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¿QUÉ ERRORES HAY?

Encuéntralos y corrígelos.

1. En México, la gente hablan muy rápido.


2. Pienso es muy caro.
3. Me gusta las playas del Mediterráneo.
4. Hace tres años trabajé a un bar.
5. ¡Camarero! La sopa es fría.
6. ¿Dónde son los servicios?
7. Vivo en la calle San José, número veinte y cuatro.
8. Voy a hacer un foto.
9. Suelo ducharme en la mañana.
10. Esta frase no es correcta; está un error.
11. Espero que apruebas el examen.
12. Gracias para tu regalo. Me ha gustado mucho.

Encuentra los errores que hay en estas 12 frases y corrígelos.

1. Cuando llueve, aparco mi coche fuera del garaje.


2. ¿Has visto el película “Hanníbal”?
3. Tengo de comprar un nuevo televisor.
4. Pienso que España es un país muy guapo.
5. Creo Valencia es muy interesante.
6. El año pasado he leído una biografía de Gandhi.
7. Necesito de comprar una nueva gafa de sol.
8. El 4 de abril, yo regalí Pedro una radio.
9. Anoche me acuesté a las 21.50h.
10. ¿Has encontrado el clase?
11. ¡Ojalá dice la verdad!
12. Esta semana vi un documental muy interesante.

Respuestas:

1. Habla. 2. Pienso "que". 3. Me gustan. 4. En un bar. 5. Está fría. 6. Están. 7.


Veinticuatro. 8. Una foto. 9. Por la mañana. 10. Es un error. 11. Apruebes. 12.
Gracias por
x 1. Dentro del garaje/en el garaje. 2. La película. 3. Tengo que comprar. 4. Un país
muy bonito. 5. Creo que. 6. El año pasado leí. 7. Necesito comprar-unas nuevas gafas. 8.
Regalé-a Pedro. 9. Me acosté. 10. La clase.11. Diga. 12. Esta semana he visto

LECTURA

Portada / Red Forbes /
Carlos Requena
febrero 13, 2017 @ 6:30 am

Lenguaje jurídico incomprensible


Lay leyes oscuras, ambiguas y confusas sólo son entendibles para juristas. Por ello,
movimientos sociales en el mundo trabajan para hacer del lenguaje jurídico un verdadero
lenguaje ciudadano.

Foto: Archivo


Nada peor que los ciudadanos comunes intenten entender el Derecho. ¿Por qué
algunas élites de las ciencias, finanzas, impuestos, medicina o jurisprudencia tienen
la errónea creencia de que, a mayor complejidad del lenguaje, más elevado o
profundo es su mensaje?

Veamos, la historia nos cuenta que, en la primera sentencia de amparo en México,


publicada en San Luis Potosí en agosto de 1849, se leía el siguiente fragmento: “…
resultaría una contravención del objeto y fin que los legisladores se propusieron,
no menos que una muy notable infracción; que inconcusamente haría
responsable al que la cometiera…”.  ¡¿Qué dijo?! Sí, en efecto, este texto no es
producto de un idioma extraño ni extraterrestre; es, simplemente, el uso del
lenguaje jurídico.

Ejemplos como este nos hacen recordar las palabras del jurista español, Manuel
Atienza, quién afirmó: “…no confunda oscuridad con profundidad: lo más oscuro
no es lo más profundo”. Tiene mucha razón, pues palabras como moratoria, ab
initio, litis expensas, usucapión, premoriencia, sobreseimiento, litispendencia,
subrogación, non bis in ídem y concusión, son apenas algunos términos con los que
las personas comunes suelen toparse cuando hablan con un abogado, un juez o se
enfrentan –no siempre por gusto ni voluntad- a un procedimiento legal.

Precisamente por ello existe gran preocupación por lo rebuscado y abusivo del
lenguaje jurídico. Incluso, durante la XVIII Cumbre Judicial Iberoamericana
(Colombia, 2015), expertos de varias naciones analizaron diversas sentencias
legales de al menos ocho países, entre ellos México, y encontraron lo siguiente:
 Palabras de comprensión exclusiva para juristas,
 Con expresiones anacrónicas,
 Muy técnicas y redundantes,
 Oscuras y retóricas,
 Inentendibles y obsoletas,
 Excesivo uso de latín,
 Redacción barroca y,
 Demasiadas citas jurisprudenciales y doctrinarias enredadas.

