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MANUAL

DE
ACENTUACIÓN
CASTELLANA

8B ALTASAR HERRERA JIMÉNEZ

ANNO MMIV, DIE XXIII OCTOBRIS


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© Baltasar Herrera Jiménez 2004. Quedan rigurosamente prohibidos, sin la
autorización escrita del autor, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción
total o parcial de este Manual, por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el
tratamiento informático, y su distribución pública o privada.
INTRODUCCIÓN
¿Qué son las reglas de acentuación?

Desde el punto de vista del escritor (en el sentido lato de cualquiera que
escribe en castellano), podrían definirse como aquellas que permiten saber si
una palabra castellana dada debe llevar o no tilde sobre una de sus vocales,
tomándolas por normas ortográficas para escribir correctamente.

Desde la perspectiva del lector (en su amplia acepción de cualquiera que


lee castellano) pudieran tomarse por aquellas que permiten saber cuál es la
vocal tónica en una palabra castellana dada, considerándolas normas
ortográficas para leer correctamente.

Ambas definiciones son harto problemáticas.

La primera de ellas es llanamente insostenible. Lo es porque se le supone


al lector un conocimiento previo, innato y exacto de la pronunciación
oficialmente aceptada del léxico castellano. Si alguien escribe *cónsola o
*périto porque así las pronuncia, sería injusto acusarle de acentuar mal,
porque, bien al contrario, no hace otra cosa que aplicar correctamente las reglas
de acentuación (todas las esdrújulas deben llevar tilde). ¿Cuál es su falta? No
ciertamente la de desconocer las reglas del acento castellano, sino su ignorancia
del léxico oficial (entendido por las palabras castellanas tal y como aparecen
grafiadas en el DRAE). Por tanto, desde el punto de vista del escritor, las
normas del acento son prácticamente prescindibles; basta con que adquiera
dominio sobre las grafías oficiales leyendo mucho y consultando el Diccionario.
Así, podría seguir diciendo *cónsola y *périto, pero escribiendo siempre
consola y perito. Ello podría comportar riesgos para su vida social, pero le
pondría a salvo de cualquier acusación de analfabetismo.

Aun así, tendría que enfrentar otros obstáculos insalvables, siendo el


menor de ellos la existencia de grafías oficiales alternativas (cénit/ cenit), a
saber: el DRAE no recoge nombres propios ni tampoco, al ser un diccionario de
uso, cientos de palabras técnicas, especializadas o dialectales.

Por tanto, para el escritor de castellano las tildes, como el resto de la


ortografía, es un problema cultural y no técnico.

La segunda definición, aquella que toma como referencia al lector de


castellano, es de perfecta aplicación universal, o, mejor dicho, lo sería si las
normas oficiales de acentuación la asumieran con todas las consecuencias. Si así
fuera, tanto el nativo como quien está aprendiendo el idioma, o como incluso el

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sordomudo, dominando técnicamente las reglas, sabrían identificar la vocal que
deben pronunciar con mayor intensidad, por pobre que fuera su bagaje cultural.

Pero la norma oficial (la de la RAE de 1999) no sigue esta definición, sino
otra que, pareciendo muy similar, es radicalmente distinta: "Para señalar la
sílaba tónica de una palabra, el español emplea en ciertos casos el acento gráfico
(...)".

Ahí es nada. Resulta que para interpretar las normas acentuales hay que
dominar previamente las nociones de sílaba (las agrupaciones de consonantes y
vocales que forman sílaba y las que se reparten entre sílabas contiguas),
diptongo, triptongo e hiato, cuando menos. Es decir, se exigen al usuario
común conocimientos fonéticos y filológicos desmesurados, inasumibles para
quienes, sea cual sea su nivel cultural, sólo pretenden leer y escribir bien.

Por otra parte, como veremos enseguida, en el tratamiento de los grupos


iu/ui la norma oficial renuncia a la información mínima que exige la segunda
definición: indicar la vocal tónica.

Limitaciones ortográficas del castellano.

Siendo el castellano una lengua de alta presencia vocálica (47,30% según


Alarcos Llorach), de frecuentísimas agrupaciones vocálicas y de elevado número
de diptongos (14 cuando, por ejemplo, el catalán sólo tiene 9 y no admite
triptongos), con todo este bagaje, la ortografía de nuestra lengua pide a gritos
signos autónomos para representar las semiconsonantes [j] y [w] y las
semivocales [ ] y [ ].

El castellano actual sólo lo hace , anárquica y parcialmente con y = [j], [


]: ya, hay, pero no en bien, baile.

Si la lengua se hubiera dotado históricamente de esas dos grafías


suplementarias, tanto el silabeo, la representación de diptongos e hiatos y las
propias reglas de acentuación perderían toda su complejidad.

Ni qué decir tiene que una reforma ortográfica tal, ni aun siquiera una
más moderada, no tiene la más mínima posibilidad de éxito.

