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ONTOLOGIAS ANDINAS:
Henry Tantaleán1
1. Introducción
interrogantes sobre el mundo en el que se vive han sido una constante a lo largo de los
tiempos. Más profundas han sido las preguntas sobre cuál es la sustancia de las que están
hechas las cosas y los seres (incluidos el humano) o cual es la fuerza que las anima. Así,
pensar sobre el mundo y sus elementos constituyentes, que es lo mismo que hacer
gran parte por el colonialismo occidental, que hizo que esta forma de entender y explicar
1
Cotsen Institute of Archaeology, UCLA/Instituto Francés de Estudios Andinos, Lima.
1
el mundo se superpusiera, persiguiera y/o excluyera a otras formas de percepciones,
creencias, conocimientos y/o saberes. Este proceso es bastante evidente en los Andes.
Sin embargo, cada vez somos más conscientes de dicha situación y como investigadores
sociales, sobre todo porque trabajamos con sociedades diferentes a las nuestras (en el
pasado y en el presente), entendemos que otros grupos humanos, aunque no se les haya
prehistóricos donde no se cuentan con registros escritos sobre cuestiones tan profundas y
complejas de explicar sobre cómo se concebía la realidad o de que están hechas las cosas
y su esencia. Así pues, tratar de entender sus ontologías, las teorías de la realidad o del
ser, vale decir, cuál era la sustancia de la que están hechas y compuestas las cosas, es
2
En este capítulo no entraremos el debate sobre la existencia o no de una “filosofía andina”. Para
ello se puede consultar a Josef Estermann (2006), Mario Mejía Huamán (2005), David Sobrevilla
(2008), entre otros. Como hemos señalado, en este texto asumimos la existencia de una
cosmovisión o, mejor aún, de una cosmopraxis (De Munter 2016) en los Andes prehispánicos.
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perspectiva eurocentrista, moderna y antropocéntrica de ver el mundo. Desde diferentes
disciplinas como la sociología (Latour 1993, 1999, 2005), la historia del arte (Osborne y
Tanner (eds.) 2007), la antropología (Gell 1998), la etnografía (Viveiros de Castro 1998,
en las que las cosas y otros seres tienen una importancia similar a la de los seres humanos
en la construcción del mundo como las arqueologías simétricas (Olsen 2012, Olsen et al.
2012, Webmoor 2012), la teoría de los objetos (Lull 2007), el entanglement (Hodder
Asimismo, las críticas a las formas occidentales de hacer y pensar la arqueología también
han sido desarrolladas en las últimas décadas mediante las arqueologías decoloniales
(Gnecco 1999, 2013, Haber 2009, 2016, Hamilakis 2016), las arqueologías indígenas
(Atalay 2006 2008, Nicholas 2001, Smith y Wobst (eds.) 2005) y las propuestas en
estas tres últimas perspectivas también han surgido gracias a la riqueza y continuidad de
sociedades indígenas, especialmente las americanas, desde una mirada externa clásica
hacia una mirada interna innovadora y localizada. Para ello, se han incorporado las
3
metodológico para reflexionar sobre cuáles son las fuentes que deberían ser tomadas en
cuenta a la hora de explicar las perspectivas indígenas de esos pueblos. Este libro es parte
de esta reflexión.
Como veremos en este capítulo, este tipo de estudios encuentran sus antecedentes
inmediatos en los Andes en estudios realizados desde comienzos del siglo XX. De esta
anglosajona.
2. Ontologías Andinas
¿Cómo comprendían su mundo los habitantes de los Andes prehispánicos? ¿De qué seres,
sustancias y fuerzas estaban compuestos esos mundos? ¿Cuáles eran las relaciones entre
humanos, animales, plantas, cosas y paisajes? ¿A qué se debían los cambios y eventos
ocurridos?
Todas estas son preguntas que pueden parecer solamente de orden filosófico y metafísico.
Sin embargo, todas ellas parten de la experiencia y del conocimiento práctico del mundo
tanto del pasado como del presente. La ontología se ocupa de estas y otras preguntas
relacionadas con el ser y el estar de los humanos y las cosas en sus respectivos mundos.
Establecer la existencia de ontologías, así en plural, planteará pues que no existió una sola
extenso como la región andina y la prehistoria (también ver Trever et al. 2009: 11). El
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reto siempre estribará en tratar de adecuar cualquier ontología recogida de un contexto
andinas puede contribuir a mejorar nuestra comprensión de las prácticas sociales en esta
occidentales. En este sentido, creemos que a un nivel heurístico tanto las categorías
De hecho, como veremos en este libro, las ontologías andinas “tienen más sentido”
cuando se aplican a los contextos locales que cuando se usan categorías anglosajonas o
dichas categorías, es importante anotar que el ajuste entre categorías andinas y realidades
arqueológico a explicar.
También es importante recordar que los Incas mismos habían establecido una cultura
(Silverblatt 1990: XXIV). Por tanto, hay que ser cauto cuando se utilizan ciertas nociones
pues seguramente están (re)presentando una narrativa interesada por parte de las elites
cuzqueñas.
