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TOMO I
PRESENTADO POR:
LAMBAYEQUE– PERÚ
2012
CAPITULO I
PROCESO DE CONOCIMIENTO
1. INTRODUCCIÓN
Partiendo del concepto de proceso judicial como el conjunto dialéctico de actos jurídicos
procesales realizados por todos los sujetos procesales con la finalidad de resolver un
conflicto intersubjetivo de intereses o solucionar una incertidumbre jurídica y conseguir la
paz social en justicia, debemos señalar que en el presente trabajo desarrollaremos la
normatividad procesal civil que regula el más importante de los procesos civiles que se
caracteriza por la complejidad de los conflictos que se resuelven por un tercero imparcial,
que viene a ser el Juez, asimismo , en esta clase de procesos, los plazos son más largos
que en los demás procesos civiles regulados por nuestro Ordenamiento Adjetivo, tales como
el Proceso Abreviado, Sumarísimo, Único, Ejecutivo y Cautelar. El proceso de conocimiento
propiamente dicho es el más importante de los procesos civiles que regula nuestro Código
Adjetivo, específicamente, desde el artículo 475º al 485º del mencionado Código. Asimismo
el Código Procesal Civil, en su art. 476, correspondiente a la postulación del proceso, señala
que el proceso de conocimiento se inicia con la actividad regulada en la Sección Cuarta.
2. PROCESO DE CONOCIMIENTO
2.1 DEFINICIÓN
Podemos luego definir el PROCESO DE CONOCIMIENTO como "El proceso que tiene por
objeto la resolución de asuntos contenciosos que contienen conflictos de mayor
importancia o trascendencia; estableciéndose como un proceso modelo y de
aplicación supletoria de los demás procesos que señale la ley" (concepción propia del
proceso de conocimiento).
2.2. CARACTERÍSTICAS
Las características que encontramos dentro del PROCESO DE CONOCIMIENTO [2]; según
el doctor WLVELDER ZAVALETA CARRUTEIRO, son las siguientes:
2. PROCESO MODELO.- Esta sea tal vez la característica más importante de este proceso;
ya que según él se guiaran y/o regirán las falencias que se adviertan los otros tipos de
procesos. El PROCESO DE CONOCIMIENTO [4] viene a constituir la columna vertebral
de todo el sistema procesal. Todos los institutos como demanda, contestación,
excepciones y defensas previas, rebeldía, saneamiento procesal, conciliación, medios
probatorios, alegatos, etc. Están a su servicio y han sido elaborados ex profesamente
para él.
Dentro de estas características se podría señalar o colegir de todas las anteriores una
sexta (una adicional).
Los principios procesales son normas matrices a preceptos fundamentales e los cuales se
originan pautas para regular las relaciones jurídicas del proceso así como la de juez y de las
partes dentro de un marco limitado donde se desenvuelve la actividad procesal.
- Las pruebas corresponden a las partes, por eso los hechos que invocan
deben probarlos por ser carga procesal para ellas mismas.
- Los Jueces no pueden fallar más allá de lo pedido por las partes ni omitir
pronunciarse respecto a algunos extremos de la demanda. La sentencia que se
pronuncie omitiendo las peticiones de la demanda será nula y,
- Sólo las partes podrán impugnar las resoluciones judiciales para su revisión
y casación por los órganos jurisdiccionales superiores jerárquicos.
El principio dispositivo se manifiesta en la prescripciones del Código Procesal Civil
sobre las reglas de competencia, presentación de la demanda, cumpliendo las
formalidades que disponen los art. 424 y 425 del C.P.C. las tachas u oposiciones,
excepciones y defensas previas, la contestación de la demanda, las formas
especiales de conclusión del proceso como la transacción, conciliación, allanamiento
y reconocimiento, desistimiento, abandono, las resoluciones judiciales ç, los medios
impugnatorios como los remedios y recursos, etc.
Al ser director del proceso, el juez está obligado a dirigir personalmente los actos
procesales y es responsable del retardo ocasiones a las partes por su negligencia,
ejerciendo su cargo con sujeción a las disposiciones del Código Procesal Civil.
Este principio radica en el derecho que tiene toda persona a la igualdad ante la ley,
tal como lo prescribe el art. 2º inciso 2º de la Constitución Política del 93. El art. VI
del T.P. del C.P.C. regula el principio de socialización del proceso. Al señalar que: 2El
juez debe evitar que la desigualdad entre las personas que comparecen por razones
de sexo, raza, religión, idioma o condición social, política o económica.
Desde los tiempos medievales hasta la actualidad se conoce este principio por los
estudios contemporáneos realizados. De ahí que el procesalista COUTURE, afirma:
“Lo que este principio no es una igualdad numérica, sino una razonable igualdad de
posibilidades en el ejercicio de la acción y de la defensa.
Las otras resoluciones se tendrán por notificada el mismo día de que lo fueran la
otra parte.
Este principio está basado en que este principio está basado en que todo proceso
contencioso como el de conocimiento son indispensable dos partes (demandante y
demandado).
Este principio dio origen a la denominación de sujetos de la litis, que actualmente ha
variado por la denominación de “partes de proceso”.
Según este principio el Juez debe conocer la actividad de las partes, su conducta y
su solvencia moral y que los actos se realicen, los cumplan en su presencia, lo que
le permitirá, si llegara el caso, hacerles conciliar, trenzar y finalmente emitir una
valoración justa de los hechos que aporten. Este contacto debe ser personal, sin
necesidad de intermediarios como abogados, relatores, etc.
Este principio permite que toda actividad procesal se realice a través del menor
número de audiencias, ya sea una o dos y en menos tiempo con la finalidad de que
el juez tenga una visión integral, que no solo le permita participar de todas las
audiencias, sino también adquirir una revisión de conjunto del proceso que va a
resolver.
El artículo V el título preliminar del Código Procesal Civil dispone que el proceso es
un medio de necesita las partes para alcanzar la tutela jurisdiccional efectiva, por lo
que éste no puede originar mayores gastos al valor de los derechos que están en
conflicto.
Los procesalistas modernos presentan que todos los actos procesales que realizan
las partes y el Juez deben ser dados a publicidad para fiscalizar a los sujetos de la
relación procesal; sin embargo existe algunos procesos civiles en que se debaten
cuestiones de carácter privado por lo que se hacen menos necesaria la publicidad.
Pero los instrumentos modernos de difusión de ideas e imágenes han llevado a esta
garantía a términos, que desde otro extremo conspiran contra la obra de la
jurisdicción que constituye un peligro tan grande como el secreto mismo.
Los magistrados valoran los medios probatorios que ofrecen las partes en los actos
probatorios – como en la demanda, tachas u oposiciones, excepciones y defensas
previas, contestación y reconvención.
En el proceso civil, los jueces no tienen facultades citra petita, ultra petita ni extra
petita, sino que tiene n que resolver de acuerdo a lo peticionado por las partes. El
fundamento radica en que el derecho procesal tiene naturaleza pública, pero los
derechos controvertidos dentro del proceso son de carácter privado, por
consiguiente, el juez no tiene potestad para sentenciar sobre los puntos de
demandados, no pedidos no probados.
Este principio tiene mucha importancia para el Juez y las partes. A los órganos
jurisdiccionales este principio los obliga a resolver de acuerdo a lo pedido y a las
partes los confiere el derecho de hacer uso de los medios impugnatorios, cuando su
pretensión no ha sido de acuerdo a lo pretendido a su demanda.
Está contenido en el art. III del T.P. del C.P.C.; al disponer que en caso del vacío o
de defectos de las disposiciones contenidas en nuestro ordenamiento procesal el
Juez deba recurrir a los principios generales del Derecho Procesal y a la doctrina
jurisprudencial correspondiente en atención a las circunstancias del caso.
En el proceso civil muchas veces se observan que las resoluciones judiciales que
expiden los jueces son ajenas a la realidad.
Porque las instituciones procesales que lo integran no solamente son aplicables a otros
procesos contenidos en el Código Procesal Civil, sino también a otros procesos de
competencia material distinta, como es la demanda, tachas y oposiciones, excepciones
y defensa previas, contestación de la demanda y reconvención, saneamiento procesal
y cuestiones probatorias, audiencia de pruebas, medios probatorios, ya sea
supletoriamente o por mandato expreso.
La etapa probatoria, es la fase donde las partes tienen la obligación de acreditar los
hechos afirmados o negados en los actos probatorios y el Juez a cautelar
personalmente la actuación de las pruebas.
Por aplicación del principio constitucional de doble instancia a las partes se les permite
en el proceso de conocimiento hacer uso del recurso de apelación con la finalidad de
que el órgano jurisdiccional superior jerárquico revise las resoluciones que causan
agravio anulándolas, total o parcialmente, corrigiendo de este modo los errores
judiciales cometidos por el ad quo, toda vez que éstos que han juzgado en primera
instancia son seres humanos susceptibles de error y no divinos e infalibles.
El art. 123 del C.P.C. prescribe que una resolución adquiere la autoridad de cosa
juzgada cuando contra ella no procedan los medios impugnatorios o cuando las partes
renuncian expresamente a interpretar los medios impugnatorias o dejan transcurrir los
plazos sin proponerlos.
A la demanda se le acompañara:
2. El documento que contiene el poder para iniciar el proceso, cuando se actúe por
apoderado;
Si el Juez considera que la demanda cumple con requisitos y anexos o sea es una
demanda en forma, en resolución motivada, dando por ofrecidos los medios de
prueba, corre traslado al demandado, para que comparezca al proceso, en el punto
de treinta (30) días.
1. Expositiva: en esta parte el Juez hace un resumen de lo que se pide por parte del
accionante (demandante) y también la defensa del demandado.
2. Considerativa: aquí el Juez hace un razonamiento jurídico, lógico de los hechos
probados y la norma aplicable al caso concreto.
3. Resolutiva: lo que ordena decide, en forma clara y concreta.
Notificado el demandado con la resolución que corre traslado, y da por ofrecidos los medios
probatorios, la demanda y los anexos, dicho demandado tiene 30 días para contestarla. (Art.
478º inciso 5) Puede proponer reconvención en el mismo escrito que contiene la
contestación de la demanda, el plazo es también de 30 días (Art. 445). La reconvención
constituye una nueva demanda y debe cumplir los requisitos previstos en los Arts. 424º y
425º del C.P.C. en lo que corresponda.
Excepciones que pueden proponerse de acuerdo al Artículo 446º son las siguientes:
1. Incompetencia;
2. Incapacidad del demandante o de su representante;
3. Representación defectuosa o insuficiente del demandante o del demandado;
4. Oscuridad o ambigüedad en el modo de proponer la demanda;
5. Falta de agotamiento de la vía administrativa;
6. Falta de legitimidad para obrar del demandante o del demandado;
7. Litispendencia;
8. Cosa Juzgada;
9. Desistimiento de la pretensión;
10. Conclusión del proceso por conciliación o transacción;
11. Caducidad;
12. Prescripción extintiva; y,
13. Convenio arbitral.
Solo se aceptan los medios probatorios que se ofrecen al proponer las excepciones.
a. Incompetencia;
b. Representación defectuosa o insuficiente del demandante o
c. Representación defectuosa o insuficiente del demandado;
d. Falta de agotamiento de la vía administrativa;
e. Litispendencia;
f. Cosa Juzgada;
g. Desistimiento de la pretensión;
h. Conclusión del proceso por conciliación o transacción;
i. Caducidad;
j. Prescripción extintiva; y,
k. Convenio arbitral.
1.- Prescindir de los medios de prueba pendientes de actuación, declarar infundada las
excepciones y sanear el proceso.
2.- Caso contrario fija día y hora para la audiencia de saneamiento, con el carácter de
inaplazable.
Notificado el demandado con la resolución que admite, la demanda y sus anexos, puede
interponer tachas y oposiciones:
1. Al absolutamente incapaz.
2. Al que ha sido condenado por algún delito que a criterio del juez afecte su
idoneidad.
3. Al pariente dentro del 4to grado de consanguinidad o 3ro de afinidad,
cónyuge, concubino, salvo tratándose de derecho de familia o lo proponga la
parte contraria.
4. Al que tenga interés directo o indirecto en el resultado del proceso.
5. Al juez y al Auxiliar de justicia, el proceso que conocen.
1. Nulidad del acto jurídico, por las causales previstas en el Art. 219 del Código Civil.
2. La nulidad del acto jurídico, por la formalidad incumplida en su otorgamiento.
3. La falsedad y la falsificación de toda clase de documentos.
Las oposiciones que se interponen en forma maliciosa, el Juez interpone una multa
equivalente de tres a diez URP, más las costas y costos de su tramitación.
1. No tengan una vía procedimental, no estén atribuidos por ley a otros órganos
jurisdiccionales y, además, cuando por su naturaleza o complejidad de la pretensión, el
Juez considere atendible su tramitación;
2. La estimación patrimonial del petitorio sea mayor de mil Unidades de Referencia
Procesal;
3. Son inapreciables en dinero o hay duda sobre su monto, y siempre que el Juez considere
atendible su procedencia;
4. El demandante considere que la cuestión debatida sólo fuese de derecho; y,
5. Los demás que la ley señale
Código Civil:
• Indemnización daños y perjuicios que estén vinculada con la impugnación de los acuerdos
de la Junta General (artículo 146º);
• Acción de nulidad y caducidad de acuerdos nulos (artículo 150º);
• Acción de los acreedores dirigida contra los liquidadores, después de la extinción de la
sociedad, si la falta de pago se ha debido a culpa de estos (artículo 422º).
•
Bibliografía
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• PEYRANO, Jorge W. FRAUDE PROCESAL Y PROBLEMÁTICA en EL FRAUDE PROCESAL –
FUNDAMENTOS DOCTRINARIOS PARA LOS PROCESOS ORDINARIOS INICIADOS CON ANTERIORIDAD
AL NUEVO CÓDIGO PROCESAL CIVIL Y LA APLICACIÓN DE LA NULIDAD DE LA COSA JUZGADA
FRAUDULENTA UN ESTUDIO DEL ARTÍCULO 178º DEL C.P.C., Instituto de investigación y Defensa del
Derecho de Acceso a la Justicia –IDAJUS-, Palestra Editores SRL, Lima
CAPÍTULO II
Cuando el acto jurídico está afectado por causales que conspiran contra su plena validez y estas
causales son contemporáneas a su nacimiento, puede hablarse de nulidad del acto.
Ángel Cornejo sostiene que el acto jurídico nulo es aquel que reúne todos los elementos necesarios
para su existencia, pero al que se le considera ineficaz por convenir un mandato o una prohibición
de la ley.
La nulidad no opera del pleno derecho puesto que debe ser declarada por los jueces. Toda nulidad,
requiere, el ejercicio de una acción y no considera la inexistencia inicial del acto.
Ripert y Boulanger señalan que las nulidades es la ineficacia con que la ley sanciona un acto
jurídico, porque fue celebrado en la violación de las prescripciones dictadas por ellas.
Según Vidal Ramírez la nulidad puede alcanzar a la generalidad de los actos jurídicos. Se funda,
unas veces, en consideraciones de orden público y, otras, en la cautela de intereses privados 1.
Podemos decir entonces que la nulidad es la sanción legal dirigida contra las partes de un acto
jurídico por la cual se puede declarar inválido y de esta manera privarlo de sus efectos normales
debido a la existencia de vicios originarios que afectan su estructura.
El acto nulo no requiere de pronunciamiento judicial, solo si una de las partes que lo celebro
pretende su validez, corresponderá entonces al juez declararla sin que la sentencia que reconozca
la nulidad tenga un carácter constitutivo sino declarativo.
El acto nulo, pues, si bien no produce los efectos queridos por las partes, no obsta para que puedan
derivarse otros efectos. Así podemos citar un ejemplo: Un acto nulo, por carecer de la forma
solemne, puede servir de prueba de la intención de las partes, así un testamento nulo puede
constituirse en un principio de prueba escrita para establecer la filiación de un hijo extramatrimonial.
c) El acto nulo puede ser alegado por quienes tengan interés o por el Ministerio Público
1 Vidal R. Fernando. (2000). El acto jurídico. Editorial Gaceta Jurídica. 5ª Edición. Lima – Perú
En acto nulo por constituir la expresión de la nulidad absoluta, que se sustenta en principios de
orden público, puede ser alegado por quienes tengan interés o por el Ministerio Público.
De este modo pueden alegar la nulidad no sólo las partes, sino además sus herederos y hasta sus
acreedores. Así también la nulidad puede ser opuesta por cualquier interesado a todo el que
pretenda ejercitar un derecho basándose en el acto nulo.
Pero cabe añadir que quien alegue la nulidad absoluta del acto, debe tener un interés jurídicamente
protegido, es decir, que no sea contrario al orden público o las buenas costumbres.
Basta que el juez que conoce de una litis constate la existencia de una causal de nulidad absoluta
para que, de oficio, sin pedido de parte, declare la nulidad del Acto Jurídico vinculado a la
controversia.
Siendo esto así, resulta simple de entender que faltará la manifestación de voluntad del agente, en
cualquier supuesto en que falte tanto la voluntad declarada como la voluntad de declarar.
Los supuestos que encajan dentro de esta primera causal de nulidad son los siguientes:
Incapacidad natural: son los supuestos en los que por alguna causa pasajera el sujeto se
encuentra privado de discernimiento: por lo que no tiene la voluntad de declarar.
Declaración hecha en broma: es la que se hace con fines teatrales, didácticos, o en broma
propiamente dicha; y es considerada como un caso de discrepancia entre la voluntad interna
y la voluntad declarada.
Algunos autores como LIZARDO TABOADA CORDOVA consideran dentro de este grupo de
causales de nulidad al error y a la violencia, a pesar que el Código Civil los ha establecido como
causales de anulabilidad, sosteniendo que en dichas causales se declara una voluntad distinta a la
verdadera y que esa sería la sanción que le correspondería en sentido estricto.
La prestación, según es sabido, puede consistir, bien sea en la transferencia de un derecho real al
acreedor, o sea en un dar, o en la ejecución de un hecho personal del deudor, o sea en un hacer o
en un no hacer.
Esta causal de nulidad refiere a que en todo acto jurídico, la causa en su aspecto subjetivo no debe
ser ilícita, porque contravendría las normas que interesan al orden público o a las bunas
costumbres.
La doctrina distingue dos clases de simulación: la simulación absoluta, en la que existe un solo acto
jurídico denominado «simulado», y la simulación relativa en que detrás del acto simulado permanece
oculto un verdadero acto jurídico que se denomina «disimulado».
Estos actos son generalmente de derecho familiar o patrimoniales o a título gratuito, por ejemplo, en
nuestro Código Civil son actos formales el matrimonio, la adopción, el reconocimiento de los hijos
extra-matrimoniales, el testamento, la donación de bienes muebles en algunos casos, la donación
de bienes inmuebles, el mutuo entre cónyuges, el suministro a título gratuito, el secuestro, la fianza,
la renta vitalicia, etc.
La doctrina, según es conocido, distingue dos tipos de nulidad: nulidades expresas y nulidades
tácitas o virtuales. Las expresas son aquellas que vienen dispuestas manifiestamente por un texto
legal, mientras que las nulidades virtuales son aquellas que se producen cuando un determinado
acto jurídico contraviene una norma imperativa, el orden público o las buenas costumbres.
En estos casos, la nulidad viene impuesta no expresamente por la norma legal, sino por el hecho de
que el negocio jurídico contraviene uno de los fundamentos o pilares del sistema jurídico.
El inciso 7 del artículo 219 del código vigente tiene su antecedente en el inciso 4 del artículo 1123
del código abrogado, pero ha mejorado la semántica al prescribir: “Cuando la ley lo declara nulo”.
Esta norma ha previsto los actos jurídicos celebrados contra la prohibición de la ley, por ejemplo la
donación de bienes muebles prevista por el art. 1624, un contrato sucesorio, etc.
En esta causal se comprende el caso del acto celebrado por quien carece de la necesaria capacidad
jurídica.
Vidal Ramírez sostiene que no es necesario que la ley utilice el vocablo “nulo” o que haga referencia
a la nulidad absoluta.
Previamente debemos indicar que nuestro código distingue solo dos formas de ineficacia estructural:
La nulidad y la anulabilidad.
En sentido estricto la nulidad es la sanción legal que priva de los efectos de un acto jurídico por
adolecer de la falta de un elemento sustancial o la existencia de un vicio al momento de su
celebración.
Son de carácter legal no pueden ser pactadas, no pueden ser resultado de la voluntad de las partes,
es decir, no se sustentan en el principio de autonomía de las partes sino exclusivamente en el
principio de legalidad, la nulidad como la anulabilidad son una sanción que impone el ordenamiento
jurídico.
1.6.1. Diferencias
NULIDAD ANULABILIDAD
El acto jurídico carece de elemento o tiene un Tiene todos los elementos y su contenido es
contenido ilícito. lícito solo que tenga vicio estructural.
El acto jurídico inexistente ha dado lugar a varios debates doctrinarios, la opinión dominante es
aquella que identifica el acto inexistente con el acto jurídico nulo, sin embargo la teoría opuesta
manifiesta que la inexistencia es distinta a la nulidad, pues constituye un vicio más radical que está,
que impide toda posibilidad de identificar un acto jurídico como tal.
Al respecto José León Barandiaran escribe que: "El derecho justinianeo distinguió con precisión dos
clases de invalidación de los negocios jurídicos; nulidad y anulabilidad. Por la primera el acto se
reputaba inexistente; por la segunda se le reputaba existente, pero podía resultar ineficaz.
El derecho francés discriminó entre dos especies de actos imperfectos: inexistentes y nulos,
subdistinguiéndose estos últimos en nulos de pleno derecho y anulables. Originó con ello cierta
confusión en las ideas, porque aunque apoyable quizá en cuanto a la constitución misma del acto, la
distinción entre los inexistentes y los nulos de pleno derecho (el inexistente carece de uno de los
elementos esenciales a su formación; el nulo reúne a todos los dichos elementos, pero adolece de
un defecto fundamental que le impide producir efectos), ella carece de valor práctico, ya que son
idénticas las consecuencias que les son propias a unos y otros.
Sólo en un punto la distinción podrá ofrecer utilidad, concerniente a si la ineficacia de los actos nulos
de pleno derecho podrá ser pronunciada de oficio, como en el caso de los actos inexistentes, o si se
requerirá decisión judicial. Los autores han discrepado sobre el particular. (...) Modernamente, se
reputa que sólo hay dos categorías de actos imperfectos: actos nulos –con nulidad absoluta– y actos
anulables –con nulidad relativa–. Los grandes códigos modernos, el alemán, suizo, brasileño,
italiano, consagran el anterior sistema, el mismo que inspira acertadamente a nuestro Código".
Al respecto Aníbal Torres Vásquez: " Todo comportamiento humano existe en la realidad como un
evento positivo o negativo. Precisamente porque existe en la realidad es calificado por el derecho
como jurídicamente existente (por ejemplo un contrato, un homicidio) o inexistente (ej., el juego de
un niño). Por consiguiente, no todo evento que existe en la realidad tiene significación jurídica:
puede existir en la realidad e inexistir jurídicamente (por ej., no es jurídico el acto por el cual invito a
un amigo de paseo; si no concurro a una cita mi amigo no me puede demandar judicialmente). Hay
hechos que no existen en la realidad pero existen jurídicamente., por ej., el hijo se presume
matrimonial aunque la madre pruebe que no es de su marido (art. 362); es decir, el hijo no es
realmente del marido, pero jurídicamente si lo es, bastando para ello que el marido diga que es su
hijo aunque la madre pruebe fehacientemente que no es verdad. De ahí que muchas veces, una
cosa es la realidad real y otra la realidad jurídica"
Para Capitand, nulidad absoluta e inexistencia son sinónimas; al igual que Barbero que se pronuncia
sobre la equiparación entre nulidad e inexistencia.
La inexistencia es una categoría de ineficacia que solo se acepta en los sistemas que no aceptan la
nulidad virtual, como consecuencia del principio "no hay nulidad sin texto", consagrados en algunos
sistemas como el francés. En tales sistemas no reconocen la nulidad virtual, en necesario prohibir
los contenido sea ilícito, privándolos de efectos jurídicos y para ello se recurre al concepto de
inexistencia.
Dentro de nuestro ordenamiento jurídico no se han regulado esta categoría, y se le asemeja con la
nulidad absoluta.
Aspectos preliminares
Al igual que cada institución, la teoría de la nulidad tiene aspectos peculiares dentro del esquema
general del derecho, así como aspectos comunes a este, pues su autonomía no supone la
existencia de peculiaridades con prescindencia de caracteres comunes al derecho, sino que supone
la comprensión de ciertas nociones especificas y particulares que forman la base de la concepción
de la nulidad procesal diferente de los demás campos del derecho y de aspectos comunes a este,
por ello se dice que de un lado tiene una unidad genérica y de otro, principios específicos que la
caracterizan, los mismos que son variables y contingentes pues cambian en su sentido, por razones
de circunstancias, tiempo y legislaciones.
Así, la nulidad de un acto jurídico procesal constituye una especie diferenciada del acto jurídico,
pues tiene un estudio autónomo, establece su propia regulación, que es de carácter publicístico, por
lo que sus normas buscan satisfacer el interés público con una marcada prevalencia del Estado, que
se traduce en la actividad del órgano jurisdiccional y se funda en la flexibilidad de sus formas en
atención al principio de instrumentalidad, a fin de lograr la eficacia del proceso.
En el Diccionario Jurídico Cabanellas, encontramos una definición del término nulidad dentro del
ámbito procesal y que comprende a su vez una clasificación, así citando a Gelsi Bidart, se entiende
por nulidad procesal: “El estado de inexistencia (no ser, nada jurídica) de un acto procesal;
provocado por su desviación o apartamiento del tipo legal respectivo, sea en su propia estructura
(vicios o defectos de sus requisitos internos) o en sus antecedentes o circunstancias externas
procesales, que se traduce por la ineficacia para producir su (o sus) efectos propios y que puede
presentarse desde su comienzo (nulidad ) o al principio solo, en potencia, requiriendo una resolución
2
jurisdiccional que lo constituye (anulabilidad), según sea la gravedad de aquel apartamiento"
Entre las definiciones clásicas podemos citar al renombrado procesalista, Hugo Alsina, para quien
la Nulidad “Es la sanción por la cual la ley priva a un acto jurídico procesal de sus efectos
3
normales, cuando en su ejecución no se han guardado las formas prescritas para ello “
Por su parte, Eduardo J. Couture afirma que “La nulidad consiste en el apartamiento de las formas
necesarias establecidas por la ley “4.
2 CABANELLAS, Guillermo. “Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual (Tomo V)”, Editorial Heliasta, S.R.L.
Buenos Aires, Argentina, 2003, Pág. 594.
3 ALSINA Hugo “Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial”, Editorial Justicia, Buenos
Aires, Argentina, 1963, Pág. 354.
4 COUTURE, Eduardo J. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Cuarta Edición Póstuma, Buenos Aires:
Euros Editores. 2002. Pág. 116
De otro lado, entre las definiciones modernas podemos citar al procesalista Pedro Sagástegui
Arteaga, para quien "La nulidad consiste, procesalmente hablando en la privación o negación de
los efectos normales de los actos procesales que no han guardado las formas prescritas" 5.
Por su parte, Víctor Ticona Postigo afirma que “La nulidad procesal es un medio impugnatorio y
como tal está destinado a cuestionar la validez o eficacia de un acto jurídico procesal o de todo un
proceso”6
1.8- ¿Cuáles son los principios aplicables a las nulidades procesales de acuerdo a nuestro
sistema procesal civil?
Dentro de los principios que rigen nuestro sistema procesal civil, encontramos al principio de
trascendencia, legalidad, conservación, protección, convalidación, subsanación e integración, los
que desarrollaremos a continuación con mayor detalle:
a. Principio de Trascendencia:
Que descansa en el precepto pas nullite sans grief, que significa que “no hay nulidad sin perjuicio”,
es decir, para la procedencia de una nulidad tiene que haber un perjuicio cierto e irreparable. Son
requisitos para la procedencia de la declaración de nulidad, la existencia de un perjuicio y el interés
jurídico en su declaración. Y como ya lo decía Eduardo J. Couture: “... No existe impugnación de
Nulidad, en ninguna de sus formas, sino existe un interés lesionado que reclame protección. La
anulación por anulación no vale.”7
Este principio esta normado en el Artículo 174 del Código Procesal Civil, que establece : “ Quien
formula nulidad tiene que acreditar estar perjudicado con el acto procesal viciado y, en su caso,
precisar la defensa que no pudo realizar como consecuencia directa del acto procesal cuestionado.
Así mismo, acreditara interés propio y especifico con relación a su pedido.” y como se puede
advertir, nuestro Código Procesal va mas allá cuando pide que además de ser el perjudicado quien
solicite la nulidad, debe precisar cuál es la defensa que dejo de utilizar, evitando así un mal uso de la
institución y su indebida prórroga.
b. Principio de Legalidad:
5 Sagástegui Urteaga ,Pedro ,citado en el Proyecto de Ley 3069, Info Vía el 24 de Marzo de 1999
6 Ticona Postigo Víctor,”El Debido Proceso y la Demanda Civil”(Tomo II ), Editorial Rodhas, Lima, Perú, 1999,
Pág. 62
c. Principio De Conservación
Por este principio entendemos que en caso de duda debe mantenerse la validez del acto, por que se
tiende a dar continuidad y efectos a los actos jurídicos sin importar el vicio que expongan, siempre y
cuando, esta nulidad no sea de tal importancia que lesione la calidad misma del acto.
El fundamento de este principio estriba en que trata de brindársele al acto jurídico preferencia a la
interpretación que traiga como consecuencia la validez de la cláusula dudosa o ambigua, pues la
nulidad constituye un último recurso. Así el acto procesal será válido aun siendo irregular o
defectuoso, si ha logrado el fin a que estaba destinado.
En cuanto se refiere al principio de conservación de los actos procesales recogido en el Art. 173 de
nuestra legislación, es regulado en términos similares a la Ley orgánica del Poder Judicial Española,
pretendiendo reducir al mínimo la crisis procesal inherente a la declaración de nulidad.
d. Principio de Protección:
Que descansa en la máxima Propiam Turpidenen allegan non est audiendus, que significa que la
parte que a dado lugar a la nulidad, no puede alegar la invalidez del mismo acto procesal realizado.
Por lo que, con toda razón, Diez Picazo afirma que “El derecho que confiere la norma lo es en favor
del inocente de toda culpa o dolo potenciándolo para protegerle contra las maniobras desleales de
las personas capaces, aprovechándose de la inexperiencia o debilidad de aquel, con la finalidad de
hacerlo víctima en sus relaciones jurídicas.”8
Partiremos por señalar que convalidar significa confirmar, revalidar; cuando se corrobora la verdad,
certeza o probabilidad de una cosa, se está confirmando.
La convalidación constituye un elemento saneador para los actos afectos de nulidad. Los
mecanismos establecidos por el ordenamiento jurídico peruano, los tenemos en el Art. 172 del CPC.
(tres primeros párrafos) cuando hay conocimiento oportuno del contenido de la resolución, cuando
cumple su finalidad, cuando el facultado para pedir la nulidad no lo hace en la primera oportunidad
que tuviera. De otro lado ratificar el acto es darle un nuevo valor y firmeza a una cosa, es decir,
8 DIEZ Picasso, citado por Ticona Postigo en “Análisis y Comentarios al Código Procesal Civil”(Tomo II)”, Editorial Grijley
,Lima , Perú , 1996, Pág. 745.
revalidarlo; y finalmente subsanar, significa reparar un error o vicio, remediando el defecto, sea a
petición de parte o de oficio por el juez.
En todo caso, cuando hablamos de subsanación, nos remitimos al Art. 172 del Código Procesal Civil
(cuarto párrafo) el que establece: “No hay nulidad si la subsanación del vicio no ha de influir en el
sentido de la resolución o en las consecuencias del acto procesal.”, es decir, este principio opera
cuando un acto afecto de nulidad solo requiere una corrección, porque no influye en el sentido de la
resolución o las consecuencias del acto, como por ejemplo el clásico error al consignar la fecha de
la sentencia.
De otro lado, la convalidación expresa se produce cuando la parte afectada con el vicio realiza
actuaciones en el proceso, demostrando pleno conocimiento de él, contribuyendo a que el acto en
que incide cumpla los fines previstos, en todo caso la parte perjudicada se presenta al proceso
ratificando el acto viciado.
También podríamos hablar de una Convalidación Legal y otra judicial, la primera es una forma de
convalidar los actos defectuosos, que no obstante carecer de un requisito formal, logran los fines
que estaban previstos al ejercerlos. Como por ejemplo cuando existe vicio en la notificación, la
nulidad se convalida si el litigante procede de manera que ponga de manifiesto haber tomado
conocimiento oportuno del contenido de la resolución; y la segunda, llamada convalidación judicial,
haciendo referencia de la integración judicial establecida en el artículo 172 del Código Procesal Civil
(párrafos quinto y sexto), establece lo siguiente: “El juez puede integrar una resolución antes de su
notificación. Después de la notificación, pero dentro del plazo que las partes dispongan para
apelarla, de oficio o a pedido de parte, el juez puede integrarla cuando haya omitido
pronunciamiento sobre algún punto principal o accesorio. El plazo para recurrir la resolución
integrada se computa desde la notificación de la resolución que la integra.
El juez superior puede integrar la resolución recurrida cuando corran los supuestos del párrafo
anterior.
En consecuencia lo más importante, por regla, no es querer convalidar sino no querer invalidar. Sin
embargo tenemos causas de excepción por las que no son susceptibles de convalidación las
nulidades procesales, como nulidades absolutas previstas por el legislador, normas de interés
público, preceptos de carácter imperativo, normas que contiene un requisito de forma absoluta o
normas de orden público.
Sin embargo, en la doctrina partimos de lo que se entiende por ineficacia, así se habla de tres
grados de ineficacia: Ineficacia Máxima o Inexistencia; en segundo grado, la nulidad absoluta y el
tercer grado con mayores posibilidades de producir efectos jurídicos, la nulidad relativa. La
inexistencia implica que un acto procesal carece de requisitos esenciales, para que tenga vida, la
regla aplicable es que el acto inexistente no puede ser convalidado, ni necesita ser invalidado. En la
nulidad Absoluta el acto existe hasta que se declare su invalidez, entonces la nulidad absoluta no
puede ser convalidado, pero necesita ser invalidada. La nulidad relativa implica que el acto se reputa
válido, hasta que sea anulado, y todo es nulo, desde el día que se anule, es decir, el acto
relativamente nulo admite ser convalidado y puede ser convalidado.
La nulidad absoluta puede y debe ser declarada por el Juez de Oficio, y la relativa requiere petición
de parte. Tanto el acto Nulo, como el anulable requieren declaración judicial y mientras tanto
producen efectos, admitiendo el acto anulable la convalidación en ciertos casos, ya que hay vicios
que no son tan graves, por lo que pueden ser subsanados e incluso convalidados, así nuestro
Código Procesal Civil regula las Nulidades Absolutas o insubsanables y las Subsanables o relativas.
A continuación desarrollaremos con mayor detalle, dos clases de nulidad procesal, la nulidad
absoluta y la relativa:
a. Nulidad Absoluta:
Podríamos conceptuarla como la máxima sanción, de acuerdo a nuestro ordenamiento jurídico, ya
que con ella se priva de sus efectos a un determinado acto jurídico procesal por vicio o error
incurrido en el mismo. El acto jurídico procesal nulo no produce efectos jurídicos a diferencia del
anulable, ya que un acto jurídico procesal es nulo cuando los vicios o irregularidades en que se ha
incurrido son de carácter esencial o fundamental que hacen que el procedimiento quede vulnerado
en su parte medular o vital.
Encontramos regulada la Nulidad Absoluta o insubsanable en el Art. 171 del Código Procesal Civil,
que establece que” la nulidad se sanciona por causa establecida en la ley. Sin embargo puede
declararse cuando el acto procesal careciera de los requisitos indispensables para la obtención de
su finalidad “. Con lo cual podemos apreciar que nuestro sistema adopta el establecido por el
procedimiento Francés, por cuanto en el sistema Francés, los jueces no pueden declarar otras
nulidades, que las previstas expresamente por la ley, es decir, la ley establece expresamente los
actos procesales que adolecen de causal de nulidad insubsanable.
b. Nulidad Relativa:
Se dice que un acto jurídico procesal adolece de nulidad relativa cuando adolece de vicios de
carácter procedimental que privan de sus efectos al acto jurídico viciado pudiendo ser convalidado,
por lo tanto este acto jurídico procesal va a producir efectos tanto jurídicos como fácticos hasta que
se declara su anulabilidad, o de lo contrario podrá ser subsanada oportunamente para que
produzca sus efectos jurídicos normales deseados.
En estos casos, los vicios o irregularidades que se cometieron no son esenciales y por lo tanto es
aplicable el Principio de Convalidación por su relatividad, tal como su nombre lo indica, en este caso
hablaremos de inobservancia de algunas formalidades que no traen mayor consecuencia en el
desarrollo del proceso.
Enmendada esta conducta en el artículo 174 del Código Procesal civil vigente, la declaración de
nulidad de un acto procesal no alcanza a los anteriores ni a los posteriores que sean
independientes del acto que se declara invalidado. Además si el acto procesal consta de varias
partes, la invalidación de una de las partes del acto procesal no afecta a las otras, que sean
independientes ni tampoco impide la producción de sus efectos para los cuales, el acto es idóneo.
Así, el nuevo modelo le otorga al proceso una función pública, que interesa al estado y la
colectividad; y un carácter imperativo, por lo que la inaplicación de las normas procesales, están
consideradas como una transgresión del orden público y es la razón por la que si el acto procesal
cumple con su finalidad, las formas procesales se convalidan y no pueden ser objetos de nulidad de
oficio o a pedido de parte, teniendo en cuenta el principio de finalidad de los actos jurídicos
procesales.
En el caso de las nulidades por vicios ocurridos en segunda instancia, estas son formuladas en la
primera oportunidad que tuviere el interesado para hacerlo y en este caso la Sala Civil tiene dos
opciones; puede resolver de plano o corriendo traslado a la otra parte.
CAPITULO III
En virtud del instituto de la cosa juzgada las resoluciones que hayan adquirido tal autoridad
(resoluciones consentidas o ejecutoriadas) son inmutables, es decir que las mismas no pueden ser
materia de pronunciamiento no cabe debate alguno en el procedimiento en el que se ha expedido la
resolución ni en ningún otro procedimiento.
Sin embargo y en concordancia con las últimas corrientes de la doctrina y el derecho comparado en
nuestra legislación procesal civil se ha establecido dos excepciones muy puntuales a la
inmutabilidad de la Cosa Juzgada, a saber:
1) El recurso de corrección regulado en el artículo 407 del Código Procesal Civil, que procede
en los supuestos de errores materiales y errores numéricos u ortográficos y de necesidad de
integración de la parte resolutiva.
La seguridad jurídica constituye el fundamento de la cosa juzgada según la cual los fallos judiciales
son inmutables, sin importar la justeza de los mismos, es decir, por razones de seguridad jurídica,
los mismos no pueden ser revisados por motivo alguno, mientras que en virtud del valor justicia de
propugna que los fallos inicuos o injustos debe ser materia de revisión. De manera pues y como
sostiene JORGE MORENO “ la doctrina contemporánea trata de conciliar ambos extremos
estableciendo la indiscutible necesidad de dar seguridad jurídica a los fallos firmes, pudiéndolos
revisar solo en determinados casos de dolo, fraude, colusión que violen las normas de un debido
proceso”.
DEFINICIÓN:
La Nulidad De Cosa Juzgada Fraudulenta tal como se concibe en nuestro ordenamiento procesal
civil, articulo 178, constituye un remedio de carácter extraordinario, excepcional y residual, que tiene
por objeto rescindir (declarar la nulidad) una sentencia o auto definitivo por haberse seguido el
proceso primigenio con fraude o colusión cometido por una o por ambas partes o por el juez o por
este o aquellas siempre que ambos casos, implique violación del debido proceso.
NATURALEZA JURIDICA:
La Acción de Nulidad de Cosa Juzgada Fraudulenta, prevista en el artículo 178 del código procesal
civil tiene su más inmediato antecedente, aunque solo comparte alunas de sus características, en el
Juicio de Contradicción de Sentencia previsto en el artículo 1083 del Código De Procedimientos
Civiles de 1912 según el cual, la sentencia recaída en el juicio ejecutivo, en los interdictos, en el
juicio de divorcio, en el de desahucio, en el de alimentos, perdida de patria potestad, remoción y
excusa de guardadores, así como en las resoluciones que ponen fin al procedimiento para la
declaratoria de herederos, apertura de testamentos cerrados y comprobación de testamentos
privados o verbales, guarda y posesión de los bienes del ausente, adopción y rectificación de
partidas en los Registros del Estado Civil e interdicción de incapaces, podían ser contradichas en
juicio ordinario.
CARACTERÍSTICAS:
Remedio excepcional.-
En nuestra legislación procesal civil la redacción inicial del artículo 178 del código procesal civil
permitía establecer hasta cuatro causales para la procedencia de la acción nulificante, esto es el
dolo, fraude, colusión o afectación al debido proceso, sin embargo, a raíz de la dación de la ley
modificatoria número 27101 (E.P. 25.5.99) las cuales han sido reducidas a dos, esto es al fraude y la
colusión estableciéndose que en ambos casos exista, además, afectación al derecho a un debido
proceso.
Esto significa que para la procedencia de la Acción de Nulidad de Cosa Juzgada Fraudulenta no es
suficiente que exista el fraude y la colusión sino que, además, ello depende implicar afectación al
debido proceso.
9 ARRARTE ARISNABARRETA, Ana María “alcances sobre la nulidad de cosa juzgada fraudulenta “en JUS ET VERITAS. Revista de
derecho Nº 13, Lima 1996, págs. 173-184.
Carácter residual.-
Implica que la acción de nulidad de Cosa Juzgada Fraudulenta debe ser utilizada como ultima ratio o
último recurso, esto es, procede cuando el fraude o la colusión que impliquen la afectación a un
debido proceso no pudieron ser, en su caso, removidos no obstante haberse utilizado, en tiempo y
forma debida, los recursos impugnatorios dentro del plazo primigenio
De esta forma será improcedente, por falta de interés para obrar, la acción de nulidad de Cosa
Juzgada Fraudulenta si quien la interpone ha consentido la sentencia adversa no habiendo
ejercitado los mecanismos impugnatorios que la ley franquea, en tiempo y forma debida, no
obstante esta en posibilidades de hacerlo. Igualmente será improcedente la acción de nulidad de
Cosa Juzgada Fraudulenta si quien la interpone no ha interpuesto el recurso de queja de derecho
frente a la denegatoria del recurso de apelación.
Admitir lo contrario implicaría premiar el descuido o la desidia de la parte dándole una posibilidad
adicional de cuestionar una sentencia o una resolución lo cual violenta el principio de que nadie
puede beneficiarse con sus propios errores Nemo propiam turpitudinem allegans auditur. Esta
improcedencia incluso puede declarase in limine, esto es, al momento de la calificación de la
demanda si es que el juzgador cuenta con los elementos de prueba suficientes para ello.
Carácter extraordinario.-
Significa que el fraude o la colusión alegada para sustentar la acción nulificante debe ser de tal
magnitud que implique violación del derecho a un debido proceso, principio de la función
jurisdiccional de rango constitucional y una afrenta al sentimiento de equidad.
Efectos limitados.-
La nulidad de Cosa Juzgada Fraudulenta está afectada por limites subjetivos, pues en la
eventualidad de que la decisión fuese anulada, dicha rescisión no puede afectar a terceros
adquirientes de buena fe y a titulo oneroso, y limites objetivos en el sentido de que si la decisión
fuere anulada se retrotraen las cosas al estado en que se cometió el vicio no pudiendo alcanzar a
los actos anteriores ni a los posteriores que sean independientes de aquel (principio de
independencia).
Por lo tanto la interposición de una acción de nulidad de Cosa Juzgada Fraudulenta dirigida u
orientada a una nueva evaluación del material probatorio aportado en el proceso cuestionado resulta
improcedente, a nuestro criterio, por imposibilidad jurídica.
CAUSALES DE PROCEDENCIA:
La expresión fraude proviene del latín fraus, fraudis y significa conforme al Diccionario de la Real
Academia de la lengua Española: engaño, inexactitud consciente, abuso de confianza que produce
o prepara un daño generalmente material.
1) El acto procesal cuya ilicitud invade el campo penal, es decir tipifica un delito ya sea
común como la estafa o alguno especifico del proceso como el falso testimonio, etc.
3) El dolo de una de las parte, y a veces de ambas (dolo bilateral) para obtener un
resultado licito10.
Colusión:
Se entiende por este como el convenio, contrato o inteligencia entre dos o más personas, hecha
en forma fraudulenta y secreta, con el objeto de engañar y perjudicar a un tercero. Cabanellas.
CONDICIONES DE PROCEDIBILIDAD:
1. Procede contra las sentencias o el acuerdo de las partes homologado por el juez que pone
fin al proceso (transacción y conciliación).
2. Que, la sentencia haya adquirido calidad de cosa juzgada, es decir que no procedan contra
ella otros medios impugnatorios que los ya resueltos o que la partes renuncien
10 VESCOVI, Enrique A. Fraude “fraude procesal: sus características. Configuración legal y represión “tomado de El Fraude Procesal.
Fundamentos Doctrinarios para un estudio del art. 178 Del C.P.C. Instituto De Investigación y Defensa Del Derecho Al Justicia, Lima
19997. Pág. 91.
11 MARCELO DE BERNARDIS. “La Garantía Procesal Del Debido Proceso “LIMA 1995, pp. 386- 397
expresamente a interponer medios impugnatorios o dejen transcurrir los plazos sin
formularlos.
3. Que el fallo sea producto de una conducta fraudulenta y que además implique afectación al
debido proceso.
6. Que el nulidiciente haya sido perjudicado con el vicio denunciado pues no hay nulidad sin
perjuicio.
Legitimidad activa.-
Puede demandar todo aquel que se sienta agraviado con la decisión fraudulenta. Las partes, los
terceros legitimados, los terceros con interés directo en el proceso pero que no participaron, e
incluso el Ministerio Publico cuando actúa en calidad de parte.
De esta forma podrán ser parte activa en el proceso nulificante no solamente a las partes que
intervinieron en el proceso cuestionado sino aquellos que eventualmente fueron afectados con dicho
proceso. Tal es el caso del acreedor burlado como consecuencia de un proceso simulado de
obligación de dar suma de dinero y en el que se afectaron todos los bienes de su deudor, el litigante
victorioso que no puede realizar su acreencia por la existencia de un proceso simulado de tercería
de propiedad o el alimentista afectado por la colusión entre su padre, obligado a prestar alimentos y
la esposa de este ultimo quienes simularon un proceso de alimentos con el objeto de disminuir la
porción afectable de la remuneración del obligado.
Legitimidad pasiva.-
Se demandara a quien genero el fraude. A una, o ambas pares al juez o a este y aquellas. Según
Ana Maria Arrarte, aunque el código no lo prevé se puede incluir a terceros que no fueron parte en el
proceso, los órganos de auxilio judicial; peritos, curadores procesales, secretarios, etc.
Consideramos que en razón de que no han sido debidamente internalizados, entendemos por falta
de difusión los alcances de la nulidad de Cosa Juzgada Fraudulenta pues se sigue considerándose
como un juicio de contradicción de sentencia y por lo tanto como un recurso más frente a un fallo
adverso los órganos jurisdiccionales se están viendo congestionados de este tipo e acciones
produciéndose un fenómeno similar a la “amparizacion” a la que hemos hecho referencia en un
trabajo anterior12.
12 TOLEDO TORIBIO, Omar “La Acción De Amparo En Materia Laboral” En Revista De La Corte Superior De Justicia Del
Cono Norte De Lima. Nº1, Dic. 1998, Pag 73 a76
Si se opta por emplazar a todos los magistrados como demandados se estaría sobrecargando las
labores de los mismos, pues tendrían que dedicarse a contestar demandas distrayendo valiosos
tiempo que puede ser utilizado en labores propias del Despacho Judicial, razón de ser de los
magistrados.
PLAZO:
Nuestra norma, el artículo 178 del código civil procesal exige que la demanda debe presentarse
hasta dentro de seis mese de ejecutada o de haber adquirido la calidad de La Cosa Juzgada, si no
fuere ejecutable.
Respecto a la naturaleza del plazo se considera que el mismo es un plazo de caducidad de manera
que no admite que el mismo es un plazo de caducidad de manera que no admite causal de
interrupción o suspensión alguna, salvo la imposibilidad de comparecer válidamente ante un tribunal
peruano (artículo 2005 del código civil), se produce transcurrido el ultimo día del plazo aunque este
sea inhábil y puede ser declarado de oficio, incluso liminarmente, o a petición de parte.
Somos participes de la posición que considera que la demanda de nulidad de Cosa Juzgada
Fraudulenta puede ser presentada desde que queda firme o ejecutoriada la decisión (en el caso de
las sentencias de condena o sentencias ejecutables) hasta seis meses de ejecutada la misma. Esto
es, no es necesaria la ejecución de las sentencia para poder interponer la demanda nulificante pues
la interposición de esta acción en nada afecta la ejecución del fallo siendo que incluso, como la
precisa la norma vigente (artículo 178 del C.P.C.), en materia de medidas cautelares únicamente
proceden las de carácter inscribible. De manera pues que no existe posibilidad de entorpecimiento
de la ejecución; por el contrario, se podrían remediar situaciones injustas a tiempo si al momento de
ser amparada la demanda nulificante aun no se ha culminado con la ejecución de la sentencia
cuestionada.
En ámbitos jurisprudenciales se estuvo discutiendo acerca de que si los jueces de familia deberían
conocer las acciones de de Nulidad de La Cosa Juzgada Fraudulenta cuando se cuestionen
decisiones expedidas por los órganos jurisdiccionales de dicha especialidad. El pleno jurisdiccional
Civil 1998, realizado en la ciudad de Piura, en virtud de la reserva establecida en el artículo 5 del
Código Procesal Civil, por consenso, acordó que el juez competente para conocer de la demanda de
Nulidad de La Cosa Juzgada Fraudulenta, en tanto no se de una ley que confiera competencia
sobre dicha materia a otros órganos, es el Juez Especializado en lo Civil y de igual jerarquía que el
emplazado13.
13 CONCLUSIONES PLENOS JURIDICCIONALES 1998. Publicación Oficial De La Comisión Ejecutiva Del Poder Judicial, Lima
Agosto De 1999, Pagina 87.
• Incumplimiento de los presupuestos procesales; según este autor serian tales la
incompetencia del juez, la incapacidad procesal de las partes y el incumplimiento de los
requisitos de forma y presentación de la demanda.
• El contenido mismo del acto, que por inexactitud o por ilegalidad, genera su ineficacia y,
• Los defectos estrictamente formales, dado el carácter público del derecho procesal, en los
casos expresamente señalados por ley.
Todo lo iniciado por el maestro sanmarquino nos pone en evidencia la ligazón tan profunda que
existe en la teoría del acto jurídico procesal y la del acto jurídico propia del derecho civil, sin que
llegue a haber plena identificación por las singularidades propias del derecho procesal.
Los que están a favor de que se aplique el artículo 178 del Código Procesal Civil a los procesos
terminados con el código de procedimientos civiles sustentan que:
a) El proceso en que se discutiría la comisión de un fraude, es uno nuevo, por lo tanto se le debe
aplicar la vigente ley procesal.
Los que están en contra de la aplicación del artículo 178 del Código Procesal Civil, a los procesos
terminados con el Código de Procedimientos Civiles, afirman lo siguiente:
a) La aplicación del artículo 178 del Código Procesal Civil, sería retroactivo, porque se
pretendería regular situaciones que ocurrieron con anterioridad a su vigencia, y ello sería
inconstitucional.
b) Su aplicación estaría en contraposición a lo estatuido por la quinta disposición transitoria
del Código Procesal Civil, que a la letra señala: «como excepción en lo dispuesto en la última
disposición final, los procesos iniciados antes de la vigencia de este código, continuaran su
tramite según las normas procesales con las cuales se iniciaron. Los procesos que se inician a
partir de la vigencia de este código se tramitan conforme a sus disposiciones.
c) Además existiría un imposible jurídico toda vez que de ampararse la demanda nulificante
y se declara la nulidad del proceso hasta donde se cometió el fraude, con que norma se seguiría
el nuevo proceso: con las del viejo No. porque se encuentra derogado. ¿Con las del nuevo? No.
porque no se pueden aplicar al proceso anterior. Según esto estaríamos ante una decisión
inejecutable. Frente a estas interpretaciones diversas, se ha dictado una doctrina jurisprudencial
por el pleno de la Corte Suprema, en la que por unanimidad, se ha decidido que el proceso
nulificante se aplique a los terminados con el Código derogado siempre que exista fraude y no
haya caducado el plazo.
PRINCIPIOS GENERALES
a) PRINCIPIO DE LEGALIDAD.- El artículo 171 señala que la nulidad se sanciona solo por
causa establecida en la ley. Sin embargo, puede declararse cuando el acto procesal carece
de requisitos indispensables para la obtención de su finalidad. Esta redacción que resulta
confusa por la redacción categórica y en apariencia excluyente de su primera parte, que
pudiera dar la impresión de que se sigue el sistema estrictamente “legal” de las nulidades,
se aclara con la segunda parte que implica la adopción del sistema mixto al que hicimos
referencia. La justificación de ello estriba en que un vicio esencial del acto procesal y en
particular de los más importantes resulta trascendente y por lo tanto debe evitarse y
corregirse.
La ultima parte de esta norma señala que cuando la ley prescribe una formalidad
determinada sin sanción de nulidad para la realización de un acto procesal, este será válido
si habiéndose realizado de otro modo, ha cumplido con su propósito; es decir aun cuando el
acto sea irregular será eficaz en cuanto cumpla su finalidad. Este principio de economía
limita el alcance de las nulidades en que las nulidades en el proceso tienen siempre un
carácter relativo y no absoluto en el caso de que cumplan su finalidad.
b. El caso general.- cuando no obstante de carecer algún requisito formal, el acto logra la
finalidad para la que estaba
En cuanto a la subsanación del vicio, en los casos en que esta es posible, no siempre resulta
imprescindible. Es decir, si se pretende subsanar un acto viciado, pero con ello no se va a producir
alteración alguna en las consecuencias del mismo, esta subsanación no tiene sentido y puede
prescindirse de ella. Un ejemplo que aclare la figura: en la audiencia se señala que no pudo
arribarse a una conciliación por haber rechazado ambas partes la formula conciliatoria planteada por
el juez, pero resulta que no había disponibilidad de derechos por tratarse de intereses del Estado
por poner un caso; sería inútil declarar la nulidad de la audiencia para que se vuelva a realizar
cuando se tendría nuevamente que señalar la imposibilidad de la conciliación.
Por último, este artículo se pronuncia sobre la integración de resoluciones. Integrar es completar. El
juez puede integrar una resolución cuando esta no ha sido notificada o hecha después del plazo que
tienen las partes para impugnarla. Si se produce la integración, el plazo de impugnación corre desde
este último acto procesal. ¿Por qué se limita en el tiempo la integración? Para evitar la arbitrariedad
que significaría que el juez pudiera regresar en el tiempo para modificar a su antojo lo ya resuelto.
Surge aquí la interrogante: si luego de haber transcurrido dichos plazos, el juzgador advierte que en
determinada resolución se ha omitido un pronunciamiento, ¿Qué ha de haber? Pongamos por caso,
en el escrito de demanda se ha otorgado poder al abogado según lo establece el artículo 80 del
código. Sin embargo al proveer dicho escrito no se ha hecho mención a tal representación, ¿el juez
podrá integrar la resolución, luego de vencidos los plazos de impugnación para considerar la
representación?, ¿se deberán tener por no presentados los escritos suscritos por este último, a
pesar de haber la parte formulado su petición oportunamente? Y en caso de permitírsele la
presentación de escritos proveyéndoselos oportunamente luego de constatada la omisión originaria,
¿deberá declararse la nulidad de tales actos procesales o considerarlos inexistentes? Arduos
problemas que deben ser resueltos con creatividad sin dejar un ápice de rigurosidad. Ya veremos
que el código permite ampliamente declarar nulidades, pero pocas veces integrar resoluciones.
Ahora bien, tratándose de una nulidad subsistente hasta la sentencia y para que el superior se
pronuncie sobre ella, debería ser alegada expresamente en el recurso de apelación. ¿Por que?
