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Universidad de Huelva

Departamento de Psicología Clínica, Experimental y


Social

Representaciones legales de la discapacidad : el caso de


la parálisis cerebral

Memoria para optar al grado de doctora


presentada por:

Susana Álvarez Pérez

Fecha de lectura: 22 de enero de 2016

Bajo la dirección del doctor:

Francisco Revuelta Pérez

Huelva, 2016
PROGRAMA DE DOCTORADO
Salud y Calidad de Vida

TESIS DOCTORAL
Representaciones legas en discapacidad: el caso de la
parálisis cerebral

Director: Francisco Revuelta Pérez


Doctorando: Susana Álvarez Pérez

Huelva, 2015
REPRESENTACIONES LEGAS
DE LA DISCAPACIDAD
El caso de la parálisis cerebral

Huelva, 2015
AGRADECIMIENTOS

La realización de esta tesis doctoral ha supuesto una ardua tarea que no hubiera sido
posible sin el apoyo, implicación y dirección del Dr. Francisco Revuelta Pérez. No
sólo ha guiado el camino hasta llevar a buen puerto esta investigación, más allá de
los aspectos formales en los que su contribución ha sido inestimable, ha constituido
un modelo de trabajo y esfuerzo. Del Profesor Revuelta he aprendido muchas cosas
pero, ante todo, me ha transmitido la rigurosidad metodológica que una empresa
como ésta requiere, la pasión por el trabajo bien hecho –hasta el mínimo detalle- y la
importancia de seguir aprendiendo siempre. En definitiva, la búsqueda de
conocimiento como una forma de vida.

No tengo más que palabras de agradecimiento, respeto, admiración y orgullo


por haberme permitido compartir el camino que ha supuesto la realización de la tesis
doctoral. Gracias, Profesor.

En este viaje han sido muchas las personas que han contribuido, de una forma
u otra, con su granito de arena. Como es imposible nombrarlas a todas, quisiera que
quedaran reflejadas en estas líneas quienes me han animado, colaborado en la
investigación, aplicado cuestionarios, o simplemente me han servido de apoyo en los
momentos de flaqueza. A todos ellos, gracias.

A mis amigas, las que han estado a mi lado en los peores momentos sin
dejarme caer. Las que me han apoyado y han constituido un pilar donde agarrarme.
En especial a Beatriz, quien tan sabiamente me ha aconsejado estos últimos años. Sin
duda, ha sido el faro que todo barco desea ver durante la noche.

A mi familia, mi marido y, sobre todo, mis hijos. Gracias a mi compañero de


vida por darme su apoyo, aunque significase renuncia personal y mayor esfuerzo.
Gracias a mis hijos Juan Lorenzo y Sofía. Les debo muchos ratos en los que no han
podido disfrutar de su madre, ni su madre de ellos. Mis hijos son el motor de todos
mis proyectos y constituyen mi mejor obra. A su sonrisa e inocencia dedico este
trabajo.
No es lo peor de todo
no encontrar el camino,
sino no tener cuál buscar,
como tampoco no alcanzar la meta,
sino desconocerla.

Francisco Revuelta Pérez (1983)


Hace algunos meses, al terminar una conferencia,
se acercó un padre con cara de preocupación y me dijo:
“lo que le pasa a mi hijo se parece mucho a lo que usted ha contado, pero
mi hijo padece la enfermedad de Little: ¿cómo es que son tan parecidos?”
Aunque traté de convencerle de que tal enfermedad se refería a
la parálisis cerebral infantil, y que podía aplicar a su caso gran parte de las cosas
que yo había expuesto, él prefirió quedarse con su “antiguo y ya familiar diagnóstico”
alegando que su hijo padecía una enfermedad y que, con lo que avanza la medicina,
quizá podría algún día curarse. Lo dejé ir y pensé:
¡qué malo es engañarnos a nosotros mismos!

Aunque, a veces, es el único refugio para la esperanza…

Francisco Alcantud (2008)

 
Índice

Agradecimientos

Índice V

Resumen IX

Parte teórica

1. Introducción 2

2. Aspectos conceptuales sobre las representaciones mentales


2.1. Concepto 6
2.2. Representaciones legas 8
2.3. Características de las representaciones legas 9
2.4. Representaciones científicas frente a legas 12

3. Aspectos conceptuales sobre discapacidad


3.1. Evolución del concepto 13
3.1.1. Modelo Individual 14
3.1.2. Modelo Social 15
3.1.3. Modelo Biopsicosocial 17
3.1.4. Modelo de Diversidad Funcional 18
3.2. Discapacidad y educación 21
3.3. Discapacidad y empleo 25
3.4. Representaciones legas sobre discapacidad
3.4.1. Representaciones legas del origen de la discapacidad 29
3.4.2. Mitos o creencias sobre la población con discapacidad 31
3.4.3. Influencia de los medios de comunicación en la percepción de la 32
discapacidad

4. Aspectos conceptuales sobre la parálisis cerebral


4.1. Evolución histórica del concepto 35
4.2. Definición actual de la parálisis cerebral 38
4.3. Caracterización de la parálisis cerebral
4.3.1. Diagnóstico diferencial 41
4.3.2. Tipos de parálisis cerebral 43

V
4.3.3. Epidemiología y relación con otras variables 47
4.3.3.1. Incidencia 48
4.3.3.2. Influencia del sexo 49
4.3.3.3. Situación socioeconómica 49
4.3.3.4. Etiología 49
4.3.3.5. Factores de riesgo 50
4.3.3.6. Desarrollo de la parálisis cerebral congénita 51
4.3.3.7. Herencia genética y parálisis cerebral 52
4.3.3.8. Consecuencias de la parálisis cerebral 52
4.3.3.9. Prevención de la parálisis cerebral 57
4.3.4. Modelo de intervención global en parálisis cerebral 58
4.4. Desarrollo personal y afectivosexual
4.4.1. Desarrollo de la inteligencia 64
4.4.2. Desarrollo del lenguaje 68
4.4.3. Características psicológicas y emocionales 69
4.4.4. Etapa escolar 72
4.4.5. Desarrollo afectivosexual 76
4.5. Integración social y empleo
4.5.1. Integración social 78
4.5.2. Integración laboral 80
4.6. Representaciones legas en parálisis cerebral 82

5. Otras variables del estudio


5.1. Los rasgos de personalidad 85
5.2. Los valores personales 87
5.3. La tendencia a la hostilidad y malevolencia 90
5.4. La satisfacción vital 91
5.5. La orientación vital o disposición al optimismo 92
5.6. La madurez psicológica. El factor edad 93
5.7. Interacción entre los factores
5.7.1. Rasgos de personalidad y valores 94
5.7.2. Valores y bienestar subjetivo 95
5.7.3. Satisfacción vital y personalidad 95
5.7.4. Edad y personalidad 96

VI
Estudio empírico
6.1. Objetivos 99
6.2. Método 101
6.2.1. Muestra 101
6.2.2. Medidas 103
6.2.2.1. Características sociodemográficas 103
6.2.2.2. Relación con la discapacidad 103
6.2.2.3. Descripción de la discapacidad 104
6.2.2.4. Expectativas sobre la discapacidad 104
6.2.2.5. Creencias de normalidad comportamental y de capacidades 104
6.2.2.6. Características de personalidad 105
6.2.2.7. Valores 105
6.2.2.8. Hostilidad y malevolencia 106
6.2.2.9. Satisfacción vital 106
6.2.2.10. Disposición al optimismo 106
6.3. Procedimiento 107

7. Resultados
7.1. Análisis descriptivos 109
7.2. Análisis en función del sexo 118
7.3. Análisis en función del estado civil 123
7.4. Análisis en función de la edad 128
7.5. Análisis en función de si se ha trabajado o no con discapacitados 138
7.6. Análisis en función de si se tiene o no un familiar con discapacidad 144
7.7. Análisis en función de la cercanía familiar con una persona con discapacidad 147
7.8. Análisis en función de algún tipo de relación no familiar con la discapacidad 149
7.9. Relaciones entre variables 151
7.10. Predicción de creencias de normalidad comportamental y de capacidades 170

8. Discusión
8.1. Aspectos descriptivos sobre la parálisis cerebral 174
8.2. Expectativas sobre parálisis cerebral 184
8.3. Características personales de la muestra 195
8.4. Análisis de las diferencias en función del estado civil 198
8.5. Análisis de las diferencias en función de la edad 203
8.6. Análisis de las relaciones entre las características personales de la muestra y 209
cuestiones sobre la parálisis cerebral
8.7. Análisis de la percepción de la parálisis cerebral en función de si se ha trabajado 214
o no con personas con discapacidad

VII
8.8. Análisis de las diferencias personales en función de si se ha trabajado con 217
personas con discapacidad
8.9. Relativa a las relaciones de los años trabajados con personas con discapacidad 221
8.10. Relativa a las diferencias en función de si se tiene o no un familiar con 222
discapacidad
8.11. Relativa a las diferencias en función de la cercanía familiar con una persona con 224
discapacidad
8.12. Relativa a las creencias de normalidad comportamental y de capacidades 226
8.13. Relativa a la predicción de creencias de normalidad comportamental y de 227
capacidades
8.14. Relativa a las relaciones de las creencias de normalidad comportamental y de 228
capacidades

9. Conclusiones 231

Referencias bibliográficas 244

Apéndice 1. Escala de Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades 259

Apéndice 2. Tablas 263

Apéndice 3. Instrumentos 292

VIII
Representaciones legas de la discapacidad
El caso de la parálisis cerebral

La discapacidad es una realidad multidimensional que hoy día ya no se considera


estática o centrada en el individuo. La concepción actual de discapacidad subraya la
importancia de los apoyos para disminuir el impacto de las limitaciones funcionales en
la vida de la persona. En este punto, las creencias sobre discapacidad determinan el trato
que estas personas reciben, influyendo en el diseño y aplicación de políticas sociales,
económicas y educativas.

Este estudio se ha centrado en las representaciones de una muestra sobre el


colectivo de personas con parálisis cerebral, tanto en el trastorno en sí, como en la
imagen de quien la padece en su dimensión personal, social y laboral. Se han extraído
también algunas características personales de la muestra (rasgos de personalidad;
valores; tendencia a la hostilidad y malevolencia; satisfacción vital; y disposición al
optimismo) para relacionarlas con las creencias manifestadas en torno a la parálisis
cerebral. Otros aspectos tenidos en cuenta han sido la edad de los encuestados, el estado
civil, así como las variables haber trabajado profesionalmente en el ámbito de la
discapacidad y tener algún tipo de relación con personas con discapacidad.

La muestra ha estado compuesta por 450 personas, a las que se les ha aplicado
dos cuestionarios elaborados ad hoc; el Cuestionario Descriptivo de la Parálisis
Cerebral (CDPC) (Revuelta, 2015) y el Cuestionario de Expectativas sobre la Parálisis
Cerebral (CEPC) (Revuelta, 2015), que recogen las creencias sobre el trastorno en sí y
las capacidades atribuidas a quien la padece, respectivamente. A partir de los anteriores,
se ha diseñado la Escala de Creencias de Normalidad Comportamental y de
Capacidades (ECNCC).

Los instrumentos para extraer las características personales de la muestra han


sido la versión reducida del Cuestionario Revisado de Personalidad de Eysenck (EPQ-
RA), en español por Ibáñez, Ortet, Moro, Ávila y Parcet (1999); la Escala VAL-89 de
Schwartz y Bilsky (1987), versión reelaborada por Molpeceres (1991); el Cuestionario
de Hostilidad y Malevolencia (HOSTYMAL) desarrollado por Pelechano (2000); la
Escala de Satisfacción Vital (SLW), de Diener, Emmons, Larsen y Griffin (1985)
(versión en español de Revuelta, 2005); y el Test de Orientación Vital Revisado (LOT-
R), de Scheier, Carver y Bridges (1994) (versión en español de Revuelta, 2005).

IX
Los resultados indican gran desconocimiento sobre el trastorno, con numerosas
creencias erróneas. En general, la visión predominante es negativa tanto sobre el
trastorno en sí, con tendencia a considerar que provoca un deterioro progresivo, como
en el perfil personal, social y laboral de los afectados.

Las cuestiones que generan más división de opiniones son las relativas a la
inteligencia y a la mejor opción para escolarizar a los niños con parálisis cerebral, con
opiniones a favor y en contra de los centros específicos.

Hay una valoración negativa de las capacidades para la vida en pareja y la


crianza de los hijos. En el aspecto laboral, las personas con parálisis cerebral son
percibidas como menos productivas, considerándolas competentes sólo en tareas
sencillas.

Quienes han trabajado en el campo de la discapacidad conocen mejor los


aspectos científicos del trastorno, se muestran más favorables a la integración escolar y
confían en la mejoría de los síntomas. Mientras que aparece un mayor número de
estereotipos entre quienes no han trabajado nunca en este ámbito, con una percepción
negativa orientada, principalmente, hacia los aspectos emocionales de las personas con
parálisis cerebral.

Se puede concluir que la parálisis cerebral es un trastorno poco visible


socialmente y lleva aparejados gran cantidad de mitos que, posiblemente, influyan en
las posibilidades de desarrollo que se ofrecen a las personas que la padecen.

Palabras clave: representaciones mentales, creencias, discapacidad, parálisis


cerebral, personalidad.

X
Mental representations of disability
The case of cerebral palsy

Disability is a multidimensional reality, which is currently no longer considered static or


centred on the individual. The current idea of disability underlines the importance of
support, in order to reduce the impact of functional limitations on the person’s life. At
this point, beliefs about disability determine the way these people are treated, and
influence the design and application of social, economic and educational policies.

This study focuses on mental representations held by a sample of the general


public of people with cerebral palsy, in terms of both the disorder itself, and the image
of the sufferer in their personal, social and working life. We have also extracted some
personal characteristics from the sample (personality traits; values; tendency towards
hostility and malevolence; life satisfaction; and tendency towards optimism) in order to
relate them to beliefs manifested about cerebral palsy. Other aspects that have been
taken into account are: age, civil status, and the following variables; having worked as a
professional with disabled people, having some sort of relationship with disabled
people.

A sample of 450 people were asked to complete two questionnaires ad hoc; the
Descriptive Questionnaire for Cerebral Palsy (DQCP) (Revuelta, 2015), and the
Expectations of Cerebral Palsy Questionnaire (ECPQ) (Revuelta, 2015), which cover
the beliefs about the disorder itself, and the capabilities attributed to sufferers
respectively. Using these questionnaires the Behavioural Norm and Capability Beliefs
Scale (BNCBS) was designed.

In order to extract personal characteristics of the people in the sample the


following tools were used: the shortened version of the Revised Eysenck Personality
Questionnaire (EPQ-RA), translation in Spanish by Ibañez, Ortet, Moro, Ávila and
Parcet (1999); the VAL-89 Scale by Schwartz and Bilsky (1987), reworked edition by
Molpeceres (1991); the Hostility and Malevolence Questionnaire (HOSTYMAL)
developed by Pelechano (2000); the Satisfaction with Life Scale (SWLS), by Diener,
Emmons, Larsen and Griffin (1985) (Spanish version by Revuelta, 2005); and the
Revised Life Orientation Test (LOT-R), by Scheier, Carver and Bridges (1994) (Spanish
version by Revuelta, 2005).

XI
The results indicate a substantial lack of knowledge of the disorder, and
numerous erroneous beliefs. In general, the predominant vision is negative, both of the
disorder itself, with a tendency to believe that it causes a gradual decline, and of the
personal, social and working profile of sufferers.

The questions that provoked most differences in opinion were those relative to
intelligence, and the best way of schooling children with cerebral palsy, which included
opinions both in favour and against specialised centres.

The capacity for married life or living life as a couple and rearing children is
rated negatively. In working life, people with cerebral palsy are perceived as being less
productive, being considered competent at simple tasks only.

People who have worked in the field of disability have a greater knowledge of
the scientific aspects of the disorder, they view mainstream schooling of children more
positively, and they believe that symptoms can improve. Conversely, there are a greater
number of stereotypes among people who have never worked in this field and they have
a negative view of mainly emotional aspects of cerebral palsy sufferers.

We can conclude that cerebral palsy is a disorder with a low social profile and
carries with it a large number of myths, which may influence in the opportunities for
development that are offered to sufferers.

Keywords: mental representations; beliefs; disability; cerebral palsy; personality.

XII
PARTE TEÓRICA
Introducción

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2011a) más de mil


millones de personas en el mundo presentan alguna forma de discapacidad –esto
supone el 15% de la población mundial estimada en 2010-, de los cuales casi 200
millones presentan dificultades considerables en su funcionamiento. En los años
venideros, el problema se irá agravando ya que su número está creciendo debido al
envejecimiento de la población y el aumento de las enfermedades crónicas.

Las personas con discapacidad de todo el mundo suelen tener peores


resultados en todos los ámbitos: académicos, sanitarios, de participación económica,
etc., lo que puede conllevar tasas de pobreza mayores que la del resto de la
población. Esto sucede, en gran medida, como consecuencia de los obstáculos para el
acceso a servicios básicos como la salud, la educación, el empleo, el transporte o la
información.

Bajo este panorama, la Organización Mundial de la Salud y el Grupo del


Banco Mundial han elaborado un Informe mundial sobre la discapacidad (OMS,
2011a) con el objetivo de proporcionar datos para el establecimiento de políticas y
programas dirigidos a personas con discapacidades, impulsando así la aplicación de
la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad (ONU, 2008) que ha sido ratificada por España.

El objetivo de dicha Convención es promover y asegurar en condiciones de


igualdad, el goce de los derechos y libertades por las personas con discapacidad, bajo
los principios –entre otros- de respeto a la dignidad, la autonomía y la independencia;
la no discriminación; la participación e inclusión plenas en la sociedad; y el respeto
por la diferencia y la aceptación de las personas con discapacidad como parte de la
condición humana (Defensor del Menor de Andalucía, 2010).

2
Pero ha sido un largo camino hasta la llegada de la concepción actual de
discapacidad. Los distintos esquemas conceptuales y modelos a partir de los que se
ha definido e interpretado la discapacidad han dependido del momento histórico y el
contexto sociocultural. Además, no han ido sucediéndose de manera lineal en el
tiempo, más bien han coexistido, se han sobrepuesto unos a otros y, algunos de los
modelos más antiguos, están presentes hoy día.

Mareño y Masuero (2010), consideran las implicaciones prácticas que estas


concepciones tienen en la vida cotidiana de las personas con discapacidad y, en
general, en las relaciones sociales, pues generan representaciones mentales y visiones
que fundamentan la legislación, las políticas e intervenciones del Estado, o las
iniciativas de las organizaciones no gubernamentales. Impactan así en la vida de las
personas con discapacidad, influyendo en sus posibilidades reales de acceso, relación
y participación en los circuitos de producción, intercambio y consumo de bienes y
servicios.

Desde la publicación de la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de


la Discapacidad y de la Salud (CIF) (OMS, 2001) y su reciente versión infantojuvenil
denominada “Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y
la Salud I-A” (OMS, 2011b) se va más allá en el concepto de discapacidad,
definiéndolo como un término que engloba las deficiencias, limitaciones en la
actividad y restricciones en la participación. Incorporando al análisis los factores
ambientales (como barreras o facilitadores para el funcionamiento humano), se pone
el énfasis no en la etiqueta diagnóstica, sino en el perfil de apoyos que necesita un
individuo según sus características y en la identificación de los factores ambientales
que inciden en su funcionamiento.

Este primer paso para considerar la discapacidad en su realidad


multidimensional, es un eslabón más de la cadena que enlaza las concepciones sobre
discapacidad y el impacto que tienen en la vida de estas personas, a partir del diseño
y aplicación de políticas sociales, económicas y educativas.

3
Mientras la evolución del concepto de discapacidad ha experimentado un
notable avance durante este siglo, se ha pasado de ver la discapacidad como un rasgo
o característica inmutable de la persona a poner el énfasis en los apoyos materiales o
personales que la persona necesita para compensar su discapacidad, se siguen
observando muestras de que tales avances aún no han calado del todo en la sociedad.
Como señala Verdugo (citado en Brogna, 2009):

Lo más manifiesto que tienen en común todas las personas con discapacidad,
es haber compartido una historia repleta de segregación y discriminación,
con actitudes sociales negativas (incluyendo las profesionales y familiares),
que han perpetuado la minusvaloración e incrementado las barreras para
desempeñar una vida normal. Esas actitudes de discriminación y
segregación todavía no han terminado (…) esas barreras, percepciones
erróneas, carencias de expectativas y falta de apoyos concretos que han
compartido las personas con discapacidad han generado necesidades
comunes de gran alcance.

Otro aspecto que influye de manera determinante en la planificación y


aplicación de los apoyos dirigidos a esta población son las creencias en torno a la
discapacidad que subyacen en las actitudes, las expectativas y el tratamiento final
que las personas reciben. Como se recoge en el Informe de la OMS, “las creencias y
prejuicios constituyen obstáculos para la educación, el empleo, la atención de salud
y la participación social de las personas con discapacidad”. En esta línea Mareño y
Masuero (2010) afirman que la discapacidad es socialmente construida desde los
numerosos agentes con algún grado de responsabilidad gubernamental.

Estas creencias están presentes en todos los individuos, como teorías


implícitas, teorías legas, representaciones, saber ingenuo, del sentido común, y
algunas otras, todas ellas sugiriendo que se trata de un conocimiento en el que no se
cumplen los requisitos del saber científico ya que no pretenden buscar la verdad sino
satisfacer la necesidad de previsión y control del mundo interno y externo.

4
Pelechano (2010) aclara que el control del mundo interno va orientado a la
toma de decisiones y la explicación de las acciones propias o de los otros; y el
control del mundo externo para saber a qué atenerse respecto al entorno social y
material. Sin embargo, las creencias o representaciones mentales constituyen un
sistema complejo, que no siempre es coherente ni consistente.

5
Aspectos conceptuales sobre las representaciones mentales

Concepto

De todos los términos relativos al conocimiento lego, se ha seleccionado el de


representación porque se ajusta a la esencia de este trabajo. El concepto de
“representación” puede ser definido a partir de su origen etimológico representatio
(procedente del latín) como el acto de volver a presentar un objeto tanto real como
ideal. Este significado de re-presentar alude al hecho subjetivo de volver a producir
algo.

Representar es definido en el diccionario de la Real Academia Española


(RAE) –en su acepción general- como Figura, imagen o idea que sustituye a la
realidad. Además, incluye una acepción relativa a la Psicología donde expresa
“Imagen o concepto en que se hace presente a la conciencia un objeto exterior o
interior”. En ambas concepciones está presente la reconstrucción de una forma –
material o simbólica- en ausencia del objeto real representado.

Hay diferentes perspectivas teóricas para abordar el concepto de


“representaciones”, concretando su significado con matices como “mentales” o
“sociales”. Aunque no se pretende un análisis extenso del concepto, sí parece
adecuado aclarar las distintas concepciones y sobre cuál de todas ellas se ha
desarrollado este trabajo.

Las representaciones mentales no son una reconstrucción fiel de la realidad


que pretenden reflejar. Se construyen a partir de un contexto donde interactúan
componentes cognitivos, propios del sujeto y su experiencia, y componentes sociales,
provistos de la tradición cultural de cada grupo social. De esta manera se van
conformando representaciones de los aspectos de la sociedad en la que se vive, fruto
de una actividad mental constructiva, que selecciona y organiza las experiencias
vividas (Perner, 1994).

6
Por tanto, no es una simple reproducción del mundo exterior, sino una
reconstrucción mediada por el individuo que la produce, con la influencia del grupo
al que pertenece. Como proceso mental individual, sería estudiado desde la
psicología cognitiva, en tanto que proceso inmerso en un contexto social, sería
abordado dentro de la psicología social. El abordaje que se pretende se sitúa en la
primera perspectiva.

En cuanto al concepto representación social, introducido por Serge


Moscovici en la década de los 60, influencia notablemente la investigación europea
en psicología. Como herramienta conceptual, las representaciones sociales permiten
describir y explicar las relaciones entre los elementos mentales y materiales en la
vida social, tendiendo un puente entre el individuo, la cultura y la historia. Según
Moscovici (1984), (citado en Avendaño, Krause, & Winkle, 1993) “las
representaciones sociales se relacionan con los contenidos del pensamiento
cotidiano”, refiriéndose específicamente a las imágenes y modelos explicativos que
un determinado grupo social tiene acerca de algún fenómeno de la realidad.

Las representaciones corresponden a una forma específica de conocimiento,


el conocimiento ordinario, incluido en la categoría del sentido común, que tiene
como característica la de ser socialmente construido y compartido. Para Jodelet
(2011), el objetivo de este conocimiento es que, apoyándose en la experiencia, sirva
como guía de acción en la vida cotidiana.

En el ámbito psicológico, implica cómo las personas aprehenden los


acontecimientos de la vida diaria, interiorizan las características del medio y las
informaciones que en él circulan, y elaboran una imagen de las personas del entorno.
Este conocimiento espontáneo o natural, se constituye a partir de las experiencias y
de los modelos de pensamiento que se reciben.

Por tanto, es al tiempo un proceso y un producto. Proceso porque es una re-


construcción del objeto que pretende representar, y producto porque es el resultado

7
de creencias y conocimientos filtrados por la cultura que comparte un grupo de
sujetos.
En este trabajo se aceptarán los términos “sociales” y “mentales” –que
acompañan a representación- como semejantes, ya que partimos de una perspectiva
integradora que contempla la construcción de la representación mental que hace el
individuo de lo que le rodea, dentro del grupo social en el que se encuentra inmerso y
por el que resulta influido.

Por otro lado, hay dos términos que parecen referirse al mismo objeto:
representaciones y teorías. Sin embargo, Rodrigo (1994), distingue representaciones
como un concepto más amplio pues incluye procesos como la difusión y asimilación
de conocimientos, la definición de identidad personal, el desarrollo individual y
colectivo, la expresión del grupo y las transformaciones sociales; frente a teorías,
que apuntaría más a un conjunto de proposiciones. Estrada, Oyarzún e Yzerbyt
(2007), también entienden las representaciones como aquellos esquemas de
conocimiento compartidos acerca de la realidad social, que orientan la conducta de
las personas de un grupo.

Aunque se parte del concepto representaciones, se utilizará también el


término teorías respetando la denominación que dan algunos autores a la
construcción de este tipo de conocimiento.

Representaciones legas

Una vez situados en el concepto representaciones, se analizará la cualidad lega, en


relación a las creencias que elaboran las personas que no tienen una formación
específica en un tema determinado.

A la diversidad de sustantivos para nombrar este tipo de conocimiento:


representación, teoría, creencia, idea, etc., se unen numerosos adjetivos para calificar
este saber no científico: lego, básico, ingenuo, implícito, subjetivo, común,... Estos

8
términos se usan como sinónimos, aunque cada uno aporta un matiz distinto. Sin
embargo, todos coinciden en señalar que el tipo de conocimiento al que califican no
nace con la intención de verificarse.

Desde que Kelly (1955) y Heider (1958), orientaran sus estudios hacia las
teorías del sentido común, muchos han sido los investigadores que han intentado
comprender estos procesos mediante el análisis de las teorías legas, ya que siempre
están presentes en los esquemas del individuo y, aún cuando este conocimiento no
existe, se improvisa en respuesta a una situación concreta.

Estas creencias son para Pelechano (2010) un sistema complejo, no siempre


coherente ni consistente, mutable con las situaciones o al interaccionar con ellas, que
resulta muy difícil de modificar en adultos socializados y que sirve como hilo
conductor de la supervivencia (incluso de la identidad personal), a pesar de que
dichas creencias tienden a ser comunes a grupos y culturas.

En esta configuración de la identidad personal, los individuos construyen una


percepción de sus diferencias y similitudes, determinando la pertenencia o no a un
determinado grupo. Para esto, las personas utilizan los conocimientos generales
presentes en sus teorías ingenuas y que se manifiestan como creencias sobre las
causas de tales diferencias (Estrada, Yzerbyt, & Seron, 2004).

Características de las representaciones legas

Comprender el entorno social haciendo un ejercicio lógico-deductivo, sería una tarea


inconmensurable –y agotadora- para cualquier persona, ya que todos los recursos
cognitivos serían insuficientes ante tal complejidad. Este es el motivo de que se
utilice el sentido común para construir reglas de inferencia que permitan explicar
eventos relevantes del entorno social.

9
Jodelet (2011) afirma que las representaciones construidas son dependientes
de la comunicación social y van a contribuir a producir y mantener una visión común
dentro de un grupo. Visión que es considerada una evidencia y sirve para leer el
mundo en que se vive, actuar sobre él, decodificar a las personas del entorno,
clasificarlas e interpretar su conducta. Las representaciones legas actúan como ideas
preconcebidas que afectan a la propia visión del mundo.

Tales representaciones tienen un impacto en el pensamiento del individuo que


estriba, precisamente, en que las personas no son conscientes de la influencia que
tienen en su propia manera de entender el entorno. Como resaltan Hong, Levy y Chiu
(2010), al no ser objeto de verificación científica, estas representaciones son
ampliamente aceptadas y reproducidas simplemente como resultado del consenso.

Según Ramírez y Levy (2010), tales reglas de inferencia cumplen las


siguientes funciones: psicológicas, ya que ofrecen a las personas la sensación de
control y certeza; epistémicas, en tanto que proveen de significado los sucesos del
entorno; y sociales, pues contribuyen a construir y mantener el consenso social.

Moscovici (1979) (citado en Mora, 2002) establece que la representación es


una modalidad particular de conocimiento, cuya función es la elaboración de
comportamientos para la comunicación entre individuos. Se constituye en un corpus
organizado de conocimientos y es una de las actividades psíquicas por las que el
hombre hace inteligible el mundo material y social. Estas representaciones según
Furnham (1988) sirven como marcos de referencia que influencian los procesos de
percepción, interpretación de la información y predicción de eventos, influenciando
también las elecciones y comportamientos de las personas.

En consonancia con lo anterior, Pelechano (2010) apunta que hay dos


motivaciones en la creación de representaciones legas; de un lado se satisface la
necesidad de previsión y, de otro, se controla el mundo interno y externo. Previsión
para poder tomar decisiones y explicar las acciones que se realizan. Control para
saber a qué atenerse en cuanto a todo aquello que puede facilitar la vida.

10
Las representaciones legas tienen, por tanto, una función pragmática ya que
son utilizadas para interpretar los sucesos del entorno y hacer inferencias prácticas
que condicionan la propia acción (Rodrigo, Rodríguez, & Marrero, 1993).

Para aclarar cómo se forma una representación, y más concretamente en el


campo de la discapacidad, se tomará la clasificación que hacen García, Muriel y
Condés (2002) que refieren la experiencia directa y las experiencias indirectas.

La experiencia directa hace alusión al contacto real entre el sujeto y la


persona con discapacidad. Factores como la intensidad y la duración del contacto
resultan críticos para predecir si se desarrollarán actitudes favorables o
desfavorables: cuanto más continuado sea este contacto, mayor probabilidad de
resultados positivos se esperarían en la percepción de la persona con discapacidad.

Las experiencias indirectas se relacionan fundamentalmente con los procesos


de transmisión, recepción y procesamiento de la información. No se da un contacto
real con la discapacidad, sino una exposición a la información de diversos agentes:
personas significativas del entorno (padres, familiares, líderes sociales o el grupo de
iguales), así como instituciones o medios de comunicación.

En cuanto a la posibilidad de cambio en las representaciones legas Levy,


West, Ramírez y Karafantis (2006), establecen que es posible y se produce porque
las personas acumulan y refinan su comprensión del entorno en base a nuevas
experiencias en diferentes contextos. Por ello, una representación lega puede tener
más de un significado o implicación (es posible que tenga un significado de base y
otro asociado, fruto de la experiencia en un contexto determinado).

11
Representaciones científicas frente a legas

Furnham (1990) realiza una completa descripción de las teorías científicas,


calificándolas como explícitas, formales, consistentes y coherentes, deductivas y
tendentes a diferenciar bien las causas de los efectos. Frente a éstas, aunque no se
consideran como una dicotomía pura, se encontrarían las creencias o
representaciones, más informales, poco consistentes, de carácter inductivo, tendentes
a confundir causas y consecuencias; y más bien generales que específicas.

Sin embargo, y aunque existen diferencias entre las representaciones


científicas y las de carácter lego, no son dos conocimientos enfrentados. A menudo
coexiste felizmente el conocimiento generado bajo el sentido común con el que
genera la ciencia. Más allá, es la interpretación del conocimiento científico, su
asimilación por parte del individuo, lo que según Moscovici (1979) (citado en Mora,
2002) constituye la representación.

En sintonía con esta idea se sitúa Pelechano (2010), que localiza el origen del
conocimiento lego de cualquier ámbito, en un poso de ideas y creencias básicas que
provienen del aprendizaje social. Son compartidas por la mayor parte de la
comunidad y frente a ellas, o como complemento, surgen y se elaboran los
conocimientos científicos. Así la ciencia compartiría el origen de sus modelos con
los legos, elevándose sobre ellos y permitiendo la contrastación, tanto positiva
(verificación de hipótesis), como negativa (invalidación de hipótesis), más propia de
los modelos científicos.

Las representaciones legas han sido estudiadas en diferentes campos: la


inteligencia, el carácter moral y la personalidad (Dweck, Chiu, & Hong, 1995;
Molinet, Velásquez, & Estrada, 2007); creencias sobre la felicidad (Furnham &
Cheng, 2000); preferencia en fuentes de ayuda y opciones de tratamiento en
depresión y esquizofrenia (Riedel-Heller, Matschinger, & Angermeyer, 2001); y
creencias sobre depresión y tratamiento más eficaz (Ozmen et al., 2005).

12
Aspectos conceptuales sobre discapacidad

Los modelos de discapacidad posiblemente más representativos e influyentes han


oscilado desde el modelo individual –centrando el déficit en el sujeto-, hacia el
modelo social –énfasis en los aspectos contextuales que rodean al individuo-,
pasando por el modelo biopsicosocial, como síntesis de los anteriores, y la reciente
evolución hacia el emergente modelo de diversidad funcional. Todos ellos han
determinado la forma en que se conceptualiza y trata a las personas con
discapacidad. Sin embargo, en muchas ocasiones, el cambio que suponen estos
modelos en más aparente que real (Oliver, 1990b). Para comprender su influencia se
esbozarán sus características principales.

Evolución del concepto

A lo largo de la historia se han sucedido numerosas formas de abordar la


discapacidad. A menudo estas visiones no sólo delimitaban el concepto de
discapacidad de la época, sino que determinaban la atención o el tratamiento que las
personas con discapacidad recibían. Estas maneras de entender la discapacidad se
han organizado en modelos que no son excluyentes y han convivido a lo largo del
tiempo, aunque según Egea y Sarabia (2004), se van imponiendo los modelos más
progresistas.

Los principales modelos contemporáneos bajo los que ha sido


conceptualizada la discapacidad y sus repercusiones sociales se analizarán siguiendo
la perspectiva de Mareño y Masuero (2010). Estos autores sintetizan las visiones de
discapacidad en los siguientes modelos.

13
1. Modelo Individual

Ha sido denominado también modelo médico o de rehabilitación. Aunque hunde sus


raíces en los inicios del sistema capitalista europeo y la configuración de la profesión
médica moderna, este modelo se consolida en la década de los setenta, cuando la
Organización Mundial de la Salud establece la necesidad de contemplar en su
clasificación de enfermedades, los aspectos relacionados con el entorno y las
repercusiones en el individuo, tanto en su cuerpo como en su actividad. Surge así la
Clasificación Internacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías (CIDDM)
(1980). Los términos deficiencia, discapacidad y minusvalía tienen matices que
resulta interesante destacar.

Se entiende la deficiencia como pérdida o anormalidad de una estructura o


función psicológica, fisiológica o anatómica. Beltrán (2011), explica que supondría
“la lesión” que, posteriormente, origina la discapacidad. Puede ser temporal o
permanente y engloba la existencia o aparición de anomalía, defecto o pérdida
producida en un miembro, órgano, tejido u otra estructura del cuerpo, incluidos los
sistemas propios de la función mental.

La CIDDM plantea que la discapacidad es toda restricción o ausencia de la


capacidad de realizar una actividad en la forma, o dentro del margen, que se
considera normal para un ser humano. Se caracteriza por excesos o insuficiencias en
el desempeño o comportamiento rutinario normal. Éstos pueden ser temporales o
permanentes, regresivos o progresivos, y reversibles o irreversibles. La discapacidad,
por tanto, serían las limitaciones que tiene una persona y que vendrían derivadas de
una deficiencia.

Como manifestación social de las repercusiones de las dos anteriores,


deficiencia y discapacidad, se encuentra la minusvalía. Este concepto implica una
situación de desventaja para un individuo que, a consecuencia de una deficiencia o
una discapacidad, no puede llevar a cabo el desempeño normal esperado acorde a su

14
edad, sexo, factores sociales y culturales. Es decir, la persona no puede funcionar
según el rol que tendría asignado.

El modelo individual concibe la discapacidad en términos de consecuencias


de enfermedad. Como fruto de una deficiencia que debe ser corregida a partir del
principio de normalización y su correlato en el área de la salud: la rehabilitación.

Las principales características de este modelo son:

• Concibe la discapacidad como expresión de la enfermedad, obviando la realidad


sociocultural y su análisis.

• Sitúa la discapacidad como condición y atributo personal del individuo.

• Se centra en una mono-causalidad biológica de la discapacidad. El análisis se


centra en el cuerpo y sus desviaciones o anormalidades.

• Las probabilidades de participación e interacción social se consideran


responsabilidad del sujeto.

• Restringe la participación de la persona con discapacidad a las técnicas de


rehabilitación médica.

2. Modelo Social

Surge como crítica al anterior, incidiendo en que las causas de la discapacidad no son
biológicas, sino sociales. Este modelo fue desarrollado por Oliver (1990a) a partir de
las aportaciones de personas con discapacidad y las organizaciones que las
representaban.

15
Desde este modelo se incide en la separación entre la deficiencia y la
discapacidad. Aunque se asume que la deficiencia es la carencia o funcionamiento
defectuoso de algún miembro, órgano o mecanismo, se matiza que la discapacidad es
la limitación en la actividad causada por una sociedad organizada con escasa o nula
consideración por las personas con deficiencias y que, como resultado, las excluye de
las actividades sociales.

Esta concepción de discapacidad rechaza la segregación e institucionalización


y propone que las personas con deficiencias tomen el control de sus vidas. Considera
la discapacidad como un fenómeno social inclinado al sometimiento y la opresión,
donde las personas con deficiencias son aisladas y excluidas de la plena participación
social. Así el eje de la intervención no sería proporcionar asistencia social a las
personas con discapacidad, sino promover el ejercicio de sus derechos en igualdad.

Las principales características de este modelo social de la discapacidad son:

• Redefine el concepto de discapacidad como una situación artificial, creada por el


hombre, en contraposición con el concepto de deficiencia, que alude a una
condición biológica.

• Al análisis y definición del fenómeno de la discapacidad incorpora las


experiencias, necesidades, demandas y posibles vías de solución aportadas por
las personas con discapacidad.

• Contempla la importancia del escenario sociocultural, político y económico del


momento, como estructuras determinantes en la situación de las personas con
discapacidad.

• Reconoce a las personas con discapacidad los mismos derechos que a cualquier
otra: civiles, sociales, culturales, políticos y económicos.

16
Sin embargo, y pese al avance que supone en la consideración de las
personas con discapacidad como protagonistas de sus vidas, este modelo ha recibido
críticas por subestimar el impacto de la deficiencia, concepto que no se analiza
suficientemente, quizás considerando homogénea a la población con discapacidad.
Humphrey (2000) señala los errores y riesgos que entraña este modelo, refiriéndose a
que puede interpretarse de manera que privilegie unas identidades de discapacidad
sobre otras, ya que solamente es válido para algunos casos.

Por otro lado, y pese a su acertada diferenciación entre deficiencia y


discapacidad, se sigue considerando la deficiencia como un estado anormal del
cuerpo. Aunque no tienda a normalizarlo o recuperarlo, como se hace desde el
modelo individual, sigue compartiendo con este la ideología de tendencia a la
normalidad.

3. Modelo Biopsicosocial

En un intento de aunar los dos modelos anteriores y reconociendo la compleja


realidad de la discapacidad, la OMS realiza una síntesis de las dimensiones de la
salud que abarca las perspectivas biológica, individual y social.

Sustituye entonces la CIDDM –de tendencia biomédica- por la Clasificación


Internacional del Funcionamiento, la Discapacidad y la Salud (CIF) (OMS, 2001) –
de orientación biopsicosocial-, abandonando el enfoque inicial de discapacidad como
consecuencias de la enfermedad. En la CIF, se hace explícito el carácter interactivo
de la discapacidad como una relación dinámica entre la condición de salud que
presenta una persona y los factores contextuales con los que se encuentra, que
pueden influir positiva o negativamente en el nivel y la extensión del funcionamiento
de esa persona.

Este nuevo modelo supone un paso hacia delante al considerar, en la


definición de discapacidad, tres aspectos relevantes de manera conjunta: la

17
deficiencia en las funciones y estructuras corporales, las limitaciones en la actividad
y las restricciones en la participación.

Las principales aportaciones de este modelo son:

• Propone la síntesis y superación de dos modelos contrapuestos y antagónicos de


discapacidad –individual y social-.

• Construye el concepto de discapacidad incluyendo, además de los factores


psicológicos y biológicos, los aspectos contextuales y ambientales.

• Plantea la distinción entre enfermedad y discapacidad, superando la


monocausalidad atribuida a esta última.

• Impulsa el uso de una terminología neutral y positiva, denominando barreras o


facilitadores a aquellos aspectos que influyen negativa o positivamente en el
funcionamiento, disminuyendo o aumentando (respectivamente) la situación de
discapacidad.

4. Modelo de Diversidad Funcional

Shapiro (1994) sitúa el origen histórico de este nuevo modelo en la lucha de un


estudiante con graves discapacidades físicas para lograr el ingreso en la Universidad
de Berkeley en los años 50. El caso supone una revolución porque a partir de este
momento, se diseñan instalaciones accesibles para otros alumnos en la misma
situación y se tienen en cuenta las recomendaciones sobre accesibilidad que realiza la
población con discapacidad.

Estas reivindicaciones de autonomía y autodeterminación se materializan en


el Movimiento de Vida Independiente, que considera la diversidad como un atributo

18
inherente a la propia naturaleza humana. Trascendiendo la discusión sobre
deficiencias en el cuerpo o la realización de tareas de forma diferente, defienden que
la diversidad funcional es un aspecto enriquecedor de la pluralidad humana.

Desde este modelo se acuña la expresión persona con diversidad funcional


como sustituto al de discapacidad. Hay que señalar, sin embargo, que el término
legalmente reconocido es el de “discapacidad”. Se critica que a las personas con
diversidad funcional no se les permite realizar las mismas funciones que a la mayoría
y esa situación de discriminación les obliga a agruparse y reconocerse como grupo
que debe luchar por el reconocimiento de sus derechos, frente a una sociedad que ha
normalizado esa segregación o exclusión. Según Mareño y Masuero (2010), desde el
Movimiento de Vida Independiente se impulsa la idea de que no es la deficiencia en
sí la que hace que se pertenezca o no al grupo excluido, sino un panorama social
acrítico, pasivo, que discrimina y aparta a las personas diferentes de la vida social.

A España llega en 2001, a través de la comunidad virtual Foro para la Vida


Independiente que, basándose en los principios del Movimiento de Vida
Independiente, propone la autodeterminación, el respeto y la igualdad de
oportunidades para las personas con discapacidad, superando los términos hasta
entonces utilizados de forma peyorativa (incapacidad, minusvalía, invalidez,…) y
apostando por el concepto de “diversidad funcional” (Palacios & Romañach, 2007).

Este modelo también es crítico con el concepto de normalidad, estableciendo


que es sólo una ficción estadística, donde se obvia la diversidad.

Los principales presupuestos de este modelo son:

• Plantea un drástico cambio conceptual, en contraste con los modelos anteriores.

• Introduce el concepto de diversidad, como característica inherente de la


naturaleza humana, derribando el mito del cuerpo perfecto y completo que ha
fundamentado los modelos anteriores.

19
• Establece los conceptos de dignidad humana, bioética y diversidad como pilares
fundamentales.

• Incorpora la experiencia de las personas con diversidad funcional, como


componente en la construcción del modelo.

Los diferentes modelos expuestos hasta el momento no se han sucedido de


forma lineal, algunos han surgido durante el mismo período, se han superpuesto o se
han retroalimentado mutuamente para terminar evolucionando de forma distinta. Un
ejemplo de ello es el modelo social de la discapacidad y el modelo de diversidad
funcional. Ambos comparten un mismo punto de partida: la visión de una sociedad
que segrega y margina al diferente. Sin embargo, desde el Movimiento de Vida
Independiente, surgido en el seno del modelo de diversidad funcional, se ha iniciado
una lucha para que las políticas sociales potencien la autonomía y autogestión de las
personas con discapacidad.

En síntesis, los cambios conceptuales lo largo de los últimos años pueden


considerarse como una “nueva forma de pensar sobre la discapacidad” (Schalock,
1999) e incluyen:

• Una nueva concepción de la discapacidad en que ésta es el resultado de la


interacción de la persona y el ambiente en el que vive.

• Una visión transformada de las posibilidades de vida de las personas con


discapacidad. Esta visión subraya la autonomía, la autodeterminación, la
integración, la igualdad y las capacidades.

• Un paradigma de apoyo que reorienta la prestación de servicios a la persona con


discapacidad, se centra en la vida con apoyo, el empleo con apoyo y la educación
integrada.

20
• Una interconexión del concepto de calidad de vida con el de mejora,
mantenimiento y gestión de la calidad de los sistemas de apoyo, con una
evaluación basada en los resultados.

Discapacidad y educación

Entre los pasos históricos que se han dado en el ámbito educativo para las personas
con discapacidad, se encuentra la integración escolar, considerada en la legislación
educativa española como un pilar básico en la atención a las diferencias. Sin
embargo, no puede hablarse de integración sin hacer un breve repaso de su origen,
situado en el establecimiento del principio de normalización.

En la década de los 50, Bank Mikkelsen (director del servicio danés para el
retraso mental), introduce el principio de normalización que formula como: “la
posibilidad de que los deficientes mentales lleven una existencia tan próxima a lo
normal como les sea posible” (citado en Egea & Sarabia, 2004). Este principio se
extiende por Europa y, a su llegada a EE.UU. es reformulado por Wolfensberger que
lo matiza, estableciendo que la normalización es la utilización de los medios
normativos para permitir que las condiciones de vida de una persona sean, al
menos, tan buenas como las de un ciudadano medio, mejorando en lo posible su
conducta, apariencia, experiencias, estatus y reputación.

La aplicación de este principio a la educación cristalizará en el Informe


Warnock, en Reino Unido (1978) donde se plantea que todos los niños tienen
derecho a asistir a la escuela ordinaria de su localidad, sin posible exclusión,
naciendo así el principio de integración escolar.

El concepto de integración supone que es el niño con necesidades especiales


quien debe integrarse en la escuela, contando con las adecuaciones necesarias a su
condición, porque la escuela está organizada para el niño típico. Actualmente, se ha
superado el concepto de integración, siendo englobado por el de inclusión escolar.

21
Este nuevo concepto surge en la Conferencia Mundial sobre Necesidades Educativas
Especiales, celebrada en Salamanca en 1994, e implica que es la escuela la que debe
estar preparada para incluir a todos los niños, considerando la diversidad como una
condición básica del ser humano. El niño se integra en un espacio preparado para dar
respuesta a sus necesidades ya que la escuela se concibe como lugar para la
diversidad.

Hoy día, educar a las personas con discapacidad desde una perspectiva
inclusiva y funcional, permite resaltar sus posibilidades en lugar de sus limitaciones.
Implica hacer un esfuerzo para el diseño de actividades que, convenientemente
adaptadas, podrán hacerse en las aulas, la vida cotidiana o en el trabajo. Acorde con
los nuevos modelos de discapacidad, supone el cambio de un discurso centrado en la
enfermedad, el trastorno y la incapacidad, a un nuevo afrontamiento basado en las
posibilidades y condiciones necesarias para que la persona con discapacidad pueda
ser más competente en el marco social que le ha tocado vivir, facilitando así su
participación (Soro-Camats & Basil, 2006).

En cuanto al reconocimiento legal del derecho a la educación, en la


Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ONU, 2008),
artículo 24, se formulan los siguientes objetivos:

• Desarrollar plenamente el potencial humano y el sentido de la dignidad y


autoestima; y reforzar el respeto por los derechos humanos, las libertades y la
diversidad humana.

• Desarrollar al máximo la personalidad, los talentos y la creatividad de las


personas con discapacidad, así como sus aptitudes mentales y físicas.

• Hacer posible que las personas con discapacidad participen de manera efectiva en
una sociedad libre.

22
En España se produce un desarrollo normativo paulatino que comienza con la
Ley 13/1982, de 7 de abril, de Integración Social de los Minusválidos (LISMI),
primera norma posterior a la Constitución de 1978, que toma conciencia de la
marginación en la que se encuentra este colectivo y formula nuevos planteamientos
en la educación especial y en la organización y funcionamiento de los centros
escolares. En su artículo 27, proclama el principio de integración del alumnado con
discapacidad en el sistema ordinario, quedando la escolarización en centros
específicos de educación especial para los casos de discapacidades graves.

Tras la entrada en vigor de la LISMI, se han publicado diversas leyes sobre


educación, tanto estatales como autonómicas. El Real Decreto 334/1985, de 6 de
marzo, de Ordenación de la Educación Especial regula la integración del alumnado
en el sistema educativo ordinario.

Posteriormente sería la Ley orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación


General del Sistema Educativo (LOGSE), la que vendría a formular una nueva
política de integración educativa de las personas con discapacidad, bajo los
principios de normalización e integración. También se prevé la necesidad de dotar a
los centros de personal especializado y condiciones materiales adecuadas.

El Real Decreto 696/1995, de 28 de abril, de ordenación de la Educación de


los Alumnos/as con Necesidades Educativas Especiales cambia la denominación de
alumno discapacitado, introduciendo el término necesidades educativas especiales.
Racionaliza así el proceso de escolarización de los alumnos con discapacidad, tras
los resultados de la valoración de sus necesidades por los Equipos Psicopedagógicos.
La ley 9/1999, de 18 de noviembre, de Solidaridad en la Educación, siguiendo con
los principios de normalización e integración de la LOGSE, contempla que los
alumnos con discapacidades físicas, psíquicas o sensoriales se escolarizarán en los
centros ordinarios de su entorno, ya sea en aulas ordinarias o específicas en función
del tipo y grado de discapacidad. Asimismo regula la reordenación del currículo de la
escolarización en unidades o centros de educación especial y fija los principios de
intervención.

23
El Decreto 147/2002, de 14 de mayo, por el que se establece la Ordenación de
la Atención Educativa a los Alumnos Asociada a sus Capacidades Personales,
determina las condiciones de escolarización, las enseñanzas y las medidas de apoyo,
de adaptación y de acceso al currículo de los alumnos con necesidades educativas
especiales por razón de discapacidad, promoviendo el uso de las nuevas tecnologías
y los sistemas alternativo o aumentativos de la comunicación.

Este Decreto ha sido desarrollado parcialmente en algunos de sus aspectos,


mediante la Orden de 19 de septiembre de 2002, regulando más específicamente:

• El Proyecto Curricular de los Centros Específicos de Educación Especial y la


Programación de las Aulas Específicas de Educación Especial en los centros
ordinarios.

• La Evaluación Psicopedagógica y el Dictamen de Escolarización.

• El período de formación para la Transición a la Vida Adulta y Laboral (TVAL),


destinado a jóvenes con necesidades educativas especiales.

En el ámbito estatal, se promulga la Ley 2/2006, de 3 de mayo, de Educación


(LOE), que promueve los principios de equidad, igualdad de oportunidades e
inclusión educativa y no discriminación, actuando como elemento compensador de
desigualdades personales, culturales y sociales, con especial atención a las que
deriven de discapacidad.

La Ley 17/2007, de 10 de diciembre, de Educación de Andalucía (LEA),


supone la primera norma de ámbito autonómico que regula el sistema educativo de
una comunidad, en el marco de las competencias en educación que otorga la LOE.
Entre los principales cambios está la adopción del término necesidades específicas de
apoyo educativo (NEAE) –ya propuesto por la LOE- en lugar del de necesidades
educativas especiales. Se entiende por alumnado con NEAE aquél que presente

24
necesidades educativas especiales debidas a diferentes grados y tipos de
discapacidades personales de orden físico, psíquico, cognitivo o sensorial (además
del alumnado que se incorpore tardíamente al sistema educativo o presente altas
capacidades, lo que supone una novedad).

La LEA recoge los principios de normalización e inclusión social y escolar,


además de flexibilización, personalización de la enseñanza y coordinación
interadministrativa.

Discapacidad y empleo

En el informe elaborado por el INE (2014), que contrasta información de la Base de


Datos Estatal de las Personas con Discapacidad (BEPD) y la Encuesta de Población
activa (EPA), se publica que 1.428.300 personas con edades comprendidas entre los
16 y los 64 años y residentes en un hogar, tenía certificado de discapacidad en 2013.
Esta cifra supone el 4,7% de la población española en edad laboral.

Según dicho informe lo más destacable del colectivo de personas con


discapacidad es su baja participación en el mercado laboral. De las personas con
discapacidad legalmente reconocida, sólo el 37,4% eran activos en 2013 (unas
533.600 personas), lo que supone una tasa de actividad casi 40 puntos inferior a la de
la población sin discapacidad (situada en el 77,2%).

En la población activa con discapacidad se observa un mayor porcentaje de


varones, más peso del grupo de 45-65 años y menor representación de las personas
con estudios superiores que en la población activa sin discapacidad.

La participación laboral está muy determinada por el tipo e intensidad de la


discapacidad. La tasa de actividad asociada a una discapacidad inferior al 45% se
sitúa en el 54,8%. Sin embargo y según aumenta la intensidad de la discapacidad,
disminuye la tasa de actividad hasta el 14,1%.

25
Del porcentaje de personas con discapacidad que trabajaban en 2013 (37,4%
de la población total con certificado de discapacidad), los datos eran más favorables
para las personas con deficiencia auditiva (tasa de actividad del 59,5%), seguido de
la deficiencia visual (44,2%) y del trastorno mental (31,2%). En el otro extremo, la
deficiencia intelectual registró los datos más bajos (27,5%). Se destaca que no
existen datos específicos sobre la parálisis cerebral, ya que en el informe sólo figuran
las categorías sistema osteoarticular, cuya tasa de actividad es del 42,8% y sistema
neuromuscular, con una tasa del 29,7%.

En este panorama, la mujer tiene todavía más dificultades que los varones y
se ven condenadas a trabajos muy poco valorados del sector servicios (Informe
Semanal, 14/03/2015). Los datos del Informe del INE (2014) confirma que en 2013
había 202.400 hombres con discapacidad ocupados (el 58% del total de ocupados
con discapacidad), frente a 144.200 mujeres (el 41,5%).

Entre los sectores de actividad donde trabajan las personas con discapacidad
se encuentra, fundamentalmente el sector servicios (81% de ocupados), seguido de
industria (13,6%), construcción (2,9%) y agricultura (2,5%).

El Informe del Perfil del Trabajador con Discapacidad elaborado por la


Fundación Adecco (2014), que utiliza datos del Servicio Empleo Público Estatal
(SEPE), del Instituto Nacional de Estadística (INE) en materia de discapacidad y
datos de un estudio propio, menciona como causas de tan baja tasa de actividad
laboral las siguientes:

• Barreras ligadas a la percepción de la persona con discapacidad, que presuponen


que ésta no debe aspirar a trabajar.

• Sistema de pensiones que, aunque garantiza unos ingresos mínimos, promueve la


inactividad.

26
• Falta de programas educativos específicos que garanticen una formación
adecuada.
• Carencias de recursos personales en la persona con discapacidad para la
búsqueda de empleo: desconocimiento, dificultades de comunicación y
comprensión, etc.

• Barreras en las empresas que manifiestan temor a contratar a personas con


discapacidad. Las principales causas se achacan al desconocimiento, falta de
experiencia previa o a los estereotipos que relacionan discapacidad con menor
productividad.

La Fundación Adecco además ha realizado un estudio interno que


presenta en el citado informe, en el cual pregunta a 300 personas con discapacidad a
qué atribuyen la elevada tasa de inactividad, son varias las razones aducidas por los
encuestados:

• Falta de compromiso de las empresas que tienen todavía multitud de prejuicios y


estereotipos (40% de los encuestados).

• Falta de autoestima que, junto a la anterior, producen una merma directa en la


intención de búsqueda de empleo (33%).

• Ausencia de accesibilidad al empleo (18%).

• Sistema de prestaciones, que no incentiva la búsqueda de empleo (16%).

Las posibilidades de la persona con discapacidad para lograr un trabajo en el


marco del empleo ordinario, son impulsadas por los sistemas políticos a través de las
siguientes medidas:

27
• Medidas coercitivas: obligan a los empleadores, mediante un sistema de cuotas, a
reservar un determinado número de puestos de trabajo para personas con
discapacidad. Esta obligación afecta a las empresas, tanto públicas como privadas
de más de 50 trabajadores, y la reserva de puestos de trabajo es del 2% y del 5%
en el caso de empleo público.

• Medidas de fomento del empleo: intentan hacer atractivo al empresario la


contratación de trabajadores con discapacidad, subvencionando en alguna medida
la contratación de personas que tengan más de un 33% de minusvalía.

Otra posibilidad de empleo especialmente pensado para personas con


discapacidad es el empleo protegido, con dos modalidades: los Centros Especiales de
Empleo y el desarrollo de programas de Empleo con Apoyo.

Esteban y Jordán (2006) definen el empleo con apoyo como un modelo de


integración laboral basado en el empleo dentro de la comunidad, en empresas
normalizadas para personas con discapacidad, mediante la provisión de los apoyos
necesarios dentro y fuera del lugar de trabajo. Tradicionalmente concebido para
personas con discapacidad intelectual, actualmente se aplica a personas con
discapacidad física, sensorial, trastornos del espectro autista, trastornos mentales,
etc., con las modificaciones oportunas.

El empleo en el medio ordinario de trabajo y el empleo en el medio protegido


no pueden ser compartimentos estancos, el empleo protegido debe entenderse como
una fórmula de transición al empleo ordinario. Sin embargo, como afirman Sánchez,
Berruezo y Pérez (2002), esta fluidez entre ambas modalidades no se confirma en la
práctica.

Las posibilidades de trabajar de la persona con discapacidad vienen


determinadas por la adecuación de su perfil (estudio de sus capacidades) al perfil del
puesto de trabajo (exigencias de la tarea).

28
Las variables que se recogen en el perfil de la persona son: condiciones y
aptitudes físicas (capacidad de visión, audición, habla, motricidad y estado de salud);
autonomía personal (adaptaciones técnicas que precise, autocontrol emocional,
capacidad de reacción y de solicitar ayuda); procesamiento de la información; y
actitudes ante el trabajo.

Pero el logro de un puesto de trabajo para una persona con discapacidad no


depende solo de sus capacidades personales. Es necesario contar con la confianza de
empresarios que los contraten y para ello tiene que haber un mayor conocimiento de
sus posibilidades productivas, como indica Sánchez et al. (2002).

Representaciones legas sobre discapacidad

Las representaciones legas sobre discapacidad pueden encuadrarse básicamente en


dos posturas: según se crea que las personas poseen una esencia interior que define lo
que son o, si se cree por el contrario, que son el reflejo de las oportunidades,
experiencias y elecciones que han tenido.

En general, las representaciones mentales o creencias influyen sobre las


actitudes que mantienen las personas sobre la discapacidad. Strohmer, Grand y
Purcell (1984), en su intento de categorizar los factores que intervienen en la
formación de tales representaciones, llegan a la conclusión de que «las actitudes
hacia las personas con discapacidad son un fenómeno complejo, que debe ser
examinado de un modo multidimensional” (p. 143).

1. Representaciones legas acerca del origen de la discapacidad

Las concepciones explicativas de la discapacidad han ido surgiendo y cambiando a lo


largo de la historia. Arokisami, Rubin y Roessler (1987) (citado en Hershenson,

29
1992), recogen un abanico de concepciones explicativas de discapacidad que pueden
sintetizarse en:

• Las que se asientan en la creencia de fuerzas sobrenaturales como posesiones


demoníacas o castigo divino.

• Las que consideran la discapacidad como consecuencia de causas médicas (a


partir de Hipócrates, año 400 a. C.).

• Las que, también basándose en causas naturales de la discapacidad, dan un


tratamiento psicosocial (Asclepiades, 125 a. C.).

• La concepción de discapacidad como desventaja de la persona, por encontrarse


sometida a las barreras impuestas socialmente (mediados del siglo XX).

• En las teorías explicativas anteriores subyace un elemento común: las


atribuciones causales de la discapacidad determinan las actitudes y éstas, a su
vez, repercuten en los procesos de rehabilitación.

Wolfensberger (1976) (citado por Hershenson, 1992) sostiene que las


diversas concepciones sobre discapacidad llevan a enfoques de intervención
distintos. Identificó las siguientes percepciones sobre las personas con discapacidad y
la consiguiente intervención: como amenaza u objeto de temor, lo que conllevaba
segregación punitiva o detención; objeto de ridículo, lo que conducía a la exhibición;
objeto de piedad, lástima o pena, que llevaba a la protección; objeto de caridad, por
lo que se les daba capital para que se valieran por sí mismos; imagen de santo
inocente, que había que proteger de lo “malvado”; como “niño eterno”, que hacía
necesario dar al individuo un refugio protector; y, por último, persona enferma,
susceptible de recibir tratamiento médico.

30
Todas estas concepciones de la persona con discapacidad y el modelo de
intervención surgidas a lo largo de la historia, pueden encuadrarse en tres categorías:
fe, lógica y poder.

Dentro de la fe están todas aquellas explicaciones que sitúan el origen de la


discapacidad en causas sobrenaturales; en la lógica se incluirían las explicaciones
sobre causas naturales o médicas; y en el poder las resultantes de barreras impuestas
socialmente. Cada categoría conlleva un enfoque rehabilitador distinto. Desde la fe,
la aceptación de la condición, ya que es el deseo insondable de poderes
sobrenaturales; desde la lógica, se hace preciso la intervención médica o psicológica
pues las causas naturales pueden ser empíricamente determinadas; y desde el poder,
se hace necesario la defensa del cambio social y ambiental ya que subyace la
concepción de se pueden controlar los acontecimientos si se conoce el agente que los
causa.

2. Principales mitos o creencias sobre la población con discapacidad

Las líneas de investigación en relación a las representaciones legas sobre las


personas con discapacidad se han centrado sobre todo en el papel de la mujer con
discapacidad en las relaciones de pareja y la maternidad (López, 2008) y falsos mitos
en relación a la sexualidad (Cobo, 2012).

En cuanto a la sexualidad, Cobo (2012) apunta que se ha negado la naturaleza


sexual de las personas con discapacidad, reprimiendo sus manifestaciones y evitando
su tratamiento educativo. Hoy día sigue siendo un tema tabú, donde predominan los
falsos mitos, como los que siguen:

• Consideración de que las personas con discapacidad no tienen deseos o


necesidades sexuales. Estableciendo que son seres asexuados, niños y niñas
eternos (Fierro, 2000).

31
• La idea de que la intervención sexual sólo despertará su sexualidad “dormida”.

• Las personas con discapacidad tienen una motivación sexual incontrolada y una
falta de control de impulsos (p. ej. hipersexualidad).

• El cuerpo de una persona con discapacidad no puede producir placer. La única


satisfacción sexual a la que puede aspirar es la satisfacción de la pareja.

