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de la Psicología
Social 2017
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Índice.
Módulo 1
Raggio, A. (2000) Intervención y campo de intervención…….pág. 4
Díaz, E. (2017) El mito de que el poder no tiene nada que ver con el saber……..pág.5
Módulo 2
Fernández , A.M y Herrera, L. (1991) Laberintos Institucionales…….pág.9
Kaminsky, G. (1994) Prólogo y Cap. 1 Propuestas………..pág.17
Módulo 3
Almandóz, B., Barceló, R., Castellini, E., Chacón, T., Etcheverry, G., Fernández, T., Rizzo,
V. y Silvera, M. (2016). Informe final de investigación………pág.20
Berriel, F y Pérez, R. (2007) Las demencias. Diferentes paradigmas y teorías……….pág.29
Gelencser, A., y Scherzer, A. (1979) Dinámica de las estrategias terapéuticas de abordaje
pluridimensional……………pág.38
Rodríguez Nebot, J. (2004) Clínica móvil…………pág.44
Módulo 4
León, A. (2010). Danzando la Psicología Social Comunitaria: revisitando la IAP a partir de
un curso de danza en una asociación cultural de barrio…….pág.48
Martínez Guzmán, A. (2014) Cambiar metáforas en la Psicología Social de la Acción
Pública………………………..pág.54
Montenegro, M. (2002). Otredad, legitimación…………pág.57
Rodríguez, A., Giménez, L., Netto, C., Bagñato, M., y Marotta, C. (2001) De ofertas y
demandas: una propuesta de intervención en Psicología Comunitaria…………pág. 61
Soto, A. (2002). Procesos de intervención comunitaria………pág. 63
Módulo 5
De León, N., Dorta. Experiencias de extensión universitaria con desarrollo en el campo de
la salud mental………………pág.70
2
García, D. (1997) El taller como espacio de aprendizaje………….pág.82
Dabas, E. (2001) redes sociales……..pág.84
Jasiner, C. (2000). Dispositivos en Psicología social. Observando la observación: adiós a
Pilatos………………pág. 92
Pérez, R. (2008) El refugio como primer eslabón de inclusión psicosocial para adultos
mayores en situación de calle……………..pág. 98
Pichon Rivière, E. (1989). Técnica de observación de grupos operativos……….pág. 101
Sobrado, E. (1979) La observación del observador. ¿un problema de la
técnica?....................pág. 109
Módulo 6
Goffman, E.(1961/ 2001) La carrera moral del paciente mental…………pág.111
Fernández, A.M., y De Brasi, J.C. (1993) Introducción………pág.114
Moro Abadía, O. (2003). ¿Qué es un dispositivo?.............pág.116
Stolkiner, A. (2015). Derechos humanos y salud desde el pensamiento médico social/salud
colectiva latinoamericano………pág. 121
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Modulo 1
El rol de un psicólogo en el ámbito clínico, no puede ser el mismo que tendría en un ámbito
comunitario.
3 líneas de sentido predominante: La evidencia empírica, las lógicas técnicas y los objetivos
disciplinarios.
“La comunidad” es una noción teorico-tecnica, una particular decodificación del campo
social comunitario, que busca hacer operativo este campo a los fines de la estrategia
referida.
Siempre intervenimos en procesos subjetivos. El campo de intervención es pensado como
una red de composición.
Freud: el lugar del médico, el lugar del experto, es desplazado y la producción del saber
(sentido) se resitúa en una dialógica entre paciente y analista.
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Díaz, E. (2017) El mito de que el poder no tiene nada que ver con el saber
La primera premisa que sostiene mi trabajo es que a nivel teórico la interdisciplina es una
consigna que casi no se discute. Por ejemplo, la categoría de interdisciplina fundamenta y
diagrama planes educativos en algunos países de nuestra región. Sin embargo -con
honrosas excepciones- la aplicación real de la interdisciplina (en educación superior, en
empresas, en programas de investigación, en institutos de salud, entre otros) choca con
obstáculos para instrumentarse de manera solidaria, con respeto mutuo entre disciplinas y
sin subordinarse unas a otras, es decir, con horizontalidad entre los poderes epistemológicos
y los poderes de gestión.
Ante esta problemática, la hipótesis que guía mi trabajo es que la creencia de que el poder
se ejerce de modo piramidal o vertical obstaculiza desarrollos sólidos de diagramas (o
agenciamientos) interdisciplinarios, porque la interdisciplina, además de acuerdos teóricos
y técnicos, requiere acuerdos estratégicos consensuados desde poderes horizontales,
reticulares, con autoridad pero sin autoritarismos.
Entre los múltiples interrogantes que suscitan los temas interdisciplinarios he elegido dos
preguntas como guía de esta comunicación:
II. Una historia del conocimiento (genealogía), ¿puede despejar el campo de comprensión
de los obstáculos con los que se encuentran los agenciamientos interdisciplinarios?
Considero que la respuesta a la primera pregunta se comienza a iluminar si pensamos que
las prácticas sociales generan dominios de saber. Y esos nuevos dominios de saber
constituyen a su vez nuevos objetos, nuevos conceptos, nuevas técnicas y nuevos valores.
Este proceso cognoscitivos y político (o de poder), a su vez, conforma nuevos sujetos. La
segunda respuesta, por su parte, se fundamente en que la verdad tiene historia (no es
atemporal ni formal), y que nuestro saber actual surgió de prácticas de control y vigilancia,
fundamentalmente desde la biopolítica moderna reforzada con la biopolítica
contemporánea.
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carecerían de poder recibiendo las coacciones que les imprimen “los de arriba”. La otra
metáfora es la del poder reticular y horizontal. Aquí el poder se concibe como una red o
malla que recorre todo el entramado social y atraviesa a todos los sujetos de un dispositivo.
No se niega que haya ciertos núcleos con mucha intensidad de poder y otros que casi
carecen de poder. Esta red se piensa con diferentes tramas, en algunos lugares de la red el
tejido es muy apretado -he aquí la concentración del poder- y en otros el entramado es ralo,
su entretejido deja buracos o zona carenciadas de poder.
Sabido es que el poder no se posee, el poder se ejerce. Y no de manera unilateral sino como
poder y contra-poder, como potencia y resistencia. Además el poder es productor. Si
pensamos en la red institucional que sostiene los agenciamientos (o diagramas)
interdisciplinarios, podemos deconstruir el poder piramidal, posibilitando un intercambio
ágil entre diferentes saberes.
El imaginario social que alienta a la mayoría de las instituciones es el del poder piramidal.
Pues independientemente de que el poder siempre se da en dispositivos y que estos son
reticulares, existen imaginarios institucionales que se rigen como si el poder realmente
fuera piramidal. Algunos de los organismos productores o ejecutores de saberes en la red
institucional que sostienen los agenciamientos interdisciplinarios son el hospital, la escuela,
la empresa, la universidad y las agencias de investigación. Deconstruir el poder piramidal
posibilita un intercambio ágil entre diferentes saberes. Pero quienes ejercen densamente el
poder suelen formar dispositivos cerrados sobre sí mismos en su afán de hegemonizar.
Pero aquí se presenta una paradoja, ya que el saber interdisciplinario consiente de serlo,
surge de las universidades. Sin embargo, la institución Universidad, desde su creación en el
siglo IX, ha propiciado el aislamiento de los saberes: Facultad de Medicina, Facultad de
Teología, Facultad de Humanidades y más y más compartimentos estancos. Estos
dispositivos de poder-saber- en su estructura profunda todavía no se han desarticulado.
Recién en la década de 1960 se originaron fuertes corrientes de opinión rescatando los
beneficios de la interdisciplina. El dispositivo de poder universitario necesita flexibilizarse
y presentar fronteras porosas para que los saberes puedan intercambiarse de manera
fecunda.
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Los dispositivos de poder tienen sus territorios inmanentes. La arquitectura, por ejemplo, da
cuenta del esquema de poder sobre la que se consolida. Los edificios -con sus separaciones
edilicias para diferentes disciplinas o sus panópticos- materializan los esquemas
jerárquicos. Ejemplo: hospitales o universidades en los que la salud mental está
fragmentada en edificios de “Servicio o Facultad de Psiquiatría” por un lado y “Servicio o
Facultad de Psicología” por otro. Analizar las disposiciones arquitectónicas es una
perspectiva posible para comprender cómo se distribuye el poder en el interior de dichos
edificios y por lo tanto en las instituciones.
Todo lo aquí expresado no niega que existen espacios en los que los diagramas
interdisciplinarios funcionen. No obstante considero que a nivel general la interdisciplina
real y concreta sigue siendo una ilusión.
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en estar atento a que los responsables de los equipos no se enamoren del poder. Es
importante también controlar que los discursos sean adecuados a las prácticas.
Veamos un ejemplo de la vida real. Hace dos meses, en un congreso en un Hospital Público
del conurbano bonaerense (Argentina) no se permitió la asistencia de enfermeros y
obstetras, ¡el tema del congreso era la Interdisciplina! Y, cuando las conferencias versaban
sobre ciencias sociales o humanidades, aproximadamente la mitad de los asistentes -en su
mayoría médicos- abandonaban la sala de conferencias porque la filosofía o la sociología
“no les servía para nada”.
Ilustro el tema con un nuevo ejemplo: Durante 2011, en una Jornada Universitaria sobre
Interdisciplina en la región argentina de Cuyo (zona de conflictos en torno al
abastecimiento de agua). Las primeras conferencias de la jornada fueron filosóficas y
científico-sociales. El resto del día expusieron ingenieros y, en varias oportunidades,
expresaron que “de filosofía ya se había hablado bastante, ahora había que dedicarse a
temas importantes” (!!!).
Entiendo que estos ejemplos son efectos de superficie, pero las raíces de estas
manifestaciones hostiles a la interdisciplina deben buscarse en las estructuras profundas de
nuestras sociedades y en las prácticas profesionales heredadas. Esas estructuras y esas
prácticas son paternalistas y autoritarias Esto se traslada al saber. Los profesionales que
ejercen poder institucional piramidal inhiben la creatividad de los equipos
interdisciplinarios. También entre pares se pueden detectar coacciones que imposibilitan
líneas de fugas del deseo. Las líneas de fuga son indispensables para la creación; ya se trate
de creación científica, humanística o artística.
Destaco tres ejes de investigación entre las que conforman este marco teórico. En primer
lugar el hecho de que nuestra cultura, desde Platón en adelante, se haya aferrado al mito de
que el poder no tiene nada que ver con el saber. En segundo término el trabajo genealógico
de Nietzsche que ha dejado en claro que detrás de todo saber se esconden siempre luchas de
poder. Y por último las investigaciones de Foucault sobre esta problemática, que podrían
resumirse con su manifestación de que no existe fragmento de verdad que no esté atado a
condición política (es decir a relaciones de poder).
Considero que la complejidad del presente asunto debería abordarse desde prácticas
discursivas y no discursivas micropolíticas. ¿De qué manera? Comenzando con una
deconstrucción de las formas de discriminación que representa una tecnología de poder (o
contra-poder), para enfrentar las veladas configuraciones de dominación que entorpece el
éxito de las prácticas interdisciplinarias, a las que aspiramos como parámetro de excelencia.
Expongo ahora algunas consideraciones finales. Entiendo que se trata de resistir la
exclusiones, tanto aquellas monumentales y acuciantes que nos rodean y aplastan, como las
menores y aparentemente insignificantes que entorpecen la interacción entre los saberes y
la reafirmación de la vida. Entiendo asimismo que no es necesario ser solemne para ser
sólido. Por consiguiente si la búsqueda interdisciplinaria es alegre y vital resulta más
fecunda no solamente como emancipación personal sino también como aporte para la
ciencia, la docencia y demás actividades cognoscitivas y sociales en las que estamos
comprometidos.
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Módulo 2
Para iniciar el análisis de esta demanda deberíamos atender todos aquellos aspectos que
convergen en el trabajo institucional: la historia de la institución, su origen, desarrollo,
actualidad, su lugar en el programa oficial de salud mental diseñado para la región, las
políticas que sostienen ese programa, las relaciones con otras instituciones del sector,
historia de la sala de referencia, su lugar en el hospital, conformación de los servicios que
presta relaciones con otras salas, la formación profesional de cada uno de los integrantes,
sus intereses personales, el sentido que otorgan a su trabajo, la relación que mantienen con
las diversas instancias institucionales.
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Si "todo grupo nos remite a la institución en la medida en que su definición, sus
características, su inserción en una estructura o en un sistema, residen en el análisis de
aquello que lo instituye, lo produce y garantiza su duración y sus funciones en la práctica
social"3 será importante destacar que la perspectiva de referencia del colectivo que nos
ocupa no era la institucional hospitalaria sino la de un grupo familiar.
En primer lugar recordemos que uno de los motivos por los cuales consultan es el
sentimiento de abandono en el que dicen haber quedado sumidos por la renuncia del jefe; y
otro, ligado a éste, la necesidad explicitada de que la asesoría buscada se encontrase fuera
del lugar de residencia. El grado de dependencia e indefensión alcanzado habla de algo más
que del previsible sentimiento de tristeza que se experimenta por la separación de una
persona con la que se compartieron tareas, aprendizajes y dificultades, puesto que la
indefensión —algo así como una forma coagulada de la dependencia— ya no será ante esa
figura "dadora" y "protectora", sino ante la institución misma que se presentificará en las
responsabilidades, adentro y afuera de la sala, a las que los actores deberán responder.
Las dudas eran muchas, pero una certeza circulaba: los costos pagados por la burbuja y su
contracara inseparable: la jefatura modernosa paternalista. El equipo iniciaba aquí un
desafío: salir del efecto masa del "dulce montón". Iniciar un proceso de particularización de
sus integrantes. Recién ahora se abrían condiciones para formar un grupo.
Luego de haber destinado las dos primeras reuniones a instrumentar un diseño que incluía
juegos dramáticos y que tomaba como situación central la despedida del jefe (estuvo
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presente), y que fueron muy emotivas, los actores quedaron enfrentados a su soledad, y con
la perentoria necesidad de organizar el servicio sobre cláusulas de contrato nuevas.
Prontamente se desató en el equipo una lucha por los lugares de decisión, sobre la que
cabalgó otra que inscribía a los actores en un campo de confrontación y rivalidad entre las
pertenencias profesionales: médicos vs. psicólogos vs. asistentes sociales. Algunos decían
que sólo el saber médico psiquiátrico tenía legitimado su lugar en la sala, y por tal motivo
la jefatura correspondía naturalmente a un médico. Otros argumentaban en favor del saber
psicológico psicoanalítico como el que podía inteligire interpretar la patología de los
internados.
De la misma manera que sin una organización medianamente sistematizada tampoco hay
servicio. De allí que proponerse objetivos "pequeños", poco pretensiosos, de cumplimiento
de un horario y una rutina diaria a realizar, puede parecer una obviedad de inmerecida cita
pero no lo es para situaciones institucionales como en las que los actores debían operar,
sobre las cuales luego volveremos. Había que pensarlo todo nuevamente, imaginar e
inventar dispositivos que comenzaran a dar respuesta a los interrogantes formulados. Se
hacía evidente que los modos de contratar asistencia en el espacio público necesitaban
diferenciarse de los del espacio privado, lo cual se constituía en una nueva exigenciapara
los actores, cuya formación en el nivel universitario había sido orientada en ese sentido. He
aquí otro de los soportes de la demanda de asesoría: acceder a la producción de un saber
acerca de lo grupal en las instituciones.
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dicho esto en sentido literal, en la sala y en el hospital, ampliando los registros de una
realidad que anidaba problemáticas nuevas y, aunque puede no creerse, acechanzas y
peligros. Recordemos que el grupo inició este tránsito desde una posición de dependencia e
indefensión respecto de la figura del jefe renunciante, y que el suceso que desencadenó la
consulta viabilizó una demanda que, creemos, fue de legitimación del anhelo de hacerse
cargo de la conducción y responsabilidad del trabajo clínico en la sala. Pero todo deseo
problematiza, contamina, impregna las acciones de manera irrevocable, y traslada
cuestiones de un campo ilusional a otro material cuya literalidad inicial puede ser
perturbadora.
Entre todos habían elaborado una representación de la institución, cuyos rasgos salientes la
mostraban como si fuera un ser añoso, vivo, agazapado a la espera de su oportunidad para
tornar a sus tradicionales modos de instituir. Reconocían el sesgo caníbal e insaciable que
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devora a sus miembros y/o genera insatisfacción permanente en ellos; ninguna de sus
demandas puede ser enteramente satisfecha; propicia estilos de intervención heroicos,
kamikazes; transforma en titánicas las tareas a emprender; genera su contracara: la desidia,
el sometimiento y la entrega prematura por los mismos motivos.
Estas consideraciones forman parte, si se quiere, de una toma de posición que fundamente
prácticas institucionales analizables críticamente por los integrantes de un colectivo. En el
campo de la salud psíquica y en particular en sus instituciones, abundan situaciones de una
"naturalidad" alarmante, que conviven con esfuerzos razonables y organizados en la
dirección contraria: la desnaturalización de todo acontecer institucional. Dicho fenómeno,
en determinadas circunstancias, ha avanzado hacia una legitimación que funda legalidad y
resiste todo intento de des-montaje.
Los actos clínicos posibles de instituir son, para un colectivo, elementos parciales de su
relación con la institución. En las circunstancias que nos ocupan observamos que las
prácticas son llevadas a territorios límite en donde irremediablemente estallan, denunciando
de manera incontrastable la endeblez de un sistema sanitario que procura sostenerlas
vanamente. Se hace muy difícil en estas realidades institucionales crear espacios de
ampliación de la capacidad de nominar9 estas cuestiones, tanto para el equipo consultante
como para los internados y enfermeros que apoyan tales iniciativas.
Resulta contradictorio, entonces, que una tarea deseable como la de abrir espacios para que
circulen las voces de los internados pueda convertirse, más de una vez, en una amenaza
para su supervivencia.
¿Cómo circula lo oculto en lo oficial?", y propician una crítica elucidativa que tiene
riesgos, peligros y beneficios concretos para quienes la realizan. Baile de máscaras del
pendular institucional que los coloca en una franja caótica de incertidumbre que puede salir
disparada para cualquier lado.
Por último, les queda a los actores caminar por un estrecho sendero, que tiene a ambos
lados los abismos descriptos anteriormente, y articularse y agruparse de tal forma y fuerza
(la cuña) que pudieran instituir contradispositivos que organicen las prácticas con un
carácter de intervención institucional; es decir la apertura de espacios donde circule una
crítica transversalizada de producción colectiva. Si ocurriese de esta manera, advertirían
rápidamente que en una institución oficial.
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Cuando se pretende llevar a cabo tal iniciativa, los que la impulsan quedan librados a su
propia suerte; de allí que les sea muy difícil precisar su ubicación, las condiciones
contractuales y el estatuto profesional; cuestiones que, al ganar en ambigüedad y opacidad,
atraen otros problemas. No pensamos que las posibilidades de funcionamiento mencionadas
son patrimonio exclusivo de las instituciones manicomiales oficiales; por el contrario,
pertenecen a una cultura extendida y acendrada en el imaginario institucional, profesional y
social, que refrenda y enriquece el circuito instituido.
Si bien en este trabajo se presenta una intervención institucional, por tanto singular,
irrepetible, quiere señalarse en este apartado algunas cuestiones que insisten, recurren en
diferentes requerimientos de asesorías institucionales recibidos, se realicen estos a la
Cátedra de Teoría y Técnica de Grupos, o a algunos de los miembros de su staff en forma
personal. Puede observarse una recurrencia en las formas de algunos requerimientos; son
consultas realizadas con motivo de "conflictos interpersonales en el grupo que obstaculizan
la tarea". Más allá de que el destino del requerimiento esté orientado porque nosotros
somos visualizados como "expertos en grupos", deben aquí abrirse algunas interrogaciones
que desmonten la naturalización del requerimiento.
¿Por qué las peleas de los integrantes de un lugar de trabajo adquieren la significación de
un "conflicto de grupo" de carácter imaginario? ¿Por qué los obstáculos en la tarea se
adjudican a los "conflictos interpersonales"? ¿Porqué las peleas reiteradas entre estas
personas son pensadas como "conflictos interpersonales"? La significación grupo alude
aquí a un espacio de relaciones afectivas que, en tanto más armoniosas sean, mayor será la
productividad en el trabajo. Es decir que se supone que en una institución, las relaciones
cariñosas, amables, entre las personas crean mejores condiciones laborales.
Lo ilusiona no ya como aquello regresivo narcisista, sino como condición material para
tapar el espanto; velo pudoroso frente a un contrato insostenible, más que referente a
supuestos falicismos de una madre completa de la que no se puede escapar. En la tradición
de las teorizaciones sobre grupos suele enfatizarse el carácter resistencial-regresivo (en el
sentido psicoanalítico del término) de las ilusiones grupales. Cuando desde dicha
perspectiva se organizan de tal forma los visibles del ilusional, necesariamente se
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constituirán con sus invisibles (impensables) cuestiones que aquí, por el contrario, interesa
reflexionar; es decirse subraya su negatividad, pero ¿cuál es el anverso en positivo?
Las formas familiaristas son el recurso "a la mano" que todos tienen; reproducir relaciones
sociales pre-existentes a lo que acontecerá en los colectivos es, si se quiere, fácil de lograr:
instituir diferencias es el problema. Por ejemplo, el abroquelamiento resistente de los
residentes en el espacio amoroso-odioso en el que comparten tareas formativas no es necio;
apenas presume de la candida ilusión de que los "afectos" los llevarán a territorios
conocidos o deseablemente anticipados. Después de todo, la residencia es la casa en donde
comen y duermen, y en la que, como en la casa familiar, las razones de los deseos no
alcanzan nunca la sensible luz del mediodía.
En años de consulta de este tipo, no hemos escuchado decir "Nos peleamos porque no
tenemos cada cual su consultorio", o "porque nos pagan una miseria" o "porque venimos
gratis". Con independencia de porqué pelean, lo que quiere subrayarse es la recurrencia de
explicaciones "psi" de lo que les sucede en su trabajo y la rareza o ausencia de referencias a
causas laborales de sus problemas de trabajo. Narrativas familiaristas, argumentos edípicos,
porlos que transcurre la recurrencia de explicaciones psicologistas del psicoanálisis, de sus
dificultades en los lugares de trabajo. Se producen así dos deslizamientos de sentido:
familiarizar (narrativa sentimental) las dificultades laborales y al mismo tiempo inscribir la
familia sólo como lugar de los sentimientos. Se exilian de estas producciones de
significación varias cuestiones al mismo tiempo; se crea el terreno argumental para poder
ver, por ejemplo, las transferencias como edípicas, las transgresiones sólo como
desplazamientos de la ley de prohibición del incesto, etc. Extrapolación psicoanalítica que
va más allá de una extensión indebida de la cultura "psi".
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En síntesis, se exilia ¡apolítica de un colectivo—o su política—familiarizando, edipizando
sus rebeliones y sumisiones. Otra recurrencia que se destaca es que el requerimiento suele
provenir del sector más "progresista" del equipo y/o servicio. Integrantes generalmente
ubicados en los lugares más bajos del escalafón institucional, estas bases de anhelos
instituyentes realizan verdaderos esfuerzos para que la intervención institucional tenga
lugar; no sólo insisten frente a sus jefaturas, sino por ejemplo, cuando éstas se realizan en el
interior del país, consiguen pasajes oficiales, alojamiento, etc.
En suma, no confundirla institución y sus formas institucionales con un gran grupo o con
un conjunto de grupos. Que la palabra circule; sí, pero para ello la intervención institucional
debe dar resguardo a esa palabra; entonces más que palabra libre, palabra resguardada.
Dispositivos para que la palabra advenga; pero ¿qué es palabra de un colectivo?
Dispositivos que creen condiciones para abrir a lo impensado institucional; impensado
institucional que, en la resignificación de las prácticas, los posicionamientos, los discursos,
etc., haga posible el registro de las singularidades y recurrencias de ese grupo en esa
institución. Lo impensado institucional suele arrastrar la remora de una noción de lo
inconsciente como algo oculto en las profundidades.
