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La violencia televisiva: una influencia en el

comportamiento infantil
En el año de 1926 el mundo sería testigo de la aparición de la televisión, este
era un aparato electrónico que captaba imágenes en movimiento y sonidos a
través de la señal de tv. A lo largo del tiempo este dispositivo ha ido
evolucionando constantemente hasta convertirse en un medio de comunicación
masivo por excelencia. Pese a la aparición de internet, el salto a una era digital
avanzada donde las redes sociales han conseguido posicionarse como uno de
los medios de comunicación masiva, distintas teorías de la comunicación han
sufrido una pérdida en su vigencia. A pesar de todo, en la actualidad, la
televisión sigue siendo un medio de comunicación de masas. Una de las
principales razones es que, la televisión transmite mensajes explícitos e
implícitos, estos tienen un gran impacto social debido a que van dirigidos a una
gran cantidad de público. Además, la TV es la fuente principal de información
para la sociedad, retrata una radiografía social y por eso el efecto que causa en
sus consumidores puede manifestarse en diferentes ámbitos como el género,
religión, familia, salud o diversos aspectos sociales de un individuo. Por lo
tanto, resulta más fácil creer que la realidad social se asemeja a la realidad
retratada en la pantalla. Esto lo afirma George Gerbner, un profesor de
telecomunicaciones de la Universidad de Pensilvania, que planteó, a través del
proyecto “indicadores culturales”, la teoría del cultivo, la cual propone que “los
televidentes que ven más televisión están más expuestos que, los que ven
poca, a ver el mundo social muy semejante a como se muestra en la
televisión”. 

Dentro de este  inmenso grupo de espectadores se encuentra un sector 


vulnerable y delicado: los niños. (Fuenzalida & Hermosilla, 1989), afirman que
“Los estudios de la recepción televisiva han permitido considerar al niño como
un televidente activo, procesador selectivo y que su atención a los programas
es variable”. Entonces, estaríamos de acuerdo al decir que los niños son
espectadores independientes, pueden decidir sobre lo que desean ver y
entienden el contenido de los programas; así mismo, ellos relacionan y
comparan su realidad, que está en constante construcción, con la realidad que
observan en pantalla. Aquí radica su vulnerabilidad ya que, los niños se
encuentran en un proceso de socialización inicial, es decir, son más proclives a
definir su realidad de acuerdo la interacción que tienen con el mundo o, en este
caso, con la televisión. En la presente investigación nos centraremos en
analizar el impacto que tiene la violencia televisiva en el comportamiento de los
niños. Para sustentar nuestra análisis es necesario tocar, con mayor
profundidad, tres puntos clave que ayudarán a explicar el cambio conductual de
los niños respecto a la televisión. 

Primer punto clave, la exposición prolongada a la televisión en la población


infantil. Los niños son fieles consumidores a la TV y dentro de su proceso
interactivo con esta, la importancia del tiempo que los infantes se encuentran
expuestos a esta es crucial. (UNESCO, 1989) Presento un Informe sobre la
televisión y los niños, en un estudio corroboran que el 96% de la población
infantil ve televisión diariamente, además que una medida aproximada sería 25
horas semanales de interacción del niño con la televisión. Esto demostraría que
los niños dedican gran parte de su tiempo libre a ver televisión pero, realmente
existe una razón por la cual, este segmento de la población ve televisión.
(Gunter & McAller, 1990), identificaron en un estudio seis razones por la que
estos ven televisión: pasar el tiempo, aprender, sentirse acompañados,
escapar, sentirse estimulados y relajarse. García Galera desarrolla cada una
con mayor profundidad en su libro “Televisión, violencia e infancia” pero, en
esta ocasión, nos enfocaremos en la premisa que afirma que los niños ven
televisión para pasar el tiempo y aprender de esta. “Las razones que dan los
niños para ver la televisión como un modo de pasar el tiempo están
relacionadas con el tipo de programas que ven y lo que piensan sobre los
mismos” (García Galera, 2000). Entonces, afirmamos que la razón que
impulsa a un niño a ver televisión es la programación de esta, este es el
segundo punto  que desarrollaremos.

