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AUTOGOLPE DE FUJIMORI Y LA DISOLUCIÓN DEL

CONGRESO QUE DECRETÓ VIZCARRA


De: Wilner Emil Mercado Malpartida
E-mail: wilneremil@gmail.com
En comparación con Vizcarra, Fujimori disolvió el Congreso en 1992 con uso de la fuerza
pública.
El 5 de abril de 1992, el entonces presidente Alberto Fujimori anunció “disolver
temporalmente el Congreso de la República hasta la aprobación de una nueva estructura
orgánica del Poder Legislativo”. Esta decisión dio pie a un gobierno dictatorial con las
consecuencias que todos conocemos.
Para esa fecha, Fujimori estaba completando dos años de su mandato presidencial. No
había las mínimas condiciones para disolver el Parlamento. La Constitución de 1979, que
en aquella época regía en el país, señalaba que el presidente estaba habilitado para disolver
el Congreso si “este ha censurado o negado la confianza a tres Consejos de Ministros”. Así
lo recuerda el abogado constitucionalista Omar Cairo en su ensayo “La disolución
parlamentaria en el Perú”.
La Constitución de 1993 estableció que el “presidente de la República está habilitado para
disolver el Congreso solamente cuando este haya hecho perder el cargo a dos Consejos de
Ministros”. Y esto ha ocurrido así. En setiembre de 2017, el Congreso le negó la confianza
al gabinete de Fernando Zavala. El 30 de setiembre, el premier Salvador del Solar renunció
al considerar que el Parlamento negó la confianza a su gabinete.
Para el catedrático y ex procurador anticorrupción Yván Montoya, hay importantes
diferencias entre el autogolpe de Fujimori y lo que hizo el presidente Martín Vizcarra.
“El mandatario ha reaccionado progresivamente después de muchos abusos de la mayoría
parlamentaria: interpelaciones, censuras y hasta la destitución del presidente Pedro Pablo
Kuczynski. Vizcarra ofreció canales institucionales de salida como el acortamiento del
periodo y la revisión del proceso para elegir a los integrantes del Tribunal Constitucional”,
señaló el abogado.
En esta oportunidad no hay uso de la fuerza pública. En algún momento los congresistas
tendrán que salir por su propia voluntad. No hay punto de comparación con lo que hizo
Fujimori
El constitucionalista Cairo señala en su ensayo: “Fujimori clausuró las dos cámaras del
Congreso. Fue un golpe de Estado que le hizo perder el título de presidente y lo convirtió
en un dictador”.
El 5 de abril de 1992, el entonces presidente Alberto Fujimori cerró el Congreso bicameral
y ordenó el diseño de una nueva Constitución, además de la intervención de todo el aparato
judicial. Especialistas consultados por RPP Noticias analizan las distancias jurídicas entre
aquel acontecimiento y la reciente disolución del Parlamento.
Tras la disolución del Congreso, decretada esta semana por decisión del presidente Martín
Vizcarra, algunos ex legisladores denunciaron la supuesta ruptura del orden constitucional
e, incluso, la configuración de un “golpe de Estado”.
El martes, la fujimorista Luz Salgado equiparó la coyuntura con la producida el 5 de abril
de 1992, fecha en la que el entonces presidente Alberto Fujimori cerró el Parlamento. “Los
supuestos demócratas que tanto criticaron el 5 de abril del 92 ya tienen su 5 de abril con lo
que ha ocurrido”, dijo la ahora ex parlamentaria.
Analizaremos con exactitud esto dos acontecimientos historicos de nuestro pais. Aquí las
diferencias:
1. Vizcarra invocó la Constitución; Fujimori decidió sin marco constitucional
En su Mensaje a la Nación del pasado lunes, el presidente Martín Vizcarra explicó que su
decisión se ajustaba al escenario que prevé la Constitución. En el artículo 134 de la Carta
Magna, que es el invocado por Vizcarra, el rechazo de la confianza a dos Consejos de
Ministros por parte del Congreso le otorga facultad de disolver el Legislativo.
Por su parte, Fujimori, quien también brindó Mensaje a la Nación, sustentó su medida
como respuesta a la actitud de presunta obstrucción que habría demostrado el Parlamento
-entonces, bicameral- hacia el Ejecutivo. En la Constitución de 1979, que regía en ese
momento, el presidente de la República podía disolver únicamente la Cámara de Diputados
si esta le denegaba la confianza a tres gabinetes, pero eso no estaba sucediendo. Saliéndose
del marco constitucional, decretó la elaboración de una nueva Carta Magna para desechar la
vigente.
Al no tener base jurídica, Fujimori denunció el contexto como justificación: A inicios de
1992, el Congreso había promulgado por insistencia una ley que reforzaba el control
parlamentario sobre los actos normativos del presidente. Estos actos normativos, que
pasarían por un mayor filtro en el Legislativo, incluían las medidas extraordinarias en
materia económica, los decretos legislativos con fuerza de ley, los convenios
internacionales y los decretos de estado de emergencia que emitía el Gobierno. Según
sugirió Fujimori, esta disposición legal pretendía maniatar al Ejecutivo. En su discurso,
también expresó que el Congreso se había burlado de la difícil situación económica del país
al incrementar su presupuesto.
Para el ex presidente del Tribunal Constitucional, César Landa Arroyo, lo que se configuró
en 1992 fue un golpe de Estado. "Fue inconstitucional. Puso por encima de la Constitución
de 1979 al Decreto Ley N° 25418 [que oficializó el cierre], estableciendo un gobierno de
facto; no de pleno derecho. La disolución del Congreso del pasado 30 de septiembre se ha
hecho en cumplimiento de lo previsto por el artículo 134 de la Constitución", expresó a
RPP Noticias.
El también ex presidente del TC, Óscar Urviola Hani, tiene una lectura algo distinta. Si bien
refiere que el de 1992 fue un golpe de Estado, estima que la disolución decretada por
Vizcarra representó otro quiebre del orden constitucional pese a la aplicación de su texto.
"En ambos casos ha habido transgresión de la Constitución. En el caso de Vizcarra es
inconstitucional porque, si bien ha invocado el artículo 134, la negativa de la cuestión de
confianza no puede interpretarse como 'tácita' o 'fáctica', como así lo refirió. La negativa de
la confianza pasa por un debate y una votación que no se dieron cuando el presidente opta
por la disolución", dijo Urviola.

