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VIVIENDO BAJO EL SEÑORIO DE JESUCRISTO

“JESÚS ES MI BUEN PASTOR”

A. LAS PERSONAS SON IMPORTANTES PARA DIOS. Encontrar su identidad

14.14 Jesús realizó algunos milagros como señal de su identidad. Otros milagros sirvieron para
enseñarnos importantes verdades. Pero aquí leemos que sanó porque «tuvo compasión de ellos».
Jesús fue, y es, una persona amorosa, sensible y que se preocupa por los demás. Cuando esté
sufriendo, recuerde que Jesús sufre junto con usted y se compadece.

6.37-42 Jesús pidió a sus discípulos que buscaran comida para más de cinco mil personas. Ellos
preguntaron asombrados si iban y buscaban doscientos denarios de pan. ¿Cómo reaccionamos
cuando se nos encomienda una tarea imposible? Una situación imposible para los humanos es
simplemente una oportunidad para Dios.

Los discípulos hicieron lo que pudieron: recolectaron la comida disponible y organizaron a la gente
en grupos. Luego, en respuesta a la oración, Dios hizo lo imposible. Cuando enfrente una tarea
igualmente difícil, haga lo que está en sus posibilidades y pida a Dios que haga lo demás. Él puede
hacer que suceda lo imposible.

14.19-21 Jesús multiplicó cinco panes y dos peces para alimentar a más de cinco mil personas. Lo
que al principio se ofrecía parecía insuficiente pero en sus manos fue más que suficiente. Con
frecuencia sentimos que nuestra contribución a Jesús es muy pequeña, pero Él puede multiplicar y
usar lo que podamos darle, sea en talento, tiempo o riqueza. Es cuando lo damos a Jesús que
nuestros recursos se multiplican.

B. LAS PERSONAS TIENEN NECESIDADES. La confianza

6.52 Los discípulos no querían creer, quizás porque:


(1) no podían aceptar que aquel ser humano llamado Jesús era el Hijo de Dios;
(2) no se atrevían a creer que el Mesías los escogió como sus seguidores. Era demasiado bueno para
ser cierto;
(3) todavía no entendían el verdadero propósito de la venida de Jesús a la tierra. Su incredulidad
tomó la forma de falta de entendimiento.
Aun después de ver a Jesús alimentar milagrosamente a cinco mil personas, no podían dar el paso
final hacia la fe, a creer que Él era el Hijo de Dios. Si lo hubieran hecho, no se habrían maravillado
que anduviera por las aguas. No podían transferir a sus vidas la verdad que ya sabían acerca de Él.
Leemos que Jesús caminó por las aguas y aun así a menudo nos maravillamos que pueda obrar en
nuestras vidas. No solo debemos creer que los milagros en verdad ocurrieron; debemos transferir la
verdad a las circunstancias de nuestras vidas.

