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I. INTRODUCCIÓN
Agradezco a la Facultad de Derecho de la Universidad de Talca, haberme invitado
a participar en este Libro Homenaje del Profesor Domingo Hernández Emparanza.
No es casual que haya aceptado este ofrecimiento, pues hace casi 30 años me
tocó ser ayudante del Profesor Hernández en la cátedra de Derecho Político, y
además nos ha unido la amistad en común con el reciente fallecido Profesor
Ismael Bustos Concha. En mis primeros años de inicio en el mundo académico,
creo que fui un afortunado haber sido ayudante del Profesor Domingo Hernández,
quien siempre ha sabido combinar una destacada actividad académica, con un
dilatado ejercicio de la función jurisdiccional, primero como abogado integrante de
la Corte Suprema, y, actualmente, como magistrado del Tribunal Constitucional.
De ahí que mi sincero homenaje trate, precisamente, de una cuestión relativa a la
jurisdicción constitucional chilena, en donde el Profesor Domingo Hernández juega
un rol protagónico.
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Doctor en Derecho. Profesor Titular de Derecho Constitucional Universidad Católica del Norte,
Sede Coquimbo. E-mail: cazor@ucn.cl
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Cazor, Kamel (2013): “Problemas teóricos en torno a las potestades normativas y la necesaria
redefinición de la reserva legal en el Estado constitucional chileno”, en Revista Ius et Praxis (Año
19, N° 1), p. 70.
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Nebulosa que se profundiza aun más, toda vez que este Tribunal ha abordado
anómalamente en el último tiempo el asunto de las potestades normativas por vía
de la acción de inaplicabilidad (art. 93, nº 6). Cabe recordar, por ejemplo, como lo
indican las cifras oficiales, que en un período de diez años (2006-2016) el 85% de
las sentencias del Tribunal Constitucional son de inaplicabilidad, instancia
atributiva que podría estar generando un verdadero efecto de irradiación hacia
otras de sus esferas competenciales, como ha acontecido precisamente en
nuestro tema de estudio. En efecto, la hiperinflación en el conocimiento de la acción
de inaplicabilidad, ha llevado a que, por esta vía, se vean asuntos propios de la
relación ley-reglamento y, en particular, cuanto le toca examinar el cuantum de la
densidad normativa que se le exige al legislador en su regulación. Como sucedió, a
título ejemplar, en los casos rol nº 773/2007 (Estadios de Colonia: principio de la
legalidad tributaria y la remisión normativa al reglamento), y rol nº 2153/2001
(Correos electrónicos y subsecretario del interior: que cuestionaba la densidad
normativa del art. 5º de la ley de transparencia). En estos asuntos, al tratarse de un
vicio vinculado a las competencias atributivas de órganos con potestades
normativas, la verificación discurrió más bien abstractamente, desvituándose –de
paso- el control de carácter concreto exigido y su aplicación en la gestión pendiente.
Confundiendose con ello los criterios propios de la inaplicabilidad (control de
aplicación de preceptos legales), de aquellos propios del control de normas
reglamentarias, caracterizado esto último por la abstracción en su verificación.
b.1) Aquí cabe recordar la sentencia rol nº 209/1995, que extendió la causal de
inconstitucionalidad al caso que no exista ley de la materia objeto del decreto
promulgatorio, ya que por sentencia de mayoría (rol n° 207/1995), el Tribunal
Constitucional declaró inconstitucional el proyecto aprobado por el Congreso y
promulgado por el Presidente de la República; es decir, el Tribunal declaró
inconstitucional un proyecto de ley que ya se había convertido en ley. Para evitar la
subsistencia formal de una ley inconstitucional, los requirentes utilizaron la vía del
antiguo art. 82 n° 5, el cual, además de las hipótesis actuales, incluía el amplio y
general concepto de “decreto inconstitucional”, cuestión que ayudó a resolver este
asunto.
-Entre el año 1990 y marzo del año 1994, se presentaron cinco requerimientos
(roles n°s 116, 124, 146, 153 y 167).
-Entre marzo de 1994 y marzo del año 2000, se presentaron siete (roles n°s 183,
209, 234, 245-246, 253, 254 y 282).
-Entre marzo del año 2000 y marzo del año 2006, se presentaron también siete
(roles n°s 305, 325, 362, 370, 373, 388 y 450).
-Entre marzo del año 2006 y marzo del año 2010, se presentaron asimismo siete
requerimientos (roles n°s 465, 577, 591, 666, 740, 1035 y 1153).
Ahora bien, cabe recordar el fuerte activismo jurisdiccional que tuvo esta materia en
los inicios de la transición democrática (desde 1990), con la utilización por parte de la
oposición de entonces de la antigua vía de impugnación de los decretos supremos
que consideraba el art. 82 n°s 5 y 12, y que tiene su versión actualizada en el art. 93
n° 16 de la Carta. Aunque no existe una clara historia fidedigna de su
establecimiento, por una parte, tiene su antecedente en dos fallos del Tribunal
Constitucional (roles nº 116 y 325); y en el denominado “veto técnico” del Presidente
de la República, presentado el mismo día que el congreso pleno aprobó las reformas
constitucionales (16 agosto), y que como se indica en sus observaciones “la
constitucionalidad de los decretos supremos es un asunto muy importante y con una
alta incidencia en el volumen de casos”. Cuestión esta última que en los años
siguientes se ha ido desvirtuando, pues el conflicto ideológico se ha centrado más
bien en el control preventivo (art. 93, nºs 1 y 3), en donde es posible “dar cuenta que
el control preventivo practicado por el Tribunal Constitucional ha tenido diversos
grados de injerencia en la función legislativa”5. Baste como ejemplo, las sentencias
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Carmona, Carlos (2015): “El artículo 93 N° 16 de la Constitución: estado de la cuestión y
proyecciones”, en Revista de Derecho Público (Nº 72), pp. 57-60.
