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En esta ocasión y por cortesía del Dr. Luis Fernández Cuervo, les presentamos una
entrevista al psiquiatra español doctor Enrique Rojas.
¿De verdad influyen tanto los modelos de amor que nos presentan los medios de
comunicación?
A las "revistas del corazón" -publicaciones con noticias sobre la vida de los famosos-, les
suelo llamar los cómics de los mayores. Sus lectores, mujeres y hombres, las devoran. Y aunque
no lo parece, ejercen un enorme influjo negativo en dos aspectos: crean un modelo de mujer y de
hombre epidérmico, superficial, light, inconsistente; y, por otra parte, estimulan la tendencia
inconsciente a copiar esos modelos rotos.
En la intención de estos lectores hay un fondo morboso. Interesa la vida desgarrada de los
famosos. No importa cuando esta vida ajena es estable. Existe un cierto regusto de ver que
también a la gente que triunfa en la vida, de alguna manera, le pasan cosas negativas.
En cuanto a la televisión, por todo el mundo presenta escenas de sexo a lo grande, sin
ningún sentido, recreándose la cámara una y otra vez. Y cuando uno tiene 18 ó 20 años busca
imitar esos modelos, pues le parece necesitarlos; la educación en el sexo fácil se da a través de
este gran deseducador.
La televisión es para mí el gran deseducador moderno. El 90% de su programación es
mala, salvo excepciones; por todas partes violencia, sexo a todas horas, concursos triviales casi
oligofrénicos, debates truncados donde parece que sólo importara que el número de quienes
apoyan una idea esté equilibrado: tres de un lado y tres del contrario, pero se sale de estos debates
como se salía de las conferencias de Unamuno: con los pies fríos y la cabeza caliente.
El hombre moderno es bastante inculto porque está sometido a la televisión, la gran
máquina para fabricar hombres en serie.
A una edad en la que el sexo pide paso y se le da, si no logra enfocarse y orientarse de manera
adecuada, el resultado es dramático.
La sexualidad, a diferencia de otras parcelas de nuestro patrimonio psicológico, debe
educarse, de no hacerlo, uno vive con un tirano dentro que obliga, empuja y arrastra a una
conducta degradante. A eso se le puede llamar amor, pero eso no es amor.
En alguno de sus libros señala que la vida es argumento que cada quien debe escribir, pero
¿no es utópico, para millones de personas que viven desgarradas por las circunstancias, el
planear la vida?
Un chico que nace casi en la calle, que no sabe quiénes son sus padres, será difícil que
pueda planear su vida. Necesitamos unas mínimas condiciones de salida. Cuando esas
condiciones son adversas en el momento de partir, habrá ahí un menos en el desarrollo de la
persona.
Más que planear la vida en un sentido estricto, seco, serio, hay que planificarla de forma
elástica, amplia, liberal, sin encorsetarla. La vida no se improvisa: se estructura, se vertebra hacia
adelante; eso significa que uno tiene diseñados los principales contenidos: la vida afectiva, la
vida profesional y la cultura. Creo que son los tres grandes argumentos que la llenan.
La vida afectiva significa tener respuesta a lo que debe ser el amor, pues hoy la palabra
amor está falsificada, pisoteada.
Nos pasamos la vida trabajando, ¿qué sentido tiene?, ¿cómo se puede mejorar? Es vital
disfrutar con el trabajo, saborearlo, estar en lo que uno hace.
Y en tercer lugar, la cultura. El hombre culto no es manipulable, se resiste a que lo lleven
y lo traigan de acá para allá. La cultura es libertad.
¿Cómo salpica la vida diaria, el pesimismo que sobre el mundo contemporáneo derraman
los medios de comunicación?
El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie y el realista ajusta las
velas. El realismo es importante pero con un tono positivo.
Los medios de comunicación social se dedican permanentemente, con detalle minucioso,
a dar cuenta de todo lo malo que ocurre en el mundo. Esa lluvia de información no es positiva, no
forma, no ayuda ni enriquece al hombre, más bien, lo vuelve indiferente. Hay que ver la
televisión y recibir las noticias con mucho espíritu crítico; es la manera de protegerse frente a ese
Asociación de Bioética de El Salvador
aluvión de noticias. Uno no puede estar tranquilamente en su casa tomando un café mientras ve la
realidad de la guerra en Bosnia o a las personas que en ese instante sufren, víctimas de los
terremotos.
Vivimos en una aldea global, la gente en México sabe lo que está pasando en España con
la ETA... Eso no ocurría hace cincuenta años, tanta información y tan negativa provoca lo que he
llamado en mi libro El hombre light, una indiferencia por saturación de contradicción.
Como traductor social, ¿cómo interpreta la omnipresencia del sexo por el sexo en nuestra
sociedad?
Es un nuevo dios. Y esto parte por un lado del siglo XIX, a finales de la época victoriana
en Inglaterra: una sociedad hipócrita en donde una cosa eran las formas y otra los contenidos.
Freud, el padre del pensamiento psicológico, tuvo un gran éxito y un gran fracaso. Su
gran éxito es descubrir la oceanografía del inconsciente, del mundo de los sueños. Freud es un
explorador de la intimidad y descubre la maravilla del inconsciente que brota en el mundo
onírico. Pero su gran error es la entronización del sexo. Freud afirma que la neurosis se produce
como consecuencia de la represión sexual, iniciándose un intento de liberación de la sexualidad
que llega a ser en Freud casi una religión, fenómeno que todavía vivimos.
Esto es un fallo grande. Creo que una persona madura es aquella que sitúa la sexualidad
en tercero o cuarto plano de sus intereses, salvo que se trate de un adolescente o de un joven.
Antes, debería situarse la vida afectiva, profesional, las ideas, las creencias...
Socialmente, existe una invitación permanente al sexo en plan divertido y
descomprometido. Yo diría: "no eres más libre cuando haces lo que se te antoja, sino cuando
eliges aquello que te hace más persona". Señalaba antes que estar sometido al sexo significa vivir
con un tirano dentro, y esa tiranía empuja a una conducta que reduce toda relación humana a
relación sexual y, así, es difícil que un hombre se encuentre con una mujer, sin verla como mera
posibilidad sexual, llamándole a eso amor, cambiando las palabras.
Hay que estar muy alerta porque en esas brumas muchas vidas se disuelven, se pierden.