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POLITICA
Y GOBIERNO
Cómo el pueblo decide su destino
Un ¡m u n d o p o l it iz a d o
...-3 tras ciudades son redes de política. E l agu a que bebem os, el aire que
. >piramos, la segu ridad de nuestras calles, la d ignidad de nuestros po-
■.■-i, la salud de nuestros ancianos, la educación de nuestros jóvenes y
.. esperanza de nuestros grup os m inoritarios, esíán !igados a las decisiones
■ ch icas tom adas en el Palacio M unicipal, en la capital doi E stad o o del país..
Lo que es cierto de la política de las ciudades ¡o es aún m ás de la política
ios países. Un año antes de la iniciación de ¡a Revolución Francesa, la
.-rancia de los reyes borbones recau d aba p o r concepto de im puestos munici-
. r.ícs, provinciales y nacionales aproxim adam ente el 8 % del p roducto na-
.ional bru to (la sum a de todos los bienes y servicios producidos, m edida a
rrecios corrientes). Cien años m as tarde, la T e rcera R epública Francesa to
davía recaudaba m ediante los im puestos aproxim adam ente el 8 % del P N B ,
.H in q u e ah ora era m ayor y la política de gasto presum iblem ente m ás p r u
dente que la de los reyes borbones. E n la actualidad, el gobierno francés
recauda y dirige el gasto del 4 0 % del P N B , y lo ha venido haciendo así
desde fines de la década de los años 30. P o r lo tanto, durante las últim as
décadas Francia ha sido cinco veces m ás política, en térm inos de la p arti
cipación de la política en la asignación de los recursos del pueblo, que años
u^rás.
En 1970, en los E stados U nidos aproxim adam ente el 31 % del P N B se
recaud ará en im puestos m unicipales, estatales y federales. E s posible que
esta cifra no a b a rq u e la totalidad de los fondos qu e fluyen a través del
sector público, ya qu e en los países que dependen de la em presa p riv a d a los
gobiernos han tratado de redu cir al m ínim o, en la mente del público, la
m agnitud de su participación en la econom ía nacional, aunque no lo puedan
hacer en la realidad. E n A lem ania Occidental, país bien conocido en el
decenio de 1960 p o r su ap oyo a la em p resa privada, entre el 39 y el 47 %
del P N B p asó p o r el sector público, variando de acu erdo con el tipo p ar
ticular de contabilidad que se emplee. En Suecia, la p articipación del sector
público en el P N B fue, en los años sesenta, del 54 °-i> y en 1958 los votantes
is
16 CONCEPTOS BASICOS DEL ANALISIS
n. d. = No disponible
* Gastos del gobierno central, excluyendo Seguro Social y empresas públicas, como porcentaje del
ingreso nacional (prom edio de la década).
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2 El T h ird New In tern ation al Dicticmary de Webster indica que la palabra “gobierno* proviene del
francés antiguo governer, que a su vez deriva del latín gubernare (dirigir, pilotar, gobernar), y ésta
del griego Kibernan. La palabra "cibernética”, para denotar este carácter común de los procesos de
orientación, control y gobierno, se propuso en el s. xix por el físico francés André M ane to p& re, y
en 1948 por el matemático norteamericano Norbert Wiener.
LA NATURALEZA DE LA í 'C i.!', : í ->. i’ i
Mii-a. una especie de folk lore p olítico co m p a ilid o por un grupo de gentes lolt-s
i u w ¡a m ayoría de los habitantes de un país particular o la m ayoría de los
m iem bros de un grupo cualquiera o de una clase sucia). 0 . quizá también, una
ideología política puede derivarse de las teorías cuidadosam ente elaboradas de
un pensador particular, a través tic ia imagen privada de ia política que éste
ha creado. Eventualnieníe, > tal \ ez muchos años más tarde, tal imagen o teo
ría puede encontrarse con elevado núm ero de seguidores que piensan que aque
llo da íorm a a algunos de sus propk-s. sentimientos, experiencias o pensamien
tos vagos. Estos seguidores pueden mi.¡\ bien entender la teoría de manera di
ferente a com o el autor Je la m ism a iruisu expresarla, pero, incluso en esta
íorm a sm iple y parcialm ente distorsionada, se aferrarán n ¡a teoría com o ellos
!a entienden gracias a que les proporciona iuslí'm em e lo que buscan de una
ideología: sim plicidad, orientación, seguridad y, a menudo, guía para su con
ducta y coordinacion para sus acciones. E jem plos de un núm ero de grandes
teorías poJíticjs que han sido utilizadas com o ideologías en diferentes épocas
y jugares pueden verse en el capítulo IV .
