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Resumen
Al recorrer diversas comunidades rurales del país se observan múltiples ejemplos de arquitectura
vernácula. De esas observaciones se identifican diferencias tipológicas entre los asentamientos y sus
grupos étnicos. El sitio está en función de los objetivos, ideales y valores del propio pueblo acorde a la
época, siendo un factor presente en el proceso de definición cultural. Por ello se pretende brindar
elementos teóricos que permitan reflexionar sobre la relación entre la arquitectura vernácula, su
conformación y el sitio. A partir de un recorrido a una población rural, se seleccionaron 10 viviendas con
características constructivas tradicionales. De esa selección se realizaron levantamientos arquitectónicos y
fotográficos pudiendo determinar la tipología de vivienda existente. Así mismo se abordó al sujeto de
estudio para indagar sobre sus elementos de identidad con la población. Los datos obtenidos en campo se
ordenaron y clasificaron en cuadros estadísticos para establecer los resultados. Con base en lo anterior, se
afirma que en la conformación de la arquitectura vernácula inciden aspectos de orden económico, entre los
que se incluye la agricultura. El tipo desarrollado, así como los cultivos tradicionales fungen como
elementos de identidad conformando una parte del sitio. De ese modo es posible afirmar que el sitio como
imagen de identidad se liga con la forma de conducta (modo de vida), la función para la satisfacción de las
necesidades y la memoria histórica de los elementos de identidad en los miembros de la comunidad.
Introducción
La limitación en la generación de conocimiento teórico en el quehacer arquitectónico ha propiciado un
fenómeno al que Cervantes (2001) denomina de inconsistencia. La inconsistencia se explica en función a
que los arquitectos han marginado a la mayoría de la sociedad en su quehacer, llegando a producirse
arquitectura deficiente, la cual no llega a “satisfacer lo específico de las demandas” (CERVANTES, 2001:
17). Esa inconsistencia se refleja en la carencia de alternativas arquitectónicas que sean respetuosas con el
medio ambiente y generen condiciones de habitabilidad. La generación de los conocimientos necesarios
en la arquitectura contribuirá a disminuir estas limitaciones.
La vivienda rural, entre las que se incluye la vernácula, es una parte de la expresión cultural de la
población que la habita. Los elementos culturales inciden en el proceso de configuración y conformación
de la vivienda. No obstante, el desconocimiento teórico en los aspectos de estudio, así como los
fenómenos implícitos a la globalización, son factores incidentes que son identificables como problemática
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Ing. Arq. (2012), (a) M. Sc. ESIA – Instituto Politécnico Nacional rleonh1201@egresado.ipn.mx
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Desarrollo
El medio geográfico natural tiene aspectos característicos que el hombre, a través de la observación y del
uso de la razón, conoce y del cual recurre para su beneficio. Ello es explicable a partir del conocimiento
del entorno natural. De la localización geográfica existen formas que explican su elección. El grupo social
asume su propia forma de ocupación, apropiación y representación del espacio arquitectónico en función
de la identidad.
Esa relación entre el lugar y la forma de apropiación o distinción de otros grupos se denomina sitio.
El sitio, acorde con Viario (1991) está en función de los objetivos y valores de un pueblo y su época, así
como de los valores de contexto. El sitio es la proyección sobre el terreno de la imagen que una
comunidad tiene de si misma, fungiendo como la representación del pensamiento del pueblo en un periodo
de tiempo. El sitio está en función de los objetivos, ideales y valores del propio pueblo acorde a la época,
siendo un factor presente en el proceso de definición cultural.
El espacio arquitectónico configurado responde a las necesidades que el grupo identifica en función
del modo de vida. Las necesidades arquitectónicas, acorde con Yáñez (1997), son las condiciones físicas
II
De los aspectos de estudio de la habitabilidadse mencionan: FISICOS (factores lumínico, acústico, térmico, visual, entre otros), SOCIALES
(modo de vida), PSICOLÓGICOS (funcionalidad, seguridad, salud, satisfacción)
III
Para ahondar en la comprensión sobre la relación entre los aspectos simbólicos en la configuración espacial de la vivienda vernácula, revisar el
trabajo de Torres (2009).
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que deben reunirse para realizar una actividad. A partir de ello es posible entender que las actividades son
“el conjunto de actos, operaciones o movimientos encaminados a un objetivo” (YAÑEZ, 1997: 24).