Porque como la doctrina y la misma ley lo reconocen, la apelación contiene intrínsecamente el
pedido de nulidad si se alega en dicho pedido. De no hacerlo así no puede pretenderse que la
segunda instancia se pronuncie sobre una nulidad que no se formulo en el acto impugnatorio y que
deba considerarse convalidada.
Las nulidades admitidas antes de resolverse, deben ser puestas en conocimiento de la otra parte
cuando pueda perjudicarse la situación procesal de la parte no recurrente; ello en aplicación de la
garantía del debido proceso referida al derecho de defensa.
Por último este artículo trae una norma fundamental: el juzgador puede de oficio declarar las
nulidades insubsanables, mediante resolución motivada reponiendo el proceso al estado que
corresponda.
Y como caso especial cuando la ley sancione expresamente la nulidad del caso procesal en
presencia del defecto señalado, en forma taxativa.
Alsina, citando a Lascano, señala que por formas sustanciales han de entenderse las que
hacen efectivas las garantías procesales contenidas en la constitución. Por lo tanto, en todo
supuesto en que en una u otra forma se viola la garantía de la defensa en juicio, haya o no
sanción expresa de nulidad, el juez, debe declararla. La indefensión es la máxima nulidad en
que puede incurrirse en un proceso.
Podemos ver que el poder conferido al juzgador es grande, pero necesita mesura y
rigurosidad.
14 (*)CASTAÑEDA SERRANO CESAR: NULIDAD DE COSA JUZGADA FRAUDULENTA; PRIMERA EDICION: DICIEMBRE 1999
PAG103-110.
CAPITULO IV
1. NOCIÓN DE FRAUDE
La palabra fraude no tiene un significado inequívoco. Unas veces indica astucia y artificio y
artificio, otras el engaño, y en una acepción más amplia una conducta desleal. Una conducta
fraudulenta persigue frustrar los fines de la ley o perjudicar los derechos de un tercero.
a) Fraude a la ley.- Por el fraude a la ley se evade la aplicación de una ley (ley defraudada)
amparándose en otra ley (ley de cobertura) que sólo de modo aparente protege el acto
realizado, caso en el cual debe aplicarse la ley que se ha tratado de eludir o, sin ello no es
posible, anular el acto.
Con el acto realizado en fraude la ley se persigue obtener un resultado similar o igual al
prohibido por una norma imperativa, apoyándose en otra norma que no es prohibitiva. El acto in
fraudem legis tiene una apariencia de legalidad que le confiere la norma de cobertura, pero en
realidad carece de legalidad por haber sido realizado con el fin de eludir una norma imperativa
que lo prohíbe, por lo que carece de idoneidad para producir un resultado similar al prohibido y
por consiguiente es nulo.
La nulidad del acto en fraude de la ley, no necesita de especial justificación por el ordenamiento
jurídico. Este no puede permanecer indiferente ante el fraude, aunque el nuestro no contiene un
artículo que lo declare explícitamente. En todo caso, lo dispuesto por el art. V del T.P del C.C
(“Es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o a las buenas
costumbres”) puede servir de apoyo textual para declarar la nulidad de un acto jurídico realizado
en fraude de la ley.
Como dice Albaladejo, “sería contradictorio pensar que frente al fraude no reacciona la ley,
porque sería pensar que prohíbe un fin y que a la vez, permite alcanzarlo (siempre, bien
entendido, que lo prohibido sea el fin en sí mismo, y no un determinado medio de conseguirlo)”.
b) Fraude a los acreedores.- El fraude a los acreedores hace referencia a los actos
celebrados por el deudor con los cuales disponen o graba su patrimonio, provocando o
agravando su estado de insolvencia, en perjuicio de sus acreedores que se ven impedidos de
obtener la satisfacción total o parcial de sus créditos.
El patrimonio presente y futuro de los deudores constituye para los acreedores, especialmente
para los quirografarios, garantía patrimonial genérica o común del recupero de su créditos; por eso,
a dicho patrimonio, se suele denominar impropiamente "Prenda general o común». Todos los
bienes presentes y futuros del deudor están en garantía común de todos los acreedores, sin
distinción de tiempo y del monto de los créditos.
La conducta fraudulenta del deudor que deliberadamente persigue eludir el cumplimiento de sus
obligaciones en perjuicio de sus acreedores puede manifestarse de diversas maneras: a) el acto
simulado puede ser él medio torticero utilizado por él deudor para impedir que el acreedor cobre.
El remedio contra este mal es la acción de simulación; b) la renuncia o abdicación de sus
bienes o derechos con el propósito de evitar que sean realizados por su acreedor. La acción
subrogatoria u oblicua ha sido creada para que el acreedor pueda asumir, en una demanda o
apersonándose en un procedimiento ya iniciado, la defensa de los derechos de su deudor y en
su nombre con el fin de crear o acrecer el patrimonio de éste y poder; sí hacerse pago de su
crédito (art. 1219.4 del c.c., y art. 60 del C.P.C.); c) por último, el deudor puede enajenar
realmente sus bienes, frustrando de este modo la posibilidad de cobro de sus acreedores, La
acción pauliana, como dicen Colin y Capitant, ha sido modelado por siglos con el fin de
defender el derecho de los acreedores, respetando al mismo tiempo los intereses de los
terceros de buena fe.
2. Antecedentes Históricos:
En los primeros tiempos la acción de ejecución recae sobre la persona del deudor, «anunus
inicctio». Si el deudor no ejecutaba su prestación, estando confeso o condcn.ulo, el acreedor
podía solicitar su adjudicación, conducirlo preso, hacerla trabajar, etc., la persona del deudor
era la garantía del crédito. Luego se introdujo la «missio in bon:» que autorizaba al acreedor
a vender los bienes del deudor e indemnizarse con su precio. Así por la «bonorurn vcnditio»
el acreedor podía satisfacer su crédito. Condenado o confeso el deudor, el pretor concedía,
entrando el acreedor en posesión de todo el patrimonio del deudor o en concurrencia con
otros acreedores; después de transcurrido algún tiempo ofrecía los bienes en venta
(prescrito), siendo adjudicados en masa al mejor postor, sucedía en el patrimonio del
deudor a título universal. Con, el deudora. Posteriormente se empleó. Consistente en la
venta en detalle. Vino entonces la «cessio hunorum» a favor del deudor insolvente exento de
culpa, equivalente a 1;1 quiebra. Finalmente, el «pignus ex causa mediante el cual el
acreedor puede obtener del deudor un derecho de prenda por intermedio del pretor, la
«pignoris capio», susceptible de recaer también sobre todo el patrimonio".
Frente a la insuficiencia de las acciones «directas», los pretores echaron mano de las
acciones «útiles» con las que se vincula la acción pauliuna.
Afirma Soluzzi" que en el Derecho romano clásico existían tres medios a disposición de los
acreedores: a) Una acción pauliana poenalis con previo arbitratus de restituyendo, que nacía
del ilícito constituido por el fraus creditorum que daba lugar a una reparación pecuniaria; el
deudora podía liberarse restituyendo cuanto se le exigía en el arbitratus: b) un interdicto
fraudatorium que era un remedio recuperatorio del bien salido el patrimonio; y e) una in
integrum restitutio, resolución rescisoria emitida por el magistrado con la cual se eliminaba
el acto ele disposición.
El Derecho confundió violentamente estos tres medios, pero los compiladores trataron de
eliminar en lo posible el carácter poenalis de la actio, como presupuesto el ilícito entendido
corno conciencia y voluntad de parte del deudor para disminuir con el acto de disposición la
garantía que sus bienes ofrecen a los acreedores) y de dar a este medio la función de
recuperación respecto de los bienes fraudulentamente".
Según Maynz, contra los actos realizados en fraude de los acreedores, el pretor había
creado dos acciones: la pauliana uctio y el interdíetum fraudaterium las que probablemente
se originaron en causas distintas y para fines diferentes, pero resultando casi imposible
establecer la distinción entre ellas!'. Otros autores, corno Kipp, sostienen que el Derecho
romano clásico conoció dos recursos: la intcgrum rcstitutio y un interdictum, siendo posible
también una action in fuctum. Los compiladores unificaron estos dos recursos en la actio in
factum, designación sustituida después por las glosas con la de actio pauliana".
Tiene por finalidad tutelar el derecho de los acreedores, protegiendo al mismo tiempo el
derecho de los terceros adquirentes o su adquirientes a título oneroso y de buna fe.
Entendemos por acción pauliana la facultad que la ley otorga al acreedor para pedir la
declaración de inoponibilidad o ineficacia respecto de él, de ciertos actos de disposición -no
necesariamente fraudulentos, insistimos- que el deudor efectúe de su patrimonio y que
causen perjuicio a sus derechos. Hasta el límite de ellos. Vista de otro modo: es el modo de
pedir protección contra la violación dañosa de un derecho, cometido libremente, tanto dolosa
como culposamente y, por lo tanto, por una razón que no debe prevalecer sobre el derecho
perjudicado y que debe removerse (5).
La denominación de acción revocatoria conceptualmente es incorrecta aunque consagrada
por el uso. En efecto, en nuestro ordenamiento jurídico, la acción de ineficacia es una
pretensión de inoponibilidad ante el acreedor accionante de los efectos de un acto jurídico.
Pues, si prospera la pretensión, el acto no es revocado, porque subsiste con plenitud de
valor efecto entre las parte del mismo y ante otros terceros distintos al acreedor, aunque
ineficaz para este último.
Este poder que se le asigna al acreedor para inmiscuirse en las relaciones entre el deudor y
terceros deriva, según la doctrina, de diversas razones: el enriquecimiento injusto del deudor
y de terceros, para León Barandiarán; el derecho de prenda general de los bienes del
deudor a favor del acreedor, para Colin y Capitant, entre otras razones.
Sobre la impugnación de este acto de disposición del deudor en perjuicio del acreedor, se
puede señalar que el acto como tal no nace ineficaz: la Ley dice que puede declararse
ineficaz (artículo 195 del Código Civil) y es efecto de una pretensión, lo que en sede de
acción pauliana cabe decir que se le puede privar de virtualidad (pero que no surge privado
de ella ante el perjuicio). La ineficacia sobreviene cuando se la declara y retroactivamente a
la fecha del perjuicio, hasta la cuantía del mismo, no cuando se celebra el acto. En suma no
es ineficaz, sino que deja de ser eficaz, con cierta virtualidad retroactiva. Aceptar que el acto
es ineficaz desde su nacimiento sería incorrecto, pues si el deudor dispone de un bien "A"
pero presenta otro bien "B" que garantice el derecho del acreedor, el acto de disposición del
bien "A" sería perfectamente válido y eficaz desde su nacimiento; mientras que la ineficacia
pauliana declara la ineficacia no desde el nacimiento del acto, sino desde que se sabe que
no existe más garantía para el acreedor y opera retroactivamente y hasta el monto del
crédito.
Si bien es cierto existe un derecho subjetivo como poder (lícito) de obrar respecto de un
interés jurídicamente tutelado, y que encuentra su limitación bien en la ley o en un acuerdo
entre partes; este poder jurídico viene acompañado de un deber de actuación, es decir, de
un actuar de buena fe como criterio de probidad en sus relaciones obligacionales o no y por
el no uso abusivo o antisocial de sus derechos. Dice el artículo II del Título Preliminar del
Código Civil, que el ordenamiento no ampara el ejercicio abusivo de derecho. Para el Dr.
Guillermo Lohmann, son en estos principios de Derecho Privado donde se afincan las raíces
de la acción pauliana. De aquí que, señala el mismo autor, en principio, la acción pauliana
sea irrenunciable de antemano.
Una cuestión adicional, a tener en cuenta, es el hecho de que la acción pauliana no busca
remediar la reducción de la garantía, pero no produce automáticamente el deber de resarcir
los daños causados al acreedor si aunque demostrara la acción fraudulenta, los bienes no
pudieran ser restituidos. Si la revocación no es posible, entonces el daño recién se ha
producido, y el acreedor tendrá que buscar el modo de que se le indemnice, pero tal modo
no va a ser la acción pauliana.
Al respecto, podemos señalar que, el artículo 1219, inciso 3, del C.C. faculta al deudor a
reclamar del acreedor la indemnización que corresponda. Pero esto nada tiene que ver con
la acción pauliana, porque el sujeto pasivo de la acción y el petitum son distinto.
El Código Civil de 1984 ha adoptado los dos requisitos citados y condiciona el ejercicio de la
acción revocatoria tanto al eventos damni como el consilium fraudis . Así resulta del
artículo 195 que "el acreedor, aun cuando el crédito esté sujeto a condición o plazo, puede
pedir que se declaren ineficaces respecto de él los actos de disposición del patrimonio por
los cuales el deudor origine perjuicio a su derecho, cuando concurran los condiciones
siguientes:
1. Que el deudor tenga conocimiento del perjuicio que el acto origine a los derechos del
acreedor o, tratándose de actos anteriores al nacimiento del crédito, que el acto este
dolosamente preordenado a fin de perjudicar la satisfacción del futuro crédito.
2. Que, además, tratándose de actos a título oneroso el tercero tenga conocimiento del
perjuicio causado a los derechos del acreedor, y, en el caso del acto anterior al
nacimiento del crédito, que haya conocido la preordenación dolosa. Como puede
apreciarse, pues, se considera el eventos damni y el consilium fraudis, y además, el
conscius fraudis " (7).
Este último evento, el consius fraudis, tiene su origen en el Derecho Romano y fue
recogido por nuestros codificadores. Así, Manuel de la Puente y Susana Zusman, en cuanto
a los requisitos de origen Romano, eventos damni y el consilium fraudis y el conscius
fraudis, señalan lo siguiente:
- El eventos damni.- Es el "perjuicio a los acreedores", entendidos como aquellos actos que
realmente producen tal efecto por razón del empobrecimiento del patrimonio del deudor.
- Conscius fraudis.- Este requisito está presente en el artículo 195, inciso 2 del Código, y
se refiere, actos a titulo oneroso, al conocimiento que tiene el tercero del perjuicio que se
cauce al acreedor.
A su vez, el Dr. Vidal Ramírez señala que son requisitos para el ejercicio de la acción
pauliana:
b. La exigibilidad del crédito.- Es obvio que para que un acreedor pueda incoar la acción
revocatoria, su crédito tiene que ser exigible.
El actual Código franquea el ejercicio de la acción revocatoria tanto a los acreedores a
plazo como a los condicionales, según se observa en el primer párrafo del artículo 195
del C.C.
Adicionalmente, el Dr. Guillermo Lohmann Luca de Tena señala que es necesario: Que el
acto de disposición sea efectivo, no necesariamente ejecutado, de contenido patrimonial y
no una mera expectativa. En cuanto a los contratos preparatorios, el autor, sostiene que
debe ser procedente la acción pauliana, incluso lo mismo señala respecto el fraude procesal
de quien, adrede, se deja vencer en juicio.
Ahora bien, el mero acto de disposición no es suficiente para invocar la Acción Pauliana. La
Ley dice que, además, deben perjudicar el cobro del crédito a los acreedores (artículo 195
del C.C.), de los que se desprende:
El mismo autor sostiene que además de los requisitos objetivos: la existencia de un crédito,
la existencia de un acto de disposición que cauce un perjuicio.
1. Respecto al deudor:
a. Tratándose de actos de disposición anterior al crédito.- Se presume el conocimiento del
deudor del perjuicio que produce. El deudor tiene, respecto de su acreedor, un deber de
diligencia y de su patrimonio para permitir el cumplimiento -aunque sea forzosamente.
Por ende, está obligado a saber que su conducta reducirá la garantía patrimonial. Y que
ello puede traducirse en un perjuicio. No basta el simple conocimiento del acto. Pues
quien tiene 200, debe 50 y dona 30 puede conocer la disminución de su patrimonio, pero
no causa perjuicio.
b. Tratándose de acto de disposición anterior al nacimiento del crédito.- Que haya sido
celebrado con la intención de perjudicar la satisfacción del futuro acreedor,
presumiéndose la intencionalidad cuando el deudor ha dispuesto de bienes cuya
existencia había informado por escrito al futuro acreedor. Cuando se trate de otros
bienes o no exista evidencia de información escrita será preciso que el acreedor pruebe
la intencionalidad.
2. Respecto a terceros:
Nos referiremos a los estados subjetivos de los terceros adquirientes, distinguiendo:
Casta Tobeñas, citada por Vidal Ramírez (8), resume que para que pueda actuar la acción
pauliana contra los subadquirentes, o sea contra los adquirientes sucesivos, se requiere: 1)
Que concurran los supuestos generales que son necesarios para que la acción pauliana sea
puesta en marcha. 2) Que el subadquirente lo sea a título gratuito o si lo es a título oneroso,
haya procedido de mala fe, pues quedan inmunes a los efectos rescisorios de la acción
pauliana los subadquirentes a título oneroso y de buena fe. La regla expuesta se encuentra
recogida en nuestra legislación civil (artículo 195 C.C.)
El Código Civil vigente, a diferencia del C.C. de 1936, simplifica la regla y señala en el
artículo 197: "La declaración de ineficacia del acto no perjudica los derechos adquiridos a
título oneroso por los terceros subadquirentes de buena fe". Regla que admite una
interpretación a contrarius sensu.
8. PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN
El Código Civil, para el que la acción revocatoria es una acción declarativa de ineficacia, en
el inciso 4) del artículo 2001, fija un plazo prescriptorio de dos años, al señalar que en ese
plazo prescribe la acción revocatora:
CÓDIGO CIVIL
Artículo 2001.- Plazos prescriptorios
Prescriben, salvo disposición diversa de la ley:
(...)
3. A los dos años, la acción de anulabilidad, la acción revocatoria, la que proviene de
pensión alimenticia, la acción indemnizatoria por responsabilidad extracontractual y la
que corresponda contra los representantes de incapaces derivadas del ejercicio del
cargo.
9. CUESTIONES PROCESALES
El artículo 200 del Código vigente, señala: "La ineficacia de los actos gratuitos se tramita
como proceso sumarísimo; la de los actos onerosos como proceso de conocimiento. Son
especialmente procedentes las medidas cautelares destinadas a evitar que el perjuicio resulte
irreparable. Quedan a salvo las disposiciones pertinentes en materia de quiebra".
La última parte, de este artículo hace referencia al quiebre, ya que esta tiene connotaciones
penales y además porque el fraude puede ser un supuesto de quiebra
10. Caracteres
a. Competente acreedores
c. Es individual
d. Es subsidiaria
e. Es un remedio indirecto
La acción pauliana es un indirecto porque no persigue directamente el oro del crédito, sino
que prepara el terreno removiendo el obstáculo creado por el acto de disposición de sus
bienes a los fines de que ulteriormente pueda efectivo su crédito mediante la acción principal
para su cobro.
Constituye una vía auxiliar viable en caso de necesidad, cuando el acto de deudor ha
logrado substraer el bien del alcance de la acción para el libro del crédito, la cual queda en
suspenso hasta que la pauliana despeje el camino a prosperar. Con el éxito de la pauliana
se obtiene que se declare que el acto disposición realizado por el deudor es ineficaz frente al
acreedor demandante, que a él no le es oponible. Luego en la acción principal para el cobro
del dédito, el acreedor puede embargar el bien objeto del acto ineficaz a fin de que con
producto del remate se cancele su crédito.
f. Es conservatoria o cautelar
g. Es facultativa
La acción pauliana es un derecho optativo del cual el acreedor puede valerse o no según
convenga a sus intereses
h. Es renunciable
La renuncia fraudulenta puede ser declarada ineficaz a instancia de los acreedores del
renunciante, quienes mediante la acción oblicua están facultades para ejercer los derechos
de su deudor.
La acción pauliana solamente recae sobre aquellos actos jurídicos cuyo objeto sea
susceptible de valoración económica, de transformarse en dinero mediante su venta judicial.
Trata de remediar la garantía patrimonial común.
j. Protege la buena fe
El deudor puede gobernar su patrimonio como mejor le parezca con tal que se conduzca con
buena fe, con lealtad frente a sus acreedores, sin violar el deber que tiene tanto de cumplir
con sus obligaciones como de no impedir el pago de las mismas. La función de la acción
pauliana, al igual que la oblicua y la de nulidad, es la de combatir la mala fe y la deslealtad
de los deudores que defraudan y traicionan a sus acreedores
Son titulares de la acción pauliana (legitimación activa) cualquier acreedor perjudicado con
los actos de disposición de los bienes del deudor, tanto los guirografarios como los
privilegiados cuyo privilegio no es suficiente o cuando con el acto de disposición del deudor
ven disminuidas las garantías reales otorgadas a su favor. No es viable esta acción si el
crédito está suficientemente garantizado con hipoteca, prenda, fianza, warrant, etc. o cuando
en el patrimonio del deudor hay suficientes bienes realizables para satisfacer el pago que se
le exige, Los acreedores privilegiados y los que tienen sus créditos respaldados con
garantías suficientes carecen de acción paulina por ausencia de interés, por cuanto los actos
de enajenación de los bienes del deudor no les causan perjuicios.
El acreedor que ejercita la acción pauliana no pide la nulidad, resolución o rescisión del acto
de disposición, sino que su petitorio es para que tal acto se declare ineficaz frente a él.
a. Se desaparezca o disminuya el patrimonio conocido del deudor. Los únicos tos que
pueden dar lugar a la acción pauliana son aquellos por los cuales el deudor
determinado o agravado su insolvencia
b. Se perjudique el cobro del crédito. «Se presume la existencia del perjuicio ando del acto
del deudor resulta la imposibilidad de pagar íntegramente la prestan debida, o se
dificulta la posibilidad del cobro»; la presunción es solamente «iuris iturn», susceptible
de caer ante la prueba, por parte del deudor o del tercero de la inexistencia de]
perjuicio. y
Pueden ser impugnados mediante la acción pauliana todos los actos de disposición
sean gratuitos u onerosos, unilaterales o bilaterales, con los cuales el deudor ha
empobrecido o disminuido su patrimonio en perjuicio de su acreedor, como: venta,
donación, remisión de deuda, sociedad, seguro de vida, actos de liquidación, de
comunidad, aceptación de una sucesión o de una comunidad insolvente, renuncia a un
derecho adquirido", legados, elación en pago, transacción, constitución de derecho de
superficie; el arrendamiento y el usufructo que dificulten la ejecución del bien; la
constitución de garantías como hipoteca, prenda, warrant; los pagos de deudas no
vencidas, etc. También pueden ser impugnados el pago que hace el deudor de
obligaciones naturales (el deudor no puede ser compelido al pago por cuanto el
acreedor posee un derecho desprovisto de acción), porque como afirma Giorgi": «No
podemos adaptamos a excluir de dicho pago la posibilidad del fraude que a nuestro
parecer existirá indudablemente cuando el deudor satisface una obligación moral
teniendo conciencia de que quedan sin ser pagados sus acreedores civiles».
Los actos de disposición del deudor gratuito son ineficaces respecto del prescindiendo
de la buena o mala fe del adquirente. Esto debido a que como el tercero adquirente a
título gratuito, combaten «de lucro captando» cuando la adquisición sea a título gratuito,
aunque haya buena fe inflicto de intereses entre, de una parte, los acreedores y de otra
los adquirentes' I que los unos cortante de damno vitando y los otros de lucro captando
resuelven el sentido de dar preferencia a los acreedores los cuales vitando. El interés
del adquirente se sacrifica por la ley al de los acreedores.
Cuando el acto de disposición es a título oneroso, hay que distinguir si éste es anterior
al surgimiento del crédito. Cuando el acto de disposición es al surgimiento del crédito
para que se declare la ineficacia se exige la presencia os requisitos objetivos:
existencia del crédito, existencia del acto de disposición para el acreedor, y del requisito
subjetivo consistente en que el tercero haya actuado de mala fe, esto es, conociendo
efectivamente el perjuicio al dicho del acreedor o haya estado en razonable situación de
conocer o de no ignorado, aun cuando no exista realmente el propósito de defraudar.
Como la buena fe se sume, corresponde al acreedor probar la mala fe del tercero. El
tercero a título, el deber de corrección y respeto de de los intereses ajenos en cuanto
se presta a una enajenación fraudulenta en juicio de los acreedores.
Artículo 196.- Para los efectos del artículo 195 se considera que las garantías, aun
por deudas ajenas, son actos a título oneroso si ellas son anteriores o simultáneas
con el crédito garantizado.
Por los cuales el deudor otorga garantías reales sobre sus bienes a favor de otros,
sea por deudas a favor del propio deudor o por deudas ajenas, por hipotecar un
inmueble de su propiedad para garantizar el préstamo obtiene. Si estas garantías
son otorgadas con anterioridad con el crédito garantizado, se estiman que han
constituido para el otorgamiento del crédito, por lo que se presumen, iure et de no se
admite prueba en contrario), actos a título oneroso; por consiguiente, para e declare
la ineficacia del acto de constitución de garantía es menester que se le la mala re del
acreedor beneficiario de la garantía.
Puede suceder que los bienes los enajene a su vez a otra. En tal situación, según lo
dispuesto por el art. 197, los de readquiridos a título oneroso por terceros sub adquirentes
que han procedido de la fe son inmunes a la declaración de ineficacia respecto del acreedor
demandan·1 acto celebrado por su deudor con un tercero. En cuanto aparece una segunda
transferencia onerosa y de buena relación declaración de ineficacia de anterior se paraliza".
la declaración de ineficacia del un tercero afecta los derechos adquiridos por los « si son a
título gratuito, independientemente de su buena o mala fe, y in a título oneroso, cuando han
procedido de mala fe.
Puede ocurrir que la pauliana viable contra el primer adquirente de los bienes en dos, ya no
lo sea contra el propietario actual. Así, por ejemplo, A, deudor. dona a B un inmueble. Luego
B vende el inmueble a un tercero de buena La acción pauliana que es procedente contra el
donatario B, independiente de que haya actuado o no con buena fe, ya no lo es contra C.
La acción pauliana no impide que el deudor cumpla con sus obligaciones ya vencidas. Con
el fin de evitar simulaciones, se exige que la deuda vencida y pagada conste en documento
de fecha cierta. Los documentas públicos son de fecha cierta. Un documento privado
-dispone el art. 245 del CPC- adquiere fecha cierta desde: l. la muerte del otorgante; 2. La
presentación del documento ante funcionario público; 3. La presentación del documento ante
notario público, para que certifique la fecha o legalice las firmas; 4. La difusión a través de
un medio público de fecha determinada o determinable; y S. Otros casos análogos.
Excepcionalmente, el juez puede considerar como fecha cierta la que haya sido determinada
por medios técnicos que le produzcan convicción.
En virtud del acto fraudulento o perjudicial del deudor, el bien ha salido definitivamente del
patrimonio del deudor y pasado a integrar el del tercer, y aun cuando la pauliana progrese,
no se reintegra más al del primero, en razón de que entre las partes el acto es válido y
eficaz; sólo idealmente se considera que el bien vuelve a formar parte del activo del
patrimonio del deudor como garantía común a fin de que el acreedor pueda caer sobre él
para poder recuperar su acreencia. Por ello es que la ley faculta al acreedor a cobrar su
crédito embargando y rematando (estas son las acciones que le corresponden al acreedor
de que habla el primer párrafo del art. 199) el bien objeto del acto ineficaz; si el valor del
remate del bien es superior al crédito del demandante, queda en beneficio del tercero
adquirente demandado.
Puede suscitarse el problema de que varios acreedores ejerciten la acción pauliana para
que se declare la ineficacia del mismo acto de disposición. En tal caso será preferido el que
primero embargue. Si todas las acciones se hubiesen acumulado obteniendo una sola
sentencia favorable a los demandantes, dos principios pueden servir para resolver el
problema: uno de ellos, el de concursu partes fiunt, que nos lleva a un reparto proporcional
del valor del bien entre los distintos créditos en concurso; y el otro, el prior tempore potior
iuris (primero en tiempo, mejor en derecho), a ir satisfaciendo cada uno de los créditos por
riguroso orden de antigüedad.
El fin de la acción oblícua es ingresar en el patrimonio del deudor los bienes que resulten. La
acción pauliana persigue que se declare ineficaz con relación al accionante.
La acción pauliuna supone la realización de actos reales, serios, no aparentes; las partes
desean la realización-del acto de disposición y la producción de sus efectos. La acción de
simulación presupone un acto aparente que las partes no quieren que produzca efectos
entre ellas. Los simulantes aparentan querer algo cuando en realidad no quieren nada
(simulación absoluta) o quieren algo diferente (simulación relativa). La acción pauliana se
dirige contra un acto de disposición real del deudor; la de simulación se dirige contra un acto
ficticio y tiende a comprobar que los bienes no han salido del poder del transferente. En
resumen, en la acción pauliuna el acto atacado existe realmente, mientras que en la acción
de simulación, el acto atacado existe sólo aparentemente.
Con la acción de simulación se busca que se verifique la inexistencia de un acto jurídico sólo
aparente (ficticio) y que se declare su nulidad, en tanto que con la pauliana se persigue que
el acto real de disposición sea declarado ineficaz con relación al acreedor demandante y
sólo hasta el límite en que concurre el interés de éste. La primera es una acción declarativa
de nulidad, la segunda es una acción de inoponibilidad. La acción pauliana tiene por fin
reintegrar en la «prenda general» de los acreedores lo que de ella había salido por efecto
del acto de disposición del deudor, en tanto que la acción de simulación tiene por objeto
demostrar que el bien que parece haber salido de la prenda general, no ha dejado de formar
parte de ella.
En la acción de ineficacia de los actos a titulo oneroso, los acreedores deben probar que el
tercero adquirente haya tenido conocimiento o haya estado en razonable situación de
conocer el perjuicio al acreedor (art. 195); en la de simulación no.
CAPITULO VI
EL DIVORCIO
La legislación peruana, desde los años 30, ya había admitido el divorcio vincular por causal y,
en la última década, también por mutuo consentimiento. Así está recogido en la Constitución
Política del Perú y el Código Civil. Este último prevé en su artículo 333° trece causales de
separación de cuerpos que puede tornarse en divorcio. Las diez primeras operan cuando son
invocadas por el cónyuge inocente y la décimo primera produce la separación de cuerpos y/o
divorcio por mutuo acuerdo de los cónyuges.
Este tipo de Juicio requiere un largo proceso, en el cual hay que probar claramente cada
motivo alegado. Es un Juicio complejo que implica un proceso judicial con todas las etapas
probatorias. Separación que es solicitada unilateralmente por uno de los cónyuges. Para
obtener esta clase de divorcio se requiere probar en Juicio (Juicio de Conocimiento) las
causales que han establecido el Art.333 del Código Civil y la Ley 27495, que incorpora la
separación de hecho como causal de separación de cuerpos y subsecuente divorcio.
1.1. DEFINICION DEL DIVORCIO
El Divorcio debe entenderse como la disolución definitiva del vinculo matrimonial declarada
judicialmente al haberse incurrido en alguna de las causales previstas por la ley, y con la cual
se pone fin a los deberes conyugales y a la sociedad de gananciales, si es que los cónyuges
optaron por dicho régimen patrimonial.15
Debe tenerse en cuenta que nuestro ordenamiento acoge los dos tipos de divorcio
diferenciados por la doctrina (divorcio sanción y divorcio remedio) por lo que en este punto es
pertinente citar al el Dr. Peralta Andía quien sostiene que el sistema del divorcio-sanción se
formula como el castigo que debe recibir el cónyuge culpable que ha dado motivos
para el divorcio. Se funda en el incumplimiento grave y reiterado de los deberes conyugales
imputables a uno o ambos cónyuges y su estructura se sustenta en:
a) El principio de culpabilidad, según el cual el divorcio se genera por culpa de uno
de ellos o de ambos, de tal modo que uno será culpable y el otro inocente, por tanto, sujeto a
prueba.
b) La existencia de varias causas para el divorcio, esto es, causas que están previs-
tas en la ley, que en total son doce causales de acuerdo con nuestro sistema.
c) El carácter punitivo del divorcio, porque la sentencia que declara disuelto el vín-
culo conyugal es un medio para penalizar al culpable por haber faltado a los deberes y obliga-
ciones conyugales, consiguientemente, supone la suspensión del ejercicio de la patria potes-
tad, la pérdida o restricción del derecho alimentario, la pérdida de la vocación hereditaria, pér-
dida de los derechos hereditarios, etc.16
1.2. CAUSAS
16 PERALTA ANDIA, Javier, Remedio y la Separación de Hecho - El Sistema de Divorcio, en Divorciosperu.com del 09 de
Diciembre del 2007.
En nuestro ordenamiento jurídico, una vez consentido y ejecutoriado la sentencia de divorcio, origina
una serie de efectos posteriores a esta y se presentan de la siguiente manera.
• Se declara la ruptura del vínculo matrimonial, pero el divorcio no destruye tan totalmente el
estado matrimonial, que reponga a los ex - cónyuges a una situación semejante a la que
tuvieron antes del matrimonio, sino que tendrán ciertos derechos y obligaciones que hacen
referencia al estado en que se encuentran hasta antes del matrimonio. Los ex – esposos
pueden contraer matrimonio entre sí mismos con las limitaciones establecidas por la ley o
contraer nuevo matrimonio con tercera persona.17
• Según el Artículo 474 inciso 1 los esposos se deben alimentar recíprocamente y si el marido
está obligado a alimentar a su mujer por lo dispuesto en el artículo 288 del CC; parece
lógico que destruido el matrimonio, todo derecho alimentario de uno respecto del otro
debería concluir. Pero el artículo 350 de CC, establece que si se declara el divorcio por
culpa de uno de los cónyuges y el otro careciera de bienes propios o de ganancias
suficientes o estuviera imposibilitado de trabajar o de subvenir a sus necesidades por otro
medio, el juez le asignara una pensión alimenticia no mayor de la tercera parte de la renta
de aquel.
• El indigente debe ser socorrido por su ex – cónyuge aunque hubiese dado motivos para el
divorcio.
• Las obligaciones a que se refiere este artículo 350, cesan automáticamente si el alimentista
contrae nuevas nupcias. Cuando desaparece el estado de necesidad, el obligado puede
demandar la exoneración y en su caso el reembolso.
• Por mandato de la ley el juez puede ordenar la reparación del daño moral al conceder al
cónyuge inocente una suma de dinero, si ha resultado seriamente afectado en sus bienes
extramatrimoniales como el prestigio, el honor, consideración social, etc., específicamente,
si los hechos que han determinado el divorcio comprometen con gravedad el interés
personal de aquel cónyuge.
• El cónyuge culpable pierde las gananciales que proceden de los bienes del otro de acuerdo
con el artículo 352 del CC, pero conserva sus derechos a los demás que están señalados en
el artículo 310 del CC. Este efecto no funciona cuando el caudal común se ha constituido
por aplicación de la ley. En cambio de puro derecho, sin que se necesario fallo judicial y se
hace efectivo al liquidarse la sociedad.
17 ZAMORI, Eduardo A., Dº Civil, Dº de Familia, Tomo I, 5ª EDICION 2006, Editorial Astrea-Buenos Aires
• Se prohíbe de que la mujer continúe llevando el apellido del marido (24 del CC).
• Fenece el vínculo de afinidad que el matrimonio creó.
• Los hijos se confían al cónyuge que obtuvo la separación por causa única, a no ser que el
juez determine por el bien de ellos, que se encargue de todos o de alguno el otro cónyuge o,
si hay motivo grave, una tercera persona. Esta designación debe recaer por orden, y siendo
posible y conveniente, en algunos de los abuelos, hermanos o tíos.
Estos surtirán cuando se haya expedido la sentencia y esta quede ejecutoriada. Tiene excepciones;
estos efectos surten desde el día en que se dicta la sentencia que queda ejecutoriada o consentida,
entre los cónyuges cuando se trata de la economía, desde cuando se inicia el juicio.
La ley otorga la opción a favor del cónyuge demandante de presentar su demanda ante el
juez del domicilio actual del cónyuge demandado o ante el del último domicilio conyugal, es
decir, si hubo separación de hecho anterior, el que compartieron al tiempo de producirse
ésta.
El artículo 24, numeral 2, del Código Procesal Civil no señala que esta competencia
territorial sea improrrogable. En tal virtud, si se demanda ante juez distinto, éste no puede
declarar su incompetencia, por cuanto en el artículo 35 del Código adjetivo se establece que
la incompetencia se declara de oficio por razón del territorio cuando ésta sea improrrogable.
Lo que procede es que el demandado invoque la incompetencia como excepción o como
inhibitoria.
De otro lado, no existe impedimento legal para que los cónyuges acuerden por escrito
someterse a la competencia territorial de un juez distinto al que corresponde, al no declararla
improrrogable la ley. Ello se produciría, por ejemplo, si los cónyuges establecen por escrito
su separación de hecho y en ella fijan su sometimiento a la competencia territorial de un
determinado juez para el caso de iniciarse un proceso de separación de cuerpos o de
divorcio por causal. Esa dispensa convencional del deber de cohabitación no podrá ser
considerada como inválida e ineficaz, por cuanto sólo si los cónyuges no acuerdan la
convivencia separada en los casos del artículo 289 del Código Civil, procederá la dispensa
judicial. En tal virtud, la prórroga convencional de la competencia sustentará la contradicción
de la inhibitoria o de la excepción, ofreciéndose como medio probatorio el documento que
acredita su existencia.
Competen al juez que conoce de la separación de cuerpos o del divorcio por causal, las
pretensiones relativas a los derechos u obligaciones de los cónyuges o de éstos con sus
hijos18.
1.5. PARTES QUE INTERVIENEN
Resulta obvio que las partes son los cónyuges. Ellos tienen capacidad para ser parte
material y para comparecer al proceso personalmente o por apoderado.
Si uno de los cónyuges ha fallecido, los herederos no pueden iniciar la acción, ya que se ha
producido la disolución del vínculo matrimonial. En caso contrario, la demanda será
declarada improcedente por carecer de legitimación por obra del demandante. De otro lado,
los herederos tampoco podrán continuar la acción iniciada en vida por su causante, es decir,
no operará la sucesión procesal, al haberse producido la desaparición de uno de los
presupuestos de la acción de separación de cuerpos o de divorcio por causal: ello es, la
subsistencia del vínculo matrimonial. Ante esa eventualidad, el juez debe declarar la
conclusión del proceso sin expresión sobre el fondo por haberse sustraído la pretensión del
ámbito jurisdiccional.
Si alguno de los cónyuges es incapaz por enfermedad mental o ha sido declarado ausente,
comparece al proceso representado por cualquiera de sus ascendientes, de acuerdo con el
artículo 334 del Código Civil. A falta de éstos, el juez le nombrará un curador procesal. Igual
tratamiento deben merecer los casos en que el cónyuge incapaz lo sea por deterioro mental
que le impide expresar su libre voluntad. En cambio, si el cónyuge ha sido declarado
pródigo, mal gestor, ebrio habitual o toxicómano, debe estarse a lo que dispone el artículo
591 del Código Civil: no puede comparecer al proceso sin el asentamiento especial del
curador.
Las situaciones descritas son relevantes para la constitución de una relación jurídica
procesal válida. Así, cuando se demande la separación de cuerpos o el divorcio por la causal
de fármaco-dependencia y en la medida que se cuente con la prueba preexistente de esa
eventualidad, deberá promoverse previamente la interdicción civil y nombrársele un curador
provisional al cónyuge afectado, quien le otorgaría el asentamiento especial requerido; y, en
el caso que la prueba haya sido ofrecida con la demanda, deberá nombrársele un curador
procesal que lo represente en el proceso si de la actuación de las pruebas resulta manifiesta
la incapacidad relativa de ejercicio, a fin de establecer una relación jurídica procesal válida.
De otro lado, queda entendido que el cónyuge menor de edad tiene plena capacidad para
estar en todo tipo de procesos al haber cesado su incapacidad relativa por razón del
matrimonio.
Sobre la caducidad, debe tenerse presente que el demandado puede proponerla como
excepción, la que si se declara fundada anulará todo lo actuado y dará por concluido el
proceso.
1.10. RECONVENCIÓN
El demandado por separación de cuerpos o divorcio por causal puede reconvenir por
divorcio o separación de cuerpos por causales idénticas o diferentes, indistintamente.
También puede entablar por esa vía, cualquiera de las pretensiones acumulables por la
conexidad con la relación jurídica invocada en la demanda.
Si el demandado no reconviene, no puede declararse la separación de cuerpos o el divorcio
por culpa del cónyuge demandante -aún cuando su culpa resulte de la prueba- pues ello
implicará juzgar fuera de lo peticionado.
1.11. VARIACIÓN DE LA DEMANDA DE DIVORCIO A SEPARACIÓN DE CUERPOS.
El artículo 482 del Código Procesal Civil, en concordancia con el artículo 357 del Código
Civil, establece que en cualquier estado del proceso antes de la sentencia, el demandante o
el reconviniente, pueden modificar su pretensión de divorcio a una de separación de
cuerpos; ello como es natural en el deseo social de conservar la institución del matrimonio.
1.12. EXCEPCIONES
El ordenamiento procesal precisa las excepciones que pueden ser propuestas por el
demandado. Para el caso de la separación de cuerpos y el divorcio por causal, tienen
particular interés las excepciones de caducidad y de litispendencia.
Ya se ha explicado que para las diferentes causales de separación de cuerpos y de divorcio,
el artículo 339 del Código Civil contempla los casos en que opera la caducidad y que
provoca anular todo lo actuado, dando por concluido el proceso.
Por ello, una comparación de los citados elementos de los procesos involucrados descartará
la identidad si la causa petendi del petitorio de cada uno no es la misma. Sin embargo, el
análisis no se agota en esto desde que diferentes hechos imputados a cada cónyuge
pueden configurar idénticas o diferentes causa petendi. En tal sentido, además se deberá
apreciar los hechos que configuran la causa petendi invocada en la demanda para declarar
fundada o infundada la excepción de litispendencia.
1.13. REBELDÍA
La declaración de rebeldía, en el proceso de separación de cuerpos o divorcio por causal, no
causa presunción legal relativa sobre la verdad de los hechos expuestos en la demanda.
Ello en razón de que la pretensión se sustenta en un derecho indisponible por su carácter de
atributo de la persona: el estado de familia. Tal indisponibilidad provoca que los particulares
carezcan de poder sobre sus cualidades personales como para modificarlas o disponer de
ellas por convenciones según su voluntad. En tal sentido, la declaración de rebeldía no
obsta a que el demandante acredite los hechos expuestos en su demanda, ni impide al
demandado ofrecer pruebas, si fuere el estado, las que sólo pueden versar sobre los hechos
alegados por la parte actora.
1.14. ACUMULACIÓN
En caso de que cada uno de los cónyuges, en la misma época, haya demandado al otro por
separación de cuerpos o divorcio por causal, corresponde la acumulación de ambos
procesos para que se dicte una sola sentencia, dado que se persigue la modificación del
estado de familia: el vínculo matrimonial, elemento común en ambas pretensiones (artículo
84 del Código Procesal Civil). Se trata de una acumulación sucesiva de procesos.
1.15. LAS MEDIDAS CAUTELARES.
Después de interpuesta la demanda, compete adoptar todas las medidas que sean
necesarias sobre las personas de los cónyuges y de los hijos menores, su residencia y, sus
relaciones patrimoniales. Todas ellas tienen carácter provisional y transitorio, y pueden ser
ampliadas, modificadas, reducidas o sustituidas durante el curso del proceso, a la par que
quedan subordinadas a lo que se resuelva en la sentencia o después de ella.
Esto último se evidencia en todas las cuestiones que puedan planearse posteriormente entre
las personas con relación a los efectos de la separación de cuerpos o del divorcio
sentenciado, tales como los cambios de tenencia de los hijos menores; fijación o
modificación de régimen de visitas; aumento, disminución o cesación de alimentos, etc.
Las medidas cautelares que resultarían generalmente procedentes, sin carácter limitativo en
la enunciación, son las siguientes:
A) Medidas cautelares sobre las personas de los cónyuges.
• Separación provisional de los cónyuges.
Concordantemente, los artículos 485 y 680 del Código Procesal Civil se refieren a la medida
cautelar sobre separación provisional de los cónyuges. Ella podría consistir en la
autorización para vivir separado del hogar conyugal, si al momento de promoverse el
proceso, los cónyuges habitaban en el domicilio conyugal, o en la autorización de la
separación del hogar conyugal, si al momento de promoverse el proceso los esposos
estaban separados de hecho.
• Atribución de la casa conyugal.
El segundo párrafo del artículo 677 del Código Procesal Civil dispone que, si durante la
tramitación del proceso de separación de cuerpos o de divorcio por causal se producen
actos de violencia física, presión psicológica, intimidación o persecución al cónyuge, hijos o
cualquier integrante del núcleo familiar, el juez debe adoptar las medidas necesarias para el
cese inmediato de los actos lesivos. Entre las más relevantes medidas cautelares está la de
atribuir la casa conyugal.
Verdadero problema se presenta cuando los esposos continúan habitando la casa conyugal
y las alternativas del juicio o el estado de las relaciones personales hace necesaria la
separación o bien cuando uno de ellos se haya retirado voluntariamente o porque se le
impidió la entrada y pretende su reingreso y la exclusión de otro. En tal supuesto, el juez
debe atribuir la casa conyugal disponiendo si alguno de los cónyuges debe retirarse del
hogar conyugal o ser reintegrado a él.
Como criterio fundamental para fijar la tenencia debe seguirse el de mantener el statu quo
existente al tiempo de la promoción de la demanda, especialmente si de hecho uno de los
cónyuges viene ejerciendo la tenencia por un tiempo prolongado, y salvo que esa situación
haya sido creada por el engaño o la violencia de uno de los esposos. En todo caso,
corresponde aplicar subsidiariamente la regla contenida en el segundo párrafo del artículo
340 del Código Civil: los hijos varones mayores de siete años quedan a cargo del padre, y
las hijas menores de edad, así como los hijos menores de siete años al cuidado de la madre.
No obstante la previsión de la norma procesal, cuando los hijos menores son varios, es
conveniente ponerlos a todos bajo la tenencia de la misma persona, a fin de mantener la
unidad de educación.
Sólo por razones excepcionales cabe entregarlos a un tercero, dejando de lado a los padres;
en tal caso debe nombrársele un tutor o curador provisionales.
En general, la atribución de la tenencia debe otorgarse de acuerdo con la conveniencia y el
interés de los menores.
• Régimen de visitas.
El otorgamiento de la tenencia de hijos menores a uno de los cónyuges o a un tercero no
priva al otro -ni a ambos, en el segundo caso- del derecho a mantener relaciones personales
con aquéllos, el cual se manifiesta especialmente en el derecho de visita, sin perjuicio de
otros aspectos, como el intercambio de correspondencia, la vigilancia de la educación, etc.
Sólo por causas muy graves que supongan poner en peligro la seguridad, la salud física o
moral de los menores puede privarse de él a los padres.
En principio, las visitas deben realizarse en el hogar del cónyuge en cuyo favor se
establecen o en lugar que él indique. No deben llevarse a cabo en el domicilio del otro
esposo, pues ello supondría someterlo a violencias inadmisibles y quitar a las visitas el
grado de espontaneidad necesario para que el visitante cultive con eficacia el afecto de sus
hijos.
El régimen de visitas puede ser suspendido a título de sanción contra el padre que no da
cumplimiento deliberado a su obligación alimentaria, pues se trata de un deber patrimonial,
sin cuyo cumplimiento no puede pretender los derechos correlativos ni alegar un cariño,
cuya inexistencia se demuestra acabadamente.
1.16. LOS MEDIOS PROBATORIOS.
Dada la peculiar naturaleza de los procesos de separación de cuerpos o divorcio por causal,
la prueba fundamental a producirse es la que el cónyuge ha incurrido en alguna de las
causales legales. La prueba de hechos concretos encuadrados en la enumeración legal no
resulta enervada por la del concepto de que el imputado goza en las relaciones sociales o
en el desempeño de su trabajo o de cargos públicos, pues es común que en la vida de
relación, tanto el hombre como la mujer actúen en forma distinta de la que caracteriza su
desempeño en la actividad del hogar.
En principio, todo medio de prueba es admisible de acuerdo con el artículo 191 del Código
Procesal Civil. Como los hechos que dan lugar a la separación de cuerpos o al divorcio
ocurren en la intimidad del hogar, la prueba es dificultosa.
Por ello, el criterio con que se aprecia la prueba producida debe ser amplio, y ella debe ser
considerada en conjunto, a fin de tratar de obtener una idea exacta de la situación real del
matrimonio y determinar, dentro de la relatividad de las cosas humanas, la culpabilidad de
cada cónyuge en el fracaso del matrimonio. Las especiales circunstancias sobre la
educación, la costumbre y conducta de los cónyuges deben ser, pues, consideradas por el
juez.
Las ordinarias y principales pruebas que pueden ser ofrecidas por las partes, son las
siguientes:
a) Declaración de parte.
La declaración de parte se referirá a hechos del que la presta. Tratándose de los procesos
de separación de cuerpos o de divorcio por causal, la declaración de parte debe ser
personal, no debiendo ser admisible la declaración del apoderado, por no permitir una
apreciación directa de la educación, costumbres y conducta de los cónyuges, perdiendo, así,
su finalidad.
La declaración espontánea puede ser tenida en cuenta si está corroborada por otras
pruebas o si es evidente la ausencia de connivencia entre los cónyuges para provocar, por
ejemplo el divorcio, como cuando se admite una imputación, pero se procura atenuar sus
efectos con otros hechos.
b) Declaración de testigos.
En materia de separación de cuerpos o de divorcio por causal, asumen particular relevancia
las declaraciones de testigos, por cuanto se trata de probar hechos ocurridos en la intimidad
del hogar.
Pueden declarar en estos procesos los parientes de los cónyuges, estando exceptuados de
la prohibición legal en asuntos de derecho de familia, por ser quienes conocen mejor, o los
únicos que conocen los hechos que llevan a la separación de cuerpos o al divorcio. Por ello,
no pueden ser considerados testigos objetables en tanto sus declaraciones revelen
objetividad y no sean parciales.
Corresponde al juez analizar sus dichos para descalificarlos, si de los mismos resultara que
tienden a favorecer a una de las partes; pudiendo dividir la declaración, cuando comprende
hechos diversos e independientes entre sí de acuerdo a las causales imputadas.
c) Documentos.
Son admisibles en estos procesos toda clase de documentos, como los escritos, públicos o
privados, los impresos, fotocopias, planos, cuadros, dibujos, fotografías, radiografías, cintas
cinematográficas y otras reproducciones de audio o video, la telemática en general y demás
objetos que recojan, contengan o representen algún hecho, o una actividad humana o su
resultado.
Pueden ser ofrecidos como pruebas, copias certificadas de expedientes administrativos o
judiciales, si están en trámite, o el propio expediente, si es fenecido.
Los documentos públicos y privados en general pueden ser propuestos como prueba.
Cuando no son documentos públicos, cabe el reconocimiento, sea en su firma o bien en su
contenido si no están firmados, lo mismo que la autenticación por otros medios probatorios,
como el cotejo.
Con relación a la correspondencia privada, pueden presentarse las dirigidas entre los
esposos, las enviadas por uno de ellos a un tercero y las de un tercero a uno de los
cónyuges, pero no valdrán como pruebas las dirigidas por el cónyuge que las invoca a un
tercero, pues ello implicaría hacer mérito de una prueba creada por el mismo interesado.
También pueden presentarse anónimos, notas, diarios íntimos, etc., los que pueden
constituir un principio de prueba escrita si el escrito emana del cónyuge a quien se opone y
el hecho alegado sea verosímil.
Las fotografías y videos son documentos no escritos que también pueden servir como
prueba y ser sometidos al reconocimiento de la parte contra la cual se presentan. Pero su
valor probatorio debe ser analizado teniendo en cuenta la posibilidad de la presentación de
fotografías y videos fraguados por uno de los cónyuges para intentar perjudicar al otro.
Para la prueba de grabaciones (fonográficas) deben regir similares principios que para la
correspondencia privada: no viola secretos el esposo que registra las conversaciones
telefónicas de su cónyuge para obtener la prueba de su inconducta, si tiene razonables
sospechas acerca de ello. Procede el reconocimiento del interesado de que la voz grabada
es la propia y de que la conversación se ha sostenido con un interlocutor determinado o
determinable.
d) Pericia.
La prueba pericial de cualquier especie es admisible, resultando necesaria cuando un
documento escrito o no, atribuido a uno de los cónyuges, no fue reconocido
espontáneamente. Será procedente, por ejemplo, la pericia grafotécnica para demostrar la
autenticidad de documentos escritos, la identificación pericial de la voz basada en la registro
mecánico de las curvas de vibración, amplitud e intensidad de ondas, etc.
En los procesos de separación de cuerpos o de divorcio por causal son relevantes el indicio,
la presunción judicial y la conducta procesal de las partes.
Tales circunstancias son, pues, indicios que conducen al juez a la certeza en torno a un
hecho desconocido relacionado con la controversia; además, la conducta procesal de la
parte que se negó a someterse a la prueba, denota su falta de cooperación para lograr la
finalidad de los medios probatorios.
Otro caso se presentaría cuando se invoca al causal de abandono injustificado del hogar
conyugal. El juez puede presumir la injustificación del abandono si el cónyuge abandonante
no acredita los motivos de su alejamiento y no hay indicios de provocación por parte del
abandono, como cuando no se le permitió el ingreso, cambiando el sistema de la cerrajería.
Ello en razón a que está implícito en nuestro ordenamiento civil que es injustificado todo
incumplimiento de los deberes conyugales, como presunción relativa.
g) Actuación de pruebas de oficio.
El artículo 194 del Código Procesal Civil señala que cuando los medios probatorios ofrecidos
por las partes sean insuficientes para formar convicción, el juez, en decisión motivada e
inimpugnable, puede ordenar la actuación de los medios probatorios adicionales que
considere convenientes. Atendiendo al principio dispositivo y a la característica de los
derechos comprendidos en los procesos de separación de cuerpos y de divorcio por causal,
la actuación de pruebas de oficio no puede suponer una suplencia de la carga probatoria
que corresponde a quien afirma hechos que configuran su pretensión, ni afectar la
naturaleza de cada medio probatorio. En ese sentido, el juez puede disponer la actuación de
pruebas periciales adicionales; el reconocimiento o cotejo de documentos privados escritos,
simplemente ofrecidos o tachados; el reconocimiento de documentos no escritos
simplemente ofrecidos; una inspección judicial. En cambio, no podrá disponer la declaración
de parte ni la de testigos; por exigir, además, para su actuación la previa presentación de los
respectivos pliegos que deben ser entregados por las partes. Téngase presente que la
norma procesal destaca que la insuficiencia está referida al valor probatorio de cada medio
-"para formar convicción"- y no importa carencia o falta de medios probatorios que debieron
ser ofrecidos oportunamente por las partes para acreditar la causal invocada.
1.17. LA CONCLUSIÓN DEL PROCESO.
De acuerdo con el Código Procesal Civil, la conclusión del proceso puede ser sin
declaración sobre el fondo (artículo 321) y con declaración sobre el fondo (artículo 322). El
juez declarará concluido el proceso si durante su tramitación se produce cualquiera de los
casos previstos en el artículo 321 y los incisos 2, 4 y 5 del artículo 322.
A) Conclusión del proceso sin declaración sobre el fondo.
En los procesos de separación de cuerpos o de divorcio por causal, tienen particular
relevancia las causales previstas en los incisos 1, 2, 3, 5 y 6 del artículo 321 del Código
Procesal Civil.
a) Sustracción de la pretensión del ámbito jurisdiccional.
Ella se produciría ante la eventualidad del fallecimiento de una de las partes durante la
tramitación. Si uno de los cónyuges fallece durante el proceso, no operará la sucesión
procesal y se habrá producido una sustracción de la pretensión del ámbito jurisdiccional al
desaparecer uno de los presupuestos de la separación de cuerpos o de divorcios por causal:
ello es, la subsistencia del vínculo matrimonial.
b) Disposición legal que declare al conflicto de intereses como un caso no justiciable.
Ella se presenta con la reconciliación de los cónyuges, producida durante la tramitación. Si
prospera una reconciliación entre los cónyuges durante el juicio, el artículo 346 del Código
Civil dispone el corte del proceso, esto es, la conclusión del proceso sin declaración sobre el
fondo, al evidenciarse la restitución del estado normal del matrimonio y, por tanto, la no
intención de obtener el decaimiento o la disolución del vínculo.
c) Declaración de abandono del proceso.
Como estos procesos no se impulsan de oficio, la inactividad procesal de las partes
producirá que se declare el abandono del proceso, poniéndole fin sin afectar la pretensión.