Esta carencia de signos distintivos ha querido ser paliada por la norma


oficial recargando a la tilde con funciones que sólo parcial y pobremente puede
cumplir, a saber, se pretende que, además de señalar la vocal tónica, diga
cuándo hay hiato y cuándo no.

Esta función suplementaria es poco menos que inasumible por la tilde.


De hecho sólo es practicable –y ello parcialmente– cuando el hiato está situado
en el grupo tónico; si no, nada puede indicar. Veamos. Las normas acentuales

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nada pueden decir sobre el número de sílabas de la palabra piamadre, ya que
el grupo vocálico dudoso [ia] está alejado del grupo tónico [mà].

Puede suponerse que esto no ocurre en la palabra lió, donde la tilde no


tiene más función que la de denunciar el hiato. Pero ni aun así, estando el hiato
en el grupo tónico, resulta siempre un buen indicador: en talión, haya hiato o
no, la grafía siempre sería la misma, ta-lión/ ta-li-ón, y la tilde de nada
informa en cuanto al número de sílabas. Tampoco la ausencia normativa de
tilde en puar (aguda acabada en r) nos da idea de cuál es el silabeo correcto
([pwar] o [pu'ar]). Lo mismo cabe decir de la tilde de truhán, que nada puede
decirnos sobre si hay hiato o no en su plural truhanes, puesto que la grafía será
la misma en un caso y en otro.

Durante un período extenso, la RAE adoptó las grafía püar (que pudiera ser aplicable a
pïamadre, etc.), recargando a la diéresis con funciones distintas a las que actualmente tiene, a
saber, indicar que la u no forma parte del dígrafo gu. Aquella grafía antigua no era otra cosa
que un reconocimiento implícito de la inutilidad de las reglas de acentuación para silabear
correctamente.

De manera tangencial, la Academia, ha acabado por reconocer que las


normas de acentuación no pueden ayudar al silabeo, recomendando las formas
guion, ruan, truhan, rio, pio, pie, lio, etc. Efectivamente, si los pares
vocálicos [iò], [uà], [iè], etc. son siempre diptongos a los efectos de las reglas de
acentuación ("diptongo ortográfico", en la nomenclatura del novísimo
Diccionario Panhispánico de Dudas), y si esas reglas sólo pueden informar de
cuál es la vocal tónica, y nada más, escribir esas palabras con tilde era
redundante y no aportaba información alguna, siendo como son "monosílabos
ortográficos", si se nos permite la expresión.

Las Normas de 1999, que permiten todavía escribir, si el usuario percibe


hiato (!) guión, ruán, truhán, rió, pió, pié, lió, etc. dan cuenta de cuán
difícil es, para la Academia ser, simplemente, coherente consigo misma. Dejar
una norma en manos de la percepción subjetiva de los usuarios es, dicho sea con
claridad, renunciar a dar norma alguna.

El problema de los grupos tónicos iu/ui.

En correlación con las carencias ortográficas mencionadas más arriba, las


grafías iu/ui sirven en castellano para representar
* hiatos: [iu, ui]
* diptongos crecientes: [ju, wi]
* diptongos decrecientes [i , u ]

Las Normas de 1999 dicen que ambos pares


a) siempre son diptongos (diptongo ortográfico),
b) la tilde, cuando sea potestativa según la regla general, se marcará
siempre sobre la segunda vocal.
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Esto es decir, simplemente, que las únicas combinaciones tónicas
existentes en castellano son [jù , wì] y dar por inexistentes los grupos tónicos [ì
, ù ]. Si ello fuera así, las Normas serían coherentes. Pero con firmeza
dudamos de que ello sea así.

Ciertamente, el grupo de palabras castellanas donde podríamos


encontrar los pares [ì , ù ] son muy escasas. Veamos algunas, respetando la
grafía que el DRAE ha usado durante decenios: cúi, síu, súido, túi, cocúi,
intúito, intúitu, mañíu, mildíu, teníu, nullíus. Insistimos en que
históricamente el DRAE las ha escrito así, con tilde. Además, el hecho de que
alguna de ellas acepten otra grafía (cuy, cocuy) no deja lugar a dudas sobre
que la vocal tónica es la primera del par.

