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Acerca de Agua tu sed: “Pocas veces un viejo motivo de la literatura pareciera irradiar tanta

seducción, pareciera tan entrañable, tan actual, constituyéndose casi como un emblema, de
toda una hornada de poetas, como el motivo de la casa para nuestra más reciente poesía. En
el caso de la poesía de Carlos Vásquez, de un claro linaje irónico-romanticista, el motivo de
motivo asume un carácter menos referencialista y cotidiano, menos anecdótico, más
existencial. Aquí la casa se adensa, clausura su arquitectura, y estamos ante una topología
esencialísima, casi puro objeto del deseo, más exilio que casa. Deseo de lugar, en una
agonística donde el espíritu se indaga a sí mismo su orfandad de sí mismo. De allí un
lenguaje marcado por la ambivalencia, de ráfagas huidizas y misteriosas. Esta casa está
nombrada como crisis, como pendulación, como posibilidad imposible. La casa es más el
habitante, su desnudez, sus asedios, sus fantasmagorías, atizado, atenazado por la
conciencia trágica de que acaso la única casa posible sea el lenguaje: casa que es solo
escombros y ausencia, pues siempre estarán los rostros definitivos y emplazatorios del
deseo y la muerte rebasándola. Y sin embargo la única casa; estamos pensando en el
poemario El oscuro alimento”.

“El erotismo desplegado en Agua tu sed, es otra insistencia en el exilio, en donde la


fantasmagoría de la casa, en donde el deseo de lugar, de plenitud, es el otro. Y todo
erotismo que merezca llamarse tal, es agónico.

Detrás del gozo vela el sufrimiento en la misteriosa dialéctica del amor. Pero éste, diríamos,
cántico espiritual de Carlos Vásquez, es ante todo una mística devastada cuyo secreto
designio, en continuo y contradictorio flujo y reflujo, no es la altura, sino la caída.

Como toda poesía de vocación mística, esta poesía apela al símbolo, y es en el fondo –el
agua siempre es fondo- una arquetípica elemental del agua y de la piedra, sus fuerzas
repulsivas en permanente rotación.
Inquietante aventura esta del amor y del ser esta que nos entrega Carlos Vásquez en Agua
tu sed, donde el alma acrece haciéndose ceniza, asediando, buscando la inexistente morada,
el inexistente centro en otro. Sediento vértigo del amante que sin cesar inventa en el amado
el agua, un agua, un agua que también arrastra su propia sed.”
(Rómulo Bustos)

Acerca de Cuaderno: “Este Cuaderno: sus traspiés son una honda reflexión no solo del
lenguaje, sino también de la suprema ambigüedad que acompaña todo acto de creación. Si
esa ambigüedad no existiera, la obra carecería de alma y sería solo un artefacto. La ética
que hay en el poema, en todo gran poema, es la que insufla el espíritu de cosa viva porque
anhela un cielo, aspira a la condición de naturaleza. Entonces vive para quedarse en el alma
del lector, o de quien escucha, o de quien mira, o de quien adivina, (o simplemente siente
sin saberlo) que en el mundo existe la poesía. La palabra (lo sabemos), como aquí, en
Cuaderno, es un accidente. Un hallazgo singular y bello.”
(Luis Germán Sierra J.)

Acerca de El oscuro alimento: “Porque en este hermosísimo libro lo que está presente es
una escritura que ha venido de la ascesis y se ha encaminado a fundamentar imágenes
donde tenemos la certeza de haber sido antes en otros lugares que –ahora- sabemos
primordiales”
(Darío Ruiz Gómez)

Acerca de Aunque no te siga: “Y es que el poeta sabe, y su poesía no es más que una
confirmación de ello, que escribir es una forma de morir. En este sentido, al escribir,
Vásquez mora los abismos del no ser. Y para lograrlo se impregna de la extrañeza del
despojamiento. Para quien visite por primera vez esta obra, su poesía resulta hermética,
excesivamente silenciosa, casi autista por las maneras sintácticas en que trasiega su
escritura. Porque es verdad que en ella se evitan palabras que para un lector común de
poesía resultan imprescindibles. En realidad el proceso de escritura de Vásquez recuerda al
de Osip Mandelstam. Ambos escriben el poema en la mente, luego lo plasman en el papel y
durante días y meses y años lo van depurando de sus palabras casuales.”
Perplejidad, vacío y desposeimiento son la esencia que hacen bella la poesía de Carlos
Vásquez. Belleza silenciosa que ofrece una oscura embriaguez.”
(Pablo Montoya)

Acerca de Cuaderno: “Cada resistencia es búsqueda afanosa de un viento irreprochable. En


el diario, quien escribe es escrito: el diario tiene vocación de espejo o de confesión.
Pero en el Cuaderno de Carlos Vásquez, en su Diario de Creación, la tiranía del calendario
ha quedado, de entrada, rota. Los días del diario han sido diluidos, el tiempo ha sido
estallado, y solo sobreviven el instante de la palabra (instante presente), y el silencio
(silencio vertical que subvierte el tiempo horizontal).”
(Samuel Vásquez)

Acerca de La nada luminosa (Ensayo): “La escritura ensayística de Carlos Vásquez es


gratificante y conmovedora porque ofrece en cada frase la conciencia de la creación
sensible: aquella que comprende que el cuerpo también pertenece al pensamiento. Es decir,
una escritura que nos descubre que la reflexión y la inteligencia son caminos hacia la
expresión poética que guarda en las ideas sencillas y breves la belleza que pueden alcanzar
las palabras cuando se intenta hacer de ellas algo más que un registro del estudio y la
investigación.”
(Felipe Restrepo David)

Acerca de Días: “En los poemas de Días se lee una manera de estar en la naturaleza y una
actitud frente al tiempo marcadas por la serenidad, el respeto por lo pasajero, y una
transparencia que anula la muerte. Uno de los rasgos más bellos de este libro es su aplomo,
su delicadeza en la mirada y las palabras, la calma de su voz aun sintiendo la vertiginosa
transformación de todo.”
(Jorge Caraballo)

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