Descentralización en el Perú: una reforma que necesita ser modificada
Imelda A. Sangay
La descentralización en el Perú surgió para la desconcentración y coparticipación de
las regiones de Perú, sin embargo con el paso de tiempo se evidencia que esta descentralización no tuvo el resultado esperado y seguimos frente a un profundo desequilibrio entre Lima y las regiones del Perú.
En el Perú, cada crisis sea política, económica, se presenta como la oportunidad
correcta para reflexionar acerca del diseño de diversos sectores. La actual crisis mundial, generada por el coronavirus (COVID-19), ha puesto la atención de nuestros políticos y ciudadanos en reformas de salud y del sistema laboral, empero se debería también hacer una evaluación al rol que vienen cumpliendo los gobiernos regionales y locales en la actualidad, todo esto evidencia la necesidad de modificar, también, nuestro modelo de descentralización. Por lo tanto, el presente ensayo planteará que la descentralización necesita ser modificada. En ese sentido y con la finalidad de tener una mejor comprensión de la problemática que se busca solucionar, se desarrollara, en primer lugar, un análisis del desempeño de los gobiernos regionales en relación al ejercicio de las competencias que le otorga el ordenamiento jurídico actual, para finalmente desarrollar los problemas de gestión, gasto, fiscalización y transparencia que son algunas de las razones que nos obligan a pensar en una modificación de la descentralización en el Perú.
Así pues se desarrollara, un análisis del desempeño de los gobiernos regionales en
relación al ejercicio de las competencias que le otorga el ordenamiento jurídico actual. La descentralización en el Perú se implementó de forma desordenada, sin mayor control y planificación, lo cual se evidencia desde la reactivación del proceso, cuando en el año 2002, a través de la promulgación de la Ley N° 27783, Ley de Bases de la Descentralización, y de la Ley N° 27867, Ley Orgánica de Gobiernos Regionales, se optó por regionalizar el país; ya con el gobierno de Alan García se anunció un “shock descentraliza” compuesto de veinte medidas. Algunas de ellas generaban bastante expectativas, todo esto aceleró la transferencia de funciones e indujo a la municipalización de la salud y la educación; hasta la implementación del Programa de Presupuesto por Resultados, mediante la Ley N° 28411, y del Plan de Mejora de la Gestión Municipal, mediante la Ley N° 29332. Así pues la descentralización dejo ser tema de interés, cuando lo que se requiere es que este evolucione a partir de una estrategia sostenida. La Ley N° 27783 constituye como parte de las competencias de cada gobierno regional la gestión de los servicios de salud pública en sus respectivas jurisdicciones; empero, la actual crisis ha expuesto las debilidades del sistema de salud a nivel nacional, problema que tiene como una causa principal las irregularidades cometidas por los gobiernos regionales en diversas obras de construcción y mejoramiento de hospitales. Asimismo el criterio de subsidiaridad de la Ley N° 27783, dispone que el gobierno más cercano a la población es el más idóneo para ejercer una determinada función.
En el contexto actual con relación a la municipalidades, se presentó una
contrariedad con respecto al decreto de estado de emergencia por la COVID 19, esto sucedió en el distrito de la Molina (Lima) ya que el alcalde de dicho distrito, ordenó el cierre de las fronteras de este, un acto inconstitucional en tanto excede las competencias que el artículo 195 de la Constitución dispone para los gobiernos locales. De la misma forma, cabe señalar que, de acuerdo al artículo 137 de la Constitución, solo el presidente de la República se encuentra facultado para decretar un estado de excepción y, por lo tanto, restringir el derecho al libre tránsito de los ciudadanos. En razón de las normas citadas, el suceso descrito demostró una irresponsabilidad que contraviene a la Constitución y además confunde a la población y obstruía la estrategia nacional en un contexto tan delicado como el actual. Con respecto a los límites de la autonomía municipal, el Tribunal Constitucional ha señalado lo siguiente:
En suma, la garantía institucional de la autonomía municipal no puede
contraponerse, en ningún caso, al principio de unidad del Estado, pues si bien da vida a subordenamientos que resultan necesarios para obtener la integración política de las comunidades locales en el Estado, estos no pueden encontrarse en contraposición con el ordenamiento general, por lo que en el ejercicio de su autonomía los gobiernos locales deben respetar el sistema de competencias establecido en la Constitución, en las leyes orgánicas y, de ser el caso, en leyes ordinarias.
