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Hola mi nombre es Sandra Negrete Beyume y soy de una comunidad de San

Borja. Quisiera contarles mi historia, es muy triste.

Todo pasó cuando yo tenía 15 años, yo aún era una chica estudiante de un
colegio de San Borja, solo me faltaba dos años para que saliera bachiller.
Mi sueño era irme a estudiar medicina a Trinidad después de graduarme.

Yo vivía con mi familia, con mi papa, mi mama, mi hermano mayor y mi


hermano menor. Mi papa era muy violento con mi mama, conmigo y mis
hermanos, es que él tomaba mucho. Cuando él no tomaba era bueno y
trabajaba. Pero era muy poco tiempo que estaba sano, casi siempre estaba en
el bar tomando con sus amigos.

Cuando mi papa trabajaba había más para comer. Pero últimamente él ya


bebía todos los días y en la casa ya faltaba todo, además mi hermano mayor
ya iba a salir bachiller del colegio y no había dinero en la casa.

Un día al revisar mi Facebook encontré un anuncio para atender un restaurant


en Riberalta como mesera. Yo pensé ¿qué tan difícil podría ser? El trabajo no
estaría tan lejos de mi casa y podría venir a ver a mi familia. Además, yo
buscaba un trabajo para ayudar en los gastos de la casa desde hace tiempo.
La doña que buscaba meseras iba a esperar a las interesadas en la puerta del
restaurante de Doña Bella, ese era un restáurate muy conocido en San Borja.

Al día siguiente de escuchar el anuncio salí de casa normal para ir al colegio,


pero no fui. Fui a ver la doña del anuncio y llegué hasta el restaurant, pero
estaba cerrado. Esperé largo rato, pero no había nadie.

Pregunte a una doña de una tienda que estaba al lado, ella me dijo que la doña
del anuncio estaba alojada al lado del hotel “Avenida”, ahí cerquinga de la
plaza 1 de mayo, pero no sabía bien en que casa. Le agradecí por los datos
que me dio. Pero sin saber dónde era la casa exacta no la encontraría, y
perdería tiempo en buscarla. Mientras tanto alguna pelada más me ganaría el
trabajo.

Así pensaba y pensaba, y recordé que en el anuncio había un número de


celular para preguntar. Llamé y me contestó un señor que me pasó a la doña
del anuncio y hablé con ella, era una doña muy amable que me explicó dónde y
cómo sería el trabajo y me dijo que había muchas peladas interesadas. Si de
verdad estaba interesada tenía que buscarla en la casa donde se hospedaba.
Me dio la dirección y me fui rápidingo a ver a la doña que ofrecía el trabajo.

Llegué rápido a la dirección que me dieron, ahí conocí a doña Ruth, ella era la
doña del anuncio. Era una señora mayor que me hizo pasar al patio de esa
casa. Ahí había unas sillas y me invitó a sentarme. También me invitó un vaso
de chicha de camote, me preguntó mi nombre, mi edad y porque quería
trabajar.
Le conté todo, que mi papa tomaba mucho, que no había plata en la casa, que
ya no había que comer y que mi mamá vendió muchas cosas para darnos de
comer.
Comencé a llorar un poco y ella me calmó, me dijo que a ratos es así la vida.
Pero que si trabajaba me iría mejor, “con plata se sufre menos” me dijo ella.

Me dijo que el trabajo era para un restaurante llamado “Fernando”, en


Riberalta.
La paga era de 4000 bs pero había que trabajar todos los días y solo tendría
tres días al mes para descansar. En esos días podría venir a San Borja a visitar
a mis papás. Me darían un lugar donde dormir, comida y un celular para llamar
seguido a mi familia… ¡Era un trabajo magnifico! Y no lo podía perder por nada
del mundo.

Así que yo acepté de inmediato el trabajo, me pareció una buena idea. La doña
me dijo que partiríamos en dos días y que debía llevar mi Carnet de Identidad.
Quedamos en encontrarnos en dos días a dos cuadras más allá de la terminal
de buses saliendo de San Borja. Yo me despedí de ella agradeciéndole que me
diera la oportunidad.

Me fui caminando hacia mi casa para hacer tiempo y al llegar les conté a mis
papas lo del trabajo, les dije que era una gran oportunidad, que el salario era
bueno y que ofrecían casa y comida. Yo estaba bien emocionada contándoles
y de pronto mi papa me gritó que me callara y se enojó bien feo, me dijo no
quería saber nada del tema y terminó gritándole a mi mama que “¿por qué yo
quería irme a trabajar?”, así que me callé y ya no dije nada.

La mañana del viaje me levanté temprano para ayudar a mi mamá con el


desayuno, luego me puse mi uniforme de la escuela como si fuera a ir. Pero
saqué todos los cuadernos de mi mochila y guardé algo de ropa que me
llevaría para Riberalta. Antes de irme abrasé fuerte a mi mamá… pero no le
dije nada. Total, cuando vuelva en esos tres días del siguiente mes lo haría con
harta plata, mi familia se alegraría mucho de verme y olvidarían todo. Por
último, saqué mi documento del ropero de mis papás para irme con la doña a
ganar plata y ayudar a todos y ahorrar para irme a Trinidad a estudiar. Así
pensaba yo.

Tomamos todos el desayuno, mi mama preparó gallinazo con empanadita de


yuca, yo recuerdo bien ese momento, ya que era lo último que recordaría de mi
familia en un buen tiempo.

Ya era hora de irse y mi mama nos despachó al colegio. Fuimos juntos todos y
al llegar yo me fui rumbo a mi curso. Volteé y mis hermanos se fueron hacia la
cancha.
Yo aproveché eso para salir rápidamente del colegio, me fui sin mirar atrás.
Tenía miedo de que alguien se diera cuenta que me estaba escapando. Saqué
una camisa de mi mochila me la puse, luego me fui rumbo a la terminal,
esperando que nadie me reconociera. Estaba muy nerviosa y asustada.
Me fui caminando hasta las afueras de la terminal donde la doña me dijo que le
espere. Estuve ahí como más de una hora esperándola, por fin un auto se
detuvo, se abrió la ventanilla y una voz me dijo “subí rápido, pelada”. Era la
doña del anuncio, doña Ruth. Yo me subí sin preguntar nada y el coche se
puso en marcha, yo ya estaba lista para el viaje y para el trabajo.

En ese entonces no sabía que las cosas no serían como yo las había
planeado.

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