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WITNESS LEE
Living Stream Ministry
Anaheim, California
©1999 Living Stream Ministry
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida ni
trasmitida por ningán medio -gráfico, electrónico o mecánico, lo cual incluye
fotocopiado, grabación y sistemas informáticos- sin el consentimiento escrito del editor.
Primera edición: abril de 1999.
ISBN 0-7363-0625-0
Traducido del inglés
Título original: Fellowship with the Young People
(Spanish Translation)
Publicado por
Living Stream Ministry
2431 W. La Palma Avenue, CA 92801 U.S.A.
P O. Box 2121, Anaheim, CA 92814 U.S.A.
Impreso en los Estados Unidos de América
99 00 01 02 03 04 / 9 8 7 6 5 4 3 2 1
CONTENIDO
Título Página
Prefacio 5
1 Huir de las pasiones juveniles y seguir a Cristo con algunos compañeros 7
2 La visión del recobro del Señores: 17
3 Los asuntos prácticos 27
PREFACIO
Este breve tomo se compone de los mensajes que dio el hermano Witness Lee entre los
meses de febrero y marzo de 1975 en Anaheim, California.
CAPITULO UNO
HUIR DE LAS PASIONES JUVENILES
Y SEGUIR A CRISTO
EN COMPAÑIA DE OTROS
Lectura bíblica: 2 Ti. 2:22; 3:15; Dn. 1:1-2, 5, 8
En este libro veremos varios asuntos cruciales relacionados con los jóvenes que
están en el recobro del Señor. En este capítulo examinaremos la necesidad que tiene la
juventud de huir de las pasiones juveniles y de seguir a Cristo en compañía de otros
jóvenes. En el siguiente capítulo estudiaremos la visión del recobro del Señor, y en el
último capítulo hablaremos de cuatro puntos estratégicos, a saber: las experiencias de la
vida, el Espíritu divino con nuestro espíritu humano, la lectura de la Palabra y de
nuestros mensajes, y la donación de ofrendas en la economía de Dios.
CAPITULO DOS
LA VISION DEL RECOBRO DEL SEÑOR
Lectura bíblica: Mt. 16:15-18; Ef. 5:32; Fil. 3:10a; Ap. 1:10-13a
En el capítulo anterior vimos que los jóvenes necesitan proponerse en su corazón
no contaminarse con las cosas de esta era; deben huir de las pasiones juveniles y seguir
a Cristo con algunos compañeros, "con los que de corazón puro invocan al Señor" (2 Ti.
2:22). En este capítulo veremos lo que es el recobro del Señor, que es el recobro de
Cristo y la iglesia. Aunque quizás estemos familiarizados con estos términos, quisiera
animar a los jóvenes a que dediquen mucho tiempo con sus compañeros, en grupos de
cinco, a escudriñar las verdades de Cristo y la iglesia.
En Mateo 16 el Señor les dio a Sus discípulos la revelación de Sí mismo y la iglesia.
Los versículos del 15 al 18 dicen: "El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le
respondió Jesús y dijo:... Yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca
edificaré Mi iglesia". El recobro del Señor no consiste en recuperar doctrinas, tales como
el lavamiento de los pies, cubrirse la cabeza, el bautismo, el pan y el vino de la cena del
Señor, sino en recuperar a "Cristo y la iglesia". El término recobro implica que algo se
perdió, pues si nada se hubiese perdido, no habría necesidad de recobrar. La debida
revelación de Cristo y la iglesia se había perdido. Muchos creyentes no tienen el
entendimiento correcto de lo que son Cristo y la iglesia. Solamente conocen y aprecian
al Jesús que es su Salvador, que los salvó del infierno y los lleva al cielo.
RECOBRAR A CRISTO
El Cristo
Mateo 16:16 habla de "el Cristo, el Hijo del Dios viviente".
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Según este versículo, Cristo tiene dos aspectos principales. El primero es Su persona, y
el segundo es la obra, ministerio o comisión que lleva a cabo. Por lo tanto, El tiene dos
títulos principales: el Cristo, que corresponde a Su ministerio; dicha palabra se deriva de
la palabra griega cristos, que significa ungido. Daniel 9:26 dice: "Y después de las
sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías". La expresión el Mesías, en hebreo,
equivale a cristos, en griego, y se puede traducir "el ungido". En la administración divina,
cuando Dios comisiona a alguien para que cumpla Su propósito, lo unge. Cuando El
designaba sacerdotes, reyes y profetas, éstos debían ser ungidos. Samuel ungió a David
como rey (1 S. 16:13), y Moisés ungió a Aarón y a sus hijos como sacerdotes (Lv. 8:30).