Sin embargo, muchas veces se observa que una dimensión de lo impensado suele serlo más
obvio, oculto no ya en alguna profundidad, sino tan próximo, tan inmediato que no puede
verse. Lo impensado es lo obvio; algunos obvios que recurren como impensados suelen ser,
por ejemplo, que para que un colectivo institucional pueda constituirse como equipo tienen
que establecer un día y un horario fijo de reunión a la que todos concurran; que deben
estipularse tareas y responsables de las mismas; que las actividades, más allá de que se
instituyan por consenso, deben ser acompañadas de una instancia de control de gestión.
Hay una relación necesaria y no contingente entre aquello que se demarca como visible
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institucional y aquello que se sitúa como invisible; si un colectivo laboral construye una
imagen del mismo como grupo privado sentimentalizado, necesariamente y no por
contingencia quedará en invisibilidad su inscripción como equipo y/o servicio público
institucional. Lo impensado público se organiza desde lo pensado como privado; lo
impensado laboral se organiza desde lo pensado sentimental.
Todo esto es así. Sin embargo seguimos en las instituciones. Se abren sin cesar espacios
alternativos. Se cierran y se vuelven a abrir. En realidad el "se" impersonaliza aquello que
—en rigor— inventan y producen muchos profesionales que apuestan al desafío de sostener
dispositivos instituyentes. ¿Por qué sostenerlos si habrán de ser vencidos por la fuerza de lo
instituido? Así planteada, la cuestión no tiene respuesta. Muchas veces en el estrecho
camino de los intersticios institucionales parecería que se pierde el sentido de nuestras
prácticas. ¿Será ésta una insistencia, un desatino, una utopía? Sí, pero a condición de
semantizar el término utopía no como algo lejano que esperamos que algún día advenga,
sino en aquella acepción que remite a la actualización de deseos como sostén de tales
prácticas alternativas. Prácticas instituyentes, en tanto conjunto de deseos no anudados al
poder. En tal sentido, utopías que construyen lo real.
Toda institución tiene una organización material y también una organización jurídica. Estas
son organizaciones productivas. Las instituciones, además, tienen un sistema de circulación
y distribución (por ejemplo: personas). Todo esto “habla de la institución”. Lo hablado es
todo aquello que podemos conocer o presuponer previamente de una institución. La
dimensión de lo hablado está asociada al plano de lo instituido.
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Lo hablado instituido no es material de desecho, muy por el contrario, las vestimentas, las
inscripciones en las paredes, los modos y costumbres prototípicos, etc, son elocuentes de
los códigos que pueden ser percibidos pero su registro nos puede introducir en la dimensión
de lo “hablante”.
Lo hablante es aquello que nos facilita otra comprensión de la institución. Aparece bajo la
ruptura de lo habitual, las fracturas, contradicciones, oposiciones, las situaciones
paradojales de lo “hablado”. Lo hablante institucional puede ser asociado con el par
complementario de lo instituido que es lo instituyente.
Todas las instituciones, aún las aparentemente más estáticas, se mueven. Este movimiento
está dado por el juego, por la permanente articulación de dos dimensiones o planes: lo
instituido y lo instituyente.
No existen grupos sujeto y objeto puros, sino que hay mutaciones grupales frecuentes.
Aparece el concepto de verticalidad: las instituciones son un vasto sistema de relaciones y
comunicaciones, organizadas en torno a sus reglas formales y también a las informales.
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Existen algunas orientadas a la posición vertical, pero existen otras que dan lugar a formas
horizontales de relación y comunicación.
El coeficiente o producto de la ecuación verticalidad/horizontalidad nos aproxima al nivel
de transversalidad de cada institución, registro que nos induce a considerar ciertos grados
de optimización, alejando los excesos instituidos y también los excesos instituyentes.
Mejorar la transversalidad es uno de los objetivos prácticos del analista institucional.
El analista institucional no puede estar demasiado lejos del espacio anudado que analiza,
por ello es que se denomina a su trabajo “intervención” institucional; tampoco puede estar
excesivamente próximo, sino se toma a sí mismo como objeto de análisis y estudio. Nos
metemos con los objetos y los objetos de meten con nosotros, aquí no hay neutralidad
posible.
1. Implicación epistemológica: el punto de vista del actor “crea” el objeto en el plano del
conocimiento. Se trata de unas cuantas verdades que explicitadas o no reconocidas, o no
operan en la estrategia socioanalítica
2. Implicación semiológica: los elementos de este tipo los tomamos de la lingüística, operan
en 2 niveles, el paradigmático y el sintegmático
3. Implicación paradigmática: corresponde al efe formal de la institución. Toda institución
tiene su realidad, su reglamentación, se trata de una institución organizada según reglas que
no son visibles en el acontecer institucional. El eje formal y reglamentado se complementa
con la dimensión sintagmática de la implicación que tiene que ver con la sucesión de los
acontecimientos de una manera lineal y extendida. Las instituciones tienen sus planos de
acontecimientos los cuales están ordenados por reglas y disposiciones que les proveen una
organización particular.
4. Implicación social e ideológica: los agentes institucionales son todos actores sociales y el
analista no puede prescindir, salvo imaginariamente, de la dimensión social que lo y los
atraviesa.
5. Implicación afectiva o libidinal: las instituciones no son meros espacios en donde tan
solo se cumplen funciones o alcanzan finalidades, también pasan otras cosas que van desde
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la conformación de grupos o subgrupos de afinidades, actos personales temperamentales
que pueden traducirse en autoritarios, amorosos, hostilidades, etc. Es el infinito universo de
las pasiones institucionales.
El nivel transferencial de las instituciones implica al propio socioanalista porque está dentro
del mismo campo en donde interviene; este nivel de la transferencia del propio analista
sobre el campo institucional de la intervención es lo que denominamos contratransferencia.
Porque es el sujeto o el grupo de sujetos que tienen como objeto la propia institución y no
el gobierno de ella o la gestión de alguna actividad recortada, parcial o especifica en la
institución. Hay que estar en la propia institución para reconocerla en sus dimensiones
fundamentales.
Módulo 3
Almandóz, B., Barceló, R., Castellini, E., Chacón, T., Etcheverry, G., Fernández, T.,
Rizzo, V. y Silvera, M. (2016). Informe final de investigación.
Dicho tema se justificó en distintos planos, dentro de los que se destacan la relevancia de la
producción de conocimiento en el ámbito universitario, la posibilidad del aporte a la
generación de saberes en torno a la problemática grupal, fundamentalmente dada la
implementación del Programa de Prestaciones en Salud Mental del MSP -donde el trabajo
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grupal se presenta destacado-, y la importancia de sistematizar información a propósito del
funcionamiento de un dispositivo grupal terapéutico que aborda el padecimiento de sujetos
humanos.
Objetivo general:
● Producir conocimientos acerca de los procesos de producción subjetiva que se dan en un
grupo terapéutico. Objetivos específicos:
● Caracterizar los procesos de producción subjetiva que se dan en un grupo terapéutico -
modalidad corredor terapéutico-.
● Identificar de qué manera se aborda el sufrimiento en un grupo terapéutico -modalidad
corredor terapéutico-.
● Explorar cómo el dispositivo de grupo terapéutico, posibilita la transformación.
En función del cumplimiento de tales objetivos, se entiende que esta investigación ha sido
de importante relevancia dado el impacto que puede tener tanto en la revisión de las
condiciones que hacen que las personas -que buscan ayuda para sus padecimientos- puedan
transformar sus vidas, como en la posibilidad de la construcción de políticas públicas para
el abordaje de algunos planos del sufrimiento humano.
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1) En cuanto a la caracterización de los procesos de producción subjetiva que se dan en un
grupo terapéutico, se hace visible que dichos procesos de producción están vinculados en
primer lugar con las posibilidades de aprendizaje que emergen de la tensión
singularcolectivo. Dicho aprendizaje implica la adquisición de nuevas significaciones,
nuevos sentidos, como consecuencia de los procesos de reflexión, discriminación,
reconocimiento y comprensión que el dispositivo posibilita.
Asimismo, dicho aprendizaje está en estrecha relación con la pertenencia grupal por una
parte, y por otra parte con la posibilidad de resignificar la experiencia grupal,
fundamentalmente en relación a una valorización de la misma. Lo grupal como experiencia
permite ubicarla como una práctica transformadora, donde prima la creación de un
compromiso en la escucha en lugar de una mera aceptación de lo dado.
Desde la perspectiva de los actores la tarea aparece como la actividad que permite pensar
los problemas propios en el encuentro con otros. El grupo es un espacio donde se pueden
expresar las dificultades, sobre todo a través de la palabra, y al mismo tiempo, se promueve
la convivencia de diversos puntos de vista. Se remarca la existencia de un clima positivo
para el trabajo, que está compuesto de varias dimensiones, entre las que se cuentan la
posibilidad de escuchar y ser escuchado, la creación de acuerdos, la confianza, la
interacción y la circulación, la horizontalidad y la presencia de la tarea como organizador.
A través de lo que los actores plantean, es posible visualizar que el dispositivo de grupo
terapéutico ha promovido un movimiento desde la producción de subjetividad -como
aquella que posibilita la reproducción de sujetos idénticos a los modos dominantes- a la
producción de subjetivación -entendida como la que permite singularizaciones en los
bordes de la formas más hegemónicas- (Guattari, 1996). El aquí ahora de la situación
grupal sería el espacio-tiempo que habilita -a través del intercambio entre los integrantes- el
acontecimiento dialógico cuestionador de la posición pasiva ante una supuesta realidad
dada e inmodificable.
22
terapéutico es hablar y por otra parte la molestia que significa estar ahí y no estar hablando,
es decir en silencio. Los diversos sentidos del silencio nos conducen a tomarlo como una
alternativa a los modos preestablecidos, y a considerarlo como un elemento comunicativo
al igual que los gestos y los movimientos corporales que operan como componentes
estratégicos del análisis de lo grupal. La palabra hablada aparece muy valorada desde la
riqueza que aporta al trabajo grupal en relación con la transformación del sufrimiento que
los aqueja, destacándose también como obstáculo cuando su circulación se ve limitada
debido a la apropiación que de ella realizan los otros. Visibilizando de este modo un sentido
productivo otorgado a la palabra, y al mismo tiempo dejando ver una resistencia que está
relacionada con una fantasía de homogeneidad, cuando se reclama la posibilidad de que
todos tengan el mismo tiempo asignado para hablar.
En otro sentido, se manifestó la vivencia acerca de la instancia grupal como aquella que
permite la catarsis, el “largar”, “uno larga y luego larga el otro”. Los actores plantearon que
el lugar de cada uno se reconoce en función de tomar o no la palabra haciéndose visible, en
ciertas ocasiones, la percepción del otro como interceptor, interruptor y generador de corte.
También apareció una referencia a la coordinación relacionada con la circulación de la
palabra como aquello que se habilita y se encauza y también -pensando en las relaciones de
poder que circulan en el espacio grupal- aquello que se autoriza o se reconoce.
El clima grupal también apareció articulado con una idea acerca del respeto por el
‘’tiempo’’ propio y de los otros y con la idea de compromiso. Asimismo el buen clima
aparece vinculado con una comodidad, que al tiempo que posibilita al intercambio sostiene
pactos implícitos que no favorecen el abordaje de las dificultades. Esto se ve cuando los
actores relatan la necesidad de anular las diferencias a los efectos de no “entrar en
conflictos”, agradar y concertar. Tal dimensión relativa a la anulación de las diferencias fue
visibilizada en varios momentos del análisis, lo que daría cuenta de que la heterogeneidad
como condición del trabajo grupal no siempre es bien soportada.
23
Otro componente asociado al abordaje del sufrimiento es el que tiene relación con la
cooperación como herramienta para la comprensión, aprendizaje y afrontamiento de las
dificultades, siendo dicha cooperación un vector relacionado a la posibilidad de la
consecución de la tarea. En este sentido, el proceso de análisis del material mostró que la
cooperación se sostiene dando lugar a lo paradójico y lo contradictorio que implica todo
trabajo de pensamiento, como herramienta para la incorporación de nuevos
posicionamientos ante el padecimiento. Se destacó también en este sentido la posibilidad de
dar lugar a la palabra del otro y demorarse en su decir, la que genera afectaciones y actúa
como resonancia habilitante de otros modos de pensar lo propio. El encontrarse entre otros
posibilita la emergencia de tensiones que muestran el estar envuelto en lo propio y
enredado en lo del otro, lo que implica reconocimiento, demora y respuesta,
construyéndose así un “nosotros”.
Los actores relatan que el grupo aparece como un lugar de tránsitos diversos, en tanto la
inhibición y la desconfianza se articulan con momentos de duda, y momentos de “irse
soltando”. La investigación muestra que los participantes reconocen un cambio de lugar en
el grupo así como nuevas formas de habitar el espacio. En la posibilidad de transformar los
modos de habitar aparece el otro como una oportunidad de evocar las propias experiencias,
produciendo variaciones en la elaboración de procesos propios. Se trata de una movilidad
relacional que implica un aprendizaje, particularmente asociado al desarrollo de la escucha,
que desmitifica la palabra como portadora de transparencia, y posibilita el descubrimiento
de diversos sentidos, donde lo grupal aparece como producto.
El encuadre grupal aparece como un elemento que genera un soporte en la perspectiva del
abordaje del sufrimiento. Dentro del encuadre, los actores destacan las reglas de
funcionamiento -explícitas e implícitas- como de importante incidencia en el cuidado del
espacio, y de las personas que lo integran. Se mencionan además de las explícitas (secreto,
restitución y abstinencia) reglas de carácter implícito: son las que ubican el lugar de la
coordinación como aquel que puede dar o no permiso para el trabajo terapéutico; esto tiene
relación con el relato acerca de que dicho trabajo en ocasiones sale del espacio concreto,
semanal, de una hora y media de duración. A pesar de no existir sanción explícita, de todos
modos la regla se instala en relación con una prohibición. Otra regla implícita está
vinculada con la relación que los integrantes producen en torno a la circulación de la
palabra y al tiempo de uso de la misma.
24
El lugar de la coordinación forma parte del encuadre en tanto habilita el despliegue de lo
singular, para que cada cual tenga la oportunidad de ir construyendo un recorrido en el
abordaje de su sufrimiento, en el espacio de lo colectivo. Varios movimientos caracterizan
la coordinación en este proceso. Por un lado, el desplazamiento del lugar de la autoridad
hacia un lugar que autoriza, mostrando algo del imaginario social en relación a la
coordinación y al lugar del terapeuta; esto señala la depositación de un poder en la figura de
la coordinación ligado a la producción de verdad. Tal desplazamiento hace posible el sostén
de condiciones propicias para la producción de nuevos sentidos, habilitando la palabra del
otro y su circulación. En ocasiones el lugar de la coordinación también se visualiza como
un estar invisibilizado, primando la escucha a la intervención hablada, lo que favorece que
los intercambios queden sostenidos entre los integrantes. De igual modo los actores
también relatan situaciones donde la intervención de la coordinación genera incomodidad o
desagrado, y en ese sentido es también productiva en tanto aparece la generación de
condiciones de posibilidad para la interrogación y la movilización.
Aparece un eje fundamental que tiene que ver con el cultivo de las diferencias. Dicho eje,
teorizado por E. Pichon- Rivière (1982) cuando propone que a mayor heterogeneidad entre
los miembros de un grupo, mayor homogeneidad en la tarea, se presenta como central en la
posibilidad de producir movimientos y transformaciones. El tránsito por el dispositivo
terapéutico está compuesto, en muchos momentos, por interrogaciones acerca del
lugar/espacio que cada persona puede tener en el grupo, así como reclamos de “mi tiempo
para hablar”, lo que se vincula con una forma de la resistencia que está en relación con las
formas subjetivas dominantes de la actualidad, donde el privilegio de lo individual reduce
el lugar para las producciones colectivas, de la mano de ideas hedonistas del estilo de “yo
valgo, yo primero”, que sostienen la tendencia a liberarse de las coerciones
sociales/grupales (Etcheverry, 2014).
25
Se destaca como relevante, dentro del dispositivo, el lugar que para los actores posee la
coordinación. Se podría afirmar que conviven al menos dos concepciones acerca de dicho
lugar: es capaz de habilitar la reconfiguración del espacio vital al mismo tiempo que genera
oposiciones y tensiones. Desde la coordinación se potencian según los entrevistados: la
propuesta de salida hacia otros “posibles” (Guattari, 2013), el sostén de espacios de
elaboración, la disposición para la construcción de recorridos propios, la realización de
síntesis que no cierran, el acompañamiento al despliegue de lo singular, habilitación y
promoción de la circulación de la palabra, la contribución a la reflexión, el
“descongelamiento” de sentidos cristalizados (movimientos de desnaturalización). En igual
dirección, la investigación hace visible la creencia ilusoria en el poder del coordinador en
su doble sentido: como habilitador (sostiene los intercambios, como sabe lo que pasa
también aporta a dar sentidos a lo que pasa) y también como obturador (limitando los
espacios de libertad en tanto ejercicio de poder).
La organización que sostiene al dispositivo también tiene relevancia para pensar en los
efectos de este último. Aparecieron entonces enunciados relativos al tiempo de espera para
ser atendido, que fue diverso dependiendo del momento del año en que la persona se anotó.
Según los relatos este tiempo de espera tuvo una varianza de entre un mes hasta un año y
medio. Los tiempos de espera mayores generan visibilidad acerca de “la espera”, que se
hace eterna en ocasiones, o que no necesariamente funda malestar. En cuanto a la gratuidad
del servicio se produjeron valoraciones positivas y apreciaciones acerca de la buena
calidad, y en este punto se explicitó algo del orden de un imaginario social de que lo
gratuito no es bueno.
26
En otros casos la gratuidad no fue apreciada como característica diferencial respecto a los
servicios pagos. La gratuidad también apareció fundamentada en una perspectiva de
derechos, elemento que en nuestro país tiene relación directa con las propuestas del SNIS
en referencia a la atención en salud mental. Otras derivas positivas del tema de la gratuidad
se hicieron visibles en la conexión con el hecho de que sea un servicio universitario,
mencionando que si la Universidad no tuviera este servicio quizás algunas personas no
podrían acceder a una atención psicológica. Asimismo los actores plantearon en varias
ocasiones cómo la posibilidad de venir a recibir atención psicológica está diagramada casi
totalmente por la gratuidad, lo que en ocasiones motivó a que la persona forme parte de un
dispositivo grupal a pesar de no haberlo considerado como una opción en primera instancia.
También aparecieron enunciados que cuestionaron el acceso al servicio, y de ahí se
desprende una significación que marca una atención para un determinado tipo de población
-la que no puede pagar-; esto es, para algunos se percibió como extraña la asistencia a
personas que podrían pagar por su atención psicológica. Por último se propuso la
posibilidad de difundir el servicio -en una perspectiva de derechos- a los efectos de ampliar
el acceso.
Otro elemento relativo a la organización y que tiene directa relación con el dispositivo, es el
que refiere a la recepción/derivación. Los actores manifestaron haber pasado por esa
instancia, en ocasiones, sin tener conocimiento de cómo iba a seguir el proceso, aunque eso
no apareció como obstáculo. En otras ocasiones, la entrada al dispositivo grupal se
describió como una especie de “resignación” en función de que no hubiera otras propuestas
de atención. Por otra parte, se valoró la instancia de la recepción en tanto dispositivo
“receptor” de las dificultades, así como la entrada al terreno del padecimiento; algunos
actores mencionaron haber experimentado en estas entrevistas de recepción un sentimiento
de bienestar, comodidad, y preparación para el espacio grupal.
Tomamos en principio la aparición de diversas señales que nos llevan a concluir en algunas
apreciaciones en relación a los objetivos del proyecto. Pensando en los procesos de
producción subjetiva, entendemos que el dispositivo implementado es habilitador de
procesos de aprendizaje sostenidos en la tensión singular-colectivo. A través de los relatos
de los actores visualizamos una concepción acerca de la experiencia grupal como creadora
de un saber generado colectivamente a partir de la elaboración de lo vivido. Esto a su vez
habilita el acceso a diversas significaciones y nuevos sentidos de aquello que los afecta,
generando la posibilidad de crear nuevos modos de acción. De este modo el espacio grupal
aparece como un lugar de producción-transformación debido a que permite pensar los
problemas que los aquejan, en el encuentro con otros que portan diversas miradas.
27
Remarcando la existencia de un clima grupal positivo que hace posible la cooperación y la
comunicación al momento de abordar las situaciones complejas que los atraviesan.
La expectativa del comienzo de acceder a una terapia individual se modifica durante el
proceso al experimentar los efectos de lo grupal, privilegiando este espacio como
experiencia transformadora. De este modo la pertenencia y permanencia en el espacio son
categorías claves en la valoración y resignificación de tal experiencia. Los actores también
hacen especial hincapié en el tiempo transcurrido para lograr dicha transformación.
El análisis realizado nos habilita a concluir que lo grupal como práctica transformadora es
una propuesta que permite la ruptura de los modos preestablecidos transformándose en
instrumento privilegiado de indagación e invención clínica. Como única recomendación
surge la relevancia de pensar los recursos disponibles para la atención, en función de una
demanda siempre presente para ingresar a los dispositivos grupales.
Por último, no nos proponemos realizar un cierre pues la intención que nos ha guiado es la
de apertura e interrogación acerca de lo que acontece en los grupos terapéuticos -modalidad
corredor terapéutico- en la búsqueda de sentidos que nos permitan continuar interrogando el
campo de lo grupal
28
Alzheimer y Psicoterapia- Capítulo 3: Berriel, F y Pérez Fernández, R. (2007)
Dispositivo psicoterapéutico en el campo de las Demencias Tipo Alzheimer. La
experiencia clínica. En: Alzheimer y Psicoterapia. Clínica e investigación.
Como veremos esta perspectiva estratégica resulta muy compleja y exigente, cuanto
estimulante a partir de sus resultados, tanto para el equipo profesional como para quienes
acuden a él. Para presentar este modelo de intervención psicoterapéutica, se hace necesario
volver sobre algunos de los temas abordados en el capítulo 1, pero no ya en cuanto a los
aspectos eminentemente teóricos, sino para analizar lo que se ha configurado como una
calle cerrada en el campo de la asistencia a pacientes que cursan una DTA: la
instrumentación de medidas terapéuticas.
Para resumir, podemos decir que esta perspectiva hegemónica es errónea si se considera
que puede dar cuenta cabalmente de las DTA, ya que un enfoque así de abarcativo conlleva
tres errores conceptuales que representan un callejón sin salida al momento de abordar la
enfermedad y a las personas, grupos e instituciones que, afectadas por la misma, demandan
atención. A saber:
b. Considera, como ya hemos planteado, que la DTA constituye una enfermedad individual
producida en sujetos que, a lo sumo, interactúan con otros. Esto es así también en los
enfoques que buscan integrar una perspectiva epidemiológica, ya que aún en ellos se elude
29
la pregunta sobre los procesos subjetivos (individuales y colectivos) que están involucrados
en la producción de un cierto tipo de funcionamiento psíquico y social que imbrican los
procesos ligados a la enfermedad antes, durante y después de la constatación de la
configuración de la misma.
a. La asistencia que se brinda a los pacientes con DTA y sus familias suele ser
prejuiciosa, básicamente por dos razones. Porque como recién veíamos, ofrece a los
pacientes, en su mayoría adultos mayores, y sus familias, un abordaje basado en una visión
prejuiciosa del envejecimiento, en tanto lo entiende en clave de declive, de donde se sigue
que la psicoterapia con adultos mayores se vea como algo superfluo o con pocas
perspectivas (Berriel, 2000). Y porque, al inscribirse en dispositivos institucionales de
atención que sitúan al paciente y en general al sujeto de consulta (familia, pareja, grupo) en
un lugar pasivo, se refuerza aquella visión prejuiciosa del envejecimiento.
30
profesional al campo de las DTA es la de esperar a que el arsenal de la investigación
financiada por el complejo tecnológico – industrial que le da sustento económico y social al
paradigma hegemónico dé, por fin, algunos frutos sustanciales. Este posicionamiento sin
duda ofrece un lugar relativamente confortable a los aportes de las disciplinas psi y a los
fenómenos por ellas estudiados y abordados.
