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KARL W, DEUTSCH

POLITICA
Y GOBIERNO
Cómo el pueblo decide su destino

FONDO DE CULTURA ECONOMICA


í. L A N A T U R A L E Z A D E L A P O L ÍT IC A

cabernos qu e Ja política afecta nuestras vidas, p ero ¿conocemos la


.■ J ¡oLal de su im portancia? C laram ente, vivim os en una edad de creciente
. ...-¡.i?'. M uchas cuestiones que en el p asado no incluían la política, o
ia. im plicaban direclarnenie, se ven ahora com o p ro b le m as políticos.
.. - Occisiones que en otros tiempos no necesitaban hacerse, o se hacían
..áticam ente p o r costum bre, o las tornaban los ciudadanos privados, deben
„'nadas ah o ra p o r las oficinas públicas y m ediante el proceso político.
.. política es en cierto sentido la toma de decisiones p o r m edios públicos,
raste a la tom a de decisiones personales de los individuos en fo rm a
..-i:i y a la tom a de decisiones económ icas en respuesta a fuerzas im per­
as cum o las del dinero, las condiciones del m ercado y la escase/ de
-os. E l conjunto de las decisiones tom adas p o r m edios públicos consti-
: ¿i sector público de un p aís o sociedad. E n nuestro tiem po, los sectores
Leos han venido creciendo en todos los países.

Un ¡m u n d o p o l it iz a d o

...-3 tras ciudades son redes de política. E l agu a que bebem os, el aire que
. >piramos, la segu ridad de nuestras calles, la d ignidad de nuestros po-
■.■-i, la salud de nuestros ancianos, la educación de nuestros jóvenes y
.. esperanza de nuestros grup os m inoritarios, esíán !igados a las decisiones
■ ch icas tom adas en el Palacio M unicipal, en la capital doi E stad o o del país..
Lo que es cierto de la política de las ciudades ¡o es aún m ás de la política
ios países. Un año antes de la iniciación de ¡a Revolución Francesa, la
.-rancia de los reyes borbones recau d aba p o r concepto de im puestos munici-
. r.ícs, provinciales y nacionales aproxim adam ente el 8 % del p roducto na-
.ional bru to (la sum a de todos los bienes y servicios producidos, m edida a
rrecios corrientes). Cien años m as tarde, la T e rcera R epública Francesa to­
davía recaudaba m ediante los im puestos aproxim adam ente el 8 % del P N B ,
.H in q u e ah ora era m ayor y la política de gasto presum iblem ente m ás p r u ­
dente que la de los reyes borbones. E n la actualidad, el gobierno francés
recauda y dirige el gasto del 4 0 % del P N B , y lo ha venido haciendo así
desde fines de la década de los años 30. P o r lo tanto, durante las últim as
décadas Francia ha sido cinco veces m ás política, en térm inos de la p arti­
cipación de la política en la asignación de los recursos del pueblo, que años
u^rás.
En 1970, en los E stados U nidos aproxim adam ente el 31 % del P N B se
recaud ará en im puestos m unicipales, estatales y federales. E s posible que
esta cifra no a b a rq u e la totalidad de los fondos qu e fluyen a través del
sector público, ya qu e en los países que dependen de la em presa p riv a d a los
gobiernos han tratado de redu cir al m ínim o, en la mente del público, la
m agnitud de su participación en la econom ía nacional, aunque no lo puedan
hacer en la realidad. E n A lem ania Occidental, país bien conocido en el
decenio de 1960 p o r su ap oyo a la em p resa privada, entre el 39 y el 47 %
del P N B p asó p o r el sector público, variando de acu erdo con el tipo p ar­
ticular de contabilidad que se emplee. En Suecia, la p articipación del sector
público en el P N B fue, en los años sesenta, del 54 °-i> y en 1958 los votantes

is
16 CONCEPTOS BASICOS DEL ANALISIS

Gráfica 1.1 C recim iento del sector público

n. d. = No disponible

* Gastos del gobierno central, excluyendo Seguro Social y empresas públicas, como porcentaje del
ingreso nacional (prom edio de la década).
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t Todos los gastos públicos, incluyendo Seguro S ocial y empresas públicas.


Fuentes: W. Zapf y W. Schneider, de fuentes estándar. U niversidad de Harvard. 1969; B. M. R u ñ e »
utros, W orld Hanbook (New Haven: Yale U niversity Press, 1964). pág. 63 U ni:ed h a tiü ü s S U '..í¡ .:i
y garbook 1971, Tablas 179 y 194.
18 C'ONCKPTO.S BASICOS 1)1-1. ANALISIS

suecos eligieron por un margen im presionante un gobierno que prom etía


am pliar esle sec'o r y sus servicios más aún. Tocias estrs cifras se refieren
a países no comunistas. Por supuesto, en los países comunistas los sectores
políticos de las econom ías nacionales son todavía mayores, aunque en ninguna
parte de! mundo llegan a constituir e! i 0 0 11n (véase la gráfica 1. í ).
Casi en todas parles, la gen le siente diariam ente los cfeclos do las deci­
siones de política nacional. Tales decisiones llegan a d elen n in a r el alm uerzo
que los niños comen en la escuela, ei nivel de los salarios, los precios de
muchos bienes, el coslo dei crédito, el valor del dinero \ las oporlunidades
de seguir una carrera que tienen los jóvenes,. Las decisiones políticas influyen
también en la calidad de la vida — su seguridad o inseguridad, su fealdad o
belleza— v otras decisiones políticas determ inan la1- relaciones de los países
entre sí y, pu¡- lo tanto, la probabilidad de guerra o paz.
El inundo m ism o se ha politizado más. A fines del siglo stx había quizá
cincuenta Estados soberanos; hoy hay cerca de ciento cuatenia, y el número
puede aum entar en las próxim as décadas. Las decisiones políticas están in­
fluyendo en buena parte del com ercio y las comunicaciones mundiales y ia
están canalizando en verdad, pero no sólo se traía de la ganancia económica.
Estratégicam ente, el mundo se ha unificado: en cu artilla minutos se pueden
hacer llegar proyectiles teledirigidos con cargas nucleares a cualquier plinto
del globo. Ahora la escasa seguridad m ilitar que resta depende de la disuasión
entre los países que \a tienen arm as nucleares y los m edios para su lanza­
miento, y en el largo pia/o dependerá de la proliferación o no proliferación
de tales arm as y m edio'4 en tie los países que no ios poseen aún. Si se des­
truye la civilización y se da muerte a In m a>or partí1 de la hi;:i:ank!nd dentro
de los próxim os veinte o treinta años, elio no ocurrirá p or las plagas o
la peste: nos m atará la política. La política se. lia con ver! ido literalm ente en
una cuestión de vida o muerte.

