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Escuela de Pedagogía
¿QUÉ ES EL PROBLEMA?
Elaborado por: Gloria Alvarado, Martha Baracaldo, Sonia Velásquez, Luz Dary Carmona
Año 2007
Por lo general, cuando alguien se plantea la construcción de un problema, esta formulación evidencia tres
tipos de aproximación: a) el “problema” describe o enuncia vivencias negativas (pobreza, dificultades de
aprendizaje, deserción, maltrato infantil, desplazamiento entre otras); b) el “problema” afirma la existencia
de una situación social, o reflexiones sobre el contexto y c) el problema es una pregunta o varias de ellas
relacionadas entre sí. ¿Cómo explicar estas diferentes ideas acerca del problema? ¿Qué usos particulares de
la idea de “problema” están presentes en las formulaciones consideradas?
En algunas aproximaciones al problema se presenta una visión general de la situación social o del contexto.
Las expresiones empleadas hacen evidente una afectación personal ocasionada por la situación descrita. La
descripción muestra un estado de cosas; ofrece indicios que señalan una idea de realidad. La descripción
crea la ilusión de una “verdad objetiva”. En este contexto, el problema es entendido como lo que altera
una situación dada.
Como se puede observar, prevalece un sentido empírico del término “problema”. En este el problema es una
exterioridad que existe en la cosa misma; algo así como una imperfección. Solucionarlo significa eliminar
aquello que lo hace disfuncional.
Adoptar una comprensión empírica del problema implica abordar la postura de las ciencias positivas,
aquellas que se basan en hechos observables. Sin embargo la referencia a hechos empíricos no conduce en
estas aproximaciones a una verificación a través de la observación analítica y rigurosa que jugaría un papel
esencial de fundamentación, por cuanto exigiría la explicitación de unos supuestos y el uso de unas bases
conceptuales. Para señalar el estado de lo observado, la línea analítica requiere, por una parte, la
fragmentación del conocimiento y por otra su recomposición. En este sentido, lo derivado de la
observación será siempre provisional, pues cada observación de los hechos lleva a revisar la visión de
mundo, los conocimientos acumulados y los conocimientos intuitivos.
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Otra manera de construir problemas se realiza formulando una pregunta o una serie de ellas, referidas a
relaciones entre un hecho del mundo y las acciones posibles de modificación o transformación. En ellos, el
problema tiene la dirección de la acción que se desea realizar.
Esta perspectiva nos enfrenta a una comprensión pragmática del término “problema”: una situación
considerada inapropiada, es enfrentada a otra situación deseable; entre una y otra, median procesos o
procedimientos que permitirían transformar la primera en la segunda. El “problema” se define en términos
de los obstáculos que deben ser removidos para transformar una situación considerada real, en una
situación deseada. El Problema genera acciones como formas de solución, es decir, las acciones son las que
realizan la situación deseable.
Dadas estas aproximaciones proponemos varios caminos para la construcción de problemas que en cada
caso, cuentan con maneras propias de operar, con posibilidades y restricciones para su uso.
4. Todo problema bien formado no elemental, es una combinación de problemas elementales bien
formados.
1 La presentación de estas distintas consideraciones sobre el problema, siguen la ruta construida por Velásquez R. Enrique.
El pensamiento en la política local. En Ciudad Política. Participación ciudadana y pensamiento local en Bogotá. Secretaria
de Gobierno.
2 Universidad Central. Escuela de Pedagogía. Serie del problema. Página 1
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5. Todo problema debe estar bien formulado, es decir, tendrá una solución única y, al tener explícitos
todos los elementos relevantes, sugerirá por lo menos las investigaciones que pueden ser útiles para
resolverlo.”3
Los problemas empíricos se inscriben en formas descriptivas y explicativas sobre el mundo de la vida.
Estos requieren el uso de una teoría básica, es decir el uso de unos presupuestos, Mientras los “problemas”
empíricos requieren soluciones explicativas o descriptivas acerca de los eventos sociales, los “problemas”
pragmáticos requieren soluciones prácticas.
