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Así, la situación se transforma en una búsqueda continua de productividad, basada en los distintos
componentes de su cadena de valor, entre los cuales se encuentran los individuos que la
conforman. Evidentemente, estas presiones se ejercerán necesariamente sobre los trabajadores y, si la
organización no recurre a instrumentos para amortiguar sus efectos, terminará generando
situaciones de estrés laboral, afectando a su calidad de vida y su condición psicológica.
El estrés en el trabajo se entiende como una situación de desequilibrio que percibe el individuo entre las
demandas y las condiciones del trabajo con relación a sus capacidades, sus expectativas y
aspiraciones. Frente a esto, cada individuo desarrolla una respuesta adaptativa de acuerdo a sus
propias características personales y psicológicas, provocando en su organismo un impacto que lleva
a ciertas reacciones de adaptación.
Estas situaciones de estrés surgen por diferentes elementos intervinientes, entre otros:
• Condiciones del entorno: incluye las variables económicas, políticas o sociales generales que afectan
a la persona, comprendiendo también a su entorno familiar. Las características medio ambientales, la
situación económica, el nivel de pobreza, las condiciones de salud y educacionales, el respeto
por las diferencias individuales y los derechos humanos, entre otros.
• Características del trabajo y/o de la organización: que inciden incrementando o disminuyendo las
demandas hacia la persona, si estimulan o desincentivan el crecimiento y desarrollo de capacidades
y habilidades, el logro de objetivos o si fomentan el aprendizaje permanente.
Las condiciones del ambiente físico, su disposición o distribución, el tipo de trabajo que desempeñe, el
nivel de conflicto con el rol asignado, el nivel de responsabilidad a asumir, las características, presiones
y tipo de interacciones grupales, los niveles de reconocimiento y apoyo, el tipo de supervisión, nivel
de participación en la toma de decisiones, frecuencia y calidad de la comunicación, nivel de exigencia,
son ejemplos para este punto.
Las características organizacionales que surgen de tipo de negocio o actividad, el diseño estructural, el
nivel del puesto, el nivel de burocracia, el estilo de conducción, la tecnología. Además, se puede
mencionar el nivel de atención requerida en el trabajo que se desempeña, el turno, las variaciones en
la carga de trabajo, la extensión de la jornada laboral, el trabajo repetitivo, los incentivos, estabilidad
laboral, especificaciones poco claras, etc.
• Características del individuo: que contemplan sus conocimientos, capacidades y habilidades, sus
expectativas y necesidades, su locus de control, sus creencias y valores, sus condiciones de
adaptación o respuesta, entre otros.
Muchos de los factores que intervienen ya han sido revisados en las unidades 1 (clima organizacional) y
2 (cultura organizacional), pero merecen ser señalados en esta situación. Las diferencias de cada
individuo llevan a una apreciación o interpretación personal o subjetiva de cada situación y el nivel de
estrés que provoca y por ende, diferente será cada respuesta. Interviene el nivel de autoestima, la
Relacionado con esto, es necesario referirse al concepto de calidad de vida laboral, el cual es posible
de ser abordado desde dos perspectivas:
Nuevamente es procedente resaltar que la mayoría de estos conceptos han sido tratados en los
desarrollos referidos a clima y cultura organizacional, por lo cual se podrá realizar un vínculo entre ellos
y dimensionar su impacto.
La calidad de vida en el trabajo requiere entonces de múltiples acciones, que se traducen entre otras
en: procesos y procedimientos diseñados, programas de capacitación, posibilidades de desarrollo
personal, retribución justa, consideración por la vida personal y familiar, atención a las necesidades de
esparcimiento, adecuadas instalaciones e infraestructura, líneas de comunicación abiertas, estabilidad y
seguridad en el trabajo y una especial atención al balance entre la vida personal y el trabajo.
En los últimos años se han fortalecido líneas de investigación orientadas a un proceso de cambio
organizativo, con la finalidad de conciliar la vida familiar y la actividad laboral, basado en un
necesario cambio cultural.
Es necesario aclarar que abordar esta modalidad implicará para la organización un importante giro
estratégico y una fuerte disposición a afrontar una demanda social creciente para alcanzar este
balance, respondiendo a los requerimientos de los individuos así como al cumplimiento de los
objetivos organizacionales. Este cambio sólo se logrará como resultado de un importante cambio en la
cultura de la organización, desarrollando y aplicando nuevas políticas y acciones concretas.