L \ TARr\ nr. t i c i r v o n po lític a

Entender la política significa sobre todo poder reconocer lo que es im p o r­


tante, las cosas que más influyen sobre el resultado de ios acontecim ientos. S ig •
nifícn también conocer lo que es valioso, es decir, 1a influencia de cada resul­
tado político sobre nuesiros \alores y sobre las personas y cosas que aprecia­
mos y üus interesan. Y significa, por últim o, conocer lo que es real y verdadero:
cuáles de nuestras prim eras im presiones, nuestras intuiciones superficiales
y nuestros granos de creencia popular resistirán las pruebas de la verificación
sistcm álica y ¡a experiencia práctica. En suma, buscamos el conocim iento polí­
tico que sea im portante pain predecii los resultados e influ ir sobre ellos, que
sea pertinente para nuestros valores, \ que resulte confirm ado por las pruebas
> la experiencia.
El últim o de estos aspectos del conocim iento político — su vcrificahiüdad
y verdad— no es menos im portante que los o íro s dos. F.n la m edida en que tai
verificación sea posible, nuestro conocim iento puede ser com partido y som etido
a prueba de m odo im personal, independientem ente de nuestras preferencias y
antipatías, sesgos v personalidades individuales. En la m edida en que apren­
damos a som eter a prueba y a controlar aun los sesgos y errores parciales
inherentes a nuestra propia situación sicológica y social y a nuestros propios
supuestos y m étodos de investigación, podrá haber una ciencia p o lítica y no un
esiudio de la política o una filo so fía de la política — los que pueden hacer sus
propias contribuciones a nuestro entendim iento de política— , o una exposición
de nuestros prejuicios.
i-\ s a u 'k a m - '/ a ni- l.\ - i: i \

/... .jturrc un cualquier o ira üenciu. mü lóelas iii.s -'l' . - . í ;! ..


. . la ciencia política pueden verificarse en iodo í i i o í i ¡ c ; i k '
■ i;-- i;ue pueden ser verificados se rel'uer/.an recipnvam -. ■ •
Je hallazgos \ creencias anteriores retuerzan ^ amp¡¡i-:¡ ,
.■ev'.-'.ada de1
, conocim iento verificado; y si los hallazgos nuevo.1- v v.
cíe los anteriores conducen a interroganies nuevos v Mnalrne¡u,.’ ......... ■
ue conocim iento verificad o acum ulativo, nos estarem os ocupando i1-.1
::\ lí viva y creciente, tal com o se vuelve cada ve/ más la ciencia políilci.
menudo, ia-acción política no puede esperar ei crecim iento lem o aei ■■
. r.iemo. Cuando así ocurre, las decisiones deben tomarse con base en c j ¿-
■..uicra conocim ientos incom pletos o dudosos que se tenga a mano; v esu -
J.-.isIoncs pueden resultar a la postre erradas, en ocasiones con costos enorme.-.
. ■. términos de derram am iento de sangre, pérdida de riqueza y sufrim ieni.-
• .-.'nano. Pero la dem ora de una acción o decisión necesarias puede resuítai
. menos costosa. En consecuencia, en todo m om ento los líderes políticos y lo*
•/dadar.os comunes deben com parar los costos del erro r con los de !a derrio-
-. Sólo con m ejores conocim ientos políticos — m ejo r conocim iento de las
. .:-nseci¡encias de nuestras actitudes y acciones— podrem os lograr que esta
-:?cción sea menos dolorosa y m enos peligrosa, y colocarnos en una posición
■ .as favorable para convertirnos en amos, no en víctim as, de nuestro destino.
As: pues, la política es una cuestión de hechos y valores, de interés persona!
■ de ieaitad hacia los demás, de preocupación y com petencia. Si es verdad que
. i hom bres ven con m ayor facilidad lo que desean ver, también lo es que para
’ jbrevivir no pueden prescindir a m enudo de ia verdad. Es la preocupación
.¡.-.ndamental p o r la verdad, p or el conocim iento que pucua ser verificado, y por
..'.Míticas que funcionen, lo que convierte el estudio de la política en una ciencio.
. a quienes lo practican en politólogos. Sin esta preocupación por las pruebas,
política seguirá siendo un choque de opiniones, presiones, poder, propaganda,
j m era fuerza. Cuando hay preocupación p or ia verdad, la política puede con-
L'rtirse en una búsqueda de soluciones y de nuevos descubrim ientos, de nue-
■as form as de trabajo y de decisión conjunios de nuestro propio destino.
En la m edida en que la ciencia política es una ciencia, es una ciencia api.
eada. Sus tareas son prácticas, y sus teorías se ven a la vez retadas y nuüida->
oor ia práctica. En estos sentidos, la ciencia política se asem eja a otras ciencias
aplicadas tales com o la m edicina y la ingeniería. Cada una de estas ciencias
aplicadas aprovecha un gran núm ero de ciencias lundainentaíes en lo que toca
hechos y a m étodos para enfrentarse a sus propias tarcas. Los ingenieros se
aprovechan de la física, las matem áticas, la quím ica y otras disciplinas para
ayudarse a construir puentes que resistan y máquinas que funcionen con segu­
ridad. Los m édicos y cirujanos acuden a la biología, ia quím ica, la física, la
anatomía, la fisiología, la sicología y muchos otros cam pos del conocim iento,
¿n busca de ayuda para m antener a la gente viva y saludable. De igual manera,
los politólogos acuden a todas las ciencias del com portam iento humano com o la
sicología, la sociología, la econom ía, la antropología, la historia y la teoría Je
ia comunicación. L o hacen .para ayudar a la gente a mantenerse en paz, Ubre:,
y capaces de cooperar, de m anejar sus conflictos v de tom ar decisiones comu­
nas sin autodestruirse.

