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"Uribe es la lógica de la mafia". Esta frase pronunciada hace algunos años por Hugo
Chávez, me hizo retroceder en el tiempo. Y es que el dos de febrero de este año se
cumplieron 20 años de la llegada al poder en Venezuela de Hugo Chávez Frías. Quizá,
muchos de nosotros tengan recuerdos vagos sobre dicha fecha. En mi caso en
particular, tengo algunos recuerdos inmarcesibles en mi mente que de alguna u otra
manera han marcado mi vida. Les comparto algunos, con el afán de exponerles que la
rueda de la historia no deja al azar a ninguno de nosotros.
Recuerdo 1:
Después de haber viajado por más de doce horas; y después de no ver más
que desierto durante algún tiempo, por fin veía un pueblo. Caía ya la tarde, y
en la entrada del pueblo se leía en una valla publicitaria "pueblo bolivariano,
unidos", con la imagen de Hugo Chávez con uno de sus puños en alto.
Recuerdo 2:
Recuerdo 3:
Recuerdo 4:
Pasaron los años y siento que pude ver lo que muchos de mis colegas humanistas
quisieron ver y no pudieron; un gobierno volcado hacía el pueblo. Un gobierno en el
cual las personas de más bajos recursos podían tener una atención excelente en
medicinas, educación y deporte. Sí, quizás algunas formas de establecer el poder en
Venezuela por Hugo Chávez fue excesivo, pero si entendieran la historia de Venezuela,
entendieran el problema del petróleo en los años ochenta del siglo XX, entendieran la
tiranía del poder comandado por unos cuantos en que los mayores damnificados eran
los ciudadanos de a píe. Tal vez se dieran cuenta de que era la única manera, la única;
en la cual se podía quitarles a esa elite económica y política sus formas de corrupción y
acaparamiento del poder.
Al volver a Colombia después de cuatro años, me sentí realmente entusiasmado. Al
cruzar la frontera en Paraguachón en La Guajira, veía una alegría que no había visto al
irme de Barranquilla. Ir cruzando pueblos en el autobús, bajarme a comer los platos
típicos de mi país, fue una victoria que no sentía hacia mucho. Todo resonaba a
optimismo, en apariencia.
Pasaron los años y aquellos días de optimismo que percibí al llegar de nuevo a este
país, se fueron dilapidando como una casa de naipes. Falsos positivos, Cruzadas,
Parapolítica... No sé sí aquel optimismo que pensé sentir, fue más bien la típica
nostalgia al volver a la tierra que no veías hace algún tiempo. Y pienso, qué tan mal
estábamos en Venezuela en comparación con Colombia. Los medios informativos, que
responden ante unos intereses particulares, me hacían ver, antes de ir a Venezuela
como un nicho de un tirano despótico. Realmente daba miedo pensar siquiera en irse
en contra de los chavistas. Recuerdo que mi padre, el último día antes de partir hacia la
frontera, me dijo con tono serio como nunca lo había escuchado "no te hagas el héroe,
porque allá, las cosas están duras".
Ya han pasado diez años de aquella experiencia y pienso que el problema sigue siendo
el mismo; buscar la paja en el ojo ajeno. Los medios de información se enfocan en
múltiples perspectivas de la problemática venezolana, dejando de lado que el infierno
político, social y económico se da con mayor intensidad que nunca en nuestro país. Un
presidente títere, un individuo peligroso detrás de él; con todo un aparato delictivo
dispuestos a esparcir la zozobra en la sociedad colombiana cuando así se requiera. Se
sigue creyendo en la objetividad de la información brindada por los medios y se sigue
echándole el agua sucia a la situación de este país a agentes externos. Bien lo decía el
historiador Eric Hobsbawm, "como siempre, lo más fácil es culpar de todo a los
extranjeros".
Hoy, mientras muchas personas en este país ven con desdén al venezolano que se
rebusca por cada calle de cada ciudad colombiana; se nos olvida que Colombia es el
segundo país con mayor número de desplazados internos después de Siria. Se nos
olvida que, casi cuatrocientos mil personas han salido del país en condición de refugio
(DANE). La ceguera histórica sin duda, cada día más le hace mella a este país.