• El uso de medios accesorios para el disfrute de la sexualidad es degradante o


pecaminoso.

3. Influencia de los medios de comunicación en la percepción de la discapacidad

Los medios de comunicación reproducen y construyen el imaginario social en las


formas de escribir y hablar, teniendo una enorme repercusión en la construcción de la
imagen de las personas con discapacidad.

En Andalucía se ha elaborado la Guía de Buenas Prácticas sobre Personas


con Discapacidad para Profesionales de la Comunicación (Álvarez et al., 2013) que,
en consonancia con los últimos avances en la concepción de discapacidad, pretende
que se conozca la realidad de estas personas sin prejuicios ni estereotipos,
promoviendo una imagen ajustada mediante un tratamiento adecuado de la
información.

Según dicha guía, la imagen que se propaga de las personas con discapacidad
en los medios de comunicación influencia notablemente la generación de creencias.
Entre los principales sesgos detectados por esta guía en el tratamiento de la
información y que contribuyen a desvirtuar la realidad conocida sobre la
discapacidad se encuentran:

32
• Relación entre la discapacidad y la renuncia a la plenitud de la vida.

• Analogía entre discapacidad y sufrimiento. Uso indiscriminado de expresiones


como: víctima de, postrado de, afectado de, etc., que originan un sentimiento de
compasión.

• Difusión de interpretaciones erróneas sobre la discapacidad en base al uso de


términos incorrectos: p.ej. sordomudo (las personas sordas no siempre presentan
dificultades en el habla); loco, demente o psicópata en relación a las personas con
enfermedad mental; ataque en relación a un episodio agudo; etc.

• Asociación de trastorno mental a comportamiento peligroso y delictivo.


Equiparación de enfermedad mental a maldad.

• Tratamiento de la discapacidad en términos de sobreprotección o infantilización


de las personas con discapacidad.

• Utilización de tópicos que presentan a la persona con discapacidad como heroica.


Énfasis excesivo en su capacidad de superación.

• Consideración de las personas con discapacidad como personas especiales. Bajo


este término ambiguo se rehúye abordar la discapacidad en sí.

• Valoración de la persona con discapacidad en base a sus limitaciones, y no


tomando en cuenta también sus posibilidades. La persona se reduce a su
discapacidad.

• Percepción de la persona con discapacidad como alguien defectuoso, sobre todo


si su discapacidad es de nacimiento.

33
• Relación entre discapacidad e improductividad. No se considera la posibilidad de
que la persona con discapacidad trabaje, a excepción de los casos leves de
discapacidad física.

• Visión negativa de la discapacidad. Uso generalizado y común de expresiones


relativas a discapacidad que han cambiado su significado, convirtiéndose en
insulto o expresión peyorativa: autista, esquizofrénico, paranoico, sordo, etc.

• Idea represiva del tratamiento de la discapacidad. Mantenimiento en el


vocabulario popular de expresiones como: manicomio, psiquiátrico,
internamiento, encierro, reclusión, etc.

• Propagación de falsas esperanzas o curaciones milagrosas en relación a


discapacidades graves y permanentes.

34
Aspectos conceptuales sobre la parálisis cerebral

Evolución histórica del concepto

Aunque no hay literatura sobre casos de parálisis en la antigüedad, se cree que era
conocida ya en el antiguo Egipto por bajorrelieves que recuerdan rasgos de parálisis
espásticas (Toledo, 1998).

El nacimiento de la caracterización de la parálisis cerebral se sitúa a mediados


del siglo XIX, a partir de las descripciones que desde 1843 realiza el ortopeda inglés
William Little y que culminan en 1861 con una conferencia pronunciada en la Royal
Obstetric Society, dirigida a tocólogos, donde es el primero en relacionar la asfixia
intraparto con la aparición de una lesión permanente en el sistema nervioso central,
manifestada por una deformidad postural (Camacho, Pallás, de la Cruz, Simón, &
Mateo, 2007).

Little hizo una minuciosa descripción de 47 niños con rigidez espástica (niños
que mostraban dificultades para agarrar y sujetar objetos, gatear y caminar) y
propuso que existía alguna relación entre parto anormal, dificultad en el trabajo de
parto, nacimiento prematuro, asfixia neonatal y deformidades físicas.

Posteriormente fue William Osler quien acuñó la denominación parálisis


cerebral infantil (Montilla, Nieto, & Párraga, 2006; Pueyo & Vendrell, 2002).

En la conceptualización de la parálisis cerebral tiene una importancia


inesperada Freud que, aunque sería conocido posteriormente por sus aportaciones al
psicoanálisis, hizo una contribución realmente innovadora al tema. Freud -que en
1893 se dedicaba al estudio de la neurología-, observó que los niños con parálisis
cerebral, a menudo, presentaban otras alteraciones asociadas por lo que sugirió que el
trastorno debía originarse en etapas más tempranas del embarazo, debido a efectos

35
más profundos que influían en el desarrollo del feto. Así cuestionaba la secuencia
causal establecida por Little y argumentaba que los niños con parálisis cerebral
podían haber tenido dificultades en el parto debido a que ya estaban dañados,
postulando la relación inversa causa-efecto (Pueyo, 2001).

Freud definía la parálisis cerebral infantil como un concepto general, que


agrupaba todas las enfermedades cerebrales de la infancia de etiología accidental,
ocurrida bien en el período fetal o después del nacimiento, y que había afectado a
uno o más sistemas de neuronas (Robaina, Riesgo,& Robaina, 2007).

A partir de 1950, se produce un interés por la parálisis cerebral fruto del


esfuerzo por definir los límites del trastorno de las asociaciones American Academy
for Cerebral Palsy (EE.UU.) y Little Club (Inglaterra).

Del grupo de especialistas del Little Club surge, en 1958, la primera


definición consensuada de parálisis cerebral, publicada en la Revista Lancet por
MacKeith y Polani (Camacho et al., 2007) que se aceptó en Europa durante años y
sirvió de base a otras definiciones. Desde entonces se han propuesto otras nuevas con
distintas formas de clasificación, atendiendo a criterios etiológicos, funcionales o
clínico-topográficos, en función de las características de la alteración motora
predominante.

Los trabajos de Guy Tardieu en los años sesenta suponen el inicio del estudio
de la parálisis cerebral en Europa. Este autor acuñó, bajo el término infirmité motrice
cerebrale (IMC), un grupo de trastornos con predominio motor y no evolutivos,
debidos a una lesión cerebral como consecuencia de una lesión pre, peri o postnatal
precoz, que podrían acompañarse de afecciones sensoriales y de las funciones
superiores en forma parcial, pero excluyendo la presencia de una deficiencia
intelectual.

Traducido al español, el término IMC equivaldría al de enfermedad


cerebromotora pero debe distinguirse del término reservado por Tardieu a la

36
enfermedad motora de origen cerebral (infirmité motrice d´origine cerebrale o
IMOC) que incluiría las formas asociadas a retraso mental (aunque excluía las
afecciones prenatales fácilmente identificables como malformaciones o infecciones,
por asignarles entidad propia como trastorno).

En España, la Asociación de Neuropsiquiatría Infantil aprobó en 1964 la


definición presentada por Ponces, Barraquer, Corominas y Torras y que define la
parálisis cerebral como: “secuela de una agresión encefálica que se caracteriza
primordialmente por un trastorno persistente, pero no invariable, del tono, la
postura y el movimiento, que aparece en la primera infancia y que no sólo es
directamente secundario a esta lesión no evolutiva del encéfalo, sino debida también
a la influencia que dicha lesión ejerce en la maduración neurológica”

Sin embargo, la definición más extendida de parálisis cerebral fue publicada


por Mutch, Albergan, Hagberg, Kodama y Perat (1992) y hace referencia a parálisis
cerebral como un término “paraguas” que engloba un conjunto de síndromes de
daño motor no progresivo, pero que cambian con la evolución del individuo, y son
secundarios a lesiones o anomalías del cerebro que suceden en las primeras etapas
del desarrollo.

Como se puede observar, no hay una única definición de parálisis cerebral.


Durante la última revisión terminológica llevada a cabo en Bethesda (2004) el
Internacional Workshop on Definition and Clasification of Cerebral Palsy, con el
apoyo del National Institute of Neurologycal Disorders and Stroke (NINDS) y la
United Cerebral Palsy Research and Educational Foundation (UCP), actualiza la
definición y clasificación de la parálisis cerebral a la luz de los avances en
neurobiología del desarrollo, las nuevas técnicas de imagen para el diagnóstico de las
alteraciones estructurales del cerebro, la actual concepción sobre discapacidad y los
cambios en los servicios de atención a los niños con parálisis cerebral.

El objetivo de este grupo de trabajo era dar respuesta a las necesidades


planteadas por los servicios de salud, investigadores, familias y clínicos, además de

37
proporcionar un lenguaje común que mejorase la comunicación entre los distintos
profesionales (Badía, 2007).

Entre las conclusiones de este grupo de expertos está la necesidad de que el


concepto de parálisis cerebral incorpore -además de aspectos motores-, otras
deficiencias asociadas, estableciendo un enfoque individualizado y multidimensional
que refleje el estado funcional de cada persona y sus principales necesidades.
Acuerdan mantener el término parálisis cerebral para fines de diagnóstico,
orientación, epidemiología, servicios de salud e investigación.

Como ha sucedido en general en la población con discapacidad, se ha pasado


de considerar la parálisis cerebral como un problema de la persona, causado por una
enfermedad que requería intervención de carácter médico, a considerar que los
factores inherentes a esta discapacidad no son sólo individuales sino fruto de la
interacción con los factores contextuales, ya que el funcionamiento de una persona
con parálisis cerebral puede mejorar con los apoyos necesarios.

Definición actual de parálisis cerebral

Hace más de 150 años que nació el término de parálisis cerebral y, después de
sucesivas revisiones, ninguna definición está aceptada de manera unánime
(Camacho, 2008). Tampoco existe total consenso en la manera de clasificarla ya que
se refiere a secuelas motoras que se pueden acompañar de otros trastornos, sin
implicar una etiología, gravedad o historia natural concreta. Como afirma Pueyo
(2001), es un término paraguas, bajo el cual se da una gran heterogeneidad.

Para delimitar el concepto de parálisis cerebral, se referirán los resultados de


su última revisión.

En la publicación de Rosembaum, Paneth, Levinton, Goldstein, & Bax


(2007), se recoge la nueva definición sobre parálisis cerebral, consensuada en el

38
grupo de trabajo en Bethesda y donde se introduce la limitación funcional, quedando
así recogido el espíritu de la Clasificación Internacional de Funcionamiento,
Discapacidad y Salud(CIF)(OMS, 2001). La descripción de parálisis cerebral queda
como sigue:

La Parálisis Cerebral (PC) describe un grupo de trastornos permanentes del


desarrollo del movimiento y de la postura, que causan limitaciones en la
actividad y que son atribuidos a alteraciones no progresivas ocurridas en el
desarrollo cerebral del feto o del niño pequeño. Los trastornos motores de la
PC están a menudo acompañados por alteraciones en la sensación,
percepción, cognición, comunicación y conducta, por epilepsia y por
problemas musculoesqueléticos secundarios.

Esta definición es explicada por Rosembaum et al. (2007) en sus


publicaciones, clarificando cada término. Delimitan la parálisis cerebral como un
grupo de trastornos pues, según la etiología, tipo y gravedad de las deficiencias, la
condición de parálisis cerebral resulta muy heterogénea. Con trastornos se hace
referencia a las condiciones en las que se interrumpe el normal desarrollo
biopsicosocial del niño, siendo permanente, a pesar de que sus manifestaciones
clínicas puedan ser cambiantes.

Aunque los aspectos centrales de la parálisis cerebral son los trastornos del
movimiento y de la postura, pueden conducir a dificultades en la masticación,
deglución, la articulación del lenguaje, y a problemas secundarios de conducta, de la
función musculoesquelética y de la participación social.

Las alteraciones del desarrollo distinguen la parálisis cerebral de otros


desórdenes fenotípicos similares en niños o adultos fruto de lesiones cuando el
cerebro está bien establecido.

La limitación en la actividad está estrechamente relacionada solo con aquellos


trastornos motores que impiden el normal desenvolvimiento del sujeto. Por tanto,

39
formas leves de trastornos motores que no interfieran en la ejecución de actividades,
no son considerados como parálisis cerebral (Badía, 2007).

El significado de atribuidos remarca la importancia de los avances en


neurobiología y tecnología que permiten identificar estructuralmente el anormal
desarrollo del cerebro en personas con parálisis cerebral.

Con el término alteraciones se está denominando todos aquellos


acontecimientos que interrumpen, dañan o condicionan los patrones normales de
desarrollo cerebral.

Las alteraciones no son progresivas, así quedan excluidos todos aquellos


trastornos que cursan con evolución de la lesión. El que se incluya en la delimitación
de parálisis cerebral el intervalo temporal de desarrollo fetal o en la primera infancia,
alude a la inmadurez del cerebro donde se instaura el daño. Aunque no se especifica
una edad límite que diferencie la parálisis cerebral del daño cerebral sobrevenido, se
considera como tiempo límite para que aparezcan los síntomas los dos o tres
primeros años de vida. En términos prácticos, se supone que la alteración provocada
por la parálisis cerebral ocurre antes de que se haya desarrollado la función afectada.
Se entiende el cerebro de manera amplia: incluye el cerebro, cerebelo y tronco
cerebral. Esto excluye trastornos motores de origen espinal, de los nervios periféricos
o mecánicos.

Caracterización de la parálisis cerebral

A continuación, se van a sintetizar los aspectos más relevantes sobre la parálisis


cerebral, con el objetivo de describir el trastorno en sí mismo, sus características e
impacto en el individuo.

40
1. Diagnóstico diferencial

Existen síndromes que reúnen las características para ser considerados como parálisis
cerebral pero que, tradicionalmente, se han englobado bajo otra categoría diagnóstica
que aporta mayor información. Al respecto, se considera de gran importancia la
clasificación de Badawi et al. (1998) de trastornos genéticos que deben incluirse o no
bajo el término de parálisis cerebral.

Puesto que el término parálisis cerebral engloba un conjunto tan amplio de


sintomatologías diversas, resulta más útil delimitar aquello que queda excluido de la
definición. Basil (1992) especifica tres aspectos importantes para poder
diferenciarlos:

• La parálisis cerebral no es una enfermedad, sino un cuadro o estado patológico.


No se puede curar en sentido estricto ya que la lesión es irreversible. Sin
embargo, si la atención integral que recibe la persona es adecuada, puede lograr
progresos importantes que la acercarán a un funcionamiento más normalizado.

• El concepto de parálisis cerebral no engloba lesiones evolutivas producidas por


un tumor cerebral o enfermedades degenerativas. Tampoco lesiones en
estructuras distintas del encéfalo, como la médula espinal (caso de poliomielitis o
espina bífida).

• Por último, cabe destacar que la parálisis cerebral no es propiamente ni parálisis,


ni cerebral, puesto que no consiste exactamente en la paralización de ciertas
partes del cuerpo ni mucho menos del cerebro, tal como esta denominación
pudiera sugerir (Basil, 1992).

Por tanto, la parálisis cerebral es un trastorno motor complejo que puede ir


desde el aumento o disminución del tono en determinados grupos musculares,

41
alteraciones de la postura o equilibrio, y/o de la coordinación y precisión de los
movimientos.

Tabla 1
Trastornos o enfermedades que pueden producir síntomas motores similares a los encontrados en la
PC

Enfermedades genéticas

Síndrome de Angelman
Síndrome de Rett
Distrofias musculares congénitas
Paraplejias Hereditarias
Enfermedad Mitocondrial
Enfermedad de Sewaga
Síndrome de Smith-Lemli-Opitz
Síndrome de Lesch-Nyhan
Enfermedad de Pelizaeus-Merzbacher
Acidurias

Infecciones directas Infecciones indirectas

Rubeola Corioamnionitis (causante de leucomalacia periventricular)


Citomegalovirus (cmv)
Herpes virus ii
Toxoplasmosis
Infección por vih

Malformaciones del sistema nervioso central

Lisencefalia
Trastornos de la migración neuronal
Agenesia del cuerpo calloso
Hidrocefalia
Espina bífida

Intoxicaciones, fármacos y otros

Intoxicación por metilmercurio


Hidantoína (anticonvulsivo)
Cocaína
Diabetes maternal

Adaptado de Pascual y Koenigsberger (2003).

42
2. Tipos de parálisis cerebral

Las diferentes clasificaciones de la parálisis cerebral se hacen en función de los


objetivos que persigue cada una de ellas.

La clasificación se puede hacer por los siguientes criterios:

• Fisiopatológico

Estas clasificaciones están orientadas a la realización de estudios


epidemiológicos, ensayos clínicos y tratamientos específicos. Recogen las
alteraciones del tono y los trastornos del movimiento.

• Topográfico

Se hacen en vistas a realizar estudios etiológicos y tratamientos específicos.


Recogen información de aspectos cerebrales (neuroimagen) y corporales
(distribución del daño motor)

• Etiológico

Las clasificaciones están dirigidas al tratamiento etiológico individual, la


prevención primaria y los estudios epidemiológicos. Contemplan el momento de la
lesión y, si la hay, la causa específica.

• Por el grado de limitación funcional

En este caso, la clasificación se orienta a la planificación de servicios,


ensayos clínicos, estudios epidemiológicos y tratamientos específicos. Incluyen el
nivel de discapacidad global y las capacidades motoras

• Por las condiciones asociadas

Se dirigen a la planificación de servicios, los ensayos clínicos y la puesta en


marcha de tratamientos específicos.

43
Figura 1.Clasificaciones de parálisis cerebral y objetivos a los cuales se orientan. DSB-PV: daño a la
sustancia blanca periventricular; GMFCS: sistema de clasificación de función motora gruesa; HIC:
hemorragia intracraneal; HIV: hemorragia intraventricular; PEDI: inventario de evaluación pediátrica
de discapacidad (Tomado de Robaina-Castellanos et al., 2007)

Legido y Katsetos (2003) clasifican los distintos síndromes motores de la


parálisis cerebral, de acuerdo con el tipo y la distribución de la disfunción motora,
en: espástica, discinética, atáxica, atónica y mixta. Pero el cuadro, frecuentemente,
no es puro.

44
Otra clasificación es la que ofrece la Fundación ONCE (2009), en su página
web Discapnet, que agrupa los tipos de parálisis cerebral atendiendo a cuatro
criterios clásicos:

1) Según el tipo de parálisis cerebral:


• Espástica: la lesión se sitúa en la corteza motora y vía piramidal intracerebral.
Se caracteriza por un aumento exagerado del tono muscular (hipertonía), por
lo que hay movimientos exagerados y poco coordinados. Afecta al 70-80% de
los sujetos con parálisis cerebral.

• Atetósica: la lesión se sitúa en el sistema extrapiramidal, fundamentalmente


en los núcleos basales. Se caracteriza porque el afectado pasa de hipertonía a
hipotonía por lo que hay movimientos descoordinados y no controlables.
Estos movimientos pueden afectar a los brazos, piernas, pies y manos.
También a los músculos de la cara y la lengua por lo que se producen muecas
y babeo. Afecta entre un 10-15% de los sujetos con parálisis cerebral.
Algunos estudios coinciden en señalar que los afectados poseen, en la mayor
parte de los casos, inteligencia normal National Institute of Neurological
Disorders and Stroke (NINDS, 2010).

• Atáxica: la lesión se sitúa en el cerebelo y queda afectado el equilibrio, así


como la dirección y coordinación de los movimientos. La marcha es
defectuosa y se produce descoordinación motora tanto fina como gruesa. Los
afectados presentan una forma de caminar característica, inestable y con los
pies muy separados para aumentar la base de sustentación del cuerpo. Afecta
a menos del 15% de los sujetos con parálisis cerebral.

• Mixta: es el tipo más frecuente pues se manifiestan varias de las


características antes descritas en el mismo sujeto. La combinación más
frecuente es la de parálisis cerebral espástica y con movimientos atetoides.

Entidades como el NINDS incluyen en la clasificación la parálisis cerebral


discinética, las de tipo atetósica, coreatetósica y distónica.

45
2) Según el tono:

• Isotónico: tono normal.

• Hipertónico: aumento del tono muscular.

• Hipotónico: tono muscular disminuido.

• Variable

3) Según la parte del cuerpo afectada:


• Hemiplejia o hemiparesia: se encuentra afectado uno de los dos lados del
cuerpo.

• Diplejia o diparesia: La mitad inferior está más afectada que la superior.

• Cuadriplejia, cuadriparesia (tetraplejia o tetraparesia): los cuatro miembros


están paralizados.

• Paraplejia o paraparesia: se da afectación de los miembros inferiores.

• Monoplejia o monoparesia: se encuentra afectado un solo miembro del


cuerpo.

• Triplejia o triparesia: se encuentran afectados tres miembros.

46
4) Según el grado de afectación:

• Muy grave: autonomía nula. Sin comunicación oral. Sin deambulación ni


movimiento controlado. Dependen totalmente de ayuda.

• Grave: autonomía casi nula para la realización de las actividades de la vida diaria
(vestirse, asearse, comer, etc.), por lo que dependen de un asistente personal. No
pueden andar ni tienen comunicación oral. Tienen algún movimiento con control
mediante el cual pueden utilizar instrumentos técnicos, como un comunicador o
una silla de ruedas motorizada.

• Moderada: tiene cierta autonomía pero necesita ayuda para determinadas


actividades (o ayudas técnicas/ortopédicas).

• Leve: tiene total autonomía, aunque presenta torpeza en la realización de


actividades.

3. Epidemiología y relación con otras variables

En 1998 nace el gran registro europeo Surveillance of Cerebral Palsy in Europe


(SCPE), como iniciativa de los investigadores de 14 centros en ocho países europeos
que ya estaban investigando en el campo de la parálisis cerebral (actualmente son ya
22 los centros implicados de 15 países europeos). Su importancia radica en la
recogida de datos sobre tipo y gravedad de parálisis cerebral, datos relativos al
nacimiento, discapacidades asociadas, etc., que constituyen un avance importante en
el estudio coordinado de este trastorno.

En España, hay pocas publicaciones originales centradas en la epidemiología


de la parálisis cerebral, así como relativas a otras cuestiones en este campo. Según la
Encuesta sobre Discapacidades, Deficiencias y Estado de Salud (EDDS, 1999) se
estimaban que en España, más de cincuenta y siete mil personas mayores de seis

47
años y unas mil ochocientas de entre 0-5 años sufrían parálisis cerebral. Se detalla
que los principales problemas de esta población son reconocer y orientarse,
problemas de memoria y de comprensión.

En el año 2003, el grupo SCPE contacta con el Hospital 12 de Octubre de


Madrid (Servicio de Neonatología –Unidades de Neurología Infantil y Epidemiología
Clínica) y desde entonces forman parte del proyecto europeo aportando datos
descriptivos sobre parálisis cerebral en relación al seguimiento de recién nacidos de
bajo peso (menos de 1.500 gramos) que realizan desde 1991.

Incidencia de la parálisis cerebral. Parece quedar de manifiesto que, a pesar


de los avances para prevenir y tratar ciertas causas de parálisis cerebral, el porcentaje
de bebés afectados ha seguido siendo el mismo en los últimos 30 años (NINDS,
2010). Los continuos avances tecnológicos en los cuidados neonatales han dado
lugar a un aumento de la supervivencia de los prematuros de muy bajo peso y
extremo bajo peso al nacer al nacer, muchos de los cuales sufrirán daño cerebral,
pues la incidencia de parálisis cerebral en este tipo de neonatos es 20 veces mayor
que en los recién nacidos de peso normal.

Según Montilla et al. (2006) la incidencia de parálisis cerebral infantil oscila


entre 1,5 y 4 por cada mil nacidos vivos. Otros autores (Bringas et al., 2002;
Papazian & Alfonso, 1997; Ruíz & Arteaga, 2006), sitúan esta cifra entre 2-2.5 por
cada mil nacidos vivos.

La Confederación ASPACE (2008), afirma que, a falta de un estudio


epidemiológico actualizado y por sorprendente que parezca, se está produciendo un
incremento del 25% en la aparición de nuevos casos de personas con parálisis
cerebral. Afirma que se puede hablar de hasta 2,8 personas con parálisis cerebral por
cada mil habitantes, lo que sitúa a España con una población estimada de 120.000
personas con este trastorno.

En España y según los datos ofrecidos por la Fundación ONCE (2009),


alrededor de 1.500 bebés nacen o desarrollan parálisis cerebral cada año.

48
Influencia del sexo en la parálisis cerebral. El único estudio a gran escala
realizado en España por el INE, destaca en su Encuesta sobre Discapacidades,
Deficiencias y Estado de Salud (EDDS, 1999) que de las 57.767 personas con
parálisis cerebral, los varones estaban afectados en mayor proporción (56,4%; 32.590
casos) que las mujeres (43,6%; 25.177 casos).

En esta línea se sitúa el estudio realizado en el Hospital Universitario Virgen


del Rocío (Sevilla), con una muestra inicial de 250 pacientes con parálisis cerebral
infantil (145 niños y 105 niñas), donde el 58% eran varones y un 42% mujeres
(Bringas et al., 2002).

Según los datos aportados por Pascual y Koenigsberger (2003), los varones se
ven más afectados por parálisis cerebral y de forma más aguda. Encuentran que la
prevalencia de PC en niños fue mayor que en niñas, en proporción media de 1,4:1.

Situación socioeconómica y parálisis cerebral. Algunos estudios han


demostrado que la incidencia de parálisis cerebral es mayor en grupos de bajo nivel
socioeconómico, sobre todo en el grupo de recién nacidos de peso normal (Legido &
Katsetos, 2003).

Odding, Roebroeck y Stam (2006) afirman que la parálisis cerebral es más


frecuente en clases socioeconómicas desfavorecidas.

Etiología. Se sabe relativamente poco sobre las causas últimas del trastorno y
se ha extendido la idea que la asfixia perinatal es su principal causa. Sin embargo
Vanucci (1990) (citado en Pascual & Koenigsberger, 2003) afirma que solo explica
un 6-10% de casos. Una explicación del origen de esta confusión es que la
encefalopatía neonatal es el resultado de fenómenos que se parecen a la asfixia, como
infecciones placentarias, enfermedades metabólicas, genéticas u otros.

La parálisis cerebral es un síndrome que puede ser debido a diferentes causas.


Tradicionalmente, las únicas que se estudiaban eran aquellas que tenía relación con
el parto. Sin embargo, en los últimos años, la investigación se dirige hacia las

49
anomalías genéticas, alteraciones en el crecimiento intrauterino, malformaciones
cerebrales y complicaciones de la prematuridad.

En la década de 1980, científicos subvencionados por el National Intitute of


Neurological Disorders and Stroke (NINDS) analizaron datos de más de 35.000
recién nacidos y sus madres, descubriendo que las complicaciones durante el
nacimiento y el trabajo de parto justificaban solo una fracción de los bebés nacidos
con parálisis cerebral –probablemente menos del 10%-. En la mayoría de los casos
no pudieron encontrar una causa única y obvia.

Factores de riesgo. Los factores de riesgo más comúnmente asociados a


parálisis cerebral pueden darse durante tres etapas del desarrollo cerebral: antes del
nacimiento (factores prenatales), en los momentos previos al parto, durante el mismo
o poco después (factores perinatales) y durante la infancia temprana hasta,
aproximadamente, los 3-5 primeros años de vida (factores postnatales).

Dos son las experiencias españolas que analizan la etiología de la parálisis


cerebral: un estudio de casos llevado a cabo en Castilla y León (Palencia, Valbuena,
Silva, & Tresierra, 1985) y el estudio de pacientes con parálisis cerebral realizado en
el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla (Bringas et al., 2002).

Aunque no existe ninguna clasificación consensuada internacionalmente,


siguiendo a Bringas et al. (2002) los factores de riesgo de la parálisis cerebral infantil
se sitúan en:

• Período prenatal: hemorragia materna, malformaciones congénitas, infecciones,


tóxicos, epilepsia materna, problemas placentarios, embarazos múltiples,
hipertiroidismo materno, etc.
• Período neonatal: prematuridad, bajo peso, presentación anormal, infecciones
perinatales, hipoxia, crisis epilépticas, hiperbilirrubinemia, etc.
• Postnatales: traumatismo craneoencefálico, infecciones (meningitis, encefalitis),
hemorragia intracraneal, infarto cerebral, hidrocefalia (de comienzo tardío o
tratado de forma inadecuada), neoplasia intracraneal en los primeros años de

50
vida, encefalopatías metabólicas (hipoglucemia, hipocalcemia, deshidratación
aguda, etc.).

Los datos obtenidos por Papazian y Alfonso (1997) encuentran que la


parálisis cerebral congénita (acaecida durante el período intrauterino o en el
momento del parto) supone el 85% de los casos. La PC adquirida se estima en el
15% restante.

Existen pocos estudios etiológicos sobre parálisis cerebral infantil pero parece
indudable la importancia de los factores relacionados con la prematuridad extrema de
los niños y con la mejora de su pronóstico vital asociado a la mejora de las UCI
neonatales. Según Pascual y Koenigsberger (2003), las cifras de parálisis cerebral en
prematuros se sitúan entre 12-64 casos por cada 1.000 nacidos prematuramente.
Según Toledo (1998), el porcentaje de prematuros afectados por el trastorno se sitúa
en un 6% aproximadamente.

Desarrollo de la parálisis cerebral congénita. La investigación ha dado una


imagen más precisa de los tipos de episodios que pueden ocurrir durante el desarrollo
fetal o justo antes, durante y después del nacimiento. Existen muchas razones por las
que se pueda producir una parálisis cerebral congénita pero, según los estudios
realizados por el NINDS (2007), en todos los casos el trastorno es el resultado de
cuatro tipos de daño cerebral, que causan los síntomas característicos de la parálisis
cerebral. Aunque no es el objetivo de este trabajo profundizar en aspectos médicos,
se recogerá una breve descripción de los trastornos citados.

• Daño en la materia blanca del cerebro (leucomalacia periventricular o PVL). La


materia blanca del cerebro es la responsable de transmitir señales dentro del
cerebro y al resto del cuerpo. PLV describe un tipo de daño que se asemeja a
pequeños agujeros en la materia blanca del sujeto afectado. Estos huecos en el
tejido cerebral interfieren en la normal transmisión de señales.

• Desarrollo anormal del cerebro (disgenesia cerebral). Cualquier interrupción del


proceso normal de crecimiento cerebral durante el desarrollo fetal puede causar

51
malformaciones cerebrales que interfieran con la transmisión de señales
cerebrales. Las mutaciones en los genes que controlan el desarrollo cerebral
durante este período pueden impedir que el cerebro se desarrolle normalmente.

• Hemorragia cerebral (hemorragia intracraneana). Se produce el sangrado dentro


del cerebro causado por vasos sanguíneos bloqueados o rotos. Una causa común
de este tipo de daño es el accidente cerebrovascular fetal. Esto puede ocurrir
mientras el bebé está en el útero debido a coágulos sanguíneos en la placenta que
bloquean el flujo sanguíneo.

Herencia genética y parálisis cerebral. La parálisis cerebral relacionada con


anormalidades genéticas no puede evitarse, pero algunos factores de riesgo de la
presentación congénita pueden evitarse o, al menos, controlarse. Pero aún existen
factores de riesgo que escapan a la intervención médica.

La presencia de múltiples casos de parálisis cerebral en una familia y la


mayor incidencia de la misma en parejas consanguíneas, sugiere la existencia de base
genética en el 1-2% de los casos (Hughes & Newton, 1992). En los casos de diplejia
y tetraplejia espástica sin factores etiopatogénicos perinatales o postnatales, el riesgo
de recurrencia es de, aproximadamente, el 10%.

Gustavson, Hagberg y Sanner (1969), estimaron que del 30 al 50% de los


casos de ataxia congénita con retraso mental están determinados genéticamente. La
mayoría de ellos se heredan de forma autosómica recesiva, pero se ha comprobado
una herencia autosómica dominante en familias con diplejia atáxica.

Consecuencias de la parálisis cerebral. La lesión en la corteza motora,


tenga su origen en un desarrollo anormal durante el crecimiento fetal o se haya
producido como una lesión durante el desarrollo cerebral, no es reparable y las
incapacidades resultantes van a ser permanentes.

52
Los síntomas de parálisis cerebral varían según el tipo y la gravedad (o área
cerebral afectada). También pueden cambiar en una misma persona a lo largo del
tiempo, ya que, a pesar de que la lesión no evolucione, las muestras de la misma se
hacen visibles conforme el individuo avanza en su desarrollo.

La parálisis cerebral no siempre causa incapacidades profundas pues,


mientras que un sujeto con una forma grave del trastorno puede ser incapaz de andar
y necesitar asistencia permanentemente, otro con un trastorno leve puede mostrar
solo torpeza motora y no requerir asistencia especial.

Muchos individuos con parálisis cerebral no tienen trastornos médicos


adicionales. Sin embargo, debido a que este trastorno implica al cerebro y éste
controla tantas funciones en el cuerpo, puede ir asociado a otras incapacidades. Las
alteraciones neurológicas asociadas a la parálisis cerebral comprenden déficit
cognitivo, de la visión, del lenguaje, de la atención, de la conducta y sensoriales, así
como dispraxias, agnosias y epilepsia (Legido & Katsetos, 2003).

Se han recogido los datos presentados por el NINDS y el Observatorio de la


Discapacidad (IMSERSO), ambos publicados de forma electrónica, para describir las
alteraciones más comúnmente asociadas a parálisis cerebral. En algunos casos, los
datos se han ampliado con otras fuentes que presentan los resultados de
investigaciones en otros estados.

Las alteraciones presentes en parálisis cerebral son:

• Discapacidad Intelectual: el deterioro mental es más común entre aquellos con


cuadriplejia espástica que en otros tipos de parálisis cerebral. Los que presentan,
además, epilepsia o una Imagen por Resonancia Magnética (IRM) anormal tienen
más probabilidades de tener retraso mental.

Según un estudio realizado por la Surveillance of Cerebral Palsy in Europe


(SCPE) sobre datos epidemiológicos de la parálisis cerebral en Europa, que ha sido

53
presentado por Odding et al. (2006), se estima que entre un 23-44% de las personas
con parálisis cerebral presentan discapacidad intelectual. Hercberg (2008) sitúa esta
cifra en el 50% (39% de los casos relacionados con retraso mental severo). Sin
embargo Puyuelo (2001) la eleva hasta un 70-75%.

• Retraso en el crecimiento y desarrollo: es común en los niños con parálisis


cerebral de moderada a grave, especialmente en aquellos con cuadriparesia
espástica. Los trastornos tróficos incluyen disminución del volumen y talla de los
miembros paréticos, y una frecuente asociación a trastornos vasculares (frialdad y
cianosis). Estos retrasos en el desarrollo se manifiestan en los bebés como bajo
peso, en los niños como baja estatura anormal y en los adolescentes como una
combinación de baja estatura y falta de desarrollo sexual.

• Trastornos convulsivos: en este aspecto, los datos varían según la fuente


consultada. Algunos afirman que, aproximadamente, la mitad de los niños con
parálisis cerebral presenta convulsiones (NINDS, 2007; Puyuelo, 2001). Sin
embargo, desde el Observatorio de la Discapacidad esta cifra se reduce a uno de
cada tres sujetos. Por otro lado, Odding et al. (2006), sitúan esta cifra entre el 20-
40% de sujetos con parálisis cerebral, aportando que es más frecuente entre los
hemipléjicos y tetrapléjicos.

Las convulsiones pueden tomar la forma clásica de convulsiones tónico-


clónicas o como formas más sutiles denominadas convulsiones focales (parciales) en
las cuales los únicos síntomas pueden ser tics musculares o confusión mental.

• Deformidades de la columna: las deformidades de la columna (escoliosis),


joroba (cifosis) y espalda en montura (lordosis), están asociadas a parálisis cerebral.
Estas deformidades pueden dificultar el sentarse, ponerse de pie, caminar y causar
dolor crónico de espalda. Las deformidades esqueléticas son fruto del desequilibrio
de fuerzas musculares y el mantenimiento prolongado en posiciones viciosas. Las

54
deformidades más frecuentes son la subluxación y luxación de cadera, la
disminución de la amplitud de extensión de rodillas o codos y pies cavos.

• Problemas oculares: los sujetos con parálisis cerebral presentan


manifestaciones diversas, siendo las más frecuentes miopía, estrabismo y nistagmus.
Zafeiriou, Kontopoulos y Tsikoulas (1999) sitúan en un 40% los sujetos con parálisis
cerebral que tienen alteraciones visuales, coincidiendo con Puyuelo (2001) que
establece la cifra en el 35-40% de los casos. Aunque en el estudio presentado por
Odding et al., (2006) los problemas visuales afectan al 72% de su muestra con
parálisis cerebral.

Las personas con hemiplejia pueden limitar su percepción a una zona del
campo visual, ignorando el resto. En algunos casos, puede estar dañada la zona del
cerebro encargada de la interpretación de las imágenes visuales, siendo por tanto un
problema de la corteza visual.

• Problemas auditivos: pueden ir desde hipoacusias de transmisión a


hipoacusias neurosensoriales bilaterales. Siguiendo a Zafeiriou et al. (1999), los
problemas de audición están presentes entre un 10-16% de la población con parálisis
cerebral. Los problemas en la percepción auditiva más frecuentes se refieren a figura-
fondo en el terreno auditivo.

• Problemas en la comunicación: las alteraciones en el lenguaje se presentan en


el 70-80% de los casos (Puyuelo, 2001). Pueden deberse a un bajo nivel intelectual
y/o a dificultades en el habla (disartrias). Los problemas de articulación de palabras
están relacionados con la capacidad para controlar los músculos fonatorios.

• Babeo: la falta de control en los músculos del cuello, boca y lengua tiene
como consecuencias el derrame de saliva al no ser tragada. El babeo tiene, además,
repercusiones sociales ya que puede producir rechazo y aislar a los niños de sus
compañeros.

55
• Problemas para tragar y masticar: relacionados con las dificultades para la
articulación de los sonidos del habla. Estas dificultades en el control de los músculos
que permiten la alimentación puede desembocar en desnutrición (problemas de
crecimiento) e infecciones respiratorias (por aspiraciones de pequeñas cantidades de
alimentos).

Odding et al. (2006) recoge que los problemas en la succión (57%) y en la


salivación (38%) son muy comunes en los primeros doce meses de vida.

• Incontinencia urinaria: causada por la falta de control de los músculos que


mantienen cerrada la vejiga. Según los datos recogidos en el estudio realizado por la
SCPE, al menos el 25% de los niños y adolescentes con parálisis cerebral tienen
incontinencia urinaria primaria, siendo más frecuente en la forma tetrapléjica y en
presencia de discapacidad intelectual.

• Sensaciones y percepciones anormales: algunos sujetos con parálisis cerebral


pueden tener dificultades para sentir sensaciones a través del tacto. Pueden presentar
agnosias (dificultades para reconocer los estímulos sensoriales). Especialmente se da
astereognosia (no reconocimiento del objeto puesto en la mano) y asomatognosia
(pérdida de la representación cortical de los miembros paréticos).

• Trastornos conductuales: a veces son tan graves que comprometen el


tratamiento. Hercberg (2008), describe:

• Abulia: pasividad, falta de iniciativa, inhibición, miedo al mundo exterior.

• Trastornos de la atención: por ausencia de selección de las informaciones


sensoriales.

• Falta de concentración. Falta de continuidad. Lentitud.

56
• Comportamiento autolesivo y/o heteroagresividad.

• Comportamientos estereotipados: hábitos atípicos y repetitivos como


chuparse las manos, balanceos, mirarse las manos, etc.

Prevención de la parálisis cerebral. En muchos casos, la causa de la


parálisis cerebral se desconoce, por lo que no se puede prevenir. Sin embargo, es
posible tomar algunas medidas dirigidas a disminuir la incidencia de parálisis
cerebral en los grupos de riesgo. Toledo (1998), propone incidir en los aspectos
prenatales ya que los relativos a la atención durante el parto han sido mejorados sin
que se reduzca por ello el número de afectados por PC.

Los factores que dicho autor señala como directa o indirectamente relacionados con
la parálisis cerebral son:

• Edad materna: la edad de la madre parece tener relevancia estadística, señalando


que aumenta la parálisis cerebral en hijos de madres muy jóvenes o mayores.

• Partos múltiples: los partos múltiples están directamente relacionados con casos
de prematuros y, obviamente, bajo peso.

• Bajo peso en nacidos a término.

• Niños nacidos en familias de clase socioeconómica baja: aspecto relacionado con


la falta de cuidados en el embarazo, mayor frecuencia de infecciones, etc.

• Parejas con historias de abortos, infertilidad relativa (incluyendo aquellos


sometidos a tratamientos de fertilidad), metrorragia en los embarazos, etc. Se ha
llegado a crear un término que alude a este aspecto denominado baja capacidad
reproductiva, Ingram y Russell (1961) (citado en Toledo, 1998).

57
Las estrategias de prevención en los casos de riesgo por pertenencia a clases
sociales desfavorecidas, trascienden actuaciones únicamente médicas ya que
incluyen medidas económico-sociales y mejoras en las políticas sanitarias.

Modelo de intervención global en parálisis cerebral

La intervención en personas con parálisis cerebral ha estado tradicionalmente


influenciada por el modelo médico, incidiendo casi exclusivamente en los trastornos
motores, manifestándose así la prioridad de los aspectos orgánicos (Badía, 2001). Sin
embargo, la discapacidad motora no es la única función alterada que puede presentar
la persona con parálisis cerebral, así los trastornos asociados no pueden ser tratados
de forma aislada y parcelada. Se hace necesario un plan global de intervención.

La multiplicidad de trastornos producido por un daño temprano en el cerebro,


afecta no sólo al desarrollo motor, posiblemente también a aspectos cognitivos, del
lenguaje y la comunicación, sociales y emocionales. La intervención no puede
concebirse entonces como un conjunto de actuaciones de profesionales de distintos
campos, más bien requiere de un trabajo multidisciplinar en equipo, fundamentado
en las necesidades reales de la persona.

Es frecuente la disociación de la práctica profesional en la intervención con


personas con parálisis cerebral. No lo es menos el abordaje desde el punto de vista
rehabilitador y fisioterapéutico sin tener en cuenta el contexto. Este tipo de
intervención parcelada, donde cada profesional se centra en rehabilitar o hacer más
funcional a la persona en el área que le compete (fisioterapia, terapia ocupacional,
logopedia, rehabilitación neuropsicológica, etc.) se está superando por modelos más
globales e integradores.

Desde esta perspectiva y con el objetivo de lograr la atención integral de la


persona con parálisis cerebral, la Confederación ASPACE se propone la intervención
como un proceso de construcción en equipo en el que tanto la persona, como la
familia y los profesionales que intervienen requieren de una actitud activa que
contribuya a alcanzar el máximo desarrollo de la persona.

58
En este proceso y dadas las variadas manifestaciones de la parálisis cerebral,
se hace necesario crear un programa de intervención centrado en las peculiaridades
de la persona, que toma forma tras una evaluación multidisciplinar que contempla,
además, la información aportada por el afectado, la familia y los provenientes de los
servicios que ya hayan intervenido (informes de salud, servicios sociales, educación,
etc.).

Dicho programa de intervención refleja los objetivos que se trabajan en los


diferentes ámbitos, de forma que tanto la persona con parálisis cerebral, los
profesionales que trabajan con él y la familia puedan actuar de forma coordinada en
cualquier momento.

Escapa a los objetivos de este trabajo profundizar en las distintas áreas de


intervención pero se aportará una relación de cada una de ellas con los aspectos
principales que abordan.

a) Tratamiento médico-farmacológico

No existe un único fármaco o tratamiento para disminuir la espasticidad en


los afectados de parálisis cerebral. La idoneidad de la medicación viene determinada
por los efectos secundarios y reacciones que produce.

Entre los fármacos más usados por vía oral se encuentran el baclofén y el
diazepam. Otros fármacos son la Tizanidina, Clonidina, Gabapentina, Lamotrigina,
Vigabatrina, etc.

Por vía parenteral se usan la toxina botulínica y el baclofén intratecal, que


contribuyen a la relajación muscular.

b) Tratamiento fisioterapéutico

La alteración del control postural y del movimiento siempre está presente en


los niños con parálisis cerebral, por lo que el tratamiento o intervención incluye
fisioterapia. La fisioterapia es útil para mejorar la marcha y la manera de hacerlo,
estirar los músculos espásticos y prevenir deformidades.

59
Los objetivos que, de forma general, se plantean desde la fisioterapia para
atender a las personas con parálisis cerebral (Andrés, 2008), son:

• Normalización de la actividad refleja postural y del tono muscular, facilitando los


reflejos de enderezamiento y las reacciones de equilibrio, base de la actividad
motora normal.

• Mantenimiento del recorrido articular y tonificación muscular.

• Ampliación de la calidad y variedad de patrones de movimiento lo más


normalizados posible.

• Adquisición de un óptimo control postural para la prevención y corrección


ortopédica de deformidades, facilitar la interacción con el medio y la adquisición
de aprendizajes.

• Potenciación de la independencia motórica, desarrollando en lo posible algún


medio de locomoción, favoreciendo la autonomía y mejorando la calidad de vida.

Por otro lado, para lograr estos objetivos, existen diferentes sistema de
tratamiento fisioterápico (Póo, 2006). Entre los métodos más usados en la actualidad,
se encuentran el Método Bobath o terapia del neurodesarrollo, muy difundido y
utilizado en Europa. Se basa en el reconocimiento de dos factores: que la lesión
interfiere en la maduración normal del cerebro, llevando a la detención o retardo del
desarrollo y que se dan patrones anormales de postura o movimiento por la liberación
de la actividad refleja postural anormal. Por tanto, el método trataría de proporcionar
al niño una experiencia sensoriomotriz normal del movimiento.

El Método Vojta se centra en estimular determinados reflejos posturales


complejos para obtener movimientos coordinados (presiones en zonas reflexógenas).

El Método Petö de educación conductiva, se basa en ofrecer al niño un


programa multidisciplinar que contempla fisioterapia, logopedia, terapia

60
ocupacional, enfermería, etc. todo ello junto a otros niños de la misma edad y
necesidades similares.

El Método Doman-Delacato, basado en el método Temple-Fay, pretende


reorganizar el movimiento a partir de la repetición del niño de los patrones de
movimiento de reptiles y anfibios. Este método ha recibido numerosas críticas por la
necesidad de atención directa constante, la gran cantidad de ejercicios pasivos y las
infundadas expectativas de curación que se ofrece a los padres si siguen el programa
propuesto de forma rígida.

Independientemente del método utilizado, la estrecha colaboración con el


ortopedista y el cirujano ortopédico, es fundamental.

El tratamiento fisioterapéutico se lleva a cabo en momentos puntuales pero


necesita de una corrección postural durante los largos períodos de tiempo en los que
el niño realiza otras actividades.

Las adaptaciones estáticas como cuñas, asientos triangulares, taco abductor,


plano inclinado o diferentes tipos de bipedestadores, permiten mantener una postura
correcta, evitando o retrasando deformidades. Las adaptaciones dinámicas como
distintos modelos de andadores permiten que el niño se desplace y pueda
comunicarse con el medio.

Por otro lado, las órtesis o férulas, permiten la alineación y mecánica articular
adecuada, dan estabilidad y protegen los músculos o articulaciones más débiles.

c) Tratamiento logopédico

Tradicionalmente se ha considerado la posibilidad de hablar como sinónimo


de poder comunicar. Esto ha propiciado que niños con déficit motor grave se hayan
visto excluidos de programas de comunicación y lenguaje. Sin embargo, desde la
perspectiva actual se considera que una persona con parálisis cerebral puede
beneficiarse de la intervención en el lenguaje a cualquier edad y seguir desarrollando
sus posibilidades comunicativas. El hecho de que una persona con parálisis cerebral

61
no pueda emitir respuestas sonoras inteligibles no quiere decir que no se pueda
comunicar (Alcantud, 2008).

La intervención logopédica en personas con parálisis cerebral va dirigida a


favorecer, establecer y potenciar la comunicación, así como prevenir, reeducar y
rehabilitar posibles trastornos y alteraciones en las funciones neurovegetativas.

Los objetivos que se plantean desde el área de logopedia pretenden que las
personas con parálisis cerebral puedan experimentar qué es el lenguaje en cualquiera
de sus formas: como sistema capaz de modificar el medio; cambiar la conducta del
oyente; favorecer la representación de objetos; facilitar la expresión de emociones,
sensaciones y afectos; e influir y participar en el medio en el que se desarrolle.

Desde el área de logopedia se contribuye al fomento de la intención


comunicativa de las personas afectadas de parálisis cerebral, con un empleo
funcional y espontáneo del lenguaje (verbal, gestual o alternativo) como medio de
comunicación habitual para comprender y ser comprendido. Es posible introducir
signos o señales, o interpretar las que el niño emite para crear canales de
comunicación individualizados.

d) Tratamiento psicológico

La atención psicológica a las personas con parálisis cerebral tiene como


objetivo principal mejorar su calidad de vida. Para ello se hace necesario incidir de
forma directa y/o indirecta sobre el contexto en el que se desenvuelve.

Entre las tareas que se abordan desde el tratamiento psicológico, se encuentra


la de responder a las necesidades de los afectados y sus familias en función de la
etapa en la que se encuentren (González-Puñuel, 2005). Las distintas etapas a las que
se hace referencia son:

• Primera etapa escolar.

En esta etapa se trabaja la reestructuración familiar sin perder la identidad


que tenía la familia antes del nacimiento del hijo afectado. Se hace necesario elaborar

62
la pérdida del hijo sano y poner fin a la etapa del peregrinaje (búsqueda de un
diagnóstico acorde con las expectativas de los padres).

• Segunda etapa escolar

Las tareas se centran en normalizar y poner la discapacidad en su lugar.


Compartir metas y metodologías de aprendizaje. Lograr aprendizajes funcionales.

• Transición a la vida adulta

Los aprendizajes están orientados a desarrollar las habilidades de la vida


diaria. Trabajar la comunicación e integración social, abordando los problemas de
conducta si persistieran en esta etapa.

• Adultos

En esta etapa se pretende el mantenimiento de las capacidades adquiridas


(procesos cognitivos básicos: atención, percepción, memoria, destrezas y
habilidades, etc.). Se incide sobre el derecho a la autodeterminación o capacidad para
decidir sobre aspectos importantes de la propia vida y se orienta la actividad del
individuo hacia una vejez saludable: alimentación, hobbies, ejercicio físico, etc.

Se da un especial apoyo en procesos rápidos de deterioro, en los que se hace


necesario el asesoramiento a las familias, con actuaciones encaminadas a construir
patrones que les permitan cierto control sobre la situación y potenciar los factores de
resistencia al estrés (red de apoyo social, unidades de respiro).

e) Terapia ocupacional

La terapia ocupacional forma parte del tratamiento multidisciplinar


rehabilitador que se ofrece a la persona con parálisis cerebral.

El terapeuta ocupacional se encarga de la realización de tratamientos


específicos, utilizando siempre como medio la actividad, para la recuperación
funcional del afectado, con el fin de lograr la mejora en las actividades de la vida
diaria y el manejo de aparatos o prótesis. Además, desde el área de terapia

63
ocupacional se diseñan o elaboran adaptaciones que ayudan al sujeto en el
desempeño de la actividad y se realiza un seguimiento de los tratamientos aplicados
(Nieto, 2008).

Los objetivos a lograr, desde la terapia ocupacional son:

• Mejorar en el funcionamiento de las actividades básicas de la vida diaria:


vestido, alimentación, baño, aseo personal, transferencias y deambulación.

• Conservar el óptimo funcionamiento en actividades instrumentales: manejo


del dinero, cuidado del hogar, uso del transporte, etc.

• Facilitar la información necesaria para integrar al sujeto afectado en la


sociedad, mejorando con ello su calidad de vida.

Desarrollo personal y afectivo-sexual

A continuación se van a describir las características que presentan las personas con
parálisis cerebral. Aunque no se puede generalizar, ya que bajo este término se dan
gran heterogeneidad. Se exponen las cualidades o rasgos que se encuentran con
mayor frecuencia.

1. Desarrollo de la inteligencia

La definición de parálisis cerebral permite inferir que bajo este término existe
una gran heterogeneidad que se refleja en el tipo y gravedad de la alteración motora,
la etiología, la afectación cerebral y el rendimiento cognitivo.

Con respecto al rendimiento cognitivo en la parálisis cerebral, se puede


afirmar que oscila de la normalidad hasta la deficiencia mental grave. En la revisión
de trabajos neuropsicológicos sobre el tema que llevan a cabo Pueyo y Vendrell,

64
(2002) se ha estimado que el nivel intelectual de los sujetos con parálisis cerebral es
normal en un intervalo del 50 al 70%. Por tanto, la incidencia de retraso mental o
cociente intelectual (CI) inferior a 70 se ha situado en un margen del 30 al 50%.

Parece existir cierto consenso entre la asociación de parálisis cerebral y


retraso mental. El retraso mental grave (CI< 50), se encuentra presente entre 3-5
casos por cada mil niños en edad escolar, estando asociada a este trastorno entre el
10-20% de los casos. Hay que señalar que la mayoría de los estudios estiman el valor
de CI basándose en modelos psicométricos.

Desde el informe realizado por el Observatorio de la


Discapacidad(IMSERSO), donde se incide en que la parálisis cerebral no va asociada
necesariamente a un nivel de inteligencia inferior, se estima que, aproximadamente,
un tercio de sujetos con parálisis cerebral presenta discapacidad intelectual moderado
o grave, otro tercio una deficiencia leve y, el resto presenta una inteligencia normal.

Algunos estudios han analizado la correlación existente entre el tipo de


parálisis cerebral presentada y el CI. Destacan el realizado por Miller et al. (1952) y
Handberg (1975) (citados en Pueyo & Vendrell, 2002). En el primero administraron
a la muestra la Escala de Inteligencia de Standford-Binet y la Escala de Inteligencia
Infantil Cattell (o una exploración adaptada en los casos necesarios). En el segundo
la prueba administrada era la Escala Mental Bayley para, del mismo modo que en las
anteriores, determinar el CI en cada tipo de parálisis cerebral.

65
Los resultados de ambos estudios se exponen en la siguiente tabla.

Tabla 2
Distribución del coeficiente intelectual (CI) en sujetos con parálisis cerebral (PC)

Autor Tipo de PC CI< 70 CI> 70


Miller et al. Espástica 51% (106) 49% (103)
(1952) Discinética 52% (43) 48% (40)
Atáxica 33% (9) 67% (18)
Mixta 55% (6) 45% (5)
Total 50% (164) 50% (166)
Hagberg et al. Espástica 26% (107) 74% (298)
(1975) Discinética 47% (38) 53% (42)
Atáxica 40% (30) 60% (45)
Total 31% (175) 69% (385)

Tomado de Pueyo y Vendrell (2002).

En España, hay escasez de publicaciones en este sentido pero Bringas et al.


(2002) aporta en su estudio sobre 250 casos que el 55% de los mismos presentaban
retraso mental (137 casos).

Otros estudios se sitúan en una perspectiva diferente y se basan en las teorías


de Piaget sobre las estructuras cognitivas permitiendo analizar el desarrollo cognitivo
y las estrategias utilizadas por cada individuo independientemente de su edad.

Según Cioni (citado por Pueyo & Vendrell, 2002), el desarrollo


sensoriomotor de los niños con parálisis cerebral entre 6 y 24 meses de edad parece
suceder en la misma secuencia de estadios que propuso Piaget, aunque no al mismo
ritmo que los niños no afectados. Según dicho estudio, la mayor proporción de
sujetos alterados respecto a los datos normativos, se daba en la permanencia de
objetos, la imitación gestual y los esquemas sensoriomotores. Del conjunto de
estudios analizados y según este autor, los hallazgos más consistentes son relativos a
las dificultades de los sujetos con parálisis cerebral para la percepción y organización
del espacio. Aspectos claramente relacionados con la merma en la experiencia física
con el medio que experimentan las personas afectadas de parálisis cerebral.

66
La mayoría de las investigaciones no encuentran relación entre el CI y los
diferentes tipos de PC. Estudios llevado a cabo por Heilman, tras la aplicación de la
prueba de Standford-Binet (citado en Puyuelo, 2001) encuentran que nunca aparece
correlación entre tipos de parálisis cerebral infantil y CI, ni entre sexos de afectados
por parálisis cerebral y CI. En su estudio, Heilman concluye que el 25% de los casos
tienen un CI normal, un 30% son límites y el 45% presentan todos los grados de
deficiencia mental.

Siguiendo la revisión de la literatura que hace Puyuelo (2001) sobre el


desarrollo cognitivo en parálisis cerebral, se aportan datos que apuntan a un avance
de los problemas cognitivos con la edad. Este incremento en el retraso del desarrollo
del afectado por PC puede deberse a que la experiencia acumulada a lo largo del
tiempo sea menor. En general, las conclusiones con respecto a parálisis cerebral y
desarrollo cognitivo recogidas por este autor son:

• La amplia heterogeneidad en los niveles de inteligencia dentro de la parálisis


cerebral, pues se observan casos desde un nivel superior al normal a otros con
deficiencia mental profunda.

• No hay diferencias de CI en función del tipo de parálisis cerebral ni del grado de


afectación.

• Los perfiles cognitivos son heterogéneos en habilidades perceptivas, lingüísticas,


memoria, atención, etc.

• En relación a la atención no parece haber problemas significativos en las


primeras etapas del desarrollo, pero sí más adelante.

Ruíz y Arteaga (2006) apuntan que la persona con parálisis cerebral presenta
unos condicionantes que influyen en sus procesos cognitivos: el sobreesfuerzo
necesario para controlar los movimientos; la limitación de experiencias y la falta de
ejercitación práctica; la lentitud en los tiempos de reacción y realización, en

67
ocasiones relacionados con los efectos de la medicación –antiepilépticos-; y la alta
fatigabilidad, que repercute en la atención y la motivación.

Son pocos los trabajos en los que se analizan conjuntamente las diversas
capacidades cognitivas a fin de determinar posibles patrones de afectación-
conservación de capacidades específicas. La mayoría de los estudios coinciden en la
relativa integridad de las funciones lingüísticas al margen de la lesión y a pesar de los
defectos de articulación (Pueyo & Vendrell, 2002).

2. Desarrollo del lenguaje

En el aspecto del lenguaje y según distintos estudios, se han observado en sujetos con
parálisis cerebral de inteligencia normal (CI verbal en el intervalo normal), la
afectación de algunos aspectos, como la percepción de tonos y ritmos y la
preservación de otros, como la comprensión receptiva de vocabulario, evaluada
mediante el Test de Vocabulario Peabody.

Puyuelo (2001) afirma que, aproximadamente, un 20% de los niños con


parálisis cerebral no presentarán ningún problema en cuanto a la adquisición del
lenguaje, pero en el resto los trastornos de lenguaje irán desde pequeñas dificultades
a alteraciones de la comunicación realmente graves. Asimismo, no puede referirse un
patrón general respecto a estas dificultades. Además, estos problemas pueden afectar
de forma desigual a los diferentes componentes del lenguaje (fonética, morfología,
sintaxis, semántica y pragmática).

En el habla de la persona afectada de parálisis cerebral se encuentra afectada


el habla motora. Este término es utilizado por algunos autores para englobar los
procesos neuromusculares requeridos para el acto del habla. Estos procesos necesitan
precisión, exactitud y fuerza en el movimiento, estando afectados en el caso de PC
por un problema neurológico de base. Según Zafeiriou et al. (1999), los trastornos
del habla están presentes en torno al 56% de los sujetos con parálisis cerebral. Están
relacionados con alteraciones motrices de la zonal oral o disartria que compromete la

68
inteligibilidad del habla, resultando entrecortada, áspera, forzada y con prosodia
disminuida o monótona.

Por otro lado, se dan alteraciones en la función lingüística que, a diferencia de


las encontradas en las funciones motoras del habla, carecen de relación con el tipo de
parálisis cerebral y la intensidad de la lesión motriz.

Las alteraciones del lenguaje en parálisis cerebral son frecuentes pero


difíciles de evaluar, debido a las dificultades para administrar pruebas estándares o,
incluso, registros basados en la observación. Según Puyuelo (2001), los datos
apuntan a la posibilidad de que los problemas observados en lenguaje, igual que
sucede con los problemas cognitivos, aumentan con el tiempo, probablemente
relacionado con un déficit en el uso.

Este autor propone que, además de los síntomas motores, pueden producirse
otros en el ámbito del lenguaje como:

• Inflexibilidad o impulsividad en la utilización del lenguaje; pocas habilidades


pragmáticas o conversacionales, o de variar el discurso en función de la
situación: tendencia a utilizarlo de forma estereotipada.

• Lentitud en recuperar la información.

• Lentitud en el procesamiento de la información, dificultades de fluencia


verbal y en el mantenimiento de los turnos de comunicación.

3. Características psicológicas y emocionales

Aunque no se cree conveniente vincular los cuadros de parálisis cerebral a


rasgos concretos de conducta o personalidad, que podrían estar vinculados a factores
genéticos y/o experienciales del sujeto, sí pueden observarse un conjunto de
características susceptibles de desarrollar alteraciones emocionales.

69
Ruíz y Arteaga (2006) establecen que pueden sintetizarse en: escasa
autonomía; alta dependencia del entorno en las relaciones sociales, con escasos
intercambios; repertorios limitados de habilidades sociales; dificultades para
experimentar intercambios afectivosexuales; bajo nivel de motivación y tolerancia a
la frustración; cierta inmadurez; y sentimientos de fracaso.

Estos patrones de comportamiento empiezan a generarse en el seno familiar,


en muchas ocasiones como respuesta a las actitudes de la familia ante el hijo con
parálisis cerebral. Alcantud (2008) destaca dos actitudes familiares, principalmente,
la sobreprotección, fruto de la salud comprometida del hijo y, en el polo opuesto, el
exceso de exigencia. La primera genera desconfianza en las posibilidades del niño e
impide la vivencia de experiencias que pueden potenciar su madurez y desarrollo.
Por otro lado, las exigencias excesivas pueden generar un sentimiento de fracaso o
frustración al enfrentarse a una demanda superior a sus capacidades.

Ambas posturas familiares tienen su repercusión en el comportamiento del


niño con parálisis cerebral, que puede, a modo de defensa, hacer emerger conductas
disruptivas y desafiantes o, en el otro extremo, volverse pasivos ante nuevas
actividades.

Otro factor que dificulta a la persona con parálisis cerebral una adecuada
interacción con su entorno es la motricidad reducida o poco controlada ya que no
puede producir muchos de los gestos a los cuales el entorno social asigna valor
comunicativo. Así el niño encuentra dificultades en producir cambios contingentes
en el comportamiento de otras personas, en el sentido de ganar y mantener su
atención, obtener efectos sobre el entorno a través de la mediación de los demás,
transmitir e intercambiar informaciones y afectos. Basil (2002) establece que este
déficit en la comunicación entraña limitaciones tanto para el desarrollo cognitivo
como para el desarrollo social y de la personalidad.

El mismo autor destaca que la falta de control sobre los acontecimientos y la


escasa sincronía entre sus respuestas y las consecuencias sobre el ambiente, puede
dar lugar en las personas con parálisis cerebral al fenómeno de indefensión

70
aprendida, descrito por Seligman en 1975 o a la falta de expectativas de autoeficacia,
propuesto por Bandura en 1982.

La experiencia de fracaso repetido provoca frustración y disminución de la


motivación para iniciar o continuar actividades. Si a esto se añade la sobreprotección,
el problema se agrava. Por otro lado, el sentimiento de autoeficacia influye en los
patrones de pensamiento, en las acciones y las emociones. Cuando la persona con
parálisis cerebral no puede influir en los acontecimientos de su propia vida, puede
que cesen los intentos de actuar, o bien porque no confíe en sus posibilidades de
hacerlo o porque espere que sus esfuerzos no produzcan los resultados esperados.