1 Por ejemplo, un ex alto funcionario de la administración \ixun Daniel P. Movnihn. cií:.líj


errores de un programa federal tendente a mejorar la condición de los norteamericano': pubret ...u :
jii u opinión, había sido elaborado a la carrera, en un lib»<> titulado M áxim um Ft‘u\ibh' -V
<ianchnu (W -w York: Free Press, 1969); mientras que un líder negro. Martin Luiher K.¡rt¿
jue no s»c demorase tanto el combate a la pobreza y lu discriminación racial en e! iib*\, «
i. ir ir Waii (\\ York: New American Library, 2.a ed., 1968).
De l a p o l í t i c a a l g o b i e r n o

D a d o que la política es la tom a de decisiones p o r m edios públicos, se


ocupa p rim ordialm ente del gobierno, es decir, de la dirección y autodirección
de las grandes com unidades hum anas. L a p a la b ra «p o lític a » pon e de relieve
los resultados de este proceso en térm inos d el control y autocontrol d e la
com unidad, ya sea ésta la ciudad, el E stad o o e l país. T o d a com un idad m ay o r
qu e la fam ilia contiene un elem ento de política. Efectivam ente, «p o lítica *
d eriva de la p a la b ra griega polis, q ue significa Ciudad-Estado, y p a ra los
griegos la polis era la com unidad m ás significativa p o r encim a de la fam ilia.

G obiern o: el concepto del timonel. E l go biern o se relaciona tanto con el


antiguo arte de la dirección y autodirección com o con las nuevas ciencias
de la in form ación y el control. Los griegos em p leaban la p a la b ra k ybem etes
p a ra designar a l conductor o tim onel d e un b arco ; las p a la b ra s «g o b e r n a d o r»
y «g o b ie rn o » derivan de este té rm in o 2, al igual qu e el n o m b re de la ciencia
de la com unicación y el control: cibernética.
L a sem ejanza existente entre las tareas de d irig ir y go b e rn a r se h a reco­
nocido casi desde los inicios del pensam iento político. E n La República, Platón
desarrolló explícitam ente esta an alo gía con su «p a rá b o la del b a rc o ». E l h o m bre
m ás experto p a ra n ave gar alred ed o r de arrecifes — escribió Platón— p o d ría
no ga n a r u n concurso d e p o p u larid ad entre la tripulación p a ra elegir un
capitán. A ristóteles tam bién em pleó frecuentem ente esta an alogía; p o r ejem plo,
en su Política escribió que los lím ites d el tam año de u n E stad o eficiente
d eberían ser los m ism os que los de u n barco : ninguno de los dos d ebe lleg ar
a ser tan gran d e qu e no obedezca a l timón.
N o es sorprendente que la imagen de «la nave d e l Estado» se haya esta­
blecido tan firm em ente en el pensam iento político. L a dirección d e lo s barcos
y la de las organizaciones requieren un dom inio de conocim ientos y técnicas
m uy sim ilares. E l tim onel de u n b arco debe tener in fo rm ació n acerca de
m uchas cosas: debe saber, ante todo, dónde se encuentra el tim ón o en
q u é parte de la caña puede colocar su m ano, dónde se encuentra él m ism o
en relación con todo lo que hay en su b arco y lo que tiene qu e h acer p a ra
seguir controlándolo, ya que si p ierde el control toda la in form ación le re­
sultará inútil. E n segundo lugar, el timonel d ebe sa b e r d ón de se encuentra
su barco, dónde se está m oviendo y de qué clase de b a rc o se trata. E n tercer
térm ino, debe saber dónde se encuentra el m edio am biente im portante p ara
el b arco — arrecifes, bancos de arena, aguas b a ja s , corrientes y canales de
navegación— y dónde se encuentra su b a rc o en relación con todas estas
cosas. P o r últim o, debe sa b e r a dónde quiere ir. D ebe tener algu n a id ea de
su m eta, propósito o cam ino p refe rid o y debe sa b e r a cad a m om ento si el
curso presente de su b a rc o lo está ap ro xim an do o alejan d o del objetivo.
L a reunión de estas cuatro clases de conocimientos, y la actuación en con­
secuencia, constituye el proceso de navegación.

2 El T h ird New In tern ation al Dicticmary de Webster indica que la palabra “gobierno* proviene del
francés antiguo governer, que a su vez deriva del latín gubernare (dirigir, pilotar, gobernar), y ésta
del griego Kibernan. La palabra "cibernética”, para denotar este carácter común de los procesos de
orientación, control y gobierno, se propuso en el s. xix por el físico francés André M ane to p& re, y
en 1948 por el matemático norteamericano Norbert Wiener.
LA NATURALEZA DE LA í 'C i.!', : í ->. i’ i