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En este capítulo no entraremos el debate sobre la existencia o no de una “filosofía andina”. Para
ello se puede consultar a Josef Estermann (2006), Mario Mejía Huamán (2005), David Sobrevilla
(2008), entre otros. Como hemos señalado, en este texto asumimos la existencia de una
5
Es importante también redundar en la idea de que, como otras formas de pensamiento, en
una sociedad existen maneras generales, formas generales de apreciar el mundo pero,
ontologías que incluso entran en conflicto. Esto sucede, por ejemplo, cuando un pueblo
es invadido por otro o cuando dentro de una sociedad se genera una visión del mundo
(también conocida como ideología) por las elites y esta es la que se quiere extender al
social investigado. En este libro se brindan una serie de casos que tienen como objetivo
dicho “ajuste”.
espacialmente a lo andino como a las regiones vinculadas con los Andes, incluyendo las
costas bañadas por el Océano Pacífico y las áreas relacionadas con la vertiente oriental
discutido sobre ontologías andinas (Quilter 1998, Trever et al. 2009, Szremski et al. 2009,
Depaz 2015, entre otros) y publicado una serie de fascinantes estudios enfocados
principalmente en la forma en que los pueblos andinos, tanto del pasado como del
Silverblatt 1978, Urton 1981, Allen 2008, Bray (ed.) 2015, entre otros). Muchas de estas
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diversas aproximaciones con diferentes resultados. Obviamente, esta es una discusión
extensa y no podrá ser abordada aquí4. Más bien, en este capítulo introductorio me
investigación que se relacionan con la ontología. Ellas han sido desarrolladas desde
sus particularidades y enfoques descansan en el tipo de fuente que utilizan para establecer,
utilizan varias de estas fuentes a la hora de expresar sus visiones de las ontologías andinas.
Aquí sintetizaremos dichas perspectivas según su enfoque principal empezando por las
aplicadas de manera más tempranas hasta las más recientes. No es un recuento exhaustivo
de todas las investigaciones que abordan explícitamente el campo de las ontologías en los
Andes pero si señalaremos las que creemos que han tenido una influencia importante en
este campo de estudio. Desde un punto de vista metodológico y hermenéutico las fuentes
que suponen una importante contribución para el entendimiento de las ontologías andinas
4
Para una síntesis de las principales perspectivas ontológicas en la arqueología de los Andes se
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son las que están principalmente relacionadas con la descripción de religión, mitología,
y que tiene que ver con la historia en el sentido andino. Dicha cuestión es significativa
porque precisamente estas coordenadas temporales son las que organizan nuestra forma
de ver el mundo y colocan a los fenómenos en una sucesión o secuencia. Sin embargo,
para las sociedades como la inca, de la cual tenemos mayor información, la sucesión de
los hechos y sus coordenadas eran otras. Como señala Frank Salomon (1984: 8): “Para
los andinos, las fuentes del conocimiento diacrónico eran completamente diferentes y
ritual, estructurado alrededor del sistema de santuarios que rodeaban la capital incaica
no contaron con escritura conocida. Por todo ello, precisamente reconocer la existencia
de otra percepción del espacio y del tiempo es un elemento importante en este libro.
Este capítulo no pretende ser enciclopédico pues esto sobrepasaría los límites de espacio
8
y su intención. Solamente espera ofrecer una serie de ejes que creemos que son vitales
Degregori (ed.): 2000, Nuñez 2013, Pillsbury (ed.) 2016, Beresford-Jones y Heggarty
el siglo XX (Tello 1909, Valcárcel 1912, Jijón y Caamaño 1919, Rowe 1946, Murra 1955,
Su importancia radica en que las fuentes etnohistóricas fueron las que mejor tradujeron
las visiones tempranas de los pobladores de los Andes en el momento de la llegada de los
españoles. Dichas fuentes pueden ser divididas según las instituciones que las necesitaron
Muchos cronistas tempranos describieron la cosmovisión andina entre los que resaltamos
9
([1653]1964). Muchos de los conceptos discutidos en este capítulo y en este libro se
Cuzqueño, por su conocimiento del quechua, un elemento que lo hizo más cercano a la
como parte de la ofensiva católica contra los ritos indígenas lo convirtió en un estudioso
capacitado que se encontraba entre dos mundos ontológicos y que podría ofrecer una
Tawantinsuyu: el Cuzco.
A todos estos cronistas se les debe sumar Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui
mundo de los Incas en su famosa ilustración de una pared del Coricancha en el Cusco
(Duviols 2016).
Textos más particulares como las “Relaciones” y “Descripciones” (por ejemplo, ver
varias en Jiménez de la Espada (comp.) 1881-1897) y las “Visitas” (Diez de San Miguel
Taylor (ed.) 2008, Salomon 1991) son fuentes importantes para entender la forma en la
que los indígenas veían su mundo y como explicaban los fenómenos naturales y sociales
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y sus interrelaciones5 (Depaz 2015). El Manuscrito de Huarochirí6 es el único documento
colonial escrito en lengua indígena que describe la tradición religiosa andina (Silverblatt
1990: XXI, Salomon 2016: 1245). Como veremos en este capítulo y a lo largo de este
ontologías andinas (Depaz 2015). Su significancia es tal, a pesar de existir una polémica
sobre el autor y su origen (Salomon 1984: 91, Depaz 2015: 23), de haber sido escrito en
un dialecto quechua desaparecido7 (Taylor 2000: 2), que existe una discusión sobre sus
traducciones al castellano (Salomon 1991: 28, Taylor 2000: 2), que sus autores o
1991: 1-2, 28) y que la narrativa fue condicionada por la historicidad occidental (Salomon
1991: 3).
5
Otro texto en el que se transcribe la visión indígena al castellano muy tempranamente (1570) es
el que narró Diego de Castro Titu Cusi Yupanqui (2006[1570]). Sin embargo, su importancia está
mas relacionada con la narración de la conquista española que con los tiempos previos a ella.
Markham quien realizó una temprana traducción del quechua al inglés en 1873 (Markham 1873).
