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comportamiento infantil
En el año de 1926 el mundo sería testigo de la aparición de la televisión, este
era un aparato electrónico que captaba imágenes en movimiento y sonidos a
través de la señal de tv. A lo largo del tiempo este dispositivo ha ido
evolucionando constantemente hasta convertirse en un medio de comunicación
masivo por excelencia. Pese a la aparición de internet, el salto a una era digital
avanzada donde las redes sociales han conseguido posicionarse como uno de
los medios de comunicación masiva, distintas teorías de la comunicación han
sufrido una pérdida en su vigencia. A pesar de todo, en la actualidad, la
televisión sigue siendo un medio de comunicación de masas. Una de las
principales razones es que, la televisión transmite mensajes explícitos e
implícitos, estos tienen un gran impacto social debido a que van dirigidos a una
gran cantidad de público. Además, la TV es la fuente principal de información
para la sociedad, retrata una radiografía social y por eso el efecto que causa en
sus consumidores puede manifestarse en diferentes ámbitos como el género,
religión, familia, salud o diversos aspectos sociales de un individuo. Por lo
tanto, resulta más fácil creer que la realidad social se asemeja a la realidad
retratada en la pantalla. Esto lo afirma George Gerbner, un profesor de
telecomunicaciones de la Universidad de Pensilvania, que planteó, a través del
proyecto “indicadores culturales”, la teoría del cultivo, la cual propone que “los
televidentes que ven más televisión están más expuestos que, los que ven
poca, a ver el mundo social muy semejante a como se muestra en la
televisión”.
Como tercer punto clave, explicaremos uno de los tantos efectos que causa la
prolongada exposición de los infantes al contenido televisivo violento. Este es
el efecto de imitación, mencionado en el libro de María García Galera
“Televisión, violencia e infancia”, el cual hace referencia a la tendencia de los
niños a imitar lo que observan en la televisión, especialmente en lo que ellos
consideran como modelos de conducta, los cuales ven de forma continua en
diferentes tipos de contenido, pero con el mismo patrón en la mayoría de los
programas. “Esta teoría asume que los receptores, especialmente los más
jóvenes, aprenden de las conductas que ven en los personajes de la televisión
y copian sus acciones. Se parte de la hipótesis, por ejemplo, de que los niños
pueden aprender que la violencia es la forma más conveniente y apropiada
para solucionar los problemas o que los más jóvenes pueden copiar las
conductas de sus héroes para llegar a parecerse a ellos” (García Galera,
2000). Se hace referencia, también, a un estudio realizado por (Bandura, Larry,
& Ross, 1963) el cual es un punto de referencia frente a investigaciones
similares pues llega a una conclusión primordial para poder entender el efecto
de la televisión y el contenido violento de este en los niños. Esta investigación
usa como muestra tres grupos de niños que están expuestos a contenido
violento, cada uno usando diferentes medios, en la vida real, en una película y
en una animación respectivamente, cada escenario tenía como decoraciones
ambientes “agradables” a la percepción que cualquier infante tendría, ya que
incluía paisajes coloridos y animaciones de animales u objetos. Adicionalmente
había un cuarto grupo que no vio ninguna de estas muestras. Como resultado,
se observó que los tres primeros grupos presentaron conductas agresivas y
muy similares a las que vieron, además, hubo un incremento de conductas
agresivas, que se refiere a un efecto de desinhibición, teoría que también se
menciona en el libro y refiere a un aumento en intensidad y cantidad de
conductas violentas debido a que el niño o niña se siente permitido de poder
desplegar y amplificar estas habiéndose visto previamente en contenido
televisivo. Como conclusión se tiene que, aunque los modelos conductuales
agresivos se hayan visto en la vida real o una película animada, esto no altera
significativamente el grado de imitación, ya que, de igual forma el resultado es
el mismo, la adopción de estos modelos haciéndolos parte de su
comportamiento habitual.
Fuenzalida, V., & Hermosilla, M. (1989). Visiones y ambiciones del televidente. Santiago:
CENECA.
Gerbner, G., & Gross, L. (1980). The violent face of televisión and its lessons. New York: Palmer.
Gunter, B., & McAller, J. (1990). Children and television. Reino Unido: Routledge.
Singer, J., & Singer, D. (1981). Television, imagination and agression: A study of preschoolers.
Hillsdale.