A lgo m uy sim ilar constituye el proceso de g o b l c r . ' ■_ . ,::.j ;:iiJ


:s asuntos de un país — o de cu alqu ier organizad..''i . ir.. ~.:¿ j —
.iíbe sab er cóm o perm anecer en el control; cuál es ¡;. _ . ■ - ___ ■
esiado actúa! del país u organización que e s r i jo .. . „ ._•.
. l í mi tes y oportunidades existentes en el m edio ai qu-,
v cuáles los resultados que desi'a obtener. C om binando
de conocim ientos, y actuando en consecuencia, se tiene k; .. -
dei go b iern o ............................................................... ....................
A l igual que otras tareas com plejas, la dirección y el gobierno . ■ .. ■
m enudo una división del trabajo . V o la r u n avión m oderno y ;k;v:u ■
m ente del punto de despegue al de destino requiere dos trabajos.
la m anipulación de los controles y el trazo del curso; son esenciales U.- : ■.
tnbuciones del piloto y del navegante. E sto sigue siendo cierto uun ..j -:
equipo autom ático m oderno que puede reem plazar al navegante y h.iisr:*
m ism o piloto: am b as tareas de orientación y control deben seguirse L-j'.c .
tando.
E n la política, la tarea de m antener el control se apoya, de igual rn oú :
en las tareas no m enos indispensables de orientación y navegación. U n prim e-
m andatario y su m inistro de relaciones exteriores ueben saber 1o que su
p ropio pu eblo desea y lo que la legislación y los diversos partidos y grupo.-
políticos im portantes aceptarán, p ero tam bién deben saber lo que los ex
tranjeros desean; deben saber, o trata r de saber, el oí'cceo que tendrá une
acción nacional en algún punto distante del m undo, río deben saber sólo
cuáles políticas tendrán éxito dentro del país, sino tam bién cuáles lo lendrár.
en algún país extraño a quince m il kilóm etros de distancia. E n !a segunda
G u erra M undial, tres grandes países — Alem ania, ítalia y Japón— fueron
arruinad os p o r sus gobiernos p o rq u e cad a uno de ellos, aunque m uy capaces:
de obtener y conservar el p o d er dentro de sus fron teras nacionales, se m ostró
trágicam ente incom petente p a ra d eterm inar en térm inos reales lo que acep­
taría el resto del m un do y las políticas que podrían tener éxito en la -¡renu
internacional.

Ayudas a la navegación: mapas e ideologías. P a ra orientarnos en un m un do


difícil y a m enudo desconcertante, frecuentem ente recurrim os a los m apas.
L o s m apas ofrecen un a im agen sim p lificada del m un do real; cu alq u ier m ap a
de la costa de N u e v a In glaterra debe ser m ucho m ás sim ple que la línea
costera m ism a. T odo d iagram a de la anatom ía de un gato debe ser m ucho
m ás sim ple que el gato; com o o bservó en algun a ocasión el m atem ático
N o rb e rt W iener, la única im agen com pletam ente realista de un gato tendría
que ser un gato, preferiblem en te el m ism o gato.
L o que los m apas son p a ra el navegante, son las ideologías p a ra todos
nosotros. U n a ideología es un a im agen sim plificada d d m undo. Podem os con­
serv ar tal im agen en fo rm a bien explícita en ilu s t r a s n er.ies, o nydernoi
d a rla m ás o m enos p o r supuesta e incorpora,’ la a nuestros sen tlm u n tos m as
bien que a nuestros pensam ientos precisos. Sea ■j.tpiíci:?. o im plícita, -jiiíí
ideología sirve com o un m ap a p a ra g u iar nuestro com portam iento. E n co n ­
secuencia, las ideologías tienen una significación directa p ara la política, que
trata de go b e rn a r la conducta. A veces sospecham os de las ideologías p orque
sentim os que conduce a e rro r; sin em bargo, todos nosotros tenemos ideología,
aunque algunos de nosotros tendem os a dividirlas en dos categorías: la o »iu -
doxia (nuestras creencias) y la heterodoxia (las creencias de los c-írosV. .
nuestro cam po y el o tro cam po, equivocado.
U n a ideología política puede ser u n m o do general de pensam iento soín v ?■_■
C O N C K I'IO S BASICOS DHL ANALISIS

