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MAESTRIA

Robert Greene

Cesar Augusto Castro Rico

Licenciatura en Economía

Ética Género y Valores

M.C. Carlos Gómez


Al paso de los siglos, las personas han creado una especie de barrera con
relación a lo que conocemos como maestría, la sociedad los llama “genios”, creen
imposible la entrada al mundo de ellos y están equivocados. El ser humano ha
evolucionado durante millones de años para poder alcanzar el nivel necesario para
dominar no solo nuestra mente, sino también para impulsar nuestro espíritu. Con
esto se crea una forma de poder e inteligencia que representa el punto más alto
del potencial humano. Esta inteligencia no se enseña por medios convencionales
como en la escuela, pero casi todos la hemos experimentado por lo menos en
periodos muy cortos. Cuando surgen las crisis, en muchos casos nos encontramos
bajo circunstancias que nos llevan a un estado de concentración absoluta. Nuestra
mente se enfoca al cien por ciento en esa tarea. Casi todo el tiempo el ser humano
promedio se encuentra en un estado de pensamientos habituales y al llegar a esta
inteligencia nos obligamos a salir de esa cámara interna y concentrar nuestra
mente en algo real. Nos volvemos inspirados y creativos. Una vez vencido este
plazo de sensación de poder volvemos a nuestro estado de distracción y seguimos
la idea de que toda esa motivación sale naturalmente. No es así. Esta idea de
maestría ha sido ignorada como objeto de estudios gracias a mitos y falsedades
que han creado una barrera de misterio entre si podemos o no alcanzar este nivel.
Llamamos entonces maestría a la sensación impresa cuando obtenemos un
mayor dominio de la realidad. Este ha sido un modo de vivir para muchos
individuos expertos en su campo y en la raíz de este poder se encuentra un
procedimiento practico con el que cualquiera puede alcanzar el nivel maestro.
El procedimiento se ilustra claramente cuando vamos a empezar a practicar
actividades nuevas, en campos desconocidos. Llevamos comportamientos muy
extraños donde nos invaden los prejuicios y el miedo al no alcanzar estos
conocimientos con la fluidez que quisiéramos. Muchas veces comenzamos con la
emoción de las cosas que vamos a realizar con nuestras nuevas habilidades peros
caemos en el aburrimiento, impaciencia y el miedo al proceso. Así dejamos de
aprender y el proceso es interrumpido. Si por otro lado contralamos esas
emociones y nos enfocamos en el objetivo empezara a crecer algo dentro de
nosotros. A medida que prestemos atención y sigamos practicando adquiriremos
las habilidades básicas que nos permitirán tomar retos nuevos. Comenzaremos a
identificar muchas de las relaciones que antes eran invisibles, así, poco a poco
obtenemos seguridad en lo que hacemos para resolver problemas. Nuestra estilo
e individualidad toman su forma y empezamos a crear nuestras propias ideas
usando la creatividad y conocimientos que hemos estado adquiriendo. Hemos al
fin entendido tan bien las reglas que ya podemos ser quienes las rompen o
rescriben.
El proceso que nos lleva a este estado de superioridad está dividido en tres
secciones. El primero es el aprendizaje de oficio, en el cual estamos fuera de
nuestro campo, aquí nuestras habilidades son limitadas y solo tenemos un cuadro
superficial donde podremos rescatar conceptos y reglas básicos para seguir
avanzando. En la segunda fase, llamada creativa-activa, en la cual nosotros
podremos empezar a realizar experimentos adentrándonos al interior del ejercicio
para ver las relaciones de las cosas entre sí. En la tercera fase, el grado de
conocimiento y manejo de nuestro campo es tan amplio que vemos ya el
panorama completo, toda la experiencia y concentración se junta para expresar un
fragmento de la vida. Muchos le llaman a este fenómeno intuición, pero esta
apenas es una apreciación lejana de la realidad, pero la verdad definitiva llega
cuando esa iluminación nos lleva a la creación de palabras o formulas.
Si no comparamos con otros seres vivos, por ejemplo, los animales. Estos tienen
la capacidad de aprender, pero siempre se guiarán por sus instintos. En cambio,
nosotros los seres humanos confiamos más en el pensamiento y la razón para
actuar. Pero esta razón puede ser lenta y por lo mismo se vuelve inservible. El uso
de la maestría conlleva un equilibrio entre ambas, el instinto y la razón. De niños
solíamos tener un poco de ese pensamiento intuitivo que con el paso del tiempo
se va expulsando. Algo así pasa con los maestros, guardan un parecido con esa
espontaneidad de un niño, pero en un nivel muy superior. Cuando alcanzamos
este estado, la maestría se vuelve un arma a nuestro mando, es toda la
recompensa por haber seguido correctamente el proceso. Por eso el mundo los
premia, crean nuevos aspectos de la realidad y nos brindan un poder practico
inmenso.
Podemos entonces concebir a la maestría pensando como a lo largo de la historia,
hombres y mujeres han intentado alcanzar el nivel máximo, no han podido
conectar de verdad con la realidad y quedan limitados por su conciencia. Se han
buscado infinidad de atajos para acelerar el proceso maestro, desde rituales
mágicos, trances, conjuros y drogas. Han dedicado su vida a la búsqueda de la
piedra filosofal (sustancia que convertiría todo oro), a la búsqueda del Dorado, etc.
Estas tienden a tener algo de verdad y sentido, pero al final todas esas búsquedas
giran en torno a algo que no existe, una solución práctica, un camino fácil, un
rascacielos sin buenos cimientos. Todos y cada uno de nosotros podemos voltear
a ver el pasado y ver con claros ejemplos la diferencia entre los que buscaron el
camino fácil y los que llevaron un proceso de cambio real. Grandes inventos,
descubrimientos, construcciones y obras de arte magnificas son solo algunos de
los ejemplos del potencial humano en su nivel maestro. Este poder brindar a quien
lo posee una conexión con la realidad y la aptitud para cambiar el mundo con que
los místicos y magos sólo pudieron soñar alguna vez.
Todos hemos nacido con el mismo potencial de cultivar nuestra mente. La
diferencia está en la ética personal del individuo, todas sus conductas serán
encaminadas para llegar a este nivel maestro, o tomarán el sendero fácil que muy
seguramente terminarán por destruirlos. Hoy más que nada, la sociedad necesita
maestros que puedan salir a las calles y cambiar las cosas.
Fuente: Robert Greene (2012): Maestría, Océano de México, pp. 04-07.

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