La falta de percepción de eficacia no solo afecta a la persona con parálisis


cerebral sino a las personas que lo rodean, las cuales pueden haber aprendido que sus
esfuerzos son inútiles para conseguir una interacción adecuada. Según Bandura
(1982), la influencia humana opera de forma recíproca y no unidireccional, de forma
que los obstáculos internos creados por percepciones de ineficacia colectiva –el
grupo de personas que rodea a la que presenta parálisis cerebral- son más
desmoralizadores y conductualmente autodebilitantes que los impedimentos
externos.

Con respecto a las consecuencias emocionales del sentimiento de indefensión


que pueden experimentar las personas con parálisis cerebral, algunos autores
postulan que puede llevar a la depresión (Seligman, 1975). Sin embargo, otros
apuntan a las grandes diferencias individuales que pueden darse ante la falta de
control de los acontecimientos, en función del tipo de atribuciones que realice el
sujeto (Abramson, Garber, & Seligman, 1980).

Seligman (1975) establecía que la autoestima y sentido de competencia, que


actúan contra la depresión, no sólo provienen de la calidad de la experiencia, sino de
la percepción de que son las acciones de uno mismo las que controlan dicha
experiencia. De acuerdo con Basil (1992), las personas con parálisis cerebral deben
percibir que son sus propios logros y no la benevolencia de los demás, lo que les

71
hace capaz de responder a los requerimientos del entorno, haciéndolos socialmente
eficaces.

Ante el desajuste entre las posibilidades del sujeto y las exigencias de su


entorno, surgen los trastornos psicológicos y emocionales. Hercberg (2008) señala la
inadaptación social, el aislamiento, la estigmatización, la depresión, la vulnerabilidad
en la adolescencia, la ansiedad, la hiperemotividad y la inmadurez afectiva (o
discordancia entre la evolución afectiva y el nivel intelectual).

4. Etapa escolar

La elección del tipo de centro educativo para un alumno con parálisis cerebral, viene
establecida por los dictámenes de escolarización que elaboran los profesionales de
los Equipos de Orientación Educativa (EOE´s) en los que, a partir de las
características y necesidades de apoyos que precise, y con el consentimiento de la
familia, se orienta al alumnado hacia la escuela ordinaria o hacia los centros
específicos de educación especial (CEEE).

Las funciones de los centros de educación especial han ido cambiando desde
su inicio. Actualmente se considera que estos han de priorizar la funcionalidad de los
aprendizajes y potenciar la autonomía y las habilidades sociales que faciliten la
participación del alumnado en la comunidad y en el entorno. Existe hoy día cierta
polémica con el papel de los centros específicos de educación especial, con
argumentos a favor y en contra de esta modalidad de escolarización. El Defensor del
Menor en Andalucía ha realizado un estudio de la situación de los centros
específicos, durante el curso 2009-2010, concluyendo que “la realidad es algo que
no debemos disfrazar bajo un manto de principios por muy loables que éstos sean.
De lo que se trata es de hacer posible que cada alumno y alumna tenga acceso al
recurso que realmente necesita para el desarrollo de sus capacidades y habilidades”

La escolarización de los alumnos con parálisis cerebral se llevará a cabo,


siempre que sea posible, en un centro ordinario que disponga de los recursos

72
materiales y personales necesarios. Si después de la evaluación psicopedagógica se
estima que va a necesitar adaptaciones curriculares muy significativas y medios muy
específicos, se optará por la escolarización en un centro específico de educación
especial (CEEE), (Badía, 2001).

La decisión de escolarizar a un niño con parálisis cerebral en un CEEE se


origina, normalmente, cuando a la alteración motora propia de la PC se le unen otros
trastornos asociados, dando lugar a una valoración de pluridiscapacidad. Los datos
que ofrece el Defensor del Menor en el citado informe indican que el mayor número
de alumnos escolarizados presenta plurideficiencia, seguido en número de
discapacidad intelectual y discapacidad motora.

Otras modalidades de escolarización que se encuentran recogidas en la


legislación educativa son los programas de escolarización combinada (entre un
centro específico de educación especial y un centro ordinario) o de integración a
tiempo parcial (entre aula ordinaria y de educación especial). Sin embargo, la
realidad muestra que es más fácil el proceso de escuela ordinaria a compartida o
escuela especial, que el sentido contrario (Rosell & Soro-Camats, 2010).

Las necesidades educativas especiales (NEE) de cualquier alumno se


entienden como aquellos aspectos básicos que se han de contemplar en cada uno de
los ámbitos, para lograr el máximo desarrollo personal. En el alumnado con parálisis
cerebral, estas necesidades se manifestarán, al menos, en el ámbito motor pero
pueden llegar a ser tan variadas que requieran un planteamiento individualizado en la
respuesta educativa. Es frecuente que también se encuentren afectados el lenguaje y
la comunicación, por lo que los objetivos de trabajo tendrán en cuenta la posible
descompensación entre capacidad comprensiva y expresiva, favoreciendo la
comunicación en cualquiera de sus formas.

La filosofía que guía los principios fundamentales para atender a los sujetos
con parálisis cerebral en la etapa educativa se sustenta en una educación
individualizada, que se adapte a las características específicas de cada alumno y les
reconozca el derecho a ser diferentes; una preparación realista para la vida, útil y

73
práctica que acompañe el desarrollo evolutivo y sea respetuosa con los ritmos de
aprendizaje; una atención globalizada incluyendo los elementos que rodean a la
persona; y una experiencia compartida con las familias pues son el eje del proceso de
desarrollo de sus hijos.

Los objetivos de la intervención educativa, según Badía (2001) son:

• Proporcionar la máxima autonomía personal.

• Proporcionar los medios de expresión adecuados que permitan la comunicación.

• Facilitar unos aprendizajes básicos para alcanzar la máxima normalización.

• Favorecer el bienestar, la salud y la seguridad física, mental y social.

• Compensar los déficit

• Estimular la autoestima y el sentimiento de autoeficacia

• Aumentar los contactos sociales

Las adaptaciones que debe realizar el medio para proporcionar a los alumnos
con parálisis cerebral una atención adecuada, citando a Valiente (2009), son de dos
tipos:

• Adaptaciones en los elementos de acceso al currículo: recursos materiales,


personales y formales imprescindibles para que el alumno con parálisis cerebral
pueda tener acceso al currículo básico.

• Adaptaciones en los elementos básicos del currículo: Objetivos y/o contenidos,


estrategias de enseñanza-aprendizaje y evaluación.

74
En el ámbito cognitivo, las NEE del alumnado con parálisis cerebral se
centran en mejorar y potenciar sus capacidades específicas de procesamiento de la
información (percepción, atención y memoria).

En el ámbito sensorial, se contemplan los aspectos relacionados con la


sensación, como desarrollar la sensibilidad ante estímulos auditivos, táctiles y
visuales; acceder a los distintos estímulos; y compensar el déficit visual y auditivo.

En el ámbito motor, las NEE van dirigidas a garantizar el desplazamiento más


normalizado y autónomo posible; facilitar el agarre y la manipulación de materiales;
experimentar y tomar conciencia del movimiento; reconocer e integrar en el esquema
corporal todo su cuerpo –en especial las zonas afectadas-; generar y participar
experiencias que impliquen el espacio y tiempo; y necesidad de controlar los
movimientos asociados o discinesias (Arriba, 2000).

Se considera importante resaltar la introducción del ámbito de salud y


bienestar ya que condicionan el desarrollo general de la persona con parálisis
cerebral. Los objetivos que se incluyen en esta área, según el Grupo Técnico de
Educación, de la Confederación ASPACE (2006: 28), son:

• Desarrollar las habilidades motoras necesarias para la masticación, succión,


deglución, etc.

• Tener una hidratación y nutrición adecuadas.

• Regular ritmos biológicos: sueño/vigilia, hambre/saciedad.

• Regular funciones excretoras y de micción.

• Tener una higiene bucal y corporal adecuada

• Tener una atención preventiva de alteraciones dentofaciales.

75
• Desarrollar una respiración adecuada.

• Recibir atención preventiva de infecciones respiratorias.

• Eliminar secrecciones bronquiales y nasales.

• Recibir respuesta a las crisis epilépticas.

• Recibir respuesta adecuada ante situaciones de malestar: molestias de aparatos


ortopédicos, dolor, fiebre, etc.

• Recibir la medicación prescrita.

La globalidad de los aprendizajes que necesita el alumno con parálisis


cerebral precisa que el proceso educativo se extienda, más allá del su contexto
inmediato (aula, los espacios de intervención especializada del centro), a todo el
contexto escolar en que se desenvuelve (comedor, transporte,…).

Es preciso entenderlo como una forma de intervención abierta a los distintos


entornos pues una respuesta educativa adecuada requiere continuidad,
contextualización y posibilidad de aplicación funcional de lo aprendido.

5. Desarrollo afectivosexual

El desarrollo integral de la persona incluye las esferas de la afectividad, la necesidad


de contacto, la ternura y la sexualidad. La sexualidad, por tanto, entendida como una
expresión más -o manifestación natural- de la vida afectiva.

Para algunas personas con discapacidad, la sexualidad es vivida como un


trauma, algo que produce angustia y debe ser negado. Esta percepción es fruto de la
falsa creencia de su condición asexuada, como eternos niños que, cuando manifiestan

76
deseo sexual, son enjuiciados como perversos, desinhibidos o con impulso sexual
descontrolado.

La familia, ante el temor de tenerse que enfrentar con la intimidad del hijo,
tiende a negar su sexualidad. Esta postura, lejos de ser caprichosa o arbitraria, es
entendible si se compara con la sexualidad de cualquier joven sin discapacidad, que
gestiona este ámbito de su intimidad sin ninguna intromisión familiar. A este
panorama de negación, se une en el caso de la parálisis cerebral una disarmonía o
falta de integración entre el cuerpo y la mente.

La persona con parálisis cerebral vive su cuerpo de manera distorsionada,


como algo estropeado que Alcantud (2008), relaciona con:

• La falta de corporeidad por las dificultades para vivenciar su cuerpo y la difícil


aceptación por parte de los demás.

• La autoimagen deformada como resultado de su propia experiencia personal y la


imagen que les devuelve su entorno de ellos mismos.

• La falta de educación sexual, que cristaliza en un pobre conocimiento sexual,


repleto de miedos, censura y rechazo. Los tabúes sociales y la falsa moral
condiciona este aspecto.

• La falta de madurez producto de un trato infantilizado, la excesiva dependencia y


falta de autonomía. No han vivido la experiencia de la autodeterminación o
posibilidad de elegir.

Es importante que las familias no pongan más barreras a las que ya se


enfrenta la persona con parálisis cerebral y busque soluciones ajustadas a las
necesidades y demandas que presenta. Las posibilidades de disfrutar de una
sexualidad plena con los apoyos y ayudas que la persona con discapacidad necesita
es, sin duda, un debate pendiente en la sociedad. Ya hay algunos países donde la
asistencia sexual a las personas con discapacidad ha entrado en el debate político.

77
Integración social y empleo

Gracias a los adelantos en la medicina, la alimentación, los controles sanitarios, las


ayudas técnicas, etc., más del 90% de los niños con discapacidad llegan a la edad
adulta (Alcantud, 2008). A los retos normales de la edad adulta que puede enfrentar
cualquier joven, se suman los desafíos a los que se tienen que enfrentar los que
tienen parálisis cerebral.

Ser adulto implica abordar nuevas necesidades de autonomía, independencia,


autodeterminación, vivienda, empleo, relaciones socioafectivas, sexualidad, etc. En
el caso de los colectivos con discapacidad, todas estas variables se hacen casi
inalcanzables, teniendo en cuenta que para la población sin discapacidad ya es un
reto lograrlas. En el caso de las personas con parálisis cerebral, esta transición hacia
la autonomía está planificada con diferentes niveles y tipos de apoyo.

1. Integración social

La familia constituye el primer núcleo de socialización del individuo. Cuando la


familia recibe el diagnóstico de que su hijo padece parálisis cerebral, suelen
reaccionar en el tiempo de forma parecida (González-Alonso, 2005). Primero se
produce incredulidad y protesta, lo que les impide asimilar la información. Después
la paralización y la desesperanza conducen a la renuncia e ilusiones puestas en el hijo
deseado. Finalmente, la atención, el interés y el afecto por el hijo real permiten el
inicio de unas relaciones más positivas.

Conforme el hijo va creciendo, las necesidades de cada etapa van variando.


En ello influye el grado y tipo de afectación que tenga el individuo. Las relaciones
sociales y el establecimiento de amistades dependen de las oportunidades de poner
en práctica las habilidades y desarrollarlas, de conocerse. Sin embargo, las personas
con parálisis cerebral y discapacidad, en general, tienen pocas oportunidades para
actuar recíprocamente. Alcantud (2008), apunta a que las relaciones entre personas

78
con discapacidad y personas sin discapacidad no suelen elegirse de forma espontánea
y libremente.

Las familias inciden en este punto aportando que, durante la infancia, las
relaciones sociales son más fáciles de establecer pero, conforme sus hijos con
parálisis cerebral crecen, los intereses con el grupo de edad sin discapacidad se van
distanciando y terminan por extinguir la relación.

Finalizada la etapa escolar, se plantea la fórmula más ajustada de integración


sociolaboral (empleo normalizado, empleo con apoyo, Centro Especial de Empleo,
Centro Ocupacional, Centro de Día, etc.).

Lo que comienza como un entorno socializador centrado en la familia y


apoyado desde el ámbito educativo, se abre paso hacia los beneficios del ocio y
tiempo libre. La práctica deportiva, la participación en diferentes asociaciones y la
realización de actividades de ocio, son una herramienta eficaz de integración,
normalización y cohesión social.

Por lo general, la mayoría de las personas con parálisis cerebral tienen una
vida organizada y pautada. El ocio supone una ruptura con la monotonía y un tiempo
para compartir y descubrir sus capacidades (Pérez-Porras, 2008).

Dentro de un clima de distensión se van a poder trabajar aspectos como la


autonomía, habilidades sociales, la toma de decisiones, etc. A través del ocio y
tiempo libre se potencia la relación entre iguales y se fomenta la independencia de
las familias que, en ocasiones, adoptan una posición sobreprotectora que limita la
autonomía de los hijos. Aunque algunos autores señalan que el ocio de las personas
con parálisis cerebral suele estar controlado por las personas de su entorno,
condicionando sus posibilidades de elección y repercutiendo en su autoconcepto e
iniciativa.

Otro tipo de actividades como visitas culturales, salidas por la ciudad,


vacaciones de verano, etc. constituyen un importante elemento integrador, ya que
potencian la relación de la persona afectada con la comunidad, favorecen la

79
adquisición de habilidades de comunicación y de relación con el resto de las
personas. Asimismo, todas estas actividades contribuyen a hacer visible la parálisis
cerebral, permitiendo el conocimiento por parte de la comunidad acerca de las
capacidades de estas personas.

2. Integración laboral

El trabajo constituye una dimensión importante para la integración social, mejorando


el autoconcepto y satisfacción personal. Sin embargo, el empleo competitivo no se
considera una meta realista para muchas personas con parálisis cerebral, lo que
redunda en bajas expectativas de empleo.

Las posibilidades de empleo provienen del empleo ordinario pero,


fundamentalmente, del empleo protegido (Centros Especiales de Empleo y Empleo
con Apoyos).

El empleo ordinario supone la contratación de personas con discapacidades


por parte de empresas privadas y se ha intentado favorecer por parte del gobierno
central instaurando una cuota de contratación del 2% reservada a personas con
discapacidad, además de subvenciones para dichas contrataciones. Esta reserva
efectiva de puestos de trabajo aumenta en el caso de empleo público, situándose en
un 5%. En el caso de empleo protegido, se hace referencia a los centros especiales de
empleo.

El objetivo de los centros especiales de empleo es servir como etapa laboral


previa a la inserción laboral ordinaria aunque, frecuentemente, suponen la única
opción para las personas con parálisis cerebral y otras discapacidades.

Otra de las opciones laborales dentro del empleo protegido es el empleo con
apoyo. En esta modalidad el empleo está integrado en la comunidad del individuo,
dentro de empresas normalizadas. Supone la provisión de apoyos dentro y fuera del
lugar de trabajo, a lo largo de la vida laboral, y en condiciones de empleo lo más

80
semejante posible en trabajo y sueldo a las de otro trabajador sin esta discapacidad,
en un puesto equiparable dentro de la misma empresa.

Aunque no existen datos fiables sobre el nivel de empleo de personas con


parálisis cerebral (Alcantud, 2008; Henarejos, 2008), la realidad constata que se da
menor representación de este colectivo, tanto en el empleo ordinario como en el
protegido, si se compara con otras discapacidades. Estas dificultades tienen como
causa:

• La autoimagen negativa que estas personas pueden construir sobre sí mismas,


dado el constante rechazo de la sociedad en su dimensión central: la actividad
productiva.

• La falta de oportunidades laborales, que favorece, en unos casos la dilatación del


período formativo y, en el caso de la mujer, la reclusión a las tareas del hogar.

• La baja cualificación, que dificulta el acceso al trabajo o implica la consecución


de un puesto mal remunerado.

• La imagen de la persona con discapacidad que tiene la sociedad en general, y el


empresario en particular, como persona menos productiva. Este aspecto se
incrementa en épocas de crisis económica como la actual, con un gran número de
parados.

• La baja efectividad de los servicios públicos de empleo para lograr la inserción


del colectivo de personas con discapacidad.

• La falta de información entre los empresarios sobre la parálisis cerebral y falta de


concienciación acerca de que las personas que la tienen puede ser útiles y
productivas.

La Confederación ASPACE valora como insuficiente la oferta laboral


argumentando que, en buena parte, las personas con parálisis cerebral son

81
subsidiarias de iniciativas procedentes de otras instituciones de personas con
discapacidad. Esto dificulta la obtención de buenos resultados ya que los servicios de
formación, empleo y/o intermediación laboral no están orientados a la especificad de
las personas con parálisis cerebral. Entre otras conclusiones, afirman que las
dificultades en la inserción laboral se encuentran entre las personas con grave
afectación motórica y baja cualificación pero también en las de un nivel de
formación medio-alto. Esto ha propiciado el auge de proyectos laborales dentro de
las entidades que atienden a este colectivo.

Representaciones legas en parálisis cerebral

Aunque no se ha encontrado suficiente bibliografía al respecto, ya que los mitos


sobre la parálisis cerebral apenas han recibido atención, se han seleccionado algunas
de las creencias erróneas más difundidas, que recoge Toledo (2008). Se podrían
dividir en dos grupos: creencias sobre el trastorno en sí mismo y creencias sobre la
persona con parálisis cerebral.

Las principales representaciones legas sobre la parálisis cerebral infantil


como trastorno se establecen sobre:

• La naturaleza de la parálisis cerebral

o Que es una enfermedad

o Que es una entidad nosológica

El término “parálisis cerebral” no hace referencia a un trastorno motor


concreto ni es una enfermedad, sino una agrupación de síndromes que tienen en
común el cursar con trastornos de la función motora y difieren por la localización
intracraneal de la lesión, el tipo, la edad a la que tiene lugar, la etiología, la
semiología clínica y el pronóstico (Montilla et al., 2006).

82
La creencia de que puede ser una enfermedad, abre la puerta a una posible
curación, en algún momento, gracias a los avances de la ciencia. Sin embargo, la
parálisis cerebral es una condición con la que se nace, sin posibilidad de curación.

• La evolución de la parálisis cerebral

o Que puede curarse

o Que sus manifestaciones son estables

El agente causal de la parálisis cerebral, sea cual fuere, actúa en un momento


dado pero su acción cesa, quedando como secuela la lesión actual, presente pero no
activa. Aunque la parálisis cerebral no es un trastorno progresivo, con el paso del
tiempo algunos problemas se pueden hacer evidentes o incluso agravarse. Por ello las
necesidades de la persona con parálisis cerebral cambian, a medida que avanza en el
desarrollo y no se ejecuta el patrón normalizado.

Otras representaciones legas en relación a las capacidades de la persona con


parálisis cerebral, encontradas en la bibliografía consultada, son:

• En torno a la inteligencia y comunicación, a menudo se cree sobre las personas


con parálisis cerebral:
o Que todas tienen discapacidad intelectual.

o Que no pueden comunicarse.

o Que tienen mayor o menor capacidad de la que realmente tienen.

o Que todas van en silla de ruedas.

A menudo se da por supuesto que las personas que no pueden controlar sus
movimientos o que no pueden hablar, no son inteligentes. Es un riesgo difícil de

83
evitar ya que no es fácil evaluar la verdadera capacidad intelectual mental de la
persona con parálisis cerebral, dada las limitaciones de lenguaje y motoras.

Y son las dificultades para evaluar sus capacidades lo que, a menudo, hace
que se sobreestime o se subestime la capacidad intelectual y el nivel de comprensión
del lenguaje o, paradójicamente, se sobreestimen o subestimen a la vez. Por ello se
les enfrenta a tareas demasiado fáciles, o tan difíciles que no pueden atribuirles
sentido. Se les proporcionan ayudas escasas o excesivas, se sobreinterpretan
abusivamente sus acciones o, por el contrario, no se les concede credibilidad (Basil,
2010).

84
Otras variables del estudio

Los rasgos de personalidad

La personalidad incluye una serie de elementos (rasgos o disposiciones internas)


relativamente estables a lo largo del tiempo y consistentes de unas situaciones a
otras, que explican el estilo de respuesta del individuo y permiten predecir su
conducta. En los años setenta se desarrollaron los modelos factoriales.

Dentro de la psicología de los rasgos, se pueden identificar dos tipos de


teorías factoriales de la personalidad; la perspectiva léxica, fundamentada en los
vocablos del lenguaje natural que mejor describen los atributos de personalidad; y la
perspectiva biológica, que estudia la influencia de determinadas estructuras
biológicas sobre la conducta humana (Fusté & Rodríguez, 2000).

Los modelos factoriales biológicos han representado un avance en el estudio


de la personalidad ya que, además de describir, permiten explicar el por qué de las
diferencias individuales. Bajo este modelo se encuentra Eysenck quien representa,
según Pinillos (1987), el mejor intento de conjugar los aspectos descriptivos y
explicativos de la psicología dimensional, conjugando el análisis factorial de los
rasgos con sus fundamentos biológicos y el aprendizaje social.

El modelo de Eysenck es uno de los más robustos de la Psicología que,


retomando las antiguas observaciones de la teoría hipocrática-galena de los humores;
las consideraciones filosóficas de Kant y Jung; y los avances actuales en psicología
experimental y neurociencias, ha forjado un modelo psicobiológico de la
personalidad que constituye un verdadero paradigma de trabajo (Squillace, Picón, &
Schmidt, 2013).

En esencia, Eysenck (citado en Fusté & Rodríguez, 2000) propone una


organización jerárquica de la personalidad estructurada en tres niveles. En el nivel

85
más básico se encontrarían las reacciones emocionales, cognitivas o conativas que el
sujeto puede manifestar en una situación dada. En el segundo nivel de análisis
estarían los hábitos de respuesta que caracterizan al sujeto en determinadas
situaciones y, de la interrelaciones de estos hábitos o factores primarios surge el
tercer nivel.

Los rasgos de personalidad han de ser entendidos como un factor


disposicional que determina de manera consistente la conducta ante diferentes
situaciones (Eysenck & Eysenck, 1970; Young, 1969). Y según Eysenck, se pueden
establecer tres dimensiones básicas de la personalidad, caracterizadas por su
estabilidad: Extraversión (E), Neuroticismo (N) y Psicoticismo (P). Para medir la
presencia de estos tres factores crea un instrumento que permite obtener información
sobre los tipos de personalidad y sus rasgos primarios, que fundamentados en una
teoría causal, establece predicciones sobre el comportamiento de la persona.

Desde la versión original del primer instrumento se ha ido reduciendo la


longitud de la prueba creando versiones cortas, con menos ítems pero tan válidas
como la escala original, simplificando la estructura factorial y con coeficientes de
fiabilidad igualmente elevados. La última versión, el Eysenck Personality
Questionnaire Revised (EPQ-R; Eysenck, 2001) contiene, además de las tres
dimensiones anteriores, otra que mide la sinceridad del individuo. Esta nueva escala
es una medida de la deseabilidad social que manifiesta el sujeto y, en alguna medida,
de su conformidad social.

Según Eysenck (1987) hay algunos rasgos centrales en cada dimensión. En la


extraversión destacan la sociabilidad y la actividad. Así, un individuo extrovertido es
sociable, vivaz, activo y asertivo; buscador de sensaciones socializadas,
despreocupado, espontáneo y aventurero. Mientras que en el neuroticismo,
encajarían los trastornos de ansiedad y los del estado de ánimo. De este modo, un
individuo con alto neuroticismo tendría mayor tendencia a la depresión, a la ansiedad
y a la tensión emocional; manifestando respuestas irracionales, inhibición y
sentimientos de desvalorización y culpa (Eysenck, 1990).

86
En la escala de psicoticismo, se encontraría el rasgo de dureza emocional
donde puntuaciones altas indicarían rasgos en el sujeto como agresividad, hostilidad,
frialdad, pensamiento egocéntrico y rígido, impulsividad, creatividad, falta de
empatía y comportamiento impersonal. En el extremo opuesto, baja puntuación en
psicoticismo indicaría características en el sujeto como altruismo, simpatía,
responsabilidad, empatía, socialización y comportamiento convencional.

Por último, la escala que mide el disimulo o conformidad (L) estaría


destinada a revelar qué sujetos muestran tendencia a la simulación de respuestas para
dar buena impresión, frente al rasgo de veracidad que mediría la sinceridad.

Los valores personales

La concepción de los valores personales que cuenta con mayor apoyo empírico es la
establecida por Schwartz y Bilsky (1987) y revisada posteriormente por Schwartz
(2001) (citado en Saiz, 2008). Los valores son definidos, según este autor, como
metas deseables que, más allá de las situaciones vitales, sirven como principios en la
vida de una persona o entidad social. Cada valor reflejaría no sólo las metas y
objetivos que las personas buscan conseguir, también marcarían las acciones que
emprenden para lograrlos.

El modelo de Schwartz (1997) (citado en Musitu, 2000) establece diez tipos


de motivaciones de valor: 1) Poder (estatus social sobre las personas y recursos); 2)
Logro (éxito personal mediante la demostración de competencia según criterios
sociales); 3) Hedonismo (placer y gratificación sensual para uno mismo; 4)
Estimulación (entusiasmo, novedad y reto en la vida); 5) Autodirección (pensamiento
independiente y elección de la acción, creatividad y exploración); 6) Universalismo
(comprensión, aprecio, tolerancia y protección del bienestar de todas las personas
con las que uno en contacto personal frecuente); 7) Tradición (respeto, compromiso y
aceptación de las ideas que proporcionan la cultura tradicional o la religión); 9)
Conformidad (restricción de las acciones, inclinaciones e impulsos que pudieran

87
molestar o herir a otros y violar expectativas o normas sociales); 10) Seguridad
(seguridad, armonía y estabilidad en la sociedad, de las relaciones y de sí mismo).

Estos valores representan necesidades derivadas de tres exigencias


universales: las necesidades biológicas y orgánicas; los requisitos para la interacción
social; y las demandas de supervivencia y funcionamiento de los grupos e
instituciones.

Se pueden establecer relaciones dinámicas resaltando la compatibilidad-


incompatibilidad entre algunos de estos valores. Cuanto más entren en conflicto, más
incompatibles resultan. Así mantienen una poderosa capacidad explicativa sobre
fenómenos psicosociales y cierto equilibrio entre ellos: la búsqueda del placer y
estimulación que representan los valores de hedonismo y estimulación, que se alejan
del deseo expreso de bienestar y felicidad, propios de valores como la benevolencia y
el universalismo; y de la aceptación de tradiciones y convenciones sociales,
relacionados con los valores de tradición y conformidad (Pons & Berjano, 1999).

A continuación, se detallan los dominios de valor propuestos por Schwartz


(citado en Musitu, 2000) con los ítems, la motivación del individuo que se miden en
cada uno de ellos y las necesidades que se derivan.

88
Tabla 3.
Análisis de los dominios de valor (Schwartz, 1992; citado en Musitu, 2000)

Dominios de Ítems que lo constituyen Descripción de la Necesidades que se derivan


valor motivación

I. Autodirección Creatividad, curiosidad, libertad, Pensamiento y acción Necesidad personal de control


elección de metas, independencia, independientes del medio. Necesidad de
respeto a uno mismo autonomía e independencia en
las interacciones

II. Universalidad Igualdad, justicia social, belleza, Comprensión, tolerancia, Necesidad de supervivencia de
paz, unión con la naturaleza, aprecio y protección del sujetos y grupos cuando los
sabiduría, protección al medio bienestar personal y de la recursos de los que depende la
ambiente, apertura, armonía naturaleza vida son escasos y compartidos
interior

III. Benevolencia Honestidad, servicio a los demás, Preservación y búsqueda Necesidad de interacción
lealtad, responsabilidad, capacidad del bienestar de aquellos positiva para promover el bien
de perdón, amistad verdadera, con los que uno está en del grupo. Necesidad de
amor maduro, sentido de la vida, frecuente contacto afiliación
vida espiritual personal

IV. Tradición Respeto por la tradición, Aceptación, compromiso Expresión de la solidaridad y la


distanciamiento, aceptación de la y respeto de las ideas y singularidad grupal
vida, humildad, devoción, costumbres que la propia
moderación cultura y religión
imponen

V. Conformidad Obediencia, autodisciplina, Restricción de acciones, Inhibición de inclinaciones


cortesía, honra a padres y mayores inclinaciones e impulsos individuales potencialmente
que podrían dañar a otros disruptivas para el
y violar expectativas y funcionamiento armónico del
normas sociales grupo

VI. Seguridad Reciprocidad favores, sano, Seguridad, armonía y Exigencias básicas de


limpio, sentido de pertenencia, estabilidad de la sociedad, supervivencia individual y
seguridad familiar, orden social, de las relaciones y de uno grupal
seguridad nacional mismo

VII. Poder Autoridad, riqueza, poder social, Consecución de estatus y Necesidad individual de
preservación imagen pública, prestigio social; y control dominio y control. Necesidad
reconocimiento social y dominio sobre personas institucional de diferenciación
y recursos de estatus

VIII. Logro Ambición, capacidad, triunfo, Éxito personal mediante Competencia para obtener
influencia, inteligencia la demostración de recursos y aprobación social
competencia

IX. Hedonismo Placer, goce de la vida Placer o gratificación Necesidades orgánicas y placer
sensorial asociado a su satisfacción

X. Estimulación Audacia, vida variada y excitante Excitación, variedad y Estimulación para mantener un
desafío en la vida nivel óptimo de activación

89
La tendencia a la hostilidad y malevolencia

El cuestionario de Hostilidad y Malevolencia cubre un aspecto relevante para el


funcionamiento sociopersonal, comprometido con los sistemas de valores, como son
las concepciones, actitudes y creencias acerca de la naturaleza humana. Recoge una
acepción de la naturaleza humana no especialmente positiva, en los ámbitos de
actuación más relevantes (mundo sociopolítico, laboral y familiar). Esta parte de la
naturaleza humana resulta relevante para la comprensión del funcionamiento de las
personas en una sociedad competitiva, que busca la eficacia y el poder consumista
(lo que tiende a ir asociado con un cierto grado de hostilidad y recelo), por encima de
la solidaridad y colaboración desinteresada de los demás (Pelechano, 2000).

Los factores que componen esta escala son tres:

• I) Dureza de trato con logro de fines al margen de las normas sociales

• II) Malevolencia, recelo y rencor hacia los demás y el poder político

• III) Desconfianza en el ser humano

El primer factor (dureza de trato con logro de fines al margen de las normas
sociales), contiene afirmaciones en torno a la búsqueda de experiencias y riesgos,
junto a un acierta agresividad en el trato social. También incluye aspectos relativos a
que el fin justifica los medios, con una cierta insistencia en la fuerza y el desprecio a
la debilidad y cobardía, resaltando la importancia de ganar a cualquier precio,
reconociendo el puesto de los más fuertes en la parte alta del sistema social. Este
factor, en situaciones sociales normales, tiende a ir asociado con una mejora en el
rendimiento o eficacia laboral, en detrimento de las relaciones personales.

El segundo factor (malevolencia, recelo y rencor hacia los demás y el poder


político) recoge contenidos de rencor, malevolencia y venganza sociopersonal, con
cierta premura en el ascenso social, dejando atrás a los antiguos amigos que no se

90
han promovido socialmente. Además se recogen aspectos de desconfianza y recelo
social.

El tercer factor (desconfianza en el ser humano) recoge una idea de atribución


de poder sobre las personas e instituciones sociales, la apelación a la propia lucha y
reivindicación personal para alcanzar los derechos y la atribución de falsedad a la
mayoría de las personas.

Según su autor, los tres factores aislados (dureza de trato; malevolencia; y


recelo y desconfianza en el ser humano) poseen una base teórica desigual. Sin
embargo, tendrían en común un cierto poso funcionalista y de filosofía política
pesimista acerca de la posibilidad de una convivencia simple y positiva. El ser
humano puede realizar acciones altruistas pero no existe un rasgo altruista
consolidado.

El interés por los rasgos de personalidad debe incorporar, por tanto, el


desarrollo de estudios sobre los aspectos más negativos del ser humano, que son
comprensibles desde perspectivas filogenéticas y de aprendizaje social.

La satisfacción vital

La satisfacción vital se define como una valoración global que hace la persona sobre
su vida, comparando lo que ha conseguido, sus logros, con sus expectativas o lo que
esperaba obtener (Pavot, Diener, Colvin & Sandvik, 1991). El estudio de este
constructo se han situado en el contexto de la investigación del bienestar subjetivo,
que incluye dos componentes: los juicios cognitivos sobre la satisfacción con la vida
y las evaluaciones afectivas sobre el humor y las emociones.

La medida de la satisfacción vital se centra en los juicios subjetivos que hace


la persona y no en la acumulación de medidas de satisfacción que siente el individuo
en dominios específicos, pudiendo reflejar una perspectiva a largo plazo.

91
La orientación vital o disposición al optimismo

El interés por el constructo de optimismo, pese a haber estado presente en la


psicología popular desde hace muchos años, ha experimentado un notable avance al
ser objeto de investigación rigurosa por la Psicología.

Según Joan, Chico y Tous (2002), la revisión de la literatura indica que tal
interés no radica sólo en preocupaciones teóricas, sino que está en relación con la
capacidad predictiva del optimismo en cuestiones como las conductas de
afrontamiento adaptativas; el bienestar psíquico y físico; y la enfermedad psicológica
y física. De entre todas las perspectivas de estudio posibles, interesa a este trabajo las
relacionadas con las investigaciones de Scheier y Carver (1985) cuya tesis
fundamental parte de que, cuando surgen dificultades, las expectativas favorables de
las personas incrementan los esfuerzos para el logro de sus objetivos; mientras que
expectativas negativas reducen los esfuerzos hasta dar como resultado la
desvinculación total con la tarea.

El optimismo y el pesimismo serán considerados dentro de este modelo como


expectativas sobre los acontecimientos que suceden a las personas, favorables o
desfavorables respectivamente. Scheier y Carver consideraban que estas expectativas
eran estables, por lo que las consideraban rasgos, considerando el constructo de
optimismo disposicional. El test desarrollado por ambos autores es el Cuestionario de
Orientación Vital o LOT, (Scheier & Carver, 1985), cuya versión inicial se revisó
posteriormente dando al LOT-R (Scheier, Carver, & Bridges, 1994).

Algunos estudios relacionan el optimismo con otras variables psicológicas.


Carver y Gaines (1987), han encontrado que los sujetos optimistas tienen más
estrategias de afrontamiento centradas en el problema que los pesimistas; que valoran
de forma más positiva las situaciones estresantes; y buscan apoyo social. Mientras
que los pesimistas tienden a negar, a rendirse y a no comprometerse con las metas,
enfocándose en los sentimientos negativos. Otros autores sostienen que las personas

92
con puntuaciones altas en optimismo no son fáciles de persuadir por mensajes
negativos y sí por mensajes positivos en comparación con los pesimistas, resaltando
así la relación entre cambio actitudinal y optimismo (Geers, Handley, & McLarney,
2003).

La madurez psicológica. El factor edad

Las características psicológicas que se asocian a las diferentes etapas de desarrollo


por las que pasan los individuos a lo largo de sus vidas, han sido estudiadas por
numerosos autores.

Heckhausen, Dixon y Baltes (1989) encuentran quince rasgos asociados a la


edad, que se incrementan con la misma: experimentado, conocedor de la naturaleza
humana, bien preparado, maduro, con sentido del deber, sabio, responsable, sensato,
comprensivo, realista, consistente, conservador y preocupado.

Por su parte, McFarland, Ross y Giltrow (1992) afirman que hay una serie de
características personales cuyas manifestaciones se acrecientan con la edad. Entre
ellas las siguientes: independiente, comprensivo, cariñoso, bondadoso, relajado,
inteligente, con voluntad por mantener las propias creencias, satisfecho con la vida,
preocupado por los demás, orgulloso de uno mismo y bien ajustado.

Entre los cambios positivos asociados a la madurez, Ryff (1989) sostiene que
los sujetos de mediana edad consideran los que siguen: llegar a estar mejor con los
demás, ser tolerante y abierto de mente, estar más relajado, aceptar el cambio y
mantener un funcionamiento positivo, experimentar mayor crecimiento personal y
ser más sabio.

En cuanto a las características que señalan Cardenal y Fierro (2001) en las


personas adultas, se encuentra una mayor orientación a los otros, a su protección,
mayor reflexión, introversión, retraimiento y conformismo. Asimismo aparecen una
mayor sistematización y necesidad de control.

93
La población más joven, por su parte, puntuaría más alto en extraversión,
intuición, innovación, comunicatividad y discrepancia. Estos autores obtienen en sus
estudios que, de todas las diferencias entre la población más joven y de mayor edad,
están sólidamente establecidas el conformismo en la edad adulta y la mayor intuición
e innovación en los jóvenes.

Interacciones entre los factores

Resulta interesante, antes de abordar el estudio empírico, realizar una revisión sobre
las relaciones que se establecen entre los factores que se han utilizado para este
estudio.

1. Rasgos de personalidad y valores personales

Hay notables diferencias entre los rasgos de personalidad y los valores personales ya
que, mientras los valores son criterios que sirven a los individuos para juzgar la
deseabilidad de la conducta, la gente o los eventos; los rasgos de personalidad son
patrones de conducta observables (Bilsky & Schwartz, 1994).

Por otro lado, la variabilidad en la expresión de los rasgos de personalidad


depende de cuánto exhibe el sujeto dicho rasgo, independientemente del objeto
particular, mientras que la expresión de valores dependen de la importancia que el
sujeto atribuye a objetivos particulares. Además, los valores se impregnan de las
intenciones presentes en los objetivos de los individuos –según su conciencia-,
mientras que los rasgos de personalidad son independientes de las intenciones,
resultando una manifestación del modo de ser del individuo.

Saiz (2008) sintetiza que los rasgos de personalidad son atribuciones que se
realizan a los sujetos desde fuera, a partir de sus comportamiento observable. Sin

94
embargo, los valores son experimentados como necesidades que uno adquiere por
propia convicción.

2. Valores y bienestar subjetivo

Con respecto a los efectos de los valores en el bienestar, se plantean dos hipótesis: la
del efecto directo y la de la congruencia (Bilbao, Techio, & Páez, 2007). La primera
plantea que habría valores intrínsecamente positivos para el bienestar, como la
autodirección y benevolencia, asociados a la autonomía personal y a una buena
integración social, respectivamente. En esta primera hipótesis también habría valores
asociados negativamente, como los de poder, asociados a metas extrínsecas como la
búsqueda de reputación y éxito material, o los de conformidad, que supondrían
limitaciones en la autonomía personal.

La hipótesis de congruencia plantea que los valores serían beneficiosos


cuando fueran coherentes con los valores dominantes. De este modo, valorar mucho
la autodirección en un medio donde predomina la conformidad y tradición,
provocaría frustración, conflicto y malestar. Green, Deschamps y Páez (2005)
aportan que, bajo esta hipótesis no sólo existe variación interna individual, también
se encuentra variabilidad cultural ya que valores universalistas y benevolentes se
asociarían al bienestar en culturas igualitarias, mientras que valores de poder y logro
se asociarían en culturas jerárquicas y competitivas. En culturas individualistas, se
asociarían al bienestar valores como la autodirección, mientras que en sociedades
colectivistas, serían valores de conformidad y tradición.

3. Satisfacción con la vida y rasgos de personalidad

Los estudios que se han realizado en el ámbito de la psicología con el interés de


ahondar en cuestiones conceptuales, han encontrado relaciones entre la satisfacción

95
vital y variables psicológicas como la introversión-extraversión, el neuroticismo y la
sociabilidad, entre otros (Cabañero et al., 2004).

4. Interrelación entre edad y rasgos de personalidad

Existe gran controversia en si la estructura de personalidad permanece estable o no a


lo largo de los años. Principalmente hay dos posturas al respecto, en un extremo se
sitúa la posición dominante en los años 70 de que la personalidad es muy cambiante
a lo largo de la vida, apenas estable en la edad adulta (Avia & Martin, 1985) y, por
otro lado, se encuentra la estructura de los factores de personalidad, que postula la
estabilidad en los factores de la personalidad adulta (Cardenal & Fierro, 2001).

Algunos estudios longitudinales y de comparación entre grupos de distintas


edades han mostrado únicamente una disminución con la edad en los factores de
neuroticismo y de apertura a la experiencia. También en el subfactor actividad,
contenido en extraversión (Costa & McCrae, 1988)

96
Que no sea la crispación
lo que nos haga valorar la calma.
Que no sea el abatimiento
lo que nos diga de la fortaleza.
Que no sea el dolor
lo que nos venga a recordar la dicha.
Que no sea la muerte
lo que nos niegue a darnos a los otros.

Francisco Revuelta Pérez (1983)

97
ESTUDIO EMPÍRICO
ESTUDIO EMPÍRICO

Por supuesto que no puede afirmarse que no exista nada relativo al estudio de las teorías
legas, claro que hay textos y artículos al respecto; pero sí es verdad que no todos los
temas han recibido la misma atención. Furham y Cheng (2000), por ejemplo, señalan
que habitualmente las investigaciones y reflexiones han tendido a centrarse en algunos
trastornos mentales, terapias y problemas psicológicos, citando el alcoholismo, anorexia
nerviosa, depresión, delincuencia, adicción a la heroína, neurosis, fobia y esquizofrenia;
para la terapia: psicoterapia/terapeutas, eficacia y prognosis, psicología lega frente a
clínica; y, para superación de problemas: problemas psicológicos, enfermedades
psicosomáticas, problemas cotidianos, problemas cognitivos y problemas sexuales.
Obviamente, no es una lista corta, sin embargo, conviene indicar que por un lado, el
volumen producido en cada uno de los temas no es equivalente, dándose muchas
desigualdades y, por otro, que faltan de un buen número de ámbitos, algunos de los
cuales pueden ser importantes, aunque sólo sea por la frecuencia con la que se
manifiestan en la sociedad. Uno de ellos es el de las discapacidades, en general, y, en
particular, en el caso que ocupa esta investigación, en el de la parálisis cerebral. Por
ello, este trabajo intenta aportar algo, aunque sea modestamente, al campo de las teorías
legas sobre tal trastorno, tanto para contribuir de alguna manera a su conocimiento
como para llamar la atención sobre el mismo en la medida de lo posible.

Objetivos

La investigación que se presenta persigue diversos objetivos:

• Describir a la muestra estudiada en base a un conjunto de variables que servirán


para establecer relaciones con los aspectos descriptivos y de expectativas sobre la
parálisis cerebral (sexo, edad, dimensiones de personalidad, valores personales,
hostilidad y malevolencia, satisfacción vital y disposición al optimismo).

• Conocer las creencias legas acerca de la parálisis cerebral a un nivel meramente


descriptivo; esto es, si se considera una enfermedad, si es hereditaria, si puede
prevenirse, etc.

99
• Averiguar las expectativas que se tienen acerca de capacidades y comportamientos
de las personas con parálisis cerebral, de forma general o de una manera global, en
cuanto a llevar una vida similar a los que no la padecen, niveles intelectuales
posibles, roles laborales que pueden desempeñar, etc.

• Comprobar si se dan diferencias estadísticamente significativas en los aspectos


descriptivos y en las expectativas comportamentales y de capacidades mencionados
de la parálisis cerebral y en el resto de las variables evaluadas en función del sexo,
de si se es varón o mujer.

• Verificar si se dan diferencias estadísticamente significativas en los aspectos


descriptivos y en las expectativas comportamentales y de capacidades mencionados
de la parálisis cerebral y en el resto de las variables evaluadas en función otras
variables (estado civil, edad, si se trabaja con la discapacidad, si se tiene un familiar
con discapacidad, cercanía familiar con una persona con discapacidad y si tiene una
relación no familiar con la discapacidad).

• Estudiar la posibilidad de extraer un conjunto de ítems de los instrumentos


desarrollados ad hoc para los aspectos descriptivos y de expectativas acerca de la
parálisis cerebral que tengan aceptables propiedades psicométricas y que permita
conocer con más profundidad la muestra recogida.

• Buscar modelos, si se pudiera conseguir el objetivo anterior, que ayuden a predecir


sus puntuaciones a partir de las variables estudiadas.

• Examinar las posibles relaciones existentes entre las diferentes variables estudiadas.

100
Método

Muestra

La muestra ha estado formada por 450 participantes, de los cuales 167 (37,1%) eran
varones y 283 (62,9%), mujeres. La edad media es de 30,83 (DE = 14,75), yendo desde
los 15 a los 69 años. En los varones es de 32,25 (DE = 15,39), entre los 15 y los 68, y en
las mujeres de 29,97 (DE = 14,30), entre los 15 y los 69 años.

Por otra parte, para la realización de algunos análisis, la muestra se dividió en


cuatro grupos de edad, siguiendo los criterios que se exponen a continuación. En primer
lugar, se obtuvieron los percentiles 25, 50 y 75, que correspondieron a 17, 24 y 44 años.
A partir de esos datos se originó el agrupamiento que aparece en la Tabla 4.

Tabla 4
Medias, desviaciones típicas número de sujetos, mínimos y máximos que se producen al
dividir la muestra por los percentiles 25, 50 y 75

Grupo M n DE Mínimo Máximo


1,00 15,8529 68 0,35680 15,00 16,00
2,00 18,9597 149 1,98603 17,00 23,00
3,00 34,2232 112 5,62605 24,00 43,00
4,00 51,9823 113 5,73364 44,00 69,00
Total 30,7919 442 14,74522 15,00 69,00

Examinada la distribución de los grupos se adoptó un segundo criterio, que fue


ubicar en el primero a todos los sujetos menores de 18 años (edad legal). Con ello,
además de poner en el mismo grupo a todos los menores de edad, el número de
participantes en cada uno de los grupos se hizo más homogéneo, tal como puede
observarse en la Tabla 5. Por otra parte, parecía tener una cierta lógica los grupos
conseguidos.

La mayoría de la muestra, a nivel de situación laboral, se sitúa entre estudiantes,


un total de 211 (46,9%) y en ejercicio activo (n = 178; 39,6%). Por otra parte, hay 10
participantes (2,2%) que sólo se dedican a las tareas del hogar, 26 (5,8%) que están
desempleados, 1 (0,2%) en baja temporal, 5 (1,1%) jubilados, 2 (0,4%) pensionistas por
enfermedad, 6 (1,3%) con otras actividades y 11 (2,4%) que no indicaron nada.

101
Tabla 5
Medias, desviaciones típicas número de sujetos, mínimos y máximos que se producen al
dividir la muestra por los percentiles 25, 50 y 75, ubicando los sujetos menos de 18
años dentro del primer grupo

Grupo M n DE Mínimo Máximo


1,00 16,3217 115 0,62895 15,00 17,00
2,00 19,8627 102 1,78019 18,00 23,00
3,00 34,2232 112 5,62605 24,00 43,00
4,00 51,9823 113 5,73364 44,00 69,00
Total 30,7919 442 14,74522 15,00 69,00

En cuanto al estado civil, la mayoría era soltera, 219 (48,7%). El siguiente grupo
más numeroso fue el de los casados, 148 (32,9%). En tercer lugar, los emparejados, con
61 personas (13,6%). Los separados y los divorciados fueron pocos, en concreto, 7
(1,6%) y 4 (0,9%), respectivamente. No hay ninguna persona viuda. Once participantes
no indicaron su situación en esta cuestión. A partir de estos datos se reagruparon de la
siguiente forma: 1) solteros (n = 219), 2) casados y emparejados (n = 209), 3) separados
y divorciados (n = 11).

Por lo que respecta a si han trabajado o trabajan actualmente con personas con
discapacidad, un total de 101 participantes (22,5%) respondieron afirmativamente; 332
(74,1%), negativamente; y 15 no contestaron a esta pregunta.

Ante la pregunta a los participantes de si tenían algún familiar con discapacidad,


un total de 141 (31,3%) respondieron afirmativamente, frente a 309 (68,7%) que
contestaron que no. A la hora de analizar la relación en aquellos que dijeron que sí, ,se
encontró una gran diversidad pues lo mismo se mencionaba padres, como hijos,
abuelos, hermanos, tíos, sobrinos, tíos abuelos, etc. A la vista de estos datos se optó por
formar tres grupos con esta variable en función de la cercanía familiar. El primero con
aquellos sujetos que habían manifestado que no tenían ningún familiar con
discapacidad, los 309 citados. El segundo, estuvo compuesto por los que declararon que
la relación era del tipo de cónyuges, padres, hijos, suegros, abuelos, hermanos, nietos y
cuñados. Comprendió este grupo 63 personas, un 14,0% de la muestra. Y, el tercero, por
el resto: bisabuelos, tíos, sobrinos, primos, tíos abuelos, etc. que acogía a 74

102
participantes (16,4%). De los que habían citado que sí tenían un familiar con
discapacidad, 4 no mencionaron la relación existente.

También se han formado dos grupos en base a la pregunta de si tiene algún tipo
de relación no familiar (de amistad, vecindad, etc.) con personas con discapacidad. De
los mismos se han eliminado aquellos que han manifestado que tenían un familiar con
discapacidad y que trabajan o han trabajado con dichas personas. El grupo de aquellos
que afirman que tienen tal relación no familiar lo incluyen 124 sujetos y los que no 208.

Medidas

Se aplicó un protocolo que constaba de varias partes, con preguntas y pruebas que se
detallan a continuación.

Características sociodemográficas. Dadas las características de la


investigación se tomaron los siguientes datos: edad, sexo (varón o mujer), estado civil,
nivel de estudios más elevado alcanzado, situación laboral, profesión y trabajo que
desempeña actualmente. Dentro de este bloque se incluyó una pregunta de carácter
subjetivo y es que se situaran socioeconómicamente hablando, con cinco alternativas:
clase alta, media-alta, media, media-baja y baja.

Relación con la discapacidad. Para conocer mejor a la muestra e intentar


averiguar su grado de relación con el mundo de la discapacidad (familiar, profesional,
amistosa o de cualquier índole) se formularon una serie de preguntas con formato de
respuesta de sólo de sí o no. Las preguntas fueron: 1) ¿Tiene algún familiar que
presente una discapacidad? 2) ¿Tiene algún tipo de relación (amistosa, en el trabajo,
de vecindad, etc.) con alguna persona que presente discapacidad? 3) ¿Trabaja
profesionalmente con personas con discapacidad? y 4) En el pasado, ¿trabajó con
personas con discapacidad? Las números 3 y 4 derivaban hacia otras en las que se
solicitaba el número de años de desempeño laboral. Estas dos preguntas se convirtieron
en una que se denominó años trabajados y se sumó el tiempo total explicitado. Por
último, se planteó una pregunta sobre el grado de conocimiento que creía cada
participante que poseía sobre la discapacidad, con cinco posibles respuestas (ninguno,
poco, bastante, mucho y muchísimo).

103
Descripción de la discapacidad. Se construyó, a propósito para esta
investigación, un cuestionario con el objetivo de que los sujetos describieran su idea
sobre trastornos concretos -en este caso, para esta investigación, sólo se tendrán en
cuenta aquellas sobre la parálisis cerebral-, que ha sido denominado Cuestionario
Descriptivo de la Parálisis Cerebral (Revuelta, 2015c). Las preguntas trataban de
indagar sobre el conocimiento lego en relación con cuestiones supuestamente objetivas.
Los temas abarcaron desde si era una enfermedad, si se podía prevenir, si se quitaba (en
el sentido, de curarse), etc. En total, 20 preguntas, con cinco opciones de respuesta:
nada, algo, bastante, mucho y muchísimo. Hay que añadir que este instrumento no se ha
creado con el propósito de generar una escala sino con el fin de analizar las preguntas
independientemente. Otra cuestión es que de su análisis pudieran extraerse ítems que
fueran susceptibles de ser utilizados conjuntamente con tal sentido.

Expectativas sobre la discapacidad. Igualmente, como en lo anterior, se


desarrolló este instrumento específicamente para esta investigación, el Cuestionario de
Expectativas sobre la Parálisis Cerebral (Revuelta, 2015b). En este caso la información
que se pretendía recoger tenía que ver con las creencias legas –esto es, de los no
expertos- acerca del funcionamiento comportamental, nivel de capacidades,
características personales o estados anímicos de las personas afectadas por parálisis
cerebral. Como ejemplos, pueden citarse las que siguen: Están capacitados para criar y
educar a sus hijos como los que no la tienen, Suelen tener muy buenas capacidades
para algunas tareas, Presentan poco autocontrol, o Suelen estar de mal humor. Las
alternativas de respuesta fueron cinco y oscilaron desde nada de acuerdo hasta
muchísimo de acuerdo. Igual que con el cuestionario previo hay que indicar que no es
pretensión la creación de una escala sino estudiar las respuestas a las preguntas
específicas que se plantean, lo que no es óbice para que pudiera obtenerse alguna con
las propiedades psicométricas adecuadas.

Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades. Tal como se


recoge en los objetivos, se llevaron a cabo análisis con los dos cuestionarios
anteriormente mencionados de carácter descriptivo y de expectativas. A partir del
último se ha desarrollado un instrumento, que sólo ha podido contar con preguntas del
segundo de ellos, al que se le ha denominado Escala de Creencias de Normalidad
Comportamental y de Capacidades (ECNCC) (Revuelta, 2015a). Pretende medir, tal

104
como se refleja en su título, las creencias de poder llevar una vida de normalidad, desde
un punto de vista estadístico, las personas con parálisis cerebral, así como del logro de
capacidades. Conserva, pues, algunas de las preguntas y el modo de responder. El
análisis factorial exploratorio arrojó dos factores, que explican el 62,70% de la varianza.
El primero de ellos, con 8 ítems, que se ha etiquetado como Expectativas de normalidad
comportamental y, el segundo, con 4 ítems, como Expectativas de capacidad intelectual
y rendimiento. Todos los pesos factoriales fueron mayores de 0,631, con excepción de
uno en el primer factor que fue de 0,461. El alfa de Cronbach global fue de 0,919,
siendo el del primer factor 0,895 y, el del segundo, de 0,830.

Características de personalidad. Para este fin se recurrió a la versión reducida


del Cuestionario Revisado de Personalidad de Eysenck (EPQ-RA). Este instrumento ha
sido desarrollado en español por Ibáñez, Ortet, Moro, Ávila y Parcet (1999) a partir del
Cuestionario Revisado de Personalidad (EPQ-R) de Eysenck y Eysenck (1997), del cual
sus autores extrajeron una versión abreviada (EPQ-RS). Consta en total de 6 ítems por
escala. Por tanto, un total de 24, frente a los 83 de EPQ-R y 48 de EPQ-RS. Evalúa tres
dimensiones básicas de personalidad: extraversión (escala E), emotividad (escala de
neuroticismo o N) y dureza (escala de psicoticismo o P). Adicionalmente, posee una
escala de disimulo/conformidad (escala L). Los resultados presentaron una adecuada
estructura factorial, con saturaciones de cada ítem con valores mayores a 0,30. Las
correlaciones obtenidas entre esta versión reducida y la completa o la abreviada, en cada
una de las escalas fueron bastante altas, oscilando desde 0,82 hasta 0,94.

Valores. Para evaluar está cuestión se empleó la Escala Val-89. Este


instrumento fue desarrollado por Schwartz y Bilsky (1987), a partir de la Encuesta de
Valores de Rokeach (Rokeach, 1973), recogida en su libro sobre la naturaleza de los
valores humanos, donde presenta dos listas con 18 valores cada una y de la Encuesta de
Valores Chinos (Chinese Culture Connection, 1987). En este trabajo se ha utilizado la
versión reelaborada por Molpeceres (1991) y que también se emplea en Pons y Berjano
(1999). En esta escala se solicita al respondedor que indique la importancia que tiene en
su vida un conjunto de 56 valores, señalando desde un nivel de 0, indicativo de nada
importante, a 100, como esencial en su vida. La estructura factorial, contrastada en
diferentes culturas (Schwartz, 1992) ha resultado en diez dimensiones: I) autodirección,

105
II) universalidad, III) benevolencia, IV) tradición, V) conformidad, VI) seguridad, VII)
poder, VIII) logro, IX) hedonismo, y X) estimulación.

Hostilidad y malevolencia. Para evaluar estos dos aspectos se ha seleccionado


el Cuestionario de Hostilidad y Malevolencia (HOSTYMAL) desarrollado por
Pelechano (2000). Consta de 27 ítems, con dos alternativas de respuesta (verdadero o
falso). Para su estudio, con una muestra de 3.164 personas, en primer lugar se realizó un
análisis factorial de primer orden, con rotación oblícua, y, sobre éste, uno de segundo
orden con rotación varimax. Se obtuvieron tres factores cuya denominación fue: I)
Dureza de trato con logro de fines por encima de normas sociales; II) Malevolencia,
recelo y rencor hacia los demás y el poder político; y III) Desconfianza en el ser
humano.

Satisfacción vital. Para evaluar este aspecto se ha empleado la Escala de


Satisfacción Vital (SLW), de Diener, Emmons, Larsen y Griffin (1985), que es una
medida de la satisfacción vital global, uno de los componentes del bienestar subjetivo.
Ha mostrado unas aceptables propiedades psicométricas, incluyendo una alta
consistencia interna así como una buena estabilidad en la fiabilidad test-retest. Tiene
sólo cinco ítems, que han de puntuarse de 1 (muy en desacuerdo) a 7 (muy de acuerdo).
El trabajo original, compuesto de tres estudios, informa de una fiabilidad test-retest de
0,82 y de un coeficiente alfa de 0,87 y de unas correlaciones de cada ítem con el total de
0,81; 0,63; 0,61; 0,75; y 0,66 para cada uno de los ítems, desde el primero de los ítems
hasta el último. La versión que se aplica es de Revuelta (2005).

Disposición hacia el optimismo. Por lo que respecta al optimismo se optó por


utilizar el Test de Orientación Vital Revisado (LOT-R), que evalúa la predisposición
optimista en relación con las expectativas de resultado y fue elaborada por Scheier,
Carver y Bridges (1994), a partir de otra desarrollada por Scheier y Carver (1985). La
versión que en este estudio se ha utilizado es de Revuelta (2005). Consta de un total de
diez ítems. Sin embargo, sólo se tienen en cuenta seis de ellos, de los cuales tres están
en una dirección positiva y tres en negativa, por lo que hay que invertir las puntuaciones
con estos últimos. La correlación de cada ítem con el total ha oscilado, en el trabajo de
Scheier et al. (1994), desde 0,43 a 0,63, siendo el alfa de Cronbach de 0,78. La
fiabilidad test-retest fue de 0,68 a los cuatro meses, de 0,60 a los 12 meses, de 0,56 a los

106
24 meses y de 0,79 a los 28 meses. Presenta un formato de cinco alternativas de
respuesta, desde totalmente en desacuerdo (0) a totalmente de acuerdo (4).

Procedimiento

Se confeccionaron unos cuadernillos conteniendo todo el material necesario para la


investigación; si bien, la primera página se destinó, por un lado, a informar sobre el
trabajo que se estaba realizando y los objetivos propuestos, junto con explicaciones para
que los potenciales participantes tuvieran un conocimiento lo más objetivo posible
acerca de lo que se pretendía; y, por otro, a garantizar el total anonimato a quienes
accedieran a colaborar. En este sentido, se indicaba que no se les requería nombre ni
apellidos y que los datos del tipo sexo, edad y otros más sólo se solicitaban con fines
estadísticos y para detallar a la muestra que se obtuviera. Por último, también se
aseguraba que la base de datos sería utilizada únicamente por profesionales competentes
y que toda la información recogida sería tratada conforme a la Ley Orgánica 15/1999,
de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal. Al final, se
identificaban a las personas que trabajaban en la investigación.

Los cuadernillos se entregaron a profesionales de la Psicología o de la enseñanza


para que en sus círculos personales o laborales los facilitaran y fueran rellenados por el
máximo posible de personas, sin restricciones de ninguna clase; con excepción de
aquellas que tuvieran acusadas dificultades de comprensión verbal o trastornos
psicopatológicos graves o circunstancias que pudieran distorsionar los resultados. Por
tanto, los criterios de inclusión son amplios y los de exclusión pocos.

107
Resultados
Resultados

Análisis descriptivos

Autoubicación socioeconómica. Como se mencionó anteriormente, junto con


datos personales relativos a la edad, sexo, estado civil, nivel de estudios, situación
laboral, profesión y trabajo actual, se pidió a los participantes que se clasificaran, según
su creencia personal, socioeconómicamente. Se establecieron cinco grupos, a elegir uno:
clase alta, media-alta, media, media-baja y baja. Como era esperable, un porcentaje
importante se situó en clase media (n = 315; 70,0%); después, en media-baja (n = 85;
18,9%); a continuación, la media-alta (n = 44; 9,8%); seguida de la baja (n = 4; 0,9%);
finalizando, la alta (n = 2; 0,4%).

Creencia de conocimiento sobre la discapacidad. En este aspecto, la mayoría


respondió en el sentido de deficitario. En concreto, 16 (3,6%) afirmaron que no tenían
ningún tipo de conocimiento; 276 (61,3%) que poco; 120 (26,7%) que bastante; 20
(4,4%) que mucho; y 3 (0,7%) que muchísimo.

Aspectos descriptivos de la parálisis cerebral1. En general, ha habido una


tendencia a responder a nada de acuerdo en el conjunto de las 20 preguntas.
Específicamente, son las siguientes preguntas donde el mayor porcentaje de respuestas
se situó en la opción especificada:

• 2. Es hereditaria
• 3. En general no puede prevenirse
• 4. En general, se puede quitar durante el desarrollo adolescente
• 5. En general, los que la tienen padecen más enfermedades que las personas que no
la tienen
• 6. Puede ser hereditaria y, a la vez, por causas ambientales

1
Para facilitar la exposición, en el texto sólo se hará mención a la alternativa de respuesta que con mayor
frecuencia de respuesta en cada una de las preguntas; para el resto puede consultarse la Tabla 6. Con este
instrumento no ha sido posible encontrar una solución factorial satisfactoria, ni con todos los ítems ni con
diversos grupos de ellos.

