de poderes econó- de libertad que consagra la Constitución en sus artículos 1.1 y 10.1»,
mico-sociales fácticos, en muchas ocasiones, más implacables que el que «autoriza a los ciudadanos a llevar a cabo todas aquellas activida-
propio Estado en la violación de los derechos fundamentales»m. Por des que la ley no prohíba, o cuyo ejercicio no subordine a requisitos o
último, no debe perderse de vista que la Constitución española estable- condiciones determinadas»317 • La objeción es seria, pero no insalvable.
ce muy claramente en su artículo 9.1 que también los ciudadanos es- Si bien es verdad que toda limitación de la libertad debe estar en prin-
tán sujetos a ella. cipio prevista por la ley, esta regla general admite excepciones en la
A la doctrina de la eficacia jurídica inmediata se le ha objetado que medida en que la correspondiente intervención administrativa o judi-
«es incompatible con la autonomía privada y, por tanto, tendencial- cial sea útil, necesaria y ponderada para salvaguardar un bien jurídico
mente contraria a la noción misma de libertad»31 '. Ciertamente, la vin- que en el caso concreto pese más que las exigencias del principio de
culación directa de los particulares a los derechos fundamentales entra legalidad. Pues bien, no hay que descartar la posibilidad de que, en
en conflicto con su autonomía privada, con su libertad consagrada en casos extraordinarios, de laguna legal, resulte justificado restringir pro-
el artículo 10.1 de la Constitución. Afirmar aquélla supone limitar esta porcionadamente la libertad de un ciudadano para proteger los dere-
última. Pero ello, a nuestro juicio, sólo significa que aquí tenemos un chos fundamentales de otros318 •
conflicto entre mandatos constitucionales que, de acuerdo con una rei- Nótese que los argumentos adúcidos a favor y en contrO: de la tesis
terada jurisprudencia, debe resolverse mediante una ponderación, in- de la eficacia directa recuerdan, respectivamente, a los esgrimidos por
tentando llegar a un equilibrio entre todos ellos, pues la unidad de la partidarios y detractores de la doctrina de las obligaciones positivas de
Constitución «no toleraría que una de sus disposiciones se desvirtuase protección. Y es que ambas cuestiones están muy estrechamente rela-
íntegramente por lo establecido en otra»315 . La autonomía de la volun- cionadas. El que, en virtud de la eficacia jurídica entre particulares de
tad, por consiguiente, no ha de prevalecer siempre de manera absoluta la libertad sindical, el empresario deba abstenerse de realizar determi-
a costa de los derechos fundamentales. Sus exigencias deberán ceder nadas conductas que la socaven significa que los Tribunales deben tu-
en la medida proporcionada para satisfacer las de éstos. Y viceversa. telar activamente dicha libertad declarando en el correspondiente pro-
Se ha objetado que «postular la eficacia entre particulares de los ceso la inconstitucionalidad de las mismas y adoptando las pertinentes
derechos fundamentales contradice el carácter democrático de nuestro medidas protectoras. Afirmar que los fumadores activos deben respe-
Estado en la medida en que, dado que son los jueces los que imponen tar la integridad física de los fumadores pasivos equivale a decir que
coactivamente la Drittwirkung, supone atribuir a los jueces una com- los poderes públicos deben tutelar la integridad física de éstos frente a
petencia que sólo puede ser del legislador: la de determinar el equili- las agresiones humeantes de aquéllos. Si los Tribunales, en virtud del
brio entre el respeto a la libertad individual y la vigencia de los dere- artículo 15 CE, deben declarar ilícitas determinadas actuaciones de
particulares lesivas de la vida humana, ello implica lógicamente que és-
m PÉREZ LuÑo, Derechos ... , p. 314. Vid., también, BILBAO UBILLOS, La efica- tos deben abstenerse de llevarlas a cabo. Como dice nuestro Tribunal
cia ... , pp. 241 y ss.; NARANJO DE LA CRUZ, Los límites ... , pp. 187 y ss.; DE VEGA Constitucional, «aunque el origen de la lesión de los derechos funda-
GARCÍA, «La eficacia ... », pp. 687 y ss. mentales sustantivos invocados en amparo se sitúe en las relaciones
314
L. M.ª DfEZ-PICAZO, Sistema ... , p. 140. Según ALFARO AGUILA-REAL, <<Au-
tonomía ... », p. 62, esta vinculación limitaría «indebidamente el derecho de los 316
Ar.FARO AGUILA-REAL, «Autonomía ... », p. 65.
particulares a disponer de su esfera jurídica como tengan por conveniente». 317
SSTC 83/1984 (FJ 3), 93/1992 (FJ 8) y 197/1996 (FJ 25).
"' STC 137/1986 (FJ 3), 26/1987 (FJ 5) y 173/1998 (FJ 5). 318
Vid. in/ra, 2• parte, VI.5.B).

132
133
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

inter privatos, aquélla es imputable a los órganos judiciales en la medi-


da en que no reparen la lesión y satisfagan indebidamente el deber de
protección de los derechos fundamentales que el art. 53.2 CE les asig-
na»319. En suma, todo caso de Drittwirkung puede ser visto y enjuicia-
do como uno en el que se plantea el alcance de las obligaciones estata-
les de protección frente a terceros. «La Drittwirkung puede
considerarse como un caso de aplicación de la doctrina de las obliga-
ciones de protección»320 .
La cuestión antes mencionada podría ser formulada, por lo tanto, VI. EL CONTENIDO DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
en otros términos. Se trataría de averiguar si los derechos fundamenta- A PROTECCIÓN
les obligan en algún caso al Estado a imponer a determinados particu-
El gran problema que plantean estos derechos es el de precisar su
lares el deber de proteger ciertos bienes fundamentales de los ataques
alcance en cada caso, concretar las medidas protectoras a las que se tie-
de otros particulares. En el caso planteado a modo de ejemplo, habría
ne derecho y que el Estado debe adoptar. Así como el método utilizado
que ver si el Estado debe regular en alguna medida la práctica del de-
para determinar el contenido de los derechos fundamentales defensivos
porte de lucha para proteger la integridad física de los luchadores.
está más o menos estructurado, perfilado y consolidado al calor de la
jurisprudencia y los abundantes estudios doctrinales que se vienen ocu-
pando del mismo desde hace largo tiempo, de manera que los operado-
res jurídicos disponen de un claro y manejable plan que les indica el
camino a seguir para realizar esa tarea interpretativa, el método que
debe emplearse en el caso de los derechos fundamentales prestacionales
en general y a la protección estatal en particular dista mucho de estar
tan pulido y asentado, lo que suscita serios interrogantes e incertezas321 .
La tesis que aquí defendemos es que la determinación debe realizar-
se con arreglo al mismo modelo tradicionalmente empleado para preci-
sar el alcance de los clásicos derechos defensivos322 • Como señala el Tri-
bunal de Estrasburgo, los criterios que han de utilizarse para juzgar el
alcance de las obligaciones negativas y positivas derivadas de los dere-
chos humanos son «similares»323 . Conviene por ello que nos detengamos
un momento en el método de interpretación de los derechos defensivos.
321
Así lo han advertido, entre otros, lsENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m.
87; LüBBE-WOLFF, Die Grundrechte ... , pp. 13 y ss., esp. p. 20; MóSTL, «Proble-
"'Vid. la STC 213/2002 (FJ 2), que cita las SSTC 47/1985 (FJ 5), 88/1985 me ... », p. 1035; SZCZEKALLA, Die sogenannten ... , p. 405.
322
(FJ 4) y 6/1988 (FJ 1). En el mismo sentido, vid. los AATC 382/1996 (FJ 3) y 333/ En el mismo sentido, HERMEs, Das Grundrecht ... , pp. 253 y ss.; SzczEKALLA,
1997 (FJ 3). Die sogenannten ... , pp. 329 y 431. La misma tesis sostienen implícita o explícita-
2
3 0 UNRUH, Zur Dogmatik ... , p. 72. En el mismo sentido, vid. DOLDERER, Obje- mente los autores, como SCHWABE o MURSWIEK, que defienden que los derechos a
ktive ... , pp. 201 y ss.; y SZCZEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 250 y ss., donde pue- protección son en realidad derechos defensivos. En contra, CALLIES, Rechtsstaat ... ,
de encontrarse una exhaustiva exposición de las opiniones doctrinales relativas a pp. 316 y 446 y ss., aunque este autor reconoce que existen ciertos paralelismos.
323
la cuestión. Aquella idea se apunta también por Ar.FARO AGUILA-REAL, «Autono- Vid., por ejemplo, las SSTEDH de 21.2.1990 (Powe/1 y Rayner, 9310/81, §
mía ... », pp. 65 y ss., quien, curiosamente, niega la Drittwirkung pero afirma la 41), 25.11.1994 (Stjerna, 19131/91, § 38), 22.4.1997 (X., Y. y Z., 21830/93, § 41)
existencia de las obligaciones de protección, si bien mediatizadas por el legislador. y 11.7.2000 (Ciliz, 29192/95, § 61).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

l. LA ESTRUCTURA DEL MÉTODO DE INTERPRETACIÓN DE LOS DERECHOS


constituye una acción por la cual el Estado ora ordena o prohíbe una
FUNDAMENTALES DEFENSIVOS
conducta, ora impone la utilización de la fuerza, incidiendo en cual-
quiera de los dos casos negativamente sobre la libertad de los ciudada-
Interesa describir cómo se estructura en sus líneas básicas el referi-
nos"º. La intervención se caracterizaría por una «aplicación autoritaria
do método, qué pasos ha de seguir el intérprete para precisar si una de la fuerza coactiva o imperativa», por suponer la emanación de un
actuación de los poderes públicos ha respetado tales derechos. En la acto jurídico en forma de sentencia, ley o acto administrativo, por es-
doctrina alemana, que es donde se ha estudiado el problema con ma- tar dirigida a incidir en un bien fundamental y por la inmediatez del
yor profundidad, existe un amplio consenso acerca de que dicho mé- menoscabo que produce en el mismo"'. Este concepto clásico ha sido
todo responde al siguiente esquema324 • criticado por demasiado estrecho. Se ha propugnado que debería en-
En primer lugar, hay que precisar el supuesto de hecho o ámbito sancharse hasta abarcar otras actuaciones estatales que no reúnen las
de protección (Schutzbereich) del derecho fundamental, que delimita- características expuestas pero que pueden perjudicar también los bie-
ría su alcance potencial'" o prima facie326 . De acuerdo con la concep- nes protegidos por los derechos fundamentales. Aquí podrían citarse
ción amplia del ámbito de protección, éste comprendería cualesquiera las inmisiones molestas generadas por las obras públicas, las escuchas
conductas que interesaran al bien para cuya satisfacción se otorga el telefónicas realizadas por la policía, la manifestación de opiniones que
derecho"'. Así, por poner un ejemplo, la libertad artística abarcaría en pueden dañar el prestigio de algunos ciudadanos, la colocación de un
principio el derecho a pintar un autorretrato en un transitado cruce de
crucifijo en las aulas de las escuelas públicas, el que los cuerpos de
calles. Hay resoluciones judiciales y autores, sin embargo, que siguen seguridad estatales tomen fotografías de los participantes en una mani-
concepciones más estrechas de este ámbito328 , excluyendo del mismo, festación, el tratamiento automatizado de datos personales, las reco-
por ejemplo, el ejercicio abusivo del derecho329 • mendaciones o advertencias dirigidas a los consumidores 6 al público
El segundo paso consiste en determinar si una concreta actuación en general relativas a un producto o conducta, la subvención de orga-
de los poderes públicos supone una intervención (Eingriff¡ en dicho nizaciones que se dedican a criticar determinados comportamientos, la
ámbito. De acuerdo con el concepto «clásico» de intervención, ésta autorización de actividades molestas, etc. 332 • Hoy en día prácticamente
2
nadie discute la necesidad de ampliar el concepto de intervención para
3 4 Vid., por ejemplo, DREIER, Grundgesetz ... , m. 78 y ss.; !SENSEE, «Das Grun-
drecht ... », § 111, m. 37 y ss.; LüBBE-WOLFF, Die Grundrechte... , pp. 25 y ss. garantizar una protección completa y efectiva de los bienes fundamen-
325
!SENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 40. tales333, en especial frente a las nuevas amenazas que sobre ellos se cier-
l26 ALEXY, Teoría ... , pp. 292 y ss. Sobre la categoría de los derechos y obliga- nen334. Lo problemático y discutido es hasta dónde debe llegar la am-
ciones prima Jacie, vid., también, MENDONCA, Los derechos en juego, 2003, pp. 49 pliación. Ésta -se ha dicho- podría hacer borrosos los perfiles de la
y ss.; BOROWSKI, Grundrechte ... , pp. 73 y ss. _ figura en detrimento de la seguridad jurídica"'.
m Entre los partidarios de esta teoría amplia, vid. MEDINA GUERRERO, La vzn-
culación ... , pp. 61 y ss. y 93 y ss.; NARANJO DE LA CRUZ, Los límites ... , pp. 59 y ss.;
PRIETO SANCHÍS, «La limitación de los derechos fundamentales y la norma de clau- 330 Vid., por ejemplo, WEBER-DüRLER, «Der Grundrechtseingriff», VVDStRL,
sura del sistema de libertades», Derechos y Libertades, 8, 2000, pp. 451 y ss.; L. M.ª 57, 1998, pp. 60, 61 y 96.
DfEZ-PICAZO, Sistema ... , pp. 104 y ss.; ALEXY, Teoría ... , pp. 311 y ss.; BLECKMANN, 331
Vid., por ejemplo, !SENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 61.
Staatsrecht II. Die Grundrechte, 1997, § 12, m. 13 y ss.; KAHL, «Vom weiten Schu- 332
Vid. una sistematización de todas estas actuaciones en WEBER-DüRLER,
tzbereich zum engen Gewahrleistungsgehalt», Der Staat, 43, 2004, pp. 167 y ss. «Der Grundrechtseingriff», pp. 66 y ss.
328
En la doctrina reciente, vid. BóCKENFÓRDE, «Schutzbereich, Eingriff, ver- 333
!SENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 62; WEBER-DüRLER, «Der Grun-
fassungsimmanente Schranken», Der Staat, 42, 2003, pp. 165 y ss.; VOLKMANN,
drechtseingriffo, pp. 74 y ss. Como señala ALBERS, «Faktische Grundrechtsbeein-
«Veranderungen der Grundrechtsdogmatik», JZ, 2005, pp. 265 y ss.; HOFFMANN-
triichtigungen als Schutzbereichsproblem», DVB/., 1996, pp. 237 y ss., la amplia-
RIEM, «Grundrechtsanwendung unter Rationalit3tsanspruch», Der Staat, 43_, 2004,
ción del concepto de intervención es la consecuencia necesaria de la ampliación
pp. 203 y ss. Vid. una demoledora crítica a estas tesis en KAHL, «Vom weiten ... »,
que ha experimentado el contenido de las libertades y derechos fundamentales.
pp. 167 y SS. 334 WEBER-DüRLER, «Der Grundrechtseingriff», pp. 74 y ss.
"' Vid. las SSTC 72/1982 (FFJJ 2 y 3) y 56/2003 (FJ 3).
"' BETHGE, «Der Grundrechtseingriff», VVDStRL, 57, 1998, pp. 40 y 41.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓIJ

El tercer y último paso consiste en juzgar si la intervención está cia está justificada, para lo cual debe haber sido «prevista por la ley» y
suficientemente justificada. Para estarlo, ha de cumplir varios requisi- constituir una «medida que, en una sociedad democrática, sea necesa-
tos de índole formal y material establecidos por la Constitución. Entre ria» para la consecución de ciertos fines legítimos. La restricción viola
los formales destacan la reserva de ley y el mandato de tipicidad: sólo el Convenio cuando no cumple ambos requisitos.
son constitucionalmente admisibles las intervenciones que estén prede- Hay autores, sin embargo, que consideran que el contenido de los
terminadas en una norma legal con el suficiente grado de detalle como derechos fundamentales debe ser determinado «de un solo golpe», sin
para que los ciudadanos puedan calcular las consecuencias de sus com- seguir el método escalonado descrito. Entre los partidarios de esta
portamientos y se eviten abusos del poder público. También interesa postura destaca DE ÜTTO, quien, siguiendo de cerca los pasos de Mü-
señalar que algunas intervenciones deben producirse observando cier- LLER339, sostiene que el contenido de los derechos fundamentales debe
tas reglas de procedimiento. La entrada en el domicilio de una perso- determinarse mediante una interpretación directa de la norma consti-
na, por ejemplo, debe ser autorizada por un órgano judicial, salvo ca- tucional. El lema rezaría: «Nada [de ponderación], sino exégesis de los
sos de urgencia336 . preceptos constitucionales en presencia, determinación de su objeto
Los requisitos materiales se resumen en que el Estado corre con la propio y del contenido de su tratamiento jurídíco»340 • De acuerdo con
carga de acreditar que la intervención respeta las exigencias del princi- esta tesis, no tendría sentido distinguir entre contenido prima /acie y
pio de proporcionalidad337 o, dicho con otras palabras, que es: útil para contenido definitivo del derecho: sólo existiría el contenido a secas
salvaguardar un bien constitucionalmente protegido; necesaria, por coincidente con este último y, por supuesto, más reducido que aquél'.
constituir de entre las medidas útiles la menos restrictiva para el dere- La consecuencia sería que las intervenciones estatales producidas más
cho fundamental afectado; y ponderada o proporcionada en sentido allá de ese alcance a secas del derecho no requerirían una previa pre-
estricto, por superar sus beneficios a sus costes. Así, el Estado puede determinación legaP41 •
prohibir mediante ley la utilización de un cruce de calles para realizar A nosotros nos parece preferible seguir el método escalonado en
obras pictóricas debido a que se trata de una intervención útil, necesa- tres fases y, además, partir de una concepción amplia tanto del supues-
ria y proporcionada para proteger cuando menos la libertad de circu- to de hecho como de la intervención, porque de esa manera se garan-
lación y la integridad física de peatones y conductores. tizan mejor y más efectivamente los derechos fundamentales: de un
Nótese que el alcance definitivo del derecho fundamental defensi- lado, se amplia el alcance de las garantías formales establecidas para
vo resulta de recortar su alcance prima jade mediante intervenciones ponerlos a cubierto de la arbitrariedad estatal -v. gr. 1 la reserva de ley
estatales debidamente justificadas por el cumplimiento de los requisi- y el mandato de tipicidad-; de otro, se aumenta la racionalidad del
tos mencionados. El contenido definitivo del derecho resulta de limi- método a través del cual se determina su contenidoJ42 •
tar su contenido potencial conforme a ciertas reglas. Nótese que, al negar la existencia de un contenido prima /acie del
El Convenio Europeo de Derechos Humanos y la jurisprudencia derecho o dejar fuera de este contenido conductas de los ciudadanos
del Tribunal de Estrasburgo que lo interpreta obedecen básicamente al amparadas por la interpretación literal y teleológica del correspondíen-
mismo esquema escalonado338 • Al objeto de enjuiciar si los Estados
miembros han lesionado el correspondiente derecho, primero hay que m MüLLER, Die Positivit¿it der Grundrechte, 1990, passim, esp. pp. 18 y ss.
340
determinar si se ha producido una restricción o injerencia en el ejerci- DE ÜTTO, «La regulación ... », p. 144. En esta línea, vid. DE DOMINGO,
cio del mismo y, en caso afirmativo, luego hay que valorar si la injeren- ¿Conflictos entre derechos fundamentales?, 2001, pp. 95 y ss. y 356 y ss.; MARTf-
NEZ PUJALTE, La garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales,
1997, pp. 64 y ss.; VILLAVERDE MENÉNDEZ, «Los límites a los derechos fundamen-
336
Vid. IsENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 69 y ss. tales», en Teoría general de los derechos fundamentales en la Constitución española
337 de 1978, 2004, pp. 14) y SS.
lsENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 71.
338 341
Así lo advierte BRAGE CAMAZANO, «Aproximación a una teoría general de DE Orro, «La regulación ... », p. 147.
342
los derechos fundamentales en el Convenio Europeo de Derechos Humanos» Vid. una excelente defensa de esta tesis en BRAGE CAMAZANO Los límites
REDC, 74, 2005, pp. 121 y ss. ' passim, esp. pp. 96 y ss., 114 y ss. y 251 y ss. '

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

te precepto constitucional, se admite que el Estado pueda prohibirlas, El principal reproche dirigido a la tesis a la cual nos adherimos es
limitarlas o coartarlas sin que para ello deba cumplir los citados requi- el protagonismo que la misma concede al criterio de proporcionalidad
sitos formales ni tampoco acreditar la legitimidad constitucional de los -en especial, al «subcriterio» de ponderación- al objeto de juzgar la
objetivos perseguidos ni la proporcionalidad de los medios empleados. licitud constitucional de las intervenciones estatales. Ello supone un
Al excluir del concepto de intervención algunas actuaciones estatales menoscabo de la igualdad y la seguridad jurídica, pues el encargado de
susceptibles de perjudicar los bienes protegidos por los derechos fun- ponderar -en última instancia, un juez- no dispone de una escala
damentales, se dispensa al Estado de justificarlas formal y material- segura que le indique el peso exacto de los bienes en juego, por lo que
mente. se remitirá en mayor o menor medida a consideraciones subjetivas, ca-
Los defensores de teorías estrechas y del método que podríamos suísticas y amenazadas por la arbitrariedad347 . En nuestra doctrina son
denominar «monofásico» suelen utilizar criterios carentes de funda- bien conocidas las críticas de DE ÜTIO: «la determinación del alcance
mento constitucional para estrechar el ámbito de protección o para de los derechos y bienes en juego se deja a una ponderación de bienes
determinar en un solo paso el contenido de los derechos. MüLLER, por en la que éstos se comparan sin que existan criterios teóricos reconoci-
ejemplo, considera que la Constitución sólo protege las «modalidades bles que permitan valorar correctamente sus magnitudes ... la decisión
estructuralmente necesarias, específicas», del ejercicio del derecho, en- en favor de aquél o de éste no podrá tener más fundamento que una
tendiendo por tales aquellas que no son «intercambiables», es decir, ponderación en la que todo es inseguridad y juicios de valor subjetivos
aquellas respecto de las cuales no existen posibilidades equivalentes de y con la que se pone en peligro la unidad de la Constitución y su mis-
ejercicio'"· Pintar en un transitado cruce de calles, por consiguiente, ma prioridad jerárquica, porque la obligada hermenéutica constitucio-
no quedaría dentro del ámbito de protección de la libertad artística'44 • nal, sin la que no es posible una dogmática de los derechos fundamen-
La pega es que este criterio de la intercambiabilidad no encuentra apo- tales, se sustituye por un trabajo de Sísifo en el que otra vez se ha de
yo ni el texto ni en los antecedentes ni en el espíritu de la Ley Funda- resolver sin guía fiable problemas que renacen en cada encuentro de
mental alemana. Además, conduce a resultados inaceptables por cuan- bienes»348 •
to elimina prácticamente la libertad, ya que ésta presupone el poder Esta objeción también nos parece infundada, pues la proporciona-
elegir entre varias opciones igualmente lícitas, «intercambiables». lidad no sustituye ni desplaza a los restantes criterios de la hermenéu-
A la teoría amplia del supuesto de hecho se le ha criticado que re- tica constitucional, sino que se añade a los mismos y, en consecuencia,
sulta inconsecuente y deshonesto prometer prima /acie libertades po- antes bien reduce la discrecionalidad del órgano encargado de inter-
tenciales que no tienen ninguna posibilidad seria de superar el tercer pretar los derechos fundamentales, en la medida en que le impone adi-
paso del referido esquema y consolidarse como libertades definitivas"', cionalmente la carga de argumentar la racionalidad -utilidad, nece-
crítica que podría hacerse extensiva al método escalonado. Sin embar- sidad y ponderación- de sus interpretaciones. Prescindir de este
go, y como señala ALEXY, en realidad resulta más honesto y convincen- criterio implica todavía una mayor discrecionalidad, subjetividad y pe-
te para los ciudadanos explicarles que la denegación del ejercicio de un ligro de arbitrariedad en la determinación del alcance de tales dere-
derecho fundamental se justifica porque [de acuerdo con lo declarado chos"'· Por otro lado, debe resaltarse que la extensión de la reserva de
por el legislador] la misma está justificada por su utilidad, necesidad y ley aumenta con la ampliación del ámbito de protección y del concep-
proporcionalidad para salvaguardar otros derechos o bienes constitu- to de intervención, por lo que cuanto más abarquen éstos, mayor de-
cionalmente protegidos que decirles simplemente que su comporta- berá ser el papel del legislador en la interpretación de los derechos fun-
miento no entra dentro del contenido del derecho"6 • damentales y, por consiguiente, más legitimadas democráticamente
estarán esas interpretaciones y menor será el margen de apreciación
343
MüLLER, Die Positivitiit. .. , passim, esp. pp. 87 y ss. que en este campo les quede a los órganos administrativos y judiciales.
44
J MüLLER, Die Positivitiit... , pp. 99 y 100.
34
' lSENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 174. 347
IsENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 175.
346
ALEXY, Teoría ... , p. 315. 348 DE ÜTTO, «La regulación ... », p. 121.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

La tesis de MüLLER y DE Orro nos parecería aceptable si del texto pueden incidir de algún modo en el goce efectivo de la libertad. Ade-
de los preceptos que establecen derechos fundamentales se dedujese más, abriría todavía más la posibilidad de recurrir ante el Tribunal
inequívocamente y con toda precisión cuál es el alcance concreto de Constitucional, agravando si cabe la sobrecarga de asuntos y los consi-
cada uno de ellos. Pero no es el caso. La extrema indeterminación de guientes retrasos que tanto el Tribunal como, sobre todo, los ciudada-
esos preceptos da lugar a innumerables casos problemáticos y dudosos, nos vienen padeciendo352 .
como lo indican los cientos de miles de páginas escritas por la doctri- Se trata, sin duda alguna, de dos problemas serios, pero en nuestra
na y los Tribunales llenas de opiniones discrepantes. Pues bien, dado opinión hay mejores maneras de solucionarlos que renunciar al método
que éste es un terreno donde están en juego bienes jurídicos de la escalonado o estrechar el ámbito de protección de los derechos funda-
mayor importancia y en el que, sin embargo, reina la duda, se hace mentales y/o el concepto de intervención353 . Por un lado, y como más
especialmente necesario racionalizar y legitimar democráticamente la adelante veremos, debe admitirse la posibilidad de realizar intervencio-
delimitación del alcance concreto de tales derechos exigiendo que ésta nes en dicho ámbito carentes de la obligada cobertura legal en la medi-
se ajuste al criterio de proporcionalidad y, sobre todo, que sea efectua- da en que resulten adecuadas, necesarias y no excesivas para proteger
da por el legislador, representante directo del pueblo. otro bien constitucionalmente legítimo. La ventaja de esta solución es
Incluso un destacado defensor de una concepción estrecha recono- que al menos obliga al Estado a justificar la proporcionalidad de tales
ce que la misma tiene sus límites, que sólo vale para los casos claros y intervenciones, lo que no es el caso cuando en virtud de una concep-
manifiestos, pero no para los difíciles, que sólo pueden resolverse me- ción estrecha se excluye a priori que el derecho fundamental haya sido
diante una ponderación''°· El problema es que lo claro y manifiesto afectado. Por otro lado, la carga de trabajo del Tribunal Constitucional
para unos puede no serlo para otros, sobre todo en una sociedad plu- no tiene necesariamente por qué aumentar si éste utiliza criterios racio-
ral, abierta y multicultural como se supone que es la nuestra. Hay que nales -utilidad, necesidad y ponderación- para limitar-los recursos
tener siempre presente que la teoría de que la justicia es manifiesta de amparo admisibles y, con ello, conservar su capacidad de cumplir
conduce más o menos directamente al autoritarismo35t. las funciones que la Constitución le asigna. Esta solución permite que
La principal objeción hecha al concepto amplio de intervención · los derechos fundamentales puedan ser tutelados más ampliamente
-y que resulta extensible también a la tesis amplia del ámbito de pro- cuando menos por los Tribunales ordinarios y, adicionalmente, obliga
tección y, en menor medida, al método escalonado- es que éste con- al Tribunal Constitucional a justificar por qué no admite recursos con-
duciría a una paralización de la actividad de los poderes públicos, pues tra ciertas intervenciones que afectan a estos derechos.
implicaría la exigencia de una habilitación legal para prácticamente
todas las actuaciones estatales, por cuanto prácticamente todas ellas
2. EL ALCANCE PRIMA FACTE DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN
349
Como señala NARANJO DE LA CRUZ, Los límites ... , p. 61, una interpretación
reductora del ámbito de protección del derecho fundamental implica una mayor En otra sede vimos que los derechos fundamentales están formula-
libertad del intérprete, «al cubrir con el manto de la ficticia objetividad lo que no dos en unos términos tan abstractos y amplios que literalmente impo-
es sino fruto de una valoración relativa de bienes enfrentados. Se evita de este nen en principio a cualesquiera sujetos la obligación de realizar todas
modo la argumentación requerida para una tal valoración, impidiendo, además, el
las actividades que beneficien al interés -v. gr., la vida, la integridad
control de la decisión».
350 lsENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 180. corporal, la libertad de expresión, etc.- para cuya satisfacción se otor-
m Como señala PoPPER, Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimien- ga el derecho. Por eso cabe afirmar que los derechos fundamentales
to científico, 1972, p. 30, «la teoría de la que verdad es manifiesta ... conduce ... al
autoritarismo. Esto se debe, simplemente, a que la verdad no es manifiesta, por lo m WEBER-DüRLER, «Der Grundrechtseingriff», p. 76.
general. La verdad presuntamente manifiesta necesita de manera constante, no sólo 353 En sentido similar, BLECKMANN, Staatsrecht ... , § 12, m. 40 y ss., esp. 48,
interpretación y afirmación, sino también re-interpretación y re-afirmación. Se re- defiende un concepto amplio, si bien considera que, para juzgar la licitud de cada
quiere una autoridad que proclame y establezca, casi día a día, cuál va a ser la ver- intervención, deben sopesarse con arreglo al principio de proporcionalidad los
dad manifiesta, y puede llegar a hacerlo arbitraria y cínicamente». intereses públicos que subyacen en el concepto estrecho.

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constituyen principios, mandatos de optimización que ordenan que un ción de salvamento. Si es posible salvar a alguien que se está ahogando
valor o bien sea realizado en la mayor medida de lo fáctica y jurídica- o bien nadando o bien arrojándole un salvavidas o con la ayuda de un
mente posible. bote, en modo alguno están ordenadas al mismo tiempo las tres accio-
De ello se sigue que, con arreglo a una interpretación literal y te- nes de salvamento. Lo que está ordenado es, más bien, la realización
leológica de los preceptos que reconocen derechos fundamentales, el de la primera, de la segunda o de la tercera acción. Pero esto significa
Estado está obligado en principio a realizar todas las actividades enca- que el destinatario del mandato de salvamento ... tiene un campo de
minadas a proteger los correspondientes bienes de cualesquiera daños acción dentro del cual puede elegir cómo desea cumplir con el manda-
y peligros, de cualquier índole que éstos sean, provengan de donde to». La razón es que «cuando son adecuadas varías acciones de pro-
provengan y sea cual sea su magnitud. Este deber de protección es pri- tección o promoción, ninguna de ellas es necesaria para el cumplimien-
ma facie ilimitado"'· Dicho de otra manera, los poderes públicos to del mandato de protección o promoción; lo único que es necesario
deben tratar de minimizar los perjuicios que puedan causarse a los de- es que se realice alguna de ellas»356 .
rechos fundamentales. Este mandato de minimización ha sido consa- Aquí ALEXY incurre en una incongruencia por la que ha sido criti-
grado expresamente por el Tribunal Europeo de Estrasburgo en la Sen- cado hasta en una tesis doctoral dirigida por él mismo. De la premisa
tencia Hatton de 2001, relativa al ruido nocturno producido en el de que los derechos fundamentales constituyen principios, mandatos
aeropuerto de Heathrow: «el Estado debe minimizar, hasta donde de optimización que ordenan prima facie todo aquello que sirva a un
sea posible, la interferencia con esos derechos, intentando encontrar determinado bien, se deduce lógicamente que también obligan en prin-
soluciones alternativas y, en general, tratando de lograr sus objetivos de cipio a todas las acciones positivas tendentes a su protección. Ello no
la manera menos onerosa para los derechos humanos»355 . quita, obviamente, que las circunstancias fácticas y jurídicas existentes
en un caso concreto reduzcan a unas pocas, a una o incluso a ninguna
las medidas protectoras finalmente exigibles"', ni tampoco impide que
A) DERECHO A CUALESQUIERA MEDIDAS PROTECTORAS los poderes públicos dispongan de una cierta discrecionalidad, más o
menos amplia, para elegir una u otra alternativa.
Los derechos fundamentales obligan a tomar en principio todas las En la tesis del profesor alemán subyace implícitamente la suposi-
medidas tendentes a protegerlos. Sin embargo, y sorprendentemente, ción de que cada una de las actuaciones alternativas asegura una pro-
no es esa la conclusión a la que llega ALEXY, quien estima que aquí hay tección totalmente eficaz y completa del correspondiente bien funda-
una diferencia «teórica-estructuralmente fundamental» entre los dere- mental. De esa premisa se sigue, evidentemente, que es absurdo por
chos defensivos y los prestacionales. Los primeros «son para los desti- innecesario obligar al Estado a utilizar todos los medios de salvamento
natarios prohibiciones de destruir, de afectar negativamente, etc.», disponibles, pues para lograr la salvación basta con emplear sólo uno.
mientras que los segundos constituyen «mandatos de proteger o pro- El problema es que dicha suposición no se acerca ni de lejos a la reali-
mover, etc. algo». Pues bien, «si está prohibido destruir o afectar algo, dad, ya que ninguna medida es capaz de poner un bien a salvo de cual-
entonces está prohibida toda acción que constituya o provoque una quier daño o peligro con absoluta seguridad. El llamado «riesgo cero»
destrucción o afectación. En cambio, si está ordenado proteger o pro- no existe, por lo que es razonable tomar en principio todas las medi-
mover algo, no está entonces ordenada toda acción que constituya o das tendentes a evitar o al menos reducir posibles daños.
provoque una protección o una promoción. Así, la prohibición de La tesis que defendemos está corroborada por la jurisprudencia. El
matar implica prima facie la prohibición de toda acción de matar; en Tribunal Europeo de Estrasburgo ha afirmado su competencia al obje-
cambio, el mandato de salvamento no implica el mandato de toda ac- to de «determinar si, atendidas las circunstancias del caso, el Estado ha
tomado todas las medidas requeridas para evitar que la vida de la de-
354 356
SZCZEKALLA, Die sogenannten ... , p. 375. ALEXY, Teoría ... , pp. 446 y 447. La cursiva es del original.
"' STEDH de 2.10.2001 (Hatton y otros, 36022197, § 97). m BOROWSKI, Grundrechte ... , pp. 138 y ss.; y «Grundrechtliche ... », pp. 317 y ss.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

mandante sea puesta en peligro inútilmente»358 , si las autoridades pú- El último grupo comprendería diversas medidas encaminadas a re-
blicas habían adoptado «todas las medidas que razonablemente se po- accionar contra un daño ya producido. Aquí cabe mencionar, en pri-
día exigir de ellas» para proteger la vida familiar de los actores359 , dan- mer término, la obligación del Estado de establecer un sistema de res-
do a entender claramente que las medidas protectoras exigibles pueden ponsabilidad civil que permita reparar adecuadamente los daños
ser varias. causados 364: el Tribunal de Estrasburgo ha tenido la oportunidad de
Y de cualquier tipo. Lo único requerido es que se trate de actua- declarar que la exclusión legislativa de responsabilidad civil por cier-
ciones estatales adecuadas para salvaguardar el correspondiente bien tos daños vulnera el derecho de propiedad de los titulares de los bie-
fundamental. Sí observamos la jurisprudencia de los Tribunales que nes dañados 365 • En segundo lugar, el Estado debe permitir o realizar él
hemos tomado como referencia, apreciaremos que se ha declarado la mismo una adecuada investigación encaminada a esclarecer las circuns-
obligación de los Estados de realizar prestaciones muy diversas, que a tancias en las que se lesionaron bienes fundamentales. Así, por ejem-
efectos ilustrativos podríamos ordenar en tres grupos: plo, la protección de la vida implica para el Estado «la obligación de
En el primero, encontramos medidas encaminadas a evitar que ter- instaurar un sistema judicial eficaz e independiente que permita esta-
ceras personas puedan eventualmente dañar los correspondientes bie- blecer la causa del fallecimiento de un individuo que se encuentre bajo
nes fundamentales. Se trata de actuaciones dirigidas a combatir el ries- la responsabilidad de los profesionales de la salud, tanto de los que
go de que estos se vean perjudicados. Se trataría, por poner algunos actúan en el marco del sector público como de los que trabajan en el
ejemplos, de: proporcionar a los ciudadanos información esencial acer- ámbito privado, y dado el caso, obligarles a responder de sus actos»366 •
ca de los riesgos a que están expuestos a fin de que puedan evaluarlos Y cuando se producen desapariciones, torturas o muertes violentas de
y tratar de evitarlos360 ; vigilar que se cumplen efectivamente las normas personas, las autoridades deben llevar a cabo una rigurosa investiga-
jurídicas establecidas en interés de los bienes fundamentales 361 ; y ob- ción a fin de «asegurar la efectiva implementación de las leyes internas
servar ciertas garantías de procedimiento antes de realizar actividades que protegen el derecho a la vida y, en los casos que impliquen a agen-
que puedan perjudicar o desproteger un bien tal362 • tes o cuerpos estatales, asegurar que respondan de las muertes ocurri-
En el segundo grupo, se incluirían las medidas dirigidas a hacer ce- das bajo su responsabilidad»367 . Por último, el Estado debe establecer
sar una actuación que todavía está produciendo actualmente un daño. una legislación penal que permita castigar determinadas conductas que
Así, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado al Rei- atenten gravemente contra los derechos fundamentales 368 • Recuérdese
no de España porque las autorídades nacionales no habían tomado las la jurisprudencia de los Tribunales constitucionales español y alemán
medidas necesarias para proteger el derecho de doña Gregoria López
Ostra al disfrute de su domicilio frente a las intolerables inmisiones de
gases y olores que ella y su familia venían sufriendo363 • 364
En sentido similar, MuRSWIEK, Die staatliche ... , p. 113. En el mismo senti-
do apunta la STC 181/2000 (FJ 8).
'" STEDH de 20.11.1995 (Pressos Compania Naviera y otros, 17849/91, §§ 28
"' STEDH de 9.6.1998 (L. C. B., 23413/94, § 36). La cursiva es nuestra. y ss.). Vid. también la STEDH de 24.10.2002 (Mastromatteo, 37703/97), donde se
"' SSTEDH de 29.4.2003 (Iglesias Gil y A.U.I., 56673/00, § 52) y 26.6.2003 discute, entre otras cosas, si el Estado debe responder patrimonialmente de ma-
(Maire, 48206/99, § 73). La cursiva es nuestra. nera objetiva por el asesinato perpetrado por un preso que disfrutaba de un per-
360 Vid. las SSTEDH de 19.2.1998 (Guerra y otros, 14967/89, § 60), 9.6.1998 miso de salida.
36
' STEDH de 8.7.2004 (Vo, 53924/2000, § 89). Vid., también, las Decisiones
(McGinley y Egan, 21825/93 y 23414/94, § 101), 18.6.2002 (Óneryldiz, 48939/99,
§§ 82 y ss.) y 19.10.2005 (Roche, 3255/96, §§ 162 y ss.). de la ComEDH de 12.9.1991 (Tavares, 16593/90), 22.5.1995 (Isiltan, 20948/92) y
361
Según RlvERo ÜRTEGA, El Estado vigilante, 2000, p. 119, «el verdadero 25.11.1996 (Persson, 21236/93).
fundamento de la función inspectora en el Estado constitucional [se encuentra]. .. '" Vid., por ejemplo, la STEDH de 14.3.2002 (Edwards, 46477 /99, §§ 69 y ss.).
366 DIE1LEIN, Die Lehre ... , pp. 216 y ss.; y SzcZEKALLA, Die sogenannten ... , pp.
en la existencia de derechos fundamentales que deben ser protegidos».
"'Vid., entre otras, la STEDH de 10.11.2004 (Taskin y otros, 46117/99, 357 y ss., afirman, en contra de la doctrina tradicional, que también existe en
§§ 115 y ss.). principio un derecho subjetivo a la protección penal, inclusive a la ejecución con-
'" STEDH de 9.12.1994 (López Ostra, 16798/90). creta de la legislación penal.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

relativa al aborto369 , así como la del Tribunal de Estrasburgo referida a B) PROTECCIÓN FRENTE A DAÑOS Y PELIGROS
la «esclavitud doméstica»"º y a los malos tratos dispensados a meno-
res371. Nótese que aquí no basta con tipificar como delitos ciertas ac- El Estado debe ofrecer protección no sólo frente a los daños rea-
ciones lesivas de los bienes fundamentales. Las autoridades deben po- les, efectivos, actuales, que esté sufriendo o haya sufrido un bien fun-
ner los medios adecuados que garanticen la realización efectiva del damental, sino también frente a los daños eventuales, meramente posi-
Derecho penal sustantivo. La obligación de aplicar rigurosamente los bles, potenciales, inciertos, que tal vez se produzcan o tal vez no. Es
mecanismos represivos penales, observando un procedimiento que per- decir, está obligado a proteger a los ciudadanos no sólo contra daños
mita sancionar efectivamente a los responsables y que disuada a otras en sentido estricto, sino también frente a simples peligros o riesgos"'.
personas de cometer acciones análogas, nacería incluso en algunos su- La razón es muy sencilla: la óptima y más eficaz salvaguarda de los
puestos de muertes producidas por negligencia'". bienes fundamentales exige adoptar medidas protectoras tendentes a
Esta tipología no constituye una lista cerrada de medidas protecto- evitar que se materialicen las amenazas que los acechan. Como suele
ras exigibles, ni tampoco una clasificación en sentido estricto. Adviér- decirse, prevenir es mejor que curar.
tase que hay medidas que encajan en más de uno de los grupos referi- Así, el Tribunal Constitucional Federal alemán ha afirmado la obli-
dos. La responsabilidad civil, por ejemplo, cumple no sólo una función gación estatal de proteger los derechos fundamentales frente a las
reparadora de los daños causados, sino también, y sobre todo, la de amenazas (Ge/iihrdungen) derivadas, por poner algunos ejemplos, de
prevenirlos, pues la amenaza de tener que responder incentiva las ac- la contaminación electromagnética376 , los ruidos 377 y la energía ató-
tuaciones diligentes encaminadas a evitarlos 373 . mica378.
Y, por descontado, cabe hacer otras clasificaciones. Así, puede dis- En su Sentencia Osman, el Tribunal de Estrasburgo declaró que el
tinguirse entre medios de protección consistentes en actuaciones pura- Estado tiene la obligación de asegurar el derecho a la vida: «estable-
mente materiales (v. gr., información, educación, financiación, asesora- ciendo una legislación penal que disuada de cometer atentados contra
miento, investigación, vigilancia, etc.) y medios consistentes en el las personas y que se apoye sobre un mecanismo de aplicación conce-
establecimiento de regulaciones jurídicas, que a su vez podrían clasifi- bido para prevenir, reprimir y sancionar las violaciones»; y tomando
carse en: normas primarias de protección, por las cuales se establecen «preventivamente medidas de orden práctico para proteger al individuo
mandatos y prohibiciones; normas secundarias, encaminadas a realizar cuya vida está amenazada por las maquinaciones de otra persona»379 .
efectivamente las anteriores; y normas terciarias, dirigida:S a reparar los Recientemente, la Gran Sala del Tribunal ha dejado sentado que «la
daños causados a los bienes jurídicos protegidos374 . obligación positiva de los Estados de adoptar todas las medidas nece-
sarias para proteger la vida de las personas dependientes de su juris-
dicción ... es válida en el contexto de toda actividad, pública o no, sus-
ceptible de poner en riesgo el derecho a la vida»; esta obligación
implica, ante todo, el establecimiento de «un marco legislativo y admi-

36' STC 53/1985 (FFJJ 9 y ss.); A. de 25.2.1975 (BVerfGE 39, 1) y S. de m Hasta el punto de que algún autor (ROBBERS, Sicherheit ... , pp. 124 y 125)
28.5.1993 (BVerfGE 88, 203) del BVerfG. afirma que sólo puede hablarse de derechos a protección frente a peligros, y no
"' STEDH de 26.7.2005 (Si/iadin, 73316/2001, § 112). frente a daños ya producidos.
m Vid., por todas, las SSTEDH de 26.3.1985 (X. e Y, 8978/80) y 23.9.1998 ,76 AA. de 17.2.1997 (NJW, 1997, pp. 2509-2510) y 28.2.2002 (DVB1., 2002,
(A., 25599/94). pp. 614-616).
"' STEDH de 18.6.2002 (Óneryldiz, 48939/99, §§ 90 y ss.). m A. de 14.1.1981 (BVerfGE 56, 54, 76 y ss.).
m Vid., entre otros, SALVADOR CODERCHICASTIÑEIRA P ALOU, Prevenir y castigar: "' AA. de 8.8.1978 (BVerfGE 49, 89, 141 y ss.) y 20.12.1979 (BVerfGE 53,
libertad de información y expresión, tutela del honor y /unciones del derecho de 30, 58).
daños, 1997, pp. 117 y ss. "' STEDH de 28.12.1998 (Osman, 23452/94, §§ 115 y ss.). La cursiva es
374 SzczEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 175 y ss. nuestra.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

nistrativo para la prevención eficaz y que disuada de poner en peligro que el Estado haya adoptado las debidas medidas protectoras encami-
el derecho a la vida»Jso.
nadas a evitarlo o reducirlo385 .
El Tribunal Constitucional español, por su parte, ha mantenido que Interesa resaltar que aquí no existe diferencia alguna entre obliga-
«la pasividad de un Juez ante una conducta empresarial que pusiera en ciones positivas y negativas. Los derechos fundamentales defensivos
peligro la vida o integridad física de sus trabajadores podría vulnerar también imponen al Estado la obligación de no exponer los correspon-
este derecho»381 . En el asunto del ruido, ha señalado que, «si bien es dientes bienes fundamentales a riesgos, de manera que uno de estos
cierto que no todo supuesto de riesgo o daño para la salud implica una derechos puede resultar lesionado no sólo cuando el Estado ha daña-
vulneración del artículo 15 CE, sin embargo, cuando los niveles de sa- do efectivamente el bien, sino también cuando lo ha sometido a un
turación acústica que deba soportar una persona, a consecuencia de peligro. Sirvan algunos ejemplos:
una acción u omisión de los poderes públicos, rebasen el umbral a El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha declarado en una
partir del cual se ponga en peligro grave e inmediato la salud, podrá abundante jurisprudencia que el Estado debe abstenerse de expulsar a
quedar afectado el derecho garantizado en el artículo 15 CE»382 . En el un extranjero a su país de origen cuando hay «motivos serios y acredi-
asunto de los GRAPO, ha afirmado la obligación estatal de prestar tados para creer que el interesado corre el riesgo real» de sufrir tortu-
asistencia sanitaria forzosa a unos reclusos en huelga de hambre a fin ras o tratos degradantes en dicho país386 , y ello aunque tales padeci-
de protegerles contra el riesgo serio, grave y cierto de perder la vida'". mientos pueda infligírselos eventualmente un particular387 o provengan
Y en el caso de la niña cuyo retorno al seno de su familia adoptiva fue de causas «naturales», como cuando «existe el riesgo serio de que las
impedido por razón de los daños psicológicos que la reinserción podía condiciones desfavorables [en las Antillas] reduzcan todavía más la
causarle, ha dejado sentado que «para poder apreciar la vulneración del esperanza de vida [de un antillano enfermo de SIDA] y 1~ causen su-
art. 15 CE aducida no es preciso que la lesión de la integridad moral se frimientos físicos y morales extremos»388 • Este Tribunal, por otra par-
haya consumado, sino que a efectos de que el derecho invocado se estime te, ha considerado vulnerado el derecho a la vida de una persona que,
lesionado basta con que exista un riesgo relevante de que la lesión pueda como consecuencia de las lagunas existentes en la legislación griega
llegar a producirse»"'. relativas al uso de las armas por parte de los agentes públicos, fue víc-
Esta doctrina es de una gran importancia, pues significa que un tima de una operación policial en la que se hizo •un uso desproporcio-
derecho fundamental -v. gr., el derecho a la integridad corporal- nado de la fuerza que puso en grave peligro su vida, aunque finalmen-
puede ser lesionado aunque el bien fundamental para cuya satisfacción te las consecuencias no fueron letales"'.
se otorga el derecho -dicha integridad- no haya sufrido efectivamen- El Tribunal Constitucional español, en el asunto del recluso some-
te daño alguno. Es decir, la lesión del derecho se produce simplemen- tido en contra de su voluntad a una sesión de rayos X por la Adminis-
te porque el correspondiente bien ha quedado expuesto a un riesgo sin
38.'.'i En sentido similar, BAÑO LEóN, «La tutela judicial del medio ambiente y

la defensa de los intereses municipales», en Derecho del medio ambiente y Admi-


380 nistración local, 1996, p. 622. En Alemania, vid. el A. del BVerfG de 8.8.1978
STEDH (Gran Sala) de 30.11.2004 (Óneryildiz, 48939/1999, §§ 71 y 89). (BVerfGE 49, 89, 141) y ÜSSENBÜHL, «Grundrechtsgefiihrdungen», en Festschri/t
La cursiva es nuestra.
für Martin Kriele zum 65. Geburtstag, 1997, pp. 147-163.
"' STC 136/1996 (FJ 2), y AATC 868/1986 (FJ 2) y 17/1995 (FJ 2). La cursi- '"' Vid. las SSTEDH de 7.7.1989 (Soering, 14038/88, § 91), 20.3.1991 (Cruz
va es nuestra.
38 Varas, 15576/89, § 69), 30.10.1991 (Vilvarajah, 13163-13165/87 y 13447-13448/87,
' STC 119/2001 (FJ 6), cuya doctrina reitera la STC 16/2004 (FJ 4). La cur-
§§ 103 y ss.), 15.11.1996 (Chahal, 22414/93, § 74), 17.12.1996 (Ahmed, 25964/94,
siva es nuestra.
§ 39) y 11.7.2000 (Jabari, 40035/98, § 38). La cursiva es nuestra.
"' La STC 120/1990 (FJ 8) habla de «riesgo serio»; la STC 137/1990 (FJ 6), '" Vid., por ejemplo, la STEDH de 29.4.1997 (H. L. R., 24573/94, § 40), en
de «riesgo grave y cierto». Vid., también, la STC 11/1991 (FJ 8). La cursiva es relación con la expulsión de un narcotraficante colombiano confidente. La cursi-
nuestra.
va es nuestra.
"" STC 221/2002 (FJ 4). La cursiva es nuestra. Vid., también, la STC 220/
'" STEDH de 2.5.1997 (Kitts, 30240196, §§ 49 y ss.). La cursiva es nuestra.
2005 (FJ 4).
'" STEDH de 20.12.2004 (Makaratzis, 50385/99, §§ 46 y ss.).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

tracíón penitenciaria, ha señalado que d derecho a la integridad física que interesen a los correspondientes bienes fundamentales y, en conse-
«podría verse afectado por actuaciones coactivas que, con justificación cuencia, el Estado debe adoptar todas las medidas encaminadas a pro-
en las normas de seguridad penitenciaria, puedan determinar un ries- tegerlos efectivamente en la mayor medida posible. Discriminar por
go inmediato o futuro para la salud» 390 . razón del origen del peligro que amenace dichos bienes es incompati-
ble con el sentido y la finalidad de los derechos fundamentales a pro-
tección394. De todas maneras, debe notarse que hoy vivimos en un
C) PROTECCIÓN FRENTE A CUALESQUIERA DAÑOS Y PEUGROS, PROVENGAN DE mundo artificial, tecnológico, modelado, con mayor o menor torpeza,
DONDE PROVENGAN por el hombre, donde resulta en verdad muy difícil encontrar daños o
peligros pura y exclusivamente naturales, sobre los cuales ninguna in-
Es obligado proteger los bienes fundamentales frente a cualquier fluencia ha tenido o podido tener la mano humana395 . Así, las muertes
amenaza, cualquiera que sea su procedencia. A estos efectos, resulta causadas por el derrumbamiento de una edificación ocasionado por un
irrelevante que el daño o peligro que debe combatirse provenga de un terremoto bien pueden imputarse no a las fuerzas de la naturaleza, sino
parncular, de las «fuerzas de la naturaleza», de otro Estado o incluso a la decisión humana de haber emplazado dicha edificación en deter-
del propio titular del derecho. Se habla por ello del «principio de la minado lugar utilizando ciertos materiales y técnicas. Y algo semejante
irrelevancia del origen de la amenaza»391 . cabe decir en relación con el maremoto que arrasó las costas de diver-
sos países a finales de 2004, en la medida en que una buena parte de
los muertos que éste dejó tras de sí hubieran podido evitarse si tales
a) Protección contra peligros naturales países hubieran contado con un sistema de alerta rápida semejante a
los que existen en otras regiones.
lSENSEE sostiene, por el contrario, que los derechos fundamentales
no _obligan al Estado a proteger a los ciudadanos contra los daños y
peligros procedentes de la naturaleza, tales como terremotos y epide- b) Protección contra uno mismo
mias, smo solamente frente a los provenientes de terceros sometidos al
Por las mismas razones, el Estado debe ofrecer protección también
ordenamiento jurídico estatal3 92 • Esta afirmación es coherente con su
contra los peligros provenientes del propio titular del bien fundamen-
tesis de que las obligaciones estatales de protección se fundamentan en
tal amenazado'". El Tribunal de Estrasburgo, por ejemplo, ha declara-
el monopolio estatal del uso de la violencia y en la misión del Estado
de asegurar la paz social entre los ciudadanos"'. 394 DIETLEIN, Die Lehre ... , p. 103. En sentido similar, JAECKEL, Schutzp/li-

En nuestra opinión, ambos argumentos constituyen indudablemen- chten ... , pp. 80, 81, 155 y 156; SZCZEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 276 y ss.; UN-
te dos razones más en que apoyar la existencia de los referidos debe- RUH, Zur Dogmatik... , p. 76. El mismo criterio amplio se advierte en la STEDH
res de protección, pero no las únicas ni las de mayor peso. Según se de 20.12.2004 (Makaratzis, 50385/99, § 50), cuando afirma que «puede existir una
obligación positiva del Estado ... de proteger la vida frente a terceros o frente al
ha visto, tales obligaciones se deducen principalmente de una interpre- riesgo de enfermedades que pongan en peligro la vida». En contra, KRINGS,
tación literal, sistemática y teleológica de la Constitución. De acuerdo Grund ... , pp. 210 y ss., que aquí adopta una postura incoherente con su opinión,
con el espíritu y la letra de los preceptos que reconocen derechos fun- sustancialmente coincidente con la nuestra, acerca del fundamento de las obliga-
damentales, todos los sujetos deben realizar cualesquiera conductas ciones de protección.
395 JAECKEL, Schutzpflichten ... , p. 155; SzczEKALLA, Die sogenannten ... , p. 280;

"º STC 35/1996 (FJ 3). ÜCHOA MoNZÓ, Riesgos mayores y protección civil, 1996, pp. 215 y ss.
391 3% En contra, por las mismas razones aducidas para excluir la protección
SzCZEKALLA, Die sogenannten ... , p. 281. En sentido similar, DIETLEIN, Die
Lehre... , p. 103; ROBBERS, Sicherheit ... , p. 221; SUERBAUM, «Die Schutzpflichtdimen- frente a peligros naturales, ISENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 79 y 113 y ss.,
sion ... », p. 409. aunque luego este autor afirma que «el Estado tiene la tarea de salvaguardar esos
392
lsENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 112. derechos fundamentales indisponibles» [a la vida y a la integridad física] (m. 115).
393
ISENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 83 y ss. y 102. También en contra, KruNGS, Grund... , pp. 203 y ss.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

do la obligación de proteger la vida de un detenido que padecía una c) Protección contra el extranjero
enfermedad mental con signos que indicaban que podía suicidarse"'.
Las dudas surgen cuando el titular del bien se resiste o no quiere También es obligada la protección contra los posibles daños proce-
ser protegido. A pesar de ello, cabe afirmar dicho deber cuando están dentes del «extranjero», ya los causen los ciudadanos, las autoridades
en juego también los intereses de terceras personas o cuando el titular o las circunstancias socioeconómicas de otros países. Recuérdese la ci-
del bien amenazado no está en condiciones de valorar adecuadamente tada jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos rela-
los peligros a los que se expone y actuar libremente, por ejemplo, de- tiva a la expulsión de nacionales extranjeros a su país de origen. Cier-
bido al padecimiento de una minusvalía psíquica o a la falta de infor- tamente, esta jurisprudencia se refiere al cumplimiento de obligaciones
mación398. Aunque, claro, a veces resulta problemático precisar si esos negativas, puesto que en los casos enjuiciados se reconocía a los parti-
intereses de terceros son suficientemente dignos de protección y, sobre culares un derecho defensivo contra una intervención estatal: la expul-
todo, cuándo la voluntad autodestructiva de una persona es o no ver- sión. No obstante, la Comisión ha reafirmado dicha doctrina también
daderamente libre. Y luego se plantea la cuestión de si el Estado pue- en relación con algún caso en el que se discutía sobre una genuina
de o incluso debe tomar medidas de protección encaminadas exclusi- obligación positiva: sobre si Dinamarca debía o no permitir que las
vamente a proteger los intereses de un ciudadano en contra de su fuerzas de seguridad de la antigua República Democrática de Alema-
voluntad libremente formada"'· nia entraran en su embajada en Berlín y aprendieran a varios ciudada-
Se trata, en fin, del viejo y difícil problema del paternalismo esta- nos que pretendían huir de tan democrático país403 .
tal'°º, al que los Tribunales se han tenido que enfrentar en más de una En la jurisprudencia y en la doctrina alemanas no hay unanimidad
ocasión. El Constitucional español, como ya sabemos, ha juzgado con- al respecto. Algún autor considera que el deber de la República Fede-
forme con la norma suprema el que la Administración penitenciaria, en ral de proteger -v. gr., diplomáticamente- a sus nacionales o incluso
cumplimiento de su «derecho-deber», suministrara asistencia médica a personas extranjeras contra otros Estados no deriva de los derech0s
forzosa a reclusos cuya vida corría peligro por encontrarse en huelga fundamentales, aduciendo para ello que el Estado extranjero no está
de hambre401 • El Tribunal Constitucional Federal alemán, por su parte, subordinado al alemán, por lo que éste no puede garantizar el éxito de
ha considerado constitucionalmente lícitas diversas restricciones legis- sus esfuerzos protectores404 . Este argumento no convence en absoluto,
lativas impuestas a la posibilidad de que una persona permita volunta- pues tampoco en el caso de la protección contra riesgos originados por
riamente la extracción de sus órganos para la realización de un trans- particulares -v. gr., contra el asesinato- puede asegurarse el éxito de
plante'02. la protección, lo que no quita que resulte obligado realizar las activi-
dades conducentes a intentar lograrlo, encaminadas a reducir el nivel
de riesgo. La mayoría de la doctrina, sin embargo, afirma que los dere-
chos fundamentales sí imponen esos deberes de protección, aunque los
instrumentos de ejecución de los mismos se rijan muchas veces por el
"' STEDH de 3.4.2001 (Keenan, 27229/95, §§ 88 y ss.). Derecho internacional y el margen de apreciación de los poderes
398
DIETLEIN, Die Lehre ... , pp. 227 y ss.; ROBBERS, Siherheit ... , pp. 220 Y ss.; públicos sea especialmente amplio en estos casos405 . El Tribunal Cons-
SzcZEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 292 y ss. titucional, por su parte, ha declarado que el Estado alemán debe pro-
399
En contra, DIETLEIN, Die Lehre ... , pp. 219 y ss. A favor de esa posibilidad,
si bien con carácter excepcional, SzczEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 297 y ss. teger diplomáticamente a sus nacionales, si bien ha deducido normal-
400
Vid., al respecto, AGUILA ALFARO-REAL, «Autonomía ... », pp. 96 y ss.; así
como los trabajos de GARZóN VALDÉS, DIETERLEN, CAMPS, ATIENZA, RESTA y DE
LUCAS contenidos en Doxa, 5, 1988, pp. 155 y ss.
'°'
404
Decisión de la ComEDH de 14.10.1992 (W. M., 17392/90).
ISENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 120.
'°'SSTC 120/1990 (FJ 7), 137/1990 (FJ 5) y 11/1991 (FJ 2), citadas supra, 2' 4
º'
DIETLE1N, Die Lehre ... , pp. 117 y ss.; ]AECKEL, Schutzp/lichten ... , pp. 81 y ss.
parte, II.2. y 157 y ss.; E. KLEIN, «Diplomatischer Schutz und grundrechtliche Schutzpflicht»,
'°' A. de 11.8.1999 (1 BvR 2181/98, §§ 72 y ss.). DÓV, 1977, pp. 704 y ss.; SzcZEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 283 y ss.

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mente este deber de la «relación fundamental de nacionalidad»406 o lidad de que éstos se produjeran impidiendo la instalación de los misi-
simplemente de la Constitución'°'. Lo cierto es, en cualquier caso, que les. El propio Tribunal Constitucional reconocía que los peligros adu-
el Tribunal admite la posibilidad de que el ciudadano afectado recla- cidos por los actores podrían considerarse una consecuencia indirecta
me dicha protección a través del recurso de amparo408 . de la actuación del Gobierno411 • El hecho de que la causación de un
Este mismo Tribunal, sin embargo, ha mantenido una postura cla- daño futuro dependa principalmente de un tercero no quita que el
ramente contraria a las obligaciones de protección contra el extranjero Estado deba tomar en principio todas las precauciones tendentes a re-
en el controvertido asunto del estacionamiento de misiles nucleares en ducir la probabilidad de que aquél se produzca. Y es obvio que en el
suelo alemán'°'. Los hechos eran que varios ciudadanos habían recurri- asunto enjuiciado la prohibición o la autorización del estacionamiento
do en amparo la declaración del Gobierno Federal, dictada en asenti- podía influir en el comportamiento del tercero, rebajando o aumentan-
miento de un acuerdo de la OTAN, de permitir dicha instalación. Ale- do la tensión a la sazón existente y disminuyendo o elevando la proba-
gaban que esa decisión: incrementaba notablemente el riesgo de sufrir bilidad de una confrontación armada.
ataques armados de consecuencias catastróficas; suponía una despro-
porcionada y lesiva amenaza para sus derechos a la vida y a la integri-
dad física; y estaba constitucionalmente reservada al legislador. El Tri- d) Protección contra terceros sujetos al poder del Estado
bunal Constitución inadmitió los recursos por considerar que la
amenaza no era imputable a los poderes públicos alemanes, sino prin- El caso más frecuente, y el que a nosotros más nos interesa, es que
cipalmente a la Unión Soviética: «las consecuencias de un acto [como el daño o peligro proceda de personas sujetas al poder del Estado obli-
el cuestionado] no pueden imputarse al Estado alemán cuando éste no gado a tomar medidas de protección. Estas personas serán normalmen-
tiene el dominio sobre el acaecimiento de las mismas»; los «ataques a te particulares, en cuyo caso las medidas protectoras implicarán, por lo
la vida o a la integridad corporal de un individuo frente a los cuales las general, algún tipo de limitación de sus derechos, pero también pue-
autoridades estatales de la República Federal de Alemania no pueden den serlo Estados extranjeros que desarrollan actividades dañinas o
ofrecer protección por falta de capacidad no les son imputables»'". peligrosas en el territorio del Estado obligado a la protección. El Tri-
No nos parece muy acertado el razonamiento. Nadie discute que el bunal Constitucional Federal alemán ha afirmado implícitamente la
riesgo de un ataque soviético existía antes y después de la decisión del existencia de un deber de protección tal en el caso de las armas quími-
Gobierno Federal, y que las autoridades alemanas no eran capaces de cas. Aquí los actores solicitaban amparo por entender, in ter alía, que
impedir efectivamente un hipotético ataque. Es claro, asimismo, que la el Parlamento federal había lesionado sus derechos a la vida y a la in-
posibilidad de una agresión armada dependía en gran medida de la tegridad corporal por no haber adoptado las debidas medidas contra
voluntad de las autoridades soviéticas y del contexto internacional. Sin los riesgos derivados del almacenamiento y transporte de armas quími-
embargo, ello no empece que la decisión de permitir la instalación de cas por parte de los Estados Unidos de América. El Tribunal admitió
los misiles incrementase eventualmente el riesgo de sufrir accidentes y/ los recursos, aunque luego los desestimó, entre otras razones porque,
o ataques de consecuencias catastróficas. Es decir, sí bien no estaba en de acuerdo con el Tratado Internacional en virtud del cual se había
manos del Estado alemán garantizar con total seguridad la vida de sus autorizado el estacionamiento de tropas estadounidenses en territorio
nacionales frente a tales sucesos, sí al menos podía reducir la probabi- alemán, a dichas actividades les resultaban aplicables diversas disposi-
ciones legales reguladoras de las instalaciones y los transportes peligro-
'" Vid. el A. de 21.5.1974 (BVerfGE 37, 217, 241). sos, por lo que no existía el déficit de protección legal denunciado por
'°7
Vid. el A. de 16.12.1980 (BVerfGE 55, 349), relativo al caso Rudolf Hess.
los recurrentes412 .
408
Vid. las resoluciones citadas en las dos notas anteriores.
409
Sobre el asunto, vid. GóMEZ ÜRFANELIN1co1As MuÑIZ, «El estacionamien-
to de los misiles Pershíng II y Cruise en la República Federal de Alemania», "' BVerfGE 66, 39, 60.
REDC, 5, 1984, pp. 281-294. "" A. de 29.10.1987 (BVerfGE 77, 170), comentado por SACHS, JuS, 1989,
"º A. de 16.12.1983 (BVerfGE 66, 39, 56 y ss.). pp. 318-320.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

D) PROTECCIÓN FRENTE A CUALESQUIERA DAÑOS Y PEUGROS, SEA CUAL SEA les. Es por ello que el alcance de los derechos fundamentales - y de
SU MAGNITUD las correlativas obligaciones que imponen- ha de precisarse con arre-
glo a una interpretación «unitaria» del conjunto de la Constitución415 .
Algunos autores sostienen que el Estado no está obligado a prote-
ger los bienes fundamentales frente a las simples molestias o incomo-
didades que tengan el carácter de bagatelas 413 : de minimis non curat A) EL JUSTO EQUIUBRJO. LA PROPORCIONALIDAD
praetor. Sin embargo, la mayoría de la doctrina estima -en nuestra
opinión, acertadamente- que la obligada protección se predica en a) Noción
principio de cualesquiera daños o peligros, cualquiera que sea su inten-
sidad, sin perjuicio de que luego aquélla deba ser limitada y reducida La tesis a la cual nos adherimos es que debe acogerse la interpreta-
con arreglo al método interpretativo de los derechos fundamentales ción que satisfaga en mayor medida el conjunto de todos los mandatos
antes descrito414 . Es decir, no existe un umbral fijado de antemano y en constitucionales. En virtud de la interdicción de la arbitrariedad de los
abstracto que separe los daños y peligros relevantes de los irrelevantes. poderes públicos (art. 9.3 CE), el legislador, los Tribunales y la Admi-
Todos ellos son en principio relevantes, aunque luego el legislador pue- nistración deben interpretar racionalmente el alcance de los derechos
da tolerarlos en la medida proporcionada para salvaguardar otros bie- fundamentales. Y sólo una actuación que trata de maximizar la satis-
nes const!tucionales. Así, una molestia aparentemente insignificante facción de sus fines puede llamarse justamente racional416 •
puede lesionar un derecho fundamental cuando ningún fin legitimo la Esta tesis ha sido expresada de diversas maneras. Se habla del prin-
justifique o cuando pueda ser evitada sin coste alguno. cipio de concordancia práctica, según el cual hay que llevar a cabo una
«optimización»: debe aceptarse aquella interpretación [de los precep-
tos de la Constitución] que suponga un grado de realización óptima de
3. Los LÍMITES DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES A PROTECCIÓN los bienes constitucionales implicados417 • El Tribunal Constitucional
español dice que «el criterio de unidad de la Constitución ... exige do-
El contenido prima /acie de estos derechos, inferido de la interpre- tar de la mayor fuerza normativa a cada uno de sus preceptos»418 • El
tación teleológica y literal de cada uno de los preceptos constituciona- Tribunal Constitucional Federal alemán afirma el «principio del más
les que los reconocen, ha de quedar reducido tras interpretarlos siste- cuidadoso equilibrio» entre los bienes constitucionalmente protegidos
máticamente, de manera que la protección a la que definitivamente se concurrentes419 • Y el Tribunal Europeo de Estrasburgo alude en senti-
tiene derecho no es absoluta, sino limitada. Debe tenerse presente que do similar a la idea del «justo equilibrio»: el Estado cumple sus obliga-
el cumplimiento estricto y al pie de la letra de todos los mandatos ciones, negativas o positivas, impuestas por los derechos humanos si
constitucionales resulta sencillamente imposible, ya que muchos de logra un justo equilibrio entre los intereses concurrentes del individuo
ellos, interpretados literalmente, demandan actuaciones opuestas. Una y los de la sociedad en su conjunto'".
ilimitada libertad de empresa, por ejemplo, es incompatible con una
415 Vid. HESSE, Grundzüge ... , m. 71; MEDINA GUERRERO, La vinculación.
protección absoluta de la integridad física frente a los riesgos labora-
pp. 10 y ss.; DE Orro, «La regulación ... », p. 143.
416 Vid. PosNER, El análisis económico del Derecho, 1992, pp. 11 y ss.
4
~~ lsEN~EE, «Das Grun?recht ... », § 111, m. 107; ENDERS, «Die Privatisierung 417 HEssE, Grundzüge ... , m. 71.
des Offenthchen durch die grundrechtliche Schutzpflicht und seine Rekons-
truktion aus der Lehre von den Staatszwecken», Der Staat, 1996, p. 377, n. 132. "" STC 227/1988 (FJ 13).
En sentido similar, KruNGS, Grund... , pp. 221 y ss., considera que el daño o peli- "' S. de 25.2.1975 (BVerfGE 39, 1, 53).
gro debe alcanzar cierto umbral.
"' Vid., entre otras, las SSTEDH de 17.10.1986 (Rees, 9532/81, § 35),
414
Vid. CALLIES, Rechtsstaat ... , pp. 304, 318 y 447; ERICHSEN, «Grundrechtli-
7.7.1989 (Gaskin, 10454/83, § 42), 21.2.1990 (Powe/1 y Rayner, 9310/81, § 41),
che ... », p. 87; PIETRZAK, «Die Schutzpflicht ... », p. 751; SzcZEKALLA, Die sogenann-
9.12.1994 (López Ostra, 16798/90, § 51) y 9.6.1998 (McGinley y Egan, 21825/93
ten ... , pp. 302 y ss., 317 y 348. y 23414/94, § 98).

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Bien mirado, este criterio del justo equilibrio, que a primera vista proporcionada, y sólo entonces. En sentido similar, se ha señalado que
parece inservible por su vaguedad, coincide con el de la proporcionali- «el carácter de principio [entendidos los principios jurídicos como
dad, criterio bien perfilado por la doctrina y utilizado con profusión mandatos de optimización, como normas que ordenan que algo sea
por diversos Tribunales europeos -entre ellos, el Constitucional espa- realizado en la mayor medida posible424] implica la máxima de propor-
ñol"'- para juzgar si las actuaciones de los poderes públicos respetan cionalidad, y ésta implica aquélla»425 • El «principio de proporcionali-
los derechos fundamentales. De acuerdo con la formulación «canónica» dad ... es la técnica a través de la cual se realiza el mandato de optimi-
de la máxima de la proporcionalidad, toda restricción [toda reducción zación que contiene todo derecho fundamental»"'· «El principio de
del contenido prima facie] de un derecho fundamental ha de ser: útil (o proporcionalidad y el principio de concordancia práctica son reglas
adecuada) para satisfacer un fin constitucionalmente protegido; necesa- interpretativas que apuntan a una óptima realización de los derechos
ria, por resultar la menos restrictiva para ese derecho de entre todas las fundamentales, a una optimización de la libertad» 427 • El que la deter-
útiles; y proporcionada en sentido estricto (o ponderada o no excesiva) minación de los límites de los derechos fundamentales deba hacerse
por superar los beneficios derivados de la restricción a sus costes"'. con arreglo al criterio de proporcionalidad deriva lógicamente de que
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha visto la estrecha los derechos fundamentales constituyen principios jurídicos. Como ha
relación entre justo equilibrio y proporcionalidad: «La noción de pro- dicho el Tribunal Constitucional Federal alemán, dicho criterio resulta
porcionalidad entre una medida o restricción y el fin pretendido por «en el fondo ya de la propia esencia de los derechos fundamentales» 428 .
ella ... se engloba dentro de la idea del justo equilibrio que hay que En efecto, una intervención inútil, que menoscaba un interés digno
procurar entre el interés general y los intereses del individuo»"'. Según de protección jurídica sin beneficiar a ningún otro, no resulta óptima,
lo vemos nosotros, ambas ideas vienen a expresar lo mismo: una deci- pues siempre hay otra solución más beneficiosa para el conjunto de los
sión es proporcionada si, y sólo si, alcanza el óptimo equilibrio entre intereses protegidos: omitir dicha intervención. Una actuadón innece-
los diversos intereses a los que afecta y que exigen ser realizados hasta saria tampoco es óptima, pues entonces hay otras alternativas que pro-
donde sea posible; una medida logra dicho equilibrio cuando resulta ducen los mismos beneficios brutos con un coste menor. Y va de suyo
que una medida excesiva -cuyas desventajas superan a sus ventajas-
"' Vid .• por ejemplo, las SSTC 66/1995 (FJ 5), 207/1996 (FJ 4), 175/1997 (FJ tampoco alcanza el óptimo, pues aquí siempre es preferible abstenerse
4) y 37/1998 (FJ 8). de adoptarla.
422 Sobre el principio de proporcionalidad, vi.!1- AGUADO CORREA, El principio
El criterio de la proporcionalidad ha servido tradicionalmente para
de proporcionalidad en el Derecho penal, 1999; ALvAREz GARcfA, El concepto de
juzgar la licitud de las intervenciones del Estado en los derechos y li-
necesidad en Derecho público, 1996, pp. 458 y ss.; BARNES, «Introducción al prin-
cipio de proporcionalidad en el Derecho comparado y comunitario», RAP, 135, bertades de los ciudadanos, es decir, para averiguar si éste había cum-
1994, pp. 495 y ss.; GoNZALEZ BEILFUSS, El principio de proporcionalidad en la ju- plido sus obligaciones negativas derivadas de los mismos. En nuestra
risprudencia del Tribunal Constitucional, 2003; GoNZALEZ-CUÉLLAR SERRANO, Pro- opinión, dicho criterio también debe ser utilizado para determinar el
porcionalidad y derechos fundamentales en el proceso penal, 1990; LóPEZ GONZA- alcance de las obligaciones positivas de protección y, con ello, precisar
LEZ, El principio general de proporcionalidad en Derecho administrativo, 1988;
RoDRíGUEZ DE SANTIAGO, La ponderación de bienes e intereses en el Derecho admi-
cuál es la solución que logra el justo equilibrio al que antes se ha he-
nistrativo, 2000, pp. 105 y ss.; SA.Riv.IIENTO RAMfREz-EscUDERO, El control de propor-
4 4
cionalidad de la actividad administrativa, 2004; y los trabajos incluidos en el nú- 2 Ar.EXY, Teoría ... , pp. 86 y ss.
425
mero monográfico de Cuadernos de Derecho Público, 5, 1998. En el contexto del Ar.EXY, Teoría ... , p. 111; BoROWSKI, Grundrechte... , pp. 115 y ss. En senti-
presente trabajo, tiene especial interés la obra de BERNAL PULIDO, El principio de do similar, vid. VoN ARNAULD, «Die Normtheoretische Begründung des Verhalt-
proporcionalidad y los derechos fundamentales, 2003. nismlifügkeitsgrundsatzes», ]Z, 2000, p. 279; GoNZÁLEZ BEILFUSS, El principio ... ,
"' STEDH de 27.9.1990 (Cossey, 10843/84, § 37). En sentido similar, vid. las pp. 106 y ss.
426
SSTEDH de 8.7.1986 (Lithgow y otros, 9006/80, 9263, 9265, 9266, 9313, 94051 VILLAVERDE MENÉNDEZ, «Los límites ... », p. 146.
427
81, § 50), 23.9.1998 (Aka, 19639/92, § 47), 28.7.1999 (Inmobiliaria Saf/i, 22774/ WüRTENBERGER, «Rechtliche ... », pp. 143 y 144.
93, § 49), 28.10.1999 (Brumarescu, 28342/95, § 78), 23.112000 (ex-rey de Grecia "' A. de 15.12.1965 (BVerfGE 19,342,348 y 349) y S. de 15.12.1983 (BVerf-
y otros, 25701/94, § 89) y 11.1.200! (Tanganelli, 23424/94, § 27). GE 65, 1, 44).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

cho referencia. Lo cual significa que las restricciones -limitaciones, advierte al respecto que la obligación del Estado de proteger la vida de
reducciones- del contenido prima /acie de los derechos a protección una persona frente a las amenazas de un tercero «debe ser interpreta-
sólo estarán justificadas si respetan las exigencias de la proporcionali- da de manera que no imponga a las autoridades una carga insoporta-
dad. Una cierta desprotección de los bienes fundamentales sólo será ble o excesiva. Desde luego, no toda amenaza presunta contra la vida
lícita en la medida en que resulte útil, necesaria y ponderada429 • obliga a las autoridades ... a tomar medidas concretas para prevenir su
El primer requisito es, por tanto, que la desprotección sea adecua- realización»; debe sopesarse «la necesidad de asegurar que la policía
da para salvaguardar un bien constitucionalmente legítimo''°· En esta ejerce su poder de yugular y prevenir la criminalidad respetando ple-
línea, el Tribunal de Estrasburgo ha dicho que los mismos objetivos namente los cauces legales y otras garantías que limitan legítimamente
susceptibles de justificar una injerencia estatal en los derechos huma- la extensión» de su actuación433.
nos [entendidos como derechos de defensa] «pueden jugar un cierto Obsérvese que la proporcionalidad de una misma actuación estatal
papel en la búsqueda del equilibrio querido» también cuando se trata puede ser enjuiciada desde los puntos de vista del cumplimiento de las
de precisar si el Estado ha respetado sus obligaciones positivas431 • El obligaciones negativas --ésta es la perspectiva tradicional- y del de las
bienestar social que generan los servicios de telecomunicaciones y de positivas"'· El Estado se encuentra así entre Escila y Caribdis, entre
suministro de energía eléctrica, por ejemplo, podría justificar la permi- una prohibición de exceso (Ubermafsverbot) y otra de defecto (Unter-
sión de un cierto nivel de contaminación electromagnética. mafsverbot435), prohibiciones que constituyen las dos caras de la misma
El carácter limitado de la protección también deberá ser necesario. moneda: el mandato de proporcionalidad436 . Las medidas adoptadas
De entre todas las medidas igualmente adecuadas para lograr un objeti- para controlar la contaminación electromagnética no pueden restringir
vo constitucionalmente atendible ha de escogerse aquella que menos excesivamente la libertad de empresa, pero tampoco desproteger des-
reduzca el nivel de protección de los bienes fundamentales. A ello se re- mesuradamente la salud de las personas. Habrá de llegarse, pues, al
fiere el Tribunal Europeo de Estrasburgo cuando dice que «el Estado punto óptimo de equilibrio; quedarse por debajo o por encima resul-
debe minimizar, hasta donde sea posible, la interferencia con esos dere- taría desproporcionado.
chos, intentando encontrar soluciones alternativas y, en general, tratando
de lograr sus objetivos de la manera menos onerosa para los derechos hu-
manos»432 • b) El carácter dinámico del justo equilibrio
Por último, los beneficios derivados de la desprotecdón del bien
fundamental deben superar a sus costes. La citada Sentencia Osman Si los derechos fundamentales imponen la realización de un valor
en la mayor medida posible, atendidas las circunstancias jurídicas y
429
En este sentido, HERMEs, Das Grundrecht ... , pp. 253 y ss.; SzCZEKALLA, Die fácticas existentes en cada caso, una alteración de las mismas puede
sogenannten ... , pp. 329; y BERNAL PULIDO, El principio ... , pp. 798 y ss. La S. del
BVerfG de 25.2.1975 (BVerfGE 39, 1, 47) dice que el legislador ha de resolver el "' STEDH de 28.10.1998 (Osman, 23452/94, § 116).
conflicto planteado entre la protección del nasciturus y el derecho de la madre al li- 434
ARRovo JIMÉNEZ, Libertad de empresa y títulos habilitantes, 2004, pp. 58 y
bre desarrollo de su personalidad «ponderando los valores fundamentales contra- ss., habla del «carácter bidireccional» del principio de proporcionalidad.
puestos según la medida del ordenamiento constitucional y de acuerdo con el prin- 435
Término acuñado por CANARIS, «Grundrechte und Privatrecht», AcP, 1984,
cipio de proporcionalidad». En contra de esta tesis, CALLIES, Rechtsstaat... , pp. 459 p. 228, y recibido por la S. del BVerfG de 28.5.1993 (BVerfGE 88, 203, 254) y
y ss.
430 otros autores, como, por ejemplo, }ARASS, «Grundrechte ... », pp. 383 y 395.
Sobre la posibilidad de limitar derechos fundamentales en aras de fines 436
Ello, en cualquier caso, no significa que ambos mandatos sean lo mismo,
carentes de rango constitucional, vid. nuestro trabajo Bienestar animal contra de- de manera que el cumplimiento del primero implique la observancia del segundo
rechos fundamentales, Atelier, Barcelona, 2004, pp. 73 y ss. y 143 y ss.
(como afirman RAIN, «Der Gesetzgeber in der Klemme zwíschen Überma.B- und
"' Vid. las SSTEDH de 17.10.1986 (Rees, 9532/81, § 35), 7.7.1989 (Gaskin, Unterma.Bverbot?», DVBl., 1993, pp. 982 y ss.; ERICHSEN, «Grundrechtliche ... »,
10454/83, § 42), 21.2.1990 (Powell y Rayner, 9310/81, § 41), 9.12.1994 (López p. 88; cuyas tesis critica acertadamente ÜIETLEIN, «Das Unterma.Bverbot», ZG,
Ostra, 16798/90, § 51) y 9.6.1998 (McGinley y Egan, 21825/93 y 23414/94, § 98). 1995, pp. 130 y ss., quien, no obstante, se muestra escéptico en cuanto a la utili-
"' STEDH de 2.10.2001 (Hatton y otros, 36022/97, § 97). dad del concepto Untermaftverbot).

