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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

(UAPA)

Asignatura

Procesos cognitivos

Tema

Tarea #6

PARTICIPANTE

Caren Margarita Fermín García

MATRICULA

201901851

FACILITADORA

Marisela L. Disla

Nagua, Rep. Dom.

04-09- 2020
a) ¿Qué técnicas se utilizan habitualmente para manipular y valorar la
emoción en condiciones de laboratorio?

Manipulación y valoración de la emoción

En tanto que animales sociales, a menudo tratamos de manipular y valorar las


emociones, los estados de ánimo y las actitudes de los que nos rodean esto es lo
que hacemos cuando intentamos reconfortar a un amigo afligido o tranquilizar a un
niño asustado. Pero aunque manipular y valorar el afecto forma parte de la
experiencia humana, hacerlo de manera que se pueda evaluar de un modo
objetivo y fiable constituye un reto. Los investigadores interesados en el estudio de
la emoción han afrontado el reto utilizando una serie de técnicas.

Manipulación mediante inducción de estados de ánimo

El estado de ánimo es un estado afectivo más estable y difuso que la emoción,


más duradero y no necesariamente ligado a un acontecimiento u objeto específico.
En el campo de la investigación, un método que se ha utilizado para manipular la
experiencia afectiva es cambiar el estado de ánimo de los sujetos. Esta técnica,
llamada inducción del estado de ánimo, se centra en cambiar el estado inicial que
dicen tener los sujetos cuando llegan al laboratorio. Los medios habituales de
cambiar el estado de ánimo del sujeto consisten en mostrarle fragmentos de
películas con carga afectiva (jocosamente divertidas o lúgubres y desoladoras,
dependiendo del cambio de estado de ánimo que pretenda conseguir el
investigador), hacerles escuchar música (una vez más, optimista o solemne) o
pedir al sujeto que se concentre en situaciones afectivas, reales o imaginarias, que
lleven a un estado de ánimo, ya sea positivo, ya sea negativo. Se considera que
se ha conseguido la inducción del estado de ánimo si el sujeto señala que ha
tenido un cambio de éste en el sentido pronosticado.

Manipulación mediante estímulos evocadores

La técnica que se emplea más frecuentemente en laboratorio para manipular la


emoción (en contraposición al estado de ánimo) es presentar estímulos que
evocan emoción. Generalmente, los estímulos que se utilizan para inducir una
respuesta emocional en los sujetos son fotografías de caras con diferentes
expresiones emocionales; fotografías de escenas emotivas tales como las de un
bebé encantador o la imagen, nada atractiva, de la boca del cañón de una pistola;
palabras que varían en cuanto a valor y arousal; dinero; un ruido fuerte y una
descarga moderada.

Al presentar a los sujetos estos estímulos que evocan una experiencia emocional,
los investigadores pueden indagar el impacto que tiene esta experiencia
emocional en el comportamiento mental y físico y las respuestas neurales.

Valoración directa de la emoción

¿Cómo podríamos saber si estamos logrando o no nuestro intento de consolar a


un amigo triste? Podríamos simplemente preguntar: « ¿Cómo te sientes ahora?».
O bien podríamos ver si se da una reacción emocional, tal como una sonrisa o el
fin de las lágrimas. Probablemente, la técnica que más se utiliza para evaluar los
estados o las respuestas afectivos, tanto dentro como fuera del laboratorio, es el
informe que da el sujeto de sí mismo. Si queremos saber cómo se siente alguien,
se lo preguntamos. Esta es una forma de evaluación directa, en la que los sujetos
informan explícitamente de su reacción emocional, estado de ánimo o actitud.
Pese a ser un método que se emplea a menudo para evaluar estados afectivos, se
basa en la introspección y está afectado por convencionalismos culturales. De ahí
que sea importante disponer de un método para determinar una reacción afectiva
mediante una evaluación indirecta, esto es, valiéndose de métodos
independientes del informe subjetivo y del lenguaje.

Valoración indirecta de la emoción

Una manera de realizar una evaluación indirecta es pedir al sujeto que elija entre
diferentes opciones, asumiendo que una evaluación emocional de las opciones
determina en parte la elección. Una segunda medida indirecta de evaluación
emocional es inhibir o facilitar una conducta, por ejemplo, el tiempo de respuesta o
los movimientos oculares. El placer de ver una alegre reunión de amigos en el
patio fuera de clase puede hacer que nos entretengamos mirándolos y seamos
lentos en responder a una pregunta. La emoción puede influir en nuestras
acciones y en la facilidad con la que respondemos, tanto inhibiendo como
facilitando conductas.

b) ¿De qué manera pueden adquirir los estímulos carácter emocional y


cómo se expresa este aprendizaje emocional?