En palabras de Dewey: “La experiencia no entra simplemente en una persona. Penetra en ella, ciertamente,
pues influye en la formación de actitudes de deseo y de propósito. Pero ésta no es toda la historia. Toda
experiencia auténtica tiene un aspecto activo que cambia en algún grado las condiciones objetivas bajo las
3 Ibídem, página 3.
4 DEWEY, John. El pensamiento en la educación, en Democracia y educación. Madrid: Morata, 1998, P. 137
5 Ibidem, P. 137
6 Ibídem, P. 144. Los subrayados son nuestros.
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cuales se ha tenido la experiencia. (. . .) En una palabra, vivimos, del nacimiento a la muerte, en un mundo
de personas y cosas, que en gran medida es lo que es por lo que han hecho y transmitido las actividades
humanas anteriores. Cuando se ignora este hecho se trata a la experiencia como si fuera algo que va
directamente al interior del cuerpo y del alma del individuo. No debería ser necesario decir que la
experiencia no ocurre en el vacío. Existen fuera del individuo fuentes que dan lugar a la experiencia. Ésta se
halla constantemente alimentada por esas fuentes”7
En el pasar del momento activo al pasivo es cuando se determina el sentido del problema y se puede decir
que se ha aprendido algo8. Esta afirmación nos obliga a examinar en qué consiste el sentido del problema y
por qué se dice que se ha aprendido algo. Para responder es necesario resaltar que el paso activo al paso
pasivo está orientado por el pensamiento reflexivo. Este pensamiento no es una operación que simplemente
se limita a movilizarse libremente entre las cosas, a detenerse por azar en algunas de ellas o a registrar que
las cosas indican algo, sino es la operación que establece el nexo entre lo que ellas sugieren y la posibilidad
de que esa sugerencia se realice y también que pueda remitir a otra. Esta cadena de relaciones nos enfrenta
al significado de las cosas. El pensamiento reflexivo no se remite a las cosas sino a su significado; pero este
significado no se agota en sí mismo ni se resuelve en una definición; no se detiene al realizarse, sino que se
abre a una semiosis ilimitada en la cual cada significado remite a otro posible.
Toda operación reflexiva persigue una finalidad. La reflexión tiende al descubrimiento de hechos que sirvan
a un objetivo. “El pensamiento tiene su arranque en una situación que muy bien podría denominarse
„bifurcación de caminos‟, en una situación ambigua, que presenta un dilema, que propone alternativas ... la
dificultad o la obstrucción del camino que conduce a una creencia nos impone una pausa. En el suspenso
de la incertidumbre, trepamos metafóricamente a un árbol, tratamos de encontrar algún cartel a partir del
cual podamos obtener indicios adicionales y así, con una visión más amplia de la situación, decidir cómo se
relacionan los hechos unos con otros”9. Los hechos reales con los cuales el pensamiento está conectado, no
son apariciones fortuitas de una realidad empírica que se imponga por sí misma, ni tampoco ejemplos,
simulaciones o sustitutos de ella, sino significados construidos mediante una indagación deliberada, cuyo
impulso nace del problema.
Siguiendo a J. Dewey podemos considerar que pensar “... es la capacidad para comprender y relacionar
entre sí las sugerencias específicas que las cosas plantean. En consecuencia, cualquier tema, desde los
griegos hasta la cocina, y desde el dibujo a la matemática, es intelectual – si es que hay algo intelectual -, no
en su estructura fija, sino en su función, en su poder para comenzar y desarrollar una indagación y una
reflexión significativa”10.
De esta forma, sin experiencia no hay problema. Esta perspectiva considera como central el asunto de la
acción y el uso de los conceptos. Pero además de ello, es importante el uso de la escritura. Los problemas
7 Dewey, John. (2000) Experiencia y Educación. México: Editorial Losada, S.A., página 40 y 41.
8 Para ampliar el concepto de experiencia se puede consultar: DEWEY, Jhon, Experiencia y pensamiento, en Educación y
Democracia. Madrid: Morata, 1998.
9 Dewey, John. Cómo pensamos? Nueva exposición de la relación entre pensamiento y proceso educativo. Paidos,
Barcelona, 1.989. P.29
10 Ibíd. P.55
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pragmáticos se instalan en modos de proceder o de ordenar acciones especificas, estos exigen usos de
conceptos que ordenan los cambios de las situaciones iniciales hacia las situaciones deseables. Esto quiere
decir, simplemente, que para transformar una situación real actual en una situación deseable es necesario
tener unas herramientas conceptuales que permitan explicar o interpretar tanto la situación real actual
como la situación deseada.
Es importante recordar que en esta perspectiva es el sujeto el que debe tener la experiencia; que ésta debe
articular sus intereses y por tanto el lugar del profesor es distinto: “Esto no significa que el maestro ha de
permanecer aparte, como un observador; lo contrario a proporcionar materias ya hechas y atender a la
corrección con que se resisten no es la aquiescencia, sino la participación, la colaboración en una actividad.