Como consecuencia, es obvio que los movimientos ciudadanos a favor de la


claridad en el lenguaje jurídico estén tomando fuerza. La Comisión Europea lanzó
hace algunos años una campaña titulada Fight The Fog para promover el uso de un
estilo jurídico más claro. En Suecia, desde 1976 se establecieron mecanismos para
traducir leyes y determinaciones al lenguaje ciudadano. La tendencia se ha
replicado en otras naciones como Australia, Reino Unido y España. En Estados
Unidos surgió un movimiento denominado Plain English Language, donde
abogados y autoridades tienen como finalidad aprender a transmitir las reglas
jurídicas en favor de la gente, pero en términos coloquiales sin perder precisión
técnica.

Aunque todavía insuficientes, en México se hacen algunos esfuerzos como el


“Manual de Lenguaje Claro para la Administración Pública”, publicado por la
Secretaría de la Función Pública Federal. Otros logros han sido algunas
resoluciones o criterios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que
defienden:

 La explicación clara de las resoluciones o sentencias,


 La eliminación de la discrecionalidad,
 La concordancia y
 La precisa interpretación de las normas jurídicas y constitucionales.

Sin embargo, la tarea exige mayor compromiso, pues el sistema jurídico es


demasiado complejo para seguirlo expresando con marañas incomprensibles. Son
los propios tribunales federales mexicanos quienes han reconocido la existencia de
los denominados conceptos jurídicos indeterminados, los cuales resulta complejo
definir porque requieren de una especial valoración, sobre todo cuando el lenguaje
empleado en su redacción implica conceptos científicos, tecnológicos, axiológicos,
económicos, políticos, sociológicos o de otras disciplinas.

El tener que sortear los ciudadanos con tantas imprecisiones y vaguedad de


palabras en el ámbito jurídico, no debe provocar casos de discrecionalidad,
arbitrariedad ni de apreciaciones subjetivas por parte de las autoridades. En
realidad, la interpretación de los conceptos jurídicos indeterminados no
necesariamente deriva del texto literal de la ley, sino de la finalidad que persigue la
norma en un sentido contextual y atendiendo al modo, tiempo lugar y circunstancia
de su aplicación. Así, los tribunales federales de México han señalado que tales
conceptos pueden ser:

 Conceptos de experiencia que consisten en apreciar hechos y,


 Conceptos de valor donde, además de apreciar los hechos, se implican
juicios de valor que pueden ser técnicos, por ejemplo, al definir palabras
como: impacto ambiental, interés público, orden público, utilidad pública,
interés superior del menor, entre otras muchas.

Juan Carlos Arce realiza una descripción muy puntual del desafío que entraña la
complejidad del lenguaje jurídico: “Hay en la Administración de Justicia un
ceremonial, un rito, una escenografía y un lenguaje de reliquia tan feo y tan rancio,
tan absurdo y desusado, que ya no basta con decir que es barroco, sino que es
absolutamente arcaico, a veces anterior al siglo XIV. El ciudadano tiembla cuando
recibe del juzgado comunicaciones dirigidas a él que no es capaz de entender.
Quien lee una comunicación judicial no sabe si le llevan a la cárcel o si ha
heredado”.

La claridad de leyes y resoluciones es apremiante y necesaria para evitar o


disminuir su oscuridad, ambigüedad y confusión. El Gobierno de México está
obligado a proporcionar información jurídica clara y entendible que fomente la
transparencia, la rendición de cuentas y la mejora en su gestión pública. En el
Derecho existe un principio general en el sentido de que “la ignorancia de la ley, no
exime de su cumplimiento”. Adicionalmente, el sistema jurídico no condiciona la
validez de ciertas leyes al hecho de que éstas sean claras en su redacción y en los
términos que emplean, a pesar de la incertidumbre que provoca en la mayoría de
los ciudadanos.

El lenguaje jurídico sigue encontrando una fuerte oposición en los movimientos


ciudadanos de distintas partes del mundo. Por ello es urgente construir puentes de
entendimiento entre autoridades, abogados y personas comunes, evitando las
zanjas de incomprensión que solo provocan alejar a la gente del aparato de justicia.
Tal Derecho ha construido -y sigue construyendo- sus reglas en un ámbito de
excesiva dificultad técnica, mostrando muy poca sensibilidad social. Al respecto,
coincidimos con el jurista Paolo Grossi, quien señala que el Derecho es
sustancialmente exiliado de la conciencia social, mostrando el riesgo de la
separación entre Derecho y sociedad.

Como dice Catón: “Leer y no entender es como no leer”. Mientras tanto, yo opino
que: “las leyes, si no son para tu bien, no son leyes”.

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