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Entrevista con el artista

RODRIGO VALENCIA QUINTERO


Para Historia del Arte Contemporáneo
Profesor Raúl Henao

El artista Rodrigo Valencia Quintero, RVQ, como él mismo se identifica, es un hombre muy

reservado, extremadamente tímido a quien poco le gusta ser entrevistado y hablar de sí mismo.

Se trata de un ser muy comprometido con la verdad, con la honestidad, con el sentimiento, las

emociones, el respeto, la tolerancia. Podemos deducir que por lo mismo, su historia artística

tiene toda una serie de matices y cambios estilísticos y temáticos que puedan reflejarse entre

una serie y otra; inicialmente muestra una inclinación por lo figurativo y apolíneo, cuando su

historia personal estaba aún ligada al deber ser de la vida, de la belleza, pero poco a poco se va

desdoblando, transformando y conquistando mayor expresión y es allí cuando se manifiesta el

carácter dionisíaco, recobrando lo sublime más afín con su transparencia, explorando su interno

de tantas formas en sus óleos y dibujos y también en sus escritos, pues es además un muy buen

escritor y ha ejercido como comentarista de arte, ya que poco le gusta que lo denominen crítico,

argumentando que no se siente con ese derecho. En Rodrigo puede adivinarse una notable

vivencia interior y tal ves por lo mismo su necesidad de expresar a pesar de su timidez, es así

como pudiendo ser el gran orador que su intelecto le posibilitaría de manera contundente, eligió

entonces el discurso de la poética visual y la escritura, a la que se dedica actualmente, como sus

aliadas para este cometido.

Contactamos a Rodri, como le llamamos quienes fuimos sus estudiantes de dibujo, con una

charla telefónica previa; el día acordado para la cita, llegamos a la quietud de su casa paterna,

en Popayán, al pie del puente del Humilladero, casa a la que suele ir todos los días por las
mañanas y donde nos recibió con su característica serenidad, y su leve y a veces enigmática

sonrisa, que hace pensar en un ser controlado por un gran recato pero lleno de pasión, pasión

que de manera consecuente ha hecho afluir en sus obras.

Seguimos y nos instalamos en la sala para realizar la entrevista que Rodri, con su voz siempre

tenue, casi susurrante, se dispuso a contestar de manera bastante fluida, como sigue a

continuación.

D y M: Dónde nació Rodrigo Valencia?

RVQ: En Popayán, ciudad en la que he vivido siempre.

D y M: Cuándo nació Rodrigo Valencia como pintor? Cómo descubriste que te gustaba pintar,

cuéntanos sobre tu vinculación con la pintura, con el arte?

RVQ.: Nací en 1949. Mi padre

era el pintor Luis Carlos

Valencia G, y en mi casa

siempre se respiró un

ambiente impregnado de arte,

pintura y música; y desde

pequeño me aficioné al dibujo;

de niño incursionaba en el
dibujo de historietas cómicas, asunto que me interesaba mucho, y que con la edad se fue

despejando hacia otras realidades.

D y M: Cómo recuerdas que fue ese momento en que tuviste enfrente tu primera superficie para

pintar? Qué sentiste al dar esa primera pincelada? Se trató de un momento placentero,

tensionante, catártico…? Cómo recuerdas que fue…

RVQ: Me gustaba ilustrar los cuadernos con dibujos y ello era para mí un placer. Mis primeros

instrumentos fueron cuadernos escolares y lápices. Ver cómo poco a poco resultaban las cosas

era placentero, se afirmaba así una afición progresiva, algo que con el tiempo y una decisión

más madura se convirtió en mi “modo de vida”, una exigencia de mi propia realidad interna

frente al mundo objetivo, esto me creó una expectativa, una dimensión a explorar.

D y M: Pintar para qué?

RVQ: Como dije, pintar era un placer, un ejercicio de autodescubrimiento, una forma de

enterarme de mis propias capacidades. Cada quien debe completarse como ser humano en esta

tierra, y la pintura ofrece esa posibilidad. Se ejerce un derecho que satisface una inquietud

medular del individuo.

D y M: Piensas que tu obra se acerca más a lo onírico o a lo real?

RVQ: Mi obra siempre propone una apertura a dimensiones oníricas y poéticas de la realidad;

trato de abrir puertas a percepciones más allá de lo cotidiano; trato de sugerir umbrales con

acentos místicos y esotéricos. El mundo no es lo que creemos ser; nuestros sentidos y

percepción de la realidad dejan muchos “agujeros negros” en torno a nuestro ser y

profundidades más íntimas; de modo que para mí, lo “real” es siempre una ecuación por

descifrar, un estamento con coordenadas misteriosas, llenas de interrogantes que configuran un


mapa existencial para nada evidente frente a nuestros ojos, sensibilidad e inteligencia. Eso es lo

que exploro y trato de comunicar en mis obras, según mis medidas y circunstancias.

