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Una reflexión permanente

La travesía comienza el día lunes 22 de enero del 2018 en mi primera clase de “Historia de la comunicación”
con el profesor Nelson Castellanos, el cual nos habló de un libro llamado: “Tríptico de la infamia” escrito por el
colombiano Pablo Montoya Campuzano. Inmediatamente decidí descargar el libro para poder leerlo a tiempo,
fue bastante gracioso porque cuando lo hice el PDF tenía apenas 3 páginas. Pensé que era bastante corto, en
teoría, de entrada no creía que fuera un libro. El viernes (26 de enero), una compañera (Camila) me comentó
que lo había comprado en la librería de la universidad, yo quedé claramente extrañada, lo sacó de la mochila y
resulto ser un libro de 302 páginas. No solo estaba sin tiempo para leerlo, no tenía el dinero para comprarlo.
Por ello, me animé a hablar con el profesor y exponer mi situación. Él resolvió mi inconveniente
inmediatamente.
Ahora bien, entrando en materia, es importante resaltar que para entender una obra, es necesario saber por
qué el autor decidió escribirla. Pablo Montoya presenta esta retrospectiva novela de modo en la que nos
permite ver que ciertos aspectos humanos del pasado siguen siendo aún vigentes en la actualidad; hechos de
violencia e intolerancia, justo cuando pensamos que muchas cosas del pasado hacen parte de una historia
poco latente. Por lo anteriormente mencionado, podemos referirnos a un punto muy importante, el cual es la
relación artista-sociedad en el que se aprecia la opresión que sufren los pintores (aunque no son los únicos)
por el poder hegemónico que intenta inhibir una de las funciones más importantes de éstos: LA
COMUNICACIÓN, ya que un artista busca plasmar y expresar una realidad a la cual se encuentra enfrentado
(ámbito religioso, político, social, económico…) siendo muchas veces un reflejo crudo y cruel de la
humanidad1.
Retomando el tema sobre mi experiencia con la lectura, encontré que esta novela hay que leerla no solo con
un diccionario muy cerca, sino con una herramienta para poder buscar ciertas obras (pinturas) que se
encuentran en el libro para poder comprender mejor la unión entre literatura-pintura y la historia como tal de
los personajes y hechos que se presentan en ella, -cabe señalar que el autor manifiesta un proceso
investigativo exhaustivo en su obra, ya que él va narrando, claramente en ficción, pero sus personajes son
completamente reales-.
En ese orden de ideas, encontré una parte muy particular que realmente me llama la atención porque plantea
interrogantes claramente necesarias y que causa un estado de reflexión (todo el libro es un estado de
reflexión permanente) con un tema particular e intrínsecamente humano, la violencia, la cual es inherente a la
condición como hombre. Hace preguntas como: “¿Qué significa pintar y qué ser asesinado?” vemos la
contraposición del papel de un pintor, frente a una acción tan poco humana. “¿Qué significa la muerte
violenta y qué es la representación de esa muerte?” la segunda me parece mucho más inquietante, porque en
realidad, no hay nada comparado entre una cosa y la otra, la representación carece de sentido al lado un
hecho violento como ese, a pesar de que se expresa a la perfección, jamás se va a lograr recrear, a un
espectador que observa la obra; el sentimiento, la emoción, el dolor, el sufrimiento, la ira, la violencia como
tal o lo que conlleva un hecho como este. Considero que no hay palabras ni figuras que se comparen a algo tan
real y tan punzante. “¿Cómo aproximar los derramamientos de la sangre a nuestro diario vivir y hacer que
ellos vulneren nuestra comodidad?” esta interrogante me recuerda bastante a la discusión que se sometió en
la clase sobre nuestra indiferencia frente a un hecho violento que no nos afecta, muchas veces, directamente;
nuestra pasividad frente a hechos que son claramente importantes y preferimos ignorar para precisamente no