Teniendo en cuenta los aportes científicos referidos, actualmente existe suficiente masa
crítica para conceptualizar las demencias degenerativas de tipo Alzheimer (DTA) como una
patología multicausal y multidimensional, que se manifiesta a nivel de los procesos
biológicos, psicológicos y sociales, donde el curso de la enfermedad dependerá
mayoritariamente de cómo se conjuguen estos procesos entre sí. Esta nueva forma de
concebir la patología toma distancia de la concepción de enfermedad individual, para
plantear que lo que enferma no es sólo el SNC, sino que enferman también la vida anímica,
los vínculos, las relaciones, la red social y las instituciones que incluyen/excluyen al sujeto
designado como enfermo.
31
Este enfoque, que hemos desarrollado en el Capítulo 1, recibe la denominación
de modelo multidimensional de las DTA. Concomitantemente a la formulación de ese
modelo, hemos construido un dispositivo de intervención psicológica que pretende articular
las dimensiones más comprometidas en la producción de la enfermedad, habilitando una
nueva perspectiva de intervención psicoterapéutica en la patología, en un campo donde,
hasta hace poco tiempo atrás, la Psicología se limitaba simplemente a medidas funcionales
de entorno.
El elemento central del enfoque que postulamos respecto a la psicoterapia individual es que
lo que va a estar en tratamiento no es un “enfermo de alzheimer”, sino un sujeto que se irá
produciendo en el curso del tratamiento, de manera que la DTA es sólo una de las
circunstancias de su historia individual, familiar y social. Tratamos a un sujeto que ha sido
diagnosticado como enfermo de Alzheimer, pero descentrándonos de tratar la enfermedad
para tratar al sujeto de consulta, que se configura en el curso del tratamiento. De ahí que la
psicoterapia psicodinámica con elementos tomados del psicoanálisis, de la psicología
social rioplatense (Scherzer, 1997) y del socioanálisis (Rodríguez Nebot, 2004) desde un
enfoque de clínica móvil.
32
DTA ha sido uno de los primeros hallazgos en el programa de investigación que venimos
desarrollando desde 1996 (Berriel, Leopold y Pérez, 1998). El fenómeno de la grupalidad
ha sido ampliamente estudiado en ambas márgenes del Río de la Plata (Berriel, 2004b) y en
otros ámbitos académicos, como un dispositivo de alto potencial en el campo de las
psicoterapias. La especificidad del dispositivo grupal (Del Cueto y Fernández, 1985) radica
en que en situación de grupo se producen fenómenos de índole psicológica que superan los
recursos de cada integrante, en cuanto a producciones imaginarias grupales, redes
identificatorias y transferenciales, juegos de roles, acontecimientos de transversalidad y
estrategias complejas de comunicación y cooperación.
Estos elementos son de alta complejidad para el manejo del sustrato afectivo, intelectual y
cognitivo que subyace al despliegue manifiesto de contenidos y dinámicas grupales pero, a
la vez, permiten contar con esos mismos instrumentos para el despliegue deseante y
enunciante en situación colectiva, circunstancia de la que las personas en situación de estar
diagnosticadas de DTA suelen estar excluidas casi en forma absoluta. Al representar un
medio exigente y estimulante de las habilidades sociales y comunicacionales, al aportar, en
la medida que avanza el proceso grupal, el continente y el estímulo afectivo de la
cooperación, este espacio se presenta como particularmente adecuado para el trabajo con
pacientes con DTA en sus estadíos iniciales y medio (GDS 4 - 5).
33
Por otra parte, este dispositivo permite no limitarse a un espacio de psicoeducación, sino a
elaborar colectiva e individualmente los obstáculos epistemofílicos (Pichón Rivière, 1985)
que estereotipan la forma de posicionarse ante la enfermedad y ante sí mismos.
Este modelo que venimos planteando se plasma por tanto en un dispositivo complejo
integrado a su vez por diversos dispositivos psicoterapéuticos. No se propone sustituir el
abordaje médico de la enfermedad, sino aportar dialógica, simétrica y omplementariamente
al mismo. Si se producen fricciones con algunos agentes ubicados en la perspectiva
tradicional de asistencia en el campo, siempre que las mismas puedan enfocarse hacia el
bienestar de las personas asistidas y no en el campo de una lucha por hegemonías
disciplinarias y campos profesionales, ellas son las lógicas y necesarias contradicciones
productivas que van implícitas en los abordajes múltiples.
34
Nuestro enfoque se define, por lo tanto, como multidimensional.
Eduardo, el hijo menor de la familia Sánchez, consulta porque su padre, ha recibido hace
ya un año el diagnóstico de “probable alzheimer”. Solicita atención psicológica “para
papá, porque la familia ha decidido brindarle toda la atención posible”. El Sr. Sánchez, de
82 años, es atendido por un médico geriatra. Lo que más preocupa a la familia, en
términos de Eduardo y su esposa, es que “papá está siempre con esas ideas de que quiere
volver a Toledo27 a ver a los padres y cuando la señora que lo cuida, que tiene orden de
no permitirle salir solo, se interpone, él ha llegado a ponerse violento con ella. Además es
como monotemático con esto de que quiere ir a Toledo, yo lo he llevado y mi hermana
también, pero claro, vamos, la casa pertenece a una familia muy amable que nos deja
pasar y todo pero cuando él ve a esa gente saluda, preguntan cómo andan y dice
que se quiere volver”.
El trabajo clínico en estos casos suele comenzar con un pedido de asistencia al paciente que
encierra la esperanza de una mejoría. Pero, ¿qué mejoría? Básicamente suelen plantearse
dos tipos de motivo de consulta en estos casos, motivos que suelen presentarse
combinados: una apuesta a que una técnica novedosa con el paciente pueda surtir algún
efecto de mejoría o enlentecimiento de la enfermedad; o bien una situación de desborde
familiar no ocasionado en general directamente por la DTA sino por lo que suele
denominarse trastornos psicológicos y conductuales (SPCD)
Una de las aristas centrales de esto lo constituye lo que hemos conceptualizado en términos
de dimensión institucional del diagnóstico (Berriel, Leopold y Pérez, 1998). Una vez
establecido un diagnóstico, y por ese solo hecho, un conjunto de transformaciones tendrán
lugar:
Cambios en el vínculo con el paciente: Quien hasta ese momento era el padre, la
madre, el cónyuge, pasará paulatinamente a convertirse en un objeto de cuidado, y en una
persona cuyas conductas pasarán cada vez más a explicarse a partir de la enfermedad que
padece. Estos nuevos roles comienzan a re – matrizar la realidad preexistente.
35
las relaciones interpersonales tienen lugar. Además, la formulación del diagnóstico, como
enunciado, tiene carácter performativo.
Esto es, constituye un acto de habla, da lugar a una realidad a partir del hecho de ser
enunciado en el contexto institucional y semántico en el que el diagnóstico se establece. En
cierto modo, alguien pasa a estar enfermo de DTA a partir de que el diagnóstico se
pronuncia y la realidad que de ahí en más tendrá lugar será en cierta medida producto de
ese pronunciamiento y no sólo de la realidad “objetiva” que da lugar a ese enunciado.
36
familia en la imposibilidad de hacer propio algo que está grupalmente sostenido … y que,
no obstante, lo afecta” (ídem: 123). En tal sentido lo grupal es psíquico.
Los procesos son largos y ello lleva a que sea difícil sostenerlos con el mismo
nivel de compromiso. En general el abandono del tratamiento, cuando tiene lugar, no se
produce a partir del paciente con DTA, el que suele mostrar gran adhesión al dispositivo,
sino de parte del cuidador principal. Esto puede pensarse a partir de la dependencia
psíquica mutua (Berriel, Leopold, Pérez, 1998) que se desarrolla a menudo y que configura
un vínculo que necesita que el enfermo permanezca exactamente en la misma posición
dependiente con la que llega a la consulta. Tómese en cuenta que más allá de los déficits
directamente ligados a la enfermedad, suele haber una sobre-disfuncionalidad como
consecuencia de este vínculo de dependencia psíquica mutua.
Aún con estos inconvenientes, el dispositivo funciona en la mayoría de las consultas en las
etapas iniciales y medias de la enfermedad, siempre que se atienda a la instrumentación de
los profesionales como equipo de trabajo y que la estrategia clínica de cada intervención se
maneje con la flexibilidad que requiera. Sin duda es mucho lo que queda por recorrer en el
desarrollo de recursos psicoterapéuticos en el campo de las DTA y otros trastornos
cognitivos graves. Pero el camino ha comenzado.
37
Gelencser, A., y Scherzer, A. (1979) Dinámica de las estrategias terapéuticas de
abordaje pluridimensional.
I. Abordaje pluridimensional
Nosotros pensamos que los conflictos de un sujeto están en relación con variables más
globales que comprenden, por lo menos, a su grupo familiar” y las instituciones por las que
atraviesa en su tránsito vital (3). O sea, que planteamos que su grupo familiar y las
instituciones delimitarán operativamente una globalidad más amplia por la que cursa la vida
de un sujeto y lo determina en la construcción de su subjetividad.
Abordaje Terapéutico
“Por lo que antecede es que nosotros realizamos nuestra intervención terapéutica sobre la
situación emergente que apunta al discurso y a la actuación (hacia la comunicación en un
sentido más amplio) que sirve de puente, de pasaje, hacia el desarrollo sobredeterminado”
de la dinámica grupal “que trasciende y va más allá de lo empírico e individual.” Esto
recorta nuestra diferencia de enfoque con otras escuelas en donde el manejo
comunicacional e interaccional no está relacionado con el plano latente familiar.
“Partiendo de Freud, quien a través de las series complementarias relacionó varios tipos de
causas recíprocas en la aparición del trastorno mental individual, Pichon Rivière habla de la
noción de policausalidad (o sea multiplicidad de causas), instrumentando por ello un
abordaje terapéutico pluridimensional que tiene como objetivo cubrir lo más exactamente
posible a las múltiples dimensiones etiopatogénicas de los conflictos “psicopatológicos” y
la diversidad de las áreas de expresión de los mismos (mente, cuerpo, mundo exterior).”
38
“El enfoque pluridimensional permite reconstruir parte del contexto en el cual cobra otro
sentido la organización de la clásicamente llamada ‘enfermedad mental’.
Para nosotros, parte del trabajo estaría dado en delimitar, lo más exactamente posible, cuál
es ese otro contexto al cual nos vemos enfrentados, lo sepamos o no, lo podamos abordar
técnicamente o no, cuando estamos con un ‘paciente’.
“Es decir, que aquí se movilizan, ya no meramente aspectos teóricos y técnicos vinculados
a la psicopatología individual, grupal, familiar, etc., sino problemas institucionales,
epistemológicos, frente a los cuales esperamos tener la oportunidad de polemizar,
cuestionarnos y discutir.”
“Como se ve, nuestra direccionalidad apunta hacia una elaboración del contexto latente,
esto es nuevo, (que late y que se puede tornar “visible y palpable”) y no sólo hacia lo
explícito, ni a lo fenomenológico-descriptivo como meta final del trabajo psicológico.”
“Por eso instrumentamos las estrategias terapéuticas de un caso clínico hacia un lugar que
está más allá de los sujetos, más que en el inconsciente “individual”: en la latencia de las
configuraciones psicopatológicas.
Espacio en realidad virtual, expresado en un polo, el del emergente, y con otro polo: el de
su relación con la dinámica latente. Por eso, la orientación de la intervención en el proceso
terapéutico sigue la línea de los emergentes considerados en su causalidad recíproca.
Queremos decir que seguimos pensando al emergente como el momento del discurso grupal
que surge como parte de la problemática latente expresada a través de la comunicación y
metacomunicación de los sujetos involucrados en una tarea y una finalidad común, de cuya
intencionalidad da cuenta la sobredeterminación reglada de las contradicciones, conflictos y
el contexto en juego.”
Para lograr estos objetivos y comprender mejor la utilización de estos recursos aplicamos
una noción técnica proveniente de nuestra experiencia clínica, a saber, la diferencia entre
Psicoterapia Asociada y Psicoterapia Combinada.
39
Estas denominaciones fueron planteadas, en 1975, en un trabajo denominado “Diferentes
formas de participación de los padres en la psicoterapia de niños”, reformulado y publicado
en el libro “La Familia” (Tomo II), “Diferentes formas de participación de los padres y
personas significativas en la psicoterapia de niños y adolescentes”.
Algo de historia
A través de las vicisitudes de los procesos terapéuticos se fueron constatando que diversos
problemas surgían, particularmente derivados de la desconexión entre los terapeutas
participantes, cuyas actividades sólo coincidían en la simultaneidad temporal en la que se
desarrollaban las respectivas psicoterapias. La concepción psicopatológica se fue
ampliando, modificándose, pero los recursos técnicos de Psicoterapia Asociada no eran
suficientes para tales fines. Fue el punto en que apareció la Terapia Combinada.”
“Diversos problemas surgían entre los profesionales participantes y con los pacientes
(confrontar Terapia Combinada o Asistencia Combinada I (4), 1972), que nos fue llevando
a comprender que eran originados por una no explicitación de enfoques terapéuticos, por la
ausencia de una integración en un equipo terapéutico.
Pasamos, a raíz de ello, a una combinación de recursos técnicos con vistas a un objetivo
común. Combinación en el sentido de la química: unión indisoluble ya entre los recursos,
logro de un efecto nuevo a raíz de esa unión.
40
La configuración disfuncional se ampliaba en el abordaje concreto: no era más exclusiva y
aisladamente individual.
“La estructuración dinámica del campo no la explicamos solamente por una dinámica
individual, sino que el abordaje de los sujetos empíricos involucrados da cuenta de las
fuerzas en juego a través de ellos, y de otros fenómenos comprendidos en el abordaje
pluridimensional, como ser: la inscripción de los factores culturales y sociales en el
inconsciente individual, la ideología familiar (los mitos de la “estructura” latente del grupo
familiar), los factores institucionales.
Así, como vimos, abordamos diferentes situaciones de acuerdo al caso clínico en juego.
En nuestra experiencia, algunas veces, fue conveniente iniciar el tratamiento con una
psicoterapia individual, pasar luego a una psicoterapia familiar y luego a una psicoterapia
de pareja. Otras veces, lo indicado fue comenzar con una psicoterapia familiar para pasar
luego a psicoterapia individual de uno de los integrantes, particularmente de niños y
adolescentes, y derivar a psicoterapia de pareja a los padres.
“Otras veces, comenzamos con una psicoterapia individual combinada con psicoterapia
familiar y psicofármacos, particularmente con pacientes psicóticos (Asistencia Combinada
II).
41
Podríamos así, seguir desarrollando distintos enfoques técnicos con los cuales abordamos
distintos casos clínicos que, en este momento, preferimos no transcribir por razones de
tiempo y porque han sido y serán objeto de otros trabajos.
Lo que sí diremos es que los pasos estratégicos mencionados obedecen a una teorización
determinada y a recursos técnicos subordinados a ella, que fuimos desarrollando en
distintas comunicaciones científicas desde 1971 a la fecha. No constituyen pasos
arbitrarios, “caprichos técnicos” sino una comprensión desde una perspectiva
pluridimensional que requiere la utilización articulada de diferentes técnicas
psicoterapéuticas.
No alcanza con tener una sólida formación psicoanalítica para lograrlo, ni tampoco una
sólida formación como psicoterapeuta grupal, ni aún como psicoterapeuta familiar. Es
menester una integración particular de varias disciplinas sustentadas por una base
epistemológico-metodológica coherente con la concepción pluridimensional, que permita
un uso pertinente de los recursos técnicos.
Las limitaciones de otros enfoques en esta perspectiva lleva a que algunos autores se
planteen dilemáticamente, como alternativas excluyentes, psicoanálisis (o psicoterapia
psicoanalítica) individual o terapia familiar.
“Las indicaciones precisas fueron hechas, entonces, después de evaluar en el caso clínico
las posibilidades de los pacientes: culturales, intelectuales, económicas; la disponibilidad
de los técnicos, el esquema referencial, los horarios y las variables institucionales (cuando
era efectuada en la práctica hospitalaria, sanatorial, mutual o de otra índole).”
“Para nosotros, los elementos que de alguna manera abarcan los límites del conjunto y la
articulación de los factores involucrados en él, estarían dados por;
1. El grupo familiar.
42
2. La familia extensa ( o sea aquellas personas significativas que intervienen en la familia
y no sólo por los individuos que la componen).
3. La especificidad de los mecanismos de la latencia grupal familiar, distintos de aquellos
mecanismos inconscientes individuales abordables y descifrables en la dinámica latente.
4. Los pasajes de un subgrupo a otro y la transformación de los mismos.
5. Los conflictos condensados, desplazados y actuados en el síntoma que se manifiestan en
los emergentes.
6. Las seudotransformaciones y posiciones defensivas adoptadas y actuadas por el grupo a
través de seudorrotaciones de conflictos, ansiedades y roles, posturas “como si” producto
de la racionalización y el formalismo que aluden a un seudocambio.
7. La organización de las contradicciones en las cuales el conflicto dominante no toma,
por momentos, correspondencia entre su apariencia y las instancias involucradas en el
mismo.”
“Los obstáculos teóricos y técnicos para explicar ciertos fracasos terapéuticos por parte de
las concepciones psicopatológicas individualistas, nos llevó a plantear una nueva
dimensión, una problemática nueva, para cuya aproximación necesitamos un planteo
instrumental y estratégico distinto, en el cual los recursos técnicos, agotados en la
exploración vertical, aborden esta nueva dimensión de forma tal que no sea una
reproducción analógica de la ideología ni de la técnica individual y que explique los
mecanismos en juego”.
Sin embargo, por ahora en los comienzos de esa delimitación, sólo podemos dar cuenta de
algunas de sus características, desde el campo de la llamada ‘patología’, a través de los
emergentes que plantean y conformarían las aristas y contornos de esa dinámica latente,
conjuntamente con los determinantes institucionales y sociohistóricos que atraviesan el
campo de análisis.
Como corolario de ello, nos hemos planteado diferentes pasos en los tratamientos de
abordaje pluridimensional .
En ese enfoque, nuestro punto de vista parte de una globalidad situacional, grupal, de un ser
social, cuya articulación con el grupo conforma parte de las vicisitudes de la técnica
operacional.
43
Rodríguez Nebot- Clínica Móvil
Es una operación epistemológica que tiende a separar al sujeto del objeto, es más, no da
cuenta de la implicación del observador que realiza una operación sobre el objeto y redunda
inevitablemente en su transformación. Dicha transformación implica necesariamente el
acomodamiento del sujeto y del objeto y viceversa del objeto sobre el sujeto. Esto lleva a
entender, a las clínicas como operaciones de corte muy complejo, y tienden a producir un
efecto de transmisibilidad. Por transmisibilidad, se garantiza un saber, un saber sobre otro,
un saber sobre el sufrimiento y el dolor, de aquella persona que llegando a nuestro
consultorio o a nuestra clínica privada o pública realiza una abreacción, una descarga, en
suma una demanda, un pedido de alivio.
Estos dispositivos que denominamos sedentarios tienden a tratar de hacer pasar a los
pacientes por determinados lugares prefigurados, prearmados y que de esta manera van a
dar siempre, los mismos resultados, dentro del universo simbólico al cual están adscriptos.
Es por eso que la clínica no es una sola sino son muchas, pero no son muchas solamente
porque hay una transformación de las subjetividades en el contexto de las psicopatologías
actuales, sino que también son muchas porque el acto clínico es una operación sumamente
compleja de investigación, de elaboración teorética, de principios de regulaciones de
encuadres y dispositivos y de encuentros con el sufrimiento humano. En este sentido la
clínica se transforma en un constructo que tiene al sufrimiento psíquico por base y a su vez
una elaboración teórica que da cuenta o intenta dar de un posible devenir, o de una posible
respuesta ante la pregunta de aquel que sufre.
44
Las clínicas sedentarias son aquellas que refuerzan los circuitos del poder del imaginario,
que refrendan y que potencializan una repetición, la estereotipia, y permiten por su acción
tecnológica categorizar a los sujetos sufrientes, dominarlos en una suerte de violencia
simbólica y que promueven encierros reales, concretos o simplemente encierros
discursivos, tautológicos, que en última instancia no ayudan en nada a los propios pacientes
o a aquellos que sufren y que reclaman con su dolor algún tipo de alivio, algún tipo de
ayuda. Las clínicas sedentarias en realidad basan su potenciación en esta suerte de
naturalización de la estereotipia y la repetición, con lo cual el análisis es un imposible.
El psicoanálisis como práctica terapéutica ha devenido sedentario y tiende a repetirse al
infinito, no hay escucha, no hay trabajo interpretativo, lo único que hay es una suerte de
hermenéutica que refrenda a si misma en una especie de tautología al infinito.
El tiempo libre se ha transformado en una verdadera industria que sobre estimulando a las
subjetividades planetarias lo único que hace es exacerbar el propio consumo, con lo cual
uno se consume en tiempo libre y se consume en tiempo productivo.
Cuando el paciente habla y nos relata sus síntomas, en última instancia está dando cuenta
de un problema, como dice Deleuze, plantear el problema no es simplemente descubrir, es
inventar.
Hemos abandonado esa epistemología causal en donde hay un factor que origina los
problemas, sino que al revés, son muchos problemas que originan otros problemas, estamos
en un terreno de policausalidades y de complejidades en donde la fuerza de la palabra
interpretativa es una gestión de articular diferentes planos lógicos productivos que no
guardan una coherencia entre si, sino que la característica esencial es la incoherencia.
45
En los últimos años a partir de diversos trabajos de autores que hemos mencionado y otras
formas de modelos de abordaje: el tema de las redes sociales o de las terapias en red
Elkaim, Dabas, etc. lo que se puede visualizar es la potenciación creadora que tiene el
hecho de no quedarse agarrado como psicoterapeuta a una técnica específica sino al manejo
de múltiples técnicas.
Esto lleva a la noción de caja de herramientas instalada por Foucault en la década de los 70,
a partir del análisis genealógico en la conferencia que da sobre Nietzche. Este enfoque
permite distinguir lo que son modalidades sedentarias a nómades. Lo nómade proveniente
de Guattari y Deleuze, es una forma de ser, de devenir ser en un plano de fuga y transito, de
senderos que permanentemente determinan rutas, ya que lo nómade se apropia de un
sistema de tránsito, no de un espacio territorializado sino de un efecto de
desterritorialización en donde lo que se especializa en realidad es una ruta, un sendero. De
esos senderos es lo que son las clínicas actuales.
En este sentido, la clínica debe ser móvil, no nómade, porque nómade implica la
articulación de un tránsito ya prefigurado. Pensar la clínica nómade es pensar a nuestro
entender también desde un punto de vista prefigurativo y preformado. Es por eso que
pretendemos hablar mejor de lo que es una clínica móvil, transhumante y en tránsito. Por
clínica móvil entendemos una clínica no desarrollada, no taxonómicamente desarrollada ni
genéticamente desarrollada, sino que por el contrario una clínica en vías de desarrollo y de
posible inscripción en la medida que se adosa a problemáticas subjetivas y va pudiendo
desarrollar micro espacios en las estructuras mentales que permitan el desarrollo de una
reflexión o el desarrollo posible de una potenciación del devenir. En este sentido se trabaja
con un esquema multiterapéutico y con la articulación de diferentes referentes teóricos y de
articulaciones tecnológicas diferentes, puede ser el psicodrama, sociodrama,
esquizoanálisis, psicoanálisis, psicología social, teoría de los grupos, las concepciones de
Pichon, las dinámicas de grupo de Lewin, etc. la clínica móvil implica entonces la
construcción de un modelo de estructura cartográfica. No hay un centro monocausal. El
mapa cartográfico no tiene centro, es una red, y esto permitiría entonces que el punto de la
demanda contempla un nodo de la red, y ese nodo tiene una serie de hilos de estructuras
causales que deben de ser analizadas y deben de ser desarrolladas por un trabajo, es muy
semejante a la epistemología dialógica y o intertextual inaugurada por M. Bajtin.
El nodo se caracteriza por lo siguiente: contiene una res-extensa, que se demarca a partir de
una serie de pautas de conexión de los siguientes elementos construyendo un territorio de
existencia: a- una población, b- instituciones y organizaciones, c- un universo simbólico
consistente –discursos políticos y folklóricos y c- discursos y prácticas vinculares.
Esto implica que cualquier artefacto técnico, sea una terapia grupal, familiar, puede de
pronto devenir en otra cosa, una familiar puede devenir en pareja, una de pareja en conjunto
de parejas, una de conjunto de parejas en estructuras de técnica multifamiliar, una de
multifamiliar en una técnica de articulación de trabajo institucional y viceversa.