Segundo punto clave, la programación televisiva está llena de violencia. El


Análisis del Sistema de Mensajes fue una técnica utilizada por Gerbner y sus
colaboradores. (Gerbner & Gross, 1980), tenían el principal objetivo de analizar
programas televisivos prime-time de la televisión estadounidense de 1967, con
la finalidad  de estimar un índice de violencia en ellos. Dicho análisis se
interesó, en mayor medida, en las películas, series y programas televisivos,
concluyendo en que el 80% de la programación presentaba violencia. Ahora,
después de 52 años los canales y  programas televisivos se han multiplicado,
expandiendo el contenido violento a través de las masas y proliferando un fácil
acceso a este. La programación de la TV para el sector infantil tiene como
principal exponente a los dibujos animados, estos presentan una gran cantidad
de violencia. (Singer & Singer, 1981) Hicieron un estudio donde analizaron el
comportamiento de 200 niños  y observaron que los preescolares que veían
dibujos animados en mayor cantidad presentaban tendencias violentas,
programas como El Correcaminos o Tom y Jerry presentan una gran cantidad
de violencia. La programación televisiva junto a el tiempo al que un niño se
encuentra expuesto a verla causan un cambio en la conducta y los efectos de
esta pueden ser múltiples.

Como tercer punto clave, explicaremos uno de los tantos efectos que causa la
prolongada exposición de los infantes al contenido televisivo violento. Este es
el efecto de imitación, mencionado en el libro de María García Galera
“Televisión, violencia e infancia”, el cual hace referencia a la tendencia de los
niños a imitar lo que observan en la televisión, especialmente en lo que ellos
consideran como modelos de conducta, los cuales ven de forma continua en
diferentes tipos de contenido, pero con el mismo patrón en la mayoría de los
programas. “Esta teoría asume que los receptores, especialmente los más
jóvenes, aprenden de las conductas que ven en los personajes de la televisión
y copian sus acciones. Se parte de la hipótesis, por ejemplo, de que los niños
pueden aprender que la violencia es la forma más conveniente y apropiada
para solucionar los problemas o que los más jóvenes pueden copiar las
conductas de sus héroes para llegar a parecerse a ellos” (García Galera,
2000). Se hace referencia, también, a un estudio realizado por (Bandura, Larry,
& Ross, 1963) el cual es un punto de referencia frente a investigaciones
similares pues llega a una conclusión primordial para poder entender el efecto
de la televisión y el contenido violento de este en los niños. Esta investigación
usa como muestra tres grupos de niños que están expuestos a contenido
violento, cada uno usando diferentes medios, en la vida real, en una película y
en una animación respectivamente, cada escenario tenía como decoraciones
ambientes “agradables” a la percepción que cualquier infante tendría, ya que
incluía paisajes coloridos y animaciones de animales u objetos. Adicionalmente
había un cuarto grupo que no vio ninguna de estas muestras. Como resultado,
se observó que los tres primeros grupos presentaron conductas agresivas y
muy similares a las que vieron, además, hubo un incremento de conductas
agresivas, que se refiere a un efecto de desinhibición, teoría que también se
menciona en el libro y refiere a un aumento en intensidad y cantidad de
conductas violentas debido a que el niño o niña se siente permitido de poder
desplegar y amplificar estas habiéndose visto previamente en contenido
televisivo. Como conclusión se tiene que, aunque los modelos conductuales
agresivos se hayan visto en la vida real o una película animada, esto no altera
significativamente el grado de imitación, ya que, de igual forma el resultado es
el mismo, la adopción de estos modelos haciéndolos parte de su
comportamiento habitual.

Entonces, aquí queda demostrado que el hecho de que una prolongada


exposición al contenido televisivo violento tiene un efecto en el comportamiento
cotidiano de los niños, puesto que estos son más propensos a adquirir modelos
conductuales, que ellos consideran normales y apropiados, para ponerlos en
práctica de forma habitual. Para ellos, la representación de acciones violentas o
agresivas, en los programas de animación infantil que usa elementos llamativos
que se asocian a un mundo inocente y cándido, es decir, una realidad propia
de los niños.
Bibliografía
Bandura, A., Larry, R., & Ross, D. (1963). Transmission of argession trough imitation of agresive
models. Canada.

Fuenzalida, V., & Hermosilla, M. (1989). Visiones y ambiciones del televidente. Santiago:
CENECA.

García Galera, M. (2000). Televisión, violencia e infancia. Madrid: Gedisa.

Gerbner, G., & Gross, L. (1980). The violent face of televisión and its lessons. New York: Palmer.

Gunter, B., & McAller, J. (1990). Children and television. Reino Unido: Routledge.

Singer, J., & Singer, D. (1981). Television, imagination and agression: A study of preschoolers.
Hillsdale.

UNESCO. (1989). Violencia y televisión en los media. París.

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