¿Por qué nos gustan algunos géneros de películas y otros no?, ¿algunas marcas
de jabón y otras no?, ¿algunos tipos de personas y otros no? En este análisis, lo
que se supone que es una respuesta racional en el caso de las películas, «porque
me gustan los efectos especiales» no es suficiente. ¿Qué subyace a estas
preferencias? He aquí otro ejemplo: ¿Nos hemos sentido inquietos en alguna
ocasión, sin motivo aparente, ante una persona a la que apenas conocíamos y
posteriormente nos hemos dado cuenta de que esa persona nos recordaba a
alguien que en alguna ocasión nos hizo daño? ¿Qué subyace a esta reacción
emocional? Todos estos casos implican aprendizaje emocional aprendizaje, de un
modo u otro (y no siempre en base al hecho) de que las personas, los lugares y
los objetos no son todos neutros, sino que frecuentemente adquieren algún tipo de
valor. Algunas personas, lugares u objetos son mejores o peores, reconfortantes o
espeluznantes, o simplemente buenos o malos. Este valor determina, en parte,
nuestra reacción emocional a la persona, el lugar o el objeto.
Algunos estímulos que evocan emociones son, en sí mismos, positivos o
negativos; no es necesario aprender su valor. Una descarga moderada es algo
aversivo para todos los animales, desde las mascotas familiares hasta los premios
Nobel. Estos tipos de estímulo se llaman reforzadores primarios porque sus
propiedades de motivación se dan de modo natural y no han de aprenderse. Otros
estímulos provocan una motivación sólo porque hemos aprendido que representan
consecuencias positivas o negativas. Una bañera llena de billetes de 100 no nos
mantendrá calientes (o al menos, no muy calientes), no tendrá buen sabor ni
proporcionará seguridad sin embargo, sería muy agradable tener una bañera llena
de billetes de 100. El dinero tiene valor debido a que hemos aprendido a asociarlo
con estímulos que motivan por sí mismos: con dinero podemos comprar cosas que
nos mantengan calientes, que tengan buen sabor y que nos proporcionen
seguridad. El dinero es un ejemplo clásico de un reforzador secundario, un
estímulo que adquiere sus propiedades de motivación mediante aprendizaje.

Comprender cómo los estímulos adquieren valor afectivo interesa a una amplia
serie de profesionales, entre ellos, los anunciantes y los entrenadores de
animales. Para los psicólogos, entender cómo un estímulo llega a asociarse con
una emoción es un punto clave al investigar cómo interaccionan la emoción y la
cognición. Existen varios medios mediante los cuáles un estímulo puede adquirir
significado emocional.

c) ¿Cómo modifica la emoción nuestra capacidad de recordar?

La emoción aumenta nuestra capacidad para recordar al afectar la actividad de las


regiones en el cerebro implicadas en el procesamiento emocional, especialmente
la amígdala y el cuerpo estriado, también las regiones que participan en la
codificación de nuevas experiencias, tales como el hipocampo. La emoción
también incrementa la fuerza de nuestra memoria con el tiempo, en un proceso
denominado consolidación.
Las emociones fuertes pueden aumentar la memoria de eventos positivos, tal cual
una fiesta de cumpleaños sorpresa realizada por nuestros amigos más cercanos y
para eventos negativos, como la vergonzosa metida de patas delante de nuestro
jefe en su fiesta en la oficina.

Con respecto a la memoria, las emociones pueden actuar a la vez como


acelerador y como freno. Todos lo hemos experimentado alguna vez: los hechos
que recordamos mejor son aquellos que, independientemente de que sean
agradables o desagradables, más nos han conmovido y marcado. La emoción
también puede hacernos perder la memoria, como les ocurre, por ejemplo, a los
escolares y a los actores que se bloquean en el momento de hablar en público.

d) ¿Cómo cambian la atención y la percepción debido a la emoción?

Los acontecimientos emocionales distraen pese a nuestra opinión, sólo unos


momentos antes, de los conductores delante de nosotros que entorpecían el
tráfico para mirar el accidente, el choque de automóviles captó nuestra atención y
nos indujo a disminuir la marcha y mirar antes de volver a concentrarnos en la
carretera. En algunas circunstancias, un estímulo emocional puede abrirse paso
hasta llegar a la consciencia. Podemos tener un cierto éxito centrando la
conversación en torno a nosotros en una fiesta, hasta que alguien saca a relucir
un tema o una palabra cargados de emoción.

La emoción puede influir en la atención y el procesamiento perceptivo de


diferentes modos. La mayoría de los estudios que han examinado la influencia de
la emoción en la atención o en la percepción han encontrado efectos de los
estímulos negativos, activadores o relacionados con amenazas a menudo
combinados. Se ha sugerido que dichos estímulos, debido a su posible
importancia para la supervivencia, podrían ser prioritarios en la atención y la
percepción.

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