Ser ungido equivale a recibir una comisión específica. En el lenguaje moderno, ser
ungido significa ser nombrado. La unción de Dios sobre una persona es el nombramiento
que El le da para que cumpla Su comisión.
En tipología, el aceite de la unción, o el ungüento, representa al Espíritu de Dios.
Dios unge al hombre consigo mismo. Cuando Jesús salió del agua al ser bautizado, el
Espíritu Santo vino sobre El (Mt. 3:16). El Espíritu Santo era el ungüento, y Su venida fue
la acción de ungir. Por lo tanto, en Lucas 4:18 Jesús dijo: "El Espíritu del Señor está sobre
Mí, por cuanto me ha ungido". En el día de Pentecostés antes de que los ciento veinte
proclamasen el evangelio para cumplir la comisión que Dios les había dado, El derramó
Su ungüento, Su Espíritu, sobre ellos (Hch. 2:1-4, 14-18), y todos ellos fueron ungidos.
"Cristo" significa ungido. Dios ungió a Su Hijo. Esta unción fue ejecutada tanto en
la eternidad pasada, antes de la fundación del mundo, como en el tiempo. En la
eternidad pasada, Dios ungió y nombró a Su Hijo. Dios el Padre fue el Autor, la fuente, el
que planeó. El propósito que el Dios Triuno planeó en la eternidad pasada para la
eternidad futura, el cual es Su propósito eterno, consiste en tener una iglesia que le
exprese de manera corporativa. Cuando Dios se propuso hacer esto, ungió a Su Hijo, y le
dio la comisión de cumplir Su plan eterno. Su título, el Cristo, así lo indica.
Al principio del tiempo, el Hijo de Dios, como Su ungido,
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como Cristo, vino para crear. El Hijo de Dios realizó la creación como Ungido de Dios,
porque Dios le encargó dicha tarea. En Juan 1:1 y 3 leemos: "En el principio era el Verbo,
y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios ... Todas las cosas por medio de El
llegaron a existir, y sin El nada de cuanto existe ha llegado a la existencia". Dios necesita
un universo con un cielo y una tierra que contienen muchos elementos a fin de cumplir
Su propósito, y en particular necesita un vaso que lo contenga, a saber, el hombre.
Cristo como el Ungido llama las cosas que no son como si fuesen. La creación fue la
primer comisión que Dios le entregó a Su ungido.
En segundo lugar, Dios le encargó la encarnación. Juan 1:14 dice: "Y el Verbo se
hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros". En la encarnación El trajo a Dios al
hombre, es decir, se depositó en Su creación.
El tercer aspecto de comisión dada a Cristo, el Ungido, fue la crucifixión, que
significa la terminación de la primera creación en su totalidad (Col. 1:15, 20). La creación
se envejeció debido a la rebelión de Satanás y a la caída del hombre. Los ángeles y la
humanidad fueron dos de los seres principales que Dios creó. El creó dichos seres
vivientes para cumplir Su propósito. Los ángeles estaban en los cielos, y el hombre en la
tierra. La Biblia nos dice que el querubín más destacado se rebeló y llegó a ser Satanás
(Ez. 28:14-18; Is. 14:12-14). Esa rebelión contaminó toda la creación. Más adelante, este
líder angélico que se había rebelado tentó a la cabeza del linaje humano y lo indujo a
que cayera. Así que tanto los ángeles como el género humano se contaminaron y se
hicieron malignos. A raíz de esto, toda la creación se envejeció, lo cual no es un asunto
de edad, pues Dios es quien más años tiene y nunca envejece. Cuando estemos en la
eternidad por muchos años, seremos ancianos, pero nunca envejeceremos. La Nueva
Jerusalén será siempre nueva; será antigua pero no vieja. La vejez es producto de la
contaminación, la corrupción y la vanidad.
En Romanos 8:20-21 dice que toda la creación está bajo la esclavitud de la
corrupción, sujeta a vanidad. Dios, quien siempre es nuevo, fresco e inmarcesible, nunca
usa nada que esté viejo. Esta creación corrupta, que es vanidad, tuvo que ser eliminada,
lo cual logró Cristo cuando fue crucificado.