1
Considero que por esta razón el profesor decidió asignar esta novela a la clase de “Historia social de la comunicación”, porque
precisamente se encuentra una relación directa entre la historia tanto en el arte como en la sociedad de estos tres pintores y su
necesidad de expresar una realidad reflejada en sus diferentes obras.
vulnerar nuestra comodidad, el cómo escogemos ver hacia otro lado y continuar con nuestras vidas sin tomar
conciencia de lo que en realidad está ocurriendo.
Alrededor de las obras, una de las que me pareció conveniente traer a colación es la que se encuentra en la
portada del libro, puesto que resume a la perfección el contexto tanto social como político-religioso (no se
puede dejar de lado tal tema) y lo que se encuentra en la obra. El pintor no es nada más y nada menos que
nuestro segundo protagonista –quien hace parte del tríptico- y es quien se encarga de representar la matanza
de San Bartolomé, un enfrentamiento civil entre católicos y protestantes hugonotes, que no está muy lejos de
cualquiera guerra que ha habido a lo largo de la historia o que posteriormente veremos con, posiblemente, la
misma indiferencia de siempre.
Ya que se toma en cuenta el tema religioso quisiera resaltar tres cosas: La primera se encuentra en el capítulo
“Dos grabados” en el cual Théodore al ver las obras “Melancolía” y “San Jerónimo en el Estudio” presenta un
contraste entre la oscuridad y la luz que transmiten estas obras (recalco la importancia de buscar las pinturas
para comprender mejor lo que el autor está tratando de transmitir). Melancolía se comprende como esa “…
enajenación mental provocada por intentar descifrar a Dios.” y “…San Jerónimo representa el ideal en donde
se unían el recogimiento sombrío del letrado y la iluminación del Cristo.” A Lo que me lleva al segundo punto,
“La verdad es que jamás se acostumbra uno a estas atmósferas en las que Cristo, símbolo de una supuesta
concordia universal, era el fuego que atizaba los rencores” esta cita es actual, aunque se presentó en una
época y un contexto diferente al de ahora, sin embargo, eso no quiere decir que pierda vigencia, como
muchas cosas que se exhiben en el libro, las cuales aún se contemplan en la sociedad. Cómo la religión muchas
veces deforma algo que debe ser visto como positivo, que es justamente lo que profetiza “la palabra”: amor,
compasión solidaridad, tolerancia… con el prójimo. Pero a la hora de llegar a la praxis, la realidad es
totalmente distinta, encontramos: violencia, muerte, odio, ira, intolerancia… con el prójimo, con el otro.
Partiendo de anterior, quisiera finiquitar este tema con la siguiente frase: “Yo me aventuro a creer, aunque lo
hago reservadamente, pues no ignoro la ciudad que habito, que allá cada quien con su credo y que ojalá algún
día todos los hombres comprendieran de una vez por todas que es más sensato establecer en silencio y en
soledad las conversaciones con Dios, y no pregonarlas como si fueran un asunto de interés comunal”. Esta
frase es trascendental ya que, como observamos, la violencia y la intolerancia se encuentran adheridas al ser
humano y siempre buscamos excusas para lastimarnos y masacrarnos unos a otros por cosas banales y sin
sentido. Considero, que la tolerancia y la afabilidad son utopías en un mundo como el que vivimos, sin
embargo, tenemos la responsabilidad y el deber de evitar producir más dolor y crueldad, que por cierto, ya
existe en una cantidad inefable, por culpa de nuestras indiferencias y que como consecuencia de éstas, corra
más sangre injustificadamente.
Para concluir, la experiencia que me brindó el libro, cuando terminé de leerlo fue un sentimiento de inquietud
muy grande que me hace cuestionar sobre la humanidad y mi papel en ella, y no sólo eso, sino la importancia
que tiene la historia, en el cual el autor encuentra en su trabajo narrativo el seno de los sucesos del presente
sin alejarse del pasado. Además, la historia no se puede leer con un estado de tranquilidad, te deja ese afán de
querer comprender el por qué el ser humano actúa como lo hace, qué lleva al hombre querer exterminar todo
lo que no considera propio, que invade su naturaleza, sus criterios y creencias, el pretender ser superiores a.
Los cuales promueven la idea de atacar, oprimir, masacrar, erradicar al otro.
¿Acaso no podemos sólo convivir y dejar de complicarnos la existencia unos a otros? Tal vez, nuestra
naturaleza nos lo impide, nuestra arrogancia y falta de conciencia frente a lo que realmente importa.

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