Debe entenderse que, la previsión del artículo 351 del Código Procesal Civil sobre los
efectos del abandono del proceso (restricciones al derecho de accionar, restitución de las
cosas al estado anterior a la demanda, extinción de derecho pretendido), está referida a la
pretensión que se sustentó en hechos pasados, tratados en el proceso abandonado, mas no
a la pretensión que, sobre hechos nuevos, puede motivar el inicio de un nuevo proceso.
d) Caducidad del derecho pretendido.
Se presentaría cuando se verifiquen algunos de los supuestos de caducidad previstos en el
artículo 339 del Código Civil, aplicable tanto a la separación de cuerpos como al divorcio. Tal
caducidad vincula al derecho pretendido, sustentado sobre hechos producidos en ese plazo,
y no a aquellos hechos posteriores que podrían fundar una nueva demanda.
e) Desistimiento del proceso y de la pretensión.
El desistimiento del proceso lo da por concluido sin afectar la pretensión, aún cuando puede
tener por resultado la caducidad del derecho pretendido. Respecto del desistimiento de la
pretensión, éste resulta procedente al no suponer una disposición del derecho pretendido.
Así si el cónyuge ofendido perdona al ofensor durante el proceso, ese hecho supone la
reanudación del estado conyugal y, por tanto, la no continuación del proceso. Tal perdón
comprende los hechos en que se sustenta la pretensión y ello no impide que, sobre la base
de hechos nuevos, se pueda intentar una nueva demanda. No hay disponibilidad del
derecho al evidenciarse el mantenimiento del estado de casados.
Contra la sentencia expedida por la Corte Superior procede, además del pedido de
aclaración o corrección, en su caso, el recurso de casación por las causales a que se refiere
el artículo 386 del Código Procesal Civil. Como se sabe, este recurso sólo tiene por finalidad
la correcta aplicación e interpretación del derecho objetivo.
CAPITULO VII
INVALIDEZ DEL MATRIMONIO
Uno de los problemas fundamentales vinculados con la invalidez del matrimonio lo constituye la
determinación de si las disposiciones del Capítulo Quinto del Título I de la Sección Segunda del
Libro III del Código Civil -que a tal materia se refieren- forman un régimen especial que se basta a sí
mismo, o bien si le son aplicables subsidiariamente las normas sobre la invalidez de los actos
jurídicos contenidas en el Título IX del Libro II del mismo Código Civil.
La invalidez del matrimonio debe ser declarada por el órgano jurisdiccional competente ya que no
opera ipso iure .la invalidación funciona con efecto retroactivo, lo que significa que destruye todas
las consecuencias que el matrimonio había producido, solo se atenúa en cuanto a la buena fe de
los conyugues la nulidad y la anulabilidad componen la invalidez del matrimonio
2.1.- Nulidad Del Matrimonio. El art. 274 del Código Civil a la letra nos dice: Es nulo el
matrimonio:
Se trata de una causal de nulidad del matrimonio relacionada con la aptitud nupcial de uno de los
contrayentes, quien padece de enfermedad mental crónica, aunque tenga intervalos de lucidez.
El fundamento de la norma es doble: en primer lugar, la protección del enfermo mental que ha
otorgado un acto jurídico de la importancia del matrimonio sin discernimiento; en segundo término, la
protección del sano, a quien no parece justo imponer la carga de una unión perpetua con un
enfermo mental si obró ignorando la enfermedad.
La disposición legal también destaca la vigencia de la causal para demandar la invalidez del
matrimonio si el enfermo mental tiene intervalos de lucidez; los que se presentan, según la
apreciación generalmente aceptada, en ciertos casos de restablecimiento de la normalidad, como en
las psicosis intermitentes con accesos separados por épocas de lucidez perfecta y de bastante
duración, que constituyen estados de auténtica salud.
Para la primera circunstancia, reserva su ejercicio a favor del cónyuge perjudicado y caduca dentro
del plazo de un año a partir del día en que cesó la incapacidad. Al respecto, debe considerarse que
con la denominación “cónyuge perjudicado” se alude, de acuerdo con la situación de hecho que se
presente, tanto al cónyuge que descubre, luego de recobrar sus facultades mentales, haber
contraído matrimonio siendo enfermo mental; como, también, al cónyuge sano a quien se le revela
la enfermedad mental que padeció su otro consorte.
Para el segundo evento no realiza reserva alguna del ejercicio de la pretensión, por lo que, mientras
el cónyuge enfermo no recupere sus facultades mentales, rige el principio de que la pretensión
puede ser ejercitada por todos los que tengan legítimo interés. Asimismo, no establece un plazo de
caducidad, por lo que la pretensión puede ser ejercitada en todo momento, mientras el cónyuge
enfermo no recupere sus facultades mentales.
b) Del sordomudo, del ciego sordo y del ciego mudo que no sepan expresar su voluntad
de manera indubitable. Empero si aprenden a expresarse sin lugar a duda, es de aplicación lo
dispuesto en el inciso 1)
Se trata de otra causal de nulidad del matrimonio relacionada con la aptitud nupcial de uno de los
contrayentes, quien siendo sordomudo, ciego sordo o ciego mudo no sabe expresar su voluntad de
manera indubitable.
Asimismo, debe destacarse que la previsión legislativa se refiere a la situación de hecho del
sordomudo, ciegosordo o ciegomudo que no sabe expresar su voluntad indubitable mente sin
relación con la interdicción civil por esta misma causal. Pero, y como en el caso anterior, la
existencia de esto último no es del todo indiferente, sino que influye sobre la carga de la prueba. Si
existe sentencia de interdicción civil, como ella supone que se ha acreditado judicialmente tal
situación de hecho, resulta innecesario volverla a probar; quien sostenga que sí sabía expresarse
indubitablemente en el momento del matrimonio es quien deberá acreditarla. En cambio, si no existe
sentencia de interdicción civil, corresponde a quien ataca el matrimonio demostrar tal dificultad al
tiempo de celebrarlo.
Para la primera circunstancia, expresamente regula el caso de que el primer matrimonio se haya
extinguido, sea porque ha muerto el primer cónyuge del bígamo o si aquél ha sido invalidado o
disuelto por divorcio; estando implícito, a partir de considerar las características del régimen legal de
invalidez del matrimonio, el tratamiento legal para el caso contrario: cuando el primer matrimonio
está vigente.
Cuando el primer matrimonio se ha extinguido, reserva su ejercicio a favor del segundo cónyuge del
bígamo, siempre que haya actuado de buena fe, y caduca dentro del plazo de un año a partir del día
en que tuvo conocimiento del matrimonio anterior. En cambio, cuando el primer matrimonio está
vigente no se realiza reserva alguna del ejercicio de la pretensión; por lo que rige el principio de que
la pretensión puede ser ejercitada por todos los que tengan legítimo interés, incluso por el propio
bígamo. Asimismo, no establece un plazo de caducidad; por lo que la pretensión puede ser
ejercitada en todo momento, mientras el primer matrimonio esté vigente.
Tratándose del nuevo matrimonio contraído por el cónyuge de un desaparecido sin que se hubiera
declarado la muerte presunta de éste, expresamente regula el caso de subsistir la ausencia. En este
supuesto reserva el ejercicio de la pretensión al nuevo cónyuge, siempre que hubiera procedido de
buena fe y mientras dure el estado de ausencia. Está implícito que, si la ausencia concluye por la
reaparición del desaparecido, serán aplicables las disposiciones anotadas para el caso de que el
primer matrimonio esté vigente.
En cambio, si la ausencia termina por la declaración de muerte presunta del desaparecido, el
cónyuge supérstite podrá contraer válidamente un nuevo matrimonio por cuanto la muerte pone fin a
la persona (artículo 61 del Código Civil). En ese sentido, si el declarado muerto presunto reaparece
y obtiene su reconocimiento de existencia, ello no invalidará el nuevo matrimonio que hubiere
contraído su ex cónyuge.
En las disposiciones legales citadas se contempla al parentesco consanguíneo o afín, en línea recta
o colateral, respectivamente, como causales de nulidad del matrimonio. Así, se establece que:
El parentesco afecta de nulidad al matrimonio celebrado por los afines en segundo grado
cuando el matrimonio que lo produjo se disolvió por divorcio y el ex cónyuge vive.
Para todos estos casos no se realiza reserva alguna del ejercicio de la pretensión; por lo que rige el
principio de que la pretensión puede ser ejercitada por todos los que tengan legítimo interés, incluso
por el propio afectado con el impedimento. Asimismo, no se establece un plazo de caducidad; por lo
que la pretensión puede ser ejercitada en todo momento.
Obsérvese que, no obstante tratarse de un impedimento dirimente, nuestro Código Civil no regula
expresamente el caso del parentesco adoptivo como causal de nulidad del matrimonio; resultando
evidente que los contrayentes adolecen de aptitud nupcial. Siendo ésta un elemento estructural o
esencial del acto jurídico matrimonial y no estando esa eventualidad regulada expresamente como
causal de nulidad, se confirma la inexistencia del matrimonio celebrado por quienes no tienen aptitud
nupcial, en este caso señalado; aunque y conservando la especialidad del régimen de invalidez,
también se aprecia en tal supuesto un caso de nulidad virtual por contravenirse el artículo 234 del
Código Civil que contiene el concepto de matrimonio para el sistema jurídico peruano.
e) Del condenado por homicidio doloso de uno de los cónyuges con el sobreviviente a
que se refiere el artículo 242, inciso 6)
Obsérvese que se sanciona solo la nulidad del matrimonio celebrado entre el condenado como
partícipe en el homicidio doloso de uno de los cónyuges con el sobreviviente; omitiéndose el caso
del procesado por esta causa, supuesto contemplado en el impedimento matrimonial a que se
refiere el artículo 242, inciso 6, del Código Civil.
Para el caso expresamente regulado no se realiza reserva alguna del ejercicio de la pretensión; por
lo que rige el principio de que la pretensión puede ser ejercitada por todos los que tengan legítimo
interés, inclusive por el propio afectado con el impedimento. Asimismo, no se establece un plazo de
caducidad; por lo que la pretensión puede ser ejercitada en todo momento.
Sobre este último punto debe recordarse que en el momento actual y de acuerdo con el artículo 4 de
la Constitución, la forma civil obligatoria es la única reconocida como productora de los efectos
legales previstos para el matrimonio. En tal virtud, se trata de una forma prescrita ad solemnitatem
-por lo que expresamente se sanciona con nulidad su inobservancia- que, por virtud del principio de
favorecer las nupcias, se ve atenuada en cuanto a sus efectos en caso de inobservancia, al
permitirse su convalidación si los contrayentes han actuado de buena fe y subsanan las omisiones
en que incurrieron; desvaneciéndose la potencial nulidad.
La subsanación de las omisiones importa realizar aquello que se dejó de hacer involuntariamente.
Así, por ejemplo, presentar copia certificada de la partida de nacimiento, no exigida en su momento
por considerarse suficiente la entrega de fotocopia del documento de identidad de los contrayentes;
realizar la publicación del edicto matrimonial, no efectuado oportunamente al no haber sido
proporcionado por la municipalidad respectiva; etc.
De acuerdo con lo regulado, no se realiza reserva alguna del ejercicio de la pretensión; por lo que
rige el principio de que la pretensión puede ser ejercitada por todos los que tengan legítimo interés,
inclusive por el propio afectado con el impedimento. Asimismo, no se establece un plazo de
caducidad; por lo que la pretensión puede ser ejercitada en todo momento.
g) De los contrayentes que, actuando ambos de mala fe, lo celebren ante funcionario
incompetente, sin perjuicio de la responsabilidad administrativa, civil o penal de éste . La
acción no puede ser planteada por los cónyuges
La presente disposición legal se refiere a la nulidad del matrimonio celebrado ante funcionario
incompetente por contrayentes que han actuado ambos de mala fe.
En este supuesto y respecto de la legitimación activa por esta causal, se realiza una reserva
negativa con relación a los cónyuges cuando se alega la nulidad del matrimonio; es decir, que en
este supuesto, la pretensión no puede ser ejercitada por los contrayentes. Se concluye, entonces,
que la pretensión puede ser ejercitada por todos los que tengan legítimo interés.
Del impúber.- quien no alcanzado la Pubertad legal, salvo que hubiera obtenido la dispensa
judicial, por motivos graves y siempre que se trate de varón de dieciséis años o mujer de
catorce años.
Con infracción del impedimento de sanidad.- no pueden contraer matrimonio los que
adolecen crónica, contagiosa y transmisible por herencia, o con vicio que constituye un
peligro para la prole.
Del raptor con la raptada.-por considerar que a uno de los contrayentes se le ha privado de
expresar libremente su consentimiento.
Con limitación de las facultades mentales por causa pasajera.- estas causas se pueden
generar por embriagues, consumo de drogas, hipnotismo etc.
Del contraído por error.- el error es un vicio de la voluntad, se puede contemplar tres
casos.
• Error en la persona física del cónyuge.
• Error sobre la identidad civil.
• Error sobre una cualidad sustantiva de la persona, que ,de ser conocida, no se hubiera
realizado el matrimonio.
Del impotente.- la impotencia en el sentido de la ley es la imposibilidad que padece uno de
los cónyuges para realizar la copula
• Impotencia absoluta.- aquí la persona no tiene aptitud para el trato carnal, por ende no
podrá tener hijos.
• potencia relativa.- la persona afectada tiene aptitud para el trato sexual, pero no para
general hijos (esterilidad).
CAPITULO VIII
En sede matrimonial, quien se considera hijo y no goza de la calidad de tal puede reclamar tal
condición, o quien no se considera padre de un determinado hijo puede impugnar la condición del
hijo, entonces estamos ante acciones de reclamación y de negación o impugnación. En la
reclamación encontramos la de filiación matrimonial, y en la de negación o impugnación
encontramos la negación de la paternidad.
El artículo 363 del Código Civil modificado por la ley 27048, que el marido que no se crea padre del
hijo de su mujer puede negarlo en los siguientes casos:
Cuando el hijo nace antes de cumplidos los 180 días siguientes a la celebración del
matrimonio.
Cuando sea manifiestamente imposible, dadas las circunstancias, que haya cohabitado con
su mujer en los primeros 121 días de los 300 anteriores al del nacimiento del hijo.
Cuando esté judicialmente separado durante los primeros 121 días de los 300 anteriores al
del nacimiento del hijo.
Cuando se demuestre a través de la prueba del ADN u otras pruebas de validez científica
con igual o mayor grado de certeza que no existe vínculo parental.
Es breve para favorecer la filiación matrimonial y para no prolongar una situación de incertidumbre.
El artículo 364 del Código Civil dice que debe ser interpuesta por el marido dentro del plazo de 90
días contados desde el día del parto, si estuvo presente en el lugar, o desde el día siguiente de su
regreso, si estuvo ausente, presumiéndose que conoció el hecho del parto el mismo día a aquel que
regresó. Este plazo es fatal y juega incluso en el caso del inciso 5º del artículo 363, que el supuesto
padre puede tomar conocimiento de la falsedad de esa imputación vencido el plazo, e incluso al
tener dudas sobre esa paternidad, dudas que le sobrevienen vencido el plazo, realiza una prueba
científica en la que se descarta su paternidad y pese a ello no podría accionar, concluyéndose que
nuestros legisladores siguen prefiriendo la verdad legal antes que la verdad biológica.
Corresponde al marido y si éste hubiera muerto o se encuentra incapacitado, entonces la ley prevé
otras personas para negar la paternidad. Por ejemplo: Si el marido se encuentra incapacitado por
encontrarse privado de discernimiento, o sordomudo, ciego sordo, ciego mudo, sufre retardo mental
o deterioro mental, entonces la acción puede ser ejercitada por los ascendientes del marido. Si el
marido ha fallecido sin admitirlo como hijo y antes de vencerse el plazo de negación, en este caso,
refiere el artículo 367 que los herederos y los ascendientes del marido pueden incoar la acción
dentro del plazo todavía disponible, y naturalmente continuarla si el marido la dejó planteada.
El caso se presenta cuando una persona ostenta la calidad de hijo matrimonial de una determinada
mujer casada, y sin embargo no es realmente hijo de esa mujer. Ello puede ocurrir cuando se ha
supuesto un parto respecto de la mujer casada o se ha suplantado al hijo verdaderamente
alumbrado.
Esta situación no fue regulada en el Código de 1936. Hoy el Código Civil de 1984, en su artículo
371, sí se ocupa de ella, señalando que la maternidad puede ser impugnada en los casos de parto
supuesto; por ejemplo un matrimonio en el que el cónyuge ha tenido con una mujer diferente a su
consorte un hijo, y lo inscribe como si fuera hijo de la sociedad conyugal. Entonces, aquí se está
imputando falsamente un hijo matrimonial a una mujer casada; o de suplantación de hijo. La acción
debe interponerse dentro del plazo de 90 días, contados desde el día siguiente de descubierto el
fraude y corresponde únicamente a la supuesta madre. Los herederos y ascendientes de ésta sólo
pueden continuar el juicio si aquella lo dejó iniciado, tal como es de verse del numeral 372 del
Código Civil. La acción se ejercita contra el hijo y contra el varón que apareciere como padre.
El hijo no goza de la filiación matrimonial respecto de sus padres, y por lo tanto tiene el derecho de
reclamar tal filiación. Este proceso el actor deberá probar que hubo alumbramiento de una mujer, y
que hay identidad entre el nacido y el demandante. Así mismo que en el momento del nacimiento la
mujer estuvo casada. Entonces, probando estos hechos, podrán tener éxito para emplazarse en el
estado de hijo matrimonial de esa sociedad conyugal a la que demandó.
La demanda de filiación puede ser planteada por el propio hijo y no caduca, tal como lo señala el
artículo 373 del Código Civil.
CAPITULO IX
Declaración de filiación extramatrimonial
Como sabemos, la situación del hijo matrimonial se encuentra rodeada de una serie de derechos
que lo protegen e incluso son presunciones legales a su favor, como los artículos 361 y 362 del
Código Civil referidos a su condición de hijos matrimoniales, a los mismos que para probar tal
situación sólo les basta mostrar su partida de nacimiento y la de matrimonio de sus padres, tal como
lo prevé el artículo 375.
En cuanto al hijo extramatrimonial asume, su condición de tal respecto de un padre vía el
reconocimiento o la sentencia de filiación. El reconocimiento ya ha sido tratado, por lo que ahora
analizaremos la acción para investigar la paternidad, que supone, como es natural, una falta de
reconocimiento.
La investigación judicial de la paternidad puede definirse como la acción que tiene el hijo para acudir
al Poder Judicial y actuar pruebas para que, dentro del proceso respectivo, el juez llegue al
convencimiento e impute la paternidad a un determinado sujeto.
El 28 de diciembre de 1998 se expide la ley 27048 que posibilita acudir a los medios científicos para
acreditar la relación parental.
La filiación es un derecho que se encuentra inmerso dentro del derecho constitucional a la identidad,
que no sólo se limita al nombre, a que los demás lo reconozcan a uno mismo como tal, con
individualidad propia, sino también el derecho de la persona de conocer a sus padres, de dónde
viene, quienes son sus ancestros. Sobre el particular son muchas las normas internacionales que
hacen referencia a los derechos que se busca proteger con la filiación.
En el Perú es ilustrativa la resolución casatoria 2747-98 al señalar que el nombre civil es el signo
que distingue a las personas en sus relaciones jurídicas y sociales, el mismo que está compuesto
por el nombre individual o pila y por el apellido o nombre de familia, que va unido a la personalidad
de todo individuo como designación permanente de éste. El derecho al nombre es parte del derecho
a la identidad, el que también implica el derecho de toda persona de conocer su origen y quienes
son sus progenitores.
La filiación a lo largo de los años no ha tenido un desarrollo justo, en tanto que los sistemas
cerrados sobre la base de presunciones legales para proceder a la investigación dejaban en una
gran proporción a un número significativo de hijos sin padres desde el punto de vista legal. Por ello,
el tránsito de la verdad legal a la verdad biológica, en este campo, ha sido complejo y largo, hasta
que los legisladores tomaron conciencia de la prioridad en posibilitar alcanzar la filiación, y con ello
el derecho constitucional a la identidad, y así se decidieron a introducir sistemas abiertos de
investigación basados no sólo en presunciones legales (que no han sido desechados), sino en
técnicas científicas que acercan la filiación legal a la filiación biológica.
Refiere el artículo 402 que la paternidad extramatrimonial puede ser judicialmente declarada:
• Cuando se acredite el vínculo parental entre el presunto padre y el hijo a través de la prueba
del ADN, u otras pruebas genéticas o científicas con igual o mayor grado de certeza.
El ADN es transmitido de padres a hijos en los cromosomas del óvulo y del espermatozoide. Cada
padre transmite a su hijo la mitad de su ADN, en consecuencia todo el ADN que tiene una persona
proviene de sus padres, la mitad del padre y la mitad de la madre.
BIBLIOGRAFÍA
ÁGUILA GRADOS, Guido y CAPCHA VERA, Elmer; EL ABC DEL DERECHO CIVIL; segunda edición 2005,
Editorial San Marcos; Lima.
Ley 27495 - LEY QUE INCORPORA LA SEPARACIÓN DE HECHO COMO CAUSAL DE DIVORCIO, de los once
días del mes de junio de dos mil uno.
PERALTA ANDIA, Javier, Remedio y la Separación de Hecho - El Sistema de Divorcio, en Divorciosperu.com del
09 de Diciembre del 2007.
PLACIDO V, Alex F. Consideraciones Generales sobre la separación personal y el divorcio vincular, en biblioteca
virtual de gacetajuridica.com.pe, 09 de Diciembre del 2007
ZAMORI, Eduardo A., Dº Civil, Dº de Familia, Tomo I, 5ª EDICIÓN 2006, Editorial Astrea - Buenos Aires
CAPITULO X
I.1.A. DEFINICIÓN.
Es aquella acción que el heredero dirige contra otro heredero para concurrir con
él, en este supuesto, el demandado podría tratarse de un coheredero; o para
excluirlo, si tuviese mejor derecho, aquí se trataría de un heredero aparente.
Del mismo modo, el autor Jorge Maffia, señala: “En todos los casos en que el
demandado alega títulos hereditarios sobre los bienes que detenta y desconoce
esa calidad al genuino heredero, procede la acción de petición de herencia”. Lo
expresado por este autor coincide con lo dispuesto por el artículo 664º del
Código Civil que a la letra dice: “El derecho de petición de herencia
corresponde al heredero que no posee los bienes que considera que le
pertenecen, y se dirige contra quien los posea en todo o en parte a título
sucesorio, para excluirlo o concurrir con él”. En ésta última parte del artículo
vemos una similitud con el concepto dado por el autor Augusto Ferrero.
Para que la acción de petición de herencia pueda tener como fin la exclusión
del heredero poseedor de los bienes de la herencia, el peticionante debe tener
mejor título para heredar que el demandado. Entonces, en este caso no habría
una situación de copropiedad ya que las partes no serían coherederos, sino
mas bien el demandante sería el verdadero sucesor, y el demandado el sucesor
aparente.
Por otro lado cabe resaltar que a la acción de petición de herencia es aplicable
también lo dispuesto por el artículo 666º del Código Civil, referida a la
enajenación de un bien hereditario, que expresa: “El poseedor de buena fe que
hubiere enajenado un bien hereditario está obligado a restituir su precio al
heredero y si se le adeudara, se transmitirá a este último el derecho de
cobrarlo. En todos los casos, el poseedor de mala fe está obligado a resarcir al
heredero el valor del bien y de sus frutos y a indemnizarle el perjuicio que le
hubiere ocasionado”.
Existen dos corrientes en relación a la forma como debe estar legislada la acción para
recuperar bienes hereditarios, dichas corrientes son:
Teoría reconocida por la doctrina nacional y los tratadistas modernos, que fue adoptada
por los legisladores de 1984 para la elaboración de nuestro actual Código Civil. Esta
teoría se refiere a la recuperación del patrimonio hereditario, en razón al vínculo,
conexión con la sucesión que tienen los sujetos que participan en la acción petitoria y el
carácter ajeno a la misma por parte de una de las partes que participa en el proceso de
acción reivindicatoria.
Se podría decir que se tratan de dos acciones distintas pero con afinidades en ciertos
aspectos.
Por otro lado el autor Maffia sostiene que “la diferencia de las acciones repercute en el
régimen de la prueba. En la reivindicación el actor debe probar que es propietario de las
cosas que reclama, mientras que en la petición de herencia se deberá probar o acreditar
su condición de heredero y que los bienes demandados constituyen parte del haber
sucesorio”.
Como se mencionó anteriormente, ambas acciones son diferentes, claro que cabe
señalar que también presentan similitudes. Los caracteres comunes en ambas acciones
son:
a. Ambas acciones son inherentes a la calidad de heredero.
b. Tienen su fundamento en los derechos de propiedad y posesión de los
herederos sobre la masa hereditaria.
c. Procesalmente, les corresponde el mismo procedimiento, pues ambas
pretensiones se tramitan como proceso de conocimiento.
CAPITULO XI
II.1. FUNDAMENTO
Por otro lado, el código protege el ius vindicandi del propietario, como una de las
facultades básicas que nos viene desde el viejo derecho romano (art. 923).
La acción reivindicatoria no procede cuando el bien ha sido adquirido por otro mediante
la usucapión (art. 927, in fine). El fundamento de esto es que en la usucapio, el
propietario pierde la acción (reivindicatoria) al mismo tiempo que el derecho de
propiedad. En realidad, aquí el antiguo dueño se ha convertido en sujeto pasivo, el
usucapiente en el sujeto activo del derecho. Por ende, sería absurdo que el antiguo y
negligente propietario (ex -propietario) tuviera facultad de interponerla.
Más adelante, con Justiniano, esta posición rigurosa se morigero, pudiendo estar el
dominio afectado al término extintivo y la condición resolutoria; adicionalmente, los
sabinianos –para quienes la perdida de la propiedad era consecuencia inmediata de la
derelictio- vencieron a los proculeyanos.
Esta posición romana, sin embargo, fue puesta en tela de juicio durante la Revolución
francesa (1789), cuando Robinet De Clery argumento ante el Chambre de Requetes, la
tesis de que “la propiedad no era necesariamente perpetua y que la acción
reivindicatoria era susceptible de extinguirse por prescripción de 30 años”. Criterio que,
ostensiblemente, se refleja en el artículo 2.262 del Code: “Todas las acciones, tanto
reales como personales, prescriben por 30 años”. Empero los tribunales franceses no
tomaron en cuenta este precepto.
Esta doctrina disidente de De Clery tuvo algunos seguidores, aun cuando la mayoría,
por su formación romanista, se pronuncio en contra. Para sus críticos, dicha tesis
conduce a situaciones y consecuencias singulares cuando el bien es tenido por quien
no puede ser propietario de él: del detentador: “Como el propietario negligente ha
perdido su autoridad, y como, por otra parte, el detentador actual no podrá pretender
esa propiedad, la cosa se convierte en res nullius; en consecuencia, si es mobiliaria,
pertenecerá al primer ocupante (aprehensor); si constituye un inmueble, va por derecho
al Estado como bien vacante y sin dueño”. Para los rivales de De Clery, esta doctrina
era “netamente estatal, despoja a los particulares negligentes para enriquecer al fisco
insaciable”.
La influencia del artículo 2.262 del Code –las acciones reales prescriben a los 30 años-
fue inmensa, esparciéndose a casi todo el mundo occidental. Tanto así que, el
derogado Código Civil peruano, decepciono esta teoría, disponiendo que la acción real
prescribía a los 20 años, conforme estipulaba su artículo 1.168, 1º. Sin embargo, en el
Perú, como en Francia, no se aplico dicho precepto, entendiéndose siempre que la
acción reivindicatoria era imprescriptible. Pero solo el vigente código de 1984 estipula
de manera patente que la acción reivindicatoria es imprescriptible (art. 927).
Por regla general, en estos procesos es competente el juez del lugar donde está
situado el bien inmueble, aplicándose igual principio en materia de muebles, de acuerdo
con el artículo 24, 1º del Código Procesal Civil, aunque nada impide que el actor elija el
juez del domicilio del demandado, conforme al numeral 14 del mismo código adjetivo.
De otro lado, la redacción de la parte final (“No procede contra aquel que adquirió el
bien por prescripción”) es técnicamente desafortunada. Es obvio que quien perdió la
propiedad a manos del usucapiente, ya no es titular del derecho, ha devenido sujeto
pasivo, al paso que usucapiente es el sujeto activo del dominio. Vistas así las cosas,
resulta absurda la excepción contenida en la parte final del numeral 927.
II.5. DEFINICION
En principio, la palabra reivindicación tiene su origen en las voces latinas res que
significa “cosa” y vindicare, “reclamar aquello de que se ha desposeído a alguno”; vale
decir que, etimológicamente, esta acción persigue la restitución de un bien.
También Guillermo Borda, sostiene que es la acción que puede ejercer el que tiene
derecho a poseer una cosa (bien) para reclamarla de quien efectivamente la posee.
Téngase presente que este autor se refiere acertadamente a “el que tiene derecho a
poseer” un bien, no el que lo posee.
Esta tesis, no obstante, ha sido criticada (no sin razón) por Martin Wolff, quien
afirma que “dicha acción corresponde tanto al propietario falto en absoluto de posesión,
como el propietario que posee mediatamente”. Concluyendo que: “Por tanto, es falso el
principio, tantas veces afirmado, de que la rei vindicatio es aun hoy “la pretensión del
propietario no poseedor contra el poseedor no propietario”. Solo el propietario que
posea inmediata y exclusivamente puede no tener la pretensión o acción”.
En suma, la rei vindicatio –que fue la actio in rem por excelencia-, se caracteriza
porque, frente al despojo sufrido por el propietario (y que conlleva el intento de
apropiación del bien por el poseedor, de ordinario), busca la reintegración o restitución
de la posesión del bien a su verdadero dueño.
Para que el propietario (demandante) salga victorioso en la acción reivindicatoria, debe
probar: el dominio (el demandante debe presentar titulo); la falta de derecho a poseer
del demandado; la posesión o tenencia del poseedor; y la identidad del bien (el bien
objeto de la acción debe ser especifico y material).
Creemos que no hay tal. La acción reivindicatoria tutela al propietario que carezca en
absoluto de la posesión (inmediata) como también al que posee mediatamente. La
posesión es así jurídica y fáctica. Respecto a los interdictos, protegen a la posesión en
si misma (son acciones reales), pero la acción posesoria si tiene que ver con el derecho
a poseer. Por ello mismo, es también acción real (la posesión es mediata o inmediata:
art. 905).
a) Es una acción de naturaleza, real, porque recae sobre un bien; ella puede dirigirse
contra el poseedor o incluso contra el tenedor;
b) Es una acción recuperatoria, puesto que frente al despojo de que ha sido víctima el
propietario, tiene por fin la reintegración o restitución del bien (específicamente de
su posesión);
d) Es una acción imprescriptible, puesto que ella no se extingue por transcurso del
tiempo (art. 927).
La acción reivindicatoria se dirige contra el poseedor del bien que carezca de derecho
para el mismo, o, en todo caso, “un derecho de menor entidad que el del reivindicante”.
La labor del actor se limitara, pues, a demostrar la falta de derecho a poseer del
demandado (poseedor o tenedor); el fallo ordenara la reintegración de la posesión. En
efecto, la jurisprudencia lo ha señalado; así, la ejecutoria suprema de 12 de octubre de
1995 sostiene que la demanda de reivindicación es fundada, pues de dicho bien
inmueble “los demandados al contestar la demanda no han negado ser sus
poseedores”. Incluso debe emplazarse también a los terceros detentadores del bien,
esto es, a todos los poseedores del bien, bajo pena de ser declarado improcedente la
reivindicación, tal como lo ha dejado sentado la sentencia de 27 de enero de 1997.
a) En el abandono. Cuando hay abandono del bien, no debe ser intentada, por dos
razones: o bien porque el Estado (en el caso de los predios) se ha convertido en
propietario (art. 968, 4º), o bien porque “la cosa se encuentra todavía sin dueño, por
lo que el antiguo dueño la recuperara sin necesidad de proceder judicialmente”.
Son reivindicables todos los bienes singulares (no los universales), sean
muebles o inmuebles. Debe tratarse de res corporalis.
Tratándose de bienes inmuebles no inscritos, se observaran las reglas del
derecho común, y si son registrados ha de tenerse en cuenta las reglas del
registro. Pero deben tenerse presentes los dispositivos sobre la usucapión.
No todos los bienes son reivindicables. Así tenemos que son bienes
irreivindicables:
c) Los bienes, sean inmuebles o muebles, ganados por usucapión (arts. 950
y 951, respectivamente, y 927).
En materia de muebles, la rei vindicatio tiene una esfera muy limitada; puede ejercitarse
sin limitaciones contra el poseedor de mala fe, mientras este no haya adquirido el
dominio por usucapión a los 4 años (art. 951, in fine), pero cuando el poseedor –
adquirente es de buena fe, la reivindicación solo puede aplicarse sobre los bienes
robados o perdidos, estando su ejercicio limitado a 2 años (art. 951, párr. 1º). En la
posesión de muebles de buena fe no hurtados ni extraviados, pierde instantáneamente
la acción reivindicatoria el propietario (art. 948).
LA ACCION POSESORIA
Los interdictos son procesos judiciales cuyo objeto es proteger la posesión en sí misma. Su
fundamento principal consiste en que con ellos se evitan perturbaciones y despojos
injustificados y que la gente se haga justicia por su propia mano. En definitiva los interdictos
persiguen mantener la paz social. Allí radica su importancia.
III.1. CONCEPTO
El artículo 921 del Código Civil dice que todo poseedor de muebles inscritos y de
inmuebles puede utilizar las acciones posesorias y los interdictos. Las acciones
posesorias son procesos judiciales en los cuales se protege el derecho a la
posesión. En los interdictos, en cambio, se tutela la posesión en si misma (derecho
de posesión). Los trámites judiciales de ambos procesos son distintos; la acción
posesoria se tramita en el proceso de conocimiento, los interdictos en el proceso
sumarísimo.
El interdicto de obra nueva tenía por objeto impedir la continuación de una obra o
conseguir la demolición de lo ya edificado en cuanto dañaba la posesión del
demandante. El Código de Procedimientos Civiles hacía alusión al daño en la
"propiedad" del demandante, por lo que alguna jurisprudencia entendió que este
interdicto sólo lo podía utilizar el propietario-poseedor. Esto no era así. Un poseedor
no propietario que veía perturbada su posesión por una construcción vecina, sí
podía defender su posesión a través del interdicto de obra nueva.
Un caso real nos puede dar la respuesta. Gilberto Cassana era poseedor de un
cuarto de una casa de propiedad de Guillermo Vilcapoma. En la casa vivía además
de Guillermo, su padre Fidel Vilcapoma. Las relaciones entre Gilberto Cassana y
Guillermo Vilcapoma y su padre no eran amigables, por lo que estos dos últimos
decidieron hostilizar a Gilberto cortándole el fluído eléctrico y el agua potable del
cuarto. En estas circunstancias, el 31 de julio de 1987 Gilberto Cassana interpone
un interdicto de retener contra Guillermo y Fidel Vilcapoma con el objeto que le
restituyan el fluido eléctrico y el agua potable y así cesara la perturbación. El
proceso judicial terminó el 29 de enero de 1992, con sentencia es favorable para el
demandante. Lo penoso de la situación descrita, más allá del resultado, es que
Gilberto Cassana no tuvo como impedir las perturbaciones durante los casi cinco
años que duró el proceso.
III.2. REQUISITOS.-
Los interdictos pueden ser utilizados por los poseedores de muebles inscritos o de
inmuebles que son perturbados o despojados de su posesión. Deben ejercitarse
dentro del año de producido el despojo o la perturbación.
c.1. Posesión.- Conforme al artículo 896 del Código Civil, la posesión es el ejercicio
de hecho de uno o más poderes inherentes a la propiedad. Los poderes
inherentes o atributos de la propiedad son el uso, el disfrute y la disposición. En
consecuencia, será poseedor quien use, quien disfrute o quien disponga. Lo
anterior no significa que la posesión sea un simple hecho o un hecho con
consecuencias jurídicas. Es un derecho, sólo que con un contenido importante
de hecho. En otras palabras, como derecho supone el ejercicio de hecho de
algún atributo de la propiedad.
El ejercicio del poder de hecho sobre el bien puede estar impedido por un
hecho temporal que dure más de un año, sin que por ello se pierda la posesión.
Imaginemos el caso de un diplomático que reside tres años en el Perú y tres en
el extranjero. Durante cada uno de sus tres años en el extranjero deja su casa
en el Perú cerrada. No cabe duda que el ejercicio de sus derechos están
impedidos temporalmente (por tres años) y que su ausencia por tres años es su
comportamiento habitual. Conserva pues la posesión.
c.2. Muebles inscritos e inmuebles.- El artículo 921 del Código Civil dice que todo
Poseedor de muebles inscritos y de inmuebles puede utilizar los interdictos. El
artículo 599 del Código Procesal agrega que el mueble inscrito o el inmueble no
deben ser de uso público. Estas normas plantean diversas preguntas. ¿Por qué
no proceden los interdictos respecto de los bienes muebles no inscritos? ¿Por
qué no proceden cuando se trata de un bien de uso público? ¿Qué son bienes
de uso público? Veamos estos temas por separado.
Ellas son excluidas para los muebles aislados por la máxima en materia de
muebles: la posesión vale título, que tiene por efecto hacer lo posesorio
inseparable del petitorio".
El Dr. Frisancho tuvo razón cuando hizo el análisis gramatical del artículo 831
del Código Civil de 1936, cuando efectuó el análisis histórico del mismo artículo
y cuando señaló que dicha norma había derogado el artículo 1010 del Código
de Procedimientos Civiles. El Dr. Frisancho se equivocó, sin embargo, cuando
recurrió al análisis doctrinal para fundamentar su voto.
Los automóviles tienen características propias que los hacen identificables unos
de otros. En ellos sí es posible distinguir al poseedor del propietario, por lo que
sí es factible proteger sólo el derecho de posesión a través del interdicto. Esta
es la razón por la que el Código Civil de 1984 permite que se planteen
interdictos respecto de muebles inscritos, donde sí es posible diferenciar
posesión de propiedad.
Ahora bien, de acuerdo con el artículo 947 del Código Civil la transferencia de
propiedad de un bien mueble se produce con la tradición, lo que supone que el
vendedor sea propietario al momento de entregar. Esta norma se complementa
con el artículo 948 del mismo Código Civil según la cual, si el vendedor no es
propietario cuando entrega el bien, el comprador adquiere la propiedad,
siempre que tenga buena fe y que no se trate de un bien perdido ni adquirido
con infracción de la ley penal.
Veamos ahora el tema de los bienes de uso público. El artículo 992º del Código
de Procedimientos Civiles decía que no se admitirán los interdictos respecto de
las cosas que no pueden ganarse por prescripción. Los bienes que no pueden
adquirirse por prescripción son aquellos que no son objeto de posesión privada:
los bienes de uso público. Tampoco son adquiribles por prescripción los bienes
que se consumen con el uso (el fluido eléctrico, por ejemplo) o los bienes que
posee el arrendatario. No se trata de bienes imprescriptibles por ser de uso
público, sino por tener una naturaleza especial que impide actos posesorios
repetidos (los consumibles) o por no ser poseídos con animus domini (el
arrendatario).
Los bienes imprescriptibles a los que se refería el artículo 992 del Código de
Procedimientos Civiles eran los bienes de uso público. No había la menor duda
que procedía el interdicto para proteger la posesión del fluido eléctrico
(considerado como inmueble por accesión o por destinación) y que el
arrendatario podía plantearlo incluso contra el propietario. Por esta razón, el
artículo 599 del Código Procesal Civil dice acertadamente que procede el
interdicto respecto de inmueble y de mueble inscrito, siempre que no sea de
uso público.
Cabe preguntarse si puede haber bienes privados de uso público. En rigor los
bienes de uso público son bienes de dominio público. Sin embargo, nada
impide que un bien privado sea usado por todos. Imaginemos el caso de una
iglesia que es visitada los domingos por el público en general. Creemos que el
artículo 599 del Código Procesal Civil también alcanza a estos bienes. La razón
es muy simple: si los usan todos, nadie los usa individualmente, por lo que no
es admisible el interdicto que tiene por objeto atribuir posesión exclusiva.
¿Cuál debe ser el criterio que deben utilizar los jueces para calificar un
acto material como perturbatorio?
c.4. Anualidad.- El artículo 921 del Código Civil dice que si la posesión
del poseedor es de más de un año, puede rechazar los interdictos que se
promuevan contra él. Por otro lado, el artículo 601 del Código Procesal Civil
señala que la pretensión interdictal prescribe al año de iniciado el hecho que
fundamenta la demanda. Parecería que se trata de dos supuestos distintos,
pero no es así.
Como veremos más adelante, en nuestra opinión el artículo 601 del Código
Procesal no comprende las perturbaciones. No se requiere un plazo de
posesión determinado para utilizar el interdicto. En algunos países se exige
que el poseedor tenga un año de posesión para que quede habilitado para
plantear el interdicto. En el Perú esto no es así. El año es para rechazar el
interdicto y no para plantearlo.
El Artículo 601º del Código Procesal Civil nos da la respuesta: desde que se
inicia el hecho que fundamenta la demanda. En el caso del despojo, el plazo
para plantear el interdicto de recobrar corre desde que se produjo el
despojo. El problema se presenta con las perturbaciones. Para Enneccerus,
Kipp y Wolf si la perturbación es repetida, el año se cuenta desde la última
perturbación; si es permanente, desde el origen de ella. Discrepamos con
los autores citados.
CONSIDERANDO:
Primero.- Que, existiendo denuncias por vicios in iudicando e in procedendo, corresponde
verificar primero si se ha configurado o no esta última causal, pues en caso de ser estimada,
se dispondría el reenvío de la causa al estadio procesal correspondiente, impidiendo que
sea factible el análisis de las normas materiales en las que se sustenta o debió sustentarse
la resolución recurrida;
Segundo.- Que, la causa que nos ocupa es una mediante la cual María Vilca Vilca de
Churata interpuso demanda de petición de herencia contra Reina Chipana Caira, para
efectos de excluirla de la posesión de la masa hereditaria dejada por quienes fueran en vida
Toribia Yana Vilca (hermana de la actora, fallecida el veintisiete de agosto del dos mil uno) y
Policarpio Chipana Centeno (fallecido el veintiocho de agosto del mismo año), solicitando
acumulativamente que se le declare única y universal heredera de los occisos, no sólo en
virtud a su vocación hereditaria, sino porque el procedimiento de sucesión intestada seguido
por la demandada, que culminó con el Acta notarial de fecha ocho de febrero del dos mil
dos, se llevó a cabo de forma irregular, pues en aquella emplazada jamás acreditó la calidad
de sobrina de Policarpio Chipana Centeno con las respectivas partidas de nacimiento de sus
padres, además de que se acumuló indebidamente las dos sucesiones, cuando era claro
que cada uno de los fallecidos podía dejar herederos independientes;
Tercero.- Que, el Juez de la causa ha desestimado la demanda interpuesta por María Vilca
Vilca de Churata, por considerar que aquella no logra acreditar su entroncamiento con
Toribia Yana Vilca, por insuficiencia de los medios probatorios que aportó para tal fin; pero
además, en aplicación de lo normado en el segundo párrafo del artículo doscientos veinte
del Código Civil, concordado con los artículos V del Título Preliminar y dos mil trece del
mismo cuerpo normativo, declaró la nulidad del Acta del ocho de febrero del dos mil dos y de
su inscripción en los Registros Públicos, por considerar que la misma se encontraba incursa
en la causal de nulidad prevista en el inciso ocho del artículo doscientos diecinueve del
acotado Código Civil, toda vez que -señala- de forma indebida se declaró a Reina Chipana
Caira como heredera de Toribia Yana Vilca y Policarpio Chipana Centeno, sin haber
acreditado su entroncamiento con ninguno de los nombrados (de quienes alegó ser sobrina
sin probarlo), y por haberse declarado dos sucesiones intestadas en un solo instrumento
público. La Sala Superior confirmó la sentencia del A quo (apelada únicamente por la
emplazada), reiterando los fundamentos jurídicos en que se sustenta, agregando además
que la validez del acta fue cuestionada en la demanda, y al haberse fijado como punto
controvertido establecer la vocación hereditaria de la demanda, el ejercicio de la facultad
contenida en el segundo párrafo del artículo doscientos veinte del Código Civil no constituye
pronunciamiento extra petita;
Cuarto.- Que, en la causal de contravención al debido proceso, la impugnante denuncia la
transgresión del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Civil, indicando que el
fallo de las instancias de mérito sí contiene una decisión extra petita, pues se pronuncia
sobre una pretensión que no ha sido objeto de demanda. En principio, en virtud al principio
de congruencia procesal, el Juez debe dictar sus resoluciones de acuerdo con el sentido y
alcances de las peticiones formuladas por las partes y a los hechos alegados en la etapa
postulatoria, toda vez que la infracción a este principio determina la emisión de sentencias
incongruentes como: a) la sentencia ultra petita, cuando se resuelve más allá del petitorio o
los hechos; b) la sentencia extra petita, cuando el Juez se pronuncia sobre el petitorio o los
hechos no alegados; c) la sentencia citra petita, en el caso que se omite total
pronunciamiento sobre las pretensiones (postulatorias o impugnatorias) formuladas; d) la
sentencia infra petita, cuando el Juzgador no se pronuncia sobre todos los petitorios o todos
los hechos relevantes del litigio; omisiones y defectos que infringen , el debido proceso;
Quinto.- Que, de la revisión de los autos, este Supremo Tribunal concluye que la validez del
Acta del ocho de febrero del dos mil dos, mediante la cual la recurrente se hizo declarar
heredera de Toribia Yana Vilca y Policarpio Chipana Centeno sí fue cuestionada por la
demandante al interponer su demanda, aunque ésta no haya solicitado expresamente se
declare su nulidad en el petitorio, más aún si el examen de la vocación hereditaria de la
demandada fue fijado como primer punto controvertido del proceso, según aparece a fojas
ciento once, por lo que los Magistrados, circunscribiéndose a los hechos alegados por las
partes y aplicando el derecho que corresponde al proceso, aunque las partes no lo hayan
invocado expresamente, estimó viable proceder en concordancia con las facultades de oficio
que le concede la ley material, específicamente el segundo párrafo del artículo doscientos
veinte del Código Civil, razón por la cual no existe transgresión de lo normado en el artículo
VII del Título Preliminar del Código Civil, y en consecuencia este extremo del recurso debe
declararse infundado, correspondiendo por tanto emitir pronunciamiento sobre la causal
material;
Sexto.- Que, de otro lado, la recurrente denuncia la aplicación indebida de normas
materiales, causal que se configura cuando concurren los siguientes supuestos: a) el Juez, a
través de una valoración conjunta y razonada de las pruebas aportadas al proceso, llega a
establecer determinados hechos relevantes del conflicto de intereses; b) que tales hechos
establecidos, guardan relación de identidad con los supuestos fácticos de una norma jurídica
, determinada; c) que sin embargo, el Juez, en lugar de aplicar esta última norma, aplica una
distinta para resolver el caso concreto, vulnerando los valores y principios del ordenamiento
judicial, particularmente el valor superior de la justicia;
Sétimo.- Que, la demandada señala que se han aplicado indebidamente el inciso ocho del
artículo doscientos diecinueve del Código Civil y la segunda parte del artículo doscientos
veinte del mismo cuerpo normativo, pues considera que una nulidad como la declarada sólo
procede en vía de acción causal y no de oficio. Respecto a esta afirmación, el Colegiado
Supremo estima, en efecto, que si bien es cierto que el artículo doscientos veinte del Código
Civil, faculta al Juez a declarar de oficio la nulidad de un acto jurídico cuando ésta resulte
manifiesta, sin embargo, dicha potestad debe ejercerla respetando el debido proceso y,
particularmente, el derecho de defensa de las partes, por ser tal un mandato imperativo
regulado en el artículo cincuenta inciso segundo del Texto procesal citado, concordado con
el artículo cincuenta y uno inciso segundo del mismo cuerpo normativo;
Octavo.- Que, en ese sentido, no obstante que esta Sala Suprema considera que sí resulta
factible -aunque no se haya demandado expresamente- declarar de oficio la nulidad de un
acto jurídico, sin embargo para el caso concreto ello no resultaba viable, toda vez que al
girar el análisis de los Juzgadores en torno a la validez de un acta notarial, era indispensable
contar con los elementos de juicio necesarios para establecer la configuración de la causal
de nulidad que se ampara, como es el tener a la vista el expediente notarial, así como
integrar a la relación procesal al Notario Público que tuvo a su cargo el trámite del proceso
no contencioso de sucesión intestada, a fin de evitar su indefensión, presupuestos que no se
han configurado en autos, toda vez que la declaratoria de nulidad del Acta Notarial del ocho
de febrero del dos mil dos acogida de oficio por las instancias de mérito únicamente se
sustenta en la declaración de parte de la demandada, dicho con el cual no es posible
concluir que el acto jurídico cuestionado sea contrario a ley o que transgrede el orden
público o las buenas costumbres, con lo cual se concluye que, en efecto, se han aplicado
indebidamente las normas materiales denunciadas, deviniendo por tanto en nulo el extremo
de la sentencia apelada, y su confirmatoria, que declara de oficio la nulidad de la acotada
Acta Notarial;
Noveno.- Que, ello, sin embargo, no es obstáculo para que los interesados puedan obtener
en vía de acción, a través de un proceso judicial, la declaración de nulidad del acto jurídico
dubitado;
Decimo.- Que, siendo así, al configurarse la causal material denunciada, el recurso de
casación debe ser amparado, procediendo conforme a lo dispuesto en el inciso primero del
artículo trescientos noventa y seis del Código Procesal Civil; por cuyas razones, Declararon:
FUNDADO el recurso de casación interpuesto por Reina Chipana Caira mediante escrito de
fojas doscientos cuarentisiete; en consecuencia, CASARON la resolución impugnada, en
consecuencia NULA la sentencia de vista de fojas doscientos cuarentidós, su fecha
dieciocho de mayo del dos mil cinco; y actuando en sede de instancia: DECLARARON
INSUBSISTENTE la sentencia apelada en el extremo que declara de oficio la nulidad del
Acta de declaratoria de herederos del ocho de febrero del dos mil dos, por la que se declaró
a Reina Chipana Caira como heredera de Toribia Yana Vilca y Policarpio Chipana Centeno,
así como la invalidez de su inscripción efectuada en la Partida Electrónica número once cero
cero veinticinco sesenta y cuatro, confirmando la sentencia apelada en lo demás que
contiene; DISPUSIERON se publique de la presente resolución en el Diario Oficial El
Peruano; en los seguidos por María Vilca Vilca de Churata contra Reina Chipana Caira
sobre petición de herencia y otro; y los devolvieron.-
ANEXO Nº 02
Expediente 46-98
Sala Nº 3
Lima, ocho de junio de mil novecientos noventiocho.
VISTOS; interviniendo como Vocal ponente el señor Carbajal Portocarrero; por los fundamentos
pertinentes de la recurrida y CONSIDERANDO, además: Primero.- Que, la acción reivindicatoria de
bienes hereditarios procede: a) contra el tercero que, sin buena fe, adquiere los bienes hereditarios
por efectos de contratos a título oneroso celebrados por el heredero aparente que entró en posesión
de ellos; y b) contra quien posee los bienes hereditarios a título gratuito o sin título, debiendo
señalarse, que sólo en estos dos casos previstos por el artículo seiscientos sesenticinco del Código
Civil procede este tipo de acción; Segundo.- Que, el artículo ciento noventiséis del Código Procesal
Civil dispone que la carga de la prueba corresponde a quien afirma hechos que configuran su
pretensión, o a quien los contradice alegando nuevos hechos; Tercero.- Por su parte el artículo
doscientos del mismo código adjetivo señala que si no se prueban los hechos que sustentan la
pretensión, la demanda será declarada infundada. Por estos fundamentos, CONFIRMARON la
sentencia que corre de fojas noventa a noventidós, su fecha diez de noviembre de mil novecientos
noventisiete, que declara infundada la demanda de fojas veintidós y subsanada a fojas treinticinco;
con costos y costas, y los devolvieron, en los seguidos por Josefina Arguelles Zevallos viuda de
Tang y otros con Julio Guillermo Yactayo Ampuero sobre Reinvindicación.
SS. CARRION LUGO / CARBAJAL PORTOCARRERO / BRAITHWAITE GONZALES
CAPITULO XIV
I.- OBLIGACIONES
Es un término con múltiples conceptos. Sin embargo, siguiendo a Manuel Albaladejo entendemos
que la obligación es el vínculo jurídico que liga a dos (o más) personas 19.
En virtud del cual una de ellas (deudor) queda sujeta a realizar una prestación (un cierto
comportamiento) a favor de la otra (acreedor) le compete un correspondiente poder llamado derecho
de crédito para pretender tal prestación. Si el deudor no cumple con la prestación debida, responde
de dicho incumplimiento.
La relación obligacional implica un deber y un derecho para cada parte de la relación jurídica, de
esta manera cada uno debe realizar la actividad a la que se comprometió y está en el derecho de
exigir una contraprestación para la actividad desplegada.
La relación obligatoria implica una relación directa entre sujetos, la existencia de un deudor y un
acreedor, en la que el deudor estará sometido a una prestación, a un comportamiento. Las
categorías de prestaciones pueden ser de dar (entrega de un bien), de hacer (verificación de un
servicio) y de no hacer (abstener de realizar determinada conducta). Finalmente en toda relación
obligacional la prestación o estado de sujeción es el aspecto fundamental, pues marca la posibilidad
de que la parte afectada por el incumplimiento puede pedir su cumplimiento o solicitar una
indemnización por los daños y perjuicios causados.
Durante los primeros siglos de Roma solo se tuvo un concepto rudimentario de la obligación o más
exactamente de la persona obligada, la que por no haber pagado puntualmente algo que debía era
encadena da por su acreedor y sometida a trabajar en provecho de este. Aun más por el nexum que
se creó el REUS DEBENDI, fue colocado en una situación de dependencia absoluta con respecto al
acreedor. Aun mas, la obligación fue una atadura del deudor semejante al poder in mano del pater
familias, o del señorío del propietario sobre sus cosas, a tal extremo que incluso podía disponer de
la vida de su deudor, es decir, darle muerte a nexi y hasta repartirse el cuerpo del deudor entre
varios acreedores. Es gracias a la ley de la LEX POETILIA PAPIRIA DE NEXIS (326 a.c.) rogada por
los Cónsules C. Portilius Libo y Papirius Cursor, que abolió indirectamente y en derecho de dar
muerto al nexi, estableciendo además que en adelante el deudor respondería de sus obligaciones
solo con su patrimonio. La ley en referencia decreto además la libertad de los nexi.
Más tarde la Lex Silia dispuso que la obligación debiera recaer sobre el patrimonio del deudor con
intervención judiciaria. Por último se dispuso que la obligación debiera recaer sobre un parte del
patrimonio del deudor a fin que pudiese subsistir con la otra parte.
19 JIMÉNEZ, Francisco y Asociación Derecho y justicia en el Perú. Balotarlo Desarrollado – Primera Edición, 2006.Pag 128.
Son los factores indispensables que se requieren para el nacimiento de una obligación valida.
Los elementos de la obligación son de dos clases:
OBLIGACIONES DE DAR:
Deberían llamarse obligación con prestación de dar, de bienes ciertos o de bienes genéricos. Estos
últimos pueden ser bienes inciertos o bienes fungibles.
Estas obligaciones versan sobre la entrega, sea para constituir un derecho de propiedad, para
transferir su uso o cesión, o restituirlo a su dueño.
OBLIGACIONES DE HACER:
Es hacer cierto actio, en la obligación de dar y hacer hay una ejecución de conducta.
Así la cesión de derechos no es una obligación porque no hay ejecución. El deudor se encuentra
obligado a realizar una actividad en favor del acreedor. Por ejemplo: los contratos laborales. El
deudor se encuentra en la obligación de realizar determinada actividad a favor del acreedor; ya sea
la construcción de una obra, la fabricación de un objeto, etc.
El tercero puede ordenar a otro para que cumpla, bajo su responsabilidad, siempre que no sea una
obligación intuito personae (art.1149 C.C.), salvo pacto en contrario.
20 RUIZ GARCÍA, Abado, “Código Civil – Comentado, Sumillado, Concordado y Analizado.”. Editorial MV Fénix, Primera Edición,
2009. Lima – Perú. Pág. 191.
El acreedor puede pedir la ejecución forzada o en su defecto que se cumpla por un tercero, o
también la resolución del contrato. En cualquier caso se puede solicitar una indemnización por los
daños y perjuicios causados.
