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Cenáculo 2020 – Jesús amigo

La samaritana

Evangelio según San Juan 4, 1, 26

Llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo
José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al
pozo. Era la hora del mediodía. Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame
de beber». Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. La samaritana le
respondió: «¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?».
Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos. Jesús le respondió:
«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú misma se lo
hubieras pedido, y él te habría dado agua viva».
«Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas
esa agua viva? ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo,
donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?». Jesús le respondió:
«El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré,
nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que
brotará hasta la Vida eterna».
«Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta
aquí a sacarla». Jesús le respondió: «Ve, llama a tu marido y vuelve aquí». La mujer respondió:
«No tengo marido». Jesús continuó: «Tienes razón al decir que no tienes marido, porque has
tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad». La mujer le dijo:
«Señor, veo que eres un profeta. La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe
venir. Cuando él venga, nos anunciará todo». Jesús le respondió: «Soy yo, el que habla
contigo».

Reflexión

Jesús se encuentra en el pozo con una samaritana, una joven de otro pueblo. No se
podían cruzar los judíos con los samaritanos. Sin embargo, Jesús se acerca, rompe todo
esquema y le pide de beber. Sí, Jesús es Dios, pero tiene sed, es muy humano. Quiere
que ella le de lo que tiene, el agua que estaba sacando. Pero rápidamente nos damos
cuenta de que no tiene solo el sentido de tomar simplemente agua. Jesús quiere algo más
de ella, y Ella, sin saberlo, también lo busca a Él.

La samaritana no se da cuenta de que quién le habla es Jesús, su mismo Dios. Dios está
delante de ella. Si supiera...
Si bien hay un pozo con suficiente agua para todos, quien tome de ese pozo va a volver
a tener sed. Pero Jesús tiene algo para darle a esta mujer y es una agua viva, duradera,
eterna. El agua que da Jesús se convertirá en nosotros en manantial que brotará hasta
la vida eterna. Esto tiene mucho que ver con lo charlado en “Plan de amor de Dios”,
aquel camino que hace sacar lo mejor de nosotros, que nos realiza, el sentido de la Vida.
Eso es Jesús, plenitud máxima, agua que no se agota.

La mujer joven quiere de esa agua viva. Por momentos piensa que simplemente Jesús
esta hablando de agua para tomar, pero va intuyendo que no se trata de eso. La siguiente
indicación de Jesús la desconcierta y le llega hasta el fondo del alma: “Ve y llama a tu
marido”. Ella no tiene marido ahora. Ha tenido cinco y nos sabemos que pasó. Pero es
esta su mayor sed. Una mujer solitaria que ha tenido una historia de abandonos.
Dolorida por la historia, no puede confiar en nadie, y mirada por el pueblo como la
Cenáculo 2020 – Jesús amigo

mujer de “los cinco maridos” tiene que ir a buscar agua al mediodía para que nadie la
vea. Pero Jesús quiere venir a calmar su sed.

“Soy yo, el que habla contigo” le dice Jesús. Yo soy tu camino, tu verdad y tu vida. La
mujer nos cuenta el evangelio, sale corriendo a anunciarlo a los demás. Está feliz,
probablemente su vida cambió; Jesús le ofreció un agua que ella estaba buscando. Un
agua que la levante, la anime, le devuelva su valor, le figure nuevamente una sonrisa en
el agua.

La mujer ha encontrado un nuevo amigo. Y Él no la va a volver a soltar.

Ayudas para escribir el evangelio:

- ¿Cuál es el agua viva que te pide Jesús? El quiere que vos le des algo. “Dame de
beber”. Quiere que le demos nuestra vida por entero: ¿Qué tengo para darle a
Jesús? Todo incluido: lo bueno, lo malo, los dones, las fragilidades, lo que nos
da vergüenza y lo que nos alegra. Todo… dame de beber. Quiere nuestra vida.
- ¿Cómo Tú me pides a mí? Animate a escribir todas las escusas que te pones para
no seguir a Jesús. ¿Cómo me pedís agua a mí que no valgo nada? ¿Cómo me
pedís a mí si no tengo ningún talento? Escribí.
- Pedile a Jesús de esa agua. ¿Qué querés de Jesús? ¿Qué querés que el haga por
vos?
- “No tienes Marido…” ¿Cuáles son esas relaciones difíciles? Amistades que no
nos acompañan… familia… Jesús toca la necesidad más grande que ella tenía.
¿Cuál es la tuya? Jesús la conoce y te quiere acompañar!
- ¿Qué haces después de que Jesús te dice que es el Mesías? Aquel Dios a que
tanto esperabas. ¿Cómo respondes?

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