Los tiempos reales del encuadre no tienen que ver con las temporalidades de la
subjetividad, sin embargo contratamos por tiempos reales, la resolución del conflicto de las
diferencias de tiempos, es resulta por el ajuste permanente de los agentes implicados ene l
46
proceso. Por eso nuestra clínica está basada fundamentalmente en los emergentes de la
producción de acontecimientos que provocan un devenir.
Nosotros entendemos que la psicoterapia es un arte- sanía, en donde lo que se juega es una
artesano- hay un aspecto de la invención del propio psicoterapeuta y hay un aspecto de la
potencialidad creadora del conjunto de los pacientes.
Se trata de producir agenciamientos de los espacios necesarios para que los actores
produzcan su realidad social y su devenir, en suma de tratar de construir una esperanza
posible de un mundo posible, o sea alcanzar no un deseo arquetípico- antiguo-
presentificado, sino de construir un deseo inmanente pleno que libere el desarrollo de las
potencialidades de cada una de las personas que integran estos conjuntos de trabajo. En
suma el trabajo clínico no es una clínica, no existe la clínica, sino el trabajo clínico como
proceso de producción en donde lo que se juega es no solamente el sufrimiento, sino que
también se juega la esperanza de ese mundo posible.
47
Módulo 4
Éste es un primer aprendizaje rico y curioso: los trabajos de psicología social comunitaria
latinoamericana –o de áreas afines- que conozco trabajan más con participación
comunitaria, con la solución de necesidades colectivas (ambientales o sanitarias, de
educación, salud, autoconstrucción, transporte, tierra, contención de la violencia etc.) y con
la producción grupal para generar empleo e ingresos (a través de trabajos de costura o
retazos, venta de comida, confección de artesanía, agricultura, entre otros). La dimensión
afectiva, a pesar de estar presente, no siempre es trabajada como eje primordial del trabajo
psicosocial comunitario (León y Montenegro, 1998).
48
personal es político, que es necesario reivindicar lo corporal y lo afectivo, colocando entre
paréntesis un sistema moral y científico que descansa en la racionalidad (Phoca y Wright,
1999). Esto, lo personal-político, lo corporal y lo afectivo, se reivindica en el día a día con
las mujeres de Ciranda, mujeres marrones, blancas y mestizas, de clase trabajadora, entre
20 y 50 años, todas con hijos (menos una adolescente que entró hace poco) y ayudando a
cuidar a otros hijos, todas involucradas de una u otra forma con el trabajo comunitario
afectivo.
Haraway también viene de las llamadas “ciencias duras”: es bióloga, estadounidense, y dice
trabajar en la “barriga del monstruo” (Haraway, 1999). A partir de esa experiencia, critica
contundentemente la epistemología realista que dice que la realidad está fuera de quien la
observa, que “está allí” independientemente del observador y que es posible aproximarse a
ella metodológicamente, con procedimientos objetivos y medibles del método científico.
Critica la neutralidad sin compromiso y dice que ella no sólo se encuentra en el realismo,
sino en el relativismo también.
49
ayude a poner límites, a asumir limitaciones y a pedir ayuda: “donde yo no llego, llegan los
demás”. Esa entrega es una conexión parcial, politizada, construida.
En este curso de danza, además de conversar cotidianamente sobre cómo está la propia
vida, la comunidad y los proyectos, en dos ocasiones hablé con mis alumnas sobre las
anotaciones que sirvieron como base de este artículo. En psicología comunitaria eso suele
llamarse “devolución sistemática de la información”, pero ese nombre suena seco y distante
al compararlo con la riqueza de esas conversaciones y lo mucho que me hicieron pensar en
relaciones de poder que podemos estar ejerciendo y que, de tan cotidianas, resultan
invisibles.
Durante la primera conversación, ellas destacaron cuatro elementos que le daban sentido al
curso al punto de “haber comenzado como unas clasecitas de danza y haberse vuelto la
actividad más importante de los sábados”. Éstos fueron: “complicidad”, “respeto”, “poder
reclamar” y “esto no es terapia, pero se parece, sólo que es alegre”.
Quejarse indicaba que hemos construido el curso como un espacio de desahogo de miedos,
preocupaciones, dudas y reclamaciones sobre actitudes machistas de los maridos;
dificultades en la relación padres-hijos, que es una dimensión que continúa más al cuidado
de las mujeres y ellas se quejan por eso; conflictos en la comunidad –cuando los hay- por
violencia, uso abusivo de drogas o tráfico. Aquí es pertinente recordar a Arango (2003)
cuando dice que no hay distancia entre la estructura social y la vida afectiva y recomienda
que estudiemos de qué formas una se manifiesta en la otra. Estos conflictos cotidianos están
situados en un lugar específico, pero también se trasladan a otros lugares. El machismo, las
dificultades en la relación padres-hijos, la violencia, el uso abusivo de drogas y el
narcotráfico no se restringen a las zonas pobres de Brasil o de Latinoamérica: atraviesan
diversas clases sociales en sociedades de los llamados Primer y Tercer Mundo. En ese
sentido, trabajo con una visión crítica de formas de poder, dominación y control que
atraviesan nuestra cotidianidad.
Las políticas públicas de educación, salud y seguridad social son derechos que debemos
reivindicar y profundizar. Sin embargo, es impactante ver cómo tanta gente va a educar o a
“hacer intervención social” creyendo que lo está haciendo muy bien y sus acciones pueden
generar tantos efectos perversos. Como dice Montenegro (2001), un peligro de trabajar con
intervención social es suponer que ésta es buena por definición. Al escuchar a mis alumnas,
estuve más segura de que lo que quería hacer profesionalmente – y escribir en este artículo-
era ponerle un amplificador a estos comentarios y que muchas personas que trabajan con
proyectos sociales los pudieran escuchar. Más que escudriñarles la vida a las alumnas
50
analizando lo que dicen y hacen, quería dirigirme a quien trabaja en psicología comunitaria
y áreas afines para ver hacia adentro y repensar lo que hacemos.
Después de escuchar estos duros argumentos que hemos ayudado a construir formando
profesionales o “interviniendo” directamente, propongo reflexionar sobre los principios
teóricos y prácticos de la psicología comunitaria a partir de aportes de la “cotidianidad
activista” y de la “cotidianidad académica”. Desde la “cotidianidad activista”, reivindico lo
que estas alumnas me enseñan, así como las lecciones aprendidas con personas de otros
colectivos rebeldes (algunas de ellas relatadas en León Cedeño, 2006, 2007). Desde la
“cotidianidad académica”, reivindico la epistemología de Haraway y el trabajo teórico-
metodológico de Spink, que defiende la importancia de estudiar lo cotidiano, de revisarlo y
de alterarlo, porque es allí donde transcurre nuestra vida (Spink, 2008). En la dimensión
cotidiana es donde puede aparecer lo que es casi invisible; es donde podemos ver si día a
día estamos ejerciendo prejuicios como los mencionados por las alumnas, construyendo a la
gente de las comunidades populares como “personas en falta” y a nosotros(as) como
profesionales “en sobra” (Montenegro, 2005); es donde podemos revisar todos los días
nuestras pequeñas acciones.
Para Spink (2007, 2008), entonces, el conocimiento generado por la psicología social es un
conocimiento más y no un conocimiento especial, ni mucho menos superior, “en sobra”.
Construye saberes junto a otros, conversando, pasando tiempo juntos, conviviendo,
debatiendo, actuando. Esta posición es afín a la de Haraway, cuando dice que conocer se da
gracias al contacto o conexión parcial con otras posiciones, trabajando juntas en lo que nos
afecta de este encuentro y construyendo así un conocimiento localizado, una objetividad
encarnada, posicionada
51
sistemática de la información), pensando en su cotidianidad y enraizándolas en el cuerpo
para hacerlas cada vez más libertarias.
Para avanzar en este sentido, Peter Spink argumenta que puede ser mucho más útil trabajar
fortaleciendo las iniciativas que ya hay en vez de dedicarnos a crear grupos nuevos, que en
teoría podrían ser muy buenos, pero que nadie del lugar pidió (y crear grupos nuevos es
algo que los(las) psicólogos sociales y otros profesionales del área social tenemos por
costumbre). Para trabajar de manera más útil -y enraizada, diría Keleman-, Spink propone
pasar un buen tiempo conociendo lo que hay: el lugar, sus organizaciones, sus iniciativas
formales o informales, sus formas de funcionamiento, sus maneras de hablar, las personas
que viven o trabajan allí, sus historias y acciones, sus deseos y necesidades. Esto último
puede ayudar a redescribir la “constitución del equipo” que va a trabajar, porque que a
veces sí es pertinente que sea negociado e instituido, pero a veces ya está constituido (o se
formaliza para “incluir” al agente externo o “contentarlo”) y otras veces es una iniciativa
mucho más informal y difusa que la “constitución del equipo” propuesta en la psicología
comunitaria.
No pretendo que todos los psicólogos comunitarios tengan que bailar, ni mucho menos,
pero sí me interesa destacar la dimensión corporal que ha comenzado a ser rescatada en la
psicología social apenas a partir de mediados de los años 90. Me interesa que, cuando sea el
caso, se pueda considerar la danza como una posibilidad de trabajo y no como una
actividad menor, banal o meramente recreativa. Es vital defender la danza y la
conversación como dos momentos del mismo proceso y concretar la “traducción” de lo que
la danza nos trae para que vayamos aclarando lo que nuestros movimientos y gestos nos
expresan y lo que la danza nos puede proporcionar.
52
convivir más. Es la sensibilización de todos los involucrados(as) y se da de formas distintas
para cada quien, formas que necesitamos expresar y escuchar, y hacemos eso conversando
a medida que actuamos juntas cotidianamente.
Quiero una Psicología Social desde la entrega, desde las conexiones parciales, desde la
acción conjunta; una psicología libertaria que busque la transformación social que es
también personal, que se enraiza en el cuerpo y en lo cotidiano, en las formas como
conversamos, escuchamos y sustentamos físicamente las consecuencias de nuestras
palabras. Y los principios psicosociales comunitarios nos ayudan, más aún revisitados una
y otra vez; pero los tres principios metodológicos del trueque constructivo atraviesan toda
esta discusión; los sigo y pueden parecen obvios pero aquí son fundamentales: ayudar sin
estorbar, trabajar por intercambio y ayudar a fortalecer la red afectiva de los colectivos
hasta donde ellos juzguen pertinente. Si escuchamos a la gente con quien trabajamos, ellos
nos indicarán cómo podemos trabajar de forma ética y útil para crear cada vez más espacios
de vida intensa y resistencia.
53
Martínez Guzmán Cambiar metáforas en psicología social de la acción
pública: de intervenir a involucrarse.
Intervención como dispositivo discursivo para concebir y organizar la acción, escape casi
por completo a la problematización y la revisan crítica. Intervención a través de los lentes
de la metáfora y analizar sus implicaciones para la concepción y construcción de las
practicas a las que se refiere.
Involucramiento como metáfora que se aleja del sentido interventivo de la acción y abre
espacio para pensar de distinta manera la acción social en tres aspectos: la posición del
profesional/investigador ante el escenario social, la relación entre los actores, y la
concepción el conocimiento y la acción en un proyecto de transformación social.
Involucatamiento como una metáfora que sugiere distintas lógicas e acción y moviliza
presupuestos teórico y metodológicos que se alejan del determinismo y la univocidad
presente en la idea de intervención.
Montenegro, define intervención como “un conjunto de prácticas que buscan incidir en un
estado de cosas para transformarlo a partir de la demanda hecha desde algún ente social que
expresa un descontento con el estado actual de cosas”.
la metáfora puede definirse como una figura lingüística en donde una cosa es comparada
con otra implicando que una cosa es la otra, cono el caso de “la laguna es la ventana a la
tierra”. A menudo su función consiste en comunicar lo desconocido mediante su
transposición en término de lo conocido.
54
La metáfora y la acción mantienen íntimos parentescos. Cuando alguien construye una
metáfora está literalmente haciendo algo.
Los conceptos metafóricos son asociaciones sistemáticas entre dos dominios, uno conocido,
estructurado o manipulable (origen) y otro desconocido, no tan estructurado o no
manipulable (destino).
Ejemplo: “las criticas dieron justo en el blanco” de derivan de la metáfora de una discusión
es una guerra. En esta metáfora el dominio de origen es “guerra” mientas que el dominio
meta es “discusión”, el primero le concede sentido y estructura al segundo.
Si las metáforas son dispositivos para producir conocimiento y vehiculizar la acción,
entonces su análisis es una buena oportunidad para dar cuenta de lo que podríamos llamar
la dimensión instituida del concepto metafórico de intervención.
Intervención social. Suele decirse que debe realizarse un diagnostico social, que hay que
evaluar el resultado de los programas, realizar un análisis de las circunstancias y los
recursos, establecer un diseño de tratamiento y dar un seguimiento adecuado.
Para trabajar sobre el problema o necesidad que precisa análisis e intervención, tenemos
que definirlo en términos de conductas problema, establecer indicadores para evaluarlo y
analizar la pertinencia de esos indicadores. Definir operativamente el problema es
describirlo en términos de las variables relevantes que lo componen, que nos permitan su
media, manejo y/o su tratamiento.
55
La causación proviene de la experiencia cotidiana de la manipulación directa. Esta
experiencia consiste en acciones cotidianas como activas un interruptor, abotonarse la
camisa o cerrar una ventana.
Es posible evidenciar esta relación trazando un paralelismo entre a) las propiedades que
caracterizan las manipulaciones directas prototípicas y b) la lógica de acción asumida
comúnmente en el significado de intervenir en un escenario social.
En la intervención social, hay una implícita distinción entre interventor (agente) e
intervenido (paciente); deben estar claramente diferenciado para fines de que la metáfora
funcione.
“se puede definir la intervención social como la acción que se realiza sobre personas y
grupos con la intención de producir una mejor”
Catacresis: una figura que consiste en utilizar metafóricamente una palabra para nombrar
un conjunto de experiencias que carecen de concepto ej.: pata de mesa
La intervención con una tecnología de gobierno: mecanismos, estrategias y procedimientos
utilizados para hacer efectivo un campo de poder, orientadas a producir efectos
determinados en la conducta de otros, de los intervenidos.
56
Lewin, campo nos sugiere aproximarnos a las situaciones sociales buscando comprender las
diferentes fuerzas actuando en su entorno y en un contexto más amplio, sean estas
psicológicas o no.
Esta interioridad del sujeto profesional/investigador y del resto de los actores involucrados
no es identitatia: no se refiere a la pertenencia. Asumir que formamos parte de una red que
conforma el escenario social no significa asumir que los actores son homogéneos. La red no
los homogeniza.
Cuando decimos que “uno se involucra con alguien”, que e “nos hemos involucrado en
algo”, no estamos diciendo que estamos asistiendo a alguien o conduciendo algo.
Involucrarse nos sugiere más bien un “tener que ver con”
57
En el campo de la intervención social se han desarrollado discursos y prácticas que
buscan la transformación de situaciones que son definidas como problemáticas. Los
agentes como técnicos, políticos y profesionales, a partir del conocimiento científico y
técnico, deben identificar cuáles son aquellos elementos de la sociedad que se erigen
como problemas sociales, encontrar maneras en las que estado puedan ser resueltos.
Como se definen los problemas sociales.
Para la perspectiva que propone que un problema social surge cuando grupos de presión
definen algo como problema. Según esta definición son necesarias ciertas condiciones
para que algo sea erigido como problema social.
Para estas dos posturas las condiciones sociales son externas al conocimiento que podamos
tener de ellas. En el primer caso, estas condiciones pueden ser definidas a parir del
conocimiento objetivo y en el segundo caso, estas condiciones pueden ser erigidas como
problema por la conciencia de un grupo social influyente. En ambos casos la definición está
hecha desde un grupo social que valora una condición dada como problema, bien sea
científicos (conocimiento objetivo) o grupo social (conocimiento relativo a intereses).
58
Ambos parten del supuesto de que las condiciones sociales están en la realidad y que es
posible determinarlas, conocerlas y tener conciencia de ellas como problema, la diferencia
fundamental solo se expresa en que grupo social la propone como relevante en un momento
dado y en la influencia que pueda tener este grupo social en movilizar recursos para su
solución.
Las perspectivas participativa, sostienen que lo problemas sociales son producto de las
relaciones de asimetría presentes en la sociedad. La explotación de los seres humanos en el
sistema capitalista es el problema social fundamental al cual apelan estas posturas.
Las perspectivas participativas no se plantean una transformación radical del sistema, sino
intervenciones con grupos y comunidades para lograr su concientización y su participación
en los asuntos que eles aquejan. Aunque el problema se ubica en la totalidad de la sociedad,
la solución está situada en ámbitos concretos de dialogo entre quienes intervienen y quienes
son intervenidos.
La representación de la realidad
Vivian Burr hace un recuento de las premisas fundamentales que sostiene el
sociocontruccionismo:
1. Una actitud critica hacia el conocimiento dado por sentado.
2. La especificidad histórica y cultura del conocimiento.
3. Que el conocimiento es sostenido por los procesos sociales.
4. Que las descripciones o construcciones del mundo sostienen algunos patrones de acción
social y excluyen otros.
59
A partir de esta combinación se define qué e, en momentos y contextos específicos, lo
norma y lo anormal, lo saludable y enfermo, lo correcto e incorrecto, lo susceptible a
cambio y lo que debe mantenerse tal como está.
La legitimación propia del conocimiento científico permite definir tanto la “otredad” como
los “problemas sociales” a los que se debe atender a través de la intervención social. La
intervención social, por tanto, produce efectos de control y domesticación de desviaciones.
60
La delimitación de qué es un “problema social” se dará en el seno de las conexiones
parciales que permitan desde puntos nodales específicos, construir condiciones como
problemáticas o dignas de cambio, la acción de definición, en estos términos será un asunto
político.
1. Un efecto de critica a las formas de definición de “problema social” como algo que está
en la sociedad y que puede ser conocido a través de tecnologías propias del conocimiento
científico utilizado por parte del equipo interventor.
2. Para proponer una manera alternativa de entender los problemas sociales; a través del
concepto de articulación que implica normas de definición en el seno de la relación entre
diferentes posiciones de sujeto que configuran, en un momento dado, algo como digno de
transformar y se movilizan hacia acciones de transformación.
Estos movimientos teóricos se presentan como figuras que pueden iniciar un dialogo sobre
formas de acción social que eviten las maneras en la que se ha conformado la “otredad” y
las “situaciones problemáticas” en la literatura propia de los modelos actuales de
intervención social.
61
a) A partir de una oferta. Cuando no aparece un pedido y la intervención se genera
desde la oferta de un servicio.
En todos los casos, las estrategias será distinta pero siempre supone transitar por la
construcción de un vínculo para posibilitar el desarrollo de un trabajo.
Conceptos claves
para posibilitar el análisis hay cuatro términos, deben ser abordado: necesidades, pedido,
demanda y encargo
Necesidades
Pedido.
La autopercepción de las necesidades supone que las personas nos podamos reconocer
como carentes.
MaxNeff la necesidad es potencialidad en tanto se constituye en un motor que nos pone en
movimiento para buscar su satisfacción y para pedir ayuda cuando la misma se hace
necesaria. La explicitación del deseo de satisfacer las necesidades y de resolver los
problemas con la ayuda de otro, se constituye en la formulación de un pedido. El pedido es
entonces la explicitación de la necesidad de ayuda, dirigida a quien o quienes se cree
podrán responder a la misma.
62
Cuando no aparece un pedido, y la intervención se genera desde la oferta de un servicio, se
abre la posibilidad a la demanda. La propia oferta y la eventualidad de que ella sea
aceptada, implica un cierto diagnóstico de situación y de coyuntura.
Las condiciones para interrogar directamente el pedido pueden no estar dadas por diferentes
razones. Por un lado el tiempo real con el que se sustenta, el pedido lo realicemos en forma
simultánea a la ejecución de la propuesta.
Encargo
la formulación del pedido lleva consigo una serie de depositacones en el psicólogo. A ello
nos referimos cuando hablamos de Encargo. Depositaciones que implican el
reconocimiento de un saber y de una autoridad en el profesional y que por lo tanto
posibilitan una intervención y también despotiaciones que obstaculizan, sin dar lugar a un
intercambio donde ambos términos de la relación tengan un papel activo y protagónico.
63
Soto, A. (2002). Procesos de intervención comunitaria.
Si bien los campos de acción que se ofrecen para los profesionales de la psicología han sido
diversos —establecimientos gubernamentales, instituciones de salud, establecimientos
educativos, empresas, iglesias, instituciones de asistencia privada (IAP), organizaciones no
gubernamentales (ONG), grupos populares—, es importante señalar que las formas de
intervención no se han dado sin tropiezos. Cuando los alumnos y profesores "aplican a la
realidad social sus conocimientos" aparecen serias problemáticas en torno a cuestiones tales
como conflictos de paradigmas, metodología, técnicas o herramientas, demandas y
encargos, presupuestos, contratos, etcétetera. Mencionar lo anterior tiene sentido puesto que
da cuenta de la complejidad que aparece cuando hablamos de las formas de intervención
comunitaria, problemática que hemos heredado de los psicosociólogos y hasta de los
modelos desarrollistas y funcionalistas.
La hipótesis que sostiene este trabajo es que la realidad se transforma y por lo tanto las
estrategias de intervención también. La presencia de nuevos actores sociales que han
problematizado cuestiones como violencia, sexualidad, educación o salud, nos obliga a
64
replantear los modos en los que la psicología social se ha venido involucrando con estas
temáticas. Los paradigmas asistencialistas, que han determinado muchas de nuestras
acciones, han sido fuertemente cuestionados y las interrogantes en relación con nuestro
compromiso y trabajo ético han definido las rutas de nuestro quehacer profesional.
Nuevas formas de análisis social se vuelven concebibles, mientras que, hasta ahora, las
investigaciones tendían a ser una calca de las metodologías experimentales de las ciencias
nobles y maduras a las que las jóvenes ciencias humanas buscaban asemejarse. De los
laboratorios científicos y las experimentaciones reducidas a la manipulación de variables,
en el seno de modelos hipotéticos para la administración de la prueba, se pasa a la
perspectiva de una búsqueda de datos, incluyendo los testimonios obtenidos en
"laboratorios" a cielo abierto, que coincida con tal o cual resquebrajamiento de la realidad
social”.
En una génesis teórica más cercana, vamos a encontrar los trabajos de Gómezjara en
relación con el desarrollo de la comunidad. En una crítica a las estrategias gubernamentales
de contener la miseria de miles de explotados mediante programas para desarrollar la
comunidad, este autor plantea la idea de que el desarrollo comunitario, es decir el cambio y
el mejoramiento de la comunidad, no debe venir desde afuera y desde arriba, sino desde
dentro, tomando en cuenta sus necesidades y promoviendo una organización consciente.
65
Este nuevo desarrollo comunitario significa organizar independientemente y
democráticamente a los explotados de las comunidades rural-urbano no para adaptar,
incorporar o modernizarlas, según el modelo capitalista, sino para oponerlo y sacarlas de
ese proceso, a través de la crítica y la acción cooperativa solidaria en favor del cambio
social radical [Gómezjara, 1977:13].
En el campo del trabajo social parecen encontrarse formas críticas de intervención que,
inspiradas en los métodos antropológicos, amplían sus objetos de observación e
implementan nuevas formas de proceder y de conceptualizar la intervención comunitaria.
Temas tales como cultura, identidad, memoria y conciencia colectiva van siendo relevantes
en las experiencias de terreno que fundamentan al trabajo social.
66
diferencias que podemos encontrar, sus planteamientos nos remiten a un concepto
geográfico en su sentido físico y humano. Es decir, comunidad territorial y comunidad
entendida en función de la distribución de la población y su infraestructura.
Sin embargo, creo que una reflexión sobre los dispositivos de intervención comunitaria,
debe contemplar los sistemas de interferencia que se manifiestan en ésta; esto es, es
necesario plantear a la comunidad como un contexto de máxima transversalidad, en donde
la creación artificial de límites puede hacernos perder la complejidad de las relaciones que
se establecen en ella. Los elementos culturales e identitarios, la historia, la articulación
entre el presente y el futuro, la elaboración de proyectos y otras de las manifestaciones en
las que se organiza el imaginario social —como producciones utópicas, esperanzas,
memoria colectiva— aparecen como elementos centrales en los procesos comunitarios y de
constitución de la subjetividad social.