109
• 7. En general, a los niños que la tienen les viene mejor acudir a colegios donde
también vayan los que no la tenga
• 9. Es un problema que perjudica a la persona que la tiene pero no es una
enfermedad
• 10. Fundamentalmente, su origen es por causas ambientales
• 11. En general, puede prevenirse si los padres llevan una vida sana;
• 12. En general, a medida que pasan los años, la persona que la tiene va
empeorando
• 14. Existen más casos de niñas o mujeres que la tienen que de niños u hombres
• 15. Es contagioso
• 16. Está causada por agentes patógenos (virus, bacterias, etc.)
• 19. En general, los que la tienen son iguales o muy parecidos entre ellos
• 20. En general, no es un problema grave

Sólo cinco se escapan a esta alternativa y de éstas, dos, la 8 (Lo padecen más
personas de las que se cree) y la 17 (En general, con el paso del tiempo, los que la
tienen suelen ir mejorando en algunos de sus problemas) se sitúan en una opción baja,
en algo. Las otras tres restantes, la 1 (Es una enfermedad), la 13 (Es conveniente que
existan centros educativos específicos sólo para determinados niños que lo tienen) y la
18 (Es incurable), lo hacen en el extremo opuesto, en el de muchísimo de acuerdo. En la
Tabla 6 pueden verse los resultados completos.

Por otra parte, las medias oscilaron desde 1,01 (DE = 0,082), para el ítem 15 (Es
contagiosa), hasta 3,48 (DE = 1,36), para el 13 (Es conveniente que existan centros
educativos específicos sólo para determinados niños que la tienen) (véase la Tabla 7).

Expectativas sobre la Parálisis Cerebral. En relación con este cuestionario las


mayores frecuencias también tendieron a la baja y ninguna pregunta fue mayoritaria en
el sentido opuesto. En todos los casos, con excepción de siete, todas las preguntas tenían
como opción de respuesta más elegida la de nada de acuerdo y, a continuación, algo de
acuerdo. El resto de las alternativas siempre se situaban por debajo de las dos anteriores
en cuanto a la cantidad del porcentaje de elección (véase Tabla 8). Las quince
correspondientes al nada de acuerdo fueron:

110
Tabla 6
Frecuencia y porcentajes en las distintas alternativas de respuesta para cada una de
las preguntas del Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral

Alternativa de respuesta
Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo
Ítem Frec. % Frec. % Frec. % Frec. % Frec. %
1. 128 28,7 49 11,0 50 11,2 74 16,6 145 32,5
2. 360 80,7 61 13,7 13 2,9 10 2,2 2 0,4
3. 159 35,7 106 23,8 63 14,1 57 12,8 61 13,7
4. 338 75,8 83 18,6 18 4,0 6 1,3 1 0,2
5. 162 36,3 130 29,1 79 17,7 45 10,1 30 6,7
6. 256 57,4 83 18,6 63 14,1 29 6,5 15 3,4
7. 140 31,4 113 25,3 65 14,6 66 14,8 62 13,9
8. 75 16,8 139 31,2 124 27,8 64 14,3 44 9,9
9. 141 31,6 89 20,0 68 15,2 54 12,1 94 21,1
10. 285 63,9 96 21,5 37 8,3 21 4,7 7 1,6
11. 278 62,3 97 21,7 40 9,0 22 4,9 9 2,0
12. 103 23,1 135 30,3 94 21,1 62 13,9 52 11,7
13. 46 10,3 73 16,4 95 21,3 87 19,5 145 32,5
14. 355 79,6 67 15,0 19 4,3 4 0,9 1 0,2
15. 443 99,3 3 0,7 0 0,0 0 0,0 0 0,0
16. 306 68,6 98 22,0 30 6,7 10 2,2 2 0,4
17. 130 29,1 186 41,7 73 16,4 41 9,2 16 3,6
18. 77 17,3 84 18,8 76 17,0 70 15,7 139 31,2
19. 157 35,2 148 33,2 82 18,4 39 8,7 20 4,5
20. 220 49,3 92 20,6 62 13,9 27 6,1 45 10,1

• 1. Son tan inteligentes como los que no la tienen


• 3. De adultos, pueden llevar bien una vida en pareja
• 4. Son tan productivos en el trabajo como las personas que no la tienen
• 5. Suelen ser agresivas y violentas
• 8. Están capacitados para criar y educar a sus hijos como los que no la tienen
• 9. De adultos, suelen estar capacitados para desempeñar cargos políticos; como
por ejemplo, una alcaldía o una concejalía con delegación
• 10. Suelen tener una sexualidad problemática frente a los que no la tienen
• 14. Suelen estar de mal humor
• 15. Pueden llevar una vida autónoma como las personas que no la tienen
• 16. Si están totalmente integrados en la sociedad pueden realizar cualquier trabajo
igual que los demás
• 17. Suelen estar tristes

111
• 18. De adultos, hay tareas en el trabajo en las que funcionan mejor que las
personas que no la tienen
• 19. Presentan poco autocontrol
• 22. De adultos, aguantan mejor el estrés laboral que las demás personas
• 23. Suelen tener poca fuerza de voluntad

Tabla 7
Medias y desviaciones típicas de cada uno de los ítems del Cuestionario Descriptivo de
la Parálisis Cerebral

Ítem M DE
1. 3,1304 1,64631
2. 1,2817 0,67009
3. 2,4545 1,42773
4. 1,3169 0,63657
5. 2,2188 1,22682
6. 1,7962 1,11340
7. 2,5427 1,41714
8. 2,6909 1,19614
9. 2,7101 1,53238
10. 1,5795 0,93764
11. 1,6240 0,97634
12. 2,6112 1,29566
13. 3,4755 1,35975
14. 1,2767 0,60269
15. 1,0067 0,08183
16. 1,4453 0,75356
17. 2,1637 1,05900
18. 3,2498 1,49194
19. 2,1456 1,12787
20. 2,0705 1,33481

Las siete en las que los porcentajes mayores se concentraron en algo de acuerdo
fueron:

• 2. Si disponen de tiempo suficiente, pueden llegar a aprender lo mismo que los que
no la tienen
• 6. Presentan más dificultades para relacionarse con los demás que los que no la
tienen
• 7. Suelen tener muy buenas capacidades para algunas tareas
• 11. Suelen ser sociables

112
• 13. De adultos, sólo pueden hacer trabajos sencillos, que no sean complicados
• 20. De adultos, si disponen de tiempo suficiente, pueden realizar un trabajo tan bien
como una persona que no la tiene
• 21. Suelen estar alegres (Tabla 8).

El ítem 12 (Pueden llevar una vida normal, como cualquier otra) tuvo la misma
frecuencia en la opción de nada y en la de algo de acuerdo.

Tabla 8
Frecuencia y porcentajes en las distintas alternativas de respuesta para cada una de
las preguntas del Cuestionario de Expectativas sobre la Parálisis Cerebral

Alternativa de respuesta
Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo
Ítem Frec. % Frec. % Frec. % Frec. % Frec. %
1. 137 30,8 104 23,4 77 17,3 79 17,8 48 10,8
2. 104 23,4 128 28,8 89 20,0 66 14,8 58 13,0
3. 154 34,6 137 30,8 75 16,9 41 9,2 38 8,5
4. 161 36,2 148 33,3 80 18,0 38 8,5 18 4,0
5. 341 76,6 84 18,9 13 2,9 7 1,6 0 0,0
6. 71 16,0 118 26,5 93 20,9 88 19,8 75 16,9
7. 110 24,7 141 31,7 90 20,2 52 11,7 52 11,7
8. 197 44,3 138 31,0 56 12,6 32 7,2 22 4,9
9. 266 59,8 91 20,4 47 10,6 23 5,2 18 4,0
10. 124 27,9 109 24,5 84 18,9 68 15,3 60 13,5
11. 71 16,0 143 32,1 133 29,9 56 12,6 42 9,4
12. 155 34,8 155 34,8 64 14,4 46 10,3 25 5,6
13. 116 26,1 155 34,8 76 17,1 51 11,5 47 10,6
14. 320 71,9 105 23,6 13 2,9 6 1,3 1 0,2
15. 222 49,9 134 30,1 51 11,5 24 5,4 14 3,1
16. 151 33,9 142 31,9 85 19,1 36 8,1 31 7,0
17. 245 55,1 139 31,2 39 8,8 16 3,6 6 1,3
18. 181 40,7 150 33,7 64 14,4 24 5,4 26 5,8
19. 157 35,3 155 34,8 63 14,2 39 8,8 31 7,0
20. 134 30,1 150 33,7 84 18,9 36 8,1 41 9,2
21. 63 14,2 154 34,6 128 28,8 69 15,5 31 7,0
22. 204 45,8 130 29,2 59 13,3 36 8,1 16 3,6
23. 243 54,6 108 24,3 48 10,8 30 6,7 16 3,6

113
Las medias de los ítems fueron desde 1,30 (DE = 0,60 del ítem 5 (Suelen ser
agresivas y violentas) a 2,98 (DE = 1,33) del ítem 6 (Presentan más dificultades para
relacionarse con los demás que los que no la tienen) (Tabla 9).

Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades. En relación


con la Escala de Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades
(ECNCC), para la parálisis cerebral, la media ha sido de 26,38 (DE = 10,50), para los
varones, de 26,85 (DE = 11,35), para las mujeres, y de 26,10 (DE = 9,97), para la
muestra total.

En cuanto a los factores, para el primero de ellos, la media ha sido de 16,53 (DE
= 7,07). Para los varones fue de 16,71 (DE = 7,50) y, para las mujeres, de 16,43 (DE =
6,81). Con respecto al segundo, la media fue de 9,84 (DE = 4,17), teniendo los varones
una media de 10,14) (DE = 4,58) y, las mujeres, una media de 9,67 (DE = 3,90) (Tabla
7).

Características de personalidad. Como ya se indicó, el EPQ-RA evalúa tres


dimensiones básicas de personalidad: emotividad (escala de neuroticismo o N),
extraversión (escala E) y dureza (escala de psicoticismo o P). Adicionalmente, posee
una escala de disimulo/conformidad (escala L). Pues bien, las medias para la muestra
total en cada una de ellas fueron de 2,16 (DE = 1,78), en la escala N; de 3,73 (DE =
1,75), en E; y de 1,88 (DE = 1,49), en P. La escala de disimulo/conformidad obtuvo una
media de 2,79 (DE = 1,71). En la Tabla 11 pueden verse los datos correspondientes
según el sexo del participante.

Valores. La media de la suma total de todos los ítems de VAL-89 ha sido de


4.207,29 (DE = 500,40). En cuanto a los factores, con el objetivo de compararlas, se
dividieron sus medias por el número de ítems que componían cada uno de ellos. Con
este procedimiento, puede comprobarse que la mayor puntuación se obtuvo en el factor
V (Conformidad) (M = 82,97; DE = 12,81) y la menor en el factor VII (Poder) (M =
56,69; DE = 16,25). En la Tabla 9 aparecen las medias y desviaciones típicas de cada
factor antes y después de la ponderación teniendo en cuenta el número de ítems de cada
uno de ellos y en la 10, en función del sexo.

114
Tabla 9
Medias y desviaciones típicas de cada uno de los ítems del Cuestionario de
Expectativas sobre la Parálisis Cerebral

Ítem M DE
1. 2,5428 1,36740
2. 2,6500 1,33229
3. 2,2657 1,25912
4. 2,1110 1,11254
5. 1,2950 0,60096
6. 2,9506 1,33298
7. 2,5406 1,29604
8. 1,9750 1,14169
9. 1,7314 1,09774
10. 2,6124 1,38158
11. 2,6748 1,16516
12. 2,1715 1,17688
13. 2,4604 1,27833
14. 1,3470 0,62587
15. 1,8177 1,03999
16. 2,2225 1,19776
17. 1,6492 0,88364
18. 2,0203 1,13782
19. 2,1744 1,20210
20. 2,3266 1,24086
21. 2,6636 1,11186
22. 1,9429 1,11256

Tabla 10
Medias y desviaciones típicas (entre paréntesis) de la Escala de Creencias de Normalidad y Capacidades
(ECNCC), en función del sexo y en la muestra total

Varón Mujer Muestra total


Factor I 16,7096 (7,50218) 16,4254 (6,81142) 16,5307 ( 7,06837)
Factor II 10,1374 (4,58283) 9,6718 (3,90118) 9,8444 ( 4,16794)
ECNCC total 26,8470 (11,35471) 26,0972 (9,96719) 26,3752 (10,49668)

Tabla 11
Medias y desviaciones típicas (entre paréntesis) en las distintas dimensiones del EPQ-RA, en
función del sexo y en la muestra total

Dimensión Varón Mujer Muestra total


Neuroticismo 2,0316 (1,62767) 2,2362 (1,85643) 2,1596 (1,77513)
Extraversión 3,5608 (1,69974) 3,8368 (1,77696) 3,7335 (1,75163)
Psicoticismo 2,1400 (1,54596) 1,7304 (1,43285 1,8838 (1,48779)
Disimulo/Conformidad 2,4970 (1,76606) 2,9686 (1,65297) 2,7920 (1,70957)

115
Tabla 12
Medias y desviaciones típicas de cada uno de los factores del VAL-89

Medias sin ponderar Medias ponderadas


M DE M DE
I. Autovaloración 487,7261 73,48526 81,2877 12,24754
II. Universalidad 723,3887 112,70220 80,3765 12,52247
III. Benevolencia 738,8204 90,27692 82,0912 10,03077
IV. Tradición 377,3440 95,88302 62,8907 15,98050
V. Conformidad 331,8746 51,22441 82,9686 12,80610
VI. Seguridad 556,9095 80,51033 79,5585 11,50148
VII. Poder 283,4573 81,27451 56,6915 16,25490
VIII. Logro 363,9997 72,68791 72,7999 14,53758
IX. Hedonismo 156,6826 36,61012 78,3413 18,30506
X. Estimulación 187,0824 65,24487 62,3608 21,74829

Tabla 13
Medias no ponderadas y desviaciones típicas de cada uno de los factores del VAL-89,
según sexo

Varón Mujer
M DE M DE
I. Autovaloración 491,4941 74,44068 485,4869 72,95258
II. Universalidad 719,2319 122,08841 725,8590 106,88397
III. Benevolencia 726,8565 726,8565 745,9307 86,79011
IV. Tradición 377,2117 111,96829 377,4226 85,11314
V. Conformidad 329,2185 58,57427 333,4531 46,34829
VI. Seguridad 550,2072 87,89491 560,8927 75,66420
VII. Poder 292,7215 86,13876 277,9515 77,87643
VIII. Logro 372,5229 73,48620 358,9343 71,86198
IX. Hedonismo 161,7964 33,69433 153,6434 37,97042
X. Estimulación 198,6962 64,25610 180,1803 64,95963

Hostilidad y malevolencia. Las medias en cada uno de los factores de este


instrumento fueron las siguientes: 2,46 (DE = 1,90) en el factor I (Dureza de trato con
logro de fines por encima de las normas sociales) (varones: 3,13; DE = 2,06; y mujeres:
2,05; DE = 1,66).

En el factor II (Malevolencia, recelo y rencor hacia los demás y el poder


político) la media fue de 5,51 (DE = 2,21) (varones: 5,45; DE = 2,30; y mujeres: 5,54;
DE = 2,15).

116
En el factor III (Desconfianza en el ser humano) la media fue de 4,35 (DE =
0,88) (varones: 4,31; DE = 1,01; y mujeres: 4,38; DE = 0,80).

Por último, la puntuación media total fue de 13,32 (DE = 3,10) (varones: 12,89;
DE = 3,32; y, mujeres: 11,97; DE = 2,92) (véase la Tabla 14).

Satisfacción vital. La media en satisfacción vital, evaluada con la SWL, ha sido


de 24,80 (DE = 6,08), siendo para varones de 24,53 (DE = 6,43) y para mujeres de
24,96 (DE = 5,86) (Tabla 14).

Disposición hacia el optimismo. Por su parte, la media en el Test de


Orientación Vital (LOT-R) ha sido de 13,68 (DE = 3,91). Para varones fue de 13,61
(DE = 3,52) y para mujeres de 13,72 (DE = 4,14) (Tabla 14).

Tabla 14
Medias y desviaciones típicas del Cuestionario HOSTYMAL, sus factores, de la Escala
de Satisfacción Vital y del Test de Orientación Vital Revisado, por sexo y muestra total

Varón Mujer Muestra total


M DE M DE M DE
Factor I
HOSTYMAL 3,1298 2,05810 2,0497 1,66453 2,4610 1,89624
Factor II
HOSTYMAL 5,4518 2,30035 5,5407 2,14965 5,5069 2,20604
Factor III
HOSTYMAL 4,3052 1,00778 4,3818 0,79509 4,3526 0,88179
HOSTYMAL
total 12,8868 3,31622 11,9723 2,91977 12,3205 3,10497
SWL 24,5284 6,42759 24,9590 5,86379 24,7986 6,07594
LOT-R 13,6087 3,51699 13,7155 4,13533 13,6757 3,91261

117
Análisis en función del sexo

Creencia de conocimiento sobre la discapacidad. En la pregunta sobre la


creencia de conocimiento que se posee sobre la parálisis cerebral no ha habido
diferencias estadísticamente, en función del sexo, entre las medias (M = 2,33; DE =
0,66; para varones frente a M = 2,36; DE = 0,66; para mujeres). La prueba t de Student
ha dado un valor de 0,447, con una p = 0,655.

Aspectos descriptivos de la parálisis cerebral. En cuanto al Cuestionario


Descriptivo de la Parálisis Cerebral, surgieron cuatro diferencias estadísticamente
significativas según los participantes fueran varones o mujeres (Tabla 15), con mayores
puntuaciones en los primeros, en los ítems:

• 2. Es hereditaria
• 4. En general, se puede quitar durante el desarrollo adolescente
• 9. Es un problema que perjudica a la persona que lo tiene pero no es una
enfermedad

Por su parte, las mujeres tuvieron una media más alta en el ítem:

5. En general, los que la tienen padecen más enfermedades que las personas que no la
tienen

Ahora bien, los valores de eta al cuadrado fueron de 0,011 (ítem 2), 0,019 (ítem
4), 0,009 (ítem 5) y 0,014 (ítem 9), los cuales representan un tamaño del efecto
pequeño, de acuerdo con los criterios propuestos por Cohen (1988) (citado en Pallant,
2010).

118
Tabla 15
Medias y desviaciones estándar por sexo del Cuestionario de Concepciones de la
Parálisis Cerebral, prueba t de Student entre las medias y valor de eta al cuadrado

Varón Mujer
Ítem M DE M DE t p Eta2
1 3,1446 1,67790 3,1221 1,63027 -0,139 0,889 0,000
2 1,3816 0,82736 1,2225 0,54944 -2,206 0,028 0,011
3 2,5422 1,45478 2,4025 1,41150 -0,999 0,319 0,002
4 1,4398 0,75838 1,2440 0,54025 -2,916 0,004 0,019
5 2,0686 1,24632 2,3079 1,20854 1,998 0,046 0,009
6 1,8482 1,17863 1,7654 1,07383 -0,759 0,448 0,001
7 2,6354 1,42745 2,4878 1,41068 -1,063 0,288 0,003
8 2,7378 1,14884 2,6631 1,22450 -0,637 0,525 0,001
9 2,9434 1,55027 2,5718 1,50744 -2,490 0,013 0,014
10 1,6277 0,95449 1,5509 0,92804 -0,836 0,403 0,002
11 1,6303 0,97995 1,6203 0,97593 -0,104 0,917 0,000
12 2,5810 1,31694 2,6291 1,28491 0,379 0,705 0,000
13 3,5904 1,37542 3,4074 1,34822 -1,375 0,170 0,004
14 1,2810 0,59484 1,2742 0,60835 -0,115 0,908 0,000
15 1,0120 0,10943 1,0036 0,05976 -0,920 0,359 0,002
16 1,5197 0,86235 1,4012 0,67873 -1,514 0,131 0,005
17 2,1807 1,05767 2,1535 1,06155 -0,262 0,794 0,000
18 3,2454 1,53778 3,2525 1,46686 0,049 0,961 0,000
19 2,2054 1,24638 2,1101 1,05207 -0,827 0,409 0,002
20 2,1401 1,36579 2,0292 1,31683 -0,847 0,397 0,002

Expectativas sobre la Parálisis Cerebral. En relación con el Cuestionario de


Expectativas sobre la Parálisis Cerebral tan solo ha aparecido una diferencia
estadísticamente significativa en función del sexo en el ítem 23 (Suelen tener poca
fuerza de voluntad), con mayor puntuación para los varones. El valor de eta al cuadrado
fue de 0,014, un tamaño del efecto pequeño (Tabla 16).

Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades. Con la Escala


de Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades tampoco han surgido
diferencias estadísticamente significativas, ni en la escala completa (varones, M =
26,85; DE = 11,35; mujeres, M = 26,10; DE = 9,97; t = - 0,728, p = 0,467), ni en
ninguno de sus factores. En el primero, t = - 0,409 (p = 0,682) y, en el segundo, t = -
0,1093 (p = 0,275).

119
Tabla 16
Medias y desviaciones estándar por sexo del Cuestionario de Expectativas sobre la
Parálisis Cerebral, prueba t de Student entre las medias y valor de eta al cuadrado

Varón Mujer
Ítem M DE M DE t p Eta2
1 2,6519 1,50040 2,4786 1,28106 -1,241 0,216 0,003
2 2,6768 1,37013 2,6343 1,31171 -0,325 0,746 0,000
3 2,3134 1,29957 2,2376 1,23616 -0,613 0,540 0,001
4 2,1333 1,19212 2,0978 1,06486 -0,325 0,745 0,000
5 1,2970 0,64604 1,2938 0,57393 -0,053 0,957 0,000
6 2,9818 1,43337 2,9321 1,27241 -0,368 0,713 0,000
7 2,6755 1,41835 2,4611 1,21387 -1,622 0,106 0,006
8 2,0788 1,24444 1,9139 1,07419 -1,419 0,157 0,005
9 1,8485 1,20773 1,6625 1,02344 -1,658 0,098 0,006
10 2,6112 1,49083 2,6131 1,31573 0,014 0,989 0,000
11 2,7037 1,21460 2,6577 1,13688 -0,401 0,688 0,000
12 2,2000 1,23070 2,1548 1,14590 -0,384 0,701 0,000
13 2,5088 1,38092 2,4318 1,21550 -0,593 0,554 0,001
14 1,3882 0,66491 1,3228 0,60158 -1,065 0,287 0,003
15 1,8242 1,07040 1,8138 1,02358 -0,102 0,918 0,000
16 2,1879 1,19750 2,2429 1,19959 0,467 0,641 0,000
17 1,6970 0,90678 1,6210 0,87013 -0,876 0,382 0,002
18 2,0245 1,15796 2,0179 1,12787 -0,059 0,953 0,000
19 2,2007 1,26000 2,1588 1,16866 -0,355 0,723 0,000
20 2,2323 1,28121 2,3821 1,21536 1,231 0,219 0,003
21 2,5636 1,10039 2,7225 1,11632 1,458 0,146 0,005
22 1,9515 1,15191 1,9378 1,09076 -0,125 0,900 0,000
23 1,9818 1,22710 1,6976 1,00639 -2,518 0,012 0,014

Características de personalidad. En el Cuestionario Revisado de Personalidad


de Eysenck (EPQ-RA) se obtuvieron dos diferencias estadísticamente significativas,
una en la dimensión Psicoticismo, con mayor puntuación de los varones (varones, M =
2,14; DE = 1,55; mujeres, M = 1,74; DE = 1,43; t = - 2,757, p = 0,006) y otra en la
Disimulo/Conformidad, puntuando más alto las mujeres (varones, M = 2,50; DE = 1,77;
mujeres, M = 2,97; DE = 1,65; t = 2,841, p = 0,005). Para estos dos casos, eta al
cuadrado fue de 0,017 y de 0,018, respectivamente, tamaños del efecto pequeños (Tabla
17).

120
Tabla 17
Medias y desviaciones estándar por sexo del Cuestionario Revisado de Personalidad de Eysenck (EPQ-
RA), prueba t de Student entre las medias y eta al cuadrado

Varón Mujer
Dimensión M DE M DE t p Eta2
Neuroticismo 2,0316 1,62767 2,2403 1,85212 1,245 0,214 0,003
Extraversión 3,5308 1,69974 3,8319 1,77468 1,588 0,113 0,006
Psicoticismo 2,1400 1,54596 1,7430 1,42863 -2,757 0,006 0,017
Disimulo/
Conformidad 2,4970 1,76606 2,9673 1,64993 2,841 0,005 0,018

Valores. En la Escala Val-89 han aparecido tres diferencias estadísticamente


significativas, en función del sexo, en las puntuaciones medias de los distintos factores,
puntuando de manera más elevada las mujeres en el factor de Benevolencia (varones, M
= 80,76; DE = 10,55; mujeres, M = 82,88; DE = 9,64; t = 2,171, p = 0,030). En las otras
dos, Hedonismo y Estimulación, fueron los varones (varones, M = 80,90; DE = 16,85;
mujeres, M = 76,82; DE = 18,99; t = - 2,290, p = 0,022; y varones, M = 66,23; DE =
21,42; mujeres, M = 60,06; DE = 21,65; t = - 2,929, p = 0,004) (véase Tabla 18).

Tabla 18
Medias ponderadas y desviaciones estándar por sexo de cada uno de los factores de la Escala de Valores VAL-89 y
de la suma total de ítems, prueba t de Student entre las medias y eta al cuadrado

Varón Mujer
M DE M DE t p Eta2
Autodirección 81,9157 12,40678 80,9145 12,15876 -0,836 0,403 0,002
Universalidad 79,9147 13,56538 80,6510 11,87600 0,601 0,548 0,001
Benevolencia 80,7618 10,54727 82,8812 9,64335 2,171 0,030 0,010
Tradición 62,8686 18,66138 62,9038 14,18552 0,022 0,982 0,000
Conformidad 82,3046 14,64357 83,3633 11,58707 0,798 0,426 0,001
Seguridad 78,6010 12,55642 80,1275 10,80917 1,360 0,175 0,004
Poder 58,5443 17,22775 55,5903 15,57529 -1,865 0,063 0,008
Logro 74,5046 14,69724 71,7869 14,37240 -1,919 0,056 0,008
Hedonismo 80,8982 16,84716 76,8217 18,98521 -2,290 0,022 0,012
Estimulación 66,2321 21,41870 60,0601 21,65321 -2,929 0,004 0,019
Val-89 total 4219,9569 539,46773 4199,7545 476,51093 -0,413 0,680 0,000

Nota. La puntuación media total de la escala no está ponderada.

Hostilidad y malevolencia. En el Cuestionario de Hostilidad y Malevolencia


aparecieron dos diferencias estadísticamente significativas, con mayor puntuación, en
ambos casos, en los varones. En concreto en el primer factor (Dureza de trato con logro
de fines por encima de las normas sociales) (varones, M = 3,13; DE = 2,06; mujeres, M
= 2,05; DE = 1,66; t = - 5,710, p< 0,001) y, asimismo, en la puntuación total (varones,
M = 12,88; DE = 3,32; mujeres, M = 11,89; p = 3,32; t = - 3,014, p = 0,003). Eta al

121
cuadrado alcanzó el valor de sólo 0,070, para Dureza, y de 0,021, para la suma total de
HOSTYMAL, tamaños del efecto pequeños (Tabla 19).

Satisfacción vital.En la Escala de Satisfacción Vital no hubo diferencias


estadísticamente significativas en función del sexo (varones, M = 24,53; DE = 6,43;
mujeres, M = 24,96; DE = 5,86; t = 0,707, p = 0,480).

Disposición hacia el optimismo. Por último, tampoco apareció diferencia


estadísticamente significativa, en función del sexo, en el Test de Orientación Vital
Revisado (varones, M = 13,61; DE = 3,52; mujeres, M = 13,72; DE = 4,14; t = 0,284, p
= 0,777).

Tabla 19
Medias y desviaciones estándar por sexo del Cuestionario Hostilidad y Maleovolencia (HOSTYMAL),
prueba t de Student entre las medias y valores de eta al cuadrado

Varón Mujer
Dimensión M DE M DE t p Eta2
Dureza 3,1298 2,05810 2,0497 1,66453 -5,710 <0,001 0,070
Malevolencia 5,4518 2,30035 5,5407 2,14965 0,408 0,683 0,000
Desconfianza 4,3052 1,00778 4,3818 0,79509 0,833 0,406 0,002
HOSTYMAL
total 12,8868 3,31622 11,8868 3,31622 -3,014 0,003 0,021

Notas. Dureza: factor I (Dureza de trato con logro de fines por encima de normas sociales). Malevolencia:
factor II (Malevolencia, recelo y rencor hacia los demás y el poder político). Desconfianza: factor III
(Desconfianza en el ser humano).

122
Análisis en función del estado civil

Dado el bajo número del grupo que engloba a separados y divorciados (n = 11) en
relación con los otros dos, se ha prescindido de él para realizar los cálculos en relación
con las diversas variables. Por tanto, en lo que se presenta a continuación es el resultado
de comparar solteros con casados-emparejados.

Aspectos descriptivos de la parálisis cerebral. En relación con las preguntas


recogidas en este cuestionario han sido siete las que han presentado diferencias
estadísticamente significativas. Son los que siguen: ítem 1 (Es una enfermedad) (t =
4,441; p< 0,001); ítem 4 (En general, se puede quitar durante el desarrollo
adolescente) (t = 2,400; p = 0,017); ítem 9 (Es un problema que perjudica a la persona
que la tiene pero no es una enfermedad) (t = - 2,256; p = 0,025); ítem 10
(Fundamentalmente, su origen es por causas ambientales) (t = 3,042; p = 0,003); ítem
11 (En general, puede prevenirse si los padres llevan una vida sana) (t = 3,481; p =
0,001); ítem 14 (Existen más casos de niñas o mujeres que la tienen que de niños u
hombres) (t = 5,384; p< 0,001); e ítem 19 (En general, los que la tienen son iguales o
muy parecidos entre ellos) (t = 2,956; p = 0,003). En todos, las mayores puntuaciones se
dieron en solteros, con excepción del ítem 9. Los valores de eta al cuadrado no fueron
muy altos siendo, pues, los tamaños del efecto pequeños, con excepción de la pregunta
1 que fue casi moderado y de la 14 que fue medio (véase Tabla 20).

Expectativas sobre la Parálisis Cerebral. Con este instrumento han surgido


cinco diferencias estadísticamente significativas en sus preguntas, en función del estado
civil. Se han dado en los ítems que se presentan a continuación:

• 2. Si disponen de tiempo suficiente, pueden llegar a aprender lo mismo que los que
no la tienen
• 5. Suelen ser agresivas y violentas
• 8. Están capacitados para criar y educar a sus hijos como los que no la tienen
• 14. Suelen estar de mal humor
• 17. Suelen estar tristes

123
Las puntuaciones medias más elevadas fueron para los solteros.

Tabla 20
Medias y desviaciones estándar de las preguntas del Cuestionario Descriptivo de la
Parálisis Cerebral en función del estado civil (soltero o casado-emparejado)

Soltero Casado-emparejado
Ítem M DE M DE t p Eta2
1 3,4861 1,59061 2,7941 1,61795 4,441 <0,001 0,045
2 1,3115 0,68919 1,2596 0,65194 0,796 0,426 0,001
3 2,4645 1,41255 2,4200 1,43445 0,322 0,748 0,000
4 1,4043 0,72754 1,2548 0,54505 2,400 0,017 0,013
5 2,1121 1,14797 2,3239 1,28771 -1,785 0,075 0,007
6 1,8643 1,15552 1,7472 1,06510 1,084 0,279 0,003
7 2,4817 1,39339 2,6106 1,44623 -0,935 0,351 0,002
8 2,7480 1,10475 2,6422 1,28452 0,908 0,365 0,002
9 2,5456 1,47978 2,8744 1,52077 -2,256 0,025 0,012
10 1,6977 1,04061 1,4314 0,74310 3,042 0,003 0,021
11 1,7838 1,09576 1,4615 0,79154 3,481 0,001 0,028
12 2,6359 1,32908 2,5829 1,27375 0,419 0,676 0,000
13 3,5262 1,34619 3,4347 1,37062 0,694 0,488 0,001
14 1,4337 0,73439 1,1286 0,38558 5,384 <0,001 0,064
15 1,0093 0,09600 1,0048 0,06934 0,546 0,586 0,001
16 1,4228 0,74701 1,4581 0,75789 -0,482 0,630 0,001
17 2,0972 1,04983 2,2500 1,07452 -1,481 0,139 0,005
18 3,1362 1,50516 3,2981 1,49197 -1,112 0,267 0,003
19 2,3206 1,14547 1,9984 1,09725 2,956 0,003 0,020
20 2,1305 1,38825 2,0589 1,28409 0,551 0,582 0,001

Por otra parte, con el ítem 11 (Suelen ser sociables) los resultados de la prueba t
de Student han sido, prácticamente, significativos (t = - 1,964; p = 0,050), en este caso,
con una mayor puntuación los casados-emparejados (véase Tabla 21).

Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades. Con la Escala


de Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades no hubo diferencia
estadísticamente significativa en base al estado civil (solteros, M = 26,73, DE = 10,75;
casados-emparejados, M = 25,85, DE = 10,56; t = 0,871; p = 0,384). Tampoco se
produjeron en ninguno de los factores. En el primero de ellos t fue igual a 0,621 (p =
0,535) (solteros, M = 16,66, DE = 6,82; casados-emparejados, M = 16,24, DE = 7,12).

124
Y, en el segundo factor, t = 1,139 (p = 0,255) (solteros, M = 10,07, DE = 4,14; casados-
emparejados, M = 9,61, DE = 4,09).

Tabla 21
Medias y desviaciones estándar y valores de eta al cuadrado de las preguntas del
Cuestionario de Expectativas sobre la Parálisis Cerebral en función del estado civil
(soltero o casado-emparejado)

Soltero Casado-emparejado
M DE M DE t p Eta2
1 2,6093 1,42275 2,4931 1,32560 0,869 0,386 0,002
2 2,7860 1,36289 2,5158 1,27307 2,106 0,036 0,010
3 2,3780 1,30125 2,1523 1,20855 1,847 0,065 0,008
4 2,1025 1,11854 2,1071 1,09820 -0,042 0,966 0,000
5 1,3860 0,69362 1,2224 0,50014 2,789 0,006 0,018
6 2,9488 1,29419 2,9904 1,37609 -0,320 0,749 0,000
7 2,5696 1,29423 2,4957 1,27313 0,593 0,554 0,001
8 2,1163 1,23442 1,8312 1,01459 2,599 0,010 0,016
9 1,7336 1,09335 1,6960 1,05370 0,361 0,719 0,000
10 2,6887 1,39242 2,5455 1,37018 1,066 0,287 0,003
11 2,5408 1,13257 2,7596 1,15884 -1,964 0,050 0,009
12 2,2380 1,20910 2,0969 1,12519 1,243 0,215 0,004
13 2,4602 1,29505 2,4659 1,24579 -0,046 0,963 0,000
14 1,4452 0,69256 1,2389 0,48837 3,550 <0,001 0,029
15 1,7628 0,97373 1,8503 1,05491 -0,887 0,376 0,002
16 2,1860 1,14907 2,2404 1,21580 -0,473 0,637 0,001
17 1,8100 1,00610 1,4987 0,72832 3,654 <0,001 0,031
18 1,9444 1,07071 2,0625 1,15090 -1,094 0,275 0,003
19 2,6093 1,42275 2,1506 1,16374 0,652 0,515 0,001
20 2,7860 1,36289 2,3077 1,24394 -0,071 0,943 0,000
21 2,3780 1,30125 2,6265 1,09945 0,581 0,561 0,001
22 2,1025 1,11854 1,9944 1,15262 -0,819 0,413 0,002
23 1,3860 0,69362 1,7548 1,07338 1,221 0,223 0,004

Características de personalidad. En este ámbito se han dado tres diferencias


estadísticamente significativas. Una en la subescala de neuroticismo (soltero, M = 2,52;
DE = 1,78; casado-emparejado, M = 1,85; DE = 1,71; t = 3,946, p< 0,001). Otra, en la
de psicoticismo (soltero, M = 2,17; DE = 1,56; casado-emparejado, M = 1,61; DE =
1,36; t = 3,938, p< 0,001). Y, por último, con mayor puntuación el grupo de casado-
emparejado, en la subescala de disimulo/conformidad (soltero, M = 2,43; DE = 1,55;
casado-emparejado, M = 3,14; DE = 1,80; t = - 4,381, p< 0,001). Los tamaños del efecto
han sido medio bajos (véase Tabla 22).

125
Tabla 22
Medias y desviaciones estándar en función del estado civil del Cuestionario Revisado de Personalidad de
Eysenck (EPQ-RA), prueba t de Student entre las medias y valor de eta al cuadrado

Soltero Casado-emparejado
Dimensión M DE M DE t p
Neuroticismo 2,5186 1,78180 1,8498 1,71302 3,946 <0,001 0,036
Extraversión 3,8716 1,73020 3,5549 1,78452 1,859 0,064 0,008
Psicoticismo 2,1727 1,56075 1,6123 1,36492 3,938 <0,001 0,035
Disimulo/
Conformidad 2,4257 1,54896 3,1394 1,79769 -4,381 <0,001 0,044

Valores. En el ámbito de los valores han surgido tres diferencias


estadísticamente significativas en las dimensiones de la Escala Val-89, dos con mayor
puntuación los casados-emparejados: universalidad (soltero, M = 77,40; DE = 12,68;
casado-emparejado, M = 83,28; DE = 11,93; t = - 4,921, p< 0,001) y conformidad
(soltero, M = 81,43; DE = 13,38; casado-emparejado, M = 84,70; DE = 12,12; t = -
2,636, p = 0,009) y, otra, al contrario, con mayor puntuación media el grupo de solteros
(soltero, M = 65,86; DE = 21,28; casado-emparejado, M = 59,47; DE = 21,75; t = 3,066,
p = 0,002). Los tamaños del efecto, a partir de eta al cuadrado, fueron pequeños, a
excepción del correspondiente al factor II (universalidad) que fue moderado (véase
Tabla 23).

Tabla 23
Medias ponderadas y desviaciones estándar en función del estado civil de cada uno de los factores de la Escala de
Valores VAL-89 y de la suma total de ítems y prueba t de Student entre las medias

Soltero Casado-emparejado
Factor M DE M DE t p Eta2
I 80,9290 12,73087 81,6043 11,94928 -0,564 0,573 0,001
II 77,4038 12,68300 83,2796 11,93216 -4,921 <0,001 0,054
III 81,2250 10,33836 82,9505 9,82878 -1,764 0,078 0,007
IV 63,5558 14,64729 61,8105 14,27494 1,245 0,214 0,004
V 81,4324 13,37909 84,6967 12,11991 -2,636 0,009 0,016
VI 78,6960 12,31935 80,7084 10,48086 -1,813 0,071 0,008
VII 58,4114 16,32661 55,7153 15,67795 1,737 0,083 0,007
VIII 74,0603 12,84361 71,6904 15,80654 1,695 0,091 0,007
IX 78,3037 18,81462 79,0670 17,31260 -0,435 0,664 0,000
X 65,8649 21,27624 59,4737 21,74762 3,066 0,002 0,022
Val-89 total 4187,7303 516,16002 4233,8886 488,40100 -0,947 0,344 0,002

Notas. la puntuación media total de la escala no está ponderada. I: autodirección. II: universalidad. III:
benevolencia. IV: tradición. V: conformidad. VI: seguridad. VII: poder. VIII: logro. IX: hedonismo. X:
estimulación. Val-89-total: puntuación total en la Escala Val-89.

126
Hostilidad y malevolencia. De los tres factores del Cuestionario de Hostilidad y
Malevolencia (HOSTYMAL), en dos se han dado diferencias estadísticamente
significativas en función del estado civil. En el factor I (Dureza de trato con logro de
fines por encima de las normas sociales) (soltero, M = 2,88, DE = 2,06; casado-
emparejado, M = 2,15, DE = 1,64; t = 3,976, p< 0,001) y en el factor II (Malevolencia,
recelo y rencor hacia los demás y el poder político) (soltero, M = 5,76, DE = 2,12;
casado-emparejado, M = 5,24, DE = 2,29; t = 2,405, p = 0,017). Por último, también en
la suma de los valores de los tres factores (soltero, M = 12,92, DE = 3,06; casado-
emparejado, M = 11,83, DE = 3,09; t = 3,624, p< 0,001). La puntuación más elevada
siempre ha sido de los solteros. Los tamaños del efecto no alcanzaron el nivel de
moderado (véase Tabla 24).

Tabla 24
Medias y desviaciones estándar por estado civil del Cuestionario Hostilidad y Maleovolencia (HOSTYMAL) y
prueba t de Student entre las medias y valor de eta al cuadrado

Soltero Casado-emparejado
Dimensión M DE M DE t p Eta2
Dureza 2,8755 2,06355 2,1470 1,64097 3,976 <0,001 0,036
Malevolencia 5,7585 2,12009 5,2367 2,29118 2,405 0,017 0,014
Desconfianza 4,2870 0,88293 4,4418 0,87409 -1,792 0,074 0,008
HOSTYMAL
total 12,9210 3,05801 11,8255 3,09247 3,624 <0,001 0,030

Satisfacción vital. En este otro ámbito también ha aparecido una diferencia


estadísticamente significativa en base al estado civil con una puntuación mayor en los
casados-emparejados (soltero, M = 24,05, DE = 6,44; casado-emparejado, M = 25,55,
DE = 5,55; t = - 2,513, p = 0,012). El tamaño del efecto fue pequeño, eta al cuadrado
igual a 0,015.

Disposición hacia el optimismo. Por último, en este caso, también se ha


producido una diferencia estadísticamente significativa en función del estado civil,
también con una mayor puntuación del grupo de los casados-emparejados (soltero, M =
12,91, DE = 4,09; casado-emparejado, M = 14,37; DE = 3,53; t = - 3,844, p< 0,001). El
valor de eta al cuadrado fue algo mejor que en el caso anterior, pero no llegó a
moderado (0,034).

127
Análisis en función de la edad

Aspectos descriptivos de la parálisis cerebral. Se llevó a cabo un análisis de


varianza de una vía (ANOVA), tomando como variable independiente los grupos de
edad con los cuatro niveles especificados en la presentación de la muestra y como
dependientes todas las preguntas del Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral.
Aparecieron un total de 11 valores de F estadísticamente significativos (véase Tabla
25). En concreto en las preguntas:

• 1. Es una enfermedad
• 2. Es hereditaria
• 3. En general, no puede prevenirse
• 4. En general, se puede quitar durante el desarrollo adolescente
• 8. La padecen más personas de las que se cree
• 9. Es un problema que perjudica a la persona que lo tiene pero no es una
enfermedad
• 10. Fundamentalmente, su origen es por causas ambientales
• 11. En general, puede prevenirse si los padres llevan una vida sana
• 13. Es conveniente que existan centros educativos específicos sólo para
determinados niños que la tienen
• 14. Existen más casos de niñas o mujeres que la tienen que de niños u hombres
• 19. En general, los que la tienen son iguales o muy parecidos entre ellos

Como puede observarse en la Tabla 25, los valores de eta al cuadrado, para las
preguntas en las que se obtuvieron diferencias estadísticamente significativas, oscilaron
entre 0,018 y 0,115, para la pregunta 3 y la 1, respectivamente. Salvo el correspondiente
a esta última que es un tamaño del efecto que se acerca a grande, el resto fue moderado
tendente a pequeño.

Las pruebas post hoc utilizadas han sido Tukey, cuando había homogeneidad de
las varianzas, y Games-Howell, cuando no. En la Tabla 26 están reflejadas entre cuáles
grupos de edad surgen las diferencias estadísticamente significativas. A partir de las
diferencias de medias puede comprobarse que, con excepción de la pregunta número 9

128
(Es un problema que perjudica a la persona que lo tiene pero no es una enfermedad),
en todas las demás las medias son siempre superiores en los grupos más jóvenes.

Tabla 25
Valores de F, nivel de significación y eta al cuadrado resultantes del ANOVA de cada
una de las preguntas del Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral en función
de los grupos de edad

Pregunta F p Eta2
1. 18,868 <0,001 0,115
2. 3,307 0,020 0,022
3. 2,653 0,048 0,018
4. 5,908 0,001 0,039
5. 1,447 0,229 0,010
6. 2,104 0,099 0,014
7. 0,269 0,848 0,002
8. 4,146 0,006 0,028
9. 7,565 <0,001 0,050
10. 4,911 0,002 0,033
11. 5,366 0,001 0,036
12. 1,471 0,222 0,010
13. 3,766 0,011 0,025
14. 11,421 <0,001 0,073
15. 1,177 0,318 0,008
16. 0,282 0,838 0,002
17. 0,637 0,592 0,004
18. 2,295 0,077 0,016
19. 7,894 <0,001 0,030
20. 1,330 0,264 0,009

Expectativas sobre la parálisis cerebral. Con el instrumento para valorar este


aspecto se efectuó un análisis de varianza (ANOVA) con los 23 ítems del mismo,
considerando como variable independiente los cuatro grupos de edad establecidos. En
total aparecieron seis diferencias estadísticamente significativas (Tabla 27); en concreto,
en las preguntas que se detallan:

5. Suelen ser agresivas y violentas


10. Suelen tener una sexualidad problemática frente a los que no la tienen
11. Suelen ser sociables
14. Suelen estar de mal humor
17. Suelen estar tristes

129
23. Suelen tener poca fuerza de voluntad

Tabla 26
Grupos de edad con diferencias estadísticamente significativas a partir de las pruebas
post hoc (Tukey y Games-Howell)

Diferencias
Pregunta Grupos de medias p
1. 1-3 1,20115 <0,001
1. 1-4 1,30585 <0,001
1. 2-3 0,84028 0,001
1. 2-4 0,94498 <0,001
2. 1-2 0,26419 0,017
3. 1-4 0,49652 0,044
4. 1-3 0,29605 0,002
4. 1-4 0,27975 0,003
8. 1-4 0,41880 0,039
8. 2-4 0,53100 0,008
9. 1-4 -0,58495 0,018
9. 2-3 -0,68090 0,005
9. 2-4 -0,90064 <0,001
10. 1-4 0,31690 0,048
10. 2-3 0,34938 0,041
10. 2-4 0,41896 0,007
11. 1-3 0,37735 0,017
11. 1-4 0,39037 0,014
11. 2-4 0,35862 0,042
13. 1-3 0,59368 0,006
14. 1-3 0,34167 <0,001
14. 1-4 0,40415 <0,001
14. 2-3 0,20820 0,038
14. 2-4 0,27068 0,002
19. 1-3 0,63312 <0,001
19. 1-4 0,57797 0,001

Nota. Los valores positivos en la diferencias de medias son indicativos de mayor media
en el primero de los grupos y, los negativos, del segundo.

Los valores de eta al cuadrado de los citados ítems fueron, respectivamente,


0,057; 0,022; 0,027; 0,47; 0,072; y 0,073. Como puede observarse, hubo dos de ellos
que son indicativos de un tamaño del efecto medio bajos (las preguntas 10 y 11). El
resto puede ser considerado con tamaños moderados.

130
Tabla 27
Valores de F, nivel de significación y eta al cuadrado resultantes del ANOVA de cada
una de las preguntas del Cuestionario de Expectativas sobre la Parálisis Cerebral en
función de los grupos de edad

Pregunta F p Eta2
1. 0,876 0,453 0,006
2. 2,337 0,073 0,016
3. 1,974 0,117 0,013
4. 1,381 0,248 0,009
5. 8,784 <0,001 0,057
6. 1,340 0,261 0,009
7. 1,828 0,141 0,013
8. 1,147 0,330 0,008
9. 1,688 0,169 0,012
10. 3,299 0,020 0,022
11. 4,040 0,008 0,027
12. 1,045 0,372 0,007
13. 2,183 0,089 0,015
14. 7,197 <0,001 0,047
15. 0,915 0,434 0,006
16. 1,060 0,366 0,007
17. 11,248 <0,001 0,072
18. 1,941 0,122 0,013
19. 2,023 0,110 0,014
20. 0,049 0,986 0,000
21. 0,217 0,885 0,002
22. 2,179 0,090 0,015
23. 11,303 <0,001 0,073

A continuación se aplicaron pruebas post hoc para ver entre qué grupos se daban
tales diferencias. Para aquellas en las que se asumían la homogeneidad de las varianzas
se empleó Tukey y para las que no Games-Howell. Para el caso de la pregunta 10, al
final, no se alcanzó el nivel de significación inferior a 0,05, aunque estuvo muy
próximo, con una p = 0,051, en el contraste entre el grupo 1 y el 3, con una diferencia
de medias a favor del grupo 1 (0,47). En las demás, tal como puede verse en la Tabla
28, en las 13 diferencias estadísticamente significativas entre los grupos de edad, en 9
puntuaciones medias eran mayores los grupos de menor edad (preguntas 5, 14, 17 y 23;
con excepción esta última que a continuación se explicita). Y, por otra parte, con medias
más elevadas los de más edad en la pregunta 11 y en contraste entre el grupo 3 y el 4 de
la número 23.

131
Tabla 28
Grupos de edad con diferencias estadísticamente significativas a partir de las pruebas
post hoc (Tukey y Games-Howell)

Diferencias
Pregunta Grupos de medias p
5. 1-3 0,34242 <0,001
5. 1-4 0,32353 <0,001
5. 2-3 0,22308 0,001
11. 1-2 -0,40926 <0,001
11. 1-3 -0,45198 0,017
11. 1-4 -0,43597 0,044
14. 1-3 0,34790 0,002
14. 1-4 0,30222 0,003
17. 1-3 0,63031 0,039
17. 1-4 0,49333 0,008
23. 1-3 0,81039 0,018
23. 2-3 0,49246 0,005
23. 3-4 -0,56257 <0,001

Nota. Los valores positivos en la diferencias de medias son indicativos de mayor media
en el primero de los grupos y, los negativos, del segundo.

Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades. Con esta


escala no se obtuvieron diferencias estadísticamente significativas. El valor de F fue
igual a 0,330, con un nivel de significación de 0,804. Tampoco en ninguno de sus
factores; en el primero el resultado fue de F = 0,242 (p = 0,867) y, en el segundo, de F =
1,165 (p = 0,323).

Características de personalidad. Con este instrumento también se realizó un


análisis de varianza (ANOVA), considerando como variable independiente los cuatro
grupos de edad establecidos. Con todas las dimensiones (neuroticismo, extraversión,
psicoticismo y dismulo/conformidad) aparecieron diferencias estadísticamente
significativas (Tabla 29).

Los valores de eta al cuadrado oscilaron desde 0,043 a 0,127. Puede decirse que
fueron desde un tamaño del efecto casi moderado a casi alto, según los criterios de
Cohen (1988) (citado en Pallant, 2010).

132
Tabla 29
Valores de F, nivel de significación y eta al cuadrado resultantes del ANOVA de cada
una de las preguntas del Cuestionario Revisado de Personalidad (EPQ-RA) en función
de los grupos de edad

Dimensión F p Eta2
Neuroticismo 12,629 <0,001 0,080
Extraversión 6,606 <0,001 0,043
Psicoticismo 15,750 <0,001 0,098
Disimulo/conformidad 21,133 <0,001 0,127

Las pruebas post hoc de Tukey y de Games-Howell ofrecieron entre qué grupos
se daban las diferencias estadísticamente significativas. En todos los casos que
surgieron las diferencias las puntuaciones medias fueron superiores en los más jóvenes,
con excepción de la dimensión Disimulo/conformidad, donde los más mayores tuvieron
medias más elevadas (véase Tabla 30).

Tabla 30
Grupos de edad con diferencias estadísticamente significativas a partir de las pruebas
post hoc (Tukey y Games-Howell)

Diferencias
Dimensión Grupos de medias p
Neuroticismo 1-2 0,65296 0,027
Neuroticismo 1-3 1,27022 <0,001
Neuroticismo 1-4 1,12307 <0,001
Extraversión 1-4 0,62604 0,033
Extraversión 2-4 1,03589 <0,001
Psicoticismo 1-3 1,14920 <0,001
Psicoticismo 1-4 0,77757 0,001
Psicoticismo 2-3 0,98641 <0,001
Psicoticismo 2-4 0,61478 0,011
Disimulo/conformidad 1-3 -0,82386 0,001
Disimulo/conformidad 1-4 -1,31736 <0,001
Dismulo/conformidad 2-4 -1,50885 <0,001

Nota. Los valores positivos en la diferencias de medias son indicativos de mayor media
en el primero de los grupos y, los negativos, del segundo.

Valores. En esta escala el ANOVA, tomando como variable independiente los


grupos de edad, dio como resultado 8 diferencias estadísticamente significativas dentro
de sus distintas dimensiones:

133
• 1. Autodirección
• 2. Universalidad
• 3. Benevolencia
• 5. Conformidad
• 7. Poder
• 8. Logro
• 9. Hedonismo
• 10. Estimulación

En la Tabla 31 pueden verse los valores de F y los niveles de significación. Los


valores de eta al cuadrado fueron de 0,031 a 0,120; siendo los tamaños del efecto, de
acuerdo con los criterios de Cohen (1988) (citado en Pallant, 2010), tres medio bajos,
dos moderados y uno casi grande (Tabla 32).

Tabla 31
Valores de F, nivel de significación y eta al cuadrado resultantes del ANOVA de la
Escala Val-89 en función de los grupos de edad

Dimensión F p Eta2
1. Autodirección 5,434 0,001 0,036
2. Universalidad 19,885 <0,001 0,120
3. Benevolencia 5,974 0,001 0,039
4. Tradición 1,176 0,319 0,008
5. Conformidad 3,095 0,027 0,021
6. Seguridad 1,842 0,139 0,013
7. Poder 4,677 0,003 0,031
8. Logro 9,776 <0,001 0,063
9. Hedonismo 6,355 <0,001 0,042
10. Estimulación 13,054 <0,001 0,082
Val-89 total 1,680 0,171 0,011

Con las pruebas post hoc de Tukey y de Games-Howell se obtuvieron cuáles


eran los grupos de edad entre los cuales se daban las diferencias estadísticamente
significativas. Al final, en la dimensión V (conformidad) no se obtuvo ninguna
diferencia estadísticamente significativa. En la Tabla 32 se pueden ver los resultados de
la aplicación de estas técnicas.

134
Tabla 32
Grupos de edad con diferencias estadísticamente significativas en la Escala Val-89 a
partir de las pruebas post hoc (Tukey y Games-Howell)

Diferencias
Dimensión Grupos de medias p
1. Autodirección 1-3 -25,96195 0,034
1. Autodirección 2-4 28,12821 0,027
1. Autodirección 3-4 33,20260 0,003
2. Universalidad 1-3 -81,90957 <0,001
2. Universalidad 1-4 -97,37510 <0,001
2. Universalidad 2-3 -49,46193 0,004
2. Universalidad 2-4 -64,92746 <0,001
3. Benevolencia 1-3 -40,90012 0,003
3. Benevolencia 2-3 -40,40516 0,005
7. Poder 1-4 39,90455 0,001
8. Logro 1-4 42,65076 <0,001
8. Logro 2-4 41,15231 <0,001
8. Logro 3-4 41,39866 <0,001
9. Hedonismo 1-2 -13,96603 0,027
9. Hedonismo 2-4 20,45983 <0,001
9. Hedonismo 3-4 13,18742 0,029
10. Estimulación 1-4 43,16244 <0,001
10. Estimulación 2-4 48,44569 <0,001
10. Estimulación 3-4 28,32369 0,005

Nota. Los valores positivos en la diferencias de medias son indicativos de mayor media
en el primero de los grupos y, los negativos, del segundo.

Hostilidad y malevolencia. El análisis de varianza (ANOVA) ha arrojado tres


diferencias estadísticamente significativas, relativas al primer factor, denominado
Dureza de trato con logro de fines por encima de normas sociales (F = 30,073; p<
0,001); al segundo, Malevolencia, recelo y rencor hacia los demás y el poder político (F
= 3,497; p = 0,016) y a la puntuación total (F = 15,761; p< 0,001) (Tabla 33).

Los valores de eta al cuadrado fueron 0,174, para el primer factor; 0,024, para el
segundo; y 0,100, para la puntuación total; lo cual puede interpretarse como tamaños del
efecto grande, pequeño y moderado alto, respectivamente.

135
Tabla 33
Valores de F, nivel de significación y eta al cuadrado resultantes del ANOVA de la
Escala Val-89 en función de los grupos de edad

Dimensión F p Eta2
1. Factor I 30,073 <0,001 0,174
2. Factor II 3,497 0,016 0,024
3. Factor III 1,716 0,163 0,012
4. HOSTYMAL total 15,761 <0,001 0,100

Notas. Factor I: Dureza de trato con logro de fines por encima de normas sociales.
Factor II: Malevolencia, recelo y rencor hacia los demás y el poder político. Factor III:
Desconfianza en el ser humano.

Realizadas pruebas post hoc, con Tukey y Games-Howell según se asumieran o


no varianzas iguales, se hallaron las diferencias estadísticamente significativas entre los
distintos grupos de edad (véase Tabla 34).

Tabla 34
Grupos de edad con diferencias estadísticamente significativas en el Cuestionario
Hostymal a partir de las pruebas post hoc (Tukey y Games-Howell)

Diferencias
Dimensión Grupos de medias p
Factor I 1-2 0,98496 0,003
Factor I 1-3 2,03479 <0,001
Factor I 1-4 1,75190 <0,001
Factor I 2-4 0,76694 0,009
Factor II 2-4 0,91286 0,014
Hostymal total 1-3 2,17743 <0,001
Hostymal total 1-4 2,03345 <0,001
Hostymal total 2-3 1,83955 <0,001
Hostymal total 2-4 1,69557 <0,001

Notas. Los valores positivos en la diferencias de medias son indicativos de mayor media
en el primero de los grupos. Factor I: Dureza de trato con logro de fines por encima de
normas sociales. Factor II: Malevolencia, recelo y rencor hacia los demás y el poder
político. Factor III: Desconfianza en el ser humano.

Satisfacción vital. No se han encontrado diferencias estadísticamente


significativas en las puntuaciones medias en la Escala de Satisfacción Vital en función
de los grupos de edad establecidos (F = 1,215; p = 0,304).

136
Disposición al optimismo. Con el Test de Orientación Vital Revisado se han
obtenido diferencias estadísticamente significativas entre diferentes grupos de edad. El
ANOVA ofreció una F = 11,522 (p< 0,001), siendo el valor de eta al cuadrado de 0,077,
lo que puede interpretarse como un tamaño del efecto moderado.

Aplicada la prueba de Tukey se encontraron diferencias estadísticamente


significativas entre el grupo 1 con el 3 y el 4 y del grupo 2 con el 3. En los tres casos, la
diferencia de medias fue negativa, lo que significa que las mayores puntuaciones medias
están en los grupos de más edad (Tabla 35).

Tabla 35

Grupos Diferencia de medias p


LOT-R 1-3 -2,98673 <0,001
LOT-R 1-4 -1,75096 0,004
LOT-R 2-3 -1,89146 0,002

137
Análisis en función de si trabajan o no con discapacitados

Aspectos descriptivos de la parálisis cerebral. Aplicada la prueba t de Student


con las 20 preguntas que conforman el cuestionario relativo a la descripción de la
parálisis cerebral se han encontrado un total de 8 diferencias estadísticamente
significativas. Las preguntas en las que puntúan más aquellos que trabajan actualmente
o han trabajado con discapacitados son las siguientes:

• 7. En general, a los niños que la tienen les viene mejor acudir a colegios donde
también vayan los que no la tenga
• 9. Es un problema que perjudica a la persona que lo tiene pero no es una
enfermedad
• 17. En general, con el paso del tiempo, los que la tienen suelen ir mejorando en
algunos de sus problemas
• 18. Es incurable

Mientras que las puntuaciones medias son superiores en los que ni trabajan ni
han trabajado han sido en:

• 1. Es una enfermedad
• 2. Es hereditaria
• 4. En general, se puede quitar durante el desarrollo adolescente
• 12. En general, a medida que pasan los años, la persona que la tiene va
empeorando
• 13. Es conveniente que existan centros educativos específicos sólo para
determinados niños que la tienen
• 14. Existen más casos de niñas o mujeres que la tienen que de niños u hombres
• 19. En general, los que la tienen son iguales o muy parecidos entre ellos

Los tamaños del efecto han sido todos los casos pequeños, con excepción de la
pregunta n.º 1 que ha sido moderado, con un valor de eta al cuadrado de 0,073 (véase la
Tabla 36).

138
Tabla 36
Medias y desviaciones típicas según se trabaje, haya trabajado o no con discapacitados
en el Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral, prueba de t de Student y valor
de eta al cuadrado

Trabajo con No trabajo con


discapacitados discapacitados
Ítem M DE M DE t p Eta2
1. 2,3168 1,50951 3,3672 1,60754 5,827 <0,001 0,073
2. 1,1683 0,47052 1,3171 0,71252 2,435 0,016 0,014
3. 2,3643 1,35059 2,4694 1,44156 0,651 0,516 0,001
4. 1,1782 0,47741 1,3616 ,67513 3,040 0,003 0,021
5. 2,1980 1,14908 2,2048 1,24661 0,049 0,961 0,000
6. 1,8273 1,16656 1,7774 1,09534 -0,394 0,694 0,000
7. 2,8567 1,42880 2,4410 1,39321 -2,609 0,009 0,016
8. 2,5149 1,23785 2,7611 1,17400 1,821 0,069 0,008
9. 3,1348 1,51077 2,6064 1,52608 -3,052 0,002 0,021
10. 1,4857 0,79203 1,6194 0,99060 1,395 0,164 0,005
11. 1,5248 0,76934 1,6646 1,03893 1,463 0,145 0,005
12. 2,2994 1,21845 2,7071 1,30246 2,793 0,005 0,018
13. 3,0139 1,17110 3,5960 1,38954 4,175 <0,001 0,039
14. 1,1485 0,43327 1,3184 0,64361 3,044 0,003 0,021
15. 1,0000 0,00000 1,0091 0,09506 0,960 0,337 0,002
16. 1,5536 0,80289 1,4052 0,72840 -1,748 0,081 0,007
17. 2,3663 1,01708 2,0939 1,06347 -2,275 0,023 0,012
18. 3,6791 1,38419 3,1268 1,50771 -3,282 0,001 0,024
19. 1,9406 1,04711 2,2058 1,14927 2,071 0,039 0,010
20. 2,0198 1,22458 2,0892 1,37548 0,484 0,629 0,001

Expectativas acerca de la parálisis cerebral. Sólo hubo una pregunta en la que


aquellos que trabajaban o habían trabajado con personas con discapacidad tuvieron una
puntuación media mayor; en concreto en la número 11 (Son tan inteligentes como los
que no la tienen) (t = - 2,123; p = 0,034; eta2 = 0,010). Como puede observarse el
tamaño del efecto es pequeño (Tabla 37).

