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PREPARARSE Y DISPONERSE

GUÍA DE ORACIÓN No. 1

Como en todas las cosas, es muy importante comenzar bien. Conoces el dicho popular: “el
comienzo es la mitad de la obra”. También san Ignacio considera fundamental empezar los
Ejercicios con “grande ánimo y liberalidad”; es decir, con una disposición de apertura generosa
a la acción de la gracia, a ensanchar el espíritu, a poner en juego toda la persona y a entrar con
fuerza, ilusión y coraje en esta experiencia espiritual. Se trata de situarse, ya desde un comienzo,
en el ámbito de la grandeza y generosidad de Dios, que es el Amor, para a corresponderle con
la misma moneda.

En esta primera semana de oración se trata de prepararnos y disponernos de la mejor manera.


La práctica nos ha mostrado que en los “Ejercicios en la Vida Corriente” es conveniente realizar
una etapa preparatoria, con el fin de adaptar la rutina de trabajo y deberes familiares o
comunitarios, al tiempo necesario que vas a dedicar a la nueva experiencia. También es
importante familiarizarse con la oración ignaciana, con su método y, sobre todo, con el
‘discernimiento de espíritus’.

La «talla» la vas a poner tú, que eres el responsable de la profundidad y seriedad que le imprimas
a tus ejercicios. Nadie puede hacerlo en tu lugar y Dios no se deja ganar en generosidad; si tú
eres generoso, él lo será siempre más contigo. De ti depende, pues, prepararte y disponerte
adecuadamente y colocar todos los medios para este encuentro con Dios.

DISTRIBUCIÓN DE LA ORACIÓN DURANTE LA SEMANA

Las oraciones propuestas para esta semana están distribuidas de modo que haya una para cada
día. En los comienzos va a ser importante tener un método que te ayude a familiarizarte con la
oración ignaciana y, concretamente, que pongas especial atención en percibir las ‘mociones’ o
movimientos interiores que en ella se van sucediendo.

Para el primer día desarrollaremos la oración siguiendo sus diversos pasos, para que en los
siguientes días emplees el mismo método, que poco a poco iras interiorizando con la práctica.
Así que:

Día primero: En casa con Dios

El Método de la oración y sus diversos pasos. La meditación

1. Disposición: Tranquilízate, relájate. Lo puedes hacer escuchando una música suave o


simplemente fijando la vista en un objeto de tu habitación;
mirando por la ventana, sintiendo los latidos del corazón, paseando, leyendo un poema. Vas
pensando tranquilamente en qué vas a hacer; el Señor te espera.

2. Oración preparatoria: Expresa en una breve oración lo que tanto deseas; ¡que toda tu
persona se oriente hacia Dios! Tus peticiones han de estar movidas por ese hondo deseo.
San Ignacio, por su parte, propone una súplica sencilla, que dice así: «Señor, que todas mis
intenciones, acciones y operaciones estén encaminadas únicamente en tu servicio y
alabanza».

3. Traer la historia: “Descálzate, porque el lugar que pisas es sagrado”. (Éxodo 3, 2-5). Vas a
Leer lenta y gustosamente este texto escogido para tu oración. Si es necesario, lo puedes
hacer dos o más veces y procuras luego recordar lo que has leído, reparando en las frases
o palabras que más te llamaron la atención.

4. Composición viendo el lugar: Es un sencillo ejercicio que ayuda a fijar la imaginación y a


entrar de cuerpo entero en el tema, para que no haya distracciones inútiles. El ejercicio
consiste en ver con los ojos de la imaginación el lugar donde se realiza la acción que se
quiere meditar.

5. Petición central: Sigamos estas indicaciones en primera persona: le pido al Señor que me
conceda la alegría y el deseo de estar siempre con Él.