La forma de la arquitectura vernácula se comenzó a explicar a partir de las características climáticas
de las regiones en donde eran edificadas. Rapoport (1972) sugirió la existencia de otras fuerzas que
cuestionaban la visión del determinismo climático y su incidencia en el espacio. Posteriores
investigaciones (Torres, 2009; Oliver, 1993; López, 1993; Prieto, 1994) han permitido identificar diversos
factores incidentes en la estructuración de la tipología de la vivienda vernácula. Tales son: los físicos,
como el clima, la topografía, el tipo de suelo y la vegetación; los culturales y sociales, como las
tradiciones, la lengua, las fiestas, los ritos y costumbres locales, así como los medios productivos y sus
actividades.
Al recorrer diversas comunidades rurales del país se observan múltiples ejemplos de arquitectura
vernácula. De esas observaciones se identifican diferencias tipológicas entre los asentamientos y sus
grupos étnicos. En las diferencias observables, como se ha descrito en párrafos anteriores, actúan factores
de diversa índole. El medio económico social, como factor incidente en la conformación de la vivienda
tradicional respecto a las actividades humanas, presenta características y objetivos diferentes “no sólo en
relación con el medio natural sino en consonancia con el nivel cultural y la organización económica social
de los grupos en que se producen esas actividades” (YÁÑEZ, 1997: 24-25).
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Imagen 1 – Ricardo A. León, Vivienda tradicional y actividad económica [fotografía]. San Felipe Ixtapa, Oaxaca. 2011.
El estudio de la vivienda está vinculada al estudio del ámbito social y económico del grupo humano. Con
base en lo anterior, cada grupo humano asentado en una región desarrolla una actividad económica
generalmente relacionada con el sector primario en origen. Así, esa actividad económica se incluye dentro
de los factores incidentes dentro del proceso configurativo de la tipología de la vivienda. Las actividades
humanas son factibles de cambios al existir una variación en las formas de producción. A partir de ese
medio de producción se genera el medio económico – social, que funge como marco para las necesidades
arquitectónicas.
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Bajo esa visión, es posible conceptualizar a la vivienda como el espacio que cumple con los
requerimientos mínimos de índole social (cultural), psicológicos, económicos, funcionales, entre otros,
para ser habitado. Torres (2003) propone el concepto de vivienda como “el lugar en que se vive […] (p.
14). Concluye que obtiene la categoría de vivienda al cumplir con las necesidades mínimas dentro del
espacio, sin necesariamente cumplir sus aspiraciones.
Basado en los estudios donde se analiza el componente cultural como factor incidente en la
configuración y conformación del tipo arquitectónico, es necesario relacionarlo al efecto de la
localización. El emplazamiento o localización de la población no obedece únicamente a aspectos físicos,
sino responde a un componente social, entre los que se incluyen lo simbólico y lo cultural.
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Imagen 2 – Ricardo A. León, Vivienda tradicional y espacios simbólicos [fotografía]. Yecapixtla, Morelos. 2013.
Para Duarte (1991), vivienda es el conjunto que satisface las necesidades de habitación y medios de vida
cotidianos de aquellos por quienes es concebida y materializada. La vivienda, menciona, es producto de
un sistema de valores que corresponde al conjunto de prácticas sociales, económicas y culturales. Es
posible concluir respecto a que a la vivienda se le ha asignado un valor de aspiración para la satisfacción
de las necesidades del habitante. No obstante, el espacio vivienda visto como resultado de esa aspiración,
funge como el marco de desarrollo para la ejecución de las actividades que permitan satisfacer las
necesidades del ser humano.
De los párrafos anteriores es posible extraer una idea pertinente respecto a la identidad. Dentro del
estudio de la vivienda, el valor de identidad relacionado a una forma de expresión cultural estará
preponderantemente ejemplificado en el estudio de la arquitectura vernácula. Por ello se considera
necesario ampliar un panorama que permita comprender algunas características aplicables al enfoque del
presente estudio, tales como el modo de reproducción social (modo de vida) relacionado a la práctica de
actividades económicas tradicionales. Es importante mencionar que, dentro del desarrollo de esas
actividades, la comunidad hace uso de los recursos propios de la región.
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Imagen 3 – Ricardo A. León, Vivienda tradicional y recursos disponibles [fotografía]. Cd. Obregón, Sonora. 2013.
La identidad funge como una creación de límites y fronteras. A partir de esas fronteras el individuo o el
grupo reconoce los elementos comunes. La identidad actúa en principio por la idea de diferencia, y esa
necesidad “obedece a la lógica del más de uno” (Stuart, 1996: 16), consolidándose el proceso al quedar
fuera o constituyendo un exterior entre los elementos.