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Cristo creó, y El mismo también le puso fin a la primera creación. Por eso es tan
importante la crucifixión.
El cuarto aspecto de la comisión que se le dio a Cristo fue la resurrección, que
significa la germinación. Cristo puso fin a la vieja creación en Su crucifixión, y en Su
resurrección El hizo germinar la creación crucificada depositando en ella a Dios mismo
como semilla, como la semilla de la vida. Dios, esa semilla de vida divina, se siembra en
el hombre crucificado. El hombre creado y crucificado también fue resucitado para llegar
a ser la nueva creación, la cual es producida por la resurrección.
Después de la resurrección, Cristo ascendió a los cielos. Su ascensión fue Su
designación oficial. Después de la elección de un presidente, él debe tomar posesión de
su cargo. La toma de posesión confiere al presidente electo su cargo. Cristo fue elegido
por Dios, pero no fue nombrado oficialmente antes de Su ascensión. Cuando ascendió a
los cielos, Dios lo designó oficial y universalmente, una vez y para siempre, afirmándolo
en Su posición. Hechos 2:36 dice: "Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel,
que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo". Antes
de la ascensión, el Soberano del universo era Jehová o Elohim. Pero en el día de la
ascensión, un hombre llamado Jesús, quien era la mezcla de Dios y el hombre, fue
designado Señor de todo. ¡Alabado sea El! Ahora Cristo es perfectamente apto y ya tomó
posesión oficialmente. El es el Cristo que creó, se encarnó, fue crucificado, resucitó y
ascendió al tercer cielo a fin de tomar posesión de Su oficio como Soberano de todo el
universo.
Jesús les preguntó a los discípulos: "¿Quién decís que soy Yo?" (Mt. 16:15). Cuando
nosotros respondemos: "Tú eres el Cristo", debemos estar conscientes de lo que esto
significa. Debemos saber dar una definición extensa de lo que significa el Cristo. La
revelación presentada en este capítulo sólo es una pequeña parte del recobro de Cristo,
ya que solamente se presentan los puntos principales y los delineamientos para que
ustedes sigan investigando por su cuenta. Este es un bosquejo sobre el cual los jóvenes
deben edificar. El laboratorio
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para la investigación que ustedes han de llevar a cabo será su grupo de compañeros.
RECOBRAR A LA IGLESIA
El segundo aspecto del recobro del Señor consiste en recuperar lo que es la iglesia.
Cuando Pedro reconoció y confesó que el Señor Jesús era el Cristo y el Hijo del Dios
viviente, el Señor le respondió: "Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre está
roca edificaré Mi iglesia" (Mt. 16:18). Pedro sólo recibió la mitad de la revelación; él vio al
Esposo pero no a la esposa; vio la Cabeza pero no el Cuerpo.
La revelación de quién es Cristo no fue lo único que se perdió; también se perdió
de vista lo que es la iglesia. Por lo tanto, la iglesia es la segunda mitad del recobro del
Señor. Entre el pueblo cristiano de hoy, a muchos no les gusta hablar de la iglesia y
temen traer a colación el tema. Esta es la astucia del enemigo, ya que sin la iglesia, Dios
no puede lograr Su propósito. Sin la iglesia, Cristo, el Ungido de Dios, no puede
completar Su comisión, que es la creación, la encarnación, la crucifixión, la resurrección
y la ascensión para producir y edificar la iglesia. La creación tenía como fin la iglesia, y lo
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mismo podemos decir de la encarnación, la crucifixión, la resurrección y la ascensión.
Todos los aspectos de la comisión que se le dio a Cristo tienen como meta la iglesia, es
decir, producirla, cimentarla y edificarla.
El libro de Apocalipsis, el último de la Biblia, habla de una ciudad (Ap. 21:10-27),
que es la unidad más grande que se puede edificar. La ciudad, la Nueva Jerusalén, es el
mayor edificio de todo el universo, y este edificio, a su vez, es la consumación final de la
edificación de la iglesia. Sin esta edificación, Cristo, como Ungido de Dios, nunca podría
lograr Su comisión de culminar el edificio. Por lo tanto, todos necesitamos ver lo que es
el recobro de la iglesia.
