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INTRODUCCIÓN

Decir no constituye la forma mínima de resistencia.


Pero, naturalmente, en ciertos momentos, esto es muy
importante. Hay que decir no y hacer de ese no una
forma de resistencia decisiva.

MICHEL FOUCAULT
Obras esenciales1

Probablemente habría que comenzar por todo lo que esta investigación no es. No se trata de una
interpretación, no se trata de poesía y no se trata de Raúl Zurita. Tampoco es sobre Michel Foucault ni
mucho menos sobre las “ciencias de la literatura”. ¿Qué es entonces? Es todo lo anterior, pero visto
desde otro lugar, desde otra enunciación, desde otro enfoque. Su título resume y ahorra demasiados
detalles que vale la pena consignar aquí.
En primer lugar, estamos presentando una metodología de análisis, la Poética Crítica, esto es,
un modo de aproximarnos y dialogar con ciertos textos desde el fin de muchas presuposiciones comunes
en los estudios literarios. No nos incumbe el sujeto real, la lírica como género o los contextos
psicológicos o sociológicos del autor. Estamos leyendo un archivo, un conjunto de una totalidad no
infinita de textos que primeramente hemos establecido como un corpus: los escritos de no ficción de
Raúl Zurita.
Con esto nos referimos, por un lado, a manifiestos, artículos, ensayos y, por otro, a entrevistas,
conversaciones y demás escrituras llamadas referenciales o documentales producidas desde 1978 hasta
la actualidad. Este corpus que deviene archivo, y viceversa, es el primer momento de esta Poética Crítica
en que lenguaje, literatura y discurso actúan de manera simultánea. Este archivo es el que creamos para
interrogarlo por más huidizo que sea, pero en realidad, no es inquirirlo como lo suele hacer la crítica
literaria. No queremos su confesión, no queremos su verdad sino que produzca otras nuevas sobre
nuestro presente, verdades que no tienen que ver con el mundo archivado allí sino con el lugar desde
donde dialogamos con él.
Ningún archivo está vivo ni muerto: actúan como un virus. Mutan, se replican y entablan un
contacto siempre cambiante con quien lo activa. Todas sus formas posibles resultan distintas
dependiendo de cómo lleguemos allí. Si vamos con una máscara veremos una máscara, si le susurramos
nos susurrará, se lo leemos no dudará en leernos a nosotros y develar lo que estamos haciendo. En ese
punto de su reflexividad es donde lo atrapamos. El archivo replica el formato del mundo porque está en
él, pero podría no hacerlo y esa es la principal razón para nuevas preguntas a lo común que tiene con
otros.
De allí que “universo ficticio”, “mundo narrado”, “espacio diegético”, “escenas de lectura” son
algunos de los nombres heterotópicos que conocemos de este archivo desde su territorialidad. Tal como,
“sujeto de la enunciación”, “narrador” “hablante lírico”, “autor” son otros apelativos cuando asomamos
nuestro rostro al archivo, pues lo único que hace es mostrarnos nuestra mirada sobre él. Sabemos que
el crítico deconstruccionista encontrará la deconstrucción hasta en las grandes piedras de la cuesta de
las Chilcas y que todo lo que los adjetivos buscan lo hallarán sí o sí sobre el sustantivo que pase por
delante.

