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Deseo existencial
Por Arturo Cardozo Beltrán

La primera parte de este artículo


E l deseo como concepto filosófico es de suma impor-
tancia a la hora de estudiar la relación del yo con el
presenta la concepción de Jean Paul otro. Esta afirmación se ve sustentada en el texto de Ju-
dith Butler Sujetos del deseo, en el que hace un recorri-
Sartre sobre la conciencia intencional do analítico de las propuestas de varios autores sobre
el deseo, tales como: Hegel, Hippolyte, Kojéve, Sartre,
y su importancia en el surgimiento entre otros. En el siguiente texto nos enfocaremos solo
del deseo, todo a la luz de la lectura en el análisis que Butler hace de la propuesta sartria-
na, con respecto al deseo y su relación con el otro.
analítica que hace la filósofa Judith
En el capítulo 3 del libro Sujetos del deseo, dedicado a
Butler. En la segunda parte, de la Sartre, Butler inicia su recorrido hablándonos de los
mano de la obra de teatro de Jean-Paul textos sartrianos La imaginación y Lo imaginario. Nos
dice que aunque los dos textos difieran en tanto estilo
Sartre A puerta cerrada, se estudia el y propósito, podemos encontrar en común una teoría
intencional de la conciencia imaginativa, que habrá
carácter de la relación entre el deseo de tener consecuencias para la teoría de las emocio-
y el otro. Nociones sobre la libertad, la nes y el deseo de estos dos escritos. En la primera obra
publicada, que corresponde a 1936, Sartre hace una
responsabilidad, la elección, la mirada crítica a las teorías de la imaginación. No distingue
entre percepción e imaginación y afirma que la imagen
objetivante, entre otras, nos sumergen es una realidad autónoma que se encuentra entre la
en la propuesta filosófica sartreana. conciencia y su objeto. En el segundo libro, publica-
do en 1940, Sartre reitera lo que se había dicho en el
anterior texto: las imágenes deben entenderse como
formas de la conciencia intencional. Además, realiza
una investigación sobre los fundamentos existencia-
les del imaginar. También en este segundo libro da