2. Fujimori ordenó intervenir instituciones autónomas y medios con actuación del


Ejército.
El Poder Judicial, el entonces Tribunal de Garantías Constitucionales (equivalente al ahora
Tribunal Constitucional), el Ministerio Público, el Consejo Nacional de la Magistratura, la
Contraloría General. Todas estas entidades pasaron al control del Gobierno tras el cierre del
Congreso que ordenaba Fujimori. En su anuncio, que quedara oficializado al día siguiente
con el Decreto Ley N° 25418, el entonces presidente dispuso una “reorganización integral”
de las instituciones mencionadas con el fin de “moralizarlas”.
Inmediatamente después de su Mensaje a la Nación, ese 5 de abril, las tropas del Ejército
intervinieron el Congreso y las entidades mencionadas. Además, ingresaron forzosamente a
los principales medios de comunicación para pautar su cobertura e impedir que informaran
sobre los hechos; un acto calificable como de censura a la prensa.
“En 1992, lo que sucedió fue una ruptura del orden constitucional porque no solamente se
cerró el Congreso de la República, sino que se cerraron e intervinieron otros órganos
constitucionales importantísimos como el Poder Judicial y el Tribunal de Garantías
Constitucionales, además de medios de comunicación. Hay una diferencia no solamente de
diseño constitucional, sino que el desarrollo de la propia medida tampoco se ajustó a
ningún ordenamiento”, explica la abogada constitucionalista Elena Alvites Alvites.
El también constitucionalista Omar Cairo Roldán resaltó para este artículo que la
intervención paralela de instituciones significó una ruptura adicional a lo que establecía la
Constitución de 1979. "Sin ningún sustento constitucional, Fujimori cerró las dos cámaras e
intervino otras entidades y hasta medios de comunicación. La diferencia es grande porque
ninguna de las cosas que hizo Fujimori las ha hecho o está haciendo Vizcarra", expresó.
Cairo destaca que en el caso de Vizcarra no se haya aplicado fuerza militar ni tampoco
restricciones mayores que la de circulación por algunas zonas. “Aquí no ha habido ningún
uso de la fuerza militar. La fuerza policial viene actuando únicamente para custodiar el
orden interno, que es lo que corresponde. Pero no ha ocurrido nada mínimamente parecido
a lo de 1992. No ha salido ni una sola tanqueta, como sí pasó tras el cierre que ordenó
Fujimori”.
3. El Poder Legislativo actual no ha desaparecido; el anterior sí lo hizo.
Si bien la Constitución vigente le permitió a Vizcarra decidir por la disolución del
Congreso, este Poder del Estado no se extingue. En su lugar, se mantiene la Comisión
Permanente que ya estaba conformada desde que se inició la última legislatura. Es decir,
quien fuera presidente del Congreso, Pedro Olaechea, sus vicepresidentes de la Mesa
Directiva y otros 23 integrantes -ahora, ex congresistas- pueden seguir sesionando. La
diferencia está en su campo de atribuciones, que es más reducido y en el que no pueden
legislar. De esta forma, la Comisión Permanente funciona como un órgano de transición
hacia un nuevo Congreso, que quedará definido tras las elecciones parlamentarias previstas
para el 26 de enero de 2020.
“No es que el Congreso de la República haya desaparecido del ordenamiento jurídico y de
la escena política del país. Lo que se ha disuelto, en estricto, es el Pleno del Congreso
porque sigue estando en funciones la Comisión Permanente, que no se puede disolver”,
precisa Elena Alvites.
En el caso del autogolpe de 1992, el Congreso fue cerrado completamente, pese a que la
Constitución de ese momento protegía de la disolución a la Cámara de Senadores y solo
permitía la medida para la Cámara de Diputados. Pero, como ya lo mencionamos, la
decisión de cierre del Congreso no se ajustó tampoco a una causal de orden constitucional.