6. Puntos para la reflexión: Son los aspectos concretos en que te vas a fijar para que, a
propósito de ellos, surjan recuerdos (tu memoria actúa), ideas (lo hace también tu
entendimiento) y afectos (y tu voluntad); todas tus facultades quedan encaminadas a
conseguir lo que pedías en la petición central: tener la alegría y el deseo de estar siempre
con Él. Te puedes luego ayudar con las preguntas que te sugiere la guía de oración.

 Acercarse a Dios es permanecer en el presente; es desde ahí desde donde Dios


nos llama, como lo hizo con Moisés.
 Ante la llamada de Dios, Moisés dio una respuesta concreta: aquí estoy. Sin
embargo, tuvo miedo y se cubrió el rostro. ¿Cuál sería tu respuesta?, ¿cuáles tus
sentimientos ante la invitación de Dios a vivir la experiencia de los Ejercicios?
 Dios le pide a Moisés un despojo: descálzate; también tú, al iniciar los ejercicios
tomas conciencia de qué te quieres “descalzar”: ¿de qué ideas, lugares, miedos,
resistencias? ¿qué cosas o situaciones te quitan libertad?
 Toma conciencia de ‘descalzarte’ de algunas de estas cosas.

7. Coloquio: “El coloquio se hace propiamente hablando, así como un amigo habla a otro, o
un siervo a su Señor”. Es el momento propicio para hablar con Dios sobre lo vivido en la
oración. Agradece su presencia. Termina con un Padre Nuestro.

Examina tu oración.

Día segundo: Entra y cierra la puerta

“Tú cuando vayas a orar, entra en tu cuarto y, después de cerrar la puerta,


ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto,
te recompensara” (Mateo 6,6).

Orar no es hablar de Dios, sino hablar con Él. No es algo opcional para almas que buscan a Dios:
es la salvación del hombre y la mujer que, al hacerlo, reciben la propia identidad. No consiste en
mirarse a sí mismo y los propios fantasmas interiores; es abrirse hacía el ‘Otro’, único capaz de
hacer que llegues a ser tú mismo.

Petición central: Pido a Dios que mis palabras, deseos y pensamientos, durante esta oración,
sean solamente para relacionarme con Él.

Puntos de reflexión:
 Es fácil cerrar puertas y ventanas. En este caso, el asunto es de intimidad; busca un lugar
adecuado para tu oración en donde puedas vivir la oración en silencio y libertad.

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 El silencio interior puede ser costoso a veces, pues nuestra vida está expuesta a tantas
cosas: el trabajo, las relaciones familiares o comunitarias y sociales, los problemas
cotidianos, mis aspiraciones o frustraciones.
 Tomo conciencia de los afanes, dificultades y preocupaciones, pero no me dejo llevar por
ellos sino que entro en mí.
 Esta es la oportunidad que Dios me da para estar con Él, por eso ‘cerrar la puerta’ no es ser
ajeno a la realidad, sino a las distracciones y a los ruidos interiores que no me ayudan a estar
en oración. ¿Qué dificultades experimento para entrar en un diálogo con Dios?
 Esta experiencia es de un encuentro en lo secreto, pues orar significa ser yo mismo. ¿Quiero
de veras vivir esta experiencia en lo secreto?, ¿qué secretos quiero que Dios conozca o me
ayude a mantener?, ¿cuál es la gran recompensa que quiero alcanzar con su gracia?

Examina tu oración

Día tercero: A descansar un poco

“Vengan también ustedes, a un lugar solitario, para descansar un poco…”


Marcos 6, 31-32.

Jesús nos está invitando a entrar en diálogo y relación con él. Tomar los Ejercicios como un
tiempo de descanso con Jesús, en un lugar tranquilo. Contarle todas mis cosas en silencio e
interiormente apartado de otras preocupaciones e inquietudes (silencio interior). Es la
oportunidad que él me ofrece para estar en tranquilidad y en un “lugar aparte” en su compañía.

Petición central: Señor, que yo sienta el amor incondicional tuyo por mí.