Ciertam ente, no podem os prescindir totalm ente de la ideología. L a ideología
es un instrum ento para hacer que el mundo parezca más sencillo y consis
tente di: io que realm ente es. Los seres humanos encuentran d ifícil aceptar
y conservar en sus m entes diversas piezas de in form ación que parezcan recí
procam ente contradictorias; cuando se espera que cream os varias cosas que
no encajan bien, nos sentimos incóm odos. Entonces los psicólogos afirm an que
estamos sufriendo una disonancia cognoscitiva. Su experiencia indica que los
individuos tienden a reducir o elim inar la disonancia cognoscitiva, ya tratando
de conciliar intelectualm ente la aparente contradicción o, más a menudo,
suprim iendo u olvidando la pieza de in form ación que no encaja. Así pues,
las ideologías se convierten en guías para la percepción selectiva y para el
recuerdo de ia inform ación. N o sólo los individuos, sino tam bién los grupos
de personas, las organizaciones, pequeñas o grandes, pueblos enteros, socie
dades y naciones, i raían de reducir o ab olir sus disonancias cognoscitivas
particulares reprim iendo o negando los elem entos de in form ación inconvenien
tes. aunque éstos sean -■erdaderos y vitales para su prosperidad o supervivencia.
P ero r,;-. ío iv s las ideologías son igualm ente resistentes a la nueva in fo r
mación o igualm ente im perm eables a la verdad. En verdad podem os llam ar
extrem o a una ideología que rechaza o resiste cualquier pieza de inform ación,
por m;\< cierto e im portante que sea, que no encaje bien en ella, y podem os
llam ar moderada o razonable a una ideología que — aunque no estem os de
acuerdo con ella— se m antenga abierta a piezas adicionales de inform ación
que puedan servir para atem perarla en aras de un m ayor realism o. Los poli
tólogos. com o los demás científicos, prueban cada elem ento de conocim iento
por si; íu n siven cia con muchos hechos diferentes, cada uno de los cuales
a su vi-/ n;i s:c’ o verificad o independientem ente.
La d ¡rerenci:i entre ¡o extrem o y lo razonable depende así de la capacidad
para recoinuer la realidad y som eter a prueba ia verdad de las opiniones.
El e xtrem ism o siem pre im plica una tendencia hacia el autoengaño, indepen-
dientcm cr.ie Je las ..¡iludes de la causa que supuestamente sirve. E l senador
Barr\ Ooldivr.ier. en su campaña presidencial de 1964, ign oró este punto
cuando pn-cl:im ó cuc «la m oderación en la búsqueda de la justicia no es
una rirfiid : d o fr e m is m o en la búsqueda de la ju sticia no es un vicio».
E sle m oblom ii es l;iti real para quienes se encuentran en la extrem a izquierda
com o ■ 'í:i fiuienes están en la extrem a derecha del espectro político.
En cambio, un ti ideología razonab’ e perm ite pruebas am plias y objetivas
de la ' c k ’ hJ. L;i oies'.ión es: ¿perm ite que la verdad de una pieza de in for
mación :se;i .sometidn -i prueba fren te a una am plia gam a de diferentes clases
LA NAl'USÍAl.K/.A OH l--\ (*ULI 1¡L':.
P o l í t i c a , in t e r e s e s y v a l o r e s
nación y la caída ílc sus líderes, lis io patrón data de mi ¡os de años a
el Rey Creso, de Lidia, en Asia Mijnor, preguntó u) oráculo griego de Delfos
si debería atacar el reino do Porsia. E l oráculo respondió: «S i cruzas el río
H alis (que form aba la fron tera entre L idia y P ersia ) destruirás un gran reino».
Creso atacó y un reino fue destruido... el suyo.
L o que es cierto de ios gobiernos tam bién lo ha sido de grupos más
pequeños, com o los sindicatos, los inversionistas y los especuladores en bienes
raíces. Sus registros indican que aunque los individuos han calculado a
m enudo astutam ente acerca de sus intereses, tam bién con frecuencia se han
equivocado. Los sindicatos de m ineros de muchos países se han opuesto a la
introducción de equipo autom ático de extracción del carbón; sin em bargo,
donde tal equipo se ha introducido en cooperación con los sindicatos, ios
salarios de los m ineros han aumentado, y sus hijos pasado a ocupaciones
más atractivas. En la década de 1930 muchos em presarios pensaban que la
adm inistración de R oosevelt dañaría grandem ente sus intereses. Y , sin em
bargo, para cuando R oosevelt m urió había aum entado de m anera considerable
e l ingreso de las em presas y había en los Estados Unidos un núm ero mucho
m ayor de m illonarios; la depresión no había sacudido la urdim bre de la
unidad nacional, y los Estados Unidos, con m enores bajas en la guerra, había
ganado m ayor poder en la arena m undial que nunca antes en su historia.