1
Foucault, Michel (2010) Obras esenciales. Barcelona: Paidós, p. 1052.
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Entonces ¿es esta una investigación sobre el archivo? Sí y no. Lo cierto es que creamos uno
inédito con estos textos desconocidos y mayormente no publicados de un poeta. Sin embargo, ese es
sólo el comienzo porque lo que hemos planteado con la Poética Crítica son otras formas de operar con
los archivos, es decir, hacerlos funcionar desde una impersonalidad que no contamine lo que hay en
ellos y lo que no hay en nosotros. No nos interesa el archivo como evidencia de un algo que ya
suponíamos sino que justamente eso que no sabemos de él es lo que nos lleva a establecer formas de
análisis en constante actualización y singularización dependiendo de cada caso.
Para eso se han planteado tres miradas que comprenden las tres partes de la investigación, tanto
las del Marco Teórico como las del Desarrollo y el anexo con la conversación con el poeta. Son
absolutamente complementarias y simétricas. La estructura total se desarrolla a partir de las tres
condiciones que le exigimos al archivo para poder entablar un espacio de apertura con él: el Sí Mismo,
el Archivo como tal y el Campo Biocultural. Los tres tiempos que hemos establecido en este encuentro
siempre simultáneo tienen que ver con las resistencias a una idea inamovible del sujeto, del discurso y
del poder. De allí que las tres partes que componen la Poética Crítica sean el ensamble de estos tres
ejes.
La primera de ellas es la Autopoética que por ahora podemos enunciar como las relaciones que
establece el archivo con la idea de un Sí Mismo. No es él travestido como Zurita o como quien investiga
sino todas las posibles soluciones que ofrece a la idea de cómo los cuerpos, los sujetos y las autorías
actúan performativamente en ese lugar que permiten las conjugaciones gramaticales: su territorialidad.
Dentro del archivo sólo es real el archivo; lo que hay fuera de él corresponde a otras preguntas que
posiblemente necesitarán de otro archivo para intentar ser contestadas. Tal como el virus, el archivo no
tiene conciencia, pero sí es autoconsciente al modo de un sistema operativo y es en esa frontera que
lenguaje, pensamiento y memoria remiten a sus porosos límites.
La Metapoética es la relación que el Archivo establece con el archivo. Hemos insistido en que
trabajamos con un corpus determinado, pero los modos de leer son también lecturas que el propio
archivo se hace a sí mismo mediante nosotros. Somos remedados y parodiados desde dentro y la única
forma de salirnos de la mirada del archivo es verlo nosotros primero y apagar la luz. En este punto
partiremos con la noción de archivo de Foucault, pero empalmaremos con la de dispositivo de Deleuze
que se complementa con la anterior. Lo que ambas plantean es que el archivo expuesto como
dispositivo, su dispositividad, es posible de reconocer en sus regímenes de visibilidad y de
enunciabilidad: sus variaciones, su coloratura, su historicidad.
Veremos cuerpos, discursos y territorios que nos ven, que se esconden, que posiblemente no
han sido vistos y en ese juego de observar al observador estamos haciendo reflexionar al archivo sobre
sus propias líneas de luz y enunciación que lo cruzan. También lo escucharemos porque lo que ha hecho
la literatura no es otra cosa que hacer ver, hacer oír, hacer hablar a sus propios materiales. El rostro
humano del “hablante lírico” o del “lector implícito” es literalmente una caricaturización. Volveremos
a Paul de Man quien hablaba de la idea de “desfiguración” cuando lleguemos a este cruce entre la
poética y lo autobiográfico. En sí, la metapoética vuelve sobre su textualidad como objeto de lenguaje,
sobre su condición de obra literaria y sobre las propias operaciones metadiscursivas que es conminado
a realizar cuando enmarcamos escenas de lectura y escritura en el propio archivo. Véase, por ejemplo,
lo que hace Piglia en El último lector: leer lecturas.
Luego, la Biopoética pone a prueba todo lo anterior. Extrema las líneas de fractura y lleva a ese
Sí Mismo a preguntarse por las formas de normalización a las que se ha visto expuesto y en cuánto
cede: su potencia. Lo mismo con las formas de objetivación, deslegitimización y neutralización con
respecto al Archivo, su origen, su producción y su horizonte. Se escribe y se lee en un mundo que
autocompleta nuestras frases y que nos está constantemente leyendo mediante algoritmos que saben
más de nosotros que nosotros mismos.
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Una de las grandes críticas a la crítica ha sido el carácter conservador de estas figuraciones que
ha hecho con respecto al autor y el lector. Abstracciones sin ronquera. Por lo cual hemos considerado
una noción de Campo Biocultural que responda a los flujos políticos, económicos, sociales y culturales
en que se ha leído, se ha escrito, se ha pensado y construido un archivo por una forma-de-vida, un ser
viviente determinado, pero también desde el lugar desde el cual leemos, escribimos, pensamos y
construimos una forma de reflexividad hacia lo individual que somos nosotros en la alteridad y la red
total.
El bíos es una línea de subjetivación hacia la tensión constante que hay entre los cuerpos como
archivos y cómo los ha leído la tecnología desde la propia escritura, la imprenta, la cibernética y
actualmente el código genético. En este punto, estamos hablando de poderes, instituciones, disciplinas
y ciertamente tecnologías de coerción y prácticas de libertad.
En efecto, es probable que con esto último hayamos reconocido al autor del archivo con el que
primeramente dialogaremos: Michel Foucault. De hecho, son pertinentes los vínculos entre sus
nociones de arqueología del saber, genealogía del poder y hermenéuticas del sujeto con respecto a los