En tal actividad compartida, el maestro es un aprendiz, y el aprendiz es, sin saberlo, un maestro; y, en
conjunto, cuanta conciencia se tenga por una y otra parte, de dar o recibir instrucción, será tanto mejor.”11
El estudiante en este recorrido construirá preguntas que Usted debe atender, para estar seguro de que se
trata de problemas verdaderos y no simplemente de cualquier pregunta. También se debe tener cuidado
con la disposición de los materiales y de nuevo con la fuerza activa del estudiante en la solución. Esta
perspectiva considera como central el asunto de la acción y el uso, tanto de los conceptos y de las
herramientas como de las tecnologías para el pensamiento.
ningún problema sin conocimiento”15. Acerca del mismo asunto Bachelard afirma: “todo se aclarará si
situamos el objeto de conocimiento en una problemática, si lo indicamos en un proceso discursivo de
introspección, como un elemento situado entre el racionalismo enseñante y el racionalismo enseñado. No
hace falta decir que se trata ahora de un objeto interesante, de un objeto para el que no se ha acabado el
proceso de objetivación, de un objeto que no remite pura y simplemente a un pasado de conocimiento
incrustado en un nombre.”16
Como acabamos de indicar, esta perspectiva centra su interés en el sujeto, de manera que se deberá iniciar
una indagación y posterior deconstrucción de las imágenes que los sujetos tienen y que se convierten en
obstáculos epistemológicos17. La deconstrucción de éstos permitirá al sujeto encontrar sus propios objetos
de conocimiento. Estos objetos serán construidos problemáticamente, es decir planteando preguntas y
entendiendo que se trata de construir un problema que resulte interesante para el sujeto.
Como la afirma el propio Bachelard, estos procesos de deconstrucción de los conocimientos y los
presupuestos con los que hemos actuado en la vida, no son para nada fáciles. Es importante que los sujetos
se sitúen en el lugar de la reconstrucción, la cual debe acompañarse de una labor critica que se basa en
propiciar la formulación de enunciados que son objeto de interrogación constante. Es muy significativa la
imagen Bachelardiana de un espíritu científico que se sitúa en el lugar del cambio constante y por tanto de
un espíritu siempre joven. En todo este proceso será fundamental el uso de la escritura.
Es importante resaltar que en esta perspectiva el sujeto esta siempre en continua construcción de objetos de
conocimiento. Si este movimiento termina, estaremos frente a un estancamiento y no existirá problema.
15 Al respecto se puede consultar: Popper Kart. La Lógica De Las Ciencias Sociales. México, Grijalbo, 1978.
16 Bachelard, Gastón. Epistemología, Barcelona: Anagrama, 1983, Pág. 153
17 En la serie del concepto de esta misma baraja se encuentran trabajados en detalle los obstáculos epistemológicos que
Bachelard aborda en la Formación del Espíritu Científico.
18 La realidad concreta es entendida como lo múltiplemente determinado.
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en la configuración de la sociedad posibilita una filosofía de la praxis, en tanto ésta es concebida como la
acción que ejerce el ser humano sobre la realidad para transformarla y que, a su vez lo transforma.
El materialismo de Marx concibe la naturaleza como una realidad material infinita en el espacio y el
tiempo. Es así como se establece una epistemología realista contra todas las formas de idealismo; el
conocimiento se da por medio de la relación de una materia con otra materia. Es decir, que la naturaleza
como realidad concreta es apropiada y transformada por el hombre a través del trabajo. La naturaleza al ser
transformada por el hombre se convierte en la fuente del conocimiento en el marco de las necesidades y de
las interacciones posibles.
A diferencia del empirismo, para el materialismo los fenómenos son considerados procesos y no entidades.
El conocimiento sería entonces los movimientos que van desde la práctica dada en el proceso de
transformación de la naturaleza a través del trabajo, hacia las abstracciones que generan leyes y estructuras
para transformar las relaciones que producen diferentes formas y prácticas sociales.
Es pertinente aclarar que el materialismo dialéctico busca comprender de manera global la unidad; sin
embargo, es preciso reconocer que al interior de la unidad hay contradicción, es decir al interior hay
movimiento. La dialéctica se rige según leyes, de las cuales sobresalen tres:
la ley de la transformación de la cantidad en la cualidad; que indica que para que haya una
mutación se requiere que la cantidad se recomponga; es decir, a medida que aumenta la cantidad
es posible la determinación de cambios cualitativos. Por ejemplo, en la constitución de la sociedad
es posible que hayan transformaciones si se aumenta numéricamente la conciencia de una clase
social, lo que podría generar cambios cualitativos en términos de las relaciones de poder y la
modificación en las condiciones de producción.
la ley de la interdependencia de los opuestos, indica que la unidad está conformada por partes en
cuyo interior existe el conflicto a partir del cual se generan desequilibrios que conduce a cambios
cualitativos lo que hace que predomine un elemento que tiene más fuerza sobre otro subsumiendo
al contrario a condición de mantener la unidad.
la ley de la negación de la negación. A partir del elemento que ha sido subsumido se conforma una
nueva unidad que sostiene la identidad, es decir, superada la negación emerge una nueva entidad
transformada por la negación.