D y M: tu obra tiene gran variedad de manifestaciones, podría decirse que de estilos? Cómo lo

describirías?

RVQ: Eso es cierto. En la medida de mis posibilidades, siempre he tratado de realizar una obra

cambiante, no fija; para mí, repetir una fórmula de estilo se vuelve algo aburridor y fácil, además

de que estratitifica la obra en repeticiones de la repetidera, que es, y discúlpenme tal vez por

esto que digo, lo que hacen los famosos. Creo que el artista debe tener nervio y capacidades

para demostrar que puede renovarse continuamente, que puede cambiar su historia estilística

todo el tiempo… es decir, que es capaz de crear un movimiento continuo con sus diversas

expresiones personales, sin comprometer eternamente su firma con una sola modalidad de

estilo.

Un ángel recorre todo el tiempo”

Dibujo de la serie de ilustraciones


para el “Silabario Perdido”.
D y M: Crees que se percibe en tu obra, desenfreno o sobriedad?

RVQ: Puede haber ambas cosas. Algunas obras, sobre todo en los inicios (“Composiciones y

vacío”, “Dibujos surreales” y “Nocturnos mágicos para lunáticos”), hay una sobriedad que podría

llamar “clásica”: equilibrio y mesura en la composición, cierta complacencia en la belleza,

cuidado en la elaboración, orden y rigor. Después, a partir de “Apocalípticos”, una fuerza

expresionista se une al surrealismo anterior, y trato de invadir el campo visual-sensitivo-

emotivo con expresiones deformantes del dibujo; trato de “chocar” en cierto modo la

percepción del espectador, de modo que las obras ya no son “bonitas” ni pensadas para una

contemplación serena. El mundo nunca ha sido un evento apacible ni ordenado; es una realidad

dolorosa, que grita a los cuatro vientos su desgarradura en los diversos órdenes de la realidad.

Este conflicto es lo que uno trata de “poetizar” por medio de una producción que se ha creado

con ese ímpetu. Diría que en las últimas facetas de mi obra pictórica, a partir del 2002, un

surrealismo y expresionismo se han fundido en búsqueda permanente de simbiosis o

alternancias.

Obras de la serie «Evocaciones», de izquierda a derecha: « La


Recepcionista» y «Los dos amigos»
D y M: Qué caracteriza a las pinturas de Rodrigo Valencia?

RVQ: Creo que ya lo he dicho en las anteriores preguntas, se trata de un oficio en continua

búsqueda de definiciones y alteraciones; procuro expresar las diversas vetas que encuentro en

mi espíritu, de tal manera que nuevos subfondos y tonalidades existenciales puedan aparecer,

emerger, para dar siempre una apertura a lo “intangible”.

«Hongo»
2007

D y M: Cómo ha marcado el arte la vida de Rodrigo Valencia

RVQ: Cada vez que he incursionado en mi oficio como pintor, he sentido que el arte debe ir más

allá del oficio, y en ello no me puedo catalogar como artista; no aspiro a tanto; soy simplemente

un pintor que ha realizado cuadros. Siempre queda la presencia de lo que falta: algo

imponderable, indefinible, que queda para futuras evoluciones de la obra. Sin embargo, siento

que desde hace un tiempo ya me he retirado; pero trato de sedimentar la experiencia interior
que el trabajo me haya podido aportar, y toda reflexión que se pueda realizar a partir de lo que

se ha logrado, y de lo que falta, configura un espectro personal para la intimidad y la vida

interior.

«Isis»
2010

D y M: Qué hay, qué expresa Rodrigo el crítico de arte con respecto a las nuevas tendencias del

arte contemporáneo? Antes fue mejor?

RVQ: Yo creo que es legítimo que el arte cambie y evolucione continuamente. El arte lo define el

artista con sus posiciones personales; es un trabajo que se viene haciendo a través de toda la

historia. Las nuevas generaciones manifiestan conceptos muy diferentes, que posicionan al arte

como una revelación de tipo intelectual, más que de oficio en sí. Y así se ensanchan los caminos,

las vías y configuraciones que se van apropiando de la definición del arte. En ello, el gusto, las

características culturales, las dimensiones personales de cada quien tienen cabida válida como

posibles formas de articular el fenómeno del arte frente al mundo, la historia y la cultura. Opinar
que una forma de arte es mejor que otra porque a uno le gusta más, es simplemente una

manera de expresar preferencias, pero ello no constituye una visión franca ni objetiva de la

realidad. La validez e importancia del arte verdadero debe contribuir a conformar la poética del

conocimiento, de la sensibilidad y la cultura.