7
Según Taylor (2000: 2): “Es probable que el dialecto quechua, empleado para la redacción del
Manuscrito, haya sido la antigua koïné de la costa sur. Tiene muchas afinidades con los dialectos
«chinchaysuyos» del Perú Central y un sustrato que recuerda el aymara. Algunas expresiones
insólitas hacen pensar que el quechua no era la lengua materna de los autores del Manuscrito y
que, probablemente, éstos hablaban un dialecto aymara del tipo haqaru.” Para una discusión sobre
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A pesar de ello, como señala Salomon (1991: 28) “[…] the testimonies of the [extirpatory
campaigns] victims retain freshness and unfamiliarity that give prima facie evidencia of
an origin other than Iberian demonology or the classical legacy as enshrined in seminary
curricula. Perhaps because many of them were provincials lacking the know-how to
package and process their culture in terms familiar to Spaniards speakers, the myth tellers
categories proper to local thought. The Huarochirí stories retain for us a certain
irreducible strangeness, resistant to translation because, unlike the preprocessed Inca lore
available in chronicles, they were seized by Spain but not made for it”.
ontológicas que estaban vinculadas con las creencias andinas y que los religiosos hispanos
trataban de entender. En especial, cual era la naturaleza y forma en la cual los indígenas
particulares complementa muy bien a las visiones oficiales o hegemónicas del Imperio
experiencias de sus propios autores en la zona del Cusco como las de Cristóbal de
Por ello, los documentos sobre extirpaciones de idolatrías fueron los que mayor cantidad
ontología occidental con diferentes resultados. Los trabajos de Frank Salomon (por
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ejemplo, Salomon 1991) son un buen ejemplo del uso de los documentos etnohistóricos
C. Tello. Wiracocha (Tello 1923) es posiblemente uno de sus trabajos que más influencia
de las perspectivas andinas tuvo en una época temprana. De hecho, Tello también buscaba
entender las visiones de las sociedades prehispánicas con relación a su religión. Incluso,
el estudio de la deidad Wiracocha fue un trabajo a lo largo de toda su vida que esperaba
establecer cuáles eran los principios generales reigiosos que trascendían a muchas de las
potencia de las huacas comienza a ser visible gracias a la interrelación entre documentos
Posteriormente, una larga lista de autores, especialmente arqueólogos han utilizado las
sociales, sitios, regiones o paisajes señalados en dichas fuentes o muy similares. Sin
embargo, también hay que someter a crítica a las mismas fuentes etnohistóricas y no
etnohistoriadores han sabido reconocer también las limitaciones de dichas fuentes. Pese
a ello, no deja de ser una fuente inagotable de inspiración para generar hipótesis de
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Otra gran fuente, utilizada casi desde el comienzo de la arqueología andina, fue la
aymaras (Santo Tomás 1560, 1586, Holguín 1608, Bertonio 1612) ha permitido que
Jakob von Tschudi, Ernst Middendorf, Heinrich Brüning o Max Uhle hicieron esfuerzos
muchik. Incluso, los utilizaron para explicar ciertos fenómenos prehispánicos como la
expansión de los grupos étnicos prehistóricos e históricos. Más adelante, los verdaderos
2010). A ellos, habría que añadir las contribuciones de Rodolfo Cerrón-Palomino (2001,
2005, 2013) y Bruce Mannheim (1991). Todos ellos, han planteado los orígenes,
arqueológicas.
campo de estudio que se ha asociado a este interés puesto que muchas lenguas aparecieron
dispersión de las lenguas nativas precoloniales hasta periodos tan antiguos como el
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Formativo (Kaulicke et al. (eds.) 2010, Heggarty y Beresford-Jones (eds.) 2012). Como
los lenguajes son los medios por los cuales se transmiten las nociones sobre el mundo y
aquellos parecen tener amplias dispersiones e interrelaciones, incluso antes de los incas
compartida por muchas poblaciones a lo largo de los Andes. Como era de esperar, los
arqueólogos también han utilizado los estudios lingüísticos para tratar de entender las
ontologías de grupos sociales prehispánicos (Urton 1996, Kaulicke et al. (eds.) 2010,
La etnografía también es otra fuente inagotable de visiones acerca del mundo indígena.
Muchos trabajos de campo han ayudado, por ejemplo, a entender la forma en la cual los
grupos cazadores, agricultores o pastores andinos se relacionan con el mundo, las plantas
y los animales.
Existe toda una tradición de estudios etnográficos en los que se puede reconocer una serie
tempranas etnografías sobre los aymara fueron las de Harry Tschopik (1946, 1951) y
Weston La Barre (1948, 1966). También podemos resaltar a Gabriel Martínez (1976) y
[1978]) sobre los Kallawaya del nordeste del Titicaca (Cavalcanti-Schiel 2014: 458). A
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estas vale la pena adicionar las de Nathan Wachtel (2001) sobre los Chipaya y la de
Además, como señala Ricardo Cavalcanti-Schiel (2014: 458): “En los años noventa
económica (Gose 1994) o de la actividad ritual (Bolin 1998)”. También se tiene, en esa
misma época, para el ámbito aymara del Altiplano a Hans van den Berg (1989:118-143)
andinas, ambas quechuas, son las de Eduardo Kohn (2013) en la ceja de selva ecuatoriana
A los anteriores, se pueden añadir los estudios pioneros de Jorge Flores Ochoa (1977)
sobre los pastores de camélidos en la sierra sur del Perú, etnografías como las de Kent
Flannery, Joyce Marcus y Robert Reynolds (Flannery et al. 1989) sobre los pastores de
Ayacucho, o las más recientes de Alejandro Haber (2007) que recogen el importante
concepto de “Uywaña” (crianza) de los pastores de la puna del noroeste argentino. Todas
Asimismo, también se puede reconocer esta aproximación de forma más particular en los
investigadores que han visitado a las comunidades andinas con el objetivo de comprender
esas visitas, los investigadores han recuperado importantes nociones sobre cómo los
productores se relacionan con las materias primas, los artefactos y como se relacionan en
sus mutuas biografías (Sillar 2000, Silverman 2008, Arnold et al. 2007).