ejes antes mencionados, ya que en esta fricción de los archivos, de estas poéticas, aparecerán nuevos
conceptos como el de dispositividades ya mencionado o el de autobiopolítica.
Tanto Foucault como Zurita emprenden un viaje intelectual a través del archivo hacia los
griegos y de regreso por el Renacimiento y la modernidad. Ambos leen por sobre los límites de los
discursos, la desfiguración de los sujetos y las fracturas imperceptibles de los espacios castigados.
Mediante caminos distintos cruzan una política, una estética y una ética que va desde el “otro mundo”,
tanto como “la muerte del hombre” de Las palabras y las cosas y las escenas del “Infierno” de Dante,
a las de un “mundo otro” que el poeta prefigura como una “sociedad sin clases” y el filósofo como una
“sociedad sin disciplina”.
El punto de encuentro de estos dos archivos no es otra cosa que los calces y desvíos de dos
poéticas que hemos querido leer desde la literatura como un más allá, desde una negatividad que no
afirma negando, que no confiesa ni devela sino que cuestiona, bordea y problematiza. Dicho de otro
modo, produce condiciones de verdad para otros archivos también en vilo. Es el tono de esos tres “no”
en cursiva de la cita que abre esta introducción. Es una resistencia a la transitividad del saber y a su
derecho de exclusión.
Por eso mismo, hemos optado por el lado menos conocido y reconocido de ambos en cuanto a
sus archivos. Cursos, entrevistas, prólogos, conferencias del filósofo y, como ya dijimos, escritos de no
ficción del poeta. Esta es sólo una parte de sus poéticas y la elección de este corpus responde también
a una poética. Una piedra de toque donde las decisiones tomadas por Foucault y Zurita han sido claves
y que leemos como los hitos de esos archivos.
Finalmente, y en absoluto menos importante. Hemos emprendido un viaje con ambos autores
a través de sus poéticas, pero también por poéticas de otros, desde el origen de la civilización hasta una
actualidad más que un presente. Este viaje es también una escatología que va desde los infiernos del
poder hasta el vislumbre del paraíso en una idea de vida verdadera, bella, justa. Los archivos abren
puertas cuando nadie las golpea y de allí que las entradas y salidas sean múltiples. Por lo mismo hemos
querido ser muy estrictos en una razón de estructura de este archivo que es la propia tesis.
Como ya se dijo, tres partes. El Marco Teórico es el primero de ellos y está dividido en dos
mitades. Una comprende la formulación de la estética de la existencia que Foucault halla en la filosofía
socrático-platónica, las tecnologías del yo del helenismo y las hermenéuticas del sujeto que recorren
todo el medioevo en manos de la fe cristiana y su relación con la instauración de los saberes como la
literatura y las redes de poder. Esa genealogía se entronca con la segunda parte donde se reflexiona
sobre el lugar de las poéticas con respecto a la filología además de releer las de Aristóteles y Dante, las
del Renacimiento pasando por Baudelaire o Goldsmith para llegar a las formulaciones de la auto, la
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meta y la biopoética que resumen todo lo anterior y a la vez comportan las entradas por donde se
agenciará el corpus.
El Desarrollo como tal consta de tres partes y se inscribe dentro de la noción de autobiopolítica
que se propone y es cuando pasamos al archivo con el nombre propio “Zurita” que es esta recopilación
prácticamente inédita donde se reconoce una “escatología sudamericana” a lo largo de una historia
marcada por tres escenas del infierno (su abuela leyéndole la Divina Comedia, los días en el carguero
Maipo y el propio Parkinson) y sus utopías de un posible paraíso en la tierra, es decir, la vida buena.
Como hemos dicho, no se trata de la vida del autor sino de los pliegues de un archivo fúnebre.
Tampoco se trata de una poeticidad sino de las operaciones de transgresión con respecto a la propia
literatura como campo de batalla desde la Ilíada pasado por el Renacimiento y su contraparte que es la
conquista y, en especial, la Guerra de Arauco hasta la dictadura militar y lo que somos hoy. La
impersonalidad del “Archivo Zurita” tentativamente sugiere una conciencia que sólo es reconocible por
su contraste y desde allí aparecen no sólo los cuerpos sino también su afuera como una idea del arte, de
la naturaleza o de Dios mirados desde el bíos en lucha contra la neutralización de las potencias de la
imaginación.
De más está decir que tentamos al archivo desde la historia de otros archivos, desde los destellos
que nos brindan la superposición de saberes como el filosófico y el literario siempre a la intemperie de
sus materiales, pero también para insistir en una forma distinta de leer los archivos literarios y más allá,
lograr dar el ancho a la universalidad, en el mejor sentido del término, de la escritura de Raúl Zurita
con la particularidad, también en el mejor de los términos, de la escritura de Michel Foucault.
La relación entre poesía y filosofía es milenaria como milenario es el poder ya sea en sus formas
pastorales, soberanas, legales, disciplinarias o de control. También lo es el archivo y los seres humanos
que comenzaron con las primeras preguntas sobre sí mismos. En algún momento de un amplio presente
tenían que volver a reunirse todos estos materiales. Las cosas inventadas con palabras y las palabras
que se convierten en cosas, el cielo de Nueva York con la arena del Desierto de Atacama, el pensamiento
enmascarado del filósofo y la voz de los muertos que habla por el poeta. Entre todo esto se hallan los
archivos, un agotamiento y también una nueva forma de alegría anónima.
Esta tesis trata sobre la luz del mundo en un momento que pareciera que se apagará
definitivamente. Por eso insisto, una forma de resistencia decisiva.

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