Ante esto, la organización deberá prepararse para afrontar nuevos desafíos y debe avanzar sobre
algunos aspectos que son prioritarios para obtener las condiciones adecuadas para orientarse
efectivamente hacia su logro. Deberá trabajar sobre:
• Disminución del estrés laboral a partir de mejores prácticas de gestión, difundiendo sus
condiciones, impacto e importancia, así como su relación con la productividad, satisfacción y eficiencia
de los trabajadores.
Para aclarar algunos de los puntos mencionados y, atendiendo a que los equipos de trabajo se
constituyen en uno de los pilares para avanzar hacia la conciliación de objetivos de los individuos y la
organización, es importante revisar algunos conceptos relacionados. Pueden definirse como
grupos formalmente constituidos, es decir, que están formados por individuos interdependientes que
Los equipos se clasifican en función de cuatro características que son: su propósito, estructura,
duración y miembros que lo componen. Un equipo puede ser formado con el propósito de
desarrollar un nuevo producto o mejorar el actual, resolver algún problema, formar parte de una
reingeniería o para desarrollar cualquier otra actividad necesaria para el logro de los objetivos
organizacionales.
Según la estructura de los equipos, éstos pueden ser supervisados, es decir, encontrarse ya sea bajo la
dirección, organización y control de un superior o auto-administrarse, es decir, que el equipo asuma la
responsabilidad de auto dirigirse.
Por su duración, los equipos pueden ser permanentes o temporales. Son permanentes cuando los
mismos se arman como parte de la estructura formal de la organización, mientras que los
temporales son aquellos que se crean con el objetivo de lograr algo específico en un tiempo
determinado, como por ejemplo, equipos que se arman para evaluar un negocio, estudiar un nuevo
mercado, realizar innovaciones al producto, etc. Los equipos temporarios se disuelven, cuando
cumplen el objetivo para el que fueron creados.
Los miembros de un equipo pueden ser de dos tipos: funcionales, porque provienen de un área
específica de la empresa y multidisciplinarios porque sus miembros pertenecen a diferentes áreas y
niveles de la organización.
Surge así la siguiente distinción:
• Equipo autodirigido o autoadministrado. Son equipos que operan sin un responsable superior de
supervisión y, por lo tanto, ellos son responsables de cumplir con sus trabajos y también deben ser
capaces de administrarse.
• Equipo multidisciplinario. Se trata de un grupo formal de personas heterogéneas. Son equipos
constituidos por miembros de diferentes especialidades que se reúnen para trabajar en
diferentes tareas organizacionales.
El desafío entonces para la organización es conformar equipos de trabajo que permitan, entre otros
aspectos, los siguientes:
⎯ Crear un espíritu corporativo, facilitando la cooperación y elevando la moral porque sus miembros se
exigen mutuamente y, por lo tanto, tienden a superarse a sí mismos.
⎯ Facilitar la planificación estratégica, porque los niveles superiores pueden disminuir la atención
a la supervisión o control del trabajo de cada individuo y orientar su tiempo y esfuerzo hacia tareas más
trascendentales como la planificación estratégica.
⎯ Otorgar mayor flexibilidad, si los miembros de los equipos de trabajo son los que tienen mayor
conocimiento o información para resolver problemas de su área y por lo tanto se delega la toma de
decisiones a estos miembros, se le otorga mayor flexibilidad a la organización.
Los equipos son un gran aporte para elevar el rendimiento de una organización, sin embargo, la simple
creación de un equipo no permite a una organización contar con estas ventajas, sino que deben ser
administrados eficientemente, reconociendo algunas de sus características:
• Metas claras. Las metas alientan a los individuos a esforzarse e incluso a orientar sus intereses hacia
el interés común del equipo, es necesario que conozcan claramente qué deben lograr, qué se espera
de ellos y cómo deben hacer para alcanzar con el trabajo colectivo las metas establecidas.
• Habilidades pertinentes. Los miembros del equipo deben tener las habilidades y capacidades
necesarias para alcanzar sus objetivos, pero también deben poseer las destrezas
interpersonales necesarias para interactuar entre si y con terceros relacionados.
