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Lectura Crítica Aplicada a la Biblia

INTRODUCCIÓN

LA BIBLIA DEBE SER EL LIBRO MÁS IMPORTANTE DEL CRISTIANO. ¿La lee usted? Imagino que sí.
Toda persona que se haya convertido al cristianismo debe leer la Biblia diariamente. ¿Cuál camino tomaría
la vida de un cristiano si no se apoya diariamente en la lectura bíblica? Así que, asumo que su respuesta es
positiva.

Ahora pregúntese: ¿Cuál fue el último libro de la Biblia que leí?, ¿cuál era su escritor?, ¿qué
aportó a mi vida esa lectura? Permítame hacerle unas preguntas a nivel más personal. ¿Cuál es su libro de
la Biblia favorito?

Si tiene uno, ¿por qué es su favorito?, ¿cuántos capítulos tiene?, ¿y a quién estaba dirigido?

Si se le dificulta contestar estas preguntas referentes a su libro de la Biblia favorito, hay


probabilidades que no esté obteniendo lo suficiente de su lectura bíblica.

Usted, posiblemente, empezó a leer la Biblia desde que se convirtió. ¿La ha leído en su totalidad?
¿Puede hablar de sus doctrinas con propiedad? Después que termina de leer, ¿puede recordar con
facilidad esa lectura?

Es significativo recordar no solamente el nombre del autor, el título y el tema general del libro;
sino que es también necesario recordar los nombres de los personajes, fechas, lugares, costumbres y
acontecimientos importantes que dieron forma a determinado libro. Usted lee la Biblia, pero puede
sentirse frustrado al darse cuenta que no recuerda mucho y lo que sabe de ella es poco. Si este es su
caso, le propongo a convertirse en un buen lector de la Biblia. Esta guía lo convertirá, como se dice en los
círculos de lectura, en un lector inteligente. Permítame introducirle a la lectura crítica, aplicada a la
Biblia.

PARTE I

“La Biblia no es un mero libro, sino una creación viviente, con un poder que vence a todo cuanto se le
opone. Si yo tuviera muchos generales que leyeran cada día la Santa Biblia estaría seguro del éxito de mi
nación.”

Napoleón Bonaparte

¿QUÉ SIGNIFICA LECTURA CRÍTICA? Generalmente, cuando se habla de crítica, lo relacionamos


con el juzgar a una persona u objeto por sus errores y defectos. De hecho, a una persona que hace esto
constantemente se le llama un criticón, porque todo lo tilda o vitupera. Pero cuando se habla de lectura
crítica la terminología cambia. Al contrario de lo que se cree, no significa encontrar fallas,
contradicciones, hacer señalamientos o hacer burla de una obra literaria; sino que es la manera de mirar
una obra para analizarla y entenderla. “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en
ella tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” (San Juan 5:39). Esta forma de
leer es con el fin de hacerle la lectura más amena y de sacar el mayor provecho de ella. La lectura crítica,
aplicada a la Biblia, le ayuda a leer con objetividad. Le guía para comprender el tipo de lectura que
está leyendo y entender el método del escritor; y además, le enseña a hacerse preguntas conversando
con la Biblia, e interactuando con ella. Le invito a entrar conmigo al primer y muy interesante punto: leer
con objetividad.

Para aprender a leer con objetividad es necesario entender que es subjetividad.


Subjetividad es la habilidad que tenemos de pensar y sentir desde nuestro punto de vista.
El punto de partida de subjetividad es el sujeto, o sea, la persona. Usted ha vivido experiencias y
sentimientos que son solamente suyos, lo que comúnmente llamamos, las experiencias de la vida. Éstas
han dado forma a sus percepciones y personalidad; por lo tanto, es inevitable que usted conciente o
inconcientemente traiga sus valores morales y sus puntos de vista, (políticos, religiosos, familiares, etc.)
en una sola palabra, su subjetividad a sus lecturas. Esa puede ser una razón por la cual usted escoge
aspectos de un libro o libros que de alguna manera se identifican con usted. Por lo tanto, sus libros
favoritos no necesariamente tienen que ser los mismos de sus familiares o amigos. Esas otras personas
mirarían el mismo libro, o el mismo suceso en diferentes perspectivas (un buen ejemplo de esto son los
cuatro,evangelios).

