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La escultura a lo largo del tiempo, fue un método de expresión del cual el hombre se
valió para representar su entorno y fabricar unas visiones de mundo; el autor en su
libro, nos relata como a través de la historia, la escultura como disciplina o campo se
e fue atribuido un papel transformador de espacios, que se usó durante mucho
tiempo, casi exclusivamente con un medio de conmemoración y de
antropomorfización del entorno.
Dicho lo anterior, vemos como el autor propone, que en la antigüedad clásica y casi
hasta el final de la edad media, la escultura fue la disciplina dominante de la plástica
y como con el surgimiento de la burguesía la pintura adoptaría este lugar prioritario,
hasta que entramos en la modernidad del arte en donde los valores clásicos de las
artes en general, serán reevaluados y transformados.
En la modernidad, por su parte, sucede una crisis de los valores clásicos, se pierde o
desdibuja las nociones de monumentalidad de las piezas, las ideas de monolito, el
basamento o pedestal que hacía las veces de base para el volumen escultórico y a la
vez limitador del espacio y la localización del objeto, que ya no debe situarse en un
punto fijo, la posición del mismo, pues ya no es solo un ser erecto desde el piso, sino
que ahora cuelga, se apoya, invade o construye espacio.
Esta crisis conllevara al rechazo de las reglas básicas: la primera en caer será la idea
de materialidad y contorno, es decir se niega la necesidad del volumen y la masa del
objeto y también sus límites; se rechazan los materiales nobles y de uso común, esto
lleva consigo la pérdida del afán clásico de eternidad y trascendencia de la obra y
será remplazado por una búsqueda de la novedad y la aceptación de lo efímero
como elemento fundamental en el hecho artístico; se abandonan los procesos
formativos, es decir la facultad de dar forma la materia y ahora se abraza el
construir, armar y fabricar la pieza, es decir ya no se busca darle la forma de algo a
un material, sino transformar un objeto para hacerlo parte de una obra; por último,
se abandona los temas antropomórficos y se rescata por su parte, el paisaje, el
bodegón o la maquina como valores estilísticos.