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Democracia, participación y transformación social

Partiendo de una reflexión sobre las limitaciones que enfrenta la democracia en el contexto de la globalización actual, el
autor analiza las posibilidades de una nueva relación entre las personas, los colectivos y las instituciones del Estado. Los
desafíos que enfrenta la humanidad, a escala mundial, no pueden seguir siendo enfrentados con las formas sociales y
políticas propias del marco del Estado-Nación territorial. La democracia continuaría siendo la mejor alternativa a esta
crisis época, pero aquella que surja de una profunda transformación de la relación entre gobernados y gobernantes, y
que de cuenta de las nuevas formas de participación que exigen los diversos actores sociales sin necesidad de retornar
al rígido centralismo estatista.

No creo que sea conveniente introducirse en el debate sobre la mejora de los canales de representación política, la
necesidad o no de modificar el funcionamiento de las instituciones de la democracia representativa, o de valorar mejor o
peor las experiencias de participación social de tal o de cual sitio, sin contextualizar socialmente el tema ¿Podemos
seriamente hablar de los temas mencionados sin tratar de relacionarlos con los grandes cambios que atraviesan nuestras
sociedades? ¿Si descontextualizamos socialmente el debate sobre la democracia representativa, no estaremos cayendo
en el “autismo” político que aqueja a muchas de las instituciones democráticas en la actualidad? Estas reflexiones tratan
de situar el debate sobre la innovación democrática en el debate más amplio de la transformación social, relacionando
los déficits actuales del funcionamiento de la democracia representativa en el marco general del cambio de época que
atravesamos, y la necesidad de buscar alternativas a los graves problemas sociales planteados.

Las emociones son estados afectivos que experimentamos. Reacciones subjetivas al ambiente que vienen acompañadas
de cambios orgánicos -fisiológicos y endocrinos- de origen innato. La experiencia juega un papel fundamenta en la
vivencia de cada emoción. Se trata de un estado que sobreviene, súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos
violentas y más o menos pasajeras.

Las emociones tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea

Qué procesos incluyen las emociones


En el ser humano, la experiencia de una emoción generalmente involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y
creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que
se percibe dicha situación.
Durante mucho tiempo las emociones han estado consideradas poco importantes y siempre se le ha dado más
relevancia a la parte más racional del ser humano. Pero las emociones, al ser estados afectivos, indican estados
internos personales, motivaciones, deseos, necesidades e incluso objetivos. Aún así, es difícil saber a partir de la
emoción cual será la conducta futura del individuo, aunque nos puede ayudar a intuirla.
A los pocos meses de vida comenzamos a expresar emociones básicas como el miedo, el enfado o la alegría.
Algunos animales comparten con nosotros esas emociones básicas. En los humanos se van haciendo más complejas
gracias al lenguaje, porque usamos símbolos, signos y significados.

Cada persona es diferente

Cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores,
aprendizaje, carácter y de la situación concreta. Algunas de las reacciones fisiológicas y comportamentales que
desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse.
Charles Darwin observó como los animales (especialmente en los primates) tenían un extenso repertorio de emociones.
Esta manera de expresar las emociones tenía una función social, pues colaboraban en la supervivencia de la especie.
Tienen, por tanto, una función adaptativa.
Conclusión final

Todas las personas nacemos con unas características especiales y diferentes, pero
muchas veces la manera que tenemos de comportarnos o de enfrentarnos a los retos de la
vida son aprendidos. Desde pequeños, podemos ver como para un niño no está tan bien
visto llorar y expresar sus emociones como en una niña. Además, a los varones se les exige
ser más valientes, seguros de sí mismos.
También podemos observar cómo, según las culturas, las mujeres son menos valoradas,
tanto en el ámbito personal como en el laboral, lo cual es el origen de opresiones y malos
tratos. Todo esto lo adquirimos sin darnos cuenta ya desde el momento en que venimos al
mundo nos comportamos como nos han «enseñado» a comportarnos.

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