Personalmente, los Evangelios los encuentro fascinantes. Lucas era una persona culta; por eso
escribió su evangelio dirigido a los griegos, un pueblo conocedor de la filosofía y el arte. Él era además, un
conocedor del cuerpo humano y sus aflicciones; nos presenta a Jesús como el perfecto hombre, hijo de
Dios. Mateo, dirigió su evangelio a los judíos. Era un recaudador de impuestos de los judíos para el Imperio
Romano y es él quien presenta a Jesús como rey. Juan Marcos le escribe a los romanos, por esa razón,
utilizó su segundo nombre que era romano. Como un hombre de negocios, estaba acostumbrado a manejar
trabajadores, siervos y esclavos; es él quien presenta a Jesús como siervo. Y Juan, llamado el apóstol del
amor, dirige su evangelio para todos, y presenta a Jesús como Dios. Seguramente esto no es nuevo para
usted, pero estará de acuerdo conmigo que es delicioso leer los Evangelios y descubrir las diferentes
personalidades de sus escritores y la apreciación que tenían de un mismo personaje. Cada uno presenta a
Jesucristo de manera diferente, sin ser una apreciación mejor que la otra, solamente distinta. Los mismos
sucesos, pero debido a las diferentes subjetividades, los relatos se distinguen entre sí. Detalles que
fueron importantes para uno, quizás no fueron relevantes para el otro; alguno narra un poco más de la
misma historia, otro nos cuenta algo distinto que los otros no lo cuentan; pero siempre inspirados por el
Espíritu Santo. Por alguna razón, Dios escogió estos hombres tan distintos entre sí. Los mismos relatos
desde cuatro puntos de vista: un médico, un contador, un negociante y un pensador respectivamente.

Según la teoría de la comunicación, la subjetividad es importante. Por ella sabemos cuales eran
las costumbres de los diferentes pueblos, cuales eran sus ideales y como pensaban. Pero cuando se trata
de la Biblia, la subjetividad hay que saberla regular; de lo contrario, no le dejará recibir la palabra de
Dios adecuadamente e interferirá para la edificación o cambios que Dios quiere hacer en usted. Dentro de
la lectura crítica secular, o sea no aplicada a la Biblia, éste sería un tercer o cuarto punto; pero decidí
empezar precisamente con este punto debido a la importancia que tiene cuando se trata de leer la Biblia.

Hace mucho tiempo, estuve trabajando con un pueblo entregado completamente a la idolatría.
Tenían la Biblia y la leían; les pedía que leyeran los versos relacionados con la idolatría, pero parecía que
no entendían lo que estaban leyendo. Me hacía la pregunta una y otra vez, ¿porqué estas personas que
leen en la Biblia acerca de los ídolos y saben que son abominación a Dios, continúan practicando la
idolatría? Entendí que estas personas no se despojaban de la formación espiritual errónea que recibieron
de sus líderes religiosos y parientes. Esas costumbres tan arraigadas en sus pensamientos cegaban su
entendimiento, neutralizando la lectura bíblica y no los dejaban ver lo que la Biblia específicamente les
exhortaba. “Invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido.” (San
Marcos 7:13) Al poco tiempo, aprendieron a leer con objetividad, aprendieron a despojarse de sus propias
ideas y plantaron la palabra de Dios en sus corazones. Tal fue el éxito, que de ser un pueblo adorador de
diferentes figuras y dioses, pasaron a ser un pueblo totalmente monoteísta. “...siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para
siempre.” (1 Pedro1:23)

La llamada “herencia familiar” también forma parte de la subjetividad. Algunos cristianos no