139
Tabla 37
Medias y desviaciones típicas según se trabaje, haya trabajado o no con discapacitados
en el Cuestionario de Expectativas sobre la Parálisis Cerebral, prueba de t de Student y
valor de eta al cuadrado

Trabajan con No trabajan con


discapacitados discapacitados
Ítem M DE M DE t p Eta2
1. 2,5798 1,23434 2,5410 1,41604 -0,266 0,790 0,000
2. 2,4420 1,17763 2,7253 1,38221 2,026 0,044 0,009
3. 2,1683 1,15818 2,3101 1,28978 0,989 0,323 0,002
4. 2,2786 1,09626 2,0703 1,12806 -1,634 0,103 0,006
5. 1,1287 0,33655 1,3526 0,66052 4,525 <0,001 0,046
6. 2,8911 1,29538 2,9483 1,34586 0,377 0,706 0,000
7. 2,6104 1,24013 2,5074 1,30400 -0,702 0,483 0,001
8. 1,9692 1,11766 1,9878 1,16078 0,143 0,887 0,000
9. 1,8392 1,12892 1,7104 1,10084 -1,022 0,307 0,002
10. 2,4912 1,19585 2,6544 1,42789 1,143 0,254 0,003
11. 2,8614 1,12276 2,5844 1,15428 -2,123 0,034 0,010
12. 2,1782 1,10812 2,1895 1,20750 0,083 0,934 0,000
13. 2,2863 1,09609 2,4770 1,32239 1,454 0,148 0,005
14. 1,1819 0,43355 1,4014 0,66802 3,869 <0,001 0,034
15. 1,9406 1,05662 1,7716 1,03867 -1,424 0,155 0,005
16. 2,3366 1,21060 2,1763 1,18910 -1,180 0,239 0,003
17. 1,3512 0,58961 1,7247 0,91270 4,832 <0,001 0,052
18. 2,1881 1,15510 1,9697 1,12578 -1,695 0,091 0,007
19. 2,0693 1,07012 2,1964 1,24137 1,004 0,317 0,002
20. 2,5050 1,14563 2,2685 1,26683 -1,677 0,094 0,007
21. 2,7788 1,10984 2,6251 1,11377 -1,215 0,225 0,003
22. 1,9787 1,08612 1,9111 1,10212 -0,541 0,589 0,001
23. 1,7763 1,03502 1,8021 1,12093 0,206 0,837 0,000

Por otra parte, alcanzaron una puntuación superior aquellos que no trabajaban
con discapacitados en tres preguntas:

2. Si disponen de tiempo suficiente, pueden llegar a aprender lo mismo que los que no
lo tienen
5. Suelen ser agresivos y violentos
14. Suelen estar de mal humor
17. Suelen estar tristes

140
En este caso, los tamaños del efecto fueron pequeños también, aunque algo
mayor el correspondiente de la pregunta número 5 y 17 (Tabla 37).

Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades. Con esta


escala no ha habido ninguna diferencia estadísticamente significativa, ni con sus
factores ni con su puntuación total (Tabla 38)

Tabla 38
Medias, desviaciones típicas y prueba t de Student de quienes trabajan o han trabajado
con personas con discapacidad y de quienes no

Trabaja No trabaja
con discapacitados con discapacitados
M DE M DE t p
Factor I 17,1252 7,27790 16,3839 7,04475 -0,918 0,359
Factor II 9,9108 3,80291 9,8440 4,33102 -0,149 0,881
ECNCC total 27,0360 10,48880 26,2279 10,63618 -0,670 0,503

Notas. Factor I: expectativas de normalidad comportamental. Factor II: expectativas de


capacidad intelectual y rendimiento.

Características de personalidad. Han aparecido tres diferencias


estadísticamente significativas, entre los que trabajan o han trabajado y los que no lo
han hecho nunca con personas con discapacidad, utilizando la prueba t de Student; a
saber: en neuroticismo (t = 3,369; p = 0,001), psicoticismo (t = 3,070; p= 0,002), con
mayores puntuaciones medias para los segundos, y en disimulo/conformidad (t = -
3,325; p = 0,001) al contrario. Los valores de eta al cuadrado fueron pequeños(Tabla
39).

Tabla 39
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y valores de eta al cuadrado en el Cuestionario de
Personalidad Revisado de Eysenck, en función de si se trabaja o no con personas con discapacidad

Trabaja No trabaja
con discapacitados con discapacitados
Dimensión M DE M DE t p Eta2
Neuroticismo 1,6421 1,66611 2,3141 1,77347 3,369 0,001 0,026
Extraversión 3,5845 1,76722 3,7987 1,75765 1,068 0,286 0,003
Psicoticismo 1,5036 1,32437 2,0174 1,50767 3,070 0,002 0,021
Disimulo/
conformidad 3,2700 1,61342 2,6331 1,69931 -3,325 0,001 0,025

141
Valores. Con la Escala de Valores han surgido cuatro diferencias
estadísticamente significativas, en los factores II (universalidad), VIII (logro), IX
(hedonismo) y X (estimulación). En el primero la puntuación media mayor ha
correspondido a aquellos que trabajan o han trabajado con personas con discapacidad y,
en los siguientes, al contrario. Los valores de eta al cuadrado son pequeñas e indican un
tamaño del efecto de poca relevancia, siendo el más elevado el del factor X (Tabla 40).

Tabla 40
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y valor de eta al cuadrado según se trabaje, se haya
trabajado o no con personas con discapacidad

Trabajo No trabajo
con discapacitados con discapacitados
M DE M DE t p Eta2
I. 476,7506 67,20681 491,6853 73,34488 1,826 0,069 0,008
II. 742,3009 98,16811 715,9432 116,39330 -2,258 0,025 0,012
III. 749,5854 85,62156 736,3921 90,82458 -1,295 0,196 0,004
IV. 366,7646 82,97262 380,6533 100,39347 1,265 0,207 0,004
V. 335,3298 42,59489 330,9382 52,81163 -0,763 0,446 0,001
VI. 555,7714 71,79575 557,0860 83,20807 0,143 0,886 0,000
VII. 275,9432 78,35680 285,6584 82,87804 1,045 0,297 0,003
VIII. 351,9802 73,58016 368,2587 71,75743 1,985 0,048 0,009
IX. 146,2376 34,78078 160,0416 36,62682 3,355 0,001 0,025
X. 162,5743 63,83813 195,0389 63,73128 4,481 <0,001 0,045
Val-89 4163,2380 459,04618 4221,6957 509,80633 1,032 0,303 0,002

Notas. En la primera columna los factores y la puntuación media total de la escala. I: autodirección. II :
universalidad. III: benevolencia. IV: tradición. V: conformidad. VI: seguridad. VII: poder. VIII: logro. IX:
hedonismo. X: estimulación. Val-89: Escala de Valores Val-89.

Hostilidad y malevolencia. Sólo han surgido dos diferencias estadísticamente


significativas con el Cuestionario de Hostilidad y Malevolencia (HOSTYMAL), en el
factor I (Dureza de trato con logro de fines por encima de normas sociales) y en la
puntuación total, en ambos casos con una mayor puntuación media en aquellos que no
trabajan o no han trabajado con personas con discapacidad. El valor de eta al cuadrado
en el primer caso es de 0,084, o que sería un tamaño del efecto moderado alto y el del
segundo de 0,035 que sería moderado bajo (Tabla 41).

Satisfacción vital. En este ámbito no ha aparecido ninguna diferencia


estadísticamente significativa con la Escala de Satisfacción Vital (Tabla 41).

142
Disposición hacia el optimismo. En cuanto al optimismo, en el sentido de
predisposición, sí ha surgido diferencia estadísticamente significativa (t = - 3,462; p =
0,001), con un tamaño del efecto pequeño (eta al cuadrado = 0,028) (Tabla 41).

Tabla 41
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y valor de eta al cuadrado, en función de si se trabaja o
no con personas con discapacidad el Cuestionario de Hostilidad y Malevolencia (HOSTYMAL), Escala
de Satisfacción Vital y Test de Orientación Vital Revisado

Trabaja No trabaja
con discapacitados con discapacitados
M DE M DE t p Eta2
Factor I 1,6549 1,31606 2,7239 1,98039 6,191 <0,001 0,084
Factor II 5,2449 2,27066 5,5449 2,16845 1,186 0,236 0,003
Factor III 4,3555 0,96493 4,3465 0,86329 -0,088 0,930 0,000
HOSTYMAL
total 11,2552 2,52941 12,6152 3,17959 3,877 <0,001 0,035
SWL 25,4227 5,44066 24,5380 6,32117 -1,244 0,214 0,004
LOT-R 14,7606 3,67729 13,2239 3,86794 -3,462 0,001 0,028

Notas. Factor I: Dureza de trato con logro de fines por encima de normas sociales. Factor II:
Malevolencia, recelo y rencor hacia los demás y el poder político. Factor III: Desconfianza en el ser
humano.

143
Análisis en función de si tiene o no un familiar con
discapacidad

Aspectos descriptivos de la parálisis cerebral. No han aparecido diferencias


estadísticamente significativas entre las preguntas del Cuestionario Descriptivo de la
Parálisis Cerebral (véase Tabla 1 en el apéndice de tablas).

Expectativas acerca de la parálisis cerebral. En este aspecto las personas que


han declarado que tienen un familiar con discapacidad han tenido puntuaciones medias
superiores en cuatro preguntas con diferencias estadísticamente significativas, con
tamaños del efecto pequeños. En concreto en:

• 5. Suelen ser agresivas y violentas


• 11. Suelen ser sociables
• 21. Suelen estar alegres
• 22. De adultos, aguantan mejor el estrés laboral que las demás personas

No ha aparecido diferencia estadísticamente significativa con una media mayor


en el grupo de los que no tienen un familiar con discapacidad. En la Tabla 42 pueden
verse las medias, desviaciones típicas, así como los valores de la t de Student y de eta al
cuadrado.

Creencias de Normalidad de Comportamientos y de Capacidades. Con esta


escala no se han hallado diferencias estadísticamente significativas, en función de si se
tiene o no un familiar con discapacidad, ni en sus factores ni en su puntuación total.

Características de personalidad. En cuanto a este aspecto ha surgido una


diferencia estadísticamente significativa en la dimensión de neuroticismo (t = - 2,653; p
= 0,008; eta2 = 0,016). El tamaño del efecto es pequeño (Tabla 43).

144
Tabla 42
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y valor de eta al cuadrado, en función de si se tiene o
no un familiar con discapacidad

Familiar con discapacidad No familiar con discapacidad


Ítem M DE M DE t p Eta2
1. 2,3669 1,35210 2,6227 1,36903 1,834 0,067 0,008
2. 2,5825 1,32733 2,6807 1,33558 0,720 0,472 0,001
3. 2,3032 1,35999 2,2487 1,21248 -0,405 0,686 0,000
4. 2,1439 1,15194 2,0960 1,09578 -0,420 0,675 0,000
5. 1,4173 0,76043 1,2394 0,50418 -2,517 0,013 0,014
6. 2,9640 1,36949 2,9444 1,31829 -0,143 0,886 0,000
7. 2,6869 1,37695 2,4742 1,25426 -1,607 0,109 0,006
8. 2,0208 1,20070 1,9542 1,11526 -0,569 0,570 0,001
9. 1,7626 1,15835 1,7173 1,07073 -0,403 0,687 0,000
10. 2,7399 1,40403 2,5545 1,36966 -1,313 0,190 0,004
11. 2,8621 1,29109 2,5896 1,09490 -2,160 0,032 0,010
12. 2,1871 1,22515 2,1645 1,15628 -0,187 0,852 0,000
13. 2,6187 1,29321 2,3884 1,26711 -1,765 0,078 0,007
14. 1,3072 0,53249 1,3651 0,66399 0,982 0,327 0,002
15. 1,8201 1,05124 1,8165 1,03658 -0,034 0,973 0,000
16. 2,1367 1,13700 2,2614 1,22419 1,018 0,309 0,002
17. 1,6956 0,97512 1,6281 0,83966 -0,746 0,456 0,001
18. 2,1079 1,24929 1,9805 1,08323 -1,038 0,300 0,002
19. 2,1735 1,22127 2,1748 1,19531 0,010 0,992 0,000
20. 2,3333 1,28725 2,3235 1,22135 -0,077 0,939 0,000
21. 2,8417 1,21141 2,5827 1,05575 -2,174 0,031 0,011
22. 2,1650 1,24302 1,8420 1,03446 -2,672 0,008 0,016
23. 1,8400 1,09180 1,7861 1,10607 -0,478 0,633 0,001

Tabla 43
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y valores de eta al cuadrado en el Cuestionario de
Personalidad Revisado de Eysenck, en función de si se tiene o no un familiar con discapacidad

Familiar con No familiar con


discapacidad discapacidad
Dimensión M DE M DE t p Eta2
Neuroticismo 2,4882 1,85097 2,0129 1,71820 -2,653 0,008 0,016
Extraversión 3,6437 1,76816 3,7709 1,74323 0,714 0,476 0,001
Psicoticismo 2,0284 1,46845 1,8279 1,48956 -1,329 0,185 0,004
Disimulo/
conformidad 2,6765 1,79655 2,8451 1,66524 0,971 0,332 0,002

Valores. Con la escala de valores tampoco ha aparecido diferencias


estadísticamente significativas en ninguno de los factores (véase la Tabla 2 en el
apéndice de tablas).

Hostilidad y malevolencia. Igualmente, no se han generado diferencias


estadísticamente significativas en base a si los participantes tienen o no un familiar con

145
discapacidad con el Cuestionario de Hostilidad y Malevolencia (HOSTYMAL), ni en
los factores ni en la puntuación total (véase Tabla 3 en el apéndice de tablas).

Satisfacción vital. Tampoco se han encontrado diferencias estadísticamente


significativas en satisfacción vital (véase Tabla 3 en el apéndice de tablas).

Disposición al optimismo. No se han obtenido diferencias estadísticamente


significativas en la disposición al optimismo (véase Tabla 3 en el apéndice de tablas).

146
Análisis en función de la cercanía familiar con una persona
con discapacidad

Aspectos descriptivos de la parálisis cerebral. Tan solo ha aparecido una


diferencia estadísticamente significativa entre el grupo al que se llamado de cercanía
familiar 1 y el 2, en la pregunta número 4 (En general, se puede quitar durante el
desarrollo adolescente), con una mayor puntuación del segundo grupo (M = 1,19; DE =
0,51; grupo 1 frente a M = 1,40; DE = 0,68, grupo 2; t = - 1,987; p = 0,049; eta al
cuadrado = 0,029). El tamaño del efecto ha sido pequeño (véase Tabla 4 en el apéndice
de tablas).

Expectativas acerca de la parálisis cerebral. No ha surgido ninguna diferencia


estadísticamente significativa en este aspecto (véase Tabla 5 en el apéndice de tablas).

Creencias de normalidad de comportamientos y de capacidades. Como en el


caso anterior, no han aparecido diferencias estadísticamente significativas con la escala
utilizada, ni en sus factores ni en la puntuación media total (véase Tabla 6 en el
apéndice de tablas).

Características de personalidad. Con el Cuestionario de Personalidad


Revisado de Eysenck no se obtuvieron diferencias estadísticamente significativa en
función de la cercanía familiar (véase Tabla 7 en el apéndice de tablas).

Valores. Con la escala de valores tampoco ha aparecido diferencias


estadísticamente significativas en ninguno de los factores ni en la puntuación total
(véase la Tabla 8 en el apéndice de tablas).

Hostilidad y malevolencia. Con el Cuestionario de Hostilidad y Malevolencia


(HOSTYMAL), se han dado dos diferencias estadísticamente significativas. Una en el
factor I (Dureza de trato con logro de fines por encima de normas sociales), con una
mayor puntuación los del grupo 2 (t = - 2,000; p = 0,048). El valor de eta al cuadrado
fue pequeño (0,030). La otra ha sido en la puntuación total, también con una puntuación

147
superior media los del grupo 2 (t = -2,064; p = 0,038; eta al cuadrado = 0,032) (Tabla
44).

Tabla 44
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y valor de eta al cuadrado, en función de la cercanía
familiar con personas con discapacidad el Cuestionario de Hostilidad y Malevolencia (HOSTYMAL),
Escala de Satisfacción Vital y Test de Orientación Vital Revisado

Cercanía familiar 1 Cercanía familiar 2


M DE M DE t p Eta2
Factor I 2,0896 1,55366 2,7072 2,00203 -2,000 0,048 0,030
Factor II 5,3710 2,21939 5,8732 2,11072 -1,337 0,184 0,013
Factor III 4,3387 0,69997 4,3461 1,02636 -0,048 0,962 0,000
HOSTYMAL
total 11,7993 2,94173 12,9266 3,22681 -2,094 0,038 0,032
SWL 24,8226 5,62641 24,3913 6,94139 0,392 0,696 0,001
LOT-R 13,6103 4,05968 13,8528 4,12254 -0,338 0,736 0,001

Notas. Factor I: Dureza de trato con logro de fines por encima de normas sociales. Factor II:
Malevolencia, recelo y rencor hacia los demás y el poder político. Factor III: Desconfianza en el ser
humano.

Satisfacción vital. Tampoco se han encontrado diferencias estadísticamente


significativas en satisfacción vital (véase Tabla 44).

Disposición al optimismo. No se han obtenido diferencias estadísticamente


significativas en la disposición al optimismo (véase Tabla 44).

148
Análisis en función de algún tipo de relación no familiar con
la discapacidad

Aspectos descriptivos de la parálisis cerebral. No han surgido diferencias


estadísticamente significativas en las preguntas del Cuestionario Descriptivo de la
Parálisis Cerebral en función del existir algún tipo de relación no familiar con la
discapacidad (véase Tabla 9 en el apéndice de tablas).

Expectativas acerca de la parálisis cerebral. Tampoco han aparecido


diferencias estadísticamente significativas en las preguntas relativas a las expectativas
acerca de la parálisis cerebral (Tabla 10 del apéndice de tablas).

Creencias de normalidad de comportamientos y de capacidades. Como


anteriormente, no se han dado diferencias estadísticamente significativas (Tabla 11 del
apéndice de tablas).

Características de personalidad. En esta cuestión sí ha aparecido una


diferencia estadísticamente significativa entre los que tienen una relación no familiar
con la discapacidad y los que no la tienen. Ha sido en la dimensión psicoticismo (t =
2,184; p = 0,030). El tamaño del efecto ha sido pequeño (eta2 = 0,020) (Tabla 45).

Tabla 45
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y valores de eta al cuadrado en el Cuestionario de
Personalidad Revisado de Eysenck, en función de si se tiene o no un familiar con discapacidad

No relación no
Relación no familiar familiar
con discapacitados con discapacitados
Dimensión M DE M DE t p Eta2
Neuroticismo 2,2501 1,63650 2,1611 1,87107 -0,363 0,717 0,001
Extraversión 3,8637 1,89649 3,8611 1,64564 -0,011 0,991 0,000
Psicoticismo 1,6535 1,48411 2,0977 1,48588 2,184 0,030 0,020
Disimulo/
conformidad 2,7763 1,59556 2,6309 1,66988 -0,646 0,519 0,002

149
Valores. Con la Escala de Valores Val-89 no han surgido diferencias
estadísticamente significativas en función de la relación no familiar (véase Tabla 12 del
apéndice de tablas).

Hostilidad y malevolencia. No se han encontrado diferencias estadísticamente


significativas en base a la relación no familiar con la discapacidad ni en los factores del
HOSTYMAL ni en su puntuación total (véase Tabla 13 del apéndice de tablas).

Satisfacción vital. Tampoco se han encontrado diferencias estadísticamente


significativas en satisfacción vital (véase Tabla 13 del apéndice de tablas).

Disposición al optimismo. No se han obtenido diferencias estadísticamente


significativas en la disposición al optimismo (véase Tabla 13 del apéndice de tablas).

150
Relaciones entre variables

Dado el número de correlaciones estadísticamente significativas aparecidas, las que se


reflejarán en el texto serán, por un lado, las correspondientes a la Escala de Creencias de
Normalidad Comportamental y de Capacidades y, por otro, las que puedan presentar un
mayor interés con respecto a la ECNCC, no se incluyen las habidas entre la puntuación
total del instrumento y los ítems incluidos en ella. Para el resto de las correlaciones
véase la Tabla 14 en el apéndice de tablas. Por otra parte, para facilitar la lectura, la
exposición se llevará a cabo a partir de los diversos ámbitos evaluados.

Creencias de normalidad comportamental y de capacidades. La puntuación


total de la Escala de Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades ha
correlacionado, de manera estadísticamente significativa, con 18 variables. En 9 de ellas
ha sido positivamente y en las otras 9, negativamente. Las primeras son las siguientes:

• 6. Puede ser hereditaria y, a la vez, por causas ambientales


• 7. En general, a los niños que la tienen les viene mejor acudir a colegios donde
también vayan los que no la tengan
• 9. Es un problema que perjudica a la persona que lo tiene pero no es una
enfermedad
• 10. Fundamentalmente, su origen es por causas ambientales
• 11. En general, puede prevenirse si los padres llevan una vida sana
• 17. En general, con el paso del tiempo, los que la tienen suelen ir mejorando en
algunos de sus problemas
• 11. Suelen ser sociables
• 21. Suelen estar alegres
• 22. De adultos, aguantan mejor el estrés laboral que las demás personas

Las negativas han sido con:

• 5. En general, los que la tienen padecen más enfermedades que las personas que no
la tienen

151
• 13. Es conveniente que existan centros educativos específicos sólo para
determinados niños que la tienen
• 19. En general, los que la tienen son iguales o muy parecidos entre ellos
• 6. Presentan más dificultades para relacionarse con los demás que los que no la
tienen
• 10. Suelen tener una sexualidad problemática frente a los que no la tienen
• 13. De adultos, sólo pueden hacer trabajos sencillos, que no sean complicados
• 19. Presentan poco autocontrol
• Factor IV (Tradición) de la Escala de Valores Val-89
• Factor VII (Poder) de la Escala de Valores Val-89.

Los coeficientes de Pearson han oscilado, en valores absolutos, desde 0,117 a


0,523 (Tabla 46).

Las correlaciones estadísticamente significativas de cada uno de los factores de


la ECNCC han sido muy parecidas a las expuestas en cuanto a las variables e iguales en
el sentido, con pocas excepciones. Así, el factor I, denominado Expectativas de
normalidad comportamental, correlacionó con las mismas variables que la puntuación
total de la escala, salvo que también lo hizo con la pregunta n.º 8 del Cuestionario
Descriptivo de la Parálisis Cerebral (La padecen más personas de las que se cree) y no
lo hizo con el factor IV de la Escala de Valores Val-89 (Tradición). Los coeficientes de
las correlaciones han ido, en valor absoluto, desde 0,123 a 0,529 (Tabla 46).

Por su parte, el factor II de la ECNCC (Expectativas de capacidad intelectual y


rendimiento) también correlacionó con las mismas variables que la escala total, menos
con la pregunta n.º 5 del CDPC (En general, los que la tienen padecen más
enfermedades que las personas que no la tienen), la n.º 19 (Presentan poco autocontrol)
y el factor IV de la Escala de Valores Val-89 (Tradición). Los coeficientes fueron, en
valor absoluto, fueron desde 0,100 a 0,422 (véase Tabla 46).

152
Tabla 46
Correlaciones estadísticamente significativas de la Escala de Creencias de Normalidad
Comportamental y de Capacidades con las distintas variables evaluadas

FI FII ECNCC
ECNCC ECNCC total
r p r p r p
CDPC 5 -0,135 0,006 -0,117 0,017
CDPC 6 0,123 0,012 0,103 0,036 0,124 0,012
CDPC 7 0,208 <0,001 0,240 <0,001 0,235 <0,001
CDPC 8 0,175 <0,001 0,135 0,006
CDPC 9 0,171 <0,001 0,157 0,001 0,177 <0,001
CDPC 10 0,168 0,001 0,123 0,012 0,162 0,001
CDPC 11 0,146 0,003 0,218 <0,001 0,184 <0,001
CDPC 13 -0,196 <0,001 -0,100 0,042 -0,171 <0,001
CDPC 17 0,329 <0,001 0,349 <0,001 0,359 <0,001
CDPC19 -0,183 <0,001 -0,143 0,003
CEPC 6 -0,376 <0,001 -0,245 <0,001 -0,350 <0,001
CEPC 10 -0,194 <0,001 -0,181 <0,001 -0,202 <0,001
CEPC 11 0,529 <0,001 0,422 <0,001 0,523 <0,001
CEPC 13 -0,240 <0,001 -0,232 <0,001 -0,254 <0,001
CEPC 19 -0,238 <0,001 -0,158 0,001 -0,223 <0,001
CEPC 21 0,290 <0,001 0,261 <0,001 0,298 <0,001
CEPC 22 0,423 <0,001 0,329 <0,001 0,415 <0,001
Factor IV
Val-89 -0,166 0,001
Factor VII
Val-89 -0,125 0,011 -0,130 0,008 -0,135 0,006

Notas. FI ECNCC: factor I de la Escala de Creencias de Normalidad Comportamental y


de Capacidades (Expectativas de normalidad comportamental). FII ECNCC: factor II
de la Escala de Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades
(Expectativas de capacidad intelectual y rendimiento). ECNCC total: puntuación total
de la Escala de Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades. CDPC:
Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral. El número a continuación se refiere al
número de la pregunta. CEPC: Cuestionario de Expectativas sobre la Parálisis Cerebral.
El número, como en caso anterior, indica el número de la pregunta. Factor IV Val-89:
factor IV (Tradición) de la Escala de Valores Val-89. Factor VII Val-89: factor VII
(Poder) de la Escala de Valores Val-89.

Años trabajados. El total de años trabajados con personas con discapacidad ha


correlacionado de forma estadísticamente significativa con diversas preguntas del
Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral y del Cuestionario de Expectativas de
la Parálisis Cerebral. Los coeficientes de correlación de Pearson han oscilado, en valor
absoluto, desde 0,113 a 0,224 (Tabla 47). Las de carácter positivo han sido con las
siguientes:

153
• 9. Es un problema que perjudica a la persona que lo tiene pero no es una
enfermedad
• 18. Es incurable
• 9. De adultos, suelen estar capacitados para desempeñar cargos políticos; como,
por ejemplo, una alcaldía o una concejalía con delegación
• 11. Suelen ser sociables
• 16. Si están totalmente integrados en la sociedad pueden realizar cualquier trabajo
igual que los demás

Y con sentido negativo:

• 1. Es una enfermedad
• 5. Suelen ser agresivas y violentas
• 13. De adultos, sólo pueden hacer trabajos sencillos, que no sean complicados

Características de personalidad. Todas las correlaciones estadísticamente


significativas de las dimensiones del EPQ-RA han sido con preguntas del Cuestionario
Descriptivo de la Parálisis Cerebral y del Cuestionario de Expectativas sobre la Parálisis
Cerebral (véase Tabla 48). Por otra parte, las correlaciones, aunque estadísticamente
significativas, han sido bajas, yendo desde 0,096 hasta 0,174, lo que implica que la
varianza compartida oscila sólo entre un 0,92% y 3,03%.

Con respecto al neuroticismo, todas han sido positivas y se han dado con:

• 1. Es una enfermedad
• 14. Existen más casos de niñas o mujeres que la tienen que de niños u hombres
• 16. Está causada por agentes patógenos (virus, bacterias, etc.)
• 19. En general, los que la tienen son iguales o muy parecidos entre ellos
• 5. Suelen ser agresivas y violentas
• 17. Suelen estar tristes
• 23. Suelen tener poca fuerza de voluntad

154
En cuanto a la extraversión, 3 han sido positivas:

• 1. Es una enfermedad
• 4. En general, se puede quitar durante el desarrollo adolescente
• 8. La padecen más personas de las que se cree

Y, una negativa:

• 6. Presentan más dificultades para relacionarse con los demás que los que no la
tienen

El psicoticismo ha presentado más correlaciones estadísticamente significativas;


en total 10 y, de ellas, 9 positivas:

• 4. En general, se puede quitar durante el desarrollo adolescente


• 19. En general, los que la tienen son iguales o muy parecidos entre ellos
• 20. En general, no es un problema grave
• 2. Si disponen de tiempo suficiente, pueden llegar a aprender lo mismo que los que
no lo tienen
• 3. De adultos, pueden llevar bien una vida de pareja
• 5. Suelen ser agresivas y violentas
• 14. Suelen estar de mal humor
• 17. Suelen estar tristes
• 23. Suelen tener poca fuerza de voluntad

Una ha sido negativa:

• 18. Es incurable

Por último, la dimensión de disimulo/conformidad ha correlacionado de manera


estadísticamente significativa y siempre de forma negativa con:

155
• 7. En general, a los niños que la tienen les viene mejor acudir a colegios donde
también vayan los que no la tengan
• 10. Fundamentalmente, su origen es por causas ambientales
• 14. Existen más casos de niñas o mujeres que la tienen que de niños u hombres
• 2. Si disponen de tiempo suficiente, pueden llegar a aprender lo mismo que los que
no lo tienen
• 3. De adultos, pueden llevar bien una vida de pareja
• 8. Están capacitados para criar un educar a sus hijos como los que no la tienen

Tabla 47
Correlaciones estadísticamente significativas de años trabajados con las distintas variables
evaluadas

Variable 1 Variable 2 r p
Años 1. Es una enfermedad -0,224 <0,001
trabajados

Años 9. Es un problema que perjudica a la persona que lo tiene 0,177 <0,001


trabajados pero no es una enfermedad

Años 18. Es incurable 0,127 0,012


trabajados

Años 5. Suelen ser agresivas y violentas -0,114 0,024


trabajados

Años 9. De adultos, suelen estar capacitados para desempeñar 0,119 0,018


trabajados cargos políticos; como, por ejemplo, una alcaldía o una
concejalía con delegación

Años 11. Suelen ser sociables 0,119 0,018


trabajados

Años 13. De adultos, sólo pueden hacer trabajos sencillos, que no -0,113 0,024
trabajados sean complicados

Años 16. Si están totalmente integrados en la sociedad pueden 0,128 0,011


trabajados realizar cualquier trabajo igual que los demás

156
Tabla 48
Correlaciones estadísticamente significativas de las dimensiones del EPQ-RA con las distintas variables
evaluadas

Disimulo/
Neuroticismo Extraversión Psicoticismo conformidad
CDPC 1 0,149 0,002 0,106 0,030
CDPC 4 0,120 0,014 0,111 0,024
CDPC 7 -0,120 0,015
CDPC 8 0,119 0,015
CDPC 10 -0,111 0,023
CDPC 14 0,144 0,003 -0,129 0,009
CDPC 16 0,131 0,008
CDPC 18 -0,171 <0,001
CDPC 19 0,121 0,014 0,122 0,013
CDPC 20 0,112 0,022
CEPC 2 0,130 0,008 -0,100 0,042
CEPC 3 0,103 0,035 -0,102 0,037
CEPC 5 0,174 <0,001 0,114 0,020
CEPC 6 -0,100 0,043
CEPC 8 -0,111 0,023
CEPC 14 0,100 0,041
CEPC 17 0,152 0,002 0,107 0,030
CEPC 23 0,097 0,048 0,096 0,050

Notas. CDPC: Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral. CEPC: Cuestionario de Expectativas de


la Parálisis Cerebral. CDPC 1: Es una enfermedad. CDPC 4: En general, se puede quitar durante el
desarrollo adolescente. CDPC 7: En general, a los niños que la tienen les viene mejor acudir a colegios
donde también vayan los que no la tengan. CDPC 8: La padecen más personas de las que se cree. CDPC
10: Fundamentalmente, su origen es por causas ambientales. CDPC 14: Existen más casos de niñas o
mujeres que la tienen que de niños u hombres. CDPC 16: Está causada por agentes patógenos (virus,
bacterias, etc.). CDPC 18: Es incurable. CDPC 19: En general, los que la tienen son iguales o muy
parecidos entre ellos. CDPC 20: En general, no es un problema grave. CEPC 2: Si disponen de tiempo
suficiente, pueden llegar a aprender lo mismo que los que no lo tienen. CEPC 3: De adultos, pueden
llevar bien una vida de pareja. CEPC 5: Suelen ser agresivas y violentas. CEPC 6: Presentan más
dificultades para relacionarse con los demás que los que no la tienen. CEPC 8: Están capacitados para
criar un educar a sus hijos como los que no la tienen. CEPC 14: Suelen estar de mal humor. CEPC 17:
Suelen estar tristes. CEPC 23: Suelen tener poca fuerza de voluntad.

Valores. Se han encontrado distintas correlaciones estadísticamente


significativas entre los factores, así como su puntuación total, y las preguntas tanto del
Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral y el Cuestionario de Expectativas
sobre la Parálisis Cerebral (véase Tabla 49). Como puede observarse, las correlaciones
han ido desde 0,096 hasta 0,179, lo que indica bajas varianzas compartidas (entre 0,92%
y 3,20%).

157
El factor I (Autodirección) de la Escala de Valores Val-89 ha correlacionado
positivamente de forma estadísticamente significativa con:

• 22. De adultos, aguantan mejor el estrés laboral que las demás personas (r = 0,110;
p = 0,025)

Y, negativamente, con:

• 15. Es contagiosa (r = - 0,127; p = 0,009).

El factor II (Universalidad), positivamente con:

• 9. Es un problema que perjudica a la persona que lo tiene pero no es una


enfermedad
• 18. Es incurable
• 11. Suelen ser sociables
• 18.De adultos, hay tareas en el trabajo en las que funcionan mejor que las personas
que no la tienen
• 22. De adultos, aguantan mejor el estrés laboral que las demás personas

Y, negativamente, con:

• 1. Es una enfermedad
• 14. Existen más casos de niñas o mujeres que la tienen que de niños u hombres
• 15. Es contagiosa
• 19. En general, los que la tienen son iguales o muy parecidos entre ellos
• 10. Suelen tener una sexualidad problemática frente a los que no la tienen

El factor III (Benevolencia) sólo ha correlacionado negativamente, de forma


estadísticamente significativa con:

• 1. Es una enfermedad
• 14. Existen más casos de niñas o mujeres que la tienen que de niños u hombres

158
• 15. Es contagiosa
• 16. Está causada por agentes patógenos (virus, bacterias, etc.)
• 19. En general, los que la tienen son iguales o muy parecidos entre ellos

El cuarto (Tradición), todos también negativamente, con:

• 1.Es una enfermedad


• 14. Existen más casos de niñas o mujeres que la tienen que de niños u hombres
• 15. Es contagiosa
• 16. Está causada por agentes patógenos (virus, bacterias, etc.)
• 19. En general, los que la tienen son iguales o muy parecidos entre ellos

El quinto (Conformidad), positivamente con:

• 18. Es incurable
• 11. Suelen ser sociables
• 13. De adultos, sólo pueden hacer trabajos sencillos, que no sean complicados
• 21. Suelen estar alegres

Y, negativamente, con:

• 7. En general, a los niños que la tienen les viene mejor acudir a colegios donde
también vayan los que no la tengan
• 10. Fundamentalmente, su origen es por causas ambientales
• 14. Existen más casos de niñas o mujeres que la tienen que de niños u hombres
• 15. Es contagiosa
• 19. En general, los que la tienen son iguales o muy parecidos entre ellos

El sexto (Seguridad), positivamente, con:

• 13. Es conveniente que existan centros educativos específicos sólo para


determinados niños que la tienen
• 11. Suelen ser sociables

159
• 13. De adultos, sólo pueden hacer trabajos sencillos, que no sean complicados

Y, negativamente, con:

• 7. En general, a los niños que la tienen les viene mejor acudir a colegios donde
también vayan los que no la tengan
• 14. Existen más casos de niñas o mujeres que la tienen que de niños u hombres

El séptimo (Poder), positivamente, con:

• 1. Es una enfermedad
• 4. En general, se puede quitar durante el desarrollo adolescente
• 11. En general, puede prevenirse si los padres llevan una vida sana
• 13. Es conveniente que existan centros educativos específicos sólo para
determinados niños que la tienen
• 5. Suelen ser agresivas y violentas
• 10. Suelen tener una sexualidad problemática frente a los que no la tienen
• 13. De adultos, sólo pueden hacer trabajos sencillos, que no sean complicados
• 14. Suelen estar de mal humor
• 17. Suelen estar tristes
• 19. Presentan poco autocontrol
• 23. Suelen tener poca fuerza de voluntad

Y, negativamente, con:

• Son tan inteligentes como los que no la tienen


• Si disponen de tiempo suficiente, pueden llegar a aprender lo mismo que los que no
lo tienen
• Si disponen de tiempo suficiente, pueden llegar a aprender lo mismo que los que no
lo tienen
• 12. Pueden llevar una vida normal, como cualquier otra
• 18.De adultos, hay tareas en el trabajo en las que funcionan mejor que las personas
que no la tienen

160
El octavo (Logro), positivamente, con:

• 3. En general, no puede prevenirse


• 8. La padecen más personas de las que se cree
• 17. Suelen estar tristes
• 22. De adultos, aguantan mejor el estrés laboral que las demás personas

Y, negativamente, con:

• 7. En general, a los niños que la tienen les viene mejor acudir a colegios donde
también vayan los que no la tengan

El noveno (Hedonismo), positivamente, con:

• 1. Es una enfermedad
• 8. La padecen más personas de las que se cree

Y, negativamente, con:

• 18.De adultos, hay tareas en el trabajo en las que funcionan mejor que las personas
que no la tienen

El décimo (Estimulación), todos positivamente, con:

• 1. Es una enfermedad
• 4. En general, se puede quitar durante el desarrollo adolescente
• 8. La padecen más personas de las que se cree
• 11. En general, puede prevenirse si los padres llevan una vida sana
• 5. Suelen ser agresivas y violentas
• 13. De adultos, sólo pueden hacer trabajos sencillos, que no sean complicados
• 17. Suelen estar tristes

La puntuación total, positivamente, con:

161
• 8. La padecen más personas de las que se cree
• 13. Es conveniente que existan centros educativos específicos sólo para
determinados niños que la tienen
• 18. Es incurable
• 22. De adultos, aguantan mejor el estrés laboral que las demás personas

Y, negativamente, con:

• 7. En general, a los niños que la tienen les viene mejor acudir a colegios donde
también vayan los que no la tengan
• 15. Es contagiosa

Los coeficientes de correlación de Pearson, como puede observarse en la Tabla


49, aunque estadísticamente significativos fueron pequeños; en valor absoluto, el más
elevado fue 0,179.

162
Tabla 49 (1)
Correlaciones entre los factores de la Escala de Valores Val-89, así como su
puntuación total, y las preguntas del Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral
y del Cuestionario de Expectativas sobre la Parálisis Cerebral

Val-89 Ítems del CDPC y del CEPC r p


I. Autodirección CEPC 22 0,110 0,025
I. Autodirección CDPC 15 -0,127 0,009
II. Universalidad CEPC 10 -0,109 0,026
II. Universalidad CEPC 11 0,168 0,001
II. Universalidad CEPC 18 0,119 0,015
II. Universalidad CEPC 22 0,179 <0,001
II. Universalidad CDPC 1 -0,122 0,013
II. Universalidad CDPC 14 -0,162 0,001
II. Universalidad CDPC 15 -0,176 <0,001
II. Universalidad CDPC 18 0,108 0,027
II. Universalidad CDPC 19 -0,179 <0,001
II. Universalidad CDPC 9 0,105 0,032
III. Benevolencia CEPC 11 0,098 0,047
III. Benevolencia CEPC 17 -0,097 0,048
III. Benevolencia CDPC 1 -0,110 0,025
III. Benevolencia CDPC 14 -0,114 0,020
III. Benevolencia CDPC 15 -0,146 0,003
III. Benevolencia CDPC 16 -0,102 0,038
III. Benevolencia CDPC 19 -0,109 0,027
IV. Tradición CEPC 1 -0,119 0,015
IV. Tradición CEPC 12 -0,115 0,019
IV. Tradición CEPC 14 0,109 0,026
IV. Tradición CEPC 16 -0,128 0,009
IV. Tradición CEPC 18 -0,111 0,023
IV. Tradición CEPC 2 -0,178 <0,001
IV. Tradición CEPC 3 -0,119 0,015
IV. Tradición CEPC 4 -0,137 0,005
IV. Tradición CEPC 7 -0,118 0,017
IV. Tradición CEPC 8 -0,108 0,028
IV. Tradición CEPC 9 -0,168 0,001
IV. Tradición CDPC 13 0,142 0,004
IV. Tradición CDPC 14 0,132 0,007
IV. Tradición CDPC 7 -0,103 0,036
V. Conformidad CEPC 11 0,128 0,009
V. Conformidad CEPC 13 0,117 0,017
V. Conformidad CEPC 21 0,100 0,042
V. Conformidad CDPC 10 -0,100 0,042
V. Conformidad CDPC 14 -0,124 0,012
V. Conformidad CDPC 15 -0,097 0,048
V. Conformidad CDPC 18 0,148 0,003
V. Conformidad CDPC 19 -0,117 0,17
V. Conformidad CDPC 7 -0,108 0,027

(Continúa)

163
Tabla 49 (Continuación 2)
Correlaciones entre los factores de la Escala de Valores Val-89, así como su
puntuación total, y las preguntas del Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral
y del Cuestionario de Expectativas sobre la Parálisis Cerebral

Val-89 Ítems del CDPC y del CEPC r p


VI. Seguridad CEPC 11 0,128 0,009
VI. Seguridad CEPC 13 0,117 0,017
VI. Seguridad CDPC 13 0,131 0,007
VI. Seguridad CDPC 14 -0,139 0,005
VI. Seguridad CDPC 7 -0,099 0,044
VII. Poder CEPC 1 -0,111 0,024
VII. Poder CEPC 10 0,100 0,043
VII. Poder CEPC 12 -0,119 0,016
VII. Poder CEPC 13 0,106 0,031
VII. Poder CEPC 14 0,118 0,016
VII. Poder CEPC 17 0,169 0,001
VII. Poder CEPC 18 -0,109 0,027
VII. Poder CEPC 19 0,141 0,004
VII. Poder CEPC 2 -0,109 0,026
VII. Poder CEPC 23 0,157 0,001
VII. Poder CEPC 4 -0,121 0,014
VII. Poder CEPC 5 0,120 0,015
VII. Poder CDPC 1 0,166 0,001
VII. Poder CDPC 11 0,123 0,012
VII. Poder CDPC 13 0,136 0,006
VII. Poder CDPC 4 0,125 0,011
VIII. Logro CEPC 13 0,125 0,011
VIII. Logro CEPC 17 0,103 0,035
VIII. Logro CEPC 22 0,106 0,031
VIII. Logro CDPC 3 0,121 0,014
VIII. Logro CDPC 7 -0,101 0,041
VIII. Logro CDPC 8 0,107 0,030
IX. Hedonismo CEPC 18 -0,100 0,042
IX. Hedonismo CDPC 1 0,126 0,010
IX. Hedonismo CDPC 8 0,122 0,013
X. Estimulación CEPC 13 0,106 0,030
X. Estimulación CEPC 17 0,096 0,050
X. Estimulación CEPC 5 0,126 0,010
X. Estimulación CDPC 1 0,114 0,020
X. Estimulación CDPC 11 0,106 0,031
X. Estimulación CDPC 4 0,173 <0,001
X. Estimulación CDPC 8 0,120 0,014
Val-89 total CEPC 22 0,123 0,012
Val-89 total CDPC 13 0,108 0,027
Val-89 total CDPC 15 -0,117 0,018
Val-89 total CDPC 18 0,100 0,041
Val-89 total CDPC 7 -0,101 0,040
Val-89 total CDPC 8 0,105 0,032

164
Hostilidad y malevolencia. Se han obtenido diferentes correlaciones
estadísticamente significativas entre preguntas del Cuestionario Descriptivo de la
Parálisis Cerebral y el Cuestionario de Expectativas de la Parálisis Cerebral con los
Factores y la puntuación total del Cuestionario de Hostilidad y Malevolencia
(HOSTYMAL). Los valores de los coeficientes han sido bajos, oscilan entre 0,097 y
0,244 (varianza compartida entre 0,94% y 5,95%) (Tabla 50).

Con el factor I (Dureza de trato con logro de fines por encima de normas
sociales) es donde más se han obtenido, en total 17, de las cuales 11 son con el primero
de los cuestionarios y 6 con el segundo. Una de ellas ha sido de carácter negativo. Las
correlaciones positivas son con las siguientes preguntas:

• 1. Es una enfermedad
• 2. Es hereditaria
• 3. En general, no puede prevenirse
• 4. En general, se puede quitar durante el desarrollo adolescente
• 12. En general, a medida que pasan los años, la persona que la tiene va
empeorando
• 13. Es conveniente que existan centros educativos específicos sólo para
determinados niños que la tienen
• 14. Existen más casos de niñas o mujeres que la tienen que de niños u hombres
• 15. Es contagiosa
• 16. Está causada por agentes patógenos (virus, bacterias, etc.)
• 19. En general, los que la tienen son iguales o muy parecidos entre ellos
• 5.Suelen ser agresivas y violentas
• 10. Suelen tener una sexualidad problemática frente a los que no la tienen
• 14. Suelen estar de mal humor
• 17. Suelen estar tristes
• 19. Presentan poco autocontrol
• 23. Suelen tener poca fuerza de voluntad

165
Y la que ha sido negativa:

• 18. Es incurable

Con el factor II (Malevolencia, recelo y rencor hacia los demás y el poder


político) han salido cuatro correlaciones estadísticamente significativas, una de ellas
positiva:

• 17. Suelen estar tristes

Y tres negativas:

• 3. En general, no puede prevenirse


• 21. Suelen estar alegres
• 22. De adultos, aguantan mejor el estrés laboral que las demás personas

Con el factor III (Desconfianza en el ser humano), han surgido dos, una positiva:

• 8. Están capacitados para criar y educar a sus hijos como los que no la tienen

Y, otra, negativa:

• 7. En general, a los niños que la tienen les viene mejor acudir a colegios donde
también vayan los que no la tengan

Por último, con la puntuación total se han obtenido siete. Las positivas han sido:

• 1. Es una enfermedad
• 4. En general, se puede quitar durante el desarrollo adolescente
• 12. En general, a medida que pasan los años, la persona que la tiene va
empeorando
• 13. Es conveniente que existan centros educativos específicos sólo para
determinados niños que la tienen

166
• 19. En general, los que la tienen son iguales o muy parecidos entre ellos
• 17. Suelen estar tristes

Y la negativa:

• 11. Suelen ser sociables

Tabla 50
Correlaciones entre los factores del Cuestionario de Hostilidad y Malevolencia, así
como su puntuación total, y las preguntas del Cuestionario Descriptivo de la Parálisis
Cerebral y del Cuestionario de Expectativas sobre la Parálisis Cerebral

Ítems del CDPC


y del CEPC r p
Factor I HOSTYMAL CDPC 14 0,098 0,046
Factor I HOSTYMAL CEPC 14 0,110 0,025
Factor I HOSTYMAL CDPC 2 0,112 0,022
Factor I HOSTYMAL CDPC 15 0,113 0,021
Factor I HOSTYMAL CDPC 12 0,115 0,019
Factor I HOSTYMAL CEPC 19 0,117 0,017
Factor I HOSTYMAL CDPC 3 0,128 0,009
Factor I HOSTYMAL CDPC 16 0,140 0,004
Factor I HOSTYMAL CDPC 18 -0,145 0,003
Factor I HOSTYMAL CEPC 10 0,159 0,001
Factor I HOSTYMAL CEPC 5 0,161 0,001
Factor I HOSTYMAL CEPC 23 0,164 0,001
Factor I HOSTYMAL CDPC 4 0,178 <0,001
Factor I HOSTYMAL CDPC 13 0,181 <0,001
Factor I HOSTYMAL CEPC 17 0,183 <0,001
Factor I HOSTYMAL CDPC 1 0,216 <0,001
Factor I HOSTYMAL CDPC 19 0,244 <0,001
Factor II HOSTYMAL CDPC 3 -0,097 0,048
Factor II HOSTYMAL CEPC 22 -0,105 0,033
Factor II HOSTYMAL CEPC 21 -0,113 0,021
Factor II HOSTYMAL CEPC 17 0,121 0,014
Factor III HOSTYMAL CEPC 8 0,099 0,043
Factor III HOSTYMAL CDPC 7 -0,119 0,016
HOSTYMAL total CDPC 13 0,103 0,035
HOSTYMAL total CEPC 11 -0,110 0,026
HOSTYMAL total CDPC 1 0,122 0,013
HOSTYMAL total CDPC 12 0,130 0,008
HOSTYMAL total CDPC 19 0,135 0,006
HOSTYMAL total CDPC 4 0,149 0,002
HOSTYMAL total CEPC 17 0,193 <0,001

167
Satisfacción vital. En total son 6 las correlaciones estadísticamente
significativas con las preguntas del Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral y
del Cuestionario de Expectativas de la Parálisis Cerebral. De ellas, 3 son positivas y las
otras negativas. Los coeficientes de correlación de Pearson son bajos, yendo desde
0,102 a 0,124 (varianza compartida entre 1,04% y 1,54%) (Tabla 51). Las correlaciones
positivas han sido con:

• 8. La padecen más personas de las que se cree


• 11. Suelen ser sociables
• 21. Suelen estar alegres

Y, las negativas, con:

• 20. En general, no es un problema grave


• 2. Si disponen de tiempo suficiente, pueden llegar a aprender lo mismo que los que
no lo tienen
• 14. Suelen estar de mal humor

Tabla 51
Correlaciones entre la Escala de Satisfacción Vital (SWL) y las preguntas del
Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral (CDPC) y del Cuestionario de
Expectativas sobre la Parálisis Cerebral (CEPC)

Ítems del CDPC


y del CEPC r p
SWL CDPC 8 0,104 0,034
SWL CDPC 20 -0,105 0,032
SWL CEPC 2 -0,115 0,019
SWL CEPC 11 0,124 0,012
SWL CEPC 14 -0,109 0,027
SWL CEPC 21 0,102 0,039

Disposición al optimismo. Con el Test de Orientación Vital Revisado han


surgido cinco correlaciones estadísticamente significativas. Tres de carácter positivo y,
dos, negativo. Los coeficientes de correlación de Pearson han oscilado, en valor

168
absoluto, desde 0,100 hasta 0,149. Bajos, a pesar de su significación estadística. La
varianza compartida se sitúa entre el 1,0% y el 2,22% (véase Tabla 52).

Las correlaciones positivas han sido con:

• 7. En general, a los niños que la tienen les viene mejor acudir a colegios donde
también vayan los que no la tengan
• 17. En general, con el paso del tiempo, los que la tienen suelen ir mejorando en
algunos de sus problemas
• 11. Suelen ser sociables

Y, las negativas, con:

• 1. Es una enfermedad
• 19. En general, los que la tienen son iguales o muy parecidos entre ellos

Tabla 52
Correlaciones entre el Test de Orientación Vital Revisado (LOT-R) y las preguntas del
Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral (CDPC) y del Cuestionario de
Expectativas sobre la Parálisis Cerebral (CEPC)

Ítems del CDPC


y del CEPC r p
LOT-R CDPC 1 -0,120 0,014
LOT-R CDPC 7 0,132 0,007
LOT-R CDPC 17 0,149 0,002
LOT-R CDPC 19 -0,114 0,020
LOT-R CEPC 11 0,100 0,041

169
Predicción de creencias de normalidad comportamental y de
capacidades

Se llevó a cabo un análisis de regresión múltiple teniendo como variable dependiente la


puntuación en la Escala de Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades
(ECNCC). Como variables predictoras se introdujeron 3 preguntas del Cuestionario
Descriptivo de la Parálisis Cerebral (CDPC), 2 del Cuestionario de Expectativas sobre
la Parálisis Cerebral (CEPC) (no incluidas en la ECNCC) y el factor Tradición, de la
Escala de Valores Val-89. En el mismo orden citado han sido:

• 8. La padecen más personas de las que se cree (CDPC)


• 13. Es conveniente que existan centros educativos específicos sólo para
determinados niños que la tienen (CDPC)
• 17. En general, con el paso del tiempo, los que la tienen suelen ir mejorando en
algunos de sus problemas (CDPC)
• 6. Presentan más dificultades para relacionarse con los demás que los que no la
tienen (CEPC)
• 11. Suelen ser sociables (CEPC)
• 22. De adultos, aguantan mejor el estrés laboral que las demás personas
(CEPC)
• Factor IV (Tradición) de la Escala de Valores Val-89

A estas variables se denominarán de forma abreviada como D8, D13, D17, E6,
E11, E22 y T, respectivamente.
Los ítems de los que se compone el factor IV mencionado son los que siguen a
continuación:

• 18. Respeto por la tradición (preservación de costumbres establecidas hace


• mucho tiempo)
• 21. Distanciamiento (de las cosas mundanas)
• 32. Moderado (evitar los extremos en los sentimientos y acciones)
• 36. Humilde (modesto, que pasa desapercibido)

170
• 44. Aceptar mi vida (sumiso a las circunstancias de la vida)
• 51. Devoto (dedicado a la fe y a las creencias religiosas)

Las correlaciones entre estas variables han sido pocas y generalmente bajas;
oscilando, en valor absoluto, las estadísticamente significativas desde 0,107 a 0,317.
Sólo superaron el valor de 0,30 dos de ellas.

Se empleó el procedimiento Introducir, que construye la ecuación de regresión


utilizando todas las variables seleccionadas en la lista de independientes. Con él, se
obtuvo una R = 0,665, que al cuadrado se transforma en 0,443 y corregida en 0,433. El
error típico de la estimación ha sido de 8,01783. En el ANOVA para ver si existe o no
relación lineal significativa entre la variable dependiente y el conjunto de las
predictoras, el valor del estadístico F fue de 46,199, con un nivel de significación
inferior a 0,001, con lo cual puede afirmarse que hay un buen ajuste, que las variables
están relacionadas linealmente (en la Tabla 53 pueden verse los coeficientes obtenidos).
Por tanto:

Puntuación total en ECNCC = 18,643 + 0,944 D8 – 0,814 D13 + 1,771 D17 – 1,195 E6 + 3,099
E11 + 2,114 E22 – 0,012 T

Esto viene a significar, por ejemplo con E11, que a un aumento de una unidad en
dicho ítem (Suelen ser sociales), manteniendo constante el resto de términos de la
ecuación, le corresponde un aumento de 3,099 puntos en ECNCC. Por su parte, los
coeficientes Beta, basados en las puntuaciones típicas son comparables entre sí,
indicando la cantidad de cambio, en puntuaciones típicas, que se producirá en la
variable dependiente por cada cambio de una unidad en la independiente, como antes,
manteniendo constante al resto de las variables. Como puede observarse en la Tabla 46,
la importancia relativa de la pregunta 11 del Cuestionario de Expectativas sobre la
Parálisis Cerebral en el modelo es la mayor (beta = 0,342) y la menor 13 del
Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral (beta = - 0,104). Por último, los
niveles de significación de la prueba t son menores de 0,05, lo que viene a indicar que
las variables contribuyen de forma significativa al ajuste del modelo o, dicho de otro
modo, a explicar lo que ocurre con la variable puntuación total en la Escala de
Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades (Pardo & Ruiz, 2002).

171
Tabla 53
Coeficientes no estandarizados y tipificados para el modelo de ecuación de regresión
obtenido para la puntuación total en la Escala de Creencias de Normalidad
Comportamental y de Capacidades

Coeficientes no Coeficientes
estandarizados tipificados
Modelo B Error típ. Beta t Sig.
Constante 18,643 2,444 7,627 < 0,001
D8 0,944 0,336 0,107 2,812 0,005
D13 -0,814 0,306 -0,104 -2,665 0,008
D17 1,771 0,390 0,178 4,539 < 0,001
E6 -1,195 0,327 -0,151 -3,651 < 0,001
E11 3,099 0,377 0,342 8,213 < 0,001
E22 2,114 0,377 0,223 5,608 < 0,001
T -0,120 0,004 -0,113 -3,009 0,003

Notas. D8: La padecen más personas de las que se cree. D13: Es conveniente que
existan centros educativos específicos sólo para determinados niños que la tienen. D17:
En general, con el paso del tiempo, los que la tienen suelen ir mejorando en algunos de
sus problemas. E6: Presentan más dificultades para relacionarse con los demás que los
que no la tienen. E11: Suelen ser sociables. E22: De adultos, aguantan mejor el estrés
laboral que las demás personas. T: Factor IV (Tradición) de la Escala de Valores Val-
89.

172
DISCUSIÓN
Relativa a los aspectos descriptivos de la parálisis cerebral

Para ofrecer una perspectiva general de las creencias en parálisis cerebral, se van a
presentar las respuestas mayoritarias de la muestra, a modo de redacción, que
contribuyan a dibujar la imagen popular del trastorno.

Podría decirse que, según las creencias de la muestra, la parálisis cerebral es


una enfermedad, que puede prevenirse y que la padecen más personas de las que se
cree. No es de carácter hereditario, ni producida por causas ambientales o agentes
patógenos como virus o bacterias. No se contagia ni puede curarse o superarse en la
adolescencia. Las personas que la padecen no tienen más enfermedades que el resto
de la población, pero van empeorando a medida que pasan los años. A los niños que
tienen parálisis cerebral no les viene mejor ir a colegios de integración, y es
conveniente que existan centros educativos específicos para determinados niños con
este trastorno. Las personas con el trastorno no son parecidos entre ellos. No existen
más casos entre mujeres que varones.

1. Es una enfermedad

La mayor parte de la muestra está de acuerdo en que la parálisis cerebral es una


enfermedad. Sin embargo, como afirma Basil (1992), es un estado o cuadro
patológico, no una enfermedad. En la última definición consensuada por Rosembaum
et al., (2007) se conceptualiza como un trastorno persistente del movimiento y de la
postura que produce limitaciones en la actividad.

Si se atiende a la definición de enfermedad de la OMS, establecida como


alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por
causas generalmente conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y
cuya evolución es más o menos previsible, se entiende que la parálisis cerebral no
encaja en el concepto de enfermedad. Toledo (1998) en su obra sobre mitos en
parálisis cerebral destaca como falacia que el concepto parálisis cerebral sea referido

174
a una entidad concreta.En la misma línea Pueyo (2001) considera la gran
heterogeneidad de trastornos bajo el término paraguas parálisis cerebral.

2. Es hereditaria

La muestra responde mayoritariamente nada de acuerdo a la cuestión sobre


heredabilidad de la parálisis cerebral. Pero, aunque es un dato poco conocido,
algunos tipos de parálisis cerebral sí pueden heredarse, como demuestran los estudios
de Gustavson et al. (1969), que estiman en un 30-50% la posibilidad de recurrencia
en los casos de ataxia congénita con retraso mental, determinados genéticamente.
También se ha observado mayor incidencia de parálisis cerebral en parejas
consanguíneas, lo que según Hughes & Newton (1992), sugiere base genética. Por
tanto se puede afirmar que, en general, la parálisis cerebral no se hereda pero, cuando
su causa está determinada por factores genéticos, esto sí es posible.

3. En general, no puede prevenirse

La mayor parte de la muestra piensa que la parálisis cerebral puede prevenirse,


aunque en esta cuestión resalta un 40%,aproximadamente, que cree que esto no es
así. Efectivamente, la parálisis cerebral no puede prevenirse tal y como se entiende la
prevención primaria, cuyo fin es impedir que el trastorno llegue a producirse.
Distintos estudios concluyen que, contrariamente a las expectativas en relación a los
avances en neonatología, la prevalencia de la parálisis cerebral no ha descendido
(Muñoz et al., 2006). Una posible explicación del fenómeno es el incremento de la
supervivencia de bebés prematuros nacidos con muy bajo peso. Dentro de este grupo
existe un riesgo 20 veces mayor que en el de bebés nacidos con peso normal, de
desarrollar parálisis cerebral.

175
4. En general, puede quitarse durante el desarrollo adolescente

Como afirman la mayoría de sujetos de la muestra, la parálisis cerebral no se quita


durante el desarrollo adolescente. Se sabe que, aunque la persona pueda experimentar
mejoría en algunos aspectos debido a un tratamiento global (médico, ortoprotésico,
farmacológico, educativo, etc.), la parálisis cerebral es un trastorno persistente, con
el que la persona tendrá que vivir.

5. En general, los que la tienen padecen más enfermedades que las personas
que no lo tienen

Es llamativa la inclinación de la muestra a creer que las personas con parálisis


cerebral no padecen más enfermedades que el resto. Aunque la definición se centra
en el trastorno del movimiento y la postura, en las últimas revisiones se ha
incorporado el hecho de que, frecuentemente, puede ir acompañada por “alteraciones
en la sensación, percepción, cognición, comunicación y conducta, por epilepsia y
por problemas musculoesqueléticos secundarios” (Rosembaum et al., 2007).

Otros estudios encuentran asociados a la parálisis cerebral dificultades en la


visión, audición y problemas de deglución, que originan desnutrición y aspiraciones
(llegada a las vías respiratorias de pequeñas cantidades de alimentos o líquidos),
llegando a desarrollar infecciones respiratorias. Además se producen deformidades
en la columna, retrasos en el crecimiento, problemas derivados del babeo (salud
bucodental) y de la incontinencia urinaria, caso de que se den (Hercberg, 2008). Es
relativamente frecuente encontrar a las personas con parálisis cerebral con un cuadro
patológico añadido, que se deriva de la misma.

6. Puede ser hereditaria y, a la vez, por causas ambientales

La cuestión de que la parálisis cerebral pueda ser debida a causas ambientales y,


además, ser hereditaria ha sido rechazada por la mayoría. Que pueda estar

176
determinada genéticamente y sea, por tanto, heredable, ya se ha analizado. Que sea
debida a causas ambientales también es una de las posibles causas de parálisis
cerebral. Aunque en la mayor parte de los casos de este trastorno no puede
encontrarse una causa única y obvia, la presencia de tóxicos es uno delos factores de
riesgo durante el período postnatal, Cualquier agente tóxico que pueda dañar el
encéfalo del bebé hasta la edad de entre 3-5 años, supone una causa potencial de
desarrollar parálisis cerebral. Este período de edad es crítico porque se considera que
el cerebro del niño está en desarrollo y no ha alcanzado la madurez.

7. En general, a los niños que la tienen les viene mejor acudir a colegios donde
también vayan niños los que no la tengan

La respuesta educativa que deben recibir los niños con parálisis cerebral es una
cuestión que genera diversos posicionamientos en la muestra. Aunque la opción
mayoritariamente contestada ha sido que no se está de acuerdo con que los niños con
parálisis vayan a colegios donde se encuentren niños sin esta discapacidad,
encontramos que algo más de un 43% está a favor de la integración escolar (sumando
las opciones favorables de bastante, muy y muchísimo de acuerdo). Esto refleja la
disparidad de opiniones en cuestiones educativas, aunque legalmente, la decisión de
escolarizar al niño con parálisis cerebral se toma una vez analizadas sus necesidades
y comprobando si se les puede dar una respuesta educativa de calidad en la escuela
ordinaria. Sólo en caso de no ser posible (no contar con los recursos materiales y
personales necesarios), el niño se escolariza en un centro de educación especial. Esto
sucede cuando hay problemas asociados de salud y/o una grave discapacidad
intelectual (Badía, 2001).

8. La padecen más personas de las que se cree

Los sujetos de la muestra han contestado afirmativamente a que hay más personas
con parálisis cerebral de las que se cree. Este dato, aunque sea relativamente

177
desconocido, está confirmado por la Confederación ASPACE (2008), que afirma que
se está produciendo un incremento del 25% en la aparición de nuevos casos de
parálisis cerebral. Las cifras que se manejan actualmente, a falta de un estudio
epidemiológico actualizado, sitúan la incidencia del trastorno en 2,8 personas por
cada 1.000 habitantes, situando en España una población estimada de 120.000
personas con parálisis cerebral.

9. Es un problema que perjudica a la persona que lo tiene pero no es una


enfermedad

Es cierto que la parálisis cerebral es un problema que perjudica a la persona que lo


tiene, pero no es una enfermedad. Sin embargo los sujetos de la muestra, en
consonancia con la creencia en la cuestión 1 (la parálisis cerebral es una
enfermedad), siguen manifestando que sí lo es.

Los últimos estudios encuentran numerosos problemas asociados a la


parálisis cerebral. La última revisión en la definición contempla, además del
trastorno motor, otras alteraciones asociadas. Por tanto, se puede considerar que, con
carácter general, la parálisis cerebral lleva asociados otros trastornos que perjudican
a la persona, en contra de la opinión muestral mayoritaria.

10. Fundamentalmente, su origen es por causas ambientales

La cuestión de que el origen de la parálisis cerebral sea, fundamentalmente, por


causas ambientales, es considerada incierta por la mayoría. Existe un gran consenso
entre las personas de la muestra en que la parálisis cerebral no se debe a factores
externos. Está muy extendida la creencia popular –y entre muchos profesionales- de
que la mayor parte de casos de parálisis cerebral se deben a problemas en el parto
(sufrimiento fetal agudo). Pero hasta el 85% de la patología que se expresa en el
momento del parto, tiene su origen en el período pre y perinatal (Muñoz et al., 2006;
Papazian & Alfonso, 1997).