Así, para 1945 los em presarios norteam ericanos se encontraron con una parti
cipación m ayor y más segura de la riqueza y e l poder m undiales de lo que
había sido el caso en 1933. Sus intereses habían sido bien servidos.
A pesar de estos ejem plos de estadistas, gobiernos y grupos que se equi
vocaron espectacularm ente sobre sus intereses, el concepto clásico del interés
resulta más aplicable a ios casos en que la distribución de la atención y la
p robabilidad de obtener una recompensa aparecen juntos. En estos casos
hablam os de un interés «v e rd a d e ro » o bien entendido, en contraste con algún
interés im aginario o supuesto que resultó ser falso.
:.io n u e s t r o v a lo r r e s u lta r á c o m p a t ib le c o n la b ú s q u e d a o c i d is i ru te d e o í r o s
/ a lo re ».
Decimos que ¡a búsqueda de un valor es legitiim i si, > solo si. uñem os
-a/ones para esperar que 110 infligirá intolerables daños a ningún otro valor
.¡ue también sea vitalm ente im p oü an ie para nosotros. Por lo tanto, es ledínm o
*aier dinero siem pre que esta búsqueda no im plique una grave violaeion n\u¡a!
u n í ser i a p e rd id a tic resp eto en iiiíe '-tru to n u in ic itic i, o un >overu peíjiiii-í*.»
a nuestra salud. P or supuesto, en la m edida vn que diferentes individuos a r r e
cian diferentes valores, sus ideas acerca de la legitim idad diferirán. Algunos
creerán que es legítim o preocuparse p or la justicia, e l respeto > la salud solo
en la m edida en que estas preocupaciones no in terfieran con la acumulación
de dinero.
Esta posición ha sido adoptada en efecto p or los adm inisti adores de los
fondos de algunas iglesias, universidades y otras instituciones, quienes han
sostenido que su tarea consistía sólo en in vertir tales fondos en las acciones
v bonos de em presas privadas tratando de obtener el rendim iento financiero
más alto posible, independientem ente de que estas em presas practiquen la dis
crim inación racial, fabriquen m uniciones o contam inen el am biente. Algunas
o.ras iglesias, colegios y grupos religiosos, com o la Sociedad de lo s A m ig o s ,
rían evitado las inversiones que ofendan de m odo conspicuo otros \alores o
«.■■'¿encías éticas de sus m iem bros y han p referid o buscar un patrón viable de
¡.irúcíicas de inversión legítim as. N o se ha puesto en claro que estos «in versio
nistas éticos» hayan sufrido más a causa de grandes desastres financieros que
aquellas instituciones cuyos funcionarios proclam an que no toman en cuerna
¡tada que no sea el dinero en sus decisiones de inversión; y para 19/2 parece
estarse difundiendo el ejem p lo de los «in versores ético s» y su concepto más
am plio de la legitim idad.
El problem a de la legitim idad asume una form a particularm ente terrible
durante las guerras. ¿N o debiera contar otra cosa que «ga n a r» en el sentido de
elim inar la capacidad o la voluntad de resistir del adversario? ¿O debiera exis
tir alguna restricción a algunas de las prácticas más atroces de la guerra en
respuesta a otros valores, com o la rectitud, el afecto p or las m ujeres y los
niños, o «un respeto decente por las opiniones de la humanidad»;* i.as leyes
m ilitares de los Estados Unidos im ponen restricciones a los m étodos perm i
tido:-: de hacer la guerra, y tratan de proteger a los civiles; pero la masacre
de m ujeres, niños y ancianos realizada en M y Lai, Vietnam , y los juicios subse
cuentes del teniente Calley y de su superior, el capitán Medina, revelaron la
di\ isión existente en la opinión pública norteam ericana. Aquí, al igual que
acontece en otras cuestiones urgentes y trágicas, no se ha consolidado todavía
una visión común de la legitim idad.
a s í pues, la legitim idad es un concepto relativo, antes que absoluto. Es la
prom esa que se hace a todo actor político de una configuración viable íe s decir,
un conjunto organizado) de sus p ropios valores. Es una relación entre valores
dentro de una situación la que los vuelve com patibles o los hace entrar en
conflicto. Cuando la situación cambia, la legitim idad puede cam biar también.
Dado que la legitim idad puede variar con el tiem po y el lugar, puede variar
entre los grupos, y diferentes concepciones de la legitim idad pueden conducir
a un con flicto entre grupos o intensificar los conflictos existentes.
A la inversa, un acuerdo acerca de las acciones o valores que son com pa
tibles ayuda mucho a fa cilita r la creación o preservación de las comunidades.
Mientras exista acuerdo sobre lo que es legítim o, la política y el gobierno
funcionarán más suavemente. Cuando se pierde la legitim idad, los acuet-io-
»e rom pen o se convierten en cuestiones de conveniencia que se puede.'-