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ocasionar una variación de la medida en que aquéllos deben ser reali- existentes 440 . Hasta que en 2002, tras constatar no sólo que en los
zados, una ampliación, una reducción u otro tipo de modificación de ámbitos europeo e internacional existía una tendencia favorable a la
su alcance definitivo. Pongamos que se limita un derecho fundamental aceptación social del transexualismo y al reconocimiento jurídico del
porque ello resulta necesario para lograr un determ_i".ado fin legítimo. cambio de sexo, sino también que el Reino Unido no había adoptado
Imaginemos que con el tiempo los avances tecnologicos permiten al- medida alguna encaminada a asegurar dicho reconocimiento, el Tribu-
canzar ese fin sin necesidad de restringir aquel u otro derecho funda- nal declaró vulnerado el artículo 8.1 CEDH441 •
mental. Aquella limitación habrá devenido inconstitucional por innece- El Tribunal Constitucional Federal alemán ha reconocido, igual-
saria. Un cambio de las circunstancias puede alterar la utilidad -o la mente, la posibilidad de que una norma jurídica devenga inconstitucio-
percepción de la utilidad- de las medidas de protección adoptadas, nal como consecuencia de una modificación de las circunstancias fácti-
haciéndolas inadecuadas, prescindibles, excesivas o insuficientes. Cabe cas. En el asunto de los molinos, el legislador había prohibido -salvo
afirmar que tales medidas incurren en una inconstitucionalidad sobre- autorización administrativa que sólo podía ser otorgada en supuestos
venida"'. Y es claro que entonces surgirá la obligación de modificar- muy excepcionales- la construcción o puesta en funcionamiento de
las, suprimirlas o tomar otras nuevas a fin de alcanzar el nuevo punto nuevos molinos y la ampliación de los existentes, limitando con ello la
de equilibrio entre todos los intereses afectados"'· libertad de empresa. El Tribunal consideró que esta «ley-medida» es-
Esta dinámica puede ilustrarse con la jurisprudencia del Tribunal taba suficientemente justificada por la necesidad de reducir la excesiva
Europeo de Derechos Humanos relativa a la compatibilidad con el oferta de molinos a la sazón existente que los avances tecnológicos
artículo 8.1 CEDH de la falta de reconocimiento jurídico del cambio habían provocado. Ahora bien, también advirtió que esta grave limita-
de sexo en la legislación británica. La Sentencia Rees consideró que el ción de la libertad quedaría privada de fundamento en el mismo mo-
Reino Unido no había rebasado el amplio margen de que disponía mento en el que desapareciese el éxceso de oferta, por lo que a partir
para determinar dónde se encontraba el justo equilibrio, margen cuya de entonces ya no podría ser mantenida442 • Como ha reiterado este Tri-
existencia justificaba afirmando que, «de momento, no [existía] comu- bunal en resoluciones posteriores, el legislador puede quedar obligado
nidad de pareceres en la materia y que, en su conjunto, el Derecho a modificar o suprimir una regulación originariamente ajustada a la
[parecía] atravesar una fase de transición». Pero también advirtió que Constitución como consecuencia de un cambio de las circunstancias
«la necesidad de medidas jurídicas apropiadas [debía] dar lugar a un que se tuvieron en cuenta al dictarla443 .
examen constante al respecto, especialmente, de la evolución de la El Tribunal Constitucional español también ha apuntado la posibi-
ciencia y de la sociedad»439 . Posteriormente, otros casos semejantes lidad de una inconstitucionalidad sobrevenida. Respecto de las limita-
fueron resueltos en el mismo sentido, al considerar el Tribunal que la ciones para las libertades de información y expresión que comporta la
legislación de los Estados seguía mostrando la mism~ diversidad que configuración legal de la televisión como un servicio público, observa
en la época de la Sentencia Rees y que no se habia producido un que «los cambios en los condicionamientos técnicos (que no se limitan
progreso científico significativo en el ínterin que disipara las dudas sólo al ámbito de frecuencias sino también a las necesidades y costes
de infraestructura para este tipo de medios) y también en los valores
m Sobre la invalidez sobrevenida de las normas jurídicas, vid. ÁLvAREz GARCÍA,
El concepto ... , pp. 470 y ss.; L. M.ª DfEz-PICAZO, La derogación de las leyes, 1990, "'º SSTEDH de 27.9.1990 (Cossey, 10843/84, § 40), 22.4.1997 (X., Y. y Z.,
pp. 305 y ss.; BAUMEISTER, Das Rechtswidrigen von Normen, _!996; HEcKMANN, (!-el- 21830/93, §§ 41 y ss.) y 30.7.1998 (Sche/field y Horsham, 22885/93 y 23390/94,
tungskra/t und Geltungsverlust von Rechtsnormen, 1997; LOWER, Cessante ratzone §§ 56 y ss.).
legis cessat ipsa !ex. Wandlung einer gemeinrechtlfc?en ~uslegu_ngsregel zum Ver/as- "
1
SSTEDH de 11.7.2002 (Goodwin, 28957/95, §§ 71 y ss.; I., 25680/94,
sungsgebot?, 1989. En relación con los actos adm1mstrat1vos, vid. CANO CAMPOS, La §§ 51 y ss.).
invalidez sobrevenida de los actos administrativos, 2004. '" A. de 18.12.1968 (BVerfGE 25, 1, 13, 24).
4Js Vid. MoNTORO CHINER, «Seguridad jurídica, principio de cautela y comités "' Vid. las SS. de 1.3.1979 (BVerfGE 50,290,335), 26.5.1981 (BVerfGE 57,
científicos», DA, 265-266, 2003, p. 350; MuRSWIEK, Die staatliche ... , pp. 181 Y ss. 139, 162) y 15.12.1983 (BVerfGE 65, 1, 55), así como el A. de 14.1.1981 (BVerf-
"' SSTEDH de 17.10.1986 (Rees, 9532/81, §§ 37 y 47). GE 56, 54, 78 y ss.).

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sociales, pueden suponer una revisión de la justificación de los límites mente permitidas por la normativa estatal y producidas por las antenas
que supone la publicatio, tanto en lo que se refiere a la const1tuc10nah- de telefonía causan, con una altísima probabilidad, cáncer.
dad de un monopolio público en la gestión televisiva, como a los lími- No siempre que se modifiquen las circunstancias relevantes o se
tes que establezcan la regulación de una gestión privada del _servicio obtengan nuevas informaciones surgirá inexorablemente la obligación
que el legislador está obligado a realizar respetando los prmc1p10s de de modificar las decisiones adoptadas. Aquí habrá que ponderar si el
libertad, igualdad y pluralismo. Tanto la jurisprudencia del Tribunal beneficio derivado de la modíficación supera el coste de la misma, que
Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo: como la de ot~os_ Tn- puede ser apreciable. La aparición de un estudio epidemiológico que
bunales Constitucionales europeos han evolucionado en los ultimos estime que el riesgo de padecer cáncer por beber café es ligeramente
años estableciendo límites más flexibles y ampliando las posibilidades más elevado de lo que antes se creía no impone necesariamente que
de gestión de una televisión privada»444 • • • •
deba prohibirse esta bebida. El que un reciente estudio científico indi-
En el caso de los cangrejos de río, el Tribunal Constitucional admi- que que cierta actividad provisionalmente prohibida no es tan peligro-
te la necesidad de prohibir su comercio al objeto de hacer frente a una sa como se había afirmado en estudios anteriores no implica que deba
concreta situación de peligro para la especie autóctona, si bien advier- levantarse la prohibición. El descubrimiento de una nueva tecnología
te que ello no «prejuzga, pro futuro, que, en cuanto no resulte indis- que permita reducir la contaminación electromagnética y, con ello, el
pensable, si así llegara a suceder, la prohibición, una vez alcanzada la riesgo de sufrir cáncer no justifica ineluctablemente que las instalacio-
finalidad que la justifica, sea paulatinamente suplida con medidas ... que nes eléctricas ya existentes deban incorporar de inmediato esa mejora
resulten menos gravosas de lo que aquélla lo es para el tráfico comer- tecnológica.
cial y los derechos en él implicados»445 • .
En otra de sus Sentencias, el Tribunal Constitucional considera que
concurrían los presupuestos fácticos que permitían dictar cierto Decre- c) El margen de apreciación de los poderes públicos para determinar el
to-Ley, «sin perjuicio de que, en el futuro, podamos llegar a una con- justo equilibrio
clusión diferente, si con el paso del tiempo la regulación nacida de una
situación coyuntural y destinada a cubrir unas necesidades muy concre- No resulta nada sencillo determinar dónde se halla este punto de
tas traspasara nítidamente tales límites y manifestara claramente su ten- equilibrio. La justicia, si es que existe, no suele ser manifiesta447 . A fin
dencia a la permanencia y a la normalidad, pues, si tal caso. llegara, de precisar si una medida es útil para lograr cierto objetivo, hará falta
podría hablarse de una sobrevenida falta de adecuación entre la situa- realizar un pronóstico sobre los efectos futuros de la misma que luego
ción habilitante y la normativa producida, que en el momento actual puede revelarse equivocado. Juzgar si una medida es necesaria resulta
no es perceptible»446 • •
todavía más complejo448 , pues aquí habrá que averiguar si existen otras
Debe señalarse que la inconstitucionalidad sobrevemda de una re- medidas alternativas igualmente eficaces pero menos costosas, lo que
gulación -y la consiguiente. obligación de ajustarla a la Constitución o requiere hacer varios pronósticos. Y no menos difícil resulta determi-
eliminarla- puede producirse también cuando no se han alterado _las nar si una medida es ponderada, si sus beneficios superan a sus costes,
circunstancias objetivamente existentes en el momento en que aquella ya que ello implica normalmente una comparación entre dos o más
fue establecida, pero han aparecido en el ínterin nuevas in'.ormaciones bienes de distinta índole -v. gr., seguridad y libertad- cuyo valor
que revelan que la misma constituye una solución desequilibrada. I~a- social no se presta fácilmente a ser cuantificado con exactitud.
ginemos que aparecen varios estudios científicos merecedo~s del max1- Nos podemos ayudar de algunos criterios para efectuar esa ponde-
mo crédito que afirman que las inmisiones electromagnéticas actual- ración. La «ley» de la utilidad marginal decreciente nos dice que a
447
'" STC 206/1990 (FJ 6). Acerca de que la verdad no suele ser manifiesta, vid. POPPER, Conjeturas
pp. 23 y ss.
"' STC 66/1991 (FJ 4). 448
"" STC 6/1983 (FJ 7). BARNES, «Introducción ... », p. 506; HERMEs, Das Grundrecht ... , p. 254.

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GABRJEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

medida que aumenta la cantidad consumida de un bien -:-v. gr., de dificultad de efectuar el juicio de ponderación, pues para determinar
seguridad o de libertad- tiende a disminuir la utilidad ad1c10nal que con exactitud cuál es la combinación equilibrada de dos bienes lo de-
ese aumento representa para el consumidor449 . Ello explica por qué, _e~ cisivo no es tanto el mayor valor de uno de ellos, sino la medida exac-
caso de conflicto entre dos derechos fundamentales, no resulta adm1s1- ta de su respectivo valor, y cuantificar esa superioridad resulta verda-
ble sacrificar totalmente uno de ellos al objeto de otorgar una protec- deramente difícil. Cabe aceptar que la vida vale más que otros bienes,
ción absoluta al otro 450 • La utilidad marginal decreciente de los mismos pero lo relevante y complicado es precisar cuánto más 456 • Podría pen-
explica por qué un consumidor -un intérprete de la Constitución- sarse que la vida es infinitamente más valiosa y que en caso de conflic-
racional nunca escogerá una combinación de dos bienes como los pro- to con los restantes bienes no ha de ceder un ápice. La realidad mues-
tegidos por los derechos fundamentales en la que hay mucha cantidad tra que los hombres no actuamos con arreglo a esta hipótesis. Por
de uno y absolutamente nada del otro, sino que preferirá una cesta e~ ejemplo, está demostrado que las excursiones escolares en autobús su-
la que estén presentes ambos. Como dirían los economistas, escogera ponen un aumento del riesgo para la vida de los niños excursionistas,
aquella combinación en la que la utilidad marginal de los dos bienes pese a lo cual el valor de la educación justifica, al parecer, el riesgo.
se iguale. Como dice el Tribunal Constitucional, la unidad de la c,ons- Además, debe tenerse en cuenta que el hecho de que el Estado despro-
titución «no toleraría que una de sus disposiciones se desvirtuase mte- teja relativamente la vida para satisfacer otros intereses puede redun-
gramente por lo establecido en otra»451 • • dar, en última instancia, en una mayor protección de la vida. Ésta es
Podría aceptarse la tesis, sostenida por muchos autores Y resolucio- una de las razones por las que se permite en el Reino de España la cir-
nes judiciales, según la cual determinados derechos fundamentales tie- culación de vehículos a motor a pesar de los miles de muertos que la
454
nen un mayor peso que otros'". Sería el caso de la vida'" y la salud • misma causa anualmente, pues su prohibición absoluta, además de per-
El argumento más sólido empleado para justificar la «relevancia Y sig- judicar diversas libertades, muy probablemente haría descender de
nificación superior» del derecho a la vida es que el mismo «constituye manera muy significativa el nivel económico del país y, con ello, la es-
el derecho fundamental esencial y troncal en cuanto es el supuesto peranza de vida de sus habitantes457 • La superioridad de la vida es, por
ontológico sin el que los restantes derechos no tendrían existencia po- lo tanto, sólo prima /acie, flexible, relativa, en el sentido de que si bien
sible»'"· Sin embargo, esa «superioridad lógica» apenas d1smmuye la hay que reconocerle a este bien mayor valor en abstracto que a los res-
tantes, algunas de sus exigencias deben ceder en determinadas circuns-
449 Vid. SAMUELSON/NORDHAUS, Economía, 2002, pp. 73 Y SS. tancias para poder atender otras necesidades que en el caso concreto
''° Vid., por ejemplo, la STC 186/2000 (FFJJ 5 y ss.).
resulten más acuciantes 458 •
"1 SSTC 137/1986 (FJ 3), 26/1987 (FJ 5) y 173/1998 (FJ 5).
'" Vid., por ejemplo, MARTfNEZ SosPEDRA, Libertades públicas, 1993, pp. 60 Y Debido a todas las dificultades que encierra la determinación del
ss. En contra, JIMÉNEZ CAMPO, Derechos... , pp. 57 y 58. justo equilibrio, ha de otorgarse a los poderes públicos un amplio mar-
"' Vid., por ejemplo, la STC 53/1985 (FJ 3); las resoluciones del BVerfG de gen de díscrecionalidad para cumplir con sus obligaciones positivas de
25.2.1975 (BVerfGE 39, 1, 42), 16.10.1977 (BVerfGE 46, 160, 164) y 11.8.1999
proteger los derechos fundamentales 459 • Dicho de otra manera: los Tri-
(1 BvR 2181/98, § 67); DrETLEIN, Die Lehre... , p. 76. .
4~4 DIETLEIN, Die Lehre ... , pp. 76 y 86. Según BLASCO EsTEVE, «Idas y vemdas
en la lucha contra el ruido», RAP, 153, 2000, p. 283, este derecho «parece a todas 4 6
5 Vid. MuRSWIEK, Die staatliche... , pp. 167 y ss.
luces prioritario en caso de conflicto con otros derechos». Según el A. del BVer- 4 7
5 Según la conocida tesis de WILDAWSKY, «Richer is Safer», Public Interest,
fG de 11.8.1999 (! BvR 2181/98, § 67), el derecho a la integridad corporal ocupa 60, 1980, pp. 23 y ss., los gastos en medidas de seguridad, al producir un empo-
también un lugar especial en el orden de los derechos fundamentales dada su re- brecimiento, pueden aumentar paradójicamente el riesgo de muertes.
lación sistemática con la vida. En este sentido, vid. también la S. del BVerfG de 458
Vid., en sentido similar, BRAGE CAMAZANO, Los límites ... , pp. 416 y ss.
16.3.2004 (1 BvR 1778/01, §§ 79 y 87). 459
Vid. HERMES, Das Grundrecht ... , pp. 257 y 261; SEEWALD, Gesundheit ... ,
"' STC 53/1985 (FJ 3). La S. del BVerfG de 25.2.1975 (BVerfGE 39: 1, 42) p. 68; UNRUH, Zur Dogmatik... , pp. 83 y ss. Como señala WüRTENBERGER, «Opti-
dice que «la vida humana representa ... dentro del ordenamiento const1tuc10nal el mierungsgebote ... », p. 157, «en última instancia la optimización es una idea regu-
más alto valor; ella es la base vital de la dignidad humana Y el presupuesto de lativa, una meta fijada jurídicamente a la que hay que aspirar pero cuya realiza-
todos los restantes derechos fundamentales». ción no puede ser demostrada».

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

bunales deben dar por óptimas las medidas de protección establecidas dimientos de actuación le pertrechan mejor que a los Tribunales para
por otros poderes públicos, siempre que las mismas no rebasen ciertos decidir el nivel óptimo de protección, sobre todo en materias muy
límites. Esa discrecionalidad se justifica porque puede razonablemente complejas 466 •
pensarse que dichos poderes están mejor situados y legitimados que el Según lo vemos nosotros, el Parlamento dispone aquí de una gran
correspondiente Tribunal para superar aquellas dificultades y precisar «libertad de configuración» porque su composición se determina a
cuál es la solución equilibrada. través de procedimientos mucho más democráticos que los emplea-
Así, el Tribunal Europeo de Estrasburgo reconoce a los Estados un dos para elegir a jueces y magistrados y porque las leyes se elaboran
margen tal no sólo cuando verifica si éstos han cumplido sus obligacio- a través de un procedimiento que garantiza la participación de prác-
nes «negativas» derivadas los derechos humanos460 , sino también cuan- ticamente todas las fuerzas políticas, incluidas las mínoritarias, en un
do juzga si han adoptado las medidas debidas de protección461 • Ello le debate público y contradictorio, ventajas que no proporciona el pro-
parece al Tribunal «ínevitable», ya que las autoridades nacionales, gra- ceso467. Si la Administración goza también de una cierta discrecio-
cias a su «legitimidad democrática directa»462 y a sus contactos direc- nalidad para tomar determinadas decisiones, es porque cabe pre-
tos y constantes con las fuerzas vivas de su país, se encuentran en prin- sumir que los titulares de los órganos admínistrativos competentes
cipio mejor situadas que el Juez internacional para pronunciarse sobre disponen del tiempo y de los conocimientos necesarios para ello en
la situación y las necesidades locales 463 • mayor medida que jueces y magistrados, y porque el procedimiento
El Tribunal Constitucional Federal alemán ha señalado en varias administrativo seguido garantiza mejor que el proceso el acierto de las
ocasiones que los poderes públicos disponen de un amplio margen mismas. La amplitud del margen será mayor, pues, cuanto más espe-
para determinar cómo cumplir su obligación de proteger los derechos cializados y complejos sean los conocimientos necesarios para decidir
fundamentales. «Ellos juzgan qué medidas de protección son debidas el nivel óptimo de protección y más necesitada de legitimidad esté
y oportunas para garantizar una efectiva protección»464 • En virtud de la decisión por adoptarse en una materia donde reína la incertidum-
los principios de división de poderes y democrático, la responsabili- bre o la falta de consenso social. Ello puede ilustrarse con algunos
dad de decidir el nivel equilibrado de protección se atribuye en pri- ejemplos:
mer término al legislador, ínmediatamente legitimado por el pue- El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha justificado el gran
blo'''· Pero también se reconoce al Ejecutivo un amplio margen de margen de apreciación de que los Estados disponen para reconocer ju-
discrecionalidad, principalmente porque su composición y sus proce- ríclicamente el cambio de sexo de una persona aduciendo que «de mo-
mento no existe comunidad de pareceres en la materia y que, en su con-
"" Vid., por ejemplo, la STEDH de 6.9.1978 (Klass y otros, 5029/71, § 49), junto, el Derecho parece atravesar una fase de transición»468 • Respecto
que reconoce a los Estados un «pouvoir discrétionaire» al respecto. de las medidas adoptadas para proteger la vida privada contra los rui-
'" Vid., por ejemplo, las SSTEDH de 26.3.1985 (X. e Y., 8978/80, § 24), dos generados en un aeropuerto, dicho Tribunal señala también que
17.10.1986 (Rees, 9532/81, § 35), 7.7.1989 (Gaskin, 10454/83, § 49), de 26.5.1994 «no le corresponde sustituir a las autoridades nacionales en la aprecia-
(Keegan, 16969/90, § 49) y 25.1.2000 (Ignaccolo-Zenide, 31679/96, § 94).
462 STEDH de 6.10.2005 (Draon, 1513/03, § 108). ción de lo que podría ser la politica óptima en este dominio social y téc-
"' Vid., entre otras muchas, las SSTEDH de 25.9.1996 (Buckley, 20348/92, nico difícil. En esta materia debe reconocerse a los Estados una impor-
§ 75) y 18.1.2001 (Coster, 24876/94, § 105), relativas a la obligacion del Estado
de poner a disposición de la comunidad gitana un número suficiente de emplaza-
466
mientos debidamente equipados para vivir con arreglo a su peculiar tradición. Vid., por ejemplo, el A. de 8.8.1978 (BVerfGE 49, 89, 137).
467
'"' A. de 16.10.1977 (BVerfGE 46, 160, 164). Sobre la justificación de la deferencia con la que por regla general el Juez
"' AA. de 14.1.1981 (BVerfGE 56, 54, 81) y 26.5.1998 (NJW, 1998, p. 3265); constitucional ha de enjuiciar las leyes, vid. F'ERRER.Es CoMELLA, Justicia constitu~
S. de 28.5.1993 (BVerfGE 88,203,262 y ss.). Según DIRNBERGER, «Grundrechtli- cional y democracia, 1997, pp. 163 y ss.
che Schutzpflicht und Gestaltungsspielraum», DVB/., 1992, pp. 879 y ss., es la "' STEDH de 17.10.1986 (Rees, 9532/81, § 37). La cursiva es nuestra.
469
legitimación democrática del órgano decisor lo que justifica la atribución al mis- STEDH de 21.2.1990 (Powe/1 y Rayner, 9310/81, § 44). La cursiva es
mo de una cierta discrecionalidad. nuestra.

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tante libertad»469 • «La cantidad y complejidad de la información fáctica comunidad y de los individuos, las medidas a tomar a fin de asegurar
requerida para lograr un justo equilibrio aquí es de tal índole que el Tri- la observancia del Convenio»475 .
bunal Europeo se encuentra en una notable desventaja en comparación No nos parece que ésta sea una explicación convincente de por qué
con las autoridades nacionales al objeto de adquirir el nivel necesario de ese margen suele tener más anchura en el caso de las obligaciones po-
conocimiento para tomar decisiones»470 . sitivas. Nos atrevemos a decir que esa mayor amplitud obedece a que,
El Tribunal Constitucional Federal alemán ha señalado, en rela- para verificar si el Estado ha cumplido dichas obligaciones, los Tribu-
ción con la contaminación acústica, que «no existen todavía conoci- nales deben tratar por regla general cuestiones que revisten un mayor
mientos científicos seguros sobre los límites tolerables de las molestias grado de abstracción, pues aquí el objeto principal del juicio viene in-
causadas por el ruido de aviones y que, a causa del entrelazamiento tegrado por omisiones, por medidas que tal vez era obligado adoptar
internacional del tráfico aéreo, se trata de una materia compleja, para pero que no han sido efectivamente adoptadas, por actuaciones inexis-
cuya regulación hay que conceder al legislador un adecuado margen tentes en la realidad que adolecen de una cierta indeterminación, mien-
de experiencia y adaptación»471 • El Tribunal alemán también consi- tras que en el supuesto de las obligaciones negativas se enjuician prin-
dera lícito el margen otorgado el Ejecutivo para tomar las debidas cipalmente actuaciones concretas y reales, cuyos efectos muchas veces
precauciones frente a los riesgos del aprovechamiento pacífico de la ya se habrán manifestado476 .
energía atómica, porque su composición y sus procedimientos de Sea cual fuere la explicación, el mero hecho de tratarse de una obli-
actuación le pertrechan mejor que a los órganos judiciales para adop- gación positiva no determina una mayor anchura del margen de apre-
tar decisiones riesgosas en esta materia de gran complejidad técnica"'. ciación477, sino que ésta depende de la efectiva presencia en el caso
Y recordemos las observaciones especialmente esclarecedoras efec- concreto de los factores antes expuestos. Y mucho menos puede afir-
tuadas por el Tribunal Constitucional Federal en su segundo Auto so- marse que las obligaciones positivas de protección tienen a priori me-
bre la contaminación electromagnética, citadas ya en otro lugar de nor intensidad que las obligaciones negativas de abstención478 , de ma-
este trabajo473 . nera que en la ponderación que hay que llevar a cabo para resolver las
Hay quien opina que el margen de apreciación es mayor en el caso colisiones entre ambas el margen de maniobra del Estado debe ir in-
de las obligaciones positivas que en el de las negativas'". El Tribunal eluctablemente en detrimento de las primeras479 . Los argumentos ofre-
de Estrasburgo ha dicho sobre este particular que «la noción de "res- cidos para justificar esta diferencia nos parecen inaceptables. Se dice
peto" [a cierto bien fundamental] adolece de nitidez, sobre todo cuan- que el «fomento» de los derechos fundamentales, en cuanto que mani-
do se trata de tales obligaciones [positivas]; sus exigencias varían mu- festación de su aspecto jurídico-objetivo, goza en principio de una
cho de un caso a otro, a la vista la diversidad de prácticas seguidas y
condiciones existentes en los Estados contratantes. Por lo tanto, se tra~ 475
STEDH de 28.5.1985 (Abdulaziz y otros, 9214/80 y 9473-9474/81, § 67).
ta de un dominio en el cual éstos gozan de un amplio margen de apre- En el mismo sentido, vid. las SSTEDH de 17.10.1986 (Rees, 9532/81, § 37),
ciación para determinar, en función de las necesidades y recursos de la 27.9.1990 (Caney. 10843/84, § 37), 25.3.1992 (B., 13343/87, § 44) y 30.7.1998
(Scheffield y Horsham, 22885/93 y 23390/94, § 52).
476
Según H. H. KLEIN, «Die Grundrechtliche ... », p. 496, la lesión de un de-
47o Voto particular del Magistrado GREVE a la STEDH de 2.102001 (Hatton recho fundamental causada por una intervención es por regla general más fácil de
y otros, 36022197). La cursiva es nuestra. constatar que la producida por la omisión de protección, pues, «si la intervención
m A. de 14.1.1981 (BVerfGE 56, 54; cit. por NJW, 1981, p. 1658). La cursi- es algo determinado, lo que el deber de protección ordena es a menudo ... inde-
va es nuestra. En sentido similar, en relación con la polución atmosférica, vid. los terminado».
477
AA. de 14.9.1983 (NJW, 1983, p. 2932) y 26.5.1998 (NJW, 1998, p. 3265). DIRNBERGER, «Grundrechtliche ... », p. 881.
472 A. de 8.8.1978 (BVerfGE 49, 89, 137), relativo a la autorización de una 478
Como afirman, por ejemplo, SCHMIDT-ASSMANN, «Anwendungsprobleme
central nuclear en Kalkar. des Art. 2 Abs. 2 GG im lmmissionsschutzrecht», AOR, 106, 1981, p. 216; Mós-
473
Supra, 1ª parte, II.3.C). TL, «Probleme der Y.erfassungsprozessualen Geltendmachung gesetzgeberischer
474 BóCKENFóRDE, «Grundrechte ... », pp. 20 y 21; }ARASS, «Grundrechte ... », Schutzpflichten», DOV, 1998, p. 1036.
479
pp. 395 y 396. Como afirma ]ARASS, «Grundrechte ... », pp. 384 y 385.

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menor protección que los clásicos derechos defensivos 480 . Ya dejamos BRAGE CAMAZANO, estas enfáticas declaraciones no deben tomarse al pie
expuesta más atrás nuestra opinión de que los derechos a protección de la letra. De lo contrario, el control jurisdiccional de las actuaciones
no derivan del lado objetivo de los derechos fundamentales, sino que limitativas de los derechos humanos devendría una técnica poco menos
forman parte de su contenido subjetivo. Son tan subjetivos y funda- que inútil, habida cuenta de que la extrema indeterminación de los
mentales como los derechos defensivos, están reconocidos igualmente preceptos constitucionales en juego hace que aquí las «evidencias ma-
en el texto constitucional y no hay justificación alguna por la que deba nifiestas» no existan prácticamente nunca484 • Nótese que muchas de las
atribuírseles una eficacia jurídica menor. Otra supuesta razón es que sentencias en las que se ha declarado que el Estado había infringido
«mientras que las injerencias estatales de cualquier gravedad están en sus obligaciones de proteger los derechos fundamentales están plaga-
principio prohibidas y sólo pueden ser realizadas sobre la base de un das de votos particulares, lo que indica a las claras que la infracción no
mandato legal expreso, el deber de protección no obliga a una reacción era del todo evidente, o cuando menos que no lo era para todos. La
estatal frente a cualquier lesión de los bienes jurídicos, de cualquier conclusión que debe extraerse es que por evidente, en realidad, hay
clase que ésta sea, producida por terceros»481 . Ya vimos en otra sede que entender suficientemente evidente.
que esta diferencia -que, por cierto, no se argumenta- es inexisten- En circunstancias excepcionales, puede ocurrir que los Tribunales
te. Los derechos a protección también obligan en principio a adoptar dispongan de bastante información para establecer que es obligado
cualesquiera medidas tendentes a salvaguardar los correspondientes adoptar una determinada medida, en cuyo caso aquella discrecionali-
bienes fundamentales. dad «se reduce a cero». Como señala el Tribunal Constitucional Fede-
Interesa resaltar que la discrecionalidad que debe reconocerse a los ral alemán, «la libertad de elegir los medios para la protección de la
poderes públicos, especialmente al legislador y en menor medida a la vida puede reducirse en casos muy específicos a la elección de un de-
Administración, no es absoluta. Aunque limitadamente, los Tribunales terminado medio cuando no pueda lograrse de otro modo una protec-
pueden examinar si la actuación estatal es equilibrada. Los elementos ción efectiva de la vida»485 • Es decir, en casos muy extraordinarios,
de juicio de que dispone el juez no bastarán normalmente para deter- cabe concluir que resulta manifiestamente irrazonable el no haber pro-
minar dónde se halla el equilibrio óptimo, pero sí al menos para con- tegido un derecho fundamental de una determinada manera.
cluir que algunas medidas no lo han alcanzado. ¿Y cuándo puede lle- Lleva razón cierto Magistrado del Tribunal Europeo de Derechos
garse a esta conclusión? Los Tribunales suelen invocar el criterio de la Humanos cuando advierte que los criterios utilizados para determinar
evidencia, de la irrazonabilidad manifiesta. Según el Tribunal de Estras- si el referido margen ha sido rebasado y, con ello, se ha vulnerado un
burgo, cabe considerar rebasado aquel margen cuando ello resulte derecho fundamental -decisión «manifiestamente no razonable», «jus-
«evidente», cuando la actuación estatal aparezca «manifiestamente des- to equilibrio», «proporcionalidad razonable»- «entrañan un grado
provista de base razonable»482 . En sentido similar, dice el Tribunal apreciable de subjetividad». Pero es que «no podría ser de otra mane-
Constitucional Federal alemán que ha de estimarse un recurso de am- ra»486. Sin esa discrecionalidad, Tribunales como el Constitucional o el
paro fundado en la lesión del deber de proteger un derecho fundamen- de Estrasburgo no podrían cumplir la tarea para la que han sido ins-
tal cuando el actor «demuestre concluyentemente... que el poder pú- taurados: asegurar que los poderes públicos respetan la norma supre-
blico no ha adoptado medida protectora alguna o que las adoptadas
son manifiesta y absolutamente inadecuadas o insuficientes para lograr
la finalidad de protección»"'. Sin embargo, y como muy bien señala 405), 30.11.1988 (BVerfGE 79, 174, 202), 27.4.1995 (NJW, 1995, p. 2343),
26.10.1995 (NJW, 1996, p. 651), 9.2.1998 (1 BvR 2234/97), 2.12.1999 (1 BvR
1580/91), 18.7.2000 (2 BvR 1501/91) y 263.2001 (2 BvR 943/99), y la S. de
4
8° JARASS, «Grundrechte ... », pp. 384 y 385. 28.1.1992 (BVerfGE 85, 191, 212).
484
481
SCHMIDT-ASSMANN, «Anwendungsprobleme ... », p. 216. BRAGE CAMAZANO, Los límites ... , pp. 388 y ss.
482
STEDH de 28.7.1999 (Inmobiliaria Sa/fi, 22774/1993, § 49). '"' A. de 16.10.1977 (BVerfGE 46, 160, 164 y 165).
486
'" A. de 29.10.1987 (BVerfGE 77, 170,215); la cursiva es nuestra. Vid., tam- Voto particular del Magistrado CAFLISCH a la STEDH de 24.4.1999 (Chas-
bién, los AA. de 14.9.1983 (NJW, 1983, p. 2932), 26.1.1988 (BVerfGE 77, 381, sagnou, 25088/1994, 28331/1995 y 28443/1995).

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ma y los derechos fundamentales. Es preferible conceder a los órganos desproporcionadas lo vulnerarían491 . Esta cláusula constitucional ten-
jurisdiccionales un prudente y limitado arbitrio para juzgar si una de- dría un carácter meramente declarativo o retórico. Su valor práctico
terminada actuación u omisión de otros poderes públicos satisface sería únicamente el de advertir al legislador acerca de la existencia de
aquel equilibrio que entregar a estos últimos una discrecionalidad ab- límites constitucionales que en ningún caso éste puede rebasar a la
soluta, una patente de corso que les permita de Jacto sacrificar tales hora de regular los derechos fundamentales, previniendo de esa mane-
derechos a su antojo y con total inmunidad. Este limitado control ju- ra un eventual vaciamiento legislativo de los mismos492 •
dicial constituye un freno a la arbitrariedad, un importante incentivo A la teoría relativa se le han hecho varias objeciones. La más seria
para que los poderes públicos se tomen en serio su tarea de realizar los es que «estimar que todo derecho puede quedar limitado con amparo
mandatos constitucionales487 • El riesgo de un cierto activismo judicial, en otros bienes constitucionalmente protegidos, sin requerir más que
de una indeseable «jurisprudencia abiertamente valorativa en la que la proporcionalidad de la medida !imitadora en relación con los objeti-
cada juez busque a su modo la justicia del aquí y ahora», es un precio vos perseguidos con ella, equivale a relativizar por completo el estatu-
que merece la pena pagar para asegurar la supremacía de la Constitu- to jurídico de los derechos fundamentales, sujetándolos a la posibilidad
ción4ss. de una permanente restricción, que puede incluso llegar a su completo
sacrifícío»493 . A nosotros nos parece que la teoría relativa no conduce
a ese resultado, pues el completo sacrificio de un derecho es siempre
B) ¿EL CONTENIDO ESENCIAL? desproporcionado, desequilibrado, inconstitucional. Ya hemos visto
que el criterio de la proporcionalidad presupone la realización, en
El artículo 53.3 de la Constitución española establece que la regu- mayor o menor medida pero en cualquier caso en alguna medida, de
lación del ejercicio de los derechos fundamentales «en todo caso debe- todos los mandatos constitucionales, entre los cuales los derechos fun-
rá respetar su contenido esencial». Este inciso, inspirado en el articulo damentales ocupan una posición de la mayor relevancia (art. 10.l CE).
19.2 de la Ley Fundamental alemana, constituiría un límite de las limi- La utilidad marginal decreciente de los bienes fundamentales implica
taciones de los derechos fundamentales, una barrera que no podrían que un intérprete racional -maximizador- de la Constitución nunca
franquear las restricciones de su alcance prima /acie. El problema resi- debe escoger una combinación de ellos en la que hay mucha cantidad
de en que el término «esencial» es tan extremadamente vago que para de uno y absolutamente nada del otro, sino que debe preferir una en
precisar su significado no queda más remedio que emplear grandes la que ambos estén presentes de manera equilibrada.
dosis de creatividad 489 . Según los partidarios de la teoría absoluta, el límite del contenido
Según la llamada teoría relativa, «la garantía del contenido esencial esencial constituiría un límite distinto y adicional al del principio de
se reduce al principio de proporcionalidad»490 . Dicho contenido sería proporcionalidad. Las limitaciones de un derecho fundamental, además
lo que quedaría del derecho fundamental prima /acie tras reducir su de proporcionadas, deberían respetar su contenido esencial494 • El pro-
alcance con arreglo al mencionado principio, de manera que las reduc-
ciones proporcionadas respetarían por definición ese contenido y las 491
Entre otros partidarios de esta teoría, vid. GAVARA DE CARA, Derechos ... ,
p. 357; DE CARRERAS, en el Prólogo a la op. cit. de Gavara de Cara, p. 5; ALEXY,
467 Teoría ... , pp. 288 y ss.; BoROWSKI, Grundrechte ... , pp. 227 y ss. y 269; HEssE, Grun-
Sobre la justificación del control judical de las leyes, vid. FERRERES CoME-
LLA, Justicia ... , pp. 163 y ss., esp. 179 y ss., quien aduce como argumento princi- dzüge ... , m. 332 y ss.
pal d que dicho control incentiva que la mayoría parlamentaria justifique sus de- 492
Vid. HABERLE, La garantía del contenido esencial de los derechos fundamen-
cisiones en razones sólidas, contribuyendo a mantener viva la cultura pública tales, 2003, pp. 219 y ss.; BRAGE CAMAZANO, Los límites... , pp. 399 y ss.
493
constitucional y, de esa manera, a aumentar la calidad de las leyes. MART1NEZ-PUJALTE, La garantía del contenido esencial de los derechos funda-
468 PRIETO SANCHfS, Ley ... , pp. 40 y SS. mentales, 1997, p. 28.
489 494
Sobre dlo, vid. una minuciosa exposición de la doctrina alemana en GA- Vid., entre otros, AGUIAR DE LUQUE, «Los límites de los derechos funda-
VARA DE CARA, Derechos fundamentales y desarrollo legislativo, 1994. mentales», RCEC, 15, 1993, p. 26; MEDINA GUERRERO, La vinculación ... , pp. 145 y
490 ss.; NARANJO DE LA CRUZ, Los límites ... , pp. 140 y ss.; PRIETO SANCHfS, Estudios ... ,
ALEXY, Teoría ... , p. 288.

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blema es cómo determinar dicho contenido. La Sentencia del Tribunal fensores de la teoría absoluta, «el hecho de que la determinación del
Constitucional 11/1981 (FJ 8) 495 indica dos métodos complementarios contenido esencial de un derecho exija acudir a conceptos e ideas jurí-
para ello: dicas tradicionales, comúnmente aceptados entre los juristas, equivale
a juzgar las leyes con parámetros extraconstitucionales»497 • En nuestra
«El primero es tratar de acudir a lo que se suele llamar la naturaleza opinión, puestos a elegir un criterio con el fin de precisar el significa-
jurídica o el modo de concebir o de configurar cada derecho. Según do del artículo 53.1 de la Constitución, está más justificado emplear el
esta idea hay que tratar de establecer una relación entre el lenguaje de proporcionalidad, pues éste al menos se sigue de interpretar unita-
que utilizan las disposiciones normativas y lo que algunos autores ria, sistemática y teleológicamente los mandatos de la norma suprema,
han llamado el metalenguaje o ideas generalizadas y convicciones con el fin de maximizar su eficacia. En segundo lugar, resulta antide-
generalmente admitidas entre los juristas, los jueces y, en general, los
mocrático que el parámetro último de lo constitucionalmente lícito sea
especialistas en Derecho. Muchas veces el nomen y el alcance de un
la imagen (quizás deformada y desconectada de los valores constitucio-
derecho subjetivo son previos al momento en que tal derecho resul-
nales) que de las «esencias jurídicas» tenga la casta de los profesiona-
ta recogido y _regulado por un legislador concreto. El tipo abstracto
del derecho preexiste conceptualmente al momento legislativo y en les del Derecho. Por último, debe advertirse que si determinamos el
este sentido se puede hablar de una recognoscibilidad de ese tipo contenido esencial de cada derecho autísticamente, sin ponderar las
abstracto en la regulación concreta. Los especialistas en Derecho exigencias de otros mandatos constitucionales, nos podemos llevar la
pueden responder si lo que el legislador ha regulado se ajusta o no a sorpresa de que el contenido esencial de un derecho sea incompatible
lo que generalmente se entiende por un derecho de tal tipo. Consti- con el contenido esencial de otro derecho, o que para proteger el con-
tuyen el contenido esencial de un derecho subjetivo aquellas faculta- tenido esencial de un derecho fundamental haya que sacrificar despro-
des o posibilidades de actuación necesarias para que el derecho sea porcionadamente otro derecho de la misma índole, lo cual nos parece
recognoscible como pertinente al tipo descrito y sin las cuales deja absurdo.
de pertenecer a ese tipo y tiene que pasar a quedar comprendido en El «segundo camino posible» que la citada Sentencia 11/1981 su-
otro desnaturalizándose, por decirlo así. Todo ello referido al mo- giere para definir el contenido esencial de un derecho determinado
mento histórico de que en cada caso se trata y a las condiciones in- derecho fundamental consiste en:
herentes en las sociedades democráticas, cuando se trate de derechos
constitucionales>>4%. « Tratar de buscar lo que una importante tradición ha llamado los
intereses jurídicamente protegidos como núcleo y médula de los de-
Este criterio de inspiración platónica nos parece criticable, en pri- rechos subjetivos. Se puede entonces hablar de una esencialidad del
mer lugar, por su carácter meta-jurídico, pues no se infiere de norma contenido del derecho para hacer referencia a aquella parte del con-
jurídica o constitucional alguna. Como reconoce hasta uno de los de- tenido del derecho que es absolutamente necesaria para que los in-
tereses jurídicamente protegibles, que dan vida al derecho, resulten
pp. 143 y ss.; LORENZO RoDRfGUEZ-A.RMAs, Análisis del contenido esencial de los real, concreta y efectivamente protegidos. De este modo, se rebasa o
derechos fundamentales, 1996, pp. 233 y ss. Una posición parecida adopta MARTf- se desconoce el contenido esencial cuando el derecho queda someti-
NEZ-PUJALTE, La garantía ... , pp. 42 y ss., quien identifica contenido esencial del do a limitaciones que lo hacen impracticable, lo dificultan más allá
derecho con su contenido <<sin más» [en lo cual estamos de acuerdo], pero recha- de lo razonable o lo despojan de la necesaria protección».
za el criterio de la ponderación [proporcionalidad] para precisar cuál es ese con-
tenido [aquí no estamos de acuerdo]. .
49 ' Comentada en términos elogiosos por PAREJO ALFONSO, <<El contenido Este segundo camino es un tanto enrevesado. Primero se indica que
esencial de los derechos fundamentales en la jurisprudencia constitucional», no se respeta el contenido esencial de un derecho cuando éste queda
REDC, 3, 1981, pp. 169 y SS. total y absolutamente sacrificado -cuando resulta «impracticable»--,
496 }IMÉNEZ CAMPO, Derechos ... , p. 71, dice que «el contenido esencial es lo
que ha de permanecer vivo pese al tiempo; lo que persiste abierto al cambio, re-
conocible siempre, pero nunca idéntico a sí mismo». 497
PRIETO SANCHfS, Estudios ... , p. 144.

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pero esto constituye una trivialidad que la teoría relativa explica cabal- juiciado si los poderes públicos habían cumplido sus obligaciones de
mente, según se ha visto. Luego se añade que ~a falta de _r,espero pued_e protección derivadas de un derecho fundamental ha intentado preci-
consistir también en despojarlo de la «necesana protecc10n» o en difi- sar para ello el contenido esencial del mismo en términos abstractos y
cultarlo más allá de lo razonable, lo cual plantea el problema de averi- absolutos. El camino seguido ha sido, más bien, el de averiguar si,
guar con arreglo a qué pautas se determinan la necesidad y la irrazo- atendidas las circunstancias del caso, dichos poderes habían pondera-
nabilidad. Si se determinan autísticamente, sin considerar otros bienes do correctamente los bienes constitucionales afectados. Y, por des-
constitucionalmente protegidos, corremos el peligro de llegar a los mis- contado, la m1Sma vía ha utilizado el Tribunal Europeo de Derechos
mos resultados absurdos a los que conduce el primer camino indicado Humanos.
por la Sentencia 11/1981. Claro que también puede entenderse que los
términos necesidad y razonabilidad aluden al criterio de proporciona-
lidad, lo que no es ni mucho menos descabellado, pues el de necesi- 4. LAS GARANTÍAS DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES A PROTECCIÓN
dad es uno de los «subprincipios» derivados del de proporcionalidad,
y los autores y Tribunales españoles han utilizado frecuentemente la A) EL PROCEDIMIENTO DEBIDO
expresión «juicio de razonabilidad» para referirse al contenido de éste
último, sobre todo durante los primeros años de nuestra jurispruden- a) Justificación
cia constitucional, cuando todavía no se había perfilado dogmáticamen-
te el mismo con la nitidez actual498 . El procedimiento de elaboración de las decisiones públícas no tie-
Dada la dificultad de definir en términos absolutos y abstractos el ne valor por sí mismo, sino que constituye un instrumento -importan-
contenido esencial, no sorprende la escasa relevancia práctica que vie- te, eso sí- para la satisfacción de ciertos fines. Como señala el Tri-
ne mostrando esta garantía en cuanto que instrumento de control de bunal Suprem~, las «garantías procedimentales ... se justifican no por
los límites de los derechos fundamentales. Como ha notado incluso el puro formalismo de su realización sino por la finalidad a que res-
uno de los partidarios de la teoría absoluta, las frecuentes alusiones del ponden»501.
Tribunal Constitucional al contenido esencial constituyen las más de las Una de las finalidades más importantes, si no la que más, es asegu-
veces un recurso puramente retórico, carente de influencia real como rar el acierto de la decisión de fondo que se va a tomar, encontrar la
ratio decidendi499 . Lo cual contrasta con el protagonismo que en su ju- solución óptima, aquella que maximice la justicia. El objetivo es averi-
risprudencia ha adquirido el principio de proporcionalidad como cri- guar con la mayor precisión posible cuáles son los bienes jurídicos afec-
terio material decisivo para enjuiciar la conformidad con la Constitu- tados por cada una de las alternativas de actuación y cuáles son sus
ción de las restricciones a los derechos fundamentales 500 . respectivos costes y beneficios, para luego hacer los cálculos oportunos.
Por todo ello, opinamos que el contenido esencial no constituye un Pero, como no se puede determinar con certeza absoluta la alternativa
límite de los derechos fundamentales a protección distinto del arriba óptim_a, se trataría al menos de intentar minimizar la probabilidad y la
descrito criterio del justo equilibrio. De hecho, ninguna de las Senten- magnitud de las equivocaciones, el coste esperado de las decisiones
cias de los Tribunales constitucionales español y alemán que han en- desacertadas5º2 .
Otra finalidad es la de legitimar la decisión, ganarse la aceptación
4 9 8 GoNzALEz BEILFUSS, El principio ... , pp. 35, 41, 102 y ss.; CARRASCO PERERA,
de sus destinatarios. El objetivo no es sólo aumentar de esa manera la
«El juicio de razonabilidad en la justicia constitucional», REDC, 11, 1984, p. 60.
499 MEDINA GUERRERO, La vinculación ... , p. 160.
500 Según advierte BRAGE CAMAZANO, Los límites ... , p. 346, «los tribunales
'°'
502
SSTS de 13.9.1996 (Ar. 6627) y 15.12.1997 (Ar. 714/1998).
Según POSN~R, El análisis ... , p. 516, «el objetivo de un sistema procesal,
constitucionales aun con la cláusula constitucional explícita del contenido esen- desd~ el punto de vista económico, es minimizar la suma de dos tipos de costos.
cial, [tienden] a' sustituir esta última categoría por la del principio de proporcio- El p~rmero es el costo de las decisiones judiciales erróneas»; el segundo, el costo
nalidad, al que corresponde sin duda la superioridad racional». del sistema procesal.

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eficacia de aquélla y eliminar o reducir los costes sociales derivados de to constituye un valioso instrumento de protección. La experiencia
la resistencia que puedan oponer los obligados a su cumplimiento. enseña que observar ciertas reglas de procedimiento antes de tomar
Dicha aceptación tiene un valor intrínseco en una democracia, donde una decisión que afecte a los bienes fundamentales reduce notablemen-
los ciudadanos son los dueños últimos del poder público. Intentar te el riesgo de que la decisión incurra en arbitrariedades, equivocacio-
obtener su libre adhesión constituye, adicionalmente, una elemental nes y desequilibrios que acaben perjudicándolos. Es por ello que las
muestra de respeto a la dignidad que les corresponde en cuanto que actuaciones de los poderes públicos que impliquen una restricción del
hombres: supone tratarles como fines y no como simples objetos. La contenido prima /acie de los derechos fundamentales deben producir-
audiencia previa a los interesados, la información pública, la exteriori- se a través de un determinado procedimiento, tendente a garantizar
zación de los motivos que han llevado a la Administración a decidir en que se logra el justo equilibrio entre todos los intereses en juego. El
un determinado sentido, amén de servir a la averiguación de los inte- procedimiento constituye un importante mecanismo de protección
reses afectados, cumplen esta importante finalidad legitimadora. frente a los peligros que encierra la potestad de interpretar los indeter-
Los textos que reconocen derechos fundamentales establecen ex- minados preceptos de la Constitución y precisar el alcance de los de-
presamente la obligación de realizar algunos trámites antes de restrin- rechos fundamentales'°'.
girlos. La Constitución española dispone, por poner un ejemplo, la . Todas estas garantías de procedimiento estaban pensadas origina-
preceptiva participación de una autoridad judicial en los procedimien- namente para asegurar los tradicionales derechos defensivos. Las inter-
tos encaminados a privar de su libertad a una persona (arts. 17 y 25.3), venciones estatales realizadas sin respetarlas debían y todavía deben
entrar en su domicilio sin su consentimiento (art. 18.2), romper el se- reputarse contrarias al derecho afectado. Pues bien, la tesis que aquí
creto de sus comunicaciones (art. 18.3) y secuestrar publicaciones, gra- sostenemos es que, por las mismas razones expuestas anteriormente la
baciones y otros medios de comunicación (art. 20.5). A estos trámites garantía del procedimiento debido rige también respecto de los d¡re-
explícitamente mencionados por la Constitución y otras disposi- chos fundamentales a protección. Dicho con otras palabras, el Estado
ciones equivalentes, como el Convenio de Roma, habría que añadir podrá desproteger los bienes fundamentales sólo si previamente ha rea-
aquellos cuya realización se ha considerado obligatoria por la jurispru- lizado ciertas formalidades adecuadas para garantizar que la solución
dencia. Puede citarse, a título ilustrativo, la doctrina del Tribunal Cons- adoptada supone un equilibrio entre aquéllos y los restantes intereses
titucional español según la cual las resoluciones administrativas y juris- legítimos en juego.
diccionales que restrinjan derechos fundamentales deben motivarse'" Recordemos la jurisprudencia de nuestro Tribunal Constitucional.
y las intervenciones corporales realizadas en el marco de una investiga- Su Sentencia ?3/1985 declaró la inconstitucionalidad de un precepto
ción penal deben ser practicadas por personal sanitario o médico y, en que despenalizaba el aborto en determinados supuestos, porque el
principio, autorizadas por resolución judicia1504 , a pesar de que en el legislador no había establecido ciertas garantías mínimas de proce-
texto constitucional no se hace alusión alguna a estos requisitos de for- dimiento dirigidas a proteger la vida del nasciturus contra el peligro
ma y procedimiento. de abortos producidos en supuestos distintos de los permitidos por
¿ Cómo se explica esta jurisprudencia? Pues muy fácilmente. Los 506
la ley • Y la Sentencia 215/1994, al juzgar el precepto que despena-
derechos fundamentales exigen prima /acie la adopción de cualesquie- lizaba la esterilización de incapaces en determinados casos y previa
ra medidas protectoras frente a cualesquiera peligros, y el procedimien- observancia de ciertas reglas de procedimiento tendentes a asegurar

5o3 En relación con las resoluciones administrativas, vid. las SSTC 175/1997 505
Sobre la protección de los derechos fundamentales a través del proce-
(FFJJ 4 y 5) y 188/1999 (FFJJ 5 y ss.), así como la 7/1998 (FJ 6), que declara la dimiento, vid. BERGNER, Grundrechtsschutz durch Ver/abren, 1998; GOERLICH,
«relevancia constitucional del deber de motivar las resoluciones administrativas Grundrechte als Ver/ahrensgarantien, 1981; Hao, Der Grundrechtsbezug des
sancionadoras». Respecto de las resoluciones judiciales, vid., entre otras, las SSTC Vetwaltungsverfahrens, 1984; LAUBINGER, «Grundrechtschutz durch Gestaltung des
128/1995 (FJ 4), 181/1995 (FJ 5) y 54/1996 (FJ 7). Verwaltungsverfahrens», VerwArch, 73, 1982, pp. 60 y ss.
506
"" SSTC 7/1994 (FJ 3) y 207/1996 (FJ 4). Vid. supra, 2ª parte, II.2.

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que concurrían en el caso concreto las circunstancias previstas por nitari_a51 3. Y, para que surja esta obligación de procedimiento, no es ne-
el legislador y que la esterilización respondía a su finalidad legíti- cesario que la muerte se haya producido violenta o voluntariamente'1,_
ma y no a espurios intereses, consideró que algunas de estas garan- Es más, en determinadas circunstancias, ni siquiera hace falta que se
tías procedimentales eran «inexcusables». La protección de la integri- h_aya producido muerte alguna. Basta que se haya aplicado despropor-
dad física del incapaz frente al Estado y frente a terceras personas cwnadamente una fuerza «potencialmente letal», que haya puesto en
exigía la observancia de ciertos trámites para llevar a cabo la esterili- grave peligro la vida de una persona, aunque luego ésta pudiera haber
zación507. sobrev1~1do fortwtamente 515 . En todos esos casos, la investigación tie-
El Tribunal Constitucional Federal alemán ha considerado, en la ne una Importante eficacia preventiva, disuasoria, de futuras conduc-
misma dirección, que un vicio del procedimiento administrativo a tra- tas lesivas o peligrosas para la vida516 .
vés del cual se había autorizado una central nuclear podría constituir Y no sólo de este derecho a la vida ha deducido el Tribunal Euro-
una lesión del derecho a la protección de la vida y de la integridad fí- peo garantías de procedimiento. La Sentencia Novoseletskiy, por ejem-
sica de los vecinos de la central508 • pl?, estima que el derecho de propiedad imponía al Estado la obliga-
De singular importancia es la abundante jurisprudencia del Tribu- Cion posmva de llevar a cabo una investigación profunda, rápida,
nal Europeo de Derechos Humanos relativa a la «exigencia procedi- 1'."p,arc1al, atenta, eficaz y coherente de los hechos relativos a la desapa-
mental que contiene implícitamente el artículo 2 del Convenio»'º', que ncwn de los bienes del recurrente' 17 .
obliga al Estado a llevar a cabo de oficio una investigación encamina- Gran interés tiene también la jurisprudencia relativa al derecho al
da a esclarecer las circunstancias en las que se produjo la tortura, la respeto de la vida privada y familiar. «Aunque el artículo 8 no contie-
desaparición o la muerte de una persona. La investigación debe reali- ne condición alguna de procedimiento, es preciso que el proceso deci-
zarse no sólo cuando la muerte, la desaparición o los tratos inhuma- s?no ... sea Justo y respete como debe los intereses del individuo prote-
nos han sido infligidos por las fuerzas de seguridad510 o se han produ- gidos» por este precepto518 . Así, el Tribunal ha declarado que la
cido en un establecimiento público511 , sino también cuando han sido def1~1ente mstrucción del proceso penal tramitado por una violación
causados por terceros desconocidos512 o con ocasión de la asistencia sa- habta lesionado el derecho a la vida privada de la víctima519 . Y el dere-
cho a la vida familiar resulta igualmente vulnerado si los Tribunales
507
Vid. supra, 2ª parte, 11.2.
'" A. de 20.12.1979 (BVerfGE 53, 30, 65 y ss.). El A. de 26.1.1988 (BVerf-
GE 77,381,405 y ss.) apunta también esa posibilidad. ción,_ tortura y_asesinato de un_ kurdo; 4.5.2001 (Shanaghan, 37715/97, §§ 88 y ss.),
509 STEDH de 28.7.1998 (Ergi, 23818/94, § 82). Sobre esta jurisprudencia, relativa al asesinato de un militante del IRA a manos de paramilitares; 21.112001
vid. NI AoLAIN, «The Evolving ...», pp. 21 y ss. (Demeray, 27308/95, §§ 48 y ss.}, relativa a la muerte de un kurdo causada por
'" Vid. las SSTEDH de 27.9.1995 (McCann y otros, 18984/91, §§ 161 y ss.), un~ b~131ba-trampa q?-~ explosionó justo cuando aquél indicaba a la policía la Io-
relativa a la muerte de varios miembros del IRA, 19.2.1998 (Kaya, 22729193, §§ caliz~c10n de un depos1to de armas; y 1.7.2003 (Finucane, 29178/95, §§ 67 y ss.),
86 y ss.), relativa a la muerte de un terrorisa kurdo, 25.5.1998 (Kurt, 24276/94, relativa a la muerte de un abogado norirlandés.
§§ 127, 128 y 142), 8.7.1999 (<;akici, 23657/94, §§ 85 y ss. y 106), relativas a la "' Decisión del TEDH de 4.5.2000 (Powell, 45305/99).
detención no reconocida de un kurdo, y 28.5.2002 (McShane, 43290/98, §§ 91 y "' Decisión del TEDH de 4.5.2000 (Powell 45305/99).
ss.), relativa a la muerte de un manifestante norirlandés aplastado por un carro ::: STEDH de 20.12.2004 (Makaratzis, 50385/99, §§ 46 y ss.).
blindado. En palabras de la STEDH de _6.7.2005 (Nachova y otros, 43577/98 y
"' Vid. la STEDH de 14.3.2002 (Edwards, 46477/99, §§ 69 y ss.), relativa a 43579/98, §§ 118): «una pronta y efectiva respuesta de las autoridades, invesgi-
la muerte de un preso causada por otro preso. gando el. ~so d~ la fu~rza letal, es esencial para mantener la confianza pública en
"' Vid. las SSTEDH de 27.7.1998 (Güle,, 21593/93, §§ 77 y ss.) y 28.7.1998 su ad~:s~on al 1mper10 de la ley y prevenir cualquier aparición de colusión con
(Ergi, 23818/94, §§ 82 y ss.), relativas a la muerte causada por un disparo de pro- actos ilícitos o de tolerancia de los mismos».
cedencia desconocida en el marco de un enfrentamiento entre kurdos y fuerzas de ::: STEDH de 22.2.2005 (Novoseletskiy, 47148/1999, §§ 103 y ss.).
seguridad turcas; 8.7.1999 (Tanrikulu, 23763194, §§ 101 y ss.) y 15.5.2002 (Semse SSTEDH de 8.7.1987 (W., 9749/92, § 62), 25.2.1995 (McMichael 16424/
Ónen, 22876/94, §§ 87 y ss.), relativas al asesinato de kurdos por desconocidos; 90, § 87) y 10.11.2004 (Taskin y otros, 46117/99, § 118). '
28.3.2000 (Mahmut Kaya, 22535/93, §§ 94 y ss. y 102 y ss.), relativa a la desapari- "' STEDH de 4.12.2003 (M.C., 39272/98, §§ 177 y ss.).

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nacionales, sin observar el procedimiento debido, no adoptan las me- mano, el proceso decisorio ha de reunir tres requisitos: debe «compor-
didas necesarias para que un padre se reúna con su hijo520 . tar la realización de investigaciones y estudios apropiados, a fin de pre-
La Sentencia de este Tribunal Europeo de 2 de octubre de 2001, al venir y evaluar previamente los efectos de las actividades que pueden
juzgar si el Reino Unido había protegido suficientemente el derecho a atentar contra el ambiente y los derechos de los ciudadanos, permitien-
la vida privada domiciliaria de la señora Hatton y otros frente al ruido do de esa manera el logro de un justo equilibrio entre los diversos in-
nocturno producido en el aeropuerto de Heatbrow, declara que las tereses concurrentes»; debe posibilitar «el acceso de los ciudadanos a
medidas protectoras adoptadas deben ir precedidas «de una investiga- las conclusiones de estos estudios, así como a las informaciones que les
ción y un estudio adecuados y completos con el objeto de encontrar la permitan evaluar el peligro al que están expuestos»; y, por último, «los
mejor solución posible que alcance efectivamente el justo equilibrio», individuos interesados deben poder recurrir cualquier decisión, acto u
de modo que «a falta de un serio intento de evaluar la extensión del omisión ante los Tribunales si consideran que sus intereses o sus ob-
impacto de las interferencias sobre los patrones de sueño de los recu- servaciones no han sido suficientemente tenidos en cuenta en el proce-
rrentes, y, en general, ante la ausencia de un previo estudio específico dimiento decisorio»522.
y completo encaminado a encontrar la solución menos onerosa para los En todos estos casos, se pone de relieve la estrecha relación exis-
derechos humanos, no es posible admitir que en la ponderación de las tente e11tre el margen de apreciación de que los poderes públicos dis-
interferencias y del interés económico del país -que todavía no ha ponen para cumplir sus obligaciones positivas de protección y la ob-
sido cuantificado--- el Gobierno alcanzó un justo equilibrio»521 • servancia del procedimiento debido. Reparemos en los asuntos de las
Esta jurisprudencia se consolida en la Sentencia Taskin. El Tribu- relaciones paterno-filiales y del ruido aeroportuario. En los dos casos,
nal se declara competente para «apreciar el contenido material de la el Tribunal reconoce de modo explícito la amplitud del margen. En el
decisión de las autoridades nacionales, al efecto de asegurar que es primero, principalmente porque «las autoridades nacionales gozan de
compatible» con el derecho a la vida privada, domiciliaria o familiar, la ventaja del contacto directo con todas las personas afectadas»'". En
pero también para «examinar el proceso decisorio a fin de verificar si el segundo, porque «la cantidad y complejidad de la información fácti-
los intereses del individuo han sido debidamente tenidos en cuenta». ca requerida para lograr un justo equilibrio aquí es de tal índole que el
En concreto, cuando el Estado aborda «cuestiones complejas de polí- Tribunal Europeo se encuentra en una notable desventaja en compara-
tica ambiental y económica» en las que está en juego aquel derecho hu- ción con las autoridades nacionales al objeto de adquirir el nivel nece-
sario de conocimiento para tomar decisiones»524 . En ambos supuestos,
se consideró que el artículo 8.1 CEDH había sido vulnerado no por el
' 20 La STEDH de 11.10.2001 (Sommer/eld, 31871/96, § 43) estima que, «da-
das las declaraciones más bien superficiales del psicólogo en el primer conjunto hecho de que las autoridades nacionales hubiesen adoptado una deci-
de procedimientos, el lapso de tiempo y lo que estaba en juego en el proceso ... el sión sustancialmente desequilibrada, sino porque habían omitido los
Tribunal de Distrito no debió contentarse con escuchar únicamente a la niña y sus trámites exigibles a fin de encontrar el justo equilibrio. A falta del de-
deseos sobre la cuestión sin haber dispuesto de una prueba pericial psicológica bido procedimiento tendente a lograr dicho equilibrio, hay que presu-
para evaluar los aparentemente firmes deseos de la menor. La información correc-
ta y completa sobre la relación de la niña con el demandante cuando el padre tra-
mir que éste no ha sido alcanzado.
ta de acceder a la menor es un requisito previo indispensable para el establecimien- Esta solución resulta del todo plausible. La observancia de un de-
to de los verdaderos deseos del niño y de esta forma encontrar el equilibrio jUsto terminado procedimiento es uno de los presupuestos que justifica y
entre los intereses en cuestión». La cursiva es nuestra. Vid., también, las SSTEDH legitima el reconocimiento de una limitada discrecionalidad a ciertas
de 8.7.1987 (W, 9749/82, §§ 62 y ss.; relativa, no obstante, a un caso de obliga-
ciones negativas), 13.7.2000 (Elsholz, 25735/94, §§ 52 y 53), 5.12.2002 (Hoppe,
28422/95, §§ 52 y ss.) y 4.2.2004 (Kosmopoulou, 60457/00, § 49). "' STEDH de 10.11.2004 (Taskin y otros, 46117/99, §§ 115 y ss.).
'" STEDH de 2.10.2001 (Hatton y otros, 36022197, §§ 97 y 105). Esta reso- "' STEDH de 13.7.2000 (Elsholz, 25735/94, § 48) y 11.10.2001 (Sommer/eld,
lución fue recurrida ante la Gran Sala del TEDH, que, en su Sentencia de 31871/96, § 38).
524
8.7.2003, reafirmó la doctrina general citada en el texto, si bien estimó que el En palabras del Magistrado GREVE en su voto particular a la STEDH de
Reino Unido sí había observado el procedimiento exigible en este caso. 2.10.2001 (Hatton y otros, 36022/97).

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autoridades. Éstas disponen de una discrecionalidad tal porque cabe mayor sea el peligro de arbitrariedades y equivocaciones. El segundo es
razonablemente pensar que sus procedimientos de actuación les pro- que dicha cantidad debe ser tanto mayor cuanto más relevantes sean los
porcionan mejores posibilidades cognoscitivas y mayor legitimidad para intereses en juego, más intensamente puedan quedar éstos afectados526
tomar determinadas decisiones que los seguidos por otros poderes pú- y, por consiguiente, más graves puedan ser los daños causados por las
blicos. Pues bien, si dichas mejores posibilidades no han sido actuali- decisiones desacertadas. Esto último explica el elevado rigor del proce-
zadas efectivamente a través del correspondiente procedimiento, no dimiento que el Estado debe llevar a cabo para esclarecer las circuns-
resulta admisible dar por equilibrada la decisión adoptada. tancias de una muerte violenta. Las investigaciones deben realizarse de
oficio por las autoridades estatales, a través de agentes independientes e
imparciales, con razonable prontitud y dando participación suficiente a
b) La determinación del procedimiento debido los familiares de la víctima, y no deben ser superficiales ni incompletas,
sino eficaces, en el sentido de que las autoridades deben poner los me-
La observancia de un procedimiento no sólo conlleva ventajas, sino dios conducentes a determinar si el empleo de la fuerza estaba justifica-
también inconvenientes. La realización de diversos trámites consume re- do y a identificar y castigar a los responsables; además, hay que someter
cursos personales y reales que podían haber sido destinados a la satisfac- la investigación o sus resultados al escrutinio público527 •
ción de otros fines públicos. Y mientras dura el procedimiento y no se El constituyente, el legislador y eventualmente la Administración,
resuelve sobre el fondo, pueden resultar desamparados y perjudicados, por ese orden, son los primeros llamados a efectuar esa ponderación y
quizás irreparablemente, intereses legítimos necesitados de protección. precisar con carácter general qué trámites deben realizarse. No obstan-
Se plantea el problema de precisar cuál es el procedimiento debido te, el criterio no deja de tener utilidad para el órgano encargado de
en el caso concreto, en especial qué trámites no expresamente contem- interpretar y aplicar en cada caso las normas constitucionales, legales y
plados en la Constitución hay que observar. En nuestra opinión, y dado reglamentarias, pues con frecuencia éstas ora no contemplan el proce-
que estas obligaciones de procedimiento constituyen obligaciones po- dimiento debido ora lo regulan en unos términos extremadamente va-
sitivas de protección de los derechos fundamentales, el alcance de las gos. Recuérdese que el Tribunal de Estrasburgo deduce del lacónico
mismas debe precisarse con arreglo a los criterios antes expuestos. Es artículo 8.1 del Convenio de Roma nada menos que la obligación del
decir, en principio deben realizarse cuantos trámites tiendan a garanti- Estado de llevar a cabo, antes de tomar decisiones en materias comple-
zar el equilibrio de las actuaciones que afecten a los mencionados de- jas de política ambiental y económica que afecten a los derechos hu-
rechos. Luego, esa obligación prima /acie habrá de ser reducida en la manos, las «investigaciones y estudios adecuados que permitan estable-
medida en que ello resulte útil, necesario y adecuado para proteger cer un justo equilibrio entre los diversos intereses en juego»528 . El
algún interés constitucionalmente atendible. Dicho con otra palabras, criterio de la optimización expuesto puede servir no sólo para deducir
puesto que la observancia de un procedimiento implica ventajas e in- esta obligación, sino también para resolver algunos interrogantes que
convenientes, deberá optimizarse la utilidad del mismo, de manera que la rodean, como el consistente en cuán completos deben ser los estu-
no habrá que invertir más tiempo y recursos en la realización de un dios y las investigaciones.
trámite cuando su costes superen a su beneficios.
Del criterio de la optimización cabe deducir otros. El primero es 526
Vid. CALLIES, Rechtsstaat ... , p. 463; LAUBINGER, «Grundrechtsschutz ... »,
que la «cantidad» de procedimiento debe aumentar cuanto más difícil, p. 76.
527
compleja y abierta sea la decisión que afecte a los derechos fundamen- Vid., entre otras muchas, las SSTEDH de 28.3.2000 (Mahmut Kaya,
22535193, §§ 95-98), 4.5.2001 (Shanaghan, 37715/97, §§ 85 y ss.), 14.3.2002 (Ed-
tales (es decir, cuanto más amplio sea el margen de discrecionalidad de wards, 46477/99, §§ 69 y ss.), 28.5.2002 (McShane, 43290/98, §§ 91 y ss.),
que disponga un sujeto para limitar estos derechos"') y, por lo tanto, 1.7.2003 (Finucane, 29178/95, §§ 67 y ss.) y 6.7.2005 (Nachova y otros, 43577198
y 43579/98, §§ 110 y ss.), las cuales resumen la abundante jurisprudencia del
525
Vid. CALLIE.S, Rechtsstaat ... , pp. 463 y 467; LAUBINGER, «Grundrechtsschu- TEDH recaída sobre el tema.
tz ... », p. 76. "" STEDH de 8.7.2003 (Hatton y otros, 36022/97, § 128).

188 189
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

B) EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD
se satisfacen con una mera interpositio legislatoris carente de «conteni-
do material propio», sino que obligan al legislador a regular con cierto
a) La vigencia de la reserva de ley y del mandato de tipicidad en la grado de detalle y precisión las materias reservadas. Nuestra reserva de
delimitación de los derechos a protección ley incorpora, pues, exigencias de tipicidad. No obstante, la distinción
entre ambos mandatos constitucionales existe y tiene relevancia prácti-
Del principio de legalidad consagrado en el artículo 53.1 de la ca al menos por dos razones.
Constitución derivan dos garantías: la reserva de ley Y el mandato de Puede suceder que una regulación cumpla lo demandado por la re-
tipicidad"'· En virtud de la primera, el ejercicio de los derechos fu':'. serva de ley pero en cambio no satisfaga el mandato de tipicidad'34 • Más
damentales debe regularse mediante normas con rango de ley; es decu, adelante veremos que al legislador le está permitido ordenar algunos
el alcance prima /acie de los mismos sólo puede ser limitado en la me- aspectos de la materia reservada y remitir a la Administración la regula-
dida establecida por el legislador. En virtud de la segunda, la limitación ción de los restantes, a fin de que ésta concrete mediante reglamentos
debe ser predeterminada normativamente en términos lo suficiente- los límites del correspondiente derecho en términos lo suficientemente
mente precisos como para resultar previsible. La norma «que restrinja precisos como para que los ciudadanos puedan conocer de antemano su
este derecho debe expresar con precisión todos y cada uno de los pre- alcance y se seduzca hasta lo razonable el margen de apreciación -y el
supuestos materiales de la medida !imitadora»; «así, aun teniendo un peligro de arbitrariedad- del órgano competente para restringir el de-
fundamento constitucional y resultando proporcionadas las limitacio- recho en cada caso. Así, la Sentencia del Tribunal Constitucional 132/
nes del derecho fundamental establecidas por una Ley... éstas pueden 2001 (FJ 6) afirma que la reserva de ley del artículo 25.l CE se satisfa-
vulnerar la Constitución si adolecen de falta de certeza y previsibilidad ce si el legislador fija «los criterios que orienten y condicionen la valora-
en los propios límites que imponen y su modo de aplicación»''°· El ción de cada Municipio a la hora de establecer los tipos de infracción»
mandato de tipicidad ha sido estudiado y aplicado sobre todo en rela- y determina «las clases de sanciones que pueden establecer las ordenan-
ción con el derecho reconocido en el artículo 25.l CEm, lo que no zas municipales». Ahora bien, es claro que una regulación de la potes-
quita que, indiscutiblemente, también rija respecto de los restantes tad sancionadora que se limite solamente a establecer «criterios de an-
derechos fundamentales"'· tijuridicidad» y las clases de sanciones que pueden imponerse no
Se ha dicho que «la distinción entre ambas [garantías) peca de su- alcanza para cumplir el mandato de tipicidad. Como apunta dicha Sen-
til hasta el punto que en ocasiones resulta difícil separarlas y no puede tencia, la ordenanza municipal deberá luego «establecer los tipos de in-
evitarse el convencionalismo del tratamiento autónomo de cada una de fracción» y «predeterminar [las correspondientes sanciones) en función
ellas»533. Ciertamente, existe una íntima relación entre ellas, ya que, de la gravedad de los ilícitos administrativos que ella misma tipifica»"'.
como luego veremos, las reservas de ley de la Constitución española no La distinción tiene otra consecuencia práctica: las exigencias de la
reserva de ley no son retroactivamente predicables de las normas ante-
"' Vid., por ejemplo, las SSTC 42/1987 (FJ 2), 305/1993 (FJ 3), 341/1993 (FJ riores a la Constitución. Es decir, esta norma no prohíbe que se impon-
10), 53/1994 (FJ 4), 25/2002 (FJ 4) y 113/2002 (FJ 3). _ __ . gan sanciones en virtud de un reglamento dictado antes del 29 de di-
53o STC 292/2000 (FJ 15). BACIGALUPO, La discrecionalzdad admznzstratzva, ciembre de 1978 sin previa habilitación legal'"· En cambio, el mandato
1997, pp. 222 y ss., considera que en estos casos se infringe el derecho a la tutela de tipicidad rige plenamente respecto de las normas preconstituciona-
judicial efectiva (art. 24 CE), postura que no sigue nuestro TC.
"' Vid., por ejemplo, las SSTC 184/195 (FJ 3), 153/1996 (FJ 3 Y ss.) Y 113/
2002 (FFJJ 3 y ss.), así como NIETO, Derecho administrativo sancionador, 2002, pp. '" Vid. la STC 25/2002 (FFJJ 4-6), la STS de 25.10.1999 (Ar. 2006/2000) y
FERRERRES COMELLA, El principio de taxatividad en materia penal y el valor norma-
287 y SS.
"' Vid. la STC 49/1999 (FFJJ 4 y ss.), relativa al derecho al secreto de las tivo de la jurisprudencia, 2002, p. 29.
comunicaciones· la STC 292/2000 (FFJJ 15 y ss.), relativa al derecho a la protec- "' En sentido similar, vid. la STC 53/1994 (FJ 4).
ción de los datds personales, y la STC 48/1998 (FJ 7), relativa al derecho de acce- '" Vid., entre otras, las SSTC 11/1981 (FJ 5), 15/1981 (FJ 7), 42/1987 (FJ 3),
83/1990 (FJ 2), 177/1992 (FFJJ 2 y 3), 111/1993 (FJ 6), 53/1994 (FJ 2 y 3) y 117/
so a la función pública.
m NIETO, Derecho .. , p. 287. 1995 (FJ 3).

191
190
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

les: « Tras la entrada en vigor de la Constitución, no resulta admisible en virtud de los cuales debían autorizarse las instalaciones nudeares541 _
imponer sanciones al amparo de normas preconstitucionales que no Este órgano jurisdiccional consideraba que tales criterios eran demasia-
tipifiquen con el grado de certeza y concreción constitucionalmente do indeterminados para autorizar una central tan peligrosa para la vida
exigible las conductas ínfractoras»537 . y la integridad física, lo que vulneraba la reserva de ley542 .
El principio de legalidad surgió y ha venido funcionando tradicio- Para resolver la cuestión, el Tribunal Constitucional parte de su doc-
nalmente como una importante garantía de los derechos fundamenta- trina de la esencialidad: «en los ámbitos normativos fundamentales so-
les defensivos. Las autoridades públicas no pueden intervenir en la li- bre todo en el campo de los derechos fundamentales, el legislado/está
bertad de los ciudadanos a menos que una !ex praevia, scripta, stricta obligado a adoptar él mismo todas las decisiones esenciales»'". Así las
et certa autorice la intervención, de manera que las actuaciones estata- cosas, «la decisión normativa de principio a favor o en contra de la ad-
les que limitan el contenido prima facie del derecho fundamental de- misibilidad jurídica del aprovechamiento de la energía atómica en el
fensivo sin la debida cobertura legal son ilícitas. El Convenio de Roma ámbito soberano de la República Federal de Alemania es una decisión
responde claramente a esta concepción, al establecer que los derechos fundamental Y esencial, en el sentido de la reserva de ley, a causa de sus
humanos no podrán ser objeto de más restricciones que las previstas extensos efectos sobre los ciudadanos, en especial sobre su esfera de li-
por la ley538 y que no podrá haber injerencia de una autoridad pública bertad e igualdad y sobre las condiciones generales de vida, y a causa del
en el ejercicio de los mismos sino en tanto en cuanto la injerencia esté tipo e intensidad de la regulación necesariamente asociada»544 . Sin solu-
contemplada por la ley'"· ción de continuidad, el Tribunal Constitucional examina sí la regulación
La cuestión que ahora interesa es sí el principio de legalidad rige cuestionada era lo suficientemente detallada como para satisfacer las
también respecto de los derechos fundamentales a protección. El pro- exigencias de la reserva de ley, llegando a una conclusión afirmativa.
blema fue abordado por el Tribunal Constitucional Federal alemán en MuRSWIEK defiende que la delimitación de los derechos a protec-
su célebre Auto de 8 de agosto de 1978540 • El Estado de Renanía del ción está reservada a la ley porque el Estado, al permitir a los poderes
Norte-Westfalia había otorgado una autorización para construir en públicos o a los particulares que perjudiquen o pongan en peligro un
Kalkar una central nuclear provista de un tipo de reactor no utilizado derecho fundamental, está imponiendo al titular de ese derecho la obli-
hasta el momento en Alemania y considerado excesivamente peligroso gación de soportar ciertos daños o riesgos. Es decir, la permisión de
por algunos científicos. Impugnada la autorización por un campesino una actividad peligrosa para los derechos fundamentales constituye a
que habitaba a un kilómetro del lugar de la futura construcción, el Tri- la vez una intervención en los mismos y, como cualquier intervención
bunal Superior Contencioso-Administrativo que conocía del asunto ele- de esta índole, debe preverse por norma de rango legal54'. La pega de
vó una cuestión de inconstitucionalidad contra el parágrafo de la Ley
541
sobre el aprovechamiento pacífico de la energía atómica y la protección § 7 de la Gesetz über die /riedliche Verwendung der Kernenergie und den
frente a sus peligros (Atomgesetz) en el que se establecían los criterios Schutz gegen ihre Ge/abren (Atomgesetz o AtG) de 23.12.1959 (BGBI. I, p. 814),
de acuerdo con la redacción de 31.!0.1976 (BGBI. I, p. 3053).
'", A. del OVG de Münster de 18.8.1977 (DVBI., 1978, pp. 62-67). Sobre la
m STC 116/1993 (FJ 3). Vid., asimismo, las SSTC 93/1992 (FJ 8) y 53/1994 cuesuon de fondo planteada por este Auto, vid., en sentido favorable al mismo
(FJ 4). También FERREREs COMELLA, El principio ... , p. 30, advierte esta diferencia. LISTL, «Die Entscheidungsprarogatíve des Parlaments für die Errichtung von Ke/
"' Vid. los arts. 2.1, 5.1, 5.3, 7.1, 9.2 y 10.2 CEDH. nkraftwerken», DVB!., 1978, pp. 10-17; y, en sentido desfavorable, WAGNER «Un-
"' Vid. el art. 8.2 CEDH. tiitigkeit des Gesetzgebers im Zusammenhang mit der Errichtung von Ker~kraft-
540
BVerfGE 49, 89. Sobre este Auto, vid. BENDER, «Gefahrenabwehr und Ri- werken?», DVBl., 1978, pp. 839-843.
43
sikovorsorge als Gegenstand nukleartechnischen Sicherheitsrechts», NJW, 1979, ' BVerfGE 49, 89, 126. Anteriormente, vid., por ejemplo, el A. de
pp. 1425-1433; ERICHSEN, «Zum Verhaltnis von Gesetzgebung und Verwaltung 21.!2.1977 (BVerfGE 47, 46, 78 y ss.).
nach dem Grundgesetz», VerwArch, 70, 1979, pp. 249-257; FIEDLER, JZ, pp. 184- '" BVerfGE 49, 89, 127.
54
185; KRAMER, «Die nach dem Atomgesetz erforderliche Schadensvorsorge als • ~ ~id. MuRSWIEK, Die staatliche ... , pp. 99, 100, 131 y ss. y 134 y ss. En sen-
Grundrechtsproblem», NJW, 1981, pp. 260-265; SOMMER, «Praktische Vernunft tido similar, E. KLEIN, «Grundrechtliche ...», p. 1638, quien señala que dicha per-
beim kritischen Reaktor», DÓV, 1981, pp. 654-660. misión equivale a una intervención.