Mii-a. una especie de folk lore p olítico co m p a ilid o por un grupo de gentes lolt-s
i u w ¡a m ayoría de los habitantes de un país particular o la m ayoría de los
m iem bros de un grupo cualquiera o de una clase sucia). 0 . quizá también, una
ideología política puede derivarse de las teorías cuidadosam ente elaboradas de
un pensador particular, a través tic ia imagen privada de ia política que éste
ha creado. Eventualnieníe, > tal \ ez muchos años más tarde, tal imagen o teo­
ría puede encontrarse con elevado núm ero de seguidores que piensan que aque­
llo da íorm a a algunos de sus propk-s. sentimientos, experiencias o pensamien­
tos vagos. Estos seguidores pueden mi.¡\ bien entender la teoría de manera di­
ferente a com o el autor Je la m ism a iruisu expresarla, pero, incluso en esta
íorm a sm iple y parcialm ente distorsionada, se aferrarán n ¡a teoría com o ellos
!a entienden gracias a que les proporciona iuslí'm em e lo que buscan de una
ideología: sim plicidad, orientación, seguridad y, a menudo, guía para su con­
ducta y coordinacion para sus acciones. E jem plos de un núm ero de grandes
teorías poJíticjs que han sido utilizadas com o ideologías en diferentes épocas
y jugares pueden verse en el capítulo IV .
Ciertam ente, no podem os prescindir totalm ente de la ideología. L a ideología
es un instrum ento para hacer que el mundo parezca más sencillo y consis­
tente di: io que realm ente es. Los seres humanos encuentran d ifícil aceptar
y conservar en sus m entes diversas piezas de in form ación que parezcan recí­
procam ente contradictorias; cuando se espera que cream os varias cosas que
no encajan bien, nos sentimos incóm odos. Entonces los psicólogos afirm an que
estamos sufriendo una disonancia cognoscitiva. Su experiencia indica que los
individuos tienden a reducir o elim inar la disonancia cognoscitiva, ya tratando
de conciliar intelectualm ente la aparente contradicción o, más a menudo,
suprim iendo u olvidando la pieza de in form ación que no encaja. Así pues,
las ideologías se convierten en guías para la percepción selectiva y para el
recuerdo de ia inform ación. N o sólo los individuos, sino tam bién los grupos
de personas, las organizaciones, pequeñas o grandes, pueblos enteros, socie­
dades y naciones, i raían de reducir o ab olir sus disonancias cognoscitivas
particulares reprim iendo o negando los elem entos de in form ación inconvenien­
tes. aunque éstos sean -■erdaderos y vitales para su prosperidad o supervivencia.
P ero r,;-. ío iv s las ideologías son igualm ente resistentes a la nueva in fo r­
mación o igualm ente im perm eables a la verdad. En verdad podem os llam ar
extrem o a una ideología que rechaza o resiste cualquier pieza de inform ación,
por m;\< cierto e im portante que sea, que no encaje bien en ella, y podem os
llam ar moderada o razonable a una ideología que — aunque no estem os de
acuerdo con ella— se m antenga abierta a piezas adicionales de inform ación
que puedan servir para atem perarla en aras de un m ayor realism o. Los poli­
tólogos. com o los demás científicos, prueban cada elem ento de conocim iento
por si; íu n siven cia con muchos hechos diferentes, cada uno de los cuales
a su vi-/ n;i s:c’ o verificad o independientem ente.
La d ¡rerenci:i entre ¡o extrem o y lo razonable depende así de la capacidad
para recoinuer la realidad y som eter a prueba ia verdad de las opiniones.
El e xtrem ism o siem pre im plica una tendencia hacia el autoengaño, indepen-
dientcm cr.ie Je las ..¡iludes de la causa que supuestamente sirve. E l senador
Barr\ Ooldivr.ier. en su campaña presidencial de 1964, ign oró este punto
cuando pn-cl:im ó cuc «la m oderación en la búsqueda de la justicia no es
una rirfiid : d o fr e m is m o en la búsqueda de la ju sticia no es un vicio».
E sle m oblom ii es l;iti real para quienes se encuentran en la extrem a izquierda
com o ■ 'í:i fiuienes están en la extrem a derecha del espectro político.
En cambio, un ti ideología razonab’ e perm ite pruebas am plias y objetivas
de la ' c k ’ hJ. L;i oies'.ión es: ¿perm ite que la verdad de una pieza de in for­
mación :se;i .sometidn -i prueba fren te a una am plia gam a de diferentes clases
LA NAl'USÍAl.K/.A OH l--\ (*ULI 1¡L':.

dol mundo i'\k'rim — cs:í rcalidud m m ipie e l.:..:\ . r..j '.iLie


■ saciárnoslo o no— , o la prueba solamente en Lormii’.o.' . .. :'.r -:ví.c*a
. .i!¡:i doctrina preferida? Mii la medida en que una idci'ioe:.. -ri-í
ise de verificación múltiple, es probable que sea más realista. Sus propo-
. es llenen m a\or oportunidad de apjender a actuar eíjcL./,:i-,..: .■
..jie» üciien m ayor oportunidad de ser alcanzados m ediam c
alista.

P o l í t i c a , in t e r e s e s y v a l o r e s

La p o lítica y la búsqueda de intereses. La m ayor p a n e del tiempo. ...


.e:>.te se interesa más en las recompensas que en los sacrificios. L'na 'Je
¿rdades fundamentales acerca de la política es que gran parte de ella ocurro
. la Duscmcda ue lo^ tm .ic s js uc indi\iduo-> o «tu p os particulares t’ i< e¡
...iálisis de la política, el concepto del interés ha desempeñado un papel central
. .sde principios del siglo x vi; la palabra «in terés» se incorporó al idiom a en
.sa época. Proviene de la palabra latina interesse, que significa « o jia r en
.red io», com o los granos de trigo dentro de la cáscara, o la carne entre los
¡uesos y los cartílagos. Este significado im plica que entre (o en m edio de)
m conjunto de cosas y acontecim ientos no deseables existen ciertos elem entos
eseables que deben ser aprovechados. Preguntar «¿cu ál es mi Ínteres?» es
-na form a latina de in qu irir «¿ e n qué m e beneficio yo?». Urv. aplicación
.special de esta noción se desarrolló en el p osterior em pleo de la palabra
.nterés» para denotar el pago que los deudores hacen a sus acreedores p or
-1 uso del dinero; el «in te ré s » del acreedor fue la recom pensa que obtenía
.¡o la situación financiera del deudor. Así pues, en general el «in terés» de
cualquier persona en una situación consiste en las recom pensas que pueda
derivar de ella.
Sin em bargo, el concepto «in te ré s » es am biguo: im plica un derecho o una
expectativa de recompensa, p ero tal derecho o expectativa tiene aspectos' sub­
jetivos y objetivos. Del lado de lo su b jetivo, describe una d istrib u ción de
m ención. La gente se interesa en cualquier cosa a la que le preste atención.
Si afirm am os que un cuadro, un anuncio, un lib ro o una obra teatral m antiene
e! interés de su auditorio, im plicam os que conserva su atención, y general­
mente la gente presta atención a las cosas p o r las que espera ser recom ­
pensada. La contem plación de la im agen de una atractiva jo ven en un
anuncio puede ser su propia recompensa, p ero más a menudo prestam os aten­
ción a algún m ensaje o pieza de inform ación, o a alguna situación concreta
cíe la vida real, porque pensamos que de a llí podrem os d erivar alguna recom ­
pensa en el futuro, o porque ello puede ayudarnos a evitar daños o castigos
contra nosotros mismos.
E l lado o b je tiv o del interés es la probabilidad de recom pensa efectiva. En
ci com portam iento de los animales, la atención y la probabilidad de recom ­
pensa están íntim am ente conectadas. Todos sabemos que cuando un gato
observa atentam ente un agu jero de ratón generalm ente hay allí un ratón, ya
que los gatos son animales m uy realistas; los gobiernos son a m enudo menos
realistas. Tanto la política nacional com o la internacional ofrecen una m ulti­
plicidad de casos de grupos políticos, partidos y aun gobiernos, que han
prestado mucha atención durante largo tiem po a políticas y situaciones que
resultaron ser com pletam ente inconvenientes. La h istoria está llena de tales
ejem plos. Los señores de la guerra japoneses pensaron que su interés consistía
en atacar Pearl H arbour; N apoleón y H itle r creyeron que su interés consis­
tía en in vadir Rusia. Cada una de estas decisiones p rod u jo la derrota de una
24 CONCEPTOS BASICOS DEL ANALISIS