La iglesia local
El segundo aspecto de la iglesia es el aspecto local. En cada localidad debe haber
una expresión del Cuerpo de Cristo (Hch. 8:1; 1 Co. 1:2; Ap. 1:11). Dicha expresión es la
iglesia local. El aspecto universal de la iglesia se revela en el libro de Efesios, mientras
que el aspecto local se revela en Apocalipsis, en donde se mencionan en los capítulos 2
y 3 siete iglesias en siete ciudades, una en cada ciudad. Es necesario que veamos el
Cuerpo y que también entendamos lo que son las iglesias locales. Debemos ver el
aspecto universal del Cuerpo, y también el aspecto local de la iglesia, o sea, las iglesias
locales. En cada localidad debe haber una iglesia, que es la iglesia local.
Para comprender lo que son las iglesias locales, necesitamos estar en nuestro
espíritu (Ap. 1:10-12); no debemos usar nuestra mente para ello, ya que cuánto más la
usemos, más confusión tendremos. Debemos permanecer en nuestro espíritu y salirnos
del yo. Debemos apartarnos de la situación presente, de la cultura que nos rodea y de la
religión. Debemos alejarnos de todo y estar en nuestro espíritu. Entonces no solamente
entenderemos lo que es la iglesia, sino también lo que son las iglesias.
La Biblia revela cuatro figuras principales: Dios, Cristo, la iglesia y las iglesias. En
la actualidad los judíos no creen en Cristo, pero sí en Dios. Los cristianos ortodoxos creen
en Dios
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y también en Cristo, pero muchos de ellos no tienen ni la menor idea de la iglesia
universal. Algunos que son más versados, tienen una visión de la iglesia en calidad de
Cuerpo universal, y tienen una visión celestial, pero no hallan la forma de expresarla en
la práctica. Alabado sea el Señor porque en el recobro del Señor, hemos visto no
solamente a Dios, a Cristo y el Cuerpo universal, sino también las iglesias locales.
En el presente los judíos en su mayor parte se encuentran en el "Génesis"; muchos
cristianos están en "los cuatro evangelios"; algunos tal vez se encuentren en "Efesios".
Pero quienes estamos en la iglesia nos encontramos en "Apocalipsis". Debido a que
vivimos en las iglesias locales, estamos cerca de la Nueva Jerusalén. ¿Donde se
encuentra el Señor Jesús hoy? El es el Hijo del Hombre que se pasea entre los siete
candeleros (Ap. 1:9-20). Si usted desea encontrar al Señor Jesús, debe ir a los siete
candeleros, los cuales son las siete iglesias locales. Hoy el Señor Jesús anda en medio de
las iglesias locales, no solamente como el Hijo de Dios, sino también como el Hijo del
Hombre.
Las iglesias locales no son las denominaciones. En Génesis 2 Adán dio nombres a
los animales, pero ninguno de ellos podía ser su pareja. El necesitaba a alguien que
fuese su compañera, que fuese hueso de sus huesos y carne de su carne (Gn. 2:19-23).
Así como Eva era diferente a todos los animales, el Señor hizo a la iglesia diferente a
todo lo demás. Algunos a quienes no les interesan las iglesias locales, tal vez valoren el
hecho de que son distintas a las denominaciones, y hasta traten de imitarlas. Pero
aunque imiten a las iglesias, no son la iglesia. El recobro del Señor no radica en tener
ciertas prácticas, sino en recobrar la iglesia local como expresión del Cuerpo de Cristo.
Ahora tenemos a Dios, a Cristo, el Cuerpo y las iglesias locales. Debido a que estamos en
las iglesias locales, estamos en el recobro del Señor.
Los jóvenes deben tener mucha comunión con respecto a Cristo y la iglesia, no
solamente en su grupo de cinco compañeros, sino con cinco o diez grupos que se
congreguen. Deben leer nuestras publicaciones, y además necesitan experimentar y
definir todos estos asuntos.
CAPITULO TRES
LOS ASUNTOS PRACTICOS
En los capítulos anteriores vimos que los jóvenes que están en el recobro deben
huir de las pasiones juveniles y seguir a Cristo junto con algunos compañeros. También
dijimos que el recobro del Señor es un recobro de "Cristo" y de "la iglesia". En este
capítulo abarcaremos cuatro puntos estratégicos en cuanto a los jóvenes: la necesidad
de conocer las experiencias de vida, la manera práctica de llevar a cabo el recobro, la
necesidad de leer la Palabra y los mensajes, y el dar ofrendas en la economía de Dios.