192 193
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

esta tesis, ya lo sabemos, es que no vale para lo~ supuestos en que_ la artículo 53.1 citado. Ya hemos visto que el alcance prima facie de estos
obligada protección estatal consiste en la adopcion de medidas distm- derechos debe ser reducido a fin de armonizar su eficacia con la de
tas del establecimiento de prohibiciones. otros derechos y bienes constitucionales. El carácter extraordinaria-
Cabría, asimismo, afirmar que la delimitación de los derechos. a mente abierto e indeterminado del texto constitucional, susceptible de
protección está sujeta al principio de le_galidad como un. ';fecto refleJO interpretaciones dispares, hace que esa labor interpretativa de concre-
de la indiscutible vigencia de este prmc1p10 en la regulac1on del eJerc1- ción de los límites de los derechos en el caso concreto constituya una
cio de los tradicionales derechos fundamentales defensivos: el cumpli- tarea ardua y difícil, al tiempo que una fuente de inseguridad jurídica
miento de las obligaciones de proteger los bienes fundamentales fr~te y posibles abusos. El sentido del principio de legalidad es tratar de
a terceros -v. gr., la vida- exigirá normalmente _que el Estado hrmt'; enervar los peligros que para los derechos fundamentales entraña esa
derechos defensivos -v. gr., la libertad empresanal-:-, _lo cual debera necesaria tarea reductora.
hacer respetando la reserva de ley y el mandato de UplCldad. Sm em- La reserva de ley impone que la delimitación sea realizada por el Par-
bargo, este argumento no permite resolver cuando menos el problema lamento. El sentido de esta reserva -habla el Tribunal Constitucional-
de si las actividades dañinas o peligrosas para un bien fundamental es constituir «una garantía de autoimposición de la comunidad sobre sí
deben regularse por una lex certa también cuando no supongan el ejer- misma y, en última instancia, ... una garantía de la libertad patrimonial y
cicio de otro derecho fundamental, por ejemplo, porque son realizadas personal del ciudadano»"º; se trata de «asegurar que la regulación de los
por un Estado extranjero'". . . . ámbitos de libertad que corresponden a los ciudadanos dependa exclu-
Recientemente, se ha defendido la vigencia de la reserva de_ ley e? sivamente de la voluntad de sus representantes»'". Éste es, sin duda, el
este ámbito simplemente con el argumento de que en la relac1on Jurt- sentido originario de la institución: se establecía que la libertad indivi-
dica «multipolar» trabada entre el Estado, el titular del derecho defen- dual sólo podía ser limitada previo consentimiento del Parla~ento a fin
sivo y el del derecho a protección estos dos últimos deben quedar eqm- de protegerla frente a un poder ejecutivo ostentado por un monarca ca-
parad os547 . . ~ rente de legitimidad democrática"'· En la Constitución española de
Sin perjuicio del valor de estas razones, el tenor hteral _del art1cul? 1978, sin embargo, la reserva legal ya no cumple exactamente esa fun-
53.1 de la Constitución española, que consagra el prmcipio de_ legali- ción'". Aunque utilicemos la expresión acuñada por Otto MAYER ( Gese-
dad en materia de derechos fundamentales al establecer que «solo por tzesvorbeha!t), nuestra reserva tiene poco que ver con la reserva clási-
ley podrá regularse el ejercicio» de los mismos, índica la. ~ígencía del ca'54. De un lado, porque en nuestro actual sistema político también el
mencionado principio respecto de los derechos a protecc10n. Si la re- Poder ejecutivo goza de legitimidad democrática'"· Es más, «en un Es-
gulación del ejercicio es un concepto amplísimo que comprende «cual-
548
quier afectación normativa de un derecho fundamental» , si regular el "º STC 185/1985 (FJ 6).
ejercicio del derecho es «concretar espacio-temporal Y modalmente su '" STC 83/1984 (FJ 4). Vid., también, la STC 49/1999 (FJ 4).
552 Sobre el origen y la evolución histórica de la reserva de ley, vid. BAÑO
contenido»"', entonces las normas que afecten a !os derechos funda-
LEÓN, Los límites constitucionales de la potestad reglamentaria, 1991, pp. 42 y ss;
mentales a obtener la protección del Estado deberan tener rango legal, GARCÍA MACHO, Reserva de ley y potestad reglamentaria, 1988, pp. 27 y ss.; JESCH,
y la delimitación y concreción de su alcance deberá hacerse por el le- Ley y Administración, 1978, pp. 131 y ss.
553 BAÑO LEóN, Los límites ... , pp. 91 y ss.; DE ÜITO, Derecho constitucional,
gislador. . • . 1 1995, pp. 151 y ss.; TORNOS .MA.s, «La relación entre ley y el reglamento: reserva
A la misma conclusión se llega tras mterpretar teleologicamente e
legal y remisión normativa. Algunos aspectos conflictivos a la luz de la jurispru-
dencia constitucional», RAP, 100-102, 1983, pp. 478 y ss.
"' Vid. el A. del BVerfG de 16.12.1983 (BVerfGE 66, 39), relativo al estable- '" RuBio LLORENTE, La forma del poder, 1993, pp. 348 y ss.
cimiento de misiles nucleares estadounidenses en suelo aleman. '" Así lo reconoce la STC 185/1995 (FJ 2). La STC 19/1987 (FJ 2) advierte
547 CALLIES, Rechtsstaat ... , pp. 438 y ss. que la concepción tradicional no explica por qué es contrario al art. 31.3 CE que
548 JIMÉNEZ CAMPO, Derechos ... , p. 63. una ordenanza municipal, dictada por una Corporación representativa, establezca
549 VILLAVERDE MENÉNDEZ, <<Concepto .. », p. 353. el tipo de gravamen de cierto tributo. Y para eludir este problema, dice que «la

194 195
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

tado democrático de partidos, el Parlamento y el Gobierno están impul- mocrático de este procedimiento aumentará la aceptación de las deci-
sados por la misma voluntad», y «especialmente en aquellos casos en los siones elaboradas a través del mismo y tenderá a evitar decisiones que
que en el Parlamento existe un partido mayoritario ... el Gobierno, jurí- menoscaben tales derechos.
.
dicamente suJeto al Par1amento, es po1·1t1camente
· -
su senor» "'. D e o t ro Pues bien, la delimitación de los derechos a protección, la determi-
lado, porque para satisfacer las exigencias de la reserva de le~ entendida nación del nivel de salvaguardias que el Estado debe proporcionar a los
como autoimposición de la comunidad sobre sí misma bastana que la re- bienes fundamentales -v. gr., a la vida- constituye una decisión no
gulación de las materias reservadas se realizase con el previo consenti- menos difícil, trascendente y peligrosa que la concreción del alcance de
miento del legislador; no haría falta que éste las regulase directamente; los derechos defensivos, de manera que aquí resulta igualmente nece-
sería suficiente con una mera interpositio legislatorís carente de conteni- saria y justificada la intervención del legislador.
do sustancial; cabrían las remisiones en blanco al reglamento en las ma- El mandato de tipicidad, por su parte, constituye una garantía para
terias reservadas. La realidad es, sin embargo, que el Tribunal Constitu- los ciudadanos por dos razones'"· Además de proporcionarles seguri-
cional ha considerado inconstitucionales tales remisiones'". dad jurídica, al permitirles prever razonablemente cuál es el alcance de
El fundamento de la actual reserva de ley reside en las especiales sus derechos'60 , reduce el margen de discrecionalidad de que dispone
características del procedimiento legislativo, que asegura una amplia y la autoridad competente para precisar dicho alcance en el caso concre-
plural participación de las fuerzas políticas, incluidas las minoritarias, to, lo que hace disminuir el riesgo de que éste resulte restringido ar-
a través de un debate público y contradictorio, lo que el procedimien- bitraria o desmesuradamente. En palabras del Tribunal Europeo de
to de adopción de otros actos jurídico-públicos (reglamentos, actos Derechos Humanos, se trata de «proporcionar al individuo una protec-
administrativos, sentencias) no proporciona. La regulación de los de- ción adecuada contra la arbitrariedad»56 1, de ofrecerle «garantías ade-
rechos fundamentales debe elaborarse a través del procedimiento legis- cuadas y suficientes contra el abuso»5 62 . "

lativo, que cumple así una función legitimadora 558 de la regulación Pues bien, la restricción de los derechos fundamentales a la protec-
resultante y una función protectora de los derechos regulados. Es razo- ción estatal constituye igualmente una fuente de posibles abusos e in-
nable pensar que el carácter transparente, contradictorio, plural y de- certezas, lo que hace necesaria también aquí la vigencia del mandato
de tipicidad. Los ciudadanos deberían poder prever con un grado ra-
reserva legal en esta materia existe también al servicio de otros principios -la pre- zonable de seguridad cuál es el nivel de protección de que disfrutan,
servación de la unidad del ordenamiento y de una básica igualdad de posición de los riesgos a que están expuestos, de manera que sean capaces de
los contribuyentes-». orientar su actuación y defenderse lo más eficientemente posible con-
5% Rumo LLORENTE, La forma ... , p. 377.
tra ellos. Repárese en que el Tribunal de Estrasburgo ha declarado en
557 STC 83/1984 (FJ 4). En sentido similar, respecto de la materia tributaria,
vid. las SSTC 37/1981 (FJ 4), 179/1985 (FJ 3), 19/1987 (FJ 4) y 185/1995 (FJ 6). más de una ocasión que las autoridades nacionales están obligadas a
En relación con el ejercicio de la potestad sancionadora, vid. las SSTC 42/1987 proporcionar a los ciudadanos la información esencial disponible que
(FJ 2), 29/1989 (FJ 2) y 60/2000 (FFJJ 3 y 4). les permita conocer y evaluar los riesgos que les afectan'".
558 Vid. BAÑO LEóN, Los límites ... , pp. 96 y ss.; DE Orro, Derecho ... , pp. 106
y 151 y ss.; GARCÍA MACHO, Reserva ... , pp. 81 y 112 y ss.; RUBIO L\ORENTE, La for-
ma ... , pp. 377 y 378; Con referencia específica a la materi~ tributaria,. P~z ROYO, :m En sentido similar, vid. FERRERES COMELLA, El principio ... , pp. 43 y ss.
560
«Las fuentes del Derecho tributario en el nuevo ordenamiento constitucional», en Proporciona «la expectativa razonablemente fundada del ciudadano de cuál
Hacienda y Constitución, 1979, p. 32; CALVO ÜRTEGA, Derecho tributario. Parte ha de ser la actuación del poder en aplicación del Derecho» (STC 36/1991, FJ 5).
general, 1999, p. 85; FALCÓN y TELLA, «Un principio fundamental del Derecho '" STEDH de 2.8.1984 (Malone, 8691179, § 68).
tributario: la reserva de ley>>, Revista Española de Derecho Financiero, 104, 1999, "' STEDH de 6.9.1978 (Klass y otros, 5029/71, § 50). La STEDH de
p. 711, quien, sin embargo, señala que ello «no es en modo alguno,incompa~ible 24.4.1990 (Kruslin, 11801/85, § 35) habla de las «salvaguardias adecuadas contra
con el viejo principio de consentimiento de los impuestos, que esta en el origen diversos abusos que hay que temer».
de la institución>>. Sobre la legitimación que proporciona el procedimiento en ge- '" Vid. las SSTEDH de 19.2.1998 (Guerra y otros, 14967/89, § 60), 9.6.1998
neral y el legislativo en particular, vid. LUHMANN, Legitimation durch Ver/abren, (McGinley y Egan, 21825/93 y 23414/94, § 101), 18.6.2002 (Óneryldiz, 48939/99,
§§ 82 y ss.) y 19.10.2005 (Roche, 3255196, §§ 162 y ss.).
1978, in tolo, esp., pp. 174 y ss.

197
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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

b) El alcance de la reserva de ley y del mandato de tipicidad men:arias la regulación de los aspectos adjetivos, colaterales O conexos
al nucleo de la materia»'". En sentido similar reza la teoría de la esen-
El artículo 53.1 de la Constitución exige que sea el legislador quien cza:zdad, de inspiración alemana: la ley ha de abordar por sí misma el
regule el ejercicio de los derechos fundamentales con la suficiente pre- «nucleo esencial de la regulación»569.
cisión como para que los ciudadanos puedan prever razonablemente La principal crítica que se les puede hacer a estas teorías es su ca-
el alcance de los mismos y eviten injerencias arbitrarias de los pode- rácter apriorístic~,- meta-jurídico. El que sólo se pueda remitir al regla-
res públicos. No obstante, ésta es una exigencia que no tiene carácter mento la regulacron de los aspectos no sustanciales ni esenciales de las
absoluto, pues ha de ser cohonestada con otros mandatos constitu- m~terras reservadas a la ley no se establece en el texto de la Constitu-
cionales. ?10n, Y tampoc~ se d_esprende de valor o principio alguno recogido por
El Tribunal Constitucional ha señalado reiteradamente que las re- esta. Tales teorras afmnan el valor de ciertos criterios sin justificarlos.
servas de ley son relativas, flexibles 564 • Con ello quiere decirse que la Simplemente, los dan por supuestos. Dichos criterios, en fin carecen
Administración puede regular mediante reglamentos algunos aspectos de fundamen;o jurídico. Y no sólo eso, sino que también resul~an prác-
de las materias reservadas. Esa posibilidad tiene límites, obviamente. El tlcamente .mutiles deb1~0 a su mdeterminación. Para averiguar qué es
reglamento, en primer lugar, sólo puede intervenir en estos ámbitos si lo_ sustancial o lo esencial no tenemos más remedio que acudir a otros
cuenta con una previa y específica habilitación legislativa'"· En segun- cnterros. Además, estas teorías se ven desmentidas por la tozuda reali-
do término, el legislador debe establecer una cierta regulación sustan- d_ad, pues el l~gislador es incapaz de regular directamente todo lo esen-
cial de la materia. La remisión al reglamento no puede ser «en blan- cial o sustancial de las materias reservadas570 •
co»: es inaceptable «una total abdicación por parte del legislador de su .?tros _amores afirman la teoría que podríamos llamar de la «justifi-
facultad para establecer reglas limitativas, transfiriendo esta facultad al ~ac10n ob¡euva», segmda de /acto por el Tribunal Constitucional espa-
titular de la potestad reglamentaria, sin fijar ni siquiera cuáles son los nol Y qu~ nosotros suscrrbrmos: «el legislador puede remitirse al regla-
fines u objetivos que la reglamentación ha de perseguir»566 ; es incons- mento srempre que . ?ªYª una causa objetiva que lo justifique»"1,
titucional la «simple habilitación a la Administración, por norma de srempre que la rem1s1on obedezca a «justificaciones racionales»'" ·y
rango legal vacía de todo contenido material propio»567 • cuándo existe una justificación tal? Pues, desde luego, cuando en. de-
¿Y qué aspectos de la materia reservada deben ser ordenados di- termrn~das circunstancias algún principio constitucional exija la cola-
rectamente por la ley? ¿Cuáles pueden serlo mediante reglamento? En borac1on del reglamento en la regulación de la materia reservada en
la doctrina española se ha defendido que «el legislador debe regular la cuyo caso habrá que hallar ~n «justo equilibrio» entre sus exigenci~s y
totalidad de los extremos constitutivos de su régimen jurídico sustan- las de ~a reserva de ley. Aqu1 no se recurre a criterios apriorísticos sino
cial [de la materia reservada], pudiendo sólo remitir a normas regla- a una rnterpretación sistemática de los preceptos de la Constitución.
La r~misión, por consiguiente, debe ser útil, necesaria y ponderada
p_ara satisfacer un fin constitucionalmente relevante que pide la presen-
'" Vid., por ejemplo, la STC 227/1993 (FJ 4); }IMÉNEZ CAMPO, Derechos... ,
p. 65.
cia del reglamento en la materia reservada. En este sentido debe enten-
565
BAÑO LEóN, Los límites ... , pp. 32 y ss.; GARCÍA DE ENTERRíA/FERNÁNDEZ derse la reiterada doctrina del Tribunal Constitucional según la cual las
RODRÍGUEZ, Curso ... , t. !, pp. 247, 269 y 270; REBOLLO PuIG, «Juridicidad, legali- 568
dad, reserva de ley como límites a la potestad reglamentaria del Gobierno», RAP, SANTAMARíA PASTOR, Principios ... , p. 368.
125, 1991, p. 81; SANTAMARÍA PASTOR, Principios de Derecho administrativo gene- ;;: ~ARCfA DE ENTERRíAIFERNf~DEZ RoD~GUEZ, Curso ... , t. I, pp. 270 y ss.
ral, 2004, t. !, p. 368. La STC 26/1994 (FJ 5) dice que la habilitación debe ser y1d. un resumen de las cnt1cas doctrmales al criterio de la esencialidad en
expresa. En contra de la necesidad de habilitación previa, DE ÜTTO, Derecho ... , ÜSSENBUHL, «Vor~ang und Vorbehalt des Gesetzes», en Handbuch des Staatsrechts
pp. 237 y SS. d;r _Bundesrepublzk Deutschland, 1988, t. III, § 62, m. 41 y ss.; BAÑO LEóN, Los
"' STC 83/1984 (FJ 4). En sentido similar, vid. las SSTC 37/1981 (FJ 4), 179/ lzmz;;;· .. , ~P- 58 Y ss.; GARCÍA MACHO, Reserva ... , pp. 75 y ss.
1985 (FJ 3), 19/1987 (FJ 4), y 185/1995 (FJ 6). BANo LEóN, Los límites ... , p. 101.
572
'" SSTC 42/1987 (FJ 2) y 29/1989 (FJ 2). PÉREZ ROYO, Derecho financiero y Tributario. Parte general, 1999, p. 46.

198 199
GABRJEL DOMÉNECH PASCUAL
VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN
remisiones a la potestad reglamentaria deben ser «tales que restrinjan
efectivamente el ejercicio de esa potestad a un complemento de la re- con la pron~itud necesaria. En cualquiera de estos casos, es preferible
gulación legal que sea indispensable por motivos técnicos o para opti- permitir la mtervención de disposiciones administrativas en el ámbito
mizar el cumplimiento de las finalidades propuestas por la Constitu- reservado a la ley antes que no regularlo o hacerlo en unos términos
ción o por la propia Ley,>573 . excesivamente generale~, pues esto último conllevaría la desprotección
La autonomía que la Constitución otorga a determinadas Adminis- de ciertos mtereses valiosos, una protección demasiado tosca de los
traciones públicas, por ejemplo, sería uno de esos principios constitu- mismos y/o una insoportable incertidumbre jurídica, al gozar el apli-
cionales capaces de fundamentar una flexibilización de la reserva de cador d_e la norma legal de márgenes de discrecionalidad excesivamen-
ley'74 . Lo mismo que el principio democrático, en los casos en que los te amplios. Todo -~llo justifica que la ley remita al Gobierno, por ejem-
órganos titulares de la potestad reglamentaria gozan de legitimidad plo'. «!~ ordenac10n de aspectos muy técnicos del dominio público
democrática directa y ejercen dicha potestad a través de procedimien- radioelectnco, sumamente flexibles y cambiantes»'".
tos transparentes y participativos'"· Todo lo cual explicaría por qué las . La remisión, en cualquier caso, no podrá ser excesiva. Resulta in-
ordenanzas municipales puedan jugar en la regulación de las materias viable definir en términos generales y abstractos cuándo la remisión
reservadas un papel más relevante que los reglamentos dictados por excede de lo constitucionalmente lícito580 . Ésta es una cuestión que ha
otras Administraciones576 . de responderse a la vista del peso que los principios en juego tienen
Interesa resaltar que la seguridad jurídica y la más afinada protec- en cada caso concreto. Lo cual no empece la posibilidad de formular
ción de los bienes fundamentales también pueden justificar la remisión. algunas pautas orientativas. Puede afirmarse, por ejemplo, que ]a am-
Tal ocurre cuando la regulación requerida presenta un elevado grado plitud del campo de acción que cabe dejar al reglamento es inversa-
de complejidad técnica y detalle'". El procedimiento legislativo resulta mente proporcional a la gravedad con la que éste incide sobre ]os de-
inadecuado para sustanciar un debate sobre algunas cuestiones extraor- re_chos fundamentales 581 • Cuanto más gravemente afecta el poder
dinariamente complejas y/o relativas a saberes muy especializados. Di- P_~bhco a l_as c1uda~anos tant°'más necesidad tienen éstos de protec-
putados y senadores carecen del tiempo y de los conocimientos nece- c1on Y aquél de legltlm~dad: Eso_ explica por qué la presencia del regla-
sarios para reflexionar y discutir sobre tales asuntos. Por razones mento es mayor en el ambito tnbutano que en el sancionador"'.
parecidas, la colaboración administrativa resulta prácticamente impres- . . Consideraciones análogas cabe hacer en relación con el mandato de
cindible para dar una respuesta normativa ágil y rápida a las circuns- tipicidad. _También_ la vertiente material del principio de legalidad tie-
tancias y necesidades sociales en constante cambio578 . El lento procedi- ne un caracter flexible. No se requiere una predeterminación normati-
miento legislativo se muestra incapaz de elaborar la norma demandada va tan _absolutamente precisa y detallada de los límites y condiciones de
e¡e~cicio del dere~ho fundamental que_ no le quede resquicio interpre-
"' Vid., por todas, las SSTC 83/1984 (FJ 4), 101/1991 (FJ 3) y 141/1999 tativo alguno al organo encargado de aplicar la norma en el caso sin-
(FJ 7). gular.. Resulta s_ignificativo que nuestro Tribunal Constitucional haya
574
BAÑO LEóN, Los límites ... , pp. 147 y ss.
admltldo una cierta relajación de este mandato hasta en el ámbito pe-
m BAÑO LEóN, Los límites ..., pp. 139 y ss. y 147 y ss.
576
Vid. las SSTC 19/1987 (FJ 4), 233/1999 (FFJJ 10 y 16 y ss.) y 132/2001 nal. «Los conceptos legales no pueden alcanzar, por impedirlo la pro-
(FF] 5 y 6). pia naturaleza. de las cosas, una claridad y precisión absolutas, por Jo
577
Vid., por ejemplo, ÁLVAREZ GARCÍA, La normalización industrial, 1999, pp. que e~ necesano en ocasiones un margen de indeterminación en la for-
113 y ss.; BAÑO LEóN, Los límites ... , pp. 211 y ss. En sentido similar, en relación mulación de los tipos ilícitos que no entra en conflicto con el príncipio
con la materia tributaria, FALCÓN Y TELLA, «Un principio ... », p. 719.
578
Ésta es una de las razones que tradicionalmente se aducen como justifica-
ción del poder reglamentario. Vid. GARCÍA DE ENTERRfAIFERNANDEZ RODRÍGUEZ, "' STC 127/1994 (FJ 5).
Curso ... , t. I, p. 183; GARRIDO FALLA, Tratado de Derecho administrativo, 1994, t. I, '" Así lo reconoce la STC 19/1987 (FJ 4).
p. 239; ]ELL!NEK, Gesetz und Verordnung, 1887, reimpr., 1919, pp. 369 y 382; '"' En sentido similar, STC 233/1999 (FJ 9); BAÑO LEóN, Los límztes ... ,
MAURER, Allgemeines Verwaltungsrecht, 2000, § 4, m. 12. pp. 104 y SS.
"' STC 132/2001 (FJ 5).
200
201
VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
5. LA VINCULACIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN Y DE LOS TRIBUNALES A LOS
de legalidad, en tanto no aboque a una inseguridad jurídica insupera- DERECHOS A PROTECCIÓN
ble» con arreglo a determinados criterios interpretativos583 . Se admite
la tipificación de infracciones «mediante conceptos jurídicos indetermi- La vinculación de todos los poderes públicos a los derechos funda-
nados siempre que su concreción sea razonablemente factible en virtud mentales tiene un carácter inmediato. Aquí la doctrina es unánime y la
de criterios lógicos, técnicos o de experiencia y permitan prever con jurisprudencia no deja lugar a dudas: estos derechos tienen una fuerza
suficiente seguridad, la naturaleza y las características esenciales de las obligatoria directa para los Tribunales y la Administración, sin necesi-
conductas constitutivas de la infracción tipificada»'". dad de intermediación de las leyes o incluso en contra de lo dispuesto
La relajación de este mandato también será lícita (sólo) cuando una en ellas591 • Pudiera pensarse, no obstante, que la eficacia jurídica de las
causa objetiva la justifique"', (sólo) cuando resulte imprescindible y obligaciones positivas de protección que los derechos fundamentales
proporcionada para atender un fin legítimo586 • El Tribunal Constitucio- imponen a las autoridades administrativas y judiciales presenta pecu-
nal Federal alemán ha señalado que los requerimientos de este manda- liaridades según el legislador haya regulado correctamente su alcance
to pueden reblandecerse cuando las circunstancias relevantes para de- (protección secundum legem), lo haya reducido inconstitucionalmente
cidir son muy diversas y/o cambian con gran rapidez587 • Entonces está (protección contra legem) o simplemente no lo haya regulado (protec-
justificado otorgar al órgano encargado de aplicar el ordenamiento ju- ción praeter legem).
rídico en el caso concreto un cierto margen de apreciación que le per-
mita tomar en cuenta las particulares circunstancias concurrentes al
objeto de resolver equitativamente. La precisión absoluta de los pre- A) PROTECCIÓN SECUNDUM LEGEM
ceptos que regulan el ejercicio de los derechos fundamentales, amén de
imposible, impediría afinar en la delicada tarea de llevar a cabo la de- Si bien el legislador es el llamado en primer lugar a delimitar el al-
limitación equitativa de ese ejercicio'". Dicho margen de apreciación cance de los derechos fundamentales, estableciendo una regulación que
tiene un valor que deberá ser armonizado con la función igualmente logre el justo equilibrio entre todos los bienes en juego, con frecuencia
protectora del mandato de tipicidad, cuyas exigencias serán tanto más la delimitación legislativa resultante no puede ser, ni conviene que sea,
intensas cuanto más gravemente incida el ejercicio de la correspondien- absolutamente precisa, de modo que los correspondientes preceptos
te potestad en los derechos fundamentales"', lo que explica, por ejem- legales admiten diversas interpretaciones.
plo, que dichas exigencias sean máximas en materia sancionadora, y Algunas sentencias de nuestro Tribunal Constitucional afirman que
90
que aumenten con la gravedad de la sanción a imponer5 . en estos casos hay que interpretar la ley de la manera más favorable
para la efectividad del correspondiente derecho fundamental afecta-
do'". Según lo vemos nosotros, este criterio es demasiado tosco, pues
la interpretación más favorable a un determinado derecho fundamen-
tal constituye con frecuencia la interpretación más perjudicial para
'" STC 69/1989 (FJ 1).
'" STC 219/1989 (FJ 5).
585 En sentido similar, vid. BACIGALUPO, La discrecionalidad ... , pp. 228 y ss. y 591
Vid., entre otras muchas, las SSTC 80/1982 (FJ 1), 15/1982 (FJ 8), 185/
233 y ss., quien añade que el «deficit de programación» debe ser procedimental- 1988 (FJ 3), 71/1992 (FJ 3) y 31/1994 (FJ 7). En la doctrina, vid. FERNANDEZ SE-
mente compensado. GADO, «La teoría ... », pp. 211 y ss.; GARCÍA DE ENTERRfA, La Constitución como
'.1" 86 En sentido similar, BROHM, «Ermessen und Beurteilungsspielraum im norma y el Tribunal Constitucional, 1981, pp. 63 y ss. y 72 y ss.; ]IMÉNEZ CAMPO,
Grundrechtsbereich», JZ, 1995, pp. 370 y 371. Derechos ... , pp. 54 y ss.; PRJETO SANCHÍS, Estudios ... , pp. 115 y ss.
'"' A. de 8.8.1978 (BVerfGE 49, 89, 133). "'Vid., entre otras, las SSTC 14/1982 (FJ 3), 67/1982 (FJ 1), 110/1985 (FJ
588 Sobre los costes de la precisión de las normas penales, vid. FER.REREs Co- 3), 159/1986 (FFJJ 6 y 8), 76/1987 (FJ 2), 1/1989 (FJ 3), 191/1991 (FJ 3), 63/1992
MELLA, El principio ... , pp. 30 y ss. (FJ 2), 161/1992 (FFJJ 1 y 2), 287/1994 (FJ 2), 39/1996 (FFJJ 2 y 3) y 87/1999
' 89 BROHM, «Ermessen ... », p. 3 70. (FJ 3).
5 w Vid. FERRERES CoMELLA, El principio . ., pp. 99 y ss.

203
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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

otros derechos y bienes igualmente protegidos por la norma suprema. enfermo pudiera suponer un «riesgo cierto» para su vida y su integri-
Lo que, a nuestro juicio, hay que hacer es seleccionar la interpretación dad física"'.
que maximice la efectividad del conjunto de los mandatos constitucio-
nales implicados, evitando, pues, interpretaciones que reduzcan des-
proporcionadamente el alcance prima /acie de los derechos fundamen- B) PROTECCTÓN PRAETER LEGEM
tales. Por ello no nos causa desazón que el Tribunal se haya desdicho
de aquella regla interpretativa en varias ocasiones. Cabe citar, a modo El legislador está obligado a establecer y regular con cierto detalle
ilustrativo, la reiterada jurisprudencia que afirma que el derecho a la medidas protectoras de los bienes fundamentales. El problema se pre-
tutela judicial efectiva no impone forzosamente la selección de aquella senta cuando falta la debida regulación legal. Ya sabemos que los de-
interpretación de las normas reguladoras de la demanda que sea más rechos fundamentales «vinculan a todos los poderes públicos» (art.
favorable a la admisión de ésta, sino «la interdicción de aquellas de- 53.1 CE) y que, por consiguiente, las obligaciones de protección se im-
cisiones de inadmisión que por su rigorismo, por su formalismo ex- ponen no sólo al legislador, sino también a los órganos jurisdiccionales
cesivo o por cualquier otra razón revelen una clara desproporción y administrativos. También sabemos que estos derechos gozan de efi-
entre los fines que aquellas causas preservan y los intereses que sacri- cacia jurídica directa, obligan inmediatamente, valen aunque el legisla-
fican»593. dor no los haya reconocido. Parece, en consecuencia, que la omisión
Un ejemplo de aplicación secundum legem de los derechos funda- de la regulación legal requerida no impide que la Administración y los
mentales a protección lo ofrece la Sentencia del Tribunal Constitucio- Tribunales puedan y deban adoptar medidas protectoras. Es más, como
nal 48/1996. El recurrente en amparo, que padecía una «severa dolen- la reserva de ley y el mandato de tipicidad rigen también en la regula-
cia cardiaca y otra que afectaba a su deambulación, con riesgo de ción de los derechos fundamentales a protección, hay que entender que
empeoramiento progresivo de su salud en un medio hostil para ella sólo cabe limitarlos -desproteger los correspondientes bienes funda-
como el carcelario», había solicitado su excarcelación aduciendo un mentales- en la medida en que la reducción cuente con la debida
precepto reglamentario que permitía otorgar la libertad condicional a cobertura legal, lo que no es el caso. Imaginemos que al legislador se
los presos «aquejados de enfermedad muy grave, con padecimientos le ha «olvidado» ordenar la realización de ciertos trámites administra-
incurables». La Audiencia Provincial de Valencia había declarado im- tivos que son constitucionalmente exigibles para la protección de un
procedente la solicitud porque, a su juicio, la estancia en prisión no bien fundamental. Es claro que esa laguna no empece que la Adminis-
constituía un «peligro seguro» para la vida del recluso. El Tribunal tración pueda y deba realizarlos con ocasión de la tramitación de un
Constitucional, tras recordar la doctrina de las obligaciones de protec- concreto procedimiento'"·
ción derivadas de los derechos fundamentales, consideró inconstitucio- El problema surge cuando las medidas protectoras implican una
nal la «lectura restrictiva del precepto reglamentario» hecha por la restricción del contenido prima /acie de otros derechos y libertades
Audiencia, por introducir de manera injustificada un riesgo para la fundamentales no prevista por una ley y, por lo tanto, contraria al prin-
integridad física y la vida del enfermo. La expresión «enfermedad gra- cipio de legalidad. El dilema está servido.
ve» no podía ser interpretada como enfermedad que implicara un «pe-
ligro inminente o inmediato» para la vida del recluso. La interpreta-
594
ción más acorde con el equilibrio entre el derecho a la vida y las «El equilibrio entre el derecho a la vida ... y la seguridad de la gente ... es la
finalidades del cumplimiento de las penas privativas de libertad era finalidad que pretende conseguir la norma reglamentaria en cuestión ... La puesta
en libertad condicional de quienes padezcan una enfermedad grave y además in-
entender que bastaba que la permanencia en el recinto carcelario del
curable tiene su fundamento en el riesgo cierto que para su vida y su integridad
física, su salud en suma, pueda suponer la permanencia en el recinto carcelario.
Por consiguiente, no se exige la existencia de un peligro inminente o inmediato»
'" Vid., entre otras, las SSTC 88/1997 (FJ 2), 38/1998 (FJ 2), 207/1998 (FJ (STC 48/1986, FJ 2).
3), 48/1998 (FFJJ 3 y 4) y 122/1999 (F) 3). m LAUBINGER, «Grundrechtschutz ... », p. 77.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

a) La regla tradicional: lo que no está prohibido por la ley está per- la Administración no siempre precisa una norma previa que le habilite
mitido específicamente para cada una de sus actuaciones599 : «En un sistema
político que se califica a sí mismo como Estado de Derecho, la liber-
De la obligación del legislador de regular el ejercicio de los dere- tad de los ciudadanos ... no puede ser limitada por la Administración si
chos fundamentales no se deduce necesariamente que dicho ejercicio previamente no ha sido autorizada para ello por una ley>>60º; «toda res-
siempre sea libre para el caso de que falte la debida ley. La circunstan- tricción de la libertad tiene necesariamente que encontrar su funda-
cia de que las potestades públicas incidentes en tales derechos deban mento en una ley previa»; «cualquier actuación de la Administración
ser ordenadas legislativamente con un cierto grado de detalle no impli- que limite derechos fundamentales debe encontrarse expresamente
ca lógicamente la imposibilidad de ejercerlas cuando el legislador ha prevista y regulada en la Ley y, por ello, no será posible realizar ningu-
incumplido su obligación. Adviértase que la Constitución de 1978 es- na actuación restrictiva de estos derechos si la medida limitativa no se
tablece expresamente esta consecuencia jurídica sólo en relación con encuentra previamente definida en la ley»601 •
algunas de esas potestades: las de privar a los ciudadanos de su liber-
tad (art. 17.1), imponerles penas, sanciones (art. 25.1) o prestaciones
de carácter público (art. 31.3) y expropiarles (art. 33 .3). b) La regla tradicional nunca existió con carácter absoluto
Pese a ello, el Tribunal Constitucional ha declarado en varias oca-
siones que «el principio general de libertad que consagra la Constitu- Los forjadores del Estado liberal depositaron demasiadas esperan-
ción en sus artículos 1.1 y 10.1 autoriza a los ciudadanos a llevar a cabo zas en la capacidad del legislador para prever, regular y resolver todos
todas aquellas actividades que la Ley no prohíba, o cuyo ejercicio no los problemas de la coexistencia humana602 . La mencionada Declara-
subordine a requisitos o condiciones determinadas»'". En consecuen- ción de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 refleja este
cia, ni la Administración ni los Tribunales podrían prohibir, restringir ideal: «La libertad consiste en poder hacer lo que no daña a otro; así,
o condicionar las libertades de los ciudadanos -sus derechos defensi- el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene otros
vos- a menos que una ley contemplase y regulase aquel poder con el límites que los que aseguran a los demás miembros de la sociedad el
grado de precisión constitucionalmente debido. goce de esos mismos derechos. Estos límites no pueden ser determina-
Esta regla está profundamente arraigada en la concepción burgue- dos más que por ley» (art. 4.º). «La ley no puede prohibir sino las ac-
sa del Estado de Derecho, en el que «la libertad del individuo es ilimi- ciones perjudiciales a la sociedad. Todo lo que no está prohibido por
tada en principio, y toda facultad del Estado, por el contrario, limita- la ley no puede ser impedido, y nadie puede ser obligado a hacer lo
da en principio»'"· En el artículo 5.º de la Declaración de los Derechos que aquélla no ordene» (art. 5.º).
del Hombre y del Ciudadano de 26 de agosto de 1789 ya se leía que Es ingenuo pensar que la ley va a prohibir todas las actuaciones
«todo lo que no está prohíbido por la ley no puede ser impedido, y nocivas para la sociedad y a establecer con puntualidad los límites a las
nadie puede ser obligado a hacer lo que aquélla no ordene». libertades que aseguren a todos los ciudadanos el goce efectivo de los
Dicha regla se acepta categórica y apodícticamente por la absoluta mismos derechos. Al legislador le resulta materialmente imposible
mayoría de la doctrina española598 , incluso por algunos de los pocos anticipar, regular y resolver puntualmente todos los conflictos que sur-
autores, como SANTAMARÍA PASTOR y BELADÍEZ ROJO, que sostienen que gen en la vida social, siempre en continuo cambio y evolución. Esta
incapacidad se agudiza en tiempos de grandes y acelerados cambios
'" SSTC 83/1984 (FJ 3), 93/1992 (FJ 8) y 197/1996 (FJ 25).
ScHMITT, Teoría ... , p. 142. Sobre esta «presunción de libertad», vid. FIORA-
597
~
99
Vid. BELADÍEZ ROJO, «La vinculación de la Administración al Derecho»,
VANTI, Los derechos fundamentales, 1996, pp. 39 y ss. y 58 y ss. RAP, 153, 2000, pp. 315 y ss.; SANTAMARfA PASTOR, en Fundamentos- de Derecho
598 Vid., entre otros, GARCÍA DE ENTERIÚAIFERNÁNDEZ RooRfGUEZ, Curso ... , t. I,
administrativo, 1991, pp. 201 y ss.; y en Principios ... , pp. 82 y ss.
pp. 246 y ss.; JIMf:NEZ CAMPO, Derechos ... , pp. 46 y ss. y 60; REBOLLO PurG, <<Juri- 600
SANTAMARfA PASTOR, Fundamentos ... , p. 202; y en Principios ... , p. 83.
dicidad ... », pp. 92 y ss.; RUBIO LLORENTE, La forma ... , pp. 351 y SS. 601
BELADÍEZ ROJO, «La vinculación ... », pp. 333 y 340.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

científicos, tecnológicos, culturales y sociales, como los que nos han El sentido común indica que debe prevalecer este último. «La justi-
tocado vivir. ficación está en el punto de vista que el Derecho no es fin de sí mismo,
El problema a veces no es de incapacidad, sino de voluntad. En los sino sólo medio para el fin. El objetivo final del Estado, como el del
Estados europeos del siglo XIX se menospreció la posibilidad de que el Derecho, es el establecimiento y la garantía de las condiciones de vida
poder legislativo se ejerciera abusivamente. Influyó en esta circunstan- de la sociedad; el derecho existe en razón de la sociedad, no la sociedad
cia el hecho de que la burguesía liberal concentrara sus esfuerzos en en razón del Derecho»'º'· Como REBOLLO PUIG ha notado, pese a las
luchar contra los restos del Antiguo régimen, integrados por un Poder solemnes y categóricas proclamaciones del principio de legalidad, la
ejecutivo todavía en manos de un monarca carente de legitimidad de- policía administrativa siempre se ha caracterizado en la práctica por una
mocrática y por unos jueces de cuya fidelidad al nuevo orden jurídico «peculiar adaptación» a las exigencias del mismo, peculiaridad consis-
se desconfiaba. La afirmación del valor supremo de la ley constituía un tente en que la Administración dispone de los poderes imprescindibles
importante instrumento en esta lucha603 . Pero de las experiencias vivi- para el mantenimiento del orden público aunque la ley no se los haya
das desde entonces hemos aprendido que también el legislador puede reconocido explícitamente y, por tanto, puede limitar praeter o incluso
cometer abusos de manera voluntaria y planificada, ordenando o no contra legem los derechos de los ciudadanos con ese fin 607 • Por supues-
prohibiendo la realización de actuaciones extremada y aberrantemente to que no han faltado intentos de justificar esta llamativa peculiaridad.
dañinas. «Aquella ingenua fe revolucionaria en que la ley es necesaria- Una de las estrategias más socorridas ha consistido en afirmar que el
mente instrumento de libertad ha sido tantas veces desmentida por la constituyente, el legislador o la costumbre habían apoderado implícita-
experiencia de los dos últimos siglos que más bien se ha transformado mente a la Administración para tomar tales medidas. Otros autores, más
en la idea contraria»6º4 . realistas y menos propensos a servirse de subterfugios y ficciones, han
Así las cosas, ¿cómo han de actuar los poderes públicos cuando el señalado sin tapujos que la actividad administrativa de policía no siem-
legislador, consciente o inconscientemente, ha omitido prohibir lo que pre necesita una previa habilitación legal.
perjudica a otro o a la sociedad? ¿Qué ocurre cuando la ley no ha es-
tablecido, por cualquier motivo, los límites a la libertad que aseguren
a todos los ciudadanos el goce de los mismos derechos? No restringir ex) La doctrina del estado de necesidad
la libertad de unos supone en estos casos dañar intereses dignos de
protección y menoscabar derechos de otros. Por muy amplias que sean Para dar cobertura dogmática a las excepciones de la regla tradi-
las facultades previstas legalmente de restringir la libertad, «siempre cional se ha utilizado la doctrina del estado de necesidad, que funcio-
queda la posibilidad de situaciones extraordinarias en las que el poder na a modo de «válvula de escape ante supuestos de imprevisión nor-
público es puesto ante la alternativa de tener que sacrificar la ley o el mativa»608. Los poderes públicos no sólo pueden, sino que deben
bien de la sociedad»'°'. actuar, adoptando medidas limitativas de la libertad praeter o incluso
contra legem, cuando ello sea indispensable para salvaguardar un fin
602Vid. GARCÍA DE ENTERRfA, La lengua de los derechos, 1994, pp. 122 y ss, esencial de la comunidad amenazado por la concurrencia de circuns-
quien habla del «mito de la ley». Dice FIORAVANTI, Los derechos ... , p. 70, que «to- tancias extraordinarias 609 . Esta figura se ha admitido incluso en orde-
das las garantías ofrecidas por la Declaración de derechos convergen sobre un solo namientos jurídicos, como el francés, en los que la ley era la norma
punto, sobre la supremacía, en materia de derechos y libertades, de la ley general
jurídica suprema610 •
y abstracta».Vid., también, PruETO SANCHÍS, Ley ... , pp. 5 y ss., quien analiza el
tránsito «del mito a la decadencia de la ley».
60J Sobre todo ello, vid. BLANCO VALDÉS, El valor de la Constitución, 1998, pp. '°6 lHERING,
El fin ... , pp. 291 y 292.
207 y ss.; FroRAVANTI, Los derechos ... , pp. 70 y ss., quienes señalan cómo las dife- 607
REBOLLO PUIG, «La peculiaridad de la policía administrativa y su singular
rentes circunstancias en que se desarrolló la revolución americana condujeron a adaptación al principio de legalidad», RVAP, 54, 1999, pp. 247 y ss.
un resultado distinto: el carácter normativo y supremo de la Constitución. 608
ÁI.VAREZ GARCÍA, El concepto... , 1996, p. 41.
6°' PRIETO SANCHÍS, Ley... , p. 23.
"" Vid. ÁI.VAREZ GARCÍA, El concepto... , pp. 308 y ss.
'°'lHERING, El /in en el Derecho, 1886, p. 291. 6
'° Vid. ÁLVAREZ GARCÍA, El concepto... , pp. 100 y ss.
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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

Según la formulación clásica de esta doctrina, existía un estado de generales, «sino que le conferiría además las potestades necesarias para
ello»61s.
necesidad sólo cuando concurrían circunstancias extraordinariamente
graves y críticas para la vida del Estado, aunque posteriormente se fue Nos parece algo forzado interpretar que el artículo 103.1 de la
ampliando el abanico de los intereses para cuya salvaguarda la legali- Constitución ha positivizado el supuesto principio jurídico de necesi-
dad podía no ser observada61l_ En realidad, y como ÁLvAREZ GARcíA ha dad. Dicho precepto sólo se refiere a la actuación de la Administración
defendido convincentemente, la necesidad «no opera tan sólo ante si- y no a la de los restantes poderes públicos, por lo que difícilmente cabe
tuaciones de extraordinario e inminente peligro para la salvación de la entender que permite a los Tribunales, al legislador e incluso a los par-
patria»612 , sino también «en todos aquellos casos en los que los pode- ticulares adoptar medidas limitativas de la libertad en casos de necesi-
res públicos están obligados a la realización de unos fines determina- dad619. Por otra parte, el inciso final de este artículo dice que la Admi-
dos o a la preservación de unos intereses esenciales»613 . Es así lícito nistración debe actuar «con sometimiento pleno a la ley y al Derecho»,
-y muy frecuente- que las ambulancias que llevan a una persona gra- lo que más bien indica que la actividad administrativa contra legem está
vemente enferma o los bomberos que corren a apagar un incendio no proscrita.
respeten las normas ordinarias de circulación: saltándose semáforos en Esta tesis también deja en el aire otras cuestiones. ¿Por qué un
rojo, efectuando adelantamientos irregulares, etc. 614_ Existe una situa- principio que no está contemplado en la Constitución puede obligar a
ción de necesidad que justifica la adopción de una medida praeter o los poderes públicos a adoptar medidas aparentemente inconstitucio-
contra legem siempre que un peligro se cierna sobre un interés digno nales? ¿Tienen los ciudadanos en algún supuesto un derecho subjetivo
de protección y la medida adoptada sea útil para salvaguardar el inte- a la adopción de tales medidas? ¿Y un derecho fundamental? ¿Tutela-
rés amenazado, necesaria, por ser la menos restrictiva de la libertad de ble en amparo?
todas las útiles, y proporcionada en sentido estricto, por superar sus
beneficios a sus costes 615 .
La teoría del estado de necesidad, sin embargo, no acaba de expli-
13) Otros intentos de explicación: en especial, la preexistencia del
deber de no perturbar el orden público
car cumplidamente algunas cuestiones. No queda claro, en primer lu-
gar, cuál es el fundamento jurídico de las actuaciones en situaciones de
REBOLLO PUIG e IZQUIERDO CARRASCO, siguiendo a Ütto MAYER, de-
necesidad. ÁLVAREZ GARCÍA afirma la existencia de un principio jurídi-
fienden que la «peculiar adaptación» de la policía administrativa al prin-
co de necesidad, según el cual «los poderes públicos deben estar dota-
cipio de legalidad se justifica por la existencia de un deber general de los
dos, en todo tipo de circunstancias, de los medios necesarios para la
ciudadanos de no perturbar el orden público. La Administración puede
realización de los fines esenciales que tienen encomendados»616 . Pero
tomar sin previa habilitación legal medidas contra las actividades -v.
es dudoso que un principio que no está recogido en la Constitución
gr., empresariales- perturbadoras del orden público aun cuando éstas
pueda prevalecer sobre el principio de legalidad, que sí lo está617_ Qui-
respeten escrupulosamente todas las normas legales y reglamentarias es-
zás por ello el citado autor intenta buscarle acomodo en el texto de la
tablecidas. La razón es que tales medidas, en realidad, no limitan la li-
norma suprema, en concreto en su artículo 103.1. Este precepto no
bertad de los perturbadores, no les imponen un deber ex novo, sino que
sólo obligaría a la Administración a servir con objetividad los intereses
simplemente declaran y corroboran la preexistencia de aquel deber62°.
611 ÁLVAREZ GARCÍA,El concepto ... , pp. 52, 54, 55. 618
612 ÁLVAREZ GARCÍA,El concepto ... , pp. 38, 291. El concepto ... , p. 302.
ÁLvAREZ GARCÍA,
619
6 13 ÁLVAREZ GARCÍA,El concepto ... , p. 72, 285 y ss., 292. Según afirma ÁLVAREZ GARCÍA, El concepto ... , pp. 335 y ss., «la necesidad
614 Ár.vAREZ GARCÍA, El concepto ... , p. 31. debe permitir la actuación del sujeto mejor situado para actuar con la velocidad y
615 Ár.vAREZ GARcfA, El concepto ... , pp. 448 y ss. con la contundencia que puedan requerir las circunstancias» (p. 336).
620
'" ÁLVAKEZ GARCÍA, El concepto ... , pp. 84, 90, 295. REBOLLO PUIG, «La peculiaridad .. », pp. 263 y ss.; IZQUIERDO CARRASCO, La
617 En contra, vid. el artículo 1.4 ce y BELAD1EZ ROJO, Los principios ... , seguridad de los productos industriales, 2000, pp. 47 y ss. y 346 y ss.; MAYER, Deuts-
pp. 117 y ss. ches Verwaltungsrecht, 1924, reimpr., 1969, t. I, pp. 205, 207 y ss. y 212 y ss.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

Esta doctrina está expuesta a serias objeciones. La primera tiene bienes constitucionales. La libertad de prensa y la libre formación de
que ver con el fundamento jurídico del referido deber. Orto MAYER la opinión pública pueden legitimar informaciones que perturben en
afirmaba que éste nace del Derecho Natura!, tesis que hoy tiene un cierta medida la intimidad de determinadas personas. Y un cierto ni-
sabor demasiado rancio como para ser digerida adecuadamente por la vel de contaminación perturbadora de la propiedad ajena es admisible
jurisprudencia y la doctrina dominantes. REBOLLO PUIG prefiere decir en aras de la libertad de empresa y del bienestar económico del país.
que «existe un principio general del Derecho en vírtud del cual, inclu- Pues bien, esa tarea de limitación supone regular el ejercicio de los
so antes de que se declare y concrete por normas, es ilícito poner en derechos fundamentales implicados, los del perturbador y los de la
peligro la seguridad de los usuarios de la vía pública, la salud de los persona que sufre la perturbación. Y, en virtud del mandato expreso
consumidores o de los ciudadanos ... y otros bienes esenciales a los que del artículo 53.1 de la Constitución, esa regulación está sujeta a las
tradicionalmente se aludía como orden público y a lo que todavía, aun exigencias del principio de legalidad. La determinación del vago deber
con imprecisiones y dificultades y un cierto convencionalismo, pode- de no perturbar es una fuente de eventuales abusos y arbitrariedades,
mos seguir llamando orden público»621 . por lo que ha de ser realizada, en la medida de lo posible, a través del
En nuestra opinión, y sin perjuicio de que el neminem laedere cons- procedimiento legislativo y de manera lo suficientemente precisa como
tituya un principio jurídico, ese deber de no perturbar puede deducir- para que los ciudadanos puedan saber hasta dónde llega su deber. No
se de lo establecido en la Constitución, en concreto de los derechos cabe dejar exclusivamente en manos de los órganos administrativos y
fundamentales. Recordemos que éstos imponen prima facie a cuales- jurisdiccionales la tarea de concretar los deberes de los ciudadanos o,
quiera sujetos la realización de cualesquiera acciones que sirvan a los lo que es lo mismo, de precisar el alcance de sus derechos y libertades.
bienes fundamentales. Los particulares tienen, por lo tanto, también el Podría replicarse que ese deber general de no perturbar justifican-
deber constitucional de no dañar ni poner en peligro la vida de otras te de una modulación del principio de legalidad se refiere únicamente
personas, su integridad física, su honor, su propiedad, su libertad sin- al orden público entendido en un sentido muy restringido: sólo aque-
dical, etc. «Los derechos fundamentales comprenden la prohibición llas perturbaciones extremadamente graves que menoscaben los bienes
dirigida a todas las personas de lesionar los bienes jurídicos protegidos socialmente más valiosos podrían combatirse con medidas administra-
por ellos»622 . tivas praeter o contra legem. La justificación radicaría en que, a pesar
Ahora bien, la «preexistencia» de ese deber no implica por sí sola de que el legislador no las haya prohibido expresa y precisamente, la
una relajación o una exención de las exigencias del principio de legali- ilicitud de tales perturbaciones es evidente y previsible para cualquier
dad, de la misma manera que tampoco los deberes que la Constitución persona leal al Derecho, que ni siquiera se acercará a tales conductas
española impone -ahora sí- expresamente a todos los españoles de por imperativo de las exigencias mínimas éticas generalmente acepta-
defender a España, de contribuir al sostenimiento de los gastos públi- das por la sociedad, de manera que aquí la intervención legislativa se-
cos y de respetar el medio ambiente justifican que la Administración o ría en verdad superflua.
los Tribunales puedan imponer a los ciudadanos obligaciones tributa- Sin embargo, el concepto de orden público, aun entendido en este
rias, militares o de no fumar sin la debida cobertura legal623 • sentido tan estricto, sigue siendo extraordinariamente vago 625 , y su con-
El deber de no perturbar, por otro lado, no tiene ni puede tener creción todavía constituye un caudaloso manantial de incertidumbre y
carácter absoluto 624 , sino que debe ser limitado a fin de cohonestado posibles arbitrariedades. Ello se acentúa en una sociedad plural y abier-
con el ejercicio de los derechos fundamentales y la protección de otros ta: «El pluralismo de formas de vida y de concepciones del mundo que

625
621 REBOLLO PUIG, «La peculiaridad ... », p. 271. Vid., por ejemplo, ÁLVAREZ GARcfA, El concepto ... , pp. 199 y ss.; y DE BAR-
622 lsENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 134. TOLOMÉ CENZANO, El orden público como límite al ejercicio de los derechos y liber-
623 Respecto del deber de respetar el medio ambiente, vid. MACERA, El deber tades, 2002, passim, quien señala que éste «se ha configurado como un límite ab-
industrial de respetar el medio ambiente, 1998, pp. 260 y ss. solutamente impreciso de los derechos y de utilización desmedida en los más
624 IZQUIERDO CARRASCO, La seguridad ... , pp. 53 y ss. diversos sectores del ordenamiento jurídico» (p. 21).

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VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

caracteriza a una sociedad liberal-democrática hace que el consenso go supremo. Tanto la Administración como los Tribunales podrán y, en
valorativo no sea en ella tan profundo y extenso como el que existía en su caso, deberán adoptar medidas restrictivas de los derechos funda-
las sociedades premodernas, de carácter más cerrado y homogéneo.
mentales que no satisfagan suficientemente el principio de legalidad
Dado este trasfondo social, el legislador debe esforzarse por precisar cuando ello constituya un mal útil, necesario y proporcionado para
qué conductas están prohibidas»626 • Además, y como más adelante realizar otro mandato constitucional, como el de cumplir la obligación
comprobaremos, en ámbitos donde reina la incertidumbre, las inter- positiva de proteger un bien fundamental. La proporcionalidad deter-
venciones praeter o contra legem limitativas de la libertad pueden estar minará en última instancia si la Administración y los Tribunales pue-
justificadas a pesar de su imprevisibilidad y de la falta de evidencia den o no intervenir.
acerca del carácter nocivo de la actividad limitada o prohibida. Estamos de acuerdo con la doctrina según la cual el cumplimiento
de las obligaciones positivas derivadas de los derechos fundamentales
e) Posición que se sostiene está sujeto a las exigencias de la reserva de ley y del mandato de tipici-
dad. Para adoptar medidas encaminadas a proteger a ciertos ciudada-
a) La justificación de las medidas protectoras administrativas y judi- nos pero limitativas de la libertad de otros, la Administración y los
ciales Tribunales deben contar con una habilitación legal que satisfaga dichas
exigencias 627 • Puede decirse en este sentido que las obligaciones de pro-
El fundamento jurídico de las actuaciones administrativas o judicia- tección derivadas de los derechos fundamentales están «mediatizadas
les limitativas de la libertad realizadas en situaciones de vacío legal no por la ley»6" . Ahora bien, a diferencia de algunos autores629 , creemos
hay que buscarlo en la preexistencia del deber de no perturbar o en que la falta de esa habilitación legal no impide con carácter absoluto la
un supuesto principio de necesidad, sino más exactamente en los de- adopción de tales medidas administrativas o judiciales630 • Los derechos
rechos y otras normas jurídicas que protegen los intereses, valores y
bienes lesionados o amenazados por el ejercicio de esa libertad. Son
"' Vid. la S. del BVerwG de 27.3.1992 (NJW, 1992, pp. 2496 y ss., esp.,
esas normas jurídicas las que justifican, legitiman e imponen la actua- p. 2499); ERJCHSEN, «Grundrechtliche ... », pp. 87 y 88; H. H. KLEIN, «Die grun-
ción de los poderes públicos. Esta tesis permite despejar los interrogan- drechtliche ... », p. 491; HEINTZEN, «Staatliche Warnungen als Grundrechtspro-
tes antes planteados. Si el peligro que ha de ser combatido con medi- blem», VerwArch, 81, 1990, p. 553; lBLER, «Grundrechtseingriff und Gesetzesvor-
das adecuadas, necesarias y ponderadas amenaza un interés jurídico behalt bei Warnungen durch Bundesorgane», en Staat-Kird,e-Verwaltung. Festschrift
/ür Hartmut Maurer zum 70. Geburtstag, 2001, p. 157; IsENSEE, «Das Grundre-
protegido por un derecho subjetivo, los ciudadanos tendrán un dere- cht...», § 111, m. 91 y 151 y ss. BRAGE CAMAZANO, Los límites ... , p. 314, en cam-
cho tal a la adopción de aquéllas. Si ese derecho es fundamental, no bio, considera que la mediación del legislador no es necesaria, aunque sí desea-
sólo los Tribunales y la Administración estarán obligados a salvaguar- ble, para limitar un derecho fundamental por razón de su conflicto con otro
darlo, sino también el legislador. Y si se encuentra entre los reconoci- derecho fundamental.
628
dos en los artículos 14 a 30 de la norma fundamental, será tutelable La expresión, que ha hecho fortuna, es de ISENSEE, Das Grundrecht ... ,
p. 44, y «Das Grundrecht...», § 111, m. 5, 8 y 152.
mediante el proceso de amparo. 629
Vid., por ejemplo, DIETLEIN, Die Lehre ... , pp. 109, 110, 182 y 194; Mósn,
La interpretación unitaria -sistemática- de la Constitución exige «Probleme ... », p. 1029; STARCK, Praxis ... , p. 77.
630 En sentido similar, VELASCO CABALLERO, «El medio ambiente en la Consti-
cohonestar equilibradamente las exigencias de los derechos a protec-
ción y las de los derechos defensivos a no sufrir más injerencias estata- tución: ¿Derecho público subjetivo y/o principio rector?, RAndAP, 19, 1994,
p. 110; ]ARASS, «Grundrechte ... », p. 385. DETERMANN, «Beweislastumkehr hinsicht~
les que las previstas por la ley. Al igual que todos los mandatos consti- lich der Gefahrlichkeit neuer Technologien?», JbUTR, 1997, p. 185, contempla
tucionales, estos últimos tienen límites; su alcance ha de ser reducido esta posibilidad para los casos de urgencia. IsENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111,
para posibilitar la vigencia de otras normas que gozan del mismo ran- m. 161, considera que sólo en casos límite de necesidad pueden tomarse tales me-
didas como ultima ratio. En sentido similar, vid. KruNGS, Grund... , pp. 283 y ss. y
626 296. Según SZCZEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 265 y ss., el principio de legalidad
FERREREs COI\1ELLA, El principio ... , p. 48.
no tiene un carácter absoluto, sino que debe ser ponderado con otras exigencias

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VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
carácter normativo y supremo de una Constitución cuyos preceptos
fundamentales a protección tienen idéntico rango constitucional y vin- son extremadamente abstractos 632 • Es cierto que el enriquecimiento de
culan directamente a todos los poderes públicos igual que los derechos los derechos fundamentales que se deriva de concebirlos como princi-
defensivos. Por ello, las colisiones entre ambos deben resolverse me- pios implica un avance hacia el «Estado jurisdiccional de justicia cons-
diante el criterio de la proporcionalidad. titucional» (ver/assungsgericht!ichen Jurisdiktionsstaat) 6" , pero, en nues-
A esta tesis se le ha criticado que conlleva una hipertrofia del cita- tra opinión, los peligros que ello entraña son un precio que merece la
do criterio, y que las obligaciones de proteger los derechos fundamen- pena pagar a fin de dar la máxima efectividad posible al conjunto de
tales no pueden servir de fundamento a la correspondiente actuación los mandatos constitucionales. Afirmar la vigencia de los derechos fun-
administrativa, a causa de su excesiva indeterminación631 . damentales a protección equivale a sostener que los poderes públicos
Estos argumentos no convencen. El problema de la indetermina- deben tomar las medidas adecuadas, necesarias y ponderadas para pro-
ción no es exclusivo de las obligaciones positivas de protección. Tam- tegerlos aun cuando éstas limiten derechos de terceros y la ley no las
bién los preceptos constitucionales que imponen deberes negativos haya regulado. Afirmar que en este caso ni la Administración ni los
de respetar los derechos fundamentales tienen un similar grado de Tribunales pueden efectuar esas intervenciones protectoras supone lisa
abstracción, lo que no empece que la Administración y los Tribuna- y llanamente negar la existencia de aquellos derechos.
les deban darles cumplimiento incluso a falta de ley que los desarro- Los Tribunales alemanes han admitido la validez de medidas res-
lle. Por otro lado, el que la proporcionalidad gane terreno y se apli- trictivas de derechos fundamentales adoptadas sin previa cobertura le-
que a supuestos donde antes (supuestamente) imperaba de mane- gal para proteger otros bienes asimismo fundamentales. Esta doctrina
ra estricta la vieja máxima «lo que no está prohibido por la ley está se apuntaba ya en el asunto Kalkar. El Tribunal que había elevado la
permitido» no constituye un mal en sí mismo. Ciertamente, esta últi- cuestión de inconstitucionalidad contra el precepto regulador de las
ma regla resulta muy cómoda para la Administración y los Tribu- autorizaciones de centrales nucleares consideraba que debía anularse
nales, y constituye una garantía de la libertad de los ciudadanos, la concreta autorización impugnada, porque ésta, «que era adecuada
especialmente de los más fuertes, frente a eventuales actuaciones ar- para perjudicar derechos de terceros, había sido dictada sin un funda-
bitrarias de los poderes públicos. Pero por ella hay que pagar un pre mento legal suficiente» 634 • El Tribunal Constitucional Federal admitió
cio demasiado alto: el sacrificio absoluto de ciertos derechos funda- dicho razonamiento"', aunque ya sabemos que luego declaró que el
mentales en situaciones de vacío legal, situaciones cada vez más precepto cuestionado se ajustaba a la Constitución. Pero nótese que, de
frecuentes y alarmantes. Por esta razón, resulta preferible renunciar al haberse concluido la inconstitucionalidad del mismo, la solución ten-
automatismo de aquella máxima y obligar a la Administración y a los dría que haber consistido en restringir sin la debida cobertura legal la
Tribunales a que ponderen cuidadosamente todos los bienes constitu- propiedad privada y la libertad de empresa para proteger los derechos
cionales implicados al objeto de adoptar una solución equilibrada. fundamentales a la vida y a la integridad corporal.
Y ello a pesar de los peligros que entraña esa ponderación praeter En otro caso, el de la secta de la «Meditación Trascendental», va-
legem. rios miembros de esta organización habían demandado al Gobierno
El que en los últimos tiempos haya aumentado el protagonismo de Federal por haber efectuado de manera pública ciertas recomendacio-
los principios jurídicos [y, en consecuencia, del criterio de la propor- nes y advertencias -se decía, entre otras cosas, que esta secta podía
cionalidad] y de los jueces [esto es, del arbitrio judicial] en la interpre- causar daños psíquicos y destruir la personalidad- que supuestamen-
tación y aplicación del Derecho no es sino la consecuencia cabal del te habrían lesionado sus derechos al honor y a la libertad ideológica.

constitucionales; cabe intervenir praeter legem cuando la inactividad estatal pro- 632
PRIETO SANCHfS, Ley ... , p. 40.
duzca una situación todavía más alejada de la Constitución que la generada por la 633
BóCKENFóRDE, «Grundrechte ... »,
pp. 25 y ss.
intervención, o cuando ésta es el único medio para salvaguardar el bien funda- 6
"A. del OVG Münster de 18.8.1977 (DVBl., 1978, p. 63)
mental afectado. "'A.del BVerfG de 31.1.1978 (BVerfGE 47, 146, 148, 150 y 152).
631 Vid. HEINTZEN, «Staatliche ... », pp. 552 y ss.

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VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN
Tanto el Tribunal Contencioso-Administrativo Federal como el Consti-
tucional Federal consideraron que las actuaciones cuestionadas no re-
ración Trascendental638 • Posteriormente, el Tribunal Constitucional des-

querían una habilitación legal específica, pues su fundamento se halla- estimó el subsiguiente recurso de amparo abundando en los mismos ar-
gumentos639.
ba en la Constitución misma. El Gobierno estaba constitucionalmente
La solución dada a estos dos casos quizás pueda ser aceptable, no
legitimado para llevarlas a cabo en virtud del deber estatal de salva-
así los razonamientos utilizados para llegar a ella. Dejemos aparte la cri-
guardar la vida y la integridad corporal, así como en virtud del man-
ticable afirmación realizada en el caso del dietilenoglicol según la cual la
dato constitucional de protección de la juventud (art. 5.II GG) 636 . No
información cuestionada no constituía una intervención en la libertad
hace mucho, el Tribunal Constitucional ha reafirmado esta doctrina en
un caso prácticamente idéntico637 .
de empresa de los afectados 640 . Lo que aquí interesa criticar es la tesis
de que las actuaciones limitativas de derechos fundamentales tendentes
En el asunto del dietilenoglicol, la Administración había publicado
a proteger derechos de igual índole no requieren una previa habilita-
una lista de vinos en los que se había detectado esta sustancia, utiliza-
ción ajustada a la reserva de ley y al mandato de tipicidad641 . Tesis que,
da normalmente como anticongelante y disolvente y sospechosa de
por cierto, el Tribunal Contencioso-Administrativo Federal ha rectifica-
perjudicar la salud. La publicación provocó que el demandante no lo-
do posteriormente al dejar sentado que «el cumplimiento de una obli-
grara vender sus vinos que aparecían en la lista y tuviera grandes difi-
gación de proteger los derechos fundamentales no dispensa al Estado
cultades para comercializar aun los que no figuraban en ella. El Tribu-
nal Contencioso-Administrativo Federal advirtió que aquí colisionaban de la necesidad de una habilitación legal para intervenir» en la libertad
el derecho fundamental a la libertad de empresa y la tarea constitucio- de los ciudadanos 642 . A nuestro juicio, la Constitución sí ímpone dicha
nal del Gobierno de dirigir responsablemente la política interior pro- habilitación. Lo que pasa es que su falta no determina inexorablemente
tegiendo el derecho fundamental de los consumidores a su integridad la prohibición categórica de intervenir praeter legem. El derecho a la
reserva de ley no rige con carácter absoluto, sino que ha de ceder fren-
corporal, en cumplimiento de la obligación derivada del artículo 2.II.l
de la Ley Fundamental. Efectuada la debida ponderación, llegó a la
conclusión de que la medida era materialmente justificada, proporcio- "' S. de 18.10.1990 (BVerwGE 87, 37).
nada. El problema era si dicha medida era también «formalmente» "' A. de 26.6.2002 (1 BvR 558191), criticado por MURSWIEK, «Das Bundesver-
ajustada a la Constitución, pues no había norma legal alguna que con- fassungsgericht ... », pp. 1-8; FABBENDER, «Wettbewerbsrelevantes Staatshandeln
und Berufsfreiheit: Quo vadis, Bundesverfassungsgericht?, N]W, 2004, pp. 816 y
templase su adopción. Dicho Tribunal negó que se hubiese infringido ss.; HUBER, «Die Informationst3.tigkeit ...», pp. 292 y ss.
la reserva de ley, en primer lugar, porque aquella informa- 640
Vid. las críticas de GRóSCHNER, «Óffentlichkeitsaufklarung als Behürdenau-
ción no constituía una intervención en la libertad de empresa y, en se- fgabe», DVBI., 1990, pp. 622 y ss.; MURSWIEK, «Das Bundesverfassungsgericht...»,
gundo lugar, por las razones expuestas en su Sentencia sobre la Medi- pp. 2 y ss.; HUBER, «Die Informationst3.tigkeit ... », pp. 292 y ss.; ScHOCH, «Staatli-
che lnformationspolitik und Berufsfreiheit», DVBl., 1991, pp. 669 y ss. Sobre el
problema, vid. VELASCO CABALLERO, La información administrativa al público, 1998,
"' Vid. la S. del BVerwG de 23.5.1989 (BVerwGE 82, 76, 79 y ss.) y el A. del pp. 82 y SS.
641
BVerfG de 15.8.1989 (NJW, 1989, p. 3270). En sentido parecido, en relación con Tesis criticada también por GusY, «Verwaltung durch lnformation», NJW,
un caso muy similar, vid. también la S. del BVerwG de 13.3.1991 (NJW, 1991, pp. 2000, pp. 984 y 985; HEtNTZEN, «Staatliche ... », pp. 549 y ss.; LEIDINGER, «Hoheit-
1770 y ss.). En cambio, la S. del BVerwG de 18.4.1985 (BVerwGE 71, 183, esp., liche Warnungen, Empfehlungen und Hinweise im Spektrum staatlichen Informa-
p. 189), había declarado la inconstitucionalidad, por carecer de cobertura legal, tionshandelns», DÓV, 1993, pp. 930 y 931; MEYN, «Warnung des Bundesregierung
de cierta información relativa a un medicamento. vor Jugendsekten», ]uS, 1990, pp. 633 y 634; ScHOCH, «Staatliche ... », pp. 670 y
"' A. del BVerfG de 26.6.2002 (1 BvR 670/91, §§ 72 y ss.), criticado por ss.; IBLER, «Grundrechtseingriff. .. », pp. 155 y ss. Como señala H. A. 1-IEssE, «Der
CREMER, «Der Osho-Beschluss des BverfG», ]uS, 2003, pp. 747-751; MURSWIEK, Schutz-Staat ... », p. 746, ello supone una «disolución de la idea del Estado de
«Das Bundesverfassungsgericht und die Dogmatik mittelbarer Grundrechtsein- Derecho a través de la idea del Estado protector»
griffe», NVwZ, 2003, pp. 1-8; HuBER, «Die Informationst3.tigkeit der Offentli- '°'2 S. de 27.3.1992 (NJW, 1992, pp. 2496 y ss., esp., p. 2499), que consideró
chen Hand - ein grundrechtliches Sonderregime aus Karlsruhe?», JZ, 2003, contrario a la libertad ideológica, por falta de la debida habilitación legal, que el
pp. 292 y SS. Estado subvencionara a una asociación privada creada para advertir al público de
los peligros de las sectas juveniles.

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te a otros bienes constitucionales cuyas exigencias tengan en el caso fensa contra las llamadas anónimas amenazantes o molestas sería lí-
concreto mayor fuerza. Este derecho ha de colocarse en la «balanza», cita, siempre, claro está, que se guardara un adecuado equílibrio
junto con los valores opuestos a la intervención, al objeto de precisar si entre los derechos fundamentales afectados y se contemplaran sufi-
la suma de todos ellos pesa más o menos que el conjunto de los bienes cientes precauciones constitucionales y garantías eficaces contra el
constitucionalmente atendibles que ordenan justo lo contrario. abuso. Su falta deja una laguna de protección. Pues bien, en la pon-
Mucho más acertada nos parece la argumentación ofrecida por el deración entre el defecto constitucional que supone la inexistencia
Tribunal Constitucional Federal en el caso de la intervención de las lla- de fundamento legal para intervenir y el déficit jurídico constitucio-
madas telefónicas anónimas. Una persona que venía sufriéndolas solici- nal de protección de la salud y de la personalidad frente a llamadas
tó y obtuvo de la empresa estatal Deutsche Bundespost Telekom informa- anónimas, prevalece la protección de los bienes jurídicos del artícu-
ción sobre la fecha, hora y duración de las que recibiera desde cierto lo 2.2 de la Ley Fundamental. Mientras allí sólo falta la cobertura
legal suficiente para efectuar una intervención materialmente lícita
número. Registradas dieciséis llamadas en el espacio de tres meses y me-
en sí misma, aquí está en juego la propia protección material del
dio, la víctima utilizó esa información para entablar y ganar un pleito ci-
derecho fundamental. Por consiguiente, la observación de las llama-
vil en el que exigía la cesación de las mismas y una indemnización por
das, aun carente del necesario fundamento legal, debe ser tolerada
los daños y perjuicios sufridos. La parte condenada recurrió en amparo siempre que se respeten las expuestas exigencias derivadas de los
aduciendo, entre otros motivos, que el Estado había intervenido en su derechos fundamentales» 643 •
derecho fundamental al secreto de las comunicaciones sin la debida co-
bertura legal. El Tribunal Constitucional constató que, en efecto, la in- En la jurisprudencia española encontramos alguna sentencia que
tervención carecía de fundamento legal, ya que sólo estaba contemplada afirma la posibilidad de proteger bienes jurídicos constituóonales res-
en un simple reglamento, pero a pesar de ello la consideró lícita y deses- tringiendo derechos fundamentales sin la debida cobertura legal pre-
timó el recurso de amparo en atención a que resultaba materialmente via. El problema se suscitó con ocasión de varios actos administrativos
justificada para proteger los derechos fundamentales de la víctima: que habían prohibido la circulación postal de algunas revistas porno-
gráficas, limitación de la libertad de expresión contemplada únicamen-
«Ciertamente, la intervención supone una vulneración del secreto de
te en una disposición reglamentaria. El Tribunal Superior de Justicia de
las comunicaciones a causa de la falta de la cobertura legal necesaria
Cataluña anuló tales actos por infringir la reserva de ley, pero luego el
de acuerdo con el artículo 10.2.I de la Ley Fundamental. Pero, por
Supremo los declaró válidos al considerar que éstos «no podían califi-
otra parte, la denegación de la intervención de las conferencias perju-
carse de inconstitucionales, cuando justamente [tendían] a dar satisfac-
dicaría los intereses protegidos por derechos fundamentales de quie-
nes son víctimas de llamadas anónimas amenazantes o molestas. Tales ción y eficacia a lo, en este aspecto, por la Constitución exigido, sin
llamadas pueden afectar sensiblemente al derecho al desarrollo de la apartarse de ella»644 .
personalidad que resulta de los artículos 2.1 y 1.1 de la Ley Funda- Dicho razonamiento fue justamente criticado. El que se restrinja un
mental, así como al derecho a la integridad física del artículo 2.2 de derecho fundamental para proteger un bien reconocido expresamente
esta Ley Fundamental. Los afectados por tales agresiones están rela- en la Constitución no exime de cumplir las exigencias de la reserva de
tivamente indefensos frente a las mismas. Las referidas intervenciones ley. La limitación del alcance de los derechos fundamentales no sólo
en las comunicaciones telefónicas constituyen para ellos un medio de debe ser proporcionada, sino que, además, debe hacerse por el legisla-
defensa especialmente eficaz, frecuentemente incluso el único ... dor645. Entender lo contrario supondría vaciar de sentido la reserva del
En casos como el presente, muchas veces el Tribunal Constitucional
Federal ha tolerado provisionalmente una situación jurídica incons- "' A. de 25.3.1992 (BVerfGE 85, 386, 400 y ss.).
"' STS de 15.7.1993 (Ar. 6199).
titucional para evitar otra situación que se alejaría todavía más de las 645
Vid. BACIGALUPO SAGESSEfVELASCO CABALLERO, «"Límites inmanentes"
exigencias constitucionales ... Esta consideración vale también aquí. de los derechos fundamentales y reserva de ley», REDA, 85, 1995, pp. 119 y ss. y
Una ley que permitiese intervenir las telecomunicaciones para la de- 127 y SS.

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VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

artículo 53 .l de la Constitución, pues si, como afirma la jurispruden- principio de legalidad, pues «ni definía las categorías de personas sus-
cia española, todas las restricciones de los derechos fundamentales de- ceptibles de ser sometidas a escucha, ni fijaba límite a la duración de
ben responder a la salvaguarda de un bien constitucionalmente prote- la medida, ni determinaba las condiciones que hubieran de reunir las
gido646, todas ellas podrían ser establecidas por la Administración sin transcripciones de las conversaciones interceptadas, ni las relativas a la
necesidad de habilitación legal previa. Dicho con las palabras de la utilización de las mismas» (FJ 5), el Tribunal, en contra de lo que se
Sentencia del Tribunal Constitucional que finalmente anuló aquellas desprende de alguna Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos
resoluciones administrativas: «No es aceptable el argumento del Tribu- Humanos 650 , considera que esta situación, aunque «contraria a lo dis-
nal Supremo al estimar que el citado Real Decreto encuentra su cober- puesto en el art. 18.3 CE», «no implica, por sí misma, necesariamen-
tura legal en la propia Constitución (art. 20.4), pues esa cobertura en te, la ilegitimidad constitucional de la actuación de los órganos juris-
todo caso sería de carácter material, pero no satisfaría el requisito for- diccionales que autorizaron la intervención». <<En efecto: si, pese a la
mal del rango legal de la norma»647 . inexistencia de una ley que satisficiera las genéricas exigencias consti-
Coincidimos plenamente con esta Sentencia en que la prohibición tucionales de seguridad jurídica, los órganos judiciales, a los que el art.
de difundir postalmente revistas pornográficas debía establecerse me- 18.3 de la Constitución se remite, hubieran actuado en el marco de la
diante ley. Ahora bien, ello no implicaba necesariamente la invalidez de investigación de una infracción grave, para la que de modo patente
los actos administrativos dictados en ausencia de la debida norma le- hubiera sido necesaria, adecuada y proporcionada la intervención te-
gal. Sólo puede llegarse a esta conclusión tras haber ponderado cuida- lefónica y la hubiesen acordado respecto de personas presuntamente
dosamente el derecho a la reserva de ley con otros derechos y valores implicadas en el mismo, respetando, además, las exigencias constitu-
constitucionales que eventualmente demandasen la prohibición. Así lo cionales dimanantes del principio de proporcionalidad, no cabría en-
señalaron algunos autores: «la reserva de ley para la regulación del ejer- tender que el Juez hubiese vulnerado, por la sola ausencia de dicha
cicio de derechos fundamentales ... no es la única norma constitucio- ley, el derecho al secreto de las comunicaciones telefónicas» (FJ 5) 651 .
nal ... Del principio de concordancia práctica de la Constitución resul- Tras un circunstanciado examen de las intervenciones en cuestión,
ta que todo principio constitucional debe ceder, en lo necesario, para el Tribunal Constitucional, con todo, acabó declarándolas despropor-
permitir en la misma medida la eficacia de otro principio constitucio- cionadas.
nal»648. El conflicto entre los derechos implicados «ha de resolverse
tratando de respetar en lo posible el contenido esencial de cada uno de
ellos y, en tanto no sea posible, dando primacía a uno de ellos. La prio- 13) La posibilidad de dictar reglamentos independientes en el vacío
ridad puede venir expresamente establecida en el texto constitucional. legal para proteger los derechos fundamentales
Si no resulta de la Constitución, el conflicto conducirá ineludiblemen-
te a una ponderación de los bienes constitucionalmente protegidos, Se ha mantenido que en las referidas situaciones de vacío legal la
que acabará en una decisión a favor de uno de los derechos»649 . Administración puede restringir la libertad de los ciudadanos median-
La Sentencia del Tribunal Constitucional 49/1999 sigue esta últi- te resoluciones concretas proporcionadas para proteger otros bienes
ma tesis. Tras constatar que la disposición legal que autorizaba ciertas constitucionales, pero no mediante reglamentos que regulen con carác-
intervenciones telefónicas no satisfacía los requisitos derivados del 650
La STEDH de 30.7.1998 (Valenzuela Contreras, 27671/95), tras constatar
que estas escuchas telefónicas no contaban con la debida cobertura legal en el
Derecho español, juzga innecesario analizar si las mismas podían estar material-
"" Vid., por ejemplo, la STC 292/2000 (FJ 11). mente justificadas y procede sin más consideraciones a declarar vulnerado el de-
"'' STC 5211995 (FJ 4)
648 recho del actor al secreto de sus comunicaciones. En el mismo sentido, vid. la
VELASCO CABALLERO, en «"Límites ... », pp. 127 y ss., y en La información ... ,
pp. 142 y ss. En contra, BACIGALUPO SAGESSE, «"Límites ... », pp. 121 y ss. STEDH de 18.2.2003 (Prado Bugallo, 58496/00).
649
GoNzALEZ PÉREZ, «La pornografía en el Tribunal Constitucional», REDA,
651
Esta doctrina se reitera en la STC 184/2003 (FJ 6). En contra, vid. el voto
91, 1996, p. 474. particular del Magistrado CRUZ VILLALÓN a la STC 49/1999.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

ter general dichas restricciones. Aquí sólo serían constitucionalmente y) La paradójica inconstitucionalidad de las obligadas medidas pro-
admisibles las intervenciones por vía singular"'. tectoras
No estamos de acuerdo con esta postura, pues en atención al man-
dato de tipicidad es preferible que la posibilidad de limitar los derechos Queremos poner de relieve que en estos supuestos de vacío legal
fundamentales se encuentre predeterminada mediante disposiciones deberá realizarse en calidad de «mal menor» una actuación que, al in-
generales, aunque tengan carácter reglamentario, a que la misma quede fringir el artículo 53 .1 CE, bien puede calificarse inconstitucional. Es
absolutamente huérfana de toda ordenación normativa. Esta segunda decir, un Tribunal puede estar obligado a proteger un bien fundamen-
situación se halla todavía más alejada de lo querido por la Constitución tal limitando la libertad de otra persona a pesar de que esta actuación
que la primera, pues, además de vulnerar la reserva de ley, desatiende carece de cobertura legal y, por consiguiente, contraviene la norma su-
las exigencias de aquel mandato, aumentando la imprevisibilidad y el prema. Lo que sucede es que esa inconstitucionalidad debe tolerarse a
peligro de arbitrariedad de las decisiones administrativas y judiciales. fin de evitar una inconstitucionalidad todavía más grave. El matiz tie-
Ello explica en cierta medida la circunstancia, advertida perspicaz- ne relevancia práctica, entre otras razones porque la actuación incons-
mente por BAÑO LEóN, de que el Tribunal Supremo, ante los «impre- titucional podría hacer nacer la responsabilidad patrimonial del Esta-
visibles efectos de una sentencia anulatoria», se haya resistido a decla- do por los daños causados.
rar inconstitucionales reglamentos que invadían materias reservadas. El También cabe el caso contrario, en que se omita la protección cons-
autor critica que el Supremo haya mantenido a ultranza tales normas, titucionalmente debida para evitar un menoscabo desproporcionado a
y sugiere que, en vez de ello, debiera haberlas anulado, sin perjuicio de un derecho fundamental defensivo. También aquí se toma una decisión
la posibilidad de limitar o aplazar eventualmente los efectos jurídicos inconstitucional para eludir una inconstitucionalidad aún peor. Sirva el
anulatorios para dar al legislador la oportunidad de colmar el vacío siguiente ejemplo. La legislación holandesa exigía la denuncia de la
producido por la declaración de ilegalidad653 . ofendida para perseguir los delitos de violación. El problema era que
Desde nuestro punto de vista, estas disposiciones reglamentarias la víctima padecía una minusvalía mental. Así las cosas, ¿valía a estos
son y deben ser declaradas inconstitucionales por infringir la reserva de efectos la denuncia presentada por su representante legal? El legisla-
ley, sin perjuicio de que resulte justificado declarar provisionalmente dor guardaba silencio al respecto y el Tribunal de Apelación de Arn-
aplicables y obligatorios algunos de sus preceptos en la medida en que hem consideró que esta laguna no podía ser colmada mediante una
ello resulte útil, necesario y proporcionado para proteger otros bienes interpretación analógica in malam partem, por lo que absolvió al autor
constitucionales y evitar así una situación de vacío normativo todavía de la agresión sexual. Posteriormente, el Tribunal Europeo de Dere-
más alejada de los mandatos de la Constitución. Ésta es una solución chos Humanos condenó a los Países Bajos por no haber protegido ade-
respetuosa con la reserva de ley y que viene siendo utilizada con toda cuadamente la vida privada de la víctima. Debe resaltarse, sin em-
normalidad por varios Tribunales Constitucionales europeos654 , entre bargo, que este órgano jurisdiccional no cuestionó en ningún momento
ellos el español, que ha aplazado en varias ocasiones los efectos jurídi- la resolución del Tribunal de Arnhem, sino únicamente el que la legis-
cos de la anulación de una ley declarada inconstitucional en atención a lación procesal holandesa no asegurara a la deficiente violada una pro-
las consecuencias inconstitucionalmente admisibles que dejaría la co-
tección efectiva656 • Seguramente, el Tribunal neerlandés ponderó los
rrespondiente laguna normativa, aplazamiento que supone, al fin y al
bienes jurídicos en conflicto -el derecho a la legalidad penal del reo y
cabo, la obligatoriedad transitoria de dicha ley655 • la protección de la vida privada de la víctima- y se decantó por el que
creía que pesaba más en el caso concreto. Puede afirmarse que se tra-
652 VELASCO CABALLERO, «Límites ... », pp. 128 y ss. taba de la solución jurídicamente menos mala. Ahora bien, ello no
6 53 BAÑO LEóN, Los límites ... , p. 196.
"" Vid. el mentado A. del BVerfG de 25.3.1992 (BVerfGE 85, 386, 401) y la quita que el Estado holandés hubiese lesionado el derecho de la vícti-
jurisprudencia que allí se cita.
65 ' Vid. las SSTC 96/1996 (FJ 23), 235/1999 (FJ 14), 195/1998 (FJ 5) y 208/

1999 (FJ 8). '" STEDH de 26.3.1985 (X. e Y, 8978/80, §§ 29 y 30).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

ma a la protección de su vida privada, razón por la cual ésta debía


suficiencia de las medidas legislativas establecidas para salvaguardar los
obtener una indemnización. derechos fundamentales 660 •
En nuestra jurisprudencia constitucional encontramos algún caso
Al final, sin embargo, siempre se acaba topando con el mismo pro-
semejante. En virtud de una interpretación literal de un precepto que
blema: el de si un Tribunal puede tomar medidas limitativas de la li-
castigaba penalmente a quien «dejare de pagar... cualquier tipo de pres- bertad carentes de cobertura legal para proteger los derechos funda-
tación económica en favor de su cónyuge o sus hijos, establecida en mentales. Nuestra respuesta es afirmativa en los términos antes
convenio judicialmente aprobado o resolución judicial, en los supues- expuestos, aunque no vemos la razón por la cual esta potestad deba ser
tos de separación legal, divorcio o declaración de nulidad de matri- monopolizada por el Tribunal Constitucional. Es verdad que ningún
monio», los Tribunales ordinarios absolvieron a varias personas que otro órgano jurisdiccional puede inaplicar o anular las leyes postcons-
habían impagado alimentos fijados en beneficio de sus hijos extrama- titucionales por su propia autoridad. Pero aquí no se trata de eso, ya
trimoniales. El Tribunal Constitucional declaró que se había lesionado que ni se inaplica ni se anula ni se cuestiona ley alguna.
el derecho de estos últimos a no ser discriminados por razón de su La controversia, de todos modos, no tiene demasiado interés para
nacimiento, pero confirmó las absoluciones con el fin de evitar la le- nosotros, porque es claro que en el Derecho español vigente no cabe
sión que para el derecho a la legalidad penal hubiese supuesto la inter- recurrir directamente en amparo contra una ley o contra la «inactivi-
pretación analógica in malam partem de aquel precepto657 • Muy acerta- dad» del legislador. La Ley Orgánica del Tribunal Constitucional no
do nos parece que dicho Tribunal, apartándose de un precedente contempla esa vía directa, por lo que a los ciudadanos no les queda
anterior'", decidiese otorgar el amparo y declarar que las resoluciones otra opción que recabar la tutela ante los órganos jurisdiccionales or-
judiciales impugnadas habían vulnerado [¡justificadamente!] el dere- dinarios.
cho fundamental a la igualdad de los recurrentes. La duda es cómo deben reaccionar estos Tribunales cuando cons-
taten que el legislador ha omitido las debidas medidas protectoras de
los bienes fundamentales o que las establecidas son insuficientes para
d) Cauces procesales para exigir la adopcz6n de medidas protectoras en salvaguardarlos según lo requerido por la Constitución. Se ha sosteni-
situaciones de vacío legal do que si las medidas que se echan en falta implican limitaciones para
la libertad de [algunos] ciudadanos, los Tribunales no pueden adoptar-
Alguno de los autores que defienden que, en estos casos de laguna las por sí mismos; lo que deben hacer es elevar una cuestión de incons-
legal, ni la Administración ni los Tribunales ordinarios pueden limitar titucionalidad661. A nosotros nos parece que aquí habría que distinguir.
la libertad de algunos ciudadanos para proteger la de otros sostienen Si la protección resulta inequívocamente excluida por la ley, ésta me-
que a estos últimos siempre les queda la vía de recurrir en amparo recerá la calificación de inconstitucional y los Tribunales ordinarios
contra la omisión del legislador659 • En el Derecho alemán existe, en deberán cuestionarla. El supuesto es diferente cuando se trata de una
efecto, esa posibilidad. Los particulares pueden recabar directamente laguna propiamente dicha -cuando el legislador guarda silencio acer-
la tutela del Tribunal Constitucional Federal contra las omisiones legis- ca de la protección constitucionalmente debida-, porque contra la
lativas. De hecho, buena parte de las resoluciones de este órgano ju- omisión absoluta de una regulación legal no cabe elevar una cuestión
risdiccional relativas al tema objeto del presente trabajo han sido de inconstitucionalidad, pues precisamente falta la «norma con rango
dictadas con ocasión de recursos de amparo fundados en la falta o in- 660
Vid. los AA. de 14.9.1983 (NJW, 1983, p. 2932), 29.10.1987 (BVerfGE 77,
170), 26.1.1988 (BVerfGE 77, 381), 27.4.1995 (NJW, 1995, p. 2343), 26.10.1995
"' SSTC 67/1998 y 84/1998. (NJW, 1996, p. 651), 29.11.1995 (NJW, 1996, p. 651), 9.2.1998 (1 BvR 2234/97),
2.12.1999 (1 BvR 1580/91), 18.7.2000 (2 BvR 1501/91) y 26.3.2001 (2 BvR 943/99).
"' STC 74/1997. 661
659 MósTL, «Probleme ... », pp. 1029 y ss. Vid., también, D1ETLEIN, Die Lehre ... , Ar.FARO AGUILA-REAL, <<Autonomía ... », pp. 77 y 97; ISENSEE, «Das Grundre-
pp. 175 y SS. cht ... », § 111, m. 156, quien, no obstante, contempla una excepcíón para los ca-
sos límite de necesidad (m. 161); CALLIES, Rechtsstaat ... , pp. 450 y 451.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

de ley aplicable al caso y de cuya validez dependa el fallo» supuesta- a) La posibilidad de forzar al legislador mediante multas coercitivas
mente contraria a la Constitución (art. 35.1 LOTC); es imposible cues-
tionar una ley que no existe. El caso de las medidas legislativas que La verdad es que nuestros textos legales no contemplan explícita-
proporcionan una protección insuficiente es más dudoso, pero, a nues- mente la posibilidad de imponer multas coercitivas a los parlamenta-
tro juicio, tampoco procede elevar la cuestión, ya que las mismas no rios, al Parlamento, al Estado o a la Comunidad Autónoma correspon-
incurren en inconstitucionalidad alguna, sino más bien al contrario: son diente con el fin de forzarles a promulgar una ley. Y la doctrina
constitucionalmente debidas. Lo que ocurre es que, además, deberían española que se ha ocupado del tema niega rotundamente que tal cosa
haberse adoptado otras medidas adicionales que permitieran alcanzar pueda hacerse, porque la compulsión sobre el legislativo supondría una
el nivel de protección requerido. Pues bien, en estos dos últimos su- «grave quiebra del principio democrático»'" y porque «tanto el legis-
puestos, como no resulta viable descargar sobre el Tribunal Constitu- lador como el órgano que controla su inactividad forman parte de la
cional la responsabilidad de asegurar la supremacía de los derechos misma persona», de manera que es absurdo que el primero imponga
fundamentales a través del mecanismo de la cuestión de inconstitucio- una multa al segundo664 •
nalidad, los Tribunales ordinarios no tendrán más remedio que darles La legitimidad democrática del Parlamento justifica su poder de
efecto por su propia autoridad y, en consecuencia, adoptar las medi- legislar y que se le otorgue a tal efecto un amplísimo margen de dis-
das de protección constitucionalmente exigibles. Si no lo hacen, al ciu- crecionalidad, pero dicho poder tiene límites, no es absoluto. Esa le-
dadano se le abrirá la puerta del recurso de amparo (cuando se trate gitimidad no constituye una patente de corso para vulnerar y seguir
de un derecho de los reconocidos en los artículos 14 a 30 CE, claro vulnerando lo establecido por el constituyente, que está todavía más
está). legitimado democráticamente que el legislador. La discrecionalidad le-
gislativa termina cuando se vulnera la norma suprema. Pues bien, en
nuestro Derecho es tarea de todos los Tribunales, especialmente del
e) La posibilidad de exigir judicialmente la emanación de una norma Constitucional, asegurar la supremacía de la Constitución y, en parti-
jurídica que colme la laguna legal cular, de los derechos fundamentales, fijando los lindes de la discre-
cionalidad legislativa. Y las potestades de ejecución forzosa antes men-
El que los Tribunales y la Administración puedan adoptar algunas cionadas persiguen asegurar la efectiva vigencia de los mandatos
concretas medidas protectoras en situaciones de laguna legal no hace constitucionales frente a la pasividad inconstitucional del legislador,
desaparecer la perniciosa e inconstitucional laguna. Mientras la omisión que no se halla suficientemente legitimada por su carácter democráti-
legislativa subsiste, las actuaciones de los poderes públicos realizadas co. Como señala SCHAPIRO, las medidas dictadas en actuación de aque-
«en el vacío» o bien vulneran los derechos fundamentales de los ciuda- llas potestades coercitivas «no usurpan ningún legítimo poder legisla-
danos a no soportar más injerencias estatales en su libertad que las pre- tivo. En lugar de ello, dan expresión a los correspondientes límites
vistas por la ley o bien lesionan sus derechos asimismo fundamentales a constitucionales de la discrecionalidad legislativa, rechazando tratar la
ser protegidos de las agresiones de terceros. Es claro que la solución
óptima en estos casos consiste en que la laguna sea colmada, que el le- to judicial legislativo: una garantía frente a la inactividad inconstitucional del le-
gislador establezca la regulación abstracta y general constitucionalmen- gislador», trad. Ruiz Miguel/Brague Camazano, Cuadernos Constitucionales de la
te debida. Pero como el legislador, por diversas circunstancias, puede Cátedra Fadrique Furió Cerio!, 20-21, 1997, pp. 73 y ss.; LONG, «Enforcíng Affir-
no cumplir su deber, se suscita la duda de si los Tribunales pueden for- mative State Constitucional Obligations and Scheff v. O'Neill», University o/ Pen-
nsylvania Law Review, 151, 2002, pp. 277 y ss.
zarle a dicho cumplimiento mediante multas coercitivas o incluso inte- 663
662 VILLAVERDE MENÉNEDEZ, La inconstitucionalidad por omisión, 1997, pp. 176
grar ellos mismos la laguna estableciendo la normativa omitida • y ss. esp. 183. En sentido similar, vid. J. J. FERNANDEZ RODRÍGUEZ, La inconstitu-
cionalidad por omisión, 1998, p. 223.
662 La praxís judicial de los Estados Unidos de América ofrece ejemplos de la 664
Rmz MIGUEL, «Crítica de la llamada inconstitucionalidad por omisión»,
utilización de ambos medíos de ejecución forzosa. Vid. ScHAPIRO, «El mandamíen- Revfrta de las Cortes Generales, 51, 2000, pp. 125 y 126.