OBLIGACIONES DE NO HACER:
En ellas hay una prestación de no ejecutar un hecho, con la sola ejecución hay incumplimiento o
puede haber cumplimiento parcial, pero nunca retraso.
Posteriormente, con la ley Pætelia Papiria se fue atenuando la cruel situación de los deudores. Se
concreta la prisión del deudor en la ergástula privada del acreedor donde el deudor trabajaba para
aquél. Más tarde, se substituyó la prisión privada por la pública, subsistiendo la prisión por deudas
hasta la segunda mitad del siglo XIX.
Los efectos de las obligaciones no son otra cosa que el conjunto de derechos que la ley otorga al
acreedor para obtener el oportuno, exacto y completo cumplimiento de la prestación es decir, lo que
se debe dar, hacer o no hacer.
En el artículo 1219 del Código Civil menciona las acciones que puede ejercer el acreedor como
efecto de las obligaciones.
El inciso primero faculta al acreedor a emplear las medidas legales para que su deudor le procure
aquello a lo que está obligado. Dicho inciso del Código Sustantivo es una norma de carácter
procesal pues concede al acreedor el derecho de acción de exigir judicialmente el cobro de su
acreencia.
- Para que una obligación de dar suma de dinero pueda proceder en un Proceso de
Conocimiento debe reunir algunos requisitos.
Este supuesto hace referencia a que debe existir necesariamente una estimación patrimonial
mayor de mil unidades de referencia procesal. Es decir debe ascender a la suma de
trescientos sesenta mil nuevos soles, entonces recién podría tramitarse en un Proceso de
Conocimiento.
CAPITULO XV
1.- CONTRATO.-
Es el acuerdo de voluntades entre dos o más persona obligándose a dar, hacer o no hacer alguna
cosa. El contrato no es pues el documento que lo recoge, y que constituye únicamente una
exigencia de prueba. El contrato existe desde que una o varias personas consienten en obligarse,
respecto de otra u otras, a dar alguna cosa o prestar algún servicio. (Art. 1254 del CC)
El contrato es el acuerdo de dos o más partes para crear, regular, modificar o extinguir una relación
jurídica patrimonial (obligación) (art. 1351)21.
La rescisión y la resolución son dos formas de ineficacia funcional del contrato. Se rescinde o se
resuelve un contrato que existe válidamente.
La práctica había ideado introducir en el contrato una cláusula en virtud de la cual el vendedor tenía
derecho a considerar como resuelto el contrato cuando el comprador no pagaba el precio al
vencimiento previsto.
A esta estipulación se le denominó lex commissoria o pacto comisorio que vino a atemperar la
rigidez del pacta sunt Servanda permitiendo sólo al vendedor resolver la venta cuando el comprador
Sobre la base del principio fragenti fidem, el Derecho canónico consideró al contrato sinalagmático
como el intercambio de prestaciones de buena fe, las mismas que son interdependientes. El
incumplimiento de una de las prestaciones significa traicionar la buena fe de la otra, razón por la que
en todo contrato sinalagmático está implícita la condición resolutoria.
Como dice Larroumet, “La expresión es desacertada, porque no se trata de la estipulación implícita
de una cláusula resolutoria, aunque no sea desatinado considerar que la resolución reposa sobre las
voluntades de los contratantes, en razón de que cada parte se compromete a cumplir porque el otro
también se compromete a cumplir; de ahí se deduce que la resolución, conforme al pensamiento de
los canonistas y de Domat y Pothier, se basa en la teoría de la causa de la obligación no es porque
afirme que la condición resolutoria se sobreentienda siempre por lo que el art. 1184 del CC. prohíbe
la cláusula resolutoria expresa que corresponda al modelo romano del pacto comisorio. Estas
cláusulas tienen una utilidad indiscutible, por cuanto permiten la resolución de un contrato sin que
sea necesario acudir al juez”.
22 TORRES VÁSQUEZ, Aníbal, Introducción al Derecho, Teoría general del Derecho, Tercera edición, IDEMSA, Lima, 2006,
Pág. 8-9
El pacto comisorio en su versión de resolución del contrato por incumplimiento está destinado a
tutelar la paridad entre las prestaciones de las partes, no en el momento de la conclusión del
contrato sino en el desarrollo de la vinculación contractual, “cuando no responda a su destino
práctico por falta de cooperación de la otra parte”. En cambio, la condición es un accidente que no
afecta al negocio sino al vínculo jurídico que crea. El pacto comisorio extingue el contrato; la
condición resolutoria produce la cesación de los efectos contractuales. El Código civil vigente de
1984 contempla dos clases de resolución por incumplimiento: 1) Judicial; y 2) Extrajudicial, la cual se
subdivide en:
Lo que caracteriza a esta resolución extrajudicial es que opera automáticamente, sin que el
contratante acreedor realice actividad alguna. Vencido el plazo sin que el deudor ejecute su
prestación y transcurrido el plazo de tres días sin que el acreedor noticie al deudor para que ejecute
su prestación a pesar del vencimiento del término establecido con dicho fin, el contrato queda
automáticamente resuelto de pleno derecho.
La etimología, ya nos aproxima a su meollo. Resolutio quiere decir, dejar algo sin efecto, en este
caso, una relación jurídica patrimonial originada por el contrato válido por causal sobreviniente a su
celebración.
La palabra resolución (del latín resolutio) significa deshacer, destruir, desatar, disolver, extinguir un
contrato.
La resolución deja sin efecto, judicial o extrajudicialmente, un contrato válido por causal
sobreviniente a su celebración que impide que cumpla su finalidad económica.
La resolución es un remedio jurídico que presupone un contrato perfecto, pero, además, un evento
sobrevenido, o un hecho (objetivo) nuevo, o un comportamiento de la contraparte, posterior a la
formación del contrato, que de algún modo altere las relaciones entre las partes tal como se habían
constituido originariamente, o perturbe el normal desarrollo (ejecución) del contrato, de manera que
éste no pueda continuar existiendo, porque se ha modificado, o en absoluto se ha roto, aquella
composición de intereses, cuya expresión constituye el contrato, y a la cual las partes han hecho
referencia al celebrarlo (Messineo 1955, 522).
De esta definición se desprende que la resolución puede tener lugar por causas diversas. Así por
ejemplo, por la inejecución de la prestación, o por la excesiva onerosidad sobreviniente de la
prestación (teoría de la imprevisión), o por la imposibilidad de ejecutar la prestación (teoría del
riesgo).
Asimismo, cabe destacar algunos aspectos de esta definición. En primer lugar presupone un
contrato perfecto, válido, de lo contrario, estaríamos ante un caso de nulidad o anulabilidad, pero no
de resolución. Por otro lado, las causas que producen la resolución son siempre sobrevinientes a la
celebración del contrato.
También los acreedores del titular de la acción resolutoria pueden invocar la resolución del contrato
a través de la acción subrogatoria (arts. 1219.4, 1260.3, 1889).
23 DE LA PUENTE Y LA VALLE, Manuel, Estudios del contrato privado, Cultural Cuzco, Lima, 1983, Pág. 519
24 COLECTIVO DE AUTORES .Derecho de Contratos. Teoría General de los Contratos Tomo l. Editorial Felix Varela. La
Habana, 2003.
E.- CASOS DE RESOLUCIÓN.-
El hecho sobreviniente que constituye el presupuesto para la resolución del contrato puede ser
imputable a la otra parte (ej., el incumplimiento) o puede ser extraña a la voluntad de ambas (caso
fortuito o fuerza mayor); puede tener un origen legal (ej., la resolución por incumplimiento) o
convencional (el mutuo disenso). La relevancia de la incidencia del hecho sobreviviente sobre los
efectos del contrato unifica todas las hipótesis de resolución y justifica la unidad de la terminología,
pero la diferencia de presupuestos obliga a tratar separadamente cada una de las figuras de
resolución reguladas por el ordenamiento jurídico civil: resolución por incumplimiento, por
imposibilidad sobrevenida y por sobrevenida excesiva onerosidad.
Existen otros casos especiales de resolución dispuestos por ley o por pacto. Por ejemplo, en la
compraventa de bienes muebles no entregados al comprador, si éste no paga el precio u otorga la
garantía ofrecida, el vendedor puede disponer del bien, quedando el contrato resuelto de pleno
derecho (art. 1564); el pacto de retroventa por el que el vendedor adquiere el derecho de resolver
unilateralmente el contrato, sin necesidad de decisión judicial (art.1586); si la compraventa se hace
sobre muestra, el comprador tiene derecho a la resolución del contrato si la calidad del bien no es
conforme a la muestra o a la conocida en el comercio (art. 1573).
En nuestro medio se ha difundido la doctrina que considera que una vez celebrado, el contrato se
extingue quedando solamente la obligación creada, razón por la que no se resuelve el contrato, sino
la relación obligatoria. No compartimos esta teoría, porque, como dice Carlos Cossio, todo objeto
cultural, el contrato lo es, consiste en la unidad de un substrato material y de un sentido espiritual, es
decir, en los objetos culturales existen dos elementos: un substrato o soporte material, por ejemplo:
un lienzo, un papel, una piedra, un metal, un trozo de madera, en los que se encarna un sentido
espiritual valioso, de cuya existencia nos damos cuenta cuando advertimos que es bueno o malo,
verdadero o falso, justo o injusto, bello o feo, válido o inválido, etc. El soporte de la conducta
humana es el propio ser humano. Desde esta perspectiva, no resulta razonable decir que celebrado
el contrato éste se extingue quedando solamente la obligación creada, porque es como afirmar que
publicada la ley, ésta se extingue quedando solamente la norma jurídica creada, o que creada una
costumbre por unos sujetos mediante el ejercicio reiterado de ciertos actos, los sujetos se extinguen
quedando solamente la costumbre25.
El contrato y la obligación que crea, la ley y la norma jurídica que ella contiene, los sujetos y la
costumbre que practican, constituyen una sola unidad de substrato y sentido, de continente y
contenido inescindibles.
Admitir que el contrato se extingue tan luego que es celebrado, quedando solamente la obligación
que crea, permitiría que en un proceso judicial sobre cumplimiento o resolución de contrato, al juez
que ordena la exhibición del contrato se le conteste con el absurdo: que no puede exigir la exhibición
de algo que se ha extinguido, pues lo único que queda es la obligación cuyo cumplimiento o
resolución se exige.
Es más razonable la opinión de Betti cuando sostiene que la resolución como medio de defensa
destinado a tutelar la condición de respectiva paridad entre las partes “se dirige no contra el negocio,
25 COLECTIVO DE AUTORES .Derecho de Contratos. Teoría General de los Contratos Tomo l. Editorial Felix Varela. La
Habana, 2003
sino contra la relación contractual a que dio vida”, lo que es muy distinto a afirmar que celebrado el
contrato, éste se extingue quedando solamente la obligación.
El contrato y la obligación que crea constituyen una sola unidad de continente (el contrato) y
contenido (la obligación). Se resuelve el contrato y con él la obligación que crea; con la resolución
del contrato, los sujetos quedan desligados de la obligación.
CAPITULO XIV
La rescisión es el acto por el cual, mediante sentencia judicial, se deja sin efecto un contrato válido
por causal existente al momento de su celebración.
En términos generales es definida como el remedio que la ley prevé para tutelar la libertad
contractual cuando se está en presencia de una situación de aprovechamiento de una de las partes
contratantes que determina que la otra asuma obligaciones en condiciones inicuas.
Es un modo de extinción de los actos jurídicos, retracto sucesivo, por el cual quedan sin efecto para
lo futuro, en razón del acuerdo de las partes, o de la voluntad de una sola de ellas autorizadas por la
ley o por la propia convención.
Asimismo, (Derecho Civil), se dice de la acción y el efecto de quitar la eficacia a un contrato por
causal existente al momento de celebrarlo. Su fundamento se encuentra en la celebración de un
contrato contrario a la equidad, por ejemplo, la lesión.
SEGÚN PLANIOL: Existe una rescisión por muerte de alguna de las partes. Para este autor,
si bien en general los contratos sobreviven a quienes los hacen que trasmiten a sus
herederos los efectos activos y pasivos de aquellos, por excepción, ciertos contratos hechos
en consideración de la persona del acreedor o del deudor, acaban con la misma persona. Se
dice que, en tal situación, hay una rescisión tácita, dado por la Ley supone que las partes se
han reservado derecho de no continuar el contrato con los herederos del contratante
primitivo26.
Pensamos que hay allí una aplicación de la rescisión la cual supone la actuación de una
voluntad discrecional que puede optar por la extinción del contrato sin estar obligada a ello.
1. Funciona en los contratos de tracto sucesivo, entendiéndose por tales los que mantienen
una vinculación duradera entre las partes, mediante prestaciones prolongadas o reiteradas.
2. Tiene un origen convencional, lo cual es evidente cuando responde al acuerdo de las
partes. Pero aunque la rescisión sea decidida por una sola de las partes, debe estimarse
26 DE LA PUENTE Y LA VALLE, Manuel, Estudios del contrato privado, Cultural Cuzco, Lima, 1983, Pág. 525.
que la otra ha consentido en ella de antemano, para el caso en que ocurriere determinada
contingencia, ya porque la ley lo autorice en ese supuesto de rescisión.
3. Produce efectos para el futuro, dejando subsistentes los efectos del acto consumado con
anterioridad.
Ejemplo de rescisión:
La rescisión de la localización por haber cedido el locatario sus derechos, estando ella
prohibido; la rescisión de la locación por tiempo indefinido, por iniciativa del locatario en
cualquier momento o, si hubiesen transcurrido los plazos legales, por voluntad del locador.
Es de hacer notar que no obstante tratase de una verdadera rescisión, no se acostumbre
usar esta denominación tratándose de la sociedad, en cuyo caso, teniendo sin duda en vista
el lazo marcadamente personal existente entre los socios, se habla de disolución en todos
los supuestos de extinción, sea que esta provenga de la rescisión, o de la muerte de uno de
los socios que constituyen la entidad, o de la perdida de capital o de la otra causa.
La rescisión solamente procede en aquellos casos establecidos por la ley y opera mediante
pronunciamiento jurisdiccional que así lo disponga, pronunciamiento que tiene efectos
constitutivos en el sentido que figura una realidad jurídica nueva, aquella constituida por la
desaparición de la relación jurídica. Esta ineficacia tiene alcance retroactivo de manera que
los efectos contractuales desaparecen también para el pasado como si nunca se hubiera
producido; y a diferencia que ocurre con la resolución, no tiene importancia si se trata de un
contrato de ejecución instantánea o de un contrato de duración. La explicación es simple, la
causa o el origen de la ineficacia es un defecto en la estructura del contrato, de manera que
ese defecto se proyecta sobre toda la relación jurídica y por eso (como en el caso de la
anulación) dicha relación se extingue íntegramente también en el ámbito de los contratos de
duración.
1. La rescisión por lesión que procede cuando en el momento de celebrarse el contrato existe una
excesiva desproporción entre las prestaciones, de más de las dos quintas partes, siempre que la
desproporción resulte del aprovechamiento por uno de los contratantes de la necesidad apremiante
del otro. Si la desproporción es igual o superior a las dos terceras partes se presume el
aprovechamiento por el lesionante del estado de necesidad apremiante del lesionado (arts. 1447 y
1448). Para que proceda la acción de rescisión por lesión se requiere: 1) que en el momento de la
celebración del contrato exista una excesiva desproporción en las prestaciones; 2) que el lesionado
se haya encontrado en estado de necesidad; y 3) que el lesionante, conociendo el estado de
necesidad, se haya aprovecha de ella.
2. La rescisión por venta de bien ajeno. El contrato se rescinde a solicitud del comprador cuando
éste no sabía que el bien no pertenecía al vendedor (arts. 1539 a 1541).
Hay que tener en cuenta que ambas instituciones dejan sin efecto el contrato. Se diferencian
en:
RESCISION RESOLUCION
• Se debe a causas posteriores a la celebración del contrato.
La rescisión deja sin efecto un contrato por causal existente en el momento de su celebración;
mientras que la resolución deja sin efecto un contrato por causal sobreviniente a su celebración 28.
Generalmente la rescisión opera por mandato de la ley, la que establece los requisitos para que se
declare judicialmente la rescisión; mientras que la resolución opera por declaración de voluntad de
ambas partes, o de una sola de ellas cuando la ley así lo admita.
Basta la existencia de la causal al momento de la celebración del contrato para la acción rescisoria
sea procedente; mientras que para ser procedente la acción resolutoria se requiere que la causal
sea sobreviniente a la celebración del contrato.
Tanto la rescisión como la resolución son remedios cuyo campo de acción se limita exclusivamente
a los contratos.
La rescisión tiene efecto desde el momento de su celebración (ex tunc), es decir tiene efecto
retroactivo obligacional; mientras la resolución tiene efecto irretroactivo (ex nunc).
27 Larroumet, Christian, Teoría general del contrato, trad. del francés de Jorge Guerrero, t. II, Temis, Bogotá, 1993, Pág.
155.
28 CAPITANT, Henri, De la causa de las obligaciones, Trad. De Eugenio Tarra Gato y Contreras, Madrid, Pag.320.
produce la causal que la motiva. Por ello, en razón a la resolución, las partes deben restituirse las
prestaciones en el estado en que se encontraban al momento de producirse la causal que generó
dicha resolución, y en caso que ello no fuera posible deben reembolsarse en dinero el valor que
tenían en dicho momento (De la Puente y Lavalle 1993, 176-177).
El deudor está obligado a indemnizar los daños que causa por no ejecutar su prestación por
dolo (no ejecuta la prestación deliberadamente), culpa inexcusable (negligencia grave,
imperdonable), culpa leve (omite la diligencia ordinaria exigida por la naturaleza de la
obligación y que corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar). El
resarcimiento por la inejecución de la obligación o por su cumplimiento parcial, tardío o
defectuoso, comprende el daño emergente y el lucro cesante en cuanto sean consecuencia
inmediata y directa de la inejecución.
El deudor que para ejecutar la prestación se vale de terceros, responde de los hechos dolosos
o culposos de éstos, salvo pacto en contrario (art. 1325).
El resarcimiento no se debe por los daños que el acreedor habría podido evitar usando la
diligencia ordinaria, salvo pacto en contrario (art. 1327).
Si el resarcimiento del daño no puede ser probado en su monto preciso, deberá fijarlo el juez
con valoración equitativa (art. 1332).
Si el contrato que se resuelve fue celebrado con entrega de arras, no es aplicación la norma
que establece que si incumple el que entregó las arras, la otra parte puede dejar sin efecto el
contrato conservando las arras y si el que incumple es la parte que la recibió, la otra puede
dejar sin efecto el contrato y exigir el doble de las arras (art. 1478), sino que se aplica la
norma del art. 1479 que establece: “Si la parte que no ha incumplido la obligación prefiere
demandar la ejecución o la resolución del contrato, la indemnización de daños y perjuicios se
regula por las normas generales”, antes mencionadas.
B.- TIPOS DE INDEMNIZACIÓN
.-
DAÑO PATRIMONIAL:
- Lucro cesante: Comprende todo aquello que ha dejado de ganar la victima a causa del acto
dañoso.
DAÑO EXTRA-PATRIMONIAL:
No cabe duda de que el tema de la valoración de los daños resulta en extremo importante, sobre
todo, porque es a través de las indemnizaciones que el Derecho trata de suplir aquellas deficiencias
en lo que respecta al cumplimiento de las obligaciones contraídas y resarcir a los perjudicados, de
manera tal que no se quebranten principios básicos de equidad y justicia.
En tal sentido, el presente trabajo consistirá en el análisis de los alcances de la disposición emanada
del artículo 1332 del Código Civil Peruano, que establece que «Si el resarcimiento del daño no
pudiera ser probado en su monto preciso, deberá fijarlo el juez con valoración equitativa».
Es verdad que el artículo 1332 constituye uno de los preceptos más útiles del Código Civil, y no me
cabe la menor duda de que es también uno de los preceptos que se utilizan con mayor frecuencia
en la vida profesional, lo que no hace sino probar su utilidad.
El artículo 1332 es una de aquellas normas que nos ayudan a solucionar un problema, pero tiene
también la virtud de ser una de esas normas que nos ayudan a obtener justicia.
Existen sentencias judiciales o laudos arbitrales, en donde se invoca la aplicación del artículo 1332
del Código Civil, para tratar de armonizar un monto indemnizatorio y ajustarlo lo más posible a la
equidad30.
Pero, uno de los puntos más controvertidos en torno al artículo 1332 es, no cabe duda, el relativo a
los requisitos que se necesitan para hacerlo de aplicación.
Dentro de tal orden de ideas, el primer requisito indispensable para aplicar lo dispuesto en el artículo
1332, es que quien alega haber sufrido algún daño, lo pruebe.
Por aplicación estricta de lo dispuesto por el artículo 196 del Código Procesal Civil, quien alega un
hecho debe probarlo, de manera tal que sería difícil admitir, dentro de ese razonamiento, que se
pueda aplicar el artículo 1332 para hacer una valoración equitativa de los daños, precisamente
cuando no se haya probado la existencia de un daño.
Es decir cuando se trata de cuestiones indemnizatorias, es claro que no siempre resultará fácil
acreditar, es decir, probar, la existencia de daños y perjuicios, pero, como todos sabemos, es
precisamente la existencia de esos daños y perjuicios, requisito indispensable para poder pensar en
una eventual indemnización.
Decimos esto, por cuanto, salvo en materia de cláusulas penales, las indemnizaciones no tienen
dentro del Derecho Nacional otra finalidad que la resarcitoria.
Es decir, dentro del Derecho Nacional, no cabe pensar en una indemnización de carácter punitivo, o
que tuviera finalidad distinta a la de tratar de compensar al perjudicado por los daños y perjuicios
sufridos, con un monto indemnizatorio que revierta su situación patrimonial o moral.
Ello, salvo que estuviésemos hablando de una indemnización derivada de una cláusula penal, en
donde el monto indemnizatorio, además de cumplir una eventual función resarcitoria, sin duda
podría tener una función punitiva, o una función disuasiva o incluso una función conminatoria.
Es más, cuando hablamos de una indemnización objeto de una cláusula penal, podríamos llegar al
extremo de que esa indemnización no resarza, en estricto, ningún daño ni ningún perjuicio, por la
sencilla razón de que no se haya producido daño o perjuicio alguno.
Entonces, queda claro que cuando nos referimos a la aplicación del artículo 1332, lo estamos
haciendo en estricta relación con la función resarcitoria de las indemnizaciones.
Dicho esto, entonces, nos corresponde apreciar cuándo es que se considera probado un daño.
La interpretación que usualmente se efectúa del artículo 1332 del Código Civil, gira en torno a
señalar que puede haberse probado el daño alegado, pero tal vez no se haya probado dicho daño
en su monto preciso.
Dentro de tal orden de ideas, cabe formular una primera pregunta, y esa primera pregunta es la de si
resulta posible probar la existencia de daños y perjuicios, pero no probar su monto exacto. La
30 Mario Castillo Freyre, Magíster y Doctor en Derecho, Abogado en ejercicio; profesor de Obligaciones y Contratos en la
Pontificia Universidad Católica del Perú, en la Universidad Femenina del Sagrado Corazón y en la Universidad de Lima.
www.castillofreyre.com
respuesta no es sencilla, y sobre todo no lo es porque, como todos sabemos, en materia de
responsabilidad civil no hay un caso tipo, no hay un caso modelo, habida cuenta de que la
multiplicidad de supuestos indemnizatorios es tan variada como la vida misma.
Es verdad que hay algunas áreas del Derecho de daños en donde resultará más fácil la probanza
que en otras. Por ejemplo, no cabe duda de que ante el incumplimiento de la devolución de un bien,
terminado un contrato de arrendamiento, el tema indemnizatorio será más o menos claro para el
juzgador. Y ante un accidente automovilístico, en donde los daños causados a la víctima se limiten al
planchado y pintura de su automóvil, también será fácil demostrar la cuantía o monto exacto de tales
daños y perjuicios.
Incluso, es más fácil en muchos casos probar los daños que probar los perjuicios, porque al fin y al
cabo, los daños constituyen un menoscabo sufrido en el patrimonio actual de la víctima, en tanto los
perjuicios constituyen un eventual o probable menoscabo al patrimonio futuro de la víctima y, por
tanto, cuando hablamos de perjuicios, hablamos fundamentalmente de una especulación,
especulación que necesitará evidente asidero legal y evidente asidero probatorio, pero especulación
al fin y al cabo, porque nadie es dueño ni nadie conoce a ciencia cierta lo que pasará en el futuro, o
lo que realmente la víctima dejó de ganar en el futuro.
En tal sentido, el supuesto óptimo en materia probatoria, es que la víctima pruebe haber sufrido un
daño y, además, pruebe el monto exacto del daño sufrido. Esto, sin duda alguna, ayudará
enormemente a la labor de los jueces y árbitros, pues, de considerar fundada la pretensión
indemnizatoria, en base a los medios probatorios que la sustenten, tendrá a mano todos los
elementos para hacer justicia, y lograr que esa justicia sea lo más cercana a la realidad de los
hechos, hechos que el propio juez o árbitro ya conoce.
Pero, existe una infinidad de supuestos que se alejan de este ideal probatorio en materia de
indemnizaciones. Sólo en materia de daños patrimoniales existen muchos casos en los cuales, el
juez o el árbitro sólo percibe que, en efecto, la víctima ha sufrido un daño patrimonial, es decir, no le
cabe duda de que el patrimonio de la víctima se ha visto menoscabado por el incumplimiento
contractual o por el hecho dañoso del causante.
No obstante ello, es frecuente que, a pesar de que la carga probatoria corra a cargo de quien alega
el daño sufrido, es decir, la víctima, dicho contratante pueda no haber aportado al proceso los
medios probatorios idóneos para acreditar la cuantía de tales daños y perjuicios.
En otras palabras, de acuerdo a los hechos que quedan acreditados en el proceso, resulta
incuestionable la presencia del daño. Además, resultará incuestionable que ese daño ha sido
causado por la contraparte.
Es así que, obligado a declarar fundada esa pretensión, el juez o el árbitro también se encontrarán
obligados a establecer cuánto es lo que hay que indemnizar, lo que lo obliga a tener que establecer
una cifra, independientemente de si la víctima llegó o no a probar un monto preciso en esa materia.
Esto es simplemente una cuestión de lógica.
Es más, incluso en la hipótesis de que no existiera el artículo 1332 del Código Civil, los jueces y los
árbitros tendrían siempre el ineludible deber de actuar conforme a la doctrina que inspira esta
norma. Simplemente, no hay en el plano teórico alternativa alguna.
Dentro de tal orden de ideas, lo que hace el artículo 1332 es allanar el camino para que los
magistrados y los árbitros actúen con fundamento legal en materia de estas indemnizaciones
equitativas.
Ahora bien, lo que debe quedar claro del artículo 1332, es que el juzgador no tiene un elemento
absolutamente objetivo en el cual basarse a efectos de ordenar esa indemnización, pues resulta
evidente que si el tema hubiese sido absoluta y pulcramente probado en juicio, simplemente no se
tendría que recurrir al artículo 1332 y esa indemnización no se basaría en los criterios que inspiran
esta norma, sino en las pruebas fehacientes aportadas en ese juicio 31.
Esto no significa que la parte perjudicada con el evento dañoso no haya intentado probar el daño en
su monto preciso. Es posible que sí lo haya intentado, pero para encontrarnos dentro del supuesto
del artículo 1332, será claro que no habrá conseguido probar plenamente aquello que alega en
materia del monto de esos daños y perjuicios.
Es así que los jueces, ante tales circunstancias, y habiéndose demostrado la existencia del daño,
deberán actuar con criterio de equidad dentro de los límites de la pretensión indemnizatoria del
demandante y estimando equitativamente qué proporción del total de esos daños y perjuicios
reclamados, realmente tiene algún asidero legal.
Ahora bien, la siguiente pregunta que corresponde formular es, cuán subjetiva resulta la facultad que
otorga el artículo 1332 a los encargados de administrar justicia. En otras palabras, si los magistrados
y los árbitros pueden aplicar el artículo 1332 a su leal saber y entender, o si existen parámetros de
carácter objetivo para poder aplicar dicha norma.
Y también creemos que aquí la respuesta sólo puede ser una: y es que los jueces y árbitros no
pueden hacer una aplicación absolutamente libre del artículo 1332, por el simple hecho de que ellos
no están juzgando en abstracto, no están juzgando teóricamente una situación; ellos juzgan en
concreto un caso, enmarcado dentro de un proceso y un proceso sustentado con medios
probatorios.
Es evidente que el artículo 1332 del Código Civil representa en materia indemnizatoria la última
tabla de salvación de la justicia.
Una compañía aérea indemniza con 300 euros a una pasajera por una espera de 12 horas
31 RUIZ GARCÍA, Abado, “Código Civil – Comentado, Sumillado, Concordado y Analizado.”. Editorial MV Fénix, Primera
Edición, 2009. Lima – Perú. Pág. 280.
Una pasajera que tuvo que esperar en el aeropuerto de Madrid-Barajas 12 horas para viajar a
Buenos Aires, tras perder la conexión del vuelo a la capital argentina al no poder despegar otro
avión desde Bilbao, deberá ser indemnizada por Iberia con 300 euros, según la sentencia del
Juzgado de lo Mercantil número 1 de Bilbao.
La sentencia considera probado que M.L.R.M. adquirió billetes de la compañía aérea Iberia para
realizar el 2 de noviembre de 2005 un viaje desde Bilbao a Madrid, que serviría para enlazar con
otro que le llevaría a Buenos Aires con la misma compañía.
Aunque estaba previsto que el avión saliera de Bilbao a las 8.35 horas y el enlace con el vuelo
internacional era a mediodía, el vuelo no pudo partir por problemas de viento, por lo que los
pasajeros fueron conducidos en un autobús hasta el aeródromo de Vitoria y llegaron con retraso a
Barajas.
Este fue el motivo por el que la demandante tuvo que esperar en el aeropuerto madrileño al vuelo de
las 00.00 horas del día siguiente hacia Buenos Aires. La mujer presentó reclamaciones a la
compañía, sin que éstas fueran atendidas.
'Daño moral'
La resolución judicial considera que ha habido un "cumplimiento tardío" por parte de Iberia, que
motivó una demora de 12 horas y el consiguiente perjuicio para quienes viajaban en el avión que
salió desde Vitoria, lo que constituye un "daño moral" que merece ser reparado con la cantidad de
300 euros.
El juez destaca que es necesario "compensar el retraso", que supone, además, 12 horas "no
disfrutadas en el destino" previsto. "La situación padecida por la viajera supera la mera molestia, el
aburrimiento o fastidio propio de cualquier retraso aéreo. Al contrario, se generó un importante
nerviosismo, incrementado por ser el vuelo intercontinental, el cambio horario, el retraso de alguna
importancia o la permanencia durante horas en el aeropuerto, con las incomodidades que
comporta", señala.
Indemnización de 1.4 millones de Euros para una madre que perdió a sus dos hijos
En un comunicado, la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social dice que "los servicios jurídicos
de la Junta, tras un profundo análisis del auto de la Audiencia de Sevilla", han ratificado la no
viabilidad de recurso ordinario o extraordinario alguno ante el Tribunal Supremo.
La Sección Sexta de la Audiencia condenó a la Junta a indemnizar con 1,4 millones de euros por su
"largo y tortuoso calvario" durante los 10 años que ha pasado sin sus hijos y dijo que en ese tiempo
fueron "ignorados y pisoteados" los derechos humanos elementales de los hermanos a la
"afectividad, convivencia, ligazón natural y proximidad con su madre".
La Junta asumió la tutela de los niños cuando tenían cuatro y cinco años, debido al alcoholismo que
entonces sufría la madre, y los dio en acogimiento a una familia de Dos Hermanas (Sevilla), de ahí
que una vez superada su enfermedad haya sido incapaz de recuperarlos pese a que su abogado,
Gabriel Velamazán, ha ganado todos los pleitos entablados desde 1996.
Por ello, la Audiencia anuló la decisión del juzgado de Familia, que sólo concedió a Carmen
Fernández los 72.000 euros equivalentes a la pérdida de sus hijos en un accidente de tráfico, y le
otorgó un amplio abanico de indemnizaciones en el que se incluye el cáncer que padece y que los
jueces consideran "consecuencia directa o indirecta del sufrimiento soportado" y por lo tanto "lesión
sufrida de manera ilegítima".
En enero de 2008 las víctimas de accidentes podrán cobrar hasta 500.000 euros por las lesiones o
perjuicios sufridos, frente a los 350.000 euros que fija la normativa actual para el seguro obligatorio.
Las indemnizaciones máximas que pueden cobrar las víctimas por los daños corporales sufridos en
accidentes de tráfico se elevarán a partir de 2008, hasta situarse dos años más tarde en un millón
de euros, casi el triple que en la actualidad.
Según contempla el texto, a partir del 1 de enero de 2008 toda víctima de un accidente podrá cobrar
hasta 500.000 euros por las lesiones o perjuicios sufridos, frente a los 350.000 euros que fija la
normativa actual para el seguro obligatorio, el que tiene que poseer todo vehículo que esté
registrado y matriculado en España.
En el caso de daños a bienes, el importe máximo se quintuplicará al pasar de los 100.000 euros
actuales a los 500.000 euros en 2008.
No obstante, el límite de las coberturas de las pólizas obligatorias volverá a incrementarse en 2010,
cuando está previsto un máximo de un millón de euros por víctima y un millón de euros por los
daños ocasionados a bienes por cada siniestro, «cualquiera que sea el número de vehículos o
bienes afectados».
Dicho borrador también modifica y establece nuevos puntos, como la obligación de que las
aseguradoras presenten, en el plazo máximo de tres meses desde la recepción del parte de
siniestro, una oferta de indemnización «si se ha determinado la responsabilidad y cuantificado el
daño».
Asimismo, determina que las aseguradoras no podrán excluir de la cobertura del seguro a los
ocupantes de un vehículo que hayan resultado perjudicados en un siniestro «sobre la base de que
éste supiera o debiera haber sabido» que el conductor se encontraba bajo los efectos del alcohol u
otra sustancia tóxica en el momento del accidente. Tampoco podrán alegar la existencia de
franquicias.
Derecho a la indemnización o reparación de los daños o perjuicios sufridos por la utilización de
productos o servicios defectuosos
El régimen de responsabilidad civil por los daños y perjuicios demostrados que el consumo de
bienes o la utilización de productos o servicios irroguen, se halla contemplado en el Capítulo VIII de
la Ley 26/84, de Consumidores y Usuarios, y en la Ley 22/94, de 6 de julio, de responsabilidad civil
por los daños causados por productos defectuosos (B.O.E. núm. 161, de 7 de julio), además de la
legislación civil correspondiente. Estas normas, serán aplicables según se trate, respectivamente,
de:
Se establece, asimismo, una responsabilidad objetiva para el caso de servicios que, por su
propia naturaleza o al estar casi reglamentado, incluyan determinados niveles de eficacia.
Responderán, a tal efecto, el fabricante e importador por el producto que fabrique o importe,
salvo que demuestre que no habían puesto en circulación el producto, el defecto no existía en
el momento en que se puso en circulación, el producto no había sido fabricado para la venta, el
defecto fue debido a que el producto se elaboró conforme a normas imperativas existentes o,
finalmente, que el estado de los conocimientos científicos no permitía, en el momento de la
puesta en circulación, apreciar la existencia del defecto.
Los demás daños y perjuicios, incluidos los daños morales, podrán ser resarcidos conforme
a la conforme a la legislación civil general.
BIBLIOGRAFIA:
JIMÉNEZ, Francisco y Asociación Derecho y justicia en el Perú. Balotarlo Desarrollado – Primera Edición, 2006.
RUIZ GARCÍA, Abado, “Código Civil – Comentado, Sumillado, Concordado y Analizado.”. Editorial MV Fénix,
Primera Edición, 2009. Lima – Perú.
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal, Introducción al Derecho, Teoría general del Derecho, Tercera edición, IDEMSA, Lima,
2006, Pág. 8-9.
DE LA PUENTE Y LA VALLE, Manuel, Estudios del contrato privado, Cultural Cuzco, Lima, 1983, Pág. 519
COLECTIVO DE AUTORES .Derecho de Contratos. Teoría General de los Contratos Tomo l. Editorial Felix Varela.
La Habana, 2003.
LARROUMET, Christian, Teoría general del contrato, trad. del francés de Jorge Guerrero, t. II, Temis, Bogotá, 1993.
CAPITANT, Henri, De la causa de las obligaciones, Trad. De Eugenio Tarra Gato y Contreras, Madrid.
RIOJA BERMUDEZ, Alexander.”Indemnización por Daños y Perjuicios”. Información doctrinaria y jurisprudencial del
derecho procesal civil.
BERMEJO VILLAVICENCIO, Wil Alex. “Indemnización por Daños y Perjuicios”. La revista más leída del Norte
“Rumbo Norte”.
VELASCO GALLO, Francisco, “Derecho Procesal Civil”, Cultural Cuzco - Séptima Edición, Lima – Perú, Pág. 30
Mario Castillo Freyre, Magíster y Doctor en Derecho, Abogado en ejercicio; profesor de Obligaciones y Contratos en
la Pontificia Universidad Católica del Perú, en la Universidad Femenina del Sagrado Corazón y en la Universidad de
Lima.
CAPITULO XVIII
EL PROCESO ABREVIADO
I.-CONCEPTO
El proceso abreviado es aquel proceso en el que los plazos y formas son breves y simples, y
que a diferencia con el proceso de conocimiento, en este proceso se concentran las actuaciones
procesales en un número menor. En ese sentido, tanto el saneamiento procesal como la fijación
de puntos controvertidos se realizan mediante un auto.
En este caso, las cuestiones probatorias, medios de defensa (las excepciones y cuestiones
previas), reconvención, y el ofrecimiento de medios probatorios al invocarse hechos no
expuestos en la demanda o reconvención; son procedentes eventualmente.
II.-CARACTERÍSTICAS
a. Retracto,
b . Títulos Supletorios
III.-COMPETENCIA
Son competentes para conocer los procesos abreviados conforme dispone el art. 488 del C.P.C:
IV.-EXCEPCIÓN
Con la excepción de los casos en los que la ley atribuye su conocimiento a otros órganos
jurisdiccionales.
1. Retracto;
2. Título Supletorio
6. Expropiación
7. Tercería de propiedad
16.Disolución de asociación por actividades o fines contrarios al orden público o a las buenas
costumbres
23. Disolución de comité por actividades o fines contrarios al orden público o a las buenas
costumbres.
25. Sustitución del régimen de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios por
abuso de facultades
26. Sustitución del régimen de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios por
actuación dolosa
27. Sustitución del régimen de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios por
actuación culposa
46. Pago de remuneración es por servicios presta dos como consecuencia de vínculo no laboral
50. Partición judicial de bienes hereditarios antes del vencimiento del plazo de indivisión
54. La partición cuyo petitorio tenga una estimación patrimonial mayor de veinte y hasta
trescientas URP (unidades de referencia procesal).
En lo que concierne a nuestro trabajo sólo nos limitaremos a tratar lo referente al retracto, titulo
supletorio, que ampliamente desarrollaremos en los capítulos siguientes.
VI.-NORMATIVIDAD SUPLETORIA
Si infiere de los artículos 489 y 476 del Código Procesal Civil que es aplicable al proceso
abreviado, en forma supletoria, la normatividad contemplada en la Sección Cuarta del indicado
Código, la misma que se refiere a la POSTULACION DEL PROCESO. La mencionada Sección
se divide de la siguiente manera:
TITULO III EXCEPCIONES Y DEFENSAS PREVIAS (Art. 446 al 457 del C.P.C)
VII.-PLAZOS:
Los plazos para este tipo de procesos se encuentran contemplados en el artículo 491° del
Código Procesal Civil, que a la letra dice:
Art. 491: Los plazos máximos aplicables a este proceso son:
1. Tres días para interponer tachas u oposiciones a los medios probatorios, contados
desde la notificación de las resoluciones que los tienen por ofrecidos.
8. Diez días para expedición del auto de saneamiento contados desde el vencimiento
del plazo para contestar la demanda o reconvenir Veinte días para la realización de
la audiencia de pruebas, conforme al segundo párrafo del Artículo 471.
Remitiéndonos a nuestro código adjetivo, en cuanto al recurso de apelación, establece que este
proceso tendrá efecto suspensivo cuando la resolución declara improcedente la demanda,
cuando se declara la declaración de la invalidez insubsanable, la que declara fundada una
excepción o defensa previa y la sentencia.
Por otro lado, las demás apelaciones se concederán sin efecto suspensivo y tendrán la calidad
de diferida, salvo que el Juez decida su trámite inmediato, mediante resolución debidamente
motivada.
La designación de la fecha para la vista de la causa se notifica a las partes en 10 días antes de
su realización.
Procede el informe oral solo cuando la apelación se ha concedido con efectos suspensivos.
Dentro del tercer día de notificada la fecha de la vista, el abogado que desee informar lo
comunicará por escrito, indicando si la parte informará sobre los hechos. La comunicación se
considera aceptada por el solo hecho de su presentación, sin que se requiera citación
complementaria, no se admite aplazamiento.
X.- CASACIÓN
Es el acto jurídico mediante el cual la parte que se considera perjudicada por una resolución
judicial pide la reforma o anulación parcial o total de la misma, dirigiéndose a un tribunal de
mayor jerárquico y colegiado. Ejercitarla implica el ejercicio de un derecho de los litigantes o
partes que intervienen en el proceso.
Solo procede el recurso de casación en los procesos que son de conocimiento de los Jueces
Civiles, cuyas sentencias al ser apeladas son revisadas por las Cortes Superiores (Art. 385 del
CPC), siempre que se den las causales establecidas por el Artículo 386 del código procesal civil
y reúna los requisitos de forma y fondo que establece los artículos 387 y 388 del mismo
Código.
CAPITULO XVIII
RETRACTO
DERECHO DE RETRACTO
I. ETIMOLOGIA Y CONCEPTO.
Etimológicamente proviene del latín retrahere, traer atrás, significa jurídicamente dejar sin efecto
la transmisión anterior de un bien que se adquiere, mediante el cumplimiento de ciertas
condiciones.
El concepto: Es el derecho que la ley concede a algunas personas , para rescindir una venta o
enajenación hecha a favor de otro y recuperar o adquirir para sí la cosa, por el mismo precio y
bajo las mismas condiciones(2)
Dice Marín Pérez: “El Derecho que por el ministerio de la ley tienen ciertas personas en
determinadas situaciones para adquirir la cosa que fue objeto de un contrato de compraventa;
subrogándose en lugar del comprador…”
Guillermo Cabanellas establece: “El derecho que por ley o convención, se tiene parar dejar sin
efecto una venta o enajenación hecha a favor de otro y recuperar para sí la cosa, por el mismo
precio pagado, y ciertos gastos en ocasiones…”
El retracto está definido por los artículos 1592 y 1593 del código civil, con el derecho que la ley
le otorga a determinadas personas para subrogarse en lugar del comprador y en todas las
estipulaciones del contrato de compraventa; establece también la procedencia en la dación en
pago (1265 y 1266 del CC).
Los titulares del derecho de retracto y el orden de prelación de los retrayentes, están
establecidos en los artículos 1599 y 1600 del Código Civil.
Por su origen los Retractos se dividen en Convencionales y Legales, según sea la voluntad de
las partes o la disposición de la ley, a causa de los mismos.
Guillermo Cabanellas define el Retracto Convencional como “El que puede ejercer el
vendedor de una cosa a fin de recuperar la propiedad en las circunstancia que haya
convenido con el comparador, con devolución del precio y abono de los gastos”.
b) Retracto Legal
Es el retracto dispuesto por la ley con la finalidad de poder adquirir la propiedad en una cosa
enajenada a un extraño o de peor derecho, como facultad de libre ejercicio o por los
indicadores en cada caso y dentro de los plazos y condiciones señaladas.
Gayoso Arias considera que “el retracto legal es el derecho de subrogarse con las
condiciones estipuladas en el contrato en lugar del que adquiere una cosa por compra o
Dación en Pago”
La manera de determinar la fecha cierta de un documento privado está indicada en el artículo 245
del código procesal civil. Si la persona que tiene derecho retracto se entera por medios distintos a
los anteriormente señalados, el plazo se cuenta a partir de la fecha de tal conocimiento.
La presunción del artículo 2012 del código civil, según el cual se presume sin admitirse prueba en
contrario que toda persona tiene conocimiento del contenido de las inscripciones, sólo es oponible
después de un (01) año de la inscripción de la transferencia (Art. 1597 del CC modificado por la
Primera Disposición Modificatoria Del Código Procesal Civil).
Cuando antes del plazo para que expire el retracto, se hayan producido dos o más enajenaciones,
ese derecho se ejercita respectivo a la primera enajenación es decir, por el precio, tributos, gastos e
interés de dicha enajenación, quedando sin efecto las demás enajenaciones (Art. 1601 del CC).
V. JUEZ COMPETENTE.
- Competencia Territorial.- Es competente el juez del domicilio del demandado o del lugar
donde se encuentre el bien o bienes, a elección del demandante (Arts. 14 y 24 del CPC).
Si la demanda versa sobre varios inmuebles, será competente el juez de cualquiera de ellos
(Art. 24 del CPC).
Cabe notar que siempre se seguirá la vía procedimental del proceso abreviado aunque la
cuantía exceda de trescientos (300) unidades de referencia procesales, porque esta es la
vía establecida por el artículo 486 del Código Procesal Civil, no siendo procedente para
este caso el límite que establece el artículo 488 del mismo código.
Será demandante la persona que ejercita el derecho de retracto. El artículo 1599 del Código Civil
establece quienes tienen derecho de retracto.
La demanda se dirigirá contra el enajenante y el adquiriente del bien que se intenta retraer (Art. 496
del C.P.C.)
- El copropietario, en la venta a tercero de las porciones indivisas (art. 1599 -inc. 2)- del C.C.).
- El litigante, en caso de venta por el contrario del bien que se esté discutiendo judicialmente
(art. 1599 -inc. 3)- del C.C.).
- El propietario, en.la venta del usufructo y a la inversa (art. 1599 -inc. 4 del C.C).
- El propietario del suelo y el superficiario, en la venta de sus respectivos derechos (art. 1599
-inc. 5)- del C.C.).
- Los propietarios de predios urbanos divididos materialmente en partes, que no puedan
ejercitar sus derechos de propietarios sin someter las demás partes del bien a servidumbres
o a servicios que disminuyan su valor (art. 1599 -inc. 6)- del C.C.).
- El propietario de la tierra colindante, cuando se trate de la venta de una finca rústica cuya
cabida no (exceda de la unidad agrícola o ganadera mínima respectiva, o cuando' aquélla y
ésta reunidas no excedan de dicha unidad.
Si hubiera diversidad en los títulos de dos o más que tengan derecho de retracto, el orden de
preferencia será el indicado en el artículo 1599 del Código Civil (al que se hizo referencia en el punto
anterior). Ello conforme al artículo 1600 del citado cuerpo de leyes.
La legitimidad pasiva se encuentra regulada en el artículo 496 del Código Procesal Civil, según el
cual la demanda (de retracto) debe estar dirigida contra el enajenante y el adquirente del bien que
se intenta retraer. Estos últimos, pues, constituyen parte demandada en el proceso de retracto y así
tiene que indicarlo el accionante en su escrito de demanda.
VII. DEMANDA
La demanda debe cumplir los siguientes requisitos:
- Los establecidos por los artículos 424 y 425 del código procesal civil.
- Debe estar anexada con el certificado de depósito en dinero del equivalente de la prestación
recibida por el enajenante, los tributos y gastos pagados por el adquirente; y, en su caso, los
intereses debido por el adquirente y que se hubieran devengado.
Si en la transferencia se pacto plazo para el pago del saldo, el retrayente debe otorgar garantía
suficiente, a criterio de juez, dentro del segundo día (Art. 495 del C.P.C), lo cual implica que el
demandante debe ofrecer la garantía en la demanda.
Cuando se interpone después de vencidos los treinta días naturales contados a partir de la
transferencia (Art. 495 del CPC).
En los casos de improcedencia establecidos para todo proceso por el articulo 497 del C.P.C.
Si el demandante no adjunta el certificado de depósito, cuando conoce la contraprestación u
ofrece pagar o prestar la garantía suficiente dentro del segundo día de tener conocimiento
de la contraprestación (Art. 500 del C.P.C).
IX. CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA.
La contestación de la demanda debe contener los requisitos generales que establece el Código, y
como requisito especial, si en la demanda se expresa que se desconoce el precio de la
contraprestación pagada o debida por el bien que se intenta retraer, al contestar la demanda se
debe proporcionar esta información (Art. 499 del C.PC.).
X. CARGA PROBATORIA
La carga de la prueba del conocimiento de la transferencia corresponde a los demandados (Art. 501
del C.PC.)
En la misma resolución le impondrá la demandante una multa no menor de veinte (20) ni mayor de
cuarenta (40) unidades de referencia procesal, sin perjuicio de las costas y cotos del proceso. Esta
resolución es apelable con efecto suspensivo (Art. 502 del C.P.C)
El Art. 503 del CPC se refiere al tercer supuesto del Art. 88 del mismo Código, es decir, a la reunión
de dos o más procesos en uno, a fin de que una sola sentencia evite pronunciamientos
jurisdiccionales opuestos.
CAPITULO XIX
TITULO SUPLETORIO
I.-CONCEPTO
El título supletorio, es el título supletivo y que sólo cabe en lugar de los títulos originales. En
consecuencia sólo cabe la formación de títulos supletorios o sustitutorios cuando no existen los
originales.
El Art. 1296 del CPC, texto según decreto supremo numero 015-68- JC, disponía que el propietario
de un inmueble que no tiene documento comprobatorio de su dominio, puede solicitar al juez del
lugar donde se halla el bien, la formación de títulos supletorios. Este procedimiento está
comprendido entre los procedimientos no contenciosos, por ello la solicitud solo se ponía en
conocimiento de la persona de quien el peticionario adujo el bien o de sus sucesores (art. 1297 del
C.P.C).
Si antes de dictarse resolución, se presentaba oposición, la misma debía tramitarse por la vía
ordinaria (1302 del CP.C).
Si no había oposición, actuados en los medios probatorios, el juez, luego de oír al ministerio fiscal y
si resultaba que el demandante y sus antecesores han poseído el inmueble por treinta años o mas,
Expedia sentencia declarando que lo actuad es titulo supletorio y disponiendo la entrega de lo
actuado al solicitante (art. 1301 del CPC).
El vigente Código Procesal Civil lo considera entre los procesos contenciosos, disponiendo que el
propietario de un bien que carece de documentos que acrediten su derecho puede demandar a su
inmediato transferente o a los anteriores a este, o sus respectivos sucesores, para obtener el título
de propiedad correspondiente (art. 504 Inc. 1 del CPC).
Como se aprecia existe sustancial diferencia entre ambos procesos, en el código derogado se
justiciaba la denominación de títulos supletorios pero este no era otorgado por el transferente sino
que se constituía por lo actuado en el proceso, por ello suplía el titulo de transferencia.
Ahora en esta vía procesal se obtendrá el titulo en ejecución de sentencia otorgado por el
transferente o en su rebeldía en ejecución de sentencia, por ello no debió usarse la denominación
de titulo supletorio sino simplemente otorgamiento de título de propiedad.
II.-JUEZ COMPETENTE.
IV.-REQUISITOS DE LA DEMANDA
La demanda debe cumplir los requisitos señalados en el articulo 424 del CPC y los requisitos
especiales que señala el Art. 505 del mismo código y adjuntarse los anexos que dispone el articulo
425 del mencionado código.
• Tratándose de deslinde se ofrecerá como prueba, además, la inspección judicial del predio
(Art. 505 del CPC).
3. Cuando el emplazado haya sido declarado en rebeldía .El dictamen del Ministerio Público debe
ser fundamentado y se emite después de actuados los medios probatorios.
VII.-SENTENCIA Y EFECTOS
El efecto de la sentencia que ampara la pretensión del demandante, es conceder a quien lo pide
título de propiedad, con cuya formación no se ha perjudicado a nadie. El título supletorio reemplaza
al título original, pues en el fallo no sólo se declara que lo actuado es título supletorio, sino que
indirectamente declara la propiedad, comprobando la existencia de ese derecho.
Jorge Avendaño precisa: “Los títulos supletorios pueden ser judicialmente impugnados. Esto no
solamente durante su tramitación, sino una vez formados e incluso inscritos. Ellos pueden ser
objetados de la misma manera y en idénticas condiciones que un título de dominio cualquiera .En lo
sustantivo, la impugnación de los títulos supletorios dependen o de los títulos supletorios mismos,
sino de la calidad del derecho de propiedad de que goza el titular. Si en la historia del dominio de
quien formó títulos supletorios hay algún vicio, el derecho de propiedad del titular actual será
deficiente…”
VIII.-CONSULTA DE LA SENTENCIA
Cuando el dictamen del Ministerio Público fuera contrario a la pretensión demandada y la sentencia
que ampare la demanda no fuese apelada, se elevará en consulta a la Sala Civil de la Corte
Superior del Distrito Judicial respectivo.
PROCEDIMIENTO NOTARIAL DE FORMACIÓN DE TÍTULOS SUPLETORIOS
BIBLIOGRAFÍA
ALBALADEJO, Manuel: DERECHO CIVIL, tomo III, volumen primero, octava edición, Bosch, Barcelona, 1994.
BALBÍN GUADALUPE, Augusto J. Código Civil – Derechos Reales. Libro V. Tomo I. Primera Edición Lima – Perú 1990.
CASTILLO QUISPE Máximo y SÁNCHEZ BRAVO Edwar. Manual de Derecho Procesal Civil
MAZEAUD, Henry, LEÓN y JEAN: Lecciones de Derecho Civil, parte segunda, volumen IV, EJEA, Buenos Aires, 1960.
SCHREIBER PEZET, Max Arias: Exégesis del Código Civil de 1984 Tomo V - Derechos Reales WC. Editor. Primera
edición. 1993.
Exp. Nº N-151-97
Primera Sala
Lima, primero de julio de mil novecientos noventisiete.
VISTOS; interviniendo como vocal ponente el señor Braithwaite Gonzales; por sus fundamentos y
CONSIDERANDO además: Primero.- Que el Retracto es una institución limitativa del derecho de
propiedad que por concesión legal se establece para determinadas personas para subrogarse en
lugar del comprador y en todas las estipulaciones del contrato de compraventa, en tal sentido el
legislador la ha rodeado de garantías y limitaciones, que le concede calidad de excepción, lo que ha
sido reconocido en la doctrina y en legislaciones; Segundo.- Que en el caso de autos el actor aduce
como fundamentos de su pretensión de que la propietaria originaria no ha cumplido con darle la
opción de compra por habérsele ocultado la transferencia y no ha recibido la carta notarial; Tercero.-
A que del análisis de las pruebas que obran en autos resulta cierta la aseveración del demandante; y
por tanto la transfiriente incumplió con lo preceptuado en el artículo veintidós del Decreto Ley
veintiún mil novecientos treintiocho; Cuarto.- A que sin embargo debe desestimarse la demanda por
cuanto del texto de la misma y la prueba aportada se establece que el accionante es inquilino del
departamento número tres del inmueble sito en el jirón Azángaro número ciento diecinueve Lima y
su pretensión está dirigida a retraer todo el predio del cual forma parte el aludido departamento
ocupado por dicho demandante, lo que lesionaría el derecho de los otros inquilinos, toda vez que el
inmueble tiene la condición de multifamiliar como se aprecia en el cuaderno de inspección ocular
que se tiene a la vista, siendo que la pretensión así planteada colisiona con lo establecido en el
glosado Decreto Ley veintiún mil novecientos treintiocho; APROBARON la sentencia de fojas
noventa su fecha primero de setiembre de mil novecientos noventicuatro, que declara infundada la
caducidad de la acción, e improcedente la demanda de fojas tres aclarada a fojas seis, interpuesta
por Manuel La Matta Sarmiento sobre retracto; sin costos; en los seguidos por Manuel La Matta
Sarmiento contra María Quiroga Valdez y otros sobre retracto; y los devolvieron.
