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BIOGRAFIA DE WILLIAM CAREY

Rafael Guerrero Del Rosario

HIS5130

1/07/2018
William Carey: Un legado De Pasión Misional

Quien es hoy considerado el padre de las misiones modernas 1, William Carey, es

uno de los hombres cristianos cuya contribución a la propagación del evangelio, ha

significado una herencia monumental de motivación e inspiración ante el reto de todo

creyente, el cumplimiento y obediencia al mandato misional que encontramos en la gran

comisión.

Es edificante y retador a la vez, sumergirse en la vida de un hombre que, desde su

niñez, durante su juventud, y posteriormente al alcanzar la adultez y vejez, modeló una

intachable marca misionera. Es precisamente ese compromiso con la causa de Cristo, y

esa intencional obra de amor por los perdidos, que nos alegra presentar en las siguientes

líneas.

Sin dudas, narrar y describir la hoja de servicio al Señor de determinadas personas

en la historia de la iglesia, supone un crecimiento espiritual de todo posible lector; y es

con esa esperanza que confiamos en una pronta disposición de todo el pueblo de Dios a

levantarse y decididamente revitalizar y reenfocar nuestra cosmovisión como cuerpo

universal, al tiempo que observamos el mover de Dios en tiempos pasados y cómo la

obediencia ante el llamado divino, puede hacer la diferencia, trayendo transformaciones

con el poder del evangelio, a todas las esferas de la sociedad.

1
Alcanzó este renombre por ser quien despertó un pensamiento novedoso y proactivo sobre las
misiones.
2
Lo arriba mencionado es lo que se hizo patente en la vida de este gran misionero.

Un ferviente anhelo de ver la palabra de verdad correr hasta los confines de la tierra.

Anhelo que para Rafael Pérez2, se trataba de “llevar la iglesia existente ya reformada a

la periferia”. Este no solo era un deseo cónsono con las escrituras, sino que era una tarea

que solo iba a poder materializarse con la ayuda de Dios y con las características

personales que adornaban a Carey, de quien los historiadores coinciden en decir, que era

un hombre proactivo y entusiasta en sentido general.

Un tema que Guillermo Carey no relegó a un segundo plano lo fue el tema de los

diversos postulados teológicos, algunos de los cuales impedían probablemente la

expansión misionera. Ante todo, se propuso despejar el camino defendiendo un evangelio

que debe y puede llegar de modo intencional, sin que esto signifique un desconocimiento

de la obra soberana y maravillosa del Dios trino, en los frutos que habrían de germinar

después de la siega. Su trabajo misionero no estaba limitado. Carey descansó en el poder

de Dios para salvación, asumiendo que un Dios tan poderoso para salvar, debe ser

poderosamente proclamado.

Justo Anderson³ lo ha dejado muy claro al sentenciar que Carey, junto a otros

misioneros bautistas, logró “modificar paulatinamente, por medio de su ejemplo, su

enseñanza y su perseverancia, el pesado calvinismo que contrarrestaba con el avance de

los particulares, trayendo como resultado un calvinismo moderado que hizo coincidir la

iniciativa divina y la responsabilidad humana en la evangelización”.

2
Biografía de Guillermo Carey: un testimonio de perseverancia, Rafael Pérez.
3 Historia de los Bautistas, editorial Mundo Hispano, Justo Anderson.
3
Como es de esperarse, en la trayectoria de un titán misionero como éste, no solo lo

encontramos logrando derribar obstáculos propios de la teología del momento; de igual

manera, también tuvo éxito al desafiar una miopía inexplicable de algunos líderes de la

época, en lo referente al alcance de las naciones en las cuales el evangelio de Cristo no

era proclamado. Ante la negativa de esos líderes eclesiales, emergió un hombre decidido

a cambiar el curso de la historia, y para ello se preparó emocional y espiritualmente.

En cuanto a lo emocional tenemos relatos sumamente interesantes. En ese sentido

nos narra Orlando Boyer₄ lo siguiente: “Fue durante el tiempo que enseñaba geografía

en Boulton que Carey leyó el libro titulado Los viajes del Capitán Cook, y Dios le habló

a su alma acerca del estado abyecto de los paganos que vivían sin el evangelio. En su

taller de zapatero fijó en la pared un mapamundi de gran tamaño, que él mismo había

diseñado cuidadosamente. En ese mapa incluyó toda la información pertinente

disponible; el número exacto de la población, la flora y la fauna, las características de

los indígenas de todos los países. Mientras reparaba los zapatos, levantaba los ojos de

vez en cuando para mirar su mapa y meditaba sobre las condiciones de los distintos

pueblos y la manera de evangelizarlos. Fue así como sintió más y más el llamado de

Dios para que preparase la Biblia para los millones de hindúes, en su propia lengua.”

Es incuestionable que el corazón de este inglés, nacido el 17 de agosto de 1761,

estaba cargado de pasión por Dios y por las almas. Hoy es imposible hablar de la

expansión del evangelio entre las distintas naciones, sin dar gracias a Dios por haber

usado a Guillermo Carey, como también fue nombrado frecuentemente.

4
El gran compromiso espiritual que encarnaba la causa que Guillermo Carey tenía

por emprender, queda manifiesto cuando leemos su reacción ante la resistencia de los

líderes de su entorno cuando se les hablaba de misiones.