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omisión como un ejercicio privilegiado de la autoridad legislativa»665 . claro que las multas pueden ser un medio adecuado -y efectivo, se-
Por razones semejantes, la Ley reguladora de la Jurisdicción Conten- gún muestra la experiencia estadounidense'"- para que el legislador
cioso-Administrativa permite imponer multas coercitivas a las autori- establezca la regulación requerida por los derechos fundamentales.
dades que incumplan los requerimientos judiciales dictados en eje-
cución de sentencia (art. 112), por más que éstas puedan gozar de
una indiscutible legitimidad democrática, como es el caso de las mu- ~) La potestad de los Tribunales de establecer una regulación provi-
nicipales. sional
Por lo que respecta al segundo argumento, no vemos por qué la
ficción hipostática de que el legislador y el Tribunal Constitucional son o;o;) Jurisprudencia constitucional alemana
órganos de la misma persona estatal, ficción muy discutida'", ha de
impedir inexorablemente a este último forzar al primero a reparar una El Tribunal Constitucional Federal ha dictado en alguna ocasión
situación jurídica contraria a los derechos fundamentales. Desde luego, regulaciones jurídicas provisionales de alcance general a fin de reme-
no le impide juzgar y anular las normas inconstitucionales por aquél diar los déficits de protección que había dejado el legislador en la re-
establecidas. En nuestra opinión, conviene no dejarse cegar por esta gulación de los derechos fundamentales. Las establecidas en las dos
ficticia y prescindible hipóstasis 667 • La multa coercitiva no será, ni mu- sentencias relativas al aborto sobresalen por su espectacularidad.
cho menos, absurda si constituye un medio realmente eficaz y propor- La primera, tras anular el precepto que despenalizaba el aborto
cionado para remover los obstáculos que impiden a los ciudadanos consentido por la mujer y practicado por un médico durante las doce
gozar plenamente de sus derechos fundamentales. primeras semanas de gestación, considera obligado establecer una re-
Estas facultades coercitivas encuentran su cobertura en la Ley Or- gulación provisional cuyo contenido se deduce de los fundamentos ju-
gánica del Tribunal Constitucional, que no sólo le permite a este órga- rídicos de la propia sentencia. El aborto será punible salvo que: el
no jurisdiccional «imponer multas coercitivas de cinco mil a cien mil embarazo suponga un grave peligro para la vida o la salud de la madre
pesetas a cualquier persona, investida o no de poder público, que in- que no pueda ser evitado razonablemente de otra manera; el embarazo
cumpla los requerimientos del Tribunal dentro de los plazos señalados haya sido fruto de una violación; existan razones fundadas que indi-
y reiterar estas multas hasta el total cumplimiento de los interesados, quen que el nasciturus padecerá daños irreparables tan graves que re-
sin perjuicio de cualquier otra responsabilidad a que hubiere lugar>> sulte inexigible para la madre la continuación del embarazo; o la inte-
(art. 95 .4), sino que también dispone que la sentencia estimatoria de un rrupción del mismo haya sido la única manera razonable de solucionar
recurso de amparo puede adoptar las medidas apropiadas para el res- una grave situación social de necesidad en la que se ha encontrado la
tablecimiento y conservación del derecho lesionado (art. 55.1.c). Y es mujer'169 .
La segunda sentencia juzga la despenalización del aborto consenti-
665
ScHAPIRO, «El mandamiento ... », p. 77. Como señalan BRüNING!HEuos, do realizado en casos de grave situación de necesidad social, previo
«Die verfassungsprozessuale Durchsetzung grundrechtlicher Schutzpflichten am asesoramiento y durante las doce primeras semanas de gestación, de-
Beispiel des lnternets», Jura, 2001, p. 157, al admitir recursos de amparo contra las clarándola inconstitucional por entender que la configuración legislati-
omisiones legislativas, el Tribunal Constitucional «no invade la esfera de las compe- va de este asesoramiento no protege suficientemente al nasciturus. Aquí
tencias constitucionalmente otorgadas al legislador, sino que obliga al legislador
descuidado a acatar la Constitución y contribuye a la realización de la misma».
el Tribunal establece una regulación provisional todavía más extensa y
666 Vid. la rotunda crítica de GARCÍA DE ENTERRfA, «El concepto de personali- detallada, en la que dispone el carácter «prospectivo» de la anulación
dad jurídica en el Derecho público», RAP, 129, 1992, pp. 195 y ss. -el precepto anulado deberá aplicarse a los abortos realizados hasta
667
Como advierte KELSEN, Teoría ... , pp. 198 y 199, el de persona jurídica es el decimoctavo día posterior a la fecha de la sentencia- y precisa en
un concepto puramente auxiliar -si bien prescindible- empleado por los juris-
tas para describir simplificadamente un complejo régimen de obligaciones y dere- 668
Vid. SCHAPIRO, «El mandamiento ... », p. 95.
chos cuyos titulares son siempre seres humanos. '" S. de 25.2.1975 (BVerfGE 39, 1, 68, 49 y ss.).

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qué supuestos son punibles los abortos, los requisitos que debe reunir su competencia para suplir al legislador regulando la correspondiente
670
el asesoramiento y los centros que pueden prestarlo • materia hasta que éste intervenga.
El Tribunal se considera competente para establecer estas normas Hay quien niega no ya sólo dicha posibilidad, sino incluso hasta la
provisionales en virtud del parágrafo 35 de su Ley reguladora, que le propia existencia de omisiones legislativas inconstitucionales, invocan-
permite «regular en el caso concreto la clase y manera de la ejecución» do el «dogma constitucional de la separación de poderes», el principio
de sus sentencias. El argumento, como se comprenderá, no convence a democrático y la falta de reconocimiento de esa competencia judicial
todo el mundo, pues es muy discutible que la emanación de normas ju- en nuestro Derecho positivo675 .
rídicas como éstas pueda considerarse una actuación realizada en eje- El primer argumento parece partir de la premisa de que el principio
cución de la sentencia constitucional671 • Mucho más plausibles son las constitucional de división de poderes exige que la potestad de dictar
razones de índole material que el Tribunal invoca adicionalmente: el normas jurídicas generales quede reservada al Parlamento, o cuando
«interés de la claridad jurídica»672 ; la necesidad de respetar en la medi- menos completamente fuera del alcance de los Tribunales. Sin embargo,
da de lo posible la voluntad legislativa de no sancionar penalmente este principio no tiene un contenido universal y absoluto, sino que pue-
ciertos abortos; y el imperativo constitucional de tutelar adecuadamen- de ser realizado de muy diversas maneras. En nuestro Derecho tiene el
te los bienes fundamentales implicados, en especial la vida del nasci- contenido que resulta de la configuración concreta establecida por la
turus67'!>. Constitución de 1978676 , que desde luego no se ajusta al modelo «puro»
de separación en el que seguramente piensan algunos, como lo ilustra la
posibilidad de que el Ejecutivo dicte normas con fuerza legal y de que
1313) Derecho español el Tribunal Constitucional ejerza de «legislador negativo», declarando
con efectos jurídicos generales la invalidez de leyes. Lo que babrá que
Algunos autores niegan que nuestro Tribunal Constitucional pueda ver, pues, es si la cuestionada potestad jurisdiccional de colmar provi-
establecer regulaciones que colmen una laguna legal, pero, en cambio, sionalmente una laguna legal resulta conforme con el concreto modelo
le reconocen capacidad para dictar «derecho transitorio, esto es, nor- de separación de poderes plasmado en las reglas de distribución de
mación provisional que [comprenda] las medidas estrictamente preci- competencias establecidas en la Constitución española vigente.
sas para evitar una total negación del derecho fundamental en cuestión, Estas reglas indican, antes bien, que los Tribunales sí pueden ejer-
en tanto se produce la intervención del legislador a quien genuinamen- cer dicho poder normativo bajo ciertas condiciones. El artículo 117 .3
te corresponde la potestad legislativa»674 . Esta postura constituye un sí de la Constitución dispone que la potestad de ejecutar lo juzgado co-
disfrazado de no, pues en el Derecho español vigente todas las normas rresponde exclusivamente a los Juzgados y Tribunales, y es claro que
jurídicas son, a fin de cuentas, provisionales, derogables por otras nor- sustituir forzosamente a otros poderes públicos -en este caso, al le-
mas posteriores. Decir que el Tribunal Constitucional puede integrar gis-lador- en la realización de una actuación que se ha declarado
una laguna legal mediante una regulación provisional equivale a afirmar constitucionalmente debida mediante sentencia firme constituye una
manera de «ejecutar lo juzgado» y que, por lo tanto, este poder de
"º S. de 28.5.1993 (BVerfGE 88, 203, 209-213). sustitución es una potestad genuinamente jurísdiccional677 . Por otro
Rorn, «Grundlage und Grenzen von Übergangsanordnungen des Bundes-
671
verfassungsgerichts zur Bewaltigung móglicher Folgeprobleme seiner Entschei-
dungen», AóR, 124, 1999, pp. 475 y ss.; SCHNEIDER, «Die Vollstreckungskompe- 675 Ru1z MIGUEL, «Crítica ... », pp. 117 y ss .. Según J. J. FERNANDEZ RODRÍGUEZ,

tenz nach Art. 35 BVerfGG», NJW, 1994, pp. 2590 y ss. La inconstitucionalidad... , p. 222, esta posibilidad no encaja en el sistema español
"' BVerfGE 39, 1, 67 de división de poderes. En sentido similar, vid. SANTAOLALLA LóPEZ, «Televisión
673 BVerfGE 88, 203, 334 y ss. por cable y control de omisiones del legisladot», REDC, 41, 1994, pp. 177 y ss.
674 AGUIAR DE LuQUE, <<El Tribunal Constitucional y la función legislativa: el 67 6 DE ÜTTO, Derecho ... , p. 302.

control del procedimiento legislativo y de la inconstitucionalidad por omisión», 677


Vid, en relación con un problema semejante, BELTRAN DE FELIPE, El poder
RDPol, 24, 1987, pp. 28 y 30. En sentido similat, Vru.AVERDE MENÉNEDEZ, La in- de sustitución en la ejecución de las sentencias condenatorias de la Administración,
constitucionalidad... , p. 185. 1995, pp. 141 y SS., esp. pp. 210 y SS.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

lado, el artículo 55.1.c) de la LOPJ, al disponer que la sentencia que a la vista del artículo 5 .1 de la LOPJ, es innegable. Sirvan algunos
estime el amparo podrá adoptar las medidas apropiadas para el resta- ejemplos:
blecimiento y la conservación del derecho fundamental lesionado, au- La Sentencia del Tribunal Constitucional 15/1982 (FJ 8) constató
toriza al Tribunal Constitucional a establecer las regulaciones genera- que a pesar de que el derecho a la objeción de conciencia al servicio
les adecuadas para llenar la correspondiente laguna. De hecho, militar exigía «para su realización la delimitación de su contenido y la
encontramos varias sentencias que, en virtud de este precepto, han es- existencia de un procedimiento regulado por el legislador», éste no
tablecido una regulación jurídica abstracta y general -la anulación de había dado aún cumplimiento a dicho «mandato constitucional». Así
un reglamento sancionador- con el fin de prevenir futuras agresiones las cosas, consideró obligado «declarar que el objetor de conciencia
al derecho fundamental amparado678 • [tenía] derecho a que su incorporación a filas se [aplazase] hasta que
El argumento de la división de poderes resulta además incongruen- se [configurase] el procedimiento que [pudiese] conferir plena realiza-
te con la finalidad de este principio, que era originariamente y sigue ción a su derecho de objetor».
siendo garantizar la libertad de los ciudadanos 679 , es decir, justo el mis- La Sentencia del Tribunal Constitucional 67 /1982 (FJ 3) detectó
mo fin perseguido por la potestad normativa de los Tribunales que se una laguna consistente en que las disposiciones legales a la sazón vigen-
cuestiona. Constituiría una verdadera perfidia utilizar la doctrina de la tes, interpretadas literalmente, no contemplaban la posibilidad de re-
separación de poderes -o, mejor dicho, una versión de la misma- currir en amparo contra las lesiones de los derechos fundamentales
para impedir la plena vigencia de los derechos fundamentales frente a producidas en el ámbito laboral. Esas disposiciones exigían agotar la
la inactividad del legislador. Dicha doctrina tendría el efecto de un trai- «vía judicial procedente» antes de interponer recurso de amparo, con-
cionero boomerang que se vuelve ahora en contra del objetivo preten- siderando como tal la vía contencioso-administrativa y las contempla-
dido por quienes lo diseñaron. das en la Ley 62/1978, entre las cuales faltaba cualquier referencia a la
681
Lo cierto es que el Tribunal Constitucional español ha dictado en vía laboral • Para poner remedio a esta situación, y «a la luz de una
más de una ocasión normas jurídicas para llenar lagunas legales cuya consideración global de la institución del amparo constitucional», el
inconstitucionalidad había declarado previamente. El Tribunal puede Tribunal estimó que «la laguna así creada [debía] ser colmada en el
integrar y de hecho integra en cierta medida tales lagunas mediante sentido de que en éste y análogos casos el proceso ante la jurisdicción
sentencias «interpretativas» o «aditivas»680 , cuyo carácter normativo, laboral ordinaria [podía y debía] sustituir a la contencioso-administra-
tiva como previa al recurso de amparo y [agotaba] la "vía judicial pro-
cedente"».
678
Vid. las SSTC 7, 32, 61 y 78/2000; CAAMAÑO, El control de constitucionali-
dad de disposiciones reglamentarias, 1994, pp. 152 y ss.; GARC1A DE ENTERRfA, «La En la serie de Sentencias iniciada con la 31/1994 relativas a la tele-
eliminación general de las normas reglamentarias nulas con ocasión de recursos visión local por cable682 , el Tribunal Constitucional advirtió que el le-
contra sus actos de aplicación», REDA, 66, 1990, pp. 279-291.
679 Vid., por todos, GARCÍA-PELAYO, «La división de poderes y su control ju-
RODRÍGUEZ, La inconstitucionalidad... , pp. 235 y ss. 411 y ss.; GóMEZ PUENTE, La
risdiccional», RDPol, 18-19, 1983, p. 9; L. MARTfN-RETORTILLO, «De la separación inactividad del legislador: una realidad susceptible de control, 1997, pp. 27 y ss. y
y control de los poderes en el sistema constitucional español», RCEC, 1989, p. 59; 92 y ss.; LóPEZ BüFILL, Decisiones interpretativas en el control de constitucionali-
PÉREZ SERRANO, «El principio de separación de poderes: antecedentes del proble- dad de la ley, 2004, pp. 265 y ss.; VECINA, en «El control por el Tribunal Constitu-
ma», Escritos de Derecho político, 1984, pp. 655 y 666; SoLozABAL ECHEVERRÍA, cional de las omisiones legislativas lesivas del principio de igualdad», Derechos y
«Sobre el principio de la separación de poderes», REP, 24, 1981, p. 222 Libertades, 2, 1993, pp. 487 y ss., y en «Las sentencias "aditivas" del Tribunal
680
Vid. AHUMADA Ru1z, «El control de constitucionalidad de las omisiones Constitucional y el respeto al legislador», Justicia, 93, 1993, pp. 477 y ss.; VILLA-
legislativas», RCEC, 8, 1991, pp. 178 y ss.; BRAGE CAMAZANO, «Interpretación VERDE MENÉNEDEZ, La inconstitucionalidad... , pp. 196 y ss.; ZARZA, «Las sentencias
constitucional, declaraciones de inconstitucionalidad y arsenal sentenciador», en interpretativas y aditivas del Tribunal Constitucional Español», Revista de Derecho
Interpretación constitucional, 2005, t. I, pp. 147 y ss.; DiAZ REvoruo, en Las sen- Procesal, 3, 1995, pp. 1003-1040.
tencias interpretativas del Tribunal Constitucional, Lex Nova, Valladolid, 2001, pp. '" Vid. el art. 43.1 in fine y la disp. adicional 2º.2 LOPJ.
268 y ss., y en «El control de constitucionalidad de las omisiones legislativas rela- "'Vid.las SSTC 31/1994, 47/1994, 98/1994, 240/1994, 281/1994, 307/1994,
tivas en el Derecho Europeo», REDC, 61, 2001, pp. 113 y ss.; J. J. FERNANDEZ 12/1995 y 47 /1996.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

gislador había configurado como servicio público estatal sujeto a con- tad de configuración del legislador, con el coste, además, nunca des-
cesión todas las actividades televisivas, pero a la vez había omitido re- preciable, de consentir conductas ciudadanas que, más allá de las
gular el régimen concesional de aquella concreta modalidad, lo que [en estrictas exigencias de la efectividad de la libertades públicas, se si-
apariencia] venía «de hecho a impedir no ya la posibilidad de obtener túen al margen de las disposiciones legales, con la consiguiente de-
la correspondiente concesión o autorización administrativa para su ges- bilitación de la seguridad jurídica».
tión indirecta, sino siquiera la de instar su solicitud, lo que [comporta-
ba]. .. la prohibición pura y simple de la gestión por los particulares de Resulta criticable que el Tribunal no otorgara el amparo, siquiera
la actividad de difusión televisiva de alcance local y transmitida me- parcialmente, pues la entonces vigente prohibición absoluta de la tele-
diante cable» (FJ 6), prohibición que constituía un «sacrificio despro- visión local por ondas resultaba a todas luces desproporcionada y, en
porcionado respecto a los posibles derechos, bienes o intereses a tener consecuencia, lesiva de los derechos a la libertad de expresión y comu-
en cuenta» (FJ 7). Pues bien, para amparar los derechos fundamenta- nicación. El Tribunal debía haber declarado al menos la existencia de
les afectados, el Tribunal Constitucional estableció que, mientras sub- la lesión, sin perjuicio de que luego no colmara la laguna existente ni
sistiese la falta de legislación ordenadora del medio, no cabía sujetar a anulara las resoluciones prohibitivas impugnadas a fin de evitar la si-
concesión o autorización administrativa el ejercicio de la actividad de tuación «constitucionalmente insoportable» que eventualmente ello
emisión de televisión local por cable (FJ 7). hubiese supuesto. Ya hemos citado algunos ejemplos extraídos de
Esta solución contrasta con la establecida poco después en un asun- nuestra jurisprudencia constitucional de sentencias que, por razones
to muy similar: el de la televisión local por ondas herzianas 683 • También similares, estiman el amparo sin anular la resoluciones recurridas.
aquí el Tribunal constató la falta de una regulación legislativa del régi- De todos modos, los argumentos aducidos por el Tribunal para no
men concesional de esta modalidad televisiva, lo que en apariencia con- anular las resoluciones prohibitivas impugnadas y, en conse_cuencia, no
llevaba su absoluta prohibición, situación que «no [atendía] suficien- permitir provisionalmente al actor la realización de la actividad discu-
temente las exigencias derivadas de las libertades fundamentales de tida nos parecen inaceptables. Resulta perverso prohibir totalmente el
expresión y de información». El Tribunal, pese a ello, acabó desesti- libre ejercicio de un derecho fundamental para no interferir en la «li-
mando el recurso de amparo y negándose a permitir provisionalmente bertad de configuración» del legislador, ya que ésta no tiene valor por
las actividades en cuestión. La argumentación es como sigue: sí misma, sino que su finalidad es precisamente proteger los derechos
de los ciudadanos (frente a los órganos administrativos y judiciales en-
«Las limitaciones técnicas que impone la utilización del espacio cargados de actuar en el caso concreto). Pero lo más grave del caso es
radioeléctrico por parte de un número en principio ilimitado de que la medida postulada por el actor y el Ministerio Fiscal de permitir
usuarios hacen indispensable la previa regulación del medio, la cual provisionalmente la televisión local por hondas hertzianas no hubiese
sólo puede ser llevada a cabo por el legislador. En este sentido, la «precondicionado» en absoluto la discrecionalidad del legislador para
situación abierta desde nuestra STC 31/1994 permite la existencia de regular posteriormente la materia. Aquí no se podían originar situacio-
emisoras de televisión privada en el ámbito local, con el consiguien- nes jurídicamente irreversibles o consolidadas que limitaran ese poder
te despliegue de las libertades de expresión y comunicación por discrecional, pues el carácter esencialmente interino y provisional de la
medio de la televisión en la escala local en un contexto, necesaria- medida hubiese hecho indigna de protección la confianza de los ciu-
mente muy provisional, de ausencia de regulación. La solución, sin
dadanos eventualmente depositada en el mantenimiento del statu qua.
embargo, patrocinada por el Ministerio Fiscal, consistente en incar-
El legislador hubiese podido regular la materia con un elevado grado
dinar la televisión por ondas hertzianas en esta situación provisional, de retroactividad.
implicaría, dándose un paso más en absoluto intrascendente,
precondicionar, por así decir, el innegable ámbito propio de la líber- Tampoco es admisible el argumento de la seguridad jurídica. Na-
die discute que el ejercicio de los derechos fundamentales debe prede-
terminarse normativamente con el grado de detalle suficiente como
"' STC 88/1995. Vid. también las SSTC 206/1990 y 189/1991. para que los ciudadanos puedan saber a qué atenerse y prever las con-

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

secuencias de sus conductas. Pero constituye una subversión del senti- dad aunque no haya ley alguna que establezca siquiera una prohibición
do del mandato de tipicidad, consistente en proteger la libertad de los análoga.
ciudadanos, el prohibir absolutamente dicho ejercicio ante la falta de Tampoco nos parece que la circunstancia de que el legislador dis-
la debida regulación. ponga de varias opciones ajustadas a la Constitución para integrar una
El mismo juicio negativo merece el argumento implícitamente laguna impida inexorablemente al Tribunal colmarla de manera provi-
apuntado de que no cabe levantar la categórica prohibición de la tele- sional. Lo que justifica dicha discrecionalidad legislativa es que los Tri-
visión local por ondas hertzianas porque el espacio radioeléctrico no bunales se abstengan de cuestionar la opción escogida luego por el le-
soporta un número ilimitado de emisores. Esta solución es evidente- gislador. Si se observa con atención los ejemplos antes mencionados,
mente desequilibrada, no óptima. Supone algo así -permítasenos el sí- se apreciará que el legislador podía haber ordenado la televisión local
mil- como tirar a la basura un delicioso y nutritivo pastel porque tal por cable, la objeción de conciencia y la vía laboral previa al recurso
vez no haya suficiente para todos los comensales. Aquí el Tribunal de amparo de manera muy distinta a como lo hizo interinamente el
hubiese podido establecer una regulación interina de esta actividad te- Tribunal Constitucional. Las leyes luego dictadas así lo demuestran686 •
levisiva mucho más respetuosa con los derechos fundamentales afecta- No discutimos en absoluto que la norma que integre provisional-
dos. Podía haber declarado, por ejemplo, que· el discutido ejercicio de mente el vacío legal deba deducirse de los principios y mandatos cons-
la libertades de expresión y comunicación era provisionalmente lícito titucionales, pero conviene no perder de vista que éstos, dado su
cuando menos mientras no se agotara la capacidad del espacio radio- elevado grado de abstracción, no son unívocos ni imponen con toda
eléctrico de servir de vehículo al mismo. evidencia una determinada solución, sino que lo normal es que admi-
Hay que reconocer que la potestad jurisdiccional de integrar las la- tan varias igualmente plausibles, lo cual hace que ese proceso de «de-
gunas legislativas mediante normas provisionales tiene costes y está su- ducción» quede inevitablemente impregnado de juicios de valor subje-
jeta a límites. Se ha dicho al respecto que el Tribunal competente debe tivos. Incluso algún autor que afirma que el contenido normativo de las
establecer una regulación: deducible de los principios y normas consti- sentencias «aditivas» del Tribunal Constitucional debe ser «realmente
tucionales; que no suponga una extensión analógica de reglas penales, consecuencia de las exigencias constitucionales, y no una "nueva" nor-
restrictivas de derechos o estrictas; y que no entre en el terreno de las ma carente de fundamento constitucional», reconoce que aquí «no
«opciones políticas», de la discrecionalidad del legislador684 • Esto últi- puede descartarse la existencia de un cierto aspecto creativo a la hora
mo significa que al Tribunal no le estaría permitido dictar normas cuan- de interpretar la Constitución para precisar cuáles son las exigencias de
do sean varias las alternativas viables para colmar la laguna legal, sino ésta, ya que esa labor implica en ocasiones un cierto margen de elec-
sólo cuando exista una única solución ajustada a la Constitución'". ción entre opciones valorativas o interpretativas. Esta inevitable labor
En nuestra opinión, la interdicción de la aplicación analógica de las creativa puede admitirse siempre que la misma tenga como fundamen-
normas estrictas o desfavorables para (algunos) ciudadanos no debe to la propia Constitución, y el Tribunal así lo fundamente»'".
considerarse un imperativo absoluto, pues dicha aplicación puede ser La objeción más seria que cabe hacer a esta potestad normativa juris-
adecuada, necesaria y adecuada para proteger un bien fundamental. De diccional es la propia existencia de la reserva de ley688 . Los Tribunales
hecho, y como ya hemos visto, en situaciones de vacío legal puede lle- pueden dictar normas jurídicas de alcance general, pero éstas nunca sa-
gar a estar justificado prohibir totalmente la realización de una activi-
686
Vid. las Leyes 41/1995, de 22 de diciembre, de Televisión Local por On-
684 AHUMADA Rmz, «El control...», pp. 178 y 179; GóMEZ PUENTE, La inactivi- das Terrestres, y 48/1984, de 26 de diciembre, reguladora de la Objeción de Con-
dad ... , p. 29. ciencia y de la Prestación Social Sustitutoria.
685 DfAz REvoruo, Las sentencias ... , pp. 240, 269 y 300; GASCÓN ABELLÁN, «La 687
DiAz REvoruo, Las sentencias ... , p. 297.
justicia constitucional: entre legislación y jurisdicción», REDC, 41, 1994, p. 73; 688
VILLAVERDE MENÉNDEZ, La inconstitucionalidad... , pp. 148 y ss. y 185, con-
GuTIÉRREZ ZARZA, «Las sentencias interpretativas y aditivas del Tribunal Constitu- sidera que la reserva de ley constituye el principal límite a la integración interpre-
cional español», RDProc, 1995, p. 1039; VECINA, en «El control...», pp. 491 y 492, tativa [con alcance singular o general] de las omisiones legislativas inconstitucio-
y en «Las sentencias ... », p. 484. nales.

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tisfarán plenamente las exigencias de dicha reserva, sencillamente así como reconocerle su derecho a ser indemnizada por los daños oca-
porque no son leyes, porque no tienen el valor ni la legitimidad demo- sionados por la deficiente protección recibida.
crática de las normas elaboradas por el Parlamento a través del procedi-
miento legislativo. Ello no implica que los Tribunales tengan absoluta-
mente vedado establecer regulaciones provisionales en las materias o) La elección del medio de protección
reservadas -los casos de la objeción de conciencia y de la televisión por
cable indican lo contrario-, pero sí que tales regulaciones conllevan Según acabamos de ver, los Tribunales tienen a su disposición va-
un coste para el principio democrático y los restantes valores constitu- rios instrumentos susceptibles de ser utilizados para proteger los bie-
cionales subyacentes en la reserva legal, coste que habrá que ponderar. nes fundamentales en situaciones de laguna legal y, en su caso, mover
al legislador a colmarla adecuadamente. Nuestro Derecho positivo, sin
embargo, no determina qué medio de protección debe escogerse en
y) La responsabilidad patrimonial del Estado por la subsistencia de cada caso, dejando, en consecuencia, un amplio margen de apreciación
la laguna inconstitucional al Tribunal competente para ponderar todos los bienes constituciona-
les implicados al objeto de tomar una decisión equilibrada. Porque
Con independencia de que el Tribunal competente decida o no conviene dejar claro que todos aquellos instrumentos tienen sus venta-
ejercer las potestades mencionadas, la existencia de la laguna puede jas y desventajas. No existe el remedio jurisdiccional «perfecto» contra
lesionar los derechos fundamentales de los ciudadanos y hacer nacer la las lagunas legislativas 689 •
responsabilidad patrimonial de los poderes públicos por este concep-
to, responsabilidad que, indudablemente, puede constituir un aprecia-
ble incentivo económico para que el legislador emane la regulación que C) PROTECCIÓN CONTRA LEGEM
se echa en falta.
Así se resolvió, a la postre, el caso de la deficiente mental violada. Dado que la Constitución y, en particular, los derechos fundamen-
Recordemos que una interpretación estricta de la legislación procesal tales prevalecen sobre la ley (arts. 9.3 y 53.1 CE), tanto la Administra-
holandesa impedía perseguir penalmente al violador, lo que vulneró el ción como los Tribunales deben cumplir sus obligaciones positivas de
derecho de la víctima a la protección de su vida privada, razón por la protección derivadas de aquéllos aun en contra de lo establecido por
cual el Tribunal Europeo de Estrasburgo condenó a los Países Bajos a el legislador. La Administración puede y debe en estos casos tomar las
indemnizarla. En casos como éste, la condena al reo impuesta en vir- medidas protectoras por su propia autoridad, sin necesidad de elevar
tud de una interpretación analógica in malam partem supondría vulne- una suerte de cuestión de inconstitucionalidad 690 • Los Tribunales ordi-
rar su derecho fundamental a la legalidad penal, que -es plausible narios, en cambio, parece que no pueden aplicar directamente los man-
estimar- tiene aquí mayor fuerza que el interés de la víctima en la datos de la norma suprema en contra de lo dispuesto por una ley pos-
condena, lo que hace que la absolución resulte obligada. Tal vez pue- tconstitucional. Antes de ello deben plantear una cuestión de
dan los Tribunales imponer luego multas coercitivas al Parlamento o a inconstitucionalidad y aguardar la estimación de la misma (arts. 163
los parlamentarios para que colmen la laguna, o establecer con carác- CE y 35 LOPJ). Tan es así que la resolución jurisdiccional que inapli-
ter prospectivo una regulación que permita perseguir penalmente a que directamente una ley postconstitucional sin seguir ese procedí-
quienes a partir de ese momento cometan los hechos delictivos, en
cuyo caso quedarían satisfechas las exigencias de irretroactividad y ti- 689
picidad de la norma penal, pero no las de la reserva de ley. O tal vez DiAz REvoruo, Las sentencias ... , p. 269.
690
Vid. nuestro trabajo «La inaplicación administrativa de reglamentos ilega~
no puedan. Pero lo que, en cualquier caso, deben hacer es declarar les y leyes inconstitucionales» RAP, 155, 2001, pp. 59 y ss. De la misma opinión,
vulnerado el derecho fundamental de la víctima a la protección (penal), en la doctrina alemana, KruNGS, Grund... , pp. 287 y ss.

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VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
ponga fin al proceso, sin que el legislador pueda «eliminar de manera
miento puede calificarse como «no fundada en Derecho» y lesiva del absoluta la posibilidad de adoptarlas»693 • Por la misma razón, se ha
691
derecho a la tutela judicial efectiva . defendido que el juez puede resolver los incidentes cautelares sin ne-
Con todo, la prohibición categórica de que los órganos jurisdiccio- cesidad de esperar a que se resuelva la cuestión de inconstitucionali-
nales inapliquen las leyes puede conducir a resultados muy insatisfac- dad que eventualmente haya elevado contra alguna de las normas que
torios, especialmente cuando están en juego los derechos fundamenta- los regulan 694 •
les, ya que implica que, durante el largo tiempo que probablemente Sin perjuicio de esta potestad, los Tribunales ordinarios, en deter-
llevará la tramitación de la cuestión de inconstitucionalidad, éstos no minadas circunstancias, pueden adoptar, y de hecho adoptan, medidas
podrán ser protegidos judicialmente -en contra de una ley que el juz- protectoras contrarias al tenor literal de las leyes. Una técnica bastante
gador considera inconstitucional-, lo que puede ocasionarles daños de socorrida es considerar que en la ley existe lo que suele denominarse
muy difícil o imposible reparación. GARCÍA DE ENTERRÍA ha llegado a una laguna impropia695 , o teleológica, de excepción 6%, axiológica697 o
sostener por ello que, en caso de «inconciliabilidad manifiesta» entre contra legem 698 . Con estas expresiones se designa la situación en que la
los derechos fundamentales y una ley postconstitucional, el Tribunal letra de un precepto legal comprende supuestos que con arreglo a una
ordinario debe tutelados sin necesidad de sustanciar un incidente pre- interpretación teleológica o sistemática del mismo deberían quedar
vio de inconstitucionalidad, pues la demora que el mismo conllevaría excluidos de su ámbito de aplicación. Es decir, el intérprete estima que
iría contra el mandato de preferencia y sumariedad de los procesos el legislador no tuvo en cuenta las especiales circunstancias del caso
para la protección de los derechos fundamentales establecido en el ar- planteado y que, de haberlas avistado, le hubiese dado una solución
692
tículo 53.2 de la Constitución • diferente.
En nuestra opinión, el órgano jurisdiccional correspondiente pue- La afirmación de la existencia de una laguna tal es precisamente lo
de, cuando menos, adoptar medidas cautelares contra legem para la que subyace en la doctrina del estado de necesidad como justificante
protección de los derechos afectados. Ello es plenamente compatible de las actuaciones contra legem. ÁLVAREZ GARcfA ha notado que es la
con el tenor literal de los artículos 163 de la Constitución y 35 y si- existencia de un «vacío normativo>> lo que desencadena la aplicación
guientes de la LOPJ, que, bien mirado, no prohíbe al Juzgador inapli- del «principio de necesidad». El Derecho positivo establece una serie
car cautelarmente la ley cuestionada, sino tan sólo decidir definitiva- de reglas que los poderes públicos han de respetar de ordinario para
mente el pleito prescindiendo de lo dispuesto en ella sin antes haber lograr el objetivo que justifica su actuación: la satisfacción del interés
planteado una cuestión de inconstitucionalidad. Además, dichos pre- público. El problema es que la observancia de estas reglas se revela en
ceptos deben ser cohonestados con la protección de los bienes funda- algunas circunstancias «excepcionales», de «crisis», inadecuada para
mentales y con el derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE), alcanzar dicho fin. El legislador ha previsto muchas de esas situaciones
que, para ser verdaderamente efectiva, implica la posibilidad de tomar anormales, estableciendo para las mismas un «Derecho de excepción»
medidas cautelares que aseguren el cumplimiento de la decisión que que permite inaplicar las reglas ordinarias en la medida en que ello

693 Vid. la STC 238/1992 (FJ 3).


69 'Vid. la STC 173/2002 (FFJJ 6 y ss.).
692 GARCÍA DE ENTERRfA, La Constitución ... , pp. 78 y 79. En contra, PRIETO 694
MARiN PAGEO, La cuestión de inconstitucionalidad en el proceso civil, 1989,
SANCHÍS, Estudios ... , p. 117. Recientemente, FERRERES CoMELLA, «Integración eu- p. 299.
ropea y crisis del modelo centralizado de justicia constitucional>>, Revista Vasca de 695
ZITELMANN, «Las lagunas del Derecho», trad. Posada, Revista General de
Administración Pública, 65 (II), 2003, pp. 73 y ss.; y MuÑOZ MACHADO, Tratado de Legislación y Jurisprudencia, 141, 1922, p. 128.
Derecho administrativo y Derecho público general, 2006, vol. II, pp. 1234 y ss., han 696
RúTHERS, Rechtstheorie, 1999, § 23, rn. 848.
defendido una flexibilización de nuestro sistema concentrado de justicia constitu- 697
SALGUERO, Argumentación jurídica por analogía, 2002, pp. 52 y ss.; SEGURA
cional, de manera que los Tribunales ordinarios puedan, en determinadas circuns- ÜRTEGA, «El problema de las lagunas en el Derecho», Anuario de Filosofía del
tancias, inaplicar las leyes que consideren inconstitucionales. Uno de los argumen- Derecho, 1989, p. 304.
tos utilizados es, precisamente, el de garantizar el derecho a un proceso sin 698
PERELMANN, La lógica jurídica y la nueva retórica, 1988, pp. 69 y 70.
dilaciones indebidas.
243
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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. CONTENIDO DE LOS DERECHOS A PROTECCIÓN

resulte adecuado y necesario para atender los correspondientes intere- la letra del texto hasta que comprenda sólo aquellos supuestos a los
ses públicos, pero la práctica muestra que la capacidad de prever del que el fin de la ley se refiere», así como llevar a cabo una interpreta-
Parlamento es insuficiente ante la riqueza y la complejidad de la vida ción «derogatoria» «cuando la disposición, conforme a su fin, no pue-
social, de manera que siempre existen y existirán «supuestos de impre- de aplicarse en un momento o en determinadas circunstancias nuevas
visión». Pues bien, es aquí donde «opera el concepto de necesidad y excepcionales y debe entenderse suspendida su aplicación o tácita-
como principio general del Derecho. La necesidad permite escapar en 7 2
mente derogada» º . Por razones análogas, cabe interpretar restrictiva
estos supuestos de imprevisión a la aplicación de una regla jurídico- o derogatoriamente una ley hasta que la misma comprenda sólo los
positiva prevista para otro supuesto diferente ... La necesidad permite, supuestos en que resulta ajustada a la Constitución. Esta posibilidad
pues, vencer la resistencia ofrecida por el Derecho positivo, ordinario viene avalada por la Ley Orgánica del Poder Judicial, que establece
o excepcional, justificando su inaplicación en todos aquellos supuestos que si un precepto legal es susceptible de dos o más interpretaciones,
concretos para los que no sólo no ha sido previsto, sino para los que unas contrarias a la Constitución y otras ajustadas a la misma, los Tri-
es además a todas luces inadecuado»699 • «Esto no significa otra cosa bunales ordinarios deben seleccionar alguna de estas últimas y des-
diferente que en determinados supuestos "normales" o "extraordina- echar las primeras, sin necesidad de elevar una cuestión de inconstitu-
rios" ... existe un "vacío normativo" ante el cual se enfrentan los Pode- cionalidad (art. 5, aps. 1 y 3).
res públicos a la hora de actuar. En todos estos supuestos de "vacío Las normas legales cuya aplicación cabe rechazar en un caso «im-
normativo" ante los cuales, y dada la importancia del fin, es imprescin- previsto» pueden ser de cualquier tipo. Es decir, pueden referirse tan-
dible la actuación de los Poderes públicos», la necesidad justifica «la to a la competencia de los Poderes públicos para tomar medidas
inaplicación de unas reglas jurídicas que son inadecuadas (o, a veces, protectoras, como al contenido de las mismas o a su forma o procedi-
incluso más, que obstaculizan) para la consecución del fin esencial»'°º. miento de elaboración703 • En cualquier caso, sólo estará justificado ex-
Por más que la figura de las lagunas jurídicas, en especial la de las cepcionar lo establecido en el tenor literal de la ley en la medida en que
axiológicas, constituya una «puerta de entrada a la creación judicial del ello resulte adecuado, indispensable y proporcionado para proteger los
Derecho»7º1, con los riesgos que ello comporta, nos parece que se trata bienes fundamentales afectados 704 •
de una técnica lícita, pues consiste simplemente en hacer prevalecer la Así, por ejemplo, nuestro Tribunal Constitucional ha señalado que
interpretación teleológica y sistemática de un precepto -la derivada de «por razones de seguridad y urgencia es [posible] alterar el orden nor-
su finalidad y de las exigencias de otras normas integrantes del orde- mal de competencias cuando no pueda esperarse a la actuación de las
namiento jurídico- sobre su interpretación literal. Atendiendo al es- autoridades normahnente competentes en caso de urgencia y necesi-
píritu y finalidad de una disposición legal (art. 3.1 CC), resulta plausi- dad»'°'· En efecto, «no cabe excluir la posibilidad de que, en aras de
ble interpretarla restrictivamente «cuando la disposición se expresa en la protección de los ciudadanos», una Administración tome medidas
términos excesivamente amplios ... y es necesario reducir el alcance de «para atajar riesgos de la salud pública, cuando esas medidas vengan
impuestas por razones de necesidad y urgencia, de forma que no pue-
699 J}LvAREz GARCÍA, El concepto ... , p. 321. da esperarse a la actuación de las autoridades normalmente competen-
700 ALvAREZ GARciA, El concepto ... , p. 328. tes para afrontar tales riesgos. Pero para respetar el orden normal de
701 RUTHERS, Rechtstheorie, § 23, m. 839 y 873 y ss. Esto lo tienen muy claro
las competencias es preciso no sólo que esas medidas se justifiquen por
los positivistas. Por ejemplo, según Ross, Teoría de las fuentes del Derecho, 1999,
pp. 414 y 415, «la actividad colmadora de lagunas es creadora de Derecho, pues- su urgencia y necesidad, sino que se adopten en forma que no sustitu-
to que no sólo el concepto de laguna, sino también el material utilizado para col- yan más que en lo indispensable la intervención de las autoridades
marla, trascienden al conocimiento jurídico»; «no existe criterio jurídico alguno
conforme al cual sea posible identificar una laguna de aplicación en la ley... Sólo 702
DE CASTRO Y BRAVO, Derecho civil de España, 1949, p. 474.
a partir de un criterio político es posible detectar la existencia de una laguna, esto 703
Vid., mutatis mutanti, ÁLVAREZ GARCÍA, El concepto ... , pp. 335-441.
7 4
es, constatar que la aplicación de la ley conduciría a un resultado políticamente º Vid., mutatis mutandi, ÁLVAREZ GARCÍA, El concepto ... , pp. 458 y ss.
indeseado». '°' STC 9511984 (FJ 8).
244 245
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

competentes para la acción sanitaria o ayuden y complementen a la


actividad de éstas»7 º6 .
El Tribunal Constitucional Federal alemán, por su parte, declaró en
la Sentencia Kalkar-II, relativa a un conflicto surgido entre la Federa-
ción y el Land de Renania del Norte-Westfalia como consecuencia
de unas medidas adoptadas con ocasión de la catástrofe nuclear de
Chernóbil, que los derechos fundamentales a protección vinculan a los
poderes públicos en el marco de sus competencias, sin que pueda en-
tenderse que esos derechos constituyen normas atributivas de compe-
tencias. Lo cual no empece que este marco puede ser excepcionado,
por ejemplo, en el caso extremo de que la autoridad competente orde- TERCERA PARTE
ne, con grave menosprecio de su deber de protección, acciones u omi-
siones absolutamente injustificables, habida cuenta de la amenaza o le- PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS
sión que las mismas supongan para relevantes bienes jurídicos707 •

"' STC 33/1982 (FJ 3).


"' S. de 22.5.1990 (BVerfGE 81, 310, 334).

741,
I. CONCEPTO DE RIESGO

La palabra adolece de una cierta equivocidad. Según la clásica dis-


tinción del economista KNIGHT, existe una situación de riesgo cuando
cada alternativa de acción puede conducir a varios resultados posibles,
conociéndose la probabilidad de todos ellos. En cambio, la situación
es de incertidumbre cuando las probabilidades de los resultados son
desconocidas 708 • Esta distinción parte de la premisa de que cada hipo-
tético suceso tiene asignada una probabilidad absoluta y objetiva de
acaecer que, además, puede ser eventualmente conocida, todo lo cual
nos parece muy discutible. De todos modos, si adoptamos esta termi-
nología, deberíamos afirmar que todas las decisiones de los poderes
públicos se adoptan en la incertidumbre, y no bajo riesgo, pues nunca
podemos saber con absoluta certeza esa probabilidad de las consecuen-
cias que pueden acarrear.
Desde una perspectiva sociológica, LuHMANN ha entendido que los
conceptos de riesgo y peligro aluden a un daño futuro cuya producción
resulta incierta. La diferencia radica en que si «el daño posible se ve
como una consecuencia de una decisión, esto es, se imputa a una deci-
sión, entonces hablamos de riesgo», mientras que si «se ve causado por
el entorno, esto es, imputado al ambiente, entonces hablamos de peli-
gro»709. Como muy agudamente advierte este autor, un mismo daño
posible puede verse como un peligro o como un riesgo; ello depende
del observador. En la medida en que el daño es evitable mediante una
decisión humana -y casi todos lo son-, puede percibirse como un
riesgo. Los daños causados en un edificio por un terremoto pueden
708KNIGHT, Risk, Uncertainty and Pro/it, 1921, parte 1", cap. I, párrafo 26;
parte 3", cap. VII, in tato.
709 LVHMANN, Soziologie des Risikos, 1991, pp. 30 y ss. Esta terminología ha

sido adoptada por ESTEVE PARDO, Técnica, riesgo y Derecho, 1999, pp. 28 y ss.

249
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
J. CONCEPTO DE RIESGO

imputarse a la naturaleza o a una divinidad, pero también a la decisión trabajo utilizamos indistintamente ambos términos como smon1mos.
de haber construido el edificio en un determinado lugar utilizando Con ellos designamos la probabilidad de que se produzca un daño. El
ciertos materiales y técnicas arquitectónicas. Sólo algunos suce8os ca- riesgo consiste, pues, en el producto de dos factores: el daño posible y
tastróficos, muy pocos, serían insusceptibles de calificarse como ries- la probabilidad o verosimilitud de que éste ocurram.
gos. Un ejemplo podría ser el impacto de un gigantesco meteorito so-
bre la corteza terrestre.
A nosotros, como es natural, nos interesan especialmente las acep-
ciones del término en el lenguaje jurídico. En el Derecho alemán se
emplea la palabra riesgo con varios significados. A veces se la utiliza en
un sentido amplio, coincidente con su significado corriente: riesgo es
la probabilidad de que ocurra un daño710 • Una especie del mismo sería
el llamado riesgo residual, que designa aquel riesgo que la sociedad ha
de tolerar y que, por lo tanto, no es obligado eliminar o reducir711 • No
obstante, el término riesgo a secas suele ser utilizado por los juristas
alemanes con un significado más estricto: con él se alude a la posibili-
dad de que ocurra un daño, siempre que dicha posibilidad no consti-
tuya un peligro ni tampoco un riesgo permitido. Es decir, el riesgo en
sentido estricto lindaría «por arriba» con el peligro y «por abajo» con
el riesgo residual. A cada una de estas tres categorías se asociarían con-
secuencias jurídicas distintas: el riesgo residual estaría permitido; con-
tra los riesgos en sentido estricto habría que tomar medidas de precau-
ción; y contra los peligros, medidas de defensa.
Por las razones que posteriormente expondremos, nos parece del
todo innecesario y desacertado importar esta distinción entre peligro y
riesgo en sentido estricto a nuestro Derecho, donde la misma es por
ahora desconocida712 • De todos modos, conviene advertir que en este
710
Vid., por ejemplo, MURSWIEK, Die staatliche ... , pp. 81 y ss.
m A. de 8.8.1978 (BVerfGE 49, 89, 137 y 138).
m Vid., a modo ilustrativo, las SSTC 120/1990 (FJ 8), 137/1990 (FJ 6) y 11/
1991 (FJ 8), que emplean indistintamente ambos términos, y ÜCHOA MoNzó, Ries-
gos ... , pp. 24 y ss. Pese a que la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de prevención
de riesgos laborales tampoco distingue, no faltan autores empeñados en distinguir.
LóPEZ GANDfAIBLASCO LAHOZ, Curso de prevención de riesgos laborales, 2005, pp.
23 y 24, por ejemplo, llaman riesgo laboral a lo que el art. 4.2 de la Ley define
como «riesgo laboral» («la posibilidad de que un trabajador sufra un determina-
do daño derivado del trabajo»), y peligro a lo que su art. 4.4 denomina «riesgo
laboral grave e inminente» («aquel que resulte probable racionalmente que se
materialice en un futuro inmediato y pueda suponer un daño grave para la salud
de los trabajadores»). Ello no quita que alguna disposición comunitaria sí distin-
ga entre riesgo (Risiko, risk o risque) y peligro (Ge/ahr, hazard o danger). Vid., por
ejemplo, las versiones alemana, inglesa y francesa de los aps. 9 y 14 del art. 3 del 713
Vid. CEREZO/LUJAN, Ciencia y política del riesgo, 2000, p. 66; y el art. 4.2
Reglamento comunitario 178/2002, de 28 de enero de 2002. de la Ley 31/1995.

250
251
II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN: UN BONITO ENVOL-
TORIO

El principio de precaución está de moda. Nacido en el Derecho ale-


mán, ha logrado en relativamente poco tiempo un fulgurante éxito mun-
dial. Ha sido consagrado expresamente en diversos Tratados, entre ellos
el Constitutivo de la Comunidad Europea, y se dice que ya forma parte
del Derecho internacional consuetudinario. El Tribunal de Justicia de la
Unión Europea lo ha invocado en numerosas ocasiones, y lo propio ha
hecho el Tribunal Europeo de Derechos Humanos para justificar que
no se permita a los homosexuales adoptar niños 71 4. Ha sido recibi-
do en ordenamientos jurídicos tradicionalmente muy influidos por el
alemán, como el austriaco715 y el suizo71 6, pero también en otros casi im-
permeables a dicha influencia, como el inglés717 , el francés 718 , el belga719

m La STEDH de 26.2.2002 (Fretté, 36515/97) considera no discriminatorio


el que las autoridades francesas hubieran rechazado al actor como adoptante por
su condición de homosexual. En su voto particular parcialmente concordante, el
Magistrado COSTA nota que esta STEDH, «sin decirlo, se ha basado de alguna
manera en el principio de precaución», a la vista del amplio margen de los Esta-
dos en esta materia, de los intereses superiores del niño y de la falta de consenso
en la comunidad científica sobre el impacto que la homosexualidad del adoptante
podría tener en el adoptado.
715
Vid. GERMANN, Das Vorsorgeprinzip als vorverlagerte Gefahrenabwehr, 1993.
716
Vid. KOECHLIN, Das Vorsorgeprinzz"p im Umweltschutzgesetz, 1989.
717
Vid. HuGHES, «The Status of the "Precautionary Principle" in Law», ]our-
nal o/ Environmental Law, 7-2, 1995, pp. 224-244.
718
Vid. CANS, «Le príncipe de précaution, nouvel élement du contróle de lé-
galité», RFDA, 1999, pp. 750-762; RoUYÉRE, «L'exigence de précaution saisie par
le juge», RFDA, 2000, pp. 266-287.
m Vid. los Arrets del Conseil d'Etat de 9.11.2000 (/a Vil/e de Namur c. la
Région wallonne; 90.730) y 1.6.2001 (Beck c. la Région wallonne; 96.095), que
anulan sendas licencias urbanísticas otorgadas para construir una estación de te-

253
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

y el australiano720 • Y no sólo juristas, sino también economistas, politólo- nos les viene muy bien para rellenar el principio a su conveniencia. Al
gos, filósofos, sociólogos, químicos y médicos se han ocupado de su es- objeto de tratar de aclarar su significado y determinar si puede servir-
tudio721. nos para resolver los problemas de protección que a nosotros nos
Lo curioso es que se le ha dispensado tan calurosa acogida a pe- interesan, conviene estudiar primero su origen en el Derecho alemán
sar de -o quizás precisamente debido a- que no existe, ni mucho y luego su recepción en los ordenamientos comunitario, internacional
menos, un sólido consenso acerca de su contenido. El de precaución y español.
es un «concepto simpático»722 , atractivo, de connotaciones positivas,
pero también de una «indeterminación extrema»723 . Las opiniones re-
lativas a su alcance son de lo más variopinto, lo que produce una de- L EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN EN EL DERECHO ALEMÁN
sazonadora sensación de confusión e incertidumbre724 , aunque a algu-
A) EL SURGIMIENTO DEL MANDATO DE PRECAUCTÓN. LA INSUFICTENCIA DE LA
TRADICTONAL DEFENSA FRENTE A PELIGROS
lefonía móvil; DE SADELEER, Les princípes du polleur-payeur, de prévention et de
précaution, 1999.
720 Vid. GIRAUD, «Le droit el le principe de précaution: le~ons d' Australie», La palabra Vorsorge ha sido empleada por el legislador y los pu-
RJE, 1997, pp. 21-36. blicistas alemanes con diferentes significados. Sabido es que el tér-
721 En el ámbito de la economía, vid., entre otros, GoLLIER, «Should we
mino Daseinvorsorge (traducido entre nosotros por procura existen-
beware of the Precautionary Principle?», Economic Policy, 16-33, 2001, pp. 301-
328; GOLLIERl]ULLIEN/TREICH, «Scientific progress and irreversibility: an econo-
cial) fue acuñado por FoRSTHOFF para designar la tarea del Estado
mic interpretation of the "'Precautionary Principle"», ]ournal o/ Public Economics, consistente en proporcionar a los ciudadanos las prestaciones y los
75, 2000, pp. 229-253; GoLLIERITREICH, «Decision-Making Under Scientific Un- bienes necesarios para asegurarles el desarrollo de sus posibilidades vi-
certainty: The Economics of the Precautionary Principle», ]ournal o/ Risk and tales725.
Uncertainty, 27-1, 2003, pp. 73-103; AA.VV., Principe de précaution et industrie, A los efecros de este trabajo, interesa el uso que se hace de la pala-
ed. MONDELLO, 1998. Desde la perspectiva de la ciencia política, vid. KOHOUT,
Vorsorge als Prinzip der Umweltpolitik, 1995. Desde la perspectiva de la filosofía bra en el contexto de la protección jurídica de bienes socialmente va-
de la ciencia, vid. KouRILSKY, Du bon usage du princípe de précaution, 2002. Des- liosos frente a riesgos. Aquí el término aparece por prímera vez en la
de la perspectiva de la filosofía política, vid. RIECHivlANN/TICKNER, El principio de Ley reguladora del aprovechamiento pacífico de la energía atómica y
precaución, 2002. Desde el campo de la sociología, vid. BoURGIScHLEGEL, Parer de la protección contra sus peligros (Atomgesetz) de 1959, en concreto
aux risques de demain. Le principe de précaution, 2001. Vid. también las obras co- en los preceptos que regulaban diversas autorizaciones726 . Se establece,
lectivas multidisciplinares: Le principe de précaution dans la conduite des affaires
humaines, ed. GoDARD, 1997; KouRILSKYIVINEY, Le principe de précaution, 2000; por ejemplo, que la autorización para instalar una central nuclear sólo
EwALDIGOLLIERIDE SADELEER, Le princípe de précaution, 2001; Le principe de pré- puede ser otorgada «si se ha adoptado la precaución necesaria con
caution. Aspects de droit international et communitaire, eds. LEBENIVERHOEVEN, arreglo al estado de la ciencia y la técnica frente a los daños que pue-
2002. dan causar la construcción y el funcionamiento de la instalación» (§
722 ÜSSENBÜHL, «Vorsorge als Rechtsprinzip im Gesundheits-, Arbeits- und
7.2.2).
Umweltschutz», NVwZ, 1986, p. 162.
723 KuTSCHEIDT, «lmmissionsschutzrechtliche Vorsorge und Drittschutz», en No obstante, la doctrina suele situar la consagración legislativa del
Rechtsstaat zwischen Sozialgestaltung und Rechtschutz. Festschri/t /ür Konrad Re- principio en la Ley Federal para la Protección contra las Inmisiones
deker zum 70. Geburtstag, 1993, p. 441. (BimSchG) de 1974. La razón es que en el Derecho alemán el concep-
724
Este problema, advertido ya por el Informe ambiental del Gobierno de
to de precaución (frente a riesgos: Risikovorsorge) se define por con-
19.9.1978 (BT-Dr 8/1938, p. 577), que decía que «el principio de precaución ne-
cesita todavía de aclaración conceptual», todavía persiste. Vid. FELDHAUS, «Der
725
Vorsorgegrundsatz des Bundes-Immissionsschutzgesetzes», DVBL, 1980, p. 133; Vid. FORSTHOFF, Die Verwaltung als Leistungstriiger, 1938, pp. 4 y ss.; L.
REHBINDER, «Prinzipien des Umweltrechts in der Rechtsprechung des Bundes- MARTfN-RETORTILLO BAQUER, «La configuración de la Administración pública y el
verwaltungsgeríchts», en Bürger-Richter-Staat, Festschri/t /ür Horst Sendler, 1991, concepto de "Daseinvorsorge"», RAP, 8, 1962, pp. 35 y ss.; GAReíA-PELAYO, Las
p. 272 y ss. transformaciones del Estado contemporáneo, l 994, pp. 26 y ss.

254 255
II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

cionarse expresamente en el parágrafo relativo a la finalidad de la ley730 ,


traste con el concepto tradicional de defensa frente a peligros (Gefahre-
propuesta luego aceptada al añadirse a este precepto el inciso «así
nabwehr), de modo que el significado de aquél no puede entenderse
como prevenir el surgimiento de efectos ambientales nocivos».
cabalmente si no es por referencia a éste. Y la opinión mayoritaria es
Obsérvese que el concepto de precaución aparece porque se consi-
que el legislador, al emplear en la Atomgesetz el término «precaución»,
dera que la tradicional «defensa frente a peligros» resulta insuficiente
estaba aludiendo en realidad a la tradicional «defensa frente a peli-
para proteger eficazmente la salud de las personas y el medio ambien-
gros»727. En la BimSchG, en cambio, se aprecia muy claramente lavo-
te. Es muy ilustrativo al respecto lo dicho por el Gobierno Federal en
luntad legislativa de distinguir ambos conceptos. En su parágrafo 1 se
dice que «la finalidad de esta Ley es proteger al hombre, a los anima·
1976 sobre el principio de precaución que acababa de consagrarse le-
les, plantas y otras cosas de efectos ambientales nocivos ... perjuicios gislativamente: «La política ambiental no se agota en la defensa frente
y molestias considerables y peligros, así como prevenir el surgimiento a peligros inminentes y en la reparación de los daños producidos»; una
de efectos ambientales nocivos». En los dos primeros apartados de su política ambiental precautoria exige la adopción de medidas que vayan
parágrafo 5 .1 puede leerse que «las instalaciones necesitadas de auto· más allá731 .
rización deben construirse y funcionar de manera que (1) no puedan El término «peligro» tiene en el Derecho alemán un significado téc-
producirse efectos ambientales nocivos ni otros peligros, perjuicios y nico y estricto, perfilado por la doctrina y la jurisprudencia a lo largo
molestias considerables para el vecindario y la generalidad de los ciu- de muchos años. Con él se alude a una «situación o conducta que con
dadanos, (2) se adopte precaución contra efectos ambientales nocivos, un grado suficiente de probabilidad causará un daño a un bien jurídi-
en especial mediante la limitación de las emisiones con arreglo al esta- co protegido en el caso de que no se impida el desarrollo de los acon-
tecimientos que objetivamente cabe esperar»732 • La relevarn;:ia jurídica
do de la técnica». de este concepto es enorme, ya que se utiliza en la legislación de los
Los documentos que reflejan la elaboración de la BimSchG no
dejan lugar a dudas sobre este punto. En la motivación del Proyecto Liinder como ingrediente principal de la cláusula general de policía que
de Ley728 se dice que éste se ha inspirado en una resolución del Comi- permite a la Administración adoptar medidas limitativas de la libertad
té de Ministros del Consejo de Europa729 que recomendaba a los Esta· proporcionadas para proteger la seguridad y el orden público: la sim-
dos miembros: obligar a los causantes de la polución atmosférica a re- ple existencia de un peligro justifica tales intervenciones. Y con seme-
ducirla al mínimo, aun en el caso de que no se hubiesen demostrado jante significado ha sido empleado por numerosas disposiciones espe-
daños, y basar su legislación ambiental en el principio de precaución. ciales pertenecientes al «Derecho del medio ambiente y de la
En el Informe del Comité de Interior sobre el Proyecto de Ley se afir- técnica»7 ». Toda intervención administrativa que persiga evitar un su-
ma que «una protección eficaz del medio ambiente no puede conten- ceso que no encaja en el concepto de peligro requiere una habilitación
tarse con proteger a la población frente a efectos ambientales nocivos. legal espedfica734 . Este terminus technicus cumple, pues, una importan-
Antes bien, debe prevenir ya el surgimiento de los mismos. Este ptin-
cipio de precaución adquirirá en el futuro una importancia cada vez
mayor». Por ello, el Comité propone que la precaución debería men- "° Informe de 14.1.1974 (BT-Dr 7/1513, p. 2).
731
Umweltbericht '76 - Forstschreibung des Umweltprogramms des Bundesre-
gierung de 14.7.1976 (BT-Dr 7/5684, p. 8), donde el Gobierno afirma que supo-
lítica ambiental se basa en los principios de precaución, quien contamina paga y
726
Vid. los §§ 4 y ss. de la Gesetz über die friedliche Verwendung der Kerne- cooperación.
nergie und den Schutz gegen ihre Ge/abren (Atomgesetz:.4.tG), de 23.12.1959 732
Gusv, Polizeirecht, m. 108. En sentido similar, vid. DREws!WACKEIVOGEL/
(BGBI. I, p. 814). MARTENS, Ge/ahrenabwehr, 1986, p. 220; GóTZ, Allgemeines Polizei- und Ord-
HANSEN-DIX, Die Gefahr im Polizefrecht im Ordnungsrecht und im technis-
727 nungsrecht, 2001, m. 140; KNEMEYER, Polizei- und Ordnungsrecht, 2000, m. 87.
chen Sicherheitsrecht, 1982, pp. 81 y ss. y 218 y ss.; ÜSSENBÜHL, «Vorsorge ... », m DREws/WACKEIVOGEL/MARTENS, Ge/ahrenabwehr, pp. 154 y ss. y 225.
p. 162.
734
DI FABIO, «Gefahr, Vorsorge, Risiko: Die Gefahrenabwehr un ter dem Ein-
"" De 14.2.1973 (BT-Dr 7/179, p. 26). flu.B des Vorsorgeprinzips», Jura, 1996, p. 568.
"' Resolución de 83.1968, (68) 4.
257
256
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN
te función delimitadora y garantizadora de la libertad de los ciudada-
nos frente a la actuación administrativa"'. mana estima que la relatividad del grado suficiente de probabilidad no
Dos son sus elementos: el daño y el grado suficiente de probabili- llega a este punto. En uno de los manuales universitarios clásicos de la
dad de que aquél se producirá si no se adoptan las medidas pertinen- disciplina se afirma rotundamente que «la variabilidad del grado de
tes. Para determinar si concurre este segundo elemento, es necesario probabilidad no debe conducir a la disolución del concepto de peligro.
realizar un pronóstico acerca de lo que acontecerá en el futuro. Según Puras especulaciones o consideraciones hipotéticas acerca de sucesos sólo
la doctrina tradicional, ese pronóstico debe basarse en la «experiencia pensados no pueden llevar a aceptar un peligro. La simple o teórica
vital» (Lebenserfahrung): hace falta que exista «el temor fundado de posibilidad de un daño sin referencia a la realidad no fundamenta nun-
ca» aquel temor742 .
acuerdo con la experiencia vital» de que ocurrirá el hecho dañoso736 •
Ésta abarca desde el conocimiento proporcionado por la experiencia Esa resistencia a interpretar flexiblemente el concepto de peligro y
cotidiana hasta el suministrado por las ciencias naturales737 y, por des- aceptar su existencia sobre la base de consideraciones hipotéticas e
contado, no es la propia del concreto funcionario que actúa en un de- inseguras ha provocado que la «defensa frente a peligros» resultara
terminado caso, sino la de un «funcionario tipo ideal» que, además de insuficiente para proteger satisfactoriamente ciertos bienes socialmen-
la experiencia general cotidiana, dispone de los conocimientos científi- te valiosos, y ha determinado la aparición de otras figuras como la «sos-
cos especializados necesarios para atender el correspondiente asunto738 • pecha de peligro» y la «precaución contra riesgos»743 .
¿Y cuándo la probabilidad de que se produzca el daño es «suficien- Se habla de sospecha de peligro cuando la posibilidad de que se
te»? Aquí no se exige certeza absoluta, pero tampoco basta la simple produzca el daño no puede afirmarse de momento con la suficiente
posibilidad de que ocurra el suceso dañoso739 • La jurisprudencia y la certeza, como consecuencia, por ejemplo, de que todavía no existen
doctrina afirman unánimemente la relatividad de este requisito: cuanto conocimientos empíricos seguros 744 • La Administración sabe que su
mayor sea la gravedad cualitativa y cuantitativa del eventual daño, me- conocimiento al respecto es precario, aunque existen indicios que
nor será el grado de probabilidad exigido para la intervención admi- apuntan a que puede acaecer el hecho dañino. Algunos autores estiman
nistrativa. «Donde se trata de la protección de bienes jurídicos espe- que las sospechas fundadas, corroboradas por hechos, justificarían al
cialmente valiosos, una lejana posibilidad de un daño puede bastar ya menos actuaciones administrativas proporcionadas encaminadas a es-
para desencadenar aquel temor fundado»740 • Adviértase que, para veri- clarecer si existe o no un peligro, que todavía contarían con la co-
ficar si concurre este elemento, hace falta realizar una «ponderación bertura legal que proporciona la cláusula general antes citada745 • Otros
valorativa»741 . autores, así como algunas resoluciones judiciales, afirman que pueden
Surge la duda de si la posibilidad fundada en hipótesis, en datos adoptarse medidas de mayor alcance, no limitadas al esclarecimiento de
inseguros, no corroborados empíricamente, de que se produzca un su-
ceso extraordinariamente grave constituye un peligro y, por lo tanto, 742

justifica la intervención administrativa. La mayoría de la doctrina ale- DREws/WACKEIVOGEL/MARTENS, Ge/ahrenabwehr, pp. 224 y 225. La cursi-
va es del original. En sentido similar, BRANDTISMEDDINK, «Der Gefahrenbegriff im
Polizeirecht», Jura, 1994, p. 228.
743
m W AHL, «Risikobewertung und Risikobewaltigung im Lebensmittelrecht», En sentido similar, vid. Dr FABIO, «Gefahr... », pp. 568 y ss. Sobre la ero-
ZLR, 1998, p. 280. sión y el abandono parcial del concepto de peligro en el ámbito de la investiga-
736
DREws/WACKE/VOGEL/MARTENS, Ge/ahrenabwehr, p. 224. Vid., también, ción y persecución de los delitos, vid. KUGELMANN, «Der polizeiliche Gefahrenbe-
Gusv, Polizeirecht, m. 112. griff in Gefahr?», DÓV, 2003, pp. 782 y ss.
744
737 Vid., por ejemplo, HANSEN-Drx, Die Gefahr ... , pp. 68 y ss. Según PosCHER,
Vid. HANSEN-DIX, Die Gefahr... , pp. 31 y 32.
"" Vid. HANSEN-Dlx, Die Ge/ahr... , pp. 33 y 34. «Der Gefahrverdacht. Das ungelOste Problem des Polizeirechts», NVwZ, 2001, pp.
739 142 y ss., esta figura se caracteriza porque la Administración considera probable la
DREws/WAcKEIVOGELIMARTENS, Ge/ahrenabwehr, p. 223.
740 existencia de un peligro, aunque no está convencida de ello en el grado ordinaria-
DREws/WACKE!VOGELIMARTENS, Gefahrenabwehr, p. 224.
741 mente exigible y, de momento, no puede alcanzar ese convencimiento debido a las
DREws/WACKEIVOGEL/MARTENS, Ge/ahrenabwehr, p. 224; Gusv, Polizei-
recht, m. 116. dificultades
745
que presenta el supuesto de hecho y a la escasez de tiempo.
D1 FABIO, «Gefahr... », pp. 568 y 569.

258
259
11. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN
GABRIEL D0MÉNECH PASCUAL

la situación de peligro e incluso de carácter irreversible (v. gr., sacrifi- poco impensables. Sin embargo, con frecuencia el pronóstico acerca de
cio de ganado sospechoso de padecer una epizootia), si bien siempre lo que tal vez acontezca en el futuro no puede fundarse en la experien-
746
escrupulosamente ajustadas al principio de proporcionalidad • cia -afortunadamente- sino en especulaciones teóricas, en conside-
También hay quienes dudan de la utilidad de este concepto de raciones hipotéticas, en datos inseguros, envueltos en una gran incerti-
747
«sospecha de peligro», por considerarlo superfluo , pues estiman que dumbre. En el Derecho alemán, lo acabamos de ver, la doctrina
tanto un peligro como una sospecha de peligro serían lo mismo: la mayoritaria entiende que aquí no existe un «peligro» que permita in-
probabilidad de que ocurra un daño. «Lo que se designa como "sos- tervenir a la Administración, pero a pesar de ello se ha considerado ne-
pecha de peligro" no es otra cosa que un peligro de un grado de pro- cesario y justificado tomar medidas relativamente costosas para evitar
babilidad más pequeño»748 • A nosotros, en cambio, nos da la impre- que los daños acaben produciéndose. Este problema se hubiese solu-
sión de que lo que normalmente se quiere designar con esta expresión cionado relativizando el «grado suficiente de probabilidad», de mane-
no es un peligro de probabilidad relativamente pequeña, sino un peli- ra que en determinados supuestos bastasen consideraciones puramen-
gro impregnado de una incertidumbre relativamente elevada, que no te teóricas, hipotéticas, no basadas en la experiencia, para adoptar
es lo mismo749 • Se trataría de supuestos en los que la Administración medidas proporcionadas de protección. Se podía haber interpretado
estima que la probabilidad de equivocarse al formular un juicio de teleológicamente aquel término teniendo en cuenta la realidad social de
probabilidad sobre la producción de un daño es muy elevada, debido nuestro tiempo. En vez de eso, se ha respetado la imagen tradicional
a que la información de que dispone sobre el particular es muy defi- del concepto peligro y se ha recurrido al de precaución frente a ries-
ciente. Ahora bien, tampoco creemos que pueda decirse que entre un gos para complementarlo y_ remediar sus insuficiencias.
peligro y una sospecha de peligro existan diferencias cualitativas, sino
tan sólo de grado: en este último caso, la incertidumbre es relativa-
mente elevada. Como tampoco nos parece que las consecuencias jurí- B) LA NATURALEZA JURÍDICA DEL MANDATO DE PRECAUCIÓN

dicas asociadas a las dos categorías deban ser distintas. En ambos ca-
sos, habrá que tomar medidas proporcionadas, equilibradas, para En la jurisprudencia y doctrina alemanas son relativamente frecuen-
prevenir el posible daño. Lo que pasa es que, cuanto mayor es la in- tes las alusiones al principio de precaución (Vorsorgeprinzip o Vorsor-
certidumbre -es decir, la precariedad de la información disponible- gegrundsatz)750. Dada la gran equivocidad del término principio, con-
más probable es que la mejor solución, la medida equilibrada, consis- viene precisar cuál es el significado jurídico que se atribuye a la
ta en tratar de mejorar dicha información antes de adoptar una deci- naturaleza «principial» de la precaución.
sión más drástica. Cuanto mayor es la incertidumbre, más conservado- REHBINDER observa que dicho principio ha sido recogido en nume-
rosas disposiciones legales y, de esa manera, se ha consolidado como
ramente habrá que actuar.
Paralelamente, ha surgido la idea de la precaución contra riesgos. criterio normativo directamente aplicable: en calidad de requisito ne-
De un tiempo a esta parte se ha percibido que determinadas activida- cesario para otorgar autorizaciones, de presupuesto habilitante para
des pueden causar daños de una magnitud extraordinaria, hasta hace dictar reglamentos o para intervenir singularmente en los derechos de
los ciudadanos, etc. La pregunta -que el autor se hace y no respon-
'" Vid. DREws/WACKEIVOGEL/MARTENS, Ge/ahrenabwehr, pp. 226 y 227; la S. de- es si la precaución constituye, adicionalmente, un principio jurí-
del BVerwG de 16.12.1971 (BVerwGE 55, 190), y la S. del Bundesgerichtsho/(S,la dico que debe influir en la interpretación y el desarrollo del Derecho
de lo Civil) de 13.3.1992 (DVBL, 1992, p. 1159). ambiental y al que habría que dar la máxima vigencia aun donde no
747 BRANDT/SMEDDINK, «Der Gefahrenbegriff... », p. 230; DARNSTADT, Ge/ahre-
hubiese sido establecido formalmente por el legislador o si, por el
nabwehr und Ge/ahrenvorsorge, 1983, pp. 94 y ss.; HANSEN-DIX, Die Ge/ahr ... , pp.
66 y SS. y 76 y SS. "º Vid., por ejemplo, las SS. del BVerwG de 18.5.1982 (BVerwGE 65,
748 HANSEN-DIX, Die Ge/ahr ... , p. 96.
749 Sobre la distinción entre probabilidad e incertidumbre, vid. in/ra, 3ª par-
313; cit. por DVB!., 1982, pp. 969 y 960) y 14.4.1989 (DVBL, 1989, pp. 772
y 773).
te, III.2.C).