16
Adicionalmente, etnografías como las de Catherine Allen son sumamente importantes en
esta perspectiva. Arqueólogos estudiando los Andes han sabido aprovechar conceptos
publicados en su famosa etnografía “Life has Hold” (Allen 2008) como, por ejemplo la
noción de sami, de una manera interesante para explicar la fuerza o energía de las cosas8
en el mundo andino (por ejemplo, Jennings 2003, Brown-Vega 2015). Otra etnografía de
concepto de enq’a9 (fuerza vital)) es la de Inge Bolin (2006). Los trabajos de Gary Urton
8
En el caso de los runakuna, el concepto de “animu” está más cercano al concepto cristiano de
alma (Allen 2008: 69) pero este animu puede trasladarse a un animal. En el Léxicon de 1560 de
Santo Tomás (página 40) “Anima” aparece traducido como “camaquenc, o songo o, camaynin”.
Interesantemente en su versión de 1598, los términos castellanos de ánima y alma (y, además,
aparece la frase “camaynin”. “Sonco” aparece como “corazón, entrañas, estomago, etc.”. Según
Bertonio (1612: 39), los aymaras utilizan el término castellano de alma sin brindar una término
semejante en su idioma nativo. Por otra parte, en el Vocabulario de Santo Tomás (1586: 148) el
término sami aparece traducido como “dicha ventura, felicidad, etc.” Y en Bertonio (1612: 307)
space and time.” También encontramos en su glosario “enqa: life force contained in the enqaychu”
(Bolin 2006: 180) y “enqaychu: a small, natural, or slightly worked stone, usually resembling an
animal but sometimes resembling a human or an object, believed to contain life force and the
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Por otra parte, de la mano de los estudios inspirados en el “perspectivismo amerindio”
(Viveiros de Castro 1998, 2010, Lima 1999) se ha podido establecer toda una línea de
bastante fructífero en el cual se pueden reconocer las diferentes visiones alternativas a las
occidentales (Szremski et al. 2009, Weismantel 2013, 2015). En ese mismo sentido, un
ejemplo temprano incluso a toda esta discusión es, por supuesto, el artículo titulado “The
Moche Revolt of the Objects” de Jeffrey Quilter (1990). Este fue un artículo innovador
Moche basada en mitos y leyendas recogidas de pueblos amazónicos (también ver Santos-
Huarochirí.
En estos últimos años toda una serie de investigadores, incluso participando en reuniones
religión, para tratar de explicar la concepción del mundo andino prehispánico (Sillar
2009). Este renovado interés en el animismo, también ha sido impulsado por los estudios
perspectiva indígena inmutable y hasta idealizada, autores como Mary Weismantel (2015:
in seeing humans as actors and makers who co-create the world together with other beings
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and things, rather than standing back to think and observe. And it will be historical in its
deep temporal perspective on the indigenous Americas, in contrast to the oddly timeless
use of perspectivism that juxtaposes it with the very specific social and political realities
of a particular place such as Chavín is more likely to realize Viveiros de Castro’s avowed
perspectivism can produce forms of scholarly practice that are aware of and responsive
to the historical contingencies and power relations that shape indigenous lives in the
que tomar en cuenta (Sillar y Ramón 2016). El trabajo de Bill Sillar relacionado con los
articulará muy bien con los trabajos sobre materialidad que veremos luego. Asimismo, el
materialidades.
Con respecto a la materialidad como campo de estudio, uno de los principales empujes
desarrollados en Inglaterra, específicamente por Daniel Miller (1987, 1994, 1998). Estos
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trabajos tuvieron eco rápidamente en la arqueología (por ejemplo DeMarrais et al. (eds.)
2004). Otro trabajo relacionado con los anteriores viene desde la arqueología conductual
Materialismo” ha sido parte de este regreso al estudio de la cultura material desde una
En los países andinos, especialmente en Perú, esta perspectiva se adecuó muy bien con la
forma clásica, empirista e histórico cultural de realizar las explicaciones de los objetos
proporcionado una serie de conceptos y términos que posibilitan el desarrollo de, por
ejemplo, el estudio de las agencias de las cosas, en especial, gracias a la recuperación del
animismo.
interesados en ella que el resto de los investigadores en ciencias sociales. Por tanto, es un
campo muy atractivo para ensayar explicaciones ontológicas. La relación entre objetos y
lucha en las ultimas década ha sido tratar de romper con estas visiones binarias y
cartesianas, utilizando muchas de las visiones previas para establecer relaciones más
simétricas entre personas y cosas (Shanks 2007, Witmore 2007, Gonzalez-Ruibal 2007).
ha sido desarrollada a lo largo de todo el siglo XX. Los estudios iconográficos (Panofsky
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1939) fueron los antecedentes que, tras una larga aplicación en los estudios de artefactos
de la cultura material Chavín (Rowe [1962]1977, Roe 1974, Campana 1995, Bischof
2008, entre otros) y Moche (Donnan 1978, Hocquenghem 1987, Donnan y McClelland
1999, Makowski 2001, Golte 2009, entre otros). Además, la mayoría de dichas
darle mayor sentido a sus interpretaciones. Incluso en el caso de Jurgen Golte (2009: 20-
22) se han utilizado explícitamente ontologías andinas para poder explicarlas de mejor
manera.
2003 139-143, Coben 2006: 226-228, Szremski et al. 2009, Christie 2016: 98).