LA MANERA PRACTICA
DE LLEVAR A CABO EL RECOBRO DEL SEÑOR:
EN EL ESPIRITU MEZCLADO
En el capítulo anterior vimos que el recobro del Señor es el recobro de Cristo y la
iglesia. Si pensamos que es la obra de un hombre, no sabemos lo que es el recobro. Este
debe llevarse a cabo por los jóvenes. Por lo tanto, necesitamos un camino práctico que
los jóvenes puedan seguir, pues de no ser así, repetiremos la historia del cristianismo:
seremos una congregación que se reúne para oír a un orador.
El recobro del Señor se lleva a cabo en el espíritu mezclado y con él. Empezamos
por el Espíritu (Gá. 3:3) y debemos
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continuar con el Espíritu. En el Nuevo Testamento se mencionan dos espíritus, el Espíritu
Santo y el espíritu humano. Estos dos espíritus, están mezclados y son uno solo (Ro.
8:16; 1 Co. 6:17). Dios es Espíritu (Jn. 4:24), Cristo nuestro Redentor se hizo el Espíritu
vivificante (1 Co. 15:45), y el tercero de la Deidad, quien llega a nosotros, es el Espíritu
Santo (Mt. 28:19). Dios no viene a nosotros como el Padre ni como el Hijo, sino como el
Espíritu. Además, de ninguna otra manera tenemos contacto con Dios, con Cristo ni con
el Espíritu, excepto por medio de nuestro espíritu humano (Jn. 4:24). Por lo tanto, los
jóvenes deben concentrar todo su ser en el Espíritu divino y en el espíritu humano, los
cuales se mezclan como uno solo.
En el capítulo anterior dijimos que la iglesia debe tener la unidad, pero debemos
tener presente que la base de la unidad es nuestro espíritu. En el Antiguo Testamento,
solamente se podía adorar a Dios en Jerusalén. Había un solo templo, y éste se hallaba
en Jerusalén. Todo el pueblo de Dios tenía que ir allí porque ahí estaba la morada de
Dios. En tipología, la base de la unidad era Jerusalén, pero ahora, en la realidad, es
nuestro espíritu. El único lugar donde nos reunimos es nuestro espíritu humano porque
allí se encuentra la morada de Dios (Ef. 2:22). No nos reunimos solamente en cierto sitio,
sino en nuestro espíritu. Si yo no estuviese en mi espíritu, estaría separado de todos los
hermanos y hermanas. La cristiandad está dividida porque muchos cristianos se han
apartado de su espíritu humano. Muchos de ellos no se reúnen en la Jerusalén
verdadera.
El recobro del Señor se lleva a cabo por el Espíritu divino y el espíritu humano. Los
jóvenes deben reunirse en sus grupos para examinar el tema de los dos espíritus. Deben
entender 1 Corintios 15:45 y explicar la manera en que Cristo llegó a ser el Espíritu
vivificante, y por qué El tuvo que llegar a ser el Espíritu. Nuestro entendimiento del
Espíritu divino y el espíritu humano es muy impreciso, y no hemos puesto un cimiento
sólido.
La razón por la cual muchos jóvenes no participan en las reuniones, es que no
permanecen en su espíritu. Se puede entrar en el espíritu por la oración. Al principio es
difícil orar solo; es por eso que se necesitan los grupos de cinco. Los cinco
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deben orar juntos. Un grupo tal vez tome la decisión de orar y ayunar. Ellos podrían
reunirse por un buen rato para orar hasta entrar en su espíritu y estimularlo. Nuestro
espíritu es crucial. Debemos entrar en el espíritu y aprender a ejercitarlo en toda
situación. Cuando hayamos orado hasta meternos en el espíritu, nos será muy fácil
funcionar en las reuniones. No debemos buscar una experiencia especial. Solamente
necesitamos orar. Cuando estimulamos nuestro espíritu y oramos hasta entrar en él,
experimentamos el bautismo en el Espíritu Santo. La mejor manera de experimentar
este bautismo es orar así.
El Espíritu es la vida, y ésta se halla en nuestro espíritu (Ro. 8:10). El Espíritu
también es la santidad, la victoria, el poder y la unción. Aún la vida de iglesia y nuestra
función proceden del Espíritu. Todo lo que sea espiritual, divino y celestial proviene del
Espíritu. El Espíritu es Dios, la vida y la luz. Sin el Espíritu careceremos de realidad y sólo
tendremos terminología. El Espíritu es la realidad; por eso se le llama el Espíritu de
realidad (Jn. 16:13). El Espíritu puede ser real solamente en nuestro espíritu, por nuestro
espíritu y con nuestro espíritu. Inclusive es uno con nuestro espíritu. En 1 Corintios 6:17
dice: "Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con El". Tal vez conozcamos
algunos versículos acerca del espíritu, pero quizás nunca hayamos investigado
cabalmente este asunto. Los jóvenes deben tener un fundamento sólido de las
experiencias de vida. Mi intención es que ustedes tengan un entendimiento adecuado de
la manera de llevar a cabo la vida de iglesia.
