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Arquetipo El Inocente
Inocente. El inocente nos ayuda a crear nuestra imagen, la máscara que lucimos
ante el mundo, nuestra personalidad y rol social. Aunque esta imagen carezca de
profundidad y complejidad, nos proporciona, a nosotros y al resto de personas,
una especie de sentido sobre quiénes somos y que puede esperarse de nosotros.
Es la pregunta que hacemos a todo niño: ¿Que vas a ser cuando seas mayor?.
Como adultos, nos identificamos con los trabajos que hacemos y con nuestro
estilo de vida. El inocente interior que llevamos con nosotros quiere ser amado y
ser parte de las cosas. Quiere pertenecer, encontrar su lugar, sentirse reconocido,
a veces por las buenas, a veces por las malas.
2. Arquetipo Huérfano
Se siente decepcionado y/o traicionado. A partir de las heridas y del dolor que
estas conllevan, se decide a crecer como persona. Sabe que desea ser cuidado y
atendido, un deseo natural para el niño que lleva en su interior. Quiere que otras
personas o Dios se ocupen de él, pero se da cuenta que nadie vendrá a cuidarlo o
rescatarlo. Tendrá que hacerlo él mismo. Deja correr sus sentimientos de
decepción, dolor y escepticismo, siente su propia impotencia e ineptitud. Se une a
un grupo de personas que se sienten igual que él, se ponen de acuerdo para
ofrecerse apoyo mutuo y compartir sus sentimientos y descubrimientos.
Es la víctima, espera recibir un trato especial y ser eximido de vivir y por lo tanto
de asumir responsabilidades, porque ha sido víctima o porque es tan frágil. Ataca
incluso a aquellas personas que están tratando de ayudarlo, incluso haciéndose
daño a sí mismo. Tal vez se desmorone y pierda la capacidad de funcionar; por
ejemplo, puede decir o pensar: “No esperes nada de mí. Estoy tan herido(a), me
siento traicionado(a)”. Es el niño interior que se siente abandonado(a),
traicionado(a), victimizado(a), descuidado(a), decepcionado(a), solo(a).
3. Arquetipo Guerrero
Guerrero. El Ego quiere que sus necesidades sean satisfechas, pero además se
preocupa de “como” van a ser satisfechas. El Guerrero de nuestro interior ayuda
en esta tarea. Cuando el guerrero actúa estrictamente en términos de nuestro
interés personal, está ayudando a desarrollar el ego, blandiendo nuestra espada
para cortar todo aquello que pueda amenazar la supervivencia del cuerpo, el ego y
nuestra integridad.
Es el villano, que usa el poder del Guerrero para obtener ganancia personal sin
consideración por la moral, la ética o el bien común. Siente la tentación de ignorar
sus principios para competir mejor, ganar, u obtener lo que desea. También
aparece en una tendencia a dar batalla continuamente porque percibe que el
mundo lo desprecia, amenaza y desafía constantemente.
4. Arquetipo Bienhechor
Es el mártir sufriente, que controla a los demás haciéndoles sentir culpables. Dice:
“Mira todo lo que he sacrificado por ti”. Se evidencia en comportamientos
absorbentes o manipulativos en los que emplea los cuidados para controlar o
sofocar a los demás. También se encuentra en la dependencia mutua, en forma
de una necesidad compulsiva de cuidar o rescatar a otras personas.
5. Arquetipo Buscador
Responde a la llamada del Espíritu por ascender. Trata de hallar un futuro mejor o
fundar un mundo más perfecto. Responde al llamado por encontrar el camino
propio en la vida con entusiasmo, alegría y energía. La alegría es tan grande que
supera los temores por el futuro o el dolor de abandonar una situación cómoda
(mamá, papá, escuela, etc.), prefiere el entusiasmo producido por el llamado a
nuevas aventuras. La aventura en cuestión puede ser la universidad, un trabajo, el
matrimonio, el servicio militar, algún viaje o virtualmente cualquier cosa que
ofrezca la oportunidad de hacer algo completamente nuevo, algo que ha elegido.
6. Arquetipo Destructor
7. Arquetipo Amante
8. Arquetipo Creador
Descubre su verdadera identidad. Explora formas de crear una vida que permita la
manifestación de esa identidad. Creatividad, identidad, vocación.
Es el obsesivo, crea de tal modo que son tantas las posibilidades generadas que
no hay manera de llevarlas a la práctica en su totalidad. Llena el vacío interno con
algún otro proyecto poco esencial, otro desafío o algo nuevo para hacer. Una
variedad es la adicción al trabajo, con la que siempre puede pensar que hay algo
más para hacer.
La Luz de Gobernante