Martin Heidegger, Maurice Merleau-Ponty y otros fenomenólogos del siglo XX. Dicha
21
perspectiva trata de describir y establecer cómo se pudieron haber dado las relaciones
entre los conjuntos de cosas externas a las personas y como los incorporaron en su
arqueología con resultados interesantes (Isbell y Vranich 2004, Acuto y Gifford 2007,
Szremski et al. 2009, Leibowicz 2013, Vaquer 2010, Villanueva 2015, Nair 2015). Como
otros ejemplos, podríamos señalar la investigación de las líneas de Nazca por Clive
Ruggles y Nicholas Saunders (2012), los estudios en Chavín de Huántar por Mary
de la arquitectura del sitio Inca de Chinchero en el Cusco. Todos esos estudios incorporan
deja de ser una alternativa seductora para tratar de acercarnos mediante nuestros propios
medio andino, una gran inspiración para cualquier estudioso de esta área del pasado pero
22
Tomando en cuenta toda esta riqueza de fuentes que inspiran al conocimiento de las
ontologias andinas y en el espíritu de este libro, creemos que existen muchas ventajas si
establecemos marcos metodológicos críticos para las fuentes que utilizamos en las
proceso de investigación.
Así pues, existen poderosos motivos vinculados con la cercanía espacial y temporal de
las ontologías andinas que hemos proporcionado previamente que pueden ayudarnos a
explicar y entender de mejor manera a las sociedades andinas del pasado. Por su riqueza
de contenido y porque expresan nociones muchas veces inexistentes o diferentes a los del
nativos tienen un valor fundamental. Dada la riqueza del vocabulario andino quechua y
aymara sería imposible abordar una gran amplitud de conceptos en este capítulo, los
Por tanto, aquí solo me enfocaré en cuatro nociones que pienso que son significativas
porque explican importantes aspectos del mundo habitado por los pueblos prehispánicos
y que servirán para explorar desde la arqueología a las ontologías andinas y que aparecen
en este libro como pilares de las explicaciones de los casos de estudio: Cama, Pacha,
Huaca y Runa.
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Ningún libro o artículo sobre arqueología andina puede estar completo sin mencionar la
ontología desarrollada por los pobladores originarios. Sin embargo, existe un debate
colonial temprana (las más tempranas y, por tanto, más fieles a las ontologías andinas
Pese a todo ello, es importante entender que los seres humanos del pasado establecieron
una relación con el mundo y las cosas muy particular e imbricada con su cultura nativa:
1990: XXIV), las nociones o concepciones andinas útiles para nuestro estudio, en
especial, las que se relacionan con la materialidad producida en el pasado. Este libro es
Asi, existen una serie de conceptos que, como hemos visto, proceden de diferentes
civilizatorio, como fue el caso del puquina, el aru (cuya variante principal es el aymara,
10
Aunque ciertamente también existieron resistencias al cambio por parte de los especialistas y
24
Como veremos, las nociones que tomaremos en consideración proceden principalmente
del quechua y del aymara, las cuales comparten un mismo sustrato ontológico (Depaz
maneras, como advertencia, es importante recordar que dichas nociones tomadas del
quechua y aymara fueron recopiladas, registradas y/o interpretadas por personas de origen
hispano o mestizo. Debido a que los habitantes andinos precoloniales “no desarrollaron
una escritura fonográfica, sea silábica o alfabética” (Garcés y Sánchez 2016), la tarea de
difícil.
ontologías andinas, existen lenguas nativas o localismos que se han perdido o se han
transformado a lo largo del tiempo. Por tanto, tenemos un sesgo importante con relación
otras zonas donde, por ejemplo, no se hablaba el quechua o el aymara. Incluso, nuestra
muestra más significativa se restringe a los Andes Centrales y Centro Sur, especialmente
Además, hay que recordar que en el quechua y el aymara, las palabras y conceptos solo
existen con relación a otros. Por tanto, como toda verbalización o enunciación de la
su realidad y las alienaría de las prácticas sociales que le dan sentido. Por tanto, un reto
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y situacional. Aun así, como veremos dichos conceptos fundamentales nos permiten
ingresar a una nueva visión del mundo más cercana a los pueblos nativos pasados y del
presente.
solo encuentran sentido en su relación (Depaz 2015: 32, 80). La búsqueda de equilibrio y
ver Salomon 1991: 10, Szremski et al. 2009: 5). Asi también, momentos de encuentro
geográfico, reciben el nombre de chaupi en quechua y taypi en aymara (Depaz 2015: 81).
Como veremos, parece ser que muchos espacios geográficos y huacas pueden
También, a pesar de que pueda sonar extraño para aquellas visiones románticas e
idealizantes existentes sobre los pueblos andinos, ninguna de estas nociones está
Para los andinos, toda la materia está de alguna manera viva y de manera inversa, toda la
vida tiene una base material.”. Así una de las principales características de la perspectiva
11
Sobre la noción de Tinkuy se pueden consultar los trabajos de Earls y Silverblatt (1978) y
Barraza (2013).
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Al contrario, dicha relación o, mejor dicho, unicidad en la diversidad, es fundamental para
reiteradamente en este libro: Cama, Pacha, Huaca y Runa. La elección de estas nociones
importante recordar la advertencia de Gerald Taylor (2000: 3): “[…] los primeras
se mantienen en el mundo híbrido del catolicismo andino hasta hoy. Para el predicador
cristiano eran necesarios un dios creador y un alma para salvar. Al primero, lo encontraba
cama, «ánima» según Garcilaso, y camaquenc, camaynin, songo del Lexicón de Santo
completo la palabra quechua que designaba el alma de los muertos que, en el contexto,
12
Otras nociones tambien relevantes para entender la cosmovisión andina pueden ser encontradas
en Depaz 2015.
27
De todas maneras, como veremos, el potencial heurístico de dichos conceptos, como el
de cualquier otro originado en otro espacio y tiempo a lo largo del mundo, sigue siendo
4.1. Cama
Es la fuerza que mueve al mundo. En el vocabulario de Santo Tomás (1586) aparecen las
palabras “Camac” traducida como “Creador” y “Camaquey” definida como “mi creador.