D y M: qué más quisieras pintar, qué le hace falta a Rodrigo Valencia como pintor: pintar, escribir,

pintar y escribir?

RVQ: Como dije, ahora siento que estoy retirado del oficio como pintor, y ese espacio lo dedico

más a escribir. Es otra forma de seguir indagando en la interioridad, de dar expresión a las

fuerzas que, desde la subjetividad, pugnan por manifestarse a través de la palabra. Y a veces

hago un trabajo paralelo: a partir de mis pinturas escribo textos para dimensionar la obra dentro

de otra arquitectura estética posible.

D y M: Considerando esta doble perspectiva de interpretación en lo bello y lo sublime, donde la

representación del cuerpo humano en la historia del arte evidencia por un lado, el ideal de lo bello

y por el otro, la expresión de la realidad, cómo crees que se expresa tu obra en relación a

conceptos?

RVQ: Lo bello, lo sublime, el ideal, son eternos parámetros que siempre permanecerán como

guías a través de un trabajo y búsqueda permanente. Admiro de los griegos esa forma de cultura

que era meta, no solo del arte, sino de la vida toda: el arte, la moral, la filosofía, eran la meta

unificante que ellos proponían para llegar a la completud, al éxtasis y al conocimiento

trascendente. Y en ello, indudablemente la figura humana siempre ha sido herramienta para

idealizar y mostrar la persistencia de lo humano en el mundo de la cultura, lo divino en lo

humano, lo humano en lo divino, las formas sensibles como trasunto de lo inteligible, de lo bello

y perfecto. Mi inquietud y atracción por lo “clásico” siempre sentirá este atractivo primordial.
D y M: Rodri, a continuación te haremos una preguntas sueltas, relaciones de palabras, si te nace

contestarlas, son opcionales:

- Fuerza / flexibilidad:

- RVQ: Toda obra de arte debe estar marcada por una fuerza característica; una fuerza

que le otorgue dignidad, calidad, originalidad, fuerza comunicante, fuerza subyugante. Y

la fuerza no debe ser dura; debe ser flexible, con cierta femineidad en su haber, que es

lo que la hace poética por excelencia.

- Lo apolíneo / lo dionisíaco

- RVQ: La luz y dignidad apolínea, la serenidad clásica predomina en algunas obras. Lo

dionisíaco otorga ritmo, ímpetu, fiebre, vigor, movimiento. Lo apolíneo descansa, lo

dionisíaco explora, destruye y construye. Pero no soy yo el que debe afirmar si mis obras

procuran estas polaridades en su esencia. Una obra de arte se deja ante el público para

que su medida, certidumbre, valor, importancia o no importancia, sea experimentada

por el observador. En cierto modo, debe ser el público quien complete el destino de la

obra del artista.

- Ser /estar

- RVQ: La obra de arte es una forma de Ser entre muchas; el artista proclama su manera

de observar, describir, interpretar el mundo y sus posibles soluciones. Ser es captar la

certidumbre de estar como postura ante el universo, y toda obra proclama esa actitud y

pertenencia, en mayor o menor grado, según sus logros y vindicaciones.

- Artista /observador cómplice ó Artista cómplice /Observador

- RVQ: El artista es un testigo reflexivo del mundo; es alguien que vivencia y potencia una

experiencia personal, un modo de ser que interpreta diversas dimensiones de la


realidad. Puede ser un cómplice de la fenomenología que lo inmerge como testigo, o

puede ser una mirada crítica que observa y propone miradas, reflexiones, actitudes y

modos de ser en el mundo.

- El arte es una forma de mirar, una nueva manera de decir, de pensar, de articular

sensibilidades frente a los cambiantes fenómenos de la sociedad, la historia y la cultura.

El artista debe ser capaz de crear nuevas maneras de ver, de oír, de pensar, sentir, hablar

y entender. Debe ser un co-trabajador en las complejas ordenaciones que van

configurando la realidad a través del tiempo y de la historia. Lograrlo es el reto; no

lograrlo es seguramente lo que a muchos nos mantiene en espera…

«Esfinge»
Año 2000

Entrevista realizada por:


Diana Ma. Collantes Medina

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