La intervención comunitaria no puede seguir siendo la misma de hace veinte años; ahora
tenemos una sociedad fuertemente politizada, con nuevas demandas y con procesos de
promoción social que confrontan directamente las labores asistenciales de los especialistas.
Así, los trabajos y propuestas para intervención comunitaria deben tomar en cuenta la
67
profunda transformación de las relaciones sociales, promovida por la politización de los
espacios colectivos y comunitarios.
Podemos observar entonces cómo, éstos y otros espacios, son dinámicos y por lo tanto
nuestra labor profesional no puede quedar reducida a las funciones asistencialistas. Una
reflexión constante sobre nuestra práctica profesional y docente, nos lleva a levantarnos
contra la implementación de paliativos que instituyen la infelicidad como condición para la
supervivencia.
Lo anterior significa también que todo trabajo de intervención debe cuestionar el recorte
apriorístico de su objeto de estudio. En los orígenes de la licenciatura en psicología de la
UAM-Xochimilco, encontramos ya las primeras distancias en torno a las psicologías
abstractas, psicologías que se separan del terreno y elaboran así sus problemas y supuestos
desde un trabajo de escritorio. Tal y como plantea Ardoino, el trabajo del investigador e
interventor deberá buscar la relevancia de la problemática, no pensar desde la abstracción
las demandas del terreno; ello implica evidentemente la utilización de un método clínico,
no en el sentido terapéutico, sino en la capacidad de escucha del terreno. El terreno de
intervención, se convierte de esta manera, en un referente más.
La reflexión sobre estas dos cuestiones nos ha llevado entonces a distanciarnos de las
lógicas que pretenden cambiar, influir o explicar "la realidad", asimismo se ha abierto un
68
constante cuestionamiento sobre nuestras prácticas y hemos aprendido que no sólo existe el
saber científico, sino que es necesario reconocer el saber social, ese saber que portan
mujeres, jóvenes, niños, trabajadores, reclusos, grupos o movimientos organizados, acerca
de su sociedad.
Lo anterior significa entonces que todo trabajo de intervención comunitaria debe reconocer
que la complejidad de la realidad no puede ser analizada o dividida en partes para su
"profundización", sino que es necesario entender que lo que estudiamos son siempre
fenómenos complejos. A continuación anotaré algunos de los elementos que son
indispensables para pensar el problema de la intervención comunitaria.
Los sujetos con los que intervenimos no son indiferentes a las producciones del saber que
les conciernen (saber social), por lo tanto reaccionarán y van a interferir constantemente
con los instrumentos de análisis e investigación que les sean destinados y perturbarán
seguramente su funcionamiento. Como hemos convenido, la investigación es una estrategia
de conocimiento, lo que tenemos que recalcar es que tal objetivo es susceptible de provocar
una especie de contraestrategia. Hemos visto en nuestra experiencia que existe una gran
capacidad de negación, de negatricidad que difícilmente podrá ser eliminada del campo o
del objeto. Reconocer la negatricidad del objeto es reconocer a éste como sujeto.
El objetivo del enfoque multirreferencial no es el mismo que el de los enfoques trans, inter
o multidisciplinarios, en los que, señala Ardoino, cada una de las disciplinas quiere
conservar el uso propio de su lenguaje sin querer aprender y hablar el de los otros. Además,
el proyecto de la trans, inter o multidisciplina apuesta claramente a la ilusión de la
"totalidad" del conocimiento, como si los hechos sociales pudieran ser transparentes de una
vez y para siempre.
69
Módulo 5
De León, N., Dorta, G., Gilmet, A., Jurado, F., Leguisamo, M., Martínez,
L., Miniño, L., Rodríguez, M., y Silvera, B. (2014). Experiencias de
extensión universitaria con desarrollo en el campo de la salud mental.
Espacio dirigido a niños, niñas , adolescentes y sus familias. El trabajo está dirigido a
niños, niñas y adolescentes del barrio Bella Italia, teniendo como objetivo principal el
fortalecimiento y la promoción de sus derechos en cuanto a la inclusión y continuidad
socioeducativa, así como el acceso a la información y desarrollo artístico- cultural. En
función de ello, se ha trabajado en dos espacios:
Institucional (en dos escuelas de la zona) y comunitario (en Unión Ibirapitá). Su desarrollo
– fundamentalmente colectivo- incluye trabajar en los proyectos de vida, a través de pensar
y ubicar sentidos posibles, el esclarecimiento de ideas y posibilidades formativas, la
información y acompañamiento acerca del egreso y continuidad escolar; recorridos socio-
ocupacionales; así como el acompañamiento psicosocial a niños, niñas y adolescentes en
situación de mayor vulnerabilidad social. Esta tarea se ha fundamentado y desarrollado a
partir de las necesidades evidenciadas en el relevamiento dirigido a conocer las principales
problemáticas del barrio, realizado en el inicio de actividades de extensión-enseñanza en
Bella Italia en el año 2008. De acuerdo al relevamiento, se pudo visualizar la importante
densidad de población de niña/os y adolescentes en la zona, los significativos niveles de
discontinuidad y deserción educativa, la carencias de espacios verdes y de esparcimiento,
así como las carencias de accesibilidad y atención en salud mental.
70
trabajo dirigido a usuarios de Servicios de Atención en Salud Mental en el marco de la
Biblioteca de Unión Ibirapitá. Desde entonces funciona un dispositivo grupal, con
frecuencia semanal y participando actualmente aproximadamente 12 personas. Desde 2011
se ha dado en llamar por los propios usuarios como El Roble: Espacio de promoción de
salud y producción artístico- cultural. Se comparten problemáticas, se promueve la
participación y empoderamiento de usuaria/os, se produce y difunde la Revista Cultural El
Roble, con producciones e inquietudes de usuaria/os. En el segundo semestre de 2011 se
consolidó como Espacio de Formación Integral, a través del Acuerdo de trabajo para la
intervención de Servicios Universitarios en el Programa Integral Metropolitano,
participando la Facultad de Psicología y la EUBCA.
El Espacio “Sueños de Libertad” una Biblioteca para Armar, tuvo su primer desarrollo en
los Ciclos de lecturas e intercambio literario realizados en el Hospital T. Vilardebó durante
el año 200932 recibiéndose además la donación de una colección de libros de Literatura,
Arte, Historia y Ciencias Sociales así como instrumentos musicales. Durante 2010, este
espacio se consolidó a través del desarrollo de la extensión Universitaria el Taller “Una
Biblioteca para Armar”, en coordinación con el Centro de Rehabilitación del Hospital T.
Vilardebó. Como fue planteado en el Proyecto de Extensión (2010), “tratamos de construir
espacios de lectura –lectura individual y silenciosa, lectura grupal, dialogada, disparadora
de la comunicación serena o calurosamente polémica- de introducir en la vida Hospitalaria
la calidez del contacto con el libro- objeto, siempre valioso, de recuperar la palabra (escrita,
hablada), de echarla a andar.
Durante los años 2011, 2012 y 2013, se mantuvo la coordinación y el desarrollo del trabajo
de extensión en el Dispositivo de Biblioteca “Sueños de Libertad”, a través de la
coordinación del Centro de Rehabilitación del Hospital, el Colectivo Universitario “La
Grieta: Salud Mental y DDHH” y las Pasantías “Grupos, organizaciones e instituciones del
campo de la salud mental” y “Perspectivas e intervenciones psicosociales en el campo de la
salud mental” del Programa Estudio de las Formaciones Subjetivas, Instituto de Psicología
71
Social, Facultad de Psicología- UdelaR. Este proceso de trabajo, se ha potenciado y
afianzado aumentando la participación activa de las/os participantes y su producción
escrita, la que ha sido plasmada en la publicación colectiva y la difusión de “Hojas”.
También se ha implementado el préstamo de textos a domicilio y a Sala.
Por otra parte, se ha profundizado la coordinación con los Equipos de Sala en el apoyo
psicosocial de usuaria/os participantes de la Biblioteca, en sus procesos de externación e
inclusión social.
72
universidad con el medio?¿ Qué destacarías de esta forma de relacionamiento? “Sin duda
que estar en contacto con ciertas realidades sociales, por ejemplo barrios carenciados, te
ayuda a aprender y a comprender sobre las características de vida de otras personas y a
pensar cómo puedes intervenir para ayudar en lo que sea necesario y puedas. Si no estás
ahí, en el lugar, es difícil que puedas ver cuáles son las necesidades o requerimientos de las
personas. Dentro de un salón se aprende teoría pero “hay que salir a la cancha” si no entre
cuatro paredes no haces nada.” “Las prácticas de extensión me parece que conllevan
implícitamente mucho aprendizaje porque uno se acerca a la realidad que muchos
desconocen y eso te da apertura y posibilidad de cambio.
Destaco de lo vivido en el taller la posibilidad del conocimiento del aprender día a día cosas
nuevas que te enriquecen el alma al conocer tantas lindas historias y poder compartirlas en
el colectivo.” “Las actividades universitarias interdisciplinarias de extensión, enseñanza e
investigación, generan y fortalecen un vínculo de compromiso entre el saber universitario y
la sociedad.” “Se deberá pensar la Universidad como parte de la Sociedad, abierta, sin
puertas, inserta en ella y como parte de ella. Debemos otorgarnos momentos de reflexión,
de pensamiento crítico, para integrar de una forma real y concreta esta compleja relación. Y
sobre todo, ser más conscientes de la capacidad transformadora de la extensión
universitaria.” “Las distintas vivencias-encuentros en el campo contribuyeron a la
formación de nuevas herramientas y un aprendizaje constante.
73
exámenes, sin el desafío de la vida social concreta. Por eso la relación entre enseñanza y
extensión puede ser clave. O, mejor, entre aprendizaje e interacción social. (Kaplún, 2013)
Para Kaplún (2013) la integralidad exige integración de saberes, reconociendo que hay
importantes y pertinentes saberes más allá del mundo académico, imprescindibles para
acercarse a la complejidad de la realidad. El diálogo con esos otros saberes puede, con
frecuencia, acercar a la comprensión de la complejidad. Por otro lado, este diálogo se hace
necesario si se quiere producir conocimientos socialmente apropiables, capaces de
integrarse a las prácticas sociales y no solamente circular en el mundo académico. Desde
los saberes tradicionales sobre medicina y agricultura hasta los saberes obreros sobre la
tecnología y el trabajo hay mucho que los universitarios pueden aprender, y también mucho
que pueden aportar, siempre que acepten desafiarse y desafiar, dialogar con otros. (Kaplún,
2013, p.50)
Los saberes disciplinares provenientes del campo de la salud mental, en el cual se inscriben
las experiencias que transmitimos, padecen de encargos históricamente producidos
tendientes a ejercicios de poder. Diferentes autores han establecido y estudiado estas
modalidades, entre otros Foucault (1986), Castel (1986); esto hace que el diálogo
académico con otros saberes y el relacionamiento con quienes padecen se incline a
reproducir lógicas de poder, haciéndose necesario un cuidado ético permanente. Provocar el
encuentro y promover la construcción de problemas con participación y la palabra de
quienes generalmente están invisibilizados, puede ser un ejercicio en este sentido. Así es
que Acosta y Bianchi (2009) establecen que, el encuentro con los problemas sociales exige:
“El encuentro con el otro, sus historias, su contexto, sus saberes, abordar desde la cultura
barrial los imaginarios colectivos que se construyen de la realidad, las modalidades en la
búsqueda de satisfactores como respuesta a las expectativas socioculturales que se crean a
partir de las necesidades que se identifican en el marco de un proceso educativo junto a la
población, de descubrimiento compartido.” (p.128)
74
Vulnerabilidades Como ha sido planteado, las actividades universitarias desarrolladas en el
Zonal 9 datan de 2008, a través de la coordinación35 con el Equipo del Programa Integral
Metropolitano, consolidándose como Espacio de Formación Integral “Salud Mental y
participación” en agosto de 2011. Del primer relevamiento de problemáticas en los
territorios de Bella Italia y Flor de Maroñas, las principales enunciadas por operadores de
ONGs e Instituciones Socioeducativas de la zona, ubicaron a las niñas, niños y adolescentes
como poblaciones especialmente vulneradas.
Existen otras problemáticas emergentes, que vienen siendo expresadas con preocupación,
como el impacto medio ambiental, en particular la contaminación con plomo en niña/os; las
modalidades de vinculación violenta37; el trabajo infantil; entre otras.” (De León, et al
2012) Con estas condiciones de existencia y producción de sufrimiento, -que fue posible
visualizar también en participantes del Taller de Biblioteca “Sueños de Libertad” del
Hospital Vilardebó- es que se fueron estableciendo relaciones, construyendo visibilidades,
concientización y transformación. Producción de condiciones de visibilidad y enunciación.
Toda intervención supone tensiones, contradicciones y posicionamientos. Como hemos
establecido, existen dimensiones políticas y éticas que ubican y pueden reconfigurar
relaciones de poder. Para de León (2014), “En la intervención se establecen tensiones,
trabajarlas en función de la construcción de la demanda y desde una perspectiva de
derechos, promovería la palabra, el deseo, la apropiación del espacio y la expresión de las
necesidades de usuaria/os.
75
presenta como una herramienta de utilidad para pensar la construcción de éste entre que va
deviniendo en el proceso de la intervención. Consideramos el dispositivo, en estas
experiencias –psicosociales artístico culturales- como un espacio de construcción; de
posibilidad de producir condiciones reales de visibilidad.
Según Deleuze (1999), se puede concebir el dispositivo como máquina para hacer ver y
hacer hablar. Para nuestra tarea, la potencia que ofrece la máquina productiva y creativa del
dispositivo es relevante, en tanto la dimensión política que caracterizábamos al inicio. Al
decir de Deleuze, “todo dispositivo se define pues por su tenor de novedad y creatividad, el
cual marca al mismo tiempo su capacidad de transformarse o fisurarse y en provecho de un
dispositivo del futuro.” (p.159)
Una mixtura que problematiza sobre las culturas que cohabitan en nuestros encuentros, en
nuestras lecturas del mundo. Es desde esa mixtura, en ese entramado, que se configuran las
tertulias, los intercambios en el Taller38. Respecto a la relación de los participantes con la
lectura, se expresa que participar del Taller implica: “distracción”. Cuando se indaga acerca
de los aspectos de mayor interés sobre la Biblioteca, comentan que es la obtención de libros
para lectura solitaria, también se llevan textos de la lectura colectiva y los comparten con
otros/as compañeros/as en la sala. La lectura, se podría decir, que circula más allá del
espacio en concreto de la Biblioteca “Sueños de Libertad” en el Centro de Rehabilitación,
toma vida en las salas del Hospital. Respecto a la opinión sobre los que participan directa o
indirectamente del espacio, una de las entrevistadas plantea: “Yo he acercado muchas
chiquilinas, algunas han seguido viniendo, otras por otros problemas no. La verdad que es
un espacio recreativo, abierto que te ayuda a pensar, pensando que acá no haces otras
cosas.”
76
Como se ha establecido, el eje de la sistematización y los objetivos de las actividades de
enseñanza y extensión que se analizan, se ubican en relación a los procesos de inclusión
social, haciéndose énfasis en tres dimensiones: acceso a la información y a los medios
culturales, la participación y el fortalecimiento de redes. Se piensa este proceso de
inclusión, tomando la perspectiva de Robert Castel, quien plantea como “desafiliación” a la
debilidad de los soportes del individuo moderno; definiéndola como el proceso mediante el
cual un individuo se encuentra disociado de las redes sociales y societales que permiten su
protección de los imponderables de la vida (Castel, 1995).
Los martes ya sé que me levanto, que voy al grupo, es una familia. Ya hace tres años y
nueve meses que estoy en el grupo, que se ha formado este grupo, y bueno, me llevo re bien
con todos, y entiendo a ellos, ellos me entienden a mí, y sé que hay veces que me pongo
pesada en las jodas, soy muy de embromar a las personas, o decirle cosas pero, también nos
ponemos, tampoco podemos estar muy serios porque es para mismo desahogarnos, para
salir un poco de casa, de los problemas que tienes.” Luego agrega: “Por ejemplo, hay
personas que yo comento lo del grupo y eso, y si, mirá, otra persona me comentó, de dónde
es. O mismo porque acá estamos por la Facultad de Psicología, ahí ya una cantidad nos
conoce. Nos invitan, tenemos invitaciones de otro lugares también, para llamar, para que
vengan a conocernos, o ir, el grupo se siente.”
77
decidido tomar sobre los problemas que en ese ambiente se suscitan. Para ello el autor
plantea que debe darse una Participación Inclusiva.
Otra de las participantes dice. “Nosotros participamos sobre salud mental y eso, para ver si
sacamos adelante a la gente esa… Porque dicen que somos locos, pero nosotros tenemos el
otro, que decimos, seremos todos rayados, como dicen, pero locos no. Rayados estamos
todos.” Se conecta la dimensión de participación, con el fortalecimiento de redes, en tanto
se potencian y recrean los vínculos existentes. En tal sentido, se comparte con Dabas
(1998), quien desarrolla una perspectiva basada en la reconstrucción y fortalecimiento de
redes ya existentes y no la creación o construcción de ellas; se afirma que hay colectivos,
redes y una organización social ya existentes antes de la intervención y que ésta viene a dar
una perspectiva nueva, construida e inventada a partir de lo que ya está formado.
78
De esta manera se acentúa el sentimiento de pertenencia a una comunidad o red social a la
vez que surge un movimiento de transformación de las propias condiciones de vida. Se
materializan así las transformaciones micropolíticas que se relacionan con la inclusión
social y las posibilidades de incidencia real sobre los modos y condiciones de vida así como
en los ámbitos de decisión de las políticas sociales. Por otra parte, en relación a la
dimensión del acceso a la información y los medios culturales, una participante del Espacio
El Roble, transmite su vínculo con la lectura: “Acá en el grupo, es el momento en que yo
puedo desahogarme y ver cosas que no he entendido antes, que no puedo entender,
entonces recién ahora me atrae más la lectura y escribir también.”
Cuando se le pregunta si ha variado el tiempo que le dedica a la lectura desde que participa
en el espacio, contesta: “Le dedico más porque me llama más la atención, porque gracias a
los libros uno, si no puede salir del país o no tenés monetariamente cómo conocer otros
lugares, los conoces por intermedio de los libros y las historias de otros países, de otros
lugares.” Otra participante, cuando se le pregunta si siente que ha variado su acceso a la
información, responde: “… Nosotros nos informamos en… haciendo revistas, y en las
revistas que hacemos nosotros se escribe, escrituras de nosotros, de historias, de cualquiera
de nosotros, mismo del grupo está también ahí, hay dibujos que hacen compañeras que
dibujan, que les gusta dibujar, para seguir avanzando, y hay varios lugares que nos
conocen. Mismo hace poquitos días tuve que ir al BPS y ya me dijeron, justo la doctora que
ya conoce el grupo El Roble, ya lo ha sentido, quiere decir que va creciendo.”
79
de la participación, se pueden analizar diferentes aspectos trabajados. Uno de ellos se
relaciona con que niños/as puedan nombrar el espa cio del cual participan. Los diferentes
coordinadores, mayoritariamente estudiantes curriculares, han promovido la construcción
colectiva del nombre del espacio como proceso desde los primeros encuentros.
Aquí es importante mencionar el valor dado al nombramiento del espacio como lugar de
referencia y pertenencia que intenta construir una identidad grupal y que oficia de red de
inclusión, desde una perspectiva que toma en cuenta directamente lo propuesto por niños/as
y adolescentes. Se observa el sentido del espacio para ellos/as en algunos nombres dados al
Espacio, los cuales remiten a la diversión, los juegos, sentimientos de alegría y de disfrute:
“Diverjuegos y colores” y su respectivo logotipo de identificación “lápiz de colores” en
2012, “Espacio abierto”, “Espacio divertido”, “Espacio grande” fueron otras
denominaciones planteadas por niños/as participantes. En relación a lo dicho anteriormente,
también surge en registros de observaciones la apropiación del espacio en cuanto a lugar
físico: “agarrar tambores, sentarse en el piso”.
80
estos comentarios, las familias responden con aprobación, uno de los fundamentos
mencionados es “así no pasábamos mucho en la calle”. Esto se relaciona con otra de las
preguntas que refiere a los posibles cambios a partir de la participación en los espacios;
donde uno asevera que no existieron cambios en su relacionamiento con otros, y dos niñas
mencionan que sí. Responden que hubo cambios en su relacionamiento con amigos: “me
juntaba con amigos que peleaban…, ta de ellos me separé” y otra dice que aprendió a
“portarse bien”.
Desde el punto de vista del acceso a medios de creación artística, durante estos años se han
implementado constantemente diferentes espacios y talleres de música, de exploración de
instrumentos, de creación de canciones y coreografías, lecturas compartidas, elaboración de
collages colectivos. Todas estas actividades importantes para el desarrollo de la capacidad
lúdica, creativa y recreativa de niños/as y adolescentes y que apuntan a mejorar la calidad
de vida a través del ejercicio de sus derechos. Por último, otra línea de trabajo relacionada
al acceso a la información y a los medios culturales se vincula con el acceso a los medios
de comunicación. En este caso se han explorado los medios culturales y recursos existentes
en el barrio llegando a hacer visitas a la radio comunitaria y construyendo, en conjunto con
otros actores comunitarios, la posibilidad de la creación en la radio comunitaria del barrio,
de un programa radial llevado adelante por los propios niños/as y adolescentes en 2012.
81
solidaridad; al decir de Guattari (1996) de heterogénesis social, donde las personas
devienen solidarias y cada vez más diferentes.
Taller- se utiliza generalmente para indicar que se trata de una opción pedagógica
alternativa al curso o seminario, como una modalidad opuesta a una enseñanza de tipo
expositiva, memorística.
La palabra taller proviene del francés que significa estudio, obrador, obraje, oficina. Los
primeros surgieron en la edad media: los gremios de artesanos. El taller como lugar de
trabajo y aprendizaje no es algo absolutamente novedoso.
Puede parecer una moda y para algunos lo es. Pero el taller no es eso, por el contrario
requiere de una decisión personal más que de normas impuestas. No debe ser una
imposición, como tampoco puede improvisarse. Si no es libre opción puede generar
resistencias, encubiertas en razones ciertas o pretextos: falta de espacio, tiempo, materiales,
etc.
El propio sujeto se convierte en objeto de estudio. Participa del grupo para vivir un proceso
colectivo de conocimientos tendiente a la comprensión global de la realidad. De esa manera
el proceso de conocimiento es asumido por el grupo, el que cuenta con una coordinación de
carácter cooperativo y que favorece la democracia grupal.
82
momento de alto grado de compromiso. Ello dependerá del tipo de grupo, del grado de
confianza e integración de los miembros del mismo.
El tiempo-espacio para la reflexión es tan rico como el anterior. En él se repiensa acerca del
cómo se sintió la experiencia y qué ideas aporta, desde ese pensar, cada integrante, con el
cual se van hilvanando distintos contenidos más emocionales que conceptuales en relación
con las técnicas disparadoras. Esos contenidos se dejan en suspenso hasta la siguiente
etapa, en la que se busca articular aquél hacer con el sentir para producir nuevas hipótesis
que llevarán a la síntesis y conceptualización final.
Dicha dinámica genera un proceso educativo, aprendizaje, pero al mismo tiempo efecto
terapéutico por cuanto aparecen conflictos personales intrasubjetivos que se ponen en juego
durante la experiencia y que es posible visualizarlos a la luz de la explicitación ,en un
ámbito de comunicación y confianza que se facilita en el taller y que ayuda a pensar y co-
pensar con el otro.
83
esas personas: son miembros de una comunidad barrial, de una escuela, son
profesionales, técnicos, docentes, padres, adolescentes, embarazadas, etc.
2- Conocer cuál es la demanda del grupo, en otras palabras, cuál es la necesidad.
Diferenciar entre necesidades personales, grupales, comunitarias o institucionales.
Esclarecer concretamente tal necesidad para enfocar la tarea profesionalmente.
Descubrir si esa demanda tiene relación con algún programa nacional, provincial,
zonal o local, para mantener la coherencia.