No se dice propiamente por el ánima” (también ver Taylor 2000: 4). En el Vocabulario
aymara de Ludovico Bertonio (1612: 75) la palabra “Cchama” se traduce como “Fuerza”
el término “Callpa” traducido como “Las fuerças y el poder y las potencias del alma, o
cuerpo.” Aunque tomando en cuenta a Santo Tomás (1560: 114), Callpay (“fuerzas”)
parece estar más relacionado con el ser humano y con la fuerza, en el sentido de energía
Según Tamara Bray (2009: 358): “A key Andean concept […] is camay, a native Quechua
term that has no clear equivalent in Spanish or English. Salomon & Urioste (1991, 45)
translate camay as ‘to charge’ or ‘to charge being with’, ‘to make’, ‘to give form and
force’, or ‘to animate’ (see also Taylor 1974–76; 1987). Camay is fundamentally
understood as a specific kind of essence, force, or power rather than as something abstract
or generalized. Salomon (1991, 16) invoques the idea of ‘species power’ with respect to
this term, as, for instance, in the case of the patron animals of shamans, who infuse the
28
latter with thei valued species traits, such as visual acuity, speed, or strength. Camay also
carries the connotation of bringing something extant into being through the energizing of
existing matter (as opposed to creating something from nothing) […]. Unlike the simple
act of creation, which once done is over, camay intends something of continuity in
sustaining the being, a condition that involves an on‑going relationship between the
camac (e.g. the ‘camay-er’) and its camasca (e.g. its tangible instantiation) (Salomon
1991: 16–17).”
Sami, una fuerza contenida en las cosas. En términos generales podríamos decir que es el
camaquen, la fuerza, que se ha conservado en las cosas. Como señala Brown Vega (2015:
227): “Another force discussed in the Andean literature is ‘sami’ (Allen, 1988: 49-50).
perceived to have an ‘inherent liveliness’ or power (p. 51). ‘Sami’ is in constant flow.
Things that have ‘sami’ may lose it, regain it, and it is transferable between things.
‘Camaquen’ or ‘sami’ are in constant circulation, emanating from places, people and
things.”
Por tanto, Cama está en todas las cosas del mundo total, en el universo, en el cielo, en la
tierra, en las huacas, en las personas, plantas y animales. Es la fuerza que al fluir, anima
o da vida al cosmos (Depaz 2015: 212). Sin embargo, no es algo dado sino que también
puede ser extenuada, perdida y consumida. En esos casos, el habitante andino o runa
puede y, en algunas situaciones debe, recrear esa fuerza mediante acciones concretas que
crear por lo seres humanos recibía el nombre de “camayoc” (cama (fuerza vital) y yoc “el
29
que posee”) (Santo Tomás 1560. También ver Taylor 2000: 8, Depaz 2015: 222). Con
ello, se entiende que el ser humano daba nueva forma, (re)creaba y criaba gracias al
“cama” (que hacía fluir mediante su ser) a nuevos seres y artefactos en este mundo
Desde luego el estudio de las huacas como hitos geograficos y como edificaciones nos
abre una ventana a reconocer a los rasgos fisicos o contendores del cama. Asimismo,
esa caracteristicas, las conocidad enqas o illas (Brosseder 2014). Finalmente, los mismos
cuerpos de los ancestros contuvieron Cama, especialmente las momias de los Incas, como
Por supuesto, como las fuentes etnohistóricas señalan, existieron seres primordiales como
Wiracocha que crearon y dieron vida (Cama) al mundo y a sus seres (por ejemplo,
Betanzos [1551]2010 o Molina [1572]2008, también ver Salomon 1984, Urbano 2008,
Depaz 2016: 29, 224). Sin embargo, también es necesario tomar en cuenta el peso que la
iglesia católica había impuesto sobre las sociedades andinas con respecto a la
1982, MacCormack [1991]2016, Sánchez Garrafa 2014). Como vimos arriba, Tello
4.2. Pacha
Aymara” de Ludovico Bertonio (1612: 242) “Pacha” también aparece traducido como
30
“Tiempo”. Adicionalmente, “alakh pacha” significaría el cielo, “aca pacha” sería la tierra
inversa, la traducción de “mundo” al aymara sería “Aca pacha, aca vraque (uraque)13,
Así, Pacha es el mundo/tiempo: una unidad indisoluble (también ver Salomon 1991: 14,
Depaz 2015: 25). Con este concepto se expresa que el mundo está en continuo
movimiento. Asimismo, que la historia no es lineal sino más bien cíclica. El cambio y la
relacionado con las fuerzas que existen en la tierra y sus conexiones con otros mundos
principal fuerza que anima a la Pacha y a todos sus componentes incluidos los seres
(1984: 7): “[…] “el sentido andino de la historia” demanda no una cadena se sucesos sino
un patrón de sucesos”. Como ya varios autores han señalado en los Andes prehispánicos
existe un tiempo mítico y cíclico (Zuidema 1964, Earls y Silverblatt 1978). De ahí, los
problemas que enfrentaron los autores coloniales cuando quisieron narrar la historia
13
Según Bertonio (1612: 378) (Vraque) Uraque: La tierra, el mundo inferior, el suelo.