No debe confundirse el acto de remate con el remate entendido como venta forzosa de un bien
mediante su adjudicación a un tercero, pues el primero de ellos es solamente el acto en donde se
realiza la lectura de la relación de bienes y condiciones del remate, prosiguiéndose con el anuncio
de las posturas, pudiéndose llevar o no llevar a cabo la venta forzosa del bien; en cambio, el remate
entendido como un acto que transmite la propiedad solamente puede darse cuando se adjudica el
bien a quien hace la postura más alta. En consecuencia, debe entenderse que si la tercería de
propiedad tiene como finalidad evitar la ejecución de un bien, la oportunidad para interponerla es
antes que se efectúe la transmisión de la propiedad del bien, la cual se produce mediante remate o
a través de la adjudicación en pago del bien al ejecutante.
ANEXO: 02
Expediente:
Secretario:
Escrito: N º 1
Cuaderno: Principal
Sumilla: Demanda de retracto
Diego Chávez Ampuero identificado con DNI N º 44302850 , con dirección domiciliaria en Av. José
Abelardo Quiñones 123 y con domicilio procesal en Calle San José 311; a Ud. Atentamente digo:
I. Demandados: Don Daniel Lira López, a quien se deberá notificar en la Av. Las Buganbi -
las 122 en el distrito del cercado de Arequipa.
II. Acumulación subjetiva originaria:
Doña Melanie Vargas Paredes, a quien se deberá notificar en la Calle los naranjos Nº 454 del distrito
de Yanahuara, de la provincia y departamento de Arequipa.
III. Petitorio:
Con fecha 10 de abril del 2005 el retrayente y Don Daniel Lira López adquirieron por compraventa el
inmueble ubicado en la Calle mercaderes 211 del distrito del cercado de Arequipa , en los términos a
que se contrae el referido contrato el mismo que se halla inscrito el la partida electrónica Nº 2383 del
registro de la propiedad inmueble de Arequipa, encontrándose ambos respecto del bien adquirido
bajo el régimen de copropiedad siendo las cuotas del recurrente y el demandado iguales, es decir
cada uno es propietario del 50% del bien inmueble
El señor Daniel Lira López mantenía una deuda de veinte mil dólares americanos con Melanie
Vargas Paredes, por un mutuo que ambos celebraron por contrato elevado a escritura pública Nº
00343, en la notaria del Notario Mario Vázquez Rendón, el vencimiento para el pago de la obligación
era el día dos de mayo del 2007, con la que no cumplió el demandado Daniel Lira López.
Es por eso que el día 5 de mayo del presente año el Sr. Daniel Lira López celebró con Melanie
Vargas Paredes, un contrato de dación en pago elevado a escritura publica Nº 00545 en la notaria
del Notario Mario Vázquez Rendón a manera de extinguir la obligación antes mencionada en el cual
el Sr. Daniel Lira López se obliga a dar como cancelación de pago ,por los veinte mil dólares
americanos adeudados ,sus derechos y acciones sobre el bien inmueble antes mencionado,
contrato el mismo que se halla inscrito en la partida electrónica Nº 2383 del registro de la propiedad
inmueble de Arequipa.
El día 17 de mayo del 2007 me acerque a las oficinas da la superintendencia nacional de registros
públicos de Arequipa para obtener una copia literal de dominio sobre el bien inmueble ubicado en la
Calle mercaderes 211, para tramites de saneamiento de dicho bien, día en que tomo conocimiento
de la dación en pago antes mencionada por lo que encontrándome dentro del plazo a que se refiere
el artículo 1597 del Código Civil interpongo la presente demanda a fin de subrogarme en lugar de
Melanie Vargas Paredes, toda vez que en ningún momento el demandado Daniel Lira López, me ha
comunicado su deseo de dar en pago sus acciones y derechos a fin de hacer uso de derecho de
preferencia que por ley me corresponde.
Como el monto de la deuda contraída por mi copropietario era de 20mil dólares americanos suma
por la cual dio en pago sus derechos sobre el bien inmueble antes mencionado, procedí a depositar
en el banco de la nación la suma de 21 mil dólares americanos, que incluye la prestación, los
tributos y los gastos realizados por el adquiriente.
Fundo mi pretensión en el artículo 1593 del Código Civil el cual regula que es procedente el retracto
en la dación en pago , como he acreditado en mis fundamentos de hecho el Sr. Daniel Lira López
dio en cancelación de un mutuo sus acciones y derechos sobre el bien inmueble en copropiedad con
el demandante.
Amparo mi pretensión en el inciso segundo del art. 1599 del Código Civil que regula que es titular
del derecho de retracto el copropietario en la venta a tercero de las porciones indivisas, ya que el
bien que se pretende retractar estaba bajo el régimen de copropiedad, y fue dado en pago a un
tercero, y siendo yo copropietario, soy titular del derecho de retracto.
Amparo mi pretensión en el artículo 1597 del Código civil que otorga un plazo de 30 días naturales
para el ejercicio del retracto a partir de la fecha del conocimiento del retrayente, siendo hoy 21 de
mayo del 2007 estoy aun dentro del plazo para ejercitar mi derecho a retracto.
I. Vía procedimental
Vía de PROCESO DE ABREVIADO, de acuerdo con el inciso primero del Art. 486 del CPC.
Testimonio de la Escritura Pública de compra-venta de fecha 10 de abril del 2005, con lo que
acredito mi calidad de copropietario del bien sub-litis junto con Daniel Lira López.
Testimonio de la Escritura Pública del mutuo que contrajeron los demandados, por la suma de veinte
mil dólares, con lo que pruebo el monto por el que fue dada en pago la cuota de mi ex copropietario.
Testimonio de la Escritura Pública de dación en pago de fecha 5 de mayo del presente año,
celebrado entre Daniel Lira López y Melanie Vargas Paredes, con la cual acredito la transferencia de
la cuota ideal que le correspondía a mi copropietario.
Copia literal de dominio sobre el bien inmueble ubicado en la Calle mercaderes 211 de fecha 17 de
mayo del 2007 con el que demuestro la fecha en que tome conocimiento de la dación en pago.
VII Anexos
1.c. Testimonio de la Escritura Pública del mutuo que contrajeron los demandados
1.e. Certificado de depósito en el banco de la nación por 21mil dólares americanos que incluyen el
monto de la dación en pago, los tributos y los gastos pagados por el adquiriente.
POR LO TANTO:
A Ud. Señor juez solicito se sirva a admitir la presente demanda, tramitarla a su naturaleza y en su
oportunidad declararla FUNDADA.
Díez-Picazo y Gullón expresan que la usucapión, como también se le conoce a esta figura
jurídica, puede ser un efecto de la posesión, conduciendo ésta a aquélla. 32
La usucapión es la adquisición, por el poseedor de una cosa, del derecho de propiedad o de
otro derecho real sobre esa cosa, por efecto de la posesión prolongada durante cierto plazo,
dicen los hermanos Mazeaud.33
32 Díez-Picazo, Luis y Gullón Antonio: SISTEMA DE DERECHO CIVIL, volumen III, quinta edición, cuarta reimpresión, Tecnos,
Madrid, 1995, p. 144.
33 Mazeaud, Henry, León y Jean: LECCIONES DE DERECHO CIVIL, parte segunda, volumen IV, EJEA, BuenosAires, 1960, p.
196.
34 Albaladejo, Manuel: DERECHO CIVIL, tomo III, volumen primero, octava edición, Bosch, Barcelona, 1994, pp. 166 y 167.
Existen pues, para Salvador Vásquez Olivera, dos tendencias en la doctrina: una predominante,
mediante la cual por el transcurso del tiempo, el poseedor bajo ciertas circunstancias se
convierte en propietario (Díez- Picazo y Gullón; los Mazeaud; Albaladejo); y la otra, que afirma,
que es un medio de prueba (Torres Vásquez). Dualidad, que para el autor citado, genera
inseguridad jurídica, impredicibilidad.
A modo de análisis, la prescripción vendría a ser el modo de adquirir el dominio, o alguno de los
derechos reales, por la posesión, continua, a título de propietario y por el tiempo fijado por la
ley.
2. ELEMENTOS DE LA PRESCRIPCIÓN
La prescripción opera sobre bienes muebles y sobre bienes inmuebles, siendo diversos los
periodos de posesión que se exige para usucapir ambas clases de bienes. Así tenemos:
La doctrina y nuestro ordenamiento jurídico han establecido cuáles son los caracteres de la
usucapión así como las clases de prescripción adquisitiva: la denominada prescripción
adquisitiva corta u ordinaria y la larga o extraordinaria. Coherentemente nuestro Código
Sustantivo prescribe en el artículo 950 lo siguiente:
Siendo así son requisitos de la prescripción adquisitiva corta u ordinaria:
a) La posesión continua y a título de propietario (possessio ad usucapionem) ejercita-
da sobre un bien: Se entiende por posesión continua aquella que se presenta en el
tiempo sin intermitencias ni lagunas. No se necesita, empero, que el poseedor haya esta-
do en permanente contacto con el bien y basta que se haya comportado como lo hace un
dueño cuidadoso y diligente, que realiza sobre el bien los diversos actos de goce de
acuerdo con su particular naturaleza. Baudry Lacantinerie cita como ejemplo de esta con-
tinuidad “los bosques sometidos a la tala hasta realizar de tiempo en tiempo los cortes
naturales, dejando entre los mismos intervalos bastante largos, para que la posesión sea
continua"35.
b) La posesión debe ser pacífica: esto es, marginada de todo acto violento por parte del
poseedor. Expone Alvarez Caperochipi “que el título de la posesión puede alterarse. El
poseedor en nombre de otro puede presentarse como poseedor a título de dueño y la po-
sesión violenta, clandestina o precarista puede transformarse en pacífica, pública y a títu-
lo de dueña. Se trata de una inversión posesoria. Pero la inversión no se presume, sino
que, al contrario, se presume que se continúa detentando con el mismo título con el que
se adquiere. La inversión posesoria debe resultar de un acto expreso y final. El tiempo
para la usucapión empezará a contarse desde entonces" 36
Aclara Albaladejo que la posesión es pacífica “aunque se defienda por la fuerza. Lo que
se trata es que la situación mantenida violentamente no tenga valor (mientras que la
violencia dure) para quien ataca la posesión de otro, hay que afirmar que sí hay posesión
pacífica para el que defiende por la fuerza la posesión que otro trata de arrebatarle”. 37
c) Esta posesión tiene que ser pública, o sea a la vista de todos y no oculta.
e) Debe existir justo título, o sea un instrumento de orden legal destinado a la transmisión
de la propiedad (la compraventa, permuta, partición, dación en pago, el aporte a la forma-
ción del capital de una sociedad, la herencia y el legado, entre otros).
35 Baudry Lacantinerie, Traité Theorique et Practique de Droit Civil, tomo 1, No. 1436, página 196.
36 José Antonio Alvarez Caperochipi, Curso de Derechos Reales, Propiedad y Posesión, página 150.
37 Manuel Albaladejo, Derecho Civil III, derecho de bienes, volumen Primero, pág. 164, página 183
justo título diciendo que "es el acto que tiene como finalidad la transmisión de la
propiedad y que la hubiera transmitido efectivamente si hubiera sido celebrado con el
verdadero propietario”.38
Debe tener existencia real, efectiva. No tienen el carácter de justos los llamados
"títulos putativos", que son aquellos que sólo merecen existencia en opinión de
quienes lo alegan. Al respecto un ejemplo de título putativo está en quien se considera
propietario de un inmueble porque encargó comprarlo a su nombre a otro y éste no lo
compró".
Debe probarse, pues no se presume. Sobre este particular Albaladejo manifiesta que
"si la prueba es del hecho de la usucapión en sí, corresponderá a "quien alegue que
se ha producido. Y habrá de demostrarse que se dieron todos "los requisitos que la
usucapión exija.
Por otro lado la adquisición de la propiedad por prescripción larga sólo exige los
siguientes requisitos:
Como ya hemos visto el código sustantivo establece diez años para la prescripción
adquisitiva larga. Así mismo para el tratadista Max Arias Schreiber lo único que le faltó al
legislador es la buena fe.39
Por otro lado nuestra legislación también prescribe en su artículo 951 acerca de la
prescripción cuando se trata de la adquisición de la propiedad de un bien mueble, que a la
letra dice:
38 Planiol y Ripert, Tratado Práctico de Derecho Civil Francés, tomo III, Los Bienes, Nº. 701, página 600.
39 Max Arias Schreiber. Exegesis del Código Civil de 1984. Tomo V. Derechos Reales. Pág. 18.
Estos diversos plazos hacen clasificar la prescripción en corta u ordinaria y larga o
extraordinaria, al igual que para los bienes inmuebles.
Es importante mencionar que la ley no hace referencia al justo título, porque tratándose de
bienes muebles la posesión misma es el título. Transcurridos dos o cuatro años, la
reivindicación de bienes muebles resulta imposible.
Es importante establecer que efectos produce la posesión de buena fe: siendo estos los
siguientes:
a) Si el poseedor es de buena fe y con justo título, puede adquirir la propiedad del inmueble po -
seído, en el término de cinco años (art. 950 del C.C.); y si se posee un bien mueble con bue-
na fe, sin necesidad de justo título, se adquiere la propiedad después del transcurso de 2
años (art. 951 del C.C.).
b) Aquel que de buena fe y como propietario recibe, aun cuando el enajenante de la posesión
carezca de facultad de otro, la posesión de un bien mueble, adquiere el dominio para hacer-
lo (art. 948 del C.C.).
d) Los objetos que se hacen de buena fe con materia ajena pertenecen al artífice pagando el
valor de la materia empleada. (art. 937 del C.C.)
Al respecto hemos encontrado un ejemplo clásico de justo título, donde operan los supuestos
de mala y buena fe.
Ejemplo: Andrés compra un bien mueble a Bernardo, que es menor de edad pero a quien cree
mayor y plenamente capaz, incurriendo así en un error de hecho, pero si Andrés efectúa la
compra a Bernardo sabiendo que es menor de edad, pero en la suposición de que los menores
de edad pueden vender sus bienes sin observar formalidad alguna ni ser asistidos por su
representante legal, comete un error de derecho. El error de hecho no conspira contra el título
justo; éste deberá reputarse que existe. Empero, el error de derecho aniquila el justo título; en
el segundo caso, deberá estimarse que el justo título no existe. Son embargo, la desaparición
del justo título no importa la pérdida de la buena fe. Esta continúa.
Así pues la buena fe debe apoyarse en un título, aunque dicho título no se considere como
justo para los efectos de la prescripción. En efecto, el poseedor cree en la legitimidad de su
posesión porque se apoya en un título, aunque dicho título se encuentre impregnado de un
error de hecho o de derecho.
Según Augusto Balbín Guadalupe nos señala claramente que la buena fe se exige al comienzo
de la prescripción. Nada importa que el poseedor sea después de mala fe. (“mala fides
superveniens non nocet”).
Según esta disposición el prescribiente no utiliza la usucapión como excepción, sino que pide
que el Poder Judicial la declare. Lo frecuente, lo que acontece siempre, es que, aquel que es
demandado en la acción reinvidicatoria invoque la prescripción corta o larga que lo ha hecho
adquirir el dominio sobre el inmueble materia de la litis. Por el contrario, en este caso no existe
demanda alguna, sino que aquel que considera haber ganado el inmueble por usucapión pide
que así se declare por sentencia.
Por ello, no se debe sostener que "en tanto no exista sentencia firme que declare la
prescripción adquisitiva, la acción reivindicatoria, entre otras, se encuentra expresado a favor
del propietario". Esta afirmación tampoco es cierta, porque la acción reivindicatoria operara
hasta antes que se hubiere materializado la prescripción adquisitiva; luego de ella, ya no cabe
reivindicación, pues, el poseedor propietario del bien, y por tanto, como señala la segunda
parte del artículo 927 del CC no procede reivindicación contra aquel que adquirió el bien por
prescripción. Esto implica, que si el poseedor al momento de la demanda de reivindicación,
había adquirido la propiedad por prescripción, podría oponer la excepción de legitimidad activa
al anterior propietario, para la cual, la actividad procesal que se desarrolle contra el
demandado, deberá tomarse como una carga para este (caso contrario, estaría dejando pasar
una posición ventajosa o una oportunidad de hacer valer su propio derecho); situación distinta
es si todavía no hubiere transcurrido el plazo legal de la prescripción, porque allí estaríamos
ante un caso de interrupción del plazo prescriptorio, a que hace referencia el artículo 953 del
CC y que trataremos más adelante.
Para ello hemos tomado al jurista Augusto J. Balbín Guadalupe quien expresa que se inicia la
prescripción desde que comienza la posesión, siendo esta figura jurídica el elemento
indispensable en la prescripción adquisitiva, a tal punto de que sólo se prescribe en tanto se
posee.40
40 Augusto J. Balbín. Derechos Reales. Código Civil. Libro V. Tomo I. Perú-1990. Pág. 361.
Cuando se ejerce la posesión de un bien que se pretende adquirir por prescripción adquisiti -
va de dominio, se deben cumplir los requisitos de la posesión, por lo que al entablarse una
acción reivindicatoria se interrumpe la posesión, sin que sea necesario esclarecer si quien la
interpone es propietario del bien o no.42
El código adjetivo señala en el artículo 504, inc. 2 que es tramitable en vía proceso abreviado la
prescripción adquisitiva de dominio. Así pues expresa lo siguiente:
Es claro precisar que una diferencia sustancial en cuanto a la pretensión referido al título
supletorio, referido en el inc. 1 del mismo artículo, así pues, mediante una demanda de título
supletorio, el propietario de un bien que carece de documentos que acrediten su derecho,
pretende contra su inmediato transferente, o los anteriores a éste, o sus respectivos sucesores,
el otorgamiento del título de propiedad correspondiente, de acuerdo a lo dispuesto por el inc. 1º
del art. 504º del Código procesal civil; mientras que la prescripción adquisitiva tiene como
finalidad se declare propietario a quien ha ejercido posesión sobre un bien en forma continua,
pacífica y pública en los plazos que se precisan en el art. 950º.
Referido a los requisitos que debe contener una demanda cuya pretensión sea la de adquirir un
bien bajo la figura jurídica de la prescripción adquisitiva, establece que además de lo dispuesto
por los artículos 424 y 425 de CPC, la demanda debe contener otros requisitos esenciales que
permitan la admisibilidad de la demanda. El artículo prescribe lo siguiente:
9. PLAZOS DE PRESCRIPCIÓN
Para computar los plazos de prescripción se observan las fórmulas del Código Civil sobre esta
materia, que anteriormente hemos estudiado. Así mismo, se debe tener en cuenta que el día en
que comienza la prescripción no se cuenta; el plazo incluye el día del vencimiento y si éste
fuese festivo el cumplimiento tendrá lugar el primer día siguiente que no fuere festivo; los
meses se computarán con arreglo al calendario gregoriano. (Artículo 183 del código sustantivo).
El requisito básico está establecido en el artículo 36 del Reglamento de la Ley 27157 D.S. 008-
2000-MTC, el interesado deberá acreditar la posesión continua, pacífica y pública del inmueble
por más de 10 años, esté o no registrado el predio urbano.
Para indicar el trámite en la vía notarial, el interesado presentará solicitud escrita autorizada por
Abogado la cual contendrá, además de los requisitos indicados en los artículos 424, 425, y 505
del Código Procesal Civil los establecidos en el artículo 39 de la Ley 27157 y 5 de la Ley 27333,
siendo éstos los siguientes:
b) Certificación municipal o administrativa sobre la persona que ocupa el bien como propietario
o poseedor.
c) Copia literal de los asientos respectivos de dominio de los últimos 10 años del predio urbano
o certificación que no está inscrito.
i) Memoria descriptiva del plano perimétrico firmado por Ingeniero o Arquitecto Colegiado
j) Informe técnico del verificador (Arquitecto o Ingeniero Civil Colegiado inscritos en el índice
de verificadores de la SUNARP)
El Notario notificará a la persona de quien el solicitante adquirió el bien, al titular registral del
terreno y/o edificaciones y a los propietarios u ocupantes de los predios colindantes, las
notificaciones se regirán supletoriamente por lo establecido en el Código Procesal Civil, además
el Notario tendrá que fijar carteles en los lugares visibles de la edificación a regularizar y
disponer que se efectúen publicaciones en el diario El Peruano y otro de mayor circulación,
conteniendo un extracto de la solicitud por tres veces con intervalo de 3 días hábiles entre cada
aviso. El notario se constituirá en el inmueble a sanear, extendiendo un acta de presencia en la
cual precisará la descripción y características del inmueble, la posesión pacífica y pública del
solicitante, la manifestación de los ocupantes de los predios colindantes, este último trámite se
realizará mediante acta notarial de presencia.
Rectificar significa enmendar, modificar, reformar, enderezar, mejorar, corregir, ajustar, retocar,
pulir, acabar, rehacer, arrepentir, abjurar. Se rectifica cuando se enmienda una inexactitud, se
corrige un error, se reduce a la verdadera medida, se aclara la verdad alterada por algún
motivo, se reforma algo.
Referido al área, el error se refiere a la mensura; y en cuanto a los linderos el error se comete
con el nombre de los colindantes, orientación del bien en relación a los puntos cardinales,
medios divisorios, medidas perimétricas y cualquier otra circunstancia. Cuando hay confusión
de linderos, el propietario de un predio puede obligar a los vecinos sean propietarios o
poseedores, al deslinde y amojonamiento, conforme al Art. 966 del CC.
PROCEDIMIENTOS:
1) Por mutuo acuerdo.-Mediante escritura pública que suscriben el propietario del predio y los
propietarios de todos los predios colindantes aceptando su conformidad del área, medidas
perimétricas y/o linderos.
2. PARTES INTERVINIENTES
DEMANDANTE: Persona, que considera existe una incertidumbre acerca de los límites de
su bien, de ser el caso tenga inscritos derechos sobre el bien y, cuando corresponda, los
nombres y lugar de notificación de los propietarios u ocupantes de los predios colindantes.
Como ya venimos estableciendo y tomando el código adjetivo, es preciso indicar que al igual
que la prescripción adquisitiva de dominio, ésta se tramita en la vía procedimental abreviada.
Así el código adjetivo señala claramente en el artículo 504 su tramitación para esta pretensión.
Se trata, pues, de una pretensión declarativa ya que tiene como finalidad el pronunciamiento de
una sentencia, con efecto de cosa juzgada, que despeje el estado de incertidumbre existente
con respecto al área o linderos de terrenos contiguos, cuando no se conozca con certeza la
línea divisoria a raíz de no haberse fijado nunca o de haber desaparecido los signos (mojones,
cercos o piedras) mediante los cuales se exteriorizaba. Otros autores califican al deslinde como
"el acto en cuya virtud se establece, mediante una mensura, la línea divisoria entre dos
propiedades contiguas cuyos límites se encuentran confundidos".
El deslinde puede requerirse aunque no medie confusión de límites y al solo efecto de aplicar el
título al terreno, operación que puede reportar ventajas cuando interesa determinar la superficie
exacta de un inmueble a fin de enajenarlo o de constituir sobre el algún derecho real. Dictada la
sentencia de deslinde, corresponde practicar el amojonamiento. Este consiste en colocar
señales tendientes a precisar sobre el terreno los límites de las propiedades contiguas que han
sido objeto de un deslinde, cuya eventual remoción por cualquiera de los colindantes es
susceptible de un interdicto o de una pretensión posesoria.
Para que proceda esta acción se requiere que los terrenos pertenezcan a distintos propietarios
y que sean contiguos, esto es, que no resulta procedente en caso que los terrenos se
encuentren separados por una calle o camino, un curso de agua u otro accidente similar.
Como señala la norma, esta pretensión puede ser interpuesta por quienes tengan derechos
reales sobre el bien, como el propietario o poseedor de terrenos cuyos límites se hallen
confundidos con los de un terreno colindante, a fin de que los límites confusos se investiguen,
demarquen y amojonen. La pretensión solo puede interponerse frente al propietario del fundo
contiguo de manera que carecen de legitimación pasiva los titulares de otros derechos reales,
quienes sin embargo pueden intervenir en el proceso a título de terceros adherentes simples.
Dice Palacio que en ambas hipótesis corresponde al juez establecer la línea divisoria entre las
propiedades contiguas, determinando en consecuencia lo que pertenece a cada propietario
colindante. Si bien para fijar el límite corresponde atenerse, ante todo, a los títulos de los
colindantes, puede suceder que estos sea por superposición o indeterminación, no constituyan
elementos de juicio idóneos para despejar la incertidumbre existente, en cuyo caso el juez con
el auxilio de la pericia, se halla facultado para examinar si la posesión actual o la anteriormente
ejercida según vestigios antiguos son susceptibles de interpretar el alcance de los títulos, pero
en el caso contrario, es decir frente a la imposibilidad de determinar los límites "ni por los
vestigios antiguos ni por la posesión, la parte dudosa de los terrenos será dividida, entre los
colindantes según el juez lo considere conveniente".
Es importante indicar que este proceso solo se impulsará a pedido de parte, apartándose con
ello de la regla general que señala el artículo II del TP del CPC que dice: "el juez tiene el deber
de impulsar el proceso por sí mismo".
En cuanto a los requisitos se establece que son los mismos establecidos en el art. 505, que en
capítulo de prescripción adquisitiva de dominio mencionamos.
5. COMPETENCIA JURISDICCIONAL
6. COMPETENCIA NOTARIAL
Por mutuo acuerdo: Mediante escritura pública suscrita por el propietario del predio y
los propietarios de todos los predios colindantes, en la que éstos últimos manifiesten su
conformidad con el área, medidas perimétricas y/o linderos, según corresponda.
Cuando el área real es superior a la registrada procederá este trámite siempre y cuando
exista una certificación registral de que la mayor área no se superpone a otra registrada.
Este procedimiento se tramita de conformidad con lo establecido en el Reglamento de la
Ley No 27157.
b) Si, durante la tramitación de cualquiera de los procesos indicados en los dos últimos puntos
precedentes, se produjese acuerdo entre los propietarios podrá otorgarse la escritura pública
a la que se refiere el primer punto, dándose por concluido el proceso iniciado.
a) La publicación de los edictos se hace en el diario oficial y en un diario de los de mayor circu-
lación del lugar del último domicilio del citado, si fuera conocido o, en su defecto, del lugar
del proceso;
Los edictos contendrán, en síntesis, las mismas prescripciones de la cédula, con trans-
cripción sumaria de la resolución;
La publicación se hará por tres días hábiles, salvo que el Código Procesal Civil establez-
ca número distinto;
La resolución se tendrá por notificada el tercer día contado desde la última publicación,
salvo disposición legal en el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial podrá disponer la adop-
ción de un texto uniforme para la redacción de edictos.
En los casos del artículo 435 del Código Procesal Civil y siempre que se trate de predios
rústicos, se efectuará asimismo notificación por radiodifusión por cinco días consecutivos como
dispone el artículo 169 del referido Código adjetivo (art. 506, parte final, del C.P.C.). El artículo
435 del Código Procesal Civil establece que:
43 Máximo Castillo Quispe, Edwar Sánchez Bravo. Manual de Derecho Procesal Civil. Juristas Editores.
Pág. 485-486.
a) Cuando la demanda se dirige contra personas indeterminadas o inciertas, el emplazamiento
deberá alcanzar a todos los habilitados para contradecir y se hará mediante edicto, confor-
me a lo dispuesto en los artículos 165 166, 167 y 168 del Código Procesal Civil (que regulan
la notificación edictal), bajo apercibimiento de nombrárseles curador procesal;
c) El plazo del emplazamiento será fijado por cada procedimiento, pero en ningún caso será
mayor de sesenta días si el demandado se halla en el país, ni de noventa si estuviese fuera
de él o se trata de persona indeterminada o incierta. Finalmente, el artículo 169 del Código
Procesal Civil norma lo relativo a la notificación por radiodifusión y señala que:
En todos los casos en que el Código Procesal Civil autoriza la publicación de edictos, de
oficio o a pedido de parte, el Juez puede ordenar que además se hagan por radiodifu-
sión;
Las transmisiones se harán por una emisora oficial o las que determine el Consejo Ejecu-
tivo de cada Corte Superior;
El número de veces que se anuncie será correspondiente con el número respecto de la
notificación por edictos;
Esta notificación se acreditará agregando al expediente declaración jurada expedida por
la empresa radiodifusora, en donde constará el texto del anuncio y los días y horas en
que se difundió;
La resolución se tendrá por notificada el día siguiente de la última transmisión radiofóni-
ca; y
Los gastos que demande esta notificación quedan incluidos en la condena en costas.
CAPITULO XXII
LA EXPROPIACIÓN
INTRODUCCIÓN:
44
El 20 de Mayo de 1999 se ha publicado la Ley Nº 27117 (en adelante “la Ley”), denominada “Ley
General de Expropiaciones”, disponiendo en su Título preliminar, que tiene un solo artículo, que la
expropiación a que se refiere el artículo 70º de la Constitución Política, el artículo 928º del Código
Civil y los artículos 519º al 532º del Código Procesal Civil se rigen por dicha ley.
Noción:
45
“Cuando para satisfacer necesidades del Estado, el particular deben desprenderse de su
propiedad, ésta sale de su patrimonio. De ahí la etimología del término expropiación, que procede
de dos palabras latinas: propietas (propiedad) y ex (salir, sacar afuera). Ex-propietas: salir de la
propiedad privada (convirtiéndose en pública)” (DALURZO, 1958:847). Costure enseña que:
El bien se halla en el patrimonio del expropiado y pasa al patrimonio del expropiante mediante la
desposesión.
Este vocablo consta de ex partícula privativa y propio: lo que ya no es propio, lo que ha dejado de
serlo. Y es de toda evidencia que el bien deja de ser propio, es decir que expropia, en el momento
en que el juez, previo depósito (…), priva de la posesión al propietario y se la entrega al órgano
expropiante” (COUTURE, 1950, Tomo III: 458).
Carbajal Vitorica califica a la expropiación como “… la potestad que posee el Estado de sustituir el
derecho de propiedad privada por su justiciero pagado previamente…” (CARBAJAL VITORICA;
citado por PRAT; 1979, Tomo IV, Volumen I: 75)
Según Lucifredi, "... la expropiación realiza una conversión del derecho de propiedad mediante la
cual se procura, ante todo, mantener incólume la consistencia primitiva del patrimonio, en forma que
aun cuando las cosas que lo integran cambien, subsista inalterable su valor económico"
(LUCIFREDI; citado por NOVOA MONREAL, 1979: 43). Mayer concibe a la expropiación como el
“acto de autoridad por el cual es tomado restringido un derecho de propiedad privada, en beneficio
de una empresa de utilidad pública…” (MAYER; citado por VILLEGAS BASAVILBASO, 1956, Tomo
VI: 305).
Alessi asevera que la expropiación “... es una institución de Derecho público en virtud de la cual se
actúa, a favor de una empresa declarada de pública utilidad, la transferencia coactiva de la
propiedad de una cosa, convirtiéndose el derecho del propietario sobre la misma en un derecho a la
justa indemnización" (ALESSI, 1970, Tomo II: 551).
Serra Rojas sostiene que la expropiación es “...un procedimiento administrativo de derecho público,
en virtud del cual el Estado -y en ocasiones un particular subrogado en sus derechos-,
unilateralmente y en ejercicio de su soberanía, procede legalmente en forma concreta, en contra de
un propietario o poseedor para la adquisición forzada o traspaso da un bien, por causa de utilidad
pública y mediante una indemnización justa" (SERRA ROJAS 1981, Segundo Tomo: 305).
Villegas Basavilbaso predica que la expropiación,"... considerada como una especie de limitación a
la propiedad por causa de interés público, consiste en la extinción definitiva del derecho de dominio
en beneficio de exigencias públicas, sin perjuicio de la correspondiente indemnización" (VILLEGAS
BASAVILBASO, 1956, Tomo VI: 306).
Por su parte, Diez opina que la expropiación es “... un procedimiento de derecho público, por el cual
el Estado, obrando unilateralmente, adquiere bienes de los particulares para el cumplimiento de un
fin de utilidad pública, y mediante el pago de una indemnización justa y previa" (DIEZ, 1969, Tomo
IV: 230).
Canasi considera que la expropiación "... es una institución de derecho público e implica una
facultad unilateral del poder público en ejercicio del jus imperio regido por principios propios y ajenos
al derecho civil, en todo lo referente al modo de adquirir la propiedad de bienes, sujeto a
modalidades propias, en punto a previa calificación de utilidad pública por ley formal y con la
correspondiente determinación del bien, y precedida siempre de indemnización, también previa a la
desposesión..." (CANASI, 1977, Volumen IV: 20).
Entrena Cuesta asegura que la expropiación es “...un instituto de Derecho público en virtud del cual
el Estado, Provincia o Municipio, previa una justa indemnización, privan imperativamente a un sujeto
de su propiedad sobre una cosa, o de derechos o intereses patrimoniales legítimos, en favor de
aquéllos u otros sujetos públicos o privados, por razones de utilidad pública o interés social”
(ENTRENA CUESTA; citado por CASTEJON PAZ; y RODRÍGUEZ ROMÁN, 1967: 198).
Para Martín Mateo, la expropiación forzosa es “... aquel procedimiento a través del cual se resuelve
un determinado conflicto entre dos grupos de intereses: los colectivos que el Estado representa y los
privados a cargo y beneficio de los particulares. Este procedimiento supone una transformación
patrimonial de los intereses particulares mediante la privación singular de su contenido a cambio de
una indemnización...” (MARTIN MATEO, 1983: 475).
Dromí da este significado a la expropiación: "... Es el instituto de derecho público mediante el cual el
Estado, para el cumplimiento de un fin de utilidad pública, priva coactivamente de la propiedad de un
bien a su titular, siguiendo un determinado procedimiento y pagando una indemnización previa, en
dinero, integralmente justa y única" (DROMI, 1987, Tomo 2:70).
Spota estima que la expropiación “...es una mutación del dominio privado en dominio la persona del
derecho público, o un ataque legítimo a la "propiedad' privada, aun cuando implique tal mutación del
dominio, y siempre que en uno y otro caso ocurra por una usa de interés social o general, o (...) por
una causa de interés público, calificada por la ley (…) y mediante una justa y previa indemnización”
(SPOTA, 1980, Volumen IV: 87).
D’Alessio dice que la expropiación es “... un instituto jurídico por el cual el expropiante ¿Quiere la
propiedad de un inmueble de propiedad privada, considerado necesario o que He cualquier manera
se encuentre en una especial relación de conexión, respecto a la ejecución de una obra declarada
de utilidad pública...” (D’ALESSIO; citado por VILLEGAS
A criterio de Puig Brutau, “la expropiación por causa de utilidad pública representa la solución dada
al conflicto que haya podido suscitarse entre dos intereses: un interés privado ordinariamente
protegido en concepto de derecho de propiedad, y un interés público que ha de ser especialmente
afirmado y comprobado para que pueda imponerse al primero. La protección jurídica dispensada al
interés del propietario no ha de ser obstáculo para que prevalezca el interés público, siempre que
esté debidamente comprobado y se ofrezca la debida compensación al primero” (PUIG BRUTAU,
1978, Tomo III, Volumen I: 421).
Lafaille señala al respecto que “...se expropia un bien perteneciente a particulares cuando se
adquiere su dominio para fines de utilidad colectiva, mediante una justa indemnización de su valor y
de los perjuicios que este acto origine" (LAFAILLE, 1929, Tomo Primero: 300).
Lino Palacio se ha formado esta idea de fa figura jurídica que estudiamos: “...La expropiación es el
acto mediante el cual el Estado, por razones de utilidad pública y previo pago de una justa
indemnización, priva de un bien a quien ejerce sobre éste el derecho de propiedad” (PALACIO,
1983, Tomo VI: 331-332).
Linares Quintana apunta que la expropiación “... es el acto por el cual el Estado priva a una persona
de la propiedad de un bien determinado, con fines de utilidad pública o interés general calificados
por ley, y mediante una justa y previa indemnización...” (LINARES QUIN-TANA; citado por OVIEDO
SOTO, 1995: 73).
Valiente Noailles conceptúa a la expropiación como "... la ocupación de las cosas de propiedad
privada, con fines de utilidad pública, retribuida con una justa indemnización d* su valor y de los
perjuicios derivados directamente de ella” (VALIENTE NOAILLES, 1950. 191). El citado jurista
agrega que la expropiación “Es (...) un acto mixto de derecho público y de derecho privado. En otros
términos: es una institución de derecho público, con efectos patrimoniales" VALIENTE NOAILLES,
1958: 192).
Papaño, Kiper, Dillon y Causse se han formado esta noción de la expropiación:" es un procedimiento
de derecho público, por el cual el sujeto expropiante, obrando unilateralmente, adquiere bienes de
los particulares, en virtud de una ley que los declara de utilidad pública, y para el cumplimiento de
los fines dispuestos en esta ley, previo pago de una justa indemnización” (PAPAÑO; KIPER;
DILLON; y CAUSSE, 1989, Tomo I: 256).
En relación al tema que nos ocupa, García de Enterria nos informa que:
"La expropiación, es bien sabido, no es hoy considerada (...) como una técnica de venta o de
enajenación forzosa (...); la expropiación es (...) una privación autoritaria de un bien o de un
derecho, que debe ser compensada por una indemnización que restablezca la integridad patrimonial
del expropiado por la restitución del valor monetario de la cosa o derecho de que ha sido privado. No
es, pues, necesariamente un fenómeno de traslación, en el sentido de que la cosa de que es privado
el expropiado vaya a ser necesariamente adquirida por el beneficiario de la expropiación, pero si es,
siempre, en todo caso, desde la posición relevante del expropiado, un fenómeno de cambio en el
sentido de que el expropiado se ve privado de una cosa o de un derecho por su precio, adquiera o
no la cosa o el derecho el beneficiario de la expropiación" (GARCÍA DE ENTERRIA, 1976: 10-11).
Baena del Alcázar afirma por su lado que “... la expropiación forzosa (...) supone la privación singular
de derechos patrimoniales, esto es, la Administración decide apropiarse de un bien concreto, para lo
que se entiende con un propietario concreto, celebrándose un negocio jurídico entre Administración
y particular. Por otra parte, esto se complementa con un procedimiento típico, el procedimiento
expropiatorio, que se aplica a las susodichas privaciones singulares. Es expropiación, por tanto, (...)
una especie determinada de apropiación de derechos (privación singular) que lleva a cabo la
Administración por un procedimiento típico2 (BAENA DEL ALCÁZAR, 1969: 158).
Pérez Moreno pone de relieve que “... no es de esencia a la expropiación el generar dominio público,
(...) sí es de esencia a la expropiación la adquisición (o cambio patrimonial o jurídico) de bienes o
derechos afectados a fines de relevancia causal (utilidad pública o interés social) previos, previstos e
inmodificables" (PÉREZ MORENO, 1967: 138).
b) La expropiación no puede ser, en puridad, una "sanción' que se impone al propietario por el
incumplimiento de una obligación. Por lo menos, ni es exactamente aplicable la concepción ius
privatística de incumplimiento ni el recurso al concepto de 'sanción' resulta lo suficientemente
clarificador" (MONTES, 1980: 111-112).
a) La transmisión de la propiedad,
“... A nadie puede privarse de su propiedad sino, exclusivamente, por causa de seguridad nacional o
necesidad pública, declarada por ley, y previo pago en efectivo de indemnización justipreciada que
incluya compensación por el eventual perjuicio. Hay acción ante el Poder Judicial para contestar el
valor de la propiedad que el Estado haya señalado en el procedimiento expropiatorio".
Dicha institución jurídica es normada también en la Ley General de Expropiaciones (Ley Nro. 27117,
del 15-05-1999), la misma que en su artículo 2 define a la expropiación de este modo:
“La expropiación consiste en la transferencia forzosa del derecho de propiedad privada, autorizada
únicamente por ley expresa del Congreso en favor del Estado, a iniciativa del Poder Ejecutivo,
Regiones o Gobiernos Locales y previo pago en efectivo de la indemnización justipreciada que
incluya compensación por el eventual perjuicio”.
I.CONCEPTO DE EXPROPIACIÓN
La ley define a la expropiación en su artículo 2º, en los siguientes términos: “La expropiación
consiste en la transferencia forzosa del derecho de propiedad privada, autorizada únicamente por
ley expresa del Congreso en favor del Estado, a iniciativa del Poder Ejecutivo, Regiones o
Gobiernos Locales y previo pago en efectivo de la indemnización justipreciada que incluya
compensación por el eventual perjuicio" (Art. T de la Ley N° 27117) 46.
Bielsa enseña que “la expropiación es institución de derecho público, pero hay en ella cierto aspecto
patrimonial que le da un carácter de institución mixta: de derecho publico en cuanto al fundamento
de su ejercicio por parte de la Administración pública, que obra como poder público, lo cual
determina la naturaleza del acto mismo; y de derecho privado en cuanto concierne al derecho de
indemnización del expropiado, cuya defensa puede originar caso contencioso, que es de
competencia del Poder judicial el juzgarlo; pero no se trata de la obligación de indemnizar, que es
también principio de derecho público, sino y tan solo de la estimación o monto de la indemnización.
Esto se explica, porque se trata del patrimonio del particular, cuya defensa integral, en caso de
lesión, incumbe al Poder judicial y no al administrativo" (BIELSA, 1947, Tomo III: 427).
Por tanto, (a expropiación por utilidad pública no es compraventa. Es mutación coactiva del dominio.
Hay un cambio de cosas por dinero. En eso se parece a la compraventa Pero una es compraventa
porque no hay contrato, ya que no existe voluntad en el sujeto expropiado para efectuar ese cambio.
A esto se agrega que la expropiación puede comprender todo derecho patrimonial, y no sólo cosas
(...). Sólo conviene señalar que en sustancia, y con respecto a la expropiación, se debe expresar:
47 Proceso Civiles Relacionados con la Propiedad y la Posesión/ ALBERTO HINOSTROZA MIGUEL. Pág. 364.
a) Se trata de un instituto de derecho público y, por tanto, ajeno al derecho privado.
Por su parte, D Avis hace la siguiente crítica a la calificación de venta forzosa que cierto sector de la
doctrina ha asignado -incorrectamente- a la expropiación:
“No obstante de que algunas corrientes regresivas, influenciadas por un intransigente civilismo, han
considerado la expropiación como una 'venta forzosa', es indiscutible que la institución difiere
fundamentalmente de los contratos privados. En la expropiación es visible la ausencia de la voluntad
de una de las partes y, como se sabe el consentimiento es uno de los requisitos esenciales e
imprescindibles para la venta y para la validez de la generalidad de los contratos. No salva la
observación el adjetivo de ‘forzosa’, porque la fuerza, la violencia justamente, vician el
consentimiento...” D’AVIS, 1852:85)
a) En la expropiación el poder público suple a la voluntad de las partes, cuyo acuerdo es indispen-
sable en la compraventa.
b) En tanto que en ésta se paga el precio que es el valor de la cosa -carácter permanente-, en la ex -
propiación se indemniza, es decir, se resarce del daño -carácter accidental- causado como con-
secuencia directa de la misma, a más del precio objetivo - valor- del bien expropiado" (DALUR-
ZO, 1958: 854).
“La doctrina administrativa considera definitivamente superada la concepción que pretendía asimilar
el procedimiento de la expropiación a un negocio de derecho privado como la venta. La doctrina
moderna concibe la expropiación como un acto público al cual se le reconoce efectos de derecho
privado... Lo que caracteriza a los negocios privados es la autonomía de la voluntad, las partes se
acuerdan sobre el objeto y su precio. En cambio en la expropiación el Estado ejerce sus poderes de
imperio, es decir, que el individuo se coloca en una relación de subordinación; su voluntad no juega
ningún papel decisivo en la determinación del precio de la cosa, ya que aun de llegar a un arreglo
amistoso, el avalúo del bien queda sometido a las normas previstas en la ley. Por estas razones, la
generalidad de las legislaciones usa la expresión indemnización en vez de precio. La indemnización
que se le da al propietario de un bien expropiado no es el precio de la cosa, sino una compensación
por el sacrificio sufrido en su patrimonio'1 (BERMUDEZ ALFONZO, 1998: 256).
Lino Palacio, acerca de las diferencias existentes entre expropiación y ocupación temporánea,
nos informa lo siguiente:
“... La ocupación temporánea es el acto por el cual el Estado, con fines de utilidad pública, priva
al propietario de un bien del uso y goce de éste por tiempo limitado. (...)
Lo mismo que la expropiación, la ocupación temporánea puede tener por objeto cualquier clase
de bienes, cualquiera sea su naturaleza, sean cosas o no. Por consiguiente es susceptible de
comprender todas las cosas, con prescindencia de su carácter mueble o inmueble, y todos los
derechos" (PALACIO, 1983, Tomo VI: 395-396).
• FUNDAMENTO DE LA EXPROPIACIÓN
B) Posición de Bielsa.
Según Bielsa:
“El fundamento jurídico de esta institución (expropiación) es el mismo que sirve de base al
Estado para limitar los derechos individuales, esto es, la realización de sus funciones, ya
sean las funciones esenciales, ya sean las llamadas funciones facultativas; en otros
términos, las funciones de orden jurídico y las de orden social justifican la expropiación cuya
causa es la utilidad pública" (BIELSA, 1947, Tomo III: 426-427).
C) Posición de Dromi.
A decir de Dromí:
“El poder público tiene el derecho de retirar del dominio individual, para incorporar al
patrimonio común mediante indemnización, todos aquellos bienes que sean necesarios para
satisfacer la utilidad pública. Ahí se encuentra en la finalidad de bien común el fundamento
axiológico de la expropiación...” (DROMI, 1987, Tomo 2: 71).
“La expropiación se justifica por los elevados fines que el Estado tiene a su cargo,
apremiado por las urgentes e ineludibles necesidades sociales. Un Estado soberano es el
supremo regulador de la vida colectiva, por lo que el ejercicio de ese poder soberano le
permite eliminar los escollos que dificulten la acción administrativa" (SERRA ROJAS. 1981,
Segundo Tomo: 305).
Martín Mateo trata lo relativo al fundamento de la expropiación del modo que se reproduce a
continuación:
“... Una primera justificación (de la expropiación forzosa) se basa en la aplicación del
principio de igualdad ante las cargas públicas. Se dice que este principio impone el que
todos los ciudadanos deban soportar cargas iguales o similares En el caso de que el Estado
necesite de los bienes de algunos propietarios da forma singular y especial, estaríamos ante
una diferencia de trato comparativo que habría de ser compensado repartiendo la carga
entre todos los demás sujetos por medio del impuesto.
Otra tesis, en alguna forma similar a la anterior, es la del sacrificio especial. Esta explicación
afirma que cuando se impone un sacrificio diferente, más gravoso, a un sujeto que los que
pesan sobre los demás ciudadanos, debe compensársele para hacer justicia al principio de
distribución equitativa de las cargas colectivas entre todos los ciudadanos. Así como el
impuesto sería un sacrificio general y por lo tanto no compensable, cuando no median estas
circunstancias, sino que a un sujeto se le sacrifica más acusadamente en beneficio de todos,
parece que lógicamente debe repartirse este sacrificio entre el conjunto de los ciudadanos,
en definitiva, favorecidos.
Estos dos criterios, sin embargo, no nos valen para comprender hoy el alcance de la
expropiación forzosa y por qué en ciertos casos sin necesidad de expropiación el Estado
puede absorber determinados contenidos patrimoniales de los sujetos. La eliminación de
sacrificios especiales es algo utópico, pues es imposible medir hasta donde llega esta
especial incidencia, más gravosa para un sujeto que para otro. Por lo demás, hoy la justicia
no persigue una igualdad de trato, porque el trato igual a los desiguales supondría, a la
postre, una grave injusticia.
Villegas Basavilbaso enseña que existen tres teorías racionales para explicar el fundamento
de la expropiación:
• Beneficio de la Expropiación:
El estado está autorizado para otorgar en concesión los bienes expropiados para la realización
de obras de infraestructura de servicios públicos (Sexta Disposición Final de la Ley Nº 27117)
• Sujeto Activo
• Sujeto Pasivo
El sujeto pasivo es la expropiación es el propietario del bien a expropiarse (Art. 11º de la Ley Nº
27117).
Esta norma considera que también es sujeto pasivo de la expropiación el poseedor con más de
diez (10) años de antigüedad que tanga título inscrito o cuya posesión se haya originado en
mérito a resolución judicial o administrativa, o que haya sido calificado como tal por las
autoridades competentes, según las leyes especializadas.
También considera el caso de duplicidad registral, en los cuales el sujeto pasivo será el que
tenga inscrito su dominio con anterioridad.
Cuando exista proceso judicial o arbitral respecto a la propiedad del bien a expropiarse y que
conste en el respectivo registro, el sujeto pasivo será el que tiene inscrito su dominio con
anterioridad, pero la indemnización justipreciada no se pagará sino hasta cuando termine el
proceso.
Finalmente, la norma considera el supuesto de que el bien no esté inscrito y para determinar
quién es el sujeto pasivo establece el siguiente procedimiento.
Cuando el bien no esté inscrito, el sujeto activo de la expropiación publicará un aviso una vez en
un diario de circulación nacional y dos veces en un diario de mayor circulación del lugar en
donde se encuentra ubicado el pedio objeto de expropiación, con un intervalo de (03) días. El
referido aviso debe contener:
c) El plazo que tendrá el afectado para presentarse, que será de diez (10) días contados a par-
tir de la última publicación (Art. 11º, inciso 11.4 de la Ley Nº 27117).
48 Proceso Civiles Relacionados con la Propiedad y la Posesión/ ALBERTO HINOSTROZA MIGUEL. Pág. 250 -251.
El afectado o su representante legal deberá presentar documentos público o privado de
fecha cierta que pruebe su titularidad. En caso de presentarse dos o más afectados el
proceso se entenderá con aquel que presente documento público de fecha más antigua (Art.
11º, inciso 11.4 de la Ley Nº 27117).
Cuando no exista poseedor se presume que el bien es del Esta-, do, sin perjuicio del
derecho de reivindicación al justiprecio que podrá ejercer el propietario (Art. 11°, inciso 11.7
de la Ley N° 27117). Como se advertirá, el sujeto pasivo siempre es el propietario, porque
en cualquiera de los supuestos que establece el artículo 11°, la expropiación se entenderá
con quien resulte siendo propietario; y, cuando no existe propietario, se establece la
presunción de que el bien es del Estado. Por consiguiente, no habrá proceso de
expropiación, pero se concede a quien acredite ser propietario con posterioridad, la acción
reivindicatoria sobre el monto del justiprecio.
IV.CARACTERES DE LA EXPROPIACIÓN
49
Alejandro Nieto refiere que son caracteres esenciales de la expropiación denominada
clásica los que enuncia a continuación:
2. Tampoco es necesario que se refiera a propiedades inmuebles, sino que su objeto pue -
de ser cualquier derecho patrimonial.
3. Sin llegar a la transmisión de la propiedad, basta con que se trate de una mutilación de
la misma que no sea simple delimitación del dominio.
49 Proceso Civiles Relacionados con la Propiedad y la Posesión/ ALBERTO HINOSTROZA MIGUEL. Pg. 375 – 400
Serra Rojas, sobre los elementos o características de fondo de la expropiación, apunta que:
d) La expropiación debe realizar fines o causas de utilidad pública. Ningún interés privado
puede justificar la desposesión de un bien;
A juicio de Bielsa, son principios jurídicos fundamentales de la expropiación los que describe
seguidamente:
Legón asevera que la expropiación tiene los siguientes caracteres extrínsecos, intrínsecos,
accesorios y accidentales:
V.FINES DE LA EXPROPIACIÓN
Pérez Moreno enseña que la expropiación se hace en función de fines que reúnen ciertas
características fundamentales como son las siguientes:
Relevancia causal.- Es preciso que se trate de fines considerados por la Ley como de entidad
suficiente para poder legitimar la expropiación. (...) Esos no pueden ser otros que los de utilidad
pública e interés social (...).
Previos.- Es necesario que esos fines se hayan manifestado con toda su relevancia y exigencia,
con anterioridad a la expropiación, que de esta manera viene a ser un instrumento para servirlos
y satisfacerlos. (...) En definitiva, lo que se quiere destacar es la imposibilidad de expropiar con
vista a finalidades futuras, es decir, no se pueden adquirir bienes forzosamente, ni convertir
derechos sin la existencia actual, de una finalidad relevante que actúe como prius ineludible.
Previstos.- No basta que la finalidad sea relevante causalmente y previa, sino que es preciso
que esto se constate, con el aparato formal adecuado: la Ley en el umbral mismo de la
expropiación a realizar. La delimitación en esta fase de la finalidad del negocio expropiatorio es
la pauta fundamental para apreciar la congruencia de la afectación que por él va a producirse, y
a la larga, para constatar el cumplimiento o incumplimiento del mismo, su legitimidad.
VI.REQUISITOS DE LA EXPROPIACIÓN
Según Davis, son requisitos para la expropiación los siguientes: “…declaratoria de que la obra
es de utilidad pública y permiso para ejecutarla, igual declaratoria de que se ceda el todo o parte
de una propiedad privada para ejecutar la obra; justriprecio, e indemnización” (D'AVIS, 1952:86).
Valiente Noailles sostiene que “para que esta institución (expropiación) sea factible
indispensable el cumplimiento de ciertos requisitos: a) la utilidad pública; b) la calificación por
ley; c) indemnización...” (VALIENTE NOAILLES, 1958: 193).
Alessi afirma por su lado que los presupuestos sustanciales de la expropiación son:
a) La existencia de una empresa declarada de utilidad pública.- (...) Constituye presupuesto su-
ficiente para la expropiación la existencia, en relación siempre con un servicio público, de un
interés público o de una utilidad pública en la apropiación de un bien o de una obra, concep-
tos, cuya definición no es posible y mucho menos en una única fórmula sintética, dada la
multiplicidad de las necesidades públicas, por lo que corresponde a los órganos administrati-
vos el determina' caso por caso, la existencia de un interés público suficiente, en base a un
juicio 3 de naturaleza evidentemente discrecional.
b) En segundo lugar, la necesidad para la empresa del fundo a expropiar.- Tampoco aquí el re-
quisito de la necesidad se ha interpretado en forma muy rigurosa: basta una necesidad rela-
tiva, en vista a una situación tal en la que la expropiación no efectuada implicaría un grave
obstáculo para la ejecución de la obra o haría necesarios sacrificios desproporcionados”
(ALESSI, 1970, Tomo II: 552-553).
Diez-Picazo y Gullón aseveran que los requisitos de la expropiación forzosa son los que se
enuncian a continuación:
1. ° La previa declaración de utilidad pública o de interés social del fin al que haya da $ afectarse
el objeto expropiado.
Ajuicio de Villegas Basavilbaso, “... la relación jurídica de toda expropiación está constituí- M da
por los siguientes elementos: a) Causa expropiante; b) Objeto de la expropiación; c) Sujetos de
la relación; d) Indemnización...” (VILLEGAS BASAVILBASO, 1956, Tomo VI: 345).
Dromi considera que “... los elementos de la expropiación pública son los siguientes: utilidad
pública (elemento final); bien expropiable (elemento objetivo); expropiante y expropiado
(elemento subjetivo); indemnización (elemento material); procedimiento y plazo]! (elemento
formal)” (DROMI, 1987, Tomo 2: 73).
En opinión de Wayar, la expropiación se integra con cinco elementos: “... a) finalidad consistente
en la utilidad pública que se quiere satisfacer con la expropiación, la que debe ser calificada por
ley; b) subjetivo, uno de los sujetos de la relación jurídica expropiatoria es siempre el Estado
{lato sensu); por excepción puede ser expropiante un particular, siempre que sea autorizado por
el Estado; c) objetivo, constituido por el bien cuya propiedad se transmite del expropiado al
expropiante; d) material, que está dado por la indemnización en dinero, que con carácter previo
debe pagar el Estado; e) formal, pues se debe seguir un procedimiento que garantice la
inviolabilidad de la propiedad privada y el derecho de defensa en juicio...” (WAYAR, 1984: 160).
A nuestro modo de ver, los principales requisitos de la expropiación (que serán explicados más
adelante) son los siguientes:
- La ley expropiatoria.
- Las razones o causales justificantes de utilidad o necesidad pública o de seguridad nacional.
- La indemnización.
A. La ley expropiatoria
Bielsa en relación a la naturaleza de toda ley de expropiación, anota que deben tenerse en cuenta
estos principios:
1. La ley que declara de utilidad pública un bien no es acto de legislación, ni crea derechos ni
obligaciones, sino que califica un bien; la determinación precisa del bien (individualización) pue-
de resultar de la ley misma, o de! acto del Poder ad-ministrador (...).
2. La ley de expropiación no crea derechos para e! Estado expropiador, porque él obra en vir-
tud de un poder que ya tiene y de una función propia. Tampoco los crea para el expropiado, sino
cuando la expropiación se actualiza o realiza.