178
La afirmación de que se debe fundamentalmente a causas ambientales sería
incorrecta desde el punto de vista científico, aunque, para ser exactos, entre las
causas pre y perinatales están las infecciones que pueda padecer la madre,
considerables como un factor ambiental; así como factores infecciosos, meningitis y
lesiones cerebrales traumáticas, causas frecuentes del 15% restante de casos de
parálisis cerebral.

11. En general, puede prevenirse si los padres llevan una vida sana

La parálisis cerebral no puede prevenirse en sentido estricto, esto es, no hay nada que
elimine la posibilidad de padecer parálisis cerebral, entre otros porque la causa
última en muchos casos se desconoce. Así, la muestra responde correctamente con la
opción nada de acuerdo. Si bien hay factores de riesgo que se conocen, como los
derivados de la falta de controles médicos durante el embarazo y una mayor
incidencia de parálisis cerebral engrupos de bajo nivel socioeconómico, sobre todo
en recién nacidos de peso normal (Legido & Katsetos, 2003; Odding et al., 2006).

12. En general, la persona que tiene parálisis cerebral, va empeorando a


medida que pasan los años

Aunque la parálisis cerebral no es un trastorno progresivo, es decir, el sujeto no


experimenta un deterioro en su trastorno, ocurre que las secuelas se pueden hacer
más evidentes con el paso del tiempo. Por eso se habla de que la parálisis cerebral no
es invariable, en referencia a la manifestación de nuevas problemáticas conforme el
individuo va madurando en su desarrollo y tiene que poner nuevas habilidades en
funcionamiento (Mutch et al., 1992). Aunque la mayoría de los sujetos de la muestra
se muestran algo de acuerdo con esta afirmación, más del 46% lo hace en sentido
afirmativo (opciones bastante, muy y muchísimo de acuerdo). Esto refleja la visión
negativa que tienen del trastorno, y creencias sobre un deterioro progresivo.

179
13. Es conveniente que existan centros educativos específicos sólo para
determinados niños con parálisis cerebral

La mayoría de la muestra está de acuerdo con esta afirmación, en una perspectiva


correcta de la situación real. La heterogeneidad en las necesidades de los niños con
parálisis cerebral hace que, en determinados casos, la mejor opción sea un centro
específico de educación especial.

14. Existen más casos de niñas o mujeres que tienen parálisis cerebral que de
niños u varones

En una cuestión tan poco visible en el contexto social como es el sexo mayoritario de
las personas con parálisis cerebral, los individuos de la muestra han contestado
acertadamente la opción nada de acuerdo. Efectivamente, la proporción establecida
entre sexos en de 1,4:1, a favor de los varones (Pascual & Koenigsberger, 2003). En
todos los estudios recogidos se ha dado una circunstancia similar.

Es posible que la muestra se haya remitido a casos conocidos, aunque, según


los datos analizados en el cuestionario en cuanto a tipo de discapacidad en un
familiar, eran muy pocos los sujetos que mencionaban un familiar con parálisis
cerebral.

15. La parálisis cerebral es contagiosa

Está bastante extendida la creencia deque la parálisis cerebral no se contagia. Esta ha


sido la respuesta decasi 100% de la muestra. Sólo tres sujetos han estimado con algo
de acuerdo que el trastorno se pueda contagiar, quizás poniendo en relación una
posible causa bacteriana o vírica de la parálisis cerebral, con dicho contagio.

180
16. La parálisis cerebral está causada por agentes patógenos (virus, bacterias,
etc.)

Muy relacionada con la respuesta anterior, si se considera que la mayoría de la


muestra está en contra de esta afirmación, se puede concluir que no consideran los
factores externos como posible causa. La muestra parece atribuir a causas intrínsecas
al sujeto el desarrollo de la parálisis cerebral.

Sin embargo, las causas del trastorno contemplan agentes patógenos que
puedan producir infecciones en el encéfalo. Estas infecciones, ocurridas en el periodo
pre, peri o postnatal, pueden dar como resultado el desarrollo de parálisis cerebral
(Bringas et al., 2002).

17. En general, con el paso del tiempo, las personas con parálisis cerebral
suelen ir mejorando en algunos de sus problemas

Esta afirmación está relacionada con la número 12), relativa a que la persona con
parálisis cerebral va empeorando a medida que pasan los años. Aunque la respuesta
mayoritaria de los sujetos en el ítem 17) también es algo de acuerdo, resultan menos
favorables pues en el resto de opciones positivas (bastante, muy y muchísimo de
acuerdo) las cifras son más bajas. Un 29,2% de los sujetos tienden a pensar que la
persona con parálisis cerebral experimenta mejorías con el paso del tiempo, mientras
que si atendemos a los datos del ítem 12), un 46,7% de personas están en las
opciones de bastante, muy y muchísimo de acuerdo con que la persona empeora a
medida que pasan los años.

Es decir, la muestra es más favorable a pensar que las personas con parálisis
cerebral van empeorando, que a creer en una posible mejoría. Las creencias sobre el
pronóstico del trastorno son negativas.

181
18. La parálisis cerebral es incurable

La parálisis cerebral no tiene cura en la actualidad (Badía, 2007; Toledo, 1988) y en


esta línea van las respuestas de la muestra que responden mayoritariamente
muchísimo de acuerdo.

Se observa un porcentaje de personas que cree que la parálisis cerebral puede


curarse, pues son un 17,3% los que no están nada de acuerdo con esta afirmación.
Aunque no se pregunta en el cuestionario, la principal hipótesis que se podría
establecer son las esperanzas en la investigación. Quizás la difusión de noticias sobre
lesionados medulares que, después de una operación, han recuperado la movilidad,
pueda estar detrás de esta falsa creencia sobre curación.

19. En general, los que tienen parálisis cerebral son iguales o muy parecidos
entre ellos

Esta afirmación ha sido respondida de forma equilibrada entre las opciones nada y
algo de acuerdo, lo que refleja la creencia mayoritaria de perfiles personales
heterogéneos entre las personas con parálisis cerebral.

Bajo la definición de parálisis cerebral hay una gran diversidad de trastornos


de tipo motor, que pueden ir desde la afectación de un solo miembro, hasta una
imposibilidad total para el movimiento. Si, además, se añaden los trastornos
asociados comúnmente a la parálisis cerebral, se obtiene un amplio abanico de
alteraciones que comprenden déficit cognitivo, de la visión, del lenguaje, de la
atención, de la conducta y sensoriales, así como dispraxias, agnosias y epilepsia
(Legido & Katsetos, 2003).

Se observa un 31,6% de sujetos a favor de esta afirmación, sumando las


opciones bastante, muy y muchísimo de acuerdo. Esto pone de manifiesto la imagen
estereotipada de la persona con parálisis cerebral, bajo unas características concretas

182
extendidas en el imaginario popular, que contribuye al mantenimiento de falsas
creencias.

20. En general, la parálisis cerebral no es un problema grave

Casi la mitad de la muestra cree incorrecta esta afirmación, situando la parálisis


cerebral como un problema grave. Desde que su definición incorpora las limitaciones
en la actividad, se pone el énfasis en que repercuta en la vida del individuo,
impidiendo su normal desenvolvimiento. Esto dejaría fuera del concepto las formas
leves del trastorno que no interfieran en la ejecución de actividades (Badía, 2007).

Aunque es un problema grave, un 30,1% de los encuestados no lo considera


así, situándose en las opciones bastante, muy y muchísimo de acuerdo. Una
posiblecausa sería la percepción de que es un problema con el que la persona puede
vivir, no quedando comprometida su supervivencia.

Si bien es cierto que la esperanza de vida de las personas con parálisis


cerebral ha aumentado gracias a los avances en sus cuidados (Alcantud, 2008), no se
pueden obviar las limitaciones a las que una persona con el trastorno se enfrenta a
diario.

183
Relativa a las expectativas sobre la parálisis cerebral

1. Las personas con parálisis cerebral son tan inteligentes como las que no la
tienen

La mayor parte de los encuestados no está de acuerdo con esta afirmación, en


consonancia con los datos científicos hallados. Las expectativas generales son
negativas, en cuanto a la consideración de que todas las personas con parálisis
cerebral son tan inteligentes como el resto. Por el contrario, se encuentra un 45,9%
de la muestra que sí creen que las personas con el trastorno no tienen afectación
cognitiva (sumando las opciones bastante, muy y muchísimo de acuerdo).

Aunque la definición de parálisis cerebral no conlleva discapacidad


intelectual, frecuentemente está asociada. Odding et al. (2006), estiman que entre un
23-44% de las personas con parálisis cerebral presentan discapacidad intelectual.
Hercberg (2008) sitúa esta cifra en el 50% (39% de los casos relacionados con
retraso mental severo). Puyuelo (2001) la eleva hasta un 70-75%. Sin embargo, cabe
destacar la amplia heterogeneidad en los niveles de inteligencia dentro de la parálisis
cerebral, pues se observan casos desde un nivel superior al normal a otros con
deficiencia mental profunda.

2. Si disponen de tiempo suficiente, pueden llegar a aprender lo mismo que los


que no la tienen

Las opciones de respuesta mayoritarias han sido algo de acuerdo, seguida de nada de
acuerdo. Se encuentran expectativas negativas en torno a las posibilidades de
aprendizaje de las personas con parálisis cerebral. Los hallazgos confirman que
algunas personas con discapacidad intelectual tienen dificultades en los procesos
psicológicos básicos como atención, percepción y memoria (Ruíz & Arteaga, 2006).

184
Por otro lado, la persona con parálisis cerebral presenta unos condicionantes
que influyen en sus procesos cognitivos: el sobreesfuerzo necesario para controlar los
movimientos; la limitación de experiencias y la falta de ejercitación práctica; la
lentitud en los tiempos de reacción y realización, a veces relacionados con los efectos
de la medicación –antiepilépticos-; y la alta fatigabilidad, que incide en la atención y
la motivación. Estos condicionantes repercutirán en los aprendizajes y no se
solucionarán proporcionando más tiempo.

3. De adultos, pueden llevar bien una vida de pareja

Las expectativas en las relaciones de pareja son negativas, ya que la mayor parte de
la muestra responde la opción nada de acuerdo, seguida de algo de acuerdo. Las
limitaciones físicas de las personas con parálisis cerebral son una barrera para
entablar relaciones fuera del ámbito familiar, con cierta autonomía e independencia.
Pero las verdaderas dificultades se derivan de la sobreprotección familiar (Alcantud,
2008). Sin embargo, no hay evidencia de que una vez lograda la relación de pareja,
no pueda ser mantenida en condiciones de normalidad.

Las relaciones que mantiene una persona con este trastorno no suelen ser
elegidas libremente pues su vida desenvuelve en un contexto determinado, con
personas de apoyo (generalmente familiares), que condicionan las posibilidades de
elección y autodeterminación en los contactos sociales.

4. Son tan productivas en el trabajo como las personas que no la tienen

Los datos recogidos de la muestra indican que, mayoritariamente, están en


contra de esta afirmación –responden nada de acuerdo-, seguido de la opción algo de
acuerdo. La capacidad de trabajo de las personas con parálisis cerebralno se
considera productiva y competitiva, y esta imagen también está extendida entre los
empresarios, que no suelen contratar a personas con el trastorno.

185
Según la Confederación ASPACE, los puestos de trabajo para las persona con
parálisis cerebral no cuentan, generalmente, con las adaptaciones necesarias porque,
aun teniendo cualificación profesional, no pueden acceder a un empleo. Aunque no
existen datos fiables sobre su inserción laboral, son un colectivo con muy baja tasa
de integración laboral.

5. Suelen ser agresivas y violentas

Las personas encuestadas no están de acuerdo, en su mayoría, con esta afirmación,


en consonancia con la realidad. Las personas con parálisis cerebral no suelen mostrar
comportamientos agresivos, exceptuando algunos casos donde coexisten el trastorno
motor y el déficit intelectual. En estos casos, a veces el sujeto se autoagrede o agrede
a otras personas como manifestación de un trastorno comportamental más que
expresión de violencia.

6. Presentan más problemas para relacionarse con los demás que los que no la
tienen

La mayoría de la muestra está de acuerdo en algún grado con esta afirmación (un
57,6% sumando las opciones de bastante, muy y muchísimo de acuerdo). Esto pone
de manifiesto la percepción correcta que tiene la población sobre las dificultades de
relación social en este colectivo.

Las relaciones sociales y el establecimiento de amistades dependen de las


oportunidades de poner en práctica las habilidades y desarrollarlas, de conocerse. Sin
embargo, las personas con parálisis cerebral y discapacidad, en general, tienen pocas
oportunidades para actuar recíprocamente. Alcantud (2008), apunta a que las
relaciones entre personas con discapacidad y personas sin discapacidad no suelen
elegirse de forma espontánea y libremente.

186
7. Suelen tener muy buenas capacidades para algunas tareas

La opción más respondida ha sido algo de acuerdo, seguida de nada de acuerdo.


Pero la suma de las opciones bastante, muy y muchísimo de acuerdo arroja un 43,6%
de personas a favor de esta afirmación. No se recoge información sobre el tipo de
capacidades que la muestra considera muy buenas para algunas tareas.

En consonancia con las respuestas a favor y en contra de esta afirmación por


parte de los encuestados, Puyuelo (2001) establece que la población con parálisis
cerebral es muy dispar y existe una gran heterogeneidad en los niveles de
inteligencia; desde un nivel superior al normal a otros con deficiencia mental
profunda. Igualmente, los perfiles cognitivos son heterogéneos en habilidades
perceptivas, lingüísticas, memoria, atención, etc.

8. Están capacitados para criar y educar a sus hijos como quienes no la tienen

La mayoría de encuestados se sitúa nada de acuerdo con esta afirmación, seguida de


la opción algo de acuerdo. Se observa una falta de expectativas en las persona con
parálisis cerebral cuando hay evidencias de que pueden tener hijos y criarlos.

La persona con parálisis cerebral puede establecer su propia familia, teniendo


en cuenta su capacidad intelectual, aunque necesitará apoyos y adaptaciones en el
entorno físico. A mayor discapacidad física, mayor será la necesidad de contar con
recursos materiales y personales.

9. De adultos suelen estar capacitados para desempeñar cargos políticos,


como, por ejemplo, una alcaldía o concejalía con delegación

La parálisis cerebral se define como un trastorno motor, del movimiento y la postura.


No lleva aparejada por definición discapacidad intelectual por lo que la persona
podría ejercer un cargo de responsabilidad, siempre que cuente con los apoyos que
compensensus limitaciones. Sin embargo, casi un 60% de la muestra se manifiesta

187
nada de acuerdo con esta afirmación, poniendo de relieve la asociación entre
parálisis cerebral e incapacidad para asumir responsabilidades.

En este caso sólo un 19,8% de la muestra creería en las posibilidades de


desempeño de la persona con parálisis cerebral (sumando las opciones de bastante,
muy y muchísimo de acuerdo).

10. Suelen tener una sexualidad problemática

En esta cuestión se observa la opinión mayoritaria de nada de acuerdo. Los


encuestados creen que las personas con parálisis cerebral no tienen una sexualidad
problemática. Sin embargo, los datos procedentes de diversos estudios apuntan que,
aunque tenga necesidades afectivo sexuales similares a las del resto de la población,
presentan dos problemas principales para vivir su sexualidad; por un lado las
dificultades para experimentar intercambios afectivosexuales (Ruíz & Arteaga,
2006); y por otro, las repercusiones del descontrol motor durante los encuentros
sexuales (Toledo, 1998).

En la medida en que la discapacidad motriz sea más grave y/o se asocie


discapacidad intelectual, los patrones de comportamiento sexual adquieren matices
más diferenciados, debido a los obstáculos en la comunicación, conducta y
autoconciencia.

Por el contrario, un 47,7% de la muestra que tienen una percepción negativa


sobre la sexualidad de las personas con parálisis cerebral. Esta división en las
opiniones refleja la diversidad real en el colectivo; se pueden encontrar desde
personas con una sexualidad óptima y placentera, en pareja o no, hasta aquellas que
por la propia deficiencia o la educación recibidas, no se han permitido la vivencia de
la sexualidad.

188
11. Suelen ser sociables

Las expectativas sobre la capacidad de socializarse en la persona con parálisis


cerebral, resultan relativamente positivas. La opción mayoritaria ha sido algo de
acuerdo seguido de bastante de acuerdo. Pero las habilidades sociales se desarrollan
en contacto con los grupos sociales y, la persona con este trastorno, ve limitada su
participación social. Esto, unido a la sobreprotección, puede generar cierto
aislamiento y dependencia del medio familiar (Basil, 1992).

No se trata de que puedan ser más o menos sociables, sino de la falta de


desarrollo y entrenamiento en situaciones sociales a la que se ven expuestos.

12. Pueden llevar una vida normal, como cualquier persona

Las frecuencias de respuestas de las opciones nada de acuerdo y algo de acuerdo


coinciden, valorando negativamente la capacidad de autonomía de la persona con
parálisis cerebral. Como en otros apartados, hay pocas expectativas en la normalidad
que pueda tener una persona con el trastorno.

Aunque la discapacidad motora se hace patente en la actividad diaria de la


persona con parálisis cerebral, los efectos estarán en función de las limitaciones que
le cause, y la necesidad de apoyos del entorno. En cualquier caso, tiene más
dificultades para llevar una vida normal que cualquier otra persona.

13. De adultos, pueden hacer trabajos sencillos, que no sean complicados

Si la tarea se ajusta al perfil de capacidades de la persona con parálisis cerebral, es


posible que realice una actividad laboral. Esta es la percepción de la mayoría, que
responden con la opción algo de acuerdo. Sin embargo, algunas asociaciones
denuncian que generalmente, las tareas no están adaptadas a tales posibilidades,
dando como resultado la inaccesibilidad al mundo laboral. Nuevamente, a la opción
mayoritaria le sigue nada de acuerdo.

189
La oportunidad laboral proviene, en muchos casos, de los centros especiales
de empleo. Están integrando a personas con parálisis cerebral y discapacidades
afines, logrando que estas personas puedan realizar tareas adaptadas a su movilidad.

14. Suelen estar de mal humor

La opción respondida por la mayoría es nada de acuerdo. No hay una percepción de


mal humor en las personas con parálisis cerebral. Sin embargo, algunos autores
afirman que pueden surgir trastornos en el estado de ánimo, con cierta labilidad
emocional, derivados de la experiencia de fracaso; de la autoimagen negativa que
estas personas generan, relacionada con la que les devuelve el entorno; o de las
dificultades en la comunicación (Abramson et al., 1980).

15. Pueden llevar una vida autónoma como los que no la tienen

La mitad de la muestra responde que no está nada de acuerdo con esta afirmación,
en consonancia con la realidad pues las personas con parálisis cerebral experimentan
cierta dependencia del entorno y, en los casos más graves, escasa autonomía (Ruíz &
Arteaga, 2006).

Sólo un 20% de la muestra (sumando las opciones bastante, muy y muchísimo


de acuerdo), creen que la afirmación es correcta. Esto puede ser cierto en algunos
casos donde la sobreprotección familiar es el primer obstáculo para desarrollar la
autonomía (Pérez-Porras, 2008).

16. Si estuvieran totalmente integrados en la sociedad, podrían realizar


cualquier trabajo

Las opciones de respuesta mayoritarias se han repartido entre nada de acuerdo y


algo de acuerdo, ligeramente a favor de la primera. Un 34,2% manifiesta claramente
su apoyo a esta afirmación (opciones bastante, muy y muchísimo de acuerdo).

190
Es correcto que las personas con parálisis cerebral encuentran grandes
obstáculos a la hora de realizar una actividad laboral, aunque no tanto porque estén o
no integradas socialmente, sino por la adecuación del puesto de trabajo a sus
posibilidades motrices y cognitivas (en caso de coexistencia de discapacidad
intelectual). La integración social supondría darles las mismas oportunidades de
acceso al empleo que a cualquier otra persona, pero no en todos los casos esto resulta
posible teniendo en cuenta la heterogeneidad en sus perfiles.

17. Suelen estar tristes

La mayoría de los encuestados cree que esto no es así, ya que hay un 55,1% que
responde con nada de acuerdo. Sólo se manifiestan claramente de acuerdo un 13,7%.
Aunque no es posible generalizar a todos los individuos con parálisis cerebral,
algunos autores señalan un sentimiento de indefensión y falta de autoeficacia que
puede derivar en depresión (Basil, 1992).

La autoestima y sentido de competencia, que actúan contra la depresión, no


sólo provienen de la calidad de la experiencia, sino de la percepción de que son las
acciones de uno mismo las que controlan dicha experiencia. Las personas con
parálisis cerebral deben percibir que son sus propios logros y no la benevolencia de
los demás, lo que les hace capaz de responder a los requerimientos del entorno,
haciéndolos socialmente eficaces.

18. De adultos, hay tareas en el trabajo en las que funcionan mejor que las
personas que no la tienen

Las expectativas en relación a las capacidades laborales de las personas con parálisis
cerebral son negativas pues la opción respondida por la mayoría es nada de acuerdo.
Esto se confirma en los datos hallados pues, en general, tienen menos acceso al
empleo y, cuando lo hacen, necesitan de adaptaciones o apoyos en función de la

191
gravedad en sus limitaciones motrices. Por ello, en numerosas ocasiones, la única
posibilidad es el acceso al empleo protegido.

La Confederación ASPACE apunta a que no hay un estudio pormenorizado


de las capacidades y perfiles profesionales de las personas con parálisis cerebral que
les ayude a ser eficaces en el desempeño laboral. Sin las pertinentes adaptaciones del
puesto de trabajo, encuentran más dificultades que el resto para el desempeño de
tareas.

19. Presentan poco autocontrol

Los sujetos han respondido casi en la misma proporción nada de acuerdo y algo de
acuerdo, ligeramente mayor en la primera opción. En línea con los datos obtenidos,
no se puede hablar de poco autocontrol, sino de labilidad emocional (Ruíz &
Arteaga, 2006).

En ocasiones, la inadecuada adaptación al entorno social, el aislamiento, la


estigmatización social, la depresión, la vulnerabilidad en la adolescencia, la ansiedad,
la hiperemotividad y la inmadurez afectiva (o discordancia entre la evolución
afectiva y el nivel intelectual) pueden ser causa de trastornos psicológicos que
deriven en inestabilidad emocional (Hercberg, 2008).

20. De adultos, si disponen de tiempo suficiente, pueden realizar un trabajo tan


bien como una persona que no la tiene

Como en otros ítems que evalúan la percepción del desempeño laboral, la muestra
responde mayoritariamente algo de acuerdo, seguido de nada de acuerdo (variación
entre ambas opciones de un 3,6%). Se vuelve a constatar la escasa confianza en las
posibilidades laborales, aunque en esta ocasión hay una mejor percepción que en
otras afirmaciones similares.

192
En vista de los datos, aparece un expectativa ligeramente más favorable si el
ítem hace referencia a trabajos más sencillos, que desaparece cuando los encuestados
comparan las posibilidades de desempeño laboral de las personas con parálisis
cerebral y el resto de la población.

La realización de una actividad laboral depende en gran medida de los


requerimientos de la tarea y la adaptación a las posibilidades motrices y cognitivas de
la persona con parálisis cerebral. En casos de acusada limitación motriz, la única
salida laboral son los centros especiales de empleo que cuentan con un programa
individualizado y suelen estar organizados por asociaciones (en Andalucía,
coordinadas por ASPACE)

21. Suelen estar alegres

Las cuestiones de percepción del estado de ánimo, tanto de afectos positivos (alegría)
como negativos (tristeza)son vistas con normalidad por la muestra. En este caso, hay
mayoría en las opciones a favor de esta afirmación. Así como en la cuestión 17)
relativa a la tristeza, la mayoría se mostraba en contra de la creencia suelen estar
tristes.

Como ya se ha apuntado, los problemas emocionales que pueden desembocar


en la aparición de trastornos psicológicos, ocurren en los casos de falta de
expectativas del entorno y sentimiento de ineficacia del propio sujeto.

22. De adultos, aguantan mejor el estrés laboral que las demás personas

No se han encontrado datos al respecto, dada la baja inserción laboral del colectivo y
la ausencia de estudios que revelen el nivel de adaptación al estrés. La percepción de
la muestra es desfavorable, con mayor tasa de respuesta en la opción nada de
acuerdo (45,8%), en consonancia con las escasas expectativas laborales.

193
23. Suelen tener poca fuerza de voluntad

Las personas con parálisis cerebral no son percibidas como carentes de voluntad,
pues mayoritariamente se ha respondido nada de acuerdo. La muestra puede estar
valorando las dificultades a las que se enfrenta este colectivo y, por tanto, el mayor
esfuerzo necesario para lograr resultados

No se puede hablar en término de fuerza de voluntad, pero algunos autores


señalan una escasa motivación hacia la tarea (Ruíz & Arteaga, 2006), en relación a
una mayor fatiga y, en determinados casos, los efectos de la medicación que pueden
influir en el rendimiento.

194
Relativa a las características de la muestra

En este estudio interesa relacionar las características personales de la muestra con sus
representaciones sobre la parálisis cerebral. A tal fin se han extraído y analizado
datos sobre los rasgos de personalidad; los valores del sujeto; el bienestar o la
satisfacción con la vida; y la disposición al optimismo.

Personalidad

Los sujetos de la muestra, en función del sexo, han experimentado variaciones en sus
características de personalidad. Las mujeres han puntuado más alto en las
dimensiones de neuroticismo y extroversión, así como en conformidad o disimulo.
Estas dimensiones se relacionan, según el modelo de personalidad de Eysenck (1970)
con los trastornos emocionales y mayor grado de sociabilidad, respectivamente. La
puntuación mayor en disimulo/conformidad revelaría la tendencia a responder lo
socialmente deseable.

Sin embargo los varones han puntuado más alto en psicoticismo, relacionado
con una mayor frialdad y falta de empatía.

Las diferencias estadísticamente significativas entre varones y mujeres han


aparecido en psicoticismo (más alto en varones) y disimulo/conformidad (más alto en
mujeres).

Valores

La mayor puntuación, en general, se obtuvo en el factor V. Conformidad, mientras


que la puntuación más baja fue en el factor VI. Poder. Las motivaciones de los
individuos, en relación a Conformidad, estarían dirigidas a evitar dañar a otros o

195
violar las normas sociales. Estos resultados apuntan, en general, a un interés por la
inhibición de las inclinaciones individuales potencialmente disruptivas para el
funcionamiento del grupo.

La baja puntuación en cuanto al valor de poder, podría indicar un menor


interés en el estatus social, con escasa necesidad de control sobre las demás personas,
teniendo en cuenta la situación social y política actual.

En cuanto a las diferencias estadísticamente significativas por sexos, se


aprecia que los varones han puntuado más alto en hedonismo y estimulación, ambas
con un componente de disfrute de la vida, orientado al placer sensorial y a las
experiencias audaces, respectivamente. Al respecto, hay que tener en cuenta la alta
participación de jóvenes en este estudio. Sin embargo, las mujeres han obtenido
diferencias estadísticamente significativas, por encima de los varones, en
benevolencia, destacando el interés por el bienestar de las personas con las que se
mantiene contacto frecuente (Schwartz, 2012).

Hostilidad y malevolencia

En cuanto a la percepción de la naturaleza humana, se encuentra que los varones


puntúan más que las mujeres en el Factor I. Dureza de trato con logro de fines por
encima de las normas sociales. Mientras que ambos sexos se encuentran igualados
en puntuación en relación a los factores II. Malevolencia, recelo y rencor hacia los
demás y el poder político y III. Desconfianza en el ser humano, respectivamente.

Aparecen diferencias estadísticamente significativas, en el Factor I, con


mayor puntuación en varones. Esto destaca una peor percepción de la debilidad, y
una sobrevaloración de la fuerza, con tendencia a posicionar a los fuertes en lo más
alto de la escala social.

196
Satisfacción vital y disposición al optimismo

La puntuación en ambos sexos ha sido muy similar, quedando de manifiesto que no


se aprecian diferencias estadísticamente significativas en cuanto a valoración global
sobre su vida ni en las expectativas favorables frente a situaciones vitales.

197
Relativa las diferencias en función del estado civil

Los grupos que van a ser analizados a continuación son dos: solteros frente a
casados-emparejados. Se ha prescindido del grupo separados y divorciados al ser
muy pequeño (n=11).

Aspectos descriptivos de la parálisis cerebral

Se han encontrado diferencias estadísticamente significativas en siete cuestiones y en


seis de ellas, los solteros han obtenido mayores puntuaciones. Son las relativas a la
caracterización de la parálisis cerebral como una enfermedad, por causas
fundamentalmente ambientales, más frecuente en mujeres que varones, que puede
prevenirse si los padres llevan una vida sana, que puede superarse en la
adolescencia y que quienes la padecen son iguales o muy parecidos entre ellos.

Sólo hay un ítem donde puntúan más alto los casados y es el que afirma que
es un problema que perjudica a la persona que lo tiene pero no es una enfermedad.

Los solteros tienen una visión de la parálisis cerebral más errónea, frente a los
casados que aciertan en la tendencia de no considerar la parálisis cerebral como una
enfermedad

Expectativas sobre la parálisis cerebral

En relación a las expectativas sobre las personas con parálisis cerebral, han surgido
seis diferencias estadísticamente significativas, puntuando más alto los solteros en
cinco de ellas. Los solteros consideran emocionalmente más inestables a las personas
con el trastorno, ya que creen que suelen ser más agresivas y violentas; y que suelen
estar de mal humor o tristes. Sin embargo, pese a esta mala percepción, sí las

198
consideran capaces de aprender si disponen de tiempo suficiente, así como de tener
una familia y criar a sus hijos.

Es interesante que hayan sido los solteros quienes manifiesten expectativas


favorables a que las personas con parálisis cerebral sean capaces de asumir la
responsabilidad que conlleva tener una familia. Quizás los casados se han situado en
otra perspectiva, más conscientes de la complejidad y sobrecarga que supone el
estrés familiar.

La puntuación más alta en los casados-emparejados, ha sido para la creencia


de que las personas con parálisis cerebral suelen ser sociables.

Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades

No aparecen diferencias estadísticamente significativas en la Escala de Creencias de


Normalidad Comportamental y de Capacidades (ECNCC), en función a si se es
soltero o casado-emparejado, ni en la puntuación total, ni en los dos factores que la
componen.

Características de personalidad

Las dimensiones donde se han obtenido diferencias estadísticamente significativas,


con valores más altos en solteros han sido neuroticismo y psicoticismo. Los solteros,
aunque puedan considerar como un valor la independencia, no cuentan con el soporte
emocional que aporta una pareja. Según algunos estudios, parece que estar casado
reduce las posibilidades de sufrir depresiones y desajustes emocionales. Las razones
se atribuyen no sólo a un mayor apoyo emocional, sino a una mejoría económica al
contar con dos fuentes de ingresos. Esto reduciría el estrés vinculado a la seguridad
económica.

199
En cuanto a la mayor puntuación en psicoticismo, en el caso de solteros,
podría explicarse por la falta de implicación en un proyecto común, que obliga a
hacer renuncias personales, en favor del bien de la pareja. Los solteros pueden
manifestar comportamientos más egocéntricos ya que no tienen un compromiso
expreso.

Los casados-emparejados, por el contrario, han puntuado más alto en la


dimensión disimulo/conformidad. Esto podría deberse a una mayor necesidad de
negociar y ceder en sus puntos de vista, mayor entre quienes viven en pareja que en
los solteros. Estos pueden tomar decisiones según su punto de vista sin necesidad de
actuar contra su criterio para llegar a un consenso.

Valores

Los valores que han obtenido puntuaciones con diferencias estadísticamente


significativas han sido II. Universalidad y V. Conformidad, en el caso de los
casados-emparejados; y X. Estimulación, en el caso de los solteros.

Los valores que estructuran la universalidad contemplan la tolerancia y la


comprensión, como base para lograr la armonía personal. En el caso del valor
conformidad, sustentan en la restricción de impulsos e inclinaciones personales que
pudieran ser negativos para otros. Ambas descripciones reflejan la situación de los
casados-emparejados frente a los solteros.

Los solteros puntúan más alto en el valor estimulación, asociado a una vida
más excitante, con mayor riesgo. Sin embargo los casados-emparejados tienen una
menor tendencia a las situaciones de riesgo, por un sentimiento de protección hacia
los hijos o la pareja. Por otro lado, si se consideran las posibilidades de tiempo librey
ocio, la libertad para canalizar sus propios intereses y un mayor presupuesto
económico de solteros frente a casados-emparejados, no sorprenden los resultados.

200
Hostilidad y malevolencia

Tanto en la puntuación total del instrumento, como en los factores I. Dureza de trato
con logro de fines por encima de las normas sociales y II. Malevolencia, recelo y
rencor hacia los demás y el poder político, los solteros han obtenido puntuaciones
más altas que los casados-emparejados.

En relación con una visión negativa de la naturaleza humana, por parte de los
solteros, algunos autores apuntan a que la imagen del otro estaría asociada al grado
de evitación que la persona manifiesta en sus relaciones cercanas. Así, aquellos con
una imagen positiva del otro en términos de confiabilidad y disponibilidad, tendrán
mayor facilidad para establecer relaciones cercanas con otros. Por el contrario,
aquellos con una visión negativa de los demás, tenderán a evitar establecer vínculos
de carácter más íntimo (Guzmán & Contreras, 2012).

Satisfacción vital

Según los datos obtenidos, aparecen diferencias estadísticamente significativas, con


una puntuación mayor en casados-emparejados, en la Escala de Satisfacción Vital.
Estos resultados coinciden con los que apunta Florenzano (1995), que relaciona la
satisfacción familiar con la percepción de ayuda que recibe el miembro de la pareja
cuando se enfrenta a un problema, la expresiónde afectos y apoyo emocional, así
como la participación en la toma de decisiones, que lo hace sentirse valorado.

Disposición al optimismo

En este ámbito, también se han obtenido diferencias estadísticamente significativas,


con puntuaciones más altas en los casados-emparejados. La percepción de sentirse
apoyado frente a las dificultades puede hipotetizarse como causa de la mayor
disposición al optimismo. Otras variables relacionadas con el optimismo son la

201
sensación de bienestar. Como puede comprobarse en el apartado anterior, la
satisfacción vital también es mayor en casados-emparejados.

202
Relativa a las diferencias en función de la edad

Aspectos descriptivos de la parálisis cerebral

El análisis de la varianza de una vía (ANOVA), revela que aparecen un total de once
valores de F estadísticamente significativos, y en todos ellos, las medias son más
altas en los grupos más jóvenes.

Las diferencias estadísticamente significativas, en función de la edad, surgen


casi en su mayoría, en las cuestiones relativas al trastorno en sí: en las afirmaciones
sobre que es una enfermedad, con causas ambientales, hereditaria, que no puede
prevenirse -o que se `puede prevenir si los padres llevan una vida sana- y que puede
quitarse durante la adolescencia; también sobre la distribución del trastorno: la
padecen más personas de las que se cree y afecta más a mujeres; y por último, en
torno al eje educativo, con afirmaciones a favor de escolarizar en centros específicos.
En todas ellas, los jóvenes obtienen medias más altas.

Por contra, las personas de grupos de mayor edad, tienen medias más altas en
que la parálisis cerebral es un problema pero no una enfermedad.

Esta visión más correcta del trastorno que aparece en la edad madura
contrasta con la percepción estereotipada que muestran los más jóvenes. Desde la
consideración de una enfermedad, hasta la posibilidad de superación de la parálisis
cerebral en la adolescencia, configuran una visión más alejada de la realidad por
parte de los jóvenes. La posible falta de contacto con el trastorno y el
desconocimiento que manifiestan sobre el mismo pueden ser las causas.

203
Expectativas sobre la parálisis cerebral

En cuanto a expectativas sobre el trastorno, el número de diferencias


estadísticamente significativas encontradas entre los grupos de diferentes edades –
mediante análisis de varianza (ANOVA)-, muestra un total de seis ítems
pertenecientes al ámbito afectivo-emocional. Los grupos, en función de su edad,
varían su percepción en que las personas con parálisis cerebral suelen ser agresivas y
violentas; sociables; suelen estar tristes; o de mal humor. Además hay diferencias en
las expectativas sobre su sexualidad y la fuerza de voluntad que se les atribuye.

En posteriores análisis se obtiene que son los jóvenescomprendidos en los


grupos 1 y 2, (con edades entre 15-23 años), quienes obtienen mayores medias en las
cuestiones relativas a que las personas con parálisis cerebral suelen ser agresivas y
violentas, suelen estar tristes y también de mal humor.

En la apreciación de que suelen ser sociables, la tendencia es que los grupos


de mayor edad, tengan medias más altas. Así todos los grupos se sitúan por encima
del más joven (con edades entre 15-17 años). Parece darse la relación entre una
percepción más positiva, a medida que se avanza en el ciclo vital.

En la creencia de que tienen poca fuerza de voluntad, el grupo 3 (24-43 años),


puntúa por encima del grupo 1 y 2, ambos más jóvenes. Sin embargo es el grupo 4,
de mayor edad (44-69 años), el que obtiene una media mayor por encima del resto de
grupos. Este resultado contrasta notablemente con los hallazgos de algunos autores,
que sitúan como características de la edad madura una mayor tolerancia y
comprensión, al mismo tiempo que una mayor inclinación a la protección de otros y
su bienestar (McFarland et al., 1992; Cardenal & Fierro, 2001). Aquí se encuentra un
juicio de mayor dureza hacia las personas con parálisis cerebral, cuestionando su
fuerza de voluntad en el grupo de mayor edad.

En resumen, a medida que los sujetos son mayores, sus medias se suavizan,
en relación con los grupos más jóvenes, en la apreciación negativa de características
emocionales en personas con parálisis cerebral, y en la consideración misma del
trastorno. La única excepción en el grupo de sujetos mayores, es la visión negativa

204
sobre el esfuerzo y empeño que ponen las personas con el trastorno en superar las
dificultades. No se pueden establecer hipótesis sobre las causas de esta excepción, ya
que no hay estudios sobre el tema, pero se intuye más experiencia en la vida y
superación de situaciones difíciles en las personas de mayor edad, lo que podría
inclinarlos a ser mostrarse más duros en cuanto a la cuestión fuerza de voluntad.

Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades

No se han obtenido diferencias estadísticamente significativas en la Escala ECNCC

Características de personalidad

Las puntuaciones más altas en neuroticismo, la ha obtenido el grupo más joven, de


edades comprendidas entre 15-17 años. Estos datos apuntan a una mayor
inestabilidad emocional en los sujetos más jóvenes de la muestra, en consonancia con
una etapa vital dominada por los cambios, la tensión emocional y las alteraciones en
el estado de ánimo; así como respuestas irracionales o ansiedad (Eysenck, 1990).

Además han sido más altas las puntuaciones en psicoticismo en los grupos 1 y
2 (15-23 años), sobre los grupos 3 y 4, de mayor edad. La mayor tendencia al
psicoticismo entre los jóvenes hasta los veintitrés años revela una mayor dureza
emocional y egocentrismo, con mayores dosis de agresividad y hostilidad.

Los grupos1 y 2 también han puntuado más alto, con diferencias


estadísticamente significativas sobre el grupo 4, en la dimensión extroversión,
poniendo de manifiesto una mayor sociabilidad y despreocupación.

Por último, a mayor edad, se observa una mayor puntuación en las medias
sobre la dimensión disimulo/conformidad. Los grupos 3 y 4, con edades entre 24-43
y 44-69, respectivamente, han obtenido medias mayores que el grupo 1. Y además, el
grupo 4 también sobre el grupo 2. Conforme los sujetos tienen mayor edad, tienen

205
más tendencia a contestar lo políticamente correcto. O quizás, esta mayor puntuación
en conformidad se derive de una mayor tolerancia y apertura de mente, que Ryff
(1989) atribuye a la maduración del individuo.

Valores

Los valores donde la edad ha marcado diferencias estadísticamente significativas,


han sido los correspondientes a: I. Autodirección, II. Universalidad, III.
Benevolencia, VII. Poder, VIII. Logro, IX. Hedonismo y X. Estimulación.

Aparece una mayor autodirección en los grupos de edad 2 y 3 frente al grupo


4, y del grupo 3, además, frente al 1. Los extremos en los intervalos de edad (sujetos
mayores y los más jóvenes), son los que expresan menores medias en relación a
autodirección. Estos hallazgos contrastan con los que serían esperables en el grupo
de mayor edad, ya que del valor de autodirección, surge la necesidad de control sobre
el medio, que se acrecienta con la edad (Cardenal & Fierro, 2001)

Con respecto a universalidad, sucede al contrario, son los sujetos de mayor


edad (grupos 3 y 4) los que obtienen diferencias estadísticamente significativas en
sus medias, más altas, con los grupos 1 y 2 compuesto por jóvenes hasta los 23 años.
Los resultados están en consonancia con las características atribuidas a la madurez
por Heckhausen et al. (1989), como sabiduría, apertura, comprensión y tolerancia.

El grupo 3 destaca en el valor de benevolencia sobre los grupos 1 y 2.


Teniendo en cuenta la edad de los individuos que forman este grupo de edad (24-43),
es una etapa de elecciones vitales, de asunción de responsabilidades y necesidad de
afiliación o incorporación a la sociedad de una manera apositiva para el grupo, en
completa sintonía con la descripción de este valor por Schwartz (2012)

En el valor de poder, son los de edad más alta (grupo 4) quienes obtienen
mayores medias, estadísticamente significativas, con respecto al grupo 1. En este
grupo de edad (44-69), podemos encontrar a los individuos posicionados
socialmente, con un gran número de metas fijadas que pueden -o no- haberse

206
logrado. Resulta razonable la alta puntuación en este valor que indica ascenso social
y necesidad de reconocimiento en la muestra de mayor edad.

En relación al hedonismo, los grupos de edades medias, 2 y 3, arrojan medias


más altas en ambos casos que el grupo 4 y, además, el grupo 2 también sobre el
grupo 1. El hedonismo se relaciona con la búsqueda del placer sensorial y el goce de
la vida. Los grupos donde aparecen medias más altas son aquellos con edades
comprendidas entre los 18-43 años, que parte de la edad de autodeterminación de la
persona, con su mayoría de edad, hasta una etapa vital donde pueden empezar a
asumirse mayores responsabilidades como son el cuidado de los hijos o de unos
padres mayores. Los mayores condicionantes familiares o sociales se encontrarían en
los individuos más jóvenes, con menor posibilidad de libertad y en el grupo de mayor
edad.

Los grupos 1, 2 y 3 tienen mayor tendencia a la estimulación que el 4, como


se desprende de las necesidades que tiene cada grupo de edad. A una edad más joven,
los individuos necesitan vivir experiencias, excitación y desafío en sus vidas.
Conforme el sujeto madura, predomina la conformidad y la búsqueda de seguridad
(Cardenal & Fierro, 2001)

Hostilidad y malevolencia

Son los sujetos más jóvenes, del grupo 1, los que alcanzan mayores medias sobre el
resto de los grupos de mayor edad en el factor I. Dureza de trato con logro de fines
por encima de normas sociales. Estos resultados reafirman los hallados en el rasgo de
personalidad psicoticismo, donde los grupos más jóvenes puntúan más alto, con
mayor tendencia a la agresividad, hostilidad y frialdad. Así son los más jóvenes los
que consideran que el fin justifica los medios, por lo que para el logro de fines vale
todo.

Entre el grupo 2 (18-23 años) y el 4 (44-69) se establecen diferencias


estadísticamente significativas en las medias tanto en el factor II. Malevolencia,

207
recelo y rencor hacia los demás y el poder político, así como en el factor III.
Desconfianza en el ser humano. Ambas con medias más altas en el grupo 2. Estos
resultados apuntan a que son los jóvenes quienes manifiestan mayores discrepancias
con los poderes establecidos, apuntando al cambio y la innovación. La población más
joven, en contraposición con la de mayor edad, de carácter más conformista, muestra
una tendencia a la lucha por los propios derechos, atribuyendo falsedad a la mayoría
de personas.

Estos resultados también se encuentran en las puntuaciones totales,


obteniendo medias más altas los grupos más jóvenes (1 y 2) frente al grupo de mayor
edad (grupo 4).

Satisfacción vital

No se han obtenido diferencias estadísticamente significativas en la Escala de


satisfacción vital, por lo que se les supone, independientemente de su edad, a todos
los grupos una satisfacción similar en el logro de metas.

Disposición al optimismo

Los grupos 3 y 4 manifiestan una mayor tendencia al optimismo que el grupo 1, más
joven. Además el grupo 3 tiene individuos con predisposición más optimista que el 2.
La mayor disposición al optimismo presente en los grupos de mayor edad puede
provenir del mejor ajuste personal que se atribuye a la edad adulta. Una mayor
sabiduría, fruto del crecimiento personal y la reflexión, podría ser la causa de una
visión positiva de las situaciones, aunque resulten difíciles. Asimismo una mayor
experiencia vital supone la capacidad de valorar los problemas de manera ajustada,
con más elementos de juicio y, por tanto, con mejores herramientas para el
afrontamiento.

208
Relativa a las relaciones entre las características
personales de la muestra y cuestiones sobre la parálisis
cerebral

Características de personalidad

La dimensión de neuroticismo ha correlacionado positivamente con algunos ítems


que describen de manera negativa el estado emocional de las personas con parálisis
cerebral, considerando que suelen estar tristes, que suelen ser agresivas y violentas o
que tienen poca fuerza de voluntad. Considerando que el neuroticismo se manifiesta
con un estado de ánimo inestable, podría considerarse la tendencia a asociar estas
mismas características a las personas con parálisis cerebral.

Aparece en sujetos que puntúan alto en neuroticismo, mayor número de


creencias erróneas como que la parálisis cerebral es una enfermedad, que se presenta
más en mujeres que varones, por causas de índole infecciosa, y la percepción de
homogeneidad entre quienes la tienen.

Los individuos que puntúan más alto en extroversión, pese a mantener


creencias erróneas, tienen expectativas positivas sobre el trastorno. Si bien creen que
es una enfermedad, también están de acuerdo en que se puede quitar con el
desarrollo adolescente. En esta línea, se halla una correlación negativa con la
creencia de que tienen más dificultades en las relaciones sociales. Según la teoría de
personalidad establecida por Eysenck (1987), uno de los rasgos centrales de la
extroversión es la sociabilidad, y en consonancia con esto, aparece una tendencia
positiva en la valoración del sujeto con parálisis cerebral en su dimensión social.
Podría considerarse que los individuos extrovertidos manifiestan una representación
más positiva de la parálisis cerebral, acorde con sus propios rasgos de personalidad.

En el caso de quienes puntúan más alto en la dimensión de psicoticismo, se


encuentran correlaciones estadísticamente significativas, de carácter positivo, en los

209
aspectos relativos al trastorno en sí: tienden a pensar que no es un problema grave,
que se puede quitar durante el desarrollo adolescente, que pueden aprender lo
mismo que otras personas si disponen de tiempo, y que pueden llevar bien una
relación de pareja. Estas percepciones son extensibles a todo el colectivo de
personas con parálisis cerebral, pues consideran homogénea a la población.

La visión positiva antes expuesta contrasta con las percepciones sobre el


carácter de las personas con parálisis cerebral que es considerado agresivo y violento,
con estados de mal humory tristeza, y con poca fuerza de voluntad, correlacionando
positivamente. La única correlación negativa en individuos con alta puntuación en
psicoticismo se ha dado en la afirmación de que es incurable, a mayor dimensión de
psicoticismo, menor creencia de que el trastorno es incurable.

La dimensión de disimulo/conformidad correlaciona de manera


estadísticamente significativa –y signo negativo- con cuestiones relativas a la
integración escolar, a la capacidad de aprendizaje y al desempeño en el ámbito
familiar. Esta última cuestión abarca las relaciones de pareja y la confianza en que
pueden criar y educar a sus hijos. A mayor tendencia a responder lo socialmente
deseable, se produce una peor consideración de la persona con parálisis cerebral en
los ámbitos expuestos.

Valores

Los valores que más correlaciones estadísticamente significativas han obtenido han
sido universalidad, conformidad y poder.

El factor II. Universalidad ha correlacionado positivamente con que las


personas con parálisis cerebral son sociables y que, en cuestiones laborales, hay
tareas en las que funcionan mejor y aguantan mejor el estrés. Y de manera negativa,
correlaciona con la percepción de homogeneidad en el colectivo con parálisis
cerebral y con que puedan desarrollar una sexualidad problemática. Todos estos
aspectos sitúan las creencias y expectativas de las personas que puntúan alto en el

210
valor universalidad, en una posición favorable hacia los afectados por el trastorno.
Estos resultados son coincidentes con las motivaciones que Schwartz (2012),
relaciona con los sujetos con metas universales, entre los que se encuentran la
comprensión, la tolerancia y protección del bienestar personal. De estos valores se
derivarían necesidades de protección y supervivencia de los grupos más
desfavorecidos, como es el caso de las personas con alguna discapacidad.

El factor V. Conformidad, correlaciona positivamente con aspectos sociales


(suelenser sociales y estar alegres) y mantiene cierta desconfianza en las
posibilidades laborales de la persona con parálisis cerebral, ya que sólo la cree capaz
de realizar trabajos sencillos. En las correlaciones negativas, aparece que quienes
tienen altas puntuaciones en conformidad, no creen en la homogeneidad entre
quienes sufren parálisis cerebral y tampoco que la opción de escolarización tenga
que ser en centros de integración. Las metas que subyacen a este valor son la
obediencia, la autodisciplina y la contención para evitar dañar a otros. Así, las
necesidades de las personas que puntúan en conformidad estarían relacionadas con la
propia inhibición para el buen funcionamiento del grupo.

El factor VII. Poder, obtiene correlaciones estadísticamente significativas con


numerosas cuestiones pero, singularmente, todas tienen en común una representación
mental de quien padece parálisis cerebral muy negativa.

Si se recopilan las cuestiones en las que las correlaciones son positivas, se


encuentran aquellas afirmaciones que resaltan la falta de capacidades y expectativas
de quienes tienen el trastorno: conveniencia de centros específicos; sexualidad
problemática; posibilidad de realizar sólo trabajos sencillos; la escasa fuerza de
voluntad; y aspectos emocionales negativos como el mal humor, la tristeza y la falta
de autocontrol. En cuanto a las correlaciones negativas, engloban todos aquellos
aspectos positivos sobre la parálisis cerebral; la atribución de inteligencia normal y
capacidad de aprendizaje; un mejor desempeño laboral para algunas tareas; y la
posibilidad de una vida normal.

211
Todas estas percepciones configuran una imagen muy negativa de la persona
con parálisis cerebral, vista por aquellos que buscan el éxito y el ascenso social. Es
coherente con los valores que exhiben estas personas, de valorar a quienes mejor
posicionados se encuentren y posean una imagen pública más exitosa.

Hostilidad y malevolencia

Atendiendo a los factores que componen esta escala, el que mayor número de
correlaciones estadísticamente significativas ha obtenido ha sido el factor I. Dureza
de trato con logro de fines por encima de las normas sociales.

Las correlaciones positivas de este factor se pueden englobar en varios


ámbitos: percepción del trastorno, percepción de la persona que lo padece y
percepción de los apoyos que necesita. En la percepción del trastorno, el factor I
correlaciona con percepciones erróneas como que la parálisis cerebral sea una
enfermedad, hereditaria, causada por agentes patógenos, que se puede superar en la
adolescencia y mayoritaria en mujeres. En la percepción de la persona con parálisis
cerebral, se consideran muy similares entre ellas y se les atribuyen cualidades
negativas como el mal humor, la tristeza, la agresividad y violencia, la falta de
autocontrol o de fuerza de voluntad.

Todas estas representaciones, obtenidas de quienes puntúan más alto en el


factor dureza de trato, configuran una mala imagen de las personas con parálisis
cerebral.

En cuanto a las correlaciones estadísticamente significativas, que aluden a las


puntuaciones totales, se encuentran hallazgos en la línea de una visión negativa de
quienes tienen parálisis cerebral ya que, positivamente, correlacionan las
afirmaciones de que el trastorno empeora con los años, la conveniencia de centros
específicos para estos niños, considerando a estas personas como homogéneas y la
creencia de que suelen estar tristes. La única correlación negativa parece confirmar la
escasa valoración de este colectivo pues no los considera sociables.

212
Satisfacción Vital

Los sujetos que obtienen una alta puntuación en la escala de satisfacción vital, han
obtenido correlaciones estadísticamente significativas, de signo positivo, con
afirmaciones como que quienes tienen parálisis cerebral son más sociables y alegres.
En consonancia con esto, las correlaciones negativas apuntan a una visión positiva de
los que tienen este trastorno y les suponen buen humor, mientras que no creen que
puedan llegar a aprender lo mismo que los demás, aunque dispongan de más tiempo.

Los rasgos emocionales que, quienes se encuentran satisfechos con sus


logros, atribuyen a las personas con parálisis cerebral son todos positivos
(sociabilidad, alegría y buen humor)

Disposición al Optimismo

La disposición al optimismo correlaciona positivamente en una valoración positiva


de las personas con parálisis cerebral y sus potencialidades. Se piensa que la mejor
opción para escolarizar a un niño con el trastorno es un centro ordinario, en
consonancia con la creencia de que puede ir mejorando con el paso del tiempo.
También se les atribuye la característica personal de ser sociables. Rasgo con gran
peso en la Escala de Creencia de Normalidad Comportamental y de Capacidades
(ECNCC). Las correlaciones negativas indican que las personas con disposición al
optimismo no consideran homogéneas a personas con el trastorno, apreciando su
diversidad.

Estas percepciones relacionan a las personas optimistas con una mejor


valoración de quienes padecen parálisis cerebral.

213
Relativa a las diferencias en la percepción de la
parálisis cerebral en función de si se ha trabajado o no con
personas con discapacidad

A continuación, se van a discutir los resultados que relacionan las creencias sobre
aspectos descriptivos de la parálisis cerebral en función de si se trabaja actualmente o
se trabajó en el pasado con personas con discapacidad.

Entre las personas que sí han trabajado en el campo de la discapacidad, se


encuentran puntuaciones más altas tendentes a los aspectos científicos correctos del
trastorno.

Creencias que están bien orientadas como las relativas a que el trastorno es
incurable, y que es un problema que perjudica a la persona que lo tiene pero no es
una enfermedad ponen de manifiesto que quienes han trabajado en discapacidad
conocen mejor la esencia del trastorno.

Asimismo una mayor puntuación en que, con el paso del tiempo, la persona
con parálisis cerebral va mejorando en algunos de sus problemas también está
estrechamente relacionada con la confianza en la rehabilitación en cualquiera de sus
ámbitos (educativa, médico, ortoprotésica, logopédica, etc.). Muy relacionada con
ésta se encuentra la afirmación de que a los niños con parálisis cerebral le viene
mejor acudir a colegios donde vayan niños que no la tengan. Aquí se pone de relieve
la tendencia entre quienes trabajan o han trabajado en discapacidad, a favor de la
integración escolar.

Por tanto, las personas con experiencia laboral en el mundo de la


discapacidad conocen mejor el trastorno y se muestran favorables a la integración
escolar, con confianza en la mejoría de los síntomas del trastorno.

Por el contrario, las personas que no han trabajado nunca con personas con
discapacidad muestran creencias erróneas en los aspectos centrales del trastorno,

214
asimilando la parálisis cerebral a una enfermedad, mostrando mayor tendencia a
creer que sea hereditaria, así como que se pueda quitar durante la adolescencia o que
se démás en mujeres que varones.

También hay una percepción negativa en cuanto a la evolución de la parálisis


cerebral ya que, una vez más en contraposición a quienes sí han trabajado en
discapacidad, las personas que no han trabajado nunca dan puntuaciones superiores
en que la persona con parálisis cerebral va empeorando con el paso de los años.

No sólo hay percepciones equivocadas sobre el trastorno en sí, también dan


puntajes más altos en otras cuestiones como que quienes padecen parálisis cerebral
son muy parecidos entre ellos. Esto coincide con la hipótesis de que, entre las
personas legas en discapacidad, es fácil que se asiente un prototipo estereotipado.

Mientras que quienes han trabajado en discapacidad creen que los niños con
parálisis cerebral deben estar integrados en centros ordinarios (escuelas normales),
aparece entre los que no han trabajado en este ámbito una percepción situada en el
otro extremo, puntuando más alto en la conveniencia de escolarizar a los niños, en
determinados casos de parálisis cerebral, en centros específicos de educación
especial. Resulta muy interesante la mayor apertura a escolarización en centro
específico, entre quienes no conocen profesionalmente la discapacidad.

En relación a este aspecto, ya el Informe elaborado por el Defensor del Menor


en Andalucía en 2010, hacía mención a la prioridad de atender las necesidades que el
niño con parálisis cerebral manifieste y que, en ocasiones, no pueden ser satisfechas
en los centros ordinarios.

En cuanto a las expectativas sobre la parálisis cerebral, sólo se han


encontrado diferencias estadísticamente significativas en la cuestión relativa a que
11) Son tan inteligentes como los que no la tienen, mayor en quienes han trabado en
el ámbito de la discapacidad. Esta valoración positiva de las capacidades cognitivas
incide en que quienes tienen experiencia laboral en discapacidad aprecian la amplia
heterogeneidad en el colectivo de parálisis cerebral. Existen menos estereotipos que
comprometan la percepción de inteligencia, en consonancia con la realidad.

215
Los sujetos que no han trabajado en el campo de la discapacidad, por el
contrario, se muestran tendentes a una valoración negativa de los estados de ánimo
de la personas con parálisis cerebral, puntuando más alto en la creencia de que suelen
estar de mal humor o tristes; o que presentan mayor agresividad y violencia. Por el
contrario, manifiestan expectativas más positivas que quienes han trabajado en
discapacidad, respecto de la capacidad de aprendizaje pues obtienen puntuaciones
algo mayores en que, si disponen del tiempo suficiente, las personas con parálisis
cerebral son capaces de aprender.

216
Relativa a las diferencias personales de la muestra en
función de si se ha trabajado o no con personas con
discapacidad

Características de personalidad

Han aparecido diferencias estadísticamente significativas, utilizando la prueba t de


Student, entre quienes han trabajado y quienes no lo han hecho en el ámbito de
discapacidad en tres dimensiones de personalidad.

Las personas que no han trabajado con discapacitados puntúan más alto en
neuroticismo. Por tanto tendrían mayor tendencia a los trastornos del estado de
ánimo, ansiedad y tensión emocional. Otros trasgos según Eysenck (1990) serían la
tendencia a respuestas irracionales, inhibición o sentimientos de desvalorización y
culpa. No ocurre así con las personas que sí han trabajado con personas
discapacitadas, más cercanas a la estabilidad emocional.

Igualmente se encuentra mayor puntuación en la escala de psicoticismo entre


quienes no han trabajado en discapacidad. Según el modelo propuesto por Eysenck,
el rasgo de personalidad asociado al psicoticismo sería la dureza emocional, que
describiría sujetos tendentes a la agresividad, hostilidad, pensamiento egocéntrico y
rígido. Se relacionaría, por tanto, con una mayor impulsividad y creatividad, con
falta de empatía y comportamiento convencional, en las personas que no han
trabajado en discapacidad.

Estas diferencias en la personalidad encontrada en los sujetos podrían indicar


una mayor estabilidad emocional y empatía en las personas que sí han trabajado en
este campo. Sin embargo, estos sujetos que conocen profesionalmente la
discapacidad, han obtenido una mayor puntuación en la escala de
disimulo/conformidad (L). Al medir esta escala la tendencia a la simulación de

217
respuestas para dar buena impresión, se podría deducir que, quizás, hayan pretendido
contestar lo socialmente deseable, en contraposición de aquellos que no tienen
ningún condicionamiento o vinculación laboral con la discapacidad.

Valores

Las personas que han trabajado en el ámbito de la discapacidad han obtenido


diferencias estadísticamente significativas, con un puntaje más alto en el Factor II de
la Escala de Valores, relativo a universalidad. Este factor hace referencia a
motivaciones en el individuo de comprensión, tolerancia, aprecio y protección del
bienestar de todas las personas. Resulta significativo por su relación con contenidos
como la igualdad y la justicia social, lucha permanente de los colectivos con
discapacidades. Son datos congruentes con lo que se espera de las personas que
trabajan con estos colectivos.

Por el contrario, las personas que no han trabajado con personas con
discapacidad, puntúan más alto, con diferencias estadísticamente significativas, en
los factores VIII. Logro, IX. Hedonismo y X. Estimulación.

El Factor VIII, correspondiente al logro es propio de motivaciones dirigidas


al éxito personal. Relacionado con personas ambiciosas, triunfadoras e inteligentes,
con competencia para obtener los recursos necesarios para sus fines.

El Factor IX, relativo al hedonismo marcaría una motivación hacia el placer o


gratificación sensorial, en consonancia estaría dirigido a una vida placentera, con
satisfacción de necesidades orgánicas.

El factor X, exponente de la estimulación, refleja como principal motivación


la excitación, con necesidad de una vida variada y experiencias audaces.

Según el modelo teórico de Schwartz (2012) de las relaciones entre los


dominios de valor, se observa en las personas que no han trabajado en discapacidad,
una tendencia a los intereses individuales, orientados hacia el autobeneficio. En

218
contraposición a las personas que sí han trabajado en discapacidad, más preocupadas
por intereses colectivos y por su autotrascendencia. El hedonismo y la estimulación
exhibida por las personas que no han trabajado en el campo de la discapacidad,
mostrarían tendencia a la apertura y al cambio.

Hostilidad y malevolencia

Los datos indican que en el Cuestionario de Hostilidad y Malevolencia


(HOSTYMAL), elaborado por Pelechano (2000), tanto en la puntuación total de la
escala como en el Factor I (Dureza de trato con logro de fines al margen de las
normas sociales), los individuos de la muestra que no han trabajado con personas con
discapacidad, puntúan más alto.

El factor dureza de tratocon logro de fines al margen de las normas sociales


es referido a una búsqueda de experiencias y riesgos, mayor en el grupo de personas
que no han trabajado con discapacidad. Estos resultados son coincidentes con los de
la escala de valores, ya que también puntuaban más alto en el factor X, relativo a la
necesidad de estimulación. Sin embargo, aparece un matiz de agresividad en el trato
social, no sólo la tendencia al riesgo, sino la insistencia en que el fin justifica los
medios. Esta perspectiva, sitúa a las personas que no han trabajado en discapacidad
más cerca del reconocimiento de la fuerza que de la importancia de las relaciones
personales.

Satisfacción Vital

En esta escala no han aparecido diferencias estadísticamente significativas.

219
Disposición al optimismo

Ha surgido una diferencia estadísticamente significativa en la medición de la


tendencia al optimismo, esta vez mayor en las personas que trabajan en discapacidad.
Este optimismo disposicional, actualmente, constituye un rasgo estable que
determinados autores relacionan con un mayor esfuerzo para lograr los objetivos
cuando surgen dificultades (Scheier & Carver, 1985).

Las personas que trabajan con individuos con discapacidad están mostrando
mayor puntaje en optimismo, lo que podría indicar que valoran de forma más
positiva las situaciones estresantes que surgen al trabajar en el ámbito de la
discapacidad y no se rinden en el compromiso adquirido a pesar de experimentar
contratiempos. Asimismo se encuentra en las personas optimistas una mayor
resistencia a mensajes negativos y mayor capacidad de ser persuadidos por mensajes
positivos, en comparación con las personas pesimistas (Geers et al., 2003). Esto
podría justificar su percepción favorable de la evolución de las personas con parálisis
cerebral.