Por tanto, si en castellano existen los pares [ì , ù ], ¿cómo los encaja la


Academia en su presupuesto b)? Con forzada artificiosidad. Veamos:
i) en coherencia con su nueva normativa grafía cui. ¿Cuál es la vocal
tónica? Imposible saberlo. En todo caso, de acuerdo con la norma oficial, la
segunda vocal [kwì]. Pero ¿cómo sostener eso si el DRAE acepta la forma
alternativa cuy?
ii) Cosa semejante puede decirse con las palabras, recogidas así en su 22ª
edición, siu, tui.
iii) Grafía ahora cocui, que según la norma debe pronunciarse [kòkwi].
Puesto que se sigue admitiendo la alternativa cocuy (sic), se supone que
debería tildar ésta, como llana acabada en consonante distinta de n y s, y
escribir *cócuy, tal y como sucede en las palabras yókey y póney. Parece como
si no se hubieran atrevido, siendo coherentes con sus presupuestos, a grafiar
*cocuí.
iv) intúitu, mañíu y teníu han desaparecido de la 22ª edición.
Elegante manera de superar un problema. Sólo se mantiene intuito (sic).
v) Grafía ahora suido, que debe pronunciarse [swìdo], en clara
contradicción con sus correlativos cánido, cérvido, bóvido, etc., en ninguno
de los cuales es tónica la penúltima vocal [i].
vi) Grafía mildiu [mìldju o mìldi ] y mildiú. Nótese que, de
considerarse aguda, la RAE no tiene más remedio que tildar la u, como sucede
con el absurdo interviú, que nadie pronuncia así.
vii) Grafía nullius, cosa que parece correcto tratándose de una palabra
latina (v. filius), pero sospechamos que el motivo ha sido otro: huir de la forma,
coherente con su norma, *nulliús.

Los apellidos de origen catalán Felíu, Guíu, Alderíus, Codorníu, etc.,


que la RAE ha tildado así durante decenios, según la norma actual deben
escribirse sin tilde. Es cierto que, según las propias normas ortográficas de la
lengua catalana, estos vocablos van sin tilde, ya que el par iu no forma nunca
diptongo y, por tanto, se trata de llanas acabadas en vocal; de la misma manera
que Màrius exige tilde porque, en catalán, es esdrújula (Mà-ri-us). Así los
catalanes, escribiendo correctamente en su lengua Feliu, Alderius, no tienen
dudas sobre la vocal que han de pronunciar con mayor intensidad [i]. Pero
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cuando se trata de portadores de esos apellidos que ni son catalanes ni residen
en tierras de habla catalana, sino que, por el contrario hablan y residen en
ámbitos castellanos, parece descabellado exigirles conocer la pronunciación
catalana, y mucho más negarles la castellanización de esos apellidos. El catalán,
por muy cercano que sea, no deja de ser una lengua distinta, tan distinta como
el alemán. Y si a un español se le permite castellanizar su apellido de origen
germánico Pecker, grafiándolo Pécker, no se entiende por qué no puede
grafiar el apellido Feliu de manera que pueda leerse correctamente en
castellano.
Ya que la RAE escribe este último apellido sin tilde, de acuerdo con la
norma, nos está indicando la pronunciación [fèliu], absurda a todas luces.
Además, según esa misma norma , de tildarlo, tendría que grafiar *Feliú, dando
a entender una pronunciación igualmente falsa.
En resumen, si un castellano de Tordesillas tiene el apellido de origen
catalán Feliu y demanda cómo debe escribirlo en castellano para que todo el
mundo lo lea correctamente [felìu], recibirá por respuesta la imposibilidad de
hacerlo; ya que Felíu, con las reglas oficiales en la mano, es una grafía
imposible.

En el presente manual, con permiso de la RAE, dejamos clara nuestra


posición:

i) Si ambos son átonos o es tónica la segunda vocal [jù , wì], se


consideran diptongos. Si corresponde tilde de acuerdo con la regla general,
lógicamente se colocará sobre la vocal tónica: contruís, construir, ciudad,
jesuita, jesuítico, fui, hui, benjuí, casuística, porciúncula.
ii) Si es tónica la primera vocal [ì , ù ] la tilde es de rigor (tilde
absoluta) : túi, súi, cúi, mildíu, mañíu.

Esta regla es correlativa y coherente con el tratamiento tradicional de


otros grupos vocálicos:

[ia] siempre diptongo [iu] siempre diptongo


[ià] siempre diptongo [iú] siempre diptongo
[ìa] tilde absoluta [ìu] tilde absoluta
[ai] siempre diptongo [ui] siempre diptongo
[ài] siempre diptongo [uì] siempre diptongo
[aì] tilde absoluta [ùi] tilde absoluta

El problema de la tilde diacrítica castellana.

Si bien la tilde diacrítica es una artificio ortográfico común a la mayoría


de las lenguas latinas y al griego moderno, no deja por ello de ser un elemento
de distorsión que atenta contra la coherencia de las reglas de uso de la tilde
tónica. Tal y como se afirma en el Anexo I de este Manual, realmente, se trata
de dos signos distintos.

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Además, su uso es arbitrario y excesivamente profuso. El francés, catalán
e italiano también echan mano de él, pero de una manera mucho más
moderada; el griego moderno sólo lo escribe sobre tres palabras (pèj, poÚ y
»), las tres monosílabas.

La tilde diacrítica es una anomalía cuya desaparición no sería


precisamente llorada por los usuarios del idioma, a quienes hoy se les pide –ni
más ni menos– conocimientos morfosintácticos avanzados para su correcto uso.

La norma oficial ha intentado vulgarizar esos criterios, diciendo, por


ejemplo, que se escribirá qué, quién, cómo, dónde, etc. en frases
interrogativas.
Las frases ¿Vendrá otro como tú? ¿Como o ayuno? nos ahorran
más palabras sobre este criterio "popular".

