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Freud, se encuentra con esto de que existen ya cuadros psiquiátricos bien descriptos, que
se puede hacer un diagnóstico de enfermedad y pronosticar alguna evolución y se va a
hacer algún otro tipo de pregunta sobre el porqué de la psicosis.
Sabemos que todo lo que Freud aprendió, lo aprendió atendiendo neuróticos, podemos
decir que construyó su doctrina de la mano de las histéricas.
Sí podemos decir, que es a partir de él, que el psicoanálisis intentará darle una lógica, a lo
que la psiquiatría se propone poner en orden, clasificando, nombrando la “locura” en base
a lo que desde la observación del que se pone a mirar ve: el síntoma como aquello que
desborda lo esperado. El diagnóstico es un punto de partida, es una conjetura, requiere
de una concepción teórica y anuda lo universal con lo singular, lo universal de la
estructura del síntoma con la particularidad del sujeto. La Psiquiatría nos dirá como es el
“loco”, y el psicoanálisis se propone dar cuenta de la verdad en juego en un texto
psicótico. A pesar del que se trate a veces de conductas estrafalarias, que pueden
contradecir las normas familiares, sociales y hasta el sentido común.
La ABOLICION es una acción tan neta y tan definida que tenemos derecho a pensar que
el sujeto psicótico no conoce el dolor de la castración, no fue alcanzado jamás por esta
experiencia crucial y decisiva.
Más tarde, en 1924, en Perdida de Realidad en Neurosis y Psicosis, dirá que el problema
no es la pérdida de la realidad, sino el cómo se la sustituye, cuales son los resortes.
Pero que hace a los fundamentos de la clínica en psicosis. Sabemos que el psicoanálisis
es la respuesta más eficaz que Freud encontró para tratar las enfermedades neuróticas,
sus síntomas, sus inhibiciones y sus angustias, y que ésta basa su práctica en la
transferencia, a partir de la cual se ponen en juego en el dispositivo analítico una serie de
operaciones lógicas que van a posibilitar la pregunta por el deseo, a partir de la
instauración del Sujeto Supuesto Saber. El neurótico padece de preguntas. También,
que las psicosis, no enigmáticas en sí mismas, pero resistentes a las especulaciones
teóricas e indiferentes, en el mejor de los casos, a cualquier interpretación, despertaron el
interés de los psicoanalistas. Mientras el neurótico asombrado, admite que su
inconciente habla por su intermedio y que él es su agente involuntario, el psicótico
por su parte, conmovido por la certeza, tiene la dolorosa e inquebrantable
convicción de ser víctima de una voz tiránica que lo aliena. Por otro lado, en nuestra
práctica cotidiana, no dejamos de sorprendernos por el misterio de la “locura” y el poder
insospechado de una escucha analítica, capaz de aliviar el sufrimiento del paciente
psicótico. Sin pretender desarrollar en esta clase una teoría de la psicosis, ni de las
dificultades que la transferencia en esta estructura plantea a la dirección de la cura, puedo
al menos afirmar que es diferente que en las neurosis. La característica del diálogo inicial
con el psicótico es diferente. No va a suponer en analista el saber inconciente. No nos va
a interrogar acerca de ese saber, sino que se a dirigir a nosotros a fin de hacerse
reconocer como portador de una verdad. La verdad constituye su certeza, y es él quien
pretende hacerla saber al Otro. En el caso de aceptar esta invitación, podemos
convertirnos en testigos imparciales del delirio, sin cuestionar, ni pretender otorgarle
ningún sentido. Es decir, no interpretar. Para conectar la teoría freudiana con los
aportes de Lacan, diremos que es a partir de él que introdujo en el psicoanálisis, de
la mano de la paranoica “Aimeé”, la posibilidad de pensar en un tratamiento posible de
la psicosis. Lacan, sobre el final del Seminario 3, luego de haber vuelto a Schreber, a las
memorias de Schreber, despeja ese término que parece haberse constituido en un punto
pivote de cualquier consideración de la psicosis y su cuestión preliminar: la
FORCLUSION. O sea, forclusión traduce verwerfung, pero al mismo tiempo implica un
“no retorno” a la noción de verwerfung (rechazo). Es una traducción entre comillas, porque
forclusión no traduce verwerfung en ningún sentido, es una interpretación, y una
reelaboración teórica. En tal sentido forclusión implica un “no retorno”, justamente porque
la verwerfung era un mecanismo que se ejercía sobre una representaciónn, lo que Freud
en Neuropsicosis de defensa denominaba una “representación inconciliable”. (la
representación inconciliable es la castración del Otro, la madre), mientras que lo que se
produce en el curso del Seminario 3 es que Lacan despeja, primero el orden del
significante en su radical autonomía, y segundo, dentro de ese orden, un significante en
particular, cuya función asignada es la de efectuar una especie de capitonado de ese
orden, que hace de eso un orden, que es el significante del nombre del Padre, significante
Primordial, significante de la Ley. O sea, para Lacan es el mecanismo que da origen a la
psicosis. Forclusión es una construcción teórica que intenta explicar el mecanismo
psíquico que está en el origen de la psicosis. Es el nombre que da el Psicoanálisis al
defecto de inscripción en el inconciente de la experiencia normativa de la castración. No
se refiere entonces a la ausencia de Padre real, sino a la ausencia del significante mismo.