261
260
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

contrario, es una simple idea directriz que fundamenta y legitima de- torizadas: no es lícito «interpretar extensivamente el [mencionado]
751
terminadas regulaciones pero que no resultá directamente aplicable • mandato de precaución para aplicarlo a los problemas relativos a la
La mayoría de la doctrina y la jurisprudencia se decantan por esta inspección. Para el procedimiento inspector ya existe un instrumental
última tesis. «El principio de precaución es fundamentalmente un prin- propio cuyo empleo se rige por regulaciones especiales que se apartan
cipio jurídico-político. Sólo si y en la medida en que las disposiciones del programa de la decisión del procedimiento de autorización»"'.
legales se refieran a la precaución, tiene este principio un carácter jurí- Muy significativa acerca del valor jurídico de la precaución es la
dico vinculante»752 • «Ni la Administración ni la Jurisdicción pueden doctrina sentada por este Tribunal en relación con el caso de los pe-
recurrir inmediatamente a consideraciones de precaución para interve- rros que en España llamamos «potencialmente peligrosos». La Admi-
nir en la libertad de los ciudadanos [en supuestos no contemplados en nistración, al calor de la fuerte polémica social desatada por la trágica
la ley] o para declarar lícitas esas intervenciones»"'. muerte de un niño, había dictado un reglamento que prohibía la tenen-
La doctrina y la jurisprudencia contencioso-administrativa produ- cia y la cría no profesional de los perros pertenecientes a determinadas
cidas en relación con la contaminación electromagnética ilustran muy razas, aunque permitía la tenencia de los adquiridos con anterioridad
claramente esta afirmación. La BlmSchG contempla expresamente el a su entrada en vigor siempre que los mismos se sometieran a un exa-
deber de tomar medidas precautorias sólo cuando se trata de instala- men que podía conducir a la esterilización del animal en el mejor de
ciones sujetas a la autorización ambiental regulada en esta Ley. Ello los casos y a su sacrificio en el peor. La Administración estimaba que
plantea la cuestión de si hay que adoptar precauciones también respec- la cláusula general legislativa que le habilita para intervenir ante la exis-
to de aquellas instalaciones, como las estaciones de telefonía móvil, no tencia de peligros le permitía dictar esta disposición reglamentaria. El
sujetas a la referida autorización pero generadoras de inmisiones de Tribunal Federal, sin embargo, considera que estas intervenciones en
cuya nocividad para la salud humana se sospecha. La doctrina y juris- la libertad de los afectados no están cubiertas por la menciónada cláu-
prudencia se han pronunciado mayoritariamente en sentido negativo: sula, pues, según el estado actual de los conocimientos científicos, la
el principio de precaución no puede ser aplicado directamente a su- raza de un perro no constituye por sí misma un peligro en sentido es-
puestos distintos de los contemplados en dicha Ley754 • tricto, sino tan sólo una sospecha de peligro o, si se quiere, un simple
El Tribunal Contencioso-Administrativo Federal ha declarado que riesgo, que, ciertamente, puede justificar intervenciones precautorias
el mandato de precaución frente a daños establecido en el parágrafo para proteger la vida y la integridad corporal, pero siempre que las
7.2.3 de la Atomgesetz como requisito del otorgamiento de las autori- mismas vengan contempladas en una ley especial, lo que no era el caso.
zaciones no rige en la inspección de las instalaciones nucleares ya au- A falta de una ley tal, no cabe limitar la libertad de los ciudadanos con
medidas precautorias7".
751 R.EHBINDER, <<Prinzipien des Umweltrechts in der Rechtsprechung des Bun-

desverwaltungsgerichts: das Vorsorgeprinzip als Beispiel», en Festschri/t /ür Horst


Sendler, 1991, pp. 269 y ss. "' S. de 22.1.1997 (BVerwGE 104, 36; cit. por DVBL, 1997, p. 721).
m BóHM, «Abschied vom Vorsorgeprinzip im umweltbezogenen Gesundheits- "' SS. del BVerwG de 3.7.2002 (6 CN 5.01, 6.01, 7.01, 8.01), que señalan que
schutz?», en Gesamtverantwortung statt Verantwortungsparzellierung im Umweltre- «ciertamente existe una sospecha de que los perros de las razas cuestionadas
cht, 1997, pp. 45 y 46. muestran un comportamiento agresivo genéticamente determinado. Sin embargo,
m DI FABIO, en «Gefahr... », p. 571, y en «Entscheidungsprobleme der Risiko- es una cuestión científicamente muy controvertida la relevancia de este factor y de
verwaltung», NuR, 1991, p. 356. De la misma opinión, FLEURY, Das Vorsorgeprin- otras numerosas causas ... en la producción del comportamiento agresivo. En par-
zip ... , pp. 11 y 88. .. ticular, no hay estadísticas o datos empíricos concluyentes ni tampoco investiga-
'" Vid. las Resoluciones del OVG Schleswig-Holstein de 10.2.1993 (DOV, ciones genéticas» (§ 24). La S. del BVerfG de 16.3.2004 (1 BvR 1778/01, §§ 72 y
1993, pp. 967-968), VGH Manheim de 14.5.1996 (DÓV, 1996, pp. 1005-1007) y ss.) declara que el legislador, en cambio, sí puede establecer una regulación pre-
OVG Lüneburg de 26.3.1998 (NuR, 1999, pp. 113-115); Dr PABio, «Rechtsfra- cautoria semejante. Sobre el tema, vid. CASPAR, <<Die neuen Regelungen des Bun-
gen ... », p. 4; HoPPENBERGIMEINERS/N!ARTENS, «Die Zulassigkeit ... », p. 14; KREMSER, des und der Lander zum Schutz vor gefiihrlichen Hunden», DVBl., 2000, pp.
«Die Rechtliche ... », p. 857; RAMSAUER, «Aktuelle ... », pp. 81 y 82; RoJINAGEr./NEu- 1580 y ss.; WoLLENTI-IEIT, <<A.uf den Hund gekommen: Gefahrenabwehr im Zeital-
SER, «Die rechtliche ... », p. 405. ter des Medienspektakels», NuR, 2001, pp. 620 y ss.

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GABIUEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

Salta a la vista. que el principio de precaución, así entendido, no se cuando se conoce dicha magnitud. Tampoco nos parece que este crite-
corresponde con la imagen que en España se tiene de los principios ge- rio permita distinguir cualitativamente entre ambos conceptos. Y ello
nerales del Derecho, y que se refleja en el artículo 1.4 de nuestro Có- por razones parecidas a las expuestas en el párrafo anterior. De un
digo Civil, de acuerdo con la cual éstos son aplicables directamente, a lado, y dados los límites del conocimiento humano, nunca podemos
falta de ley (y costumbre). estar seguros de la exacta gravedad de los daños futuros que puedan
ocasionar nuestras acciones, por lo que no cabe hablar en rigor de da-
ños «absolutamente conocidos». De otro lado, resulta absurda la idea
C) EL SUPUESTO DE HECHO DEL MANDATO DE PRECAUCIÓN. LA DISTINCIÓN de adoptar medidas de precaución frente a un posible daño cuya mag-
ENTRE RIESGO Y PELIGRO
nitud se desconoce absolutamente. El mero hecho de percibir la exis-
tencia del mismo implica aventurar algún tipo de hipótesis acerca de
Puede afirmarse que el mandato de precaución despliega sus con- su magnitud, hipótesis que podrá ser más o menos consistente, verosí-
secuencias jurídicas únicamente cuando existe un riesgo en sentido es- mil, merecedora de crédito científico, pero que ya implica un cierto
tricto (Risiko). Las medidas precautorias sólo pueden dictarse lícita- conocimiento -conjetural, como todo conocimiento761 - del daño.
mente para proteger ciertos bienes frente a un riesgo. El problema Hay quien combina varios criterios: el peligro consiste en un posible
consiste en cómo distinguir un riesgo (en sentido estricto) de un peli- daño conocido y suficientemente probable; el riesgo, en uno muy im-
gro (Gefahr), ya que no parece que existan diferencias estructurales probable o acerca de cuya probabilidad o magnitud no existe suficien-
entre ambos, al consistir los dos en la posibilidad -verosimilitud, pro- te información762 • También estos criterios nos parecen inservibles, pues
babilidad- de que se produzca un daño757 • Las opiniones vertidas so- no permiten por sí solos determinar cuándo un daño es suficientemente
bre este punto son de lo más variadas. probable o conocido. Para ello habría que utilizar otros criterios.
Hay quien afirma que existe un riesgo cuando la probabilidad de Según otra tesis, la precaución contra riesgos procede en aquellas
que ocurra el hecho dañoso es incierta"'; implícitamente, se afirma que situaciones «en las que cabe hablar de una "sospecha de peligro" por-
existe un peligro cuando la probabilidad es cierta. Esta tesis resulta que, de acuerdo con el estado actual de los conocimientos, todavía no
inaceptable, pues aun en el caso de que cada suceso tuviera una pro- puede reconocerse si un concreto suceso dañoso hipotéticamente afir-
babilidad objetiva y absoluta de producirse, lo cual resulta bastante mado es en general posible o si puede excluirse teóricamente». En
discutible759 , nunca podríamos estar seguros de conocer dicha proba- cambio, en el caso de los peligros, ya cabe realizar indubitadamente la
bilidad con certeza. Los juicios de probabilidad que los poderes públi- constatación positiva de que el acontecimiento dañoso es objetivamen-
cos han de llevar a cabo para determinar la existencia de un riesgo o te posible763 • Este criterio de distinción no nos parece convincente,
de un peligro podrán ser más o menos dignos de crédito, pero en nin- pues de cualquier suceso dañino futuro cabe afirmar siempre su posi-
gún caso absoluta y objetivamente ciertos. En este punto no existe di- bilidad. El que dicha afirmación hipotética esté más o menos fundada
ferencia cualitativa alguna entre riesgo y peligro. y apoyada por la información empírica disponible es otro problema. Lo
Según otra opinión, existe un riesgo cuando la magnitud del daño
761
posible es desconocida760 ; implícitamente, se afirma que hay un peligro Vid. POPPER, Conjeturas ... , passim, esp. pp. 57 y ss. y 264 y ss.
762 REicH, Ge/ahr - Risiko - Restrisiko, 1989, passim, esp. 85 y ss. 128 y ss.
y 232. En sentido similar, vid. BRENNER/NEHRIG, «Das Risiko im Offentlichen Re-
75 7 APPEL, «Stufen ... », p. 228.
cht», DÓV, 2003, p. 1025.
758 APPEL, «Stufen ... », p. 228. 763
759 Como señala NELL, Wahrscheínlichkeitsurteile ... , p. 34, la idea de una pro-
BENDER, «Nukleartechnische Risiken als Rechtsfrage», DÓV, 1980, p. 634.
babilidad objetiva carece de sentido en una concepción determinista del mundo: En cursiva en el original. La S. del BVerwG de 19.12.1985 (BVerwGE 72,313; cit.
si el presente determina totalmente el futuro, sólo tiene sentido hablar de proba- por DVBL, 1986, p. 194) dice que la precaución se refiere también a las «posibi-
bilidad cuando no se conoce [cuando un sujeto no conoce] suficientemente el lidades de daños que no cabe excluir sólo porque el estado el estado actual de los
conocimientos no permite afirmar ni negar determinadas relaciones causales, exis~
presente. tiendo únicamente una sospecha de peligro o un "potencial de preocupación"».
760 FLEURY, Das Vorsorgeprin:á{J ím Umweltrecht, 1995, p. 54.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

que interesa resaltar es que la ciencia nunca puede excluir con toda dones y clasificaciones jurídicas sólo son útiles si a cada uno de los tér-
seguridad que vaya a producirse un daño, pues todo conocimiento minos de las mismas se asocian regímenes jurídicos diferentes.
científico es hipotético.
Se ha definido el peligro como un daño probable y el riesgo como
un lejano daño sólo posible764 • Sin embargo, es muy dudoso que entre D) EL ALCANCE DE LAS MEDIDAS PRECAUTORIAS
probabilidad y posibilidad exista una diferencia cualitativa. Decir que
un suceso es lejanamente posible equivale a sostener que la probabili- Básicamente, existen dos grandes concepciones acerca del conteni-
dad de que se produzca es muy pequeña y/o está teñida de una gran do del mandato de precaución: la llamada teoría del «espacio libre» y
incertidumbre. la que afirma que dicho mandato impone una «defensa frente a peli-
Por último, queda mencionar el criterio antes apuntado de la ex- gros anticipada».
periencia: cuando se trata de un peligro, el pronóstico acerca de la
posibilidad de que se produzca el daño se basa en la experiencia, en
datos empíricos, mientras que en el caso del riesgo se fundamenta en a) La teoría del «espacio libre»
consideraciones puramente teóricas, hipotéticas. La precaución [contra
riesgos] permite adoptar medidas de protección en virtud de conside- Según los defensores de esta concepcron, el objetivo del citado
raciones y cálculos «meramente teóricos»765 . Este criterio tampoco con- mandato -contemplado en el parágrafo 5.1.2 de la BimSchG- no es
vence. De un lado, porque todo conocimiento humano y, por lo tanto, proteger a los ciudadanos y el medio ambiente de los riesgos situados
todas las predicciones científicas acerca de lo que eventualmente acon- por debajo del umbral de peligrosidad, sino algo completa y cualitati-
tecerá en el futuro constituyen en última instancia hipótesis, conjetu- vamente distinto: se trataría de «conservar espacios líbres».-"«El princi-
ras. De otro lado, porque resulta difícil -por no decir imposible- pio de precaución no se dirige a una "precaución frente a riesgos" sino
imaginar una hipótesis científica absolutamente desconectada de cual- a una configuración planificadora del medio ambiente en un espacio
quier experiencia, de cualquier dato empírico que sustente o indique libre de peligros» 767 . En un país como Alemania, «caracterizado por
de alguna manera una cierta verosimilitud de la misma. una alta densidad de población y una fuerte industrialización, es nece-
A nuestro entender, entre riesgos en sentido estricto y peligros no sario conservar espacios libres también en territorios todavía no. ame-
existen diferencias cualitativas, sino ~ocio lo más de grado766 . Como mu- nazados por peligros ambientales. Aquí hay que distinguir dos clases
cho, podría sostenerse que aquéllos constituyen peligros de una proba- de espacios libres. En primer lugar, habría que asegurar futuros espa-
bilidad «pequeña»; y éstos, riesgos de una probabilidad «grande». O cios vitales: para urbanización y recreo, así como para la agricultura,
que la incertidumbre es mayor en el caso de los riesgos que en el de los los bosques y la protección de la naturaleza y del paisaje. En segundo
peligros. La pregunta que seguidamente hay que hacerse es si tiene sen- lugar, habría que dejar lugar para futuros emplazamientos industria-
tido esforzarse en efectuar una distinción tal. Para obtener una respues- les»768. Aquel mandato impondría, pues, una, precaución de recursos
ta habrá que averiguar si alguna razón justifica que las consecuencias (Ressourcenvorsorge). En defensa de esta tesis se aduce la motivación
jurídicas anudadas a la existencia de un peligro deban diferir de las pro- del Gobierno Federal relativa al Proyecto de la BimSchG, en la que
ducidas cuando concurre un riesgo en sentido estricto, pues las distin- puede leerse que «la exigencia de una precaución suficiente es indis-
pensable a la vista de la creciente densificacion de nuestros espacios
764 Dr FABIO, <<Risikovorsorge - uferlos?», ZLR, 2003, p. 164. LEPSIUS, «Ri- vitales. Ésta es, asimismo, necesaria en interés de la propia industria
sikosteuerung durch Verwaltungsrecht», VVDStRL, 63, 2004, pp. 266 y ss., utiliza para prevenir a tiempo que deba prohibirse luego el establecimiento de
profusamente la distinción, pero no adara en qué consiste.
765 S. del BVerwG de 19.12.1985 (BVerwGE 72, 313; cit. por DVBL, 1986, 767
«Der Vorsorgegrundsatz ... », p. 137.
FELDHAUs,
768
p. 194). «Der Vorsorgegrundsatz ... », p. 135. Vid., también,
FELDHAUS, MARTENS,
766 Vid. ÜSSENBÜHL, «Vorsorge ... », p. 163.
«Immissionsschutzrecht und Polizeirecht», DVBl, 1981, p. 603.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

futuras empresas a causa de la contaminación existente»769 . Pero tam- ambientales. Ahora bien, no creemos que se trate del único instrumen-
bién se aduce otro argumento muy interesante: el mandato de defensa to. La precaución también puede canalizarse a través de actos jurídi-
contra peligros establecido en el parágrafo 5.1.1 de la BlmSchG ya cos de otro tipo. Tal ocurre, por ejemplo, cuando la protección efecti-
basta para proteger a los ciudadanos frente a las inmisiones ambienta- va contra un riesgo exige una actuación administrativa urgente que no
les nocivas, sobre todo si se interpreta flexiblemente el concepto de admite la demora que conllevaría la elaboración de un plan. Por otro
peligro y se entiende que, para adoptar una medida encaminada a evi- lado, nos parece que la «conservación de espacios libres» no es algo
tar un posible daño extraordinariamente grave, es suficiente la consta- completamente distinto de la protección de los ciudadanos y el am-
tación de una ínfima probabilidad, incluso no basada en la experien- biente contra los riesgos que los amenazan, sino más bien un caso par-
cia, de que dicho daño se produzca770 • ticular de la misma. En efecto, aquí se trataría de evitar el riesgo de que
La teoría del espacio libre conlleva dos importantes consecuencias en un futuro los ciudadanos y las empresas no dispongan de los espa-
prácticas. De un lado, supone negar a los ciudadanos legitimación para cios libres necesarios a fin de disfrutar de un ambiente adecuado para
exigir ante los Tribunales la adopción de medidas precautorias, pues en el libre desarrollo de su personalidad.
el Derecho alemán, y de acuerdo con la «teoría de la norma de protec-
ción», sólo pueden impugnar una actuación administrativa ilegal las
personas a quienes proteja específicamente la norma jurídica infringi- b) El mandato de precaución como una «defensa frente a peligros antici-
da, y el mandato del «planeamiento ambiental precautorio» no prote- pada»
ge específicamente a un grupo de ciudadanos determinados -v. gr., los
vecinos de la correspondiente instalación- sino a la generalidad de La mayoría de la doctrina concibe el mandato de precaución -del
ellos771 • De otro lado, implica que la Administración dispone para cum- parágrafo 5 .1.2 de la BimSchG- a la manera de una «defensa contra
plir ese mandato, y otorgar o denegar la correspondiente autorización, peligros anticipada»: se trataría de proteger la salud y el medio ambien-
del amplio margen de discrecionalidad que el ordenamiento jurídico le te frente a riesgos que no alcanzan el umbral de peligrosidad. Lo cual
reconoce normalmente para planificar. no quita que las consecuencias jurídicas de ambos mandatos deban ser
Esta teoría ha recibido fuertes críticas, principalmente por sus con- distintas.
secuencias prácticas. De la legitimación para exigir ante los Tribunales Se ha dicho que el mandato de defensa contra peligros es categóri-
la debida precaución hablaremos unos párrafos más adelante. Ahora co: el principio de proporcionalidad no puede matizar la obligatorie-
debe notarse que las autorizaciones ambientales reguladas en la Blm- dad de la protección ante un peligro. Ello significa que si el cumpli-
SchG son actos reglados: han de otorgarse cuando se garantice que se miento de los requisitos imprescindibles para evitar los peligros
han adoptado las debidas medidas precautorias contra los efectos am- derivados de una instalación resulta excesivamente costoso o técnica-
bientales nocivos772 , de manera que la Administración no dispone para mente inviable, lo procedente es prohibir, no autorizar, dicha instala-
otorgarlas o denegarlas de un grado de discrecionalidad tan alto como ción. El alcance de la precaución, en cambio, estaría limitado por el
el que disfruta a la hora de planificar. Resulta inaceptable denegar una principio de proporcionalidad y por el estado de la técnica, de manera
de esas autorizaciones simplemente para conservar espacios libres773 . que no sería exigible la adopción de medidas precautorias excesiva-
Esta teoría pone de relieve que la planificación constituye un ins- mente costosas o técnicamente inviables 774 •
trumento muy útil para combatir precautoriamente diversos riesgos A nosotros nos parece que el alcance de ambos mandatos se halla
igualmente limitado por el principio de proporcionalidad"', pues éste
"'BT-Dr 7/179, p. 32. 774
770 Vid., por todos, HANSEN-DI.X, Die Gefahr... , pp. 212 y ss. BENDER, «Nukleartechnische Risiken als Rechtsfrage», DÓV, 1980, pp. 635
771 Vid., por ejemplo, FELDHAUS, «Der Vorsorgegrundsatz ... », p. 136. y 636; BREUER, «Gefahrenabwehr und Risikovorsorge im Atomrecht», DVBl.,
m §§ 5 y 6 BimSchG. 1978, p. 837; PAPIER, «Anmerkung zum Urteil des OVG Berlín vom 17.7.1978»,
Vid. FLEURY, Das Vorsorgeprinzip ... , pp. 101 y ss.; RENGELING, Die immis-
773 DVBI., 1979, p. 163.
775
sionsschutzrechtliche Vorsorge, 1982, pp. 37, 38, 54 y 63. En este sentido, HANSEN-DIX, Die Ge/ahr ... , p. 219.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

goza en el Derecho alemán de rango constitucional776 , de modo que ni do ningún argumento que respalde esta tesis, que, por lo demás, ha sido
el legislador ni la Administración pueden combatir un peligro restrin- rechazada explícitamente por el Tribunal Constitucional Federal al afir-
giendo desproporcionadamente los derechos de los ciudadanos. Aque- mar que el deber estatal de proteger estos derechos puede comprender,
lla tesis resulta especialmente sorprendente si tenemos en cuenta que asimismo, la precaución frente a riesgos782 . La protección adecuada y
la formulación dogmática del referido principio se forjó originariamen- efectiva de los bienes fundamentales exige ponerlos a cubierto también
te en el ámbito del Derecho de policía, de la defensa frente a peligros, frente a posibles daños graves, por mucho que la incertidumbre cientí-
y que todavía hoy se afirma con razón que aquél «representa el límite fica que los envuelva no permita encajarlos en el concepto tradicional
jurídico más importante» de las medidas policiales777 • En nuestra opi- de peligro. La tesis criticada implicaría dejar desamparados estos bienes
nión, la tesis aquí criticada sólo se explica porque la misma parte im- frente a numerosos y preocupantes riesgos hasta el momento en el que
plícitamente de la premisa de que la existencia del peligro que debe se alcanzaran suficientes conocimientos científicos, momento en el que
combatirse de modo categórico se ha constatado previamente aplican- podría ser tarde ya para evitar los daños783 . Los derechos fundamentales
do el criterio de proporcionalidad. Es decir, la averiguación de si exis- constituyen «mandatos de optimización», imponen la obligación de rea-
te o no un peligro (intolerable) se hace ya sobre la base del mentado lizar y salvaguardar un determinado interés en la mayor medida posible,
critetio778 o, como dice algún autor, con arreglo a una ponderación de de manera que el Estado está obligado a protegerlos en principio contra
los costes y beneficios esperados de las alternativas de actuación779 • En cualquier riesgo784 . Obviamente, dicha obligación tiene límites, pero és-
efecto, la probabilidad «suficiente» requerida para la concurrencia de tos se determinan en función no del concepto tradicional de peligro,
un peligro (intolerable) es algo relativo: se halla en relación inversa- sino de otros factores, que luego analizaremos.
mente proporcional con el daño que se pretende evitar y directamen- También se ha visto una diferencia respecto de la legitimación pro-
te proporcional con los costes que puede ocasionar la medida encami- cesal. Se afirma que el mandato de precaución -al menos el enuncia-
nada a evitarlo; cuanto más grave y negativamente afecte ésta a los do en el parágrafo 5.1.2 de la BimSchG- ha sido establecido para
derechos fundamentales, mayor deberá ser la probabilidad y/o la mag- proteger no al vecindario de la correspondiente instalación contami-
nitud del posible daño780 • Pues bien, es obvio que si la existencia de nante, sino a los ciudadanos en general, por lo que ningún vecino esta-
un peligro (intolerable) ya se ha determinado en virtud de una ponde- ría legitimado para pretender ante los Tribunales su cumplimiento. Es
ración tal, no hace falta volver a examinar luego si las medidas toma- decir, nadie tendría un derecho subjetivo a la adopción de medidas
das contra el mismo son ponderadas, dado que son ponderadas por precautorias. El mandato de defensa frente a peligros, en cambio, sí
definición. estaría encaminado a la protección de los vecinos, por lo que éstos
Se ha sostenido de manera apodíctica que los derechos fundamenta- podrían exigir judicialmente la adopción de las medidas defensivas
les no obligan al Estado a protegerlos precautoriamente frente a simples pertinentes. Tal diferencia ha sido afirmada no sólo por los defensores
riesgos, sino sólo a defenderlos contra peligros781 • No hemos encentra- de la «teoría del espacio libre»785 , sino también por otros autores786 y
el Tribunal Federal Contencioso-Administrativo787 •
776 Vid., por todos, BARNES, «Introducción ... », pp. 500 y ss.; VoN ARNAULD,
782
«Die Normtheoretische Begründung des Verhaltnismiifügkeitsgrundsatzes», JZ, A. de 14.1.1981 (BVerfGE 56, 54, 78).
783
2000, pp. 276 y SS. Vid. BóHM, Der Normmensch, pp. 114 y ss.; CALLIES, Rechtsstaat ... , pp. 318
777 GóTZ, Allgemeines Polizei- und Ordnungsrecht, 2001, m. 320. En sentido y ss.; DIETLEIN, Die Lehre ... , pp. 108 y 113.
784
similar, GusY, Polizeirecht, m. 315; KNEMEYER, Polizei-... , m. 277 y ss. En sentido similar, ISENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 105; PIETRZAK,
778 GusY, Polizeirecht, m. 116. «Die Schutzpflicht ... », pp. 749 y ss.; ÜNRUH, Zur Dogmatik ... , p. 78.
785
179 NELL, Wahrscheinlichkeitsurteile ... , pp. 163 y ss. FELDHAUS, «Der Vorsorgegrundsatz des Bundes-Immissionsschutzgeset
780 Vid. NELL, Wahrscheinlichkeitsurteile ... , pp. 184 y ss. zes», DVB/., 1980, p. 136; HANSEN-Drx, Die Ge/ahr... , p. 215.
781 FLEURY, Das Vorsorgeprinzip ... , pp. 32 y ss.; KruNGS, Grund ... , pp. 227 y ss.; 786
BREUER, «Ausbau des Individualschutzes gegen Umweltbelastungen als
MüRSWIEK, Die staatliche ... , p. 281; RENGELING, Die immissionsschutzrechtliche .. Aufgabe des Offentlichen Rechts», DVBl., 1986, p, 855; RENGELING, Die immissio-
p. 85. nsschutzrechtliche... , pp. 84 y ss.

270 271
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

Esta tesis ha sido criticada con razón, pues algunas medidas pre- -v. gr., límites de exposición a la contaminación electromagnética-
cautorias -v. gr., la fijación de límites de inmisión electromagnética- frente a simples riesgos 791 •
también pueden proteger específicamente al vecindario de la corres- Se afirma que el procedimiento de elaboración de las medidas pre-
pondiente instalación. El propio Tribunal Federal Contencioso-Admi- cautorias difiere del que hay que observar cuando se trata de combatir
nistrativo ha señalado en alguna ocasión que el mandato de precaución peligros. En el primer caso: rige el mandato de agotar todas las fuen-
establecido en la Atomgesetz tiene «carácter protector» de terceros, por tes de conocimiento disponibles; la participación de los científicos y la
788
lo que éstos pueden obtener la tutela judicial de su cumplimiento • obligación de motivar son mucho más intensas; y deben analizarse los
Además, esa falta de legitimación resulta indeseable, por cuanto puede costes y beneficios de las alternativas existentes, para lo cual hay que
conducir a un déficit de ejecución de la legislación ambiental, propi- comparar el riesgo en cuestión con otros riesgos semejantes792 . Tampo-
ciando el incumplimiento de las medidas precautorias, que frecuente- co nos parece que aquí existan diferencias cualitativas. La adopción de
mente son las únicas capaces de proteger efectivamente la salud y el medidas de defensa contra peligros está sujeta al principio de propor-
medio ambiente789 . De todas formas, a nosotros nos parece que dicha cionalídad, por lo que aquí resulta ineluctable analizar previamente las
tesis y la teoría de la «norma de protección» en que se basa son inacep- ventajas e inconvenientes de los posibles cursos de acción, para lo cual
tables en el Derecho español. Con arreglo al artículo 24.1 de nuestra puede ser muy útil tener en cuenta peligros y experiencias semejantes.
Constitución, cualquier perjudicado en sus derechos o intereses legíti- Por otro lado, también cabe la posibilidad de que la actuación propor-
mos por la omisión administrativa de la debida precaución tiene dere- cionada frente a un peligro consista en agotar las fuentes de informa-
cho a la tutela judicial de los mismos, siendo irrelevante el hecho de ción disponibles, investigando la magnitud y la verosimilitud del co-
que la norma infringida por la Administración tenga por objeto salva- rrespondiente peligro, antes de intervenir"'. Y tanto en el caso de la
guardar a todos los ciudadanos en general o sólo a un grupo de ellos defensa frente a peligros como en el de la precaución frente a riesgos
puede ser obligado recurrir al asesoramiento de científicos y motivar
más o menos reducido.
Se ha dicho que la protección frente a las inmisiones contaminan- las decisiones adoptadas. Las diferencias, si es que las hay, son sólo de
tes es una expresión de la defensa contra peligros, mientras que la pro- grado: la necesidad de asesoramiento y motivación, en cuanto que ins-
790
tección frente a las emisiones lo es de la precaución contra riesgos . trumentos que permiten asegurar el acierto de la decisión y legitimar-
Ciertamente, el mero hecho de emitir una sustancia contaminante no la, aumenta cuanto mayores son la complejidad de la misma y la incer-
es tan peligroso para la salud humana como la presencia de esa misma tidumbre en la que hay que decidir y, por consiguiente, más polémica
sustancia en determinados medios, como el agua potable o las zonas y controvertida resulta la decisión.
habitadas. Por ello, al menos en el ámbito de la polución atmosférica, La última diferencia alegada es que las intervenciones administrati-
la defensa frente a peligros suele realizarse predominantemente me- vas encaminadas a combatir un peligro encuentran un fundamento ju-
diante el control de las inmisiones; y la precaución, mediante el de las rídico suficiente en la cláusula general de policía de la legislación de los
emisiones. Sin embargo, a veces se establecen límites de emisión como Liinder, mientras que las efectuadas en calidad de simple precaución
medida de defensa frente a peligros -v. gr., ante la dificultad material contra riesgos necesitarían de una habilitación legal específica y preci-
de medir valores de inmisión o ante la probada insuficiencia de sa794. A nuestro juicio, es razonable que dicha cláusula sólo permita
los mismos- y se fijan límites de inmisión como medida precautoria adoptar medidas limitativas de la libertad ante la existencia de amena-
791
"' S. de 18.5.1982 (BVerwGE 65, 313; cit. por DVBL, 1982, pp. 959 y 960). Vid. KuTSCHEIDT, «lmmissionschutzrechtliche ... », p. 451; REHBINDER, «Prin-
'"' S. de 19.12.1985 (BVerwGE 72, 300; cit. por DVBL, 1986, p. 195). Vid., zipien ... », p. 277.
792
también, la S. de 11.12.2003 (BVerwG 7 C 19.02, § 15). Vid. DI FABIO, en «Gefahr... », pp. 572 y ss., y en «Voraussetzungen und
789 Vid. KuTSCHEIDT, en «Immissionschutzrechtliche ... », pp. 452 y ss., y en
Grenzen des umweltrechtlichen Vorsorgeprinzips», en Festschri/t /ür Wolfgang
«Anmerkungen sum Vorsorgegrundsatz», en Umweltrecht ím Wandel, 2001, pp. Ritter, 1997, pp. 820 y ss.
793
447 y ss.; JARASS, Bundesímmissíonsschutzgesetz, § 5, m. 122.
Vid. NELL, Wahrscheínlichkeüsurteile ... , p. 206.
794 Vid. supra, Y parte, II.l.A).
790 ÜSSENBÜHL, «Vorsorge ... », p. 169.

273
272
GABRIEL DOM:ÉNECH PASCUAL II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

zas especialmente graves para determinados bienes jurídicos, exigién- 2. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN EN EL DERECHO COMUNITARIO
dose una «ley específica» de cobertura para las de menor intensidad.
Pero debe notarse que, una vez que se ha establecido esa norma legal A) NORMATNA COMUNITARIA
de cobertura, desaparece la diferencia mencionada, pues en ambos ca-
sos la Administración podrá y en su caso deberá tomar medidas pro- Salvo error nuestro, el Vorsorgeprinzip aparece explícitamente por
porcionadas. De todas maneras, según lo vemos nosotros, también de- primera vez en el Diario Oficial de las Comunidades Europeas en el
bería poder intervenirse para proteger los bienes fundamentales frente llamado tercer Programa de acción en materia de medio ambiente de
a una amenaza que no encajase en el concepto tradicional de peligro 7 de febrero de 1983, que lo considera uno de los tres principios deci-
-v. gr., por fundarse en hipótesis científicas apenas corroboradas em- sivos para el logro de los objetivos de la política ambiental"'· Debe
píricamente- y que tampoco hubiese sido contemplada específicamen- señalarse, no obstante, que las versiones oficiales inglesa, francesa y
te por el legislador, cuando ello resultase proporcionado en atención a española utilizan respectivamente las palabras prevention, prévention,
la extraordinaria gravedad de los daños posibles. prevención y sus derivados para referirse tanto a la Vorsorge (precau-
Por todas estas razones, no causa extrañeza que algunos autores ción)800 como a la Vorbeugung (prevención) empleadas por la alemana.
propugnen el abandono de la distinción entre defensa contra peligros No parece, pues, que los artífices del Programa tuviesen la intención
y precaución contra riesgos795 , y que el legislador haya prescindido de de distinguir ambos conceptos.
ella para regular diversas tecnologías riesgosas. Resulta muy significati- Posteriormente, el artículo 4.1 de la Directiva 84/360/CE, relativa
vo que la misma no juegue papel alguno en las Leyes reguladoras de la a la lucha contra la contaminación atmosférica procedente de las insta-
Ingeniería Genética 796 y de la Energía Atómica. En relación con este laciones industriales 801 , dispone que la autorización a la que.se sujetan
último supuesto, el Tribunal Constitucional Federal ha venido a decir ciertas instalaciones «sólo se podrá conceder cuando la autoridad com-
que todos los daños, peligros y riesgos que puedan producir las insta- petente se haya asegurado de ... que se han tomado todas las medidas
laciones nucleares se someten a un mismo régimen jurídico: «la proba-
bilidad tolerable de que ocurra un suceso dañoso debe ser lo más re- 799
Resolución del Consejo de las Comunidades Europeas y de los represen
ducida posible, y tanto más cuanto más graves sean el tipo y las tantes de los gobiernos de los Estados miembros, reunidos en e1 seno del Conse-
consecuencias del daño»797 • El Tribunal Contencioso-Administrativo jo, de 7.2.1983, relativa a la prosecución y ejecución de una política y de un pro-
Federal, por su parte, ha declarado en esta línea que tanto los peligros grama de acción de las Comunidades Europeas en materia de medio ambiente
como los riesgos derivados de estas instalaciones deben quedar prácti- (1982-1986) [DOCE núm. C 46, de 17 de febrero, p. ]]. En el ap. 9 del Progra-
camente excluidos de acuerdo con el estado de la ciencia y la técnica798 • ma se dice que para que este principio sea «totalmente eficaz» es importante:
«mejorar los conocimientos e informaciones necesarios y hacerlos de fácil acceso
En nuestra modesta opinión, esforzarse en distinguir lo cualitativa- a quien haya de decidir, así como a todas las partes interesadas, incluido el públi-
mente indistinguible no sólo produce cansancio, confusión y desazón, co»; «elaborar e introducir procedimientos de arbitraje que aseguren que los co-
sino que también entorpece la solución satisfactoria de los problemas nocimientos adecuados serán tomados en cuenta en una fase previa de los proce-
planteados. Desde luego, no nos parece que la distinción entre riesgo sos de decisión relativos a toda actividad que pueda producir efectos significativos
sobre el medio ambiente... »; «buscar la mejor asignación de los recursos»; «vigi-
y peligro constituya uno de los productos de la cultura jurídica alema lar la puesta en práctica de las medidas que se hayan decidido, a fin de asegurar
na que merezca la pena importar. su correcta aplicación y su posible adaptación a circunstancias o conocimientos
nuevos»; «reforzar la coherencia de la política comunitaria y de las políticas na-
cionales en materia de medio ambiente»; y «mejorar y reforzar la formación y la
795 Vid. BóHM, «Abschied ... », pp. 50 y ss. HUBER, «Der Immissionsschutz im sensibilización en materia de medio ambiente».
800
Brennpunkt modernen Verwaltungsrechts», AOR, 114, 1989, pp. 293 y ss., cues- Los aps. 5, 8 y 18 del Programa hablan, respectivamente, de medidas pre
tiona también la distinción, pues ambas figuras son estructuralmente lo mismo. ventivas (Vorsorgemaftnahmen), política preventiva (Vorsorgepolitik) y política de
796 Sobre ello, vid. APPEL, «Stufen ... », pp. 231 y ss. prevención (Vorsorgepolitik).
8
"' A. de 8.8.1978 (BVerfGE 49, 89, 138). °' Directiva 84/360/CE del Consejo, de 28 de junio de 1984 (DOCE núm. L
"" S. de 19.12.1985 (BVerwGE 72, 300; cit. por DVBI., 1986, p. 195). 188, de 16.7.1984).

274 275
GABRJEL DOMÉNECH PASCUAL II. EL PRJNCIPIO DE PRECAUCIÓN

adecuadas de prevención [Vorsorge, en la versión alemana] contra la vaguedad. Tal era el grado de confusión existente que el Consejo instó
contaminación atmosférica, incluyendo la utilización de la mejor tecno- en su Resolución de 13 de abril de 1999 a la Comisión no sólo a «se-
logía disponible, a condición de que la aplicación de dichas medidas guir en el futuro, con mayor determinación aún, el principio de pre-
no ocasione gastos excesivos». caución en la preparación de propuestas legislativas y en sus otras acti-
En virtud del Acta Única Europea de 1986802 , se introduce en el vidades relacionadas con la política de los consumidores», sino
Tratado de la Comunidad Económica Europea el artículo 13 O R, en también a «definir con carácter prioritario orientaciones claras y efica-
cuyo número 2 se establece que «la acción de la Comunidad, en lo que ces para la aplicación de este principio». La instancia fue atendida por
respecta al medio ambiente, se basará en los principios de acción pre- la Comunicación de la Comisión (2000) 1 final, de 1 de febrero, sobre
ventiva, de corrección, preferentemente en la fuente misma, de los ata- el recurso al principio de precaución, cuyo propósito principal es «in-
ques al medio ambiente y de quien contamina paga. Las exigencias de formar a todas las partes interesadas ... sobre el modo en que la Comi-
la protección del medio ambiente serán un componente de las demás sión aplica o pretende aplicar el principio» (ap. 2). Este documento
políticas de la Comunidad». Pese a que la versión alemana habla- carece, en teoría, de carácter vinculante, pero es de esperar que no sólo
ba también de prevenir (Umweltbeeintriichtigungen vorbeugen), algún la Comisión, sino también otros órganos comunitarios y los Estados
autor alemán sostuvo que aquí ya se consagraba el principio de pre- miembros guíen sus actuaciones por lo dicho en él. De un lado, por-
caución803. que refleja en buena parte la jurisprudencia comunitaria, hasta el pun-
Las dudas, sin embargo, se disipan en virtud del Tratado de Maas- to de que el propio Tribunal de Primera Instancia lo ha considerado
tricht de 1992 804, por el cual se modifica la redacción de este precepto, una «codificación del estado del Derecho» a la sazón vigente806 • De
en el que ahora se dice que «la política de la Comunidad en el ámbito otro lado, porque constituye una «importante contribución al debate
del medio ambiente tendrá como objetivo alcanzar un nivel de protec- habido sobre la interpretación del principio»807 , ofreciendo una cons-
ción elevado, teniendo presente la diversidad de situaciones existentes trucción del mismo que, pese a sus defectos, aporta una cierta dosis de
en las distintas regiones de la Comunidad», y «se basará en los princi- claridad y facilita su manejo a los encargados de aplicarlo. Los puntos
pios de cautela y de acción preventiva ... ». Apartándose de la pauta se- esenciales de la Comunicación son los siguientes:
guida en otras versiones oficiales -en las que se lee precauzione, pré- La Comisión considera que aunque el Tratado sólo lo mencione en
caution, precaU1;éio o precautionary principie- los responsables de la el terreno del medio ambiente, el ámbito de aplicación del principio
española tuvieron la desafortunada ocurrencia de emplear la voz «c~u- es mucho más amplio, pues abarcaría los casos en los que «los datos
tela» para referirse al mentado principio, lo que ha propiciado que:'los científicos son insuficientes, no concluyentes o inciertos, pero en
documentos comunitarios posteriores escritos en castellano unas veces los que una evaluación científica objetiva preliminar hace sospechar
hablen de cautela y otras de precaución, lo cual no ha contribuido pre- de que existen motivos razonables para temer que los efectos poten-
cisamente a clarificar el significado jurídico del principio. Por lo de- cialmente peligrosos para el medio ambiente y la salud humana, ani-
más, dicho precepto constituye, con alguna ligera modificación, el hoy mal o vegetal pudieran ser incompatibles con el alto nivel de protec-
vigente artículo 174.2 de la versión consolidada del Tratado Constitu- ción elegido» (ap. 3).
tivo de la Comunidad Europea805 . Ante esta situación de «riesgo potencial» (ap. 5.1), los responsables
A diferencia de otros principios del Derecho ambiental comunita- políticos deben dar respuestas: financiar un programa de investigación,
rio, el de precaución ha padecido desde sus comienzos una enorme informar a la opinión pública en cuanto a los efectos potencialmente
peligrosos de un producto o método (ap. 5.2.2), tomar medidas de
"'' DOCE núm. L 169, de 29.6.1987. protección adecuadas (ap. 6.1), esperar nuevos datos científicos antes
803
RENGELING, Umweltvorsorge und ihre Grenzen im EWG-Recht, 1989, p. 13.
'" DOCE núm. C 191, de 29.7.1992. 8
°' SSTJCE de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13/99, §§ 123 y 149; Al-
805
DOCE núm. C 340, de 10.11.1997. La tercera frase de su párrafo primero /harma, T-70199, §§ 144 y 162).
807
queda suprimida para integrar sustancialmente el art. 6 TCCE. RENGELING, «Bedeutung ... », p. 1478.

276 277
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

de tomarlas (ap. 6.2), imponer a quien pretenda utilizar o introducir en cesario, modificadas en función de los resultados de la investigación y
el mercado un método o producto la carga de probar su inocuidad (ap. del seguimiento de su impacto» (ap. 6.3.5).
6.4). Sin embargo, la Comisión no dice cuándo hay que elegir una u Además, «la Comisión confirma su voluntad de seguir procedi-
otra alternativa, aunque apunta algunos criterios: mientos lo más transparentes posible y de hacer participar, en una fase
En primer lugar, «la elección de la respuesta está en función del lo más temprana posible, a todas las partes interesadas» (ap. 6.2).
nivel de riesgo "aceptable" para la sociedad que debe soportarlo» (ap. Sea cual fuere la respuesta elegida, se considera que la elección
5.2.1). En segundo lugar, antes de decidir debe realizarse una evalua- constituye una «decisión política» (ap. 5.2.1). Es decir, la Comisión y
ción científica de riesgos, siempre que sea posible. «Dicha evaluación los demás órganos comunitarios disponen de una amplia «capacidad de
requiere datos científicos fiables y razonamiento lógico, para llegar a apreciación» para adoptar medidas precautorias, en particular en cuan-
una conclusión que exprese la posibilidad del acontecimiento y la gra- to a la naturaleza y extensión de las mismas, de manera que «el con-
vedad del impacto de un peligro sobre el medio ambiente o sobre la trol del juez comunitario debe limitarse a examinar si el ejercicio de
salud de una población dada» (ap. 5.1.2). En tercer lugar, la medidas esta capacidad no está contaminado de error manifiesto o de abuso de
precautorias deben respetar los «principios generales de una buena poder, o bien si no ha sobrepasado manifiestamente los límites de su
gestión de los riesgos»: capacidad de apreciación» (ap. 5.2.2).
Proporcionalidad: «Las medidas consideradas deben permitir alcan- La Comunicación, sin embargo, deja algunos interrogantes. No
zar el nivel de protección adecuado y no deberían ser desproporciona- aclara, por ejemplo, si existe alguna diferencia entre los principios de
das con relación al nivel de protección buscado ni pretender alcanzar acción preventiva y de precaución mencionados en el artículo 174.2
un nivel de riesgo cero, que raramente existe» (ap. 6.3.1). TCCE. Un sector de la doctrina considera que son dos cosas distintas:
No discriminación, que requiere que «las situaciones comparables la prevención establece «la necesidad de anticiparse a la producción de
no sean tratadas de manera diferente, y que las situaciones díferentes daños y perjuicios», mientras que la precaución «permite adoptar me-
no se traten del mismo modo, a menos que tal tratamiento esté justifi- didas preventivas en ausencia de suficiente certeza científica» 8º8 . La
cado objetivamente» (ap. 6.3.2). precaución vendría a ser, pues, la prevención en situaciones de incerti-
Coherencia: «Las medidas deben ser coherentes con las ya adopta- dumbre científica. En la misma línea, varios autores alemanes afirman
das en situaciones similares o que utilicen enfoques similares» (ap. que la pareja prevención y precaución son el equivalente de la díada
6.3.3). ( germánica defensa frente a peligros y precaución contra riesgos809 • Otro
Análisis de las ventajas y los inconvenientes que se derivan de la ac- sector doctrinal, por el contrario, sostiene que la distinción es irrele-
ción o la /alta de acción, tanto a corto como a largo plazo. Este ·análisis vante y superflua8IO_ Apoya esta opinión el hecho de que antes de que
«no puede reducirse exclusivamente a un análisis económico de costes
808
PARDO LEAL, «La aplicación del principio de precaución: del Derecho del
y beneficios, sino que su alcance es más amplio e incluye consideracio-
medio ambiente al Derecho alimentario», Alimentaria, 301, 1999, p. 26. En el mis-
nes no económicas»; es más, «las exigencias ligadas a la protección de mo sentido, GONZÁLEZ VAQUÉ, «La aplicación del principio de precaución en la le-
la salud pública deberían tener mayor peso que las consideraciones gislación alimentaria: ¿Una nueva frontera de la protección del consumidor?», EC,
económicas» (6.3.4). 50, 1999, p. 13. Según CIERCO SEIRA, Administración pública y salud colectiva, 2006,
Estudio de la evolución científica: las medidas precautorias tienen p. 45, «la prevención opera en el marco de los riesgos "ciertos" en el sentido de
que han sido ya objeto de un estudio científico detenido que ha perfilado de forma
carácter provisional; «deben mantenerse ... mientras los datos científi- concluyente sus efectos para la salud pública y las causas que determinan su apari-
cos sigan siendo incompletos, imprecisos o no concluyentes, y mientras ción; la precaución, en cambio, debe enfrentarse a riesgos "inciertos", esto es, a
se considere que el riesgo es lo suficientemente importante para no riesgos cuya caracterización científica resulta incompleta, por más que existan indi-
aceptar que la sociedad lo asuma»; «las investigaciones científicas de- cios fundados para sostener su calificación de amenazas para la salud colectiva».
809
Vid. CALLIESS, Rechtsstaat... , pp. 197 y ss.
berán proseguir para obtener datos más completos»; «las medidas ba- 810
E. KLEIN, en Handkommentar zum Vertrag über die BU, 1998, Art. 130r, m.
sadas en el principio de precaución deben ser revisadas y, si fuere ne- 32; KRAMER, en Kommentar zum EU-/EG Vertrag, 1999, t. III, Art. 130r, m. 21.

278
279
II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

el principio de precaución hubiera sido introducido como «novedad» B) LA JURISPRUDENCIA COMUNITARIA

por el Tratado de la Unión Europea de 1992, las autoridades comuni-


tarias ya establecían con toda normalidad regulaciones preventivas para a) Concepto y naturaleza del principio de precaución
combatir riesgos respecto de los cuales existía una elevada incertidum-
bre científica -v. gr., los derivados de la ingeniería genética-, regula- Este principio permitiría a la autoridad pública competente «adop-
ciones que hoy llamaríamos precautorias y cuya validez fue declarada tar con carácter provisional medidas de protección preventivas sobre
por el Tribunal de Justicia 8 ll_ una base científica aún incompleta y a la espera de datos científicos
La Comunicación tampoco aborda el problema de quiénes son los complementarios»s 14 • El «objetivo» sería evitar que una actividad ries-
obligados por el principio de precaución: sólo los órganos de la Comu- gosa -v. gr., la utilización de antibióticos en la alimentación animal-
nidad, como indica el tenor literal del citado precepto, o también los acabe dañando un bien jurídico815 •
Estados miembros812 . La jurisprudencia comunitaria no sólo no se ha esforzado lo más
En diciembre de 2000, el Consejo se congratuló por la publicación mínimo por distinguir entre los principios de prevención y precaución,
de este documento y realizó algunas consideraciones complementarias sino que en alguna sentencia parece identíficarlos 816 . Lo cual indica ya la
-en teoría no vinculantes- sobre el principios 13 • Las más interesantes escasa -por no decir inexistente-- relevancia práctica de la distinción.
son: que «el principio de cautela se aplica a las políticas y acciones de El Tribunal de Primera Instancia ha declarado que el de precaución
la Comunidad y de sus Estados miembros y atañe a la actuación de las «constituye un principio general de Derecho comunitario»817 . De esta
autoridades públicas, tanto en las instituciones comunitarias como en manera viene a confirmarse lo que ya se atisbaba en resoluciones ante-
los Estados miembros» (ap. 2); que la evaluación del riesgo «debe de- riores, en las que se sostenía su aplicabilidad no sólo en el marco de la
sarrollarse de manera pluridisciplinar, contradictoria, independiente y política ambiental de la Unión Europea, que es donde el mismo apare-
transparente» (ap. 9) y «poner de relieve los posibles dictámenes mi- ce mencionado expresamente por el artículo 174.2 TCCE, sino tam-
noritarios, los cuales deben poder expresarse y comunicarse a los inte- bién en otras materias, como la agrícola, la farmacéutica y la alimenta-
resados, sobre todo si ponen de manifiesto la falta de certeza científi- ria, donde está en juego la salud humana818 • Así lo daba a entender
ca» (ap. 10); y que ha de «establecerse una separación funcional entre también la jurisprudencia del Tribunal de Justicia según la cual éste es
los responsables encargados de la evaluación científica del riesgo y los un principio de actuación no sólo de las autoridades comunitarias,
encargados de la gestión del riesgo, si bien recon~e la necesidad de
que ambas partes entablen entre sí un diálogo constante» (ap. 11). '" STPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13/99, § 387).
rn STPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13199. § 386).
816 En las Conclusiones presentadas por el Abogado General LÉGER el

16.9.1999 (§ 68), se afirmaba que cierto precepto de la Directiva de residuos re-


"' Vid. las SSTJCE de 13.11.1990 (Fedesa. C-331/88. §§ 7-9). 24.11.1993 cogía el principio de acción preventiva, en virtud del cual «se recomienda a la
(Mondiet, C-405192, §§ 29 y ss.) y 19.1.1994 (Assotiation pour la protection des Comunidad y a los Estados miembros impedir, en el origen, la creación de conta-
animaux sauvages, C-435/92, §§ 14 y ss.). minación y molestias, mediante la adopción de medidas conducentes a eliminar un
812
Como afirman CALLIESS, Rechtsstaat... , pp. 202 y 203; DOYLEICARNEY, riesgo conocido». Sin embargo, la STJCE de 5.10.1999 (Lirussi y Bizzaro, C-175/
«Precaution and Prevention: Giving Effect to Article 130r Without Direct Effect», 98 y C-177/98, § 51), dice que «el objetivo del [precepto] consiste en aplicar los
European Environmental Law Review, 1999, pp. 44 y ss.; GoNZÁLEZ VAQUÉ, «El principios de cautela y de acción preventiva ... En virtud de estos principios, in-
principio de precaución en la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comu- cumbe a la Comunidad y a los Estados miembros evitar, reducir y, en la medida
nidades Europeas: ¿un principio de buen gobierno?», EC, 68, 2004, pp. 16 y ss. de lo posible, suprimir, en el origen, las fuentes de contaminación o de daños
813
Resolución del Consejo sobre el recurso al principio de cautela, recogida mediante la adopción de medidas tendentes a eliminar los riesgos conocidos».
en el Anexo III a las Conclusiones de la Presidencia, Consejo Europeo de Niza, Vid., también, la STJCE de 22.6.2000 (Fornasar, C-313/98, § 37).
" 7 STPI de 21.10.2003 (Solvay Pharmaceuticals, T-392/02, § 121).
7-9.12.2000. También tiene interés el Dictamen del Comité Económico y Social
sobre «El recurso al principio de precaución» (DOCE C 268, de 19.9.2000, '" STPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13/99, § 114; Alpharma. T-70/
pp. 6-11). 99, § 135).

280 281
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

como establece el citado artículo 174.2, sino también de los Estados La Sentencia Artegodan indica, antes bien, que el principio de pre-
miembros 819 • caución no permite actuar praeter o contra legem. La Comisión había
También es claro, de acuerdo con una reiterada jurisprudencia, que ordenado la retirada de los medicamentos que contuviesen determina-
el referido principio debe orientar la interpretación y aplicación de las dos anorexígenos por considerar que el balance beneficios-riesgos que
normas comunitarias. Así, por ejemplo, varias Sentencias del Tribunal conllevaba su utilización arrojaba un resultado negativo, invocando a
de Justicia lo han aducido junto con el de acción preventiva a fin de tal efecto el principio de precaución, aplicable en situaciones como
motivar una interpretación amplia de los términos empleados para de- ésta, de gran incertidumbre científica. Sin embargo, el Tribunal de Pri-
limitar el ámbito de aplicación de algunas disposiciones comunitarias mera Instancia anuló la orden de retirada al estimar que la Comisión
que, precisamente, tenían por objetivo -dice el Tribunal- realizar carecía de competencia para dictarla y, a mayor abundamiento, que la
tales principios, tratando de evitar y eliminar en la medida de lo posi- retirada no se había basado en la aparición de nuevas informaciones
ble los riesgos sanitarios y ambientales derivados de los residuos'". Se científicas inexistentes en el momento en el que fue concedida la auto-
trataría de una aplicación secundum (o intra) legem del principio. rización, sino en un cambio de la valoración de los beneficios y riesgos
Lo curioso es que, hasta la fecha y salvo error nuestro, ésta ha sido derivados de los medicamentos cuestionados 824 •
la única aplicación que se le ha dado. En ningún caso se ha declarado Tampoco se ha planteado todavía si el principio de precaución pue-
su eficacia jurídica a modo de norma atributiva de potestades (praeter de imponer inmediatamente -incluso praeter legem o contra legem-
821
legem) o de una suerte de norma de «necesidad» que permita actua- a las autoridades comunitarias o a los Estados miembros la obligación
ciones que excepcionen el régimen ordinario de legalidad (contra le- positiva de proteger la salud o el medio ambiente, es decir, si cabe fun-
gem)822. Las actuaciones precautorias juzgadas en los asuntos Mondiet, dar exclusivamente en ese principio un recurso contra la inactividad de
Assotiation pour la protection des animaux sauvages, Bergaderm, vacas los poderes públicos. En todos los casos donde se ha discutido sobre
locas, Greenpeace, F/izer Animal Health, Alpharma, Monsanto, Bellio el principio, se ha juzgado la licitud de actuaciones precautorias. La
Fratelli y Solvay contaban, todas ellas, con la previa cobertura norma- cuestión ha sido siempre la de si se había producido o no un exceso
tiva proporcionada por diversas disposiciones comunitarias. El princi- de precaución, nunca la de si la precaución había sido suficiente o in-
pio de precaución se invocaba en todos estos casos para defender que suficiente.
se había hecho un uso correcto de las yotestades otorgadas previamen-
te por el legislador comunitarío, para argumentar que cabía ejercerlas
aun en situaciones de «riesgo potencial» y «sobre una base científica b) El supuesto de hecho del principio de precaución
todavía incompleta»823 •
Según el Tribunal de Primera Instancia, «el principio de cautela
"'Vid. las SSTJCE de 5.10.1999 (Lirussi y Biz,:aro, C-175/98 y C-177/98, § sólo puede aplicarse ... cuando exista un riesgo ... que, sin estar basado
51) y 21.3.2000 (Greenpeace, C-6199, § 44).
820
Vid. las SS1JCE de 5.10.1999 (Lirussi y Bizzaro, C-175/98 y C-177/98, §§ en meras hipótesis no verificadas científicamente 1 aún no ha podido ser
51 y ss.), 22.6.2000 (Fornasar, C-313/98, §§ 37 y ss.), 15.6.2000 (Chemie Neder- plenamente demostrado»82'. ¿Y qué es un riesgo? Pues la posibilidad
land, C-418/97 y 419/97, §§ 34 y ss.) y 18.4.2002 (Palin Granit Oy, C-9/00, § 23). o probabilidad de que un determinado producto o procedimiento ten-
821
Según APPEL, «Europas Sorge um die Vorsorge», NVwZ, 2001, p. 398, la ga efectos perjudiciales para un bien protegido por el ordenamiento
vigencia de la reserva de ley también en el Derecho comunitario habla en contra
de esa posibilidad.
822
Sobre esta posibilidad, vid. ICARD, «Le principe de précaution: exception como las SSTPI de 16.7.1998 (Bergaderm, T-199/96), 11.9.2002 (P/izer Animal
a l'aplication du droit communautaire?», RTDeu'r, 38, 2002, pp. 481 y ss. Health, T-13/99; Alpharma, T-70/99) y 21.10.2003 (Solvay Pharmaceuticals, T-392/
"'' Vid. las SSTJCE de 24.11.1993 (Mondiet, C-405/92), 19.1.1994 (Assotia- 02).
tion pour la protection des animaux sauvages, C-435/92), 5.5.1998 (National "'' STPI de 26.11.2002 (Artegodan, T-74/00, T-76/00, T-83/00, T-132/00, T-
Farmer's Union, C-157/96; Reino Unido, C-180/96), 21.3.2000 (Greenpeace, C-61 137/00 y T-141/00).
99), 9.9.2003 (Monsanto, C-236/01) y 1.4.2004 (Bellio Fratelli, C-286/02), así "' STPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13/99, § 146).

282 283
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL PRJNCIPIO DE PRECAUCIÓN

jurídico826 . Para adoptar medidas precautorias, no hace falta que la rea- e) El contenido de las medidas precautorias
lidad, el alcance y la gravedad de ese riesgo hayan sido previa y «ple-
namente demostrados mediante datos científicos concluyentes», ni La jurisprudencia comunitaria se ha pronunciado sobre este punto
mucho menos que se hayan materializado ya los daños que se preten- de manera indirecta, al señalar los límites sustanciales que deben res-
de evitar, pero tampoco basta un riesgo «puramente hipotético», «ba- petar tales medidas. Aquí destaca el principio de proporcionalidad. Las
sado en meras suposiciones aún no verificadas científicamente». Al precauciones deben ser, en primer lugar, adecuadas para proteger el
menos, se requiere que el mismo esté «suficientemente documentado, bien jurídico amenazado'", sin perjuicio de que sea posible o conve-
a la vista de los datos científicos disponibles en el momento en que se niente tomar nuevas medidas complementarias, circunstancia que no
adopte la medida» 827 • Los motivos de la medida precautoria «no pue- implica por sí misma la inadecuación de aquéllas832 • En segundo lugar,
den revestir carácter general», aunque la autoridad competente «cum- deben ser imprescindibles, de manera que no pueda alcanzarse el mis-
ple con la carga de la prueba que le incumbe si invoca indicios de que mo nivel de protección a través de otras medidas menos restrictivas e
[las actividades o productos cuestionados] pueden generar un riesgo igualmente eficaces 833 • Por último, los costes de las precauciones no
específico» 828 • deben superar a sus beneficios, teniendo siempre presente que, al so-
El citado Tribunal estima que la aplicación del principio «se pro- pesar unos y otros, «es preciso atribuir una importancia preponderan-
duce por definición en un contexto de incertidumbre científica» 829 • te a la protección de la salud pública ... frente a las consideraciones
Esta afirmación no debe entenderse en el sentido de las precauciones económicas»'". El Tribunal de Primera Instancia ha señalado acertada-
sólo son lícitas en casos donde la evaluación del riesgo requiere un mente que este «análisis coste/beneficio constituye una manifestación
complejísimo, controvertido e inseguro juicio que únicamente están en específica del principio de proporcionalidad en los expedientes que
disposición de realizar sesudos científicos. También caben las actuacio- requieren una gestión de riesgos»835 .
nes precautorias contra riesgos que puedan constatarse y evaluarse ade- En alguna Sentencia se apunta que las medidas de precaución han
cuadamente por las autoridades sin necesidad de recurrir al asesora- de tener carácter provisional'". Sin embargo, muchas de las regulacio-
miento científico. En el caso de las «vacas locas», por poner un nes precautorias declaradas válidas por la jurisprudencia comunitaria
ejemplo, muchas de las regulaciones establecidas venían motivadas no producían daños prácticamente irreversibles, como era el caso del sa-
sólo por la posibilidad de que la¡enfermedad de Creutfeldt-Jakob hu- críficio de animales sospechosos de padecer la encefalopatía espongi-
biese sido causada por la encefalopatía bobina espongiforme -proble- forme bovina.
ma científicamente controvertido-, sino también, y muy especialmen- La jurisprudencia reconoce a las autoridades comunitarias un exten-
te, porque la imposibilidad de identificar a los animales, la falta de so margen de «apreciación» o «discrecionalidad» para precisar el alean-
control de sus movimientos y la existencia de fraudes -hechos cientí-
ficamente no controvertidos- habían llevado a una situación en la que
ya no se podía tener la certeza de que determinados animales estuvie- "' Vid. la STJCE de 5.5.1998 (Reino Unido, C-180/96, §§ 57 y ss. y 76 y ss.).
"" STPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13/99, §§ 414-440).
sen limpios de aquella encefalopatía830 • "' Vid. la STJCE de 5.5.1998 (National Farmer's Union, C-157/96, §§ 38 y 47
y ss.) y la STPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13/99, §§ 441-451).
826
STPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13/99, §§ 138 y 147). '" Vid. especialmente la STPI de 26.11.2002 (Artegodan, T-74/00, T-76/00, T-
'" SSTPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13/99, §§ 139-144 y 382 y 83/00 a T-85/00, T-132/00, T-137/00 y T-141/00, §§ 173). Antes, vid. el ATJCE
ss.) y 21.10.2003 (Solvay Pharmaceuticals, T-392102, §§ 129 y ss.) y SSTJCE de de 12.7.1996 (Reino Unido, C-180/96 R, § 93), los AAPresTPI de 13.7.1996 (Na-
5.2.2004 (Comisión c. República Francesa, C-24/00, § 55; Greenham y Abe/, C-951 tiona/ Farmer's Union, T-76/96 R, § 103) y 30.6.1999 (Alpharma, T-70/99 R),
01, § 42). el APresTJCE de 11.4.2001 (Trenker, C-459/00 P(R), § 109) y la SSTPI de
82
" STJCE de 9.9.2003 (Monsanto, C-236/01, § 109). 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13/99, §§ 456 y 471; Alpharma, T-70/99, §§
82
' STPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13/99, § 142). 356 y 364).
''° SSTJCE de 5.5.1998 (National Farmer's Union, C-157/96, § 66; Reino "" STPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13/99, § 410).
Unido, C-180/96, §§ 90 y 102). "
36
STPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13/99, § 387).

284 285
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

ce de las precauciones 837 y, «en cierta medida», también para <<la consta- Lo cual exige, en primer término, determinar el nivel de riesgo consi-
tación de los hechos» en que éstas se basan 838 • Lo cual significa que los derado aceptable para la sociedad, tarea que deberán realizar las auto-
Tribunales sólo pueden ejercer un «control limitado» sobre el conteni- ridades comunitarias teniendo en cuenta «la gravedad de las repercu-
do de las medidas adoptadas, reducido a verificar si éstas incurren en siones para la salud humana si dicho riesgo se materializara ... así como
error manifiesto o desviación de poder o si las autoridades comunitarias el mayor o menor grado de concreción con que se perciba el riesgo en
han rebasado manifiestamente los límites de su facultad de aprecia- función de los conocimientos científicos disponibles» (§ 153).
ción"'· Además, la licitud de las medidas ha de juzgarse «a la vista [úni- En segundo lugar, hay que evaluar científicamente el riesgo. La
camente] de los elementos de hecho y de derecho de que disponían» las obligación de las instituciones comunitarias de asegurar un alto nivel
autoridades comunitarias en el momento de tomarlas 840 • Ha de resaltar- de protección de la salud humana (art. 129.1 TCCE) implica que «és-
se el hecho de que, hasta la fecha, los Tribunales de Justicia y de Prime- tas deben garantizar que sus decisiones se adoptan tomando plenamen-
ra Instancia han dado por lícitas casi todas las actuaciones precautorias te en consideración los mejores datos científicos disponibles y se basan
sometidas a su juicio. Y también merece destacarse que las únicas anu- en los resultados más recientes de la investigación científica internacio-
ladas lo han sido por vicios de competencia y de procedimiento 841 . nal» (§ 158).
Este margen suele justificarse por la complejidad de las evaluacio- La evaluación, realizada por «especialistas científicos»(§ 162), debe
nes científicas y técnicas requeridas para tomar medidas de precau- ser excelente, independiente, transparente (§§ 152, 172, 268 y 287) y
ción842, así como por el carácter democrático y la responsabilidad polí- comprensible: debe «ofrecer a la autoridad pública competente una
tica de las autoridades, que les legitiman para «determinar el nivel de información lo bastante fiable y sólida como para permitirle compren-
protección apropiado para la sociedad» o, dicho con otras palabras, «el der todas las implicaciones de la cuestión científica planteada y deter-
nivel del riesgo que consideren inaceptable» para la misma843 • minar su política con conocimiento de causa» (§ 162). ··
La evaluación debe ser «tan exhaustiva como sea posible, habida
d) El procedimiento de elaboración de las medidas precautorias cuenta de las circunstancias de cada caso» (§ 162). Es decir, habrá su-
puestos donde resulte lícito tomar precauciones antes de disponer de
La Sentencia del Tribunal d'e
Primera Instancia de 11 de septiem- los resultados de una investigación científica «completa» o «más pro-
bre de 2002 (P/izer Animal Health, T-13/99) compendia prácticamente funda». La decisión de actuar o esperar debe producirse tras una pon-
todas las reglas de procedimiento que, según la jurisprudencia comu- deración de las obligaciones que pesan sobre la autoridad competente,
nitaria, deben observarse al dictar medidas precautorias. La regla fun- ponderación que depende del nivel de riesgo que ésta haya considera-
damental es evaluar correctamente el riesgo que se pretende combatir. do inaceptable para la sociedad (§ 161).
El Tribunal de Primera Instancia considera que, antes de tomar
837
Vid., por ejemplo, la STJCE de 5.5.1998 (National Farmer's Unión, C-157/ medidas precautorias que requieran complejas evaluaciones previas de
96, § 61) y la STPI de 26.11.2002 (Artegodan, T-74/00, T-76/00, T-83/00 a T-85/ carácter científico y técnico, las autoridades comunitarias deben con-
00, T-132/00, T-137/00 y T-141/00, §§ 186 y 201). sultar al comité científico establecido al efecto a nivel comunitario aun-
838
STPI de 11.9.2002 (Pfizer Animal Health, T-13/99, § 168).
839
APresTJCE de 11.4.2001 (Trenker, C-459/00, § 83), STPI de 11.9.2002
que la legislación comunitaria no establezca el carácter preceptivo de
(P/izer Animal Health, T-13199, § 169). la consulta, pudiendo prescindir de su dictamen sólo «en circuns-
''° STPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13199, § 324). tancias excepcionales y cuando exista la certeza de que la objetividad
'" STPI de 26.11.2002 (Artegodan, T-74/00, T-76/00, T-83/00 a T-85/00, T- científica ha quedado debidamente garantizada» (§ 270). Emitido el
132/00, T-137/00 y T-141/00) y STJCE de 23.9.2003 (Comisión c. Dinamarca, C- dictamen, las autoridades pueden apartarse del mismo en virtu,I de
192/01, §§ 55 y 56).
"' APres1JCE de 11.4.2001 (Trenker, C-459/00, § 83) y STPI de 11.9.2002 su responsabilidad política y legitimidad democrática, pues «la legiti-
(P/izer Animal Health, T-13199, § 323). midad científica no basta para justificar el ejercicio del poder público»
'" STPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13199, §§ 151 y 167). (§ 201). Ahora bien, en este caso, deberá «motivar específicamente su

286 287
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

apreciación», indicando las razones por las que no lo sigue, que debe- Las referencias a la precaución son posteriores. Cabe entender que
rán ser de un «nivel científico al menos equivalente» al del dicta- el principio aparece formulado por primera vez, si bien de modo im-
men, pudiendo basarse en un informe adicional del mismo comité o en plícito, en el principio 11 de la Carta Mundial de la Naturaleza de
otros datos que tengan una fuerza probatoria como mrnimo equivalen- 1982, en cuyos apartados a) y b) se establece que «se evitarán las acti-
te (§§ 199 y ss., y 300 y ss.). vidades que puedan causar daños irreversibles a la naturaleza», y que
La evaluación debe hacerse también caso por caso. Así, el Tribunal «las actividades que puedan entrañar grandes peligros para la natura-
de Justicia ha considerado ilícita la prohibición categórica establecida leza serán precedidas de un examen a fondo y quienes promuevan esas
por Dinamarca de comercializar todos los productos alimenticios a los actividades deberán demostrar que los beneficios previstos son mayo-
que se hubieren añadido vitaminas y minerales, sin distinguir según los res que los daños que puedan causar a la naturaleza, y esas actividades
distintos minerales y vitaminas añadidos o según el nivel de riesgo que no se llevarán a cabo cuando no se conozcan cabalmente sus posibles
su adición podía entrañar para la salud pública, pues «el carácter siste- efectos perjudiciales».
mático de la prohibición ... no permite cumplir el Derecho comunitario De entre las alusiones expresas a la precaución hechas en textos y
en lo relativo a la identificación y el análisis de un riesgo real para la sa- convenios internacionales 847 , destaca la contenida en el Principio 15 de
lud pública, el cual exige un análisis detenido, caso por caso, de los la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo de 1992:
efectos que puede producir la adición de los minerales y vitaminas en «Con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberán apli-
cuestión»844 . car ampliamente el criterio de precaución conforme a sus capacidades.
Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza
científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la
3. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN EN EL DERECHO INTERNACIONAL adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la
degradación del medio ambiente».
El de prevención (del daño ambiental transfonterizo) es uno de los Al igual que en otros ámbitos, tampoco en el Derecho Internacio-
principios unánimemente reconocidos del Derecho Internacional. For- nal existe unanimidad en cuanto al significado de la precaución. Se
mulado inicialmente por la'jurisprudencia en la década de 1940, ha plantea, en primer lugar, sí difiere en algo de la prevención. La opinión
quedado luego consagrado en diversos textos de naturaleza declarativa más extendida es que sí hay una «diferencia sustancial»: la precaución
y tratados internacionales845 . Según el Tribunal Internacional de Justi- «supone una transformación radical de los planteamientos [preventi-
cia, «la existencia de la obligación general de los Estados de velar por vos] anteriores» 848 • La peculiaridad consistiría en la posibilidad de
que las actividades realizadas dentro de su jurisdicción o bajo su con- adoptar medidas protectoras del medio ambiente aun cuando no exis-
trol no dañen al medio ambiente de otros Estados o zonas que estén ta certeza científica absoluta.
fuera de su jurisdicción nacional ya forma parte del corpus del Dere- Otra cuestión discutida es la naturaleza jurídica del principio. Hay
cho internacional en materia de medio ambiente»846 . autores que afirman que se trata de un principio consuetudinario del

8" STJCE de 23.9.2003 (Comisión c. Dinamarca, C-192/01, §§ 55 y 56). Vid. 847


Vid., entre otros, el art. 2.5.a) del Convenio de Helsinki sobre la protec-
otra aplicación similar del «principio caso por caso» en los Informes del Órgano ción y utilización de los cursos de agua transfronterizos y de los lagos internacio-
de Apelación de la OMC de 16.1.1998 (Comunidades Europeas-hormonas, WT/ nales, de 17.3.1992 (BOE 81, de 4.4.2000); el art. 2.2.a) del Convenio de París
DS26/AB/R y WT/DS48/AB/R, §§ 199 y 200) y 26.11.2003 (Japón-manzanas, para la Protección del Medio Ambiente Marino del Atlántico Nordeste, de
WT/DS245/AB/R, §§ 198 y ss.). 22.9.1992 (BOE 150, de 24.6.1998); el art. 2.2 del Acuerdo de la Haya sobre la
845 Vid. JUSTE Rmz, Derecho internacional del medio ambiente, 1999, pp. 72 y Conservación de las Aves Acuáticas Migratorias Afroeuroasiáticas, de 15.S.,.1996
ss.; VAN DYKE, «The Evolution and lnternational Acceptance of the Precautiona- (BOE 296, de 11.12.2001), y el art. 2.4 del Acuerdo de Mónaco sobre la Conser-
ry Principie», en Bringing New Law to Ocean Waters, 2004, pp. 357 y ss. vación de los cetáceos del Mar Negro, Mar Mediterráneo y la Zona Atlántica
846 Dictamen del TIJ de 8.7.1996 sobre la amenaza del uso de armas nuclea- Contigua, de 26.11.1996 (BOE 150, de 23.6.2001).
res (§ 29). 848
JUSTE Rmz, Derecho ... , p. 78.

288 289
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

Derecho internacional849 • Otros entienden que por el momento consti- En el asunto Gabcíkovo-Nagymaros, Hungría invocaba el principio
tuye «un principio emergente y no plenamente consolidado»''°· de precaución y la existencia de un estado de necesidad para justificar
El Tribunal Internacional de Justicia no se ha pronunciado tajante- la suspensión y el incumplimiento de un Tratado con Eslovaquia rela-
mente. En el asunto de los ensayos nucleares efectuados en los atolo- tivo a la construcción conjunta de un sistema de presas en el Danubio,
nes de Mururoa y Fangatau/a, Nueva Zelanda alegaba, inter afia, que, pues dicha construcción suponía riesgos ecológicos que se desconocían
por imperativo del principio consuetudinario de precaución, Francia en el momento de concluir el Tratado y sobre los cuales no existían
debía abstenerse de realizar dichos ensayos mientras no demostrara su datos científicos suficientes. El Tribunal consideró que «los peligros
inocuidad85 1. El Tribunal no entró en el fondo del asunto por conside- invocados por Hungría, sin perjuicio de su eventual gravedad, no esta-
rarse incompetente para ello, pero en el voto particular del Magistra- ban suficientemente establecidos ni eran "inminentes" [cuando se sus-
do WEERAMANTRY se dice que «la disposición del Tratado de Maastri- pendieron las obras]; y que, para hacerles frente, Hungría disponía a
cht que hace del principio de precaución uno de los fundamentos de la sazón de otros medios distintos de la suspensión y el abandono de
la política de la Comunidad Europea en el dominio del medio ambien- las obras de las cuales estaba encargada. A mayor abundamiento, exis-
te, permite pensar que el principio, amén de aplicarse en Europa, se tían negociaciones en curso que hubieran podido dar lugar a una revi-
aplica igualmente a las actividades de los países europeos en otras re- sión del proyecto y a la postergación de alguno de sus términos, sin
giones del Mundo»852 • Y en el del Magistrado PALMER puede leerse que que fuese necesario abandonarlo»'"· En suma, Hungría no podía fun-
«la norma que traduce el principio de precaución se ha desarrollado dar el incumplimiento de sus obligaciones convencionales en el referi-
rápidamente y constituye quizás hoy un principio de Derecho interna- do principio.
cional consuetudinario relativo al medio ambiente»853 . Nótese que la hipotética aplicación del supuesto principio de pre-
caución no hubiera alterado el sentido de esta Sentencia; porque la li-
849
CAMERON/ABouCHAR, « The Status of the Precautionary Principle in Inter-
citud de las medidas precautorias requiere su necesidad y las adopta-
national Law», en The Precautionary Principle and International Law, 1996, p. 52; das por el Estado húngaro eran innecesarias, pues -según entendió el
ERBEN, Das Varsargegebat im Volkerrecht, 2005; Mc!NTYRE/MosEDALE, «The Pre- Tribunal- había otras alternativas igualmente útiles para hacer frente
cautionary Principle as a No~ of Customary International Law», Journal o/ En- a los riesgos alegados por Hungría que resultaban menos lesivas para
vironmental Law, 9-2, 1997, pj:>. 221-244; CHRISTOFOROU, «The Origins, Content los intereses de Eslovaquia.
and Role of the Precautionary Principle in European Community Law», en
AA.VV., Le principe de précaution. Aspects de droit international et communautai- En el Informe del órgano de Apelación de la Organización Mun-
re, p. 227; UNGER, «Brandishing the Precautionary Principle Through the Alien dial del Comercio de 16 de enero de 1998, relativo al asunto de las hor-
Tort Claims Act», New York University Environmental Law Journal, 9, 2001, pp. monas, se hacen también interesantes observaciones sobre el tema 855 .
649 y SS. Recordemos que Estados Unidos y Canadá consideraban ilícita la pro-
8
'º JIMÉNEZ DE PARGA Y MASEDA, El principio de prevención en el Derecho in-
ternacional del medio ambiente, 2001, pp. 80 y ss.; DUPUY, «Le prindpe de pré-
caution, regle émergente du droit international géneral», en AA.VV., Le principe '" S. del TIJ de 25.9.1995 (§§ 57 y 97 y ss.). Sobre el caso, vid. los trabajas
de précaution. Aspects de droit international et communautaire, 2002, pp. 95 y ss.; de BOURNE, BOYLE, CANELAS DE CASTRO, KLABBERS y STEC/ECKSTEIN publicados en
Vos, «Le principe de précaution et le droit alimentaire de l'Union européenne», Yearbook o/ lnternational Environmental Law, 8, 1997, pp. 6 y ss.
Revue Internationale de Droit Économique, 3, 2002, p. 223; MARnN-Bmou, «Le m Informe de 16.1.1998 (Comunidades Europeas-hormonas, WTIDS26/AB!R;
principe de précaution en droit international de l'environnement», RGDIP, 1999, WT/DS48/AB/R). Sabre el asunto, vid. CHANG, «Risk Regulation, Endogenous
pp. 658 y ss., quien además duda del carácter normativo del principio atendida la Public Concerns, and The Hormones Dispute», University o/ Pennsylvania Law
falta de claridad existente acerca de su contenido. School. Institute /or Law and Economics, Research Paper 03-25, 2003; CHARLIERI
sn §§ 105 y ss. de la demanda.
RAINELLI, «Hormones, Risk Management, Precaution and Protectionism», Euro-
m Voto particular del Magistrado WEERAMAN1RY a la Resolución del TIJ de
pean Journal o/ Law and Economics, 14M2, 2002, pp. 83-97; CHRISTOFOROU, «Sett-
22.12.1995 (Rep. de 1995, p. 344). lement of Science-Based Trade Dispute in the WTO», New York University Envi-
8 3
' Voto particular del Magistrado PALMER a la Resolución del TIJ de ranmental Law Jaurnal, 8, 2000, pp. 622-648; DOUMAl}ACOBS, «The Beef
22.12.1995 (Rep. de 1995, p. 412). Hormones Dispute and the Use of National Standards under WTO Law», Euro-

290
291
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
11. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

hibición establecida por la Unión Europea de importar productos cár- los dos casos, los Miembros deben respetar las reglas establecidas en el
nicos de animales a los que se hubiesen administrado determinadas artículo 5 del Acuerdo relativas a la evaluación del riesgo y a la determi-
hormonas, prohibición que la Unión intentaba justificar aduciendo el nación del nivel adecuado de protección'", especialmente, las conteni-
principío de precaución. Aunque el Informe evíta pronunciarse rotun- das en sus párrafos 1 y 2:
damente sobre el significado jurídico del principio, le reconoce un valor
interpretativo y considera que está reflejado en algunos de los preceptos l. Los Miembros se asegurarán de que sus medidas sanitarias o
del Acuerdo sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, pero niega que, fítosanítarias se basen en una evaluación, adecuada a las circunstan-
por sí solo, pueda prevalecer sobre las disposiciones inequívocas del cias, de los riesgos existentes para la vida y la salud de las personas
mencionado Acuerdo, es decir, niega su eficacia jurídica contra legem y de los animales o para la preservación de los vegetales, teníendo en
(§§ 123 y 124) 856 • Así las cosas, el Órgano de Apelación juzga si las me- cuenta las técnicas de evaluación del riesgo elaboradas por las orga-
didas adoptadas eran compatibles con dicho Acuerdo, y llega a una nizaciones internacionales competentes.
conclusión negativa. El artículo 3 .3 del Acuerdo permite a los Miem-
bros «establecer o mantener medidas sanitarias o fitosanitarias que re- 2. Al evaluar los riesgos, los Miembros tendrán en cuenta: los testi-
presenten un nível de protección sanítaría o fitosanítaría más elevado monios científicos existentes; los procesos y métodos de producción
que el que se lograría mediante medidas basadas en las normas, directri- pertinentes; los métodos pertinentes de inspección, muestreo y prue-
ba; la prevalencia de enfermedades o plagas concretas; la existencia
ces o recomendaciones ínternacionales pertínentes» cuando concurra
de zonas libres de plagas o enfermedades; las condiciones ecológicas
alguno de los dos supuestos siguientes .. El primero es que exista una jus-
y ambientales pertinentes; y los regímenes de cuarentena y otros.
tificación científica, requísíto que concurre cuando «sobre la base de un
examen y evaluación de la información científica disponible en confor- El Informe del Órgano de Apelación hace algunas afirmaciones de
midad con las disposiciones pertinentes del presente Acuerdo, un gran interés sobre el significado de estas reglas, en concreto, sobre los
Miembro determina que las normas, directrices o recomendaciones in- requisitos de la debida evaluación del riesgo. Así, no es necesario cuan-
ternacionales pertinentes no son suficientes para lograr su nivel adecua- tificarlo: no hace falta «demostrar cierto nivel de magnitud o umbral de
do de protección sanitaria o fitosanitaria». El segundo es que las medi- riesgo» para tomar una medida sanitaria o fitosanitaria (§ 186) 858 • En
das sean «consecuencia del nível de protección sanitaria o fitosanitaria segundo lugar, la evaluación puede tener en cuenta datos, factores y
que el Miembro de que se trate determine adecuado». En cualquiera de cuestiones «no susceptibles de un análisís cuantítativo por los métodos
de laboratorio empíricos o experimentales comúnmente vinculados a
pean Environmental Law Revi·ew, May 1999, pp. 137-144; EGGERS, «Die Entschei- las ciencias físicas» (§ 187). En tercer lugar, no se le impone al autor
dung des WTO Appellate Body im Hormonfall. Doch ein Recht auf Vorsorge?», de la medida sanitaria o fitosanitaria realizar su propia evaluación del
EuZW, 1998, pp. 147-151; HowsE, «Democracy, Science, and Free Trade», Michi-
gan Law Review, 98, 2000, pp. 2329 y ss.; KERRIHOBBS, «The North American-
riesgo: la medida puede fundarse en «una evaluación del riesgo reali-
European Union Dispute Over Beef Produced Using Growth Hormones», The zada por otro Miembro o por una organización internacional» (§ 190).
World Economy, 25, 2002, pp. 28.3 y ss.; RITTER, «Das WTO-Übereinkommen und En cuarto lugar, tampoco es obligado mencionar en el preámbulo de
seine Auswirkungen auf das Deutsche und Europiiische Lebensmittelrecht», las disposiciones que establecen las correspondientes medidas los estu-
EuZW, 1997, pp. 133-138; SCHERZBERG, «Risikomanagement vor der WTO», ZUR, dios científicos en que éstas se basan.
2005, pp. 6 y ss.; TAYLORIWALSHILEE, «The U.S./EU Beef Controversy anda Pro-
posed Framework for Resolving Standards Disputes in lnternational Trade», ]our-
nal o/ Consumer A//airs, 37-1, 2003, pp. 101 y ss.; WETZIG, «Bedeutung des SPS- "
7
Vid. los §§ 173-177 del Informe del Órgano de Apelación.
Übereinkommens der WTO für das europiiische Lebensmittelrecht und 858
En sentido similar, en su Informe de 20.10.1998 (Australia-salmón, WT/
umgekehrte Diskriminierung am Beispiel des Hormonsverbots», ZLR, 2000, DS18/AB/R, §§ 123 y 124), afirma que el correspondiente juicio de probabilidad
pp. 11-29. puede expresarse en términos cuantitativos o cualitativos, si bien «no es suficien-
356 En sentido similar, vid. el Informe del Órgano de Apelación de 26.11.2003
te que la evaluación del riesgo llegue [simplemente] a la conclusión de que existe
(Japón-manzanas, WT/DS245/AB/R, §§ 232 y ss.). una posibilidad» de que se produzca un daño.