• Confianza mutua, porque para poder trabajar bajo esta modalidad es necesario que todos los
miembros crean en la integridad y capacidades de su compañero. Sin embargo, la confianza es una
característica muy frágil y debe ser desarrollarla a través de la comunicación, el ejemplo, la estimulación
de ideas, la delegación, la objetividad y la imparcialidad, etc.
• Compromiso y lealtad entre los miembros de un equipo y la dedicación que cada uno brinda al logro
de las metas.
A partir de diferentes estudios realizados sobre el tema, surge que no todas la organizaciones están
en igualdad de condiciones para afrontar este proceso y destacan algunas variables que facilitan o
impulsan su implantación, entre ellas: la cantidad de empleados, el tamaño de la organización, el
volumen de actividad, las políticas y procesos de reclutamiento y retención de
personal de la organización, las características y competitividad del mercado laboral, la presencia de
una actitud proactiva en los niveles de gestión y la aplicación de un modelo de gestión
participativo.
La conformación de equipos de trabajo será una herramienta fundamental para lograr una colaboración
intensa y continua entre los integrantes, ofreciendo beneficios para el desarrollo de capacidades y una
disposición hacia el logro de objetivos compartidos, apoyando la estrategia organizacional y su
evolución. La aplicación del concepto de cliente interno y externo, la búsqueda de la calidad y un mejor
desempeño se logra con la reunión de habilidades y experiencias complementarias, la definición de
metas y objetivos claros, el intercambio responsable, la auto administración y el compromiso
colectivo, la motivación y la modificación de las formas de trabajo.
El rol del liderazgo es decisivo en este proceso de cambio hacia una nueva configuración cultural y para
esto debe ser un liderazgo proactivo, con iniciativa, autonomía y distribuido por toda la organización.
La aplicación de una gestión basada en competencias, con respeto hacia el otro, generará un espacio
de conciliación, innovador y de satisfacción en todos los integrantes.
Algunas acciones posibles para afianzar este modelo de liderazgo son: estimular la generación de ideas
innovadoras, facilitar la información necesaria a todos los trabajadores, fijar los resultados a alcanzar y
posibilitar que los miembros establezcan el camino para su logro, descentralizar la toma de decisiones
para lograr mayor rapidez en la respuesta a los problemas.
Es posible que una de las variables más complejas para aplicar sea la referida a la flexibilización del
horario de trabajo. Favorecer el autocontrol, la responsabilidad individual, no establecer controles
de entrada o salida, permitir el manejo de los tiempos con un mayor grado de libertad y adaptación a la
vida laboral y familiar, es aún difícil de aceptar tanto por los niveles de gestión como por los propios
empleados. En el primer caso por el temor a perder el control o tener que asumir riesgos o pérdidas y
en el segundo, porque implica tener que asumir mayor responsabilidad por el propio comportamiento y
desempeño.
Para llevar a cabo esta transformación en el modelo de gestión, es necesario afrontar un proceso de
implantación del cambio, desarrollando una serie de pasos orientados a la aplicación de una serie de
medidas en diferentes áreas o sectores de la organización, en busca de conciliar la vida laboral y la
personal.
Si bien estos conceptos se están difundiendo y muchas empresas hacen enunciados en este
sentido, los resultados de investigaciones realizadas dan cuenta de que en la práctica es aún muy
incipiente su aplicación.
Por la complejidad del proceso y el necesario cambio de paradigma en la organización de que se trate,
se propone avanzar en las siguientes acciones:
• La decisión de iniciar este proceso requiere de una seria evaluación previa por parte de la
conducción de la organización, porque deberá estar dispuesta a afrontar cambios que impactarán
sobre la estructura y los procesos organizacionales en busca de una dinámica que rompa con
la visión vertical, apuntando a una mirada y una gestión transversal. La conformación de
equipos de trabajo multidisciplinarios, dotados de autonomía de gestión y con una mínima
supervisión debe ser el objetivo a alcanzar.