220
Relativa a las relaciones de los años trabajados con
personas con discapacidad

Los años trabajados en el campo de la discapacidad, han correlacionado de forma


estadísticamente significativa con cuestiones relativas tanto a descriptivos de la
parálisis cerebral, como a expectativas.

A mayor cantidad de años trabajados con personas con discapacidad, se


observa una percepción más positiva del individuo con el trastorno y una percepción
más acertada sobre la base del mismo. Se encuentran creencias como que la parálisis
cerebral no es una enfermedad, y que es incurable, en consonancia con los aspectos
científicos del trastorno. Además se percibe la gran heterogeneidad en los afectados
considerando posible que puedan desempeñar puestos de trabajo con una gran carga
de responsabilidad. Asimismo, las personas que tienen experiencia laboral en
discapacidad tienen expectativas laborales muy altas sobre las personas con parálisis
cerebral, pues creen que si estuvieran totalmente integrados podrían realizar
cualquier trabajo. Esta cuestión se aparta de la realidad. No siempre es posible la
realización de un trabajo ya que, en ocasiones, la persona se encuentra tan limitada
en su movimiento, que no puede disfrutar de las ayudas técnicas que existen en el
mercado para el desempeño laboral.

En cuanto a las correlaciones de signo negativo, se observa que a menor


cantidad de años trabajados, hay un aumento de creencias erróneas, como que la
parálisis cerebral es una enfermedad y que quienes la padecen suelen ser agresivos y
violentos. También hay tendencias hacia los estereotipos que relacionan a las
personas con el trastorno con una menor productividad, con la afirmación de que, de
adultos, sólo pueden realizar trabajos sencillos, que no sean complicados.

Se puede concluir la relación entre cantidad de años trabajados en


discapacidad y una percepción más ajustada sobre el trastorno.

221
Relativa a las diferencias en función de si se tiene o no un
familiar con discapacidad

Aspectos descriptivos de la parálisis cerebral

No han aparecido diferencias estadísticamente significativas en las creencias sobre


aspectos descriptivos de la parálisis cerebral, lo que indica que no hay diferenciación
en las percepciones en función de si se tiene o no un familiar con discapacidad.

Esto podría deberse a que se han dado pocos casos de familiar con parálisis
cerebral. El conocimiento que la muestra tiene sobre el tema es escaso y tampoco se
ha dado un contacto directo representativo con el trastorno.

Expectativas sobre de la parálisis cerebral

En cuanto a las expectativas sobre las personas con parálisis cerebral, se encuentran
diferencias estadísticamente significativasentre quienes tienen un familiar con
discapacidad, puntuando por encima, en aspectos emocionales tanto positivos (suelen
estar alegres), como negativos (suelen ser agresivas y violentas). Valoran
positivamente la capacidad de socialización de estas personas e, incluso, la capacidad
de soportar el estrés laboral.

Quizás la relación con la discapacidad determine esa tendencia positiva hacia


la valoración de aspectos socioemocionales de las personas con parálisis cerebral.

Características de personalidad

En este caso ha salido una diferencia estadísticamente significativa en la dimensión


de neuroticismo, en el caso de personas que tienen un familiar con discapacidad. Esto

222
indica una mayor tendencia a los trastornos del estado de ánimo, la ansiedad o la
depresión.

No se pueden establecer relaciones entre tener un familiar con discapacidad y


que esto ocasione mayor neuroticismo, pues no se han recogido datos en relación al
contacto que se mantiene con la persona con discapacidad (si se convive con ella, si
se tienen responsabilidades en su cuidado, etc.).

Valores, hostilidad y malevolencia, satisfacción vital y disposición al optimismo

No se han encontrado diferencias estadísticamente significativas en función de si se


tiene o no un familiar con discapacidad en los valores personales y en la tendencia a
la hostilidad y malevolencia. Por tanto, ambas muestras son similares en la
percepción de metas en la vida y en la valoración de la naturaleza humana, no siendo
la tenencia de un familiar con discapacidad, un factor que genere diferencias.

Igualmente, las puntuaciones en satisfacción vital y tendencia al optimismo,


indican que no aparecen diferencias estadísticamente significativas, por lo que se
puede inferir que tener o no un familiar con discapacidad no influye en la valoración
que hace la muestra en relación a sus logros o en las expectativas positivas en
situaciones difíciles.

223
Relativa a las diferencias en función de la cercanía familiar
con una persona con discapacidad

Aspectos descriptivos de la parálisis cerebral

Ha aparecido una diferencia estadísticamente significativa entre los grupos de


cercanía familiar que se han denominado 1 y 2. El grupo 1 lo componen personas
que no tienen familiares con discapacidad y el grupo 2 son aquellos cuyo familiar
con discapacidad tiene un parentesco más cercano (cónyuges, padres, hijos, suegros,
abuelos, hermanos, nietos y cuñados).

El grupo 2 puntúa más alto en la creencia de que la parálisis cerebral se puede


quitar durante el desarrollo adolescente, mostrando una percepción errónea en torno
a la curación o superación del trastorno. Teniendo en cuenta que son más positivos
quienes tienen un familiar cercano con discapacidad que quienes no tienen esa
experiencia, podría establecerse la hipótesis de expectativas máspositivas fundadas
en el contacto con la discapacidad.

Expectativas sobre la parálisis cerebral

No han surgido diferencias estadísticamente significativas.

Hostilidad y malevolencia

En el cuestionario HOSTYMAL han aparecido dos diferencias estadísticamente


significativas, ambas con puntuaciones mayores en el grupo 2, relativo a personas
con un familiar con discapacidad en un parentesco cercano.

Estos valores más altos aparecen en la puntuación total de la escala y en el


factor I o dureza de trato con logro de fines por encima de normas sociales. La

224
muestra que tiene parientes cercanos con discapacidad se inclinaría a apreciar, en
general, la naturaleza humana de forma más negativa, y especialmente, aquellos
aspectos relacionados con la debilidad.

Si se tiene en cuenta que, por lo general, la persona con discapacidad se


encuentra en desventaja con respecto al resto, resulta interesante que aquellos que
tienen más cercana la discapacidad, como son familiares cercanos, puntúen más alto
en un factor que valora la fuerza y desprecia la debilidad.

En consonancia con lo obtenido en las escalas de satisfacción vital y


disposición hacia el optimismo, no se encuentran diferencias estadísticamente
significativas en función del parentesco del familiar con discapacidad.

225
Relativa a las creencias de normalidad comportamental y
de capacidades

A partir del instrumento que se ha denominado Escala de Creencias de Normalidad


Comportamental y de Capacidades (ECNCC), que pretende medir las creencias de
poder llevar una vida normal, desde un punto de vista estadístico, así como del logro
de capacidades, se han encontrado dos factores que explican la mayor parte de la
varianza. Han sido denominados Expectativas de Normalidad Comportamental y
Expectativas de Capacidad Intelectual y de Rendimiento.

En general, los varones han puntuado más alto que las mujeres en la escala
ECNCC, ya que mientras que la puntuación media ha sido de 26,38 (DE= 10,50),
para los varones ha sido 26,85 (DE=11,35), y para las mujeres 26,10 (DE= 9,97). Sin
embargo, no aparecen diferencias estadísticamente significativas en función del sexo.
Esto confirma la tendencia que, tanto varones como mujeres, tienen a considerar a las
personas con parálisis cerebral de igual manera en este aspecto.

En los dos factores que componen la muestra se ha dado la misma


circunstancia, los varones puntuaban por encima de las mujeres, en consonancia con
los datos generales, sin encontrar diferencias estadísticamente significativas entre
ambos. La visión del trastorno motor y del comportamiento esperado en las personas
que lo tienen es independiente del sexo.

En función de si se tiene o no un familiar con discapacidad

No han aparecido diferencias estadísticamente significativas en la Escala de


Creencias de Normalidad Comportamental y de Capacidades (ECNCC), en función
de si se tiene o no un familiar con discapacidad; ni en relación a la cercanía familiar
o parentesco; tampoco en función de alguna relación no familiar. Ni en sus factores,
ni en la puntuación total.

226
Relativa a la predicción de creencias de normalidad
comportamental y de capacidades

El análisis realizado mediante regresión múltiple, utilizando como variable


dependiente el instrumento denominado Escala de Creencias de Normalidad
Comportamental y de Capacidades (ECNCC), y un conjunto de cuestiones del resto
de instrumentos (Cuestionario Descriptivo, Cuestionario de Expectativas y Escala de
Valores, Val-89 (Factor V. Tradición), da como resultado una ecuación predictora de
tales creencias.

En esta ecuación, se observa mayor peso o poder explicativo en el ítem 11,


del Cuestionario de Expectativas, alusivo a que las personas con parálisis cerebral
suelen ser sociables. Mientras que el ítem 13, del Cuestionario Descriptivo, relativo a
la conveniencia de que existan centros educativos específicos sólo para
determinados niños con parálisis cerebral, es el que menor poder explicativo posee.

227
Relativa a las relaciones de las creencias de normalidad
comportamental y de capacidades

Las correlaciones correspondientes a la puntuación total en la Escala de Creencias de


Normalidad Comportamental y de Capacidades (ECNCC), han resultado
estadísticamente significativas con 18 variables, de las que 9 han correlacionado
positivamente y las otras 9 negativamente.

En relación a las creencias con las que la correlación ha sido positiva, se


encuentran las contenidas en las afirmaciones sobre las causas, la prevención y
pronóstico del trastorno; la integración escolar y la resistencia frente al estrés laboral;
y las referentes a algunas características emocionales.

Aparece que, a mayor puntuación total en la ECNCC, que supone una


creencia de mayor normalidad en los sujetos con parálisis cerebral, también se
atribuyen causas mixtas del trastorno, tanto ambientales como hereditarias. Existe
una percepción positiva de la persona ya que se le atribuyen cualidades como
sociable y alegre. Además se muestra confianza en sus posibilidades de desarrollo
pues se consideran más adecuados los centros ordinarios para su educación, y se les
cree capaces de soportar mejor el estrés que supone un puesto de trabajo. No sólo
aparece una percepción más positiva de la persona con parálisis cerebral, también
surgen creencias sobre prevención –fundamentada en una vida sanade los padres- y
confianza en la mejora de los problemas que conlleva el trastorno, con el paso del
tiempo.

Por otro lado, las representaciones que han correlacionado negativamente con
la puntuación total en la escala ECNCC, han sido las referidas a una mayor presencia
de enfermedades y homogeneidad entre los afectados; la escolarización en centro
específico; la escasa confianza en su desempeño laboral; y las dificultades en sus
relaciones sociales, sexuales o la capacidad de autocontrol.

228
En consonancia con una puntuación más baja en la Escala de Creencias de
Normalidad Comportamental y de Capacidades, se asocia la parálisis cerebral a una
mayor presencia de enfermedades, lo que podría explicar la aparición de creencias en
torno a una más satisfactoria escolarización en centros específicos, donde se puede
atender la dimensión de salud del niño. Se encuentran percepciones negativas sobre
las relaciones sociales, considerando que tienen un menor autocontrol. En relación
con los dos anteriores, está la percepción de una sexualidad negativa. Este conjunto
de creencias cristaliza en que, de adultos, sólo son considerados competentes para
tareas laborales sencillas, configurando una visión negativa y carente de expectativas
sobre la parálisis cerebral.

Los valores de la Escala Val-89, en sus Factores IV. Tradición y VII. Poder,
también mantienen correlaciones negativas con la puntuación total en la ECNCC. A
mayor puntuación en la Escala de Creencias de Normalidad Comportamental y de
Capacidades, más baja es la puntuación obtenida en ambos factores.

El factor Tradición revela valores como la aceptación, el respeto a las


costumbres que la cultura y religión imponen. Si se aplican a la percepción sobre las
personas con parálisis cerebral, podrían relacionarse con una visión inmovilista del
trastorno, con pocas expectativas y, por ende, con una menor tendencia a creer en el
desarrollo del potencial de estas personas. Aceptación y creencia de que sus
limitaciones no pueden ser compensadas con los recursos y apoyos necesarios.

El Factor Poder puntúa más alto conforme las creencias y expectativas de


normalidad en las personas con parálisis cerebral son más bajas. Este valor es la
expresión de valorar la imagen y el reconocimiento social. Aspectos que no están
presentes en los colectivos con discapacidad, que frecuentemente tienen que luchar
en defensa de sus derechos. Resulta coherente que quienes tengan como valor el
poder y el estatus social, no valoren positivamente las posibilidades de las personas
con parálisis cerebral, colectivo muy poco visible dentro del conjunto de
discapacidades.

229
CONCLUSIONES
Conclusiones

Perfil de la muestra

• Muestra formada por 450 participantes, de los cuales 167 (37,1%) eran varones y
283 (62,9%), mujeres.

• La edad media es de 30,83 (DE = 14,75), yendo desde los 15 a los 69 años. En
los varones es de 32,25 (DE = 15,39), entre los 15 y los 68, y en las mujeres de
29,97 (DE = 14,30), entre los 15 y los 69 años.

• La mayoría son estudiantes, un total de 211 (46,9%) y en ejercicio activo son 178
(39,6%). 10 sujetos sólo se dedican a las tareas del hogar (2,2%); 26 (5,8%) están
desempleados; 1 (0,2%) en baja temporal; 5 (1,1%) jubilados; 2 (0,4%)
pensionistas por enfermedad; 6 (1,3%) con otras actividades; y 11 (2,4%) no
indicaron nada.

• La mayoría no ha trabajado nunca en el campo de la discapacidad, 332 sujetos


(74,1%), concretamente. Un total de 101 participantes (22,5%) si trabajan
actualmente con discapacitados o lo hicieron en el pasado. 15 personas no
contestaron a esta pregunta.

• La mayoría está soltera, 219 (48,7%). Son 148 (32,9%) los que están casados y
hay 61 personas emparejadas (13,6%). Han sido pocos los separados y
divorciados, 7 (1,6 %) y 4 (0,9%) respectivamente. No hay viudos en la muestra.

• En la muestra hay 141 sujetos (31,3%) que tienen algún familiar con
discapacidad, frente a 309 (68,7%) que contestaron que no.

• Mantienen una relación no familiar con una persona con discapacidad 124
sujetos, mientras que 208 responden que no tienen ningún tipo de relación.

231
• La mayoría se consideró perteneciente a la clase media (n = 315; 70%); seguido
de la clase media baja (n = 85; 18,9%), media-alta (n = 44; 9,8%); baja (n = 4;
0,9%); y alta (n = 2; 0,4%).

• Con respecto al conocimiento sobre discapacidad, 16 (3,6%) afirmaron que no


tenían ningún tipo de conocimiento; 276 (61,3%) que poco; 120 (26,7%) que
bastante; 20 (4,4%) que mucho; y 3 (0,7%) que muchísimo.

• Las respuestas mayoritarias en el cuestionario de aspectos descriptivos de la


parálisis cerebral han sido:

1. La parálisis cerebral una enfermedad. Muchísimo de acuerdo

2. La parálisis cerebral es hereditaria.Nada de acuerdo

3. En general, la parálisis cerebral no puede prevenirse. Nada de acuerdo

4. La parálisis cerebral, en general, puede quitarse durante el desarrollo


adolescente. Nada de acuerdo

5. En general, los que tienen parálisis cerebral padecen más enfermedades que
los que no la tienen. Nada de acuerdo

6. La parálisis cerebral puede ser hereditaria y, a la vez, por causas ambientales.


Nada de acuerdo

7. En general, a los niños con parálisis cerebral, les viene mejor acudir a colegios
donde también vayan niños que no la tengan. Nada de acuerdo

8. Padecen parálisis cerebral más personas de las que se cree. Algo de acuerdo

9. La parálisis cerebral es un problema que perjudica a la persona que lo tiene


pero no es una enfermedad. Nada de acuerdo

10. Fundamentalmente, el origen de la parálisis cerebral es por causas


ambientales. Nada de acuerdo

11. En general, puede prevenirse si los padres llevan una vida sana. Nada de
acuerdo

232
12. En general, la persona que tiene parálisis cerebral, va empeorando a medida
que pasan los años. Algo de acuerdo

13. Esconveniente que existan centros educativos específicos sólo para


determinados niños con parálisis cerebral. Muchísimo de acuerdo

14. Existen más casos de niñas o mujeres que tienen parálisis cerebral que de
niños u varones. Nada de acuerdo

15. La parálisis cerebral es contagiosa. Nada de acuerdo

16. La parálisis cerebral está causada por agentes patógenos (virus, bacterias,
etc.). Nada de acuerdo

17. En general, con el paso del tiempo, las personas con parálisis cerebral suelen
ir mejorando en algunos de sus problemas. Algo de acuerdo

18. La parálisis cerebral es incurable.Muchísimo de acuerdo

19. En general, los que tienen parálisis cerebral son iguales o muy parecidos
entre ellos. Nada de acuerdo

20. En general, la parálisis cerebral no es un problema grave. Nada de acuerdo

• Las respuestas mayoritarias en el cuestionario de expectativas sobre la parálisis


cerebral han sido:

1. Las personas con parálisis cerebral son tan inteligentes como las que no la
tienen. Nada de acuerdo

2. Si disponen de tiempo suficiente, pueden llegar a aprender lo mismo que los


que no tienen parálisis cerebral. Algo de acuerdo

3. Las personas con parálisis cerebral, de adultos pueden llevar bien una vida de
pareja. Nada de acuerdo

4. Las personas con parálisis cerebral son tan productivas en el trabajo como las
personas que no la tienen. Nada de acuerdo

233
5. Las personas con parálisis cerebral suelen ser agresivas y violentas. Nada de
acuerdo

6. Presentan más problemas para relacionarse con los demás que los que no lo
tienen. Algo de acuerdo

7. Suelen tener muy buenas capacidades para algunas tareas. Algo de acuerdo

8. Están capacitados para criar y educar a sus hijos como quienes no tienen
parálisis cerebral. Nada de acuerdo

9. De adultos, suelen estar capacitados para desempeñar cargos políticos; como


por ejemplo, una alcaldía o concejalía con delegación. Nada de acuerdo

10. Suelen tener una sexualidad problemática. Nada de acuerdo

11. Suelen ser sociables. Algo de acuerdo

12. Pueden llevar una vida normal, como cualquier otra persona. Nada de
acuerdo/Algo de acuerdo

13. De adultos, pueden hacer trabajos sencillos que no sean complicados. Algo
de acuerdo

14. Suelen estar de mal humor. Nada de acuerdo

15. Pueden llevar una vida autónoma, como las personas sin parálisis cerebral.
Nada de acuerdo

16. Si están totalmente integrados en la sociedad, pueden realizar cualquier


trabajo igual que los demás. Nada de acuerdo

17. Suelen estar tristes. Nada de acuerdo

18. De adultos, hay tareas en el trabajo en las que funcionan mejor que las
personas que no tienen parálisis cerebral. Nada de acuerdo

19. Presentan poco autocontrol. Nada de acuerdo

20. De adultos, si disponen de tiempo suficiente, pueden realizar un trabajo tan


bien como una persona que no lo tiene. Algo de acuerdo

21. Suelen estar alegres. Algo de acuerdo

234
22. De adultos, aguantan mejor el estrés laboral que las demás personas. Nada
de acuerdo

23. Suelen tener poca fuerza de voluntad. Nada de acuerdo

• En relación con la Escala de Creencias de Normalidad Comportamental y de


Capacidades (ECNCC), en relación para la parálisis cerebral, la media ha sido de
26,38 (DE = 10,50), para los varones, de 26,85 (DE = 11,35), para las mujeres, y
de 26,10 (DE = 9,97), para la muestra total.

• Las características de personalidad han obtenido las siguientes medias; para la


muestra total en cada una de ellas fueron de 2,16 (DE = 1,78), en la escala N; de
3,73 (DE =1,75), en E; y de 1,88 (DE = 1,49), en P. La escala de
disimulo/conformidad obtuvo una media de 2,79 (DE = 1,71).

• En cuanto a los valores, la mayor puntuación se obtuvo en el factor V


(Conformidad) (M = 82,97; DE = 12,81) y la menor se obtuvo en el factor VII
(Poder) (M =56,69; DE = 16,25).

• En la escala de Hostilidad y malevolencia la puntuación media total fue de 13,32


(DE = 3,10) (varones: 12,89; DE = 3,32; y, mujeres: 11,97; DE = 2,92). Las
medias en cada uno de los factores de este instrumento fueron:

• En el factor I (Dureza de trato con logro de fines por encima de las normas
sociales) fue de 2,46 (DE = 1,90) (varones: 3,13; DE = 2,06; y mujeres: 2,05;
DE = 1,66).
• En el factor II (Malevolencia, recelo y rencor hacia los demás y el poder
político) la media fue de 5,51 (DE = 2,21) (varones: 5,45; DE = 2,30; y
mujeres: 5,54; DE = 2,15).
• En el factor III (Desconfianza en el ser humano) la media fue de 4,35 (DE =
0,88) (varones: 4,31; DE = 1,01; y mujeres: 4,38; DE = 0,80).

235
• La media en satisfacción vital ha sido de 24,80 (DE = 6,08), siendo para varones
de 24,53 (DE = 6,43) y para mujeres de 24,96 (DE = 5,86).

• En cuanto a disposición al optimismo, la media ha sido de 13,68 (DE = 3,91).


Para varones fue de 13,61 (DE = 3,52) y para mujeres de 13,72 (DE = 4,14).

Diferencias en función del sexo

• Las mujeres han puntuado más alto en las dimensiones de neuroticismo y


extroversión, así como en mendacidad o disimulo. Los varones han puntuado más
alto en psicoticismo.

• Los varones han puntuado más alto en hedonismo y estimulación. Las mujeres
han obtenido mayor puntuación en benevolencia.

• Los varones puntúan más que las mujeres en el Factor I. Dureza de trato con
logro de fines por encima de las normas sociales. ambos sexos se encuentran
igualados en la puntuación de los factores II. Malevolencia, recelo y rencor hacia
los demás y el poder político y III. Desconfianza en el ser humano.

• La puntuación en ambos sexos ha sido muy similaren cuanto a satisfacción vital y


disposición al optimismo.

Diferencias en función del estado civil

• Los solteros tienen una visión general de la parálisis cerebral más errónea que los
casados. Manifiestan expectativas favorables a que las personas con parálisis
cerebral sean capaces de aprender y asumir responsabilidades pero los consideran
emocionalmente más inestables.

236
• Los casados-emparejados obtienen valores más altos en los universalidad y
conformidad, mientras que los solteros en estimulación.

• Los solteros han puntuado más alto en neuroticismo y psicoticismo, frente a


loscasados-emparejados, que lo hicieron en disimulo/conformidad.

• Los solteros han obtenido puntuaciones más altas que los casados-emparejados
tanto en el factor I. Dureza de trato con logro de fines por encima de las normas
sociales, como en el II. Malevolencia, recelo y rencor hacia los demás y el poder
político, de la Escala HOSTYMAL.

• Los casados-emparejados obtienen mayores puntuaciones tanto en satisfacción


vital como en disposición al optimismo.

Diferencias en función de la edad

• La visión más certera de la parálisis cerebral aparece en la edad madura frente a


una percepción estereotipada de los más jóvenes.

• Los jóvenes tienen, en general, una visión más negativa del trastorno,
especialmente en relación a las características emocionales de las personas con
parálisis cerebral.

• Las puntuaciones más altas en neuroticismo, la ha obtenido el grupo más joven.


Los jóvenes (hasta los veintitrés años), muestran mayor tendencia al
psicoticismo.

• A mayor edad, mayor puntuación en las medias sobre la dimensión


disimulo/conformidad.

• Los individuos de mayor edad tienen como valor mayoritario el poder, mientras
que los más jóvenes, la estimulación.

237
• Los sujetos más jóvenes, puntúan por encima de los más mayores en la escala de
Hostilidad y malevolencia, en todos los factores.

• Los grupos de mayor edad presentan más disposición al optimismo, mientras que
no aparecen diferencias en cuanto a la satisfacción vital.

Diferencias en función de si se ha trabajado o no con discapacitados

• Las personas que no han trabajado con discapacitados puntúan más alto en
neuroticismo y psicoticismo. Los que sí tienen experiencia profesional en
discapacidad, han obtenido una mayor puntuación en la escala de
disimulo/conformidad.

• Los que han trabajado en discapacidad obtienen valores más altos en


universalidad frente a los que no, que puntúan por encima en logro, hedonismo y
estimulación.

• Tanto en la puntuación total de la escala de hostilidad y malevolencia, como en el


Factor I (Dureza de trato con logro de fines por encima de las normas sociales),
los individuos no han trabajado con personas con discapacidad puntúan más alto.

• Mientras que en la satisfacción vital no aparecen diferencias entre quienes han


trabajado en discapacidad y los que no. Aquellos muestran mayor tendencia al
optimismo.

• Las personas con experiencia laboral en el mundo de la discapacidad conocen


mejor el trastorno y se muestran más favorables a la integración escolar y
confiados en la mejoría de los síntomas, que quienes no han trabajado nunca.

• Quienes tienen experiencia laboral en discapacidad tienen menos estereotipos que


los que no. Estos últimos tienen una valoración negativa sobre todo, de los
aspectos emocionales de las personas con parálisis cerebral.

238
Diferencias en función de si se tiene o no un familiar con discapacidad

• Las personas con un familiar con discapacidad, puntúan más alto en neuroticismo
frente a los que no los tienen.

• Aquellos con un familiar discapacitado muestran una tendencia positiva hacia la


valoración de aspectos socioemocionales de las personas con parálisis cerebral.

Predicción de creencias de normalidad comportamental y de capacidades

• Las creencias con correlación positiva en la escala Escala de Creencias de


Normalidad Comportamental y de Capacidades (ECNCC), han sido en torno a las
causas; la prevención y pronóstico del trastorno; la integración escolar y la
resistencia frente al estrés laboral; y las referentes a algunas características
emocionales.

• Las representaciones que han correlacionado negativamente con la puntuación


total en la escala ECNCC, han sido las relativas a una mayor presencia de
enfermedades y homogeneidad entre los afectados; la escolarización en centro
específico; la escasa confianza en su desempeño laboral; y las dificultades en sus
relaciones sociales, sexuales o la capacidad de autocontrol.

• A mayor puntuación en la ECNCC, más baja es la puntuación obtenida en los


valorestradición y poder.

Para concluir, se delimitarán los aspectos esenciales con respecto a los hallazgos de
este trabajo.

La parálisis cerebral es un trastorno poco popular, y no hay una difusión del


conocimiento científico que haya contribuido a hacerla más visible socialmente. Hay
muy pocos estudios sobre aspectos psicológicos y sociales de las personas con el
trastorno ya que el interés es, casi en exclusiva, en el ámbito médico y ortoprotésico.

239
Se da un gran desconocimiento sobre el trastorno. Existen numerosas
creencias erróneas en torno a la parálisis cerebral, tanto en los aspectos descriptivos
del trastorno como en las expectativas sobre quienes la padecen. La misma
consideración del trastorno como enfermedad, contribuye a aumentar la confusión,
derivando en representaciones mentales alejadas de la realidad, infundadamente
positivas sobre aspectos como su prevención o posibilidad de cura.

En general, la visión predominante es negativa, tanto en las creencias sobre la


parálisis cerebral, como en la imagen personal, social y laboral de los afectados. Hay
diferencias notables en las expectativas de evolución del trastorno, pero la tendencia
es a considerar que provoca un deterioro progresivo.

Las cuestiones que generan más controversia son las relativas a la inteligencia
de las personas con el trastorno, que genera una gran división de opiniones. En
relación con ésta, se encuentran la valoración de las capacidades de aprendizaje y
realización de tareas, también con valoraciones muy dispares, aunque con tendencia
a valoraciones negativas. Mientras que la escolarización de los niños con parálisis
cerebral suscita creencias a favor y en contra de los centros específicos.

Las principales diferencias estadísticamente significativas sobre las personas


con parálisis cerebral, se han dado en la valoración de su estado de ánimo. Se
considera que tienen dificultades para relacionarse y no hay una opinión claramente
establecida hacia si suelen estar o no alegres. No se les considera, por el contrario,
agresivos, violentos, malhumorados o carentes de voluntad. Se observa una tendencia
a valorarlos, en su dimensión emocional, positivamente.

No se cree que la persona con este trastorno pueda llevar una vida
independiente. En relación con esto, no se considera que las personas con parálisis
cerebral puedan llevar bien una vida en pareja y, menos aún, que puedan criar y
educar a sus hijos. La cuestión sobre la vivencia de una sexualidad normalizada
genera diversidad de respuestas, con tendencia positiva. La falta de competencia
percibida en la esfera familiar, también se encuentra en el ámbito laboral pues no se
les considera capaces de desempeñar puestos de gran responsabilidad.

240
En el desarrollo laboral, no se las considera competitivas, valorando de forma
negativa su productividad. Se las considera capaces sólo de tareas sencillas, no
considerando que tengan especiales habilidades para alguna tarea. Aunque se
encuentran ciertas expectativas positivas, fundamentadas en la creencia de que si
disponen de más tiempo mejorarán su ejecución de tareas o que si estuvieran
totalmente integradas, podrían realizar cualquier trabajo.

Las personas que han trabajado en el campo de la discapacidad, conocen


mejor los aspectos científicos del trastorno. Mientras que quienes no han trabajado
nunca con personas con discapacidad muestran mayor número de creencias erróneas.

La parálisis cerebral es mejor valorada por quienes han trabajado en


discapacidad en las expectativas de aprendizaje y en la integración escolar, como
mejor fórmula para la escolarización. Quienes no han trabajado en discapacidad
valoran negativamente los estados de ánimo de la personas con parálisis cerebral y
creen en un peor pronóstico.

Hay una relación entre cantidad de años trabajados en discapacidad y la


percepción más ajustada sobre este trastorno. A mayor cantidad de años trabajados
en discapacidad, se observa una percepción más positiva del individuo con parálisis y
una percepción más acertada sobre la base de la misma, en contraste con el aumento
de creencias erróneas, a menor número de años. Las personas con más experiencia
laboral en discapacidad tienen expectativas laborales muy altas sobre las personas
con parálisis cerebral.

Quienes tienen un familiar con alguna discapacidad, valoran positivamente la


posibilidad de socialización y la capacidad de soportar el estrés laboral de las
personas con parálisis cerebral. La mayor cercanía en el parentesco se relaciona con
expectativas positivas sobre cura o superación del trastorno.

La creencia de mayor normalidad en los sujetos con parálisis cerebral, medida


en la escala ECNCC, está relacionada con la percepción de causas mixtas del
trastorno, tanto ambientales como hereditarias. Según los datos obtenidos en esta
escala, se valora a la persona de forma positiva, como sociable y alegre y se confía

241
en sus posibilidades de desarrollo. Se consideran más adecuados los centros
ordinarios para su educación, y se les cree capaces de soportar mejor el estrés que
supone un puesto de trabajo.

Las bajas puntuaciones en la Escala de Creencias de Normalidad


Comportamental y de Capacidades, asocian la parálisis cerebral a una mayor
presencia de enfermedades, y las creencias de una escolarización más satisfactoria en
centros específicos.

Se encuentran percepciones negativas sobre las relaciones sociales,


considerando que tienen un menor autocontrol. En relación con los dos anteriores,
está la percepción de una sexualidad negativa. Estas creencias negativas cristalizan
en una visión negativa y carente de expectativas sobre la parálisis cerebral.

242
 

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  257  
APÉNDICE 1
Escala de Creencias de Normalidad Comportamental y de
Capacidades
Escala de Creencias de Normalidad Comportamental y de
Capacidades

El objetivo principal de la presente investigación era estudiar las creencias legas acerca
de la discapacidad. Debido a la escasez de instrumentos para satisfacer el enfoque que
se pretendía se elaboraron, entre otras cosas, dos instrumentos, uno que se ha
denominado Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral y, otro, Cuestionario de
Expectativas sobre la Parálisis Cerebral. Con el primero de ellos se pretendía, tal como
su título indica, averiguar de qué forma se describía un trastorno como el que ocupa este
trabajo y se formularon una serie de preguntas que abarcaban desde su definición o no
como enfermedad, etiología y otros temas relacionados. Con el segundo, la meta era
diferente, se intentaba desentrañar qué se espera que sean capaces de lograr las personas
que tienen parálisis cerebral.

De manera conjunta –esto es, con todos las preguntas de uno y otro- se efectuó
un análisis factorial exploratorio, método de componentes principales y rotación
varimax. Las soluciones obtenidas indicaban poca relación del tipo de preguntas de cada
uno con respecto al otro, aparte de la obtención de factores de no fácil interpretación. Se
realizaron los mismos análisis pero con cada instrumento por separado. Con el CDPC
tampoco aparecieron dimensiones satisfactorias, por lo que en el trabajo se han dejado
las preguntas independientemente. No obstante, en el segundo cuestionario, el CEPC, se
ha podido seleccionar una serie de ítems que ayudan a entender las respuestas de los
participantes de esta investigación en relación con lo que se va persiguiendo. De él se ha
extraído una escala que, por su contenido, se le ha denominado Escala de Creencias de
Normalidad Comportamental y de Capacidades. La misma viene a indicar la idea de
normalidad estadística que posee el respondedor en cuanto a la persona con el citado
trastorno; es decir, simplificando, si su vida puede ser como la de la mayoría de los
miembros de la sociedad en cuanto a actividades, conductas, responsabilidades y
capacidades.

En lo que sigue se ofrecen los resultados de los análisis llevados a cabo.

259
Resultados

Para comprobar la posibilidad de factorización se recurrió a la prueba de Kaiser-Meyer-


Olkin (KMO), al test de esfericidad de Barlett y a la matriz anti-imagen. El valor de
KMO fue de 0,904, un valor alto (se recomienda por encima de 0,6). Por otro lado, el
test de Barlett fue de 4.089,791 (p< 0,001). Dicho nivel de significación también
sugiere la posibilidad de factorización. Por último, los valores en la diagonal de la
matriz de correlaciones anti-imagen son todos altos, superiores a 0,60. Por tanto, todos
los ítems se mantienen. En cuanto a las comunalidades –esto es, la cantidad de varianza
en cada variable que es explicada por el análisis- todas fueron aceptables, por encima de
0,40, con la excepción de la pregunta número 5 que fue 0,353. Se obtuvieron cinco
factores que explicaban el 57,861 de la varianza. No obstante, la interpretación no era
fácil ni coherente. Por otra lado, se procedió a estudiar la consistencia interna del
cuestionario, resultando en un alfa de Cronbach igual a 0,807. Ahora bien, pudo
comprobarse cómo había ítems cuya correlaciones eran muy bajas con respecto al total
de la escala, eliminando la influencia particular de cada uno de ellos.

Después de sucesivos intentos que no satisfacían, se optó por indicar la


instrucción de extraer un solo factor. Teniendo en cuenta las correlaciones de cada ítem
con el total de la escala y maximizando el alfa de Cronbach se llegó a una escala de 13
ítems, con un alfa igual a 0,920. Ahora bien, se decidió eliminar uno de los ítems, el
número 11, por la razón que ahora se informa. Un objetivo adicional de esta
investigación es continuar este trabajo comparando sus resultados con los de otros
trastornos, como el retraso mental y el autismo. Empleada la escala con las mismas
preguntas sobre estos últimos se pudo observar que era más aplicable a todos los casos
si se suprimía el ítem citado. Por otro lado, su alfa de Cronbach permanecía,
prácticamente, inalterable; pasaba a 0,919, lo que no era en absoluto significativo. Por
eso, se redujo a 12 ítems. El análisis factorial de los mismos, para el caso de la parálisis
cerebral, ofreció dos factores que explicaban el 62,697% de la varianza. El primero
(36,662% de la varianza) se denominó Expectativas de normalidad comportamental y
estuvo formado por los ítems 3, 8, 9, 12, 15, 16, 18 y 20, y, el segundo (26,035% de la
varianza), llamado Expectativas de capacidad intelectual y rendimiento, por los ítems 1,
2, 4 y 7.

260
La escala quedó de la siguiente manera:

1. Son tan inteligentes como los que no la tienen


2. Si disponen de tiempo suficiente, pueden llegar a aprender lo mismo que los que no
lo tienen
3. De adultos, pueden llevar bien una vida de pareja
4. Son tan productivos en el trabajo como las personas que no la tienen
7. Suelen tener muy buenas capacidades para algunas tareas
8. Están capacitados para criar y educar a sus hijos como los que no la tienen
9. De adultos, suelen estar capacitados para desempeñar cargos políticos; como, por
ejemplo, una alcaldía o una concejalía con delegación
12. Pueden llevar una vida normal, como cualquier otra
15. Pueden llevar una vida autónoma como las personas que no la tienen
16. Si están totalmente integrados en la sociedad pueden realizar cualquier trabajo
igual que los demás
18. De adultos, hay tareas en el trabajo en las que funcionan mejor que las personas
que no la tienen
20. De adultos, si disponen de tiempo suficiente, pueden realizar un trabajo tan bien
como una persona que no la tiene

261
APÉNDICE 2
Tablas
Tabla 1
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y nivel de significación, en función de si se
tenía o no un familiar con discapacidad

Familiar con discapacidad No familiar con discapacidad


Pregunta M DE M DE t p
1. 3,1983 1,54605 3,0997 1,69131 -0,606 0,545
2. 1,3766 0,72435 1,2387 0,64064 -1,928 0,055
3. 2,4951 1,41489 2,4361 1,43543 -0,404 0,687
4. 1,2950 0,60736 1,3268 0,65009 0,489 0,625
5. 2,2750 1,30645 2,1934 1,19036 -0,628 0,531
6. 1,8690 1,07562 1,7633 1,13027 -0,928 0,354
7. 2,6763 1,49500 2,4823 1,37871 -1,300 0,195
8. 2,7493 1,19040 2,6645 1,19973 -0,693 0,489
9. 2,7114 1,52708 2,7096 1,53726 -0,012 0,991
10. 1,5667 0,90657 1,5853 0,95277 0,194 0,847
11. 1,6115 0,95940 1,6297 0,98541 0,182 0,856
12. 2,6619 1,41193 2,5883 1,24119 -0,529 0,597
13. 3,4034 1,38572 3,5081 1,34884 0,753 0,452
14. 1,2544 0,61465 1,2868 0,59794 0,526 0,599
15. 1,0144 0,11952 1,0033 0,05707 -1,045 0,297
16. 1,5027 0,79972 1,4194 0,73157 -1,082 0,280
17. 2,2374 1,10718 2,1303 1,03657 -0,990 0,323
18. 3,4173 1,43910 3,1740 1,51145 -1,598 0,111
19. 2,1459 1,13290 2,1454 1,12744 -0,004 0,997
20. 2,0157 1,32971 2,0953 1,33854 0,582 0,561

Tabla 2
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y nivel de significación en la Escala de Valores Val-89,
en función de si tiene o no un familiar con discapacidad

Familiar con discapacidad No familiar con discapacidad


M DE M DE t p
I. 488,4397 69,24371 487,3984 75,46102 -0,139 0,889
II. 720,3985 112,05658 724,7620 113,15331 0,380 0,704
III. 730,2135 95,28104 742,7734 87,76056 1,369 0,172
IV. 383,3982 108,74066 374,5634 89,41609 -0,906 0,366
V. 330,9941 49,45878 332,2790 52,08960 0,246 0,806
VI. 559,3152 67,22235 555,8046 86,00779 -0,469 0,640
VII. 288,7936 77,56310 281,0064 82,93187 -0,942 0,347
VIII. 366,2437 73,68734 362,9691 72,32207 -0,442 0,658
IX. 157,0922 39,36167 156,4945 35,34019 -0,160 0,873
X. 191,5603 62,47609 185,0258 66,47641 -0,984 0,325
Val-89 total 4216,4491 491,07961 4203,0765 505,36648 -0,262 0,793

263
Tabla 3
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y valor de eta al cuadrado, en función de si se tiene o
no un familiar con discapacidad con discapacidad el Cuestionario de Hostilidad y Malevolencia
(HOSTYMAL), Escala de Satisfacción Vital y Test de Orientación Vital Revisado

Trabaja No trabaja
con discapacitados con discapacitados
M DE M DE t p
Factor I 2,4509 1,81897 2,4656 1,93358 0,075 0,940
Factor II 5,6277 2,16254 5,4515 2,22708 -0,774 0,439
Factor III 4,2962 0,94802 4,3785 0,85013 0,905 0,366
HOSTYMAL
total 12,3748 3,14240 12,2956 3,09266 -0,247 0,805
SWL 24,5115 6,37105 24,8489 5,95828 0,527 0,599
LOT-R 13,6743 4,09251 13,6763 3,83561 0,005 0,996

Notas. Dureza de trato con logro de fines por encima de normas sociales. Factor II: Malevolencia, recelo
y rencor hacia los demás y el poder político. Factor III: Desconfianza en el ser humano.

Tabla 4
Medias y desviaciones típicas según la cercanía familiar con una persona con discapacidad en
el Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral, prueba de t de Student y valor de eta al
cuadrado

Cercanía familiar 1 Cercanía familiar 2


Ítem M DE M DE t p Eta2
1. 3,3640 1,58945 3,1233 1,50873 0,901 0,369 0,006
2. 1,3443 0,72168 1,4247 0,74382 -0,634 0,527 0,003
3. 2,5484 1,39880 2,4222 1,44974 0,512 0,609 0,002
4. 1,1935 0,50696 1,3973 0,68190 -1,987 0,049 0,029
5. 2,5161 1,30248 2,1126 1,29702 1,798 0,074 0,024
6. 1,7707 0,89431 1,9178 1,16373 -0,812 0,418 0,005
7. 2,7419 1,42502 2,5753 1,58042 0,638 0,524 0,003
8. 2,6560 1,15780 2,8010 1,22075 -0,704 0,483 0,004
9. 2,8226 1,59430 2,5463 1,46896 1,047 0,297 0,008
10. 1,6330 0,90481 1,4729 0,86560 1,049 0,296 0,008
11. 1,6935 1,04941 1,5205 0,85163 1,040 0,301 0,008
12. 2,6129 1,45258 2,7671 1,37962 -0,632 0,529 0,003
13. 3,4528 1,37243 3,3151 1,42280 0,570 0,570 0,002
14. 1,3065 0,69161 1,2242 0,55858 0,764 0,446 0,004
15. 1,0000 0,00000 1,0274 0,16437 -1,424 0,159 0,015
16. 1,5463 0,75613 1,4795 0,85163 0,479 0,633 0,002
17. 2,0484 1,04689 2,3699 1,14875 -1,687 0,094 0,021
18. 3,5806 1,43205 3,3288 1,44390 1,014 0,312 0,008
19. 2,0367 1,14515 2,1918 1,12617 -0,791 0,430 0,005
20. 1,8256 1,16753 2,0548 1,37326 -1,034 0,303 0,008

264
Tabla 5
Medias y desviaciones típicas según la cercanía familiar en el Cuestionario de Expectativas
sobre la Parálisis Cerebral y prueba de t de Student

Trabajan con No trabajan con


discapacitados discapacitados
Ítem M DE M DE t p
1. 2,3065 1,30055 2,4384 1,40422 -0,563 0,575
2. 2,5749 1,28626 2,6347 1,37680 -0,259 0,796
3. 2,3894 1,29702 2,2877 1,42867 0,430 0,668
4. 2,3548 1,11762 1,9863 1,17252 1,859 0,065
5. 1,4839 0,80454 1,3836 0,73843 0,755 0,452
6. 3,0806 1,21868 2,7945 1,47157 1,236 0,219
7. 2,7334 1,36629 2,6575 1,40652 0,317 0,752
8. 2,2581 1,27954 1,8614 1,12183 1,919 0,057
9. 1,8871 1,24275 1,6849 1,10399 1,001 0,319
10. 2,8648 1,34904 2,6469 1,46344 0,893 0,373
11. 2,8710 1,22118 2,8745 1,36180 -0,016 0,987
12. 2,3387 1,22733 2,0822 1,23326 1,207 0,230
13. 2,5968 1,31148 2,6575 1,30404 -0,269 0,788
14. 1,3601 0,54422 1,2791 0,53299 0,871 0,385
15. 1,9677 1,13032 1,7260 0,98967 1,325 0,188
16. 2,3387 1,11537 1,9726 1,14228 1,876 0,063
17. 1,7742 1,04676 1,6669 ,92796 0,631 0,529
18. 2,1452 1,31631 2,1096 1,21976 0,163 0,871
19. 2,2581 1,25366 2,0976 1,19210 0,761 0,448
20. 2,4246 1,24748 2,2740 1,34640 0,670 0,504
21. 2,8548 1,12857 2,8356 1,29114 0,091 0,927
22. 2,3548 1,16079 2,0538 1,31124 1,400 0,164
23. 1,9355 1,05381 1,7227 1,10834 1,137 0,258

Tabla 6
Medias, desviaciones típicas y prueba t de Student en la Escala de Creencias de
Normalidad Comportamental y de Capacidades, según cercanía familiar

M DE M DE t p
Factor I 17,7495 7,24724 15,9984 7,40453 1,383 0,169
Factor II 9,9696 4,13799 9,7168 4,26069 0,348 0,728
ECNCC total 27,7192 10,64745 27,7153 10,88145 1,077 0,283

Notas. Factor I: expectativas de normalidad comportamental. Factor II: expectativas de


capacidad intelectual y rendimiento.

265
Tabla 7
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y valores de eta al cuadrado en el Cuestionario de
Personalidad Revisado de Eysenck, en función de la cercanía familiar

Cercanía familiar 1 Cercanía familiar 2


Dimensión M DE M DE t p
Neuroticismo 2,6957 1,83056 2,3243 1,86612 1,171 0,244
Extraversión 3,5556 1,82083 3,7131 1,76921 -0,512 0,609
Psicoticismo 2,1746 1,55065 1,9189 1,42152 1,006 0,316
Disimulo/
conformidad 2,6825 1,79448 2,5997 1,80854 0,268 0,789

Tabla 8
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y nivel de significación en la Escala de Valores Val-89,
en función de la cercanía familiar

Familiar con discapacidad No familiar con discapacidad


M DE M DE t p
I. 488,0952 72,59969 487,5676 72,59969 0,044 0,965
II. 726,7462 114,89804 714,3403 114,89804 0,637 0,525
III. 732,3810 97,93397 727,8393 97,93397 0,274 0,785
IV. 392,6984 85,47235 375,1237 85,47235 0,929 0,354
V. 327,6190 47,94223 333,1103 47,94223 -0,638 0,524
VI. 552,2822 63,63840 565,6711 63,63840 -1,172 0,243
VII. 279,4459 74,78271 295,6055 74,78271 -1,202 0,232
VIII. 362,4252 78,00255 368,6159 78,00255 -0,483 0,630
IX. 155,3968 38,06817 158,7838 38,06817 -0,498 0,620
X. 190,0000 62,97820 191,4865 62,97820 -0,137 0,891
Val-89 total 4207,0900 520,22471 4218,1439 520,22471 -0,129 0,897

266
Tabla 9
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y valor de eta al cuadrado, en el
Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral, en función de si se tiene o no
relación de carácter no familiar con personas con discapacidad

No relación
Relación discapacidad discapacidad
Ítem M DE M DE t p
1. 3,3001 1,70325 3,3919 1,64393 0,400 0,689
2. 1,1829 0,63105 1,3195 0,74676 1,471 0,143
3. 2,4634 1,50058 2,5234 1,46308 0,295 0,768
4. 1,3049 0,58138 1,4008 0,73460 1,019 0,309
5. 2,1854 1,15589 2,1227 1,25573 -0,373 0,710
6. 1,7157 1,11347 1,7356 1,11475 0,130 0,897
7. 2,5118 1,46561 2,3378 1,30699 -0,926 0,356
8. 2,7439 1,21524 2,7973 1,16619 0,328 0,743
9. 2,5488 1,47533 2,6351 1,57855 0,407 0,685
10. 1,6169 1,04903 1,5946 0,98172 -0,161 0,872
11. 1,4672 0,92937 1,7162 1,08195 1,834 0,068
12. 2,5488 1,27804 2,7794 1,20999 1,357 0,176
13. 3,6951 1,40272 3,7095 1,31062 0,077 0,938
14. 1,2891 0,61271 1,3310 0,63950 0,484 0,629
15. 1,0000 0,00000 1,0068 0,08220 0,744 0,458
16. 1,3171 0,62614 1,3871 0,73946 0,725 0,469
17. 2,0608 0,99813 2,0270 1,04293 -0,239 0,811
18. 3,2151 1,47968 3,0013 1,55628 -1,016 0,311
19. 2,1047 1,15066 2,2496 1,14010 0,920 0,358
20. 1,9390 1,30854 2,1774 1,40308 1,263 0,208

267
Tabla 10
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y valor de eta al cuadrado, en el
Cuestionario de Expectativas sobre la Parálisis Cerebral, en función de si se tiene o no
relación no familiar con personas con la discapacidad

No relación
Relación discapacidad discapacidad
Ítem M DE M DE t p
1. 2,6867 1,35185 2,5986 1,44136 -0,455 0,649
2. 2,6265 1,34083 2,7707 1,40820 0,758 0,449
3. 2,1844 1,12765 2,3508 1,31657 1,011 0,313
4. 1,9889 1,03001 2,0683 1,13872 0,525 0,600
5. 1,2651 0,51995 1,2789 0,55865 0,185 0,853
6. 2,9277 1,31393 2,9728 1,34951 0,246 0,806
7. 2,4940 1,29137 2,4657 1,28300 -0,160 0,873
8. 1,8916 1,10445 2,0000 1,17041 0,688 0,492
9. 1,6145 1,05728 1,7329 1,09351 0,798 0,426
10. 2,4799 1,42283 2,6070 1,40594 0,655 0,513
11. 2,6265 1,07874 2,4655 1,09222 -1,078 0,282
12. 2,1847 1,19053 2,1633 1,21656 -0,130 0,897
13. 2,2410 1,30281 2,4963 1,32481 1,412 0,159
14. 1,3054 0,59858 1,4694 0,75222 1,814 0,071
15. 1,7212 1,02747 1,7891 1,02189 0,483 0,629
16. 2,1928 1,18381 2,2041 1,24383 0,067 0,946
17. 1,6747 0,91209 1,7260 0,84010 0,432 0,666
18. 1,9880 1,13152 1,9254 1,06044 -0,419 0,675
19. 2,1832 1,22104 2,2535 1,27576 0,408 0,684
20. 2,2169 1,15872 2,3061 1,31697 0,515 0,607
21. 2,6627 0,97876 2,5010 1,08704 -1,122 0,263
22. 1,7949 1,06787 1,8147 1,01350 0,140 0,889
23. 1,7711 1,03976 1,8225 1,19180 0,329 0,743

 
 
 
 
 
 
 

Tabla 11
Medias, desviaciones típicas y prueba t de Student en la Escala de Creencias de
Normalidad Comportamental y de Capacidades, según cercanía familiar

M DE M DE t p
Factor I 15,9939 6,63879 16,4717 7,12763 0,500 0,617
Factor II 9,7961 3,94170 9,9033 4,50078 0,181 0,856
ECNCC total 25,7901 9,79126 26,3750 10,90954 0,405 0,686

268
Tabla 12
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y nivel de significación en la Escala de Valores Val-89,
en función de la cercanía familiar

Familiar con discapacidad No familiar con discapacidad


M DE M DE t p
I. 501,1111 66,25708 488,2517 78,76978 -1,248 0,213
II. 733,3333 108,02777 714,9621 122,77871 -1,130 0,260
III. 759,2483 76,68800 735,2548 95,63215 -1,943 0,053
IV. 382,7195 91,35217 374,2111 90,65708 -0,678 0,498
V. 339,2934 46,01881 329,5877 57,82261 -1,303 0,194
VI. 560,4591 77,70246 555,3966 96,49176 -0,406 0,685
VII. 282,9630 91,78023 282,9764 80,00171 0,001 0,999
VIII. 373,0864 72,24337 364,8424 71,51072 -0,832 0,406
IX. 160,7467 35,97830 159,3960 35,85308 -0,273 0,785
X. 194,3571 63,09783 192,8859 64,58072 -0,166 0,868
Val-89 total 4287,3178 469,15426 4197,7648 543,18684 -1,251 0,212

Notas. En la primera columna los factores y la puntuación media total de la escala. I: autodirección. II :
universalidad. III: benevolencia. IV: tradición. V: conformidad. VI: seguridad. VII: poder. VIII: logro.
IX: hedonismo. X: estimulación. Val-89: Escala de Valores Val-89.

Tabla 13
Medias, desviaciones típicas, prueba t de Student y valor de eta al cuadrado, en función
de una relación no familiar con personas con discapacidad el Cuestionario de
Hostilidad y Malevolencia (HOSTYMAL), Escala de Satisfacción Vital y Test de
Orientación Vital Revisado

Cercanía familiar 1 Cercanía familiar 2


M DE M DE t p
Factor I 2,3903 1,89345 2,8957 2,03740 1,812 0,071
Factor II 5,4872 2,23748 5,4384 2,17818 -0,158 0,874
Factor III 4,4820 0,85442 4,2642 0,88153 -1,781 0,076
HOSTYMAL
total 12,3595 2,96147 12,5982 3,25864 0,539 0,591
SWL 24,4807 6,35900 24,7622 6,12770 0,321 0,749
LOT-R 13,7058 3,96668 13,0874 3,91261 -1,113 0,267

Notas. Dureza de trato con logro de fines por encima de normas sociales. Factor II:
Malevolencia, recelo y rencor hacia los demás y el poder político. Factor III:
Desconfianza en el ser humano.

269
Tabla 14 (1)
Correlaciones de Pearson entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
Años trabajados EPQ-RA (E) -0,151 0,003
Años trabajados HOSTYMAL (F I) -0,160 0,001
Años trabajados VAL-89 (F IX) -0,124 0,014
Años trabajados HOSTYMAL total -0,119 0,018
Años trabajados EPQ-RA (N) -0,113 0,025
Años trabajados LOT-R 0,109 0,031
Años trabajados VAL-89 (F X) -0,108 0,033
Años trabajados EPQ-RA (L) 0,100 0,047
Años trabajados CDPC 1 -0,224 <0,001
Años trabajados CDPC 9 0,177 <0,001
Años trabajados CEPC 16 0,128 0,011
Años trabajados CDPC 18 0,127 0,012
Años trabajados CEPC 9 0,119 0,018
Años trabajados CEPC 11 0,119 0,018
Años trabajados CEPC 5 -0,114 0,024
Años trabajados CEPC 13 -0,113 0,024
CDPC 1 CDPC 9 -0,464 <0,001
CDPC 1 CDPC 12 0,227 <0,001
CDPC 1 CDPC 13 0,203 <0,001
CDPC 1 CDPC 3 0,157 0,001
CDPC 1 CDPC 5 0,133 0,006
CDPC 1 CDPC 2 0,129 0,009
CDPC 1 CDPC 11 0,120 0,014
CDPC 1 CDPC 8 0,113 0,022
CDPC 1 CDPC 6 0,099 0,044
CDPC 1 CDPC 14 0,096 0,050
CDPC 2 CDPC 6 0,282 <0,001
CDPC 2 CDPC 13 0,161 0,001
CDPC 2 CDPC 4 0,153 0,002
CDPC 2 CDPC 12 0,096 0,050
CDPC 3 CDPC 13 0,183 <0,001
CDPC 3 CDPC 8 0,167 0,001
CDPC 3 CDPC 12 0,117 0,017
CDPC 4 CDPC 11 0,199 <0,001
CDPC 4 CDPC 6 0,165 0,001
CDPC 4 CDPC 14 0,140 0,004
CDPC 5 CDPC 12 0,284 <0,001
CDPC 5 CDPC 13 0,184 <0,001
CDPC 5 CDPC 6 0,149 0,002
CDPC 5 CDPC 1 0,133 0,006
CDPC 5 CDPC 11 0,113 0,022
CDPC 5 CDPC 10 0,106 0,031
CDPC 5 CDPC 14 0,102 0,038
CDPC 6 CDPC 10 0,422 <0,001

(Continúa)

270
Tabla 14 (Continuación 2)
Correlaciones de Pearson entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
CDPC 6 CDPC 11 0,216 <0,001
CDPC 6 CDPC 14 0,111 0,023
CDPC 6 CDPC 12 0,106 0,031
CDPC 7 CDPC 13 -0,151 0,002
CDPC 7 CDPC 8 0,132 0,007
CDPC 7 CDPC 12 -0,131 0,007
CDPC 7 CDPC 11 0,101 0,039
CDPC 9 CDPC 13 -0,102 0,037
CDPC 10 CDPC 11 0,325 <0,001
CDPC 10 CDPC 14 0,156 0,001
CDPC 11 CDPC 12 0,126 0,010
CDPC 12 CDPC 13 0,202 <0,001
CDPC 16 CDPC 5 0,209 <0,001
CDPC 16 CDPC 15 0,174 <0,001
CDPC 16 CDPC 19 0,124 0,012
CDPC 16 CDPC 6 0,116 0,018
CDPC 16 CDPC 12 0,111 0,024
CDPC 16 CDPC 1 0,109 0,027
CDPC 16 CDPC 10 0,099 0,044
CDPC 17 CDPC 7 0,257 <0,001
CDPC 17 CDPC 18 -0,212 0,014
CDPC 17 CDPC 4 0,180 <0,001
CDPC 17 CDPC 12 -0,169 0,001
CDPC 17 CDPC 11 0,154 0,002
CDPC 17 CDPC 8 0,141 0,004
CDPC 17 CDPC 10 0,127 0,010
CDPC 17 CDPC 14 0,118 0,017
CDPC 17 CDPC 6 0,107 0,030
CDPC 18 CDPC 4 -0,171 <0,001
CDPC 18 CDPC 12 0,154 0,002
CDPC 18 CDPC 3 0,138 0,005
CDPC 18 CDPC 20 -0,134 0,006
CDPC 18 CDPC 8 0,111 0,023
CDPC 18 CDPC 19 0,108 0,027
CDPC 18 CDPC 5 0,106 0,030
CDPC 19 CDPC 13 0,275 <0,001
CDPC 19 CDPC 1 0,243 <0,001
CDPC 19 CDPC 14 0,199 <0,001
CDPC 19 CDPC 6 0,170 <0,001
CDPC 19 CDPC 5 0,166 0,001
CDPC 19 CDPC 12 0,156 0,001
CDPC 19 CDPC 2 0,155 0,001
CDPC 19 CDPC 9 -0,134 0,006

(Continúa)

271
Tabla 14 (Continuación 3)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
CDPC 19 CDPC 4 0,113 0,022
CDPC 20 CDPC 3 -0,149 0,002
CDPC 20 CDPC 13 0,110 0,025
CEPC 1 CEPC 2 0,679 <0,001
CEPC 1 CEPC 4 0,504 <0,001
CEPC 1 CEPC 7 0,471 <0,001
CEPC 1 CEPC 20 0,422 <0,001
CEPC 1 CEPC 9 0,413 <0,001
CEPC 1 CEPC 3 0,411 <0,001
CEPC 1 CEPC 8 0,366 <0,001
CEPC 1 CEPC 16 0,363 <0,001
CEPC 1 CEPC 12 0,344 <0,001
CEPC 1 CEPC 18 0,319 <0,001
CEPC 1 CEPC 15 0,282 <0,001
CEPC 1 CEPC 11 0,273 <0,001
CEPC 1 CDPC 17 0,255 <0,001
CEPC 1 CEPC 13 -0,228 <0,001
CEPC 1 CEPC 21 0,205 <0,001
CEPC 1 CDPC 7 0,184 <0,001
CEPC 1 CEPC 22 0,171 <0,001
CEPC 1 CDPC 11 0,160 0,001
CEPC 1 CEPC 19 -0,157 0,001
CEPC 1 CEPC 6 -0,145 0,003
CEPC 1 CEPC 10 -0,121 0,014
CEPC 1 CDPC 10 0,104 0,034
CEPC 2 CEPC 4 0,585 <0,001
CEPC 2 CEPC 3 0,544 <0,001
CEPC 2 CEPC 20 0,522 <0,001
CEPC 2 CEPC 7 0,518 <0,001
CEPC 2 CEPC 9 0.490 <0,001
CEPC 2 CEPC 16 0,475 <0,001
CEPC 2 CEPC 8 0,446 <0,001
CEPC 2 CEPC 12 0,438 <0,001
CEPC 2 CEPC 18 0,402 <0,001
CEPC 2 CEPC 15 0,334 <0,001
CEPC 2 CEPC 11 0,329 <0,001
CEPC 2 CDPC 17 0,252 <0,001
CEPC 2 CEPC 22 0,252 <0,001
CEPC 2 CEPC 6 -0,235 <0,001
CEPC 2 CEPC 13 -0,191 <0,001
CEPC 2 CDPC 11 0,189 <0,001
CEPC 2 CDPC 7 0,187 <0,001
CEPC 2 CEPC 19 -0,184 <0,001

(Continúa)

272
Tabla 14 (Continuación 4)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
CEPC 2 CEPC 21 0,182 <0,001
CEPC 2 CDPC 18 -0,143 0,003
CEPC 2 CEPC 10 -0,137 0,005
CEPC 2 CDPC 9 0,134 0,006
CEPC 2 CDPC 10 0,108 0,027
CEPC 3 CEPC 8 0,659 <0,001
CEPC 3 CEPC 4 0,619 <0,001
CEPC 3 CEPC 9 0,601 <0,001
CEPC 3 CEPC 20 0,545 <0,001
CEPC 3 CEPC 12 0,532 <0,001
CEPC 3 CEPC 16 0,485 <0,001
CEPC 3 CEPC 15 0,484 <0,001
CEPC 3 CEPC 7 0,451 <0,001
CEPC 3 CEPC 11 0,447 <0,001
CEPC 3 CEPC 18 0,391 <0,001
CEPC 3 CEPC 22 0,312 <0,001
CEPC 3 CEPC 6 -0,286 <0,001
CEPC 3 CDPC 17 0,280 <0,001
CEPC 3 CEPC 21 0,244 <0,001
CEPC 3 CEPC 13 -0,170 0,001
CEPC 3 CDPC 7 0,164 0,001
CEPC 3 CDPC 9 0,151 0,002
CEPC 3 CDPC 8 0,149 0,002
CEPC 3 CEPC 19 -0,147 0,003
CEPC 3 CDPC 19 -0,123 0,012
CEPC 3 CDPC 5 -0,114 0,020
CEPC 3 CEPC 10 -0,107 0,029
CEPC 3 CDPC 6 0,100 0,041
CEPC 3 CDPC 11 0,098 0,046
CEPC 4 CEPC 20 0,583 <0,001
CEPC 4 CEPC 9 0,578 <0,001
CEPC 4 CEPC 7 0,570 <0,001
CEPC 4 CEPC 8 0,562 <0,001
CEPC 4 CEPC 16 0,554 <0,001
CEPC 4 CEPC 12 0,534 <0,001
CEPC 4 CEPC 15 0,501 <0,001
CEPC 4 CEPC 18 0,448 <0,001
CEPC 4 CEPC 11 0,404 <0,001
CEPC 4 CDPC 17 0,336 <0,001
CEPC 4 CEPC 22 0,319 <0,001
CEPC 4 CEPC 6 -0,290 <0,001
CEPC 4 CEPC 13 -0,249 <0,001
CEPC 4 CEPC 21 0,227 <0,001

(Continúa)

