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Todo lo anterior, lleva a la entidad a considerar que en el caso concreto no se observa

ninguna clase de maltrato sobre los menores y la única conducta reprochable a la madre
fue haber dejado a sus hijos al cuidado de una persona que los desatendió, esto, mientras
ella buscaba los medios para el sostenimiento económico dado que se encontraba en
situación de pobreza, sin tener en cuenta que "en los casos en que la familia biológica es
pobre pero si no se ha incurrido en abusos frente a un menor, ello no constituye razón
suficiente para desligar a un niño de su entorno materno y así no se tenga el apoyo de la
familia extensiva"[

En tales términos, la Defensoría no encuentra que se hubiera configurado un motivo para


la declaración de adopción de los menores, más cuando previamente tenían que haberse
agotado las medidas alternativas. Por lo tanto, concluye que la declaración de
adoptabilidad en este caso vulnera los derechos de los menores a tener una familia y, a la
vez, los derechos de la mujer cabeza de familia.

Problema Jurídico

De conformidad con el anterior planteamiento del caso, corresponde a esta Corporación


definir si el proceso administrativo de restablecimiento de derechos, en el cual se decidió
la adoptabilidad de los menores LVRP y KSRP, se adelantó conforme al derecho
fundamental al debido proceso. Lo anterior, a partir de las exigencias que el derecho a la
unidad familiar incorpora en este tipo de procedimientos administrativos en relación con la
actividad probatoria y con las medidas que implican la separación de los menores de su
familia biológica. Para tal efecto, a continuación se pasará a hacer una serie de
consideraciones generales en relación con (i) el derecho al debido proceso administrativo
y su protección excepcional por vía de tutela; (ii) la naturaleza del proceso de
restablecimiento de derechos que adelanta el ICBF; (iii) la sujeción de la administración
cuando adelanta dicho proceso, al derecho de los niños a la unidad familiar; y por último,
a partir de las anteriores consideraciones, (iv) se resolverá el caso concreto.

 En consecuencia, en principio, no cabe hacer ninguna distinción en relación con la


protección por vía de tutela cuando el derecho se manifiesta en el contexto del
proceso administrativo. Sin embargo, la jurisprudencia de esta Corporación ha
indicado que en estos supuestos la evaluación de procedibilidad de la acción de
tutela resulta ser más exigente, pues se parte del hecho que los actos
administrativos cuentan con los recursos propios de la vía gubernativa y, además,
con los medios de defensa jurisdiccionales. Esta situación pone mayor énfasis en
la subsidiariedad de la acción de tutela que cuando se refiere a providencias
judiciales. Al respecto ya señalaba la sentencia T-514 de 2003: "(...) la Corte
concluye (i) que por regla general, la acción de tutela es improcedente como
mecanismo principal para la protección de derechos fundamentales que resulten
amenazados o vulnerados con ocasión de la expedición de actos administrativos,
como quiera que existen otros mecanismos tanto administrativos como judiciales
para su defensa; (ii) que procede la acción de tutela como mecanismo transitorio
contra las actuaciones administrativas cuando se pretenda evitar la configuración
de un perjuicio irremediable; y (iii) que solamente en estos casos el juez de tutela
podrá suspender la aplicación del acto administrativo (artículo 7 del Decreto 2591
de 1991) u ordenar que el mismo no se aplique (artículo 8 del Decreto 2591 de
1991) mientras se surte el proceso respectivo ante la jurisdicción de lo contencioso
administrativo".

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