3. Los derechos u obligaciones del propietario o de los terceros respecto del bien expropiado,
como las obligaciones del Estado, se determinan ya sea en la ley general de expropiación, ya en
otra ley especial que establezca una norma" (BIEL¬SA, 1947, Tomo III: 439).
B. Ejecución de la expropiación
6.2 La norma a que se refiere el párrafo precedente será, en el caso el Poder Ejecutivo, una
Resolución Suprema con el voto aprobatorio del Consejo de Ministros; en el caso de los Gobiernos
Regionales la norma correspondiente de acuerdo a la legislación de la materia; y, en el caso de los
Gobiernos Locales, un Acuerdo de Concejo”.
Las Resoluciones a que se refiere el segundo párrafo del Articulo 6o precedente, deberá precisar:
c) La identificación precisa del bien a expropiar, de acuerdo a coordenadas UTM de validez univer -
sal y al informe expedido por la Oficina de Catastro del Registro respectivo.
El artículo 16 de la Ley Nro. 27117, a que se alude en el último párrafo del artículo 8 de dicha Ley,
dispone que el valor del bien se determinará mediante tasación comercial actualizada que será
realizada exclusivamente por el Consejo Nacional de Tasaciones – CONATA.
- Necesidad pública
- Segundad nacional.
La última de tales razones o causales justificantes es lo suficientemente clara por lo I que no merece
mayor estudio. No sucede ¡o propio con la causal de necesidad pública, la misma que amerita que
nos detengamos a pasar revista de algunas opiniones doctrinales referidas a ella o a la utilidad
pública, que, dejamos constancia, no representan conceptos equivalentes (como se verá a
continuación), aunque, en la práctica, aquéllas son confundidas con frecuencia debido,
principalmente, a que su determinación dependerá de un juicio de valor sobre si algo es necesario
(indispensable) o, simplemente, útil (conveniente pera prescindible), juicio que se hará más difícil
cuanto más importante sea la obra o el servicio público que se desea emprender o ampliar.
“La utilidad pública consiste en el derecho que tiene el Estado para satisfacer una necesidad
colectiva y en general la conveniencia o el interés de la generalidad de los individuos del Estado”
(SERRA ROJAS, 1981, Segundo Tomo: 317).
B) Posición de Legón.
Según Legón:
“La necesidad (pública) (...) implica toda medida impuesta para reponer a la sociedad en sus
más fundamentales e imprescindibles derechos. Se funda en el derecho a la existencia. La
utilidad (pública) comprende las manifestaciones que benefician principalmente al estado
material, físico de la sociedad...” (LEGÓN; citado por DALURZO, 1958: 849).
“Ho resulta fácil definir ‘necesidad’ y ‘utilidad’ públicas (...). El aditivo ‘utilidad' amplió
enormemente el campo aplicativo de la expropiación, ya que el concepto de necesidad es
demasiado riguroso y poco flexible, en virtud del cual una serie de casos no podían ingresar
cómodamente en él. En cambio la ‘utilidad pública’ es más flexible y más amplia
conceptualmente, aunque tampoco es susceptible de definición, ya que es un concepto variable
según los tiempos y los espacios considerados, lo que permite a esta indefinición una
interpretación más elástica y más adecuada a los tiempos actuales. Por ello, consideramos que
en el momento actual ‘la utilidad pública’ es la fórmula omnicomprensiva de todas las hipótesis
expropiatorias, pudiendo prescindirse de ‘necesidad’, ‘utilidad social’, ‘interés social’, etc.” (PRAT.
1979, Tomo IV, Volumen I: 127-128).
D) Posición de Fiorini.
E) Posición de Canasi.
En palabras de Canasi:
“... El concepto de utilidad pública (...), si bien difiere (...) de la idea de necesidad pública, o
utilidad social, o función social de la propiedad, por tratarse de algo que es concreto y
circunscrito: v.gr, construir un camino, un puente, un edificio público, una fortaleza, un parque, un
puerto, un aeroparque, un hospital, etc., contiene en el fondo la idea de dominio público y ciertos
dominios privados del Estado, como también la idea de generalidad, de conveniencia general,
de servicio público, de obra pública, de bien público en forma amplia, en que el interés público
surja de una manera impersonal y abstracta, en que se observe, en definitiva, que la limitación o
restricción al dominio privado en el solo interés público, no lo sea más que para satisfacer este
tipo de interés, y no otro...” (CANASI, 1977, Volumen IV: 51).
F) Posición de De Laubadere.
“La expropiación solamente se puede utilizar para un fin determinado, que se traduce en la
expresión ‘utilidad pública’. Pero el contenido de este concepto ha ampliado considerablemente
desde su origen.
A) La expropiación limitada a la constitución del dominio público.- Al principio se pensaba que
solamente había utilidad pública o empleo justificado de la expropiación cuando se trataba
de la constitución de una dependencia del dominio público e inclusive sólo para aprovechar-
la en una obra pública.
A mediados del siglo XIX se pensaba sobre todo en emplearla para los grandes trabajos de
las vías públicas, entonces en marcha.
Ante todo, hay un interés general naturalmente cuando la expropiación tiende a facilitar el
funcionamiento de un servicio público; pero ella no se limita al servicio público, sino que se
extiende a todo lo que tenga un carácter suficiente de utilidad general; en resumen, se admite
pura y simplemente la idea de utilidad pública expresada en el mismo título de la institución, sin
restringirla, ciñéndola a conceptos técnicos como el de dominio público, obra pública o servicio
público...” (DE LAUBADERE, 1984: 292-293).
“... Es (la declaración de utilidad pública en la expropiación) el acto que trata de comprobar que
la expropiación está justificada en su clase por una utilidad pública real” (DE LAUBADERE,
1984: 296).
“... En derecho público actual, la prestación de los servicios públicos engendra razones de
utilidad pública o interés social. La construcción de escuelas, de hospitales, de casas para
obreros, la apertura de nuevas calles o ensanchamiento de las existentes, y, en general, toda la
nueva política de los Estados actuales de suministrar propiedad a las gentes escasas de
recursos económicos, constituyen prestación de servicios públicos.
La noción de servicio público ha adquirido una extensión notable; el Estado moderno no sólo
aspira a prestar los tradicionales servicios de educación, administración de justicia y policía, sino
que también pretende dirigir la economía general del país. Desde este punto de vista, existe
utilidad pública o social en todos los servicios que tienden a beneficiar a toda la colectividad o a
ciertos grupos sociales.
Los motivos de utilidad pública o interés social deben ser definidos por el legislador” (VALENCIA
ZEA, 1976, Tomo II: 209-210).
H) Posición de Dromi.
En opinión de Dromi:
“... La exigencia de que la expropiación responda a una causa de 'utilidad pública' constituye,
para los administrados, una garantía constitucional establecida en resguardo de la propiedad
privada.
La utilidad pública constituye una fórmula jurídica elástica que permite la expropiación de la
propiedad para satisfacer las diversas exigencias del interés colectivo (...).
Si la causa fuese sólo la necesidad pública -no todo lo útil es necesario-, la expropiación en
muchos casos sería imposible. No existe, pues, un concepto de utilidad pública inmutable, rígido
e inflexible.
La declaración de utilidad pública se hará, en su caso, por ley, con referencia a bienes
determinados. Cuando la calificación sea sancionada con carácter genérico, el Poder Ejecutivo
individualizará los bienes requeridos a los fines de la ley, con referencia a planos descriptivos,
informes técnicos u otros elementos suficientes para su determinación. Cuando el órgano
legislativo no determine individualmente el bien, corresponde hacerlo al Poder Ejecutivo entre
los genéricamente enumerados o dentro de la zona señalada. Ahora bien, tal determinación
consiste en una individualización, y ésta no puede quedar totalmente librada al arbitrio del
Ejecutivo, sino que debe realizarse dentro del marco referencial señalado por el Legislativo al
efectuar la calificación. Ahora bien, exigir al Legislativo que individualice concretamente en todos
los casos (os bienes a expropiar importa, en muchos de ellos, un imposible material que
impediría la realización de obras de interés colectivo" (DROMI, 1987, Tomo 2: 73-74).
VI. LA INDEMNIZACION
“... Declarada por ley la expropiación por causa de utilidad pública, el propietario no puede
oponerse a ella. Pero, por su parte, el expropiante debe proceder de tal manera que el expropiado
quede en las mismas condiciones en que se hubiera hallado de no haberse producido esta
situación. Es decir que debe abonársele el valor del bien más los daños que se le causaran con su
desapoderamiento. Esto es lo que constituye la indemnización, que es un 'elemento diferencial' de la
institución que implica un verdadero contrapeso económico en el patrimonio del individuo...”
(DALURZO, 1958: 854).
Manuel María Diez expresa sobre el tema que “... el expropiado, en virtud de la garantía de que
goza la propiedad privada, tiene derecho a una reparación general, que comprende no solamente el
valor del bien expropiado sino también los daños y perjuicios que sean consecuencia de la privación
de la propiedad. La reparación integral a que tiene derecho expropiado implica una compensación,
es decir, un equilibrio económico entre el valor del bien objeto de la expropiación y los daños y
perjuicios emergentes de la desposesión reparación integral debe ser justa y razonable...” (DIEZ,
1969, Tomo IV: 273).
Serra Rojas sostiene que “la indemnización es el resarcimiento de los daños causados que se
cubren principalmente con dinero. La indemnización en materia de expropiación M la suma en
dinero que el Estado cubre a la persona afectada con un procedimiento de w-propiación” (SERRA
ROJAS. 1981, Segundo Tomo: 320).
Marienhoff apunta que “...por indemnización debe entenderse el resarcimiento de todo1 lo necesario
para que el patrimonio del expropiado quede en la situación que tenía antes de la expropiación"
(MARIENHOFF; citado por BERMUDEZ ALFONZO, 1998: 274).
Novoa Monreal califica a la indemnización en la expropiación como “...el pago anticipado de una
suma equivalente al valor económico total de la cosa...” (NOVOA MONREAL, 1979: 44). El citado
jurista agrega que “... la indemnización justa debe entenderse (...) como una indemnización total o
completa" (NOVOA MONREAL, 1979: 44).
Vicente Montes afirma por su lado que “...la indemnización, actuada por 'justiprecio' no es
exactamente una contraprestación en el sentido que esta expresión adquiere en Derecho privado,
sino más bien un medio de reparación de la justicia distributiva, alterada precisamente por fa
singularidad de la privación que ha sufrido el titular afectado" (MONTES, 1980: 110-111).
Peña Guzmán refiere que “...la suma que debe abonar el expropiante reviste el carácter de una
indemnización y no de un pago, pues además del valor de la cosa expropiada debe comprender
todos los perjuicios que sean una consecuencia forzosa de la expropiación, debiendo ambos rubros
cumplir con tres requisitos fundamentales: ser previa, ser justa y consistir en una suma de dinero"
(PEÑA GUZMAN, 1973, Tomo I!: 85).
Al respecto, Barbero hace notar que la indemnización en la expropiación “...no tiene ciertamente
naturaleza jurídica de contraprestación a la transferencia (coactiva) del bien, sino que en su medida
debe ajustarse al precio de mercado, pues la expropiación comporta el sacrificio del interés, pero no
despojo del valor económico del bien en su patrimonio” (BARBERO, 1967, Tomo II: 233).
“... La competencia constitucional para adquirir el dominio sobre el bien desapropiado está
subordinada a la condición de que el patrimonio de su propietario quede ‘indemne’, es decir, sin
daño. Una expropiación sin indemnización, o con indemnización injusta importa una confiscación o
despojo carente de sustento jurídico.
La indemnización expropiatoria (...) debe ser ‘previa’ y ‘justa’ (...) y ‘en dinero en efectivo’ (...) No es
‘precio’, sino el resarcimiento del daño sufrido con motivo del acto expropiatorio (...).
(...) La indemnización debe ser integralmente justa. (...) Ello surge del carácter y sentido de la
indemnización, como modo de resarcimiento. Indemnizar quiere decir dejar indemne o sin daño.
Equivale a dar al expropiado en dinero, el mismo valor de la propiedad que se le priva. La
expropiación no debe empobrecer ni enriquecer al expropiado, sino dejarlo en igual situación
económica. La indemnización, para ser justa, debe ser objetiva, actual e integral (...).
No todo perjuicio es indemnizable (...), sino aquellos ‘que sean una consecuencia di-recta e
inmediata de la expropiación’. Establecer cuándo un daño ha de considerarse consecuencia directa
e inmediata de la expropiación, constituye una cuestión de hecho a resolver según las
circunstancias del caso (...).
Integran la indemnización (...): a) el valor objetivo del bien; b) los daños que sean con-secuencia
directa e inmediata de la expropiación; c) la depreciación monetaria; d) los intereses. En cambio, no
se Indemnizan: 1) las circunstancias de carácter personal; 2) los valores afectivos: 3) las ganancias
hipotéticas; 4) el mayor valor que confiera al bien la obra a construir; 5) el lucro cesante" (DROMI,
1987, Tomo 2: 80-81).
Frente a las tesis contrapuestas que ven en la indemnización una condición o un efecto de toda
actividad expropiatoria legitima, no se puede olvidar que la indemnización previa hizo su aparición
en el Derecho positivo no por el triunfo de la tesis que ve en ella una condición precisamente, sino
por la necesidad de establecer una garantía máxima, en rango y eficacia, de la propiedad privada
frente a cualquier despojo. Pero una vez establecida, esta garantía quedó tan íntimamente fundida
con la esencia de la institución, que la indemnización ya no pudo ser concebida como un efecto de
la expropiación, sino como una auténtica condición de la misma” (DE MALLOL GUARRO, 1966: 72-
73).
A. Contenido:
"... Al propietario expropiado se le debe indemnizar la totalidad de los perjuicios que sean
consecuencia de la expropiación. Para que sea indemnizable, el perjuicio ha de tener su fuente en el
hecho mismo de la expropiación. Se trataría de un perjuicio directo que implica la existencia de un
lazo de causalidad estrecha, lo que excluye la reparación de todo daño cuyo origen pueda ser
encontrado fuera de ¡a desposesión impuesta al expropiado. El perjuicio a indemnizar debe ser
cierto, por lo que siendo incierto, el perjuicio eventual debe estar excluido (...). E! Estado no tendrá
que reparar ningún daño que no resulte consecuencia de la expropiación" (DIEZ, 1969, Tomo IV:
287).
Para Bermúdez Alfonzo, "... la indemnización comprenderá, además del valor de! bien expropiado,
los daños y perjuicios causados, de manera que el patrimonio del titular del derecho expropiado se
mantenga incólume y el pago no represente ni enriquecimiento ni empobrecimiento, sino que
mantenga su patrimonio en el estado en que se encontraba antes de la expropiación” (BERMUDEZ
ALFONZO, 1998: 277). Bermúdez Alfonzo considera justa y procedente “... la reclamación por lucro
cesante o efectiva pérdida de ganancias que sufra el expropiado, por el lapso que sea necesario
para restablecer su actividad económica...”, (BERMUDEZ ALFONZO, 1998: 279). Dicho jurista, por
último, se inclina por"... la improcedencia de reclamaciones en base a ganancias hipotéticas"
(BERMUDEZALFONZO, 1998: 279).
Alfaro Ibagón sostiene que la indemnización en la expropiación para ser justa debe comprender"...
los perjuicios ocasionados con la supresión de la actividad económica, la depreciación monetaria,
etc., es decir que compense al expropiado por el sacrificio que le ha impuesto la Administración. La
indemnización debe cubrir no sólo el valor de! bien, sino además toda clase de perjuicios
ocasionados con la expropiación" (ALFARO IBAGON; citado por BERMUDEZ ALFONZO, 1998:
274). Alfaro Ibagón termina señalando que "con la indemnización se busca no sólo pagar el valor del
bien expropiado, sino recompensar todos aquellos perjuicios causados al sujeto expropiado,
incluyendo tanto el daño emergente, como el lucro cesante, lo que viene a constituirla llamada
indemnización integral o plena, (...) con ésta lo que se busca es colocar al expropiado en una
situación igual o equivalente a la que tenía antes de realizarse la expropiación" (ALFARO IBAGON;
citado por BERMUDEZ ALFONZO, 1998: 274).
De Mallol Guarro apunta que “... estarían excluidos de la indemnización los daños indirectos,
eventuales e inciertos...” (DE MALLOL GUARRO; citado por BERMUDEZ ALFONZO, 1998: 274). El
mencionado autor precisa que "... daño indirecto es aquel que no se especialmente a la
expropiación: tiene su causa inmediata en otro hecho, de modo que a la expropiación no es más
que la simple ocasión del daño; (el) daño eventual es incier-506 cuanto a su realización, e hipotético,
porque está subordinado al sobrevenir incierto en hecho que puede no ocurrir; daño incierto es el
que, sin ser eventual en cuanto a su existencia, no puede determinarse en cuanto a su alcance; no
se puede reparar, porque, en razón de la falta de certeza de su alcance, puesto que no es actual, no
hay posibilidad de establecer la cuantía de la indemnización” (DE MALLOL GUARRO; citado por
BERMUDEZ ^FONZO, 1998:274-275).
En ningún caso la indemnización justipreciada podrá comprender el valor de las mejoras realizadas
en el bien a expropiar por el sujeto pasivo con posterioridad a la fecha de publicación de la
resolución (disposición legal) ejecutora de la expropiación (vale decir, resolución suprema, acuerdo
de concejo, etc.). Elio se infiere de los artículos 6, 8 y 15-inc. 15.4)-de la Ley Nro. 27117.
B. Características:
Dalurzo, sobre las características de la indemnización en la expropiación, opina que aquélla debe
ser:
3) Previa (...).
4) En efectivo, por ser el dinero el común denominador de los valores. Establecida en beneficio
del expropiado, con acuerdo de éste puede substituirse por otras prestaciones, pero en este
caso es necesaria la manifestación expresa del interesado, siempre que no afecte derechos de
terceros (...).
5) Global: es decir, que comprende en una suma la totalidad de los valores y daños que se to -
man en cuenta...” (DALURZO, 1958: 855).
1. La certeza es un requisito que deriva del régimen privado del precio en la compraventa.
En virtud del requisito de la determinación, impone la Ley la necesidad de valorar distintamente los
derechos y cargas que afectan al objeto, de modo que cada titular perciba lo suyo por su sacrificio,
con entera independencia de los demás” (DE MALLOL GUARRO, 1966: 74-75).
“... La doctrina administrativa señala como límites que determinan la extensión jurídica y material de
la indemnización, los siguientes:
1. Singularidad del daño sufrido por el particular, esto es, debe tratarse de un verdadero sacrifi -
cio y no de una limitación abstracta del derecho (...).
2. El sacrificio debe afectar a un derecho subjetivo o un interés legítimo del particular (...).
4. El sacrificio del derecho debe derivar de un acto legítimo de la Administración” (DE MALLOL
GUARRO, 1966: 75).
D. Criterios de determinación:
Antes de pasar a ver el tratamiento legal que nuestro ordenamiento jurídico asigna al presente tema
(esto es, los criterios de determinación de la indemnización en la expropiación) procederemos a citar
algunas opiniones que sobre el mismo se pueden encontrar en la doctrina.
A) Posición de Dalurzo.
Según Dalurzo:
Al privársele al expropiado de su derecho de propiedad “...debe recibir un equivalente que le
ponga en las condiciones en que se hubiera encontrado si no se hubiera privado de él, ya que
de otro modo se quebrada el principio de la igualdad de todos los habitantes ante la ley...”
(DALURZO, 1958: 848).
“... Por 'valor objetivo del bien' (rubro integrante de la indemnización en la ex-propiación) debe
entenderse el precio corriente que éste tiene en el mercado y pagadero al contado, de modo que
su determinación sea susceptible de restituir al propietario el mismo valor económico de que se
lo priva, permitiéndole, de ser posible, la adquisición de otro similar al que pierde" (PALACIO,
1983, Tomo VI: 358).
E) Posición de Fiorini.
“... Esta expresión (valor objetivo de lo expropiado) significa un concepto genérico, toda vez que
pretende excluir cualquier factor subjetivo como ingrediente para formar el concepto desde una
justa y correcta indemnización. Acontece que algún elemento subjetivo del bien puede adquirir
valor de juicio objetivo, máxime cuando esta expresión no ha sido definida en forma precisa,
pero se destaca por la jurisprudencia los elementos necesarios para la mensuración económica
que pueden concurrir para formarlo. La objetividad debe aplicarse en todos los diversos
elementos que comprenden la indemnización, pero hay valores con carácter histórico y estético,
que dejan de ser apreciación subjetiva cuando se suman al bien para destacar juicios para su
calificación. El valor objetivo se proyecta sobre el bien expropiado y las reparaciones por los
daños consecuentes que ha provocado el acto de expropiación. No es solamente sobre el valor
de la cosa sino sobre todos los rubros indemnízatenos, que deberán ser también objetivos (...)
los daños resarcibles en la indemnización deberán ser consecuencias directas e inmediatas del
acto expropiador. Las ganancias hipotéticas son las que se esperan, las futuras, las proyectadas
en la factibilidad del bien, son juicios de carácter personal. Estas además de la subjetividad
entran dentro del indefinido ámbito que forma el lucro cesante, que las leyes rehúsan su
reconocimiento. No están incluidas en éstas las que son productos reales de trabajos realizados
en la forma efectiva, con anterioridad al acto de la expropiación, que corresponden a la
productividad efectiva del bien expropiado. Aquí hay gastos, inversiones y realizaciones
indemnizabas. En esto no hay nada de subjetivo ni hipotéticas utilidades sino inversiones y
producciones consecuentes, sin ilusorias esperas, ni hipotéticas ganancias. Muy distinto al lucro
cesante, que todas las leyes excluyen de los rubros resarcitorios, son los productos, bienes,
materias o trabajo existente en el bien expropiado; no son ganancias esperadas sino distintas
formas de inversiones realizadas” (FIORINÍ, 1976, Tomo II: 155-156).
“... El principio de la justicia indemnizatoria manifiesta que se debe retribuir con una
indemnización que responda al valor ‘actual del bien y una reparación indemnizatoria integral’.
Precio actual o integral indemnización son dos datos de esencia. La concepción justa es que el
expropiado no debe sufrir ninguna merma patrimonial en virtud del acto expropiatorio. El valor de
los distintos rubros debe tener equivalente en la conmutación de los valores correspondientes,
pues lo contrario será imponer una carga individual y sin ley al expropiado (...). La merma
indemnizatoria es una sustracción sobre su patrimonio privado” (FIORINI, 1976, Tomo II: 156).
“... La determinación de la suma a pagar al expropiado como justa compensación es una de las
cuestiones más difíciles y que más divergencias han suscitado. Se han propuesto muchos
criterios de evaluación pero no se ha llegado a un asentimiento unánime. Por lo demás, el
problema de la indemnización abarca aspectos jurídicos y técnicos muy complejos. La
indemnización tiene por objeto cubrir, mediante e! pago de una suma de dinero, el valor
económico del bien expropiado y el perjuicio que la pérdida del mismo origina a su dueño, por lo
que dicha suma debe fijarse tomando en cuenta el daño económico que el expropiado sufra y
nada más. De allí, entonces, que la fijación del monto se haga analizando todos los factores en
juego en cada caso concreto. Es por tal motivo que la doctrina dice que no puede admitirse un
criterio único, cualquiera que éste sea, ya se tome como base el valor de reposición, el valor de
uso, etc. Un criterio útil y su aplicación dependerán de las circunstancias de cada caso, aunque
generalmente el valor venal del bien es el índice básico que permite llegar a establecer un
elemento de la justa indemnización a pagar al expropiado” (DIEZ, 1969, Tomo IV: 274-275).
G) Posición de Hedemann.
Más que el valor medio general, ya que toma también en consideración la especial situación
subjetiva de ese concreto propietario, para el que tal vez es posible un rendimiento industrial
más elevado que para los demás (valor ‘individuar’).
Menos que el llamado valor afectivo (interés de simpatía, interés de afección), ya que a este
respecto, por ej. en cuanto a los viejos recuerdos de familia, no se da indemnización alguna”
(HEDEMANN, 1955, Volumen II: 275).
“Es evidente que en la práctica la indemnización se resuelve casi siempre, sin más, en el valor
de! mercado (valor común en sentido amplio), ya que no se hacen valer las circunstancias
peculiares del interesado. Depende de las leyes en concreto, y de sus ordenanzas de ejecución,
el que después se haya de hacer intervenir el valor en venta (valor común en sentido estricto) o
el valor en renta” (HEDEMANN, 1955, Volumen II: 275).
H) Posición de Brewer-Carías.
Brewer-Carías enseña que los peritos deben considerar tres tipos de elementos en el justiprecio,
a los efectos de determinar la indemnización que corresponde al propietario:
a) El valor fiscal, determinado por aquellos valores que hayan sido declarados o acep-
tados por el propietario a efectos fiscales (...).
c) El valor medio, según los precios medios a que se hayan vendido inmuebles simila -
res al que se expropia
Sobre el particular, la Ley General de Expropiaciones (Ley Nro. 27117) dispone que:
“... Los sujetos del pago son, en general, todos aquellos entes o personas a quienes
activa o pasivamente llama la Ley con carácter necesario para consumar el acto
procedimental del pago.
El perceptor, pues, tiene el carácter de sujeto pasivo, por cuanto no le asiste ningún
derecho especifico a exigir de la Administración el pago de! justo precio ni existe
correlativamente una obligación a cargo de ésta en hacerlo efectivo. El pago aparece
formalmente como un presupuesto de procedibilidad que la Administración tiene
necesidad de cumplir para seguir adelante e! procedimiento y lograr la plenitud del
efecto expropiatorio.
Por su parte, Hedemann pone de relieve que “...la indemnización ocupa el lugar del
objeto expropiado, y por consiguiente la recibe en propiedad el propietario despojado;
pero además los otras titulares actuales de derechos reales sobre el objeto ocupado, en
especial los acreedores hipotecarios, adquieren sobre la indemnización un derecho
correlativo al que se les ha extinguido. Con arreglo a esto hay que ordenar el reparto
definitivo" (HEDEMANN, 1955, Volumen II: 277).
García de Enterría refiere que “... la regla del previo pago está configurada como una
técnica sustancial de garantía de la propiedad. Se procura evitar que el
empobrecimiento producto del desapoderamiento quede sometido a resarcimiento en un
futuro incierto, lo que supone onerosidades adicionales a las de la expropiación...”
(GARCÍA DE ENTERRÍA; citado por BERMUDEZ ALFONZO, 1998: 288). Dicho autor
hace notar que "posponer la indemnización a un momento posterior a la privación
patrimonial que se hace sufrir al expropiado supone, obviamente, imponer a éste una
aportación anticipada a la economía del beneficiario, una definición favorable en
términos económicos claros, un crédito una palabra, lo que excede, sin justificación
alguna, de la exigencia de utilidad pública o el interés social que determinan la
expropiación..." (GARCÍA DE ENTERRIA; citado por BERMUDEZ ALFONZO, 1998:288).
Además, resulta importante señalar, con relación al tema examinado en este punto, que
conforme se infiere de la Ley General de Expropiaciones (Ley Nro. 27117);
Cuando exista duplicidad registral o la propiedad del bien a expropiarse sea discutida
judicial o arbitralmente, el pago se efectuará en ejecución de sentencia (art. 20 -inc.
20.2)- de la Ley Nro. 27117).
F. Consignación de la indemnización:
El inciso 19.1) del artículo 19 de la Ley Nro. 27117 establece claramente que la consignación
de la indemnización justipreciada, debidamente actualizada, se efectuará necesariamente en
dinero y en moneda nacional.
De Mallol Guarro apunta sobre la materia que la consignación del justo precio tiene lugar en
diversos supuestos que tienen su fundamento: “... a) en la voluntad del perceptor; b) en la
falta de capacidad del perceptor; c) en la pluralidad de perceptores; d) en la existencia de
litigio; y e) en los demás casos previstos por las leyes” (DE MALLOL GUARRO, 1966: 316).
c) También se consignará el justo precio siempre que exista pluralidad de personas con
derecho a participar en él y no se pongan de acuerdo respecto de las cuotas correspon -
dientes (...).
“Ni por su significado gramatical y lógico ni por su función institucional podría dudarse que
retasar es valorar otra vez o, si se quiere, valorar los bienes en contemplación a fecha
distinta a aquella respecto de la cual fueron primeramente valorados. Sin embargo, el
argumento concurrente de corregir, para evitar perjuicio al expropiado, el perjuicio
ocasionado en el inicial justiprecio por la devaluación de la moneda (...), ha dado lugar a que
se haya mantenido alguna vez que la retasación consiste en actualizare] valor del justiprecio
anterior en función de la minoración del poder adquisitivo de la peseta” (PÉREZ MORENO,
1971: 66). Agrega dicho autor que “en resumen, debemos afirmar que la retasación consiste
en evaluar de nuevo los bienes expropiados con referencia a la fecha en que la pretensión
se formule; mutación de fecha de valoración, que es un presupuesto de la retasación...”
(PÉREZ MORENO, 1971: 69).
Pérez Moreno distingue entre retasación del bien, revisión y actualización del monto
indemnizatorio de esta manera:
“... Corresponde destacar (...) que el correctivo por depreciación monetaria no se halla sujeto
a la aplicación estricta de determinados coeficientes. Al respecto debe tenerse en cuenta
que, en materia expropiatoria, no es, como principio, admisible acudir mecánicamente a los
índices que reflejan en particular el aumento de la pérdida del valor adquisitivo de la moneda
y que resultan de las estadísticas registradas en las publicaciones oficiales, ya Que no todos
los bienes siguen una curva pareja de encarecimiento. No siendo posible, por tanto, aplicar a
todos ellos el mismo índice de revaluación sin riesgo de incurrir en injusticias, los jueces
deben ponderar en cada caso la naturaleza del bien de que se trata y apreciar su valor real
al tiempo de dictar sentencia. Pero como por otra parte corresponde descartar, por razones
de economía procesal, la realización de una nueva peritación antes del pronunciamiento de
cada instancia, el problema debe resolverse por aplicación del principio con arreglo al cual,
comprobada la existencia de un perjuicio pero no su monto, incumbe al juez fijarlo
prudencialmente (...), a cuyo efecto puede computar como pauta orientadora las estadísticas
oficiales sobre encarecimiento de la vida, pero sin desechar otros elementos de juicio que
gravitan en cada caso y que muchas veces aconsejarán la aplicación de índices inferiores a
los que reflejan estadísticas” (PALACIO, 1983, Tomo VI: 363-364).
El citado tratadista argentino subraya que “... aun actualizado el saldo impago de la
indemnización expropiatoria corresponde, sobre aquél, la aplicación de intereses, los cuales
revisten carácter compensatorio de las rentas que se vio privado el propietario a raíz de la
desposesión el bien...” (PALACIO, 1983, Tomo Vi: 364).
Si este monto (de la compensación) se paga en ejecución de sentencia, el mismo deberá ser
actualizado según el índice de Precios al por Mayor que publica el Instituto Nacional de
Estadística e Informática – INEI (art. 21 -inc. 21.4)- de la Ley Nro. 27117).
De Mallol Guarro trata lo concerniente a los efectos del pago del justiprecio o indemnización de
este modo:
(...) La expropiación no engendra, respecto de ella, una relación deuda-crédito propia del
derecho de obligaciones, sino que aparece como un acto unilateral de la Administración en
el sentido de que no puede ser competida a realizarlo.
2) En el plano de! Derecho privado, sus efectos suspenden la protección judicial de la propie-
dad; si no precediera el requisito del pago, los jueces ampararán y, en su caso, reintegrarán
en la posesión al expropiado (…).
3) En el plano procesal, el pago suspende las acciones interdictales que competen al poseedor
para retener o recobrar la posesión, legitimando parlamente a la Administración, para seguir
adelante el proceso expropiatorio hasta la completa consumación de sus efectos.
4) Por último, dentro del ordenamiento penal, el pago es uno de los requisitos esenciales para
tipificar, cuando no se produce con arreglo a derecho, el delito de expropiación ilegal (...).
b) EN PARTICULAR.- Dentro del régimen positivo de la
Expropiación Forzosa, tos efectos del pago son comunes a los de la consignación y en virtud
de ellos podrí ocuparse la finca por vía administrativa o hacer ejercicio del derecho
expropiado, siempre que no se hubieran hecho ya en virtud del procedimiento excepcional
de la expropiación de urgencia (...).
Cuando se funda en causales distinta a las previstas en la Ley Nro. 27117 (que son las de
necesidad pública o seguridad nacional, conforme se indica en el art. 4 de la Ley Nro. 27117,
concordante con el art. 70 de la Constitución Política de 1993).
50
OBJETO DE EXPROPIACIÓN
12.1 Todos los bienes inmuebles de dominio privado pueden ser objeto de expropiación.
50 Proceso Civiles Relacionados con la Propiedad y la Posesión/ ALBERTO HINOSTROZA MIGUEL. Pág. 370 – 374.
12.2 Los bienes de embajadas o misiones diplomáticas y de organismos internacionales no
están sujetos a expropiación, de conformidad con la Convención de Viena sobre Relaciones
Diplomáticas de 1961, de la cual la República del Perú es Parte Contratante, salvo en los casos
basados en el Principio de Reciprocidad o en el consentimiento previo”.
El sujeto pasivo de la expropiación podrá solicitar la expropiación total, cuando la fracción del
bien que no es afectado por el acto expropiatorio sufre una real desvalorización o resultare inútil
para [os fines a que estaba destinado con anterioridad a la expropiación parcial”.
“Solamente los inmuebles privados pueden ser objeto de expropiación; pero este enunciado
tiene varias consecuencias;
En segundo lugar, la expropiación solamente se refiere a los inmuebles privados, pero esta
noción se extiende al dominio privado de las personas públicas; pues aun es perfectamente
posible que una dependencia del dominio privado del Estado sea expropiada en beneficio de
un municipio (...). Por el contrario, las dependencias del dominio público nunca pueden ser
objeto de expropiación.
Por último, la expropiación no puede referirse sino a la propiedad o a los demás derechos
reales inmobiliarios,.." (DE LAUBADERE, 1984; 292).
C) Posición de Alessi.
A criterio de Alessi:
“Objeto de expropiación pueden serlo toda clase de bienes, ya sea muebles o inmuebles
(...). El único requisito exigible es que se trate de cosa determinada no sólo en el género
sino también en la especie, o sea, que se trate de bienes no fungibles, pues en otro caso
desaparecería uno de los presupuestos de la expropiación (ALESSI, 1970, Tomo II: 552).
“... Todos los bienes (...) son susceptibles de expropiación. Esta puede por consiguiente
comprender tanto cosas (muebles o inmuebles) como derechos (personales e intelectuales)”
(PALACIO, 1983, Tomo VI: 334).
F) Posición de Dromi.
En opinión de Dromi:
“... El objeto de la expropiación es la ‘propiedad’ (...), vale decir, todos los derechos
patrimoniales de contenido económico. Quedan, pues, excluidos de la noción de ‘propiedad’
y por ende de la expropiación, los bienes o valores innatos al ser humano, los llamados
derechos a la personalidad: derecho a la vida, al honor, a la libertad, a la integridad física y
al nombre.
a) Bienes inmuebles;
Las mismas legislaciones que limitan el objeto de la expropiación a los bienes inmuebles,
establecen excepciones a la misma al autorizar su extensión a cosas inmateriales y a los
derechos relativos a los inmuebles. Estas excepciones demuestran que conceptualmente no
existe reparo alguno en afirmar que el instituto expropiatorio, por su misma naturaleza,
extiende su imperio a todos los bienes y derechos.
Por otra parte, la expropiación es una especie de limitación al derecho de propiedad (...), y,
por consiguiente, está apodícticamente vinculado al concepto de la propietas, y según sea
su sentido y alcance será la extensión que deba darse al objeto sobre el cual se ejerce el
poder expropiatorio. Ese sentido y alcance en ninguno de los Estatutos Fundamentales o
Cartas Políticas contemporáneas es restringido; por el contrario, abarca todos los bienes y
derechos” (VILLEGAS BASAVILBASO, 1956, Tomo VI: 360-361).
“... Puede ser objeto de expropiación toda cosa corporal o incorporal susceptible de derecho
de propiedad. De este principio se deduce que pueden expropiarse los bienes inmuebles,
bienes muebles y bienes de carácter incorporal, como son los derechos de autor. También
pueden expropiarse ciertas universalidades, como ser los establecimientos comerciales o
industriales. Se habla también de la expropiación de las concesiones de servicios públicos.
En realidad, lo que corresponde decir es que si el Estado considera que el servicio público lo
puede prestar en mejores condiciones que el concesionario, lo pertinente es que proceda al
rescate de la concesión, indemnizando al concesionario y eventualmente recurriendo a la
adquisición de los bienes que constituyen el acervo del mismo.
(...) A los efectos de que la expropiación sea posible, el bien no podrá ser substituido por otro
para la obtención del fin de que se trate. Esta condición se encuentra reconocida de un
modo especial para los bienes inmuebles, cada uno de los cuales presenta una utilidad
distinta a los otros, a causa de su ubicación. Esta condición también puede existir para
alguna categoría de cosas muebles (...). De allí, entonces, se sostiene que la infungibilidad y
la insubstituibilidad de la cosa es siempre condición necesaria para que haya podido estar
sujeta a indemnización...” (DIEZ. 1969, Tomo IV: 255-256).
J) Posición de Bielsa.
“... La expropiación implica la pérdida del derecho de propiedad, y como la propiedad puede
ser sobre derechos simplemente y sobre cosas (...), siéguese que ella alcanza no sólo a las
cosas, sino también a la propiedad incorporal; el principio y fundamento jurídico de la
institución es el mismo. Bien entendido que la propiedad intelectual (inventos, producciones
científicas, literarias, etc.) reputa tal sino cuando se exterioriza, pues sólo entonces adquiere
los atribuí de la propiedad. Mas (...) importa señalar, de acuerdo a lo expuesto, la siguiente-
norma: todo lo que es susceptible de constituir el patrimonio (bienes) puede s»^ objeto de
expropiación por causa de utilidad pública, sea propiedad sobre cosas (dominio), sea
propiedad intelectual (créditos y derechos)” (BIELSA, 1947 Tomo III: 426).
“... Sólo se recurre a la expropiación cuando e! objeto considerado de utilidad pública está
determinado en su especie, es decir, cuando no es sustituible el objeto (...); por ejemplo, un
inmueble, un edificio, un derecho intelectual, etc.
Pero de ello no se sigue que la expropiación sólo alcance o se refiera a inmuebles; ella
también puede recaer sobre muebles y sobre derechos, intelectuales o de crédito...”
(BIELSA, 1947, Tomo III: 458).
K) Posición de Fiorini.
“Todos los bienes que se encuentren en propiedad de terceros, cualesquiera que fuere su
contenido, son pasibles de expropiación. La causa que justifica la existencia del instituto
expropiatorio así lo justifica, mientras esos bienes sean necesarios para la utilidad pública.
Ninguna limitación puede regir sobre este particular (...).
Las situaciones judiciales, por la naturaleza de bienes jurídicos, concurren para ser
expropiados; los mismos bienes extracomreciales, en virtud de la ley que los expropia,
quedan ipso jure desafectados y considerados como propiedad expropiable. Entran en la
expropiación los bienes privados de los particulares, los públicos de las provincias y los
municipales, los materiales e inmateriales; en fin, todos aquellos que se encuentran fuera de
la vida de los hombres que 'integran el concepto constitucional de propiedad'..." (FIORINI,
1976, Tomo II: 151-152).
Debe determinarse los bienes en función del objeto funcional del fin que deberá satisfacer
(...). La determinación genérica del bien es legal, lo que es inconstitucional será la
determinación de la utilidad” (FIORINI, 1976. Tomo II" 147)51
VII.COMPETENCIA
1. Juez Competente
52
a) Competencia Territorial. Tratándose de bienes inscritos, es competente el Juez del
lugar en donde el derecho de propiedad se encuentra inscrito. Tratándose de bienes
no inscritos es competente el juez del lugar donde está situado el bien (Art. 20º de
CPC). Parecería que solamente en el caso de bienes no inscritos el demandante
puede elegir entre el Juez del domicilio del demandado o el de ubicación del bien.
VELASCO GALLO considera esta elección para ambos casos, es decir, de bienes
Inscritos y no inscritos.
Por mi parte, entiendo que la referencia del artículo 20° al inciso 1 del artículo 24°
del Código Procesal Civil es al último párrafo y no a la competencia facultativa, es
decir, si la demanda versa sobre varios inmuebles situados en diversos lugares será
competente el Juez de cualquiera de ellos.
c) Competencia por materia. Todas las pretensiones derivadas o conexas, con la ex-
propiación se tramitan con arreglo a lo dispuesto en el Sub-Capítulo Cuarto del Títu-
lo II, Sección Quinta del Decreto Legislativo N° 768 (Art. 519° del CPC, modificado
por Ley N° 27117. Pág. 264.
VIII.53Partes en el proceso.
51 HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto: “Procesos Civiles Relacionados con La Propiedad Y La Posesión”; Editorial: “GACETA
JURIDICA” S.A - LIMA: PERU; Edición: Primera Julio 2008; Paginas: 375
53 HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto: “Procesos Civiles Relacionados con La Propiedad Y La Posesión”; Editorial: “GACETA
JURIDICA” S.A - LIMA: PERU; Edición: Primera Julio 2008; Paginas: 264.
Es demandante el sujeto activo de la expropiación; es demandado el sujeto pasivo de la
expropiación.
IX. Demanda.
Además de los requisitos y anexos previstos en los artículos 424º y 425º del Código
Procesal Civil, la demanda deberá estar acompañada de 54:
2) Copia certificada de loa asientos registrales del bien por expropiar o en su caso, cer-
tificación de que el bien no está inscrito. En este caso se deberán acompañar los do-
cumentos públicos o privados que acrediten la condición del propietario o del posee-
dor, en su caso.
4) Tasación debidamente motivada del valor comercial actualizado del bien a la fecha
de la resolución ejecutora de la expropiación, de acuerdo a lo establecido en el artí-
culo 16° de la Ley General de Expropiaciones.
A. Inadmisibilidad de la demanda:
54 Proceso abreviado, Elvito A. Rodríguez Domínguez Págs. 264 – 273.
Además de las causales generales que pueden determinar que el Juez declare inadmisible la
demanda, el último párrafo del artículo 520° del Código Procesal Civil, texto modificado por la
Ley N° 27117, dispone que se declarará inadmisible la demanda cuando no se haya consignado
a favor del sujeto pasivo la indemnización justipreciada, cuando así lo exija la Ley General de
Expropiaciones (Art. 520°, último párrafo del CPC, modificado por Ley N° 27117).
Cuando se trate de bienes inscritos y exista registrado derecho a favor de tercero, se debe
notificar con la demanda a éste, bajo sanción de nulidad de lo actuado.
C. Contestación de la demanda:
La contestación debe cumplir con los requisitos del artículo 442° del Código Procesal Civil y bolo
puede sustentarse en:
El tercero puede intervenir en el proceso, con sujeción a lo que dispone el Código sobre la
intervención de terceros. Pág. 266
D. Reconvención:
La reconvención queda sujeta a lo dispuesto en el artículo 445° del Código Procesal Civil y sólo
podrá sustentarse en:
1) La pretensión de la expropiación total del bien o complementaria con otros. Está sólo puede
sustentarse en el hecho que la parte o fracción del bien o los bienes no afectados por la ex-
propiación se desvalorizan, o cuando resultan inútiles para los fines a que estaban destina-
dos antes de la expropiación parcial o incompleta.
La ley no restringe los medios probatorios, pero regula en forma expresa la pericia, en los
términos siguientes:
De ofrecerse pericia, la aceptación de] cargo por los peritos se formalizará mediante la firma
puesta por éstos en el escrito que presenta la parte que los designa. En ningún caso se admite
más de ríos (2) peritos de parte para la valuación de cada bien, según su especie y naturaleza
(Art. 525° de] CPC, modificado por Ley N° 27117).
G. Audiencia de Conciliación:
La conciliación sólo puede tener por objeto el acuerdo sobre el valor de la indemnización
justipreciada, la validez de la causal de expropiación y, en su caso, sobre las pretensiones
objeto de reconvención (Art. 526°, primer párrafo del CPC, modificado por hoy N° 27117).
H. Audiencia de pruebas
Cuando las conclusiones de la pericia actuada por el sujeto pasivo discrepen de la tasación
comercial actualizada presentada por el demandante, el Juez puede disponer en la propia
audiencia la designación de dos (2) peritos dirimentes. Aceptado su nombramiento, se citará a
éstos, a las partes y a los demás peritos para una audiencia especial que se llevará a cabo en
un plazo no menor de siete (7) ni mayor de quince (15) días, y en la que con los concurrentes a
la misma, con o sin pericia dirimente, se realizará un debate pericial bajo la dirección del Juez.
La sentencia señala quién es el obligado al pago de los honorarios de la pericia dirimente, según
lo que resulte de las conclusiones deja misma (Art. 527° del CPC, modificado por Ley N° 27117).
En caso de contradicción por parte del sujeto activo de la expropiación de la compensación por
daños y perjuicios, el Juez ordenará al sujeto pasivo de la expropiación otorgar contracautela a
favor del Estado, a través de garantía real o fianza bancaria.
El Juez sólo entregará el monto de la indemnización justipreciada, una vez otorgada la garantía
real o fianza bancaria a que se refiere el párrafo anterior, de ser el caso. En el supuesto que no
se otorgue garantía a favor del sujeto activo, se entregará al sujeto pasivo el monto de la
indemnización justipreciada en ejecución de sentencia.
Cuando exista duplicidad registral o la propiedad del bien a expropiarse sea discutida judicial o
arbitralmente, el pago se efectuará en ejecución de sentencia (Art. 20°, inciso 20.2 de la Ley N°
27117).
J. Ejecución de sentencia
La sentencia se ejecuta conforme a las normas del Código Procesal Civil, sobre ejecución de
sentencia; y, teniendo en cuenta las siguientes particularidades:
Cuando se trate de predios rústicos con cultivos temporales o de otros inmuebles sujetos a
explotación o aprovechamiento comercial, industrial, minero o análogo, el Juez fijará el plazo de
desocupación y entrega que no será menor de noventa (90) ni mayor de ciento ochenta (180)
días considerando, en el caso de inmueble con explotación agrícola, el tiempo apropiado de
acopio de la cosecha.
Cuando se trata de predios urbanos el plazo será no menor de sesenta (60) ni mayor de noventa
(90) días contados a partir del requerimiento.
Cuando se trata de bienes muebles el Juez ordenará la entrega en el plazo no menor de cinco
(5) ni mayor de diez (10) días de efectuado el requerimiento (Art. 528°, inciso 6 del CPC,
modificado por Ley N° 27117).
La adquisición de propiedad realizada dentro del marco de ¡a presente Ley extingue todos
aquellos derechos reales y personales que resulten incompatibles con los fines de la
expropiación, sin perjuicio de la correspondiente aplicación del importe de la indemnización
justipreciada (Primera Disposición Final de la Ley N° 27117).
El pago efectuado dentro de los alcances de la presente Ley surtirá plenos efectos respecto del
sujeto activo, sin perjuicio del derecho que tengan terceros afectados para accionar contra quien
hubiera recibido el pago indebidamente (Segunda Disposición Final de la Ley N° 27117).
Las enajenaciones por causa de expropiación quedan expresamente excluidas del ámbito de
aplicación de todos los tributos que graven transferencias (Tercera Disposición Final de la Ley
N° 27117).
c. Sobre el texto de los documentos de transferencia (Art. 52S°, inciso 4 del CPC, modificado
por Ley N° 27117).
La oposición será resuelta por el Juez dentro del tercer día. La resolución debidamente motivada
es apelable sin efecto suspensivo (Art. 528°, inciso 4, in fine, del CPC, modificado por Lay N°
27117).
K. Pretensión de tercero
Salvo los casos indicados en el artículo 521° del Código Procesal Civil no se admitirá ninguna
intervención de tercero en el proceso.
El poseedor u otro tercero que se considerara perjudicado por la expropiación o que estimara
tener derecho sobre el monto del justiprecio, puede ejercer sus derechos en la vía que
corresponda sin entorpecer el proceso expropiatorio (Art. 529° del CPC, modificado por Ley N°
27117).
L. Medida cautelar posesión provisoria
La solicitud de posesión provisoria del bien en los casos excepcionales a que se refiere el
artículo 24° de la Ley General de Expropiaciones, puede formularse en cualquier estado del
proceso después de la Audiencia de Conciliación, y se tramita como medida cautelar.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 627° del Código Procesal Civil, el veinticinco por
ciento (25%) del monto consignado servirá como contracautela por los eventuales perjuicios que
pueda generar la posesión provisoria.
La resolución que se pronuncia sobre el pedido cautelar es apelable sin efecto suspensivo, salvo
que en el proceso se esté discutiendo la causal de la expropiación (Art. 530° del CPC,
modificado por Ley N° 27117).
M. Caducidad de la expropiación
Cuando no se haya iniciado el procedimiento expropiatorio dentro del plazo de seis (6) meses
contados a partir de la publicación o notificación de la norma declaratoria ejecutora de la
expropiación. Cuando no se hubiera terminado el procedimiento judicial de expropiación dentro
de los cinco (5) años contados desde la publicación o notificación de la Resolución Suprema
correspondiente.
29.1 Significado
55 HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto: “Procesos Civiles Relacionados con La Propiedad Y La Posesión”; Editorial: “GACETA
JURIDICA” S.A - LIMA: PERU; Edición: Primera Julio 2008; Paginas: 427 – 496.
“... La mera expropiación no da lugar a la modificación de la propiedad privada en pública, en
tanto no se construya o instale en dicha propiedad la obra afectada al interés público, la obra
pública propiamente dicha, de ordinario.
Canasi apunta que, “...como la expropiación pública no se trata de una compraventa, ni siquiera
forzosa, sino de una institución de exclusivo interés público, de interés de la colectividad, la no
afectación o destino posterior al fin de utilidad pública a que ha sido destinado por la ley,
produce lo que se denomina la ‘retrocesión’ del bien expropiado a su anterior propietario,
mediante la correspondiente acción judicial y previa devolución del monto en dinero percibido
por dicha expropiación. Ello demuestra, en sí, que el expropiado mantiene un derecho sobre la
propiedad para exigir que se cumpla el fin de utilidad pública... (CANASI, 1977, Volumen IV: 22).
El mencionado jurista precisa que “...si conforme a la ley vigente al momento de producirse la
desposesión, la obra no se realiza o se le da un destino diferente, aunque sea también de
utilidad pública o de interés general, aun superior al establecido, por la ley expropiatoria,
procede la retrocesión, por cuanto ni el Poder administrador ni el Poder Judicial están
autorizados para extender a otros supuestos la calificación de utilidad pública, ni tampoco a
otros bienes que no sean los expresa o genéricamente establecidos por la ley formal” (CANASI,
1977, Volumen IV: 62).
Para Martin Mateo, “la reversión constituye la posibilidad, por parte del sujeto expropiado, de
readquirir los bienes que fueron objeto de expropiación cuando no se ejecutó la obra o no se
estableció el servicio que motivó la expropiación o cuando hubiera una Daría sobrante de los
bienes expropiados...” (MARTIN MATEO, 1983: 497).
Lino Palacio se ha formado esta idea de la figura jurídica bajo análisis: “...La retrocesión consiste
en el derecho a reclamar la restitución del bien expropiado, previo reintegro del monto
indemnizatorio oportunamente percibido, en el caso de que el expropiante destine aquél a un
objeto diferente para el cual se lo afectó mediante la ley que lo declaró de utilidad pública, o no
le otorgue destino alguno" (PALACIO, 1983, Tomo VI: 386-387).
Paparlo, Kiper, Dillon y Causse califican a la retrocesión como “...la acción que se concede al ex
propietario cuando al bien expropiado se le diera destino diferente del previsto en la ley
expropiatoria, o cuando no se le diera destino alguno en un lapso de dos arlo» computados
desde que la expropiación quedó perfeccionada (...), entendiéndose por esto último cuando se
ha operado la transferencia del dominio al expropiante mediante sentencia firme, toma de
posesión y pago de la indemnización...” (PAPAÑO; KIPER; DILLON; y CAUSSE, 1989, Tomo I:
259).
“Tratándose de la carga de cumplir la afectación (de los bienes al fin previsto), para caso de
incumplimiento, la Ley establece el derecho de reversión, para que el antiguo dueño o sus
causahabientes, reintegre el objeto a la esfera del interés privado y se restablezca la situación
alterada. La comunidad jurídica está interesada en ello directa o indirectamente: a)
directamente, para reintegrar al Tesoro, a las arcas públicas, las cantidades gastadas en la
expropiación con el precio que debe pagar el reversionista; b) indirectamente, para garantizar el
orden patrimonial de la sociedad frente a la acción administrativa conformadora, evitando la
absorción inútil de lo privado en lo público, de lo social en lo administrativo o estatal, velando por
el respeto al principio de subsidiariedad-(PÉREZ MORENO, 1967: 151).
"... Desde un punto de vista formal es el medio jurídico procesal por el que el propietario de un
bien expropiado (...) pretende su recuperación, por destino distinto o por destino frustrado a la
utilidad pública primeramente invocada en la ley expropiatoria (...).
Sustancialmente, la retrocesión es el derecho del expropiado al reintegro del bien del que ha
sido privado por causa de utilidad pública, restituyendo, a su vez, e! importe de la indemnización
recibida, cuando dentro del plazo fijado no se cumple el destino que determinó la expropiación.
En cuanto a sus efectos importa volverlas cosas al estado anterior al acto que originó el
desapoderamiento, toda vez que constituye una garantía para hacer efectivo el libre ejercicio del
derecho de propiedad, cuando es menoscabado por una desposesión carente de causa legal
expropiatoria.
Tal 'acción' opera como un 'derecho patrimonial transmisible', que puede ser ejercido tanto por
su titular (el expropiado) como por sus sucesores a título universal o singular.
El expropiado no está legitimado para exigir al expropiante el cumplimiento de la ley que calificó
al bien de utilidad pública. El reconocer el efecto o condición resolutorios para el caso de
incumplimiento del destino de utilidad pública (cargo expropiatorio), limita al expropiado el
derecho para accionar por resolución expropiatoria, pero no para exigir su cumplimiento. Por
otra parte, y como consecuencia de lo anterior, no puede resolverse la retrocesión en una acción
de daños y perjuicios.
Para hacer efectivo ese derecho, ante la expropiación pendiente de destino, se requiere la
declaración judicial de la resolución, ya que ella no tiene lugar de pleno derecho. Se necesita la
sentencia judicial que así lo declare...” (DROMI, 1987, Tomo 2: 94).
“Si dentro de! plazo de 12 (doce) meses, computados a partir de la terminación ¿proceso judicial
de expropiación, no se hubiere dado al bien expropiado el destino motivó esta medida o no se
hubiere iniciado la obra para la que se dispuso la misma, el anterior propietario o sus herederos
podrán solicitar la reversión en el estado en que se expropió, reembolsando la misma suma de
dinero percibida como indemnización justipreciada, teniendo derecho a reclamar por los daños y
perjuicios que se hubiesen irrogado.
Dentro de 10 (diez) días útiles de consentida o ejecutoriada la sentencia que declara ' fundada la
pretensión del demandante, éste deberá consignar en el Banco de la Nación el monto percibido
con deducción de los gastos y tributos.
El derecho a solicitar la reversión caduca a los 3 (tres) meses contados a partir del día siguiente
de finalizado el plazo a que se refiere el primer párrafo del presente artículo”.
A. Justificación
“... Cuando la cosa no se destina a la utilidad pública, esto es, cuando la condición que funda la
expropiación no se cumple, cesa el derecho que la causa expropiadora atribuye al sujeto activo
(expropiador), al paso que renace el derecho del sujeto pasivo (expropiado) y éste puede,
entonces, incorporar el objeto en su patrimonio devolviendo lo que recibió en pago de él. Al no
destinarse el objeto expropiado al fin que justificó la expropiación, no hay causa, por lo que cesa
la razón legal para mantener la propiedad, pues cessante causa legis, cessat lex" (BIELSA,
1947, Tomo III: 467).
Alessi pone de manifiesto que "la transferencia del derecho {de propiedad del expropiado al
expropiante) debería operarse con carácter definitivo, pero esto de hecho se encuentra
atenuado por la reversión del bien expropiado cuando la obra no sea ejecutada o el inmueble no
se destine al fin para el que fue expropiado (...). Tal institución se justifica por el hecho de la
causa legítima de la transferencia” (ALESSI, 1970, Tomo II: 553).