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su propuesta con respecto al deseo, pues dirá Butler
que el filósofo francés comienza a especular sobre la
relación entre el deseo y lo imaginario. Dicha especu- “La percepción, la imaginación
lación se refiere “a que la intencionalidad pasa a ser
una estructura esencial no solo de la percepción y la y el sentimiento son formas
imaginación, sino también del sentimiento” (Butler,
1987, p. 155). Con otras palabras, la percepción, la ima- intencionales de la conciencia”
ginación y el sentimiento son formas intencionales de
la conciencia, que se refieren a cosas del mundo y no
a meras imágenes empobrecidas de una conciencia
solipsista. Como se dijo anteriormente, es menester mostrar a la
conciencia como intencional para que surja el deseo
Pero antes de seguir con el desarrollo de Butler consi- en relación con el otro. En la nota aclaratoria se dijo
dero importante aclarar a qué se refiriere Sartre cuan- que el concepto de conciencia intencional está basado
do habla de conciencia intencional. Veamos un pasaje en Husserl, sin embargo, Sartre tomará distancia de
de El ser y la nada; allí encontraremos una definición: algunos planteamientos expuestos por él, ya que en
el pensamiento husserliano aún existen nociones que
Toda conciencia es conciencia de algo. Esta defini-
demuestran a la conciencia como no intencional. Esto
ción de la conciencia puede tomarse en dos sentidos
lo vemos reflejado en la crítica que hace Sartre en La
distintos: o bien entendemos por ella que la concien-
trascendencia del Ego, pues a Sartre le interesa obsti-
cia es constitutiva del ser de su objeto, o bien que la
conciencia, en su naturaleza más profunda, es rela-
nadamente mostrar la trascendencia de la conciencia
ción a su ser trascendente. Pero la primera acepción como la superación de lo que para él fueron los errores
de la fórmula se destruye a sí misma: ser consiente de de su maestro. Ya lo dice Sartre (1940) al inicio de di-
algo es estar frente a una presencia plena y concreta cho texto: “Queríamos mostrar aquí que el ego no está
que no es la conciencia. Sin duda, se puede tener con- ni formal ni materialmente en la conciencia; está fue-
ciencia de una ausencia pero esta ausencia aparece ra, en el mundo; es un ser del mundo, como también
necesariamente sobre un fondo de presencia […] la lo es el ego del prójimo” (p. 29). Además, Butler dirá
conciencia es conciencia de algo: esto significa que que en La trascendencia del Ego “la conciencia es una
la trascendencia es estructura constitutiva de la con- revelación traslucida del mundo, una presentación
ciencia; es decir, que la conciencia nace apuntando a activa que se mueve hacia el mundo como una nada
un ser que no es ella misma1. (Sartre, 1943, p. 29) impulsada a revelar” ( p. 158). Es decir, la conciencia no
hace parte como objeto entre las cosas, pero es ella la
El hecho de que presentemos a qué se refiere Sartre que da la posibilidad para que se presenten los objetos.
cuando habla de conciencia intencional se debe a que
si la conciencia no es intencional, no hay posibilidad Sobre la intencionalidad, Butler se remitirá al ensayo
de que el deseo surja, pues, al igual que la conciencia, de Sartre “Bosquejo de una Teoría de las Emociones”
el deseo apunta hacia afuera en relación con el mundo y al artículo “Intencionalidad”, para decir que Sartre
y el otro; acerca de esto Butler dice: se refiere al deseo como una relación intencional po-
sible, una entre muchas presentaciones afectivas del
La direccionalidad de la conciencia, su tendencia mundo. Para Butler, en Lo Imaginario el deseo empie-
hacia las cosas exteriores a ella, viene a expresar la za a asumir una condición de privilegio, en cuanto la
situación ontológica de los seres humanos como una forma de intencionalidad que caracteriza a todas las
“espontaneidad” y un “desdoblamiento”. En cuanto otras formas emocionales de presentación (p. 159). Fi-
seres intencionales, no sólo nuestro conocimiento nalmente, Butler nos presentará su interpretación res-
es del mundo, sino también nuestra pasión esencial; pecto de la propuesta sartriana sobre el deseo:
nuestro deseo es quedar cautivados con el mundo, ser
“del” mundo. La intencionalidad viene a representar El deseo es la estructura fundamental de la intencio-
el acceso humano al mundo, el fin de las teorías que nalidad y que las relaciones intencionales —relacio-
aíslan de este último a la conciencia y la subjetividad nes de deseo— no son solo cognitivas en el sentido de
y las obligan a residir detrás de la densa cortina de la que petrifican actos de la conciencia, sino expresan
representación. (p. 156) los estatutos ontológicos de los seres humanos como
el deseo del ser. ( p. 159)

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primer contexto, el deseo sexual no es sino una per-
mutación del deseo del ser, un proyecto existencial
que estructura la espontaneidad del para sí”. El segun-
do, deseo existencial, lo veremos a continuación.

Después de explicar someramente la concepción de


Sartre sobre la conciencia intencional y su importan-
cia para que surja el deseo, pasemos al siguiente tema
de este artículo, que consiste en la relación del deseo
con el otro.

En El ser y la nada se observa que Sartre combate el


pensamiento solipsista, reconociendo al otro como un
ente importante. ¿Pero cómo puede haber espacio para
El capítulo 3 de Sujetos del deseo, de Judith Butler, está dedicado a la otredad donde el “yo” se fundamenta y se recrea a
Jean-Paul Sartre. sí mismo? Sartre nos responde que el sentimiento de
la vergüenza es el reconocimiento frente al otro, dado
que el otro nos descubre y nos convierte en objeto.