El mismo Boyer lo relata: “Cierta vez en una reunión del ministerio, Carey se

levantó y sugirió que ventilasen este asunto: El deber de los creyentes en promulgar el

evangelio entre las naciones paganas. El venerable presidente de la reunión,

sorprendido, se puso de pie y gritó: Joven, ¡siéntese! Cuando Dios tuviese a bien

convertir a los paganos, Él lo hará sin su auxilio ni el mío. A pesar de ese incidente, el

fuego continuó ardiendo en el alma de Guillermo Carey. Durante los años siguientes se

esforzó ininterrumpidamente, orando, escribiendo y hablando sobre el asunto de llevar a

Cristo a todas las naciones. En mayo de 1792 predicó su memorable sermón sobre Isaías

54:2-3. Disertó sobre la importancia de esperar grandes cosas de Dios y, luego puso de

relieve la necesidad de emprender grandes obras para Dios. El auditorio se sintió

culpable de haber negado el evangelio a los países paganos.”

Asombra ver tanta determinación y perseverancia. Estas dos palabras

posiblemente sean la mejor en emplear, para describir su decidida carrera ministerial.

Definitivamente por sus venas corría un fuego descomunal que quería encender la llama

de la pasión misional. Un vívido ejemplo también lo fue el hecho de que en el seno de su

misma congregación encontró oposición a su llamado. No era una oposición clara, pero sí

sutil. Muchos llegaron a expresar su rechazo de que saliera a otra localidad, diciendo: “A

pesar de estar de acuerdo con él, no nos parece bien que nos deje aquel a quien amamos

más que a nuestra propia alma."

5
Estos obstáculos y oposiciones, junto a la también conocida negativa de su esposa

ante sus propósitos misioneros, revelan tan solo el comienzo de constantes pruebas que

finalmente vencía en todo el trayecto de su llamado, siempre con la esperanza y fe puesta

en el Dios que lo llamó. No fue un hombre de vacilaciones, tampoco un pusilánime. Y,

gracias a estas características importantes de su personalidad podemos hoy hablar de

resultados y frutos, muy tangibles e indelebles, que han fijado en los anales de la historia

eclesiástica, uno de los más importantes hitos misionales, la traducción de la biblia

superando 40 dialectos.

Carey partió a la presencia del Señor un 9 de junio de 1834. Sin embargo, después

de esa gran obra misionera del siglo XIX, en nuestros días podemos disfrutar de su

legado. La institución que fundó, la Sociedad Bautista Misionera, nos recuerda el gran

aporte de este hombre de Dios en consolidar lo que se ha denominado un ecumenismo

sano. En base a esta concepción sobre las instituciones de carácter cristiano, Carey y

otros misioneros aunaron esfuerzos en mantener una “misión integral”. Ese trabajo,

suponía una combinación de dones y talentos. Una idea clara de esto lo representa la

realidad de que unos misioneros se destacaban en plantación de iglesias, otros se

destacaban en la formación y educación, otros en las luchas y reivindicaciones sociales,

etc. Es por esta razón que determinaron no hacer el ministerio de manera aislada.

Dado esta convicción, Guillermo escribió un pequeño libro que recogía su defensa

tanto de su postulado teológico de la reconciliación entre la soberanía de Dios y la

responsabilidad humana; así como de su postulado sobre la obligación de todo creyente

en utilizar medios para el alcance de los perdidos.

6
La defensa no se limitó a lo teórico, sino que, en la práctica de la misma surgieron

diversas instituciones paraeclesiásticas, constituyendo un modelo novedoso. De ahí que

Carey sea considerado “el padre de las misiones modernas”, siendo esta idea tan

revolucionaria, como capaz de conquistar los distintos aspectos de la cultura en muchas

sociedades del mundo.

Este modelo misionero es emulado hoy en innumerables ministerios exitosos.

Cuando pastores, ministros y misioneros permiten el desarrollo de proyectos

paraeclesiásticos con propósito de alcance a los que se pierden en ciudades altamente

contaminadas por el pecado, no están haciendo más que imitando el gran legado misional

que con tanta pasión tenemos en la vida de William Guillermo.

De igual modo, cuando las distintas misiones actuales atraviesen por vicisitudes,

precariedades y oposición, también pueden mirar hacia atrás y decir junto a Carey aquella

declaración que se encuentra en Isaías 54:2, “Ensancha el sitio de tu cabaña”.

Por último, es esperanzador saber que todo el que lucha con la idea de tener

ministerios relevantes y a la vez ser fiel al llamado del Señor, también puede mirar hacia

atrás y ver en William C. un modelo de servicio integral, que logra ir desde el poder de la

palabra de Dios a la cultura, y desde la cultura al poder de la palabra de Dios; desde el

evangelio a la sociedad, y desde la sociedad al evangelio. En consecuencia, este hombre

solo fue un siervo que puso en alto el nombre de su Señor, sin excusas, sin miedo, y con

toda pasión.

7
Bibliografía

1. Biografía de Guillermo Carey: un testimonio de perseverancia, Rafael

Pérez.

2. Historia de los Bautistas, editorial Mundo Hispano, Justo Anderson.

3. Biografías de Grandes Cristianos, Orlando Boyer.

4. 10 Grandes Ideas de la Historia de la Iglesia, editorial Clie, Mark Shaw.

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