De cualquier forma, las voces afectadas nos parecen excesivas y, como ya


se ha dicho, el criterio es arbitrario. ¿Por qué un grupo homónimo y no otros?
¿Qué confusión podría producirse en una frase como Dame mas queso, sin
diacrítico? En cambio sí la hay en la frase Lo llamé para que me trajera
cerveza , y no vino. ¿Por qué sólo/solo y no *víno/vino? ¿Porqué
aquél/aquel y aquélla/aquella y no*aquéle/aquele y *aquéla/aquela?

El problema de la transcripción de alfabetos no latinos.

Existen en castellano gran número de nombres propios, cuyas grafías originales


no son latinas, asimilados históricamente a la fonética de nuestra lengua:
Abderramán, Almanzor, Pequín, Toquio, Lenin, Seúl, Tiflis, Bacú,
Damasco, Salomón, etc. Estos vocablos, por tanto, son palabras plenamente
castellanas y se rigen por la norma general, tal y como se constata en el §16 del
cuerpo del Manual.

De ordinario, e incomprensiblemente, se prefieren formas como Pekín, Tokio, Tbilisi, Bakú,


etc.

Si la lengua de origen no usa el alfabeto latino, pero sus autoridades han


establecido una transcripción oficial a éste (romanji, en el caso del japonés,
pinyin en el del chino, etc.), se debiera respetar la transcripción oficial, con sus
correspondientes diacríticos, si existieren, salvo cuando el vocablo sea de los
definidos en el párrafo anterior.

Por lo que se refiere a las palabras procedentes de lenguas que ni se sirven del
alfabeto latino ni han establecido una trascripción latina oficial, el problema
trasciende el uso de la tilde, al tratarse de un problema general de transcripción.
Se echan en falta normas académicas de transcripción, que en los casos de las
lenguas eslavas, hebreo, árabe, griego moderno, coreano, persa e hindi, son ya
imprescindibles.

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El enfoque de este Manual.

Se pretenden dar reglas que, respetando la norma oficial en casi su práctica


totalidad, sean fundamentalmente técnicas, es decir, permitan a cualquier
usuario, sea cual sea su formación lingüística, identificar la vocal tónica de
cualquier palabra castellana. Se prescinde, por tanto, de nociones como la de
sílaba, diptongo, triptongo e hiato. Además, optando por una metodología
ajena a cualquier referencia a la lengua hablada, introduce los conceptos de
tilde absoluta y unidad vocálica.

En la medida en que el usuario capte la lógica interna de las reglas de


acentuación, por más que acentuar bien sea un problema cultural y no
ortográfico –tal y como se demuestra al principio de esta Introducción–, su
comprensión le supondrá una ayuda práctica a la hora de escribir
correctamente.

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MANUAL DE ACENTUACIÓN CASTELLANA

1. Palabra.- Con única y forzosa referencia a la lengua escrita, palabra es


toda aquella agrupación de letras que aparece entre espacios en blanco o signos
de puntuación.

2. Vocales.- Las vocales castellanas son a, e, i, o, u. La letra y, a los efectos


de las reglas de acentuación, es siempre consonante. La u de las agrupaciones
gue y gui sólo se considera vocal si lleva diéresis (antigüedad, güito). Salvo la
conjunción y, todas las palabras castellanas contienen, al menos, una vocal.

3. Vocales abiertas.- Las vocales a, e, o.

4. Vocales cerradas.- Las vocales i, u.

5. Vocal tónica.- Aunque desde un punto de vista fonológico pueden existir


palabras con más de un acento, a los efectos de las reglas de acentuación una
palabra sólo contiene una vocal tónica. En este Manual, se hace uso del acento
grave (`) para notar la vocal tónica, con independencia de que deba llevar o no
tilde.

6. Reglas de acentuación.- En castellano, las reglas de acentuación


tienen como único objeto señalar la vocal tónica. Guiadas por un principio de
economía, permiten identificar inequívocamente la vocal tónica de una palabra
dada sin necesidad de ningún signo ortográfico, en la mayoría de los casos. En
un número menor de palabras, no obstante, esa identificación exige marcar la
vocal tónica con una tilde aguda (´).

7 . Tilde absoluta.- Una vocal cerrada tónica llevará tilde rigurosa cuando
esté en contacto con una vocal abierta. Dos vocales separadas por una h se
consideran en contacto directo, como si la h fuera inexistente.

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eìai leíais
uìai construíais
aìai contraíais
oìai oíais
ìai decíais
iaù limpiaúñas
uaì aguaí
aìa caía
eìa creía
oìa oía
uìa huía, argüía
aoì maoísmo
eoì entreoír
ìa día, clerecía
ìe líe, guíe
ìo desvarío, río
ùa púa, cacatúa
ùe atenúe, fluctúe
ùo flúor, búho
aì ahí, caída
eí leí, creíble
oì oír, egoísta
aù baúl, paúl
eù transeúnte, reúno
où noúmeno

En las tablas, las combinaciones vocálicas se presentan de manera exhaustiva. Si una


combinación no aparece, es porque no existe.