Es decir, el deseo es co-extensivo con la conciencia in- Qué mejor ejemplo para sustentar lo dicho que la si-
tencional. Al entender que el deseo es co-extensivo con tuación en que se encuentra un voyerista. Este perso-
la conciencia espontánea, con la intencionalidad pre- naje está escondido detrás de una puerta; en ella hay
reflexiva, se llega a la conclusión de Butler: “La con- un pequeño agujero; por este orificio observa lo que
secuencia de la no-coincidencia entre las conciencias sería el objeto, analiza y estudia todas sus partes, has-
prereflexivas y reflexivas es que el deseo siempre supe- ta que de pronto siente un ruido; en este instante se
ra a la reflexión deliberada, al tiempo que es su propio siente observado enseguida pasa a ser objeto de otro
modo de conciencia prerreflexiva” (p. 165). observador. Si este ruido que sintió es, en efecto, otra
persona y lo descubre, su sentimiento será la vergüen-
Al llegar a este punto es necesario recurrir a los textos za, pues ya no depende de él el concepto que se tiene
de Sartre La imaginación y Lo imaginario, pues Butler de sí mismo, sino, por el contrario, el otro es ese in-
nos dice: quisidor que crea un juicio propio e independiente. El
otro, además de relativizarme, hace que tome concien-
Sartre retoma la labor llevada a cabo por Husserl con cia de mí mismo, y su mayor arma es la mirada.
el propósito de distinguir entre lo real y lo existente y
revindicar, además la imaginación como una forma
La mirada es el juez supremo que nos desgarra y nos
de conciencia genuina dotada de estructuras comple-
desnuda frente al otro. Recordemos el mito bíblico
jas que se orientan hacia los objetos. (p. 165)
cuando Adán y Eva comen de la manzana, se sienten
desnudos frente a la mirada de Dios; o en Las palabras,
Además, Lo imaginario Sartre (1940) nos dice que “el
cuando el pequeño Sartre quema la alfombra de su
fin de esta obra es describir la gran función ‘irreali-
baño, enseguida se siente mirado por Dios y nace en
zante’ de la conciencia o ‘imaginación’ y su correlativo
el pequeño el repudio a su creador. En la tierra, el otro
noemático, lo imaginario” (p. 11).
hace el papel de Dios.
Luego de manifestar algunas ideas de los textos an-
La quimérica relación con el otro es expresada con
teriores al El ser y la nada y su relación con el deseo,
ingeniosidad en la obra de teatro A puerta cerrada de
entremos en materia con el texto en el que para Butler
Jean Paul Sartre (1981), pues en esta obra, a diferencia
“Sartre se ocupa por primera vez del tema del deseo
de la visión que tenía Dante del infierno2, Sartre nos
en el contexto de las relaciones intersubjetivas, y más
presenta el infierno de una manera muy particular. Su
tarde lo retoma en la sección dedicada al psicoanálisis
idea sobre el averno no está relacionada con el fuego
existencial” (p. 180). Es decir, El ser y la nada; de este
ni con las máquinas de tortura; lo que nos presenta
libro Butler rescata dos momentos: el primero es en-
son tres individuos encerrados en una habitación por
tendido como deseo sexual y el segundo como deseo
el resto de la eternidad.
existencial. Acerca del deseo sexual Butler dice: “En el

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Pero ¿cuál es el castigo en estar encerrado en una ha- Los tres personajes deciden escaparse del juego infer-
bitación con otros dos individuos? Esta impresión ini- nal. El primer intento de fuga lo hacen cuando cierran
cial también la tiene el primer personaje de la obra, los ojos y se abstienen de tener algún tipo de conver-
Garcín, cuando el mozo lo lleva a su recámara: “Gar- sación, entran, por decirlo así, en una actitud de solip-
cín: ¿Eh? Bueno, bueno, bueno [mira a su alrededor], sismo. Este intento termina fracasando, pues a Estelle,
de todos modos, no me esperaba yo… seguramente no mujer bella y vanidosa, le surge la necesidad de verse
ignoran ustedes lo que se cuentan allá” (p. 100). En este en un espejo, pero en el cuarto no hay ninguna cla-
instante Garcín se queda solo. Podemos decir que él es se de reflejo, así que Inés aprovecha la angustia de su
el sujeto y todas las cosas son objetos: los muebles, el compañera y se ofrece como espejo. Este signo en la
corta papeles, la lámpara, etc. obra de teatro es importante, pues como hemos dicho,
la mirada nos descubre frente al otro, y no solo eso,
Todo esto cambia cuando aparece el segundo perso- también la mirada del otro abarca nuestro ser; ya lo
naje de la obra: Inés. La primera impresión que tiene dice Sartre (1984) en El ser y la nada:
Inés sobre su nuevo compañero es que él va a ser su
verdugo (su intuición no estaba muy lejos de la rea- Y este yo que soy, lo soy en un mundo que otro me ha
lidad) y de inmediato lanza un juicio: “Garcín: Muy alienado, pues la mirada del otro abarca mi ser y, co-
bien. Perfecto. Bueno, ya está roto el hielo. ¿Así que me rrelativamente, las paredes, la puerta, la cerradura,
encuentra usted cara de verdugo? ¿Y en qué se recono- todas esas cosas utensilios en medio de las cuales soy,
ce a los verdugos, si se puede saber? Inés: Tienen cara vuelven hacia el otro un rostro que me escapa por
de miedo” (p. 100). principio. (p. 289)