Dentro de los alcances de este trabajo, se conceptualiza a la vivienda rural cómo el espacio
arquitectónico en el cual se desarrollan actividades económicas rurales (preponderantemente del sector
primario). De igual modo, acorde con Concheiro (1991) ese mismo concepto cumple la función para la
reproducción social de la fuerza de trabajo (descanso, reproducción, alimentación, entre otros). Así, es
posible identificar dos funciones de la vivienda rural ligadas al desarrollo de las actividades productivas:
la función arquitectónica, misma que determina la configuración arquitectónica, y la función social
(protección y descanso).
Dado a que el proceso evolutivo de las necesidades de la sociedad está ligado a los cambios
implícitos a la globalización, la importancia del estudio sobre la arquitectura vernácula radica en dar
lectura a las características de los espacios que los grupos culturales han configurado. Los mismos generan
condiciones de habitabilidad, fungiendo como marco para la reproducción o recreación del modo de vida
tradicional, haciendo uso de los recursos disponibles del entorno natural y social.
Para Duarte (1991), la economía es una forma de interacción social, la cual se liga directamente a los
aspectos culturales de la población que la reproduce. Ejemplo de ello es su conjugación a aspectos
litúrgicos. El sentido simbólico del proceso productivo en las comunidades rurales de México está
relacionado directamente con la celebración de danzas. Se infiere por medio de la observación, que a
través de la conformación urbana existen relaciones de orden litúrgico y productivo. Debido a que las
celebraciones religiosas y las actividades productivas tienen una relación calendárica, ello permite
establecer una conexión entre los aspectos simbólicos de la comunidad con el medio de producción.
Beutler (1973) brinda un ejemplo de las costumbres simbólicas al inicio de las cosechas. Describe el
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cómo en la comunidad de Tepoztlán entre 1943 y 1948, se mantenía la costumbre de bendecir las espigas
para la siguiente siembra el día de San Isidro (15 de mayo). Describe cómo “Unas doscientas mujeres
llevan escogidas mazorcas a la iglesia, donde el párroco las bendecía, mientras que las campesinas
quemaban copal. Las espigas consagradas se enterraban en las milpas para el buen éxito de la cosecha”
BEUTLER, 1973: 93) IV.
Lo rural debe ser visto no sólo a través de las actividades económicas que en esa región se
desarrollan, sino que abarca una dimensión cultural que involucra el comportamiento (modo de vida) y el
conocimiento. Con ello, es posible determinar una relación entre los componentes culturales y económicos
en la arquitectura de la región. Es importante señalar que la visión en la que se percibe al medio rural
como satisfactor y promotor de las actividades del sector primario, ha incidido en un proceso de influencia
cultural. Así, describe Warman (1983), se comienza a eliminar lo existente para ser sustituido por
elementos del mundo industrial, tanto en producción, consumo y la relación entre la gente.
Dado a que la vivienda rural se inserta en las relaciones sociales de producción, es necesario tomar en
cuenta el sistema de interacción hombre-producción-medio ambiente, para comprender el mecanismo que
opera en la creación y concepción de los modelos tipológicos de la vivienda tradicional.
García (2010) explica que, al modificarse la estructura física de las poblaciones, se modifica la
imagen del asentamiento tradicional, siendo el cambio tipológico consecuencia del primero. Debido a que
la identidad es factor resultante del proceso compositivo de la vivienda tradicional, “al reconocerse el
habitante, se identifica con la forma en que se vive y así se arraiga. […] al perder identidad se desarraiga
el individuo” (TORRES, 2003: 17).
Al relacionar ambos puntos, se describe una relación entre la transformación tipológica y la ruptura
del lenguaje entre los integrantes de la comunidad. Al existir una pérdida de cohesión o identidad cultural,
los grupos más jóvenes quedan supeditados al reconocimiento de nuevos valores culturales.
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Imagen 4 – Ricardo A. León, Publicidad como lenguaje arquitectónico [fotografía]. San Felipe Ixtapa, Oaxaca. 2011.
IV
Unos ejemplos sobre discursos ceremoniales para el inicio de las actividades productivas están contenidos en Sa'vi: Discursos ceremoniales de
Yutsa To'on (Apoala) (López, 2007).
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Rapoport (1972) explica que la orientación compositiva y cultural de la arquitectura vernácula, así como
su naturaleza tradicional y simbólica tiende a funcionar como lenguaje dentro del grupo social. La
modificación de ese lenguaje podría obedecer a la existencia de cambios en el modo de vida (el sistema
social espacial, la comunicación espacial, el medio ambiente, cambios en las actividades productivas
tradicionales y el paisaje, entre otros).
A partir de tres recorridos al mismo número de poblaciones en distintas regiones de la República
Mexicana, se seleccionaron aleatoriamente 10 viviendas con características constructivas tradicionales. La
actividad económica desarrollada dentro del conjunto arquitectónico fue independientemente dentro de esa
selección. Algunos casos corresponden al sector primario, mientras que otros responden al sector terciario.