nación y la caída ílc sus líderes, lis io patrón data de mi ¡os de años a
el Rey Creso, de Lidia, en Asia Mijnor, preguntó u) oráculo griego de Delfos
si debería atacar el reino do Porsia. E l oráculo respondió: «S i cruzas el río
H alis (que form aba la fron tera entre L idia y P ersia ) destruirás un gran reino».
Creso atacó y un reino fue destruido... el suyo.
L o que es cierto de ios gobiernos tam bién lo ha sido de grupos más
pequeños, com o los sindicatos, los inversionistas y los especuladores en bienes
raíces. Sus registros indican que aunque los individuos han calculado a
m enudo astutam ente acerca de sus intereses, tam bién con frecuencia se han
equivocado. Los sindicatos de m ineros de muchos países se han opuesto a la
introducción de equipo autom ático de extracción del carbón; sin em bargo,
donde tal equipo se ha introducido en cooperación con los sindicatos, ios
salarios de los m ineros han aumentado, y sus hijos pasado a ocupaciones
más atractivas. En la década de 1930 muchos em presarios pensaban que la
adm inistración de R oosevelt dañaría grandem ente sus intereses. Y , sin em ­
bargo, para cuando R oosevelt m urió había aum entado de m anera considerable
e l ingreso de las em presas y había en los Estados Unidos un núm ero mucho
m ayor de m illonarios; la depresión no había sacudido la urdim bre de la
unidad nacional, y los Estados Unidos, con m enores bajas en la guerra, había
ganado m ayor poder en la arena m undial que nunca antes en su historia.
Así, para 1945 los em presarios norteam ericanos se encontraron con una parti­
cipación m ayor y más segura de la riqueza y e l poder m undiales de lo que
había sido el caso en 1933. Sus intereses habían sido bien servidos.
A pesar de estos ejem plos de estadistas, gobiernos y grupos que se equi­
vocaron espectacularm ente sobre sus intereses, el concepto clásico del interés
resulta más aplicable a ios casos en que la distribución de la atención y la
p robabilidad de obtener una recompensa aparecen juntos. En estos casos
hablam os de un interés «v e rd a d e ro » o bien entendido, en contraste con algún
interés im aginario o supuesto que resultó ser falso.

Intereses y necesidades. Los intereses verdaderos o bien entendidos se rela­


cionan a m enudo con las necesidades de individuos y grupos. Una necesidad
es un insumo o dotación de alguna cosa o relación, cuya carencia va seguida de
un daño observable. Nuestros cuerpos necesitan alim ento, agua, oxígeno y mu­
chas otras cosas; si no los obtenem os en cantidades suficientes, m orirem os o
resentirem os daños graves. En el siglo diecisiete, los m arinos no se interesaban
en las vitam inas; nunca habían oíd o hablar de ellas, y p or tal razón rio sabían
que las necesitaban. P ero en los viajes largos, p o r falta de vitam ina C p rove­
niente de los vegetales o frutas frescos, muchos m arinos se veían afectados
o m orían a causa del escorbuto, una enferm edad causada por una deficiencia.
Finalm ente aprendieron a lleva r en sus barcos cantidades adecuadas de lim o­
nes o coles ácidas — fuentes abundantes de vitam ina C— , y prácticam ente se
erradicó el escorbuto.
En ocasiones, los individuos y los gobiernos pueden desear lo que no nece­
sitan, o necesitar lo que no desean. Cuando así ocurre, el cam ino que conduce
de las necesidades a las acciones necesarias puede ser largo. En los decenios
de 1950 y 1960, pocos de los consum idores, em presas o funcionarios públicos de
los Estados Unidos, deseaban que se m odificara el diseño de nuestros m otores
autom otrices convencionales. T a l deseo surgió sólo cuando se dem ostró que los
escapes de m illones de autom óviles de muchas grandes ciudades estaban contri­
buyendo a crea r concentraciones de sm og que llevaban la enferm edad o la m uer­
te a un núm ero creciente de personas. La necesidad de aire y agua no conta­
minados es una característica d el organism o humano; en los Estados Unidos
ha existido p or lo m enos desde fines del decenio de 1940 un interés ob jetivo
LA N a 'IU R A l EZÁ DE LA K X H M A 25

:¡-.íí .- se haga algo acerca de los gases expelidos . la


•ición pública com enzó a d irigirse en gran escala hac.a . .-.T'-rias
¡ir:as del decenio de 1950; sólo a fines del decenio ue -■ , ,r
. .Ljrcs político efectivo en el tema de ia contam inación; h. .-¡ . ...
t. a través de nuevos controles legislativos y ad m in istra.!-.. _ ’. ..
. .-enio de 1970; y los cam bios principales en ia m ayoría de 1í ;.i . r-
■ rtibles ahora en uso, y en el aire de nuestras gran d es cíliUlií.
■•renerse a fines de este decenio o principios del próxim--). . . -
. ¡lino desde la necesidad humana hasta el rem edio político ■.■ i ¡ . . .
■...•jnderse a lo largo de cuarenta años.
Las necesidades hum anas deben ser traducidas a intereses activ.,- ...............
,.:juieran efectivid ad política. Los esfuerzos políticos basados en gr:.r -.
...ades humanas pueden encontrar en ocasiones escaso apoyo a en/. ;
¡entras estas necesidades no se sientan y p erciban todavía a m p ih m c n ie
. largo plazo, las políticas realistas apoyadas p o r intereses activos >
ias necesidades de m illones de p ersonas pueden resu ltar irresistible.-;.