“... Al producirse la cesación del derecho que la causa expropiatoria atribuye al expropiador, por
falta de destino o destino distinto, justificase, en tutela del derecho de propiedad, el reintegro del
bien expropiado. En suma, la razón resulta de que cessante causa legis, cessat lex aut cessat
effectus, por cuanto se ha violado el límite que la declaración de utilidad pública pone al poder
expropiador en cuanto a la afectación del bien expropiado. Al violarse o no cumplirse la
condición que funda la expropiación, se infringe también la garantía constitucional de
Inviolabilidad de la propiedad, habida cuenta de que ésta se sacrifica sólo ante la utilidad pública
declarada legalmente.
B. Objeto
De Mallol Guarro, acerca del objeto de la reversión de la expropiación, hace estas acotaciones:
"El objeto del derecho de reversión ha de ser, en principio, un objeto expropiado por alguna de
las causas que legitiman la potestad de la Administración mediante el adecuado proceso:
cuando la transmisión de los bienes del particular a favor de la Administración o entidad
beneficiaría tiene lugar en virtud de una cesión amistosa que hace innecesaria la incoación del
expediente expropiatorio, tales bienes no podrán ser objeto del derecho de reversión, por cuanto
su transferencia no fue coactiva y no estuvo fundada ni sostenida por la causalidad
expropiatoria.
Ha de tratarse, pues, de una verdadera expropiación y es preciso que dentro de ella se hayan
producido los efectos traslativos del dominio.
En consecuencia, los derechos arrendaticios y los derechos reales que tengan por objeto los
bienes expropiados no pueden ser objeto de reversión, porque tanto unos como otros no son
derechos expropiables en sentido estricto, ya que los efectos que la expropiación produce sobre
ellos son meramente extintivos...” (DE MALLOL GUARRO, 1966: 254-255).
C. Requisitos
Del artículo 532 del Código Procesal Civil se desprende que son requisitos para que opere la
reversión de la expropiación los que se describen a continuación:
El transcurso del plazo de doce meses, computados a partir de la terminación del proceso
judicial de expropiación, sin que se hubiere dado al bien expropiado el destino que motivó esta
medida o sin que se hubiere iniciado la obra para la que se dispuso la misma (lo que se conoce
en doctrina como “cambio de destino de la expropiación” y “destino frustrado de la
expropiación”).
El ejercicio del derecho de reversión dentro de los tres meses, contados a partir del día siguiente
de finalizado el plazo señalado en el primer acápite, bajo sanción de caducidad.
“Los presupuestos procesales o de admisibilidad de la demanda, son los previos que permiten la
habilitación de la instancia, y en el caso específico de la acción de retrocesión serían: a)
reclamación e intimación administrativa previa; b) denegación; c) pago o depósito previo; d)
propiedad del expropiante.
1) Legitimación, es decir, la situación jurídica subjetiva vulnerada del accionante que en el pro -
ceso de retrocesión está constituida por el ‘destino distinto’ ‘destino frustrado’, al fin de utilidad
pública que el bien expropiado fue destinado.
2) Plazo, es decir, que no haya caducado ni prescripto el término para la interposición de la ac-
ción.
Los presupuestos a que se hace referencia precedentemente son explicados seguidamente por
Dromi:
No puede interpretarse que sea un requisito innecesario, aduciendo una voluntad negativa o
implícita del Estado, exteriorizada o presumida su exteriorizaron, por otros actos, hechos u
omisiones. Por inequívoco que se presuma el cambio de destino o la falta de destino de utilidad
pública, que tuviera la ley expropiatoria, corre siempre a cargo del impugnante la prueba de la
frustración de él. Y entre esas pruebas y medidas previas la interpelación o reclamación
administrativa y su consiguiente denegación por transcurso^ del plazo, configuran una etapa
obligatoria ineludible que opera como control administrativo del obrar estatal (...).
(...) DENEGACIÓN. Vencido el plazo sin que hubieran comenzado los trabajos preparatorios, el
expropiado podrá pedir la retrocesión, es decir transcurrido el plazo legal o judicial fijado en su
caso, desde esa intimación sin que el expropiante le asignara al bien ese destino, o sin que
hubiere iniciado los respectivos trabajos, los que deberá V mantener conforme a los planes de
obra aprobados, la acción de retrocesión quedará I expedita.
(...)
(...) PROPIEDAD DEL EXPROPIANTE. También se requiere, para que el propietario pueda
solicitar la retrocesión, que el bien se encuentre en el patrimonio del expropiante.
Es indispensable que el acto expropiatorio esté ya válidamente formado, con todos los requisitos
que atañen a su existencia: calificación por ley, concertación directa o sentencia en juicio y pago
de la indemnización. La desposesión del bien que se realiza regularmente previa consignación
del importe de la valuación fiscal, no implica la pérdida del dominio por parte del expropiado. Si
hubo sólo desposesión podría pedirse 'retroposesión' pero no una retropropiedad.
Los bienes que comprende son todos aquellos que hayan sido objeto de expropiación,
cualquiera que sea su naturaleza jurídica, se encuentren o no en el comercio, aunque este
principio no se aplica en el caso de bienes muebles en poder de terceros de buena fe, caso en
el cual no se considera viable la retrocesión (...).
(...) PLAZO. Para la promoción de la acción de retrocesión las normas procesales regulan los
siguientes plazos:
1) PLAZO PARA EL CUMPLIMIENTO DEL FIN DE UTILIDAD PÚBLICA. Será el fijado por la
ley expropiatoria específica, y si no lo hubiera fijado, será el que fije la legislación general,
computado desde la sentencia firme.
La sentencia fija el precio que debe pagar como reintegro el expropietario y ordena su
depósito dentro del plazo improrrogable fijado en la ley o en su defecto en la propia
sentencia, a contar desde la fecha en que ésta queda firme.
En cuanto al monto del reintegro, en principio, hay que partir del 'monto que recibió del
expropiante', y si el bien ha sufrido alteración en su valor, que lo disminuya o aumenta el
expropiado deberá devolver en la misma proporción a la disminución operada o a la mejoras
introducidas, pues de lo contrario habría enriquecimiento sin causa para alguna de las
partes.
No obstante, hay que distinguir que si el bien hubiere aumentado de valor por causa
naturales, el reintegro de dicho valor no se exigirá al accionante; y que sí el bien hubiera
disminuido de valor por causas naturales el monto de esa disminución no se deducir del
valor que deba reintegrar el accionante.
El expropiado tampoco debe satisfacer intereses o frutos por la suma que abonará, y que
éstos se compensan con los frutos producidos o que pudo producir el bien, fruto cuya
percepción corresponde al expropiante. (...)
El expropiado no debe devolver el valor actualizado del bien, sino que la corrección pe
depreciación de la moneda se refiere sólo y exclusivamente a la sufrida por la indemnización
recibida oportunamente. El mayor valor que adquiere el bien por sí mismo no es susceptible
de reclamación por parte de quien por una causa legal, debe restituirlo a su antiguo
propietario (...).
Por constituir, sin lugar a dudas, el cambio de destino (de la expropiación) o el destino
frustrado (de la expropiación) los requisitos o presupuestos fundamentales de la reversión o
retrocesión de la expropiación, es que hemos extraído de la exposición anterior de Dromi lo
relativo a ambas figuras jurídicas con el fin de, estudiándolas aparte, apreciar mejor su
naturaleza. El indicado tratadista nos ilustra, pues, sobre el cambio de destino y el destino
frustrado señalando lo siguiente:
En el cambio de destino conexo no hay un cambio sustancial, sino sólo formal, porque el
bien se lo destina igualmente a 'utilidad pública', causa -subsistente- que posibilitó la
expropiación.
Si el cambio de destino lo dispone una nueva ley y la sustitución tiene por finalidad la
satisfacción de un interés público, también desaparece el derecho de retrocesión, pues
carece de objeto el reintegro del dominio que será afectado por una nueva acción
expropiatoria.
En principio el cumplimiento del destino debe realizarse dentro del plazo señalado por la ley.
De no existir plazo legal o no haberse legislado expresamente el derecho de retrocesión
entendemos que debe recurrirse a !as normas que rigen el cargo o modo del derecho civil,
por su perfecta asimilación con la obligación del expropiador de destinar el bien a utilidad
pública. Corresponde, por consiguiente, que el plazo lo fije el juez.
El plazo para cumplir el destino comienza una vez concluido el acto expropiatorio, o sea una
vez pagada la indemnización fijada en la sentencia, por ser éste el momento en que
comienzan a producirse los efectos de la expropiación. No obstante, algunas legislaciones
suelen indicar que el plazo comienza desde ‘la desposesión’, aunque el acto expropiatorio
no se encuentre aún concluido” (DROMI, 1987, Tomo 2: 99-100).
“... Al ejercer la acción de retrocesión, el expropiado tendrá que devolver el importe que ha
percibido. Ello es así porque si la expropiación no puede ser en caso alguno SI de lucro para
el expropiado ni para el expropiante, si la indemnización implica el valor del bien objeto de la
expropiación y de los daños y perjuicios emergentes de la de» sesión, la indemnización ni
tampoco la retrocesión pueden ser objeto de lucro para el expropiante ni para el expropiado,
ya que tienen por objeto restablecer la situación anterior a la expropiación. De acuerdo
entonces con ese principio, el precio de la retroceso está fijado por la indemnización que
recibe el expropiado (...).
De Mallol Guarro, sobre el sujeto activo del derecho de reversión de la expropiación, i nos
informa lo siguiente:
Siguiendo esta vía interpretativa, los problemas planteados quedan resueltos en su misma
raíz, en cuanto al sujeto legitimado para ejercitar el derecho de reversión. Este sujeto no es
otro que el primitivo dueño, único que en su caso podrá pedir la reversión...” (DE MALLOL
GUARRO, 1966: 252-253).
“La acción de retrocesión (o reversión) corresponde al titular del bien expropiado “ando se
encuentra frente a un destino frustrado, pero es necesario señalar que también pueden
hacer uso de ella sus sucesores universales. Como la retrocesión no es gerente a la
persona sino a la cosa, hay que admitir que la acción de retrocesión competente en primer
término al titular del bien expropiado y a sus sucesores mortis causa. Si el expropiado ha
transmitido a un tercero su derecho de retrocesión, este sucesor particular no queda
excluido del ejercicio de la acción por cuanto su status Jurídico a este respecto no es distinto
al del expropiado. Desde ya, el propietario de la parte remanente del bien expropiado, es
decir, contigua a ese inmueble, no tiene derecho a la retrocesión, ya que en este supuesto
no se trata de un propietario afectado" (DIEZ, 1969, Tomo IV: 304).
Del primer párrafo del artículo 532 del Código Procesal Civil se infiere que son sujetos
activos del derecho de reversión de la expropiación el anterior propietario o sus herederos.
El sujeto pasivo del derecho de reversión de la expropiación lo será el sujeto expropiante, que
no es otro sino el Estado, según se desprende del artículo 3 de la Ley Nro. 27117, conforme al
cual el único beneficiario de una expropiación es el Estado.
“... Si en la sentencia se hiciere lugar a la acción, se establecerá la suma que debe reintegrar el
accionante por retrocesión y el plazo en que ha de hacerlo. Asimismo, se establecerá el plazo en
que el expropiante debe devolver e! bien expropiado.
La resolución del acto expropiatorio no tiene lugar ipso iure, sino que requiere sentencia judicial
que resuelva el negocio y revoque e! dominio imperfecto adquirido por el expropiador y lo
retrotraiga a favor del expropiado o de quien lo suceda en sus derechos. No es necesaria la
tradición restitutiva para la readquisición del dominio por parte del expropiado.
En cuanto a la devolución de! bien expropiado, habrá de hacérsela libre de todo ocupante,
cargas, gravámenes y servidumbres que hubieren tenido lugar después de la desposesión. Los
contratos celebrados y los derechos reales constituidos por el expropiante no serán oponibles al
expropiado” (DROMI, 1987, Tomo 2: 102).
La Ley Nro. 27117 norma en su artículo 7 lo relacionado con la expropiación para obras de gran
envergadura en estos términos:
c) En los casos a los que se refiere el presente artículo, el sujeto activo debe indemni-
zar a! sujeto pasivo de la expropiación con un monto adicional al justiprecio, equivalente a
los intereses correspondientes a ¡os meses en que, dentro del plazo de 2 (dos) años a que
se refiere el inciso a) precedente, se retrase la expedición de la resolución para la ejecución
de la expropiación. La tasa de interés será la Tasa Activa en Moneda Nacional (TAMN).
23.2 No procede plantear la nulidad cuando hay allanamiento expreso o tácito a la demanda de
expropiación”.
Los artículos 3 y 4 de la Ley Nro. 27117, aludidos en el inciso 23.1) del artículo 23 o»v dicha Ley,
preceptúan lo siguiente:
En la ley que se expida en cada caso deberá señalarse la razón de necesidad pública o
seguridad nacional que justifica la expropiación, así como también el uso o destino que se dará
al bien o bienes a expropiarse".
“9.1 Procede el trato directo sólo cuando, de acuerdo al informe registral correspondiente, no
existan duplicidades regístrales o proceso judicial en que se discuta la propiedad del inmueble.
En estos casos, en un plazo de 5 (cinco) días útiles, contados a partir de la publicación de la
resolución a que se refiere el artículo precedente [esto es, la resolución -o disposición legal-
ejecutora de la expropiación, prevista en el art. 8 de la Ley Nro. 27117, el cual, a su vez, hace la
remisión a! art. 6 de dicha Ley], el sujeto activo de la expropiación formulará al sujeto pasivo,
mediante carta notarial, una oferta igual al monto del valor comercial actualizado del inmueble a
expropiarse más un porcentaje equivalente al 5 % (cinco por ciento) de dicho valor por concepto
de indemnización justipreciada.
9.2 El sujeto pasivo, podrá, en un plazo de 15 (quince) días útiles de recibida la comunicación de
la oferta, presentar al sujeto activo una aceptación a la oferta, sin plazo ni condición. En este
caso, con el pago del monto aceptado por el sujeto pasivo, culmina el proceso expropiatorio sin
que éste pueda interponer acción alguna por concepto de la expropiación. El plazo para que el
sujeto activo de la expropiación cancele el íntegro de su oferta es de 45 (cuarenta y cinco) días
contados a partir de la fecha de recibida la carta notarial que contiene la aceptación de la oferta.
En caso de acreditarse que el bien a adquirirse esté afecto a gravámenes, embargos u otras
medidas judiciales o extrajudiciales, se consignará el monto necesario para asegurar el pago de
dichas cargas, con conocimiento del interesado. Si el sujeto activo incumple con el pago de su
oferta procederá únicamente la vía judicial o arbitral, de acuerdo a la presente Ley. Si el sujeto
pasivo incumple con la suscripción de la escritura pública correspondiente ésta será otorgada
por el Poder Judicial, consignándose e! pago.
9.3 Si e! sujeto pasivo opta por no aceptar el trato directo el sujeto pasivo deberá presentar al
sujeto activo una justificación debidamente documentada de la compensación de los perjuicios
que hubiere, de acuerdo al Artículo 70° de la Constitución, en el plazo de 20 (veinte) días
contados desde la publicación de la resolución a que se refiere el artículo precedente [cual es,
como se señalara, la resolución -o disposición legal- ejecutora de la expropiación, prevista en el
art. 8 de la Ley Nro. 27117, el que, a su vez, hace la remisión al art. 6 de la Ley indicada].
9.4 En el mismo plazo el sujeto pasivo podrá comunicar al sujeto activo su decisión de acudir a
la vía arbitral; de no hacerlo, el sujeto activo acude a la vía judicial, de acuerdo con lo dispuesto
en la presente Ley [Ley Nro. 27117].
En los subpuntos que siguen pasaremos a ver lo concerniente al procedimiento arbitral regulado
en el Título VI ("De la vía arbitral") de la Ley General de Expropiaciones (Ley Nro. 27117).
Lo relativo a este punto se halla normado en el artículo 25 de la Ley Nro. 27117, que citamos a
continuación:
“25.1 Dentro del plazo de 20 (veinte) días a que se refiere el párrafo tercero del Artículo 9o de la
presente Ley (en realidad es el inc. 9.3) del art. 9 de la Ley Nro. 27117, en el que se prevé un
plazo de 20 días, contado desde la publicación de la resolución -disposición legal- ejecutora de
la expropiación, para que el sujeto pasivo le presente al sujeto activo una justificación
documentada de la compensación de los perjuicios que hubiere], el sujeto pasivo puede cursar
una comunicación al sujeto activo, indicándole su decisión de acudir a un arbitraje, con el objeto
de resolver las siguientes pretensiones relativas a la expropiación:
b) Determinación de la reparación por los daños y perjuicios que se generen para el sujeto pa -
sivo.
c) La solicitud de expropiación total del bien, en los casos que el sujeto activo pretenda una ex-
propiación parcial.
25.2 El sujeto activo de la expropiación podrá negarse a acudir al arbitraje, sólo cuando el sujeto
pasivo tenga domicilio legal fuera del territorio de la República.
25.3 La comunicación a que se refiere el primer párrafo del presente artículo suspende el
cómputo del plazo de caducidad contemplado por el Articulo 531° del Código Procesal Civil”.
El plazo a que se refiere el artículo 531 del Código adjetivo, a que se hace mención en el inciso
25.3 del artículo 25 de la Ley Nro. 27117, no es otro sino el de caducidad del derecho de
expropiación.
La Ley Nro. 27117 regula el contenido de la comunicación de la decisión del sujeto pasivo de ir a
arbitraje en su artículo 26, numeral que prescribe lo siguiente:
“26.1 La decisión del sujeto pasivo debe contener de forma expresa y ciara lo siguiente:
26.2 En caso que no se cumplan los requisitos establecidos en este artículo o si la comunicación
del sujeto pasivo se formula de manera extemporánea se entenderá que dicho sujeto no ha
optado por acudir al arbitraje".
En cuanto al nombramiento del árbitro por parte del sujeto activo, el artículo 27 de la Ley Nro.
27117, señala que dentro del plazo de 8 (ocho) días contados a partir de la recepción de la
comunicación a la que se refiere el artículo 25 de dicha Ley (comunicación al sujeto activo de la
decisión del sujeto pasivo de acudir a arbitraje con motivo de la expropiación), el sujeto activo
pondrá en conocimiento del sujeto pasivo el nombramiento de su arbitro.
Una vez conocido el nombramiento de los dos árbitros (por parte de los sujetos activo y pasivo
de la expropiación), éstos procederán al nombramiento del tercero, quien presidirá e! Tribunal
Arbitral. Así lo establece el artículo 28 de la Ley Nro. 27117.
El artículo 29 de la Ley Nro. 27117 norma el nombramiento de los árbitros por el Juez de la
siguiente manera:
“Si el sujeto activo no nombrara a su arbitro dentro del plazo establecido en el Articulo 27° de la
presente Ley [es decir, dentro de los 8 días contados a partir de la recepción de la comunicación
al sujeto activo de la decisión del sujeto pasivo de acudir a arbitraje con motivo de la
expropiación], se procederá de acuerdo a lo dispuesto en el Artículo 23" de la Ley N° 26572, Ley
General de Arbitraje [Ley esta última que fuera derogada por el Decreto Legislativo que norma el
arbitraje: Decreto Legislativo Nro. 1071], con las siguientes particularidades:
a) Es competente el Juez del lugar del bien expropiado o el del domicilio del sujeto pasivo, a
elección de éste.
d) Contra lo resuelto por el Juez no procede medio impugnatorio alguno. Esta improcedencia
se extiende a la resolución que pone fin al proceso arbitral”.
En lo que concierne al artículo 23 de la derogada Ley General de Arbitraje (Ley Nro., 26572), a
que hace referencia e! primer párrafo del artículo 29 de la Ley Nro. 27117, cabe indicar que
dicho precepto legal trataba acerca del nombramiento de los árbitros por al Juez. Al haber sido
derogada la Ley Nro. 26572 (Como se indicara precedentemente), del tenerse en consideración,
principalmente, lo normado en los siguientes artículos del Decreto Legislativo que norma el
arbitraje (Decreto Legislativo Nro. 1071, del 27-06-2008):
1. En el arbitraje nacional que deba decidirse en derecho, se requiere ser abogado, salvo
acuerdo en contrario. En e! arbitraje internacional, en ningún caso se requiere ser abogado
para ejercer el cargo.
2. Cuando sea necesaria la calidad de abogado para actuar como árbitro, no se requerirá ser
abogado en ejercicio ni pertenecer a una asociación o gremio de abogados nacional o ex-
tranjera.
3. Los árbitros serán nombrados por las partes, por una institución arbitra! o por cualquier ter-
cero a quien las partes hayan conferido el encargo. La institución arbitral o el tercero podrán
solicitar a cualquiera de las partes la información que considere necesaria para el cumpli-
miento del encargo.
4. Salvo acuerdo en contrario, una parte queda vinculada por el nombramiento que ha efectua-
do de un árbitro desde el momento en que la otra parte haya sido notificada de dicho nom -
bramiento.
5. Si una parte no cumple con nombrar at arbitro que le corresponde en el plazo establecido
por las partes o, en su defecto en este Decreto Legislativo [Decreto Legislativo Nro. 1071],
podrá recurrirse a la institución arbitral o al tercero designado por las partes para estos efec-
tos o, en su defecto, procederse según lo dispuesto por el artículo 23 [del Decreto Legislati-
vo Nro. 1071, numera! que se cita a continuación]”.
“Articulo 23°.- Libertad de procedimiento de nombramiento.
Sin perjuicio de lo dispuesto en los incisos d y e de este artículo, las partes podrán acordar
libremente el procedimiento para el nombramiento del árbitro único o de los árbitros o someterse
al procedimiento contenido en un reglamento arbitral, siempre que no se vulnere e! principio de
igualdad. A falta de acuerdo, se aplicarán las siguientes reglas:
a. En caso de arbitro único, o cuando las partes han acordado que el nombramiento de todos
los árbitros o del presidente del tribunal se efectúe de común acuerdo entre ellas, tendrán un
plazo de quince (15) días de recibido el requerimiento de nombramiento para que cumplan
con hacerlo.
b. En caso de tres árbitros, cada parte nombrará un árbitro en el plazo de quince días de recibi-
do e! requerimiento para que lo haga y los dos árbitros así nombrados, en et plazo de quince
(15) días de producida la aceptación del último de los árbitros, nombrarán al tercero, quien
presidirá el tribunal arbitral.
De conformidad con lo dispuesto en el artículo 31 de la Ley Nro. 27117, los honorarios de los
árbitros serán pagados de la siguiente forma:
a) El 50 % (cincuenta por ciento) de los honorarios será pagado en partes iguales por cada uno
de los sujetos que participan en el proceso arbitral antes del inicio de éste.
b) El 50 % (cincuenta por ciento) restante será pagado en partes iguales por cada uno de ¡os
sujetos que han participado del proceso arbitral, 10 (diez) días antes de que se dicte el lau -
do. Para tal efecto, el Tribunal Arbitral comunicará oportunamente la fecha en la que lo expe -
dirá.
c) En caso que una de las partes incumpla con el pago del porcentaje que lo corresponde, la
otra podrá proceder al pago de éste. En este caso, el laudo arbitral establecerá como san -
ción para quien incumpla el pago oportuno de su parte, asumir el pago de la integridad de
los honorarios.
d) Si ninguna de las partes cumpliera con efectuar el pago respectivo, los árbitros pueden de-
cidir la conclusión del proceso arbitral. En este caso el sujeto pasivo perderá su derecho a
acudir al arbitraje, pudiendo en consecuencia el sujeto activo iniciar de manera directa el
proceso judicial.
Procedimiento arbitral:
Al no contemplar la Ley Nro. 27117 el trámite del procedimiento arbitral a seguir con motivo de la
expropiación, habrá que estar a lo dispuesto en el Decreto Legislativo que norma el arbitraje
(Decreto Legislativo Nro. 1071). Sobre el particular, cabe indicar que si bien se desprende del
artículo 35 de la Ley Nro. 27117 que la Ley Nro. 26572 es aplicable supletoriamente, en razón
de haber sido derogada esta última Ley por el Decreto Legislativo Nro. 1071, debe entenderse
en la actualidad que la aplicación supletoria recae en la normatividad del referido Decreto
Legislativo.
D. El pago de la indemnización:
“El Tribunal Arbitral requerirá al sujeto activo para que bajo apercibimiento de caducidad de la
expropiación, dentro de los 40 (cuarenta) días siguientes consigne en el Banco da la Nación, a
disposición del Tribunal, la indemnización justipreciada fijada en el laudo, debidamente
actualizada, así como un importe por los eventuales gastos de formalización de la transferencia.
En caso de acreditarse que el bien a adquirirse esté afecto a gravámenes, embargos u otras
medidas judiciales o extrajudiciales, se consignará el monto necesario para asegurar el pago de
dichas cargas, con conocimiento del interesado”.
Según el artículo 35 de la Ley Nro. 27117, en todo lo no previsto por el Título VI de la referida
Ley (que norma la vía arbitral establecida para resolver determinadas pretensiones relativas a la
expropiación como: a. la revisión del valor objetivo del bien expropiado; b. la determinación de la
reparación por los daños y perjuicios que se generen para el sujeto pasivo la solicitud de
expropiación total del bien, en los casos que el sujeto activo pre-da una expropiación parcial}, se
aplicará la Ley Nro. 26572, Ley General de Arbitraje. Al respecto, cabe indicar que, en razón de
haber sido derogada esta última Ley por el Decreto Legislativo que norma el arbitraje (Decreto
Legislativo Nro. 1071), debe entenderse que la aplicación supletoria a que se hace referencia
recae en el indicado Decreto Legislativo.
“... Establece (el art. 70 de la Constitución Política de 1993) que a nadie puede privársele de su
propiedad sino, exclusivamente, por causa de seguridad nacional o necesidad pública,
declarada por ley; que este dispositivo modifica el Artículo ciento veinticinco de la Constitución
Política de mil novecientos setentinueve al suprimir la causa de interés social como causa! de la
privación del derecho de propiedad: que en consecuencia se ha de considerar modificado el
Artículo novecientos veintitrés del Código Civil en cuanto a que el concepto de usar de la
propiedad en armonía con el interés social no implica privar de dicho derecho al propietario...”
(Casación Nro. 84-94/Lambayeque, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 22-10-1995,
págs. 13-14).
“... Se trata [la expropiación] de un contrato de compra-venta forzoso ordenado e impuesto por la
ley, contra el cual el expropiado no se puede oponer sino solamente en cuanto al monto de la
valorización...” (Casación Nro. 797-99/Lima, publicada en el Diario Oficia! El Peruano el 02-05-
2002, págs. 8710-8711).
“... La suma depositada como monto indemnizatorio ha estado a disposición del expropiado
desde la fecha que la sentencia quedó consentida, [...] no pudiendo ordenarse la actualización
de ese importe [...]; [..,] ¡a petición de actualización, entendida como la realización de una nueva
tasación con valor actual del predio, es improcedente..." (Casación Nro. 750-99 / Cusco -
Sicuani, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-03-2001, pág. 6979).
“... En el presente caso, no se ha acreditado que el sujeto activo de la expropiación haya iniciado
el procedimiento respectivo [proceso de expropiación], por So que teniendo en cuenta los
artículos dos mil seis y dos mil siete del Código Civil, la caducidad puede declararse de oficio o a
petición de parte y se produce transcurrido el último día del plazo, aunque éste sea inhábil; por
lo que se ha producido la caducidad del derecho a la expropiación...” (Casación Nro. 2580-98
/Arequipa, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-07-2001, págs. 7386-7387).
“... Al no haber concluido el proceso de afectación de! predio rústico materia de la controversia,
ni haberse iniciado la expropiación del mismo, el título de beneficiario resulta incompleto, por
cuanto le otorgaba un derecho expectaticio a su adjudicación, que sólo podía concretarse
cuando el Estado adquiera la propiedad del bien” (Casación Nro. 3625-97/Huaura, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 21-08-2000, págs. 6013-6014).
“... Sólo mediante resolución judicial se puede declarar la nulidad o cancelación de los Títulos de
Propiedad extendidas como consecuencia de la expropiación así como de la inscripción registral
de las mismas, si la hubiera” (Casación Nº 572-96/Lima, publicada en el diario Oficial El Peruano
el 13-05-199, págs. 1021-1022).
“... La acción de reversión [de la expropiación] es una acción real de derecho público, la que
tiene por objeto obtener la devolución del bien expropiado, por habérsele dado destino distinto,
respecto [a] aquel para el que fue expropiado” (Casación Nro. 73-2001/Ancash, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 30-07-2003, págs. 10770-10771).
“... Siendo la finalidad de los procesos de expropiación la afectación de bienes» favor del Estado
por razones de interés social sustentadas en causas de necesidad y utilidad pública, procede la
reversión de los inmuebles objeto de la litis al no habérseles dado la finalidad [...], en beneficio
de la población, para los que fueron expropiados...” (Casación Nro. 1234-01/Arequipa, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 02-05-2002, págs. 8693-8694).
“... Tratándose la demanda [...] de una pretensión de reversión [de la expropiación] por el
supuesto no inicio de las obras lo cual ha sido negado por la demandada aduciendo que sí se
iniciaron éstas hasta su culminación, el superior colegiado debió limitarse, en vía de revisión, a
pronunciarse sobre la caducidad o no de [a demanda o la prescripción o no de la acción de
reversión deducida como excepción, y no pasar a resolver la propia pretensión declarando que
la demandada no cumplió con iniciar la obra dentro del plazo de Ley y que por ende ya operó de
pleno derecho la reversión, cuando ello estaba reservado para la expedición de la sentencia
previo desarrollo de los citados actos procesales [saneamiento del proceso, fase conciliatoria y
debate probatorio dentro de audiencia de pruebas]; violando el artículo trescientos setenta, in
fine, del Código Procesal Civil que establece que cuando ¡a apelación es de un auto, la
competencia del superior sólo alcanza a ésta y a su tramitación...” (Casación Nro. 0795-98 /
Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-03-2001, págs. 7082-7083).
CAPITULO XXIII
I. PROCEDENCIA
El artículo 509° del Código Procesal Civil define la responsabilidad civil del Juez: el Juez es
civilmente responsable cuando en ejercicio de su función jurisdiccional causa daño a las
partes o a terceros, al actuar con dolo o culpa inexcusable, sin perjuicio de la sanción
administrativa o penal que merezca.
Incurre en culpa inexcusable cuando comete un grave error de derecho, hace interpretación
insustentable de la ley o causa indefensión al no analizar los hechos probados por el
afectado.
2) Resuelve en discrepancia con la opinión del Ministerio Público o en discordia, según sea el
caso, en temas sobre los que existe jurisprudencia obligatoria o uniforme, o en base a
fundamentos insostenibles (Art. 510° del CPC).
El artículo 400° del Código Procesal Civil, que está comprendido en el capítulo referente al
recurso de casación, bajo la denominación de "Doctrina jurisprudencial", dispone que cuando
una de las Salas de la Corte Suprema lo solicite, en atención a la naturaleza de la decisión a
tomar en un caso concreto, se reunirán los vocales en Sala Plena para discutirlo y resolverlo.
La decisión que se tome en mayoría absoluta de los asistentes al Pleno constituye doctrina
jurisprudencial y vincula a los órganos jurisdiccionales del Estado, hasta que sea modificada
por otro pleno casatorio. El pleno casatorio es obligatorio cuando se conozca que otra Sala
está interpretando o aplicando una norma en un sentido determinado.
II.- CONCEPTO
(1)Consiste en la obligación que recae sobre una persona de reparar el daño que ha causado a
otro, sea en naturaleza o bien por un equivalente monetario, (normalmente mediante el pago
de una indemnización de perjuicios). Díez-Picazo define la responsabilidad como «la sujeción
de una persona que vulnera un deber de conducta impuesto en interés de otro sujeto a la
obligación de reparar el daño producido».
Aunque normalmente la persona que responde es la autora del daño, es posible que se haga
responsable a una persona distinta del autor del daño, caso en el que se habla de
«responsabilidad por hechos ajenos», como ocurre, por ejemplo, cuando a los padres se les
hace responder de los daños causados por sus hijos, o al propietario del vehículo de los daños
causados por el conductor con motivo de la circulación.
1)www.wikipedia.org.es
La idea central que recoge este artículo es la existencia de fallos contradictorios, los que
constituyen un agravante para la credibilidad del sistema judicial. Las decisiones contradictorias
son cuestionables porque lapidan uno de los principios fundamentales, que sustenta la razón
de ser del derecho: la igualdad ¿Cómo poder explicar que frente a iguales hechos existan
pronunciamientos sustancialmente diferentes?
Para mantener la unidad del derecho Objetivo, nuestro sistema procesal ha otorgado a la corte
de Justicia la facultad casatoria a fin de “unificar la jurisprudencia nacional”. En ese sentido,
véase lo regulado en el artículo 384 del CPC y el artículo 22 de la LOPJ, sin embargo, la Corte
Suprema peca de omisión a dicho deber. El otro referente que nuestro sistema legal acoge
como productora de jurisprudencia, con efecto vinculante, son los precedentes que establece el
Tribunal Constitucional.
La fuerza obligatoria del precedente judicial supone que una vez resuelta una cuestión
mediante una sentencia, se establece un antecedente que en principio, no puede variar
posteriormente. La regla obliga a que se acaten los precedentes cuando una controversia se
susciten de hecho y de derecho idénticas. Ello se hace para mantener equilibrada la balanza
de la justicia a fin de que esta no oscile con cada nueva interpretación de un juzgador. La
balanza supone que se inclina por el peso de los hechos y no por el peso que le confiere la
interpretación antojadiza del juez.
Este trabajo monográfico establece la competencia para conocer las pretensiones sobre
responsabilidad civil, en atención al grado y al territorio. En el primer caso, diremos que se
divide al trabajo en atención a la función que se encomienda realizar; por ejemplo, el casar, el
apelar y la consulta son tareas asignadas a terminados jueces, en atención al grado en el
proceso. La tarea que cumple el juez en cada grado es diferente: en el primero , tiene la
plenitud de las atribuciones para aplicar la norma que, según su análisis, resulte ,más
apropiada; en el segundo, limita su decisión a los argumentos o glosas de la parte vencida en
la revisión provocada.
Un aspecto importante que resaltar es que todos los jueces, pertenezcan o no a la carrera
judicial, por el solo hecho de ejercer la función jurisdiccional, tienen como correlato la
responsabilidad civil frente a los daños que el ejercicio de su función pudiere ocasionar. En tal
sentido, los jueces de paz son jueces con junción jurisdiccional que recurren a otro referente
no necesariamente basados en la norma positivada sino en los usos y costumbres, sin que ello
sea limitante para el ejercicio de los poderes que la jurisdicción delegada les reconoce.
Sin los demandados son jueces de la Corte Suprema y de las Cortes Superiores, al margen
que sean provisionales o titulares (la ley no distingue la condición del juez), corresponderá a la
Sala Civil de la Corte Suprema conocer respecto de la responsabilidad atribuida a los jueces de
la propia Corte Suprema y de las Cortes Superiores.
Cuando la demanda se dirija contra un Juez Civil, Juez de Paz Letrado o Juez de Paz, es
competente la Sala Civil de Turno del Distrito Judicial dentro de cuyo ámbito ejerza jurisdicción
el Juez demandado.
Cuando la demanda se dirige contra los Vocales de la Corte Suprema y de las Cortes
Superiores, es competente la Sala Civil de la Corte Suprema (Art. 511° del CPC).
La primera parte del artículo 511° del Código Procesal Civil parece excluir del proceso de
responsabilidad civil a los Jueces Especializados en lo Penal, Laboral.
Este proceso solo se impulsa a pedido de parte (Art. 509° in fine del CPC).
VII.- DEMANDA
(2)La demanda sólo puedo interponerse luego de agotados los medios impugnatorios previstos
en la ley contra la resolución que causa daño (Art. 513° del CPC).
La demanda debe interponerse dentro de los tres (03) meses contados desde que quedó
ejecutoriada la resolución que causó daño (Art. 514° del CPC).
VIII.-CARGA DE LA PRUEBA
El artículo 515" del Código Procesal Civil dispone que la carga de la prueba del daño causado
se regula por las normas del Código Civil referidas a la inejecución de las obligaciones. Por
tanto, la carga de la prueba del dolo ó la culpa inexcusable, y del daño y su cuantía
corresponde al perjudicado, conforme a los artículos 1330° y 1331° del Código Civil.
a) En cuanto a la primera atribución cabe precisar que el Ministerio Público “es parte formal o
funcional, y jamás parte substancial. Y es que el Ministerio Público interviene en el proceso
cumpliendo la obligación, el deber que le impone la ley, y no defendiendo un interés personal. Y
a pesar de que en el proceso civil defienda un interés particular, como por ejemplo el interés de
un ausente, ello no quiere decir que el Ministerio Público sea el personalmente interesado, sino
tan solo que realiza una función tutelar social a través de un interés privado, función que le ha
sido impuesta por la necesidad y las leyes.”
“El Ministerio Público puede considerarse parte en juicio; pero será una parte con
características todas ellas propias, ya que no podrá soportar las consecuencias económicas y
patrimoniales de la acción por él ejercida, pues siendo portador de un interés público estatal,
sólo con este carácter esta legitimado a actuar. Así por ejemplo parece que el Ministerio
Público no puede ser condenado a las costas del juicio, cuando la acción venga a ser ejercida
también por el sujeto también interesado, las consecuencias de este ejercicio serán de aquel
que de la acción y del ejercicio de ella podía o debía experimentar un daño o beneficio” . Ello
ocurre también en nuestra legislación vigente así el Ministerio Público está exento de la
condena en costas y costos (Art. 413 CPC), esta exceptuado al pago de la contra cautela. (Art.
614 CPC); y en el ejercicio de sus funciones está exonerado del pago de tasas judiciales -Ley
Orgánica del Poder Judicial inciso f) del Art. 24-.
Finalmente en cuanto a su atribución como parte se debe considerar que el Art. 14 de la Ley
Orgánica del Ministerio Público establece que “sobre el Ministerio Público recae la carga de la
prueba en las acciones civiles, penales y tutelares que ejercite. Los jueces citarán
oportunamente, bajo responsabilidad, al Fiscal que actúe en el proceso, a sus diligencias
fundamentales y a las de actuación de pruebas ofrecidas por cualquiera de las partes u
ordenadas de oficio. También será notificado dicho Fiscal con las resoluciones que se expidan
en el proceso, bajo pena de nulidad.
En cuanto al dictamen singular comentario merece la Ley 17537 que en su Art. 21 dispone que
el Ministerio Público está obligado a dictaminar en todas las instancias, en los litigios que el
Estado sea parte.
XI.- RESPONSABILIDAD SOLIDARIA ENTRE EL ESTADO Y LOS JUECES
La sentencia que declara fundada la demanda sólo tiene efectos patrimoniales. En ningún caso
afecta la validez de la resolución que produjo el agravio (Art. 517° del CPC).
Además, el demandante puede hacer que el demandado publique la sentencia final, a su costo,
por dos (02) días consecutivos en un diario de circulación nacional, si se ha reservado tal
facultad en la demanda, facultad que será ejercitada en ejecución de sentencia (Art. 517° del
CPC).
TERCERIA
CONCEPTO
Pretensión jurídica que se tramita mediante proceso abreviado, por el cual una tercera persona,
reclama ingresar en la relación jurídica procesal expresando un derecho incompatible con el remate
o un derecho preferente de pago.
Persona que ejecuta una acción ajena a un juicio, invocando a su favor un derecho de tercería.
FUNDAMENTO
CLASES DE TERCERIA
- Tercería de pago: La tercería de pago puede ser de mejor derecho o derecho preferente y de
igual derecho, llamada también coadyuvante.
Teniendo por objeto reclamar la preferencia para el pago, es natural que la tercería de derecho
deba ser promovida necesariamente antes que el ejecutante haya cobrado su crédito.
EFECTOS:
En el Art. 537 del C.P.C. se establece admitida la tercería de derecho preferente esta produce el
siguiente efecto:
Suspender el pago al acreedor hasta que se decida en definitiva sobre la preferencia, salvo que el
tercerista otorgue garantías suficiente criterio del Juez para responder por el capital, interés,
costas, costos y multas.
ELEMENTOS:
-Que la oposición surja merito de un embargo que se ha trabado. La terceria procede no solo en
el juicio ejecutivo, sino en los ordinarios, y sumarios, siempre que se haya trabado el embargo.
FINALIDAD:
La tercería de propiedad tiene por finalidad específica LA DESAFECTACION de aquel bien que ha
sido afectado por una medida cautelar o de ejecución dictada para hacer efectiva una obligación
ajena. En este sentido, a través de la tercería de propiedad el legislador faculta al verus dominus
de un bien para que pueda desafectarlo y así evitar que su bien responda por una obligación de la
cual el no es el titular, como consecuencia de un proceso del cual tampoco es parte.
OPORTUNIDAD
Con arreglo al Art. 534 del C.P.C. la tercería de propiedad puede imponerse en cualquier
momento antes que se inicie el remate del bien , es decir, el verdadero propietario del bien
puede interponer la demanda de tercería de propiedad aun cuando el bien afectado haya sido
convocado a remate, pero adjudicado, logrando de esta forma la suspensión del remate y la
correspondiente desafectación del bien.
BIBLIOGRAFÍA
ALBALADEJO, Manuel: DERECHO CIVIL, tomo III, volumen primero, octava edición, Bosch, Barcelona, 1994.
BALBÍN GUADALUPE, Augusto J. Código Civil – Derechos Reales. Libro V. Tomo I. Primera Edición Lima – Perú 1990.
CALDERÓN SUMARRIVA Ana y ÁGUILA GRADOS Guido. Enciclopedia Jurídica. EGACAL. Primera Edición: 2008 –
Perú.
CASTILLO QUISPE Máximo y SÁNCHEZ BRAVO Edwar. Manual de Derecho Procesal Civil
DÍEZ-PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio: SISTEMA DE DERECHO CIVIL, volumen III, quinta edición, 4ª reimpresión,
Tecnos, Madrid, 1995.
MAZEAUD, Henry, LEÓN y JEAN: Lecciones de Derecho Civil, parte segunda, volumen IV, EJEA, Buenos Aires, 1960.
SCHREIBER PEZET, Max Arias: Exégesis del Código Civil de 1984 Tomo V - Derechos Reales WC. Editor. Primera
edición. 1993.
ANEXO 01
Exp. N°:
Cuaderno : Principal
Escrito N° : 01
Sumilla : Demanda Prescripción Adquisitiva
de inmueble
ÁNGEL HERRERA FERNÁNDEZ, con D.N.I. N° 08184898 y LUISA ARGENTINA MILLO FLORES DE
HERRERA, con D.N.I. 08206822, ambos con domicilio en Jr. Marañón 346-350, Rímac y señalando
domicilio procesal en CASILLA 1923 del Colegio de abogados de Lima, Cuarto Piso del Palacio de
Justicia, a Ud. respetuosamente digo:
I. PETITORIO
1. Que, hace aproximadamente 35 años los demandados nos acogieron amicalmente en su do-
micilio, en vista que habíamos llegado a Lima con la sola referencia de la Sra. Encarnación
Dolores Verdesoto, dada una lejana relación familiar que la unía con mi esposa, Sra. Argenti -
na Jaramillo Flores; ya que, habiéndonos casado y solicitado mi retiro del ejército, decidimos
dejar Piura, lugar donde habíamos residido por buen tiempo debido a que en mi entonces
condición de militar del ejército peruano, estuve destacado en el Cuartel Grau de dicha ciu -
dad y es así que decidimos empezar una nueva vida en Lima.
2. Es así que, con el transcurso del tiempo, se ausentaron los propietarios del inmueble que-
dando nosotros en posesión del mismo y desde entonces, más de 35 años, hemos actuado
como propietarios, responsabilizándonos por el inmueble. Estamos pues ante el abandono
del inmueble por parte de sus propietarios registrables, quedando nosotros desde entonces
(hace más de 35 años) como "propietarios de hecho", responsabilizándonos del mismo y que
debido a dicha circunstancia dejamos de tener contacto y referencia con la indicada sociedad
conyugal no sabiendo en la actualidad nada sobre el paradero de los mismos.
3. Que, desde aquella fecha siempre nos hemos comportado como propietarios inmueble sub-li-
tis, sin más título que la continua y pacífica posesión del inmueble que nos permitió la posibi -
lidad de establecer un negocio de imprenta, lo que demuestra nuestra firme voluntad de pro-
pietarios, asumiendo como corresponde el pago del Impuesto Predial y los de arbitrios muni-
cipales y demás servicios que se paga por el preferido inmueble.
4. Que, en ese sentido, hemos venido poseyendo de buena fe y con justo titulo el inmueble sub-
materia, cuya área, linderos y medidas perimétricas pasamos a describir:
Por la Derecha, entrando en línea recta con 31,20 ml., con propiedad de terceros.
Por la Izquierda, entrando en línea recta con 31,20 ml., con propiedad de terceros.
Sobre la integridad del terreno se ha levantado una Casa habitación de 02 plantas, conforme
se describe en la Memoria Descriptiva.
5. Que, tan cierta es Sr. Juez nuestra vocación de poseedores legítimos y de buena fe para
prescribir el inmueble mencionado, que contamos con justo título que se expresa en la conti-
nuidad de nuestra posesión, la misma que se ha desenvuelto acorde con los requisitos exigi-
dos para ser declarados propietarios por efecto de la prescripcion y que a continuación deta-
llo:
Es una posesión continua, pues desde hace más de 35 años, estamos habitando el
inmueble sub-materia hasta la fecha presente sin que en ningún momento hayamos per-
dido la posesión del mismo. Este hecho queda corroborado por el pago anual y declara-
cion jurada que hemos venido efectuando del Impuesto predial correspondiente al inmue-
ble sub-materia y que con el presente cumplimos con adjuntar los correspondientes a los
años de 1990 hacia delante, con los cuales acreditamos una posesión de 10 años, de-
biendo precisar que conforme al art. 915 del Código Civil nosotros estamos acreditando
que venimos poseyendo el inmueble desde hace más de 35 años y con documento
sustentatorio como es la Declaración Jurada y Pago del Impuesto Predial de 1990 acredita-
mos haber continuado con nuestra posesión y dada nuestra actual posesión se debe presu-
mir certeramente haber poseído en el tiempo intermedio, conforme además acreditamos con
la Constancia expedida por la Municipalidad Distrital del Rimac. Por tanto, estamos acreditando
con documentos sustentatorios ante vuestro Despacho que por lo menos cumplimos con 10
años de posesión continua y que conforme al ordenamiento legal se nos debe declarar pro-
pietarios del inmueble sub-materia.
Es una posesión pacifica, por cuanto la toma de la posesión del inmueble, se hizo en
virtud de un justo titulo y sin mediar violencia alguna contra los anteriores propietarios,
relacionados con mi esposa. Asimismo, nunca durante el transcurso de la presente pose-
sión hemos recurrido a violencia o intimidación alguna en defensa de nuestra situación
actual.
Es una posesión como propietario, por cuanto desde aquella fecha estamos en la
convicción que el inmueble que poseemos es propiedad declarada y hecha pública por
nosotros ante terceros todos los actos concernientes a esta propiedad, incluso toda asun-
ción de gastos, las efectuamos como propietarios que somos y que nuestros vecinos y
toda aquella persona relacionada a nuestro entorno, asumen tal situación jurídica.
6. Que, contamos con justo título y tenemos buena fe, habiendo transcurrido más 35 años que
venimos poseyendo en forma continua, pacífica, pública y como propietarios del inmueble
mencionado, por lo que recurrimos a vuestro Despacho a fin que se nos declare Propietarios
del inmueble sito en Jr. Marañón 346-350, Rimac, Lima.
art. 915 del Código Civil: Que, establece la presunción de que si el poseedor actual prueba
haber poseído anteriormente, se presume que también poseyó en el plazo intermedio. En este
caso, nosotros hemos probado con la Declaración Jurada del Impuesto Predial del año de
1990 haber poseído el inmueble sub-litis desde ese año, lo que resulta que se acumula a
nuestra posesión el plazo intermedio.
art. 950 del Código Civil: Que, establece los requisitos para adquirir la propiedad de un
inmueble por prescripción. En nuestra demanda hemos acreditado cumplimiento de tales
requisitos.
art. 952 del Código Civil: Que, señala el procedimiento para acceder a la propiedad por
prescripción. En nuestro caso hemos iniciado la acción legal correspondierie
art. 65 del Código Procesal Civil: Que, establece la representación procesal de la sociedad
conyugal, en nuestro caso hemos dado cumplimiento a tal disposición
art. 486 inc. 2 del Código Procesal Civil: Que, establece en que vía procedimental se va
tramitar el presente petitorio, esto es como PROCESO ABREVIADO.
art. 488 del Código Procesal Civil: Que, establece la competente juzgado para atender este
proceso, en este caso el Juzgado Civil de Lima.
art. 504 y ss. del Código Procesal Civil: Que, establece en especifico los trámites y
procedimientos que se tienen que realizar en este proceso
V. MEDIOS PROBATORIOS
5. El mérito del Estado de Cuenta Corriente y Constancia del inmueble sub-materia, expedido
por la Municipalidad del Rimac, con lo cual acreditamos estar al día en el pago de los
impuestos que afectan al inmueble sub-litis.
7. Rony Oliver Guerra Fernández, con D.N.I. 08175897, Auxiliar Contable, con domicilio en Jr.
Libertad 353, Rimac.
8. Walter Ramos Burga, con D.N.I. 08303727, obrero, con domicilio en Jr. Platino 662, San Juan
de Lurigancho.
9. Florencio Rojas Requena, con D.N.I. 08082813, comerciante, con domicilio en Jr. Marañón
354, Rimac.
VI. ANEXOS
POR TANTO:
Pedimos a Ud. señor Juez admitir la presente demanda, declarándola fundada en su oportunidad y
ordenando se cancele el registro anterior y se inscriba nuestro derecho en el Registro de la
Propiedad Inmueble de Lima.
PRIMER OTROSÍ DIGO: Que, designamos como nuestro representante judicial para la
tramitación del presente proceso, al Letrado que autoriza el presente es crito, otorgándole las
facultades generales de representación contenidas en el art. 74 del C.P.C.; declarando
expresamente estar instruidos de los límites y alcances de la representación conferida; reiterando
como nuestro domicilio personal el referido en el exordio de la presente solicitud.
SEGUNDO OTROSÍ DECIMOS: Que, autorizamos a los Srs. Ricardo Cruz Cerna, con D.N.I.
15840354 y Juan Carlos Sánchez Monsefú, con D.N.I. 40602286, a fin que indistintamente
cualquiera de ellos tome conocimiento de las notificaciones por nota a expedirse, de
conformidad con el art. 156 del Código Procesal Civil; así como para que en tal condición
realicen lectura del expediente, recojan anexos, oficios, partes judiciales, copias certificadas,
exhortos, edictos, publicaciones y demás documentos.
TERCER OTROSÍ DECIMOS: Que, a fin de dar cumplimiento a lo dispuesto por el art. 505 inc. 1
del Código Procesal Civil, señalamos que los propietarios u ocupantes de los inmuebles
colindantes al sub-materia, son las siguientes personas:
Por la Derecha: colinda con inmueble ocupado por la Srta. Katty Panduro Vásquez,
a quien se va a notificar en su domicilio sito en Jr. Marañón 336, Rímac.
Por la Izquierda: colinda con inmueble ocupado por el Sr. Florencio Rojas Requena,
a quien se va a notificar en Jr. Marañón 354, Rimac.
Por el Fondo: colinda con inmueble ocupado por la Sra. Victoria Hernández Muñoz,
a quien se va a notificar en Jr. Loreto 371-379, Rímac.
SENTENCIA
Exp. N° 2001 -6447-0100-J-CL-12
Demandante: Ángel Herrera Fernández y otra
Demandada: Alcibiades Lurquín Ibazeta y otra
Materia: Prescripción adquisitiva de dominio
Resolución N° QUINCE
VISTOS: Resulta de autos que por escrito de fojas treintiuno, subsanado a fojas cuarenticuatro y
cuarentinueve, Ángel Herrera Fernández y Luisa Argentina Jaramillo de Herrera interponen
demanda de prescripción adquisitiva contra la sociedad conyugal formada por los esposos
Alcibiades Lurquín Ibazeta y Encarnación Dolores Verdesoto de Lurquín, a fin de que se les declare
propietarios del inmueble ubicado en el Jr. Marañón 346 - 350, Rímac, Lima, por estar en posesión
continua, pacífica y pública propietarios del referido inmueble. Los actores amparan su pretensión en
los fundamentos de hecho y de derecho en la demanda descritos, la misma que es admitida a
trámite en la vía abreviada por resolución de fojas cincuentiuno. Que por resolución de fojas
setentisiete se nombra curadora procesal de los demandados, quien contesta la demanda a fojas
ochentiocho, negando y contradiciendo sus términos, llevándose a cabo la audiencia de
saneamiento procesal y conciliación y la de pruebas por actas de fojas ciento siete y ciento
veintinueve, respectivamente, y siendo el estado del proceso de sentenciar: CONSIDERANDO:
PRIMERO: Que, conforme lo estipula el artículo 950 del Código Civil “La propiedad inmueble se
adquiere por prescripción mediante la posesión continua, pacífica y pública como propietario durante
diez años” y “Se adquiere a los cinco años cuando median justo título y buena fe”; lo anterior implica
que quien demanda la prescripción adquisitiva debe acreditar la posesión por el periodo que invoca
y que ella sea como propietario, además de continua, pacífica y pública; SEGUNDO: Que,
en el presente caso por demanda de fojas treintiuno Ángel Herrera Fernández y Luisa Argentina
Jaramillo de Herrera persiguen se les declare propietarios del inmueble ubicado en el Jirón Marañón
346 - 350, Rímac, Lima, el mismo que según afirman- lo vienen poseyendo por más de treinticinco
años, al haberlos acogido los demandados y propietarios regístrales, Alcibiades Lurquín Ibazeta y
Encarnación Dolores Verdesoto de Lurquín. TERCERO: Que, del contexto de la demanda fluye que
los demandantes se han amparado en el plazo largo de diez años para que se les declare
propietarios del inmueble, sin embargo, analizadas en su conjunto las pruebas aportadas al proceso
no se causa convicción en este juzgador de que la demanda deba ser amparada, pues, no se ha
acreditado fehacientemente que los demandantes estén en posesión del inmueble a título de
propietario, cuando menos los diez años del periodo que alegan; CUARTO: Que, en efecto, los
demandantes para acreditar su pretensión han presentado diversa documentación así como prueba
testimonial, de lo cual se aprecia a fojas veintisiete - veintiocho, una copia de declaración jurada de
autovaluo del inmueble materia de prescripción hecha supuestamente por Ángel Herrera Fernández
y que correspondería al año mil novecientos ochenta; sin embargo, no se observa con certeza la
fecha de su presentación ni la entidad receptora, pues, los mismos se encuentran ilegibles;
QUINTO: Que, en todo caso, aún cuando efectivamente se hubiere materializado dicha declaración
jurada en aquel año, su mérito probatorio para los fines de acreditar el plazo largo, ha sido enervado
por la demás documentación presentada por los propios demandantes; pues, las declaraciones
juradas de autovalúo y pago del impuesto predial a que se refieren los folios once a veintiuno y
veinticuatro a veintiséis, correspondientes a los años mil novecientos noventa, mil novecientos
noventiocho, mil novecientos noventinueve y dos mil, aparecen efectuados por el demandado y
propietario registral Alcíbiades Lurquín Ibazeta; y si los demandantes han tenido físicamente esos
documentos, los mismos que lo han presentado al proceso, no significa que tales declaraciones
juradas y el pago de los tributos hubieren sido realizados por ellos; SEXTO: Que, igual ocurre con el
estado de cuenta corriente, al primero de setiembre del dos mil, expedida por la Municipalidad del
Rímac, respecto a la tributación que grava al inmueble materia de prescripción correspondiente a los
años mil novecientos noventiocho, mil novecientos noventinueve y dos mil, de fojas veintidós y
veintitrés, el que también se encuentra a nombre de Alcibiades Lurquín Ibazeta y no de los
demandantes, lo que se corrobora con la constancia de fojas veintinueve expedida por la
Administración Tributaria de dicha Municipalidad, correspondiente a los años mil novecientos
noventitrés al dos mil, en que se hace constar que el inmueble está a nombre de Alcibiades Lurquín
Ibazeta y no de los demandantes. SÉTIMO: Que, a mayor abundamiento, se tiene que hasta en los
planos de ubicación y perimetral de fojas ocho y nueve así como en la memoria descriptiva de fojas
diez, de mil novecientos noventinueve y mil novecientos noventiocho, aparece como propietario, el
demandado Alcibiades Lurquín Ibazeta; y como mero posesionario el demandante Ángel Herrera
Fernández; a ello se agrega que los demandantes según sus Documentos Nacionales de Identidad
que en copias obran a fojas uno, domicilian en inmueble distinto al del presente proceso; OCTAVO:
Que, de todo lo expuesto se concluye que los demandantes no satisfacen los requerimientos para
ser declarados propietarios por prescripción del inmueble que reclaman, siendo insuficientes las
declaraciones testimoniales prestadas por los testigos Rony Oliver Guerra Fernández, Walter Ramos
Burga y Florencio Rojas Requena, en la audiencia de pruebas de fojas ciento veintinueve, conforme
a los pliegos interrogatorios de fojas ciento veintitrés, ciento veinticinco y ciento veintisiete;
deviniendo como consecuencia de ello sin objeto el análisis de los antecedentes regístrales del
inmueble, de fojas tres a siete y de fojas ciento treinticuatro a ciento cuarentiocho; por lo que, de
conformidad con el artículo 200 del Código Procesal Civil: FALLO declarando INFUNDADA la
demanda de fojas treintiuno, subsanada a focuarenticuatro y cuarentinueve; sin costas ni costos del
proceso.