292 293
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

El requisito decisivo es que «los resultados de la evaluación del era injustificablemente distinto del establecido frente a riesgos simila-
riesgo justifiquen suficientemente --es decir, apoyen razonablemente-- res. La medida sanitaria adoptada era incoherente (§§ 210-235).
la medida sanitaria o fitosanitaria que está en juego». El requisito de Aquí hemos de reiterar lo dicho en relación con el asunto Gabcíko-
que una medida sanitaria o fitosanitaria «se base en» una evaluación vo-Na gymaros. El Órgano de Apelación podía haber llegado a las mis-
del riesgo significa que debe existir una «relación racional entre la mas conclusiones aplicando el principio de precaución, interpretado de
medida y la evaluación del riesgo» (§ 193). ¿Y cuándo se da esa rela- acuerdo con la citada Comunicación (2000)1 de la Comisión europea.
ción? Pues, como el Informe advierte, eso es algo que sólo se puede Recordemos que en este documento se dice que las situaciones com-
determinar «caso por caso, después de tener en cuenta todas las consi- parables no deben ser tratadas de manera diferente, y que las actuacio-
deraciones que racionalmente guardan relación con la cuestión de los nes precautorias deben ser precedidas de una evaluación científica ba-
posibles efectos adversos sobre la salud» (§ 194). sada en «datos científicos fiables y razonamiento lógico, para llegar a
El Informe admite la posibilidad de que las medidas sanitarias se una conclusión que exprese la posibilidad del acontecimiento y la gra-
basen en opiniones científicas discrepantes sobre la magnitud del ries- vedad del impacto de un peligro sobre el medio ambiente o sobre la
go procedentes de «fuentes competentes y respetadas, especialmente salud de una población dada».
cuando el riesgo de que se trata tiene un carácter de amenaza contra la
vida y se percibe como una amenaza clara e inminente contra la salud
y la seguridad pública» (§ 194). Se apunta, pues, el criterio de que 4. UN APUNTE SOBRE LA DISCRECIONALIDAD Y LA PARTICIPACIÓN DE LOS
debe darse tanto mayor valor a las opiniones científicas minoritarias AFECTADOS EN EL PROCEDIMIENTO DE ELABORACIÓN DE LAS DECISIONES
-si bien merecedoras de crédito- que justifiquen la adopción de me- DE RIESGO
didas precautorias cuanto mayor sea la gravedad de los posibles daños
que éstas persiguen evitar. El calor con el que los Tribunales comunitarios han acogido el prin-
Tra~fectuar estas consideraciones generales, el Órgano de Apela- cipio de precaución contrasta llamativamente con las reticencias evi-
ción examina las circunstancias del caso y concluye que los estudios denciadas en este punto por el Tribunal de Justicia Internacional y los
científicos no apoyaban racionalmente la prohibición de las importacio- órganos de resolución de diferencias de la Organización Mundial del
nes (§§ 197 y 208). Los dirigidos a evaluar el riesgo carcinogénico, si Comercio. Mientras aquéllos han considerado lícitas la gran mayoría de
bien pertinentes, no eran lo suficientemente específicos con respecto al las medidas precautorias sometidas a su juicio, éstos han mostrado jus-
asunto de que se trataba: se referían al potencial carcinogénico de to- to la tendencia contraria. No creemos que este hecho deba imputarse
das las categorías de hormonas o de las hormonas cuestionadas en ge- a la casualidad o a que los europeos seamos supuestamente más cautos
neral, pero no al potencial carcinogénico de esas hormonas cuando se que nadie -v. gr., que los norteamericanos- en la protección de la
utilizasen específicamente con el fin de estimular el crecimiento. Ade- salud y el medio ambiente'"·
más, no evaluaban la posibilidad concreta de que se produjesen efec- Hay otra explicación más plausible: los Tribunales suelen y deben
tos carcinogénicos como consecuencia de la presencia en los alimentos, ser más deferentes con las medidas precautorias adoptadas por organi-
la carne o los productos cárnicos de residuos de las hormonas en cues- zaciones que integran o representan de alguna manera a todos los su-
tión (§§ 200 y ss.). Por otro lado, se había omitido cualquier estudio jetos afectados -beneficiados y perjudicados- que con las adoptadas
de los problemas reales que se planteaban o podían plantear en rela- unilateralmente por organizaciones que ni representan ni integran a
ción con los riesgos derivados de la inobservancia de las reglas de una todos ellos. Nótese que los Tribunales comunitarios han reconocido
buena práctica veterinaria en la administración de hormonas a los aní- 859
males y de las dificultades de controlar el uso de las hormonas (§§ 202- En contra de este último tópico, vid. WIENERIR.OGERS, «Comparing pre-
caution in the United States and Europe», Journal o/ Risk Research, 5-4, 2002,
207). El Órgano de Apelación añade, finalmente, que el nivel de pro- pp. 317 y ss., quienes señalan que, en realidad, a los europeos nos preocupan más
tección que implicaban las prohibiciones de importación cuestionadas unos riesgos y a los norteamericanos otros.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
11. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

a las autoridades de la Unión Europea un amplio poder discrecional especialmente grave cuando las restricciones se imponen con carácter
para adoptar medidas de precaución''°, habiéndolas anulado sólo en muy selectivo sobre grupos minoritarios y estereotipados, que carecen
algún caso muy aislado'", mientras que esos mismos Tribunales se ban de la fuerza política necesaria para defenderse y que están lo suficien-
mostrado mucho más severos cuando el autor de la medida era un temente definidos como para que los demás ciudadanos no perciban
Estado miembro, sobre todo si la correspondiente materia había sido riesgo alguno de verse afectados. Piénsese en los ciudadanos america-
ya regulada precautoriamente por los poderes públicos comunitarios, nos de ascendencia japonesa encarcelados tras los ataques a Pearl Har-
en cuyo caso la discrecionalidad de los Estados se reducía drásticamen- bor, así como en los supuestos terroristas encarcelados en Guantána-
te862. Y el mismo criterio riguroso se aprecia en la jurisprudencia del
mo por su supuesta implicación en los atentados del 11 de septiembre
Tribunal Internacional de Justicia y de los órganos de resolución de de 2001 864 •
diferencias de la OMC, jurisprudencia producida en casos en los que SUNSTEIN sostiene que, para contrarrestar el peligro que encierran
las medidas precautorias se habían adoptado «unilateralmente» por un estas medidas selectivas, los Tribunales deben juzgarlas con extraordi-
Estado en perjuicio de los intereses de otro Estado. nario rigor, requiriendo razones especialmente sólidas y pruebas espe-
Esta tendencia es muy razonable. La participación -directa o in-
cialmente evidentes que las respalden. Y, sobre todo, deben exigir que
directa- de todos los afectados en el procedimiento de elaboración de
las mismas cuenten con una inequívoca habilitación del legislador. La
una decisión riesgosa, además de legitimarla, reduce el peligro de que
argumentación desarrollada por el autor para justificar esta reserva de
se cometan determinados errores, incorrecciones y abusos al sopesar
ley es realmente interesante. Es muy razonable pensar que las autori-
los intereses en juego y decidir. La falta de participación de algunos
dades administrativas encargadas de adoptar esas medidas no re-
afectados, por el contrario, aumenta dicho peligro, que se vuelve agu-
presenten el amplio espectro de puntos de vista que sobre el proble-
do cuando éstos resultan ser los principales perjudicados por la medi-
ma existen en la sociedad. Muy al contrario, lo normal es que compar-
da adoptada. No es ni mucho menos descabellado sospechar prima fa-
tan más o menos los mismos puntos de vista, marcos y referencias, por
cie que los intereses de los sujetos excluidos no han sido debidamente
lo que en sus deliberaciones y actuaciones muy probablemente se pro-
ponderados863 •
ducirá el fenómeno conocido como polarización del grupo (group po-
El prob1ema no sólo se plantea en el ámbito internacional. SUNSTEIN
larization), de manera que tenderán a extremar sus convicciones ini-
ha señalado que, en determinadas circunstancias, es muy probable que
los ciudadanos y, con ellos, los políticos sobredimensionen el riesgo
ciales -favorables a la adopción de medidas de seguridad- en
detrimento de las razones y evidencias que abogan en sentido contra-
que para la seguridad nacional representan ciertos acontecimientos, lo
rio. Este fenómeno difícilmente se producirá en el seno del poder le-
que muchas veces puede acabar provocando restricciones de la liber-
gislativo. Debido a la cantidad y a la pluralidad de las personas que lo
tad desproporcionadas. Pues bien, este peligro para la libertad resulta
integran, es mucho más probable que alguna de ellas pueda hablar
860 Vid. las SSTJCE de 24.11.1993 (Mondiet, C-405/92), 5.5.1998 (National públicamente en favor de los afectados, impidiendo así que el grupo
Farmer's Union, C-157 /96; Reino Unido, C-180/96) y 1.4.2004 (Bellio Fratel!i, C- se polarice.
286/02), así como las SSTPI de 16.7.1998 (Bergaderm, T-199/96), 11.9.2002 (P/i-
zer Animal Health, T-13/99; Alpharma, T-70/99) y 21.10.2003 (Solvay Pharmaceu-
tica!s, T-392102).
'" STPI de 26.11.2002 (Artegodan, T-74/00, T-76/00, T-83/00, T-132/00, T-
137/00 y T-141/00). 864
Vid. SuNSTEIN, en Laws o/ Fear, 2005, pp. 204 y ss., y en «Fear and Liber-
"" Vid. las SSTJCE de 13.12.2001 (Francia, C-1/00), 23.9.2003 (Dinamarca, ty», Social Research, 71-4, 2004, pp. 1-30.
C-192/01), 2.12.2004 (Países Bajos, C-41/02) y 5.2.2004 (Francia, C-24/00), así "' Vid. el artículo 7 del RD 1066/2001, de 28 de sepriembre; el Anexo 3 de la
como las de 21.3.2000 (Greenpeace, C-6/99) y 9.9.2003 (Monsanto, C-236/01). Ley Castilla-La Mancha 8/2001, de 28 de junio; y el preámbulo de la Ley Foral
863 Como advierte CHANG, «Risk ... », pp. 26 y 32, los legisladores son especial-
navarra 10/2002, de 6 de mayo.
mente propensos a regular ineficientemente las actividades riesgosas cuando los '
66
Vid. el art. 3.c) de la Ley gallega 8/2002, de 18 de diciembre, de protec-
perjudicados por la correspondiente regulación son extranjeros. ción del ambiente atmosférico de Galicia.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

5. LA RECEPCIÓN DEL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN EN EL DERECHO ESPANOL científica, pueden adoptarse medidas provisionales de gestión del
riesgo para asegurar la protección de la salud, a la espera de infor-
A) Datos legislativos mación científica adicional que permita una evaluación del riesgo
más exhaustiva.
La moda también ha llegado a los diarios oficiales españoles. No es
nada raro encontrar invocaciones al principio de precaución en el 2. Las medidas adoptadas de acuerdo con el principio de precaución
deben tomarse de forma transparente, deben ser proporcionadas y
preámbulo o incluso en el articulado de las más recientes disposicio-
deben ser revisadas en un plazo razonable, en función de la natura-
nes legales y reglamentarias reguladoras de sectores en los que está en
leza del riesgo observado y del tipo de información científica nece-
juego la salud humana, tales como la contaminación electromagnéti-
saria para aclarar la incertidumbre y llevar a cabo una evaluación del
ca865, la polución atmosférica866, la seguridad alimentaria867 , la seguridad
riesgo más exhaustiva».
nuclear868 , la seguridad general de los productos 869 , la calidad de las
aguas destinadas al consumo humano 870 , etc. Merece destacarse la re-
ferencia hecha en el artículo 6 de la Ley catalana 20/2002, de 5 julio, B) JURISPRUDENCIA
de Seguridad Alimentaria, donde trata de precisarse el significado del
«principio de precaución» con el que se rotula el precepto871 :
Las primeras alusiones expresas al principio de precaución las en-
«l. Cuando, previa evaluación de la información disponible, se
contramos en tres Sentencias de la Sala Segunda del Tribunal Supre-
prevea la posibilidad de que se produzcan efectos nocivos para la sa- mo872 relarivas a la interpretación del artículo 364.2º.1 del Código Pe-
lud, derivados de un proceso o de un producto que no permita de- nal, que tipifica como delito «administrar a los animales cuyas carnes
terminar el riesgo con suficiente certeza, aunque haya incertidumbre o productos se destinen al consumo humano sustancias no permitidas
que generen riesgo para la salud de las personas o en dosis superiores
o para fines distintos de los autorizados». El recurrente, que había
867 Vid. el art. de la 4.6.b) Ley 11/2001, de 5 de julio, de creación de la Agen- administrado clembuterol a su ganado, alegaba que este precepto «re-
cia EspañólfJ, de Seguridad Alimentaria; así como los preámbulos del RD 1445/ quiere que la conducta sancionada sea susceptible de crear un riesgo o
2000, de 31 julio, que modifica la Reglamentación Técnico-sanitaria específica de
los alimentos elaborados a base de cereales y alimentos infantiles para lactantes y peligro concreto, no siendo suficiente para la aparición del delito la
niños de corta edad, y del RD 1446/2000, de 31 julio, que modifica la Reglamen- mera realización de la conducta descrita». Sin embargo, el Tribunal
tación Técnico-sanitaria específica de los preparados para lactantes y preparados considera que se trata de «un supuesto de peligro abstracto, dado que
de continuación. lo incriminado es la realización de una acción que, por sí misma, es
'" Vid. el núm. 7 del Título I del Real Decreto 1546/2004, de 25 junio, por el peligrosa, toda vez que el clembuterol es una sustancia prohibida». El
que se aprueba el Plan básico de emergencia nuclear, que cita entre las bases para
la planificación de emergencias nucleares al principio de precaución, según el cual Supremo funda esta interpretación, «ante todo», en el tenor literal de
«las decisiones y medidas que, en el marco de los planes de emergencia nuclear, se dicha disposición, pero también aduce la importancia de la protección
adopten en emergencia se situarán siempre del lado de la- seguridad, teniendo en de la salud pública en el Derecho comunitario, así como el principio
cuenta los criterios básicos de la optimización de la protección radiológica». de precaución, tal y como ha sido interpretado por el Tribunal de Jus-
'" Vid. el art. 8.2.II del RD 1801/2003, de 26 de diciembre, de seguridad ticia de la Unión Europea: «aun cuando subsista una incertidumbre
general de los productos.
870 Vid. el preámbulo del RD 140/2003, de 7 de febrero, que establece los respecto de la existencia y la importancia de los riesgos para la salud
criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano. de las personas, las instituciones pueden adoptar medidas de protec-
871
Y que transcribe casi literalmente el art. 7 del Reglamento 178/2002 del
Parlamento Europeo y del Consejo, de 28 de enero, por el que se establecen los
principios y los requisitos generales de la legislación alimentaria, se crea la Auto- "' SSTS de 6.11.1999 (Ar. 8102), 15.12.2000 (Ar. 10337) y 20.1.2001 (Ar.
ridad Europea de Seguridad Alimentaria y se fijan procedimientos relativos a la 180). En sentido similar, vid. la SAP de Segovia de 11.4.2002 (Ar. 357), la SAP de
seguridad alimentaria. Toledo de 3.1.2002 (Ar. 16) y la SAP de La Rioja de 10.1.2002 (Ar. 238).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

ción sin tener que esperar que la realidad y la gravedad de los riesgos quieren licencia de actividades clasificadas876 , y que ciertos medicamen-
estén plenamente demostrados». tos constituyen especialidades farmacéuticas sujetas a autorización ad-
A nosotros nos parece que esta gratuita invocación del principio de ministrativa877. Pero no hemos encontrado un sólo caso en el que la
precaución, amén de innecesaria para resolver el caso 873 , era peligrosa, aplicación del principio haya resultado decisiva, de modo que la solu-
por cuanto a primera vista no parece que el Derecho penal, donde las ción hubiese debido ser distinta de no haberse aplicado el mismo.
exigencias de mínima intervención, legalidad, tipicidad y certeza alcan-
zan su máxima intensidad, sea un campo propicio para las medidas
precautorias, en especial para las adoptadas praeter o contra legem, que C) DOCTRINA
aquí resultarían manifiestamente inconstitucionales874 •
Las referencias en la jurisprudencia de otros órdenes jurisdicciona- La doctrina española también ha dedicado recientemente varios
les también son bastante pobres. Encontramos pleitos civiles y conten- estudios al principio de precaución, aunque las reflexiones sobre su
cioso-administrativos relativos a la contaminación electromagnética en significado en el ordenamiento jurídico patrio escasean, pues la mayo-
los que los actores habían invocado el principio, pero que luego fue- ría de ellos se centra en el valor que dicho principio tiene en el Dere-
ron resueltos sin que el órgano judicial competente hiciera alusión al- cho internacional y, sobre todo, en el comunitario878 . El punto en el
guna al mismo, tal vez por desconocimiento de su significado jurídi-
co875. Otras Sentencias aluden al principio a mayor abundamiento, para
reforzar una conclusión que ya se desprende de otras normas jurídicas: "'
6
SSTSJ de Murcia de 30.1.2003 (Ar. 75976), 31.3.2003 (Ar. 124257) y
16.4.2003 (Ar. 797).
v. gr., para argumentar que las estaciones base de telefonía móvil re- "" STSJ de Cataluña de 28.2.2003 (Ar. 153795).
878
Vid. BÁRCENA/SCHÜTTE, «El principio de precaución medioambiental en la
Unión Europea. Aspectos jurídico-políticos», Revista de Derecho Ambiental, 19,
m Vid. la STS de 4.10.1999 (Ar. 7218), donde no se hace referencia alguna al 1997, pp. 13 y ss.; GoNzALEZ VAQUÉ, en «La aplicación ... », pp. 9 y ss., en «El
principio. GARCÍA RIVAS, «Influencia del principio de precaución sobre los delitos principio de precaución en la jurisprudencia del TJCE: la sentencia "Greenpeace
contra la seguridad alimentaria», en Responsabilidad penal por defectos en produc- France"», Unión Europea Aranzadi, 28-2, 2001, pp. 33 y ss.; en «La definición del
tos destinad01 a los consumidores, 2005, estima que en aquellas SSTS «se invoca contenido y ámbito de aplicación del principio de precaución en el Derecho co-
de manera espuria>> el principio (p. 435), y critica la interpretación que las mis- munitario», G]UE, 221, 2002, pp. 4 y ss., en «El principio de precaución en la
mas hacen del art. 364.2.1 CP (pp. 434 y ss. y 455 y ss.). jurisprudencia comunitaria: la sentencia "virginiamicina" (asunto T-13/99)»,
874 Según MENDOZA, «Principio de precaución, Derecho penal del riesgo y
RDCE, 13, 2002, pp. 925 y ss., y en «El principio de precaución en la jurispru-
delitos de peligro», en Principio de precaución, biotecnología y Derecho, 2004, p. dencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas: ¿un principio de
446, <<el principio de precaución no aparece como un principio de aplicación di- buen gobierno?», EC, 68, 2004, pp. 9 y ss.; MARTÍNEZ PÉREZ, «La delimitación
recta para el establecimiento de la responsabilidad penal. La incertidumbre que jurisprudencia! comunitaria de los requisitos para la aplicación del principio de
está ínsita en el núcleo del pensamiento de la precaución no casa bien con la ne- precaución por las instituciones comunitarias», EC, 67, 2003, pp. 9 y ss.; PARDO
cesidad de certidumbre exigida, en principio, en las leyes relativas al estableci- LEAL, «La aplicación ... », pp. 19 y ss., en «El Tribunal de Justicia de las Comuni-
miento de responsabilidad penal». Según ROMEO CASABONA, «Aportaciones del dades Europeas rechaza la aplicación del principio de precaución para justificar
principio de precaución al Derecho penal», Modernas tendencias en la Ciencia del la negativa de Francia a importar carne de bovino británica», GJUE, 219, 2002,
Derecho penal y en la Criminología. Congreso Internacional Facultad de Derecho de pp. 74 y ss., y en «Peligros, riesgos y principio de precaución en la jurisprudencia
la UNED, 2001, pp. 90 y ss., aquí el principio puede cumplir la función de «in- comunitaria: las sentencias "Pfizer Animal Health, S.A." y "Alpharma Inc."», De-
terpretar y modular el alcance de algunos tipos penales», así como la de servir de recho de los Negocios, 151, 2003, pp. 1 y ss.; RIECHMANN/T1CKNER, El principio ... ;
base para que el legislador tipifique como delictivas determinadas conductas peli- ROMERO MELCHOR, en «Principio de precaución: ¿principio de confusión?», GJUE,
grosas. Sobre el tema, vid. también los trabajos de MENDOZA, ROMEO CASABONA, 207, 2000, pp. 89 y ss., en «La sentencia "Artegodan" del Tribunal de Primera
SCHROEDER y SoLA RECHE en AA.VV., Principio de precaución, biotecnología y De- Instancia: el principio de precaución de nuevo en cuestión», G]UE, 223, 2003, pp.
recho, ed. ROMEO CASABONA, 2004, pp. 385 y ss. 42 y ss., y en «La aplicación del principio de precaución en el ámbito de la segu-
"' Vid. la SJPI núm. 2 de Bilbao de 9.6.2001 (Ar. 1812), la SJPI núm. 2 de ridad de los productos», Unión Europea Aranzadi, 30-1, 2003, pp. 19 y ss.; SANZ
Murcia 8.2.2002 (Ar. 949) y las SSTSJ de Andalucía de 1.10.2002 (Ar. 41497 / LARRUGA, «El principio de precaución en la jurisprudencia comunitaria», RA-
2003), 3.10.2002 (Ar. 41546/2003) y 18.3.2003 (Ar. 869). DAmb, I, 2002, pp. 117 y ss.; SEGURA RODA, «Principio de precaución: ¿Es nece-

300 301
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

que prácticamente todos están de acuerdo es que «se trata de un prin- CIERCO SEIRA también nos advierte de la «potencia» y el «vigor» del
cipio poco precisado en cuanto a su contenido»"', que «no tiene un nuevo principio, que «atesora unas aptitudes positivas extraordina-
contenido exacto ni admitido por todos»"º. A partir de ahí, las posi- rias», pues «permite adoptar medidas contundentes, en ocasiones drás-
ciones varían. Expongamos tres visiones generales, las ofrecidas por ticas ... y permite hacerlo de manera anticipada, antes de que los even-
EsIBVE PARDO, REBOLLO PmG/IZQUIERDO CARRASCO y C!ERCO SEIRA, que tuales efectos dañinos lleguen a concretarse, con todas las ventajas que
nos han parecido especialmente jugosas. porta de suyo la intervención ex ante»884 • Ahora bien, a diferencia de
Lo primero que llama la atención es la habilidad de todos estos ESIBVE PARDO, CIERCO considera que aquí tiene «plena vigencia el prin-
autores para esquivar el problema de la naturaleza jurídica de este cipio de legalidad y de la vinculación positiva de la actuación de la Ad-
«misterioso principio»881 . ¿Es un principio general del Derecho espa- ministración a la ley y al Derecho»885 , con lo que da a entender que este
ñol? ¿Tiene rango constitucional? Nada se afirma expresamente al res- principio no permite excepcionar la legalidad vigente, ni tomar medi-
pecto882. El segundo punto de interés se refiere al contenido del prin- das precautorias limitativas de la libertad de los ciudadanos sin una
cipio. Según EsIBVE PARDO, su operatividad fundamental es que previa norma legal de cobertura. No menos interesante es su opinión
«faculta a las instancias públicas -Gobierno, Administraciones, Tribu- de que estamos ante un «principio neutro ... [ya que] no constituye sino
nales- para que, en situaciones de incerteza, puedan adoptar decisio- una forma de respuesta a las situaciones de incertidumbre: cuando el
nes fundadas en el principio de precaución y que difícilmente podrían análisis de un riesgo arroje lagunas o dudas, la precaución impide que
adoptar de otra manera puesto que las concretas determinaciones del se adopte una posición de quietud a la espera de alcanzar una certeza
Derecho positivo no les habilitan para ello». Se trataría de una «nove- absoluta, obligando, por el contrarío, a adoptar una posición activa.
dad de gran calado, con unas consecuencias rigurosamente excepcio- Ahora bien, que esa posición activa sea a favor de un concreto bien de
nales por cuanto, en el estricto sentido del término, pueden excepcio- entre todos los posibles es algo que viene añadido a posteriori»886 . O
nar el régimen legal aplicable o, lo que todavía es más problemático, sea, que este principio nos dice que hay que moverse, pero no en qué
excepcionar la firmeza de las situaciones jurídicas obtenidas en base a dirección o sentido. Se diría, pues, que se trata de un principio caren-
es".Jlegalidad». El principio se presentaría, pues, como un «estado de te de sustancia.
excepción de la legalidad vigente por motivos científicos»883 • Especialmente relevante nos ha parecido el estudio de los profesores
REBOLLO PUIG e IZQUIERDO CARRASCO, en el que, a diferencia de Ío que
saria una (nueva) comunicación interpretativa de la Comisión?», GJUE, 229, 2004, suele ser habitual en la doctrina española que se ha ocupado del tema, se
pp. 36 y ss.; V ÁZQUEZ GóMEZ, «El principio de precaución en el Derecho interna- respira un sano escepticismo. En líneas generales, estos autores tienden
cional de la pesca y su recepción en el Derecho comunitario europeo», NUE, 227, a restar virtualidad al referido principio. En su opinión, el mismo «no
2003, pp. 113 y ss. Vid. también AA.VV., Principio de precaución, biotecnología y
Derecho, ed. ROMEO CASABONA, 2004. se ha convertido en una norma que per se dé nuevas posibilidades a las
879 EsTEVE PARDO, «Principio de precaución. El Derecho ante la in certeza instituciones comunitarias o a los Estados miembros. Más bien ha servi-
científica», Revista Jurídica de Catalunya, 3, 2003, p. 696. do para perfilar las posibilidades que otras reglas ya les otorgan»'87 .
880 REBOLLO Pmc/lZQUIERDO CARRASCO, «El principio de precaución y la de-

fensa de los consumidores», DA, 265-266, 2003, p. 186. 884


881 Tomamos a préstamo la expresión de DE SADELEER, «Les avatars du prin- CIERCO SEIRA, <<El principio de precaución: reflexiones sobre su contenido
cipe de précaution en droit public: effet de mode ou révolution silencieuse?, y alcance en los Derechos comunitario y español», RAP, 163, 2004, p. 76.
88
' CIERCO SEIRA, «El principio ... », p. 117.
RFDA, 3, 2001, p. 562. 886
882 BAÑO LEÓN, «El principio de precaución en el Derecho público», en Res- CIERCO SEIRA, «El principio ... », p. 96. En sentido similar, señala lTUREN
ponsabilidad penal por defectos en productos destinados a los consumidores, 2005, ÜLIVER, «Riesgo, precaución y Constitución», en Responsabilidad penal por defec-
p. 32, en cambio, afirma que «el principio de precaución resulta operativo como tos en productos destinados a los consumidores, 2005, pp. 58, que el principio no
principio general del Derecho, como regla que atribuye a la Administración una obliga a tomar «esta o aquella medida concreta», sino a efectuar una evaluación
competencia esencialmente discrecional de tomar una decisión prohibitiva de ca- científica protocolizada y continua.
887
rácter temporal en una situación de incertidumbre científica». REBOLLO PUIG/IZQUIERDO CARRASCO, <<El principio de precaución y la de-
883 EsTEVE PARDO, «Principio ... », pp. 48 y ss. fensa de los consumidores», DA, 265-266, 2003, p. 212.

302 303
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

Así, «no es necesario que la Constitución consagre de alguna forma el 6. CRíTICA DEL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN
principio de precaución para que el legislador establezca las determina-
ciones que crea convenientes basándose, explícita o implícitamente, en Entendido en un sentido fuerte -dotado de sustancia propia-, el
él» 888 . La Administración, por su parte, no está habilitada para ejercer principio de precaución es inaceptablemente tosco, mientras que si se
potestades de policía o limitativas de la libertad ante supuestos de incer- le atribuye un contenido matizado y plausible resulta en rigor super-
tidumbre científica «por la vía de considerar que el principio de pre- fluo. Así podría resumirse nuestra crítica.
caución se haya convertido en un principio general del Derecho»"'.
Y -esto es muy importante- antes de que apareciera la idea del prin-
cipio de precaución, nuestras leyes permitían adoptar medidas de pro- A) EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN EN SENTIDO FUERTE. LAS PERFIDIAS DE LA
tección de ciertos bienes jurídicos aun en situaciones en las que no exis- PRECAUCIÓN A TODA COSTA
tía certeza de que tales bienes iban a sufrir un daño; «había, pues, una
regla tradicional sobre la incertidumbre en la misma dirección del mo- El principio se vuelve verdaderamente revolucionario cuando se le
derno principio de precaución que, aquí, por lo tanto, no tiene un carác- otorga un significado categórico, rotundo. El ya citado principio 11 de
ter revolucionario. Más bien, consolida, sistematiza, ordena y hasta la Carta Mundial de la Naturaleza de 1982, interpretado literalmente,
eventualmente modera lo que ya se venía admitiendo»"º· La conclusión proporciona un buen ejemplo: quedarían prohibidas tanto las activida-
a la que llegan es que «la aplicación y el alcance de esta vaga regla sobre des que puedan causar daños irreversibles a la naturaleza como aque-
la toma de decisiones no depende realmente del significado del princi- llas cuyos posibles efectos perjudiciales para la misma no se conozcan
pio de precaución aisladamente considerado, sino de su integración con cabalmente.
otras reglas y principios, sobre todo con el de proporcionalidad»"'; «el La declaración de Wingspread de 1998893 («cuando una actividad se
principio de precaución es algo así como una regla incompleta cuyo plantea como una amenaza para la salud humana o el medioambiente,
significado fundamental, aunque no único, es el de precisar el contenido deben tomarse medidas precautorias aun cuando algunas relaciones de
de otras normas en el sentido de delimitar sus supuestos de aplicación causa y efecto no se hayan establecido científicamente en su totalidad.
incluyendo los casos de riesgos ante incertidumbre científica... Enten- En este contexto, el promotor de la actividad, y no el público, debe
·--dido así, se comprende de inmediato que el principio de precaución, asumir la carga de la prueba») constituye también una versión fuerte
aisladamente considerado, resuelve muy pocas cosas: no resuelve si del principio de precaución si la interpretamos en el sentido de que las
se puede o si además se debe actuar, ni, en su caso, determina la medida actividades que encierran un riesgo -si se quiere «incierto» y de
procedente». En suma, el único significado jurídico de este principio «gran» magnitud- para cualquiera de estos bienes deben ser prohibi-
sería el de aclarar que diversas normas jurídicas protectoras de la salud das a menos que se demuestre con certeza su inocuidad.
y del medio ambiente pueden aplicarse también cuando existe una ele- Otra versión fuerte es que «el costo económico que supone la apli-
vada incertidumbre científica acerca de la posibilidad de que una deter- cación del principio no puede oponerse a bienes colectivos de la enti-
minada actividad acabe causando graves daños a ciertos bienes jurídicos dad y relevancia de los que justifican su puesta en práctica. La relación
protegidos 892 • costo-beneficio no puede invocarse cuando se encuentran en juego la
salud pública, el medio ambiente; o extendiendo el análisis, el destino
de las generaciones futuras» 894 .
Cuesta mucho compartir semejantes tesis, por muy hermosas que
888 REBOLLO PuIG!IZQUIERDO CARRASCO, <<El principio ... », p. 216.
693
889 REBOLLO Puxc/lzouIERDO CARRASCO, «El principio ... », p. 217. http://www.sehn.org/wing.htrnl.
894
890 REBOLLO Pu1G/IZQUIERDO CARRASCO, <<El principio ... », p. 222. BERGEL, «El principio precautorio y los riesgos en el cultivo de varieda-
691 REBOLLO PuIG/IZQUIERDO CARRASCO, <<El principio ... », p. 188. des transgénicas», en Principio de precaución, biotecnología y Derecho, 2004,
892 REBOLLO PuIGIIZQUIERDO CARRASCO, «El principio ... », pp. 227 y 228. p. 109.

304 305
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

puedan parecer a primera vista895 • Prohibir cualesquiera actividades pobrecimiento tal que acabará recortando de manera drástica nuestra
riesgosas para la salud y el medio ambiente, o prohibir las actividades esperanza de vida898 •
que puedan causar daños irreversibles o cuyos efectos perjudiciales no
se conozcan cabalmente, es no sólo imposible, sino también indesea-
ble. Imposible porque en el mundo tecnológico en que vivimos las ac- B) EL PRJNCIPIO DE PRECAUCIÓN EN SENTIDO SUAVE. LA NAVAJA DE ÜCKHAM
tividades riesgosas aparecen por doquier; toda decisión precautoria que
tomemos acaba generando un riesgo medioambiental o sanitario, la No es de extrañar, por ello, que la gran mayoría de los textos nor-
mayoría de ellos irreversibles e impregnados de una gran incertidum- mativos, la doctrina y la jurisprudencia prefieran dar al principio de
bre científica. Para eliminar o reducir los riesgos se aplica una tecnolo- precaución un contenido mucho más matizado, refinado, ligero, hasta
gía que produce a su vez nuevos riesgos8%. Lo único que se consigue el punto de rozar en algún caso la perogrullada. La definición que luce
es sustituir unos por otros897 • Imaginemos una grave enfermedad que en la Declaración de Río es paradigmática: cuando haya peligro de
en un buen número de casos acaba provocando la muerte y cuyo úni- daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no debe
co remedio conocido puede ser un medicamento que se halla todavía utilizarse como pretexto para no adoptar medidas de protección efica-
en fase de experimentación y cuyos efectos secundarios todavía no se ces y no excesivamente costosas.
conocen cabalmente, aunque se sospecha que podrían ser letales en Al principio de precaución así entendido le pasa lo que a casi to-
algunos casos. Es claro que tanto la decisión de autorizar inmediata- dos los horóscopos: tiene tan poco contenido informativo que resulta
mente la utilización del fármaco como la de prohibirla temporalmente prácticamente «inatacable» 899 , aunque también de una inutilidad «exR
pueden causar daños irreversibles para la vida de los enfermos. tremadamente frustrante»'°º· Es muy comprensible que los sujetos que
Y es indeseable, porque al ignorar o menospreciar los costes espe- se lucran desarrollando actividades riesgosas para el medio ambiente y
rados de las medidas precautorias, se puede estar reemplazando un la salud de otros individuos digan que las autoridades no pueden limi-
riesgo por otro mucho peor. El coste económico de las precauciones sí tarlas ni prohibirlas mientras no exista certeza científica absoluta acer-
debe tenerse en cuenta por una razón muy simple: nuestros recursos ca de su carácter nocivo. Pero, a estas alturas, nadie debería dejarse
son escasos. Al proteger a toda costa la salud y el medio ambiente con- engañar por tales afirmaciones. Desde mucho antes de que el princi-
tra determinados riesgos ambientales, sin reparar en el coste económi- pio de precaución se pusiera de moda, los hombres han venido toman-
co de las medidas de protección, estamos perdiendo oportunidades y do todos los días medidas para prevenir «riesgos inciertos»; y las auto-
consumiendo recursos que podríamos emplear en la reducción de otros ridades, estableciendo regulaciones restrictivas de la libertad a fin de
riesgos sanitarios y ambientales, quizás más acuciantes. Si para poner- proteger los intereses generales frente al peligro de que sufriesen algún
nos a salvo del riesgo electromagnético prohibimos el funcionamiento daño, aunque no se hubiese demostrado a ciencia cierta que éste fuese
de las instalaciones eléctricas, muy probablemente sufriremos un em- a producirse en caso contrario. Piénsese sólo en los miles de personas
sospechosas de haber delinquido que cada año son encarceladas pre-
89 ~ Vid. SuNSTEIN, «Beyond the Precautionary Prindple», Uníversity o/ Pen- ventivamente sin que exista completa certeza científica acerca de su
nsylvanía Law Review, 151, 2003, pp. 1018 y ss. Según GRAHAM, «Decision-analy- culpabilidad.
tic refinements of the precautionary prindple», ]ournal o/ Risk Research, 4-2, La virtualidad de un principio de precaución así definido es muy
2001, pp. 133 y ss., estas «bienintencionadas» versiones del principio de precau- escasa: consiste únicamente en subrayar una obviedad, y ahí se agota.
ción son demasiado toscas, pues no proporcionan un adecuado criterio de deci-
sión a las autoridades enfrentadas con la complejidad de los problemas de riesgo
Semejante principio es así incapaz de cumplir una de las funciones
del mundo real.
896 EsTEVE PARDO, «De la policía administrativa a la gestión de riesgos», 898
Recuérdese la tesis de WILDAWSKY: rícher is sa/er.
899
REDA, 119, 2003, p. 333. SuNSTEIN, «Beyond ... », p. 1016.
897 Vid. SUNSTEIN, «Sustituir unos riesgos de salud por otros», en Democracia 900
ELuslFITZGERALD, «The Precautionary Prindple in lnternational Law:
deliberativa, 2001, pp. 289-321. Lessons from Fuller's Internal Morality», McGill Law Journal, 49, 2004, p. 784.

306 307
GABR1EL DOMÉNECH PASCUAL 11. EL PRJNCIPIO DE PRECAUCIÓN

propias de los principios generales del Derecho, quizás la más impor- trativos, de prohibición de las discriminaciones, de proporcionalidad,
tante: la de orientar la interpretación y aplicación del ordenamiento de interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos, así como
jurídico. Y ello por la sencilla razón de que no indica al aplicador del las obligaciones de protección derivadas de los derechos fundamenta-
Derecho dirección alguna a seguir901 . No dice lo que debe hacerse, si- les a la vida y a la integridad física.
quiera prima Jacie, sino tan sólo lo que en su caso puede hacerse. No Alejandro NIETO ha detectado con su agudeza característica una
fija objetivo o valor alguno que deba ser realizado en la mayor medida práctica muy extendida en nuestros días consistente en abusar de la de-
de lo posible. nominación «principio» a fin de ennoblecer con este título reglas jurídi-
Otras concepciones suaves del principio de precaución son mucho cas sin duda importantes e incluso de rango constitucional, pero que no
más sustanciosas. Por ejemplo, la arriba citada Comunicación de la reúnen las características requeridas convencionalmente para ser inclui-
Comisión europea puede interpretarse en el sentido de que, en situa- das en la categoría de los principios jurídicos 904 • Aunque este abuso ter-
ciones de riesgo grave para la salud humana o el medio ambiente, el minológico puede perseguir y producir el efecto positivo de contribuir
referido principio impone la adopción de medidas de protección útiles, a la deseada aplicación de la regla agraciada con la aureola principia!,
necesarias, proporcionadas, coherentes con otras adoptadas en casos con frecuencia hay que pagar por ello el precio de la confusión.
similares, no discriminatorias, provisionales, basadas en una evaluación La afirmación de un principio tan simpático y lleno de connotacio-
científica del riesgo lo más exhaustiva posible, elaboradas a través de nes hermosas como el de precaución ha tenido el mérito de evidenciar
un procedimiento transparente en el que participen todos los afectados que también en situaciones de incertidumbre científica las autoridades
y sujetas permanentemente a seguimiento, revisión y, en su caso, modi- publicas deben actuar con arreglo a determinadas normas jurídicas, de
ficación a la luz de los nuevos conocimientos que vayan apareciendo'". cuya aplicación resulta a veces la posibilidad o incluso la obligación de
Estamos completamente de acuerdo en que así deben actuar los tomar medidas encaminadas a evitar daños a la salud pública y al me-
poderes públicos en tales situaciones. Pero la verdad es que para este dio ambiente, aunque la verosimilitud de los mismos sea relativamente
viaje no se necesitaban semejantes alforjas, porque todas y cada una de escasa, aunque las medidas adoptadas limiten la libertad de los ciuda-
las reglas que acabamos de enumerar pueden ser deducidas sin dema- danos praeter o contra legem. Se podría haber afirmado esta idea em-
siado esfuerzo de otros principios y normas indiscutiblemente vigentes pleando viejos conceptos 905 , pero no hubiera sido lo mismo. En el
en el ordenamiento jurídico español. A los profesores REBOLLO PUIG e Derecho, las palabras son armas 906 • Las expresiones «principio», «pre-
IZQUIERDO CARRASCO únicamente les ha faltado dar un paso más y con- caución», «cautela», «nivel elevado de protección de la salud y del
cluir que el principio en cuestión no tiene la sustantividad suficiente medio ambiente» y «medidas precautorias» suenan hoy mucho mejor,
como para sobrevivir a la implacable navaja de Ockham903 • No es pre- tienen muchísimo más encanto, que otros términos ya desgastados
ciso inventarse un principio de precaución para dejar claro que en si- cuando no cargados de connotaciones extremadamente negativas, tales
tuaciones de incertidumbre científica también rigen los principios como «orden público», «tranquilidad pública», «seguridad pública»,
constitucionales democrático, de audiencia a los ciudadanos en los pro- «salubridad pública», «policía», «medidas policiales», «estado de ne-
cedimientos de elaboración de disposiciones generales y actos adminis- cesidad», etc. De la misma manera que el «principio de protección de
la confianza legítima» tiene bastante más sex appeal que el de «seguri-
901
En sentido similar, ELLIS/FITZGERALD, «The Precautionary... », p. 784. dad jurídica».
902
En sentido similar, vid. CIERCO SEIRA, <<El principio ... », pp. 120 y ss.
903 En sentido similar, vid. DE ÁNGEL Y ÁGÜEZ, «El principio de precaución y 904
NIETO, Derecho ... , pp. 39 y ss.
905
su función en la responsabilidad civil», en Principio de precaución, Biotecnología y ITUREN ÜLIVER, «Riesgo ... », p. 54, dice que «en el fondo se trata de una
Derecho, 2004, pp. 277 y ss., quien afirma que «el "principio de precaución", en variante moderna de la vieja cláusula de orden público para garantizar lo que M.
el ámbito judicial, no es más que una simple expresión del concepto de "diligen- HAURIOU fijó hace ya un siglo en la "tranquilidad pública, la seguridad pública y
cia"» (p. 296). Para SUNSTEIN, «Beyond ... », p. 1005, este principio es «una tosca la salubridad pública"».
906
manera de proteger determinados objetivos que deberían ser perseguidos directa- Así lo advierte SANTAMARfA PASTOR, Principios ... , t. II, pp. 245 y ss., cuyas
mente». reflexiones sobre el concepto «policía» no tienen desperdicio.

308 309
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL II. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

La afirmación del principio de precaución tal vez pueda producir principios jurídicos son mandatos de optimización: normas que orde-
un benéfico efecto psicológico, al contrarrestar la distorsión que en la nan que algo socialmente valioso sea realizado en la mayor medida
percepción social del riesgo causan a veces ciertos sesgos cognitivos, posible, dentro de las posibilidades jurídicas y reales existentes. Así, la
que hacen creer a la gente que los costes esperados de las medidas de igualdad, la libertad y el pluralismo político son considerados valiosos
protección del medio ambiente superan a sus beneficios cuando, en en nuestra comunidad y, por ello, los poderes públicos deben tratar de
realidad, éstos son mayores que aquéllos. DANA considera, en este sen- respetarlos, protegerlos, promoverlos y eliminar hasta donde sea posi-
tido, que el principio de precaución, al recordar, legitimar y reforzar ble los obstáculos que impidan su plenitud (art. 9.2 CE).
los deberes de las autoridades públicas de ponderar adecuadamente los No nos parece que la precaución sea un valor jurídico que deba ser
riesgos ambientales y sanitarios «inciertos y distantes», puede mitigar realizado en la mayor medida de lo posible. Pongamos por ejemplo la
los efectos provocados por algunos vicios cognitivos (aversión a las existencia de una viva controversia acerca de un fármaco. Algunos
pérdidas, miopía, exceso de optimismo acerca del futuro, etc.) que científicos opinan que se trata del único remedio eficaz para curar una
hacen que muchas personas prefieran correr el riesgo de una «gran» enfermedad mortal, mientras que otros consideran que hay medica-
pérdida futura (v. gr., un grave daño ambiental) antes que sufrir una mentos alternativos igualmente eficaces y mucho menos agresivos para
«pequeña» pérdida inmediata y segura (v. gr., la disminución patrimo- la salud, reconociendo todos ellos la existencia de una gran incertidum-
nial que supone la adopción de medidas precautorias), a pesar de que bre científica y la necesidad de seguir investigando sobre la materia. Se
el coste esperado de ésta es inferior al de aquélla907 • El autor, no obs- diría, pues, que estamos ante un caso en el que hay que aplicar el prin-
tante, también advierte que hay otros sesgos que pueden neutralizar el cipio de precaución. Ahora bien, ¿en qué sentido? ¿Hay que permitir
efecto de los anteriores, provocando incluso que algunos riesgos am- o hay que prohibir cautelarmente el empleo del fármaco? ¿Qué hay
bientales y sanitarios (v. gr., daños catastróficos que tienen una bajísi- que maximizar? ¿Cómo se maximiza la precaución? A nuestro juicio,
ma probabilidad de producirse) parezcan más graves de lo que en ver- el valor que aquí debe maximizarse, realizarse y protegerse en la ma-
dad son de acuerdo con la teoría de la utilidad esperada, en cuyo caso yor medida posible no es la precaución, sino la vida y la salud huma-
desaparecería la razón que justificaba la invocación del principio908 • nas. A diferencia de éstas, la precaución no tiene un valor social intrín-
Sea como fuere, el reconocimiento de este valor simbólico o psico- seco, ni es principio ni fundamento de nada. Todas las reglas jurídicas
lógico del principio de precaución no nos obliga a caer deslumbrados aplicables al caso que -se dice- integran el contenido del principio
en el autoengaño y la confusión. En la doctrina española existe cierto de precaución se inferirían, en realidad, de los derechos fundamenta-
consenso acerca de lo que hay que entender por principios jurídicos o les a la vida y a la integridad corporal, que imponen a los poderes pú-
principios generales del Derecho. Éstos serían los valores jurídicos de blicos la obligación de proteger óprímamente estos bienes, así como de
una comunidad, sus «convicciones ético-jurídicas fundamentales», la otras normas establecidas expresamente en nuestro Derecho positivo,
expresión «de los valores materiales básicos de un ordenamiento jurí- como los principios democrático (arts. 1.1, 9.2, 23.1 y 105 CE), de no
dico»"", aquello que la comunidad considera valioso y que fundamen- discriminación (art. 14 CE) y de interdicción de la arbitrariedad (art.
ta el ordenamiento jurídico'". Y, con ALEXY, puede añadirse que los 9.3 CE), que, obviamente, también tienen vigencia en situaciones de
907 DANA, «A Behavioral Economic Defense of the Precautionary Principle», elevada incerteza. El de precaución viene a ser un simpático y hermo-
Northwestern University Law Review, 97-3, 2003, pp. 1327 y ss. so envoltorio de todas esas normas jurídicas. Viene a ser la etiqueta que
'" Ibídem, p. 1326, n. 38. se le pone al conjunto de todas ellas cuando se las aplica en contextos
909 GARCÍA DE ENTERRfA/FERNANDEZ RooRfGUEZ, Curso ... , t. I, p. 83.
910 Vid. BELADÍEZ ROJO, Los principios jurídicos, 1994, pp. 38 y ss. y 45. Según
de gran incertidumbre911 •
DE CASTRO Y BRAVO, Derecho ... , p. 416, «los principios generales derivan su fuerza
911 Para STARR, «The Precautionary Principle Versus Risk Analysis», Risk
jurídica de la misma comunidad jurídica, expresando del modo más directo su idea
de la vida». Dice DfAZ REvoruo, Valores ... , p. 126, que «no hay nada en su propia Analysis, 23-1, 2003, pp. 1 y ss., el de precaución no constituye un verdadero
naturaleza que permita distinguir valores y principios». Según ALEXY, El concepto y principio. Se trataría de una «mascarada», una «declaración retórica» que no pro-
la validez del Derecho, 1997, p. 164, «principios y valores son lo mismo». porciona ningún criterio útil de decisión.

310 311
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

Al objeto de resolver los problemas que plantea la protección de los


bienes fundamentales frente a riesgos, conviene manejar directamente
todas esas normas, sin su bonito pero inútil y engorroso envoltorio.
Todas ellas gozan de reconocimiento constitucional explícito, están
mejor perfiladas legislativa, jurisprudencia! y doctrinalmente y consti-
tuyen, en fin, instrumentos jurídicos de protección mucho más poten-
tes que el supuesto principio de precaución.

III. LA DETERMINACIÓN DEL RIESGO PERMITIDO Y DEL


RIESGO INTOLERABLE

Ya sabemos que los derechos fundamentales exigen de los poderes


públicos la adopción en principio de todas las medidas tendentes a eli-
minar cualesquiera peligros que amenacen a los correspondientes bie-
nes fundamentales. El Estado está obligado a tomar todas las precau-
ciones adecuadas para minimizar el riesgo de que tales bienes sufran
cualquier daño, por nimio o improbable que pueda parecer y proven-
ga de donde provenga. Esta obligación de minimizar aparece expresa-
mente establecida cada vez con más frecuencia en nuestro Derecho
positivo912 , y ha sido afirmada por el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos al juzgar si los Estados habían hecho todo lo que estaba en
su poder a fin de «evitar o reducir al mínimo los riesgos» para la vida
humana913 •
A nadie se le escapa que ese contenido prima facie de los derechos
fundamentales a protección contra riesgos debe ser reducido, pues el
«riesgo cero», la seguridad absoluta, es no sólo inalcanzable, sino tam-

912
En relación con la contaminación electromagnética, vid. el art. 8.7 .d) del
RD 1066/2001, el art. 7 de la Ley castellano-manchega 8/2001, el punto !.a) del
Anexo III del Decreto catalán 148/2001 y el art. 5.3 del Decreto castellano-leo-
nés 267 /2001.
on STEDH de 28.7.1998 (Ergi, 23818/94, § 79). La STEDH de 20.12.2004
(Makaratzis, 50385/99, § 60) habla de <<minimizar en la mayor extensión de lo
posible cualquier riesgo para [la] vida». La STEDH de 6.7.2005 (Nachova y otros,
43577/98 y 43579/98, § 103) declara el incumplimiento de la «obligación de mi-
nimizar el riego de pérdida de la vida». El Informe de la ComEDH de 29.10.1998
(Gurbetelli Ersoz y otros, 23144/93, esp. §§ 143 y ss.) dice que «la libertad de
expresión ... imponía [al Estado] la obligación de tomar medidas razonables de
protección a fin de prevenir, hasta donde fuese posible, que dicha libertad fuese
interferida por la violencia y las amenazas».

313
312
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL III. DETERMINACIÓN DEL RIESGO PERMITIDO

bién indeseable914 . A la circunstancia de que nadie está en condiciones ta la existencia de un «riesgo real»918 , de un «riesgo serio»919 , de que
de garantizar con total seguridad que un bien no vaya a sufrir menos- una persona sufra torturas o tratos inhumanos o degradantes en su país
cabo alguno, se añade la necesidad de tolerar un cierto nivel de riesgo de origen, para que surja la obligación de protegerla, para que el Esta-
al objeto de satisfacer otros fines constitucionalmente relevantes, como do deba abstenerse de expulsarla a dicho país. Otras resoluciones re-
la libertad. No toda amenaza para los bienes fundamentales supone quieren la presencia de un riesgo «real e inminente»920 o «real e inme-
una vulneración de los correspondientes derechos. Ha de tratarse de diato»921. Así, se dice que para que se declare infringida la obligación
un riesgo que alcance una intensidad suficiente. La cuestión es cómo positiva de proteger la vida, «al actor le basta con demostrar que las
deslindar los riesgos permitidos, que deben ser soportados por los ciu- autoridades no han hecho todo lo que razonablemente podía esperarse
dadanos, de los intolerables, que lesionan sus derechos fundamentales. a fin impedir la materialización de un riesgo vital cierto e inminente del
que aquéllas tenían o deberían haber tenido conocimiento»922 .
A estos criterios se les pueden dirigir varias críticas. La primera se
l. CRITERIOS ABSOLUTOS refiere a su carencia de fundamento, ya que no se ofrece razón alguna
que justifique por qué los derechos fundamentales obligan al Estado a
Algunas resoluciones de nuestro Tribunal Constitucional parecen tomar medidas preventivas únicamente contra los riesgos graves, cier-
afirmar que sólo son intolerables los riesgos graves y ciertos. Con ello tos e inmediatos y, en cambio, no implican deber alguno de protección
viene a decirse que el daño posible ha de alcanzar una determinada contra los leves, inciertos o remotos. Se trata de criterios afirmados
magnitud y que la probabilidad de que el daño ocurra ha de ser eleva- apriorísticamente, surgidos como por arte de ensalmo.
da. Las Sentencias que juzgaron el asunto de los reclusos en huelga de La segunda es que los conceptos de gravedad, incerteza e inmi-
hambre ven el fundamento de la prestación de asistencia sanitaria for- nencia son esencialmente relativos. Un peligro puede ser más o. menos
zosa en la existencia de un riesgo «grave», «serio» y «cierto» de per- grave, verosímil o inminente. Es por ello que necesitamos recurrir
der la vida o de entrar en una situación irreversible915 • La Sentencia a otros criterios que nos indiquen a partir de qué umbral de grave-
dictada en el caso del ruido afirma que «si bien es cierto que no todo dad, verosimilitud e inminencia un peligro debe calificarse como into-
supuesto de riesgo o daño para la salud implica una vulneración del lerable.
artículo 15 CE, sin embargo, cuando los niveles de saturación acústica Aquellos criterios, en tercer lugar, son especialmente criticables
que deba soportar una persona, a consecuencia de una acción u omi- cuando pretende otorgárseles un significado absoluto, independiente
sión de los poderes públicos, rebasen el umbral a partir del cual se de las circunstancias del caso. Supongamos que un riesgo debe califi-
ponga en peligro grave e inmediato la salud, podrá quedar afectado el carse como grave y cierto -y, en consecuencia, como intolerable-
derecho garantizado en el artículo 15 CE»916 • Doctrina que el Tribunal cuando los posibles daños son irreversibles y la probabilidad de que
reitera-al tratar la eventual obligación de las autoridades de excarcelar se produzcan es superior a 0,4. Imaginemos que en un caso concreto
anticipadamente a un preso enfermo: «no todo supuesto de riesgo ... la única medida de protección adecuada para eliminar o reducir uno
para la salud implica una vulneración del derecho fundamental a la
integridad física y moral, sino tan sólo aquel que genere un peligro "" Vid. las SSTEDH de 7.7.1989 (Soering, 14038/88, § 91), 20.3.1991 (Cruz
grave y cierto para la misma»917 . Varas, 15576/89, § 69), 30.10.1991 (Vilvarajah, 13163-13165/87 y 13447-13448/87,
La jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos no §§ 103 y ss.), 15.11.1996 (Chahal, 22414/93, § 74), 17.12.1996 (Ahmed, 25964/94,
es muy clara en este punto. En varias sentencias se considera que has- § 39) y 11.7.2000 (Jabari, 40035/98, § 38).
919
STEDH de 2.5.1997 (Kitts, 30240/96, §§ 49 y ss.). La cursiva es nuestra.
914
9
'° STEDH de 28.3.2000 (Mahmut Kaya, 22535/93,§§ 89 y ss.).
IsENSEE, «Das Grundrecht ... », § 111, m. 145. 92
' STEDH de 8.11.2005 (Gongadze, 34056/02, § 165).
"' SSTC 120/1990 (FJ 8), 137/1990 (FJ 6) y 11/1991 (FJ 8). "' SSTEDH de 28.10.1998 (Osman, 23452/94, § 116), 3.4.2001 (Keenan,
"' STC 119/2001 (FJ 6), cuya doctrina reitera la STC 16/2004 (FJ 4). 27229195, § 92), 14.3.2002 (Edwards, 46477/99, § 55) y 18.6.2002 (Óneryldiz,
"' SSTC 5/2002 (FJ 4) y 220/2005 (FJ 4). 48939/99, § 63).

314 315
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL lll. DETERMINACIÓN DEL RIESGO PERMITIDO

de esos riesgos graves y ciertos conlleva, no obstante, el peligro igual- costes y beneficios de las medidas adecuadas para prevenirlo, así como
mente probable de causar otros daños también irreversibles pero cua- la utilidad social que reporta la actividad riesgosa925 •
litativa y cuantitativamente peores. Así las cosas, no queda más reme-
dio que tolerar aquel primer riesgo grave y cierto, si queremos evitar
un mal mayor. Imaginemos ahora un peligro gravísimo pero incierto 2. CRlTERIOS RELATIVOS
-v. gr., el riesgo para la vida derivado de la contaminación electro-
A) DATOS JURISPRUDENCIALES
magnética- o poco probable -v. gr., una catástrofe nuclear- sus-
ceptible de ser reducido con precauciones que no implican coste al-
La relatividad del riesgo permitido queda patente en la resolución
guno. Nuestra opinión es que los derechos fundamentales obligan
al Estado a tomar estas medidas. Y, desde luego, también la del Tri- del Tribunal Constitucional Federal alemán referida al almacenamien-
to de armas químicas, en la que se advierte que la Ley Federal para la
bunal Constitucional Federal alemán, que ha afirmado la obliga-
ción estatal de proteger la vida y la integridad física frente a los ries- Protección contra las Inmisiones permite que los vecinos de las insta-
laciones militares queden expuestos a ciertos riesgos que estarían pro-
gos derivados de la contaminación electromagnética y del aprove-
hibidos en el caso de otros establecimientos: «el aseguramiento del
chamiento pacífico de la energía atómica923 • Estos ejemplos ilustran
orden de libertades frente al exterior mediante una defensa eficaz jus-
que el carácter tolerable o intolerable de un riesgo no debe depender
tifica que el particular deba soportar excepcionalmente un mayor nivel
exclusivamente de las características intrínsecas del mismo -gravedad
de riesgos que en el ámbito de las instalaciones civiles» 926 •
y verosimilitud, medidas en términos absolutos-, sino que también
En algunas decisiones del Tribunal Constitucional español se apre-
está en función de factores extrínsecos que varían según las circuns-
cia todavía más claramente esa relatividad. La Sentencia 48/1996 de-
tancias.
clara vulnerado el derecho a la vida y a la integridad física de un reclu-
Por ello ha sido justamente criticado el criterio de la «razón prácti-
so gravemente enfermo cuya excarcelación había sido denegada por
ca», propuesto por BREUER y asumido por el mentado Tribunal alemán
una Audiencia Provincial debido a que «la estancia en prisión no cons-
al objeto de precisar el riesgo residual en relación con la autorización
de centrales nucleares. Sostiene este autor que el riesgo es aceptable si, tituía un peligro seguro para su vida». El Tribunal Constitucional re-
a causa de las medidas precautorias adoptadas y en vista del estado de cuerda que «la puesta en libertad condicional de quienes padezcan una
los conocimientos científicos y técnicos, queda prácticamente excluido enfermedad muy grave y además incurable tiene su fundamen:to en el
-resulta prácticamente inimaginable- que ocurra el hecho dañoso924 .
riesgo cierto que para su vida y su integridad física, su salud en suma,
Sin embargo, este criterio, pensado para un supuesto muy concreto, no
pueda suponer la permanencia en el recinto carcelario». Pero advierte
que aquélla «no exige la existencia de un peligro inminente o inmedia-
vale respecto de numerosas actividades riesgosas. La circulación de ve-
to ni tampoco significa que cualquier dolencia irreversible provoque el
hículos a motor, por ejemplo, se permite bajo ciertas condiciones a
paso al tercer grado penitenciario, si no se dieren las otras circunstan-
pesar de que la posibilidad de que en tales condiciones se produzcan
cias antes indicadas además de las previstas en el Código penal, entre
anualmente miles de muertes no está, ni mucho menos, prácticamente
excluida. Y es que la línea de demarcación entre el riesgo permitido y ellas, como aquí ocurre, la menor peligrosidad de los así libertos por
su misma capacidad disminuida» (FJ 2) 927 •
el prohibido no se traza exclusivamente en función de la probabilidad
de que ocurra un daño, sino que resulta de una decisión normativa-va- 925 En sentido similar, vid. las críticas de APPEL, <<Stufen der Risikoabwehr»,
lorativa en la que habrá que ponderar también otros factores, como los NuR, 1996, p. 229; BóHM, Der Normmensch, 1996, p. 116; HERMES, Das Grundre-
cht ... , pp. 236 y ss.; SzczEKALLA, Die sogenannten ... , pp. 367 y ss.; Ro.BNAGEL, «Die
923 Vid., entre otros, los ya citados AA. de 8.8.1978 (BVerfGE 49, 89) y rechtliche Fassung technischer Risiken», UPR, 1986, p. 55. En la doctrina españo-
28.2.2002 (DVBl., 2002, pp. 614-616). la, vid. PAREDES CASTANÓN, El riesgo permitido en Derecho penal, 1995, pp. 483 y ss.
924
Vid. BREUER, «Gefahrenabwehr... », p. 835, así como el A. del BVerfG de
9
" A. de 29.10.1987 (BVerfGE 77, 170, 226).
927 Esta doctrina se reitera en el ATC 381/1996 (FJ 3).
8.8.1978 (BVerfGE 49, 89, 143).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL III. DETERMINACIÓN DEL RIESGO PERMITIDO

La Sentencia 25/2000 (FJ 7) declara, en sentido similar, que la re- dades. Las decisiones de los poderes públicos deberían ajustarse a
solución judicial que se pronuncie sobre la excarcelación debe conte- este principio930 .
ner una motivación en la que se ponderen «los bienes y derechos en Pongamos por ejemplo la decisión judicial de excarcelar a un en-
conflicto: de un lado, la seguridad colectiva que podría verse afectada fermo preso por haber cometido varios asesinatos. Imaginemos que la
por el no ingreso en prisión de un penado con un eventual pronóstico excarcelación puede conllevar dos resultados, según el enfermo vuel-
negativo de reincidencia, dadas sus circunstancias personales y, sobre va o no a delinquir: el primero es muy poco probable (0,01) pero en-
todo, en atención a la incidencia en dicho pronóstico de la enfermedad cierra un coste altísimo (statu qua - 10.000 unidades), mientras que el
padecida por el mismo; y, de otro, el grado de afección del derecho a segundo es muy verosímil (0,99) pero produce un beneficio relativa-
la vida e integridad física del condenado teniendo el cuenta el tipo de mente modesto (statu qua + 20 unidades). La otra solución, consis-
enfermedad y la mayor o menor incidencia que el ingreso en prisión de tente en la no excarcelación, puede llevar también a dos situaciones
quien la padece tendría en ella». según la estancia en prisión del enfermo empeore la salud del mismo:
Es decir, la existencia de un riesgo tolerable depende no sólo de su el primero es menos probable que el segundo (0,3 frente a 0,7) pero
magnitud, sino también de otros factores extrínsecos, como los peligros mucho más costoso (statu qua - 100 unidades, frente a statu qua - 10
que conllevan las medidas encaminadas a combatirlo y los beneficios unidades). Si el juez se ajusta a la referida teoría decidirá la no
que puede reportar la actividad riesgosa928 . Un mismo riesgo puede ser excarcelación, puesto que la utilidad esperada de esta alternativa
tolerable en algunos casos e intolerable en otros. (statu qua - 37 unidades) es mayor que la de la otra (statu qua - 80,2
unidades) 931 •
La teoría de la maximización de la utilidad esperada se deduce ló-
B) EL CRITERIO DE LA MAXIMIZAC/ÓN DE LA UTILIDAD ESPERADA gicamente de ciertos axiomas, de modo que si éstos nos parecen racio-
nales y los aceptamos, también estaremos aceptando la teoría y afir-
Ya hemos visto que los poderes públicos deben escoger la interpre- mando su racionalidad. Los axiomas serían los siguientes'":
tación de los mandatos constitucionales que satisfaga en mayor medi- Completitud. Es posible establecer preferencias entre todos los re-
da el conjunto de todos ellos. El legislador, los Tribunales y la Admi- sultados posibles de todas nuestras alternativas de acción. Es decir,
nistración deben interpretar proporcionadamente los preceptos que para cualesquiera resultados A y B: o bien A es preferible a B; o bien
reconocen derechos fundamentales. Las reducciones de su alcance pri- B es preferible a A; o bien A es indiferente a B.
ma /acie deben ser útiles, necesarias y ponderadas. Y, en consecuencia, Transitividad. Dados cualesquiera resultados A, B y C de una alter-
cualquier limitación de la protección contra peligros, cualquier exposi- nativa de acción, si A es preferible o indiferente a B, y B es preferible o
ción de un bien fundamental a un riesgo, habrá de ser adecuada, nece- indiferente a C, entonces A es preferible o indiferente a C. Este axioma
saria y no excesiva para satisfacer un fin legítimo929 • exige, pues, que nuestras preferencias sean coherentes, consistentes.
La pega es que, en situaciones de riesgo, los beneficios y costes Independencia. La relación de indiferencia entre los resultados A y
que las actuaciones conllevan son inciertos: tal vez se produzcan o tal B no se ve alterada si cada uno de ellos se combina con las mismas
vez no. ¿Cómo calcular entonces si una decisión es ponderada? Para circunstancias. Es decir, debemos evaluar nuestras alternativas de ac-
resolver el problema se ha propuesto la teoría de la utilidad espe- tuación haciendo abstracción de las circunstancias que producen las
rada: un agente racional debe actuar maximizando la utilidad es- mismas consecuencias con independencia de nuestra elección. Así, por
perada de su acción, esto es, la suma ponderada de las utilidades de ejemplo, si nos da igual ir al teatro que al cine, nos dará igual tener una
los posibles resultados de esa acción multiplicada por sus probabili-
930
NELL, Wahrscheinlichkeitsurteile ... , pp. 136 y ss.
928
"' 0,3(s. q. -100) + 0,7(s. q. -10) > 0,99(s. q. + 20) + O,Ol(s. q. -10.000).
En sentido similar, vid. DIETLEIN, Die Lehre ... , pp. 112 y ss. 932
Vid., por ejemplo, MARfN/RUBIO, Economía financiera, 2001, pp. 645 y ss.
929
En sentido similar, MURSWIEK, «Umweltrecht ... », p. 251. y 738 y SS.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL III. DETERMINACIÓN DEL RIESGO PERMITIDO

probabilidad 0,5 de ir al teatro y ganar un euro que una probabilidad lidad esperada de sus acciones 936 • Lo cual no empece, por lo demás,
0,5 de ir al cine y ganar un euro. que las autoridades públicas, a fin de lograr este objetivo, deban tener
Continuidad. Si el resultado A es preferible al resultado B, que a su muy en cuenta (las teorías que intentan describir y explicar) cómo ac-
vez es preferible al resultado C, existe una probabilidad p tal que la túa realmente la gente, al igual que un fabricante que quiera maximi-
obtención cierta de B es indiferente a una lotería en la cual existe la zar sus beneficios tratará de averiguar y en su caso fabricar con arreglo
probabilidad p de ganar A más la probabilidad 1-p de obtener C. Es a las filias, las fobias y las costumbres de sus clientes, por muy absur-
decir, no hay resultados infinitamente malos o infinitamente buenos. das (o incluso despreciables) que le parezcan. Si la función de las re-
Podemos aceptar una alternativa que produce un resultado no tan bue- gulaciones jurídicas es influir en la conducta de los hombres para que
no como el de otra, siempre que aquél sea más probable. éstos realicen las acciones socialmente más valiosas y se abstengan de
Dominancia. Si existen dos alternativas de actuación, cada una de llevar a cabo aquellas perjudiciales, resultará muy útil poder predecir
las cuales puede producir sólo los resultados A y B, siendo A preferi- cúal será la reacción de los mismos frente a las regulaciones que les
ble a B, hay que escoger la alternativa que con mayor probabilidad afectan, a fin de diseñarlas de manera que puedan constituir los incen-
produzca el resultado A. Es decir, si un opción es mejor que otra en tivos adecuados para lograr dicho objetivo'".
un aspecto y al menos igual de buena en todos los restantes, aquélla Se dice, en segundo lugar, que en situaciones de incertidumbre es
debe ser la elegida. imposible determinar la probabilidad de que se produzca cada uno de
A la teoría de la utilidad esperada se le ha objetado que con fre- resultados posibles de la decisión"'· Trasladada al ámbito jurídico, esta
cuencia las personas no actúan racionalmente, entre otras causas, por tesis implica la afirmación de que en tales situaciones es imposible pon-
la falta de información, la limitación de sus capacidades intelectuales, derar bienes o valores jurídícos 939 y que, por lo tanto, aquí la máxima
los «atajos heurísticos» que emplean para calcular los resultados espe- de la proporcionalidad no sirve ni como criterio ni como límite de las
rados de sus alternativas de decisión o las influencias del contexto so- actuaciones de los poderes públicos. Claro que entonces, y si no se
cial, factores todos ellos que «distorsionan» su percepción del riesgo 933 • quiere concluir que en la incertidumbre valen cualesquiera decisiones,
Ciertamente, abundantes estudios experimentales indican que las per-
936
sonas no siempre se comportan según las predicciones de la teoría de Como señala Ríos, «Racionalidad y toma de decisiones hacia el siglo XXI»,
la utilidad esperada934 . Sin embargo, estas evidencias, que tal vez des- Arbor, 643-644, 1999, p. 444, «la modelización matemática en el campo de la teo-
ría de la decisión tiene un carácter distinto del que tiene en física, ya que no se
mientan dicha teoría en cuanto que la misma pretende describir y ex-
trata de reconocer y reproducir mediante relaciones matemáticas un fenómeno
plicar cómo actúan realmente los hombres935 , no constituyen una obje- físico, como p. e. el movimiento de un péndulo, sino de crear un modelo cuya
ción seria respecto de su función normativa. El hecho de que los aplicación conduzca a las decisiones que consideramos que "deben ser más ade-
poderes públicos actúen a veces irracional o arbitrariamente no quita cuadas" a la situación con que nos enfrentamos. Es decir, no nos proponemos lle-
gar a un modelo descriptivo sino a un modelo normativo». KAHNEMANITVERSKY,
que deban actuar siempre racionalmente, tratando de maximizar la uti- «Rational Choice and the Framing of Decisions», en Choices, values, and /rames,
2000, p. 220, tras advertir que «el sueño de construir una teoría que sea acepta-
ble tanto descriptiva como normativamente aparece irrealizable», dejan claro que
933
Cfr. CEREZO/LUJAN, Ciencia ... , p. 55. su prospect theory pretende ser «descaradamente descriptiva y no hacer afirmacio-
934
Vid. SLOVIC(et alt.), The Perception o/ Risk, 2000, así como las obras co- nes normativas. Está diseñada para explicar preferencias, con independencia de
lectivas: Judgment under uncertainty: Heuristics and biases, eds. KAHNEMAN/SLO- que puedan o no ser racionalizadas».
VICITVERSKY, 1998; Heuristics and biases, eds. GILOVICHIGruFFINIKAHNEMAN, 2002; 937
Sobre la relevancia para la ciencia jurídica de estas teorías descriptivas y
Choices values and /rames, eds. KAHNEMANITVERSKY, 2000. explicativas de las decisiones humanas, vid., entre otros, GUTHIUE, «Prospect
m Aunque hay quien estima, como HooGSON, «¿Los experimentos pueden Theory, Risk Preference, and the Law», Northwestern University Law Review, 97-
falsear la teoría de la utilidad esperada?», Revista de Economía Institucional, 10, 3, 2003, pp. 1115-1163; AA.VV., Behavioral Law & Economics, ed. SUNSTEIN, 2000,
2004, pp. 17 y ss., que en rigor esta teoría resulta invulnerable a cualquier ataque in loto.
empírico; ninguna evidencia experimental puede falsaria, entre otras razones por- 938
Vid. CEREzo/LuJAN, Ciencia ... , pp. 66 y ss.
que los sujetos pueden estar maximizando utilidades que desconocemos. 939
FLEURY, Das Vorsorgeprinzi"p ... , pp. 91 y ss.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL III. DETERMINACIÓN DEL RIESGO PERMITIDO

habrá que encontrar otros criterios plausibles que permitan juzgar la periores a las pérdidas potenciales»941 • En cambio, la atrevida y extre-
racionalidad de las mismas. madamente optimista regla maximax permite aprovechar esas oportu-
Se ha propuesto, por ejemplo, el criterio de la razón insuficiente, nidades, pero en otros supuestos puede acarrear consecuencias desas-
según el cual también en caso de incertidumbre hay que maximizar la trosas. Como señala NELL, «para cada una de esas reglas pueden
utilidad esperada, si bien, como aquí no hay una razón suficiente para encontrarse ejemplos en que su aplicación parece razonable; pero para
asignar una probabilidad a los posibles resultados de nuestras actuacio- cada regla hay también casos en que la misma conduce a una insensa-
nes, hay que actuar como si todos ellos fuesen igualmente probables. tez». El problema que se plantea entonces es cómo elegir en cada caso
En este criterio se basa implícitamente la doctrina según la cual el juez el criterio de decisión. El agente necesita una «metarregla» que le in-
contencioso-administrativo, al resolver incidentes cautelares, no ha de dique qué criterio debe aplicar'"·
tener en cuenta la apariencia de buen derecho del recurrente -es de- A las citadas reglas se les puede objetar también su irracionalidad.
cir, la probabilidad de que éste obtenga al final del proceso una sen- Todas ellas desprecian por completo la probabilidad -la verosimili-
tencia estimatoria-, sino tan sólo el peso de los intereses públicos y tud- de los posibles resultados de la decisión. Ya hemos visto que
privados en juego. Otro criterio es la regla maximín (maximum mini- estos criterios se pretenden fundamentar en la imposibilidad de deter-
morun), según la cual hay que escoger la alternativa de acción que pre- minar y medir científicamente con absoluta certeza y exactitud la pro-
sente la mayor utilidad mínima. Esta regla, de sesgo conservador y pe- babilidad de cada una de las consecuencias posibles de una decisión.
simista, persigue evitar el resultado más perjudicial, la peor hipótesis Pero de esta premisa no se sigue aquella conclusión.
imaginable. En el otro extremo se encuentra la regla maximax (maxi- Hay que admitir que la ciencia no puede predecir con absoluta
mum maximorum), que dice que hay que decantarse por la alternativa exactitud, certeza e infalibilidad cuáles van a ser las consecuencias de
que en el mejor de los casos lleve al mejor de los resultados. También nuestras decisiones. Ahora bien, ello no implica que cualesquiera pre-
se ha propuesto la regla del arrepentimiento minimax (mínimum maxi- dicciones tengan el mismo valor científico y que, por consiguiente, de-
morum), que insta a tomar el curso de acción que menos podamos la- bamos despreciar su mayor o menor verosimilitud. La ciencia sí pue-
mentar, es decir, aquel en el que se produzcan el mínimo de diferen- de y debe decirnos que determinadas hipótesis son preferibles a otras
cias máximas entre los eventuales resultados. Imaginemos que la porque son más verosímiles, explican mejor y más amplia y sencilla-
Administración ha de optar entre dos decisiones: la primera puede mente la realidad, están corroboradas en mayor grado por la experien-
generar cien unidades de beneficio social en el -mejor de los casos y cia, han resistido mejor la crítica racional y los tests severos a los que
veinte en el peor; la segunda, mil en el mejor y cinco en el peor. De las hemos sometido, etc. 943. Las teorías científicas pueden ser evaluadas
acuerdo con la citada regla, habría que decantarse por la segunda al- con arreglo a criterios objetivos estándar, tales como la precisión, la
ternativa, pues aquí la magnitud del arrepentimiento máximo sería de coherencia, la amplitud, la simplicidad, la fecundidad y la utilidad944 •
noventa y cinco unidades, mientras que en el primer caso sería de no- Estos criterios son imprecisos y muchas veces riñen unos con otros,
vecientas ochenta940 . de manera que los individuos pueden diferir legítimamente en sus apli-
A estos criterios se les ha de criticar que la aplicación generalizada caciones a casos concretos. Pero ello no implica que dicha evaluación
e irrestricta de cada uno de ellos puede conducir en determinadas cir- sea una tarea absolutamente privada de objetividad y que, por lo tanto,
cunstancias a resultados muy insatisfactorios. La aplicación de la con-
941
servadora regla maximín, si bien cabe considerarla aceptable cuando se CEREZO/LUJAN, Ciencia ... , pp. 58 y 59. Vid. una extensa crítica a la aplica-
percibe la posibilidad de-causar daños catastróficos, tiene el gran in- ción universal de este principio en situaciones de incertidumbre en SUNSTEIN,
«Irreversible and Catastrophic», John M. Olin Law & Economics Working Paper,
conveniente de que «impide aprovechar las oportunidades que se pre- 242, 2005, pp. 40 y SS.
sentan en las situaciones en que las potenciales ganancias son muy su- 942
NELL, Wahrscheinlichkeitsurteile ... , p. 134.
943
Vid. POPPER, Conjeturas ... , pp. 283 y ss.
940 Sobre estos cuatro criterios que acaban de citarse, vid. CEREZO/LUJAN, 944
KUHN, «Objetividad, juicios de valor y elección de teoría», 1973, en La
Ciencia ... , p. 58 y ss. tensión esencial, 1977, pp. 345 y 346.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL III. DETERMINACIÓN DEL RIESGO PERMITIDO

todas las teorías tengan el mismo valor científico -es decir, ningu- Esta concepción epistemológica tiene consecuencias en el ámbito
no-, sino únicamente que la objetividad es limitada, que la elección de la acción práctica. Como advierte PoPPER, si bien «desde un punto
entre teorías rivales es fruto en la realidad de la aplicación de criterios de vista racional no podemos "fiamos" de ninguna teoría, ya que no
objetivos y de factores estrictamente subjetivos. Los primeros no cons- se ha demostrado, ni se puede demostrar, que una teoría sea verdade-
tituyen reglas que determinen unívocamente la elección, pero sí valores ra ... Sin embargo, debemos preferir la teoría mejor contrastada como
compartidos por un grupo de personas en un momento y lugar dados base de acción». «En otras palabras, no hay "confianza absoluta", pero
que influyen en la misma confiriéndole cierta objetividad945 • Ciertamen- puesto que hemos de elegir, será "racional" elegir la teoría mejor con-
te, los científicos eligen en parte por consideraciones subjetivas, pero trastada ... [es decir] la que a la luz de la discusión crítica parece mejor,
ello no justifica un «todo vale»'46 tal que las decisiones jurídico-públicas por el momento»'"·
de riesgo puedan basarse lícitamente tanto en concienzudos dictámenes Así, por ilustrar lo dicho con un ejemplo, habría que tachar de irra-
de reputados expertos elaborados conforme a las reglas pacíficamente cional aquella doctrina que sostiene que al adoptar medidas cautelares
admitidas por la «comunidad científica» como en predicciones de pa- contencioso-administrativas -decisiones que se toman en una situa-
rapsícólogos, hechiceros, nigromantes, quiromantes o astrólogos. Lo ción de incertidumbre relativa al resultado del proceso y a los perjui-
que justifica es que podamos pedirles a los expertos que expliquen sus cios antijurídicos que puedan derivarse del mantenimiento o de la
elecciones, «que muestren las bases de sus juicios»947 . Lo que justifica modificación del statu quo- el juez no ha de atender a la apariencia
es, asimismo, que el poder de decidir cuál es el riesgo tolerable por la de buen derecho (fumus boni iuris) del recurrente, esto es, a la verosi-
sociedad no se les entregue ciegamente, sino que se ejerza por autorida- militud de que éste obtenga en el futuro una sentencia estimatoria.
des legitimadas democráticamente y a través de procedimientos trans- Como no podía ser de otra manera, esta doctrina ha sido justamente
parentes y participativos, hasta donde sea posible. críticada949 , aunque algunos críticos han acabado sosteniendo una opi-
Es por ello completamente racional aventurar varias hipótesis sobre nión no menos criticable: la de que sólo hay que utilizar como criterio
los resultados que puede tener una decisión y asignar provisionalmen- dicha apariencia, sin que sea lícito ponderar la magnitud de los benefi-
te a cada una de esas hipótesis un distinto grado de probabilidad -o cios y costes que para los intereses públicos y privados pueda suponer
verosimilitud, si se prefiere decir así- en función de los datos, abun- cada uno de los posibles resultados de la decisión judícíal950 • Ello su-
dantes o escasos, que corroboren cada una de ellas y de los demás cri- pone aplicar a este problema jurídico la regla best guess, según la cual
terios objetivos apuntados. Como es obvio, ese grado de verosimilitud hay que preferir la alternativa que con mayor probabilidad conduce a
hipotético y provisional deberá ser explicado, discutido, criticado, re- un resultado positivo, sin tener en cuenta si éste es más o menos posi-
visado y eventualmente modificado a la luz de los nuevos datos que tivo, y en qué medida, que los de las demás opciones. Esta regla incu-
vayan apareciendo. En fin, es razonable pensar que nos acercaremos rre en los mismos defectos que las antes expuestas. También desprecia
más a la verdad y decidiremos más acertadamente sí procedemos de irracionalmente uno de los factores que deberían sopesarse al decidir,
esa manera que si despreciamos absolutamente cualquier criterio obje- sólo que ahora el factor despreciado no es la verosimilitud de los re-
tivo de evaluación, así como todos los datos, por escasos que sean, ten- sultados, sino la utilidad de los mismos. Y, por ello, su aplicación es
dentes a corroborar o desmentir nuestras conjeturas. manifiestamente inaceptable en determinados supuestos, como, por
ejemplo, cuando la alternativa que con mayor probabilidad (pongamos
945 KUHN, «Objetividad ... », pp. 346 y ss.; EcHEVERRfA, Ciencia y valores, 2003,
948
POPPER, Conocimiento objetivo, 1972, pp. 32 y 33. La cursiva es del original.
pp. 64 y 165. 949
946 Tal vez el «todo vale» sea el único principio capaz de hacer progresar la Vid. BACIGALUPO, La nueva tutela cautelar en el contencioso-administrativo,
ciencia (FEYERABEND, Tratado contra el método, 1997, pp. 7 y ss.), pero ello 1999, pp. 151 y ss.; CHINCHILLA MARtN, La tutela cautelar en la nueva justiCia ad-
no implica que en un ordenamiento jurídico dado, asentado sobre determinados ministrativa, 1991, pp. 45 y ss. y 183 y ss.
950
valores, deba atribuirse la misma relevancia jurídica a todas las teorías y predic- Vid. GARCfA DE ENTERRfA, «Observaciones sobre la tutela cautelar en la
ciones. nueva Ley de la Jurisdicción contencioso-administrativa de 1998», RAP, 151, 2000,
947 KUHN, «Objetividad ... », p. 361. pp. 253 y SS.