La p o lítica y la asignación de valores. La política se ocupa ele la in ivi-


. ¿eión de los intereses, reclam ación y distribución de las recompensas.
. jeir, de los valores. D iferentes individuos y grupos, o aun países, c|L>-.' acUu¡:i
:■ la política y buscan su interés, pueden cooperar o com petir en ia asi^tcn'iú-i
■/: valores. En realidad, la política ha sido definida a m entido com o el pro-
■-■so p o r cuyo conducto se asignan los valores — las cosas o relaciones que
individuos desearían tener o disfrutar— en una sociedad en form a auto-
/ada — o sea, una form a que se repita y en la que -íc pueda con lia r— que
legítim a en el sentido de que corresponde a las creencias de la gente sobre
.o que está bien y lo que está mal. Un fam oso lib ro de ciencia política escriu;
\i¡- H arold D. Lassw ell fue intitulado P o litic s : W ho C eis U’luti. When, H u vv/•'
En el pasado, las teorías políticas se form u laron en ocasiones en términos
un solo v„i!o! que el teórico político consideraba e ia i■! o b je tiv o de diversos
.¡etores políticos. P or espacio de casi dos m il anos, desde el siclo \ am es
-ie C risto hasta cerca del siglo xv, la m ayor parte de la teoría política se ocupó
Je ia política en térm inos de la re ctitu d o ju sticia , es decir, de la cuestión
-.i;.- cóm o deben asignarse en la sociedad los poderes, las responsabilidades v
*as recompensas para el bien común, A p a rtir del siglo x w , notablem ente
¿radas a la ob ra de escritores com o M aquiavelo y Thom as Hobbes, la política
se concibió generalm ente en térm inos de poder, es decir, de la cuestión de la
asignación real, dentro de la sociedad, de los poderes, responsabilidades y
recompensas; y se sostuvo que el poder era el v a lo r clave en relación con
.1 cual se podrían obtener todos los demás valores. En el siglo x¡x, en los
-lías del Príncipe M etternich tras las Guerras Napoleónicas, y de nuevo en
el siglo xx tras la segunda Guerra Mundial, algunos escritores políticos
;*an tratado de contem plar la política principalm ente com o la búsqueda Je
-.a estabilidad, o sea, el intentó de m antener, a cada sociedad, y las relaciones
¿nire las sociedades, sin cam bios im portantes. Aun otros teóricos podrían
.on sidérar la p olítica com o el estudio del cam bio, el crecim iento y el des­
a rrollo. Sin em bargo, en general todos los intentos p o r contem pla! la política
-ii térm inos de un solo valor, o una sola preocupación humana preponderante.
•ian fracasado; no han p odido p roporcion ar una im agen adecuada de ia riqueza
Je i proceso político y de sus interm inables sorpresas.

* «La Política: ¿Quién obtiene qué, cuándo, cómo?» [T ]


26 « > N U : P I O S BASICOS l>rl. ANAl.ISiS

La p o lítica y la pluralidad de las necesidades: och o valores básicos. Es p ro­


bable que el enfoque más realista haya sido el de Lasswell, quien sugiere que
existen por lo menos ocho valores básicos, a todos los cuales aspirarán los
individuos — aunque con variables grados de interés— y ninguno de los cuales
puede ser ignorado p or com pleto en la p olítica o en la vida. Los ocho valores
de Lassw ell son: poder, ilustración, riqueza, bienestar (o salud), habilidad,
afecto, rectitu d (que incluye la m oralidad y la ju sticia ) y deferencia (o respeto).
Los individuos quieren ser poderosos; tienen una curiosidad y deseo naturales
de aum entar sus conocim ientos; desean la riqueza; aprecian la salud y el
disfrute sensual del bienestar; disfrutan un sentim iento de habilidad, de reali­
zación correcta de un trabajo d ifícil y poseen lo que Thorstein Veblen llam ó
«e l instinto de la^ artesanía»; todos necesitan afecto (la investigación psicoló­
gica ha revelado que los niños pequeños pueden aun m o rir cuando se trata
de criarlos sin un m ínim o de afecto). Los individuos desean tam bién sentirse
justos en térm inos de su propia conciencia, y generalm ente tam bién en térm i­
nos de su religión o filosofía, o del sistema de lo justo y lo injusto que
prevalezca en su sociedad y que ellos han convertido en parte integrante de
su propia personalidad. P o r últim o, la m ayoría de los individuos desean ser
respetados externam ente por sus vecinos y recib ir de ellos la debida deferencia.
A la gente le gusta cruzar una puerta en p rim er térm ino, que se le invite
a sentarse a la cabecera de una mesa y que se preste la atención debida y
respetuosa a sus com unicaciones y mensajes.
Adem ás de estos ocho valores sustantivos que la m ayor parte de los indi­
viduos y grupos persiguen, la gente tam bién desea disfrutarlos de cierta form a,
com o con seguridad y en libertad. Si alguien disfruta un valor, generalm ente
le gusta tenerlo en seguridad, es decir, desea poder confiar en tenerlo en el
futuro. N o solam ente apreciam os la salud, querem os perm anecer saludables;
no sólo disfrutam os el p od er o la riqueza, deseamos seguir gozándolos. Y para
quienes tienen pocos o ningunos valores que disfrutar, com o los desocupados,
los indigentes o los desesperados, la seguridad tiene escaso significado.
La otra form a de disfrute de los valores es la liberta d o espontaneidad,
es decir, la capacidad para actuar de acuerdo con nuestra propia personalidad,
sin tener que hacer un gran esfuerzo de autonegación o autocontrol y sin
quedar sujeto a restricciones externas. A la gente le gusta «h acer lo que les
viene naturalm ente». Les gusta estar saludables, p ero les disgusta una dieta
o un régim en de salud restrictivos; tal vez disfruten del poder y la riqueza,
pero les disgustará la autonegación excesiva o los ahorros forzados, o alguna
disciplina espartana o prusiana que se les exija para aum entar su poder o
riqueza. P ero diferentes acciones pueden parecer «n atu rales» a diferentes
individuos; cada uno puede tender a m anifestar espontáneam ente cualesquiera
hábitos o patrones culturales que hayan aprendido antes. Las controversias
sobre los significados de la libertad han sido frecuentes p or esta razón.