31
prehispánica. Aun asi, diferentes estudios etnohistóricos, antropológicos y arqueológicos
han tratado de elucidar las formas en las cuales se medía el tiempo en el mundo andino
(Zuidema 2010, Ziolkowski 2015). Como señalamos, este tiempo está atado a lo que
4.3. Huaca
ydolos o el mismo ydolo”. En su versión posterior (Santo Tomás 1586: 103), Huaca
aparece traducida como “Ídolo adoratorio o cualquier cosa señalada por la naturaleza”.
como “Ídolo en forma de hombre, carnero, etc. y los cerros q adorauan en su gentilidad.”
tan importante para la vida social prehispánica, especialmente Inca (Curatola y Szemiński
Así, según John Staller (2008: 269-270): “The chronicler Garcilaso de la Vega conveyed
the sense of this important term in 1609 when he said that huaca means: … “a sacred
place”… “a sacred thing” such as… idols, rocks, great stones, or trees which the enemy
[Devil] entered to make the people believe he was a god. They also gave the name huaca
to things they offered to the Sun, such as figures of men [figurines and statues], birds, and
animals made of silver, gold or wood… Huaca is applied to any temple, large or small,
to the sepulchers set up in fields and to the corners in their houses where the Devil spoke
to their priests… They use the same word huaca… to very high hills that stand above the
rest as high towers stand above ordinary houses, to steep mountain slopes… All these
things and others like them were called huaca, not because they were considered gods
32
and therefore worthy of adoration, but because of their special superiority over other
common run of things… they were regarded and treated with veneration and respect.
(1966:73, 76–77)”
Como vemos, el Inca Garcilaso de la Vega establece claramente que las huacas estaban
encarnadas en cosas concretas en la tierra con una infinita variedad de formas, entre las
que destacan las montañas (apus) y las rocas (Sanchez Garrafa 2014, Depaz 2015).
Incluso, algunos seres humanos eran considerados huacas o podían convertirse en tales
(Salomon 1991: 17). Sin embargo, a pesar que eran cosas también estaban animadas,
cargadas de Cama.
Por todo ello, el concepto de Huaca es uno de los más potentes en la literatura andinista
(Brosseder 2014, Curatola 2015: 268) y el que más se ha permeado en las explicaciones
contemporáneas es una reminiscencia del poder y potencia que estas entidades tuvieron
son los rasgos geográficos y/o edificaciones con mayor importancia e inversión de trabajo
tipo estatal, llegando a una monumentalidad impresionante a lo largo del paisaje andino.
Para el ser humano andino o Runa, las huacas tienen una fuerza y potencia que lo superan
a él mismo. Incluso, la fuerza o Cama de los seres humanos podía proceder de su huaca
33
controlaron su vida. De este modo, las huacas tendrían una “agencia” como se ha
las huacas naturales para construir sobre ellas sus extensiones artificiales14. Las grandes
huacas del mundo andino se perpetuaron así a través del tiempo y el paso de las
relaciones entre ellas se asemejan a la vida humana (Depaz 2015: 168). Como señala
Salomon (1991: 17) algunas personas podían ser huacas. De hecho, como se describe en
leyenda de los hermanos Ayar (Betanzos [1551]2010: 59). Así pues, la encarnación,
muy importante que, además, se vincula necesariamente con la existencia del Cama o
fuerza vital.
el de Tirakuna15 (Allen 1982), que se podría traducir como paisaje sagrado compuesto
por huacas que tienen relaciones entre ellas y que, también, están jerarquizadas entre ellas.
Sus sustratos y raíces están en la Pacha. Desde la arqueología se han realizado importantes
14
Como señala Taylor (2000: 6), basándose en el Manuscrito de Huarochirí: “Un hombre que se
beneficia de los poderes transmitidos por una huaca es definido como camasca y, a veces, muy
camasca.” Dicho término fue traducido generalmente en los léxicos coloniales como “hechicero”
(Brosseder 2014).
15
Según Allen (2008: 55): “Los tirakuna parecen ser localizaciones o encarnaciones de la
vitalidad que anima a la Tierra, como una gran unidad”. También ver De La Cadena 2015.
34
esfuerzos por establecer la materialidad de esas huacas, sus caracteristicas físicas,
asociaciones con el paisaje y los objetos asociados (Van de Guchte 1990, Reinhard 2007,
Bray (ed.) 2015, Curatola 2016 (ed.), Bauer 2016, entre otros).
4.4. Runa
En los Vocabularios de Santo Tomás (1560: 166, 1586: 151) aparece la palabra “Runa”
genérico incluyendo a la mujer como Haque16 (Bertonio 1612: 267). De este modo, el
Runa es el ser humano habitante de la Pacha. Su presencia en este mundo tiene orígenes
comunidades o ayllus (Spalding 1984: 28-29), pero también con las demás entidades que
habitan la Pacha como los animales, plantas y las mismas huacas en el paisaje (Tirakuna)
poseen una serie de elementos que dominan y controlan su vida. Estos elementos van
desde las mismas cuestiones materiales como su espacio de producción hasta las propias
deidades de que controlan dicha producción y su reproducción. Por ello, los trabajos sobre
parentesco son fundamentales para empezar a entender las relaciones entre seres humanos
y otras entidades. Las fuentes etnohistóricas y etnográficas brindan una serie de elementos
16
También en Aymara se puede decir algo compuesto como “Taqquepacha” que vendría a
35
comunitarias (Mayer y Bolton 1980 (eds.), Silverblatt 1988, Isbell 2005, Allen 2008,
entre otros) entre las que resaltan la reciprocidad y la cooperación. De especial interés
son las formas de relaciones sociales generadas durante la época Inca que nos ayudan a
Por supuesto que no podemos dejar de lado cuestiones relacionadas con la salud y la
fuerzas vitales como el Cama o Animu eran parte de dichas condiciones, las cuales fueron
de especial interés para la Iglesia Católica debido a su directa relación con el culto a las
mujeres, sobre todo, porque desde la Colonia se siguió reproduciendo una visión
androcéntrica de las sociedades que habían sido recogidas desde la propia perspectiva de
las élites Incas. Afortunadamente, las fuentes etnohistóricas ayudan a establecer los roles
diferentes niveles. Trabajos como los de Irene Silverblatt (1990) o Joan Gero (1992) han
36
Por otra parte, los ancestros o Mallquis también jugaron un rol importante y su
conservación como parte de la comunidad fue vital (Salomon 1991: 20). De hecho, la
muerte era parte de la vida y trascendía los límites que se impusieron posteriormente con
vivos (Depaz 2015: 176). Por ello, el culto a los ancestros o Mallquis era una parte
de tumbas era una práctica primordial que se vinculaba también con la construcción de
1991: 20). En arqueología, un estudio interesante sobre este tema fue desarrollado
del cuerpo (Hastorf y Arnold 2008, Fehren-Schmitz 2010, Tung 2013, Eeckhout y Owens
2015, Verano 2016). Todas estas cuestiones tienen una intima relación con la forma en la
que se concibió al cuerpo humano y sus interrelaciones con otros elementos del mundo.