Con la aparición de Inés, la subjetividad de Garcín se ¿Qué sería de la belleza de Estelle sin hombre que la
relativiza, su Yo se pierde y se convierte en objeto. reconozca, la adule, la admire? No sería nada. Estelle
entiende rápidamente su problema, y como Garcín es
Para agrandar la problemática aparece un tercer per- el único hombre, va hacia él.
sonaje: Estelle.
Podemos comparar esta situación con el amor, pues
Entre las primeras conversaciones que sostienen los para Sartre el amor es un intento de apoderarme de la
personajes se encuentra el preguntarse cuál fue la libertad del otro, exigimos al ser amado que nos ame,
causa o el pecado que los condenó a una eternidad en que seamos solo para él, al tiempo que le exigimos que
el infierno. Estelle finge no saber cuál ha sido el mo- nos ame libremente; por último, que nos entregue su
tivo de su estadía, incluso propone la idea de que ha libertad.
sido un error. ¿Qué le inspira a Estelle ocultar su cri-
men frente a dos criminales más? Su mentira es un Estelle se vio obligada a casarse con un hombre mayor
esfuerzo para escapar del juicio del otro. Lo mismo en su vida en la tierra, pero en su matrimonio tuvo
ocurre con Garcín cuando cuenta su historia de héroe, una aventura con un joven que la amó, la admiró, la
sin embargo, Inés derrumba todas estas máscaras con deseó, sin embargo, dicho romance termina, así como
ironía: “Condenada, la santica. Condenado el héroe sin fracasa el intento de apoderarme de la libertad del
reproche. Tuvimos hora de placer, ¿no es cierto? Hubo otro por medio del amor; ya lo sustentó Camilo García
gentes que sufrieron por nosotros hasta la muerte y (2005) en la revista Al margen, Sartre cien años:
eso nos divertía mucho. Ahora hay que pagar” (p. 132).

Inés es la primera en darse cuenta de que el verdugo


no va a venir, siempre ha estado presente con ellos, y
no es otra cosa que cada uno para con los otros. “El otro, además de
El otro es mi verdugo porque, además de relativizar- relativizarme, hace que tome
me, me convierte en objeto, me juzga, viene a robarme
mi libertad, por el simple hecho de que el otro es tan conciencia de mí mismo, y su
libre como yo. Así aparece una lucha entre mi libertad
y la libertad del otro.
mayor arma es la mirada”

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Adaptación para teatro de la obra
A puerta cerrada de Sartre. Casa 135
Comediantes y dirigida por Juan Carlos
Jiménez R.

Sin embargo, este propósito original de recuperar


la conciencia del otro por medio del amor fracasa,
porque el acto de amar al otro es en realidad y en el
fondo la expresión del deseo de ser amado. Y al ser
amado el hombre no logra ser el fin que desea ori-
ginalmente sino que se convierte, por el contrario,
en un simple medio para la realización del amor del
otro. (p. 224)

Cuando caemos en este fracaso podríamos optar por


“Cuando el pequeño Sartre quema la alfombra de su baño,
la actitud masoquista: la entrega total al otro, convir-
enseguida se siente mirado por Dios y nace en el pequeño un
tiéndose en objeto, dispuesto a ser una herramienta
repudio frente a su creador”. Retrato del joven Jean-Paul Sartre.
más; el masoquista busca gozar de su objetividad, pero
termina en frustración por el hecho de que no puede
ser objeto para sí mismo sino para el otro. Ya Sartre
(1984) lo dice en El ser y la nada: mí— es el deseo sexual”, La actitud sexual es expresa-
da por el deseo sexual y su manifestación son las cari-
En vano el masoquista se arrastra de rodillas, se cias; en las caricias, el ser humano trata de descubrir
muestra en posturas ridículas, se hace utilizar como la conciencia del otro, para así apoderarse de dicha
simple instrumento inanimado, sólo para el otro será conciencia, empero, esta empresa, como las anterio-
obsceno o simplemente pasivo, para el otro parecerá res, termina en fracaso. Camilo García (2005) nos da
esas posturas, para sí, está por siempre condenado a explicación:
dárselas él mismo. (p. 403)
Sin embargo este intento también resulta fallido por-
Por consiguiente, si ni el amor ni el masoquismo sir- que, para Sartre, cuando alguien toca o acaricia la
ven para apoderarse de la libertad del otro, entonces carne del cuerpo del otro lo que hace es acariciarse a
recurrimos a la actitud del acto sexual, la cual consis- sí mismo en la medida que la hace suya. Y al hacerla
te en apoderarme del otro por medio del cuerpo; esto suya, se disuelve inevitablemente en la carne misma,
se “empasta” en su facticidad física. Al ocurrir esto
queda claro en El ser y la nada cuando Sartre afirma:
encuentra en el cuerpo del otro lo que buscaba, su
“Mi tentativa original para apoderarme de la libre
conciencia humana encarna, sino lo contrario un
subjetividad del otro a través de su objetividad —para