Óscar Urviola, quien para 1992 era miembro de la Cámara de Diputados, explica que -de
haberse producido el cierre de manera constitucional- la Cámara del Senado se habría
mantenido en casi las mismas funciones que hoy cumple la Comisión Permanente.

“En cierta forma, el Senado habría tenido las mismas atribuciones que la Comisión
Permanente en un espacio de disolución. Pero en el 92, no quedó nada del Congreso.
Estando prevista en la Constitución la posibilidad de disolución cuando se negaba tres
veces la confianza al gabinete, el presidente podía disolver únicamente la Cámara de
Diputados. Sin embargo, lo que hizo Fujimori fue disolver todo el Congreso sin ninguna
cuestión de confianza anterior ni en primera ni en segunda ni en tercera. Por lo menos en el
escenario actual, los congresistas de la Comisión Permanente están ingresando al
Legislativo. En 1992, a los congresistas no se les permitió ni llegar a la esquina de la Plaza
Constitución”, señaló Urviola para este artículo.

César Landa destaca, por su parte, que el procedimiento de la disolución actual se ha


desarrollado dentro de lo previsto por la Constitución. "Se disolvió mediante decreto
supremo, se llamó a elecciones parlamentarias democráticas, se está quedando la Comisión
Permanente para tramitar los decretos de urgencia con los cuales legislará el Ejecutivo
hasta la instalación del nuevo Congreso. Y, como corresponde constitucionalmente, el
gabinete de ministros renunció para dar paso a uno nuevo. Todo se desarrolla en los marcos
constitucionales democráticos, sin censuras a la prensa, sin detenciones ni clausura militar
de instituciones", indicó.

4. El autogolpe no dejó espacios para impugnarlo; la disolución actual sí puede


revisarse jurisdiccionalmente
El último 1 de octubre, la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos
(OEA) se pronunció sobre el escenario político peruano y sugirió que sea el Tribunal
Constitucional el que resuelva la controversia sobre la constitucionalidad del cierre. Al día
siguiente, la Comisión Permanente del Congreso acordó por mayoría interponer una acción
competencial ante el TC con el fin de que revise si el Ejecutivo se excedió en sus
atribuciones y espacios de interpretación constitucionales al disolver el Congreso. No
obstante, Carlos Ramos Núñez, magistrado actual del TC, explicó que la Comisión
Permanente no tendría respaldo jurídico para avanzar con este recurso.
En consulta con RPP Noticias, la abogada constitucionalista Gabriela Oporto Patroni indicó
que, si bien es improbable que proceda una acción competencial por parte de la Comisión
Permanente, sí existen otras vías jurídicas para eventualmente pretender una revisión del
decreto de disolución. “Jurídicamente, por ejemplo, se podría recurrir a un proceso de
amparo como ha hecho el IDL (contra la elección de magistrados al TC)”, dijo.
De acuerdo con Óscar Urviola, también sería posible interponer una demanda de acción
popular: “Los decretos supremos, que son dispositivos de rango infralegal, se pueden
declarar inconstitucionales en un proceso de acción popular ante el Poder Judicial”.
Sin embargo, para Oporto, la admisión de una demanda de acción popular sería improbable.
“Las acciones populares solo van contra normas reglamentarias de alcance general. El
“alcance general” se puede interpretar como un “carácter impersonal”. Me parece que el
decreto supremo de disolución no tiene carácter impersonal, sino todo lo contrario porque
apunta directamente a 130 personas específicas, que eran los 130 congresistas. Además,
tampoco tienen un carácter reglamentario porque no desarrolla una norma con rango de
ley”.
Aunque las posibilidades de impugnar la disolución que decretó Vizcarra son pocas,
existen. En el caso del autogolpe de 1992, el panorama no permitía ninguna posibilidad
porque las instancias que podrían haberse pronunciado -el Poder Judicial y el Tribunal de
Garantías Constitucionales- estaban tomadas. “No había ninguna posibilidad de control
jurisdiccional. No se podía cuestionar la decisión porque en 1992 estábamos, en regla,
frente a un golpe de Estado”, refiere Alvites.
BIBLIOGRAFIA:
 Rubio, Marcial y Bernales, Enrique (1981). Perú: Constitución y sociedad política.
Lima: Centro de Estudios de Promoción del Desarrollo.
 Sánchez de Dios, Manuel (1991). La moción de censura (un estudio comparado).
Madrid: Publicaciones del Congreso de los Diputados.
 Varela Suanzes, Joaquín (2000). El constitucionalismo británico entre dos
revoluciones: 1688-1789. Fundamentos. Cuadernos monográficos de Teoría del
Estado, Derecho Público e Historia Constitucional, 2, 25-96/2000 – Modelos
Constitucionales en la Historia Comparada. Joaquín Varela Suanzes (coord.), Junta
General del Principado de Asturias, España.
 La disolución parlamentaria en el Perú, OMAR CAIRO ROLDÁN,2016.

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