La tilde será también rigurosa cuando una vocal cerrada tónica vaya seguida por
otra cerrada no idéntica:

ìu mañíu, teníu, síu


ùi intúito, túi, cúi

8. Unidad vocálica.- Para determinar, en palabras no afectadas por la


regla de la tilde absoluta, si una vocal tónica debe llevar tilde o no, es necesario
saber el número de unidades vocálicas que la palabra contiene. Llamaremos

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unidad vocálica (en adelante, unidad) tanto a las vocales aisladas (aquellas que
no se presenten precedidas ni seguidas por otra vocal: a, pellizco, muy) como
a las agrupaciones de varias vocales inmediatas que, a los efectos de las reglas
de acentuación, serán tomadas como una unidad. La letra h intercalada entre
vocales no impide su contacto ni sus agrupaciones.

9. Cómputo de agrupaciones de dos vocales.- Dos vocales


idénticas consecutivas nunca forman unidad, contándose siempre dos unidades.
Cada vocal del par es una unidad:

a/a Saavedra
à/a Oraa
a/à azahar
e/e vehemente, veedor
e/è veer
è/e cree
i/i nihilista
i/ì chií, chiita,
o/o cooperar
ò/o Feijoo, protozoo
o/ò loor
u/u duunviro

Dos vocales abiertas consecutivas nunca forman unidad, contándose siempre


dos unidades. Cada vocal del par es una unidad:

a/e acaecer
à/e cae
a/è faena, aéreo
a/o aoristo
à/o andaos
a/ò faraón, ahora
e/a rehacer
è/a cabecea
e/à peana
e/o mediterráneo
è/o acarreo
e/ò eólico
o/a ajoaceite
ò/a anchoa
o/à loable
o/e héroe
ò/e bóer
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o/è roer

Los pares vocálicos compuestos por una vocal abierta en contacto con una vocal
cerrada forman unidad, siempre que ambas sean átonas o sea tónica la vocal
abierta (nótese que los pares en que la tónica sea cerrada están afectados por la
tilde absoluta):

ai faisán, raigambre
ài hayáis, baile
au paulino, balaustrada
àu máuser, jaula
ei peinar, vieseis
èi saldréis, reina
eu eufónico, ceutí
èu Éufrates, deuda
oi boicotear, prohibir
òi boina, zoilo
ou coulomb, proustita
òu joule, bou
ia criatura, historia
ià ciática, miasma
ua agua, huacatay
uà truhan, manual, acuático
ie dietético, estudie
iè hierro, estudié
ue antigüedad
uè fue, santigüé
io priorato, patio
iò pio, diócesis, guion
uo continuo, duodeno
uò menguó, acuoso

Forman también unidad los pares formados por dos vocales cerrada no
idénticas, siempre que ambas sean átonas o sea tónica la segunda vocal (nótese
que los pares en que sea tónica la primera vocal están afectados por la tilde
absoluta):

iu ciudad, diurético
iù triunfo, porciúncula
ui cuidado, ruidoso
uì güito, jesuítico

10. Cómputo de agrupaciones de tres vocales.- Los tríos


vocálicos formados por una vocal abierta precedida y seguida por vocal cerrada
se computan como una unidad, siempre que las tres vocales sean átonas o sea
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tónica la vocal abierta (nótese que los tríos en que la tónica sea una de las
cerradas están afectados por la tilde absoluta):

iai semiaislante
iài fiais, limpiáis
iau biaural
iàu miau
uai guaicán
uài aguáis
uàu guau
ièi lidiéis
uèi averigüéis
ioi hioidea
iòi dioico

Un trío formado por tres vocales cerradas se cuenta por tres unidades, siendo
una unidad cada vocal del trío:

e/o/e geoestacionario

El resto de tríos vocálicos existentes en castellano (sin contar los afectados por
la tilde absoluta) forman dos unidades, que se distribuyen según el método
siguiente: se toman las dos vocales finales, y si el par está comprendido entres
los computables como unidad en §9, se lo cuenta como tal, siendo la vocal
restante la otra unidad; en caso contrario, forman unidad la dos primeras
vocales, siendo la otra unidad la vocal final:

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a/iò elaiómetro
a/uè grauera
à/ui saharaui
a/uà sauale
è/ia cabreia
e/uà cleuasmo
e/òi geoide
e/àu meauca
è/io pereion
o/ài alboaire
ò/ia paranoia
o/iò termoiónico
o/òi zooide
iè/a alangiea
e/èi veéis
iè/o camelieo
uà/o guao
ià/o guariao
a/uì anacahuita, alauí, alauita
ia/è antiaéreo
io/è bioética
ue/à lengüear
a/io alaiotecnia
o/eu cetroeuropeo
o/ai coairón
o/au coautor
ue/a ácuea
io/a medioambiental
io/e bioelemento
a/ui ahuizote