LAS OFRENDAS
La economía de Dios tiene una estrecha relación con ofrendar. Debemos aprender
a dar continuamente. No hay nadie que ame al Señor que diga que no tiene nada que
ofrendar. En Mateo 14 cuando la multitud siguió al Señor al desierto, los discípulos
dijeron: "Despide a las multitudes, para que vayan a las aldeas y compren para sí
alimentos" (v. 15). Despedirlos sería no darles nada. Pero el Señor les dijo: "No tienen
necesidad de irse; dadles vosotros de comer" (v. 16). Los versículos 17-19 dicen: "Y ellos
le dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. El dijo: Traédmelos acá.
Entonces mandó a la multitudes recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y
los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los
discípulos, y los discípulos a las multitudes". En esta porción vemos un ejemplo de
ofrendar. Los discípulos tenían muy poco, comparado con el número de personas, pero
después de que el Señor
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o bendijo, aquello alimentó a cinco mil hombres, y lo que sobró llenó doce cestas.
No importa cuánto tengamos, simplemente ofrendémoslo. Antes de dar debemos
decir: "Señor, esto es todo lo que tengo. Lo pongo en Tus manos. Bendícelo y lo
ofrendaré". Si hacemos esto, veremos la abundancia. Este principio se puede aplicar a
todo tipo de ofrendas, incluyendo lo material.
Nuestra función en las reuniones equivale a ofrendar. No diga que usted no tiene
nada, pues sí tiene algo. Quizás no sea mucho, pero de todos modos debe dar.
Simplemente dé lo que tenga. Si da lo poco que tiene, recibirá más.
Todos debemos dar algo. Primero, debemos dar el evangelio. La predicación del
evangelio es una forma de ofrendar. Después debemos nutrir a los que se salven, y
aparte debemos ofrendar bienes materiales. Debemos aprender a ofrendar en todo,
como por ejemplo, el evangelio, visitar a los santos, pastorear y dar lo material.
El principio consiste en que cuando no soy generoso en mi ofrenda, me
empobrezco, pero cuando soy generoso en todo, me enriquezco. Cuanto más dé uno,
más recibirá. Cuando se reúnan cinco jóvenes, quizás alguno piense que sabe muy poco;
aun así, debe presentar lo que sepa o lo que haya experimentado. Por poco que sea, eso
se multiplicará. Al ofrendar recibimos la multiplicación, pues al compartir las experien-
cias de vida que tenemos, éstas se aumentan. Esto es crucial para la vida cristiana, la
vida de iglesia y nuestra función en las reuniones.
Debemos aprender a ofrendarlo todo. Si tenemos dos Biblias o dos himnarios,
debemos darle uno de ellos a alguien. En principio, si damos uno, recibiremos dos.
Cuando el agua sale por un lado de una manguera, más agua entra por el otro. Pero
cuando la salida se cierra, la entrada se detiene. Al ofrendar cosas materiales, no
debemos contar el dinero que damos. Debemos simplemente dar algo. Hasta un billete
cobra valor si lo damos. Si dejamos de dar, interrumpimos la bendición del Señor.
Cuanto más prediquemos el evangelio y comuniquemos la salvación a otros,
más experiencias tendremos de la salvación. El principio seguirá siendo el mismo:
cuanto más demos,
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más recibiremos; pero cuando dejamos de dar, cortamos la bendición del Señor y hasta
perdemos Su presencia. Una vida saludable de iglesia es una vida llena de ofrendas.
Espero que todos los jóvenes practiquen lo que acabamos de ver en estos
capítulos. Deben huir de las pasiones juveniles y seguir a Cristo juntos. También
necesitan recibir la visión del recobro del Señor, conocer las experiencias de vida y
concentrar todo su ser en el Espíritu divino y en nuestro espíritu mezclado, ya que
ambos son un solo espíritu. Además, deben leer la Palabra y los mensajes y aprender a
ofrendar en la economía de Dios. No es en las reuniones grandes donde debemos
practicar esto, sino en los grupos pequeños.