Escrito N° : 09
Que, interpongo Recurso Impugnatorio de Apelación con Efecto Suspensivo contra la Sentencia
emitida por su despacho con fecha 27 de Febrero de 2002, a fin que la misma reexaminada por
el Superior Jerárquico y posteriormente revocada, por no estar conforme con lo resuelto por
vuestro Despacho, por las consideraciones que paso a exponer:
1. Que, la Sentencia impugnada nos causa agravio, al declarar Infundada nuestra demanda de
Prescripción Adquisitiva, dejándose así en total desamparo nuestro derecho de propiedad
sobre el inmueble sub-materia y en la más absoluta jurídica.
2. Que, la sentencia expedida por el a-quo señala en el punto Octavo que "...todo lo expuesto se
concluye que los demandantes no satisfacen los requerimientos para ser declarados
propietarios por prescripción del inmueble que reclaman, siendo insuficientes las
declaraciones testimoniales prestadas por los testigos...”. Del análisis esbozado por el a-quo,
se puede apreciar la confusión y poca valoración que han merecido los medios probatorios
que acreditan nuestro real y actual posesión como propietarios sobre el inmueble sub-materia.
4. Que, asimismo, el a-quo cuestiona las "Declaraciones Juradas de Autovaluo" y los "Recibos
de Pago del Impuesto Predial" correspondientes a los años de 1990, 1998, 1999 y 2000, así
como del "Estado de Cuenta Corriente" del inmueble sub-materia correspondiente a los años
de 1998, 1999 y 2000, porque siguen estando a nombre del demandado Alcibiades Lurquin
Ibazeta y el hecho que dichos documentos estén en nuestro poder y hayamos pagado los
mismos "no significa que tales declaraciones juradas y el pago de los tributos hubieren sido
realizados por ellos (nosotros)", según pretende afirmar el a-quo. Discutible yfuera de toda
lógica-jurídica tal afirmación, puesto que el objeto de este proceso es declarar propietario a
quien acredite estar en posesión real y efectiva como propietario de un inmueble por un
período determinado y no quien aparece en los documentos. En efecto, el demandado
Alcibiades Lurquin Ibazeta sigue apareciendo en las Declaraciones Juradas de Autovaluo,
recibos de pago del impuesto y en los Estados de Cuenta del inmueble sub-materia, porque
precisamente él aparece como propietario contra quien nosotros estamos prescribiendo y que
aparece así ante el Registro de Propiedad Inmueble de Lima, pero éste no es un poseedor
real y efectivo del inmueble, ya que quien posee y paga todos los tributos, servicios y demás
gastos inherentes al inmueble somos nosotros y en nuestro afán de regularizar esta situación
ante la Municipalidad del Rimac, ésta nos obliga a seguir un proceso como el presente ya que
no podemos exhibir título de propiedad (c-v, legado, etc.), pero sí el de posesión continua,
pacífica y como propietario sobre el inmueble sub-materia, tal como lo afirmaron los testigos
en autos. Además, que conforme al art. 1222 y 1229 del Código civil, por tener interés en
regularizar nuestra propiedad sobre el inmueble sub-litis estamos pagando los tributos y
derechos que afectan al mismo y la tenencia de los recibos y documentos presentados son
pruebas de tal situación, que increíblemente el a-quo ha desconocido.
5. Que, por último, el a-quo pretende cuestionar el hecho que en los planos que presentamos
como requisito esencial para este proceso aparece el demandado como Propietario y que en
nuestros documentos de identidad aparecen señalados como nuestros domicilios una
dirección distinta al inmueble que estamos prescribiendo, afirmaciones éstas que están fuera
de toda lógica-jurídica puesto que la primera afirmación no tiene mayor asidero legal puesto
que es una exigencia legal y administrativa por tratarse de un bien inmueble inscrito a nombre
del demandado y la segunda afirmación es contraria al art. 35 del Código civil que, establece
la posibilidad de tener domicilio múltiple y esto en modo alguno puede ser óbice para
descartar nuestra real y efectiva posesión como propietario del inmueble sub-materia.
6. Que, como podrá apreciarse, el análisis subjetivo y confuso realizado por el aquo le invita a
determinar que como nuestros nombres no aparecen en los documentos, que en originales
nosotros mismos hemos presentado, no se ha acreditado nuestra posesión como propietario
del inmueble sub-litis; cuando precisamente se trata de lo contrario, que teniendo y habiendo
pagado desde siempre los tributos y demás gastos del referido inmueble, ejerciendo pleno
poder como propietario sobre el mismo, y con lo afirmado por los testigos, hemos cumplido
con acreditar plenamente nuestra posesión efectiva y real como propietario sobre el inmueble
sub-litis por más de 10 años.
Que, la sentencia apelada nos causa agravio, en el sentido de declarar Infundada nuestra
pretensión de prescripción sobre el inmueble sub-litis, a fin de ser declarados propietarios del
mismo por estar en posesión continua, pacífica y como propietario, siendo por tanto un grave
perjuicio que nos causa tal situación, ya que nos deja en la más absoluta inseguridad jurídica
para regularizar nuestra situación y hace de la cosa inmueble una cosa de nadie.
En ese sentido, el agravio que nos causa es uno de naturaleza ECONÓMICA Y MORAL, al
dejarnos en la absoluta inseguridad jurídica de regularizar nuestra propiedad sobre el inmueble
sub-litis y lo que significa dejar abandonado un inmueble sobre el cual no podríamos ejercer
nuestros reales derechos de posesión y propiedad.
1. art. 491-inc. 12 del Código Procesal civil, por el cual apelamos dentro del plazo legal
establecido.
2. art. 367 del Código Procesal civil, que señala admisibilidad del presente recurso.
3. art. 368 inc. 1 del Código Procesal, que establece los efectos de la presente apelación.
POR TANTO: Pido a Ud. Señor Juez dar trámite a la presente Apelación y
elevarla al Superior Jerárquico, conforme a ley.
SENTENCIA DE VISTA
Exp. N° 871-2002
S.S.
MANSILLA NOVELLA
SOLLER RODRÍGUEZ
JAEGER REQUEJO
Cuaderno Principal
Especialista Legal: J. Maurate L.
Exp. N2 6447-2001
Resolución N° 19
Por devuelto los autos del Superior, cúmplase lo ejecutoriado; y, encontrándose el proceso en
estado de ejecución: Póngase a conocimiento de las partes a fin de que soliciten lo conveniente en
el plazo de cinco días, bajo apercibimiento de ordenarse su archivo provisional. Cédula
FIRMA JUEZ DÉCIMO SEGUNDO JUZGADO CIVIL
ANEXO 02
Este proceso tiene como único motivo que se rectifique el área de un predio y luego se proceda a
anotarla en los Registros Públicos. No se trata de alterar derechos constituidos, sino establecer con
precisión las medidas y linderos reales del inmueble.
Los hechos son los siguientes. Mediante un proceso anterior entre las partes, concluido el 5 de
mayo de 1975 se estableció que el inmueble signado con los números 730 y 732 de la avenida
Sáenz Peña corresponden a los actores (Carmelo Flores Morales y otros) y que en cambio el pasaje
que tiene el número 734 de la misma avenida pertenecía al emplazado (Rosendo Quispichuco
Castro).
Más adelante mediante certificación catastral del 28 de octubre de 1994, expedida por el Municipio
del Callao, se establece que el inmueble signado con el número 732 de la avenida Sáenz Peña y los
departamentos 1, 2, 3, 4 y 5 del mismo que tienen su ingreso por el pasaje de la avenida Sáenz
Peña son de propiedad de doña Lucía Morales Chávez viuda de Flores, causante de los actores,
quedando rectificada el área del inmueble de los últimos, al haberse excluido el pasaje del inmueble
número 734, por lo que ya no tiene los 261 metros cuadrados originales sino que se ha reducido a
207 metros cuadrados. Esta rectificación luego es inscrita en los Registros Públicos, con lo que
queda expedito el camino para su posterior enajenación, sin problema alguno. La sentencia
estableció esto y luego fue confirmada por la de vista.
En rigor, si es verdad - como afirma el demandado - que la propiedad del accionante es una sola
unidad inmobiliaria (con los números 730 y 732) y no seis inmuebles, al final los actores habrían
logrado obtener una suerte de servidumbre de paso, es decir, una entrada por el pasaje que da el
inmueble de los accionados (cuyo número es 734).
INTERPOSICIÓN DE DEMANDA
Exp. N° : 23-95
Secretario :
Cuaderno : Principal Escrito N° 1
Sumilla : Demanda
I. PETITORIO
1. Por escritura pública del 02 de abril de 1945, otorgada por ante Notario del Callao Dr. Daniel
E. Gordillo, doña MERCEDES GALLAGHER DE PARKS da en venta real y perpetua el
inmueble de su propiedad ubicado en la Av. Sáenz Peña N° 730, 732 y 734- Callao, a doña
LUCÍA MORALES CHÁVEZ Vda. DE FLORES; dicho inmueble tiene las medidas y linderos
siguientes: Por el frente, con la Av. Sáenz Peña con 5.80 mt.; por la izquierda entrando con
45.00 mt., colinda con la propiedad de don ROSENDO QUISPICHUCO y CASTRO; por la
derecha entrando con 45.00 mt., colinda con la propiedad de don FRANCISCO GOTUZZO; y
por el fondo con 5.80 mt., colinda con la propiedad de don ISIDRO SOTO; encerrando un área
total de 261 m2, doscientos sesentiún metros cuadrados; según consta en la cláusula primera
de la escritura pública en referencia.
2. Por el mérito de la demanda del 03 de 1945, inscrita en el asiento 10 del folio 167 del Tomo
263 del Registro de Propiedad Inmueble del Callao, don Rosendo Quispichuco solicita la
nulidad de la venta del 02 de abril de 1945, manifestando que el referido inmueble se le había
ofrecido previamente y que, además, en dicha venta se incluía el pasaje signado con el N°
734 de la Av. Sáenz Peña, el cual estaba vendido e inscrito a su favor en el asiento 1 del folio
11 del tomo 138 del Registro de Propiedad Inmueble del Callao; es decir, sus reclamos eran
infundados, como así se demostró con la sentencia que puso fin a dicho proceso.
4. Por el mérito de la Certificación Catastral del 28 de octubre de 1994, extendida por el Concejo
Provincial del Callao, se establece que el inmueble signado con el N° 732 en la Av. Sáenz
Peña y los departamentos 1, 2, 3,4 y 5 que tienen su ingreso por el pasaje de la Av. Sáenz
Peña 734 son propiedad de doña LUCÍA MORALES CHÁVEZ Vda. DE FLORES y que el
área, las medidas y linderos contenidos en el Plano Perimétrico, de Distribución y de
Ubicación corresponden a la realidad y son los siguientes: Por el frente con la Av. Sáenz Peña
con 4.60 mt., por la derecha entrando con propiedad de Francisco Gotuzzo con 45.00 mt., por
la izquierda entrando con propiedad de Rosendo Quispichuco con 45.00 mt., y por el fondo
con propiedad de don Isidro Soto con 4.60 mt., cerrando un área total de 207 m2, doscientos
siete metros cuadrados.
5. Por el mérito de la Copia Literal del Testamento de doña LUISA MORALES CHÁVEZ Vda. DE
FLORES, con sus herederos sus hijos: EMILIO ROSA ANTONIA, CARMELO y HÉCTOR
GONZALO FLORES MORALES, inscrito en el asiento 2 del folio 305 del tomo 1 de
testamentos de Registro Público del Callao.
6. Por Declaratoria de Herederos de don EMILIO FLORES MORALES, somos herederos sobre
sus derechos y acciones sus hermanos: CARMELO, HÉCTOR y ROSA ANTONIA FLORES
MORALES, esta pre-muerta y representada por sus hijos MIGUEL ADEL y LETICIA JUANA
MOLINARI FLORES; inscritos en la ficha 4160 del Registro de Declaratoria de Herederos del
Callao.
8. La presente demanda no pretende menoscabar derecho alguno sino establecer las medidas
reales del citado inmueble, en cumplimiento de la sentencia del 05 de mayo de 1975,
rectificando el área de las medidas y linderos correspondientes a fin de que proceda su
inscripción en el Registro Público de Propiedad Inmueble del Callao.
9. Los nombres y direcciones de los colindantes, quienes serán citados conforme a ley y que
son: Por la derecha entrando don FRANCISCO GOTUZZO, Av. Sáenz Peña 724-726; por la
izquierda entrando don ROSENDO QUISPICHUCO, Av. Sáenz Peña 734-736; y por el fondo
don ISIDRO SOTO, Jr. Colón 735.
Los artículos 424, 425, 504 inciso 3 y 505 del Código Procesal Civil.
V. MEDIOS PROBATORIOS
9. Copia literal del Poder ficha 11882, del Reg. de Mandatos. Anexo 1-H.
13. Copia literal de Inscripción del predio en el Registro Público. Anexo 1-L.
14. Copia literal de la Escritura Pública inscrita del colindante Rosendo Quispichuco. Anexo 1
-LL.
21. Pliego interrogatorio para el testigo Fausto Alberto Arrojo. Anexo 1-R.
23. Pliego Interrogatorio para la testigo Fabiola Rodríguez Arévalo. Anexo 1-T
TESTIMONIALES
Ofrezco como prueba el testimonio de las personas que a continuación se indican todas ellas de
más de 25 años de edad y residentes en esta Provincia Constitucional, conforme al pliego
interrogatorio adjunto:
1. FAUSTO ALBERTO ARROJO PARAVICINO, comerciante, domiciliado en Calle Manuel Cabieses
N° 150 - La Colonial - Callao.
2. OSCAR TIZÓN HERRERA, corredor de inmuebles, domiciliado en la Av. Sáenz Peña 763-4
Callao.
POR TANTO:
PRIMER OTROSÍ DIGO: Que, estando probado con los documentos que se adjuntan en el principal
de esta demanda, se sirva disponer pasen los partes, conforme al artículo 2014 del Código Civil
para su inscripción en el as. 12 del folio 169 del Tomo 263, del Registro de Propiedad Inmueble del
Callao, por convenir a nuestro derecho.
SEGUNDO OTROSÍ DIGO: Conforme al artículo 506 del C.P.C., pido disponga Ud., la publicación
de un extracto de la presente demanda en el diario de las publicaciones oficiales y en otro de mayor
circulación, conforme a ley.
TERCER OTROSÍ DIGO: Adjunto a la presente demanda y anexos copias suficientes para el
demandado y los colindantes, conforme al artículo 133 y siguientes del C.P.C., que serán entregados
bajo cargo.
Exp. Nº N-151-97
Primera Sala
Lima, primero de julio de mil novecientos noventisiete.
VISTOS; interviniendo como vocal ponente el señor Braithwaite Gonzales; por sus fundamentos y
CONSIDERANDO además: Primero.- Que el Retracto es una institución limitativa del derecho de
propiedad que por concesión legal se establece para determinadas personas para subrogarse en
lugar del comprador y en todas las estipulaciones del contrato de compraventa, en tal sentido el
legislador la ha rodeado de garantías y limitaciones, que le concede calidad de excepción, lo que ha
sido reconocido en la doctrina y en legislaciones; Segundo.- Que en el caso de autos el actor aduce
como fundamentos de su pretensión de que la propietaria originaria no ha cumplido con darle la
opción de compra por habérsele ocultado la transferencia y no ha recibido la carta notarial; Tercero.-
A que del análisis de las pruebas que obran en autos resulta cierta la aseveración del demandante; y
por tanto la transfiriente incumplió con lo preceptuado en el artículo veintidós del Decreto Ley
veintiún mil novecientos treintiocho; Cuarto.- A que sin embargo debe desestimarse la demanda por
cuanto del texto de la misma y la prueba aportada se establece que el accionante es inquilino del
departamento número tres del inmueble sito en el jirón Azángaro número ciento diecinueve Lima y
su pretensión está dirigida a retraer todo el predio del cual forma parte el aludido departamento
ocupado por dicho demandante, lo que lesionaría el derecho de los otros inquilinos, toda vez que el
inmueble tiene la condición de multifamiliar como se aprecia en el cuaderno de inspección ocular
que se tiene a la vista, siendo que la pretensión así planteada colisiona con lo establecido en el
glosado Decreto Ley veintiún mil novecientos treintiocho; APROBARON la sentencia de fojas
noventa su fecha primero de setiembre de mil novecientos noventicuatro, que declara infundada la
caducidad de la acción, e improcedente la demanda de fojas tres aclarada a fojas seis, interpuesta
por Manuel La Matta Sarmiento sobre retracto; sin costos; en los seguidos por Manuel La Matta
Sarmiento contra María Quiroga Valdez y otros sobre retracto; y los devolvieron.
No debe confundirse el acto de remate con el remate entendido como venta forzosa de un bien
mediante su adjudicación a un tercero, pues el primero de ellos es solamente el acto en donde se
realiza la lectura de la relación de bienes y condiciones del remate, prosiguiéndose con el anuncio
de las posturas, pudiéndose llevar o no llevar a cabo la venta forzosa del bien; en cambio, el remate
entendido como un acto que transmite la propiedad solamente puede darse cuando se adjudica el
bien a quien hace la postura más alta. En consecuencia, debe entenderse que si la tercería de
propiedad tiene como finalidad evitar la ejecución de un bien, la oportunidad para interponerla es
antes que se efectúe la transmisión de la propiedad del bien, la cual se produce mediante remate o
a través de la adjudicación en pago del bien al ejecutante.
CAPITULO XXV
CAPITULO I
Cuando se haya agotado la vía administrativa, cuando se haya expedido resolución que cause
estado, los administrados pueden recurrir al PJ para reclamar su derecho.
Nuestra constitución en su artículo 148 establece que: “las resoluciones administrativas que causen
estado son susceptibles de impugnación mediante la acción contencioso administrativo”
El profesor Giovanni Priori indica: “En efecto, el proceso contencioso administrativo es un proceso,
pues es un instrumento por medio del cual se despliega la función jurisdiccional del Estado: de esta
manera cuando un ciudadano acude al poder judicial planteando una demanda contenciosa
administrativa, formula una pretensión ante el órgano jurisdiccional para que este brinde una efectiva
tutela a una situación jurídica subjetiva que ha sido lesionada o que viene siendo amenazada por
una acción ilegal o anticonstitucional de la administración, realizada en el ejercicio de la acción
administrativa. Ante ello, el poder judicial notificará a la administración pública para que ejerza su
defensa, posteriormente se actuaran las pruebas, luego de lo cual se expedirá una resolución
imparcial que adquirirá la calidad de cosa juzgada”56.
El proceso contencioso se rige por los principios que se enumeran a continuación y por los del
Derecho Procesal, sin perjuicio de la aplicación supletoria de los principios del derecho procesal civil
en los casos en que esta sea compatible y obviamente se aplican los principios que establece la Ley
del procedimiento administrativo general:
56 PRIORI POSADA, Giovanni, Comentarios a la ley del proceso contencioso administrativo. Ara Editores, Lima-Perú, 2000,
p.76
Este articulo, como muchas de nuestras normas jurídicas, incurre en defecto de redacción,
inconveniente e innecesario. El uso del vocablo "solo" es una afirmación que no admite
excepciones; sin embargo, a continuación se dice "salvo", que lleva a excepciones. Una
redacción adecuada eliminaría el "solo" y quedaría así: "Las actuaciones de la administración
pública pueden ser impugnadas en el proceso contencioso administrativo, salvo los casos en
que se pueda recurrir a los procesos constitucionales".
a) Por regla general, las actuaciones de la administración pública pueden ser impugnadas
en proceso contencioso administrativo;
b) Se puede recurrir a los procesos constitucionales de habeas corpus, amparo, habeas data y
acción de cumplimiento, cuando las actuaciones de la administración pública vulneren o
amenacen derechos reconocidos por la Constitución (Art. 200° de la Constitución).
El inciso 3 del artículo 6° de la Ley N° 23506, Ley de Habeas Corpus y Amparo, regula lo que la
doctrina procesal constitucional denomina vías paralelas, según el cual no proceden las
acciones de garantía cuando el agraviado opta por recurrir a la vía judicial ordinaria. La
jurisprudencia ha establecido que el agraviado tiene el derecho de optar entre la vía judicial
ordinaria y las acciones de garantía, pero una vez optada por una de ellas ya no puede
recurrirse a la otra.
En el caso que nos ocupa, la vía judicial ordinaria es el proceso contencioso administrativo. De
tal modo que agotado el procedimiento administrativo, el agraviado puede optar entre este
proceso o el proceso constitucional que corresponda, cuando el derecho lesionado o
amenazado está reconocido en la Constitución, para lo cual debe tenerse en cuenta, también,
que para interponer las acciones de garantía que generan procesos constitucionales, se re-
quiere agotar las vías previas, que son los procedimientos administrativos o privados, salvo las
excepciones que establece la Ley N° 23506 (Arts. 27° y 28°)
Los actos administrativos están normados por el Título I de la Ley del Procedimiento
Administrativo General, Ley N° 27444, del cual tomamos para esta exposición, el concepto de
acto administrativo y régimen de los actos de administración interna.
Para que el silencio administrativo pueda producir efectos jurídicos deben reunirse dos
circunstancias: a) que la administración deba, de acuerdo con la ley, hacer o decidir algo
en un determinado tiempo; b) que el término transcurra sin que la administración actué.
Este caso está referido a los contratos que realiza la Administración Pública con los
particulares (administrados); ver la parte referida a las contrataciones y adquisiciones del
Estado a que se contraen el D.S. Nº 012-2001-PCM y el D.S.Nº 013-2001-PCM.
3. Pretensiones
Este artículo es claro, por lo que solamente formulo los siguientes comentarios:
La nulidad se refiere a la inobservancia de los requisitos forma-les y de fondo que establecen las
normas jurídicas que regulan dichos actos. La nulidad de los actos administrativos está regulada
por los artículos 8° al 15° de la Ley del Procedimiento Administrativo General, Ley N° 27444.
La ineficacia, implica atacar el fondo del acto administrativo, aunque este sea válido por no
incurrir en ninguna causal de nulidad, porque agravia el derecho del demandante. En este caso
se busca o pretende la inejecución del acto administrativo. El inciso 4 busca la misma finalidad
que la acción de cumplimiento que concede el inciso 6 del artículo 200° de la Constitución, cuyo
procedimiento se rige por la Ley N° 26301.
Este es otro de los casos en que el afectado puede elegir entre el proceso constitucional y el
proceso contencioso administrativo, que es equivalente a la vía judicial ordinaria a que se refiere
el inciso 3 del artículo 6° de la Ley N° 23506, Ley de Amparo y Habeas Corpus, aplicable según
el artículo 3° de la Ley N° 26301.
Sin embargo, es preciso reconocer que el inciso 4 del artículo 5° de la Ley N° 27584, Ley del
Proceso Contencioso Administrativo, cubre mayores posibilidades.
4. Acumulación
Ahora bien, la lectura del artículo 7° de la Ley, nos sugiere la siguiente interpretación: que el
proceso contencioso administrativo procede, aun en los casos en que la administración haya
aplicado el control difuso. En consecuencia, el control difuso aplicado por la administración
queda sujeto a control jurisdiccional. En otros términos, el control difuso aplicado en un
procedimiento administrativo es susceptible de someterse a control jurisdiccional mediante el
proceso contencioso administrativo.
A. Competencia
Tiene legitimidad para obrar activa quien afirme ser titular de la situación jurídica sustancial
protegida que haya sido o esté siendo vulnerada por la actuación administrativa impugnable
materia del proceso, también la tiene la entidad pública facultada por ley para impugnar cualquier
actuación administrativa que declare derechos subjetivos, previa expedición de resolución
motivada en la que se identifique el agravio que aquella produce a la legalidad administrativa y al
interés público, y siempre que haya vencido el plazo para que la entidad que expidió el acto
declare su nulidad de oficio en sede administrativa (art 13 de la ley)
CAPITULO II
La Primera Disposición Final de la Ley Nº 27584, (la Ley que regula el proceso contencioso
administrativo), establece que el Código Procesal Civil (CPC) se aplica de manera supletoria al
proceso contencioso administrativo en los casos no previstos por dicha ley.
En esencia, tanto la Ley Nº 27584 como el CPC regulan los mismos medios impugnatorios, a
saber: los recursos de reposición, apelación, casación y queja; sin embargo, los medios
impugnatorios regulados por la Ley Nº 27584 cuentan con algunas particularidades, que
posteriormente se explicará.
Tercero: El proceso civil contencioso cuenta con tres vías procedimentales, a saber:
conocimiento, abreviado y sumarísimo; mientras que el proceso contencioso administrativo
regula dos vías procedimentales, estos son: sumarísimo y especial.
6- VIA PROCEDIMENTAL
Los artículos 24° y 25° de la Ley establecen que el proceso contencioso administrativo, puede
seguirse en distintas vías procedimentales, según las pretensiones de que se trate:
1. Proceso Sumarísimo
En este proceso el dictamen fiscal se emitirá en el plazo de cinco (05) días de remitido el
expediente. Emitido el dictamen, se expedirá sentencia en el plazo de cinco (05) días (Art. 24° de
la Ley N° 27584).
2. Proceso Abreviado
Se tramitan como proceso abreviado las demás pretensiones a que se refiere el artículo 4° de la
Ley, distintas a las que deben tramitarse en proceso sumarísimo.
En este proceso el dictamen fiscal se emitirá en el plazo de veinticinco (25) días de remitido el
expediente. Emitido el dictamen se expedirá sentencia en el plazo de veinticinco (25) días (Art.
25°, último párrafo de la Ley N° 27584).
La indemnización por revocación o nulidad de oficio de los actos administrativos esta prevista en
el artículo 205° de la Ley del Procedimiento Administrativo General, Ley N° 27444, cuyo inciso 2
dispone que los actos incursos en causal para su revocación o nulidad de oficio, pero cuyos
efectos hayan caducado o agotado, serán materia de indemnización en sede judicial, dispuesta
cuando quede firme administrativamente su revocación o anulación (Art. 205.2° de la Ley N°
27444).
La demanda debe ser interpuesta en el plazo de tres (03) meses a contar desde el conocimiento
o notificación del acto materia de impugnación, lo que ocurra primero, en las siguientes
actuaciones administrativas:
Salvo que la ley especial establezca plazo distinto, cuando las entidades administrativas están
facultadas por ley para impugnar cualquier actuación administrativa que declare derechos
subjetivos.
El plazo se cuenta desde la fecha en que prescribió la facultad para declarar la nulidad en la vía
administrativa N° 27444).
Cuando se produzca silencio administrativo, inercia y cualquier otra omisión de las entidades
administrativas, el plazo para inter-poner la demanda será de seis (06) meses computados desde
la fecha que venció el plazo legal para expedir la resolución o producir el acto administrativo
solicitado (Art. 17°, inciso 3 de la Ley N° 27584).
9. DEMANDA
La demanda debe reunir los requisitos que establecen los arti-culos 424° y 425° del Código
Procesal Civil, además acompañar los siguientes documentos:
El Juez declara la inadmisibilidad de la demanda en los casos previstos por el artículo 426° del
Código Procesal Civil y también cuando el demandante no ha adjuntado:
2. Cuando se interponga fuera de los plazos exigidos en la Ley. El vencimiento del plazo para
plantear la pretensión por parte del administrado, impide el inicio de cualquier otro proceso
judicial con respecto a la misma actuación impugnable (Art. 21°, inciso 2 de la Ley N° 27584).
3. Cuando el administrado no haya cumplido con agotar la via administrativa, salvo las
excepciones contempladas en la Ley (Art. 21°, inciso 3 de la Ley N° 27584).
4. Cuando exista otro proceso judicial o arbitral idéntico, conforme a los supuestos
establecidos en el artículo 452° del Código Procesal Civil.
Hay identidad de procesos cuando las partes o quienes de ellos deriven sus derechos, el
petitorio y el interés para obrar, sean los mismos (Art. 452° del Código Procesal Civil).
5. Cuando no se haya vencido el plazo para que la entidad administrativa declare su nulidad de
oficio en el supuesto del segundo párrafo del artículo 11° de la Ley.
6. Cuando no se haya expedido la resolución motivada a la que se hace referencia en el
segundo párrafo del artículo 11° de la presente Ley.
7. En los supuestos previstos en el artículo 427° del Código Procesal Civil (Art. 21°, inciso 7 de
la Ley N° 27584).
Si la resolución que declara la improcedencia fuese apelada, el Juez pondrá en conocimiento del
demandado el recurso interpuesto. La resolución superior que resuelva en definitiva la
improcedencia, produce efectos para ambas partes (Art. 427° del Código Procesal Civil).
10.3. Recurso de apelación
Contra la resolución que declara la improcedencia procede recurso de apelación (Art. 427°,
párrafo final del Código Procesal Civil).
Si al calificar la demanda, el órgano jurisdiccional ante el cual se interpone, encuentra que no hay
causales de inadmisibilidad o improcedencia, dicta resolución admitiendo la demanda, en la vía
procedimental que corresponda según el petitorio, es decir, según la pretensión o pretensiones
que sean materia de la demanda, como hemos visto anteriormente.
El demandante, puede modificar la demanda, antes de que esta sea modificada (Art. 16°, primer
párrafo de la Ley N° 27584 y Art. 428° del Código Procesal Civil).
Siendo así, el termino para contestar la demanda es el que señala el Código Procesal Civil,
según la vía procedimental que corresponda, ya que el proceso contencioso administrativo puede
seguir-se en la vía del proceso sumarísimo, abreviado o de conocimiento.
Como no hay norma que lo prohíba, también es procedente que se deduzca excepciones,
observando los términos y requisitos que establece el Código Procesal Civil.
13. PRUEBA
Siguiendo la doctrina general del proceso contenida en el artículo 196° del Código Procesal Civil,
el artículo 30° de la Ley, con la sumilla "carga de la prueba", contiene dos mandates:
a) La carga de la prueba corresponde a quien afirma los hechos que sustentan su pretensión,
salvo disposición legal diferente.
b) Si la actuación administrativa impugnada establece una sanción, la carga de probar los hechos
que configuran la infracción corresponde a la entidad administrativa.
El artículo 27° de la Ley, bajo la sumilla "Actividad probatoria", dispone que en el proceso
contencioso administrativo la actividad probatoria se restringe a las actuaciones recogidas en el
procedimiento administrativo, no pudiendo incorporarse al proceso la probanza de hechos
nuevos o no alegados en etapa prejudicial.
El artículo 27° debe concordarse con el artículo 22° que ordena que, el admitir a trámite la
demanda el juez ordenara a la entidad administrativa que remita el expediente relacionado con la
actuación impugnable.
Debe entenderse esta como una actuación impugnada, ya que no se trata de una posibilidad de
impugnar sino de una impugnación admitida, por tanto, no de una actuación impugnable, sino
una actuación impugnada.
Si la entidad no cumple con remitir el expediente, el órgano jurisdiccional tiene dos alternativas:
En este último caso es de aplicación el inciso 2 del artículo 41° de la Ley, según el cual el
responsable del cumplimiento del mandato judicial será la autoridad de más alta jerarquía de la
entidad, el que podrá comunicar por escrito al Juez que funcionario será encargado en forma
específica de cumplir con la orden, asumiendo la responsabilidad penal, civil o administrativa.
Debemos entender que si el funcionario de más alta jerarquía no hace la designación, el asume
la responsabilidad.
No obstante que el artículo 20° de la Ley dispone la aplicación de los artículos 424° y 425° del
Código Procesal Civil, en el artículo 28° se refiere a la oportunidad de ofrecimiento de medios
probatorios, estableciendo que deben ser ofrecidos en los actos postulatorios. Precisa además
que debe acompañarse todos los documentos y pliegos interrogatorios en los escritos de
demanda y contestación.
Agrega el artículo 28° que si el particular que es parte en el proceso, no tuviera en su poder algún
medio probatorio y este se encuentre en poder de alguna autoridad administrativa, deberá indicar
dicha circunstancia en su escrito de demanda o de contestación, precisando el contenido del
documento y el lugar donde se encuentra con el objeto que el órgano jurisdiccional pueda
disponer todas las medidas necesarias destinadas a la incorporación de dicho documento al
proceso.
El artículo 28° es contradictorio con el artículo 27°, pues este ultimo restringe los medios
probatorios al expediente administrativo que contiene la actuación administrativa impugnada;
mientras que el artículo 28°, al referirse a "pliegos interrogatorios" y documentos que no estén en
poder de quien lo ofrece, señala la posibilidad de ofrecer además "la declaración de parte", la
"prueba testimonial" y los "documentos" que no están en el expediente administrativo materia de
impugnación.
Esta contradicción debe resolverse tomando en cuenta lo que es más favorable a las partes, lo
que implica, la admisión de los medios probatorios que señala el artículo 28°, con la limitación
que estos medios se "restrinjan" o "limiten" a los hechos controvertidos en la etapa prejudicial,
vale decir, que los límites de la litis están constituidos por los hechos controvertidos en el
procedimiento administrativo. Este es el fundamento de la restricción que contiene el artículo 27°
de la Ley, según se desprende de su parte final.
Con la sumilla "pruebas de oficio" el artículo 29° de la Ley establece que cuando los medios
probatorios ofrecidos por las partes sean insuficientes para formar convicción, el Juez en decisión
motivada e inimpugnable, puede ordenar la actuación de los medios probatorios adicionales que
considere convenientes.
También este artículo se contradice con los artículos 22° y 27°, sobre todo con este ultimo que
restringe los medios probatorios.
Esta contradicción también debe resolverse a favor de la aplicación del artículo 29°, por el mismo
fundamento expuesto en el epígrafe anterior.
Por lo demás, este artículo recoge el texto de la primera parte del artículo 194° del Código
Procesal Civil.
El artículo 31° de la Ley dispone que, las entidades administrativas deberán facilitar al proceso
todos los documentos que obren en su poder e informes que sean solicitados por el Juez. En
caso de incumplimiento, el Juez podrá aplicar las sanciones pre-vistas en el artículo 53° del
Código Procesal Civil, al funcionario responsable.
De otro lado este artículo ratifica que la restricción de los medios probatorios a que se refiere el
artículo 27' no es absoluta, como lo tenemos expuesto.
14. DICTAMEN FISCAL
Luego de la audiencia de pruebas, según la vía procedimental que se haya seguido, el órgano
jurisdiccional solicitara el dictamen del Ministerio Publico antes de expedir sentencia, dictamen
que es obligatorio bajo sanción de nulidad conforme al segundo párrafo del artículo 14° de la Ley
(Art. 116° del Código Procesal Civil).
15. SENTENCIA
Emitido el dictamen del Ministerio Publico, este debe notificarse a las partes, quedando el proceso
expedito para sentencia, la que debe dictarse dentro del plazo previsto por el Código Procesal
Civil, según la vía procedimental que se haya seguido.
La sentencia debe reunir los requisitos que establece el artículo 122° del Código Procesal Civil; y,
si la sentencia declara fundada la demanda debe establecer el tipo de obligación a cargo del
demandado, el titular de la obligación, el funcionario a cargo de cumplirla y el plazo para su
ejecución (Art. 39° de la Ley N° 27584).
El articulo 38° enuncia los supuestos que puede resolver la sentencia estimatoria, en atención a la
pretensión planteada, enumeración innecesaria, si tenemos en cuenta la disposición genérica del
artículo 39° de la Ley y el párrafo final del artículo 121° del Código Procesal Civil.
Por tanto, el recurso sólo es útil para solicitar el reexamen de decisiones judiciales contenidas en
resoluciones; en otras palabras, a través de los recursos sólo se afectan resoluciones.
Los recursos (ordinarios o extraordinarios) no pueden ser planteados contra resoluciones que
han adquirido la calidad de cosa juzgada, esto es, que son inmutables e irrevisables.
/Ordinarios (sus reglas no son tan rigurosas en cuanto a su proposición como en su admisión, y
atribuye al órgano jurisdiccional revisor mayor ámbito de acción); y
/Extraordinarios (se caracterizan por su rigurosidad formal, y el ámbito de acción del órgano
jurisdiccional se ve reducido).
Para que un recurso sea admisible debe la persona que lo formula contar con interés, el mismo
que surge del gravamen impuesto en la resolución o del perjuicio total o parcial que ella supone
para el recurrente.
Así como el interés es la medida de la acción, el agravio es la medida en el recurso, y por eso se
concede a los que sufren un perjuicio como consecuencia de la resolución judicial.
Sin embargo, para la interposición del recurso no es necesario demostrar el perjuicio, es
suficiente que el recurrente se considere perjudicado, y ello será apreciado por el juez
precisamente al resolver el recurso.
Los recursos deben ser interpuestos dentro de los plazos que la ley procesal determina, caso
contrario, serán rechazados por extemporáneos. En el caso que no sean interpuestos dentro del
plazo fijado por ley, las resoluciones contra las que iban dirigidas adquieren la calidad de cosa
juzgada.
El recurso debe interponerse ante el órgano jurisdiccional competente, es decir, ante el que
expidió la resolución materia de cuestionamiento, el cual lo elevará al superior jerárquico (salvo
en el caso del recurso de reposición). La excepción a esta regla es el recurso de queja, que es
formulado directamente ante el órgano judicial superior.
En este caso, la Sala Civil de la Corte Suprema resuelve en apelación y la Sala Constitucional y
Social en casación, si fuera el caso. En los lugares donde no exista Juez o Sala Especializada en
lo Contencioso Administrativo, es competente el Juez en lo Civil o el Juez Mixto en su caso, o la
Sala Civil correspondiente.”
Se debe hacer uso del medio impugnatorio previsto en el ordenamiento procesal para atacar
determinada resolución. No puede el interesado plantear un recurso distinto al dispuesto en la
legislación adjetiva, sino que debe interponer el que corresponde de acuerdo a la naturaleza de
la resolución cuestionada y a lo ordenado en la norma procesal.
La adecuación del recurso consiste en el deber que tiene el recurrente de interponer el recurso
que corresponda atendiendo a la naturaleza de la resolución que está impugnando.
8- La fundamentación
El interesado debe precisar el agravio y el vicio o error que lo motiva, así como consignar el
respectivo sustento normativo y su interpretación, de ser el caso.
La ausencia o superficialidad de la sustentación puede determinar que el órgano superior no
conceda el recurso, o que lo declare improcedente.
Es requisito de admisibilidad en los recursos de apelación, casación y queja, el pago de una tasa
judicial, debiendo ser declarado inadmisible aquel que no acompañe el recibo correspondiente.
No se debe haber interpuesto otro recurso contra la misma resolución a la que está dirigido. El
artículo 360 del CPC prescribe que está prohibido a una parte interponer dos recursos contra una
misma resolución.
El artículo 33 de la Ley Nº 27584 señala que los recursos tienen los mismos requisitos de
admisibilidad y procedencia regulados en el Código Procesal Civil; en consecuencia, son de
aplicación al proceso contencioso administrativo lo dispuesto por los artículos 357 y 358 del CPC.
Los requisitos de admisibilidad de un acto procesal están dados por los elementos formales que
determinan la aptitud de éste para producir efectos al interior del proceso; en otras palabras, para
que tenga eficacia. En cambio los requisitos de procedencia son los elementos intrínsecos o de
fondo de un acto procesal, cuya presencia es esencial para que el acto tenga la calidad de tal; es
decir, para que tenga validez.
CAPITULO III
17. RECURSOS
En el proceso contencioso administrativo pueden interponerse los recursos de reposición,
apelación, casación y queja.
RECURSO DE REPOSICIÓN
El recurso de reposición es aquel medio impugnatorio dirigido contra una resolución de mero
trámite (decreto), con el objeto de lograr que sea modificada o revocada por el mismo órgano
jurisdiccional que conoce de la instancia.
Mediante los decretos se impulsa el desarrollo del proceso, disponiendo actos procesales de
simple trámite; por tanto, se caracterizan por la simplicidad de su contenido y la carencia de
motivación. Los decretos son expedidos por los auxiliares jurisdiccionales, y por el juez dentro de
las audiencias.
Mediante el recurso de reposición se evitan las dilaciones y gastos de una segunda instancia
tratándose de resoluciones expedidas en el curso del proceso para resolver cuestiones
accesorias, y respecto de las cuales no se requieren mayores argumentos.
La finalidad del recurso de reposición es satisfacer el interés del impugnante (que se logra con el
reexamen y corrección de la resolución recurrida), y favorecer la economía y celeridad
procesales.
Tramitación:
El artículo 363 del CPC señala lo siguiente: “El plazo para interponerlo es de tres días, contado
desde la notificación de la resolución. Si interpuesto el recurso el Juez advierte que el vicio o
error es evidente o que el recurso es notoriamente inadmisible o improcedente, lo declarará así
sin necesidad de trámite. De considerarlo necesario, el Juez conferirá traslado por tres días.
Vencido el plazo, resolverá con su contestación o sin ella. Si la resolución impugnada se
expidiera en una audiencia, el recurso debe ser interpuesto verbalmente y se resuelve de
inmediato, previo traslado a la parte contraria o en su rebeldía. El auto que resuelve el recurso de
reposición es inimpugnable.”
Efectos:
La ley procesal establece que el auto que resuelve el recurso de reposición es inimpugnable; por
tanto, no podrá recurrirse la decisión judicial que confirma (declarando inadmisible o
improcedente la reposición) o revoca (declarando procedente la reposición) el decreto materia de
impugnación, la misma que surtirá desde su notificación plena eficacia”.
RECURSO DE APELACIÓN
El recurso de apelación es el medio que hace tangible el principio de la doble instancia (previsto
en el artículo X del CPC). Con este recurso lo que se pretende es la eliminación de la resolución
del juez inferior y su sustitución por otra que dicte el superior jerárquico
El recurso de apelación procede:
1) Contra las sentencias, excepto las impugnables con recurso de casación y las excluidas
por convenio entre las partes (Art. 32°, sub inciso 2.1 de la Ley N° 27584).
Las sentencias de primera instancia impugnables con recurso de casación son aquellas dictadas
en un proceso, en el que las partes expresan su acuerdo de prescindir del recurso de apelación,
con firmas legalizadas ante el Secretario de Juzgado, para recurrir directamente al recurso de
casación. Es lo que el Código Procesal Civil denomina casación por salto (Art. 389° del Código
Procesal Civil), debiendo el acuerdo de las partes cumplir con los requisitos que esta norma
establece.
El segundo supuesto del sub inciso 2.1 del artículo 32° de la Ley, está contemplado en el artículo
361° del Código Procesal Civil, como un derecho de las partes de renunciar a interponer recursos
contra las resoluciones que pronunciándose sobre el fondo ponen fin al proceso, renuncia que
solo es procedente cuando el derecho que sustenta la pretensión es renunciable, no afecta el
orden público, las buenas costumbres o norma imperativa.
Los autos están definidos en el artículo 121° del Código Procesal Civil.
RECURSO DE CASACIÓN
El recurso de casación (del latín cassare, quebrar) es aquel medio impugnatorio vertical y
extraordinario procedente en supuestos determinados por la ley. Es de carácter extraordinario,
porque se estima que los intereses de las partes están suficientemente garantidos en las
instancias inferiores por las leyes procesales.
El artículo 384 del CPC señala que el recurso de casación tiene por fines esenciales la correcta
aplicación e interpretación del derecho objetivo y la unificación de la jurisprudencia nacional por
la Corte Suprema de Justicia.
• Fines
Son fines de la casación el reexamen y la modificación o anulación de determinadas resoluciones
(previstas por la ley procesal), que contengan vicios in iudicando o in procedendo.
Haciendo la distinción entre vicio y error, el primero sería un error in procedendo, mientras que el
segundo un error in iudicando. Así, debemos comprender dentro del vicio a aquellos defectos
producidos por una aplicación indebida o inaplicación de una norma procesal que conducen a
una afectación de un debido proceso. En cambio el error está referido a la aplicación indebida,
inaplicación o interpretación errónea de una norma de derecho material.
El inciso 3 del artículo 32 de la Ley N° 27584 establece que el recurso de casación procede
contra las sentencias expedidas en revisión por las Cortes Superiores; o, los autos expedidos por
las Cortes Superiores que, en revisión, ponen fin al proceso.
• Causales de Casación
El artículo 386 del CPC prescribe lo siguiente: “Son causales para interponer recurso de
casación:
1. La aplicación indebida o la interpretación errónea de una norma de derecho material,
así como de la doctrina jurisprudencial;
2. La inaplicación de una norma de derecho material o de la doctrina jurisprudencial;
3. La contravención de las normas que garantizan el derecho a un debido proceso, o la
infracción de las formas esenciales para la eficacia y validez de los actos procesales.
Está incluida en el inciso 1 la causal de aplicación indebida del Artículo 236 de la
Constitución.”
Este último dispositivo hace referencia a la Constitución Política de 1979; sin embargo, tal norma
ha sido recogida por el segundo párrafo del artículo 138 de la Constitución Política de 1993, que
regula el control difuso.
Las situaciones contempladas en los incisos 1) y 2) del artículo antes citado constituyen
errores in iudicando; en cambio, las hipótesis previstas en el inciso 3) de dicho numeral
representan errores in procedendo.
• Requisitos de Forma
De acuerdo con el artículo 387 del CPC, el recurso de casación se interpone:
1. Contra las resoluciones enumeradas en el Artículo 385;
2. Dentro del plazo de diez días, contado desde el día siguiente de notificada la resolución
que se impugna, acompañando el recibo de pago de la tasa respectiva; y,
3. Ante el órgano jurisdiccional que expidió la resolución impugnada.
• Requisitos de Fondo
Conforme al artículo 388 del CPC, son requisitos de fondo del recurso de casación:
1. Que el recurrente no hubiera consentido previamente la resolución adversa de primera
instancia, cuando ésta fuere confirmada por la resolución objeto del recurso;
2. Que se fundamente con claridad y precisión, expresando en cuál de las causales
descritas en el Artículo 386 se sustenta y, según sea el caso:
2.1. Cómo debe ser la debida aplicación o cuál la interpretación correcta de la norma
de derecho material;
2.2. Cuál debe ser la norma de derecho material aplicable al caso; o
2.3. En que ha consistido la afectación del derecho al debido proceso o cuál ha sido la
formalidad procesal incumplida.
Conforme al segundo párrafo del inciso 3 del artículo 32 de la Ley Nº 27584, el recurso de
casación procede siempre y cuando la cuantía del acto impugnado sea superior al equivalente
de 70 Unidades de Referencia Procesal (U.R.P) y cuando dicho acto impugnado provenga de
autoridad de competencia provincial, regional o nacional; y, por excepción, los actos
administrativos dictados por autoridad administrativa distrital, cuando la cuantía sea superior a
70 Unidades de Referencia Procesal (U.R.P).
• Trámite
Admisibilidad y procedencia
Según el artículo 390 del CPC, el órgano jurisdiccional ante el cual se interpone el recurso,
apreciará la observancia de los requisitos establecidos en el Artículo 387; el incumplimiento de
alguno de ellos dará lugar a la declaración de inadmisibilidad del recurso.
El artículo 391 del CPC, modificado por el Artículo 2 de la Ley N° 27703, publicada el 20-04-
2002, indica que antes de la vista de la causa, la Sala de Casación respectiva anulará la
resolución que admite el recurso, si considera que no se ha cumplido con alguno de los
requisitos de forma; sin embargo, el órgano jurisdicción que corresponda ordenará que subsane
en un plazo no mayor de cinco días, la omisión o defecto que se pudiera advertir en el recibo de
pago de la tasa respectiva, en las cédulas de notificación, en la autorización del recurso por
Letrado Colegiado o en la firma del recurrente.
No obstante estar facultado el órgano judicial que expidió la resolución impugnada para
declarar la admisibilidad del recurso de casación, si así lo hizo, puede la Sala de la Corte de
Casación reexaminar los requisitos de forma del indicado medio impugnativo y anular el
concesorio en caso de apreciar alguna irregularidad. Sin embargo, sólo la Sala de la Corte
Suprema puede examinar si se han observado o no los requisitos de fondo del recurso de
casación, y es la única que se pronuncia acerca de la procedencia o improcedencia del referido
medio de impugnación.
• Procedimiento casatorio
De acuerdo con el artículo 392 del CPC, antes de la vista de la causa, la Sala aprecia el
cumplimiento de los requisitos establecidos en el Artículo 388; el incumplimiento de alguno de
ellos da lugar a la declaración de improcedencia debidamente fundamentada.
El artículo 393 del CPC establece lo siguiente: “La interposición del recurso suspende la
ejecución de la sentencia. Declarado admisible el recurso, la Sala tiene veinte días para
apreciar y decidir su procedibilidad. La resolución que declara procedente el recurso, fija el día
y la hora para la vista del caso. La fecha fijada no será antes de los quince días de notificada la
resolución con que se informa a los interesados.”
El artículo 394 del CPC dispone lo siguiente: “Durante la tramitación del recurso, la actividad
procesal de las partes se limita a la facultad de presentar informes escritos y un sólo informe
oral durante la vista de la causa. El único medio de prueba procedente es el de documentos
que acrediten la existencia de doctrina jurisprudencial; o de la ley extranjera y su sentido, en los
procesos sobre derecho internacional privado. Si se nombra o cambia representante procesal,
debe acreditarse tal situación.”
De acuerdo con el artículo 9 de la Ley Nº 27584, modificado por el Artículo Único de la Ley Nº
28531, publicada el 26 Mayo de 2005, cuando se trata de impugnación a resoluciones
expedidas por el Banco Central de Reserva, Superintendencia de Banca y Seguros y
Administradoras Privadas de Fondos de Pensiones, Tribunal Fiscal, Tribunal del INDECOPI,
Tribunal Administrativo, Directorio o Comisión de Protección al Accionista Minoritario de
CONASEV, Tribunal de CONSUCODE, Consejo de Minería, Tribunal Registral y Tribunal de
Organismos Reguladores, es competente en primera instancia la Sala Contencioso
Administrativa de la Corte Superior respectiva; y en este caso, la Sala Civil de la Corte Suprema
resuelve en apelación y la Sala Constitucional y Social en casación, si fuera el caso.
• Sentencia desestimatoria
El artículo 397 prescribe lo siguiente: “La sentencia debe motivar los fundamentos por los
que declara infundado el recurso cuando no se hayan presentado ninguna de las causales previstas
en el Artículo 386. La Sala no casará la sentencia por el sólo hecho de estar erróneamente
motivada, si su parte resolutiva se ajusta a derecho. Sin embargo, debe hacer la correspondiente
rectificación.”
• Sentencia estimatoria
El artículo 396 del CPC dispone lo siguiente: Si la sentencia declara fundado el recurso,
además de declararse la nulidad de la sentencia impugnada, la Sala debe completar la decisión
de la siguiente manera:
1. Si se trata de las causales precisadas en los puntos 1. y 2. del Artículo 386, resuelve
además según corresponda a la naturaleza del conflicto de intereses, sin devolver el
proceso a la instancia inferior.
2. Si se trata de la causal precisada en el inciso 3. Del Artículo 386, según sea el caso:
2.1. Ordena que el órgano jurisdiccional inferior expida un nuevo fallo.
2.2. Declara insubsistente lo actuado hasta el folio en que se cometió el vicio que determinó
la sentencia casatoria.
2.3. Declara insubsistente la sentencia apelada y que el Juez que la expidió lo haga
nuevamente.
2.4. Declara insubsistente la sentencia apelada y nulo lo actuado hasta el folio en que se
cometió el vicio que determinó la sentencia casatoria.
2.5. Declara insubsistente la sentencia apelada, nulo lo actuado e inadmisible o
improcedente la demanda.
En cualquiera de estos casos, la sentencia casatoria tendrá fuerza obligatoria para el órgano
jurisdiccional inferior.
EL RECURSO DE QUEJA
Según el artículo 401 del CPC, el recurso de queja tiene por objeto el reexamen de la
resolución que declara inadmisible o improcedente un recurso de apelación o de casación.
También procede contra la resolución que concede apelación en efecto distinto al solicitado.
La queja se basa en la necesidad de contar con un instrumento procesal que impida que una
resolución no pueda ser impugnada debido al designio de quien la dictó, adquiriendo
irregularmente la calidad de cosa juzgada.
a) Requisitos
El inciso 4 del artículo 32 de la Ley Nro. 27584 establece que el recurso de queja contra
las resoluciones que declaran inadmisible e improcedente el recurso de apelación o
casación; también procede contra la resolución que concede el recurso de apelación con
un efecto distinto al solicitado.
De acuerdo con el artículo 402 del CPC, “Al escrito que contiene el recurso se
acompaña, además del recibo que acredita el pago de la tasa correspondiente, copia
simple con el sello y la firma del Abogado del recurrente en cada una, y bajo
responsabilidad de su autenticidad, de los siguientes actuados:
El escrito en que se interpone la queja debe contener los fundamentos para la concesión del
recurso denegado. Asimismo, precisará las fechas en que se notificó la resolución recurrida, se
interpuso el recurso y quedó notificada la denegatoria de éste.”
El artículo 403 del CPC señala que la queja se interpone ante el superior que denegó la
apelación o la concedió en efecto distinto al pedido, o ante la Corte de Casación en el caso
respectivo; el plazo para interponerla es de tres días contado desde el día siguiente a la
notificación de la resolución que deniega el recurso o de la que lo concede en efecto distinto al
solicitado.
El recurso de queja tiene por finalidad que el órgano jurisdiccional superior en grado a aquel
que expidió el acto procesal cuestionado (y ante el cual se interpone directamente el recurso) lo
examine y lo revoque (en el supuesto que declare fundada la queja), concediendo, además, el
recurso denegado en un principio por el inferior jerárquico o la apelación con el efecto
correspondiente.
c) Tramitación
El artículo 404 dispone lo siguiente: “Interpuesto el recurso, el Juez superior puede rechazarlo
si se omite algún requisito de admisibilidad o de procedencia. De lo contrario, procederá a
resolverlo sin trámite. Sin embargo, puede solicitar al Juez inferior, copia, por facsímil u otro
medio, de los actuados que estime necesarios, pero en ningún caso el envío de los autos
principales. Las copias serán remitidas por el mismo medio.
d) Efectos
El artículo 405 prescribe lo siguiente: “La interposición del recurso no suspende la tramitación
del principal, ni la eficacia de la resolución denegatoria.
Excepcionalmente, a pedido de parte y previa prestación de contra cautela fijada
prudencialmente, el Juez de la demanda puede suspender el proceso principal, a través
de resolución fundamentada e irrecurrible.”
La Ley N° 27703 de 20 de abril de 2002 modifica el artículo 367° del Código Procesal Civil,
estableciendo mayor numero de supuestos de subsanación y mayor plazo para subsanar las
omisiones o defectos para que los recursos sean admisibles o procedentes.
Si tenemos en cuenta que el texto original del artículo 367° no contemplaba estas posibilidades
y si lo hace el segundo párrafo de la Ley, debemos concluir que se aplica el nuevo texto del
artículo 367° del Código Procesal Civil, porque responde con mayor amplitud a la intención de
la Ley.
BIBLIOGRAFIA
Texto único ordenado de la ley Nº 27548. Ley que regula el proceso contencioso administrativo.
LINKOGRAFIA
www.rincondelvago.com
www.monografias.com