273
Tabla 14 (Continuación 5)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
CEPC 4 CDPC 7 0,219 <0,001
CEPC 4 CEPC 10 -0,193 <0,001
CEPC 4 CDPC 13 -0,181 <0,001
CEPC 4 CDPC 11 0,168 0,001
CEPC 4 CDPC 9 0,148 0,003
CEPC 4 CEPC 17 -0,146 0,003
CEPC 4 CDPC 19 -0,134 0,006
CEPC 4 CDPC 8 0,133 0,006
CEPC 4 CEPC 19 -0,132 0,007
CEPC 4 CDPC 10 0,116 0,018
CEPC 5 CEPC 19 0,261 <0,001
CEPC 5 CEPC 14 0,250 <0,001
CEPC 5 CDPC 14 0,201 <0,001
CEPC 5 CEPC 17 0,171 <0,001
CEPC 5 CDPC 4 0,158 0,001
CEPC 5 CDPC 19 0,153 0,002
CEPC 5 CDPC 15 0,149 0,002
CEPC 5 CEPC 23 0,141 0,004
CEPC 5 CEPC 11 -0,139 0,004
CEPC 5 CDPC 1 0,138 0,005
CEPC 5 CEPC 10 0,137 0,005
CEPC 5 CDPC 11 0,127 0,009
CEPC 5 CDPC 12 0,123 0,012
CEPC 5 CDPC 5 0,122 0,013
CEPC 5 CEPC 13 0,120 0,014
CEPC 5 CDPC 9 -0,112 0,23
CEPC 5 CDPC 16 0,108 0,028
CEPC 5 CEPC 7 0,107 0,029
CEPC 6 CEPC 8 -0,340 <0,001
CEPC 6 CEPC 19 0,323 <0,001
CEPC 6 CEPC 15 -0,322 <0,001
CEPC 6 CEPC 11 -0,317 <0,001
CEPC 6 CEPC 10 0,304 <0,001
CEPC 6 CEPC 20 -0,290 <0,001
CEPC 6 CEPC 16 -0,289 <0,001
CEPC 6 CEPC 9 -0,287 <0,001
CEPC 6 CEPC 12 -0,287 <0,001
CEPC 6 CDPC 13 0,271 <0,001
CEPC 6 CDPC 19 0,270 <0,001
CEPC 6 CEPC 23 0,226 <0,001
CEPC 6 CEPC 13 0,205 <0,001
CEPC 6 CEPC 22 -0,204 <0,001
CEPC 6 CEPC 18 -0,194 <0,001

(Continúa)

274
Tabla 14 (Continuación 6)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
CEPC 6 CDPC 5 0,170 0,001
CEPC 6 CDPC 1 0,168 0,001
CEPC 6 CEPC 17 0,150 0,002
CEPC 6 CEPC 7 -0,147 0,003
CEPC 6 CDPC 12 O,133 0,007
CEPC 6 CDPC 18 0,133 0,007
CEPC 6 CDPC 17 -0,118 0,017
CEPC 6 CEPC 21 -0,118 0,016
CEPC 7 CEPC 18 0,542 <0,001
CEPC 7 CEPC 20 0,531 <0,001
CEPC 7 CEPC 16 0,493 <0,001
CEPC 7 CEPC 12 0,470 <0,001
CEPC 7 CEPC 8 0,444 <0,001
CEPC 7 CEPC 9 0,435 <0,001
CEPC 7 CEPC 15 0,395 <0,001
CEPC 7 CEPC 11 0,385 <0,001
CEPC 7 CEPC 22 0,344 <0,001
CEPC 7 CDPC 17 0,306 <0,001
CEPC 7 CEPC 21 0,243 <0,001
CEPC 7 CDPC 7 0,199 <0,001
CEPC 7 CDPC 11 0,195 <0,001
CEPC 7 CDPC 8 0,165 0,001
CEPC 7 CEPC 10 -0,148 0,003
CEPC 7 CDPC 9 0,147 0,003
CEPC 7 CDPC 4 0,132 0,007
CEPC 7 CDPC 6 0,108 0,028
CEPC 7 CEPC 13 -0,098 0,045
CEPC 8 CEPC 9 0,643 <0,001
CEPC 8 CEPC 12 0,576 <0,001
CEPC 8 CEPC 15 0,546 <0,001
CEPC 8 CEPC 20 0,512 <0,001
CEPC 8 CEPC 16 0,505 <0,001
CEPC 8 CEPC 11 0,410 <0,001
CEPC 8 CEPC 18 0,337 <0,001
CEPC 8 CEPC 22 0,281 <0,001
CEPC 8 CEPC 13 -0,212 <0,001
CEPC 8 CEPC 19 -0,202 <0,001
CEPC 8 CEPC 10 -0,186 <0,001
CEPC 8 CDPC 17 0,178 <0,001
CEPC 8 CDPC 13 -0,166 0,001
CEPC 8 CDPC 19 -0,165 0,001
CEPC 8 CEPC 21 0,165 0,001
CEPC 8 CDPC 10 0,161 0,001
CEPC 8 CDPC 9 0,140 0,004

(Continúa)

275
Tabla 14 (Continuación 7)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
CEPC 8 CDPC 8 0,139 0,005
CEPC 8 CDPC 5 -0,131 0,008
CEPC 8 CDPC 7 0,125 0,011
CEPC 8 CDPC 11 0,110 0,025
CEPC 9 CEPC 16 0,534 <0,001
CEPC 9 CEPC 12 0,477 <0,001
CEPC 9 CEPC 11 0,451 <0,001
CEPC 9 CEPC 18 0,430 <0,001
CEPC 9 CEPC 22 0,271 <0,001
CEPC 9 CEPC 19 -0,259 <0,001
CEPC 9 CEPC 13 -0,216 <0,001
CEPC 9 CDPC 17 0,203 <0,001
CEPC 9 CDPC 7 0,177 <0,001
CEPC 9 CDPC 13 -0,177 <0,001
CEPC 9 CEPC 21 0,172 <0,001
CEPC 9 CDPC 19 -0,170 <0,001
CEPC 9 CDPC 11 0,158 0,001
CEPC 9 CDPC 9 0,141 0,004
CEPC 9 CDPC 10 0,137 0,005
CEPC 9 CDPC 6 0,117 0,017
CEPC 9 CDPC 16 0,113 0,021
CEPC 9 CDPC 1 -0,099 0,044
CEPC 10 CDPC 19 0,270 <0,001
CEPC 10 CEPC 15 -0,208 <0,001
CEPC 10 CEPC 16 -0,197 <0,001
CEPC 10 CEPC 12 -0,190 <0,001
CEPC 10 CEPC 19 0,189 <0,001
CEPC 10 CEPC 17 0,187 <0,001
CEPC 10 CDPC 5 0,165 0,001
CEPC 10 CEPC 23 0,158 0,001
CEPC 10 CEPC 20 -0,152 0,002
CEPC 10 CDPC 13 0,148 0,003
CEPC 10 CDPC 12 0,142 0,004
CEPC 10 CEPC 13 0,142 0,004
CEPC 10 CDPC 1 0,134 0,006
CEPC 10 CEPC 11 -0,134 0,006
CEPC 10 CDPC 17 -0,128 0,009
CEPC 10 CEPC 21 -0,110 0,026
CEPC 11 CEPC 21 0,449 <0,001
CEPC 11 CEPC 12 0,429 <0,001
CEPC 11 CEPC 20 0,424 <0,001
CEPC 11 CEPC 16 0,400 <0,001
CEPC 11 CEPC 15 0,363 <0,001
CEPC 11 CEPC 22 0,304 <0,001

(Continúa)

276
Tabla 14 (Continuación 8)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
CEPC 11 CEPC 18 0,294 <0,001
CEPC 11 CDPC 17 0,261 <0,001
CEPC 11 CDPC 9 0,178 <0,001
CEPC 11 CEPC 19 -0,167 0,001
CEPC 11 CDPC 20 -0,151 0,002
CEPC 11 CDPC 11 0,147 0,003
CEPC 11 CEPC 17 -0,139 0,004
CEPC 11 CDPC 18 0,128 0,009
CEPC 11 CDPC 7 0,123 0,012
CEPC 11 CDPC 6 0,117 0,017
CEPC 11 CDPC 10 0,111 0,024
CEPC 11 CDPC 8 0,107 0,030
CEPC 11 CDPC 16 0,100 0,042
CEPC 11 CDPC 19 -0,096 0,050
CEPC 12 CEPC 15 0,615 <0,001
CEPC 12 CEPC 16 0,553 <0,001
CEPC 12 CEPC 20 0,528 <0,001
CEPC 12 CEPC 18 0,391 <0,001
CEPC 12 CEPC 22 0,324 <0,001
CEPC 12 CEPC 21 0,268 <0,001
CEPC 12 CDPC 17 0,234 <0,001
CEPC 12 CDPC 8 0,162 0,001
CEPC 12 CDPC 7 0,156 0,001
CEPC 12 CEPC 13 -0,147 0,003
CEPC 12 CDPC 5 -0,141 0,004
CEPC 12 CDPC 13 -0,141 0,004
CEPC 12 CDPC 6 0,133 0,007
CEPC 12 CDPC 10 0,132 0,007
CEPC 12 CEPC 19 -0,132 0,007
CEPC 12 CDPC 9 0,112 0,023
CEPC 12 CDPC 11 0,108 0,028
CEPC 13 CEPC 19 0,302 <0,001
CEPC 13 CEPC 20 -0,233 <0,001
CEPC 13 CEPC 15 -0,222 <0,001
CEPC 13 CEPC 16 -0,220 <0,001
CEPC 13 CDPC 13 0,185 <0,001
CEPC 13 CDPC 19 0,183 <0,001
CEPC 13 CEPC 14 0,183 <0,001
CEPC 13 CEPC 17 0,161 0,001
CEPC 13 CDPC 5 0,158 0,001
CEPC 13 CDPC 18 0,123 0,012
CEPC 13 CDPC 4 0,122 0,013
CEPC 13 CDPC 1 0,121 0,014
CEPC 13 CEPC 23 0,113 0,022

(Continúa)

277
Tabla 14 (Continuación 9)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
CEPC 13 CEPC 21 0,106 0,031
CEPC 13 CDPC 2 0,097 0,048
CEPC 14 CEPC 17 0,407 <0,001
CEPC 14 CDPC 4 0,224 <0,001
CEPC 14 CDPC 15 0,222 <0,001
CEPC 14 CEPC 23 0,191 <0,001
CEPC 14 CDPC 1 0,187 <0,001
CEPC 14 CEPC 19 0,181 <0,001
CEPC 14 CDPC 14 0,138 0,005
CEPC 14 CDPC 11 0,133 0,006
CEPC 14 CDPC 20 0,129 0,009
CEPC 14 CDPC 19 0,114 0,020
CEPC 14 CDPC 7 -0,099 0,043
CEPC 15 CEPC 16 0,665 <0,001
CEPC 15 CEPC 20 0,543 <0,001
CEPC 15 CEPC 18 0,398 <0,001
CEPC 15 CDPC 19 -0,233 <0,001
CEPC 15 CDPC 13 -0,232 <0,001
CEPC 15 CEPC 22 0,231 <0,001
CEPC 15 CDPC 17 0,213 <0,001
CEPC 15 CEPC 19 -0,194 <0,001
CEPC 15 CEPC 21 0,190 <0,001
CEPC 15 CDPC 10 0,165 0,001
CEPC 15 CDPC 5 -0,152 0,002
CEPC 15 CDPC 12 -0,128 0,009
CEPC 15 CEPC 23 -0,125 0,011
CEPC 15 CDPC 9 0,118 0,016
CEPC 15 CDPC 8 0,113 0,021
CEPC 15 CDPC 1 -0,099 0,044
CEPC 15 CDPC 7 0,099 0,043
CEPC 16 CEPC 20 0,646 <0,001
CEPC 16 CEPC 18 0,441 <0,001
CEPC 16 CEPC 22 0,324 <0,001
CEPC 16 CDPC 17 0,286 <0,001
CEPC 16 CEPC 21 0,208 <0,001
CEPC 16 CEPC 23 -0,184 <0,001
CEPC 16 CDPC 7 0,165 0,001
CEPC 16 CDPC 19 -0,162 0,001
CEPC 16 CDPC 9 0,156 0,001
CEPC 16 CDPC 13 -0,156 0,001
CEPC 16 CDPC 10 0,146 0,003
CEPC 16 CEPC 19 -0,140 <0,001
CEPC 16 CDPC 5 -0,131 0,008
CEPC 16 CDPC 11 0,127 0,009

(Continúa)

278
Tabla 14 (Continuación 10)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
CEPC 16 CDPC 8 0,113 0,021
CEPC 16 CDPC 3 0,112 0,023
CEPC 16 CEPC 17 -0,103 0,036
CEPC 17 CEPC 23 0,318 <0,001
CEPC 17 CEPC 19 0,242 <0,001
CEPC 17 CDPC 1 0,212 <0,001
CEPC 17 CDPC 12 0,186 <0,001
CEPC 17 CEPC 21 -0,181 <0,001
CEPC 17 CDPC 4 0,160 0,001
CEPC 17 CDPC 15 0,159 0,001
CEPC 17 CDPC 7 -0,134 0,006
CEPC 17 CDPC 20 0,118 0,016
CEPC 17 CDPC 17 -0,110 0,024
CEPC 17 CDPC 16 0,104 0,034
CEPC 18 CEPC 20 0,523 <0,001
CEPC 18 CEPC 22 0,407 <0,001
CEPC 18 CEPC 21 0,241 <0,001
CEPC 18 CDPC 17 0,240 <0,001
CEPC 18 CDPC 8 0,163 0,001
CEPC 18 CDPC 7 0,152 0,002
CEPC 18 CDPC 13 -0,116 0,019
CEPC 18 CDPC 6 0,112 0,023
CEPC 19 CEPC 23 0,364 <0,001
CEPC 19 CDPC 13 0,259 <0,001
CEPC 19 CDPC 19 0,201 <0,001
CEPC 19 CDPC 5 0,195 <0,001
CEPC 19 CDPC 14 0,194 <0,001
CEPC 19 CEPC 20 -0,194 <0,001
CEPC 19 CDPC 12 0,160 0,001
CEPC 19 CDPC 18 0,141 0,004
CEPC 19 CDPC 4 0,118 0,017
CEPC 19 CDPC 1 0,116 0,018
CEPC 19 CDPC 8 0,112 0,023
CEPC 20 CEPC 22 0,416 <0,001
CEPC 20 CDPC 17 0,353 <0,001
CEPC 20 CEPC 21 0,270 <0,001
CEPC 20 CDPC 7 0,223 <0,001
CEPC 20 CDPC 8 0,178 <0,001
CEPC 20 CDPC 9 0,150 0,002
CEPC 20 CDPC 13 -0,144 0,003
CEPC 20 CDPC 11 0,135 0,006
CEPC 20 CDPC 10 0,129 0,008
CEPC 20 CDPC 19 -0,125 0,011
CEPC 20 CDPC 6 0,102 0,038

(Continúa)

279
Tabla 14 (Continuación 11)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
CEPC 20 CDPC 3 0,097 0,049
CEPC 21 CEPC 22 0,372 <0,001
CEPC 21 CDPC 8 0,202 <0,001
CEPC 21 CDPC 17 0,176 <0,001
CEPC 21 CDPC 18 0,117 0,017
CEPC 21 CDPC 7 0,104 0,034
CEPC 22 CDPC 17 0,233 <0,001
CEPC 22 CDPC 7 0,218 <0,001
CEPC 22 CDPC 11 0,152 0,002
CEPC 22 CDPC 6 0,140 0,004
CEPC 22 CDPC 10 0,112 0,022
CEPC 22 CDPC 9 0,098 0,047
CEPC 23 CDPC 20 0,234 <0,001
CEPC 23 CDPC 14 0,196 <0,001
CEPC 23 CDPC 19 0,190 <0,001
CEPC 23 CDPC 5 0,174 <0,001
CEPC 23 CDPC 13 0,169 0,001
CEPC 23 CDPC 4 0,149 0,002
CEPC 23 CDPC 12 0,139 0,005
CEPC 23 CDPC 1 0,136 0,005
CEPC 23 CDPC 11 0,103 0,036
ECNCC (F I) CEPC 20 0,794 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 16 0,793 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 8 0,783 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 3 0,776 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 15 0,774 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 9 0,770 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 12 0,766 <0,001
ECNCC (F I) ECNCC (F II) 0,734 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 4 0,720 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 18 0,641 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 7 0,618 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 2 0,602 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 1 0,481 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 11 0,529 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 22 0,423 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 6 -0,376 <0,001
ECNCC (F I) CDPC 17 0,329 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 21 0,290 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 13 -0,240 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 19 -0,238 <0,001
ECNCC (F I) CDPC 7 0,208 <0,001
ECNCC (F I) CDPC 13 -0,196 <0,001
ECNCC (F I) CEPC 10 -0,194 <0,001

(Continúa)

280
Tabla 14 (Continuación 12)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
ECNCC (F I) CDPC 19 -0,183 <0,001
ECNCC (F I) CDPC 8 0,175 <0,001
ECNCC (F I) CDPC 9 0,171 <0,001
ECNCC (F I) CDPC 10 0,168 0,001
ECNCC (F I) CDPC 11 0,146 0,003
ECNCC (F I) CDPC 5 -0,135 0,006
ECNCC (F I) VAL-89 (F VII) -0,125 0,011
ECNCC (F I) CDPC 6 0,123 0,012
ECNCC (F II) CEPC 2 0,859 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 1 0,825 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 4 0,795 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 7 0,783 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 20 0,625 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 3 0,614 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 9 0,581 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 16 0,572 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 8 0,550 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 12 0,542 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 18 0,521 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 15 0,455 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 11 0,422 <0,001
ECNCC (F II) CDPC 17 0,349 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 22 0,329 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 21 0,261 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 6 -0,245 <0,001
ECNCC (F II) CDPC 7 0,240 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 13 -0,232 <0,001
ECNCC (F II) CDPC 11 0,218 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 10 -0,181 <0,001
ECNCC (F II) CEPC 19 -0,158 0,001
ECNCC (F II) CDPC 9 0,157 0,001
ECNCC (F II) CDPC 8 0,135 0,006
ECNCC (F II) VAL-89 (F VII) -0,130 0,008
ECNCC (F II) CDPC 10 0,123 0,012
ECNCC (F II) CDPC 6 0,103 0,036
ECNCC (F II) CDPC 13 -0,100 0,042
ECNCC total ECNCC (F I) 0,964 <0,001
ECNCC total ECNCC (F II) 0,889 <0,001
ECNCC total CEPC 4 0,799 <0,001
ECNCC total CEPC 20 0,782 <0,001
ECNCC total CEPC 3 0,765 <0,001
ECNCC total CEPC 16 0,760 <0,001
ECNCC total CEPC 9 0,748 <0,001
ECNCC total CEPC 8 0,745 <0,001

(Continúa)

281
Tabla 14 (Continuación 13)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
ECNCC total CEPC 2 0,744 <0,001
ECNCC total CEPC 12 0,730 <0,001
ECNCC total CEPC 7 0,725 <0,001
ECNCC total CEPC 15 0,702 <0,001
ECNCC total CEPC 1 0,649 <0,001
ECNCC total CEPC 18 0,637 <0,001
ECNCC total CDPC 8 0,171 <0,001
ECNCC total CEPC 11 0,523 <0,001
ECNCC total CEPC 22 0,415 <0,001
ECNCC total CDPC 17 0,359 <0,001
ECNCC total CEPC 6 -0,350 <0,001
ECNCC total CEPC 21 0,298 <0,001
ECNCC total CEPC 13 -0,254 <0,001
ECNCC total CDPC 7 0,235 <0,001
ECNCC total CEPC 19 -0,223 <0,001
ECNCC total CEPC 10 -0,202 <0,001
ECNCC total CDPC 11 0,184 <0,001
ECNCC total CDPC 9 0,177 <0,001
ECNCC total CDPC 13 0,169 <0,001
ECNCC total VAL-89 (F IV) -0,166 0,001
ECNCC total CDPC 10 0,162 0,001
ECNCC total CDPC 19 -0,143 0,003
ECNCC total VAL-89 (F VII) -0,135 0,006
ECNCC total CDPC 6 0,124 0,012
ECNCC total CDPC 5 -0,117 0,017
EPQ-RA (N) EPQ-RA (P) 0,193 <0,001
EPQ-RA (N) EPQ-RA (E) -0,097 0,048
EPQ-RA (N) CEPC 5 0,174 <0,001
EPQ-RA (N) CEPC 17 0,152 0,002
EPQ-RA (N) CDPC 1 0,149 0,002
EPQ-RA (N) CDPC 14 0,144 0,003
EPQ-RA (N) CDPC 16 0,131 0,008
EPQ-RA (N) CDPC 19 0,121 0,014
EPQ-RA (N) CEPC 23 0,097 0,048
EPQ-RA (E) EPQ-RA (L) -0,209 <0,001
EPQ-RA (E) EPQ-RA (P) 0,196 <0,001
EPQ-RA (E) CDPC 4 0,120 0,014
EPQ-RA (E) CDPC 8 0,119 0,015
EPQ-RA (E) CDPC 1 0,106 0,030
EPQ-RA (E) CEPC 6 -0,100 0,043
EPQ-RA (P) CDPC 14 0,182 <0,001
EPQ-RA (P) CDPC 18 -0,171 <0,001
EPQ-RA (P) CEPC 2 0,130 0,008
EPQ-RA (P) CDPC 19 0,122 0,013

(Continúa)

282
Tabla 14 (Continuación 14)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
EPQ-RA (P) CEPC 5 0,114 0,020
EPQ-RA (P) CDPC 20 0,112 0,022
EPQ-RA (P) CDPC 4 0,111 0,024
EPQ-RA (P) CEPC 17 0,107 0,030
EPQ-RA (P) CEPC 3 0,103 0,035
EPQ-RA (P) CEPC 14 0,100 0,041
EPQ-RA (P) CEPC 23 0,096 0,050
EPQ-RA (L) EPQ-RA (P) -0,304 <0,001
EPQ-RA (L) EPQ-RA (N) -0,122 0,013
EPQ-RA (L) CDPC 14 -0,129 0,009
EPQ-RA (L) CDPC 7 -0,120 0,015
EPQ-RA (L) CDPC 10 -0,111 0,023
EPQ-RA (L) CEPC 8 -0,111 0,023
EPQ-RA (L) CEPC 3 -0,102 0,037
EPQ-RA (L) CEPC 2 -0,100 0,042
VAL-89 (F I) VAL-89 (F VIII) 0,569 <0,001
VAL-89 (F I) VAL-89 (F X) 0,547 <0,001
VAL-89 (F I) VAL-89 (F VI) 0,545 <0,001
VAL-89 (F I) VAL-89 (F II) 0,521 <0,001
VAL-89 (F I) VAL-89 (F III) 0,520 <0,001
VAL-89 (F I) VAL-89 (F IX) 0,466 <0,001
VAL-89 (F I) VAL-89 (F V) 0,404 <0,001
VAL-89 (F I) VAL-89 (F VII) 0,311 <0,001
VAL-89 (F I) EPQ-RA (E) 0,245 <0,001
VAL-89 (F I) VAL-89 (F IV) 0,202 <0,001
VAL-89 (F I) CDPC 15 -0,127 0,009
VAL-89 (F I) CEPC 22 0,110 0,025
VAL-89 (F II) VAL-89 (F III) 0,613 <0,001
VAL-89 (F II) VAL-89 (F V) 0,521 <0,001
VAL-89 (F II) VAL-89 (F VI) 0,462 <0,001
VAL-89 (F II) VAL-89 (F IV) 0,240 <0,001
VAL-89 (F II) EPQ-RA (L) 0,238 <0,001
VAL-89 (F II) EPQ-RA (N) -0,140 0,004
VAL-89 (F II) EPQ-RA (P) -0,129 0,009
VAL-89 (F II) CDPC 19 -0,179 <0,001
VAL-89 (F II) CEPC 22 0,179 <0,001
VAL-89 (F II) CDPC 15 -0,176 <0,001
VAL-89 (F II) CEPC 11 0,168 0,001
VAL-89 (F II) CDPC 14 -0,162 0,001
VAL-89 (F II) CDPC 1 -0,122 0,013
VAL-89 (F II) CEPC 18 0,119 0,015
VAL-89 (F II) CEPC 10 -0,109 0,026
VAL-89 (F II) CDPC 18 0,108 0,027
VAL-89 (F II) CDPC 9 0,105 0,032

(Continúa)

283
Tabla 14 (Continuación 15)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
VAL-89 (F III) VAL-89 (F V) 0,605 <0,001
VAL-89 (F III) VAL-89 (F VI) 0,467 <0,001
VAL-89 (F III) VAL-89 (F IV) 0,381 <0,001
VAL-89 (F III) EPQ-RA (L) 0,216 <0,001
VAL-89 (F III) EPQ-RA (P) -0,212 <0,001
VAL-89 (F III) EPQ-RA (N) -0,145 0,003
VAL-89 (F III) CDPC 15 -0,146 0,003
VAL-89 (F III) CDPC 14 -0,114 0,020
VAL-89 (F III) CDPC 1 -0,110 0,025
VAL-89 (F III) CDPC 19 -0,109 0,027
VAL-89 (F III) CDPC 16 -0,102 0,038
VAL-89 (F III) CEPC 11 0,098 0,047
VAL-89 (F III) CEPC 17 -0,097 0,048
VAL-89 (F IV) VAL-89 (F V) 0,391 <0,001
VAL-89 (F IV) VAL-89 (F III) 0,381 <0,001
VAL-89 (F IV) VAL-89 (F VI) 0,336 <0,001
VAL-89 (F IV) ECNCC (F II) -0,169 0,001
VAL-89 (F IV) ECNCC (F I) -0,148 0,002
VAL-89 (F IV) CEPC 2 -0,178 <0,001
VAL-89 (F IV) CEPC 9 -0,168 0,001
VAL-89 (F IV) CDPC 13 0,142 0,004
VAL-89 (F IV) CEPC 4 -0,137 0,005
VAL-89 (F IV) CDPC 14 0,132 0,007
VAL-89 (F IV) CEPC 16 -0,128 0,009
VAL-89 (F IV) CEPC 1 -0,119 0,015
VAL-89 (F IV) CEPC 3 -0,119 0,015
VAL-89 (F IV) CEPC 7 -0,118 0,017
VAL-89 (F IV) CEPC 12 -0,115 0,019
VAL-89 (F IV) CEPC 18 -0,111 0,023
VAL-89 (F IV) CEPC 14 0,109 0,026
VAL-89 (F IV) CEPC 8 -0,108 0,028
VAL-89 (F IV) CDPC 7 -0,103 0,036
VAL-89 (F V) VAL-89 (F VI) 0,518 <0,001
VAL-89 (F V) VAL-89 (F VIII) 0,427 <0,001
VAL-89 (F V) EPQ-RA (P) -0,280 <0,001
VAL-89 (F V) EPQ-RA (L) 0,200 <0,001
VAL-89 (F V) VAL-89 (F VII) 0,189 <0,001
VAL-89 (F V) VAL-89 (F IX) 0,166 0,001
VAL-89 (F V) VAL-89 (F X) 0,149 0,002
VAL-89 (F V) CDPC 18 0,148 0,003
VAL-89 (F V) CEPC 11 0,128 0,009
VAL-89 (F V) CDPC 14 -0,124 0,012
VAL-89 (F V) CDPC 19 -0,117 0,17
VAL-89 (F V) CEPC 13 0,117 0,017

(Continúa)

284
Tabla 14 (Continuación 16)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
VAL-89 (F V) CDPC 7 -0,108 0,027
VAL-89 (F V) CDPC 10 -0,100 0,042
VAL-89 (F V) CEPC 21 0,100 0,042
VAL-89 (F V) CDPC 15 -0,097 0,048
VAL-89 (F VI) VAL-89 (F VIII) 0,472 <0,001
VAL-89 (F VI) VAL-89 (F VII) 0,404 <0,001
VAL-89 (F VI) VAL-89 (F IX) 0,341 <0,001
VAL-89 (F VI) VAL-89 (F X) 0,292 <0,001
VAL-89 (F VI) EPQ-RA (P) -0,217 <0,001
VAL-89 (F VI) EPQ-RA (L) 0,124 0,012
VAL-89 (F VI) EPQ-RA (E) 0,107 0,029
VAL-89 (F VI) CDPC 14 -0,139 0,005
VAL-89 (F VI) CDPC 13 0,131 0,007
VAL-89 (F VI) CEPC 11 0,128 0,009
VAL-89 (F VI) CEPC 13 0,117 0,017
VAL-89 (F VI) CDPC 7 -0,099 0,044
VAL-89 (F VII) VAL-89 (F VIII) 0,483 <0,001
VAL-89 (F VII) VAL-89 (F X) 0,378 <0,001
VAL-89 (F VII) VAL-89 (F IX) 0,335 <0,001
VAL-89 (F VII) VAL-89 (F IV) 0,310 <0,001
VAL-89 (F VII) EPQ-RA (E) 0,172 <0,001
VAL-89 (F VII) EPQ-RA (L) -0,150 0,002
VAL-89 (F VII) VAL-89 (F III) 0,103 0,037
VAL-89 (F VII) CEPC 17 0,169 0,001
VAL-89 (F VII) CDPC 1 0,166 0,001
VAL-89 (F VII) CEPC 23 0,157 0,001
VAL-89 (F VII) CEPC 19 0,141 0,004
VAL-89 (F VII) CDPC 13 0,136 0,006
VAL-89 (F VII) CDPC 4 0,125 0,011
VAL-89 (F VII) CDPC 11 0,123 0,012
VAL-89 (F VII) CEPC 4 -0,121 0,014
VAL-89 (F VII) CEPC 5 0,120 0,015
VAL-89 (F VII) CEPC 12 -0,119 0,016
VAL-89 (F VII) CEPC 14 0,118 0,016
VAL-89 (F VII) CEPC 1 -0,111 0,024
VAL-89 (F VII) CEPC 2 -0,109 0,026
VAL-89 (F VII) CEPC 18 -0,109 0,027
VAL-89 (F VII) CEPC 13 0,106 0,031
VAL-89 (F VII) CEPC 10 0,100 0,043
VAL-89 (F VIII) VAL-89 (F III) 0,436 <0,001
VAL-89 (F VIII) VAL-89 (F X) 0,428 <0,001
VAL-89 (F VIII) VAL-89 (F IX) 0,382 <0,001
VAL-89 (F VIII) VAL-89 (F II) 0,318 <0,001
VAL-89 (F VIII) EPQ-RA (E) 0,238 <0,001

(Continúa)

285
Tabla 14 (Continuación 17)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
VAL-89 (F VIII) VAL-89 (F IV) 0,199 <0,001
VAL-89 (F VIII) CEPC 13 0,125 0,011
VAL-89 (F VIII) CDPC 3 0,121 0,014
VAL-89 (F VIII) CDPC 8 0,107 0,030
VAL-89 (F VIII) CEPC 22 0,106 0,031
VAL-89 (F VIII) CEPC 17 0,103 0,035
VAL-89 (F VIII) CDPC 7 -0,101 0,041
VAL-89 (F IX) VAL-89 (F X) 0,527 <0,001
VAL-89 (F IX) EPQ-RA (E) 0,279 <0,001
VAL-89 (F IX) VAL-89 (F II) 0,245 <0,001
VAL-89 (F IX) VAL-89 (F III) 0,232 <0,001
VAL-89 (F IX) EPQ-RA (L) -0,149 0,002
VAL-89 (F IX) EPQ-RA (P) 0,107 <0,001
VAL-89 (F IX) CDPC 1 0,126 0,010
VAL-89 (F IX) CDPC 8 0,122 0,013
VAL-89 (F IX) CEPC 18 -0,100 0,042
VAL-89 (F X) EPQ-RA (E) 0,337 <0,001
VAL-89 (F X) VAL-89 (F II) 0,336 <0,001
VAL-89 (F X) EPQ-RA (P) 0,264 <0,001
VAL-89 (F X) EPQ-RA (L) -0,221 <0,001
VAL-89 (F X) VAL-89 (F III) 0,220 <0,001
VAL-89 (F X) VAL-89 (F IV) 0,172 <0,001
VAL-89 (F X) CDPC 4 0,173 <0,001
VAL-89 (F X) CEPC 5 0,126 0,010
VAL-89 (F X) CDPC 8 0,120 0,014
VAL-89 (F X) CDPC 1 0,114 0,020
VAL-89 (F X) CDPC 11 0,106 0,031
VAL-89 (F X) CEPC 13 0,106 0,030
VAL-89 (F X) CEPC 17 0,096 0,050
VAL-89 total VAL-89 (F I) 0,764 <0,001
VAL-89 total VAL-89 (F VI) 0,745 <0,001
VAL-89 total VAL-89 (F III) 0,732 <0,001
VAL-89 total VAL-89 (F II) 0,708 <0,001
VAL-89 total VAL-89 (F VIII) 0,698 <0,001
VAL-89 total VAL-89 (F V) 0,673 <0,001
VAL-89 total VAL-89 (F X) 0,584 <0,001
VAL-89 total VAL-89 (F IV) 0,549 <0,001
VAL-89 total VAL-89 (F VII) 0,533 <0,001
VAL-89 total VAL-89 (F IX) 0,503 <0,001
VAL-89 total EPQ-RA (E) 0,184 <0,001
VAL-89 total CEPC 22 0,123 0,012
VAL-89 total CDPC 15 -0,117 0,018
VAL-89 total CDPC 13 0,108 0,027
VAL-89 total CDPC 8 0,105 0,032

(Continúa)

286
Tabla 14 (Continuación 18)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
VAL-89 total CDPC 7 -0,101 0,040
VAL-89 total CDPC 18 0,100 0,041
HOSTYMAL (F I) EPQ-RA (P) 0,403 <0,001
HOSTYMAL (F I) VAL-89 (F X) 0,295 <0,001
HOSTYMAL (F I) EPQ-RA (L) -0,253 <0,001
HOSTYMAL (F I) VAL-89 (F VII) 0,252 <0,001
HOSTYMAL (F I) VAL-89 (F II) -0,245 <0,001
HOSTYMAL (F I) VAL-89 (F III) -0,223 <0,001
HOSTYMAL (F I) VAL-89 (F V) -0,194 <0,001
HOSTYMAL (F I) EPQ-RA (E) 0,169 0,001
HOSTYMAL (F I) EPQ-RA (N) 0,160 0,001
HOSTYMAL (F I) VAL-89 (F IX) 0,153 0,002
HOSTYMAL (F I) VAL-89 (F VIII) 0,099 0,044
HOSTYMAL (F I) CDPC 19 0,244 <0,001
HOSTYMAL (F I) CDPC 1 0,216 <0,001
HOSTYMAL (F I) CEPC 17 0,183 <0,001
HOSTYMAL (F I) CDPC 13 0,181 <0,001
HOSTYMAL (F I) CDPC 4 0,178 <0,001
HOSTYMAL (F I) CEPC 23 0,164 0,001
HOSTYMAL (F I) CEPC 5 0,161 0,001
HOSTYMAL (F I) CEPC 10 0,159 0,001
HOSTYMAL (F I) CDPC 18 -0,145 0,003
HOSTYMAL (F I) CDPC 16 0,140 0,004
HOSTYMAL (F I) CDPC 3 0,128 0,009
HOSTYMAL (F I) CEPC 19 0,117 0,017
HOSTYMAL (F I) CDPC 12 0,115 0,019
HOSTYMAL (F I) CDPC 15 0,113 0,021
HOSTYMAL (F I) CDPC 2 0,112 0,022
HOSTYMAL (F I) CEPC 14 0,110 0,025
HOSTYMAL (F I) CDPC 14 0,098 0,046
HOSTYMAL (F II) VAL-89 (F III) -0,299 <0,001
HOSTYMAL (F II) VAL-89 (F V) -0,259 <0,001
HOSTYMAL (F II) VAL-89 (F II) -0,223 <0,001
HOSTYMAL (F II) VAL-89 (F IV) -0,214 <0,001
HOSTYMAL (F II) VAL-89 total -0,206 <0,001
HOSTYMAL (F II) EPQ-RA (L) -0,159 0,001
HOSTYMAL (F II) EPQ-RA (P) 0,138 0,005
HOSTYMAL (F II) EPQ-RA (E) 0,120 0,014
HOSTYMAL (F II) CEPC 17 0,121 0,014
HOSTYMAL (F II) CEPC 21 -0,113 0,021
HOSTYMAL (F II) CEPC 22 -0,105 0,033
HOSTYMAL (F II) CDPC 3 -0,097 0,048
HOSTYMAL (F III) VAL-89 (F IX) 0,167 0,001
HOSTYMAL (F III) VAL-89 total 0,156 0,001

(Continúa)

287
Tabla 14 (Continuación 19)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
HOSTYMAL (F III) VAL-89 (F I) 0,149 0,002
HOSTYMAL (F III) VAL-89 (F VI) 0,132 0,007
HOSTYMAL (F III) VAL-89 (F II) 0,113 0,021
HOSTYMAL (F III) VAL-89 (F III) 0,112 0,023
HOSTYMAL (F III) VAL-89 (F V) 0,106 0,031
HOSTYMAL (F III) CEPC 8 0,099 0,043
HOSTYMAL (F III) CDPC 7 -0,119 0,016
HOSTYMAL total HOSTYMAL (F II) 0,728 <0,001
HOSTYMAL total HOSTYMAL (F I) 0,649 <0,001
HOSTYMAL total EPQ-RA (P) 0,350 <0,001
HOSTYMAL total VAL-89 (F III) -0,318 <0,001
HOSTYMAL total HOSTYMAL (F III) 0,296 <0,001
HOSTYMAL total VAL-89 (F II) -0,285 <0,001
HOSTYMAL total EPQ-RA (L) -0,277 <0,001
HOSTYMAL total VAL-89 (F V) -0,273 <0,001
HOSTYMAL total VAL-89 (F X) 0,206 <0,001
HOSTYMAL total EPQ-RA (E) 0,203 <0,001
HOSTYMAL total VAL-89 (F VII) 0,184 <0,001
HOSTYMAL total EPQ-RA (N) 0,152 0,002
HOSTYMAL total VAL-89 (F IX) 0,143 0,004
HOSTYMAL total SWL -0,134 0,006
HOSTYMAL total VAL-89 (F IV) -0,126 0,010
HOSTYMAL total LOT-R -0,125 0,011
HOSTYMAL total VAL-89 total -0,113 0,021
HOSTYMAL total CEPC 17 0,193 <0,001
HOSTYMAL total CDPC 4 0,149 0,002
HOSTYMAL total CDPC 19 0,135 0,006
HOSTYMAL total CDPC 12 0,130 0,008
HOSTYMAL total CDPC 1 0,122 0,013
HOSTYMAL total CEPC 11 -0,110 0,026
HOSTYMAL total CDPC 13 0,103 0,035
SWL VAL-89 (F III) 0,207 <0,001
SWL HOSTYMAL (F II) -0,200 <0,001
SWL VAL-89 (F VIII) 0,182 <0,001
SWL VAL-89 total 0,181 <0,001
SWL VAL-89 (F VI) 0,158 0,001
SWL EPQ-RA (E) 0,144 0,003
SWL VAL-89 (F II) 0,141 0,004
SWL VAL-89 (F I) 0,140 0,004
SWL VAL-89 (F V) 0,134 0,006
SWL EPQ-RA (N) -0,340 <0,001
SWL EPQ-RA (P) -0,132 0,007
SWL VAL-89 (F IX) 0,112 0,022
SWL VAL-89 (F X) 0,110 0,025

(Continúa)

288
Tabla 14 (Continuación 20)
Correlaciones entre las distintas variables contempladas

Variable 1 Variable 2 r p
SWL CEPC 11 0,124 0,012
SWL CEPC 2 -0,115 0,019
SWL CEPC 14 -0,109 0,027
SWL CDPC 20 -0,105 0,032
SWL CDPC 8 0,104 0,034
SWL CEPC 21 0,102 0,039
LOT-R SWL 0,419 <0,001
LOT-R EPQ-RA (N) -0,374 <0,001
LOT-R EPQ-RA (E) 0,239 <0,001
LOT-R VAL-89 (F III) 0,214 <0,001
LOT-R VAL-89 (F VIII) 0,194 <0,001
LOT-R VAL-89 total 0,191 <0,001
LOT-R VAL-89 (F I) 0,188 <0,001
LOT-R VAL-89 (F II) 0,182 <0,001
LOT-R VAL-89 (F IX) 0,172 <0,001
LOT-R VAL-89 (F V) 0,156 0,001
LOT-R VAL-89 (F VI) 0,132 0,007
LOT-R HOSTYMAL (F I) -0,121 0,014
LOT-R EPQ-RA (P) -0,111 0,023
LOT-R CDPC 17 0,149 0,002
LOT-R CDPC 7 0,132 0,007
LOT-R CDPC 1 -0,120 0,014
LOT-R CDPC 19 -0,114 0,020
LOT-R CEPC 11 0,100 0,041

Notas. Años trabajados: años trabajados con personas con discapacidad. CDPC:
Cuestionario Descriptivo de la Parálisis Cerebral (el número hace referencia a la
pregunta). CEPC: Cuestionario de Expectativas sobre la Parálisis Cerebral (el número
hace referencia a la pregunta). ECNCC (F I): factor I de la ECNCC. ECNCC (F II):
factor II de la ECNCC. ECNCC total: puntuación total de la Escala de Creencias de
Normalidad Comportamental y de Capacidades. EPQ-RA (N): dimensión de
neuroticismo del EPQ-RA. EPQ-RA (E): dimensión de extraversión del EPQ-RA. EPQ-
RA (p): dimensión de psicoticismo del EPQ-RA. EPQ-RA (L): dimensión de
disimulo/conformidad del EPQ-RA. VAL-89 (F I): factor I de la Escala VAL-89
(autodirección). VAL-89 (F II): factor II de la Escala VAL-89 (universalidad). VAL-89
(F III): factor III de la Escala VAL-89 (benevolencia). VAL-89 (F IV): factor IV de la
Escala VAL-89 (tradición). VAL-89 (F V): factor V de la Escala VAL-89
(conformidad). VAL-89 (F VI): factor VI de la Escala VAL-89 (seguridad). VAL-89 (F
VII): factor VII de la Escala VAL-89 (poder). VAL-89 (F VIII): factor VIII de la Escala
VAL-89 (logro). VAL-89 (F IX): factor IX de la Escala VDAL-89 (hedonismo). VAL-
89 (F X): factor X de la Escala VAL-89 (estimulación). VAL-89 total: puntuación total
de la Escala de Valores VAL-89. HOSTYMAL (FI): factor I del cuestionario
HOSTYMAL (Dureza de trato con logro de fines por encima de normas sociales).
HOSTYMAL (FII): factor II del cuestionario HOSTYMAL (Malevolencia, recelo y
rencor hacia los demás y el poder político). HOSTYMAL (FIII): factor III del
cuestionario HOSTYMAL (Desconfianza en el ser humano). HOSTYMAL total:

289
puntuación total del Cuestionario de Hostilidad y Malevolencia. SWL: Escala de
Satisfacción Vital. LOT-R: Test de Orientación Vital Revisado.

290
APÉNDICE 3
Instrumentos
INVESTIGACIÓN SOBRE CREENCIAS Y CONOCIMIENTO ACERCA DE LA
DISCAPACIDAD

Información

Estimado/a Sr./a:

Estamos desarrollando una investigación sobre las creencias y el conocimiento


que se tiene acerca de la discapacidad. Para ello es necesario aplicar este cuestionario a
varios grupos de personas. Posteriormente, las respuestas obtenidas se recogerán en una
base de datos para su análisis estadístico.
El cuestionario incluye preguntas sobre algunos trastornos y las características
que se les atribuyen a quienes los padecen.
No hay respuestas correctas o incorrectas; por lo que es posible responder a
todas las preguntas. Hágalo sinceramente y se le ruega que no consulte ninguna de las
cuestiones que se le formulan porque, precisamente, nos interesa lo que cree o piensa
realmente.
Por otro lado, se le hace saber que el estudio preserva totalmente el anonimato y
no se le pide ni el nombre ni los apellidos a los participantes. Bajo ninguna
circunstancia se identificarán a las personas que acepten colaborar. A efectos de los
objetivos de la investigación se le pedirá que nos proporcione algunos datos personales,
como son el sexo, la edad y algunas otras pocas cuestiones sobre su relación con la
discapacidad (como por ejemplo, si tiene un familiar o algún amigo que la padezca o si
colabora con algunas institución de personas afectadas).
La base de datos sólo será utilizada por los profesionales que integran esta
investigación.
Toda la información recogida será tratada conforme a la Ley Orgánica 15/1999,
de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter personal.
Teniendo en cuenta la información anterior, le agradeceríamos enormemente su
colaboración en el presente trabajo. Muchas gracias.

Francisco Revuelta Pérez


Profesor Titular de Universidad
Departamento de Psicología Clínica, Experimental y Social
Universidad de Huelva

Susana Álvarez Pérez


Doctoranda
Universidad de Huelva

   
ESTE  CUADERNILLO  ESTÁ  IMPRESO  A  DOBLE  CARA  
   
DATOS PERSONALES Y SOCIODEMOGRÁFICOS1

Fecha: Código:
1.1. Edad 1.2. Sexo: Varón: Mujer:

1.4. Nivel de estudios más elevado alcanzado


(especificar si es FP I o FP II en 1.4.4. y qué carrera
1.3. Estado civil en 1.4.4., caso de no haberse finalizado indicar
curso más alto realizado)
1.3.1. Soltero 1.4.1. Sin estudios
1.3.2. Casado 1.4.2. Primarios
1.3.3. Emparejado 1.4.3. Secundarios
1.3.4. Separado 1.4.4. Bachiller
1.3.5. Divorciado 1.4.5. FP I o FP II
1.3.6. Viudo 1.4.6. Universitarios

1.5. Situación laboral


1.5.1. Tareas del hogar
1.5.2. Desempleo
1.5.3. En activo
1.5.4. Baja temporal
1.5.5. Jubilación por edad
1.5.6. Jubilación por enfermedad
1.5.7. Otras (especificar):

1.8. Clase social


1.8.1. ¿Socioeconómicamente como cree que está situado? ¿Cómo clase alta,
media-alta, media, media-baja o baja? (Rodear con un círculo la respuesta)

1
Se han eliminado de todo el protocolo una serie de preguntas abiertas que forman parte de otra
investigación de carácter cualitativo.
(Tache lo que proceda, si su respuesta es afirmativa, ponga una cruz sobre el “Sí”,
si es negativa, sobre el “No”)

1. ¿Tiene algún familiar que presente una discapacidad? Sí No

2. ¿Tiene algún tipo de relación (amistosa, en el trabajo, de


vecindad, etc.) con alguna persona que presente discapacidad? Sí No

3. ¿Trabaja profesionalmente con personas con discapacidad? Sí No

3.2. Si ha respondido “Sí”, ¿cuántos años hace que desempeña ese trabajo?:

4. En el pasado, ¿trabajó con personas con discapacidad? Sí No

4.2. Si ha respondido “Sí”, ¿cuántos años estuvo trabajando con personas con
discapacidad?:

5. ¿Cuánto cree que son sus conocimientos sobre personas con discapacidad?
(poner una cruz en el lugar correspondiente)
Ninguno Poco Bastante Mucho Muchísimo
A continuación se le presenta una serie de frases sobre posibles características de la
parálisis cerebral. Su tarea consiste en señalar su grado de acuerdo con ellas con
respecto a personas que los tienen. Para ello ponga un aspa (X) o redondee su respuesta
en la línea correspondiente de cada uno de los trastornos citados. Algunas preguntas se
refieren a lo que es en general o más habitual.
Trate de responder en función de lo que usted REALMENTE PIENSA O CREE,
no en base a lo que le hayan podido decir, escuchado o leído en cualquier medio. Por
tanto, le es posible contestar a todas las preguntas. Hágalo sin pensar excesivamente las
respuestas.
Las opciones de respuesta son las siguientes:

Nada = Nada de acuerdo


Algo = Algo de acuerdo
Bastante = Bastante de acuerdo
Mucho = Muy de acuerdo
Muchísimo = Muchísimo de acuerdo

Muchas gracias por su colaboración.


NO OLVIDE RESPONDER A TODAS LAS PREGUNTAS.

1. Es una enfermedad

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

2. Es hereditario

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

3. En general, no puede prevenirse

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

4. En general, se puede quitar durante el desarrollo adolescente

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

5. En general, los que lo tienen padecen más enfermedades que las personas que no
lo tienen

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

6. Puede ser hereditaria y, a la vez, por causas ambientales

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

7. En general, a los niños que lo tienen les viene mejor acudir a colegios donde
también vayan los que no lo tengan

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo


8. Lo padecen más personas de las que se cree

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

9. Es un problema que perjudica a la persona que lo tiene pero no es una


enfermedad

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

10. Fundamentalmente, su origen es por causas ambientales

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

11. En general, puede prevenirse si los padres llevan una vida sana

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

12. En general, a medida que pasan los años, la persona que lo tiene va
empeorando

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

13. Es conveniente que existan centros educativos específicos sólo para


determinados niños que lo tienen

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

14. Existen más casos de niñas o mujeres que lo tienen que de niños u hombres

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

15. Es contagioso

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

16. Está causado por agentes patógenos (virus, bacterias, etc.)

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

17. En general, con el paso del tiempo, los que lo tienen suelen ir mejorando en
algunos de sus problemas

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

18. Es incurable

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo


19. En general, los que lo tienen son iguales o muy parecidos entre ellos

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

20. En general, no es un problema grave

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo


A continuación se le presenta una serie de frases sobre posibles características,
comportamientos o capacidades que pueden tener las personas. Su tarea consiste en
señalar su grado de acuerdo con ellas con respecto a personas que tienen parálisis
cerebral. Para ello ponga un aspa (X) o redondee su respuesta en la línea
correspondiente de cada uno de los trastornos citados. Las preguntas siempre se refieren
a lo que es en general, a lo que considera que es más habitual.
Trate de responder en función de lo que usted REALMENTE PIENSA O CREE,
no en base a lo que le hayan podido decir, escuchado o leído en cualquier medio. Por
tanto, le es posible contestar a todas las preguntas. Hágalo sin pensar excesivamente las
respuestas.
Las opciones de respuesta son las siguientes:

Nada = Nada de acuerdo


Algo = Algo de acuerdo
Bastante = Bastante de acuerdo
Mucho = Muy de acuerdo
Muchísimo = Muchísimo de acuerdo

Muchas gracias por su colaboración.


NO OLVIDE RESPONDER A TODAS LAS PREGUNTAS.

EN GENERAL…

1. Son tan inteligentes como los que no lo tienen

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

2. Si disponen de tiempo suficiente, pueden llegar a aprender lo mismo que los que
no lo tienen

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

3. De adultos, pueden llevar bien una vida de pareja

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

4. Son tan productivos en el trabajo como las personas que no lo tienen

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

5. Suelen ser agresivas y violentas

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

6. Presentan más dificultades para relacionarse con los demás que los que no lo
tienen

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo


7. Suelen tener muy buenas capacidades para algunas tareas

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

8. Están capacitados criar y educar a sus hijos como lo que no lo tienen

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

9. De adultos, suelen estar capacitados para desempeñar cargos políticos; como


por ejemplo, una alcaldía o una concejalía con delegación

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

10. Suelen tener una sexualidad problemática frente a los que no lo tienen

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

11. Suelen ser sociables

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

12. Pueden llevar una vida normal, como cualquier otra

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

13. De adultos, sólo pueden hacer trabajos sencillos, que no sean complicados

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

14. Suelen estar de mal humor

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

15. Pueden llevar una vida autónoma como las personas que no lo tienen

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

16. Si están totalmente integrados en la sociedad pueden realizar cualquier trabajo


igual que los demás

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

17. Suelen estar tristes

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo


18. De adultos, hay tareas en el trabajo en las que funcionan mejor que las
personas que no lo tienen

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

19. Presentan poco autocontrol

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

20. De adultos, si disponen de tiempo suficiente, pueden realizar un trabajo tan


bien como una persona que no lo tiene

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

21. Suelen estar alegres

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

22. De adultos, aguantan mejor el estrés laboral que las demás personas

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo

23. Suelen tener poca fuerza de voluntad

Nada Algo Bastante Mucho Muchísimo


Por favor, conteste cada pregunta poniendo un aspa (X) sobre el SÍ o el NO que le
siguen. No hay respuestas correctas o incorrectas, ni preguntas con trampa. Trabaje
rápidamente y no piense demasiado en el significado exacto de las mismas.

1. ¿Su estado de ánimo sufre altibajos con frecuencia?.............................. Sí No


2. ¿Se siente a veces desdichado sin motivo?.............................................. Sí No
3. ¿Alguna vez ha querido llevarse más de lo que le correspondía en un
reparto?.................................................................................................... Sí No
4. ¿Ha cogido alguna vez alguna cosa (aunque no fuese más que un
alfiler o un botón) que perteneciese a otra persona?............................... Sí No
5. Para usted, ¿los límites entre lo que está bien y lo que está mal son
menos claros que para la mayoría de la gente?....................................... Sí No
6. ¿Tiene a menudo sentimientos de culpabilidad?..................................... Sí No
7. ¿Alguna vez ha roto o perdido algo que perteneciese a otra persona?.... Sí No
8. ¿Generalmente toma la iniciativa al hacer nuevas amistades?................ Sí No
9. ¿Los deseos personales están por encima de las normas sociales?......... Sí No
10. ¿Diría de sí mismo que es una persona tensa o muy nerviosa?............... Sí No
11. Por lo general, ¿suele estar callado cuando está con otras personas?...... Sí No
12. ¿Puede animar fácilmente una fiesta aburrida?....................................... Sí No
13. ¿Se siente a menudo apático y cansado sin motivo?............................... Sí No
14. ¿Ha hecho alguna vez trampas en el juego?............................................ Sí No
15. ¿A menudo toma decisiones sin pararse a reflexionar?........................... Sí No
16. ¿Alguna vez se ha aprovechado de alguien?........................................... Sí No
17. ¿Puede organizar y conducir una fiesta?................................................. Sí No
18. ¿Generalmente, reflexiona antes de actuar?............................................ Sí No
19. ¿Sufre de los «nervios»?.......................................................................... Sí No
20. ¿Hace siempre lo que predica?................................................................ Sí No
21. ¿Es mejor seguir las normas de la sociedad que ir a su aire?.................. Sí No
22. ¿Le gusta el bullicio y la agitación a su alrededor?................................. Sí No
23. ¿La gente piensa que usted es una persona animada?............................. Sí No
24. ¿Se ha opuesto frecuentemente a los deseos de sus padres?................... Sí No
MAQ. CONSUMO ABU.-2 26/9/99 13:14 Página 299

VAL—89

A continuación, encontrarás una lista de frases que hacen referencia a los valores
humanos. Piensa por favor detenidamente en la importancia que tienen en tu vida
cada uno de estos valores. Elige una respuesta, entre las cien posibilidades del ter-
mómetro, de manera que el nivel 0 = Nada importante en mi vida y el nivel 100 =
esencial en mi vida. Marca con una cruz tu respuesta.

1 Igualdad (oportunidades iguales para todos)


0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
2 Armonía interior (en paz conmigo mismo/a)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
3 Poder social (control sobre los otros, dominio)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
4 Placer (satisfacción de deseos)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
5 Libertad (de acción y pensamiento)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
6 Una vida espiritual (énfasis en las cosas espirituales
y no materiales 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
7 Sentido de pertenencia (sentimiento de que les 299
importo a los demás) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
8 Orden social (estabilidad social)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
9 Una vida excitante (experiencias estimulantes)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
10 Sentido en la vida (tener un objetivo en la vida)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
11 Cortesía (educación, buenas maneras)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
12 Fortuna (posesiones materiales, dinero)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
13 Seguridad nacional (protección de mi nación frente
a los enemigos) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
14 Respeto a mi mismo (creencia en mi valor personal)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
15 Reciprocidad de favores (evitar ser deudor de alguien)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
16 Creatividad (ser único, con imaginación)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
MAQ. CONSUMO ABU.-2 26/9/99 13:15 Página 300

17 Un mundo en paz (libre de guerras y conflictos)


0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
18 Respeto por la tradición (preservación de costumbres
establecidas hace mucho tiempo) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
19 Amor maduro (profunda intimidad emocional y
espiritual) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
20 Autodisciplina (autocontrol, resistencia a la tentación)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
21 Distanciamiento (de las cosas mundanas)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
22 Seguridad familiar (seguridad para las personas
que amo) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
23 Reconocimiento social (Respeto, aprobación de los
demás) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
24 Unión con la naturaleza (integración con la naturaleza)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
25 Una vida variada (llena de desafíos, novedades y
cambios 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
26 Sabiduría (una comprensión madura de la vida)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
27 Autoridad (el derecho de liderar o mandar)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
28 Amistad verdadera (amigos próximos que me apoyan)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
29 Un mundo de belleza (belleza de la naturaleza y de
las artes) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
30 Justicia social (ausencia de la injusticia, ayuda al
más débil) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
31 Independiente (autosuficiente, autoconfiado)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
32 Moderado (evitar los extremos en los sentimientos y
acciones) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
33 Leal (fiel a mis amigos y a mi grupo de pertenencia)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
34 Ambicioso (trabajador esforzado, con aspiraciones)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
35 Abierto (tolerante con diferentes ideas y creencias)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
36 Humilde (modesto, que pasa desapercibido)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
MAQ. CONSUMO ABU.-2 26/9/99 13:15 Página 301

37 Audaz (que procura la aventura y el riesgo)


0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
38 Protector del medio ambiente (conservador de la
naturaleza) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
39 Influyente (con impacto en las personas y
acontecimientos) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
40 Respetuoso (que muestra respeto, honroso)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
41 Escogiendo mis metas (seleccionar mis propósitos)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
42 Saludable (no tener dolencias físicas o mentales)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
43 Capaz (competente, eficaz, eficiente)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
44 Aceptar mi vida (sumiso a las circunstancias de la
vida) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
45 Honesto (sincero, auténtico)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
46 Cuidadoso de mi imagen pública (proteger mi
reputación) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
47 Obediente (cumplidor de mis deberes y obligaciones) 301
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
48 Inteligente (lógico, racional)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
49 Servicial (que trabaja para el bienestar de los demás)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
50 Gozar de la vida (gusto por comer, sexualidad,
diversión...) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
51 Devoto (dedicado a la fé y a las creencias religiosas)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
52 Responsable (digno de confianza)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
53 Curioso (interesado en todo, explorador)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
54 Que perdona (disculpa a los demás)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
55 Triunfador, con éxito (conseguir los objetivos sociales)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
56 Limpio (aseado y arreglado)
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
En lo que que siguen encontrará unas frases en las que se expresan ideas muy distintas
acerca de la manera de ser y comportarse de las personas. Su tarea consiste en leer
atentamente cada una de estas frases y señalar si está de acuerdo o no con ellas. Si está
de acuerdo ponga un aspa (X) encima de la «V»; si está en desacuerdo, en la «F».
Sea sincero, por favor en sus respuestas.
No deje ninguna cuestión por responder.
Muchas gracias.

1. La mayoría de las personas son inteligentes y bondadosas………………. V F


2. El ansia de poder es vital para mucha gente……………………………… V F
3. Me gusta ver las películas de miedo y horror…………………………….. V F
4. Si alguien me hace una mala pasada, muchas veces pienso que no se
habrá dado cuenta………………………………………………………… V F
5. Algunas veces tomo a mi cargo riesgos innecesarios porque me divierten V F
6. El mejor modo de defensa es el ataque…………………………………... V F
7. En algunas situaciones me gusta gastar ciertas bromas a mis amigos que
les lleven a situaciones más o menos comprometidas……………………. V F
8. Procuro, por todos los medios, eliminar de mi vocabulario las
expresiones fuertes y malsonantes……………………………………….. V F
9. Si alguien me cae mal, hago lo posible por contemporizar………………. V F
10. No me preocupa en absoluto el papel que ciertos sectores de nuestra
sociedad y grupos de presión juegan en el panorama nacional…………... V F
11. Nadie me va a dar mis derechos sino mi propio batallar por ellos………. V F
12. Por regla general, la gente intenta sacar más de lo que está dispuesta a
dar………………………………………………………………………… V F
13. No tengo ninguna opinión precisa sobre las relaciones entre la política y
el orden público…………………………………………………………... V F
14. La mayor parte de la gente se mueve por razones que no se compran con
dinero……………………………………………………………………... V F
15. La mayoría de la gente que ocupa puestos públicos de importancia es
bastante modesta…………………………………………………………. V F
16. En cualquier caso, lo que se debe hacer es procurar ganar a toda costa,
sin dar demasiada importancia a las reglas del juego…………………….. V F
17. Aquello de que los más débiles tienen que ceder es una ley de la
naturaleza…………………………………………………………………. V F
18. Mucha gente predica una cosa... y hace otra……………………………... V F
19. Trato a toda costa de ayudar a las personas que estaban antes a mi nivel
y se han quedado atrás……………………………………………………. V F
20. Tengo por norma el pedir las cosas tranquilamente y sin prisa alguna…... V F
21. Me gusta «dejar frías» a las personas que, en el trato social, son
excesivamente convencionales, formalistas o atildadas………………….. V F
22. En líneas generales es cierto que en el mundo impera la justicia………… V F
23. Toda venganza es dolorosa……………………………………………….. V F
24. Mucha gente hace las cosas bien cuando hay alguien más importante que
ellos delante y al que tienen que rendir cuentas………………………….. V F
25. Los cobardes son, a todas luces, despreciables…………………………... V F
26. Me resulta fácil comprender y ser paciente con los torpes e incapaces,
aunque éstos sean compañeros míos……………………………………... V F
27. Cuando alguien me ha hecho una jugada sucia, lo mejor es olvidarlo…… V F
A continuación se le presentan 5 frases con las cuales puede estar de acuerdo o en
desacuerdo. Utilice la escala de 1-7 que se ofrece más abajo, indicando su grado de
acuerdo o desacuerdo en cada una de ellas marcando el número apropiado. Por favor,
sea abierto y honesto en sus respuestas.

1= Muy en desacuerdo
2= En desacuerdo
3= Algo en desacuerdo
4= Ni de acuerdo ni en desacuerdo
5= Algo de acuerdo
6= De acuerdo
7= Muy de acuerdo

1. En la mayoría de los sentidos, mi vida se


acerca a mi ideal…………………………. 1 2 3 4 5 6 7
2. Las condiciones de mi vida son excelentes. 1 2 3 4 5 6 7
3. Estoy satisfecho con mi vida……………... 1 2 3 4 5 6 7
4. Hasta ahora he conseguido las cosas
importantes que quería en la vida……....... 1 2 3 4 5 6 7
5. Si pudiera volver a vivir mi vida, no
cambiaría apenas nada…………………… 1 2 3 4 5 6 7

A continuación le presentamos una serie de frases que hacer referencia a cómo la gente
considera su vida en general. Después de leer cada una de estas frases dé su opinión.
Indique si está de acuerdo o en desacuerdo. No hay respuestas correctas o incorrectas:
sólo queremos conocer su opinión. Cumplimente este inventario de acuerdo con sus
propios sentimientos, no en función de cómo Vd. cree que la «mayoría de la gente» lo
haría. En concreto, utilice la siguiente escala de valoración:

0= Estoy totalmente en desacuerdo


1= Estoy en desacuerdo
2= No estoy de acuerdo ni en desacuerdo
3= Estoy de acuerdo
4= Estoy totalmente de acuerdo

1. En momentos de inseguridad, suelo esperar lo mejor. 0 1 2 3 4


2. Me resulta fácil relajarme…………………………… 0 1 2 3 4
3. Si me tiene que pasar algo malo, me pasará………… 0 1 2 3 4
4. Siempre soy optimista acerca de mi futuro…………. 0 1 2 3 4
5. Disfruto mucho de mis amigos……………………… 0 1 2 3 4
6. Para mí es importante mantenerme ocupado………... 0 1 2 3 4
7. Rara vez espero que las cosas me salgan a mi manera 0 1 2 3 4
8. No me disgusto fácilmente…………………………... 0 1 2 3 4
9. Rara vez espero que me vayan a pasar cosas buenas... 0 1 2 3 4
10. En general, espero que me ocurran más cosas buenas
que malas……………………………………………. 0 1 2 3 4

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