logran un cambio total en su carácter, porque se escudan es sus antecesores. ¿No se le hace familiar
expresiones como, "soy de mal carácter porque lo heredé de mis padres", "ya es muy tarde para cambiar,
así he sido toda mi vida", "es que forma parte de mi personalidad, así soy”? En realidad de lo que están
hablando, es de la naturaleza pecaminosa que necesita ser cambiada por la Palabra de Dios. “En cuanto a
la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado (viciado, procede de la palabra
viciar que significa según la Real Academia Española: Corrompido, pervertido, adulterado, alterado,
falseado y aficionado o acostumbrado) conforme a los deseos engañosos.” (Efesios 4:22) La Biblia nos
exhorta a despojarnos de ese comportamiento viciado, para darle entrada a la Palabra de Dios que
realmente nos transforma. Ella lo conoce a usted perfectamente. Eso que realmente nadie sabe de usted,
la Palabra de Dios lo sabe. Cuando usted lee la Biblia, está al desnudo frente a ella, pues ella pone al
descubierto sus secretos, ella penetra hasta lo más intimo de su ser. “Porque la Palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos: y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Hebreos
4:12) Precisamente por eso, la Biblia es para leerla con objetividad.
La objetividad en su figura, significa calidad de lo que es objetivo; y objetivo es lo que se dice o
existe fuera del sujeto y está exento de parcialidad. Según el diccionario, otra definición es no dejarse
llevar por la pasión o el sentimiento, en este caso, de un punto de vista que usted siempre ha defendido
sin analizarlo a la luz de la Biblia. “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.” (Salmo
119:105) La Biblia no es un libro común y corriente; para leerla usted necesita tener una mente abierta y
receptiva y estar dispuesto a dejarse transformar por ella. Muchos filósofos y científicos leen la Biblia, y
en lugar de dejar que ella les cambie sus pensamientos materialistas, quieren acomodar la Biblia a sus
teorías y filosofías. La Biblia es una entidad viviente. Ella puede producir sentimientos tales como: llanto,
risa, culpa, tranquilidad, temor, pasión, arrepentimiento, perdón, miedo, valor y la lista continuaría; por
eso cuando la lea, léala con objetividad (sin objeciones). Entréguese a esa lectura maravillosa sin
reservas; y no se extrañe si le dan ganas de llorar, reír, pedir perdón, y de consagrarse al Señor y a su
lectura. Necesitamos ser cristianos para vivir una vida cristiana, ¿no es así? La calidad de vida cristiana
que usted vive la maneja solamente usted. La vida cristiana no es un estilo de vida que usted cambia por
otro cualquiera cuando quiere. El verdadero cristiano vive una constante vida cristiana: La Palabra de
Dios nos marca todas las pautas para vivir esa vida bien. A través de la Biblia nuestra calidad de vida
cristiana mejorará cada día. Para terminar este punto, y dar paso al segundo, (donde le insto a
interactuar con esta entidad viviente), he seleccionado dos máximas. La primera dicha por un hombre
de renombre en la historia del mundo, que fue presidente de los Estados Unidos y redactor de la
Declaración de Independencia, El señor Thomas Jefferson. Él dijo: “Siempre he dicho y diré que el estudio
de la Sagrada Biblia, hará mejores ciudadanos, mejores padres y mejores esposos.” La siguiente máxima
(que me he encargado fielmente de enseñar a mi amada familia), se la escuché a una mujer, Rosa Ramírez
(mi señora madre), que aunque no tiene renombre en la historia del mundo, la tiene en los cielos; pues ha
caminado fielmente con Dios por más de treinta años: “Cuando tu oras, hablas con Dios, y cuando lees la
Biblia, Dios te habla a ti”

PARTE II

“Estudio mi Biblia como mismo recojo manzanas: primero sacudo todo el árbol para que caigan las
manzanas maduras, luego cada extremo, cuando acabo con cada extremo entonces sacudo cada rama y
cada ramita… De esta forma busco en la Biblia completa como mismo sacudo todo el árbol, luego cada
extremo que sería libro a libro. Entonces agito las ramas, como mismo pongo atención capitulo a capitulo,
y finalmente cada ramita como mismo estudio cada párrafo y versículo hurgando en su significado.”

Martín Lutero

Hacerse preguntas acerca del material que está leyendo es básico en la lectura crítica. Cada
persona tiene una perspectiva diferente. En una lectura larga no son muchos los que pueden captar todo
de una vez. Cómo quisiéramos poder mantener en nuestra memoria lo que leemos, ¿Le gustaría? Si pone
en práctica las siguientes sugerencias le aseguro, que logrará retener mucho más de sus lecturas, pues no
se trata de la cantidad de páginas que leemos, sino lo que recordamos. Sabemos que a una pregunta
generalmente le sigue una respuesta. Por eso, cuando lea la Biblia, comience leyéndola en el nombre de
Jesús; y procurando interactuar con ella. ¿Cómo puede hacerse eso? Haciéndose preguntas (quién, cómo,
cuándo, dónde y por qué) y buscando las respuestas. Cuando lea el libro de Daniel, (esto es un ejemplo)
pregúntese: ¿Quién era Daniel? En el capítulo uno dice que era de linaje real, ¿De quién era hijo? ¿Cuál
Daniel era el hijo de David? Si Daniel era un príncipe ¿Por qué fue llevado en cautiverio? Interactuando así
con su lectura bíblica, le aseguro que cuando termine de leer sobre Daniel; usted sabrá quién era él, por
qué fue llevado en cautiverio, y a dónde fue llevado.