324 325
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL 111. DETERMINACIÓN DEL RIESGO PERMITIDO

0,55) lleva a un resultado ligeramente más positivo que el de las res- Los economistas son muy ingeniosos, y han ideado diversos méto-
tantes puede provocar daños muchísimo más graves (con un 0,45 de dos para cuantificar el valor de bienes aparentemente inconmensu-
probabilidad) 951 • Es por estas razones que el juez sí debe tener en cuen- rables, a partir de encuestas, de datos empíricos que indican cuánto
ta ambos factores al objeto de maximizar la «justicia esperada» de su están dispuestos a pagar los ciudadanos por esos bienes o qué indem-
decisión, aunque la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa nización están dispuestos a recibir por su pérdida, etc. Es obvio que
de 1998 aluda expresamente sólo al criterio de la ponderación de inte- tales métodos no están exentos de dificultades, defectos, lagunas y ele-
reses y no diga nada del /umus boni iuris952 • mentos subjetivos, pero aun así resultan muy útiles en la medida en
La implementación del criterio de la maximización de la utilidad es- que aumentan la racionalidad y la transparencia del proceso de deci-
perada topa también con lo extraordinariamente difícil que resulta cuan- sión, máxime cuando la alternativa a dicho análisis formal es la ponde-
tificar, por un lado, los costes y beneficios sociales de los resultados posi- ración puramente intuitiva, subjetiva, de los bienes en juego. Sí en el
bles de nuestras decisiones y, por otro, la probabilidad de que se procedimiento de elaboración de una decisión de riesgo quedan explí-
produzca cada uno de esos resultados. Para efectuar ese cálculo, hay que citamente cuantificados absolutamente todos los costes y beneficios de
expresar en una magnitud única costes y beneficios de muy diversa na- una decisión, de cualquier índole que éstos sean, los ciudadanos po-
turaleza, aparentemente inconmensurables. ¿Cómo se mide el coste drán luego conocer, contrastar, criticar e impugnar las razones que han
social de la muerte de un lince? ¿Y el de la suciedad del paisaje? La difi- llevado al Estado a decidir, los intereses que ha tenido en cuenta, el
cultad se acentúa en el ámbito de las decisiones jurídicas, porque muchas peso relativo que les ha otorgado. Lo cual no podrán hacer cuando
autoridades y la mayoría de los juristas suelen ser «de letras», gente aque- tales datos permanecen ocultos956 •
jada de una extraña alergia a las matemáticas: iudex non calculat95 }. La objeción iudex non calculat no es pertinente. Los jueces, cierta-
Por ello se ha concluido que «el "ponderar" y "sopesar" es sólo una mente, no poseen ni los conocimientos ni los medios materiales ni el
954
imagen; no se trata de dimensiones cuantitativamente mensurables» . tiempo necesarios para realizar un análisis económico «exhaustivo» de
A nuestro juicio, la gran dificultad que entraña esa tarea de cuanti- los costes y beneficios esperados de sus decisiones. Pero el caso es que
ficación y la relativa fiabilidad de sus resultados no quitan que tenga los jueces no son los únicos poderes públicos que afectan con sus de-
alguna utilidad intentar llevarla a cabo. Es más, en ocasiones puede ser cisiones a los derechos fundamentales. Es más, ni siquiera son los lla-
obligado. Recordemos que una de las razones que llevó al Tribunal de mados en primer lugar a ello. El papel de primer actor le corresponde
Estrasburgo a declarar en su primera Sentencia Hatton que el Reino al legislador, que, auxiliado por la Administración, sí dispone de los
Unido no había cumplido su obligación de lograr el justo equilibrio al medios requeridos. Lo cual no implica que el legislador y la Adminis-
regular los movimientos nocturnos en el aeropuerto de Heathrow era tración deban efectuar siempre un análisis exhaustivo antes de actuar.
que las autoridades británicas ni siquiera habían intentado cuantificar Habrá que ver si los beneficios que se espera obtener de él compensan
955
monetaríamente los beneficios económicos que éstos reportaban . sus costes.
Puede suceder que los intentos de cuantificación ofrezcan resulta-
dos tan pobres o resulten tan costosos que no valga la pena obligar al
951 En sentido similar, NELL, Wahrscheinlichkeitsurteile ... , pp. 128 y 129.
952 De la misma opinión: BACIGALUPO, La nueva ... , pp. 151 y ss.; CHINCHILLA órgano decisor a explicitar numéricamente, mediante conceptos métri-
MAR1N, «La tutela cautelar», en Comentarios a la Ley de la Jurisdicción Contencio- cos, el cálculo de los probables costes y beneficios de su decisión. Pero
so-Administrativa, 2001, pp. 622 y 623; DE LA SIERRA, Tutela cautelar contencioso- hasta en estos supuestos la regla de la maximización de la utilidad es-
administrativa y Derecho europeo, 2004, pp. 259 y ss. y 313 y ss. perada sigue proporcionando una pauta válida y útil de decisión racio-
9 ~3 NELL, Wahrscheinlichkeitsurteile ... , p. 153.
954 LARENZ, Metodología ... , p. 400.
nal en la incertidumbre, porque siempre podemos aplicarla utilizando
"' STEDH de 2.10.2001 (Hatton y otros, 36022/97, §§ 100-102). La posterior conceptos comparativos -v. gr., intervenciones de intensidad leve, me-
STEDH (Gran Sala) de 8.7.2003 (Hatton y otros, 36022/97, § 126) no justifica
956
convincentemente por qué en este caso no hacía falta precisar el coste económico Vid. FEHLING, «Kosten-Nutzen-Analysen als Mafüab für Verwaltungsents-
de la eventual supresión de los movimientos aeroportuarios nocturnos. cheigunden», VerwArch, 95, 2004, pp. 464 y ss.

326 327
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
III. DETERMINACIÓN DEL RIESGO PERMITIDO

dia o grave 957 ; suceso muy probable, poco probable, nada probable;
daños irreversibles o de muy difícil reparación, etc.-, conceptos cuyo El primero constituye una de las «reglas de oro» del Derecho de
uso todavía hoy se considera muy útil y está ampliamente extendido policía alemán. Se trata de la máxima «cuanto-tanto» (je-desto-Forme[),
incluso en algunas áreas de la ciencia empírica958 . Las comparaciones de acuerdo con la cual el grado suficiente de probabilidad requerido
han de jugar un papel de primer orden959 .
Tal vez no merezca la pena para la existencia de un peligro (intolerable) está en función de la mag-
cuantificar determinados riesgos, pero siempre existe la posibilidad de nitud del daño posible: cuanto mayor sea la gravedad del daño, tanto
evaluarlos comparándolos con otros, y ello a fin de actuar de manera menor será el grado de probabilidad exigible para adoptar una medida
coherente con nuestras propias estimaciones y maximizar la utilidad de de protección960 • Así, «la probabilidad de que ocurra un hecho dañoso
nuestros escasos recursos, porque si llegamos a la conclusión de que la que puede ser tolerada al autorizar [una central nuclear] debe ser tan
gravedad de un riesgo es semejante a la de 9tro, lo congruente será pequeña como sea posible y, en especial, tanto más pequeña cuanto más
adoptar medidas de precaución similares en ambos casos; y si estima- graves puedan ser los tipos de daños y las consecuencias dañosas»; en
mos que su magnitud no es equiparable, lo razonable será darles un consecuencia, «atendidas la clase y la gravedad de los daños [eventual-
tratamiento distinto. Constituye un despilfarro invertir recursos en re- mente derivados del funcionamiento de semejante instalación], una le-
ducir un peligro -v. gr., en salvar diez vidas- si con esos mismos re- jana probabilidad de su acaecimiento debe bastar ya para desencade-
cursos se puede reducir en mayor medida otro peligro más grave -v. nar concretamente el deber de protección del legislador»961 .
gr., salvar cien vidas-. El segundo criterio es que el riesgo permitido -y, en consecuencia,
De todas formas, la dificultad de cuantificar la verosimilitud y la el alcance de los derechos a la protección contra riesgos- guarda una
utilidad de los posibles resultados de las decisiones que afectan a los relación inversamente proporcional con el coste de las medidas de pro-
derechos fundamentales lo que justifica es reconocer a los poderes tección. La magnitud que ha de alcanzar un riesgo para volverse intole-
públicos dotados de mayor legitimidad democrática y/o mejor situados rable aumentará cuanto mayores sean los costes esperados de las medi-
un más o menos amplio margen de discrecionalidad para tomar la de- das protectoras. Aquí se aprecia de nuevo que la gravedad del riesgo
cisión preferible de acuerdo con el modelo de la maximización de la permitido es relativa, está en función de los riesgos que encierran las
utilidad esperada, pero no renunciar absolutamente a la racionalidad y medidas preventivas 96'. Un riesgo aparentemente insignificante resulta
a la transparencia que éste proporciona. Dicho modelo, además, expli- intolerable cuando puede ser reducido sin coste alguno. En cambio,
ca y justifica dos plausibles criterios utilizados jurisprudencialmente habrá que permitir aquellos peligros «serios y reales» si las únicas medi-
para determinar el riesgo permitido y, por consiguiente, el alcance de das adecuadas para eliminarlos o reducirlos cuestan demasiado.
las correspondientes obligaciones de protección.
957 Vid. ALEXY, «Epílogo a la teoría de los derechos fundamentales», REDC, C) PRECISIONES SOBRE LOS CONCEPTOS DE PROBABIUDAD E INCERTIDUMBRE
66, 2002, pp. 31 y SS.
958 Vid. DíEzlMOULINES, Fundamentos de Filosofía de la Ciencia, 1999, pp. 108
Dada la equivocidad del término, conviene que intentemos aclarar
y ss. a qué nos referimos cuando hablamos de probabilidad"'. Desde luego,
959 D1 FABIO, Risikoentscheidungen ... , pp. 453 y 454; LADEUR, Das Umweltre-

cht der Wissensgesellschat, 1995, pp. 216 y ss.; SCHERZBERG, «Risikosteuerung dur- 960
ch Verwaltungsrecht», VVDStRL, 63, 2004, pp. 230 y ss. La doctrina norteameri- Vid., por ejemplo, las resoluciones del BVerfG de 29.10.1987 (BVerfGE
cana sobre la conveniencia, las posibilidades y las dificultades de la comparación 77,170,224) y 16.3.2004 (1 BvR 1778/01, § 79); DREWSIWACKE!VOGELIMARTENS,
entre riesgos es muy abundante. Vid., por todos, los trabajos de BREYER, BENDER, Gefahrenabwehr, p. 224.
FINKEL, GRAHAM y Vrscusr contenidos en el núm. III-2 de la New York University '" A. de 8.8.1978 (BVerfGE 49, 89, 138 y 142). En el mismo sentido, vid. los
Environmental Law ]ournal, 1995, así como SuNSTEIN, «Sustituir... », in toto; y CA- AA. de 20.12.1979 (BVerfGE 53, 30, 57) y 29.10.1987 (BVerfGE 77, 170, 224).
962
LANDRILLO, «Responsible Regulation: A Sensible Cost-Benefit, Risk versus Risk En sentido similar, vid. NELL, Wahrscheinlichkeitsurteile ... , pp. 183 y ss.
963
Approach to Federal Health and Safety Regulation», Boston University Law Re- Sobre las concepciones de la probabilidad y su utilidad en el ámbito jurí-
view, 81, 2001, pp. 957-1032. dico, vid. NELL, Wahrscheinlichkeitsurteile ... , pp. 18 y ss., a quien seguimos sus-
tancialmente.

328
329
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL III. DETERMINACIÓN DEL RIESGO PERMITIDO

no aludimos al concepto clásico, según el cual la probabilidad es el pótesis. Si sabemos, por ejemplo, que uno de cada dos poseedores del
cociente entre el número de casos favorables y el número de casos permiso de conducción es propietario de un coche (información A) y
igualmente posibles. De acuerdo con el mismo, la probabilidad de que X posee permiso de conducción, concluiremos que la probabilidad
que un equipo integrado por los mejores baloncestistas profesiona- de que X sea propietario de un coche, a la vista de A, es de 1/3. Si
les le gane un partido de baloncesto a un equipo formado por pig- sabemos que nueve de cada diez personas que ganan más de 2.000
meos aficionados es exactamente la misma que la probabilidad de que euros al mes son propietarias de un coche (B) y que X gana 3 .000
estos últimos venzan a los primeros: 0,5. Sin embargo, nadie sensato euros, entonces la probabilidad de que X tenga un coche en propie-
y bien informado arriesgará su dinero en una apuesta sobre el resulta- dad, en atención a B, es de 9/10. Si uno de cada 5 africanos tiene un
do del partido con arreglo a ese juicio. Sólo apostará por los pigmeos coche (C) y X es africano, la probabilidad de que X tenga un coche, a
cuando el eventual premio sea muy superior a la cantidad apostada, la vista de C, es 1/5. Puede apreciarse que una hipótesis tiene tantas
ya que percibe que la verosimilitud de su victoria es ínfima, muy infe- probabilidades lógicas como informaciones de referencia. El problema
rior a 0,5. es que esta concepción no proporciona criterios para precisar qué in-
Tampoco aludimos al concepto estadístico de probabilidad, que formación y, por lo tanto, qué probabilidad es «mejor» y ha de tenerse
grosso modo viene a designar la frecuencia relativa con la que ocurre en cuenta a la hora de decidir.
un suceso dentro de una clase o colectivo. Varías razones aconsejan no Nosotros aludimos a una concepción subjetiva, conforme a la cual
seguir esta concepción a la hora de implementar el criterio de la maxi- la probabilidad de un suceso sería el grado (de O a 1) de creencia o
mización de la utilidad esperada. La principal es que esta concepción confianza racional de un sujeto en el acaecimiento de ese suceso. Inte-
mira hacia el pretérito, mientras que la probabilidad que a nosotros resa resaltar que esa creencia debe ser racional, debe satisfacer ciertos
nos interesa se refiere a hechos fututos. Ello hace que puedan produ- principios axiomáticos a fin de poder hacer los cálculos necesarios para
cirse grandes desajustes entre la frecuencia relativa de un acontecimien- maximizar la utilidad esperada. Así, por ejemplo, no actúa racional-
to observada en el pasado y la que tenga lugar en el futuro, sobre todo mente un individuo que estima en 0,5 y 0,9 las probabilidades de que
cuando el colectivo de referencia es muy reducido. Cabe afirmar, por el equipo de sus amores gane o pierda, respectivamente, un partido de
ejemplo, que la probabilidad estadística de que un barco de pasajeros baloncesto, pues la suma de las probabilidades de todos los resultados
de las características del Titanic naufrague en su primera travesía trans- posibles e incompatibles entre sí debería ser l. El cumplimiento de esta
y otras exigencias racionales no hace completamente objetivos los jui-
oceánica es l. Sin embargo, no creemos muy razonable decidir even-
cios probabilísticos, pero sí garantiza al menos su coherencia, lo que ya
tualmente sobre la construcción de un buque semejante tomando como
tiene cierto valor. Conviene subrayar, asimismo, que el carácter subje-
premisa segura un naufragio tal, que antes bien parece poco verosímil.
tivo de tales juicios no quita que éstos deban realizarse, revisarse y
Además, cada nuevo problema de decisión en el que hay que averiguar
corregirse a la vista de la experiencia y las informaciones disponibles.
la probabilidad de un resultado futuro es en verdad rigurosamente sin-
Aunque, claro, «diferentes individuos o comunidades, siendo todos
gular, de manera que sólo podremos incluirlo en un colectivo hacien-
ellos racionales, pueden diferir en sus probabilidades subjetivas bási-
do abstracción de alguna de sus particularidades, lo que plantea el pro-
cas aun disponiendo de la misma evidencia»964 • Esta concepción tiene,
blema de cuáles son las que hay que despreciar o, dicho de otra
en cualquier caso, la ventaja de que pone de manifiesto el componente
manera, cuál es el colectivo de referencia -v. gr., barcos que navegan
subjetivo que encierra todo juicio probabilístico y que otras concepcio-
por aguas heladas, barcos de gran tamaño, de principios del siglo XX, nes esconden bajo un manto de aparente objetividad. De este modo,
etc.- y, correlativamente, la probabilidad a tener en cuenta. Esta con- se hacen más transparentes los motivos que impulsan la decisión. Y se
cepción no dice nada al respecto. reduce el peligro de que los científicos, haciendo pasar por datos obje-
Por razones semejantes, resulta poco útil la concepción lógica, sos- tivos lo que no son sino apreciaciones en gran medida subjetivas, im-
tenida entre otros por CARNAP, conforme a la cual la probabilidad se-
ría el grado de corroboración que una información otorga a una hi- 964 DfEz/MouLINES, Fundamentos ... , p. 163.

330 331
GABIUEL DOMÉNECH PASCUAL III. DETERMINACIÓN DEL IUESGO PERMITIDO

pongan de Jacto sus propios sesgos y usurpen funciones que correspon- ción del riesgo provocan determinadas circunstancias, propiciando que
den a los poderes legitimados democráticamente%'. las personas se alejen todavía más de la alternativa que maximizaría su
Por último, queremos llamar la atención sobre lo que algunc,s au- utilidad esperada968 • De otro lado, la existencia de incertidumbre justi-
tores denominan inseguridad o probabilidad de segundo grado, que fica algunos criterios de decisión. Una elevada incertidumbre, por
designaría la probabilidad estimada por un sujeto de equivocarse al ejemplo, exige inversiones elevadas encaminadas a mejorar la informa-
hacer un juicio de probabilidad o, dicho de otra manera, el grado de ción disponible, y requiere actuar con una elevada aversión al riesgo.
confianza racional de un individuo en sus juicios de probabilidad. Ima-
ginemos que nos preguntan cuán probable es obtener un número par D) LA AVERSIÓN AL RIESGO, A SU INMINENCIA Y A LA INCERTIDUMBRE
al tirar un dado. Nos atrevemos a decir que la mayoría de nosotros
responderá 0,5 y que estaremos bastante seguros de ello, aunque no El carácter decreciente de la utilidad marginal de los bienes implica
sepamos quién lanzará el dado, cómo lo lanzará o si éste está trucado, que un agente racional debe actuar con aversión al riesgo969 , de modo
etc. Pongamos ahora que nos preguntan por la probabilidad de que un que si se le presentan dos alternativas que prometen la misma riqueza
equipo de baloncesto del cual lo desconocemos todo le gane a otro esperada, habrá de escoger la menos arriesgada, la de resultados más
equipo que nos es igualmente desconocido. Lo normal es que, tras modestos pero más seguros. Por eso no es racional participar en una
dudar un momento, contestemos 0,5 y reconozcamos que nuestra esti- apuesta en la que hay dos posibles resultados que tienen la misma pro-
mación no es muy fiable. La causa de ello es que consideramos que en babilidad de producirse y que consisten en perder o ganar idéntica can-
este último caso la probabilidad de equivocarnos es mayor que en el tidad de dinero. La razón es que la utilidad adicional que proporciona
anterior o, lo que viene a ser lo mismo, que la probabilidad de mejorar la cantidad de dinero eventualmente ganada es inferior a la utilidad que
nuestro juicio de probabilidad mediante la obtención de nuevas infor- proporcionaba esa misma cantidad en caso de pérdida, por lo que la
maciones es más elevada966 . mejor decisión en este caso es, por consiguiente, no jugar970 . Natural-
A esta inseguridad o probabilidad de segundo grado parecen refe- mente, el placer que algunos sienten por el simple hecho de realizar es-
rirse algunos juristas cuando hablan de la incertidumbre, del carácter tas apuestas aparentemente irracionales puede hacerlas racionales, pero,
incierto de un riesgo, o cuando afirman algo confusamente que «el ries- claro, resulta intolerable considerar valioso el puro placer de arriesgar
go no es un minus, sino un aliud respecto del peligro del Derecho de cuando quien arriesga es el legislador, la Administración o los Tribuna-
policía ... Riesgo es el peligro de una apreciación fallida del peligro. El les y son nuestros intereses los que están en juego.
concepto de riesgo se convierte de esa manera en una magnitud pluri- Por la misma razón, un agente racional deberá actuar con «aversión
dimensional en la cual fluyen, de un lado, un factor de inseguridad a la incertidumbre», como, de hecho, así actúan normalmente las perso-
dependiente de la densidad del conocimiento existente al calcular el nas971. Según decía KEYNES, «si dos probabilidades son iguales en grado,
peligro y, de otro, los posibles costes de un pronóstico fallido» 967 .
%s Vid., por ejemplo, TVERSKY/Fox, «Weighing Risk and Uncertainty», en
La incertidumbre es un factor a tener muy en cuenta a la hora de
Choices, values, and frames, 2000, pp. 114 y ss.
tomar decisiones racionales. De un lado, porque explica y permite pre- % 9 Vid. SAMUELSON/NORDHAUS, Economía ... , pp. 178 y 179. Ello no quiere
decir algunos comportamientos. Está comprobado, por ejemplo, que la decir que la utilidad marginal decreciente sea siempre la única causa explicativa
incertidumbre amplifica los efectos «distorsionantes» que en la percep- de la aversión a cualesquiera riesgos. Vid., en este sentido, RABIN, «Diminishing
Marginal Utility of Wealth Cannot Explain Risk Avesion», en Choices, values, and
%5 Vid. CHAREST, «Bayesian Aproaches to the Precautionary Principie», Duke /rames, 2000, pp. 202 y ss.
Environmental Law & Policy Forum, 12, 2002, pp. 270 y ss.
97
° Como advierte HoDGSON, «¿Los experimentos ... », p. 25, «la utilidad (es-
966 Vid. NELL, Wahrscheinlichkeitsurteile ... , pp. 38 y 205. perada) no se mide necesariamente en términos de los pagos monetarios ... un ac-
967 SCHERZBERG, «Risik.o als Rechtsproblem», VerwArch, 84, 1993, p. 498. La tor adverso al riesgo puede no maximizar el valor monetario esperado aunque
cursiva es del original. En «Risik.osteuerung ... », pp. 220 y ss., este autor distingue maximice la utilidad esperada».
971 Así lo puso de relieve el famoso experimento (imaginario) de ELLSBERG,
entre riesgo de primer orden (la magnitud esperada de un daño) y riesgo de se-
gundo orden (el peligro de evaluar y gestionar defectuosamente un peligro). «Risk, Ambiguity, and the Savage Axioms», Quarterly Journal o/ Economics, 75,

332 333
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL III. DETERMINACIÓN DEL RIESGO PERMITIDO

debemos preferir, al escoger nuestra alternativa de acción, aquella que siva o incluso censurable976 , varias razones justifican un cierto grado de
está basada en un mayor cuerpo de conocimiento»'". Los poderes pú- aversión a los riesgos inminentes. Una de ellas es que cuanto más in-
blicos, por consiguiente, deberán decidir de manera tanto más conser- mediata y sorpresiva es una pérdida, más probable es que engendre
vadora -tendiendo a evitar las peores hipótesis imaginables- cuanto costes adicionales derivados de la frustración de expectativas, inversio-
mayor sea la inseguridad en la que tengan que decidir, esto es, cuanto nes y planes anteriores, que no van a poder producir los resultados
mayor sea la probabilidad por ellos percibida de equivocarse acerca de previstos"'. Otra razón es que el progreso científico y tecnológico que
los costes y beneficios esperados de su decisión, que podrían ser mayo- razonablemente cabe esperar hace que cuanto más tiempo transcurre
res de los previstos inicialmente: la incertidumbre acerca de la probabi- desde la decisión hasta la realización de los daños, mayor es la proba-
lidad y la magnitud del riesgo lo hace menos aceptable"'. Así, al escoger bilidad de encontrar en el ínterin algún nuevo y eficiente medio de
entre dos opciones de inversión que prometen los mismos beneficios evitarlos. Una tercera razón es que, en atención a la utilidad marginal
monetarios, deberán inclinarse siempre por la más segura, pues ésta re- decreciente de los bienes y al aumento de la riqueza social que es plau-
porta en realidad una mayor utilidad social esperada. Y, por idéntica sible esperar, el consumo de un bien reporta más utilidad cuanto antes
razón, su conservadurismo deberá acentuarse según aumente la grave- se produzca. Debe notarse, en cuarto lugar, que las pérdidas inmedia-
dad de los intereses afectados, de manera que a la hora de elegir entre tas tienen costes de oportunidad, eliminan la posibilidad de invertir los
dos alternativas que producen idéntica riqueza esperada, deberán esco- recursos perdidos y obtener con ellos ciertos réditos. Ganar tiempo,
ger la que menos exponga. Se comprende, en consecuencia, que ese mantener abierta la posibilidad de optar entre diversas alternativas, tie-
conservadurismo deba extremarse frente a los riesgos catastróficos974 • ne siempre un valor; y la imposibilidad, un coste. No es de extrañar
Podemos afirmar, finalmente, que un agente racional debe actuar que los economistas actualicen los beneficios que en el futuro se espe-
con una cierta aversión a las alternativas de actuación de las que pue- ra produzcan las distintas alternativas de acción aplicando una tasa de
den resultar los daños más cercanos en el tiempo. Abundantes estudios descuento adecuada978 •
experimentales indican que, por lo general, la gente considera peor
sufrir una pérdida en el futuro inmediato que padecerla en un momen-
to posterior. Al margen de cuáles sean los factores determinantes de
esta preferencia"', al margen de que en ocasiones pueda resultar exce-

1961, pp. 650 y ss., luego confirmado empíricamente por varios estudios. En una
primera urna hay 50 bolas de color rojo y 50 de color negro. En la segunda, hay 976
SUNSTEIN, «Irreversible ... », p. 35, advierte que los políticos tienen un fuer-
cien bolas rojas y negras, si bien se desconoce la proporción existente entre am- te incentivo para no adoptar medidas precautorias -es decir, no incurrir en pér-
bas (puede haber de O a 100 bolas rojas y de O a 100 bolas negras). Los partici- didas inmediatas- dirigidas a prevenir daños a muy largo plazo, pues los perju-
pantes en el experimento obtienen 100 $ cada vez que aciertan el color de la bola dicados por ellas son los sujetos a los que deberían contentar para mantenerse en
que se extrae al azar de una urna, y nada en caso contrario. Se ha comprobado el poder, sus votantes, mientras que los beneficiados son las «generaciones futu-
que la mayoría de ellos prefiere apostar en la primera urna. Cfr. Fox/TvERSKY, ras», de las cuales no van a obtener ninguna recompensa.
«Ambiguity Aversion and Comparatíve lgnorance», en Choices, values, and frames, 977
Nótese que el art. 52.5 de la Ley de Expropiación Forsosa, de 16 de di-
2000, pp. 528-542. ciembre de 1954, reconoce al expropiado el derecho a una indemnización «por el
972
KEYNES, A Treatise on Probability, 1921, p. 313. importe de los perjuicios derivados de la rapidez de la ocupación, tales como
973
Vid. HAMMIIT, «lmproving Comparative Risk Analysis», Duke Environ- mudanzas, cosechas pendientes y otras igualmente justificadas».
mental Law & Policy Forum, 8-1, 1997, p. 97, quien, no obstante, señala una ex- 978
Sobre el estado de la cuestión, vid. FREDERICKILOEWENSTEIN/O'DoNOGHUE,
cepción para los casos en que la alternativa más incierta puede proporcionar in- «Time Discounting and Time Preference: A Critica! Review», ]ournal o/ Economic
formación valiosa para tomar decisiones posteriores (p. 98). Literature, XL, 2002, pp. 351-401. Sobre el problema de si debe aplicarse una tasa
974
Vid. SUNSTEIN, «Irreversible ... », pp. 33 y ss. de descuento al valor de las vidas humanas que se espera salvar con una regula-
m LOEWENSTEINIWEBERIHSEEIWELCH, «Risk as Feelings», Psychological Bulle- ción (ambiental), vid. REVEsz, «Environmental Regulation, Cost-Benefit Analysis,
tin, 127-2, 2001, p. 278, consideran que el miedo que provoca la cercanía del and the Discouncing of Human Lives», Columbia Law Review, 98, 1999, pp. 941-
evento es determinante. 1017.

334 335
IV. EL CARÁCTER DINÁMICO DE LA PROTECCIÓN CONTRA
RIESGOS. LA PROVISIONALIDAD DE LAS DECISIONES
DE RIESGO

El carácter dinámico y provisional del justo equilibrio, y por con-


siguiente de las debidas medidas protectoras, se acentúa en el caso de
la protección contra riesgos. Aquí, éstas se adoptan siempre en una
situación de relativa incertidumbre, donde los poderes públicos dis-
ponen de información incompleta acerca de las consecuencias que sus
decisiones pueden acarrear. Pues bien, cuanta más incertidumbre exis-
ta y, por lo tanto, menor sea la información disponible, más fácil es
que con el paso del tiempo surjan nuevos hechos o se conozcan nue-
vos datos que pongan de manifiesto lo desequilibrado de la regulación
establecida y, en consecuencia, la obligación de suprimirla o modifi-
carla. Es por ello comprensible que la provisionalidad y la revisibili-
dad sean connaturales a las decisiones de riesgo979 , tanto más cuanto
mayor es la inseguridad en la que los poderes públicos se ven aboca-
dos a decidir.
Todas las regulaciones jurídicas tienen algo de provisional, porque
siempre existe la posibilidad de que ocurra un hecho que acabe pro-
vocando la pérdida de sus efectos jurídicos: nada asegura su vigencia
eterna. La calificación como provisional indica, en realidad, que la
probabilidad de que ese hecho suceda es relativamente muy elevada.
Lo cual tiene cierta importancia, sobre todo cuando esa provisionali-
dad se declara explícita o inequívocamente por la propia regulación,
pues entonces es singularmente difícil que la confianza que los desti-

979
Dr FABIO, Risikoentscheidungen ... , p. 306. Como señala NELL, Wahrschein-
lichkeitsurteile ... , p. 205, «todo juicio de probabilidad, al basarse en información
incompleta, tiene carácter provisional».

337
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL IV. CARÁCTER DINÁMICO DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS

natarios de la misma puedan haber depositado en su persistencia me- formación antes disponible983 . Semejante fragilidad de las resoluciones
rezca ser protegida980 • administrativas teóricamente firmes choca en mayor o menor medida
La provisionalidad de las normas jurídicas no resulta excesivamen- contra las reglas generales establecidas en nuestro ordenamiento jurí-
te problemática en nuestro Derecho. Las leyes y los reglamentos son dico relativas a su irrevocabilidad e inmodificabilidad. Como ha obser-
esencialmente derogables por exigencias del principio democrático981 . vado CANO CAMPOS, tales reglas no contemplan con carácter general la
Y es claro que los afectados por una disposición sobrevenidamente posibilidad de atacar, anular o modificar un acto administrativo origi-
inválida tienen a su disposición mecanismos que les permiten impug- nariamente ajustado a Derecho que una vez firme deviene inválido 984 •
narla y obtener su anulación en cualquier momento. Si se trata de un En cualquier caso, debemos notar que, si se trata de un acto adminis-
reglamento, los interesados siempre pueden recurrir los actos dictados trativo que lesiona sobrevenidamente un derecho susceptible de recur-
en su aplicación (art. 26 LJCA), y los Tribunales que estimen los recur- so de amparo constitucional, siempre cabe la posibilidad de declarar en
sos deberán anular el reglamento «indirectamente impugnado» en la cualquier momento su nulidad de pleno derecho, de oficio o a solici-
misma sentencia estimatoria, o elevar una cuestión de ilegalidad ante tud de interesado985 •
el Tribunal competente para que sea éste el que, en su caso, proceda a Similares problemas plantean las resoluciones judiciales dictadas en
la anulación (art. 27 LJCA). Si se trata de una ley, los interesados pue- situaciones de gran incertidumbre. La provisionalidad de las decisiones
den alegar en todo momento su disconformidad con la norma supre- de riesgo choca en estos casos contra la inmodificabilidad de la cosa
ma ante los Tribunales ordinarios para que éstos eleven una cuestión juzgada. Imaginemos que el propietario de una vivienda en la que ha-
prejudicial al Tribunal Constitucional que desencadene la anulación de bitan él y su familia pretende la cesación de las inmisiones electromag-
la disposición legal cuestionada. néticas de cierta magnitud provenientes de un fundo vecino, para lo
Mayores problemas suscita la provisionalidad -o, visto desde otra cual alega dictámenes científicos que indican que las mismas· son can-
perspectiva, la invalidez sobrevenida- de regulaciones dotadas nor- cerígenas, pretensión que los Tribunales desestiman mediante senten-
malmente de un grado de firmeza mucho mayor, como las establecidas cia firme por considerar, de acuerdo con la opinión mayoritaría de la
por actos administrativos y resoluciones judiciales. Según ha señalado comunidad científica, que aquéllas son inocuas. Imaginemos que pos-
certeramente DI F ABIO, los actos administrativos que entrañan elevadas teriormente cambia el sentido de la opinión mayoritaria debido a que
dosis de riesgo, como las autorizaciones de comercialización de medi- numerosos estudios merecedores del máximo crédito demuestran que
tales inmisiones multiplican por mil la probabilidad de padecer cáncer.
camentos, carecen prácticamente de firmeza: la Administración puede
anularlos o modificarlos en cualquier momento, sin compensación eco- De acuerdo con la teoría tradicional de la cosa juzgada, resulta muy
nómica y sin que la confianza que los interesados puedan haber depo- dudosa la admisibilidad de una nueva acción negatoria interpuesta por
el mismo propietario por la que se pide la cesación de las mismas in-
sitado en su mantenimiento constituya obstáculo alguno al respecto982 .
misiones a causa de su carácter cancerígeno, pues aquí concurre la tri-
Únicamente cabría reconocer una excepción para el caso en que la re-
ple identidad de partes, pretensión y causa de pedir. Respecto de este
vocación del acto no obedezca a la aparición de nuevas circunstancias
último elemento, debe recalcarse que los hechos que fundamentarían
o datos científicos, sino a un cambio de la valoración de la misma in-
la segunda pretensión son exactamente los mismos que los alegados an-
teriormente -el carácter perjudicial de las concretas inmisiones pade-
cidas-, si bien ahora se presentarían nuevos elementos de prueba para
980 En sentido similar, PIRSON, «Vorlaufige und experimentelle Rechtsetzung

im Schulrecht und Hochschulrecht», en Festschri/t /ür Hermann JahrreíJg zum 80.


Geburtstag, 1974, p. 188. '"' Así se desprende de la STPI de 26.11.2002 (Artegodan, T-74/00, T-76/00,
981 Vid. L. M.ª DfEZ-PICAZO, La derogación ... , pp. 75 y ss., esp. 102 y ss.; HEc- T-83/00, T-132/00, T-137/00 y T-141/00, §§ 187 y ss., esp. 211) y del art. 16.3 del
KMANN, Geltungskra/t... , pp. 161 y 205 y ss. Reglamento de Servicios de las Corporaciones Locales de 17.6.1955.
982 Vid. D1 FABIO, en Risíkoentscheídungen ... , pp. 307 y ss., y en «Vorl3.ufiger '" Vid. CANO CAMPOS, La invalidez... , pp. 350 y ss.
Verwaltungsakt bei ungewissem Sachverhalt», DÓV, 1991, pp. 629-637. '"' Vid. los arts. 62.1.a) y 102.1 de la Ley 30/1992.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

acreditarlos. Por otro lado, tampoco parece que el mencionado cam-


bio del estado de los conocimientos científicos encaje en alguno de los
motivos de revisión de sentencias firmes 986 . No obstante lo cual, el sen-
tido común dice que es injusto que el propietario deba soportar per-
petuamente las inmisiones. La única solución de lege data que se
nos ocurre para eludir tan inicuo resultado sería entender que la apari-
ción de nuevas informaciones que evidencian el desequilibrio de la
decisión judicial constituye un «hecho nuevo y distinto»'" susceptible
de fundar una nueva pretensión procesal distinta de la que se juzgó en
el anterior proceso.
V. GARANTÍAS DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES A LA
PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS

1. EL PROCEDIMIENTO DEBIDO

A) LA DETERMINACIÓN DEL PROCEDIMIENTO DEBIDO

La obligación del Estado de elaborar sus decisiones que afecten a


los bienes fundamentales a través de un determinado procedimiento
puede ser calificada siempre como una obligación positiva de proteger-
los contra ciertos riesgos, principalmente contra el de sufrir una deci-
sión equivocada o arbitraria'". El alcance de esta obligación de proce-
dimiento, por lo tanto, deberá precisarse con arreglo al criterio
expuesto de la maximización de la utilidad esperada (de los trámites en
cuestión).
La realización de un nuevo trámite antes de resolver sobre el fon-
do es otra alternativa más que se le presenta al sujeto decisor y que
conlleva posibles ventajas e inconvenientes. Habrá que ver si esta al-
ternativa tiene mayor utilidad esperada que las consistentes en decidir
sin más dilación a la vista de la información disponible'"· Dicho con
otras palabras: es obligado realizar en principio todos los trámites ade-
cuados para reducir el riesgo de las decisiones equivocadas, si bien el
alcance de esta obligación deberá ser reducido en la medida proporcio-

'"' Las SSTEDH de 29.11.1988 (Erogan y otros, 11209, 11234 y 11266/84 y


11386/85, § 58), 18.12.1996 (Aksoy, 21987/93, § 76), 11.7.2000 (Dikme, 20869/
92, § 66) y 6.2.2003 (Zeynep Avci, 37021/97, § 46) advierten que la garantía de
procedimiento contemplada en el art. 5.3 CEDH «está concebida para reducir al
mínimo el riesgo de arbitrariedad». En nuestra opinión, lo mismo puede decirse
986
Vid. el art. 510 de la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil. de casi todas las garantías procedimentales.
'"' Vid. el art. 222.2.II de la Ley 1/2000. 989
En sentido similar, vid. NELL, Wahrscheinlichkeitsurteile ... , pp. 205 y ss.

340 341
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS

nada para atender las exigencias de otros intereses legítimos. Así, dades de obtener nuevas y mejores informaciones. Sin embargo, aquí
antes de adoptar medidas protectoras de la salud y del medio ambien- hay que distinguir en función de la probabilidad de reducir pronto la
te, será obligado realizar una evaluación científica «tan exhaustiva incertidumbre existente. Si es muy elevada, merecerá la pena alargar un
como sea posible», de modo que habrá supuestos en los que resulte poco más el procedimiento hasta conseguir esa información que se pre-
lícito tomar medidas antes de disponer de los resultados de una inves- vé aclare las cosas. Si es ínfima, no valdrá la pena esperar: habrá que
tigación científica «completa»: la decisión de actuar o esperar debe ser resignarse a decidir en la incerteza. Téngase en cuenta que en estas si-
el resultado de una ponderación990 • tuaciones de inseguridad un agente racional tenderá a escoger los cur-
Imaginemos que, a la vista de los datos disponibles, la mejor deci- sos de acción más conservadores, los dirigidos a eludir los peores
sión sobre el fondo consiste en retirar provisionalmente del mercado resultados imaginables. Y, a menudo, la opción más conservadora con-
un aceite sospechoso de causar daños a la salud, a pesar de que esta siste en adoptar de manera expeditiva una medida provisional dirigida
medida puede desacreditar irreversiblemente dicho aceite ante los con- a eludir los daños más temibles. En fin, una probabilidad elevada de
sumidores y causar daños irreparables a sus productores. Aquí siempre mejorar la información disponible justifica una gran cantidad y calidad
existe, no obstante, la posibilidad de buscar nuevos elementos de jui- de procedimiento debido, pero ello no implica necesariamente que
cio -v. gr., realizar un estudio científico que trate de aclarar las sospe- deba mantenerse el statu qua hasta que haya concluido todo ese pro-
chas- antes de adoptar una medida tan drástica. Si la Administración cedimiento, pues aquí cabe otra posibilidad: tomar provisionalmente
quiere maximizar la justicia de su decisión deberá calcular los benefi- una medida protectora y continuar buscando información que le per-
cios y costes que la búsqueda de nueva información puede reportar. mita comprobar si la decisión adoptada sigue siendo óptima o no, a los
Los primeros derivan de la probabilidad de encontrar elementos de efectos de mantenerla o modificarla.
juicio que permitan tomar una decisión más acertada: repárese, siguien-
do con el ejemplo anterior, en los perjuicios que se evitan si la Admi-
nistración decide esperar hasta la conclusión del estudio científico y B) EL CARÁCTER DINÁMICO DEL PROCEDIMIENTO DEBIDO. EL SEGUIMIENTO DE
luego éste revela que las mencionadas sospechas son totalmente in- LAS MEDIDAS ADOPTADAS
fundadas. Los segundos consisten básicamente en los daños que el con-
sumo de aceite puede causar mientras dura la investigación. Cualquier decisión encierra siempre el peligro del desacierto, espe-
Se comprende que cuanto más inminente es el daño que se trata de
cialmente en situaciones de gran incertidumbre, donde la información
evitar mediante las medidas protectoras, mayores son los costes espe-
es incompleta y la probabilidad de equivocarse muy elevada. Ya sabe-
rados de retrasar su adopción y, en consecuencia, menor será la canti- mos que este riesgo, cuando están en juego los derechos fundamenta-
dad de procedimiento exigible para elaborarlas. Puede darse el caso de
les, debe ser combatido a través del procedimiento.
que un peligro amenace un bien jurídico con tal grado de inminencia
La pega es que los trámites que se realizan antes de tomar una de-
que haya que adoptar medidas inmediatamente, sin observar siquiera
cisión tienen una utilidad limitada, insuficiente para luchar contra di-
el procedimiento ordinario legalmente establecido, pues la realización
cho riesgo. Téngase en cuenta, en primer lugar, que su utilidad margi-
del mismo resultaría contraproducente991 • También es obvio que cuan-
nal tiende a menguar. El beneficio adicional que se obtiene por cada
to más graves sean los eventuales perjuicios ocasionados por la medida
«unidad adicional de procedimiento previo» empleada -la presumible
protectora que se podrían haber evitado de haberse dispuesto de me-
jor información, mayor será la cantidad de procedimiento exigible. reducción del riesgo de equivocaciones- es cada vez menor. Ponga-
Podría pensarse que a mayor incertidumbre, más justificado resul- mos por caso que una autoridad administrativa, a fin de pronunciarse
ta alargar el procedimiento, porque entonces mayores son las posibili- sobre un controvertido y complejo problema del cual lo desconoce
prácticamente todo, recaba la opinión de veinte expertos, a los cuales
"º STPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13/99, §§ 161 y 162). les paga por igual. El dictamen examinado en primer lugar será, pro-
991
Vid., mutatis mutandí, ÁLVAREZ GARCÍA, El concepto ... , pp. 255 y ss. bablemente, el que amplíe en mayor medida sus conocimientos sobre

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V. GARANTíAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

tonces no existía «comunidad de pareceres en la materia» y «el Dere-


el tema. La autoridad pasará de no tener ni idea a poseer algunas no- cho [parecía] atravesar una fase de transición»--, declaró también que
ciones. La lectura de los siguientes documentos le permitirá contrastar «la necesidad de medidas jurídicas apropiadas [debía] dar lugar a un
opiniones, profundizar sus conocimientos y precisarlos, pero conforme examen constante al respecto, especialmente, de la evolución de la cien-
vaya aumentando el número de dictámenes leídos disminuirá la proba- cia y de la sociedad»'".
bilidad de que ello ocurra. Es complicado que en el vigésimo se diga El Tribunal Constitucional alemán se ha referido en varias ocasio-
algo que no se haya dicho ya en alguno de los diecinueve anteriores. nes a estos deberes de seguimiento. En su Sentencia Kalkar, afirma que
La utilidad esperada de ese último informe es muy inferior a la del «cuando el legislador ha tomado una decisión cuyos fundamentos que-
primero, a pesar de que cuestan lo mismo. Ha de notarse, en segundo dan en entredicho significativamente por adelantos que no podían pre-
lugar, que el procedimiento previo tiene costes. Su realización consu- verse en el momento de dictarse la ley, aquél puede estar constitucio-
me recursos que hubieran podido destinarse a la satisfacción de otros nalmente obligado [en virtud de los derechos fundamentales a la vida
fines públicos. Mientras dura el procedimiento y no se resuelve, pue- y a la integridad corporal] a revisar si la decisión originaria ha de man-
den resultar perjudicados, quizás irremediablemente, intereses legíti- tenerse asimismo tras el cambio de circunstancias»994 . En otras resolu-
mos necesitados de protección. Por todo ello, antes o después llegará ciones, el Tribunal apunta que también debe procederse a un nuevo
el momento en que no merezca la pena alargarlo más, porque el bene- examen cuando la realidad muestra que el pronóstico en que se basó
ficio que se espera obtener de él no compensa sus inconvenientes. Y el legislador al establecer una determinada regulación se ha revelado
ese momento de la decisión puede llegar, según hemos visto, cuando equivocado'". Conviene dejar claro que en cualquiera de los dos casos
todavía existe una gran inseguridad, cuando la información disponible se trata de una obligación de procedimiento, de un requisito «for-
es aún muy deficiente y la probabilidad de equivocarse muy alta. mal»996_ El legislador está obligado a examinar una antigua regulación
En estos casos en los que no hay más remedio que decidir en la a la luz del nuevo contexto y a pronunciarse sobre su mantenimiento o
incerteza, suele establecerse la obligación de llevar a cabo un segui- su modificación, pero el examen puede arrojar como resultado que
miento de la decisión adoptada, o sea, la obligación de realizar diver- dicha regulación sigue siendo atinada y, por lo tanto, no merece ser
sas actividades dirigidas a verificar si la decisión sigue siendo acertada derogada. Nótese, asimismo, que en estas primeras resoluciones el Tri-
o desacertada, a fin de mantenerla, modificarla o derogarla. El objeti- bunal da un alcance más bien modesto al seguimiento debido, pues no
vo es detectar lo más rápidamente posible sus desaciertos, a fin de evi- declara que el legislador esté obligado a revisar constantemente los
tar, o al menos reducir, los daños sociales que éstos puedan ocasionar. efectos de una ley, sino tan sólo a revisarlos puntualmente, cuando el
En un mundo -el nuestro- en el que se percibe la existencia de ries- pronóstico sobre el que se basaba ésta se vea desmentido por los he-
gos cada vez más graves e inciertos, los deberes de seguimiento cobran chos o cuando hayan cambiado las circunstancias determinantes que se
cada vez mayor importancia992 • tuvieron en cuenta al establecerla997 .
La tesis que aquí defendemos, corroborada por una nutrida juris-
prudencia, es que los derechos fundamentales imponen obligaciones de '" Vid. las SSTEDH de 17.10.1986 (Rees, 9532/81, §§ 37 y 47), 27.9.1990
seguimiento: en determinados casos, existe una deber de observar y (Cossey, 10843/84, § 40), 22.4.1997 (X., Y y Z., 21830/93, §§ 41 y ss.) y 30.7.1998
(Scheffield y Horsham, 22885/93 y 23390/94, §§ 56 y ss.). La cursiva es nuestra.
revisar el acierto de las medidas o regulaciones jurídicas que afectan a '" A. de 8.8.1978 (BVerfGE 49, 89, 130). En este sentido, vid. el voto parti-
tales derechos. Recordemos que el Tribunal de Estrasburgo, en su pri- cular de los Magistrados KüHLING, HOHMANN-DENNHARDT y HoFFMANN-RIEHM a la
mera jurisprudencia sobre el transexua!ismo, en la que consideró que S. de 24.1.2001 (1 BvR 2623/95 y 1 BvR 622/99, §§ 99 y ss.).
995 Vid. las SS. de 22.5.1963 (BVerfGE 16, 147, 188), 18.12.1968 (BVerfGE
el Reino Unido no había rebasado el margen de apreciación de que
disponía para proteger la vida privada -margen singularmente amplio 25, 1, 13, 24) y 1.3.1979 (BVerfGE 50, 290, 335, 352, 377 y ss.).
996 STEINBERG, «Verfassungsgerichtliche Kontrolle der "Nachbesserungspflicht"
debido a la «incertidumbre ética» a la sazón existente, ya que por en- des Gesetzgebers», DerStaat, 26, 1987, pp. 174 y ss.
997
992
La doctrina de la época también contemplaba dicho deber sólo para am-
Vid., con más detalle, nuestro trabajo <<El seguimiento de normas y actos bos supuestos (vid., por ejemplo, BADURA, «Die verfassungsrechtliche Pflicht des
jurídicos», RAP, 167, 2005, pp. 97 y ss.

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344
V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

En otras resoluciones, en cambio, el Tribunal alemán afirma implí- acerca de si el sistema de asesoramiento en la fase temprana del emba-
citamente un deber general de observar y revisar (beobachten und über- razo podía proteger al nasciturus más efectivamente que el sistema de
prüfen) constantemente las regulaciones legislativas establecidas, con indícaciones hasta entonces vigente, que según se reconocía unánime-
independencia de que cambien o no las circunstancias. Así, al juzgar mente no había conseguido proporcionar un nivel de protección satis-
una Ley que restringía sustancialmente la libertad de plantar vides, el factorio, afirma que «en atención a las razones expuestas que hablan en
Tribunal considera las restricciones proporcionadas y beneficiosas para contra del actual sistema de indicaciones, tales incertidumbres en prin-
el conjunto del sector vitivinícola, pero también advierte que la Ley cipio no impiden al legislador introducir un sistema de asesoramiento;
cuestionada «no constituye una regulación definitiva, de duración in- ahora bien, éste queda obligado a no perder de vista los efectos de su
definida. La misma debe implementar la transición de la viticultura ale- nuevo sistema de protección (deber de observar y corregir)» 1001 • En el
mana al mercado común de la Comunidad Económica Europea y, por mismo sentido apunta la segunda resolución relativa a la contaminación
lo tanto, debe ajustarse a los avances de la política vitivinícola de esta electromagnética: «es asunto de la Administración observar y valorar
Comunidad, así como a la futura Ley del vino. Por todo ello, el legisla- con medios adecuados el progreso de la ciencia en todos los sentidos para
dor habrá de revisar constantemente si sus mandatos suponen una carga poder adoptar en su caso medidas protectoras de mayor alcance» 1002 •
excesiva para los propietarios de las viñas»998 • En más de una ocasión, En su resolución relativa a la persistencia mitigada de ciertas obli-
el Tribunal ha evitado declarar la inconstitucionalidad de las disposi- gaciones pecuniarias nacidas con arreglo al ordenamiento jurídico de
ciones legales enjuiciadas, pese a considerarlas mejorables, aduciendo la extinta República Democrática Alemana, el Tribunal reconoce al le-
a tal efecto que en ámbitos complejos y cambiantes hay que otorgar al gislador un ancho margen de discrecionalidad para establecer semejan-
legislador un plazo adecuado para hacer acopio de experiencias, de te regulación, que incluía la posibilidad de devolver los créditos con-
modo que los defectos de la correspondiente regulación sólo han de forme a un régimen transitorio de veinte años, si bien advierte que «a
ocasionar la censura del Tribunal Constitucional cuando el legislador, causa de la incertidumbre existente acerca de la consecución del obje-
a pesar de existir suficientes experiencias que permitan tomar una so- tivo perseguido, el legislador debe observar el desarrollo posterior y en
lución más adecuada, haya omitido revisar y corregir la normativa vi- su caso efectuar una corrección de la regulación ... A tal efecto, y como
gente999. En la resolución que enjuiciaba la Ley que castigaba penal- consecuencia de la complejidad de la materia, hay que otorgarle un
mente el tráfico de cannabis, por ejemplo, dice que, habida cuenta de plazo adecuado para hacer acopio de experiencias ... Dado el lapso tem-
las vivas controversias científicas y político-criminales existentes en la poral de aproximadamente veinte años, dentro del cual, según las pre-
materia, «el legislador ha de observar y revisar los efectos del Derecho visiones del legislador, debería producirse la devolución de los crédi-
vigente, con inclusión de las experiencias extranjeras» 1000 • tos en la mayoría de los casos, un plazo de diez años a contar desde la
La segunda Sentencia sobre la despenalización del aborto, en vista reunificación alemana y la introducción [del referido régimen transito-
de las discusiones científicas, jurídicas y políticas y la falta de consenso rio] parece adecuado a tales efectos. Transcurrido ese plazo, hay que
revisar si en los diez años posteriores el objetivo perseguido puede ser
gesetzgebenden Parlaments zur "Nachbesserung" von Gesetzen», en Staatsorgani- alcanzado a través del camino fijado» 1ºº'.
sation und Staats/unktion im Wandel. Festschri/t /ür Kurt Eichenberger zum 60. La fórmula se repite al declarar que la prohibición de importar
Geburtstag, 1982, p. 484).
998 A. de 14.2.1967 (BVerfGE 21, 150, 159). La cursiva es nuestra. perros de ciertas razas peligrosas no vulnera la libertad de empresa.
999 Vid. los AA. de 10.5.1972 (BVerfGE 33, 171, 189) y de 3.4.1974 (BVerf- Tras reconocer el referido margen de apreciación, el Tribunal desliza
GE 37, 104, 118) y las SS. de 8.2.1977 (BVerfGE 43, 291, 321) y 21.6.1977 la advertencia de que «si el legislador, en el momento de establecer una
(BVerfGE 45, 187, 252). Sobre el deber del legislador de corregir las leyes, vid., regulación, no pudo formarse un juicio lo suficientemente seguro so-
además de las obras citadas en notas anteriores, MAYER, Die Nachbesserungspflicht
des Gesetzgebers, 1996; CHOI, Die P/licht des Gesetzgebers zur Beseitigung von 1001
Gesetzesmiingeln, 2002; STEITNER, «Die Verpflichtung des Gesetzgebers zu emeu- S. de 28.5.1993 (BVerfGE 88, 203, 269).
tem Tatigwerden bei fehlerhafter Prognose, DVBI., 1982, pp. 1123 y ss.
1002A. de 28.2.2002 (1 BvR 1676/01).
rnoo A. de 9.3.1994 (BVerfGE 90, 145, 194). La cursiva es nuestra. '°°'S. de 8.4.1997 (BVerfGE 95,267,314 y 315).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS

bre sus presupuestos de hecho o sus efectos, es obligado que observe segu1m1ento. Si existe la obligación de llevarlo a cabo es porque sus
el desarrollo ulterior de los hechos, y que revise la norma si se consta- beneficios -consistentes en reducir los daños derivados del eventual
ta que los presupuestos sobre los que se fundaba ya no se correspon- desacierto de la correspondiente norma- superan a sus costes. La
den con la realidad. Así debe hacerlo, por ejemplo, cuando hay que omisión del seguimiento, en consecuencia, incrementa intolerablemen-
juzgar complejas situaciones de peligro acerca de las cuales todavía no te el peligro de que se produzcan daños. Las normas que no están sien-
existen conocimientos científicos fiables» 1004 • do seguidas como es debido entrañan por ello riesgos excesivos y, en
No resulta difícil justific~r esta jurisprudencia. Si los derechos fun- principio, no merecen seguir obligando, al menos hasta que el vicio se
damentales obligan prima /acie a tomar todas las medidas útiles para subsane.
proteger los bienes fundamentales contra cualesquiera riesgos, enton- El artículo 3.1 del Real Decreto 223/2004 no puede ser más claro:
ces obligarán también al seguimiento de las decisiones que afecten a «sólo se podrá iniciar un ensayo clínico cuando el Comité Ético de
dichos bienes, porque éste es un medio adecuado para protegerlos Investigación Clínica que corresponda y la Agencia Española de Medi-
frente al riesgo de que las decisiones desacertadas los perjudiquen. Al camentos y Productos Sanitarios hayan considerado que los beneficios
constituir un mecanismo que permite prever y detectar rápidamente los esperados para el sujeto del ensayo y para la sociedad justifican los ries-
desaciertos, el seguimiento tiende a reducir los posibles daños que és- gos; asimismo, sólo podrá proseguir si se supervisa permanentemente el
tos puedan acabar provocando. cumplimiento de este criterio».
Adviértase que el seguimiento cumple una función análoga a la del En el mismo sentido se han pronunciado los órganos de resolución
clásico procedimiento previo de elaboración de las regulaciones jurídi- de diferencias de la Organización Mundial del Comercio en el caso
cas. La finalidad es en ambos casos garantizar el acierto de la corres- Japón-productos agrícolas 1005 • En virtud del artículo 5.7 del Acuerdo
pondiente regulación, alcanzar el «justo equilibrio». Lo peculiar del sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias -que permite excepcional-
seguimiento, amén de producirse una vez se ha decidido, es su carác- mente a los Estados miembros tomar medidas de este tipo sobre la
ter duradero, dinámico. Las actividades de seguimiento deben realizar- base de «testimonios científicos insuficientes», en cuyo caso aquéllos
se continuamente, mientras se mantenga vigente la regulación objeto deben buscar luego la información adicional necesaria para evaluar el
del mismo. Habida cuenta de esa analogía, no es de extrañar que la riesgo y revisar las medidas adoptadas-, dicho país había limitado la
infracción de las obligaciones de seguimiento deba tener consecuencias importación de diversos productos alegando que eran huéspedes del
jurídicas equiparables a las de los vicios del procedimiento previo. A gusano de la manzana. Los citados órganos consideraron que las limi-
nuestro juicio, la regulación que afecta a los derechos fundamentales y taciones cuestionadas, fundadas en testimonios científicos insuficientes,
que no está siendo objeto del seguimiento debido los vulnera y, en eran contrarias al citado Acuerdo debido a que Japón no había cum-
principio, no merece seguir produciendo efectos jurídicos. plido su obligación de tratar de obtener la información adicional que
Si una norma debe elaborarse observando un determinado proce- permitiese una evaluación más objetiva del riesgo, ni tampoco había
dimiento es porque los réditos que con ello se espera obtener, deriva- revisado en un plazo razonable las medidas tomadas.
dos de incrementar la probabilidad de que la misma sea acertada, com- Esta consecuencia jurídica es muy interesante, pues desmiente la
pensan los recursos invertidos. Lo cual significa que la omisión de ese tesis de que no cabe la invalidez sobrevenida de las normas jurídicas
procedimiento previo supone un aumento inaceptable -por cuanto por vicios de procedimiento o forma, sino tan sólo por defectos de
podría ser evitado a un «precio» ventajoso- del riesgo de que dicha contenido"""· Tal regla encuentra aquí una justificada excepción.
regulación resulte desacertada. Por esta razón, las regulaciones viciadas
10
en su procedimiento en principio no merecen obligar. Hay que anular- °'Vid. el Informe del Grupo Especial de 27.10.1998 (WT/DS76/R, esp.§§
8.28 y ss. y 8.49 y ss.) y el del Órgano de Apelación de 22.2.1999 (WT/DS76/AB/
las y, en su caso, volver a elaborarlas a través de un procedimiento ajus- R, esp. §§ 92 y ss.).
tado a Derecho. Las cosas se plantean de modo parecido en el caso del 1006
Vid. L. M.ª DfEZ-PICAZO, La derogación ... , pp. 308 y ss.; y CANO CAMPOS,
La invalidez ... , pp. 81 y ss., quienes critican el carácter universal que suele atribuir-
10
°' S. de 16.3.2004 (1 BvR 1778/01, §§ 67 y 88). se a esta regla.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL V. GARANTíAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS

C) EL MÉTODO GRADUAL, EXPERIMENTAL O «PASO A PASO» bios de vasto alcance». A este modo de actuar se le puede objetar que
se asienta sobre una premisa inaceptable, pues hoy percibimos nítida-
Antes de realizar actividades de resultados muy inciertos, que tal vez mente que está fuera de nuestro alcance saber con seguridad qué nos
puedan traer grandes beneficios o graves daños, a veces conviene ir pro- deparará el futuro. Pero, sobre todo, se le puede reprochar que con-
bando --experimentando con- otras semejantes, pero menos riesgosas, duce a consecuencias prácticas indeseables. El ingeniero holístico toma
a fin de mejorar progresivamente la información disponible y decidir grandes decisiones, que necesariamente causan molestias a mucha gen-
con mayores garantías de éxito 1007 • A la vista de cuanto llevamos expues- te durante un considerable período de tiempo, sin preocuparse por las
to, se comprende que este método resulte especialmente oportuno en sorpresas. Ello engendra el grave peligro de cometer grandes equivo-
situaciones donde hay relevantes intereses afectados y una gran insegu- caciones, de que todas esas molestias resulten en vano, pues, inevita-
ridad, sobre todo sí el seguimiento de las alternativas de actuación blemente, la experiencia trae sorpresas, y «bien puede suceder que lo
menos arriesgadas puede proporcionar valiosas informaciones que per- que parecía ideal a los ingenieros que diseñaron el plano original ya no
mitan reducir la incerteza que rodea a las inicialmente más peligrosas. lo parezca a sus sucesores». Además, este tipo de ingeniería engendra
No es casualidad que un destacado falibílísta como POPPER se haya autoritarismo: «el método utópico debe conducir, por fuerza, a un pe-
significado en la defensa de esta manera de proceder. Recordemos sus ligroso apego dogmático al plan en nombre del cual se han realizado
afirmaciones de que no podemos saber nunca si conocemos la verdad innumerables sacrifícios» 1010 • El ingeniero utópico no está dispuesto a
y de que existe una altísima probabilidad de que todas las teorías y aprender de la experiencia, de los errores cometidos, de la crítica, por
predicciones científicas sean falsas. Aplicadas al ámbito de las ciencias lo que difícilmente se apartará de su plan, en el cual confía ciegamen-
sociales, estas tesis indican que muy probablemente nos equivocaremos te. Más bien intentará eliminar los obstáculos que entorpecen su reali-
al predecir el curso de la historia humana, las consecuencias de nues- zación, considerada inexorable por él, despreciando o silenciando las
tras acciones. Así las cosas, POPPER propone una «ingeniería social frag- voces discrepantes. Y cuando termine por rectificar, llevará a cabo una
mentaria» o «gradual» 1008 . <<Cualesquiera que sean sus fines, [el inge- «aplicación irreflexiva y chapucera... de lo que es esencialmente un
niero fragmentario] intenta llevarlos a cabo con pequeños ajustes y método fragmentario sin su carácter cauto y autocrítico. La razón es
reajustes que pueden mejorarse continuamente ... El ingeniero fragmen- que en la práctica el método holístico resulta imposible; cuanto más
tario sabe, como Sócrates, cuán poco sabe ... Por tanto, avanzará paso grandes sean los cambios holísticos intentados, mayores serán sus re-
a paso, comparando cuidadosamente los resultados esperados con los percusiones no intencionadas y en gran parte inesperadas, forzando al
resultados conseguidos, y siempre alerta ante las inevitables consecuen- ingeniero balístico a recurrir a la improvisación fragmentaria» 1º11 .
cias indeseadas de cualquier reforma; y evitará el comenzar reformas de Tal es la utilidad del método jurídico experimental, que en algunos
tal complejidad y alcance que le hagan imposible desenmarañar causas casos se establece con carácter preceptivo. La comercialización de espe-
y efectos, y saber lo que en realidad está haciendo»'º°'. cialidades farmacéuticas, por ejemplo, sólo puede ser autorizada si su
Este método se opone a la ingeniería utópica u holística propugna- seguridad y eficacia vienen avaladas por ensayos clínicos previos, que, a
da por quienes creen conocer de antemano el rumbo que tomará la su vez, sólo pueden ser autorizados cuando «se disponga de suficientes
historia. El ingeniero utópico emplea el «método al por mayor o en datos científicos y, en particular, ensayos farmacológicos y toxicológicos
gran escala»: intenta solucionar los problemas «de un solo golpe», se en animales, que garanticen que los riesgos que [dichos ensayos impli-
propone «reconstruir la sociedad en su integridad, provocando cam- can] en las personas en que se [realizan] son admisibles» 10".
En la doctrina alemana se ha sostenido que de los derechos funda-
1007
Para más detalles, vid. nuestro trabajo «Los experimentos jurídicos», RAP, mentales se puede derivar para el legislador el deber jurídico de dictar
164, 2004, pp. 145 y SS.
1008
POPPER, en La miseria del historicismo, 1957, esp. pp. 78 y ss.; y en La so- 1010
La sociedad... ' p. 162.
POPPER,
ciedad... , pp. 157 y ss. Hni POPPER, La miseria ... , p. 83. La cursiva es del original.
1009
POPPER, La miseria ... , p. 81. '°" Arts. 9 y ss. y 60.1 de la Ley 25/1990, de 20 de diciembre, del Medicamento.
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GABRJEL DOMÉNECH PASCUAL V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA IDESGOS

normas a prueba. Dado que las decisiones legislativas que afectan a tal basada en los inciertos efectos que el levantamiento de la misma
tales derechos deben ser preparadas a través de un procedimiento lo tendría sólo resulta justificado si se prueba experimentalmente qué
más racional posible, tanto más cuanto mayores sean la gravedad de la efectos produciría un levantamiento tal. Si no hay otras fuentes de
afección y la incertidumbre en la que se decide, cabe afirmar la exis- información alternativas que permitan averiguar tales efectos, el expe-
tencia de ese deber en la medida en que la experimentación legislativa rimento será obligado 1015 •
es el procedimiento óptimo en los casos en que la relevancia de una A nuestro juicio, una regulación experimental puede ser, desde lue-
regulación para los derechos fundamentales y la inseguridad sobre su go, la solución que permita conciliar y proteger óptimamente los dere-
acierto constitucional sean muy elevadas 10". chos fundamentales implicados en casos donde hay relevantes intere-
El voto particular a la Sentencia del Tribunal Constitucional Fede- ses en juego y una elevada incertidumbre, sobre todo cuando el
ral de 24 de enero de 2001 1014 se inscribe en esta misma línea. Según seguimiento de las alternativas de actuación menos arriesgadas pueda
la mayoría del Tribunal, la ley que prohibía de manera categórica proporcionar valiosas informaciones que permitan reducir la inseguri-
grabar audiovisualmente las actuaciones procesales orales cuando la dad que rodea a las inicialmente más peligrosas: en tales circunstancias
finalidad de las grabaciones fuese la de difundirlas al público no vul- habría que tachar de inconstitucionalidad la decisión de no experimen-
neraba la libertad de información. El voto particular, en cambio, con- tar. Sin embargo, no debe perderse de vista que, para juzgar cabalmen-
sideraba injustificado el carácter absoluto de la prohibición, que al- te cuál es la alternativa óptima en estos casos, normalmente será nece-
canzaba sin excepción a cualesquiera actuaciones procesales orales sario poseer conocimientos especializados, aventurar pronósticos de
realizadas ante cualesquiera órganos jurisdiccionales, no sólo los pe- resultados poco fiables y efectuar valoraciones teñidas de una inevita-
nales. Según los Magistrados discrepantes, el legislador, a la vista de ble subjetividad. Y entonces será obligado que los Tribunales reconoz-
las profundas transformaciones sociales y tecnológicas producidas des- can al legislador y a la Administración un amplísimo margen' de discre-
de que se estableció la referida prohibición y de las experiencias habi- cionalidad para determinar la alternativa óptima y decidir si hay que
das en el extranjero, debía revisar y modificar la normativa vigente a experimentar o no, pues su legitimidad democrática y sus procedimien-
fin de introducir algunas excepciones, especialmente en los procedi- tos de actuación les colocan en mejor lugar para decidir acertadamen-
mientos contencioso-administrativos. La incertidumbre existente sobre te en estos contextos de inseguridad y complejidad.
los eventuales efectos negativos de una reforma en este sentido no
constituía una excusa válida para seguir manteniendo el statu quo,
porque «si el legislador, tras valorar la presente situación, llegara a la D) LA EVALUACIÓN CTENTIFICA DEL RIESGO
conclusión de que las experiencias disponibles no son suficientes para
establecer una nueva regulación duradera y de amplio alcance, le que- a) Los riesgos de la evaluación científica del riesgo
da la posibilidad de autorizar limitadamente excepciones, y establecer
complementariamente una regulación legal que le ayude a obtener Si se quiere disponer de los mejores y más recientes conocimientos
ulteriores experiencias a través de proyectos piloto y de la evaluación que permitan decidir óptimamente, habrá que recabar con frecuencia la
sistemática de los mismos». Viene a decirse, pues, que mantener en colaboración de expertos científicos 1016 • Ahora bien, no es recomenda-
determinadas circunstancias una restricción de un derecho fundamen-
1015
Vid., en este sentido, HUMl'viEL, Recht der behOrdlichen Regelungsexperimen-
1013 HoRN, Experimente/le Gesetzgebung unter dem Grundgesetz, 1989, pp. 235 te, 2003, pp. 217 y ss., quien, no obstante, niega que la Administración pueda
y 249 y ss. y 298; KLoEPFER, «Gesetzgebung im Rechtsstaat», VVDStRL, 40, 1982, quedar obligada ex constitutione a realizar tales experimentos encaminados a re-
pp. 93 y 94 formar la legislación vigente.
1016
1014 Voto particular de los Magistrados KüHLING, HoHMANN-DENNHARDT y Vid. MONTORO CHINER, «Seguridad jurídica, principio de cautela y comités
HOFFMANN-RIEHM a la S. del BVerfG de 24.1.2001 (1 BvR 2623/95, 1 BvR científicos», DA, 265-266, 2003, pp. 331 y ss.; SEIDEL, Privater Sachverstand und
622/99). staatliche Garantenstellung im Verwaltungsrecht, 2000, in tato, esp. pp. 1 y ss.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS
ble confiar ciegamente en ellos 1017 • Por de pronto, hay que reparar en
los límites de la ciencia. Si algo sabemos hoy con certeza es que nada menor medida, a los expertos 1022 . Es más, hay algunos vicios que, por
podemos saber con certeza. Los científicos únicamente pueden ofrecer lo general, afectan con mayor intensidad a los expertos, como el exce
hipótesis, conjeturas, más o menos sólidas y corroboradas por la expe- so de confianza en la validez de sus estimaciones, en la posibilidad de
riencia, pero en ningún caso verificables o falsables concluyentemente. generalizar sus experimentos y observaciones 1023 .
Conviene subrayar, en estrecha relación con lo que acaba de decir- Ha de notarse, en tercer lugar, que ni los expertos ni los científicos
se, que las observaciones de la realidad nunca son «puras», del todo son seres angelicales. Incluso los más fervientes paladines de la ciencia
objetivas, sino que siempre están ineluctablemente modeladas por es- advierten que ·«no se puede ser tan ingenuo como para no reconocer
quemas teóricos, distorsiones medioambientales, prejuicios, impregna- que, de hecho, intereses de naturaleza muy variada tienden a infiltrar-
das de subjetividad, de elementos valorativos que resulta imposible eli- se en la ciencia incluso en el terreno puramente cognoscitivo» 1024 • Se-
minar1018. En los dictámenes científicos se deslizan inevitablemente gún cuentan otros autores mucho más críticos, «los ciudadanos de una
juicios de valor, como cuando se utilizan los términos «ampliamente, democracia donde la información es fácilmente disponible descubrirán
suficiente, adecuado, en la mayor medida de lo posible, ligeramente, pronto la fuerza y la debilidad de sus expertos. Como los miembros de
grave, generalmente, normal, usual, óptimo» u otros similares 1019 • «Las un jurado, descubrirán que los expertos tienden a exagerar la impor-
ciencias no actúan en un espacio libre de valoraciones» 1020 • Las evalua- tancia de su labor; que expertos diferentes tienen a menudo opiniones
ciones científicas del riesgo, en concreto, implican numerosas elec- diferentes sobre el mismo asunto; que están relativamente informados
ciones y juicios de valor subjetivos, convencionales, con los que los en su pequeño campo, pero que son muy ignorantes fuera de él; que
científicos tratan de superar las abundantes incertidumbres e indeter- casi nunca admiten esa ignorancia y ni siquiera son conscientes de ella,
minaciones de todo tipo que les van saliendo al paso en sus intentos pero la salvan mediante un lenguaje altisonante, engañando de este
de comprender y explicar la realidad'°"· Esta empíricamente compro- modo a sí mismos y a los demás; que no les repugnan las tácticas de
bado, por otra parte, que los mismos atajos heurísticos, sesgos y ano- presión de la peor especie; que pretenden buscar la verdad y usar la
malías cognitivas que provocan distorsiones en la percepción que los razón cuando su guía es la fama y no la verdad, ni el deseo de estar en
legos tienen de los riesgos afectan también, si bien normalmente en lo correcto, ni la razón, etc.» 1º25 •
Otro dato que conviene no perder de vista es que a veces ocurre
1011
Como dice FEYERABENO, Adiós a la razón, 1984, p. 13, «los expertos ... es- que los mismos expertos que presumiblemente poseen los mejores co-
tán pagados por los ciudadanos; son sus sirventes, no sus amos, y han de ser su- nocimientos sobre ciertos temas tienen también intereses personales
pervisados por ellos como el fontanero que repara una gotera ha de ser supervisa-
do por la persona que lo contrata; de otra manera, ésta tendrá que hacerse cargo que se pueden ver seriamente comprometidos por las decisiones que
de una gotera aún mayon->. los poderes públicos adopten al respecto, lo que amenaza seriamente
1018 Vid. FEYERABEND, Tratado ... , pp. 15, 16, 53 y ss. y 152 y ss.
su imparcialidad a la hora de asesorarles en la preparación de las mis-
1019
THOENES, «Sachverstand, Parteilichkeit, Pluralitiit bei Expertenanh6rung mas1026. La implicación de intereses políticos, militares y, sobre todo,
und in Expertengremien», en Der Experte bei der Beurteilung von Ge/abren und
Risiken, 2001, p. 20.
empresariales en la actividad científica es precisamente una de las ca-
1020
THOENES, «Sachverstand ... », p. 21. racterísticas más destacables de la ciencia -la «tecnociencia»- que
1021 Vid. el excelente trabajo de WALKER, «The Myth of Science as a "Neutral emerge durante el último cuarto del siglo XX. Los científicos pierden
Arbiter" for Triggering Precautions», Boston College International and Comparati- su tradicional autonomía respecto de políticos, militares y empresarios.
ve Law Review, 26, 2003, pp. 197 y ss .. Del mismo autor, vid., también, «Risk El conocimiento científico deja de ser un fin en sí mismo para conver-
Regulation and the "Faces" of Uncertainty», Risk: Health, Safety & Environment,
9, 1998, pp. 27 y ss.; y «Theories of Uncertainty: Explaining the Possible Sources
of Error in lnferences», Cardozo Law Review, 22, 2001, 1523 y ss. CEREZOILUJÁN, "" Vid. Scovrc (et alt.), The Perception ... , pp. 10, 22, 36, 39, 42, 119, 120,
Ciencia... , pp. 93 y ss., hablan de la «subjetividad del riesgo "objetivo"». En el 222, 273, 396, 406 y 409.
1023
mismo sentido, vid. SLOVIC (et alt.), The Perception ... , pp. xxxvi, 34, 119, 183 y Vid. SLOVIC (et ah.), The Perception ... , pp. 109 y 110.
1024
392 y SS. AGAZZI, El bien, el mal y la ciencia, 1996, p. 76.
1 5
02 FEYERABEND, Adiós... , pp. 12 y 13.

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tirse en un medio para otros fines. El científico deja de ser un genial b) Requisz"tos de la evaluación científica del riesgo
artesano enclaustrado en una torre de marfil, un héroe solitario que
persigue principalmente metas epistemológicas, para quedar integrado Todo ello hace aconsejable la adopción de precauciones. El asesora-
en calidad de asalariado o socio capitalista en grandes empresas tecno- miento científico debería reunir ciertos requisitos. La Sentencia del Tri-
científicas a las cuales mueven diversos objetivos pero, por encima de bunal de Primera Instancia de la Unión Europea de 11 de septiembre
1030
todos ellos, el ánimo de lucro. «Con la llegada de la tecnociencia los de 2002 ha elaborado una importante doctrina sobre este punto, en
valores más característicos del capitalismo entraron en el núcleo mis- concreto sobre la evaluación científica de los riesgos para la salud y el
mo de la actividad científico-tecnológica. El enriquecimiento rápido, medio ambiente. Y en ese año 2002 se publicaba también una todavía
por ejemplo, que tradicionalmente había sido ajeno a las comunidades más interesante Comunicación relativa a la obtención y utilización de
científicas, pasó a formar parte de los objetivos de las empresas tecno- asesoramiento externo por la Comisión de la Unión Europea. 10'1_ La
científicas». «La llegada de la inversión privada a la tecnociencia trajo misma dice carecer de carácter vinculante, pero ya se sabe que los docu-
consigo el imperativo de rentabilizar el conocimiento». Así, «la "paten- mentos de so/t law como éste suelen ser tenidos muy en cuenta y obser-
tabilidad" prima sobre la "publicabilidad", invirtiéndose uno de los vados por los aplicadores del Derecho, especialmente cuando reflejan
valores clásicos de la ciencia moderna». Los intereses económicos y mi- principios jurídicos y la jurisprudencia de los Tribunales 10".
litares hacen muchas veces que se publique únicamente el «conoci- Antes de analizar cada uno de estos requisitos conviene preguntar-
miento de retaguardia». «La discusión libre y crítica de las hipótesis y se por su fundamento. ¿De dónde proceden los criterios que determi-
de las opciones tomadas se ve radicalmente yugulada» 1027 • Los científi- nan cómo deben realizarse-las evaluaciones científicas sobre las cuales
cos, en definitiva, han perdido en gran medida la independencia frente los poderes públicos basan sus decisiones? ¿Del ordenamiento jurídi-
a intereses distintos de los puramente epistemológicos, han perdido la co o de la ciencia? ¿A quién corresponde establecer esos criterios? ¿A
neutralidad axiológica, la imparcialidad casi divina que antes se les su- los ciudadanos, a través de sus representantes, o a los científicos? En
ponía, lo que da motivos para la desconfianza. Desde luego, a nadie virtud de su derecho fundamental a la libertad científica y técnica
sorprende que los expertos que trabajan para las empresas privadas -art. 20.1.c) CE-, los expertos pueden elegir libremente los fines,
perciban y valoren más favorablemente los riesgos tecnológicos que sus objetos y métodos de su actividad encaminada a averiguar y comuni-
colegas universitarios o al servicio del sector público 1º28 . car la verdad, sin que, en principio, el Estado pueda interferir en esa
Por último, es sabido que en temas muy complejos los órganos ad- elección. Ahora bien, ello no es obstáculo para que los ciudadanos
ministrativos y jurisdiccionales encargados de decidir suelen toparse también tengan derecho a elegir democráticamente qué científicos les
con grandes dificultades incluso para valorar cabalmente las evaluacio- asesorarán en las cuestiones que les afecten, y a decidir que sólo se
nes realizadas por los expertos, por lo que es comprensible que tien- dejarán aconsejar por científicos que respeten determinadas reglas y
dan a entregarse a las opiniones de estos últimos, quienes en conse- valores. «En una sociedad libre ... los problemas no los resuelven los es-
cuencia son muchas veces los que de Jacto deciden 1029 . pecialistas (aunque su consejo no será desatendido), sino las personas
afectadas de acuerdo con las ideas que ellas valoran y los procedimien-
1026 Así lo advierte también BREUER, «Die Angst vor Gefahren und Risiken und tos que ellas consideran los más apropiados» 1º33 .
die sachverstiindige Beratung», en Der Experte bei der Beurteilung von Ge/abren
1030
und Risiken, 2001, p. 49. STPI de 11.9.2002 (P/izer Animal Health, T-13/99).
1031
º EcHEVERRÍA, La revolución tecnocientí/ica, 2003, pp. 61 y ss.
1 27
Comunicación sobre la obtención y utilización de asesoramiento por la
'°"Vid. SLOVIC (et alt.), The Perception ... , pp. 302,311 y 312. Comisión: principios y directrices, «Fortalecimiento de la base de conocimientos
º Vid. DI FABIO, «Verwaltungsentscheidung durch exte1:!}en Sachverstand:
1 29
para mejorar las políticas», COM(2002) 713 fmal.
am Beispiel des arzneimittelrechtlichen Zulassungs- und Uberwachungsverf- ion Vid. ALoNso GARCÍA, «El soft law comunitario», RAP, 154, 2001, pp. 63 y ss.
1 33
ahrens», VerwArch, 81, 1990, pp. 193-227; KUTSCHEIDT, «Sachverstiindigenguta- º FEYERABEND, La ciencia en una sociedad libre, 1978, 1982, p. 4. Sobre la
chten in Verwaltungs- und Gerichtsverfahren», en Der Experte bei der Beurteilung superioridad de la democracia sobre la expertocracia, vid. DAHL, La democracia y
von Ge/abren und Risiken, pp. 101 y 102; SEIDEL, Privater. .. , pp. 4, 19 y 35. sus críticos, 1992, pp. 67 y ss.; POPPER, La sociedad... , passim, esp. pp. 124 y ss.

'2<;:/.'.

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V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

tarea que deba realizarse, puede ser también conveniente incluir exper-
Ya sabemos que la actividad científica está decisívamente determi- tos cuya reputación derive de otros factores, por ejemplo, personas que
nada por valores. Los métodos utilizados por los científicos, los enun- posean conocimientos prácticos en la materia». La cuestión queda muy
ciados que formulan, están cargados de ellos 1034 . Esto aparece con par- abierta, pues. Aunque el órgano encargado de responderla puede ayu-
ticular claridad cuando alguien ha de elegir entre dos o más teorías darse de algunas normas jurídicas y sociales que le ayuden a determi-
científicas alternativas. Como advierte KUHN, «toda elección individual nar cuándo alguien merece ser considerado un excelente especialista.
entre teorías rivales depende de una mezcla de factores objetivos y sub- Exhaustividad. La evaluación ha de ser «tan exhaustiva como sea
1035
jetivos, o de criterios compartidos y criterios individuales» • Los pri- posible, habida cuenta de las circunstancias de cada caso». Ello impli-
meros son valores compartidos en un determinado momento por una ca, en primer lugar, que deben agotarse todas las fuentes de informa-
determinada comunidad que confieren cierta objetividad a la elección; ción sobre el tema de que se trate, invirtiendo los recursos materiales,
se trataría de criterios tales como la precisión, la coherencia, la ampli- temporales y personales necesarios a tal efecto. La exhaustividad im-
tud, la simplicidad, la fecundidad y la utilidad. Sin embargo, estos im- pone, por consiguiente, una «evaluación caso por caso>> 1037 : deben ser
precisos valores muchas veces pugnan unos con otros, y los índividuos investigadas y valoradas absolutamente todas las circunstancias que
pueden diferir legítimamente en sus aplicaciones a casos concretos. puedan tener alguna relevancia para decidir acertadamente en cada
Ello hace que en la elección influyan también factores estrictamente caso concreto.
subjetivos, individuales. La exhaustividad implica, en segundo lugar, que deben ser consi-
Así las cosas, en una democracia, es lógico que los ciudadanos, a derados absolutamente todos los costes y beneficios, de cualquier tipo
través de sus legítimos representantes, puedan escoger libremente los que sean, que puedan conllevar las distintas alternativas de actuación
científicos que han de asesorarles y los criterios que deben orientar el para cualquier interés jurídico protegido. Queremos resaltar esta idea,
asesoramiento'º"· En un Estado como el español, los valores social- porque las evaluaciones científicas suelen centrarse en los riesgos para
mente compartidos que deben tenerse en cuenta a la hora de preparar la vida y los bienes de carácter explícitamente económico, sin tener en
científicamente las decisiones de los poderes públicos no pueden ser cuenta -no digamos ya cuantificar- otros aspectos, tales como los
otros que los afirmados por el constituyente, el legislador y la Admi- estéticos y los emocionales 1038 . Resulta en particular criticable que se
nistración, por ese orden. Analicemos a la luz de este principio los re- obvien el miedo, la ansiedad, las fobias, las depresiones, el pánico, la
quisitos que debe reunir la evaluación científica del riesgo en un Esta- aprensión, el estrés y otros estados mentales similares provocados por
do democrático de Derecho. determinados riesgos y regulaciones, pues dichos estados psicológicos
Excelencia. La evaluación ha de realizarse por «especialistas cientí- tienen un coste social nada desdeñable, no sólo en la medida en que
ficos» y ser excelente. Según la citada Comunicación, éste es el primer suponen un menoscabo del derecho fundamental a la integridad moral
factor determinante de la calidad del asesoramiento. Ahora bien, ¿quié- (art. 15 .1 CE), sino también porque pueden propiciar conductas dis-
nes reúnen tales cualidades? La Comisión no es muy precisa en este valiosas para la comunidad 1039 • La reducción del miedo -incluso cuan-
punto: la excelencia puede acreditarse por el «juicio de sus colegas de
igual rango ("sus pares"), y por indicadores, como el número y la in- 1037
A este principio se refiere, por ejemplo, el preámbulo de la Ley 9/2003,
fluencia de sus publicaciones. Sin embargo, para asegurar que el con- de 25 de abril, por la que se establece el régimen jurídico de la utilización confi-
junto de conocimientos recabados sea adecuado y pertinente para la nada, liberación voluntaria y comercialización de organismos modificados genéti-
camente.
"" SLOVIC (et alt.), The Perception... , pp. 20 y 119.
1034 ECHEVERIÚA, en Ciencia ... , pp. 55 y ss.; y en La revolución .. , passim, esp. 1039
A favor de incluir el miedo como un coste que debe ser tenido en cuenta
pp. 229 y ss. y cuantificado en las evaluaciones científicas del riesgo, vid. ADLER, «Fear Assess-
103 5 «Objetividad ... », p. 349.
KuHN, ment: Cost-Benefit Analysis and the Pricing of Fear and Anxiety>>, Chicago-Kent
1036Según FEYERABEND, Adiós ... , p. 16, cuando las consecuencias de defender Law Review, 79-3, 2004, pp. y ss., quien propone también la metodología a seguir
una teoría u otra «pueden afectar a la sociedad en su conjunto ... el asunto ha de para ello.
decidirse de una manera democrática, bíen por votación, bien por consenso».