3- A partir de especificar bien la demanda, elaborar objetivos de alcance concreto, si es
posible, factibles de lograr en el taller o disparadores para analizar en un corto plazo
4- En coherencia con la demanda y los objetivos, planificar el número de encuentros
que serán necesarios para cumplimentar la tarea. Muchas veces se solicita un taller,
pensando erróneamente que de esa manera se producirán los grandes cambios y
naturalmente que esto no ocurre, lo que deja una cuota de frustración importante
como para rever la situación.
5- Quién va a oficiar de coordinador, aquí es importante analizar cuál es su capacidad,
su experiencia, grado de compromiso, su habilidad para tomar decisiones en
relación a la necesidad del grupo o la institución.
6- A veces, teniendo los puntos anteriores en cuenta, se pierde de vista la relevancia
del tiempo y espacio físico, y entonces la tarea se suspende por no haber previsto
este tema. Es otra de las cosas que puede generar sensación de fracaso. No lo olvide.
7- Algo muy importante, no dejar librado al azar el tema de los recursos y los
materiales. Es parte de la infraestructura educativa.
8- Por último, para muchos talleres es fundamental contar con material bibliográfico
adicional ya que los participantes, a través del taller, descubren otros conocimientos
y sienten avidez por este tipo de material.
Para planificar el taller propiamente dicho tenemos que pensar en el o los objetivos. Los
mismos pueden definirse como conductas deseables a alcanzar en un tiempo
determinado y a las que se procura llegar a través de acciones previstas y por medio de
recursos afectivos. Las acciones hacen referencia a todo movimiento consciente o
inconsciente que realiza todo se humano grupo social.
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terapias familiares por agotamiento de los integrantes o por falta de recursos para ayudar al
paciente identificado, convocaba a grandes asambleas de familiares y allegados al mismo.
Resulta particularmente interesante que las convocatorias masivas que Speck realizaba las
denominaba intervención en red, en lugar de terapia de red. Introducía con esto una mirada
significativa: él intervenía en una red que prexistía. El primer momento de este proceso era
llamado “retribalización”, en el cual fundamentalmente se trabajaba sobre la conciencia del
lazo que unía a los participantes. Dentro de los pasos subsiguientes resulta importante
reconocer la organización de comisiones mutirrepresentativas donde se discutía lo más
conveniente para la persona afectada, al mismo tiempo que se generaba el “efecto de red”,
esto es la sensación de dar y recibir, de contar con otros que eventualmente podrían aportar
ayuda en otro momento.
85
subjetivada. Se habla así de redes de disciplinas y/o sectores: redes en salud, educativas,
judiciales; comerciales, etc.; institucionales: redes de escuelas; de hospitales; de juzgados;
de universidades; de municipios; de comedores, entre otras; regionales, como la de
MERCOSUR; de servicios, que se cruza en algunas situaciones con las institucionales: de
atención a la infancia en riesgo; de alcoholismo; de adicciones, etc.
Surgen entonces las redes como una nueva “moda” organizativa. Pareciera que ahí está el
cambio, en la denominación. Pero observamos que ahí no reside la transformación: las
prácticas están igualmente concebidas desde la metáfora piramidal; los actores sociales son
ignorados y el operador continúa actuando como “externo” al campo de intervención. En
una exploración acerca de los procedimientos para la constitución de este tipo de redes,
observamos que estos intentos, se confunde la organización con la perspectiva de la
dinámica fluida de la red. Es decir que adoptan la concepción organizacionista, centrada en
el trabajo del diseño en lugar del trabajo basado en el diagrama y desde la dinámica
vincular.
He aquí un desafío ya no sólo para las intervenciones en red, sino para modalidades de
organización que pretenden alejarse del centralismo piramidal: como desarrollar prácticas
que recuperen la experiencia de pertenencia y abran nuevas alternativas de organización;
como promover organizaciones como redes y trabajando en red.
Itinerario para pensar los Niveles ¿Cómo pensar los diversos niveles de intervención y de
organización?.
Si recorremos los desarrollos de las diversas disciplinas se reconoce una tensión básica:
¿cómo se conocer un fenómeno o un hecho social? ¿analizando cada una de las partes?
¿visualizando el todo? Una frase de Edgard Morin sintetiza los obstáculos epistemológicos
de esta discusión, introduciendo la visión de la complejidad en el tratamiento de
fenómenos físicos, naturales o sociales: El Todo es la Nada. Esto implica que no hay
ciencia ni teoría que pueda explicar “la realidad”. Siguiendo nuevamente a Morin: “Todo
está en todo y recíprocamente”. El principio “el todo está en la parte” no significa que la
parte sea un reflejo puro y simple del todo. Cada parte conserva su singularidad y su
86
individualidad pero, de algún modo, contiene el todo. Nos topamos aquí con la primera
complejidad: nada está realmente aislado en el Universo y todo está en relación.
En este mundo con dominancia del Hombre portador de la Razón (hombre, género
masculino, adulto, blanco, urbano) no cabían las percepciones, los afectos, las sensaciones,
la diversidad. Eran consideradas banales o despreciadas, estableciendo la necesidad de ser
eliminadas para acceder así al “conocimiento objetivo” .
Es interesante destacar que una de las primeras oposiciones parte del movimiento
romántico, en los campos del arte, la literatura y la filosofía (fines S XVIII y XIX).
Podemos citar al poeta y pintor William Blake, quien fue un apasionado crítico de Newton;
a Goethe, quien introduce el término morfología para el estudio de la forma biológica.
Destaca la importancia de considerar el orden en movimiento de la naturaleza; respecto a la
forma, que siempre había sido ubicada como secundaria respecto a la sustancia, el escritor
alemán la concibe como un patrón de relaciones en el seno de un todo organizado. Agrega
que la percepción visual puede constituirse en la vía de acceso a la forma.
Kant planteó que la ciencia, tal como estaba concebida, sólo podía ofrecer explicaciones
mecanicistas. En Crítica de la Razón discute acerca de la naturaleza de los organismos en
contraste con el de las máquinas. Concibió que la naturaleza de los organismos es la de ser
autorreproductores y autoorganizadores, en contraste con las máquinas. En éstas, las partes
existen unas para las otras, ya que se apoyan mutuamente dentro de un todo funcional. En
un organismo, en cambio, las partes existen además por medio de las otras, en el sentido de
producirse entre sí.
Es interesante también destacar los cambios que surgen en el campo de la Biología, cuando
ésta evoluciona de la celular a la Organicista. Harrison exploró el concepto de
organización: identificaba la configuración y la relación como dos aspectos de la
organización y el patrón o pauta como configuración de relaciones ordenadas. Woodger
realizó un interesante aporte al plantear que la característica clave de la organización de los
organismos vivos es su naturaleza jerárquica. Éstos tienen tendencia a constituir estructuras
multinivel de sistemas dentro de sistemas: las células se combinan para formar tejidos;
éstos órganos, los cuáles están en los organismos, que existen en el seno de sistemas
sociales y ecosistemas.
A estas estructuras multinivel se las denomina jerarquías; el concepto de RED provee una
nueva perspectiva sobre las jerarquías de la naturaleza. Son diferentes niveles de
complejidad con diferentes leyes operando en cada nivel. Resulta interesante destacar que
en los sistemas sociales y en la dinámica vincular entre las personas el concepto de
jerarquía remite a la metáfora piramidal. Pensadores como Von Foerster 27 acuñan el
87
concepto de heterarquía, para referirse a las relaciones humanas desde una perspectiva de
red. Se refiere a la posibilidad de coexistencia de “jerarquías” distintas, tanto sucesivas
como simultáneas, en el funcionamiento de un sistema determinado. En este caso las
diferentes posiciones se reconocen no por la función adscripta sino por la idoneidad en el
desempeño de la misma. No implica la negación de la jerarquía sino la coexistencia y el
reconocimiento de una variedad de las mismas.
Las ideas propuestas por los biólogos organicistas durante la primera mitad de siglo
contribuyen al nacimiento del pensamiento sistémico en términos de conectividad,
relaciones y contexto. El sistema emerge de las relaciones organizadoras entre las partes; de
la configuración de relaciones ordenadas. Reconoce una habilidad para enfocar la atención
en distintos niveles, a los que corresponde distintos niveles de complejidad. La perspectiva
del pensamiento sistémico impactará, al mismo tiempo a biólogos, y físicos; a psicólogos
(recordemos el desarrollo de la Psicología gestáltica) y a cientistas sociales.
Dice Capra: “mientras que los biólogos organicistas se encontraban con la totalidad
irreductible en los organismos, los físicos cuánticos en los fenómenos atómicos y los
psicólogos de la gestalt en la percepción, la Ecología, comienza a estudiar las comunidades
de animales y plantas”
Esta ciencia surge de la escuela organicista en biología durante el siglo XIX. Incorpora dos
nuevos conceptos: comunidad y red. Su planteo puede sintetizarse en que la trama de la
vida está constituida por redes dentro de redes. Avanza en sus postulados cuando plantea
que una comunidad humana es sostenible cuando es consciente de las múltiples relaciones
entre sus miembros.
Los diversos niveles de abordaje nos plantean un enfoque multidimesional, desde el cual
todo foco es justamente eso: un foco, a los efectos de la intervención, el estudio o el análisis
de un hecho social o colectivo. Al realizar esa focalización nos hacemos cargo de la
exclusión, que es inseparable de la inclusión, por lo cual podemos operar integrando ambas.
Estos desarrollos, lejos de proponerse como “teorías ejemplares” desde las cuales pensar las
redes, abonan un campo de metáforas a través de las cuales circular desde esta perspectiva.
A través de ellas las diversas prácticas sociales pueden ser cartografiadas. Al ser
reconocidas, abren un proceso de reflexión e interrogación, alejado tanto de “verdades”
como de “tecnologías” salvadoras.
Intentos de analizar los niveles de abordaje Desde el campo de las intervenciones basadas
en el enfoque de las redes sociales han surgido intentos de sistematizarlas como modo de
comprender la riqueza de la dinámica relacional.
88
Este mapeo ha sido utilizado de diversa manera. 1. En primer lugar, para graficar la
dinámica de las relaciones personales. En estos casos, el mapeo se realiza en conjunto con
la persona que plantea un problema o con un allegado a la misma. Muchas veces se
introduce la dimensión temporal, solicitando la confección del diagrama de relaciones en
un momento anterior al que se está realizando el actual. ¿Cómo surge la selección de “los
momentos”? De acuerdo a los hitos significativos que aparecen en la dinámica de la
conversación con la persona. Ésta suele mencionar un “antes” y esta mención abre un
punto de entrada, o el operador le pregunta acerca de con quiénes se relacionaba antes de
que un hecho significativo aconteciese (pérdida de trabajo; divorcio; fallecimiento de un
allegado; nacimiento de un hijo, etc) Esta modalidad de contar con un análisis de la red
social personal se viene realizando fundamentalmente en el campo de la salud, con algunos
intentos llevados a cabo en el ámbito escolar (en el tratamiento de una situación
problemática con un niño o joven) y en el ámbito judicial (derecho de familia) En el campo
de la salud, existe evidencia comprobada de que una red personal estable, sensible, activa y
confiable protege a las personas de las enfermedades, actúa como agente de ayuda y
derivación, afecta la pertinencia y la rapidez de la utilización de los servicios de salud,
acelera los procesos de curación y aumenta la sobrevida, es decir, es salutogénica. Podemos
afirmar que existe una correlación directa entre calidad de la red social y calidad de la
salud. Esto se apoya tanto en la diversidad de las prácticas asistenciales en los diferentes
países como en una serie de estudios epidemiológicos de tipo prospectivo, que han
demostrado que la mortalidad mayor se acumula en los subgrupos con una red social
mínima. Al no considerar la perspectiva de red, la calidad33, eficacia y eficiencia 34 del
nivel promocional y asistencial se ve muchas veces disminuida por situaciones que desde el
sector salud se consideran ajenas y externas al mismo.
Algunas de estas situaciones son:
Internaciones reiteradas, muchas veces por falta de cuidados adecuados después de un alta
Internaciones prolongadas más de lo necesario, por no contar tanto con una red de
servicios efectiva como con una red de sostén del paciente o un hogar continente.
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Fuga de internaciones (casos de madres que no tienen o no pueden organizar el cuidado de
sus hijos, tanto si son ellas las pacientes como si es uno de los hijos el afectado; falta de
contención por parte del equipo de salud).
Sin embargo, muchas de estas cuestiones podrían ser resueltas, y por lo tanto incidir en el
incremento de la calidad y la eficiencia de la atención y del cuidado de la salud, si se
considerara la perspectiva de red social de inserción de la persona o paciente ya desde el
ingreso del mismo a la institución y luego en su entorno social. Este es un enfoque que
generalmente no está incluido en la semiología médica. Con suerte en algunos casos, se
solicita la intervención de Servicio Social del hospital, pero desde una visión de derivación
y no de articulación. Este servicio en general se ve sobresaturado por la demanda,
respondiendo muchas veces burocráticamente a la misma.
Desde esta propuesta, la importancia del abordaje radica en la interconexión entre los
diversos integrantes del equipo de salud, en forma primordial, y con los integrantes de la
red social del paciente, de modo articulado y coherente. La admisión es una situación clave
para interrogar acerca de su red de inserción, la cual debería formar parte de su historia
clínica. Cabe aclarar que el interrogatorio sobre la red no se limita a preguntar y registrar un
listado de nombres. La red no es un catálogo. Por ejemplo, en el caso del grupo familiar del
paciente interesa conocer cuáles son las relaciones más significativas, ya que preguntando
solamente por la composición del mismo no es posible conocer las relaciones que podrían
constituirse en ayuda y sostén en una situación de necesidad.
Según C. Sluzki, la red social personal es la suma de todas las relaciones que un individuo
percibe como significativas o define como diferenciadas de la masa anónima de la
sociedad. Esta red contribuye sustancialmente a su reconocimiento como individuo y
constituye una de las claves centrales de la experiencia individual de identidad, bienestar,
competencia y protagonismo, incluyendo los hábitos de cuidado de la salud y la capacidad
y adaptación a una crisis.
La importancia de los distintos grupos de relaciones intenta focalizar sobre una situación
que no ha sido considerada sistemáticamente por los prestadores de salud. Cuando se logra
traspasar el límite de considerar al paciente como alguien aislado, descontextualizado, el
grupo que se ha privilegiado es el familiar. La importancia central que nuestra sociedad ha
dado a cosanguineidad, ha llevado a que en situaciones en que ésta se halla debilitada, no
puedan considerarse la importancia de otros lazos que poseen los mismos atributos que los
vínculos familiares. En situaciones tales como migraciones adquieren una importancia
central.
La red social personal podría ser registrada mapeando las relaciones en un diagrama
construido en interacción del consultante.
90
La información proporcionada se sistematiza al menos en cuatro campos, aunque en cada
situación plateada surge un campo de “otros” que da significatividad y valor al diagrama.
Los campos básicos son:
Familia: precisando en este punto no sólo como está compuesta, sino las relaciones que
resultan más significativas. Desde este punto de vista, es importante precisar tanto los
integrantes de la familia nuclear como la extensa, sin prescindir de aquellas que estén
geográficamente distantes.
Relaciones laborales o escolares: muchas veces estas relaciones son las únicas que una
persona posee, fuera de su ámbito familiar. La cotidianidad de estos vínculos hace que
resulten sumamente importantes tanto para brindar información como para las funciones de
acompañamiento y apoyo.
Éstas últimas han tenido una evolución muy interesante. Los diseños se realizan en
micropoblaciones. La información recogida se vuelca sobre el mapa catastral de la
comunidad. Dicha información se activa cotidianamente con la captación de los actores
sociales, quienes no sólo la proveen sino que son informados acerca de los resultados
obtenidos. Estos se visualizan en un “mapa”, que es dinámico, compartido y enriquecido
por todos los involucrados en la resolución del problema planteado. Actualmente, algunos
equipos disponen de un Programa, el SIG, sistema de información georreferenciado. Éste
es un conjunto de herramientas integradas en un sistema automatizado capaz de colectar,
91
almacenar, manejar, analizar y visualizar información referenciada geográficamente (OPS)
Está basado en la concepción de las organizaciones y comunidades como organizaciones
en red. Ha implicado la construcción de un soft que comprende una base de datos
especialmente diseñada para la realidad local y un mapa catastral de la localidad
digitalizado para la georreferenciación. Imprime velocidad al procesamiento y uso de la
información, por lo cual posibilita ver la movilidad de áreas estratégicas o áreas de riesgo.
Esta perspectiva de análisis de las redes nos implica la reflexión permanente acerca de la
imposibilidad de manejarnos con un pensamiento apriorístico y por lo tanto con
herramientas que funcionen como aparatos de captura de lo que es en sí un movimiento
dinámico, fluido, (a) sincrónico y multidimensional.
Por esto, desde nuestra perspectiva analizamos las redes en conjunto con los actores
involucrados, incluyéndonos no como un observador externo sino presente en el campo del
mapeo, situacionalmente a tono con el problema necesario de resolver.
Se impone como punto de partida preguntarnos por qué hablar de observación hoy. A esta
indagación me condujo mi trayectoria de formadora de observadores y coordinadores
grupales, signada por la sensación creciente de estar atrapada sin salida en un dispositivo.
Esta vivencia fue el efecto, en mi caso, de lo que denominé como la bunkerización cada vez
mayor del dispositivo con el que, y desde el cual, trabajaba. Partiré del relato de una
experiencia para continuar planteando la problemática de la observación como cuestión
central para la recreación de los dispositivos grupales.
Estimado lector: Lo invito a un desconcertante y mágico viaje. Una expedición que nos
conduce desde un universo de objetos externos a nosotros y observables en el sentido de
descriptibles, a un mundo fascinante y misterioso. Es probable que un escalofrío nos
recorra. Nos invade la pregunta: ¿Cómo hablar de misterio, si la observación produce
efectos supuestamente exactos, seguros y tranquilizantes? ¿Cómo imaginar que el tema de
la observación pueda conectar con el azar, o lo innombrable? Si la promesa que nos
impregna es que una adecuada observación nos lleva a un conocimiento exacto del objeto y
por consiguiente, a seguridades y certezas.
Debo desilusionarlo. Pero puedo prometerle, a cambio, una sensación de estar vivos y
latiendo. En un principio, no lo haré teóricamente.
92
Más bien quiero contactarlo con la vivencia de lo desconocido.
Lo invito a un taller virtual. En este taller nos conectaremos vivencialmente con la temática
de la percepción y, desde esta experiencia, interrogaremos nuestra concepción de
observación. Por favor, disponga de papel y lápiz a su alcance. Primero le pido que anote
brevemente su idea respecto de qué. es observar. Una vez que escribió. qué es observar para
usted, tómese un momento para leer para sí mismo esa frase.
Seguramente las observaciones son diferentes entre sí. En tanto distintas posiciones
subjetivas del observador, la producción de observaciones es distinta. Un ladrón organiza
su mundo perceptivo de forma diferente a un psicólogo social, un psicodramatista u otro
profesional que esté leyendo, por ejemplo, este artículo sobre observación. Imagine ahora
que en el lugar en que usted está realizando con nosotros este taller virtual, irrumpiera
corriendo un niño de seis años. ¿Qué observaría? ¿Acaso los mismos aspectos que usted y
el ladrón?
Ahora bien, nos preguntamos a esta altura de nuestra experiencia, que aún no ha finalizado,
¿cuál de las observaciones producidas es la mejor, la más adecuada o la más objetiva?
Resulta interesante apreciar el intento de atrapar en una frase o bien en una fórmula aquello
que nuestro paradigma naturalizado nos informa que es claro y definido.
Mucho más aún, cuando se les pide a los concurrentes que cada uno anote en pocas líneas
su observación de la situación que todos compartimos, ¿cómo seguir manteniendo la
confianza en que es posible y deseable arribar a una observación objetiva en tanto que
consensuada, al descubrir que, para cada uno esta situación implica aspectos totalmente
diferentes? ¿Puede una situación quedar atrapada totalmente en el lenguaje?
A partir de este momento nos internamos en esta experiencia en una cuestión nuclear, el
tema de la percepción. Le solicito ahora que observe con atención el esquema siguiente. El
mismo muestra una estrella y un círculo. Le pido a usted que en tanto participante de esta
actividad virtual, observe el diagrama siguiendo las instrucciones de la figura uno. Luego
tómese un momento para reflexionar acerca de lo que sucede.
Bien, nuevamente cada uno reflexione acerca de esta experiencia en relación con el tema de
la observación. Según Von Foerster, este sencillo experimento nos descubre que no solo no
vemos, sino que, en un proceso de conocimiento de segundo orden, tenemos que aceptar
que no vemos que no vemos.
93
Previamente a la reflexión acerca de este punto, le solicito que observe las figuras que
constan a continuación y que, nuevamente, se conceda un momento para relacionar esta
observación con nuestro tema de observación.
Bien, nuestro taller prosigue a partir de este momento, dando lugar a las sensaciones e
interrogantes que se desprenden de él. Luego de plantearlos, compartiremos un fragmento
literario, antes de despedirnos.
¿No sienten al imaginarlo, una sensación de escalofrío? Surge la pregunta ¿qué veo cuando
veo? Y también una más inquietante: ¿qué no veo cuando veo?
A pesar de que intente sumar, añadir y completar con otros los registros perceptuales, ellos
no pueden reflejar el mundo, no puedo totalizar porque mi percepción construye el mundo.
Percibir implica seleccionar, distinguir, filtrar, priorizar, imaginar.
¿No es curioso que cuanto más reflexionamos sobre la observación, cuanto más intentamos
completar una descripción, buscando dar cuenta de la totalidad, más cerca estamos de poder
percibir que sólo aumenta lo innombrable, lo indecible, lo que nuestro lenguaje no puede
aprehender?
La lectura de esta experiencia imaginada por Borges nos permitirá conectarnos con lo
asombroso. Si el dispositivo es adecuado, puedo en un segundo, observarlo todo. Todo está.
allí., en un instante. Nos dimos cuenta que un instante, si es vivido desde adentro, puede
contener todos los instantes. Y que ninguna observación, por más estricta, aséptica y
detallada que fuera, puede dar cuenta de nuestra vida, si la realizamos desde afuera y
creyendo que puede o debe nombrar, designar, describir o reflejar.
Esta propuesta busca a través de experiencias perceptivas, desestabilizar las certezas acerca
de la observación, sobre todo del ideal de objetividad que nos ajeniza de nuestra propia vida
y que empobrece, en nuestro caso, los dispositivos.
94
Podemos pensar que observamos aquello que el dispositivo permite, indica y, más aun,
construye. Pero no basta el dispositivo. Dado que el mismo está sostenido por nuestra
subjetividad. Debemos dar cuenta complejamente de este entramado para pensar la
observación.
Si este relato no bastara para convencerlo, lector, de que la observación produce mundos
muy lejanos de lo objetivo y mensurable, la observación subjetivante se desprograma a sí
misma, se demuestra productora del desgarro, de lo inasible. Si este relato no bastara, lo
invito a que usted mismo haga una experiencia sugerida por Denise Najmanovich en
relación con el problema de la supuesta objetividad de la observación: Imagine que de
pronto, se dedica a observar el destello de los ojos de la gente. ¿Qué observación
producirá? De ningún modo podría observar esto desde un borramiento de la propia
subjetividad.
Observar el destello de los ojos de los otros conllevará observarse a sí mismo reflejado en
ellos.
El grupo operativo de aprendizaje fue creado por Pichon Riviére para enriquecer la
formación en psicología social de observadores y coordinadores grupales. Sin embargo, han
transcurrido varias décadas y la novedad ya no es tal. Al no renovarse las fuentes teóricas y
las modalidades de la práctica, el dispositivo se fue cristalizando y, por lo tanto,
empobreciendo. La apertura devino cierre. En un afán creciente de mantenerse idéntico a sí
mismo, un dispositivo que había sido diseñado para formar agentes de cambio, clausuró sus
propias posibilidades de transformación. El cierre fue de tal magnitud, que propuestas
teóricas que mantienen su interés aún hoy, perdieron nitidez y parecieron sucumbir al
achatamiento y la pobreza derivadas de la repetición sin cuestionamiento.
Propongo el desafío de ir más allá. del grupo operativo a través de una observación
renovada del propio dispositivo. Invito a cada lector a emprender la travesía que lo llevar.
más allá de la propia práctica y la propia teoría, ya que el dispositivo no es externo a cada
uno de nosotros.