• Cada equipo conformado tendrá a bajo su responsabilidad fijar sus propios objetivos, la
planificación y ejecución de las actividades, la determinación de los indicadores e índices de
productividad, plazos para el logro de los objetivos y una propensión al estudio continuo de sus
Pero, ante todo, es importante recalcar que se debe impulsar un proceso de cambio integral,
entendiendo que la incorporación del concepto de balance entre vida personal y trabajo debe
plasmarse como parte integrante de la estrategia de la organización y por lo tanto es
responsabilidad del nivel máximo de conducción y no como una estrategia específica de un área de
recursos humanos que reflejaría una mirada parcial. Sólo así tendrá una real posibilidad de ser llevada
a la práctica.
Es necesario tener en cuenta los grandes cambios que se han producido en el mercado laboral, donde
las nuevas generaciones de trabajadores tienen intereses y expectativas diferentes a generaciones
previas. Incide también el aumento de la participación de la mujer en el trabajo, la inclusión de las
personas con capacidades diferentes, familias monoparentales y la diversidad de formación de los
trabajadores.
Muchas investigaciones han dado cuenta de que la aplicación de medidas orientadas a lograr este
equilibrio entre vida laboral y personal, basadas en estrategias y políticas integradoras derivan en
importantes beneficios para el trabajador, disminuyendo el nivel de estrés, otorgando mayor nivel de
autogestión de su espacio de trabajo y la posibilidad de disponer de mayor tiempo para su vida
Considerando la cultura organizacional, se menciona que las culturas con alto grado de formalidad y
asentándose en la jerarquía como elemento esencial, con menor nivel de participación y
autogestión y menor acercamiento o intimidad entre sus miembros, deriva en un efecto negativo con el
nivel de bienestar. Esto refuerza entonces las condiciones opuestas que debe reunir la cultura para
que se transforme en un elemento impulsor del bienestar y el equilibrio entre vida laboral y personal,
disminuyendo los niveles de conflicto.
Es interesante revisar las definiciones dadas por algunos autores e investigadores que plantean a la
cultura trabajo- familia cono un sistema de concepciones compartidas, basada en creencias y valores
sobre la postura de la organización en cuanto al grado de apoyo y valoración que realiza sobre la
necesidad de integrar el trabajo y la vida personal y familiar de los individuos. En este sentido, se
resalta aquella cultura que es sensible a estas necesidades y por lo tanto favorece que el trabajador
pueda armonizarlas.
Son Culturas que permiten organizar las horas laborales, con políticas de equilibrio entre trabajo y
familia, con apoyo directivo permanente para manejar y resolver conflictos, con beneficios
específicos para los trabajadores.
• Flexibilidad temporal: cómo responde a las expectativas de tiempo que requieran los
trabajadores para facilitar la conciliación vida laboral y personal.
• Flexibilidad operacional: dándole mayor control sobre las condiciones de trabajo, otorga mayor
discrecionalidad a los trabajadores para que incidan sobre su trabajo y la forma de estructurarlo.
• Respaldo de los niveles de supervisión: grado de sensibilidad de los directivos a las
necesidades de los trabajadores.
• Beneficios
Algunos ejemplos de prácticas referidas a este tema son: En cuanto a Flexibilidad temporal:
• Horario flexible de ingreso y egreso al trabajo.
• Concentración de horarios semanales en cuatro días.
• Reducción de jornada laboral
• Autorización de media jornada quincenal o mensual para actividades personales
• Consideración de tiempos requeridos para atender actividades de interés personal
(deportivas, culturales, estudio, etc.).
Flexibilidad operacional:
• Trabajo desde el hogar, teletrabajo
• Períodos sabáticos, donde se puede acordar con los empleados su ausencia durante un período
de tiempo, percibiendo un porcentaje determinado de su sueldo durante ese período, con la
garantía de que tendrán su puesto de trabajo a su regreso.
• Posibilidad de compartir o intercambiar el trabajo con compañeros.
• Posibilidad de elegir el período de vacaciones.
Beneficios
• Programas de actividad física en el ámbito laboral.
• Inclusión de gimnasio en el ámbito de la organización.
• Guardería dentro de la empresa o el apoyo económico para atender este gasto.
• Licencias especiales remuneradas para cuidar a un familiar enfermo.
• Permisos por maternidad y paternidad remunerados más allá de lo establecido por ley.
• Asesoramiento legal gratuito.
• Día libre para cumpleaños.