11. Cómputo de agrupaciones de cuatro o más vocales .- No


existen en castellano agrupaciones de cinco o más vocales. De las cinco
agrupaciones de cuatro vocales existentes, cuatro están afectadas por la regla de
la tilde absoluta (v. §7):

eìai leíais
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uìai construíais
aìai contraíais
oìai oíais

La quinta, se computa por tres unidades, de acuerdo con §9 y §10:

a/a/iù Aaiún

12. La tilde en palabras de una sola unidad.- Las palabras que


sólo contengan una unidad no llevarán tilde, salvo aquellas que se relacionan en
el Anexo I (tilde diacrítica).
Ejemplos: guau, miau, fiais, pio, guion, fue, truhan, bou, a, muy, rio, crio,
puar, criar, guiar, fui, hui, ay, hay, hoy, cuy, me, sol, sed, buey, Luis,
dios, Juan, huir, dio, vio, Tuy, Sanz, Saiz, Sainz, ya, paz, Pla, aun.

En los ejemplos, las unidades de cada palabra van en negrita. Si hay más de una unidad, cada
una de ellas adopta un color diferenciado.

13. La tilde en palabras con más de una unidad.- Las palabras


con más de una unidad, cuando no estén afectadas por la regla de la tilde
absoluta (vide §7), se tratarán según los tres casos siguientes:

I. Si la vocal tónica está en la última unidad llevará tilde, siempre que la palabra
acabe
a) en vocal
b) en n precedida inmediatamente de vocal
c) en s precedida inmediatamente de vocal

Ejemplos: hayáis, faisán, chií, Aaiún, coairón, alauí, santigüé, estudié,


faraón, averigüéis, veéis, lidiéis, aguáis, guaicán, limpiáis, menguó,
ceutí, saldréis, acción, zaguán, benjuí, samurái, vendrá, cagón, abecés,
talión, bajá, café, alhelí, dominó, alafú, amará, tendré, partí, huyó, Alá,
José, Mataró, Perú, alacrán, andén, espadín, cascarón, atún, amarán,
temerán, partirán, también, ningún, según, Amán, Durán, Bailén,
Albaicín, Cicerón, Sahagún, compás, revés, anís, semidiós, patatús, verás,
prevés, compartís, además, atrás, jamás, Barrabás, Moisés, París, Ojós,
Jesús, buscapié, acaricié, averiguó, parabién, veréis, después, Sebastián,
Navascués, construí, atribuí, ambigú, changüí, landó, ladrón, maltés,
marramáu, Paláu, Masdéu, Bertoméu, paipái, agnusdéi. Y por tanto (sin
tilde): biaural, ciudad, manual, coulomb, prohibir, peinar, roer, loor,
veer, coautor, lengüear, huacatay, rehacer, veedor, azahar, antigüedad,
boicotear, acaecer,cooperar, medioambiental, pared, mirad, feliz,
Uruguay, querub, vivac, merced, reloj, laurel, cenit, carcaj, carcax,
verdegay, arroz, amad, temed, partid, cesar, romper, venir, Horeb,
Habacuc, Abenabed, Estambul, Edom, Guadix, Godoy, Ormuz, Canals,
Isern, Llorens, Castañ, Palop, convoy, maguey, construir, atribuir,

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derruir, rapaz, capitel, Molins, estoy, virrey, paipay, Herranz, Herraiz,
samuray, acimut.

II. Si la vocal tónica está en la penúltima unidad llevará tilde, siempre que la
palabra no acabe
a) en vocal
b) en n precedida inmediatamente de vocal
c) en s precedida inmediatamente de vocal

Ejemplos: máuser, bóer, cárcel, césped, huésped, dátil, mármol, Setúbal,


alcázar, Válor, César, Otívar, Fernández, fórceps, bíceps, Enríquez,
Ordóñez, Túnez, Guájar, Huércal, Liétor, tándem, Camóens, póney,
yóquey, álbum, cómic, cómics, Sáez, Sáenz, Herráez. Y por tanto (sin tilde):
güito, triunfo, patio, hierro, agua, miasma, joule, boina, zoilo, deuda,
reina, vieseis, guao, dioico, jaula, baile, cae, cree, guariao, zooide,
pereion, meauca, geoide, cleuasmo, cabreia, sauale, grauera, hioidea,
cuidado, ruidoso, acuoso, continuo, duodeno, priorato, estudie,
criatura, historia, proustita, paulino, raigambre, anchoa, loable, peana,
andaos, ahora, faena, Feijoo, chiita, Oraa, pellizco, ahuizote, alauita,
camelieo, alangiea, paranoia, alboaire, saharaui, semiaislante,
balaustrada, acarreo, cabecea, aoristo, duunviro, protozoo, nihilista,
vehemente, Saavedra, bioelemento, alaiotecnia, anacahuita, ajoaceite,
cetroeuropeo, geoestacionario, viuda, ruido, jaula, cielo, fuego, odio,
Bilbao, poeta, decae, ala, bufete, casi, obscuro, maquina, teme, domino,
regulo, España, Oñate, Amalfi, Jacobo, Aramburu, margen, virgen,
volumen, aman, bailan, duran, pensaron, dieren, cascaron, Carmen,
Yemen, Oyarzun, martes, jueves, sintaxis, crisis, dosis, virus, campanas,
veras, diamantes, ojos, adoras, vences, huyes, amaras, temieras,
partieres, amaremos, Lucas, Cervantes, Carlos, desahucio, sahumerio,
patria, seria, tenia, delirio, sitio, fatuo, averigua, acaricia, bacalao,
deseo, canoa, corroe, Bidasoa, Campoo, provee, albricias, parias, fatuos,
lidian, amortiguan, trataseis, leyereis, Esquivias, Titaguas, deseos,
canoas, corroen, casuista.

