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¡Dios, Perdónanos por creer que tú nos mandas terremotos y huracanes!

"La idea de que Dios dirige todo, está muy extendida en la cristiandad. Se dice constantemente
“Dios tiene el control”. Dentro de ese pensamiento, se afirma que todo lo que ocurre en el mundo,
es la voluntad de Dios, y no importa lo que sea, lo mismo da que sea un cáncer o la lotería. Suerte
o desgracia, es la voluntad de Dios, así lo ha querido. Suena bien, pero la verdad es que es una
afirmación maligna y peligrosa. Se basa en una imagen de Dios que nada tiene que ver con el Dios
que se muestra en la persona de Jesús. Es un Dios al que se le achaca todo lo que sucede en el
mundo, y con eso, sin querer, se le hace el responsable último de todas las cosas buenas y de las
atrocidades que pasan.
Sin proponérselo y con una seria falta de conciencia, la imagen de este Dios pone en juego lo que
en la teología tradicional se llama “la Providencia de Dios”, porque la aborda desde una visión
infantil. José Ignacio González Faus, el eminente jesuita, profesor y teólogo español, reflexiona lo
siguiente: “¿Dios es Padre solo de niños pequeños o de hijos mayores de edad, adultos, libres?
Porque para el niño pequeño, sus padres son la solución, la ley, la fuente de castigos y premios y,
con todo esto, también una dificultad para su libertad. Para un hijo adulto, cuando la relación filial
ha sido válida y sana, los padres son punto de referencia decisivo, y la vida del hijo es fuente de
interés para los padres; pero la decisión del hijo sobre ella está en sus propias manos, y no en las
de los padres”.
Dice Mateo 10:29 “¿No se venden dos pajarillos por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos
cae a tierra sin que el Padre de ustedes lo permita. 30 En cuanto a ustedes mismos, hasta los
cabellos de la cabeza él los tiene contados uno por uno. 31 Así que no tengan miedo: ustedes
valen más que muchos pajarillos”.
En el contexto del miedo que puede provocar la misión, Jesús les dice a los apóstoles estas
palabras. Me parece que aquí hay un principio que podemos tomar para nuestra reflexión.
Tratemos de entender. Lo que se traduce por “una monedita”, es la palabra griega “assarion”, que
se refiere una moneda que valía un dieciseisavo de “denario”. El denario, era una especie de
salario mínimo diario para los jornaleros agrícolas. Así pues, con un dieciseisavo de un denario se
compraban dos pajaritos. Ahora bien, Jesús habla de pajaritos que caen a tierra. No debe
interpretarse como que “mueren”, la palabra πίπτω (pípto), se refiere a que los atrapan en la
tierra y era el alimento más barato, especialmente para los pobres.
También dice la traducción que ninguno de ellos se muere sin el “Padre de ustedes lo permita”.
Otras traducciones dicen “sin el consentimiento del Padre” o “sin que el Padre lo quiera”. La
pregunta que nos surge ante ésta traducción es ¿será la voluntad del Padre que mueran ésos
pajaritos? ¿Será que Dios tiene el control para que los atrapen y vendan dos por un “as”? Algo más
o menos parecido se puede decir de los cabellos de nuestra cabeza. Parece que Jesús está
diciendo que Dios tiene contados nuestros cabellos y que no se cae ninguno, sin que Dios lo
quiera. ¿Dirá esto realmente? ¿Querrá decir Dios tiene el control capilar y tiene programado
cuando se caen nuestros cabellos?
El texto griego no dice que todo esto se haga porque Dios da su “consentimiento” o porque
“quiera” o porque “lo permite”. El texto griego dice simplemente ανευ του πατρος (aneu tou
patros) “sin el Padre”. Entonces se puede traducir así: “Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el
Padre”. ¿“Sin el Padre” significa que Dios “consiente”, “permite”, “quiere”, “controla” que atrapen
aves, las maten y se las coman los pobres? ¿No sería más acorde con la enseñanza de Jesús, decir
que lo que significan sus palabras es que las aves no caen a tierra “a parte del Padre”,
“prescindiendo del Padre”, “sin que el Padre esté implicado”. Así, tendríamos una traducción que
se leería: Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin que el Padre esté implicado” O también: Con
todo, ni uno de ellos cae a tierra sin que le importe al Padre”. Esto está más acorde con la
encarnación. Jesús se hace hombre porque a Dios le importa la humanidad, está implicado en el
proyecto de hacer una nueva humanidad. Lo que hay que entender es que lo que sucede no es
porque Dios lo permita, como si él diera el permiso para que un ciclón arrase con una ciudad,
porque así lo dispuso por su absoluta y soberana voluntad o porque Él controla las desgracias que
se derivarán de un desastre. Lo que sí ha de entender es que lo que le sucede, afecta a Dios,
porque Él no quiere que suceda, pero está implicado, le afecta.
En este sentido, es que se puede afirmar que “Dios es intencionista, pero no intervencionista", es
decir, Dios nos ha comunicado qué tipo de ser humano, de mundo y de vida quiere, pero no
interviene en el mundo fuera de nosotros; ha dejado el mundo en nuestras manos. También se
puede decir que "Dios siempre actúa con nosotros, nunca sin nosotros", es decir, la actuación de
Dios la tenemos que pensar siempre a través de, en, con ... pero no fuera de nosotros o
independientemente de nosotros, como si fuera una acción mágica. Así lo vemos con Jesús.
Es verdad que "Dios nos acompaña siempre, pero no nos soluciona nada". Dios es nuestro gran
acompañante en la vida. En todas las circunstancias, las buenas y las malas. Pero no "hace" nada,
en el sentido de intervenir de manera paranormal y mucho menos concreto, que nos evite
solucionar nuestros problemas y dificultades. Lo que hace es darnos la fuerza para abordarlos,
enfrentarlos y solucionarlos si es posible. También es verdad que "En todo interviene Dios para
bien de los que le aman" (Rom. 8:28), o sea, que siempre y en todo está Dios con nosotros
buscando nuestro bien, pero no nos sustituye nunca.

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