En el desarrollo del texto, únicamente se describen 4 casos significativos del total de la muestra, ya que en
general se repite el desuso del elemento arquitectónico y su conservación por el uso de la memoria
histórica y el valor de la identidad.
De esa selección se realizaron los levantamientos arquitectónico y fotográfico, pudiendo dar lectura a
través de algunos elementos arquitectónicos, la relación implícita entre la actividad y su configuración.
Así mismo se abordó al sujeto de estudio para indagar sobre sus elementos de identidad con la población.
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Imagen 5 – Ricardo A. León, Tienda con corredor como espacio de identidad [fotografía]. San Miguel Tlacotepec, Oaxaca. 2012.
Tomando como referencia al sector primario, se ubicaron nuevamente dos viviendas en las que un
elemento del conjunto correspondía directamente a la actividad económica. El elemento descrito en ambas
viviendas es el granero. La primera vivienda se ubica nuevamente en la población de San Felipe Ixtapa.
De ella podemos observar un conjunto lineal sobre el costado izquierdo del predio. Existen tres bloques
arquitectónicos, de los cuales el primero corresponde al granero o troje [IMAGEN 6]. Ya que la vivienda
data de la primera mitad del siglo XX, el propietario decidió mantener el elemento arquitectónico como
testimonio del conjunto.
Es importante mencionar que pese a que el troje es un elemento arquitectónico subutilizado su
presencia responde a una actitud de respeto por la identidad. Cabe señalar que el propietario actual no es
originario de la comunidad, lo cual acentúa aún más la actitud de respeto por los elementos
arquitectónicos representativos.
El segundo caso se ubica en la población de Zahuatlán, perteneciente al municipio de Yecapixtla en
el estado de Morelos. En esa población se pudo observar una vivienda que en su conjunto se aprecia un
cuexcomate [IMAGEN 7]. Las dimensiones y la ubicación del mismo son características que denotan su
importancia. Al poder conversar con el propietario de la vivienda no pudo responder con claridad el
porqué de su ubicación y forma, sin embargo, reconoció que en su sola existencia existe un valor de
respeto por la tradición, ya que “son ya pocos los cuexcomates que quedan”.
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Imagen 6 – Ricardo A. León, Troje mixteco [fotografía]. San Felipe Ixtapa, Oaxaca. 2011.
Así como en el primer caso, es importante observar la relación entre la actividad económica y el elemento
arquitectónico, el cual cubre una función importante en el proceso productivo. Dado que el alimento
representa el sustento de la familia que habita en el conjunto, su posición dentro del conjunto es
significativa y sirve de lenguaje simbólico dentro de la comunidad. Así en el conjunto arquitectónico
mixteco se observa en primer plano respecto al umbral de acceso al troje como primer objeto, mientras
que, en la vivienda morelense, el cuexcomate, pese a ubicarse en un segundo plano, se ubica al centro del
patio resaltando su importancia.
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Imagen 7 – Ricardo A. León, Cuexcomate [fotografía]. Zahuatlán, Morelos. 2013.
Conclusiones
A partir de los resultados obtenidos, se afirma que en la conformación de la arquitectura vernácula inciden
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aspectos de orden económico, entre los que se incluye la agricultura y el comercio, entre otros. El tipo
arquitectónico desarrollado, así como los cultivos tradicionales y las actividades que desarrollan los
pobladores, fungen como elementos de identidad histórica. De ese modo es posible afirmar que el sitio
como elemento de identidad, se liga con la forma de conducta (modo de vida), la función para la
satisfacción de las necesidades y la memoria histórica en los miembros de la comunidad.
Acorde con Yáñez (1997), las relaciones entre las bases de las actividades económicas y el ámbito
cultural “no son obvias ni fácilmente desentrañables” (YÁÑEZ, 1997: 27). Tomando como referencia el
cuexcomate de la vivienda morelense en el municipio de Yecapixtla, es posible identificarlo a él como un
elemento arquitectónico significativo de la identidad de la comunidad. Su significado simbólico, tomando
como ejemplo al cincolote en la población de Xalatlaco acorde con Torres (2009), refiere al sustento. La
forma arquitectónica del cuexcomate, su dimensión y su emplazamiento dentro del conjunto, sugieren una
preponderancia en relación a los demás elementos de la vivienda.
Imagen 8 – Raymundo Alonso, Luis C. Cruz, Ricardo A. León, Vivienda y cuexcomate [dibujo]. Yecapixtla, Morelos. 2013.
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