La p o lít ic a y la l e g it im id a d : la c o m p a tib ilid a d de l o s v a lo r e s

La gente no vive y no puede v iv ir con un solo valor, pero p or otra parte


los valores no siem pre son enteram ente com patibles entre sí. Es posible
que alguien aumente su riqueza sólo si trabaja tan duro que dañe su salud.
O puede hacer dinero en form as que disminuyan su sentim iento de justicia
o el respeto de que disfruta en la comunidad. Esto plantea e l problem a de la
legitim idad. Antes hablamos de la legitim idad com o la com patibilidad con
nuestras creencias de lo bueno y lo m alo; ahora podem os explorar este con­
cepto a m ayor profundidad. La legitim id a d es la prom esa de que la búsqueda
LA N AT U R A LE Z A DE LA PO LI'ÍÍC A T

:.io n u e s t r o v a lo r r e s u lta r á c o m p a t ib le c o n la b ú s q u e d a o c i d is i ru te d e o í r o s
/ a lo re ».
Decimos que ¡a búsqueda de un valor es legitiim i si, > solo si. uñem os
-a/ones para esperar que 110 infligirá intolerables daños a ningún otro valor
.¡ue también sea vitalm ente im p oü an ie para nosotros. Por lo tanto, es ledínm o
*aier dinero siem pre que esta búsqueda no im plique una grave violaeion n\u¡a!
u n í ser i a p e rd id a tic resp eto en iiiíe '-tru to n u in ic itic i, o un >overu peíjiiii-í*.»
a nuestra salud. P or supuesto, en la m edida vn que diferentes individuos a r r e ­
cian diferentes valores, sus ideas acerca de la legitim idad diferirán. Algunos
creerán que es legítim o preocuparse p or la justicia, e l respeto > la salud solo
en la m edida en que estas preocupaciones no in terfieran con la acumulación
de dinero.
Esta posición ha sido adoptada en efecto p or los adm inisti adores de los
fondos de algunas iglesias, universidades y otras instituciones, quienes han
sostenido que su tarea consistía sólo en in vertir tales fondos en las acciones
v bonos de em presas privadas tratando de obtener el rendim iento financiero
más alto posible, independientem ente de que estas em presas practiquen la dis­
crim inación racial, fabriquen m uniciones o contam inen el am biente. Algunas
o.ras iglesias, colegios y grupos religiosos, com o la Sociedad de lo s A m ig o s ,
rían evitado las inversiones que ofendan de m odo conspicuo otros \alores o
«.■■'¿encías éticas de sus m iem bros y han p referid o buscar un patrón viable de
¡.irúcíicas de inversión legítim as. N o se ha puesto en claro que estos «in versio­
nistas éticos» hayan sufrido más a causa de grandes desastres financieros que
aquellas instituciones cuyos funcionarios proclam an que no toman en cuerna
¡tada que no sea el dinero en sus decisiones de inversión; y para 19/2 parece
estarse difundiendo el ejem p lo de los «in versores ético s» y su concepto más
am plio de la legitim idad.
El problem a de la legitim idad asume una form a particularm ente terrible
durante las guerras. ¿N o debiera contar otra cosa que «ga n a r» en el sentido de
elim inar la capacidad o la voluntad de resistir del adversario? ¿O debiera exis­
tir alguna restricción a algunas de las prácticas más atroces de la guerra en
respuesta a otros valores, com o la rectitud, el afecto p or las m ujeres y los
niños, o «un respeto decente por las opiniones de la humanidad»;* i.as leyes
m ilitares de los Estados Unidos im ponen restricciones a los m étodos perm i­
tido:-: de hacer la guerra, y tratan de proteger a los civiles; pero la masacre
de m ujeres, niños y ancianos realizada en M y Lai, Vietnam , y los juicios subse­
cuentes del teniente Calley y de su superior, el capitán Medina, revelaron la
di\ isión existente en la opinión pública norteam ericana. Aquí, al igual que
acontece en otras cuestiones urgentes y trágicas, no se ha consolidado todavía
una visión común de la legitim idad.
a s í pues, la legitim idad es un concepto relativo, antes que absoluto. Es la
prom esa que se hace a todo actor político de una configuración viable íe s decir,
un conjunto organizado) de sus p ropios valores. Es una relación entre valores
dentro de una situación la que los vuelve com patibles o los hace entrar en
conflicto. Cuando la situación cambia, la legitim idad puede cam biar también.
Dado que la legitim idad puede variar con el tiem po y el lugar, puede variar
entre los grupos, y diferentes concepciones de la legitim idad pueden conducir
a un con flicto entre grupos o intensificar los conflictos existentes.
A la inversa, un acuerdo acerca de las acciones o valores que son com pa­
tibles ayuda mucho a fa cilita r la creación o preservación de las comunidades.
Mientras exista acuerdo sobre lo que es legítim o, la política y el gobierno
funcionarán más suavemente. Cuando se pierde la legitim idad, los acuet-io-
»e rom pen o se convierten en cuestiones de conveniencia que se puede.'-

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