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Al abrir el Santo Evangelio para leerlo, recuerda, que el decidirá tu destino eterno.
Según el Evangelio seremos juzgados y depende de nuestra relación a Él aquí en la
tierra, obtendremos la Bienaventuranza eterna o eterno sufrimiento.
Dios reveló Su voluntad al hombre, que es un grano de polvo. ¡El Libro en el cual está
escrito esta gran y santísima voluntad, está en tus manos! Puedes recibir o rechazar la
voluntad de tu Creador y Salvador. Todo depende de tu deseo. Tu vida eterna y tu
muerte eterna se encuentran en tus manos: pues piensa, cómo tienes que cuidarte y ser
razonable. No juegues con tu destino eterno.
Reza con el espíritu contrito al Señor, que te abra los ojos para ver milagros ocultos en
Su Ley, que es el Evangelio. Ellos te abren y tú puedes ver como el alma se cura del
pecado por la palabra de Dios. Al curar las enfermedades físicas, Dios nos mostraba que
antes había curado el alma. Había mostrado para nosotros, los hombres pasionales con
la mente llena de sensualidad.
Lee Evangelio con mucha atención y veneración. No pienses que allí hay algo sin
importancia. Cada grano suyo emite un rayo vital. Menospreciar la vida, significa
morir.
Al leer sobre los leprosos, paralíticos, ciegos, rengos y endemoniados, los cuales el
Señor curó, piensa que tu alma pecaminosa, estando bajo la esclavitud demoniaca, se
asemeja a estos enfermos. Con ayuda del Evangelio aprende la Fe. Aprende que el
Señor, que curó a ellos, te curará a ti también, si vas a suplicar a Él que te libre de tus
enfermedades.
Prepara tu alma según lo mencionado, para que tengas capacidad de recibir la curación.
Solo aquellos que, se arrepienten de sus pecados, pueden recibirla. El juez orgulloso, es
decir, el que no ve sus pecados, no necesita Salvador.
Ver sus pecados, ver la caída de toda la humanidad, es un don especial de Dios. Pide
ese don para ti y se revelará delante de tus ojos el libro del Médico Celestial –
Evangelio.
Esfuérzate para que el Evangelio haga suyo tu mente y tu corazón, es decir, que tu
mente viva allí. Entonces toda tu actividad será evangélica. Puedes alcanzar aquel
estado, leyendo y escuchando el Evangelio con veneración.
Pacomio el Grande, uno de los famosos ancianos antiguos, conocía el Santo Evangelio
de memoria y bendecía a sus discípulos por la revelación Divina, aprenderlo hasta
memorizar. Entonces el Evangelio los acompañaba en todo lugar y tiempo,
dirigiéndolos siempre.
No oses de comentar el Evangelio y otros libros de las Santas Escrituras por sí mismo.
La Biblia estuvo pronunciada por los Santos Profetas y Apóstoles no según su voluntad,
sino por inspiración del Espíritu Santo. ¡Que irrazonable es comentarlo arbitrariamente!
Y la Divina Palabra, la palabra de salvación puede ser para esos comentadores, como
una espada de doble filo por la cual ellos alcanzan la muerte eterna. Por la cual se
mataron Arios, Nestorios, Eftigios y otros herejes. Que se cayeron en la blasfemia,
comentando la Santa Biblia arbitrariamente.
Pero en quien fijo realmente mis ojos es en el pobre y en el corazón arrepentido, que se estremece por mi
palabra (Isaías 66, 2), - dice el Señor. Que seas así con respecto al Evangelio y al Señor que está presente
ahí.
Deja tu vida pecaminosa, deja tus apegos y gustos terrenales. Renuncia de tu alma, entonces el Evangelio
será entendible y abierto para ti. El que desprecia su vida en este mundo, - Dice el Señor del alma, para
la cual amar al pecado es una condición de su naturaleza caída, es una condición de su vida- la
conserva para la vida eterna (Jn 12, 25)
Para el cual que ama su alma, que no quiere renunciar a ella, el Evangelio está cerrado. El lee solo las
letras, pero la palabra vital, el Espíritu, están ocultos para él. Cuando el Señor vivía en la tierra con
su Santo Cuerpo, muchos lo vieron y no lo vieron ¿Por qué? Porque lo miraron a Él a través de sus
ojos carnales, como los animales, y no lo vieron con los ojos de su mente y su corazón. Y ahora todos
los días, muchos leen el Evangelio y, al mismo tiempo, nunca lo han leído. No lo entienden en
absoluto.
El Evangelio, como dijo un anacoreta, se lee a través de la mente pura. Se entiende según la medida
de su cumplimiento. Sin embargo, entenderlo con toda la exactitud y perfección, no se puede solo
con nuestros propios esfuerzos. Son el Don de Cristo. El Espíritu Santo al mantener su morada en Su
verdadero y fiel servidor, lo hace a un lector perfecto y hacedor real del Evangelio.
El Evangelio muestra las virtudes del Nuevo Hombre, quien es el Señor desde los cielos. Este nuevo
hombre es Dios por su naturaleza. Aquellos que creen en Él y que se transfiguran por Él, les hace a
ellos dioses según la Gracia.