Puntos de Reflexión:
 Me pregunto: ¿necesito más tranquilidad en la vida? ¿por qué? ¿de qué quiero descansar?
¿siento la invitación de Jesús a buscar un lugar solitario para encontrarme con él?
 ¿Qué situaciones, problemas, interrogantes y deseos me perturban para aceptar la invitación
de Jesús para estar con él?
 ¿Cuáles son los problemas más fuertes que tengo hoy?

Día Cuarto

Barro en manos del alfarero


Jeremías 18, 1-6

Como el Señor dio tiernamente forma a la vida del profeta Jeremías, puede también dar forma a
la nuestra. El principal factor del moldeado de la vida de Jeremías fue su flexibilidad, es decir, su
disposición para someterse a los mandamientos de Dios, para ser flexible a escoger libre y
repetidamente hacer la voluntad de Dios en vez de la suya.

Petición central: Señor, que me deje recrear por ti. También le puedes pedir: Señor hazme de
nuevo.

Puntos de reflexión:
 Me imagino que bajo al taller y veo a Dios fabricando la vasija de mi vida como él quiere.
 Hoy mismo, Dios está construyéndome, dándome vida.
 A veces se rompe la vasija porque es de barro, pero él no se da por vencido; empieza de
nuevo. ¿Qué sentimientos brotan en mí? Mi vida, que es de barro: ¿cuántas veces se ha

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desbaratado? ¿por qué? ¿qué he hecho cuando mi vida se ha roto? ¿cómo he actuado?
¿Soy la figura que a Dios le gusta? ¿Qué le falta a mi vida para ser lo que Dios quiere?

Examina tu oración

Día quinto

El amor incondicional de Dios por mí


Isaías 43, 1-7

En éste día vas a dedicar tu oración a meditar sobre el amor fiel e incondicional que Dios nos
tiene a cada uno de nosotros. ¿De quién somos? Cada uno de nosotros es hijo o hija amado de
Dios: es el núcleo de nuestra identidad.

Petición central: Pido a Dios Nuestro Señor la gracia de hacerme más consciente de su
cercanía y a confiar en el cuidado y amor personal que me dedica.

Puntos de reflexión:
 “Te he llamado por tu nombre, tú eres mío”.
Ora lentamente sobre cada uno de los versículos de este texto.
 ¿Qué palabras o imágenes te conmueven?
 Considera: ¿Quién es Dios para mí?,
 ¿Cómo me ve Dios?

Día sexto
Ir al desierto
“Yo te volveré a conquistar, te llevaré al desierto y allí te hablaré de amor”.
“Yo te desposaré para siempre, nuestro matrimonio será santo y formal,
fundado en el amor y la ternura” (Oseas 2, 16.21).

Petición central: Señor, háblame porque yo quiero escucharte.

Puntos de reflexión:
 primero pienso que Dios está presente y que esto me lo dice a mí muy particularmente.
 luego de sentir y agradecer la presencia de Dios, me voy fijando en cada palabra: en lo que
quiere decir, en lo importante que es para mí y para mi vida.
 Pienso: ¿por qué Dios me está diciendo esto a mí? ¿hay cosas que estoy viviendo ahora en
mi vida o que antes me sucedieron y por las que necesito que Dios me conquiste de nuevo?
¿cuáles pueden ser esas cosas?
 Para saber la respuesta, pienso en mi situación actual: ¿cómo estoy viviendo mi vida? ¿cómo
estoy viviendo con mi familia y mi comunidad? ¿cómo es mi relación con Dios? ¿cuáles son
los problemas más fuertes que tengo?...
 Siento en el corazón que Dios no me habla de castigo sino de algo muy diferente: de
conquistarme, de hablarme de amor, de desposarme para siempre...

Examina tu oración

Día Séptimo

Reunión grupal virtual para recibir las orientaciones para la oración en la semana
siguiente.
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