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V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS
do éste carece de «fundamento»-- constituye un bien social que debe-
mos ponderar 1040 • lo posible las designaciones ad hoc y el riesgo de «dictámenes a la me-
Al igual que los demás principios que deben informar las evalua- dida» que éstas conllevan. Con este fin cabe constituir un órgano cole-
ciones científicas, la exhaustividad funciona a modo de mandato de giado más o menos estable, integrado o no en una «Agencia» a su vez
optimización, debiendo ceder terreno en la medida útil, necesaria y independiente, encargado de efectuar las evaluaciones. El problema es
proporcionada para atender las exigencias de otros principios. La es- que sus miembros no siempre poseerán todos los conocimientos supe-
casa importancia del problema o la urgencia existente, por poner dos respecializados que a veces son necesarios para evaluar ciertos riesgos,
ejemplos, justifican que no haya que invertir demasiado tiempo y recur- en cuyo caso los encargos ad hoc parecen inevitables. Pero también
sos en la investigación. En este sentido, la citada Comunicación de entonces cabe tomar alguna precaución, como la de elaborar de ante-
2002 dice que «los servicios deben esforzarse por utilizar los recursos, mano listas de los expertos que podrán participar en las eventuales eva-
que son limitados, de manera eficaz, sopesando los costes a corto pla- luaciones 1044 •
zo (por ejemplo, las horas dedicadas) y los beneficios previstos a largo Transparencia. Aquí se trata de dar a conocer a los sujetos interesa-
plazo (por ejemplo, una aplicación más fácil de políticas vigorosas)»; dos y al público no sólo los resultados de la evaluación, sino también
«los procedimientos para la obtención y utilización de asesoramiento los pasos que se han dado para llegar a los mismos. La transparencia
han de estar pensados de manera que sean proporcionales a la tarea ha de alcanzar al proceso de selección de las personas encargadas de
prevista, teniendo en cuenta el sector correspondiente, el problema en realizar la evaluación, a sus dependencias respecto de los intereses po-
cuestión y la fase del ciclo de elaboración de políticas». tencialmente afectados, a los métodos de trabajo utilizados, a los resul-
Imparcialidad. Al requerir que la evaluación sea imparcial -o in- tados obtenidos y a la motivación de las evaluaciones efectuadas 1045 . La
dependiente- se pretende evitar que la influencia de intereses espu- Comunicación de la Comisión hace propuestas al respecto muy intere-
rios deforme sus resultados: «se trata de minimizar el riesgo de que el santes:
asesoramiento resulte distorsionado por intereses creados» 1041 • Pueden
utilizarse diversos mecanismos para enervar este peligro. Cabe estable- «Los principales documentos relacionados con la aplicación del ase-
cer obligaciones de abstención similares a las previstas para los servi- soramiento a una cuestión política concreta, y en particular los dic-
dores públicos 1042 , de manera que se prohíba participar en la evalua- támenes mismos, deben ponerse a disposición del público lo antes
ción a los científicos cuya especial relación personal con el objeto posible»; «deben facilitarse traducciones de la documentación, al
evaluado haga temer razonablemente por su parcialidad. Se les puede menos de forma resumida, en la medida de lo posible, especialmen-
obligar a que declaren cuáles son sus dependencias 1043 • Se puede pre- te cuando se trate de cuestiones sensibles. Los posibles retrasos o las
determinar quiénes han de intervenir en la evaluación antes de que limitaciones prácticas que comporte la traducción no deben impedir
que se facilite la documentación en la lengua original»; «se estudiará
aparezcan los concretos problemas a evaluar, evitando en la medida de
la posibilidad de que el público pueda observar algunas reuniones de
expertos, especialmente cuanto se trate de cuestiones políticas sensi-
1040 SUNSTEIN, «Probability Neglect», Yale Law Journal, 112, 2002, p. 104; bles»; «se insistirá en que los expertos destaquen claramente los da-
CHANG, «Risk. .. », pp. 1 y ss. tos empíricos (por ejemplo, las fuentes, referencias, ... ) en los que ba-
1
"" COM(2002) 713 final, citada.
1042 Sobre esta figura, vid. nuestro trabajo «La abstención en el procedimien- sen sus dictámenes, así como cualquier incertidumbre que pueda
to administrativo», en Nuevas perspectivas del régimen local. Estudios en homenaje haber, y también las opiniones discrepantes»; «se estudiará de qué
al Profesor José M." Boquera 0/iver, 2002, pp. 409-464. manera puede promoverse un debate ordenado y con conocimiento
1043 La COM(2002) 713 final, citada, propone que «los expertos deben decla- de causa entre los responsables de la elaboración de políticas, los
rar inmediatamente cualquier interés directo o indirecto en la cuestión de que se expertos y las partes interesadas... especialmente sobre cuestiones
trate, así como cualquier cambio pertinente en las circunstancias que los afecten,
una vez iniciado el trabajo. La Comisión habrá de decidir si existe un conflicto
de intereses que ponga en peligro la calidad del asesoramiento recibido». "" Vid. el art. 11 del RD 711/2002.
1045
En sentido similar, THOENES, «Sachverstand ... », pp. 26 y 30.
360
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delicadas»; «por regla general, cualquier propuesta presentada por notado, asimismo, que en los casos en que se recurre al asesoramiento
un servicio para que la Comisión tome una decisión deberá ir acom- externo, de personas no integradas en la Administración competente,
pañada de una descripción de los dictámenes que se han tenido en conviene «mantener un nivel adecuado de capacidad de asesoramiento
cuenta y de cómo éstos se han incorporado a la propuesta. Esta nor- interno... [a fin de] actuar como "cliente inteligente"» 1049 .
ma incluye los casos en los que· el asesoramiento recibido no se ha Pluralismo. Como señala la Comisión, éste es otro de los factores
tenido en cuenta. En la medida de lo posible, esta misma informa- determinantes de la calidad del asesoramiento científico: «siempre que
ción debe hacerse pública cuando se apruebe formalmente la pro- sea posible, deben solicitarse puntos de vista diversos. La diversidad
puesta de la Comisión». puede venir de diferencias en el planteamiento científico, en los tipos
de conocimiento, en las diferentes tendencias de las instituciones ase-
La transparencia cumple diversas finalidades. En primer lugar, dis- soras o en el contraste de opiniones sobre los presupuestos fundamen-
minuye el peligro de influencias indeseables, pues cometer arbitrarie- tales en los que se basa la cuestión»; «el pluralismo implica también
dades y abusos a la luz del día siempre es más complicado que hacerlo tener en cuenta conocimientos multisectoriales y multidisciplinarios, y
en la oscuridad de la noche. En segundo lugar, facilita la detección de puntos de vista minoritarios y no conformistas. También pueden ser
los elementos subjetivos que inexorablemente entraña toda evalua- importantes otros factores, como diferentes perspectivas geográficas,
ción1046. No podemos exigir a los científicos que eliminen todos los in- culturales y de sexo». «En la medida de lo posible deben buscarse
gredientes subjetivos-valorativos de sus juicios, pero sí que traten de ideas y aportaciones nuevas incluyendo, para ello, a personas fuera del
ponerlos de manifiesto, «que expliquen sus elecciones, que muestren círculo habitual de contactos de la Administración comunitaria. Tam-
las bases de sus juicios»1047 . En tercer lugar, la transparencia posibilita bién hay que esforzarse por lograr que los grupos estén compuestos
el diálogo, el contraste, la crítica, lo que ayuda a detectar eventuales por, como mínimo, un 40% de cada sexo... Deben tenerse en cuenta
errores, prejuicios, incoherencias. las opiniones más extendidas y también las discrepantes» 1050 •
Es muy importante que la evaluación científica resulte comprensi- El pluralismo del asesoramiento científico tiene un extraordinaria
ble para los ciudadanos, a fin de lograr su aceptación, así como para la importancia, por varias razones. En primer lugar, porque constituye el
autoridad encargada de decidir, a fin de que ésta pueda ejercer cabal- valor democrático fundamental y, por lo tanto, el que ha de informar
mente sus responsabilidades. A tal efecto, sería deseable que pudiera también la ciencia que un Estado democrático tome como base de sus
entablarse un verdadero diálogo entre asesores científicos y autorida- actuaciones. En segundo lugar, porque, como muy bien ha explicado
des. Una manera de intentar lograr este objetivo sería encomendar la FEYERABEND, el pluralismo tiene una utilidad científica intrínseca: «si
decisión a un órgano colegiado algunos de cuyos integrantes con voz, deseamos comprender la naturaleza, si deseamos dominar nuestro en-
pero no necesariamente con voto, tuviesen la condición de científicos. torno físico, entonces hemos de hacer uso de todas las ideas, de todos
Otra técnica sería que la autoridad competente pudiera discutir oral- los métodos» 1º'1_ El pluralismo es condición sine qua non del diálogo y
mente con el asesor científico el contenido del informe previamente la crítica, necesarios para poder detectar muchos errores, incoherencias
presentado por escrito y pedirle aclaraciones o explicaciones comple- y prejuicios 1052 • Los prejuicios -escribe el filósofo austríaco--- «se des-
mentarias, de todo lo cual debería dejarse constancia en el expediente cubren por contraste, no por análisis»; «por lo general no somos cons-
en aras de la transparencia 1048 . La Comisión de la Unión Europea ha
'"" COM(2002) 713 final.
°"
1 6 En sentido similar, PEEL, «Precaution. A Matter of Principle, Aproach or
105
° COM(2002) 713 final. En sentido similar, vid. THOENES, «Sachvers-
Process?», Melbourne ]ournal o/ International Law, 5, 2004, pp. 498 y 499. tand ... », pp. 28 y SS.
10
104
7 KUHN, «Objetividad ... », p. 361.
n FEYERABEND, Tratado ... , p. 301.
1052
°" CHRISTOFOROU, «Settlement of Science-Based Trade Dispute in the
1 8 Según SLov1c (et alt.), The Perception ... , p. 50, «sólo una continua inte-
WTO», New York University Environmental Law ]ournal, 8, 2000, pp. 622 y ss., racción multidisciplinar puede alertarnos de la estrechez de nuestra propia pers-
se muestra partidario de encomendar el asesoramiento a un grupo colegiado de pectiva y permitirnos desarrollar instrumentos» que puedan ser aprovechados por
expertos, en vez de consultarlos individualmente. los encargados de tomar decisiones de riesgo.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS

cientes de ellos y sólo reconocemos sus efectos cuando nos tropezamos Hasta hace bien poco confiábamos en la ciencia y la técnica. Tenía-
con una cosmología completamente diferente» 10''; «la validez, utilidad y mos fe en que los sacerdotes de esta nueva religión 1056 habían de condu-
suficiencia de los criterios habituales ... sólo pueden ser comprobadas cirnos inexorablemente a un estupendo mundo feliz. El resultado, sin
por medio de la investigación que los viola» 10' 4 . La apertura del asesora- embargo, no ha sido tan positivo como podía esperarse. A la par que se
miento a la libre competencia intelectual propicia el diálogo, la crítica, acrecentaba nuestra capacidad de intervenir y modificar la naturaleza,
el esfuerzo argumentativo, la transparencia, el mejor conocimiento de también lo hacía la de causar catástrofes de una magnitud antes inima-
las diversas alternativas existentes y de las razones que las avalan. La ginable. Y el haber sido testigos de no pocas nos ha ayudado a damos
pluralidad de observadores tiende a neutralizar los efectos de los sesgos, cuenta de que ningún científico está en condiciones de asegurar que
las inclinaciones y las dependencias de cada uno de ellos. otras similares o incluso peores no acabarán produciéndose. La ciencia
Predeterminación normativa. En la medida de lo posible, debe prede- no es capaz de proporcionar esa certeza. Primero algunos estudiosos
terminarse normativamente y planificarse con anticipación cómo se va a pusieron de manifiesto que nunca podemos estar seguros de haber al-
desarrollar la evaluación en todos sus aspectos. De esta manera, se gana canzado la verdad, que no hay manera de verificar las teorías científicas,
en transparencia y seguridad jurídica, y se reduce el riesgo de actuaciones sino tan sólo de falsarias, de saber que no se ajustan a la realidad 10".
arbitrarias, sesgadas, parciales. Hay que regular con carácter general y Hoy sabemos que ni siquiera esto último queda a nuestro alcance: no
antelación las cuestiones que requieren determinado tipo de asesora- podemos ni probarlas ni refutarlas concluyentemente1º". Es más, «uno
miento, los criterios y el procedimiento de selección de los expertos, el de los rasgos más dolorosos de los recientes avances de la ciencia es que
alcance y el objetivo de su intervención, los puntos sobre los que deben cada uno de ellos nos hace saber menos de lo que creíamos saber» 10" ;
pronunciarse, la eventual participación de los afectados, las excepciones «con cada paso que damos hacia delante, con cada problema que solu-
al principio de publicidad, etc. Algunos de estos aspectos son suscepti- cionamos, descubrimos no sólo nuevos y no resueltos problemas sino
bles de una cierta previsión normativa general, a la que no hay que re- que también allí donde creíamos encontrarnos en terreno firme y segu-
nunciar; otros, en cambio, sólo admiten una planificación caso por caso. ro, todo es en verdad inseguro y tambaleante» 1060 • El prestigio de nues-
1056
Son varios los filósofos que han señalado que la ciencia actual cumple una
E) LA PARTICIPACIÓN DE LOS CIUDADANOS EN LA DETERMINACIÓN DEL RIES- función social equiparable a la de una religión (vid. ECHEVERR1A, Introducción a la
GO PERMITIDO metodología de la ciencia, 1999, pp. 240 y ss.). Según FEYERABEND, Tratado ... , p.
289, nos encontramos ante la «institución religiosa más reciente, más agresiva y
más dogmática».
La participación de los ciudadanos en la elaboración de las decisio- 1057
La lógica de la investi"gación científica, 1934, passim.
Vid. POPPER,
nes públicas que les afectan no sólo aumenta la información disponi- 1058
Vid. LAKATOS, La metodología de los programas de investigación científica,
ble por el órgano decisor y, con ello, la probabilidad de acierto de las 1998, passim, esp. pp. 16 y ss., quien propone sustituir el «falsacionismo ingenuo»
mismas, sino que también contribuye a legitimarlas democráticamente de POPPER por un «falsacionismo sofisticado», según el cual las anomalías, con-
y constituye una elemental muestra de respeto hacia la dignidad de los traevidencias, inconsistencias y aparentes refutaciones de un programa de investi-
afectados 10" . Estas ventajas no son nada desdeñables en los tiempos gación científica sólo en determinados casos justifican su abandono. Conviene
advertir, sin embargo, que POPPER no era un falsacionista del todo ingenuo, y en
que corren. esa medida tampoco del todo congruente, como lo ilustra su afirmación de que
«en realidad, no es posible jamás presentar una refutación concluyente de una
1053 FEYERABEND,Tratado ... , p. 16. teoría, ya que siempre puede decirse que los resultados experimentales no son
º FEYERABEND,
1 54
La ciencia... , p. 36. dignos de confianza, o que las pretendidas discrepancias entre aquéllos y la teoría
1055
Cfr. CIERCO SEIRA, La participación de los interesados en el procedimiento son meramente aparentes y desaparecerán con el progreso de nuestra compren
administrativo, 2002, pp. 53 y ss.; LAVILLA RUBIRA, La participación pública en el sión de los hechos» (La lógica ... , p. 49).
1 59
procedimiento de elaboración de los reglamentos en los Estados Unidos de América, 0 RusELL, ElogiO de la ociosidad, 2000, p. 245.
1060
1991, pp. 98 y ss.; PONCE SOLÉ, Deber de buena administración y derecho al proce- POPPER (apud GARZÓN VALDÉS, «Algunas reflexiones sobre la ignorancia»,
dimiento administrativo debido, 2001, pp. 313 y ss. en Filosofía, Política y Derecho, 2001, p. 37).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
V. GARANTíAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS

tros sacerdotes, como es natural, se ha resentido. Hemos escuchado decisiones públicas riesgosas. En numerosos estudios se ha constatado
defraudados que investigaciones y teorías que se presentan con la au- la existencia de una profunda brecha entre las evaluaciones de ciertos
reola de la verdad científica obedecen a opiniones personales y tenebro-
riesgos efectuadas por los científicos y la percepción que de esos mis-
sos intereses en una proporción que escandalizaría a más de un ingenuo mos riesgos suele tener el público, que, en líneas generales, tiende a
creyente 1061 • atribuirles mayor gravedad 10". Hay factores que influyen notablemen-
En este ambiente de fin de fiesta 1062 , de ruptura del consenso social te en el juicio de los legos pero, por lo general, no (tanto) en el de los
sobre el progreso 1063 , donde cada vez son más los que han despertado científicos. Algunas de esas circunstancias se refieren a las característi-
del sueño cientificista, surge el interrogante de a quién corresponde
cas de quienes perciben el riesgo, tales como su sexo, raza, educación,
decidir los riesgos, muchos de ellos gravísimos, a los que prácticamen-
tener niños, la comunidad a la que uno pertenece ... Así, por ejemplo,
te todos vamos a quedar expuestos. ¿La casta de los científicos? ¿Los
hay estudios que indican que, en los Estados Unidos, los varones, es-
que se lucran económicamente o adquieren fama, prestigio y reconoci-
pecialmente los de raza blanca, se preocupan bastante menos que las
miento social realizando las actividades riesgosas? En una democracia,
mujeres por los riesgos tecnológicos y medioambientales 1067 . Otras cir-
la respuesta cae por su propio peso: los afectados, los ciudadanos. «En
cunstancias tienen que ver con las características del riesgo: los indivi-
una sociedad libre ... los problemas no los resuelven los especialistas
duos toleran mucho mejor los riesgos voluntariamente asumidos que
(aunque su consejo no será desatendido), sino las personas afectadas de
los impuestos; mejor aquellos que creen poder controlar que los res-
acuerdo con las ideas que ellas valoran y los procedimientos que ellas
tantes; mejor los peligros considerados «naturales» que los «artificia-
consideran los más apropiados» 1064 • Numerosas voces se han levantado
les»; mejor los equidistribuidos entre la colectividad que los que afec-
con razón postulando una mayor participación pública en la gestión
tan especialmente a determinados grupos o sujetos; mejor los familiares
del riesgo 1065 • que los peor conocidos; mejor los lejanos en el espacio y el tiempo que
Esta participación puede servir, además, para eliminar o al menos los cercanos e inminentes; mejor los muy probables pero poco graves
reducir los graves déficits de aceptación que normalmente padecen las
que los catastróficos, por ínfima que sea su verosimilitud; peor cuanto
más «visualizables» son, debido, por ejemplo, a que recién han ocurri-
1061 Vid. una interesante noticia aparecida en El País de 11.9.2001, p. 25, re-
do sucesos similares que han sido objeto de una gran atención por
lativa a las sospechas que levantan los trabajos científicos financiados por la indus-
tria farmacéutica.
parte de los medios de comunicación; peor cuanto más desapercibidos
1062 Vid. la introducción de LóPEZ CEREZOISANCHEZ RoN a la obra colectiva pasan los beneficios derivados de las correspondientes actividades ries-
por ellos editada Ciencia, tecnología, sociedad y cultura, 2001, pp. 15 y ss.
1063 EsTEVE PARDO, Técnica ... , pp. 45 y ss.
1066
Vid. los trabajos de SuNSTEIN, «Beyond ... », pp. 1035 y ss.; «The Laws of
1064
FEYERABEND, La ciencia... , p. 4.
io65 Vid. ARIAS MALDONADO, «Democracia y sociedad del riesgo: deliberación,
Fear», Haroard Law Review, 115-4, 2002, pp. 1119-1168; «Hazardous Heuristics»,
University of Chicago Law Review, 70-2, 2003, pp. 751-780; «Probability... », pp.
complejidad, incertidumbre», REP, 122, 2003, pp. 233 y ss.; BEcK, La sociedad del
61 y ss.; «Precautions against What? The Availability Heuristic and Cross-Cultu-
riesgo global, 2002, pp. 96,171 y 242;JARIA I MANZANO, «Legitimidad técnica y le-
ral Risk Perceptions», John M. Olin Law & Economics Working Paper, 220, 2004;
gitimidad democrática en la toma de decisiones administrativas que afecten al me-
«Irreversible ... »; Laws... , pp. 64 y ss.; así como CEREZO/LUJÁN, Ciencia ... , pp. 69 y
dio ambiente, RADAmb, 3, 2003, pp. 105 y ss.; LóPEZ CEREZO/LUJAN, Ciencia ... , pp.
ss.; SLOVIC (et alt.}, The Perception ..., passim; WALKER, «Consisten! Levels of Pro-
170 y ss. y 173 y ss.; MELLADO Rmz, Bioseguridad y Derecho, 2004, pp. 29 y ss. y 200
tection in Intemational Trade Disputes: Using Risk Perception Research to Justi-
y ss.; RIECHMANN, Cultivos ... , pp. 142 y ss.; SLOVIC (et alt.}, The Perception ... , pp.
fy Different Levels of Acceptable Risb, ELR, 31, 2001, pp. 11317-11325.
191, 198,321,324 y ss. y 411; KAHANIS10VIc/BRAMANIGASTIL, «Fear and Democra- 1061
Vid. BARKEl}ENKINS-SM1THIS1ov1c «Risk Perpections of Men and Women
cy or Fear o/ Democracy?: A Cultural Evaluatíon of Sunstein on Risk», Harward
Scientists, Social Science Quarterly, 78-1, 1997, pp. 167 y ss.; FLYNN/S1ov1c/MER-
Law Review, 119, 2006, pp. 1071 y ss. En sentido similar, ZIPPELIUS, «Politik und Sa-
TZ, «Gender, Race, and Perception of Environmental Health Risks», Risk Analy-
chverstand», en Der Experte bei der Beurteilung von Ge/ahren und Risiken, 2001,
pp. 114 y ss., postula que estas decisiones no deben ser resueltas por los expertos,
sis, 14-6, 1994, pp. 1101 y ss.; F1NUCANEIS10v1c/MERTZIFLYNNISATTERFIELD, «Gen-
der, race, and perceived risk: the "white male" effect», Health, Risk & Society, 2-2,
sino por las autoridades estatales competentes y de acuerdo con las reglas de juego
2000, pp. 159 y ss.; SATTERFIELDIMERTz/S1ov1c, «Discrimination, Vulnerability,
propias de una democracia, especialmente de acuerdo con el principio mayoritario.
and Justice in the Face of Risk», Risk Analysis, 24-1, 2004, pp. 115 y ss.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS

gosas; peor cuanto menor es la confianza depositada en quienes gestio- científicos cuando en su tarea de evaluar riesgos se topen con indeter-
1068 minaciones e incertidumbres. Tales criterios deberían guiar las eleccio-
nan los riesgos •
Pudiera pensarse que ésta es una brecha insalvable que coloca a los nes subjetivas que los expertos hagan de entre las hipótesis científica-
poderes públicos ante el dilema de elegir entre la tecnocracia o el po- mente plausibles existentes en cada caso 1070 • Con ello se gana en
pulismo, el paternalismo o la irracionalidad, la evaluación científica, transparencia, de un lado, porque queda claro hasta dónde llegan las
objetiva, del riesgo o la imagen subjetiva, distorsionada, que de él se inferencias científicamente fundadas y dónde comienzan las elecciones
forman los legos. El problema, sin embargo, puede ser planteado en convencionales, explicitándose de esa manera tanto los elementos ob-
otros términos, menos dramáticos. Por lo pronto, conviene recordar jetivos como los subjetivos que toda evaluación científica conlleva; de
que las evaluaciones científicas del riesgo no son nunca absolutamente otro lado, porque los expertos raras veces tratan de justificar sus con-
objetivas, pues implican siempre no pocas elecciones subjetivas, con- venciones y elecciones subjetivas, mientras que los políticos están más
vencionales, obedientes a diversos juicios de valor, intereses y circuns- acostumbrados -en rigor, obligados, en virtud de la interdicción de la
tancias sociales.
arbitrariedad establecida por el artículo 9.3 de la Constitución- a ex-
Debe notarse, asimismo, que muchas de las pautas referidas a las plicar las razones de sus actuaciones discrecionales. Se gana también en
que se ajusta de hecho la percepción social del riesgo, lejos de ser irra- seguridad jurídica, coherencia e igualdad entre todos los afectados, por
cionales, resultan sorprendentemente coherentes y plausibles • La
1069 cuanto todos los científicos deben seguir pautas comunes en sus eva-
utilidad marginal decreciente de los bienes, por ejemplo, hace plena- luaciones. Y, por último, se gana legitimidad democrática, ya que las
mente racional una cierta aversión al riesgo, que a su vez explica y jus- elecciones subjetivas de los expertos dejan de ser libérrimas para que-
tifica en buena medida la aversión de los ciudadanos a los daños catas- dar determinadas, al menos parcialmente, por los criterios establecidos
tróficos e inciertos, aunque sea escasa la probabilidad estimada por los por los representantes de los ciudadanos.
científicos de que se produzcan. La propia ley de la utilidad marginal Por descontado, también cabe emplear otros medios de participa-
decreciente explica también por qué es preferible, ceteris paribus, que ción de los ciudadanos en los procedimientos de elaboración y segui-
un riesgo -o, dicho de otra manera, la seguridad- se equidistribuya miento de las decisiones públicas de riesgo: trámites de audiencia e
entre todos los miembros de la comunidad, en vez de afectar sólo a información pública, mesas de diálogo, participación en órganos cole-
unos pocos. El valor de la libertad justifica de igual manera que en una giados, etc. Lo importante es que los instrumentos elegidos en cada
sociedad libre los riesgos asumidos voluntariamente sean, ceteris pari- caso permitan entablar, en la medida de lo posible, un auténtico diálo-
bus, preferibles a los impuestos por terceros. go real entre todos los actores implicados -autoridades, expertos y
Así las cosas, una buena solución es tratar de reducir la referida diversos afectados- a través del cual estos últimos, y muy en especial
brecha intentando que la evaluación científica del riesgo tenga en cuen- los más «débiles», tengan efectivamente la oportunidad -las mismas
ta dichos valores y pautas sociales. A tal efecto, se ha propuesto que oportunidades- de recibir toda la información relevante disponible y
los poderes públicos -es decir, los ciudadanos a través de sus repre- las explicaciones pertinentes para poder comprenderla, la oportunidad
sentantes- establezcan reglas que indiquen cómo deben actuar los de someter temas a la libre discusión, de expresar sus puntos de vista
y de influir realmente en el proceso racional de decisión.
1068 Vid., por todos, SLOVIC (et ale.), The Perception ... , pp. 26, 72 y ss., 94 y Ya contamos con algún estudio experimental por el que se corro-
ss., 148 y ss. Algunos estudios citados por el autor indican, sin embargo, que la bora empíricamente que el carácter participativo del procedimiento a
aversión a los riesgos involuntarios no se debe tanto a su carácter involuntario través del cual se adopta una controvertida decisión de riesgo aumenta
cuanto a otras características asociadas normalmente a los mismos, como su po- significativamente la aceptación de la misma incluso entre las personas
tencial catastrófico, su desigual distribución, el miedo que generan, etc. (pp. 146
y ss.).
1069 KAHANISLOVIC/BRAMANIGASTIL, «Fear... », pp. 1083 y ss., estiman que de-

trás de muchas de las diferencias existentes entre la percepción de los expertos y la


1070
Vid. wALKER, «The Mith ... », pp. 214 y ss.; SCHERZBERG, «Risikos-
de los legos se esconden, en realidad, diferentes valores y concepciones del mundo. teuerung ... », p. 230.

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que no participaron en dicho procedimiento, pero que fueron adecua- La información a los ciudadanos acerca de los asuntos públicos,
damente informadas acerca del referido carácter 1071 . amén de legitimar su gestión, constituye una expresión del principio
democrático, pues la democracia es un sistema de gobierno que se pre-
supone transparente. El ejercicio del poder público debe ser cognosci-
F) LA TRANSPARENCIA DEL PROCEDIMIENTO. LA INFORMACIÓN A LOS CIUDA- ble para sus verdaderos dueños, los ciudadanos, a fin de que éstos
DANOS puedan controlar y exigir responsabilidad a quienes lo ejercen vicarial-
mente1º7'. De ahí la estrecha relación existente entre la información a
a) El valor de la transparencia de la gestión de los asuntos públicos los ciudadanos y su participación en la gestión de los asuntos públicos:
la primera es presupuesto necesario de la segunda.
La transparencia de la gestión de los asuntos públicos y, en parti- Por último, poseer información acerca de los peligros a los que uno
cular, de la gestión de los riesgos a los cuales los ciudadanos están ex- está expuesto mejora las posibilidades de evaluarlos correctamente y
puestos cumple diversas funciones. Por de pronto, constituye una im- tomar medidas de autoprotección. Esto explica por qué los derechos
portante garantía de la observancia del ordenamiento jurídico y, por lo fundamentales imponen a las autoridades el deber de suministrar a los
tanto, también del respeto a los derechos fundamentales. La transpa- ciudadanos la información disponible sobre el particular 1076 . Es más, la
rencia dificulta el ocultamiento de las infracciones, al aumentar la pro- falta de información por parte de los poderes públicos puede provo-
babilidad de que alguien las advierta y ponga en marcha mecanismos car en determinadas circunstancias un grado tal de incertidumbre, an-
que desencadenen consecuencias negativas para el infractor. gustia, miedo y, en definitiva, sufrimiento que resulte obligado calificar
En segundo lugar, es un instrumento generador de nuevas y mejo- dicha omisión como un trato inhumano, degradante y, en consecuen-
res informaciones, que pueden ser aprovechadas para decidir con ma- cia, proscrito por el artículo 3 CEDH1º".
yores garantías de acierto. Los datos que se dan a conocer a los ciuda-
danos pueden ser contrastados por ellos, criticados, evaluados; pueden
suscitar nuevas opiniones. Y la comunicación de estas últimas puede b) El especial valor de la información en la gestión de la incertidumbre
mover a otros sujetos a revisar y modificar las suyas propias. Y así su-
cesivamente en un proceso de continua realimentación. La transparencia adquiere una singular importancia en situaciones
La información a los ciudadanos, en tercer lugar, constituye una de incertidumbre por una razón bien sencilla: aquí la información es
muestra de respeto hacia su dignidad humana, entendida como «la por definición incompleta, escasa y, por lo tanto, especialmente valio-
autodeterminación consciente y responsable de la propia vida» 1º72 , sa. Interesa sobre todo subrayar el papel que la misma puede desem-
«como el derecho de todas las personas a un trato que no contradiga peñar para enjugar en alguna medida los preocupantes déficits de legi-
su condición de ser racional igual y libre, capaz de determinar su con- timidad que suelen padecer en estos casos las decisiones de los poderes
ducta en relación consigo mismo y su entorno» 1073 . Al aumentar la in- públicos.
formación de que disponen, los ciudadanos se vuelven más conscien- Ya nos hemos referido a los déficits provocados por las diferencias
tes, más libres, más capaces de autodeterminar su conducta de acuerdo existentes entre expertos y legos en su percepción del riesgo. Sabemos
con sus necesidades 1074 .
1075
SANTAMARíA PASTOR, Principios ... , p. 116.
10
1071
Vid. ARvAI, «Using Risk Communication to Disclose the Outcome of a " Vid. las SSTEDH de 19.2.1998 (Guerra y otros, 14967/89, § 60), 9.6.1998
Particípatory Decision-Malcing Process: Effects on the Perceived Acceptability of (McGinley y Egan, 21825/93 y 23414/94, § 101), 18.6.2002 (Óneryldiz, 48939/99,
Risk-Policy Decisions», Risk Analysis, 23-2, 2003, pp. 281 y ss. §§ 82 y ss.) y 19.10.2005 (Roche, 3255/96, §§ 162 y ss.).
1077
10
" STC 53/1985 (FJ 8). Vid. la STEDH de 8.11.2005 (Gongadze, 34056/02, §§ 181 y ss.), relativa
10
" STC 192/2003 (FJ 7). a la falta de información padecida por los familíares más cercanos de un periodis-
10
" Vid. el A. del BVerfG de 26.6.2002 (1 BvR 670/91, § 74). ta relativa a la desaparición del mismo.

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V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS
también que las diferencias pueden y deben limarse mediante la inclu-
sión en las evaluaciones científicas de algunos valores, pautas y criterios por ello que un posible accidente nuclear ocasionado por una larga
perfectamente racionales que sólo los legos suelen tener en cuenta. serie de fallos producidos en cadena puede parecer al público mucho
Ahora bien, tampoco conviene evaluar los riesgos y gestionarlos ajus- más probable de lo que resultaría si, como debe hacerse, determinára-
tándose estrictamente a la percepción social de los mismos, ya que ésta mos la probabilidad del accidente multiplicando las probabilidades de
adolece en no pocas ocasiones de notables defectos. Las personas sole- que ocurran cada uno de esos fallos 1080 .
mos percibir los riesgos a través de simplificaciones, sirviéndonos de Los marcos (frames) o diferentes formas bajo las cuales se presen-
diversos atajos heurísticos (heuristics) que normalmente funcionan más tan los riesgos inciden notablemente en su valoración y constituyen,
o menos bien, pero que a veces hacen que nos formemos una imagen asimismo, una fuente de posibles incongruencias e irracionalidades 1081 •
distorsionada de aquéllos, lo cual nos puede llevar a resultados indesea- El mismo riesgo puede parecer aceptable cuando se presenta como una
bles, irracionales, incongruentes con nuestras propias preferencias. reducción de la esperanza de vida y, en cambio, no parecerlo cuando
La disponibilidad (availability) es determinante. Normalmente esti- se presenta como la probabilidad de que se produzca anualmente un
mamos la probabilidad de un suceso en función de la facilidad con la determinado número de muertes por cáncer. Se ha observado que al-
que podemos recordar o nos vienen a la imaginación sucesos semejan- gunos riesgos tienden a ser considerados más graves cuando se expre-
tes1078. Se trata de una estrategia intuitiva que por lo general produce san en frecuencias (10 de cada 100) que cuando se expresan en un
resultados aceptables, pues los acontecimientos más frecuentes suelen porcentaje (el 10%). Se ha llegado a comprobar que si bien la mayoría
ser los más fáciles de recordar, pero que también causa equivocaciones, de los participantes en un experimento estaban dispuestos a someterse
pues el carácter reciente de un hecho, las emociones que ha suscitado, a una operación quirúrgica tras haber sido informados de que. la pro-
la atención de que ha sido objeto por los medios de comunicación y babilidad de sobrevivir a la misma era del 68%, la mayoría se invertía
otros diversos factores pueden influir notablemente en su disponibili- si lo que se les había dicho era que la probabilidad de fallecer a causa
dad. El simple hecho de hablar de un daño puede hacer que parezca de la misma alcanzaba el 32 % 1082 .
más probable. El anclaje (anchoring) también juega un papel importante. A la hora
También puede influir la heurística de la representatividad (repre- de efectuar un juicio -v. gr., de probabilidad-, es frecuente que se
sentativeness heuristic), en virtud de la cual la probabilidad de que un haga una primera estimación y que luego, a la vista de las nuevas in-
suceso pertenezca a una determinada clase u ocasione otro suceso se
estima en función de la representatividad del primero, en función del certainty: Heuristics and biases, 1998, pp. 90 y ss. Tras serles presentada Linda
parecido existente entre aquél y un suceso prototípico. Esta similitud como una mujer de «30 años, soltera, sin pelos en la lengua y brillante, que se ha
puede hacernos ver relaciones causales donde seguramente no las hay. licenciado en filosofía y que, cuando era estudiante, estaba profundamente pre-
Puede incluso provocar que caigamos en la falacia de la conjunción y ocupada por cuestiones de discriminación y justicia social, y que también partici-
pó en manifestaciones antinucleares», los encuestados consideraban que la proba-
estimemos que el acaecimiento simultáneo de varios hechos -que jun- bilidad de que Linda fuese cajera de un banco y activista del movimiento feminista
tos forman una «buena historia»- es más probable que el acaecimien- era más elevada que la probabilidad de que Linda fuese cajera de un banco. So-
to aislado de alguno de ellos 1079 , lo cual es sencillamente absurdo. Es bre el tema, vid., también, AA.VV., Heuristics and biases. The psychology of intui-
tive judgment, eds. GJLOVICHIGRJFFIN/KAHNEMAN, 2002, pp. 19 y ss. y 617 y ss.;
AA.VV., Judgment under uncertainty: Heuristics and biases, eds. KAHNEMAN/S10-
1078 VICITVERSKY, 1998, pp. 23 y SS.
Vid. TVERSKYIKAHNEMAN, «Availability: A heuristic for judging frequency 1080
and probability>>, en Judgment under uncertainty: Heuristics and biases, 1998, pp. Vid. S1ov1c (et alt.), The Perception... , p. 44.
1081
163 y ss.; así como otros estudios contenidos en esta obra colectiva (pp. 179 y ss.) Vid. SLOVIC (et alt.), The Perception ... , pp. 154 y ss.; AA.VV., Choices, va-
y en AA.VV., Heuristics and Biases. The Psychology o/ lntutitive ]udgment, eds. lues, and /rames, eds. l<AHNEMAN/TVERSKY, 2002, pp. 209 y ss.
GILOVICH/GRJFFINIKAHNEMAN, 2002, Í>P· 19 y ss. '°82 Vid. Swvrc (et alt.), The Perception ... , pp. 46, 185, 273 y 361. Vid. otros
1079
Así lo demuestra el famoso experimento de «Linda», realizado por TVER- experimentos semejantes en QuATTRONEITVERSKY, «Contrasting Rational and Psy-
SKYIKANEHMAN, «Judgments of and by representativeness», en ]udgment under un- chological Analyses of Political Choice», en Choices, values, and /rames, 2000, pp.
451 y SS.

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373
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS

formaciones, se proceda a su ajuste (adjustment). Pues bien, se ha cons- tidumbre conduce a negarla. La percepción del riesgo se simplifica
tatado empíricamente que el ajuste suele ser insuficiente. Es decir, se
hasta el extremo de clasificar las actividades en dañinas o seguras:
atribuye una excesiva importancia al punto de partida inicial, a la pri-
«todo o nada»; no hay término medio1088 • La insensibilidad se produce
mera impresión o información recibida 1083 .
sobre todo cuando los posibles daños o beneficios resultantes de las
El sesgo. de la compatibilidad (compatibility bias) provoca que
alternativas de acción provocan intensas emociones, negativas o positi-
cuando se comparan dos alternativas que presentan características dis-
tintas y comunes, tienda a darse una preponderancia exagerada a éstas vas. Ello hace que la atención se focalice en la magnitud de los resulta-
últimas1os4. dos y no se tenga suficientemente en cuenta la probabilidad de que los
En la percepción influyen de manera muy determinante los afectos mismos se produzcan. Ésta es una de las razones que explican el éxito
y emociones que los riesgos desencadenan, especialmente cuando las comercial de los juegos de azar en los que existe una ínfima probabili-
circunstancias apremian o cuando, por cualquier razón, no es posible dad de ganar enormes cantidades de dinero. Eso también explica en
evaluarlos detenida y analíticamente. Las actividades que provocan buena medida la aversión que producen las alternativas que pueden
emociones, sentimientos o afectos positivos, que se consideran benefi- ocasionar daños catastróficos, por más que la probabilidad de que ocu-
ciosas, tienden a ser percibidas como seguras, mientras que las que rran sea bajísima. Lo que parece claro, a la vista de varios estudios, es
suscitan afectos negativos tienden a ser vistas como demasiado peligro- que la insensibilidad se acentúa cuando el riesgo conlleva una fuerte
sas1085. El miedo, por ejemplo, provoca normalmente una sobreestima- carga de emotividad (v. gr., porque el daño posible es fácilmente visua-
ción del riesgo, haciendo que éste parezca más grave de lo que parece- lizable). Y existen abundantes evidencias científicas de que, en todos
ría en circunstancias normales 1086 . estos casos, los individuos tienden a evitar la alternativa que puede
Un fenómeno estrechamente relacionado con algunos de los ante- conducir al peor resultado imaginable, obviando prácticamente el -sin
riores es la insensibilidad a la probabilidad (insensitivity to probability dar la importancia que «en frío» sería razonable otorgar a- la proba-
o probability neglect)1 087 , es decir, la querencia a obviar la mayor o bilidad de que dicho resultado se produzca1089 , hasta el punto de pro-
menor verosimilitud de que ocurra el correspondiente evento. Se ha vocar en algún supuesto percepciones a todas luces incoherentes, irra-
sugerido que el deseo de reducir la ansiedad engendrada por la incer- cionales. Así, cuando a algunos estadounidenses se les preguntaba
cuánto pagarían por asegurarse contra los accidentes aéreos causados
1083
Vid. AA.W., Heuristics and Biases. The Psychology o/ Intutitive Judgment, por el terrorismo, resulta que estaban dispuestos a pagar más de lo que
eds. GILOVICH/GRIFFINIKAHNEMAN, 2002, pp. 120 y SS. estaban dispuestos a pagar si se les preguntaba cuánto pagarían por
10 84 Vid. SLov1c/GruFFINITvERSKY, «Compatibility Effects in Judgment and

Choice», en Heuristics and biases. The psychology o/ intuitive judgment, 2002, pp.
asegurarse contra cualesquiera accidentes aéreos 1090. Las vívidas imáge-
217 y ss. nes mentales evocadas por el primero de aquellos riesgos liberaban
º Vid. LOEWENSTEIN/WEBERIHSEE/WELCH, «Rísk. .. », pp. 267-286, quienes
1 85
emociones negativas que producían una evaluación absurda de los mis-
señalan que «emotions o/ten produce behavioral responses that depart /rom· what in- mos.
dividuals view as the best course o/ action» (p. 271); RoITENSTREICHIHSEE, «Mo-
ney, Kisses, and Electric Shocks: On the Affective Psychology of Rísk», Psycholo-
Nótese, además, que los indeseables resultados que eventualmente
gical Science, 12-3, 2001, pp. 185-190; SLOVIC (et alt.), The Perception ... , pp. 391 y propician estos y otros atajos heurísticos puedan resultar amplifica-
ss.; SLovrc/F1NUCANEIPETERSIMcGREGOR, «Risk as Analysis and Risk as Feelings: dos por la acción de diversas fuerzas sociales. Se ha comprobado
Sorne Thoughts about Affect, Reason, Rísk, and Rationality», Risk Analysis, 24-2, que la deliberación entre sujetos que comparten más o menos las
2004, pp. 311-322. De estos últimos autores, «The Affect Heuristic», en Heuris-
mismas creencias les lleva frecuentemente a extremarlas. Y que deter-
tics and biases. The psychology o/ intuitive judgment, eds. GILOVICHIGRIFFINIKAH-
NEMAN, 2002, pp. 396 y ss.
1086
Vid. Eric PosNER, «Law and Emotions», John M. Olin Law & Economics 1088 Vid. Swvrc (et alt.), The Perception ... , pp. 110 y 111.
Working Paper 103, 2000, pp. 22 y ss. 1089
1087 SuNS1EIN, «Probability... », pp. 70 y ss.
Vid. SUNSTEIN, <<Probability... », in tato.; LOEWENSTEINIWEBERIHSEEIWEL- 1090
JOHNSONIHERSHEY/MESZAROSIKUNREUTHER, «Framing, Probability Distor-
CH, «Rísk ... », pp. 276 y SS.
tions, and Insurance Decisions», en Choices, values, and Jrames, 2000, p. 228.

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V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

erróneo. Son varios los factores que explican ese carácter notablemen-
minadas percepciones tienden a contagiarse y producir «efectos en te recalcitrante de la percepción social del riesgo 1094. Uno de los más
cascada» 1091 . determinantes y ubicuos es el llamado sesgo de la confirmación (con-
Pues bien, resulta razonable pensar que si mejora la información de firmation bias)"Yl5 _ Es frecuente que las personas tiendan a buscar las
que los ciudadanos disponen acerca de los riesgos que les afectan, se informaciones y razones que confirmen sus impresiones iniciales, a in-
reducirán, cuando menos a la larga, «en frío», los efectos distorsionan- terpretar de manera consistente con éstas las nuevas evidencias, y a
tes que sobre su percepción producen todos estos factores psicológi- evitar, desechar o considerar equivocadas, no fiables, no representati-
cos y sociales. Entra dentro de lo plausible estimar que las explicacio- vas o, en fin, no merecedoras de crédito las contrarias. Puede ocurrir
nes veraces, completas, comprensibles, razonadas y dialogantes que los incluso que las posiciones iniciales se reafirmen y extremen a pesar de
ciudadanos reciban acerca de un determinado riesgo limitarán las in- haber sido puestas en entredicho por abundantes evidencias de peso.
fluencias perversas de esos factores y les permitirán evaluarlo mejor. Otro factor importante es la falta de confianza en los informado-
Los beneficios que cabe esperar no son despreciables. El acortamiento res. Desde luego, los ciudadanos tienen motivos para sospechar de la
de la brecha existente entre las estimaciones de los ciudadanos y las de parcialidad de la información que eventualmente les proporcionen las
los expertos redundará muy probablemente en un mayor grado de le- personas que se lucran u obtienen prestigio realizando las correspon-
gitimidad de las decisiones públicas, al gozar las razones sobre las que dientes actividades riesgosas. Pero también es un hecho que, muchas
éstas pueden descansar de una aceptación más amplia y sólida. Y las veces, los ciudadanos desconfían de la información que les llega de los
valoraciones de los riesgos efectuadas por los ciudadanos podrán ser expertos y los poderes públicos. No es exagerado afirmar que en la
más coherentes, más acordes con sus propias preferencias. actualidad existe una profunda crisis de confianza en los científicos,
Algunos autores se muestran muy escépticos acerca de la utilidad autoridades y empresas encargados de evaluar y gestionar ciertos ries-
de informar y educar a los ciudadanos excesivamente preocupados por gos tecnológicos. Las torpezas cometidas por todos ellos· en relación
determinados riesgos. SuNSTEIN llega a decir que lo mejor que pueden con sucesos como los de Three Míle Island, Chernóbil y Bhopal, o con
hacer las autoridades en estos casos es «cambiar de tema»: «hablar de crisis como la de las «vacas locas», han tenido unos efectos demoledo-
otra cosa y dejar que el tiempo haga el resto» 1092 • La razón esgrimida res, porque la confianza se pierde muy fácilmente, pero cuesta mucho
es que los esfuerzos comunicativos encaminados a disipar el miedo recuperarla, si es que alguna vez se recupera 1096 .
muy difícilmente tendrán éxito, porque los mismos factores que pro- El carácter recalcitrante de la percepción social del riesgo se extre-
vocan una percepción distorsionada del riesgo impiden a los ciudada- ma en climas de incertidumbre, porque aquí las informaciones que
nos procesar racionalmente la información científica recibida. Más aún, pueden suministrarse a los ciudadanos son normalmente diversas y
dichos intentos pueden resultar contraproducentes, al causar un efecto controvertidas, y en cualquier caso no concluyentes. Circunstancia que
alarmante y dar la impresión de que el peligro es más grave de lo que suele ser aprovechada por grupos de interés bien organizados, que
en verdad es 109>. cuentan con sus propios expertos y que saben perfectamente cómo
La información, ciertamente, no es un remedio taumatúrgico. Está utilizar los medíos de comunicación para que la preocupación de la
comprobado que las creencias, eventualmente distorsionadas, de la gente por los riesgos en cuestión no decaiga. El antes referido sesgo de
gente son extraordinariamente persistentes, por mucho que se le infor-
me, por abundantes que sean las evidencias indicativas de su carácter
1094
Vid. Ross/ANDERSON, «Shortcomings in the attribution process: On the
orígins and maintenance of erroneous social assessments», en Judgment under
1º91 Vid. KuRAN/SuNSTEIN, «Availabílity Cascades and Risk Regulation», Stan-
uncertainty: Heuristics and biases, 1998, pp. 144 y ss.
/ord Law Revieu;, 51, 1999, pp. 683-768; SUNSTEIN, en «Deliberative Trouble? Why 1095
Vid. NICKERSON, «Confirmation Bias: A Ubiquitous Phenomenon in Many
Groups Go to Extremes», Yale Law Journal, 110-1, 2000, pp. 71-119; y en Laws Guises», Review o/ General Psychology, 2-2, 1999, pp. 175-220.
o/ /ear, pp. 89 y ss. 1096
Sobre todo ello, vid. SLOVIC (et alt.), The Perception ... , pp. 281 y ss. y
1092 SUNSTEIN, Laws ... , p. 125.
317 y SS.
1093
Ibídem, pp. 122 y ss.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CON1RA RIESGOS

la disponibilidad (availability bias) puede acentuar el problema, de un acerca de los beneficios de la actividad riesgosa, así como de los ries-
lado, porque los sucesos negativos, que sugieren la existencia de peli- gos y beneficios de las alternativas existentes. Los ciudadanos deben
gros graves, que destruyen la confianza del público en los gestores del disfrutar de una relativa facilidad para acceder a la información, criti-
riesgo, son mucho más visibles y noticiables que los acontecimientos carla, exigir que se aclare y se amplíe, dialogar continuamente sobre
positivos. De otro lado, si se ofrece una gran cantidad de información ella con todos los actores implicados. Y la información, por desconta-
acerca de un riesgo puede darse la impresión de que el mismo es muy do, habrá de ser completa, objetiva, no contradictoria, honesta, veraz.
grave. Los intensos esfuerzos dirigidos a reducir riesgos (quizás sobre- No se trata de manipularla en detrimento de la verdad a la que, en la
dimensionados) pueden ser interpretados igualmente en este sentido. medida de lo posible, tienen derecho los ciudadanos -aunque el peli-
Y, como perspicazmente advierte SLOVIC, cuantos más estudios se rea- gro de manipulaciones siempre existe-, sino justamente de lo contra-
licen a fin de evaluar determinados riesgos tecnológicos más probable rio, de evitar que una actividad comunicativa defectuosa provoque in-
es que se incremente el riesgo percibido por el público, por más que congruencias y otras distorsiones indeseables en su percepción del
en la mayoría de esos estudios no se hayan detectado efectos perjudi- riesgo. Lo importante, en suma, no es tanto la cantidad de información
ciales para la salud 10' ' . como su calidad y presentación 1099 •
Todas estas dificultades, sin embargo, no deben llevamos a concluir Los obstáculos no son insalvables. Hay experiencias positivas, que
que la información al público es inexorablemente inútil o incluso con- muestran que una adecuada información funciona, que es capaz de
traproducente. Las conclusiones deben ser más bien otras. La informa- cambiar la percepción social del riesgo, de crear seguridad, confianza
ción a los ciudadanos y la participación de los mismos en los procedi- y legitimidad, cuando menos a largo plazo 1100 •
mientos de gestión del riesgo siguen siendo, pese a todo, el medio más
eficaz de aumentar (o por lo menos de evitar que disminuya todavía
más) la legitimidad de esa gestión 1098 • No es sensato tratar de apagar el 2. EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD
fuego con más madera. No es razonable esperar que la falta de confian-
za en las autoridades públicas y los científicos pueda reducirse con más A) LA VIGENCIA DEL PRINCIPIO DE LEGAUDAD EN LA REGULACIÓN DE LOS DE-
decisiones autoritarias, más evaluaciones científicas y mayor opacidad. RECHOS A PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS
Con ello sólo se consigue exacerbar el conflicto.
Una de las conclusiones que sí hay que extraer es que no conviene La vigencia de la reserva de ley y del mandato de tipicidad en este
informar de cualquier manera. El «cómo» es de gran importancia. Ya ámbito significa que el nivel de riesgos impuesto a los bienes funda-
sabemos que el modo y el marco con el que se presenta una informa- mentales debe quedar predeterminado mediante normas de rango le-
ción pueden influir de manera decisiva en la percepción del riesgo. Las gal lo suficientemente precisas como para que los ciudadanos tengan
autoridades harían bien, pues, en llevar cuidado y aprovechar los co- la posibilidad razonable de saber a qué atenerse, lo que no impide que,
nocimientos y las técnicas proporcionados principalmente por la psico- si una causa objetiva lo justifica, la ley pueda remitirse a disposiciones
logía para que su actividad comunicativa produzca los efectos desea- infralegales para regular algunos aspectos de esta materia, y que tanto
dos. Esta actividad habrá de producirse, hasta donde sea posible, de aquélla como éstas puedan contener a tal efecto conceptos en buena
manera planificada y coordinada. Habrá que escoger el modo más ade- medida indeterminados.
cuado de hablar de los riesgos en cuestión. La información debe po- El Tribunal Constitucional Federal alemán se ha ocupado en varias
der ser comprendida por los legos, para lo cual cabe recurrir, por ejem- ocasiones del problema, y ha dejado bastante claro que la determina-
plo, a las comparaciones con otros riesgos. Habrá que ilustrar también
1099
Vid. BosTRoM/LóFSTEDT, «Communicating Risk: Wireless and Hardwired»,
SLov1c (et alt.), The Perception ... , p. 324.
1097
Risk Analysis, 23-2, 2003, pp. 241 y ss.; KAHAN/Swv1c/BRAMANIGASTIL, «Fear... »,
1098
Así lo indica algún estudio experimental citado por SLOVIC (et alt.), The pp. 1096 y ss.; SLOVIC (et alt.), The Perception ... , pp. 49, 102, 120, 166 y 182 y ss.
Perception ... , p. 321. 1100
Vid. SLOVIC {et ah.), The Perception ... , pp. 262 y 421 y ss.

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GABRlEL DOMÉNECH PASCUAL V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS

ción del riesgo socialmente permitido -o lo que es lo mismo, la deli- tener sobre la actuación de la Unión Soviética), por lo que esta valora-
mitación de los derechos fundamentales a la protección contra ries- ción del riesgo correspondía realizarla al Poder Ejecutivo 1I03_
gos- está sujeta a las exigencias del principio de legalidad. No nos parece muy acertado este razonamiento. El riesgo creado
Recordemos una vez más lo dicho en la resolución Kalkar: «la de- por el estacionamiento de los misiles podía estar justificado y contri-
cisión normativa de principio a favor o en contra de la admisibilidad buir paradójicamente a reducir la probabilidad de un conflicto bélico,
jurídica del aprovechamiento de la energía atómica en el ámbito sobe- o tal vez no. Hay que reconocer que resultaba extremadamente com-
rano de la República Federal de Alemania es una decisión fundamen- plejo y difícil predecir cuál sería la influencia de la decisión sobre la
tal y esencial, en el sentido de la reserva de ley, a causa de sus extensos actuación de la Unión Soviética. Pero precisamente por esa razón, así
efectos sobre los ciudadanos, en especial sobre su esfera de libertad e como por la magnitud de los daños que eventualmente podían origi-
igualdad y sobre las condiciones generales de vida, y a causa del tipo e narse para la vida y la integridad física de millones de personas, era
intensidad de la regulación necesariamente asociada» 1101 • Nótese que el especialmente necesaria la intervención protectora y legitimadora del
Tribunal utiliza dos argumentos para afirmar que la permisión del ries- Parlamento, aunque luego éste pudiera otorgar a la Administración un
go nuclear es materia reservada a la ley: el suministrado por la vaga anchísimo margen de apreciación para desarrollar y aplicar la regula-
teoría de la esencialidad; y el consistente en que la intensa intervención ción legal. Al legislador debía corresponder la controvertida decisión
estatal en los derechos defensivos de propiedad y libertad de empresa primera acerca de la permisión de una actividad tan riesgosa y trascen-
que conlleva el régimen jurídico de la energía nuclear hace obligada la dente para los bienes fundamentales.
regulación legislativa. El Tribunal Constitucional se pronunció de nuevo sobre el tema en
Este último argumento se mostrará inservible para resolver el caso el asunto de las armas químicas. Los recurrentes en amparo alegaban,
del estacionamiento de misiles nucleares en suelo alemán, puesto que entre otros motivos, que el Parlamento federal había lesionado sus de-
aquí la protección contra riesgos -v. gr., mediante la prohibición del rechos a la vida y a la integridad corporal al no haber adoptado las
estacionamiento- no implicaba la limitación de derechos fundamen- debidas medidas protectoras contra los riesgos derivados del almace-
tales defensivos. Recordemos que varios ciudadanos habían recurrido namiento y transporte de armas químicas por parte de los Estados
en amparo la declaración del Gobierno Federal de permitir dicho es- Unidos de América. Según los actores, la Ley Fundamental exigía para
tacionamiento, alegando que esa decisión, que según ellos incrementa- realizar esas actividades en suelo alemán algo más que una «callada
ba significativamente el riesgo de sufrir ataques de consecuencias ca- habilitación global» del legislador""'. El Tribunal desestimó los recur-
tastróficas y constituía una amenaza desproporcionada y lesiva de sus sos, básicamente porque, de acuerdo con el Tratado Internacional en
derechos a la vida y a la integridad física, estaba constitucionalmente virtud del cual se había autorizado el estacionamiento de tropas esta-
reservada al legislador. Ya sabemos que el Tribunal Constitución inad- dounidenses en territorio alemán, a dichas actividades les resultaban
mitió los recursos por considerar que la amenaza no era imputable a aplicables diversas disposiciones legales reguladoras de las instalaciones
los poderes públicos alemanes, sino principalmente a la voluntad de la y los transportes peligrosos, por lo que no existía la laguna legal denun-
Unión Soviética. En otro lugar dejamos expuesta nuestra opinión al ciada por los recurrentes 1105 • Al afirmar que estas disposiciones legales
respecto 11 º2 . Ahora queremos llamar la atención sobre un argumento bastaban para satisfacer las exigencias de la reserva de ley, el Tribunal
esgrimido a mayor abundamiento por el Tribunal para motivar su de- estaba declarando implícita pero inequívocamente que la regulación del
cisión: en el caso debatido no había criterios adecuados y fiables con riesgo permitido al que quedan expuestos los bienes fundamentales
está constitucionalmente reservada al legislador.
cuyo auxilio pudiese valorarse judicialmente el incremento del riesgo
denunciado (la influencia que la decisión del Gobierno Federal podía
no, A. de 16.12.1983 (BVerfGE 66, 39, 56 y ss.).
nm A. de 8.8.1978 (BVerfGE 49, 89, 127). n<M A. de 29.10.1987 (BVerfGE 77, 170, 218).
1102
Vid. supra, 2ª parte, VI.2.C).c). ne, BVerfGE 77, 170, 222 y ss.

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V. GARAN1'ÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL
mas y posibilitar su correcto desenvolvimiento. Los casos de la ingenie-
Y todavía volvió el Tribunal a reafirmar la vigencia de la reserva de ría genética y de los campos electromagnéticos nos han permitido com-
ley en esta materia de la protección contra riesgos en el caso de la au- probar que los Tribunales suelen ser más deferentes con los riesgos
torización de una instalación de almacenamiento temporal de residuos autorizados por una ley que con los carentes de cobertura legal.
nucleares, aduciendo para ello la doctrina de la esencialidad: la reserva
de ley «obliga al legislador a tomar por sí mismo todas las decisiones
11 6
esenciales en el ámbito del ejercicio de los derechos fundamentales» º . B) EL ALCANCE DEL PRINCIPIO DE LEGAUDAD EN LA REGULACIÓN DEL RIES-
Huelga reiterar aquí los argumentos en virtud de los cuales ha de GO PERMITIDO
afirmarse que en el Derecho español la delimitación del alcance de los
derechos fundamentales a protección -también contra riesgos- está La reserva de ley establecida en el artículo 53.1 de la Constitución
reservada a la ley y sujeta al mandato de tipicidad 1107 • Aunque no está impone al menos que sea el legislador el que tome la decisión primera
de más volver a subrayar que, en una sociedad democrática, correspon- y fundamental acerca del nivel de riesgo permitido que los bienes fun-
de a los ciudadanos afectados decidir qué riesgos son tolerables y cuá- damentales han de soportar, aunque luego éste pueda habilitar a otros
les intolerables. Existen vatios mecanismos para articular jurídicamen- poderes públicos para delimitar con mayor grado de detalle dicho ni-
te esa obligada participación democrática en la gestión del riesgo, pero vel de riesgo, cuando exista una causa que justifique suficientemente la
la ley sigue siendo la quintaesencia. Deben ser los directos representan- remisión.
tes del pueblo quienes a través del procedimiento legislativo tomen la La cuestión de si el legislador ha satisfecho este mandato constitu-
decisión primera y fundamental al respecto, sin perjuicio de proporcio- cional se plantea normalmente cuando se percibe la existencia de un
nar a los ciudadanos nuevas posibilidades de participar en la elabora- nuevo riesgo. La novedad puede deberse a que la actividad que lo ori-
ción de posteriores decisiones de desarrollo 1108 • Las exigencias de la gina es igualmente nueva o a que, siendo antigua, se descubre ahora su
reserva de ley deben ponerse a la altura de los tiempos. Constituye un posible carácter dañino. Un ejemplo de lo primero sería el riesgo aso-
absurdo que para castigar a un individuo con una multa de un euro ciado a la ingeniería genética; un ejemplo de lo segundo, el peligro elec-
haga falta una ley previa de cobertura y, en cambio, pueda imponerse tromagnético derivado de las infraestructuras de transporte y distribu-
a millones de personas el riesgo de sufrir daños corporales irreversibles ción de energía eléctrica. En cualquiera de los dos casos, no obstante, el
o incluso la muerte sin necesidad de autorización legal. Este riesgo problema es el mismo: determinar en qué medida el nuevo riesgo pue-
podrá ser más o menos aceptable, y las medidas de protección contra de entenderse autorizado y regulado por las disposiciones legales vigen-
el mismo suficientes o insuficientes, pero eso lo deben decidir los ciu- tes, que, como es natural, no lo contemplan expresamente.
dadanos a través de los mecanismos democráticos establecidos en nues- El Tribunal Constitucional Federal alemán se ha ocupado de la
tro Derecho, señaladamente a través del procedimiento legislativo. cuestión en varias ocasiones. En el asunto Kalkar, consideró que la
La autorización legal de las actividades arriesgadas, por lo demás, Atomgesetz era aplicable a la autorización de los nuevos reactores nu-
es muchas veces deseable y necesaria no sólo de iure, sino también de cleares, pues éstos se ajustaban a las características de las instalaciones
facto, para legitimarlas, reducir la resistencia social y judicial a las mis- comprendidas dentro del ámbito de aplicación de la Ley y, además, en
el momento de dictarse la misma ya se sabía que dichos reactores po-
dían tener una gran importancia en el futuro desarrollo del aprovecha-
"°6 A. de 26.1.1988 (BVerfGE 77, 381, 403). miento pacífico de la energía atómica 1109 .
uo7 Vid. supra, 2ª parte, Vl.4.B).a). En el caso del almacén temporal de residuos nucleares, este tipo de
uog Según EsTEVE PARDO, «De la policía ... », p . .336, en atención a la creciente
relevancia del riesgo en nuestra sociedad y al principio democrático, «parece exi- instalación tampoco estaba mencionado explícitamente en la Atomge-
gible un pronunciamiento expreso y consciente desde las instancias políticas re- setz. Empero, el Tribunal Constitucional declaró que la reserva de ley
presentativas sobre el nivel de riesgo que una sociedad decide asumir y que, por
ello no puede ser el resultado indirecto y residual de una regulación atenta tal vez ""' A. de 8.8.1978 (BVerfGE 49, 89, 127 y ss.).
a otras cuestiones».
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V. GARANTfAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS

aquí vigente no implicaba que una instalación como ésta sólo pudiese
ser erigida en virtud de una autorización legislativa expresa. Aunque peligrosa de acuerdo con los más recientes conocimientos científicos y
existían dudas acerca de si el legislador había pensado en esta clase de técnicos. La primera es que el propio legislador establezca una regula-
almacenes, el Tribunal dejó sentado que «la idea subjetiva del legisla- ción detallada, que deberá modificar continuamente para adaptarla al
dor no es decisiva». «El requisito constitucional de la intervención le- estado más reciente de tales conocimientos. La segunda es que, «me-
gislativa queda ya cumplido cuando existe una regulación legal que diante la utilización de conceptos jurídicos indeterminados, se trasla-
abarca objetivamente el supuesto de hecho en cuestión de acuerdo con den en mayor o menor medida a los órganos administrativos y -en
los principios generales de la interpretación de las leyes y que basta, caso de litigio- a los judiciales las dificultades de la concreción impe-
por razón de su contenido, para satisfacer las exigencias del deber de rativa y de la continua adaptación al desarrollo científico y técnico» 11 ".
protección». El que dichos almacenes contaban con el debido respal- Pues bien, el Tribunal considera que la fórmula empleada por la Atom-
do legislativo se deducía del dato de que su existencia constituía una gesetz, a pesar de originar numerosos problemas prácticos, está justifi-
consecuencia inexorable del funcionamiento de las centrales nucleares, cada, ya que sirve a la «protección dinámica de los derechos funda-
funcionamiento que, indiscutiblemente, el legislador había autoriza- mentales» y permite realizar en la mayor medida posible el objetivo de
do1110. La doctrina que se extrae de esta resolución y de la citada en el proteger la vida y el medio ambiente frente a los peligros de la energía
párrafo anterior, por lo tanto, es que hay que averiguar si las regula nuclear. «La fijación legal de un determinado estándar de seguridad
ciones legales vigentes son objetivamente aplicables al nuevo riesgo, mediante el establecimiento de rígidas reglas, en el caso de que ello
con independencia de que el legislador lo hubiese mencionado expre- fuese posible, antes obstaculizaría que fomentaría el progreso técnico
samente o lo hubiese tenido a la vista cuando las estableció. y la protección de los derechos fundamentales adecuada al mismo ...
Puede suceder también que un riesgo esté regulado por la ley, pero Debe aceptarse una cierta inseguridad, que en cierta medida se reduce
en términos relativamente indeterminados. Aquí el problema es preci- a lo largo del tiempo mediante reglamentos del Ejecutivo; la praxis
sar si el legislador ha dejado o no un margen excesivo a la Administra- administrativa y la jurisprudencia, donde el legislador se viese obliga-
ción para delimitar mediante reglamentos o incluso a través de actos do, en caso contrario, a establecer regulaciones impracticables o a pres-
singulares el riesgo permitido. Esta relajación del principio de legali- cindir totalmente de ellas, lo que en ambos supuestos perjudicaría la
dad, según vimos, (sólo) está justificada si resulta útil, necesaria y pro- protección de los derechos fundamentales» 11 ".
porcionada para atender un fin legítimo 11 ll_ El Tribunal declara, asimismo, que la circunstancia de que el pará-
Las consideraciones efectuadas al respecto por la resolución Kalkar grafo cuestionado remita al Ejecutivo la determinación del riesgo que
son de gran interés. Recordemos que la cuestión planteada era si el puede ser aceptado al autorizar centrales nucleares no infringe el prin-
parágrafo de la Atomgesetz que regulaba la autorización administrativa cipio de legalidad. La razón es que para valorar el riesgo deben tenerse
de centrales nucleares y que estaba plagado de conceptos jurídicos in en cuenta numerosos y complejos factores cuya relevancia puede cam-
determinados era lo suficientemente preciso como para satisfacer las biar constantemente con el progreso técnico. Y, en este contexto) «sólo
exigencias de la reserva de ley. El Tribunal Constitucional Federal se una adaptación continua de las circunstancias relevantes para valorar el
detiene especialmente en analizar el inciso que establece que «la auto- riesgo al más reciente estado de los conocimientos existente en cada
rización sólo puede ser otorgada cuando ... se haya adoptado la precau- momento permite satisfacer aquí el principio de la mejor protección y
ción necesaria con arreglo al estado de la ciencia y la técnica frente a los precaución posible frente a peligros y riesgos. Dejar esa valoración en
daños que pueda causar la construcción y el funcionamiento de la ins- manos del Ejecutivo, cuyas formas jurídicas de actuación le sitúan me-
talación» (§ 7.2.3 Atomgesetz). El Tribunal advierte que el legislador jor que al legislador para realizar aquella necesaria adaptación, sirve en
dispone básicamente de dos posibilidades para juridificar una actividad esa medida a la dinamización de la protección de bienes jurídicos» 1114 .

nw A. de 26.1.1988 (BVerfGE 77, 381, 403 y 404).


m, BVerfGE 49, 89, 135.
nn BVerfGE 49, 89, 137.
nn Vid. supra, 2• parte, Vl.4.B).b).
"" BVerfGE 49, 89, 137 y ss.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL V. GARANTÍAS DE LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS

En suma, la óptima protección de los derechos fundamentales agilidad deseables los riesgos que ellos mismos generan en el desarro-
justifica otorgar a determinados órganos una cierta discrecionalidad llo de sus actividades tecnológicas. La óptima protección de los bienes
para resolver en cada caso, en la medida en que éstos se hallan mejor fundamentales pide, como es natural, que se aprovechen esas mejores
situados y pertrechados por su composición y sus procedimientos de posibilidades cognoscitivas, lo que implica trasladar parcialmente a di-
actuación para decidir equilibradamente en materias complejas donde chos particulares la delimitación del riesgo permitido 1115 . Uno de los
se producen o pueden producirse frecuentes alteraciones de las cir- mecanismos que permiten efectuar esa traslación consiste en la remi-
cunstancias relevantes para decidir. sión expresa efectuada por leyes y reglamentos a normas elaboradas
Esta resolución judicial ilustra muy bien por qué la protección de por los propios particulares 1116 • Otra posibilidad es trufar las disposi-
los bienes fundamentales frente a riesgos tecnológicos constituye un ciones legales y reglamentarias de abundantes conceptos jurídicos in-
campo abonado para la remisión a normas infralegales, la utilización de determinados que las autoridades administrativas o incluso sujetos pri-
conceptos jurídicos indeterminados y la discrecionalidad administrati- vados se encargarán de concretar en cada caso con la ayuda de normas
va. Y por qué tales relajaciones del principio de legalidad están tanto técnicas, dictámenes ad hoc u otros instrumentos que posibiliten la
más justificadas cuanto mayores son la complejidad y la incertidumbre obtención de la mejor información existente. A veces, la Administra-
científica en que los poderes públicos han de decidir y, paradójicamen- ción retiene formalmente la potestad de decidir, pero su falta de cono-
te, mayor es la relevancia de la decisión. En efecto, según aumenta la cimientos especializados le hace «entregarse>> a expertos ajenos a su
trascendencia de los intereses en juego -y, en consecuencia, el coste organización, que son los que de Jacto deciden 11 I7_ En cualquier caso,
de las posibles decisiones equivocadas-, mayores deben ser las caute- los sujetos privados cobran un gran protagonismo en la delimitación
las encaminadas a evitar el peligro de una equivocación, de manera que del riesgo tolerablell 18 •
los poderes públicos estarán obligados a afinar más sus decisiones, a Estos mecanismos pueden constituir un instrumento valioso para
investigar más exhaustiva y profundamente los hechos, a procurarse los afinar en la protección de los bienes fundamentales, pero también con-
mejores y más recientes conocimientos científicos, todo lo cual incre- llevan un evidente peligro, pues los sujetos privados que poseen las me-
menta la complejidad de la decisión. Pues bien, a la vista de que mu- jores posibilidades cognoscitivas para reducir un riesgo son muchas ve-
chos de los riesgos engendrados por nuestro mundo tecnológico alcan- ces los mismos que se lucran u obtienen prestigio generando ese riesgo,
zan una extraordinaria magnitud, se comprende que las respuestas que lo que hace temer que realizarán parcialmente las tareas encaminadas a
deben dar los poderes públicos revistan una enorme complejidad. controlarlo. Se trata de un peligro similar al que corre el pastor que re-
La mejor protección de los bienes fundamentales aconseja entonces clama la colaboración de un lobo experto en ovejas para cuidar de su
que estas respuestas provengan de los sujetos que estén mejor situados rebaño. Cuanto más fundadamente pueda sospecharse de la parcialidad
para obtener y valorar cabalmente los superespecializados, complejos de los expertos y más gravemente queden afectados los intereses de ter-
y cambiantes conocimientos necesarios para decidir. El hecho de que
la Administración disponga de esas posibilidades cognoscitivas en ma- 1115
Vid. ESTEVE PARDO, Técnica ... , pp. 23 y ss. y 153 y 154; DARNACULLETA I
yor medida que el Parlamento y los órganos jurisdiccionales es lo que GARDELLA, Autorregulación y Derecho público: la autorregulación regulada, 2005,
justifica que se le otorgue un extenso margen de apreciación a fin de esp. pp. 101 y ss.
1116
concretar el alcance de la protección contra riesgos. Vid., por todos, TARRÉS VIVES, Normas técnicas y ordenamiento jurídico,
2003.
Es más, hemos llegado a un punto de complejidad tal que incluso 1117
Vid. D1 FABIO, «Verwaltungsentscheídung durch externen Sachverstand:
la Administración se ha visto desbordada e incapaz de ordenar estas am Beispiel des arzne_imittelrechtlichen Zulassungs- und Überwachungsverf-
materias con el grado deseable de rapidez y afinamiento, pues ahora ahrens», VerwArch, 81, 1990, pp. 193-227; KuTSCHEIDT, «Sachverst3.ndigenguta-
son los sujetos privados, sobre todo las grandes empresas, quienes dis- chten in Verwaltungs- und Gerichtsverfahren», en Der Experte bei der Beurtezlung
van Ge/ahren und Riszken, 2001, pp. 101 y 102; SEIDEL, Prívate, .. , pp. 4, 19 y 35.
ponen con mucho de los mejores y más recientes conocimientos cientí- 1118
Vid. CANALS AMETLLER, El ejercicio por particulares de /unciones de autori-
ficos y técnicos necesarios para regular con el detalle, la finura y la dad, 2003.

386 387
GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

ceras personas, más peligrosa será la «privatización» de la gestión dd


riesgo y más necesidad habrá de conjurar este peligro con otras garan-
tías que aseguren la protección de los bienes fundamentales.
Decíamos que el de la protección contra riesgos tecnológicos es
también un ámbito propicio para la relajación del principio de tipici-
dad. La evaluación de algunos de ellos requiere tomar en cuenta cir-
cunstancias tan cambiantes y diversas que la misma se resiste extraor-
dinariamente a cualquier intento de tipificación, incluso a la realizada
a través de normas técnicas elaboradas por expertos privados. Ilustra-
tivo es el ejemplo de la ingeniería genética, donde, ante la infinita gama VI. LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS EN SITUACIONES
de posibles organismos modificados genéticamente (OMG), de sus DE VACÍO LEGAL
propiedades y de sus utilizaciones, el legislador ha hecho especial hin-
capié en que la evaluación «deberá llevarse a cabo caso por caso, de Ya hemos indicado en otra sede nuestra opinión al respecto. Los
forma que la información requerida pueda variar en función del tipo derechos fundamentales a protección vinculan inmediatamente -se-
de los OMG de que se trate, de su uso previsto y del medio ambiente cundum, praeter y contra legem-:- tanto a los Tribunales como a la Ad-
de recepción potencial, teniendo en cuenta entre otras cosas, los OMG ministración, que deben tomar en principio todas las medidas útiles
1119
que ya se encuentran en el medio ambiente» • para proteger los bienes fundamentales frente a cualquier riesgo, aun-
Determinar si en un caso concreto la reserva de ley y el mandato de que el legislador haya guardado silencio al respecto. Esta c;,bligación
tipicidad han sido respetados suele ser una tarea difícil, de resultados positiva puede entrar en conflicto con otras normas constitucionales,
discutibles, pues requiere valorar si a la vista de las circunstancias con- tales como los derechos fundamentales de terceras personas a que el
currentes, alguna causa justifica suficientemente una cierta f!exibiliza- Estado se abstenga de intervenir en ellos sin contar con la debida co-
ción de estos imperativos constitucionales. Aunque hay casos, como el bertura legal, en cuyo caso el alcance de la obligación de protección
1120
de la ingeniería genética en Alemania y en España, bastante daros • debe reducirse con arreglo al criterio expuesto de la maximización de
la utilidad esperada. Tanto los Tribunales como la Administración de-
ben ponderar los posibles beneficios y costes de sus alternativas de
actuación, para luego escoger aquella que presente el balance más fa-
vorable. Y aquí puede ocurrir que resulte obligado menoscabar el de-
recho defensivo de algunos ciudadanos a no sufrir más injerencias que
las previstas por la ley a fin de prevenir que otros ciudadanos padez-
can en sus bienes fundamentales lesiones todavía más graves.
Por ello nos parece plenamente aceptable la polémica resolución
del Tribunal de Kassel relativa a la ingeniería genética que, recor-
démoslo, prohibió sin la cobertura constitucionalmente debida activi-
dades riesgosas para la vida y la integridad física realizadas en el ejer-
cicio de un derecho fundamental. Lo mismo que también hubiese sido
"" Ap. B del Anexo II de la Directiva 2001/18/CE.
mo En «La reserva de ley en la nueva regulación de la ingeniería genética», eventualmente lícito permitir tales actividades. Reiteramos nuestra opi-
RAP, 162, 2003, pp. 265 y ss., sostenemos que también la normativa española nión de que la solución al problema depende de la ponderación de los
adolece en este punto de lagunas contrarias a la reserva de ley. De la misma opi- costes y beneficios esperados de los cursos de acción existentes en el
nión es MIR PUIGPELAT, Transgénicos y Derecho, 2004, pp. 114 y ss. En contra, caso concreto.
MELLADO Rurz, Bioseguridad... , pp. 99 y 100, n. 153.

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL VI. LA PROTECCIÓN CONTRA RIESGOS EN SITUACIONES DE VACÍO LEGAL

Aquí ha de llamarse la atención sobre una cierta regularidad obser- correspondientes inmisiones 1123 y anulando, en un incesante goteo de
vada en los casos analizados al comienzo del presente trabajo. En si- sentencias, los preceptos de las ordenanzas locales que establecían
tuaciones de gran incertidumbre científica y vacío legal, las primeras medidas sustantivas de protección sanitaria.
reacciones de los Tribunales tienden en líneas generales a consistir en Esta manera de actuar nos parece explicable y justificada. Recorde-
la prohibición absoluta de la realízación de actividades que represen- mos que un sujeto racional debe actuar de manera tanto más conser-
ten riesgos para la vida y/o la integridad física. En cambio, una vez que vadora -tendente a evitar la peor hipótesis imaginable-- cuanta más
el legislador o la Administración han colmado la laguna, regulando el importancia revistan los intereses en juego y mayor sea la inseguridad,
ejercicio de la correspondiente actividad y permitiendo un cierto nivel la incertidumbre, la probabilidad por él percibida de equivocarse acer-
de riesgo, los órganos jurisdiccionales no suelen cuestionar la regula- ca de los beneficios y costes de su decisiónII 24 •
ción establecida. En los casos descritos de la ingeniería genética y de la contamina-
La actuación de los poderes públicos españoles en el asunto de la ción electromagnética, los Tribunales se vieron obligados en un primer
contaminación electromagnética está cortada sustancialmente por el momento a tomar decisiones en una situación de extraordinaria inse-
mismo patrón 1121 • Poco después de que se desatara una viva polémica guridad, aunque percibían que las actividades cuestionadas podían cau-
social que alcanzó su punto álgido durante el invierno de 2001, como sar daños de una magnitud enorme. Eran conscientes de que ni de le-
consecuencia de la trágica aparición de un conglomerado de casos de jos disponían del tiempo, la información y los conocimientos científicos
leucemia infantil en un colegio de Valladolid, se dictaron varias senten- y técnicos necesarios para resolver acertadamente problemas tan com-
cias que venían a prohibir la realización de las más controvertidas acti- plejos y trascendentes como los discutidos. Y, para colmo, no podían
vidades generadoras de inmisiones electromagnéticas, por no haberse reducir esa inseguridad sirviéndose de las reglas emanadas por los po-
probado plenamente su inocuidad 1122 • Y numerosos Municipios, ante la deres públicos que gozan de mayor legitimidad democrática y dispo-
inquietud de sus vecinos, adoptaron praeter o incluso contra legem nen de mejores posibilidades cognoscitivas -el legislador y la Admi-
drásticas medidas encaminadas a proteger la salud. Hubo Ayuntamien- nistración-, ya que ninguno de ellos había regulado la materia. Es
tos que llegaron a fijar valores límite de inmisión diez mil veces infe- verdad que casi todos los expertos, a través de dictámenes ad hoc o de
riores a los recomendados por la ICNIRP o a prohibir lisa y llanamen- normas técnicas, les indicaban que los riesgos controvertidos resulta-
te el despliegue de las antenas de telefonía móvil. Pero desde que el ban tolerables, pero había buenas razones para desconfiar de esas opi-
Gobierno, en el Real Decreto 1066/2001, estableciera con carácter de niones, pues la mayoría de esos expertos eran --o estaban pagados
legislación básica los valores propuestos por aquella organización no por- quienes se beneficiaban en mayor medida de que las actividades
gubernamental, la jurisprudencia viene ateniéndose casi sin excepción riesgosas cuestionadas siguiesen realizándose. El que los expertos más
a lo establecido en este reglamento al objeto de juzgar la licitud de las acreditados en el ámbito de la ingeniería genética vivan, como es natu-
ral, de esta tecnología, obteniendo de ella dinero, fama, prestigio y re-
1121 Sobre el tema, vid.
MoLINA GIMÉNEZ, Las antenas de telefonía móvzl, 2002;
conocimiento social, hace temer por la parcialidad de sus juicios sobre
SANTAMARfA AruNAs, «La normativa estatal sobre campos electromagnéticos gene- los riesgos que la misma entraña. Es muy humano que tiendan a infra-
rados por estaciones radioeléctricas», RADAmb, 2, 2003, pp. 93-119; SANZ LARRU- valorar sus aspectos negativos y a resaltar los positivos. Cuesta creer
GA, La protección jurídica ante las radiaciones y la contaminación electromagnética, que uno de esos expertos, en caso de duda, aconsejará la prohibición
2004; TARDÍO PATO, «Instalaciones de telefonía móvil, salud y medio ambiente»,
RADAmb, 3, 2003, pp. 33-80; así como nuestros trabajos «Las ordenanzas muni-
cipales reguladoras de las instalaciones de radiocomunicación», REDA, 117, 2003, 1123
La única excepc1on que hemos encontrado es la SAP de Castellón de
pp. 33 y ss.; «La deficiente regulación del riesgo electromagnético derivado de las 5.5.2005 (Ar. 1229), que estima una acción negatoria interpuesta contra la empre-
instalaciones eléctricas», RADAmb, 6, 2004, pp. 77-97. sa titular de un transformador eléctrico situado en un edificio de viviendas, tres
1
" ' Víd. la STSJ de Castilla y León de 8.2.2001 (Ar. 124224), la SAP de Mur- de cuyos moradores habían enfermado de cáncer recientemente, habiendo falleci-
cia de 13.2.2001 (Ar. 730), la SJPI núm. 2 de Bilbao de 9.6.2001 (Ar. 1812) y la do uno de ellos.
S]PI núm. 2 de Zaragoza de 30.5.2001 (Ar. 1254). 1
" ' Vid. supra, 3" parte, III.2.D).

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GABRIEL DOMÉNECH PASCUAL

de la actividad que le ha ocupado buena parte de su vida y que le per-


mite disfrutar de una envidiable posición social. Recordemos las consi-
deraciones realizadas por el Tribunal Contencioso-Administrativo de
Wiesbaden: cierta norma técnica de origen privado no podía ser asu-
mida acríticamente para precisar el riesgo electromagnético permitido,
atendida la circunstancia de que la composición de los organismos que
la habían elaborado no ofrecía garantías; la absoluta mayoría de sus
miembros representaba a las empresas causantes de las radiaciones
cuestionadas, por lo que no era descabellado sospechar que los valores
limites de inmisión se hubiesen determinado con la intención de salva-
guardar sus intereses económicos 1125 • BIBLIOGRAFÍA
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