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En este contexto, el problema en el marxismo se concibe como los movimientos que surgen de los
conflictos dados en las contradicciones. De ésta forma los problemas tendrían que expresar dichas
contradicciones ubicadas en los planos de relación que estructuran la realidad material. Desde esta
perspectiva el problema se moviliza permanentemente entre la teoría y la práctica y viceversa. La
complementariedad entre el materialismo histórico y el dialéctico posibilita el reconocimiento permanente
de la ley de los contrarios en contextos específicos.
Construir un problema desde la perspectiva marxista requiere plantear en primer lugar los movimientos
que se dan entre las necesidades y las interacciones entre la naturaleza y la sociedad en el marco de las
relaciones estructurales ya sean de tipo social, económico, político y cultural. En segunda instancia, se trata
de aplicar el materialismo dialéctico identificando la tesis o postura inicial, la antitesis o los contrarios a la
tesis y la síntesis como la emergencia o superación de la tesis. En tal sentido, los problemas siempre tienen
posibilidades y alternativas de solución, en tanto el sujeto puede, a partir de su praxis, transformar la
realidad.
Para la construcción de problemas habrá que empezar por trabajar cada una de las series:
1. Los acontecimientos. Entendidos como hechos, situaciones, personas, enunciados u objetos que
<afectan>, es decir que generan una sensibilidad y provocan un cambio en lo que se piensa (lo que se
hace y lo que se dice). Desde luego, no bastará con considerar los acontecimientos como hechos
19 El deseo aquí, a diferencia por ejemplo del deseo en el psicoanálisis, no es la expresión de una carencia. El deseo es una
fuerza que conecta con las posibilidades de devenir otras cosas, de pensarse distinto.
20 Deleuze, Gilles. Serie de la problemático, en: La lógica del sentido. Barcelona: Paidos, 1989.
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realizados o actualizados, sino que será preciso considerarlos en su potencialidad: como posibilidades.
Preguntarse por los acontecimientos que puede afectar o que afectaron el campo de conocimiento se
constituye en una primera aproximación a la construcción de un problema. Habrá que precisar los
acontecimientos usando la escritura.
2. Los conceptos. Entendido a la manera Kantiana, el concepto sería una síntesis de la diversidad del
mundo; este punto de vista enfatiza la idea de concepto como una palabra. Desde esta perspectiva el
concepto como la síntesis se expresa como un conjunto de juicios o enunciados, que se disponen en
series o en redes en las cuales varios conceptos se relacionan entre sí. Por lo tanto, se tratará en este
movimiento, de establecer las redes conceptuales con las cuales se piensa el campo. Haciendo uso de
esta idea, tendríamos aquí una configuración conceptual del campo, en la cual entrarían a operar: a)
conceptos, categorías, teorías, paradigmas (y las técnicas vinculadas a ellos), validados y reconocidos
por el campo de conocimiento y por las disciplinas que convergen en él; b) conceptos, categorías y
teorías emergentes y c) nuevos conceptos, categorías y teorías que se postulan como nuevas
posibilidades de pensar el campo.
3. Las preguntas. Las preguntas operan como la casilla vacía que le da movilidad a la serie del
acontecimiento y a la de los conceptos, vinculándolos; sin ella, lo único que tendríamos serían relatos
de los acontecimientos y exposición de los conceptos. Desde luego, hablar de <pregunta> obliga a
considerar la diversidad de estas que es posible formular. La pregunta que vincula el acontecimiento
con los conceptos, va de los unos al otro y viceversa: hay un movimiento. La creación consiste en hacer
ese movimiento y seguir la trayectoria incierta que tal movimiento traza. De esta forma, una vez
establecidas las dos series, se pueden articular en unas preguntas que las incluya a ambas. No pueden
ser preguntas solamente sobre los acontecimientos o solamente sobre los conceptos. Una pregunta
problematizadora se referirá a la posibilidad de pensar, usando conceptos, algún o algunos
acontecimientos que han creado ciertas afectaciones.
Los tres elementos anteriores: Acontecimiento, Concepto y Pregunta, constituyen el problema; por este
mismo carácter, configuran el campo (campo-problémico) y le trazan sus límites, pues pertenecerá a él
todo lo que sea determinado por el alcance de los problemas planteados y no pertenecerá a él, lo que sea
irrelevante a su consideración. El orden aquí no es importante, se puede empezar estableciendo los
conceptos o las redes de conceptos o estableciendo los acontecimientos.