5
Meléndez, Felipe (2017): El control preventivo en la Constitución actual: El temor al desborde
gubernamental en la función legislativa (Santiago, Editorial Jurídica de Chile), p. 225.
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COMUNICADO 5572-2018 CDS y 5650-2018 CDS (acumulados): “En sesión de fecha 6 de diciembre del año 2018, por 8
votos contra 2, el Pleno del Tribunal Constitucional acordó acoger los requerimientos de inconstitucionalidad presentados
por un grupo de senadores y diputados en los roles 5572-2018 y 5650-2018, respecto del artículo 13, inciso segundo, del
Decreto Supremo Nº 67, de 23 de octubre de 2018, del Ministerio de Salud, que aprueba el Reglamento para Ejercer
Objeción de Conciencia según lo dispuesto en el artículo 119 ter del Código Sanitario. Estuvieron por acoger ambos
requerimientos los Ministros señores Iván Aróstica Maldonado, Presidente, Domingo Hernández Emparanza, Juan José
Romero Guzmán, Ministra señora María Luisa Brahm Barril, y los Ministros señores Cristián Letelier Aguilar, José Ignacio
Vásquez Márquez, la Ministra señora María Pía Silva Gallinato y el Ministro señor Miguel Ángel Fernández González.
Votaron por rechazar dichos requerimientos, los Ministros señores Gonzalo García Pino y Nelson Pozo Silva. La sentencia
definitiva será expedida y notificada a más tardar el 18 de enero del año 2019, dentro de los plazos que establece la Ley
Orgánica Constitucional del Tribunal Constitucional. Santiago, 6 de diciembre de 2018”.
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http://www.diarioconstitucional.cl/noticias/tribunal-constitucional/2018/12/06/tc-acogio-requerimientos-que-impugnaron-
reglamento-sobre-objecion-de-conciencia-de-aborto-en-tres-causales/?utm_source=General&utm_campaign=a260d7a9fe-
EMAIL_CAMPAIGN_2018_12_10_07_33&utm_medium=email&utm_term=0_2bfb3c2e1d-a260d7a9fe-64996713 [fecha de
consulta: 13 de diciembre de 2018]
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Cabe recordar que la ley nº 21.030 no solo despenalizó el aborto en tres causales,
sino que además lo configuró como una prestación de salud; a partir de lo cual se
incorpora dentro del conjunto de acciones que el Estado debe ejecutar para dar
cumplimiento a su obligación constitucional de brindar protección a la salud de la
población (arts. 1º, inciso final, y 19 nº 9, inciso cuarto, de la Constitución). De ahí
la lógica política y jurídica en que se sustenta la disposición del art. 13, inciso 2º, al
momento de no posibilitar el ejercicio de la objeción de conciencia a “los
establecimientos privados de salud, que hayan suscrito convenios regidos por las
disposiciones del decreto con fuerza de ley Nº 36, de 1980, del Ministerio de Salud
(…) cuando contemplen prestaciones de obstetricia y ginecología que por su
naturaleza comprendan atenciones en pabellón”. Igualmente cabe recordar que la
objeción de conciencia es un derecho implícito que emana del art. 19, nº 6, de
nuestra Carta fundamental, que no es absoluto, pues reconoce como límite
constitucional que no se oponga “a la moral, a las buenas costumbres o al orden
público”. Tampoco la autonomía que reconoce nuestra Carta a los grupos
intermedios (art. 1º, inc. 3º) es absoluta, pues siempre tiene que tener como
horizonte velar por el bien común “que permitan a todos y a cada uno de los
integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material
posible”, para lo cual el Estado “debe contribuir a crear las condiciones sociales”
(art. 1º, inc. 4º); y, precisamente, una de estás condiciones sociales que la
Administración del Estado está contribuyendo a realizar –por vía de una política
pública-, es la implementación a través del ejercicio de la potestad reglamentaria
de una prestación de salud que tiene una claro sustento legal y constitucional.
Nunca hay que olvidar, que esta potestad normativa presidencial tiene un claro
fundamento constitucional (arts. 24, y 32, nº 6) y no estrictamente legal, de ahí que
su ejercicio discrecional (“que crea convenientes”, dice la Constitución) parta
necesariamente de una habilitación que está en la propia Carta fundamental, para
luego llevar a cabo “la ejecución de las leyes”, en el caso, claro está, del ejercicio
de la potestad reglamentaria secundum legem.
III. CONCLUSIONES
Como conclusión general se debe precisar que la crítica desarrollada a esta esfera
atributiva de control, no es una deslegitimación del Tribunal Constitucional en su
conjunto, del cual reafirmamos su importancia dentro de la estructura de nuestro
Estado constitucional y democrático. Si no más bien se centra en un problema
estructural de nuestro sistema constitucional, dentro del cual resulta muy
dificultoso lograr un resultado óptimo por vía jurisprudencial.
Todo este cuadro configura un panorama que, a nuestro parecer, hacen difícil
sustentar la permanencia de esta competencia atributiva del Tribunal
Constitucional en el control de los decretos supremos, tal como se encuentra
10
Cazor, Kamel (2010): “La jurisprudencia del Tribunal Constitucional y la búsqueda de criterios
orientadores en la configuración de las potestades normativas en Chile”, en A.A.V.V. Estudios
Constitucionales (Santiago, Librotecnia), pp. 294-301.
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IV. BIBLIOGRAFÍA