Con respecto al rol fiscalizador de la municipalidades sobre la actividad comercial, la
Ley N° 27972, Ley Orgánica de Municipalidades, los gobiernos locales tienen competencia para regular el funcionamiento de los mercados de abastos y de los mercados mayoristas; no obstante, en la actualidad que vivimos estos han sido identificados como los principales focos de contagio de la COVID 19. Además esto evidencia la pésima labor que han realizado las municipalidades. la poca eficacia de los gobiernos regional en tareas de gestión, ejecución presupuestal y fiscalización es un problema alertado desde hace varios años, sin embargo, en el contexto de una crisis como la actual esa incapacidad genera un costo social más elevado. Con la finalidad de optimizar esa situación, al menos en el corto plazo, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), a través del Decreto Supremo N° 099-2020-EF, ha modificado los procedimientos para el cumplimiento de metas y la asignación de recursos del Programa de Incentivos (PI) a la Mejora de la Gestión Municipal. De esta manera, para el presente año se han fijado 3 metas, las cuales deben cumplirse hasta el 15 de junio. Estas son las siguientes:
1. Regulación del funcionamiento de los mercados de abastos.
2. Generación de espacios temporales para comercio, con el objetivo de reducir la aglomeración en los mercados de abastos. 3. Entrega efectiva de canastas familiares.
Lo mencionado tiene como propósito corregir la manera en cómo las
municipalidades han venido afrontando la actual crisis sanitaria. Así, para obtener mejoras en el mediano y largo plazo, corresponderá, una vez superada la pandemia, impulsar una reforma integral del modelo de descentralización. Una primera idea para tomar en cuenta es que la descentralización es importante, pues supone una manera de acercar el Estado al ciudadano. Un país que históricamente ha padecido una lógica centralista no puede retroceder en el objetivo de distribuir democráticamente el poder en el territorio de la nación. Una segunda idea reside en la necesidad de reemplazar la actual Secretaría de Descentralización de la Presidencia del Consejo de Ministros por una verdadera instancia de coordinación que investigue alternativas a los problemas identificados y, además, que se encuentre facultada para proponer modificaciones al diseño a todos los niveles de gobierno. Claro está, los cambios planteados deberán recoger las propuestas de los gobiernos regionales y locales, ya que, de lo contrario, estaremos reincidiendo en el error de únicamente hacer reformas desde el gobierno central. Por último, será vital que el diseño del nuevo modelo de descentralización sea compatible con la heterogeneidad de los gobiernos regionales de nuestro país. Para tal fin, serviría tomar como base los principios y criterios de la Ley N° 27783 referidos a la asignación de competencias, en tanto proponen una distribución distinta para cada gobierno regional, conforme a variables como la capacidad de gestión efectiva, así como otras de tipo geográfico y dimensional. En conclusión, se colige que cada jurisdicción territorial, sea distrital, provincial o regional, debe ser evaluada independiente a fin de tener un modelo de gobierno adaptado a su realidad. el Perú inicialmente fue creado como una república unitaria descentralizada, pero en los hechos esta descentralización no ha sido más que una promesa incumplida. Las reformas sobre su diseño son incontables y más han sido los cambios sociales los que han logrado que en la actualidad contemos con múltiples centros de poder, en tres niveles de gobierno (nacional, regional y local), cada uno con determinadas competencias y funciones que en la práctica se les dificulta ejercer con eficacia y transparencia. La crisis actual del coronavirus viene exhibiendo las falencias de la cosa pública y, probablemente, lo haga por un tiempo adicional. De nosotros dependerá abordar, al menos, las más urgentes o, de lo contrario, en la siguiente crisis estaremos nuevamente discutiendo reformas eternas.