Ausencia de esa Behajung o juicio de atribución que Freud establece como precedente
necesario a toda aplicación posible de la Verneunung (negación), que le opone como
juicio de existencia.
Esto puede permitir escuchar el punto de verdad del delirio (Bion); dibujar el perfil singular
y único que tiene ese Otro que arrasa al paciente y el sujeto o retazo de sujeto que
enfrente a ese Otro.
b. ¿En qué momento operamos? Puede ser antes, durante o después del brote. Es
importante tener en cuenta:
- ¿A quién le hablamos? ¿Quién somos en ese momento para el paciente?
c. ¿En qué momento de la transferencia intervenimos?
Es importante tener alguna idea del lugar que ocupamos para el paciente.
F) Luego clasifica tres tipos de intervenciones en las psicosis. ¿Cuáles son y qué
ejemplos da para ilustrarlas?
1. Las que apuntan al tejido de lo imaginario y prestan representaciones
Ej: si el paciente le pregunta al analista cómo lo ve, el analista responde desde una
función de espejo.
2. Las intervenciones que apuntan a diferenciar un adentro (íntimo) de un afuera
(público)
Ej: si el paciente cuenta su delirio a todo el mundo y por ello genera rechazo y/o burlas, la
intervención puede apuntar a que solo hable de eso en la sesión ya que es algo privado.
3. Las intervenciones que tienen como función la de servir de negación ante el Otro
El analista opera proponiendo o posibilitando la negación. Sino lo ocurre es el odio y/o el
negativismo (el rechazo a todo).
Ej: ante un paciente que relata que las voces (Dios) le ordena matarse, el analista
interviene marcando una contradicción: el que nos creó no puede ordenar la muerte.
De manera general, sería interponer un “no” entre el deliro y/o las voces y el sujeto.
Capítulo 8: Intervenir en el delirio
¿Qué tipo de intervenciones propone Fernández respecto del delirio? ¿Cuáles son
las finalidades de las mismas?
- Intervenciones que sitúan una contradicción o una imposibilidad intentando generar un
punto de inconsistencia que pueda hacer vacilar al paciente.
Fernández aclara que no se trata de hacerlo desde la lógica de los neuróticos.
- Intervenciones que produzcan algún remedo de lazo social a partir del delirio.
- Intervenciones que acoten el delirio para que deje de ser la teoría que explica todo lo
que le sucede al sujeto en su vida.
Guía de preguntas
Aulagnier, P. (1992). El aprendiz de historiador y el maestro-brujo. Apartado: La apertura
de partida en la psicosis. pp. 178-185.
El texto de Piera Aulagnier está incluido en dos partes de nuestro programa. Una de ellas
corresponde a la función de las primeras entrevistas y otra a las intervenciones en
psicosis. Para éstas últimas tomamos el punto B (La apertura de la partida en la psicosis).
En los movimientos de apertura en la psicosis son importantes dos lugares:
1. Lugares en que el paciente psicótico ubica al analista: - El lugar de lo ya conocido.- El
lugar del objeto omnipotente.- El lugar del perseguidor.
2. Lugares en que el analista intentará ubicarse para que la partida sea posible: - El lugar
de lo no experimentado todavía. - El lugar de escuchante invistiente. Explicar en qué
consiste cada uno de esos lugares y las maniobras que puede hacer el analista para
ocupar ciertos lugares y para evitar quedar fijado en otros.
Soler, C. (1991). Estudios sobre las psicosis. Apartado: ¿Qué lugar para el analista?
pp. 7- 14
A. En el comienzo del capítulo Soler presenta un caso. - ¿Qué datos encontramos en el
texto sobre las manifestaciones clínicas de la paciente?- ¿Cuál es la demanda de la
paciente cuando consulta?
B. Soler se pregunta a qué lugar fue llamada la analista. ¿Cuál es ese lugar?
C. Luego expone cuáles fueron las intervenciones que permitieron evitar quedar ubicada
en el lugar del que sabe y al mismo tiempo goza.
1. El lugar del testigo.
2. Apuntalamiento del límite al goce del Otro.
Orientación del goce.
3. Sostuvo su negativa a trabajar y su demanda de obtener una pensión.
¿En qué consistieron estas intervenciones? ¿Qué efectos tuvieron en la paciente?
Fernández, E. (2005). Algo es posible. Clínica Psicoanalítica de locuras y psicosis.
