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Nota del autor: Este artículo debido a su extensión fue dividido en dos partes, a ser
publicados uno semanalmente. A continuación la Parte 2:
Conclusiones finales
Cuando fui a retirar el maldito teléfono usado el 11 de enero de 2011, después de que
me llamaran cuando estaba en la sala de espera, me senté frente a la empleada y luego
de darle el comprobante respectivo esperé a que ésta fuera a buscar el aparato a unos
tres metros más adelante.
Normalmente realizar eso puede tardar de uno a dos minutos; sin embargo fue, volvió a
la computadora, anotaba no sé que cosas, volvía a donde le entregaban los aparatos,
luego regresaba y llamaba por teléfono al técnico.
Entre esos vaivenes esto duraría como diez minutos. Pero en medio de todo ello yo me
acordé de lo que me dijo un lector respecto al artículo que escribí sobre la paciencia:
Así que en honor a ese lector empecé a aplicar ante esta situación que estaba
enfrentando, la paciencia y ni siquiera le pregunté una sola vez a la empleada, qué era lo
que estaba sucediendo.
Por lo tanto esperando a que trajeran el aparato, me entretenía mirando una nota que le
habían hecho a un corredor argentino que había ganado la novena etapa y éste decía:
Yo no lo sabía, pero minutos después me diría para mis adentros la misma expresión.
La cuestión es que pasaron los diez minutos y la empleada me notifica que habían
encontrado la falla de mi celular, pero como no lo podían arreglar me entregarían a
continuación uno nuevo.
En ese momento yo no lo podía creer, porque yo sabía que no había hecho todo bien.
Había ido con pensamientos negativos que me decían que el problema no lo iban a
encontrar y en vez de oponerles pensamientos opuestos yo me decía:
Cuando me digan que no encontraron la falla me iré y volveré otro día hasta que me den
una solución.
Así que me fui de la empresa con una sonrisa de oreja a oreja, pero me seguía
preguntando: ¿Si en realidad no había tenido pensamientos positivos (los tuve
negativos), qué fue lo que hice bien?, porque para mí el aplicar la paciencia no había
sido suficiente.
Esa noche cuando me fui a dormir me seguía haciendo esa pregunta, y ahí empezaron a
venirme a la mente un pensamiento tras otro, donde se me clarificó todo.
Lo que hice bien fue el tener una actitud positiva, de primero aplicar la paciencia y
luego si bien acepté el presente imaginado (de que no solucionaban la falla), no me
rendí ante él, sino que me planteé como seguir la “próxima batalla” (ir otro día e insistir
que solucionen el inconveniente).
Los pensamientos negativos no provienen de nuestra mente, sino del Ego, que con dicha
acción pretende que nos tropecemos en la concreción de nuestras metas. Por lo tanto el
mismo nos estará continuamente enviando estos pensamientos negativos, para que nos
sintamos unos idiotas y desesperanzados.
Primera conclusión
Con lo cuál la primera conclusión es que los pensamientos negativos no nos pertenecen,
sino que son armas usadas por nuestro Ego para derrotarnos.
Segunda conclusión
Lo que realmente nos hace poner en acción y no en reacción ante un golpe del Ego, es la
“actitud positiva”. Con ella dejamos de estar a la defensiva, para pasar a la ofensiva y
hacer retroceder al Ego que nos quiere perjudicar.
Miren como con esa actitud que utilicé inconscientemente me dieron más de lo que
había solicitado.
Tercera conclusión
A veces no nos salen las cosas no necesariamente porque las hagamos mal, sino porque
el Universo nos tiene preparado algo mejor. Vean:
Ello sucedió porque fue necesario para subir un escalón más para el cumplimiento de mi
deseo, de tal forma que yo siguiera con el proceso que permitió (por hacer las cosas
correctas), que me cambiaran como ya lo indiqué, el segundo celular por otro de mayor
valor que este último.
Lo importante
Obviamente que yo estoy satisfecho con esta historia, pero no por los $ 600 que me
dieron de más (entre los dos celulares que compré) de lo que yo solicité inicialmente,
porque sino sería corto de mente de mi parte.
Al principio creía que el último paso era el desapego, después me di cuenta que a
continuación hay que aplicar la paciencia.
Y ahora aprendí que más que pensamientos positivos son las actitudes positivas las que
uno debe emplear; pero ojo, esto no quiere decir que nos debemos olvidar de los
pensamientos positivos, ya que estos son parte indispensable del proceso que nos lleva a
este último nivel más importante.
Con lo cual, la actitud positiva no desplaza a los pensamientos positivos, ya que estos se
complementan entre sí; permitiendo la utilización continua de los segundos pasar a un
nivel superior de comprensión donde podemos aplicar la “actitud positiva” no sólo para
un instante en particular, sino que ésta se transforma en una forma de vida.
Es decir, la actitud de enfrentar un problema o una adversidad como si fuera parte del
camino a recorrer para obtener nuestro deseo más adelante.
La actitud positiva es ese “verbo de la Palabra” en su más pura acción. Viendo en este
ingrediente uno de los denominadores más comunes que caracterizan a las personas
ricas:
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