Se exceptúan las palabras relacionadas en el Anexo I (tilde diacrítica).

III. Si la vocal tónica está en la antepenúltima o anterior unidades siempre


llevará tilde.

Ejemplos: ácuea, diócesis, ciática, Éufrates, héroe, bioética, jesuítico,


porciúncula, diurético, dietético, acuático, eufónico, eólico, aéreo,
antiaéreo, termoiónico, elaiómetro, mediterráneo, abandonómelos,
máquina, apéndice, diócesis, pámpano, régulo, jícara, tórtola, música,
fulmíneo, celebérrimo, eminentísimo, resérvalo, trabajábamos,
quisiéramos, viéremos, Málaga, Cáceres, Peñíscola, Sócrates, Dánae,
Ondárroa, piélago, murciélago, cuévano, Cáucaso, casuístico,
llévesemela, volúmenes.
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14. Tratamiento de las palabras compuestas.- Los adverbios
formados por un adjetivo más el sufijo –mente, conservarán la tilde si el
adjetivo, tomado aisladamente, la llevaba. Fácilmente, merecidamente,
cortésmente, fielmente.

En los compuestos de dos o más adjetivos unidos con guion, cada elemento
conservará la tilde original, si la tuviere: histórico-crítico, hispano-suizo,
franco-alemán, dálmato-romano.

El resto de palabras compuestas será tratado como si se tratara de una sola


palabra que sigue las reglas generales: metomentodo, guardamanos,
buscapiés, decimotercero, baloncesto, tiovivo, asimismo.

15. Tratamiento de las formas verbales con pronombres


enclíticos.- Las formas verbales conjugadas que lleven enclíticos
pronominales, serán tomadas como palabras autónomas y les serán de
aplicación las normas generales, prescindiendo de que las formas verbales
desnudas lleven tilde o no: dame, dámelo, dio, diome, dióselos,
abandonó, abandonole, está, estate.

16. Tratamiento de los nombres propios de origen


extranjero.- Los topónimos de países extraños al área de lengua castellana
que hayan sido asimilados históricamente a la fonética de nuestra lengua serán
tratados conforme a las reglas generales: París, Moscú, Varsovia, Tolosa,
Pavía, Praga, Amberes, Dublín, Múnich, Escoriaza, La Haya,
Israel, Londres, Tiflis, Gerona, Lérida [Paris,  , Warszawa,
Toulouse, Pavia, Praha, Antwerpen, Baile Átha Cliath, Muenchen, Eskoriatza,
Den Haag,  , London, +$,.,6,, Girona, Lleida].

En los nombres propios foráneos cuya lengua de origen se sirva del alfabeto
latino se respetará la grafía original: Hódmez vásárhely, Lille,
Washington, Baton Rouge, Otawa, Montelepre, Vallès Oriental,
Ťažk . Si se trata de nombres comunes, irán en cursiva o entrecomilladas:
catering, lockout, shareware. Esto es extensible a las expresiones latinas;
no existiendo tilde en la ortografía latina universalmente aceptada, salvo los
nombres propios asimilados a la fonética castellana, el resto de vocablos latinos
se escribirán sin ella y, preferentemente, en cursiva: memorandum, idem,
Alma Mater, Pater Noster, referendum, etc. Pero: César, Salustio,
Galias, tedeum, Virgilio, Cicerón [Cæsar, Sallustius, Galliæ, Te Deum,
Vergilius, Cicero].

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En cuanto al problema de la transcripción de palabras cuyas formas originales no estén
grafiadas en alfabeto latino, véase la Introducción de este Manual.

17. Apellidos y topónimos catalanes y vascos.- El tratamiento de


los nombres propios de procedencia peninsular no castellana no debieran
suponer una excepción a las reglas expuestas en el párrafo anterior y en la
Introducción, salvo por el hecho de estar afectados por los fenómenos de
asimilación (en el caso de los nombres de lugar) y de castellanización (en el caso
de los apellidos) en mayor medida que los originarios de otros ámbitos
lingüísticos más lejanos. El fenómeno de la castellanización es paralelo a
fenómenos inversos verificables en lenguas vecinas. Así, el apellido castellano
Pérez podemos encontrarlo afrancesado (Pérès), catalanizado (Pèreç) o
lusificado (Peres).