La invitación consiste en emprender juntos un periplo que no incluye punto de llegada pero
sí desafíos y paisajes nuevos, así como la promesa de aventuras. Existe cierto riesgo pero
garantizamos que en esta excursión no nos invadirán el letargo ni el aburrimiento,
característicos de la repetición del discurso y las prácticas grupales. Aburrimiento generado
por la imposición de eternizar el dispositivo del grupo operativo, convertido en un fin en sí
mismo.
El primer sendero nos lleva a un cartel enorme que nos convida a ir construyendo
dispositivos de dispositivos. Detrás de este cartel, surgen las puertas misteriosas de una
mansión que todos llaman observación. Veamos qué descubrimos.
95
En un bucle de construcción compleja, se genera a la vez subjetividad en la grupalidad y
grupalidad desde lo subjetivo. Más perentorio aún es pensar de qué estilos de subjetividad
emergen dichas concepciones de observación y, por consiguiente, ciertos dispositivos.
Esta doble interrogación es necesaria para revitalizar la tarea de quienes trabajamos con
grupos. La idea central consiste en ubicarnos en observadores de la observación. Esta
intención conlleva, en términos de Maturana, la propuesta epistemológica de utilizar el
instrumento de conocimiento para conocer el mismo instrumento. Lo cual tiene
derivaciones éticas y repercusiones en nuestra práctica.
Nuestros dispositivos están impregnados por una red de suposiciones derivadas de la idea
de que observamos un objeto externo a nosotros y que lo percibimos tal cual es. Esta
perspectiva, además de otros efectos de cierre, nos desimplica respecto de lo observado y
respecto de nosotros mismos. Por el contrario, según Maturana, la observación emerge de
una experiencia que tiene más que ver con nuestra configuración como organismos que con
las características del objeto: nuestra observación produce un mundo.
¿Por qué interrogar la observación como cuestión nuclear para pensar aperturas y
flexibilizaciones imprescindibles en nuestras modalidades de trabajo grupal?
Cada dispositivo indica, dispone, cómo vamos a trabajar, pero sobre todo, qué voy a
recortar, qué voy a considerar válido y relevante, qué tomo en cuenta. Es decir, cada
dispositivo, centralmente, construye en mí una propuesta, una concepción de observación,
indica qué se observa, para qué, y sobre todo, en un bucle de segundo orden, qué es
observar.
Transitamos una crisis en los modos tradicionales de abordaje del acontecer humano; los
dispositivos habituales se revelan hoy insuficientes para dar cuenta de nuestro
caleidoscópico mundo.
No solamente tenemos que abordar el tema la observación hoy, sino interrogar por qué
surge la metáfora del abordaje tan ligada a la observación . Es decir, tenemos que observar
cómo y por qué abordamos la observación.
Ahora bien, encontramos escollos en este intento. ¿Cómo expresar lo que está naturalizado
en nuestra cultura, aquello inefable que, a través de nuestras metáforas, nos habla? Quiero
decir que tenemos que abordar el tema de la observación hoy para desabordarlo. Dado que
abordar implica uno de los modos con que nuestros paradigmas nos indican qué es conocer
y cómo conocer.
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Abordar conlleva al menos dos sentidos: tocar, tomar contacto con dicho objeto y meterse
por la fuerza dentro de él, someterlo. Abordar supone un objeto de abordaje anterior e
independiente y por consiguiente, externo, ajeno a quien lo aborda. Se trata de un ejemplo
privilegiado para dar cuenta de los complejos sistemas metafóricos que construyen, desde
nuestros paradigmas naturalizados, nuestra constelación conceptual relativa a la
observación. Dado que observar conlleva la idea de abordar desde afuera el objeto de
conocimiento.
Ahora bien, esta concepción de observación conduce a que, por ejemplo, la comunidad
quede ubicada como aquel lugar de donde los alumnos provenían y al cual, una vez
ubicados dentro del dispositivo, tenían que salir para reencontrarse o bien trabajar con ella
o en ella. Nunca desde ella. Queda, al finalizar la formación, una zona totalmente separada
de la comunidad, zona que se delimita como el área del grupo operativo y que excluye
aquello que no está planteado en términos del dispositivo.
97
implica rigidez y empobrecimiento subjetivo. Lo paradójico es que estos dispositivos
fagocitantes están producidos muchas veces desde discursos que pretenden la apertura.
El dispositivo del grupo operativo para lograr operar como agente de cambio tiene que
aceptar cambiar él mismo. Y las subjetividades en juego, las nuestras concomitantemente,
tienen que aceptar interrogarse.
Los invito a seguir la propuesta de Proust cuando nos dice que “El acto real de
descubrimiento no consiste en encontrar nuevas tierras sino en ver con nuevos ojos”.
Los actuales adultos mayores de Uruguay, conocieron en su infancia un país muy diferente
al actual, que tenía un buen desarrollo económico y un estado benefactor. En ese entonces
el trabajo era el gran organizador y factor de movilidad social. Sin embargo, estos mayores
vivieron muy tempranamente varios cambios: la transición demográfica, el pasaje de una
economía del ahorro a otra de consumo; la integración de la mujer al mundo laboral; el
apogeo y fin de la integración social (Berriel, 2003).
La bonanza económica del país en ese tiempo, invisibilizaba todo un sector de la población
que sobrevivía con escasos recursos culturales, en condiciones de pobreza y vulnerabilidad,
con trabajos precarios e informales, pero con condiciones mínimas de dignidad y de
satisfacción de sus necesidades básicas. Es en este sector de la población, que los cambios
tecnológicos, sociales y culturales de la segunda mitad del siglo XX impactó objetiva y
subjetivamente en forma negativa, haciéndose el actual mundo tecnificado un lugar cada
vez más incomprensible para ellos (Pérez Fernández, 2007b).
Poco queda hoy de aquel Uruguay de bonanza. La crisis social, económica y política de los
últimos 50 años (que incluye un período de dictadura militar desde 1973 a 1984), agudizada
en los últimos tiempos por la crisis del año 2002 que anteriormente señaláramos, ha
impactado fuertemente en los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. En este
contexto, varios de los jóvenes en situación de vulnerabilidad de aquel Uruguay del “estado
benefactor”, son actualmente parte de los viejos en condiciones de pobreza y exclusión
psicosocial, efecto del modelo de “Uruguay neoliberal” que se aplicó en los años 90
fundamentalmente (Pérez Fernández, 2007a).
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características psicosociales de esta población en situación de calle, conocer como, al decir
de Bader Sawaia (2004), se han ido tejiendo en este colectivo las “artimañas de la
exclusión”, a los efectos de elaborar e implementar estrategias efectivas de inclusión.
Veamos a continuación alguna de estas características.
“Un primer hecho a señalar, es que, salvo aquellos casos de personas con una cronicidad
de calle de muchos años, la mayoría de estos adultos mayores sin techo son personas que, si
bien han estado siempre en una situación de mucha vulnerabilidad social y precariedad del
empleo, pertenecen a una generación que ha inscripto determinados valores en su identidad.
El trabajo como forma de obtener ingresos, el respeto propio y del otro, etc., son algunos de
los valores que permanecen en ellos en general.
Teniendo en cuenta estos aspectos, no es de extrañar que la ausencia de una red social o
familiar de sostén sea otra de las características de esta población. En general se trata de
personas que por diferentes motivos, siempre han tenido una red familiar y social muy
débil, carencia que se va incrementando a medida que envejecen. El proceso de calle
acrecienta esto, pasando las relaciones sociales a ser funcionales a la situación de exclusión.
Es común encontrar en esta población una percepción subjetiva de “estar sólo en el mundo”
donde, como defensa a un medio hostil, predominan mecanismos psíquicos de aislamiento.
Esto favorece estrategias de adaptación pasiva (en el sentido definido por Pichón Rivière,
1985), donde es común apreciar una reproducción estereotipada de vínculos marcados por
la desconfianza, la negatividad o la utilización del otro, que replica y amplifica un modelo
individualista de ser humano, empobrecedor para la persona y su salud.
Esta lógica de lo individual, esta dificultad para incluir al otro en el vínculo y contacto
placentero, junto a la ausencia de vínculos satisfactorios, esta autopercepción de estar sólo
en el mundo, “produce una especie de efecto de “invisibilidad”. Invisibilidad de los
cuerpos, que van perdiendo su sensualidad para pasar a ser objetos de sufrimiento,
organismos dolientes que sólo pueden ser abordados por la medicina. Esto implica un
nuevo paso en el proceso de exclusión, vinculado a procesos de desubjetivación”. (Ibid:
242). Por lo tanto, los procesos de exclusión psicosocial, además de los factores
99
económicos y sociales, tienen un componente fundamental en las dimensiones subjetiva e
identitaria.
En el año 2003, Jerome Bruner señalaba que nuestra identidad es construida en un proceso
de narrativa, sosteniendo que somos las historias que nos contamos de nosotros mismos,
vinculadas a la que nos narran los otros. Cabría preguntarse entonces ¿qué narrativas que se
construyen en estas personas sobre ellos mismos? Parecería que su narrativa incorpora
como propia el mensaje social que construye “una narrativa de la exclusión, de lo
individual, del estar solo en el mundo, del desamparo, de la invisibilidad, del sufrir. Estas
narrativas pasan a constituirse en verdaderas pseudoidentidades que, a modo de acto
performativo (Butler, 2001), envuelven el sí mismo de la persona. Puestas las cosas así, no
es de extrañar el alto porcentaje de patologías psicológicas de esta población, posiblemente
como salida de estas situaciones
Se trata así, de “... producir nuevos elementos de subjetivación, construyendo una narrativa
diferente de sí mismo. Todos los espacios que se puedan generar para que circulen las
palabras, para que se nombren las cosas y personas, para que se construyan narrativas
libres, significa avanzar en los procesos de subjetivación. Lo mismo sucede con la
participación. Todos los espacios que pudiesen crearse para lograr la participación real,
incluida la toma de decisiones, aporta en esa línea.
100
hacer aquí un breve repaso de los principales aspectos de las mismas, a los efectos de
explicitar lo mejor posible la propuesta.
101
a) En toda concepción de grupo la presencia de la historia social es un elemento
indispensable en su elaboración y por tanto la realidad debe tenr su lugar en esa
conceptualización.
b) Esa misma historia social se hace presente en la práctica y en la experiencia.
c) La presencia de la realidad no conlleva a una cuestión moral de lo aceptado o de lo
rechazado o de lo verdadero y lo falso, sino que constituye el marco para la
dialéctica entre lo utópico y lo posible.
Otro momento corresponde al de la tarea. El grupo constituido como tal efectúa una especie
de insight alrededor del tema que se ha propuesto. Es un momento de reflexión, en el cual
se observan los alcances de la significación que ese tema tiene para ellos.
Señalamos aquí que siempre la puesta en práctica de lo propuesto por un grupo tendrá un
grado de dependencia con el contexto social.
Dijimos que la situación grupal mínima era un triángulo constituido por coordinación-
grupo-tarea. Esta situación mínima de tres elementos se configura como estructura a partir
de un cuarto que le da sentido, y aquí Proyecto juega esa función.
Proyecto no pertenece a ninguno de los elementos de la estructura, pero influye sobre los
tres posibilitando el movimiento.
Proyecto como lo establecido y programado desde una individualidad.
La horizontalidad del vínculo es “como si” siempre hubiese debido ser de tal forma y en su
desarrollo ya no hubiese marca de dominio sino de tranca colaboración.
102
Grupo familiar
Definición de familia: familia es, en nuestra sociedad, un grupo humano centrado alrededor
de las tareas de procreación, afectivo sexuales, educativas, de supervivencia, económicas y
sociales, prescriptas por el sistema sociopolítico organizado para el cumplimiento de esas
tareas en base a la diferencia de sexo, edades y roles, sometidos a una interacción dinámica
interna y a un intercambio con el exogupo social, determinados por la prohibición del
incesto, por la estructura edipica y por la estructura social, para renovar el parentesco por
medio de la alianza heterosexual.
El grupo está centrado en una tarea común a sus integrantes que justifica su reunión, sino
no es un grupo.
Características comunes en el caso del grupo humano y de la familia como grupo humano:
sus integrantes están unidos por constantes de tiempo y espacio; existencia de los planos
manifiesto y latente; centrado en tareas, tareas de procreación (en la familia se producen los
sujetos que son los agentes del proceso de producción de bienes materiales), de las tareas
afectivo sexuales(la relación de pareja y sobre la sexualidad de la pareja y de la familia), de
las tareas educativas (la familia en el proceso de socialización del niño en la educación para
el pasaje de endogrupo al exogrupo), de las tareas de supervivencia (cocinar, lavar, limpiar
la casa); tareas económicas (la economía de la familia, clase social perteneciente,
conciencia de clase, manejo del dinero por parte de las figuras parentales); tareas sociales
(el pasaje del individuo de su grupo familiar a otro grupos de pertenencia de acuerdo a su
clase social, cultura; unión de diferentes grupos familiares a través de alianza de pareja; la
reproducción repetición y la inscripción de modelos de conducta.
Bauleo plantea que las fantasías proyectadas en el grupo no son solo productos del
individuo sino además de lo permitido por la sociedad, el individuo “fabricado” en la
familia va hacia los grupos secundarios y hacia la sociedad.
Abordaje terapéutico
El niño procesa psíquicamente de acuerdo a pautas y modelos aprendidos en su grupo
familiar. Por lo tanto, con su sintomatología ese sujeto da cuenta de que sus conflictos no
son solamente de él, sino son de una totalidad, de una estructura, son de su grupo familiar.
Pichón Riviere habla de la noción de poli causalidad, o sea multiplicidad de causas, por ello
un abordaje terapéutico pluridimensional que tiene como objetivo cubrir lo más
extensamente posible las múltiples dimensiones etiopatogenias (mente, cuerpo, mundo
exterior)
103
Direccionalidad de nuestro enfoque
1. Manejo de la sexualidad en y entre los diferentes subsistemas que constituyen el
grupo familiar.
2. La elaboración del complejo de Edipo, su resolución, aceptación del tabú del incesto
así como de la seducción de los hijos por parte del padre y/o de la madre de sus
propios conflictos no resueltos
3. El análisis de los fenómenos latentes de la interacción entre los integrantes del
grupo familiar que configuran diferentes subsistemas.
4. Elaboración de los miedos básicos al cambio
5. Asunción, depositacion y prescripción de roles, funciones, ansiedades y conflictos
entre los integrantes del grupo familiar.
6. Los secretos familiares
7. Los mitos familiares
8. Los arquetipo familiares
9. Las contradicciones, conflictos generaciones, relaciones de poder en el grupo
familiar.
Técnica
Cuando lo indicado es efectuar una psicoterapia familiar lo que nos permite acceder a la
estructura latente es el manejo instrumental con una técnica, la técnica operava de grupo
con las adaptaciones efectuadas al campo psicoterapéutico familiar, particularmente cuando
se encuentran niños formando parte de ese grupo familiar. Tenemos así, el empleo del
dibujo, la pintura, del juego, rolplaying etc.
Partiendo de lo manifiesto del grupo familiar, desde las reglas, normal, roles, el tipo de
comunicación avanzamos despejando y discriminando distintos niveles de profundidad en
la estructura que configura la familia.
104
Psicoterapia Combinada es la unión de dos o más técnicas psicoterapéuticas de modo tal
que constituyan un procedimiento articulado, apunten hacia un mismo objetivo e integren
simultáneamente un similar y complementario esquema teórico, técnico y metodológico.
Todo sistema implica y todo sistema busca mantener su estabilidad constante, resistiendo
toda acción tendiente a perturbarla.
La relación homeostasis vs entropía, es una relación que ha sido perturbada en la esencia
misma de su significado en beneficio de la organización del sistema por los intereses que
tiene en juego. El objetivo que persigue es asegurar su constancia y su desarrollo
progresivo.
“el matrimonio civil, principio, base y fundamento de la familia…. Por el hecho del
matrimonio se contraen los cónyuges diversas obligaciones, las de guardarse fidelidad
mutua, mantener y educar a sus hijos, dándoles la profesión y oficio convenientes a sus
estados y circunstancias”.
El matrimonio civil principio, base y fundamento de la familia, el contrato civil tiene por
finalidad la regulación de la relación hombre mujer para la procreación.
Fidelidad mutua, de modo de evitar así que no se corra el peligro de división de la molécula
reproductora.
Mantener y educar a los hijos, dentro de cada status social, elegir la profesión u oficio que
el sistema ha previsto y creado para poder cumplir sus fines.
De esta manera, la suscripción del contrato hace que lo que inicialmente fue pareja,
empiece a funcionar como matrimonio, a no encontrar su nivel de relación necesario y
satisfactorio, para perderse en las relaciones instituidas.
105
La pareja, como grupo natural, pierde así su lugar y pasa a postergar las más de las veces,
sus necesidades afectivas y de convivencia en función y por obra de la rutina instalada.
“te quiero a ti y me entrego a ti y prometo serte fiel en las alegrías y las penas, salud y
enfermedad, todos los días de mi vida”. Afirma nada menos que el propósito de hacer de
ese amor una praxis de convivencia con voluntad de permanencia que solo la muerte puede
quebrar.
Ubicación teórica
breve reseña histórica. Es Freud, quien comienza con la temática del grupo familiar en dos
niveles: teórico y práctico. Complejo de Edipo, interpretación de sueños, la novela familiar.
Por ese entonces las discrepancias entre los psicoanalistas oficiales y no oficiales estaban
referidas, a si preferían o no atender a miembros de una familia simultáneamente y a sus
porqués.
Históricamente se partió de la psicoterapia del niño asilado, con una teoría y una técnica
que poniendo énfasis exclusivamente en lo individual, veía que los padres celosos
envidiosos y competitivos obstaculizaban el proceso terapéutico. Luego se hizo participar
106
en la psicoterapia del niño a sus padres, donde no estaba claramente delimitado como
intervenían los mismos, con que técnica y que teoría se realizaba esta inclusión, se
confundía padres con familia.
Tratar de comprender lo que sucede con el niño “enfermo” y su grupo familiar es tratar de
comprender la relación entre el niño, su familia y la enfermedad mental, en el cual el niño
es para nosotros el emergente, de una estructura familiar.
Nos basamos pues en un ECRO (esquema conceptual referencial y operativo) que nos
permite pensar la psicopatología individual desde una perspectiva más abarcativa,
descentrando la “enfermedad” de un sujeto, al grupo familiar en su totalidad.
Con los aportes, las reformulaciones y las críticas que dialécticamente han enriquecido a
cada nuevo desarrollo.
Entendemos por psicoterapia combinada la unión de dos o más técnicas psicoterapéuticas
de modo tal que constituyen un procedimiento articulado, apunten hacia un mismo objetivo
e integren simultáneamente un similar o complementario esquema teórico, técnico y
metodológico.
Psicoterapia asociada
107
- con el niño presente
- con el niño ausente (por decisión terapéutica, por decisión asilada: del
niño, de los padres)
2. Entrevistas con integrantes del grupo familiar
- esporádicas
- periódicas
3. Psicoterapia de los padres
-de uno de los padres
-de los dos padres (psicoterapia individual, psicoterapia de pareja)
4. Grupo de padres
-grupo informativo para padres (“Escuela para padres”)
PSICOTERAPIA COMBINADA
- asistencia combinada I
- asistencia combinada II
TECNICA
La técnica empleada fue la Técnica Operativa de Grupo (TOG) adaptada y aplicada al
trabajo con grupos familiares.
La TOG es una técnica de aplicación en pequeños grupos. El grupo debe poseer una tarea
explicita. Por ej.: el tratamiento del niño, la relación con su padre y viceversa.
Hay dos roles prescriptos: el de integrante y el de coordinador. Las entrevistas serán
efectuadas por el terapeuta individual del niño.
Son realizadas en días y horas diferentes de las sesiones individuales, siendo su duración de
sesenta a setenta y cinco minutos.
Variaciones del encuadre terapéutico:
1. Entrevistas con el niño presente
2. Entrevista con el niño ausente:
-por decisión terapéutica (excepcional)
- por decisión asilada (frecuentemente en los primeros meses de tratamiento)
-del niño
- de sus padres
108
De cualquier manera el niño estuvo siempre presente como temática y objetivo central de la
entrevista.
Enrique A. Sobrado.
Por eso, creo que hay que distinguir lo que podríamos llamar el grupo operativo natural, en
cuanto sea aquel grupo con tarea explicita que lo nuclee, del grupo operativo instrumental
que es el que además esta coordinado con la técnica operativa de grupo.
Esta dinámica del ECRO ha permitido que se pudiera evolucionar de los fundamentos
kleinianos-existencialistas del primer Pichon, llegando a la reelaboración, tras los aportes
materialistas dialecticos, realizados por Armando Bauleo y otros.
Pero quizás por esa misma plasticidad, determinadas contingencias de índole social, y la
propia difusión de la técnica, han producido que algunos sectores detuvieran su desarrollo.
En algunos casos recuperando su arqueología, en otros, desviándose en los meandros del
empirismo, o bloqueando el aporte intersistémico que permitiera la incorporación de otros
desarrollos teóricos.
109
La constatación (desde mi nunca objetivo punto de vista) de estos fenómenos, mediante la
lectura de diversos textos producidos en diferentes partes del mundo, me llevo a la cuenta
de un punto en la técnica que aparecía poco analizado: el rol de observador.
Si tenemos en cuenta que una de las consignas en la practica técnica de los grupos
operativos es la clara discriminación de los roles, este hueco en el método no deja de ser
significativo. Posiblemente uno de los problemas que perturban esta clasificación sea el
modelo instaurado por los terapeutas de las asociaciones psicoanalíticas.
Por un lado encontramos una problemática ligada a la asunción de todo rol, por cuanto:
¿Qué es asumir un rol si no diferenciarse?, Y diferenciarse, ¿no implica asumir la
castración?. Por eso, igualar el observador al coordinador implica indiscriminar a la pareja
coordinadora, es caer en la trampa subtendida por las fantasías de totalización.
La función del observador consiste en analizar los efectos de la acción del coordinador
sobre el grupo, para que, ya sea a través de la lectura de emergentes o mediante el rescate a
posteriori de la dinámica grupal mediante la lectura del registro, el coordinador pueda
reubicarse, detectando los puntos de sutura a la fantasía grupal.
La dinámica grupal elicita a veces ansiedades tan arcaicas que llevan a la contra-actuación
110
de la pareja coordinadora, sea porque acierten en un punto ciego de uno o de ambos, o
porque movilizaciones de ese nivel generan defensas consecuentes.
Claro esta que esta movilización cobra sentido desde una correcta distribución de
funciones. En caso contrario, al no tener fijada la variable, ¿Cómo vamos a medir sus
desviaciones?
Ese plano, que Bauleo denomina el lugar del mito, juega también para los coordinadores,
determinándoles demandas o sometiéndolos a esquemas de los que solo a través de una
rigurosa practica de critica y autocritica se puede intentar modificar.
Pero para que esta cumpla su cometido debe además estar apoyada en una correcta
concepción filosófica de las practicas.
Por eso, el problema de la discriminación teórica de la función del observador, tanto como
las vicisitudes de su práctica, terminan no siendo solo un problema técnico.
Módulo 6
Una de las ventajas del concepto de carrera consiste en su ambivalencia: por su lado, se
relaciona con asuntos subjetivos tan íntimos y preciosos como la imagen del yo, y el
sentimiento de identidad; por el otro, se refiere a una posición formal, a relaciones jurídicas
y a un estilo de vida, y forma parte de un complejo institucional accesible al público.
Gracias al concepto de carrera podemos, pues, oscilar a voluntad entre lo personal y lo
público, entre el yo y su sociedad significativa, sin necesidad de ceñirnos, como única
fuente posible de datos, a lo que la persona dice pensar que imagen ser.
111
cuanto altera su destino social, y en nuestra sociedad esta alteración parece hacerse
significativa solo cuando la persona es sometida al proceso de hospitalización.
Los efectos de ser tratado como enfermo mental, pueden distinguirse claramente de los
efectos que tienen sobre la vida de una persona ciertos rasgos que un médico consideraría
como psicopatologías.
El estudiante del hospital psiquiátrico puede descibrir, de modo análogo, que la locura o el
comportamiento enfermizo atribuidos al paciente mental son en muchos casos producto de
la distancia social desde la cual se juzga su situación más que de la propia enfermedad
mental.