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puro instrumento u objeto más que está ahí en el Notas
mundo. (p. 225)
1 Podemos ver que Sartre toma el concepto de conciencia
Si no podemos escapar de la mirada del otro, ni mucho intencional de Husserl, sin embargo, existe una diferencia
menos apoderarnos de su libertad, ¿esto quiere decir entre ambas propuestas de intencionalidad. Sartre nos dice que
que estamos condenados a vivir el infierno en la tie- a pesar de que Husserl define la conciencia como trascendental,
él es infiel a este principio en el momento que hace del noema
rra?
algo irreal: lo muestra como correlato de la noesis y cuyo esse es
un percipi (Sartre, año p. 943).
Para Sartre sí es posible salir del juicio del otro; y la
respuesta se halla en el acto mismo de la elección, 2 Recordemos que en La divina comedia Dante Alighieri nos
pues en ella me elijo cómo quiero ser y fundamento presenta el infierno como un lugar lleno de dolor, fuego y
mi propia esencia. No me escondo ni me avergüenzo eterno castigo.
porque he elegido cómo quiero ser, ya sea un cobarde
o un héroe. Referencias
Mientras sigamos mintiendo y no reconociendo que Butler, J. (1987). Sujetos del deseo. Buenos Aires: Amorrortu
nuestra elección ha hecho de nosotros lo que somos, editores.
viviremos en una actitud de mala fe.
Moran, E. (2008). Introducción a la fenomenología. Buenos Ai-
Finalmente, cuando la conciencia es intencional y el res: Serrano Editores.
deseo surge como realidad ontológica de los estados
del ser, el deseo se proyecta hacia el otro. Esta proyec- García, C. (2005). La temporalidad, el Otro, la elección. Al
ción o intencionalidad original vendrá a ser el intento margen, Sartre cien años, /221-231/ Bogotá: Siglo del
de apoderarme de la libertad del otro; intento, como Hombre Editores.
vimos, que fracasa. El deseo nunca será colmado; por
ello Sartre en El ser y la nada concluye: “Toda pasión Sartre, J-P. (1984) [1943]. El ser y la nada. Madrid: Alianza.
es inútil”.
Sartre, J-P. (1981) [1944]. A puerta cerrada. Barcelona: Orbis.

Sartre, J-P. (1960) [1940]. Lo imaginario. Buenos Aires: Galli-


mard.

Sartre, J-P. (1960) [1940]. La trascendencia del Ego. Buenos Ai-


res: Gallimard.

“Si no podemos escapar de la Webgrafía


mirada del otro ni apoderarnos “Sartre hace una crítica a las teorías de la imaginación”.
Tomado de: http://www.laloquera.com/wp-content/
de su libertad, ¿esto quiere uploads/2016/04/jean-sartre.jpg
decir que estamos condenados Portada de Sujetos del deseo. Tomado de: http://www.fcechile.
a vivir el infierno en la tierra?” cl/cached%5Cwww.fcechile.cl%5CImages/Sujetos-
del-deseo-Reflexiones-hegelianas-en-la-Francia-del-
siglo-XX-000000119109.jpg

Escena de la obra “A puerta cerrada”Tomado de: https://i.yti-


mg.com/vi/DF2QeaOm-Hs/maxresdefault.jpg

Retrato del joven Sartre. Tomado de: http://4.bp.blogspot.


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AYo/OTvs-ID1Zl0/s1600/young%2Bsartre.jpg

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