C. LAS PERSONAS TIENEN SON PROBADAS. El caracter


14:1–12 La reacción de Herodes Antipas (ver Mar. 6:14–29; Luc. 9:7–9; 3:19, 20). Herodes
el tetrarca es Herodes Antipas, gobernador de Galilea e hijo del Herodes que era rey cuando Jesús
nació (cap. 2). Los informes acerca de los milagros de Je-sús, junto con los remordimientos de
conciencia por la ejecución de Juan el Bautista, que hubiera querido evitar, lo condujeron a la idea
extraña de que Jesús era Juan resucitado de los muertos.
Habíamos oído acerca de Juan cuando estaba en la prisión (4:12; 11:2) y Mateo ahora completa
la información. No solamente el casarse con la esposa de un [medio] hermano era en contra de la
ley judía (Lev. 18:6), sino que Herodes y Herodía se habían divorciado de sus cónyuges anteriores
con el fin de casarse. No sólo fue un casamiento políticamente imprudente, sino que religiosamente
era un escándalo, y la condenación en voz alta de Juan habría sido dañina para la reputación de
Herodes entre sus súbditos judíos. Juan, por ello, no sólo puso en vergüenza a Herodes (como lo
confirma Josefo en su historia), sino que también era una amenaza para su seguridad política.
Al informar a Jesús de la muerte de Juan, los discípulos de Juan mostraron que en Jesús
reconocían al verdadero “sucesor” como 11:7–19 ya ha indicado y como lo reafirmaría Jesús en
21:23–32. La retirada subsecuente de Jesús (13) sugiere que él se daba cuenta del peligro de esta
asociación a los ojos de Herodes.
14:13–21 La alimentación milagrosa de una gran multitud (ver Mar. 6:32–44; Luc. 9:10–
17). Luc. nos relata que ese lugar desierto y apartado estaba cerca de Betsaida, del otro lado de la
extremidad norte del lago y fuera del territorio de Herodes Antipas. La gran multitud que estaba
ansiosa de seguir a Jesús puede inferir, según Juan 6:14, 15 lo aclara, que ésta no era una reunión
casual, sino un movimiento popular deliberado para obligar a Jesús a tomar alguna acción política
(véase el comentario más abajo del v. 21).
Sin embargo, Mateo no llama la atención a esto. Para él, este relato era una expresión viva de la
compasión y el poder milagroso de Jesús. Los lectores judíos no podían menos que notar el paralelo
con dos alimentaciones milagrosas del AT: la provisión del maná en el desierto (Exo. 16) y la
multiplicación similar de los panes de Eliseo (2 Rey. 4:42–44). Aquí nuevamente Jesús se ve como
“uno mayor” (cf. 12:6, 41, 42) que los profetas antiguos.
El acto de comer juntos era un símbolo de unidad. Jesús era el anfitrión en una gran reunión
familiar, y de esa manera daba la bienvenida a la multitud a una comunidad nueva. Aunque el menú
no era algo fuera de lo común, posiblemente debiéramos ver esta comida como un anticipo del
banquete mesiánico (véase 8:11, 12); se recostara (19) es una palabra relativamente formal para el
acto de reclinarse en un banquete. Tampoco se podrá pensar que sea accidental que los verbos en el
v. 19 (“tomó”, “bendijo”, “partirlos”, “dio”) sean los mismos que se usaron en el NT hablando de la
última cena. La comida, naturalmente, satisfacía el hambre (20), pero Mateo aparentemente lo ve
como un acto simbólico de la comunión en el recién establecido reino de los cielos.
Por medio de este desafío del v. 16, Jesús deliberadamente involucró a los discípulos en la
acción, y utilizó las provisiones que ellos pudieron suplir. Por medio de su participación (y
posiblemente en manera especial ¡por la increíble experiencia de recoger mucho más de lo que se
había traído en primera instancia!) ellos recordarían y aprenderían de la ocasión; ese aprendizaje
sería probado más adelante (16:5–12).
Notas. 19 Los panes y los pescados eran la dieta básica de los campesinos de Galilea. 20 Las
doce canastas eran más memorables que deliberadamente simbólicas; se presupone que cada uno de
los doce usó una canasta. 21 Sin contar las mujeres y los niños se podría traducir “excluyendo a las
mujeres y a los niños”, eso es, que sólo estaban presentes los hombres, indicando un sabor “militar”
a la reunión. Pero es más probable que esto hiciera eco de Exo. 12:37, donde la misma expresión se
usa para pasar lista al antiguo pueblo de Dios.
14:22, 23 Caminando sobre el agua (véase Mar. 6:45–52). El milagro público de los panes fue
seguido por otro visto sólo por los discípulos, el que también reveló la autoridad de Jesús sobre las
cosas materiales. El efecto combinado fue el de conducirlos a tener una nueva apreciación del poder
más que humano de Jesús (33).
En el temporal sobre el lago en las horas antes del amanecer (la cuarta vigilia es de las 3 a las 6
de la mañana) no es de sorprender que la reacción de los discípulos ante la repentina aparición de
Jesús a su lado causó terror y se oyó el grito: ¡Un fantasma! Lo que es aun mucho más
extraordinario es la propuesta de Pedro de llegar a Jesús caminando sobre las aguas.
Pedro aparece algunas veces en los Evangelios como una persona impulsiva, dada a reacciones
poco consideradas. Es posible que en esto la intención sea que veamos un ejemplo, no de gran fe,
sino de fatuidad, presuntuosamente deseando compartir el poder de Jesús sobre la naturaleza. Pero
el hecho de que Jesús animara el intento, y que al principio haya tenido éxito, sugiere que Mateo lo
ve como un genuino acto de fe, aunque no fue suficiente para sobrevivir la crisis.
Sea como fuere, al terminar el relato Pedro había llegado a ser un ejemplo de poca fe y de duda,
como lección objetiva para los discípulos que eran tentados a quitar sus ojos de Jesús y prestar más
atención a las circunstancias que les rodeaban.
Notas. 22 Puede ser que el sentido de urgencia se deba al peligro de que tanto los discípulos
como las multitudes intentarían obligar a Jesús a alguna acción política (Juan 6:14, 15). 33 Esta
reacción instintiva ante una experiencia mística preparó el camino para la deliberada declaración
teológica de Pedro en 16:16.
14:34–36 Jesús el sanador (ver Mar. 6:53–56). De regreso al territorio de Herodes, Jesús
nuevamente fue el centro de atención. Su atractivo popular era el enfoque en su ministerio de
sanidad, y el resumen general de Mateo revela que era mucho más extenso de lo que las sanidades
individuales registradas hasta ahora pudieran sugerir. El deseo de tocar el borde de su manto suena
casi mecánico, pero ver 9:20–22 para una sanidad por este medio que fue de hecho un encuentro
muy personal.

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