Capítulo 7. Estabilizaciones y suplencias. pp 113-127. Capítulo 8. Intervenir en el delirio.
pp. 133-140.
Capítulo 7: Estabilizaciones y suplencias
A) E. Fernández distingue diferentes tipos de estabilizaciones en la psicosis: - En las
psicosis no desencadenadas o prepsicosis. - Espontáneas entre brotes.- Las que se
producen por efecto de la intervención del tratamiento “psi”
B) También señala cuál es el lugar desde el cual es conveniente que opere el
analista. ¿Qué nombre le da a esos lugares?
C) Fernández relata una situación (no clínica) entre el dueño de una fábrica y uno de
sus empleados (que suponemos tenía una psicosis). Ubicar cuáles fueron las tres
intervenciones que tuvo el dueño respecto del empleado y cuáles fueron sus efectos.
D) Fernández indica un tipo de estabilización que se produce cuando el psicótico
puede producir o hacer circular un objeto (vinculado con un arte, oficio u ocupación:
puede ser desde la venta de encendedores, tareas de cadetería hasta una pintura o un
escrito) que, proviniendo de él, circule para otros con valor de cambio y reconocimiento (y
no falso reconocimiento).
Esa producción o circulación lleva a que sea reconocido y esperado dentro del lazo social
y que esto le permita producir un significante que lo nombre, lo represente, que le permita
inscribir su nombre como propio.
E) Con respecto a las intervenciones en las psicosis Fernández las ordena tomando en
cuenta estos criterios: ¿De qué psicótico se trata? ¿En qué momento operamos? ¿En qué
momento de la transferencia intervenimos? Señalar: - ¿Qué intervenciones propone en el
punto (a) y qué efecto esperamos que tengan?- ¿Qué preguntas son relevantes para los
puntos (b) y (c)?
F) Luego clasifica tres tipos de intervenciones en las psicosis. ¿Cuáles son y qué
ejemplos da para ilustrarlas?
Capítulo 8: Intervenir en el delirio
¿Qué tipo de intervenciones propone Fernández respecto del delirio? ¿Cuáles son las
finalidades de las mismas?
El texto nos lleva a pensar en cómo es la dimensión del Otro en la psicosis, y en cuál de
estas dimensiones se ubica el analista.
Finalmente Belucci se referirá a los dispositivos que se arman para los tratamientos.
Pluralidad de espacios. (Al menos dos) Psicológico y Psiquiátrico. Operando para que
esos dispositivos funcionen del modo más articulado y eficaz posible.
Dispositivo familiar, asamblea, talleres.
Dimensión institucional y legal.
Pluralización de dispositivos.
En base a esto, pensar el alta, ver qué de esos motivos de internación produjeron un
movimiento.
Si se establecieron instancias de separación del otro, si se logran establecer lazos con
semejantes.
Pensar la “obra”, algún quehacer, alguna producción.
Haber logrado alguna operación con respecto al saber. Saber acerca de los soportes
con los que cuenta.
A veces puede ser necesaria, luego de la externación, una instancia intermedia entre
“adentro” y “afuera”. Por ejemplo el hospital de día. De modo de articular la
desmanicomialización, con la descronificación, lo cual no equivale a decir el cierre de los
hospitales de Salud Mental.
Y con este cierre, es que articulo el texto Silvia Atzori, quien brinda un testimonio de su
experiencia en el Centro de Salud Mental número 3 Dr. Arturo Ameghino, ubicando un
modo particular de concebir el abordaje de las psicosis, en el marco del Hospital de Día.
Hospital de día. Al encuentro de la subjetividad. De Silvia Atzori.
Esta propuesta surgió del mismo equipo de profesionales, con el objetivo de:
Cubrir cuando algunas sesiones individuales semanales no son suficientes.
No son pacientes que requieren internación.
Pensar la posibilidad de un espacio particular.
Investigar sobre el tratamiento de las psicosis y su dispositivo.
La modalidad del Hospital de día es de media jornada, y se desarrollan actividades que
incluyen terapia individual, control individual de la medicación, asamblea comunitaria, y
diversos talleres: literario, huerta, cocina, fotografía, música, cine, radio, merienda, grupo.
Los talleres están a cargo de los analistas, ya que no es un lugar pedagógico, ni se trata
de hacer el bien, ni decidir qué es lo mejor para alguien. Y requerirá y se planteará una
estrategia adecuada para cada paciente.
Las actividades están pensadas como espacios significantes.
La diversidad de espacios, favorece la desmultiplicación transferencial. Cada espacio
funciona en falta, descomplentando al Otro absoluto.
Organizar un dispositivo, implica una terceridad, la introducción de un orden simbólico,
dentro de las cordenadas espacio y tiempo.
No se trata de encuentros interdisciplinarios, con vectores propios, sino que se
supedita a una estrategia clínica que surge de la escucha de cada paciente.