Por tanto será correcto grafiar Letamendía, Ormazábal,


Zumalacárregui, Felíu, Andréu, Guiráu, Guíu, Celaya, Echegaray,
Marzal, Gabicogogueascoa, etc. [Letamendia, Hormazabal, Zumalakarregi,
Feliu, Andreu, Guirau, Guiu, Zelaia, Etxegarai, Marçal, Gabikogogeaskoa].
Fuera de los casos de castellanización, la grafía latina original es de rigor.

Nótese que los nombres propios catalanes en vocal tónica + -ns no llevan tilde de
acuerdo con las reglas castellanas ordinarias, ni tampoco según la ortografía de la lengua
catalana: Llorens, Milans, Molins, etc.

18. La tilde y las letras mayúsculas.- Las vocales, por el hecho de ir


en mayúscula, tanto inicial como en mayúscula seguida no quedan exentas de
llevar tilde u otros signos diacríticos: LINGÜÍSTICA, Ángel, PARÍS.

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ANEXO I

Tilde diacrítica
Este tipo de tilde, aunque usa el mismo signo gráfico que la tilde acentual
(´), no cumple la función de ésta última −señalar la vocal tónica−, sino que
pretende informar sobre el tipo de palabra (parte de la oración) al que pertenece
el vocablo que la lleva. El solo elemento común entre ambas tildes es que van
colocadas sobre la vocal tónica.

Palabras con tilde diacrítica Palabras homónimas que siguen


la norma general de acentuación

adónde adv. interrogativo adonde adv. relativo


cómo adv. interrogativo como adv. de modo; forma del verbo comer
cuál pron. interrogativo cual pron. relativo
cuán apócope de cuánto cuan apócope de cuanto
cuándo adv. interrogativo cuando adv. relativo
cuánto pron. interrogativo y exclamativo cuanto pron. relativo
cúyo pron. interrogativo cuyo pron. relativo; sustantivo
dé forma del verbo dar de preposición
dó apócope de dónde do apócope de donde; nota musical
dónde adv. interrogativo donde adv. relativo
él pron. personal el/ El artículo; apócope de Elohím
éste/a(s)/os pronombres este/a(s)/os adjetivos; punto cardinal (este)
ése/a(s)/os pronombres ese/a(s)/os adjetivos; sustantivo [ese(s)]
aquél/lla(s)/llos pronombres aquel/lla(s)/llos adjetivos; pronombres
seguidos de pron. relativo sin signo de
puntuación entre ellos.
más adv. mas conjunción; sustantivo
mí pronombre mi adjetivo; nota musical
porqué sustantivo porque conjunción
qué pron. interrogativo; pron.exclamativo; que pron. relativo; conjunción
adv. exclamativo; interjección
quién pron. interrogativo quien pron. relativo
sé formas de los verbos saber y ser se pronombre
sí adverbio; pronombre personal; sustantivo si conjunción; nota musical; apócope de la
conj. sino
sólo adverbio solo adjetivo; sustantivo
té sustantivo te pronombre; sustantivo (la letra te)
tú pronombre tu adjetivo

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Observaciones.-

1.Son (sonido, música cubana) y son (forma del verbo ser) siguen la norma
general, y ambos se escriben sin tilde.

2. La norma oficial no incluye entre los diacríticos el trío ve (pres. de ind. del
verbo ver), ve (imperativo del mismo verbo ) y ve (imperativo del verbo ir).
Deben escribirse en todos los casos sin tilde.

3. La tilde de aún (equivalente a todavía) no es diacrítica; es acento tónico


según la norma de tilde absoluta (§7). No es palabra homónima de aun
(equivalente a incluso) que es comúnmente considerada de una sola unidad
vocálica (àu). Por consiguiente, ni siquiera son homófonos.

4. Esto, eso y aquello no están incluidos entre los diacríticos, puesto que
siempre son pronombres y no tienen adjetivos homónimos equivalentes.

5. La conjunción o puede llevar tilde diacrítica cuando une guarismos o


expresiones matemáticas, con el objeto de no ser confundida con el número
cero: 2 ó 3. También en los casos de que enlace letras aisladas en función
metalingüística: n ó s = ene o ese.

6. Hay duda sobre si la tilde diacrítica de dé se mantiene cuando la palabra


recibe un enclítico pronominal: deme o déme. Si recibe dos enclíticos no hay
duda; la tilde es de rigor al estar la vocal tónica en la penúltima unidad
(§13.III): démelos. Las Normas Académicas de 1999 establecen que las
formas verbales con enclíticos deben tratarse según las reglas generales, pero
nada dice para el caso, como el presente, de que la tilde de la forma verbal
desnuda sea diacrítica. Entendemos, no obstante, que no se mantiene: deme.

7. Los pronombres arcaicos aquéle/s y aquéla/s deben ser tildados también


en la edición de textos, en oposición a los adjetivos aquele/s, aquela/s.

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FINIS OPERIS

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