La Biblia misma da ejemplo de este sistema de preguntas y respuestas, veamos: “Por lo cual,
como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la
provocación, en el día de la tentación en el desierto, Donde me tentaron vuestros padres; me
probaron, y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, Y
dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira:
No entrarán en mi reposo.” (Hebreos 3:7-11) Ahora, fíjese en las preguntas y respuestas dadas en forma
interrogativa que hacen el pasaje bíblico aún más interesante “¿Quiénes fueron los que, habiendo oído,
le provocaron? ¿No fueron todos los que, salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes
estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el
desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían es su reposo sino a aquellos que desobedecieron?”
(Hebreos 3:16). El escritor del libro a los hebreos utiliza este sistema con el afán de que sus lectores se
acuerden de su mensaje. El Señor mismo hace uso de este sistema, con el deseo de concienciar al pueblo
acerca de una de las normas para la prosperidad. En este ejemplo, Él presenta los hechos y hace que el
pueblo se pregunte: “…Volveos a mi, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas
dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? [Aquí el Señor contesta con una pregunta para intrigar al pueblo]
¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis ¿En qué te hemos robado? En
vuestros diezmos y ofrendas.” (Malaquías: 3:7-8). Comprenda que es necesario hacerse preguntas
acerca de lo que se está leyendo para obtener el mayor provecho de esa lectura. Se sorprenderá de lo
mucho que puede aprender usando este sistema. Usted notará un cambio en su memoria, pues logrará
recordar mucho más interactuando con la Biblia.

Le sugiero darle la atención debida a las referencias que aparecen al pie de las palabras. Esto de
las referencias parece algo tan común; pero he preguntado a personas que acostumbran leer la Biblia y he
encontrado que muchas de ellas no ponen atención estas referencias, retardando así, el conocimiento
amplio de sucesos que ya están explícitos en la Biblia. Adopte otra buena costumbre y consulte a ‘Don
Dic’, con su ayuda usted podrá saber el significado de palabras que no conoce o su significado es ambiguo,
me refiero al diccionario, la lectura es mucha más placentera con el significado ampliado de esas
palabras, y con la ventaja que aumentará su vocabulario. Es bueno también usar la concordancia, usted ha
pagado más por una Biblia con concordancia, haga uso de ella y sáquele provecho a su inversión. Y “last
but no least” asista a los cultos, pues allí usted aprenderá más todavía de la palabra de Dios, y cualquier
duda que pueda tener, puede aclararla con la ayuda de su pastor.

No hay ni habrá en esta tierra una obra literaria mas completa que la Biblia; llegando a ser el
libro más importante. Mire lo que dicen algunos hombres, relevantes en la historia del mundo, acerca de
la Biblia. “Este gran libro… es el mejor regalo que Dios ha dado a los hombres… si no fuera por el no
podríamos distinguir el bien del mal.” Abrahán Lincon. (Dos veces presidente de los Estados Unidos.) “El
primero y casi el único libro que merece atención universal es la Biblia, hablo como un hombre de
mundo… y te aconsejo: Escudriñad las Escrituras.” John Quincy Adams. (Intervino en la elaboración de la
Declaración de Independencia y fue presidente de los Estados Unidos.) “…Escrito está: No sólo de pan
vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Jesucristo. (La imagen del Dios
invisible, Salvador del mundo, Rey de reyes, etc.)

La Biblia merece ser leída ¿no es así? Ahora déjeme hacerle de nuevo la pregunta. ¿La lee usted
con regularidad? El apologista y autor del libro Como Defender tu Fe, el señor R.C, Sproul dijo: “…fallamos
en nuestro deber de estudiar la Palabra de Dios, no tanto porque nos sea a veces difícil entenderla, ni
tampoco porque sea monótona o aburrida, sino porque esto exige esfuerzo. Nuestro verdadero problema
es que somos holgazanes.” La Biblia es el único libro que Dios nos dejó para saber de Él. (No se arriesgue a
presentarse al Señor cuando le llegue la hora, y tener que reconocer que no pudo terminar de leer la
Biblia, Su libro.) La Biblia no es ni monótona ni aburrida, es una obra fascinante, maravillosa y completa.

Cada día que tome tiempo para leer la Biblia, interactúe con ella, recuerde que ella es una
entidad viviente, así que tenga en cuenta: Hágase preguntas acerca del tema que esta leyendo, y utilice
las “herramientas” necesarias (diccionario bíblico, diccionario idiomático, concordancia, referencias,
servicios de enseñanza bíblica etc.) para ampliar sus conocimientos. Revalúe la manera de leer la Biblia;
haga los cambios necesarios para obtener el mayor provecho de su lectura bíblica. Haciendo así, usted va
convirtiéndose en un lector inteligente del libro de Dios, que es además, una obra de arte por
excelencia. Aprender a distinguir sus diferentes estilos literarios es una AVENTURA MARAVILLOSA, que le
invito a compartir conmigo en el siguiente y último paso.

“La Biblia es un arpa de miles de cuerdas trate de tocar una cuerda excluyéndola de su relación con las
otras y tan solo obtendrá una auténtica disonancia. Tóquelas todas ellas, manteniéndolas en su escala
divina, y escuchará música celestial todo el tiempo.”

EJMA

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