Para finalizar, la noción de Llacta que aparece en los vocabularios arriba mencionados,
Manuscrito de Huarochirí (Salomon 1991: 23, Taylor 2000: 13). La noción de Llacta
y seres humanos en un lugar sino de a la reunión de otras cosas con profundo significado.
Según Taylor (2000: 13): “Llacta representa al mismo tiempo la comunidad, el lugar
37
donde reside y el “dios protector” local de la misma manera que un nombre único designa
Pachacámac.”. De esta manera, los grupos humanos andinos concebían su lugar social y
De esta manera, estos cuatro ejemplos de nociones andinas y otros más que han surgido,
suponen una rica fuente de concepciones sobre el mundo y sus integrantes que los
coherentes con la comprensión de los objetos, sujetos, costrucciones y paisajes que los
arqueólogos encontramos en nuestras investigaciones. Por ello, para cerrar este capítulo
solamente me gustaría comentar algunas ventajas que nos plantearía el uso de ontologías
Claramente existen más beneficios que perjuicios en el uso de las categorías y conceptos
andinos extraídos de las diferentes fuentes antes expuestas. Como hemos visto, de hecho,
categorías. Los casos en este libro también son un buen ejemplo de la oportunidad de
explorar la realidad prehispánica con el uso de dichas categorías. Por tanto, en este libro
se hacen evidentes las posibilidades y oportunidades que nos dan el estudio y uso de
38
1. Abre el campo de la explicación y la narrativa a visiones alternativas y marginales en
Como hemos visto, la forma en la cual se han generado las interpretaciones arqueológicas
casi desde el mismo inicio del contacto con los españoles en el siglo XVI ha estado
tanto, han creado interpretaciones muy alejadas de la propia forma de ser y estar en el
mundo andino. Por ello, creemos que las ontologías andinas complementan a las
interpretaciones al uso y nos permiten obtener una visión más regional y local de los
Además, del componente heurístico que supone el uso de categorías andinas, al trabajar
con elementos concretos aun presentes de los paisajes andinos, el uso de categorías
situada y permite la posibilidad de acceder a una perspectiva pasada pero también desde
la propia experiencia en el mundo que también fue habitado por grupos sociales del
pasado. Además, los grupos indígenas del presente también nos pueden aportar con su
3. Permite construir hipótesis de trabajo que pueden tener más sentido que las abstraídas
39
Como vimos, a nivel metodológico nos permite crear hipótesis de trabajo. Como todo
trabajo intelectual, los investigadores vamos al campo cargados con nuestras ideas sobre
conocimientos alejados de la realidad andina pasada y presente. Por tanto, el abrir y hacer
A estas alturas del texto, resulta evidente que existe una manera de relación íntima entre
los seres humanos del pasado y sus espacios físicos y mentales. Esta es una perspectiva
importante que se debería rescatar porque afecta directamente nuestra relación con los
pueblos pasados y presentes. De hecho, como algunos capítulos de este libro demuestran
es importante tomar en cuenta este aspecto que, si bien, resulta bastante subjetivo no es
Las ontologías andinas seguramente explican muchas prácticas y rasgos en el paisaje que
Aportar esta discusión permite “abrir la cancha” para poder generar diálogos más
simétricos entre las perspectivas occidentales y las andinas. Asimismo, plantea escenarios
en los cuales los conocimientos ancestrales puedan ser valorados en su verdadera y propia
arqueológicas.
40
6. Se puede contrastar con evidencias objetivas como las que la arqueología rescata: Es
contrastable
Finalmente, y lo que este libro quisiera aportar, es la posibilidad real, incluso cargando
son útiles y las explicaciones generadas mediante ellas puedan ser garantizadas por
contextos arqueológicos andinos. Este libro pretende plantear estos escenarios en los
cuales el uso explícito de ontologías andinas pueda explicar varios contextos a lo largo
Comentarios Finales
existencia del pensamiento y las concepciones de los grupos amazónicos y andinos estuvo
Asimismo, otras fuentes han sido importantes para comenzar a entender dichas
41
mismo desarrollo de las primeras gramáticas indígenas en los Andes y que ahora nos
Así pues, se ha contado con un importante corpus de datos que señalaban la existencia de
una importante y alternativa forma de existir de los pueblos indígenas y como ellos
establecer y hacer explícitos una serie de nociones, conceptos y/o categorías que aquí
solamente han quedado esbozados. Como hemos visto en este capítulo, dichos conceptos
tales concepciones no podrá ser agotada en este libro. Como dijimos en nuestra ponencia
de apertura del simposio en Orlando, esto solamente es una invitación a explorar dichas
ontologías andinas. Queda mucho camino por seguir y este libro es solamente un tramo
Agradecimientos
Lozada por leer versiones tempranas de este manuscrito. A David Beresford-Jones por
faciltarme algunos de sus textos. A los ponentes del simposio de Orlando por sus
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