La vida en las salas cerradas es absurda, y cuando este en una sala cerrada para los
enfermos recién ingresados, o en una sala de convalecientes, puede sentir que las salas de
pacientes crónicos son, socialmente hablando “loqueros”. Pero hasta que traslade su esfera
de participación simpática a la peor sala del hospital, para que también esta se incorpore al
ámbito social como un lugar dotado de un mundo social habitable y continuamente
significativo. Esto no excluye la posibilidad de que encuentre, en cualquier sala o grupo de
pacientes una minoría totalmente incapaz en apariencia, de someterse a normas de
organización social, también es cierto que en una sociedad de pacientes, el cumplimiento
ordenado de las expectativas normativas es en parte posible gracias a ciertas medidas
estratégicas, que de algún modo han llegado a institucionalizarse en los hospitales
psiquiátricos.
Según la opinión vulgar, la carrera del enfermo mental puede dividirse en 3 etapas: el
peridoo previo a su internación, que llamaremos etapa del pre-paciente, el periodo de
estadia en el hospital, etapa del paciente, y el período posterior al alta del hospital si se
produce, que llamaremos etapa expaciente. En este trabajo consideraremos solo las 2
primeras.
Pre-paciente
Apareada con esta revaluación desintegradora de sí mismo se presenta otra circunstancia
nueva y casi tan penetrante como la primera: el esfuerzo de ocultar a los otros lo que
considera las nuevas verdades fundamentales acerca de sí mismo, el intento de descubrir si
los otros también les han percibido. Quiero destacar aquí que la impresión de estar
perdiendo la cabeza se basa en interpretaciones estereotipadas, de procedencia cultural e
112
impregnación social, sobre la significación de síntomas como oír voces, perder la
orientación en el tiempo y en el espacio y sentirse seguido.
Para la persona que con motivo o sin él, se cree mentalmente desequilibrada, el ingreso a un
hospital psiquiátrico resulta a veces un alivio, en parte quizá por la transformación
repentina de la estructura de su situación social.
En otros casos, la hospitalización puede empeorar las cosas para el paciente que se interna
pro su propia voluntad. Al confirmarse, mediante la situación objetiva, lo que hasta
entonces sólo había sido asunto de la experiencia interna del yo.
Su primer contacto con la institución adopta una de las 3 formas típicas siguientes: algunos
se internan porque la familia les ha suplicado que lo hagan o ha amenazado romper, en caso
contrario, los vínculos de parentesco, otros llegan por la fuerza, bajo escolta policial, otros
casi exclusivamente los muy jóvenes, acuden porque los llevan engañados.
Agentes y agencias constituyen un sistema social que adquiere una importancia cada vez
mayor, y cuyos elementos entran en contacto sistemático por la necesidad de atender y
transferir a las mismas personas.
113
que allí conseguirá el tratamiento médico y el reposo que necesita y que acaso esté de
vuelta en unos pocos meses.
El hecho de haber vivido una carrera de pre-paciente, que comenzó con una denuncia
efectiva, se convierte en un elemento de extrema importancia en la orientación del paciente
mental; este elemento sólo empieza a actuar, sin embargo, a partir de la internación, porque
entonces el paciente comprueba que no ha tenido otra cosa que una carrera de pre-paciente
y ya ni eso le queda.
Las políticas universitarias transitan una doble vía que impulsa acciones donde lo propio se
transforma en confrontación, siendo a su vez complementario de aquellas políticas a las que
debe enfrentar. Confrontación, en tanto ofrece resistencias a las políticas de devastación,
pero complementario porque, muchas veces, solo puede- doloroso es reconocerlo- orientar
sus acciones académicas, científicas y pedagógicas en los intersticios económicos y
políticos que la embestida contra lo público le deja como resto.
114
Los diferentes textos han transitado otra posibilidad, la de andar por los senderos de las
diferencias sin grandes certezas, pero tampoco refugiándose en los comodines de las
incertidumbres vacías.
Las instituciones, sean definidas mediante distintas lógicas de los objetos concretos o como
sistemas simbólico-funcionales que escapan a esos encierros, coexisten siempre en un
amplio espectro de referencias complejas: referencias que, comúnmente, se confunden con
las instituciones como referentes de prácticas y experiencias determinadas.
Los quehaceres clínicos participan – como los de otras disciplinas- del funeral de la verdad,
aunque ésta en realidad no muere, sino existe, al igual que las clínicas, sólo como puesta en
perspectiva, como imposibilidad práctica de caer en su propia trampa, la de una clausura en
principios operativos o doctrinarios.
Los proceso de conocimiento están insertados de este modo a partir de sus historicidades,
implicaciones, estrategias discursivas y extra discursivas, afecciones singularizadas y
requerimientos que los frenan o potencian, en un campo o constelaciones de sentido
determinadas. En cambio los “objetos de conocimiento” rehúyen la diagramación de un
campo, para constituirse (por eso se los considera siempre como realizados aunque se los
procese en diversas combinatorias) en formas de operar reductivas que no pueden ser
ejercidas sino por otra entelequia, el sujeto de conocimiento.
En suma, con la idea de campo apuntamos a superar, no decimos haberlo logrado, la vieja
dicotomía sujeto-objeto y sus consecuentes y amurallados territorios. Campo y no objeto.
Multiplicidad en las miradas, en las intervenciones y en los saberes. Entrecruzamientos en
actos y discursos. Campo que rescata lo diverso como aquello que agrupa lo discontinuo sin
cultivar lo homogéneo.
Campo, entonces, que no es otro que el del campesino. Ese que sirve de lecho a las
semillas, a la dispersión del abono, a la turbulencia de las lluvias y huracanes, al sutil azar
de lo que pueda ser recogido o inventado por el ojo inquieto de un lector incierto. Si a él
115
apelamos es porque constituye la garantía que convierte a posibles campos unificados,
campos significantes y demás espacios erosionados, en campos de siembra. Metáfora que
conecta, más allá de sí misma, al ser humano con la naturaleza en un clima social-histórico
y discursivo particular e irrepetible. Desde él brotan estas problemáticas del campo grupal,
que tienden constantemente a fugarse de sus dominios, del dominio que circunscriben sus
alambradas, en ocasiones confortables, la mayor parte de las veces, sacrificiales.
Efectivamente, desde que Michel Foucault (1926-1984) hablase del «disposi- tivo
disciplinario» (Foucault 1975: 173) o del «dispositivo de la sexualidad», hemos asistido
a la proliferación de trabajos que desde pers- pectivas tan diferentes como la filosofía, el
derecho, la pedagogía o el feminis- mo, hablan de «dispositivos» carcelarios, pedagógicos,
televisivos e incluso funerarios (Vandendorpe 1999). Como acabo de señalar y como me
propongo repasar en esta introducción, dicha proliferación ha sido especialmente impor-
tante en el caso de la sociología.
Trabajos de Steven Shapin, Ian Hacking y Bruno Latour entre otros. Todos ellos han
incidido en el análisis de la produc- ción, circulación y recepción del saber científico/
técnico a través de lo que noso- tros denominamos «dispositivos».
Tan prolífica utilización contrasta con el escaso número de «enfoques real- mente
reflexivos, abstractos, de la noción de dispositivo. Habitualmente, el término […] aparece
sin verdadera definición, modestamente enrollado en el corazón de una frase o de una
expresión más boyante»
En mi opinión, dos razones explican tan escasa reflexión teórica: en primer lugar la
poligénesis del concepto (que invalida la extendida creencia de su origen foucaultiano) y, en
116
segundo lugar, su gran plasticidad que ha acabado por convertirle en una palabra-maleta que
«permite explicar de manera elegante y concisa lo que de otro modo exigiría el empleo de
perífrasis azarosas»
Por todo ello, el objetivo de este artículo es sugerir una reflexión teórica sobre el concepto
dispositivo que permita, en la medida de nuestras posibilidades, reducir la mencionada
distancia que separa su definición y su uso. Dado el carácter poligenético y maleable del
término, existen dos posibilidades para llevar a cabo esta tarea: Proceder a una genealogía
temática que permita comprender la génesis del concepto en cada disciplina en la que se ha
aplicado , o examinar la referencia a la que remiten la mayoría de los autores y sobre la que,
de una manera u otra, se han apoyado buena parte de los estudios sociológicos que analizan
«dis- positivos». Estamos hablando, por supuesto, del trabajo de Michel Foucault.
La épistémè foucaultiana toma cuerpo en un período muy concreto de la tra- yectoria del
filósofo (la segunda mitad de los años sesenta) en el que su preocu- pación fundamental
giró en torno a una cuestión central: ¿Qué es el saber?. Para dar respuesta a esta pregunta,
Foucault trabaja con varios conceptos que van a lle- varle primero hasta la definición de
épistémè y, más adelante, hasta el dispositivo. El primero es el de système (sistema) o
«conjunto de relaciones que se mantie- nen, se transforman, independientemente de las
cosas que ligan» . La definición de système está muy próxima al concepto de structure
(estructura) y a los trabajos de Dumèzil, Lévi-Strauss, Lacan, etc. La idea es que, «antes
de toda existencia humana, de todo pensamiento humano, existiría ya un saber, un sistema
que noso- tros redescubrimos».
Por tanto, ya se encuentra aquí una idea que más tarde sera fundamental en la definición
que Foucault aporta del «dispositivo disciplinario»: El sistema (igual que el dispositivo) se
define a partir de un criterio de posición que afirma que los elementos que lo componen
no son signi- ficantes en sí mismos sino que su significado deriva de su posición relativa
dentro del conjunto. Por otro lado, el sistema tiene un carácter constrictor que nos impide
escapar de su red: siempre se piensa en el interior de una ordenación definida por una época
y por un lenguaje. En este sentido, nos antecede. En 1966, Foucault defi- nía su tarea como
«poner al día este pensamiento anterior al pensamiento, ese sis- tema anterior a todo
sistema... Él es el fondo sobre el cual nuestro pensamiento «libre» emerge y centellea
durante un instante...»
En definitiva, tomando como referencia esta definición y como veremos más adelante,
puede señalarse una doble coincidencia entre el concepto de épistémè y el de dispositivo:
117
entre ellos.
— En segundo lugar, ambos se refieren a una multiplicidad. Tanto la épis- témè como
el dispositivo definen multiplicidades de elementos: la primera hace referencia a la
pluralidad de componentes del espacio del saber, el segundo a un conjunto de
piezas que, en forma de réseau, estructuran un espacio determinado.
En definitiva, en Surveiller et punir Foucault ofrece una idea de dispositivo que va más allá
de su trabajo epistemológico. Como la épistémè, el dispositivo describe el espacio de una
dispersión, la realidad de una multiplicidad de ele- mentos. Sin embargo, el dispositivo
introduce nuevos elementos: (a) define una serie de conexiones íntimas entre saber y poder
(b) establece la dispersión del poder a través una multiplicidad de dispositivos (la vigilancia,
el castigo, el exa- men) y (c) describe la producción de modos de subjetivación del individuo
a par- tir de determinadas técnicas (el propio examen). Ideas que Foucault retomará más
adelante en La Volonté de savoir (Foucault 1976). Allí, el dispositivo de la sexualidad hace
referencia al conjunto de prácticas, instituciones y conocimien- tos que hicieron, hacia el
siglo XVIII, de la sexualidad un dominio coherente y una dimensión absolutamente
fundamental del individuo. Frente a quienes definen la sexualidad como represión, Foucault
118
propone insertar esa hipótesis represiva en un dispositivo más amplio que permitiera
comprender la sexualidad como un campo estratégico donde se ligan discursos, prácticas,
tácticas, estrategias, poder-represión, poder-seducción y modos de subjetivación.
— Líneas de visibilidad. Los dispositivos tienen como primera función hacer ver. Su
régimen de luz describe una arquitectura de la realidad, haciendo visibles ciertas
partes y dejando otras en penumbra.
— Líneas de enunciación. Su función es hacer hablar a través de la producción de un
régimen de enunciación concreto. Estas líneas determinan el espacio de lo
enunciable, aquello que puede ser dicho en el campo de un dispositivo dado.
— Líneas de fuerza. Añaden la tercera dimensión que permite al dispositivo ocupar
un determinado lugar en el espacio, adoptar una forma concreta. Recorren la
interioridad de dicho espacio (o más bien la atraviesan) y regulan el tipo de
relaciones que pueden producirse.
—
Líneas de subjetivación. Se refieren al individuo y describen las condiciones en las que este
se convierte en sujeto/objeto de conocimiento, defi nen procesos y funcionan como líneas
de fuga: «Escapa a las líneas ante- riores, se escapa. El sí-mismo no es ni un saber ni un
poder. Es proceso de individuación que tiene que ver con grupos o personas y que se sustrae
a las relaciones de fuerzas establecidas como saberes constituidos: es una especie de
plusvalía»
El dispositivo como «esquema primordial del pensamiento». Foucault define el
dispositivo como la red que puede establecerse entre un conjunto heterogéneo de
elementos que incluye discursos, instituciones, reglamentos, leyes, medidas
administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas y morales. Por tanto,
el concepto hace referencia a un esquema de representación o grille d’intérpretation
(cuya forma remite a una retícula o a una red) a través del cuál pensar fenómenos
socio/ culturales. Tanto la épistéme como el dispositivo describen espacios
topológicos, i.e. espacios defini- dos por la relación entre un conjunto heterogéneo de
elementos que no son significantes en sí mismos. Así, la idea de réseau que pone en
juego el «dispositivo» se encuentra a medio camino entre el concepto de «estructura»
(que reduce la multiplicidad a un esquema totalizante) y el de «rizoma» (pura mul-
tiplicidad).
119
apropiación de los útiles en las relaciones hombres-máquinas». Dicho concepto ha
posibilitado un modelo alternativo de acción donde el actor ya no se define por constituir
una entidad separada de las máquinas sino por compartir con ellas una relación en el
marco de un dispositivo. De este modo, los dispositivos técnicos concebidos como
«un compuesto de humano y de no humano»
«El concepto de dispositivo parece dar cuenta del hecho de que una nueva relación con los
objetos caracteriza a la sociedad contemporánea o de que otra relación con el mundo
material, de los objetos, es posible, no según el modo de la instrumentación o de la
alineación, sino a través de la frecuentación, el contacto o incluso la experiencia afectivo-
corporal»
Por último, hay que señalar que la sociología de las ciencias ha extraído al menos dos
enseñanzas de la definición foucaultiana de dispositivo. En primer lugar la necesidad de
analizar prácticas concretas: «Analizar el saber y el poder que están haciéndose, como diría
Latour, que están construyéndose; atraer nuestra atención sobre el aspecto productivo de un
cierto número de dispositi- vos». En segundo lugar, una manera diferente de comprender la
relación entre saber y poder: «No solamente cada dispositivo incluye saberes múltiples,
transversales, ramificados, sino que el propio dispositivo se convierte en un medio
productor de saber». A través del análisis de la praxis científica, el «dispositivo» introduce
una idea fundamental en el campo de la sociología de la ciencia: El poder produce saber.
Frente a la tradición que desde Platón establece la incompatibilidad entre ambos, Foucault
recupera el pensamiento nietzscheano para mostrar que «el poder produce saber […] que
poder y saber se implican directamente el uno al otro, que no existe relación de poder sin
constitución relativa de un campo de saber, ni saber que no suponga y no constituya al
mismo tiempo unas relaciones de poder»
Este artículo trata de superar lo que podría llamarse la paradoja del dispositivo,
paradoja que resulta de la prolífica utilización del término en numerosos campos de la
investigación social durante los últimos años y de los escasos ejercicios de reflexión
teórica que ha suscitado.
120
trabajos que se enmarcan dentro de una metodología cualitativa de las ciencias
sociales. Esperamos que dicha reflexión pueda convertirse tanto en una referencia
válida para futuros trabajos empíricos como en una invitación a quienes, desde el
campo de la historia de las ideas, deben retomar el desafío lanzado por Deleuze hace
casi quince años y respondiendo a una pregunta de plena actualidad: ¿Qué es un
dispositivo?
En las primeras décadas del siglo XXI, asistimos a una revitalización del discurso de los
derechos humanos, contemporánea a la deslegitimación discursiva del neoliberalismo
radical de los 90. En América Latina esto coincide con la existencia de gobiernos con
propuestas críticas a las reformas promercado de los años 90s, y también sucede en el
contexto global del impacto en los países centrales de la crisis del capitalismo
mundializado y la redefinición del ordenamiento geopolítico global con agravamiento de
conflictos bélicos. En este proceso coexisten fuerzas que pugnan por la configuración de
sociedades más justas, y otras que buscan un nuevo discurso de legitimación del poder
financiero ante la pérdida de consenso del discurso neoliberal.
La doble faceta de la incorporación política de los derechos humanos obliga a analizar con
detenimiento en qué discursos y propuestas se inscriben. A escala global, la construcción y
ampliación de herramientas jurídicas de derechos se acompaña con violaciones masivas de
los mismos. La expansión de sus objetivos y enunciados contrasta con la situación de
vastas poblaciones excluidas, sometidas a carencias básicas, a riesgos bélicos o a
situaciones de extrema vulnerabilidad. Podríamos afirmar que nunca la humanidad ha
producido tantas enunciaciones de derechos y valor de la vida, y nunca se han violado de
manera tan masiva o ha estado tan en riesgo la vida misma.
Los derechos humanos, comprendidos desde una lógica de lo social y lo colectivo, forman
parte elemental o básica de las luchas modernas populares (Gallardo,H; 2009, 5). En el
terreno de la salud, el antagonismo se manifiesta entre la tendencia a considerar los bienes y
acciones que hacen a la salud como derecho de los sujetos y colectivos humanos, y aquella
que propugna considerarlos mercancías cuyo acceso depende del mercado. Si bien esta es
una esquematización dado que hay posiciones intermedias, en cuanto antagonismo sucede
entre estos dos polos: la salud como derecho o la salud como mercancía
la OMS planeó el retorno a un enfoque de derechos en salud, luego de que las reformas
neoliberales de finales del siglo XX lo desdibujara2. Importa destacar que hay distintas
121
interpretaciones y concepciones de lo que son los derechos humanos. Los derechos
humanos son un producto paradójico de la modernidad y el capitalismo.
Sucede que los enunciados de derechos humanos son producto del orden capitalista, pero
el mismo devenir de las sociedades modernas los hace imposibles de cumplir cuando la
lógica fudamental es la acumulación. Por eso se constituyen en la “promesa incumplida de
la modernidad” (Raffin,M, 2006:2), en un horizonte exigible y deseable que involucra e
interpela a las sociedades y a los estados. Según Helio Gallardo (2009 : 5) “los Derechos
humanos sólo alcanzan eficacia jurídica si se constituyen desde el interior conflictivo de
una economía-cultura y las poblaciones pueden sentirlos como propios”.
Postularemos que la potencialidad de los derechos humanos como idea fuerza implica un
debate con las conceptualizaciones liberales y naturalistas de los mismos, una
reconceptualización de la definición de sujeto en la que se centran y una revisión de su
pregnancia cultural occidental.
Es cuestionable que la existencia de generaciones de derechos sea una evolución sin cortes
y rupturas ( e inclusive es cuestionable la idea misma de generaciones), dado que suponen
un cambio de concepciones implícitas y de la concepción de sujeto en que se fundan
Los derechos civiles y políticos individuales, considerados como la “primera generación”,
son los que fundamentalmente se asientan en el “individuo” como sustentador de los
mismos, y son en general de cumplimiento negativo.
122
Si el eje se pone en lo común y en el sujeto, los derechos aparecen fundamentalmente como
“los derechos del otro, y míos en cuánto yo soy el otro del otro” dado que el sujeto no
antecede la relación con el otro sino que se constituye en ella. Así se rompería con la
separación existente entre derechos individuales y sociales, dado que los segundos, que hoy
son delegados a cumplimientos relativos o “de baja intensidad” o supeditados a razones
“económicas”, se transforman en condición inseparable de los primeros.
Dicho de otra manera, los derechos son asignables a la gama completa de la diversidad
humana o no existen en un sentido esencial para ninguno de sus miembros. La no garantía
de derechos del otro degrada los míos, devienen de derecho en privilegio, o sea en un acto
de violencia intrínseca. Quizás el pecado original de la idea occidental de democracia sea
haber olvidado considerar qué rastros quedaron del haberse originado en una sociedad
esclavista.
Con respecto al concepto de dignidad humana se abre también una doble vía: la esencialista
que se fundamenta en un concepto universal de lo humano y la que, cuestionando la idea de
universalidad, plantea la diversidad de concepciones de la dignidad humana y a la vez
reivindica los derechos humanos como una praxis y una idea fuerza que puede extenderse
de manera emancipatoria y cosmopolita (De Souza Campos, B; 1998: 355). Para poder
operar como una forma cosmopolita y contrahegemónica, los Derechos Humanos deben ser
reconceptualizados de manera intercultural y a la vez superar el enfoque relativista. La idea
de universalidad antagoniza con la existencia de distintos regímenes de derechos humanos,
para lo cual sería necesaria la generación diálogos transculturales. A la idea de relativismo
se contrapone la propuesta de desarrollar criterios procedimentales transculturales para
distinguir entre políticas de regulación y de emancipación. Dado que todas las culturas
tienen un concepto de dignidad humana y que todas son incompletas y problemáticas en
esta concepción, considera necesaria una construcción transcultural.
En la extrema mercantilización de nuestra época todo lo que tiene sentido para la vida
humana, e inclusive los seres humanos o sus órganos, pueden adquirir “situación mercantil”
o sea, ser colocado en el lugar de “cosa”, objetivado en función de la producción de
ganancia y este proceso está en el núcleo de los fenómenos de objetivación. El fenómeno
de la objetivación se extiende más allá de la intercambiabilidad concreta de cada caso para
transformarse en prácticas desubjetivantes que anulan el sujeto de derecho. Por eso, lo
antagónico de la objetivación es la vigencia efectiva de los derechos. El paradigma de la
objetivación, la metáfora de toda objetivación, es la anulación del sujeto en los dispositivos
del Terror de Estado, que se materializa en el campo de concentración. Esto establece una
continuidad entre terror y mercantilización.
123
Al abordarlo debemos recordar que en el corazón de las prácticas en salud se corporiza el
antagonismo entre objetivación y subjetivación. Éste atraviesa desde la relación entre los
profesionales y los pacientes hasta el papel de las poblaciones en la fijación de las políticas
bajo la forma de la medicalización y/o la falta de acceso a cuidados.
En muchos casos se fija un tope de derechos mínimos indeclinables (un “mínimo decente”)
a los que Boaventura de Souza Campos (1998: 355) denomina “derechos humanos de baja
intensidad” que resultarían una “manifestación tardía de la reducción de las
reivindicaciones emancipatorias de la modernidad occidental al bajo nivel de emancipación
posibilitado o tolerado por el capitalismo mundial”.
El reconocimiento del derecho a la salud basado en una concepción compleja del proceso
de salud-enfermedad-cuidado, requiere de una política de integralidad de derechos.
También incluye el derecho a la no medicalización de la vida. La medicalización es
inherente a la mercantilización de la salud y una faceta de la biopolítica. Sucede que
también está contenido en el derecho a la salud una doble faceta. Con el proceso de
medicalización creciente la salud entró en el campo de la macroeconomía y el derecho a
mantenerla y restaurarla se convirtió en cuestión de estado generando una nueva “moral del
cuerpo” (Foucault 2008:69). Extender las prestaciones en salud sin cuestionar de alguna
manera los paradigmas en que se asientan, aún haciéndolo en nombre del derecho a la
salud.
El escenario de las primeras décadas del siglo XXI es altamente complejo. En el mundo, el
estado de guerra constante ha llevado la lógica del “estado de excepción” a un nivel global
bajo la forma de la “guerra” contra “el terrorismo” y/o el narcotráfico tensionando la
vigencia de la idea misma de derechos, simultáneamente hay una expansión de la idea y de
la construcción jurídica de derechos, aspirando a compromisos de los estados y
visibilizando sus violaciones.
La medicina social latinoamericana como praxis establece una articulación profunda con
las praxis de derechos humanos emancipatorias. Cada práctica en salud debe propender a la
subjetivación. Esto va desde las acciones singulares cotidianas de relación de los
profesionales y el equipo de salud con las personas, hasta la formulación e implementación
de políticas.
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